Schafik
Dagoberto Gutiérrez (Colatino…diciembre de 2006)
Entró a la Facultad de Derecho como quien entraba a su casa, alto y de frente despejada, de inconfundibles rasgos árabes, cejas pobladas y ojos negros, nariz grande y labios bien formados, barbilla prominente con una leve hendidura.
En su mano derecha llevaba una bolsa de papel con algunos libros y a manera de ataché, tenía un inconfundible sabor de alguien estudioso pero absorbido por ideas poderosas. Bajo la mirada de los estudiantes, unos lo conocían y otros no, cruzó los corredores y entró a una de las aulas de los primeros años de la Facultad, aula grande, iluminada y ventilada y así, en medio de la atención y el pulso estudiantil empezó a dar su charla.
Se mantuvo de pie y se paseó de la puerta al ventanal del aula, el hombre joven y alto hablaba con voz pausada, segura y fuerte, voz grave y sin estridencias, de modo que paso a paso empezamos a escuchar sobre fuerzas productivas, relaciones de producción, lucha de clases, el Estado, la Revolución, el Socialismo y todas las figuras capaces de encender la imaginación y de echar a andar la acción que produce pensamiento y el pensamiento que produce la acción.
Eran los primeros años de la década del 60 del siglo pasado y yo empezaba a estudiar derecho, en mi pueblo en Chalchuapa era miembro de las primeras células comunistas aún sin saber mucho del Partido Comunista ni del Socialismo pero sabiendo lo más abominable del Capitalismo y esa tarde del mes de julio escuché con mucha atención y vi por primera vez al joven revolucionario, Schafik Handal, lejos estaba de saber los larguísimos años de lucha política que compartiríamos con Schafik y con heroicos luchadores del Partido Comunista y del FMLN.
Estos eran los años de la Oligarquía Cafetalera, en donde se implantaba todos los días la dictadura militar de derecha sembrada a sangre y fuego desde 1932, días de terror y persecución en donde, el régimen empezaba a ser conmovido por diversas formas de oposición política e ideológica y por un despertar inevitable de las conciencias sociales.
La Universidad de El Salvador inicia la reforma universitaria y se abren las puertas de la institución a miles de muchachos y muchachas, aquí se rompió la noción de una formación universitaria elitista y, de los talleres de la Editorial Universitaria empezaron a salir las obras científicas de Marx, Engels Lenin y otros autores, los estudiantes empiezan a trabajar en diversas formas de extensión universitaria y la realidad real empezó a llegar también a las aulas universitarias, por eso estaba Schafik Handal esa tarde en la Facultad de Derecho.
Esta década, la de los años 60, es clave par entender nuestra historia porque en 1967 se realiza una campaña electoral fundamental. Eran tres partidos políticos los determinantes: El Partido de Conciliación Nacional (PCN), el Partido Demócrata Cristiano (PDC) y el Partido Acción Renovadora (PAR).
Los comunistas estábamos agrupados en el PAR y jóvenes, demócratas y religiosos y ateos, campesinos y obreros, estudiantes y profesionales, empresarios y trabajadores y hasta terratenientes trabajamos por la candidatura presidencial del Doctor Fabio Castillo Figueroa que había sido el rector que llevó adelante la reforma universitaria a principios de la década.
Schafik era miembro de la Comisión Política del partido y era conocido como Emilio, yo era miembro del PAR y del PC en Chalchuapa; anteriormente habíamos trabajado por un período breve con el PDC mientras organizábamos los primeros grupos de nuestro partido.
La campaña electoral del PAR fue capaz de poner en pie las fibras más intensas de la sociedad chalchuapaneca y del país entero, centenares de jóvenes, muchachos y muchachas nos lanzamos a las zonas rurales a explicar el programa de gobierno del PAR, previamente varias comisiones habían trabaja-do para elaborar este documento, Schafik había sido una fuerza de elaboración y organización de este trabajo y el Partido Comunista estaba incorporado plenamente a la campaña.
El Dr. Fabio Castillo recorrió el país esclareciendo y conmoviendo; pero el PCN ganó finalmente la campaña y llegó a la Presidencia el Coronel Fidel Sánchez Hernández.
