REFLEXION TEOLOGICA SOBRE MATEO 9:9-13

LOS GRUPOS VULNERABLES.

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Para aquellos y aquellas que viven con vih o con sida o para quienes trabajan en el contexto de la epidemia del vih y del sida este texto evanglico es esencial y forma como la base misma de su compromiso y tarea. Indudablemente muchas personas se han acercado a esta tarea de promocin de la justicia y de la dignidad desde una perspectiva prejuiciosa. Cuesta mucho romper los silencios y superar las barreras. Es claro que muchos y muchas no se atreven a emprender un dilogo con los grupos vulnerables a la epidemia, excepto si estn enfermos. Leyendo muchas propuestas de organizaciones ecumnicas o confesionales vemos en sus estatutos o reglamentos la disposicin a entablar un dilogo con las personas que viven con vih-sida y an incorporarles en sus tareas de educacin, prevencin y asistencia pero simtricamente tienen profundas dificultades para establecer una cooperacin con los grupos vulnerables a los cuales pertenecen esas mismas personas. Solo les aceptamos con la condicin de que estn enfermas porque eso hace que nuestro compromiso sea polticamente correcto y aceptable. La enfermedad justifica nuestro compromiso y blanquea nuestro caminar con los malos de la pelcula de la vida.

En muchos es esos documentos de iglesias o de organizaciones relacionadas con ellas solo se atreven a hablar claramente de mujeres y nios y ocultar a todos los otros grupos vulnerables de los cuales se teme an decir sus nombres. An en el caso de las mujeres existe una limitacin: se puede hablar de ellas mientras sean amas de casa, monogmicas y fieles. En cuanto entramos en el campo de las trabajadoras sexuales ya aparece el problema. Solamente se pueden relacionar con ellas en cuanto enfermas y no en cuanto personas. Es sorprendente como an mujeres de avanzada tienen dificultades en hablar de la prostitucin como un trabajo. Continuamos pensando que somos nosotros los que hemos de decidir sobre la forma en que las personas quieren ser nombradas y pensamos que somos nosotros y nosotras las que concedemos derechos. Los derechos no se conceden, se conquistan. El empoderamiento de estos grupos cuestionan nuestra forma de relacionarnos con ellos y ellas y hace visible el mucho camino de liberacin que an tenemos que recorrer.

Tengo la sensacin que detrs de estas actitudes existe el terrible concepto de tolerancia, en la cual aceptamos un mal menor con el objetivo claro de que las estructuras ideolgicas, teolgicas y de poder no sean cuestionadas. La tolerancia es un enemigo de la verdadera inclusividad porque no transforma la realidad y deja todo como estaba. Si estamos comprometidos con las personas que viven con vih y sida es porque queremos otra sociedad y otra iglesia. No tenemos el derecho de quitarle a esta epidemia toda la fuerza transformadora y de liberacin que trae consigo. No podemos aceptar que aquellos que han estado excluidos, estigmatizados y marginados continen en esa situacin porque hemos hecho nuestra esa estigmatizacin.

La situacin en la que Jesucristo vive y anuncia el evangelio es una situacin extrema. No solo haba marginados econmicos sino que tambin haba multitudes de estigmatizados y excluidos por enfermedades, orientacin sexual, etc. Jess desafa todas esas barreras establecida por los ricos, los buenos creyentes, los lderes polticos y religiosos que iban en esto de la mano. Estaba frente a una sociedad claramente dividida entre los buenos, piadosos y ricos frente a un mar de enfermos, malos y pobres.

Jess en todo momento muestra su predileccin por los estigmatizados y excluidos del sistema social y religioso. La escena del llamado a Mateo es un ejemplo de ello. Mateo pertenece a un grupo vulnerable a las crticas y prejuicios de los litrgicamente puros. Es un malo. Sentado al costado de la vida y de la inclusin. Jess lo pone en movimiento, lo empodera para que entre en el camino de la dignidad y le siga.

Mateo como recaudador es asimilado a los pecadores, a los incrdulos y estaba excluido de la comunidad religiosa. Mateo est instalado en su profesin, est sentado en su mostrador. El gesto de ponerse de pie y seguir el llamado de Jess es la forma en que se hace visible la fe en el proyecto de Jess: toda su vida es perdonada e incluido en la comunidad. No hay condiciones ni indicaciones. El corazn cambi, la intencionalidad se renov. El llamado es incondicional.

En la segunda escena es muy posible que estemos en la casa del mismo Jess. Estamos dentro de la comunidad de Jess. El estar reclinados es la posicin, no solo caracterstica del comer en aquel tiempo, sino es una forma visual de proclamar la condicin de persona libre. La comida es a la vez signo del Reino y de la Eucarista porque todos aquellos y aquellas que de ella participamos tomamos conciencia de nuestra verdadera ciudadana y condicin de personas libres y reconocemos esa condicin a quienes en esta comida participan con nosotros y nosotras. La escena es una puesta en prctica del nuevo Israel dnde los excluidos son incluidos y es un gesto contracultural frente a los criterios de prudencia de los religiosos de siempre. As como el llamado de Mateo abre la puertas a los pecadores e impuros, esta comida hace visible la comunin con todos ellos y ellas. No es solo teora.

