Una revolución educativa integral Alejandro Benavides 10 de septiembre de 2020

En varios foros, seminarios, encuentros virtuales a nivel nacional y regional que se han realizado a lo largo de los meses de confinamiento producto de la pandemia del Covid-19 se ha podido constatar que las izquierdas a nivel latinoamericano están tratando de analizar el impacto de la pandemia como una oportunidad para poner en el centro de los debates políticos de lo que en algunos lugares se le ha llamado la “nueva normalidad” la necesidad inminente de buscar formas de producción y reproducción alternativas al capitalismo.

La educación no está exenta de este debate. El impacto que está teniendo la educación en El Salvador se verá reflejada en el nivel de deserción escolar. Además de las desigualdades que se van acrecentando por la puesta en marcha de la educación virtual.

Las estadísticas de World Stats indican que a diciembre de 2017, la última fecha de la que hay datos disponibles, el 57.7 % de la población salvadoreña tenía acceso al servicio de Internet a través de diferentes dispositivos y plataformas.

Asimismo, la Encuesta de Hogares de Propósitos Múltiples (EHPM) de la Dirección General de Estadística y Censos del Ministerio de Economía, asegura que en 2017 un 1.8 millones de salvadoreños tuvieron acceso a Internet. Ese mismo año, 303,815 hogares tenía conexión a Internet, lo que equivale al 16.59 % del total de hogares del país.[1]

Por lo tanto se empieza a acrecentar la desigualdad de las personas que pueden seguir estudiando en modalidad virtual y quiénes no. El Ministerio de educación también puso a disposición guías impresas a un total de 137,000 estudiantes que tengan dificultades de acceso a internet, aunque muy probablemente una buena cantidad de escuelas no hayan podido solicitar las mismas.

Este impacto en el sistema educativo se suma a la poca integralidad de la enseñanza. Los planes educativos gubernamentales en los últimos veinte años se han enfocado en la cobertura pero no en la calidad de la enseñanza. Esto hace que el sistema educativo consuma más recursos pero eso no se vea reflejada en una enseñanza de calidad.

También tenemos el entramado de educación superior que más de la mitad de estudiantes universitarios asisten a universidades privadas, lo cual incrementa el costo para continuar estudios superiores.

Todo esto es muestra que debe haber una transformación en el sistema educativo del país, debemos lograr una revolución educativa integral. Las juventudes y toda la población en general debemos consolidar la búsqueda de una educación integral como una bandera de lucha para tener un país con mejores niveles de desarrollo.

Pero no debemos pensar en una educación al servicio del modo de producción capitalista, esa educación que es más adiestramiento e instrucción para ser mano de obra del capital, sino que debemos buscar la revolución que ponga a la educación como la redistribución democratizada del conocimiento. Que el conocimiento esté al servicio de la resolución de los problemas de la población.

La revolución educativa integral debe ser impulsada desde las comunidades, para que los procesos educativos estén íntimamente relacionados a los territorios, a la resolución de las problemáticas en dichas comunidades y que se tenga una responsabilidad social.

Para lograr esta revolución es necesario que emprendamos una fuerte organización y concientización en los centros escolares, universidades, organizaciones juveniles, porque será todo ese entramado organizativo político y social el que emprenderá esta transformación, no serán los funcionarios los que se planteen esto, ya que no les conviene una sociedad formada, una sociedad que no requiera de dádivas y asistencialismo, por lo tanto dicha revolución educativa debe tener un carácter emancipador y liberador del pueblo.

Un inicio de esta revolución sería cambiar los pensum escolares a grandes rasgos obsoletos. Integrar en estos las nuevas corrientes pedagógicas como la enseñanza por resolución de conflictos, la enseñanza de historia no como buenos y malos sino como procesos que transformaron el país, filosofía, agroecología, desarrollo local, educación sexual y reproductiva, etc.

La revolución educativa integral no debe ser una cosa de propaganda electoral, los partidos políticos, el gobierno y los tomadores de decisiones tienen mucha responsabilidad para que se logre tener una educación integral, pero si en las agendas de estos no está dicha educación, debemos ser las organizaciones sociales y el pueblo en general que busquemos posicionar la necesidad de una revolución educativa, que esté acorde del país que deseamos, el conocimiento debe ser el principal avance que se busque para tener una sociedad más justa, libre y que no deje a nadie atrás.


Referencias:

[1] Carlos Calderón. La educación en El Salvador ante la crisis, Revista Gato Encerrado – REDIA, abril 27, 2020. https://gatoencerrado.news/2020/04/27/la-educacion-en-el-salvador-ante-la-crisis/

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