En la evaluación de toda la campaña nos encontramos nuevamente con Schafik , él hizo una reflexión que unía lo que habíamos hecho y lo que tendríamos que hacer par darle continuidad al proceso, claro que dos años después afrontaríamos la guerra con Honduras y los acontecimientos que llevaron a la división del Partido Comunista y a la organización de las Fuerzas Populares de Liberación.
En el año 1969 participamos por primera vez en una campaña electoral como UDN (Unión Democrática Nacionalista) yo fui candidato a alcalde en Chalchuapa y de nuevo aplicamos la táctica de la Campaña del PAR; en realidad todo caminaba hacia una confrontación mayor y éstas eran, escaramuzas encendidas que atizaban un fuego mayor, no alcanzábamos a ver suficientemente toda la hoguera que se preparaba en las entrañas de la sociedad. Continuará…
La campaña electoral de 1967 fue una especie de campana que rompió el silencio represivo que venía imponiéndose desde 1932, el Partido Comunista de El Salvador recupera sus fuerzas fundamentales en la década del 50, ésta es la década en que Schafik se hace comunista y vincula su vida toda al destino de la Revolución en El Salvador; es la época del Gobierno de Oscar Osorio, cuando se inicia la construcción de la Presa 5 de Noviembre sobre el río Lempa y cuando la electricidad producida será puesta al servicio de la naciente industrialización del país.
Esta campaña animó y reanimó las filas revolucionarias, permitió al Partido Comunista entablar relaciones políticas con otras organizaciones y a los comunistas establecer relaciones personales con militantes de otros partidos y organizaciones.
En todas estas confrontaciones se estaba rompiendo la leyenda negra que sobre los comunistas se había construido desde 1932; pero la confrontación social alcanzaba una alta envergadura y los temas políticos relacionados a las formas de lucha, vías de la Revolución y la clase de revolución que se tejía, hacía cimbrar la vida política del Partido Comunista.
Entre 1967 y 1968 se trabaja intensamente en la organización de ANDES 21 de junio, esta organización (Asociación Nacional de Educadores Salvadoreños) cerraba un capítulo de nuestra historia en donde el empleado público era militante del partido oficial, pero sobre todo aquí terminaba el aparato ideológico de la educación en manos de la derecha más retrógrada.
Todo caminaba hacia el estallido de la primera huelga nacional de maestros en 1968 y cuando aun estaban ardientes las brazas de la campaña de 1967 los maestros se declaran en huelga.
El año 68 fue encendido, represivo, sangriento y el gobierno del Partido de Conciliación Nacional con Fidel Sánchez Hernández a la cabeza se enfrentó a todo el pueblo y el país entero se convirtió en una caldera en donde se cocinaba todos los ingredientes que venían naciendo atropelladamente desde la masacre del 32; pero aquí se concitaba un movimiento obrero sindicalizado con un movimiento huelguístico de los sectores intelectuales de la sociedad expresados por los profesores y así las cosas, la confrontación tenía dos carriles como tizones encendidos: la clase obrera y sus patronos y los profesores y el patrón Estado y cuando en un país se cierran las fábricas y se cierran las escuelas esto quiere decir que ese Estado ya no controla a sus súbditos.
Sánchez Hernández hizo todo lo necesario para ahogar en sangre la Rebelión pero fue derrotado y los comunistas rompimos las leyendas o mitos construidas por las derechas alrededor de nuestra ideología porque en estas jornadas todo el pueblo se dio cita en las calles, escuelas, iglesias, casas particulares, sindicatos, universidades, empresas y los comunistas luchamos como revolucionarios por la democracia y como demócratas por la Revolución.
La voz de Schafik sonaba y resonaba en todas partes y ya no se trataba solamente del hombre de la clandestinidad sino de una palabra que conectaba la lucha por la Revolución con la conquista de reivindicaciones caras y sentidas por los sectores populares, por supuesto que el régimen calificó de comunista a la huelga pero nada fue suficiente para someterla. En estas jornadas aprendimos a tomar café temprano en la noche, a medianoche y en la madrugada y Schafik se destacó como un peso pesado entre los tomadores de café y este recurso, el café, aparecía en las jornadas magisteriales, en las reuniones partidarias y en las sesiones del Partido Revolucionario 9 de mayo (PR-9M).