La llegado de recaudadores y pecadores y pecadoras a la mesa de Jess y sus discpulo, es decir la primera tradicin, es parte de un acto de amistad y comunin e indica tambin una adhesin a Jess y constituye el nuevo grupo de discpulos. No es una condicin para entrar en el Reino y de participar de la mesa eucarstica una buena conducta en el pasado, segn criterios de los religiosos de aquel momento ni es condicin la observancia de la Ley juda y de ninguna otra ley. La llegada de pecadores y pecadoras a la casa de Jess es el paradigma de la nueva accin misionera de la comunidad cristiana.

Creo que si me van siguiendo en el pensamiento simplemente tenemos que reemplazar pecadores y pecadoras por grupos vulnerables al vih- sida como para que este pasaje adquiera sentido para nuestra tarea hoy. No porque las personas que pertenecen a grupos vulnerables sean ms pecadoras que los que se consideran justos y santos sino por el solo y exclusivo hecho de ser estigmatizados y marginados.

Indudablemente estamos nuevamente frente a una lectura fundamentalista de las escrituras enfrentada a una lectura proftica de las escrituras. Los que critican la tradicin de Jess no han comprendido las escrituras, han ledo la letra del profeta seas pero no su espritu. Hoy estamos en el mismo dilema y crisis. Dios requiere el amor hacia toda persona, independiente de su vida, prefiere ese amor an ms que la alabanza o la adoracin que le es propia. Se invierten las categoras de los religiosos. No puede haber fidelidad a la Ley sin una apertura amorosa hacia nuestros hermanos y hermanas en situacin de exclusin y opresin.

Pecadores y pecadoras somos todos aquellos que no estamos conforme con la situacin de exclusin y estigmatizacin en la que vivimos. Aquellos y aquellas que han sido empoderados en dignidad por el llamado al seguimiento de Jess para transformar nuestras vidas en signos de comunin en oposicin a aquellos que en su santidad y pureza piensan que no necesitan cambiar sus vidas y estn satisfechos consigo mismos y no quieren salir de esa situacin. En definitiva estos ltimos son, a los ojos de Jess, los verdadero pecadores. Aquellos que ni se atreven a pronunciar el nombre de los grupos vulnerables al vih-sida.

Para la revisin de vida

El evangelio de hoy es una llamada a examinar nuestra religiosidad, y mi religiosidad. Misericordia o sacrificios? La dimensin religiosa de mi vida, en qu se centra ms, en los sacrificios (culto, ritos, oficios religiosos, todo lo que actos con una dimensin religiosa explcita) o misericordia (compasin para con los otros, amor, justicia, construccin del Reino en este mundo). Para los profetas y para Jess, est claro: Misericordia quiero, no sacrificios. Y yo?

Para la oracin de los fieles

Para que la Iglesia haga de sus sacramentos signos que siempre nos lleven al compromiso con la misericordia y con la vida, con la coherencia y la sinceridad, roguemos al Seor

Para que los cristianos tengamos siempre clara la jerarqua de valores, que ponga por encima siempre la misericordia, es decir, el amor, la compasin, la benevolencia, la opcin por la justicia y por los pobres, sobre cualquier prctica religiosa cultual o ritual, roguemos al Seor.

Por todos y todas las que practican la justicia y la misericordia y no encuentran sentido al culto, a la fe, a la religiosidad para que un da escuchen la palabra de Jess que les dice: no ests lejos del Reino de Dios, roguemos al Seor.

Para que en este mundo moderno en el que el cristianismo es percibido como la religin de los responsables del estado actual del mundo, como la religin que justifica la actual opresin de los estigmatizados y la marginacin de las culturas y religiones no occidentales, para que nos movamos de esa posicin y mostremos que el Evangelio no es la justificacin de Occidente, roguemos al Seor.

Porque sean muchos los cristianos y cristianas que como Mateo sientan el llamado de Jess y no acepten conformarse con el lugar de exclusin en que otros le han colocado, roguemos al Seor.

Oracin comunitaria

Oh Dios que en todas las religiones has manifestado a los humanos lo que tambin en Jess nos revelaste a nosotros y nosotras: que el amor y la misericordia son el culto en la vida que esperas de todos los seres humanos; te pedimos que todas las religiones de la tierra, todos los pueblos que has ido guiando hacia a ti, demos el paso al dilogo religioso y a comulgar en esa primaca del amor y de la misericordia, por encima de todas las diferencias de doctrinas, dogmas, teologas y leyes eclesisticas. Te lo pedimos por el amor que has manifestado a todos los pueblos a lo largo de la historia, por los siglos de los siglos. Amn.

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