Un mundo… muchos mundos: globalización, éxodos y multitudes
Repensar la acción política antagonista por una nueva carta de derechos
Por primera vez en la historia, de hecho, el «mundo» se ha vuelto efectivamente tal: acontecimientos y situaciones, desde los lugares más lejanos y los territorios más diversos, se presentan y se conectan en un gran escenario único, en el mercado mundial.
• La «globalización» avanza, con fuerza trituradora e impetuosa: deshace viejos lazos y raíces, subvierte y trastorna modelos de vida, de producción, consumo… redibuja territorios, pertenencias, crea nuevas fronteras y discriminaciones… Construye nuevas jerarquías, privilegios, injusticias en cada esquina del planeta: ¡nada escapa de esta «máquina» poderosa, tan fuerte como lo fue la acumulación originaria del capital!
• La globalización se produce bajo la bandera del triunfo del capitalismo, del mercado, de la «violencia de la moneda»: toda alternativa parece haber desaparecido del escenario de la historia.
El «pensamiento único» del mercado global, ese nuevo monstruo totalitario y la «explotación del hombre por el hombre» parecen un destino ineluctable, casi como leyes de la naturaleza. «¡La Historia ha terminado!», se apresura a decir cualquier triste apologeta del nuevo orden mundial (¡y si fuera así de veras, no podía haber acabado peor!).
Nosotr@s, por el contrario, no pensamos que la Historia ha terminado.
Sigue existiendo una posibilidad, una alternativa, una utopía, una esperanza: ¡hay que saber aferrar el propio presente! Hoy es justo, posible, necesario, rebelarse contra el orden neoliberal, contra la globalización de la explotación y la opresión, a partir de nuestros territorios, de los lugares donde vivimos, habitamos y luchamos. Desde nuestros pueblos, ciudades, países… Tal y como enseña Chiapas, en el lazo indisoluble entre «local» y «global».
Neoliberalismo, despotismo y absolutismo: combatir una vez más, por la libertad.
Dentro de la crisis profunda, irreversible, del Estado social-nacional, la globalización neoliberal y el dominio del mercado capitalista sólo pueden ser atacados a este nivel de la contradicción.
Es necesario crear nuevas formas de acción política más allá de los límites de la «nacionalidad», romper definitivamente con las formas político-organizativas cristalizadas en el terreno «nacional»; conjugar inmediatamente la acción política «local» y arraigada en el territorio con la dimensión de globalidad, asentar los presupuestos de una superación radical de la forma-partido y de toda instancia centralista; tejer relaciones, proyectos, iniciativas de lucha y cooperación diferente entre sujetos, lugares y territorios diversos; prefigurar, allí donde sea posible, a partir de la dimensión local, elementos de autogobierno, de democracia radical, de apropiación desde abajo de los nexos administrativos; condicionar a las administraciones locales a través del conflicto y de las relaciones de fuerza, para conquistar derechos, espacios, mejores calidades de vida, para construir y difundir, más allá de todo límite o frontera, las redes de los contrapoderes y de las nuevas solidaridades; arrancar pedazo a pedazo, territorio por territorio, ciudad por ciudad, conquistas concretas, aunque parciales, nuevos derechos de ciudadanía, condiciones de vida dignas para todos, contra el racismo, la xenofobia, la exclusión…
Una nueva historia puede dar comienzo: habla el lenguaje simple y originario de la justicia y la libertad para los explotados, los oprimidos, los más débiles… de democracia real y nuevo espacio público, creación de comunidades solidarias y cooperantes.
Contra las formas modernas del absolutismo y el despotismo, por una nueva carta de los derechos humanos y ciudadanos
¡Por el derecho a la existencia como valor supremo y prioritario contra los mitos trabajistas de la eficiencia y la productividad del mercado y el dinero! ¡¡Contra el neoliberalismo!! Pero, al mismo tiempo, contra toda tradición ideológica, dogmática, fundamentalista y milenarista. No hay redención o solución final, hora «X» o ciencia objetiva del porvenir. Profetas y Casandras de todo pelo, vuestro tiempo pasó: sólo podemos contar con lo que el «movimiento real» logra conquistar día a día, sitio por sitio, en la materialidad del conflicto.