En esos años Schafik vivía en las cercanías del parque El Roble, a dos cuadras de la entrada a la Facultad de Derecho de la Universidad de El Salvador, todavía era una zona bastante tranquila, su hogar, modesto como siempre lo fue, era una especie de secreto a voces de la vecindad pero estos vecinos tuvieron siempre una conducta ponderada y hasta comprensiva con el dirigente comunista.
El Partido Acción Renovadora fue ilegalizado después de la campaña electoral y todos los paristas fuimos excomulgados por Monseñor Arnoldo Aparicio y Quintanilla (Tamagaz) éste era Obispo de San Vicente y férreo enemigo de las ideas y las acciones emancipadoras. Inmediatamente pasamos a organizar un nuevo partido para darle continuidad al proceso y éste se llamó Partido Revolucionario 9 de mayo, su nombre hacía alusión a la huelga general contra el dictador Hernández Martínez en las jornadas de 1944.
El local del PR en San Salvador era una pequeñísima casa situada sobre la Avenida España y frente al cine Majestic, de modo que era muy fácil para la policía controlar nuestras actividades, en la esquina y sobre la Avenida España funcionaba un negocio conocido como El Viejo Pérez y nuestros militantes, amigos y simpatizantes eran los mejores clientes de esa tienda a todas horas y todos los días. Los días jueves teníamos reuniones maratónicas desde las 7:00 p.m. hasta las 2:00 a.m. aunque en ciertas ocasiones la reunión de verdad empezaba a las 9:00 p.m., Schafik fumaba en esa época pero ya preparaba café en una hornilla que era parte de un verdadero rito que, según él decía, venía de lo más ancestral de la Cultura Árabe.
En ningún momento Schafik hizo alusión preponderante a su origen y en muy rarísimas ocasiones se refería al origen de sus padres, él siempre fue un salvadoreño.
Continuará…
El local del PR-9M consistía en una pequeña sala a orilla de calle con un amplio balcón, un pequeñísimo corredor que daba a un patio aun más pequeño y una sala de reuniones en donde los asientos ocupaban prácticamente todo el espacio. Schafik tenía un escritorio en esa pequeña oficina y siempre estaba lleno de papeles y diariamente, sobre todo en horas de la tarde, se trabajaba políticamente. La capacidad enorme para trabajar era la primera característica de este hombre, nunca parecía cansarse y además siempre pareció gozar intensamente en la manufactura del trabajo político.
En estos años de semi clandestinidad pude conocer su tremenda capacidad intelectual y su memoria de corto y largo plazo, me parece que estos eran años de mucho estudio personal y de mucha reflexión. Tenía una impresionante facilidad de palabra y un vocabulario tan rico que era capaz de hablar horas interminables sobre un punto por sencillo que este fuera; pero nunca divagaba ni perdía el hilo de plata de su reflexión.
Gozaba mucho redactando textos políticos y siendo muy puntilloso en el uso de las palabras y en la puntuación de los textos, tomaba su tiempo en el horneado de documentos; en realidad necesitaba de una secretaria y su trabajo siempre tenía un cierto sabor ejecutivo en donde se atendían los más diversos conductos de la lucha social de esa época. Schafik encarnó lo que podría considerarse un revolucionario profesional. Viajaba en un carro de color verde oscuro, casi llegando a ron ron y era, por supuesto, un carro modesto y casi siempre se parqueaba en un espacio, ya desaparecido, de esa cuadra del cine Majestic en la Avenida España. Caminábamos hacía el pequeño local y los transeúntes miraban atentamente aquel hombre joven de mirar intenso que entraba en esa pequeña casa, era en realidad una manera de mirar a alguien conocido como comunista confeso y esta calidad, aun hoy, despierta las más diferentes emociones. Nadie sabía sin embargo que este era un hombre honrado por sus ideas y de ideas honradas, honesto en su convicción y totalmente incapaz de hacer o decir cualquier cosa o frase en la que no creyera. Esta convicción a toda prueba no siempre habría espacio a la discusión abundante pero si, a reuniones prolongadas.
A las dos de la mañana terminábamos la reunión, habíamos tomado bastante café y en ocasiones algunos panes; ya el local estaba desierto y la Avenida España aun más, aquí empezaba un largo viaje para dejar a cada compañero en su casa de habitación y en todo el trayecto una intensa plática retumbaba en la calle y en más de una ocasión con muchas carcajadas, o con palabras fuertes y casi siempre era una especie de prolongación de la reunión que formalmente había terminado. En estos viajes conocimos lugares recónditos, oscuros y barrancosos de la periferia de San Salvador y en todos lo lugares, sin falta, los ladridos de los perros nos recibían con miedo y hasta furia.
