LISBOA, Oct (IPS) América Latina tiene por delante una oportunidad enorme de asegurarse un buen ritmo de desarrollo sustentable. Tiene que aprovecharla. George W. Bush y Tony Blair están inevitablemente llegando al final de sus mandatos, sin gloria ni éxito.
Por otro lado, el neo-liberalismo que quisieron implantar a escala universal está dando evidentes señales de agotamiento. El reformismo económico-social-ambiental es el único camino posible que conduce a la paz y al progreso. Pero es absolutamente necesario
que el reformismo moderado (que han adoptado Chile, Argentina, Brasil y
Uruguay, entre otros), no entre en conflicto con el reformismo radical de
países como Venezuela y Bolivia. Es importante para ambos reformismos que
así sea.
El desprestigio de la política de Estados Unidos (y de la Unión Europea (UE)
por omisión y complacencia ante los Estados Unidos), es muy grave para el
Occidente. Explica la arrogancia con la cual algunos países ahora se
permiten desafiar la potencia hegemónica, cuyas fragilidades fueron puestas
a la prueba por Corea del Norte y de Irán, entre otros países y están
favoreciendo un re-alineamiento de las potencias mundiales. No sólo las
potencias llamadas emergentes, los BRICs: Brasil, Rusia, India, China, sino
también Japón, Indonesia, Sudáfrica y, obviamente, América Latina, cuyos
“hispánicos” empiezan a ser una preocupación para el Estados Unidos
protestante, blanco y de lengua inglesa. Véase el último libro de Samuel
Huntington.
La Administración Bush, debido a las dificultades en las que se envolvió en
los últimos años, descuidó un poco la tradicional vigilancia de los Estados
Unidos en relación a sus vecinos del sur. Esto facilitó una cierta evolución
positiva en el plan económico, social y político de la región, sobretodo en
el Mercosur y en los países de la Región Andina. Todo está en desarrollo
acelerado y se presiente un esfuerzo de integración solidaria con el claro
respeto de las identidades nacionales que parece ser un buen presagio.
El modelo de libre-comercio igual a democracia está cayendo en desuso,
cediendo el paso a tesis reformistas, moderadas y radicales. Parece que las
reformistas tienen más visibilidad internacional, aunque talvez no se
revelen, en los próximos años, como las más eficaces
Pero no hay duda de que la importancia dada a un modelo económico
sustentable, con una auténtica dimensión social para así fomentar sociedades
más igualitarias y justas, y una dimensión ambiental, tan decisivamente
importante hoy para la supervivencia del planeta, tiende a aproximar a los
países latinoamericanos a la UE, lo que considero, como portugués, ibérico y
europeo extremamente provechoso para ambas partes.
Estoy convencido de que España y Portugal tendrán ahí un papel importante y
que la presidencia portuguesa de la UE, que tendrá lugar en el segundo
semestre del 2007, hará todo lo que esté a su alcance para estimular las
relaciones de solidaridad entre América Latina (y no sólo Mercosur) y la UE.
No olvidemos que la gran mayoría de los países latinoamericanos habla
español o portugués, idiomas cercanos y comprensibles entre ellos, lo que
hoy constituye un conjunto lingüístico en expansión, hablado por cerca de
800 millones de seres humanos (220 millones portugués, 550 millones
español), en los cinco continentes, lo que representa más de la décima parte
de la población de la población mundial.
Es probable que entretanto la situación internacional registre una
distensión. Si como creo es posible evitar el conflicto entre Irán y Estados
Unidos a través de negociaciones, en una primera fase mediadas por la Unión;
si la intervención, bajo el patrocinio de las Naciones Unidas en El Líbano,
alienta una solución de paz, que conviene vitalmente a Israel, hasta para
facilitar el regreso indispensable al diálogo entre Israel y Palestina, sin
el cual no habrá paz, estabilidad ni progreso en el Medio Oriente; si la
presidencia alemana de la Unión, en el primer semestre de 2007, dá, como
espero, un nuevo impulso a la construcción europea, es muy posible que se
asista a una distensión internacional, muy necesaria para estimular la
economía mundial, tan afectada con el crecimiento en flecha del precio del
petróleo.
De la capacidad de los dirigentes latinoamericanos para establecer un puente
de convergencia entre los dos reformismos puede depender la abertura de una
oportunidad única para toda la región. Con la solidariedad ibérica y,
consecuentemente, de la UE, podrá tomar impulso en la región un nuevo ciclo
de afirmación y progreso que tanto necesita el mundo tan conturbado e
inseguro de nuestro siglo XXI. (FIN/COPYRIGHT IPS)
(*) Mario Soares, Presidente de Portugal en el período 1986-1996