«[…] El primer presupuesto de toda existencia humana y por tanto de toda historia es que, para poder hacer la historia, los seres humanos deben estar en condiciones de vivir» (K. Marx, La ideología alemana).
Contra la Europa de Maastricht, contra el nacionalismo centralista y estatalista, contra todo nacionalismo… por una red de comunidades solidarias
Neoliberalismo y globalización se funden y funcionan, por tanto, a través de mecanismos precisos, muy definidos: FMI, acuerdos internacionales y políticas concretas, como el GATT, NAFTA, etc… En lo que respecta a la «globalización europea», el horizonte en el que nos vemos colocados inmediatamente es sin duda la Europa de Maastricht, tal y como ha sido diseñada y querida por los poderosos y sus diferentes corporaciones. ¡Libre circulación de mercancías, dinero y capital… así suenan las viejas trompetas liberales! Al mismo tiempo, nuevas fronteras y barreras para multitudes de hombres y mujeres en éxodo de su tierra, creación de nuevas y más profundas jerarquías, desigualdades, discriminaciones; desmantelamiento del Welfare State y supresión de todo derecho y garantía en nombre de las compatibilidades económicas y de mercado. Renacimiento por todas partes de micro neo-etno-nacionalismos: cada «comunidad terrritorial homogénea» lucha contra las demás para encontrar un lugar al sol en el mercado político y económico de la nueva Europa deshaciéndose de los pobres y de los que viven peor, erigiendo nuevas fronteras racistas y xenófobas, en nombre de la propiedad y el egoismo de la propiedad.
Este es pues el escenario en el que se ha de intentar construir un nuevo sujeto político, conflictivo y antagonista, ni partido ni movimiento en el sentido clásico; arraigado en la dimensión territorial y local, en el horizonte de la globalización, de manera transversal, abierta, articulada en más planos y niveles; en condiciones de defender los viejos derechos conquistados por las luchas de generaciones enteras de trabajadores, de resistir al desmantelamiento del Welfare, de la sanidad, de los servicios públicos y al mismo tiempo conquistar nuevos derechos, dentro de las contradicciones actuales entre rédito, trabajo, ciudadanía; prefigurar un mundo nuevo, abrir posibilidades múltiples, experimentaciones y alternativas a lo existente:
• por la reapropiación desde abajo de los bienes públicos, colectivos, de los valores de uso sociales
• por el derecho al rédito y a la existencia digna, en la transformación radical del propio concepto de trabajo
• por la creación de un nuevo sujeto político y un nuevo espacio público, contra el Estado-nación y todo «nacionalismo» viejo y nuevo
• contra las secesiones y separaciones basadas en el egoismo, la exclusión, el fundamentalismo étnico, racista y fascista
• por la abolición de todas las fronteras y la construcción de una red de comunidades solidarias en cada sitio
¡Nuestro NAFTA es Maastricht, liberemos nuestras «aguascalientes»!
Sobre todas estas temáticas, construyamos un encuentro para el 12, 13 y 14 de septiembre en Venecia (1997)
Un espacio abierto a todas las experiencias sociales y políticas que hoy se enfrentan a las nuevas contradicciones de nuestra época, que sienten la necesidad y el deseo de experimentar, construir, crear nuevos caminos de acción política, de transformación y liberación; por un mundo más libre y más justo contra el neoliberalismo. Pero todo esto no es suficiente. El encuentro europeo no debe ser para nosotr@s sólo una palestra dialéctica o una mera pasarela de diversos sujetos y grupos políticos. En esta perspectiva, hay que indicar trayectorias materiales de lucha y conflicto, en primer lugar sobre el problema de las fronteras, para construir una primera jornada de superación material de diversas fronteras en toda Europa, con motivo de la firma de los acuerdos de Schengen, a finales de octubre. Para nosotr@s el 14 de septiembre es una ocasión de lucha contra los secesionistas de la Lega Nord, que quieren celebrar en esa fecha, en Venecia precisamente, el nacimiento de una nueva «nación»: la Padania, basada en la intolerancia y el racismo, lo que en el fondo es también un producto extremo y paradójico del neoliberalismo.
Associazione Ya Basta (Italia)
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