En una de esas casas, en el Barrio Paleca de Ciudad Delgado, nos encontramos con un perro grande de color negro, ciego de un ojo, sin cola, sin la mitad de una oreja y con la pata derecha maltrecha, en la primer noche se abalanzó contra el carro como queriendo devorar al motorista que era Schafik y que llevaba una gorra de color verde perico: a la siguiente semana el mismo día y la misma hora, este perro feo nos estaba esperando de nuevo pero nos detuvimos unos minutos para verlo detenidamente, la siguiente noche, a la siguiente semana le llevamos pan francés con pedazo de queso adentro y el perro, sin dejar de amenazarnos con sus ladridos, comió lentamente y hasta entonces seguimos nuestra ruta, al lugar le pusimos el nombre de el Fin del mundo y al perro lo empezamos a llamar El Espanto.
Pasado unos seis meses de nuestra relación nocturna con el espanto, un día domingo de un fin de año, cuando nos preparábamos para viajar al occidente del país apareció El Espanto en la puerta del local, parecía venir del cine Majestic, que estaba enfrente, y asomó lentamente su cabeza de amenaza y con el único ojo disponible, miró con detenimiento al grupo de muchachos y muchachas que trabajaban en las mantas y papeles y pinturas. La alarma hizo salir a Schafik que trabajaba en la sala de reuniones y el perro se dirigió rápidamente hacía el jefe del partido con la mayor de las confianzas y de las amistades. La dueña del perro, la niña Estebana Olmedo había llegado a saber que una vez a la semana y en horas de la madrugada su perro, siempre hambriento, era alimentado por Schafik Handal desde un carro ron ron. Ninguno de nosotros conocía a la dueña del animal; pero esa mañana ella lo llevo para que supiéramos que ella nos conocía que era amiga nuestra y de nuestro partido y que su perro era de Schafik. Para mi resulta inolvidable una plática de Schafik sobre el conflicto del Medio Oriente, nos reunimos un fin de semana con gente de todo el país para discutir los acontecimientos de la guerra del Yom Kippur en 1967, toda la exposición quedo grabada a fuego en mi cerebro, también la construcción lógica del conflicto y la cadencia histórica de los acontecimientos. Estas actividades era parte del trabajo cotidiano para construir una cultura política en los militantes y posteriormente replicábamos esta conferencia en abundante lugares del país. Basándome en las ideas fundamentales de esta charla yo prepare un trabajo de investigación y me adentré en este tema incandescente del mundo Árabe Israelita. Desde esos años, de la década del 60 y principios del 70 del siglo pasado, Schafik tenía un inmenso prestigió y autoridad por su capacidad intelectual, por su prístino compromiso y su entrega a su convicción. En realidad era una especie de imán que atrajo siempre a los amigos, aliados y militantes y también a los enemigos que respetaban en Schafik los mismos rasgos por los que el pueblo lo consideraba uno de los suyos. Estos eran los años de las manifestaciones que preparaban el escenario para las históricas huelgas de los maestros y el pueblo abría, poco a poco, el teatro político para las luchas posteriores, sin falta el local era frecuentado por sindicalistas, campesinos, estudiantes, universitarios, de secundaria y profesionales. En más de una ocasión también los visitaban empresarios y más escasamente sacerdotes.
De manera invariable en cada manifestación se daban choques con la policía y habían heridos de modo que el local fue siendo frecuentado por gente con lesiones en la cabeza, en las manos y las piernas; pero nada de esto menguaba la resistencia creciente.
Recibíamos delegaciones del extranjero y hasta luchadores de Belice, que interesados en las ideas políticas de izquierdas solicitaban nuestra colaboración, aun cuando no teníamos dinero pero si lucha y compromiso. Que era lo que buscaban.
En este hombre se concitó siempre un aspecto exterior de ensimismamiento y un mundo interior de reflexión, en una primera mirada parecía y aparecía como una persona fría; pero una vez entablada una relación resultaba ser un manojo de emociones. Esta emoción a flor de piel, no terminaba siempre en exaltación pero podía terminar y cuando esto ocurría, casi siempre se relacionaba con las aventuras del pensamiento y el cruce de las ideas.
Parecía tener la palabra a flor de piel y ésta era un instrumento muy valioso en todo su taller de recursos, abundante palabra y energía desbordante para hablar, en ciertas actividades nos dieron las once de la noche, como ocurrió en una concentración en el Parque de la Ciudad de Chalchuapa, era una campaña política que el PR desató en contra del General Alberto Medrano, conocido como El Chele Medrano y de alto renombre represivo. En este mitin nos dieron las ocho, las nueve, las diez y las once de la noche hasta la campanada del reloj de la Iglesia del Patrón Santiago, que está enfrente del parque, sonó trasnochada y el pueblo seguía, muy atento, escuchando a Schafik.
Su anecdotario siempre incluía su vida infantil en Usulután y sus inicios como expositor y todo cargado de humor.
Siempre habló muy poco de su familia pero con sus padres tuvo una relación especial, Don Jorge, su padre, era la figura de Schafik después de los 60 años, solamente que sin la facilidad de palabra porque Don Jorge era de muy pocas frases a diferencia de la madre, Doña Herlinda, de fácil y abundante palabra, chispeante y de mucho humor.
No parecía cercano a la poesía ni a los poetas, algo así como Platón que los excluía del ejercicio del gobierno; pero densamente interesado en la historia y, en todo momento, mostraba un fino pensamiento jurídico porque con toda seguridad, de no ser comunista pudo ser un brillantísimo abogado.
La tenacidad y hasta la obstinación alimentó siempre su espíritu y la manera puntillosa de ordenar su reflexión nos presentaba a una persona amante del orden aunque todo lo hacía y lo pensaba al servicio del desorden revolucionario como presupuesto para un orden socialista.
Esta relación de orden y desorden es lo que lanzaba a Schafik en el gigantesco afán de construir, fortalecer y sostener el orden político, ideológico y organizativo llamado Partido Comunista de El Salvador.
Siempre pareció pulcro en su vestido y su modestia no llegaba a la exageración de parecer o aparecer como el último de los mortales o el más pobrecito y en orfandad, y así las cosas nunca ocultaba su importante apetito a la hora de comer; pero también su capacidad para limitarla cuando era necesario e inevitable como en los frentes de guerra.
Después del triunfo de la Revolución Cubana dejó de fumar; rápida, súbita y definitivamente y también empezó a dejarse crecer la barba, a lo mejor se trató de algún juramento secreto del que no tuve conocimiento.
Exteriormente daba la impresión de ser una persona tremendamente seria y hasta formalmente formal, sin embargo una vez entablada una relación de confianza se descubría su capacidad para memorizar y contar toda clase de chistes, varios de ellos tenían, sin embargo un sentido histórico porque se trataba de un humor sobre personajes de la historia reciente y cercana y sin falta de miembro del Partido Comunista. Este humor de Schafik nos ayudaba para tomar con buen sentido y ánimo las innumerables presiones y sinsabores que la lucha política clandestina exige y cobra en un país como El Salvador.
Escuchaba atentamente y parecía no descuidar, palabra por palabra, a su interlocutor rápidamente organizaba sus acuerdos y desacuerdos y respaldaba los primeros y aislaba a los segundos, de esa manera siempre se sabía cual era su pensamiento y su posición sobre todos los temas.
Siempre, pero siempre de todos los siempre, Schafik fue exactamente riguroso en el manejo de las cosas financieras y esto ayudó mucho para que durante la clandestinidad larga del Partido Comunista las cuentas no oscurecieran nuestro ambiente de trabajo. Los recursos económicos nunca fueron abundantes pero su control siempre fue riguroso de modo que la moneda no fue nunca crematística en nuestra lucha y por eso nunca sufrimos tormento ni tormentas.
Ideológicamente era un ateo pero no practicante político del ateísmo porque el Partido Comunista tenía en sus filas a miembros de diferentes iglesias y este factor nunca fue motivo poderoso de exclusión. Aunque en realidad el estudio de la religión como factor legitimador haya sido una materia pendiente, Schafik no estimuló el anticlericalismo como línea política.
Los comunistas mantuvimos una especial relación con las iglesias porque nuestras condiciones así lo permitían y lo reclamaban. Schafik comprendía esto muy bien.
(continuara)