Lunes, 02 de Mayo de 2011 / 15:17 h
VI Congreso del Partido Comunista de Cuba
Dagoberto Gutiérrez
Este congreso es la culminación de un encendido proceso de discusión sobre el rumbo y el destino de la revolución y el socialismo en Cuba. El desafiante ejemplo de construir socialismo a noventa millas del imperio capitalista ha llegado en Cuba a un momento de crucial definición: se trata del agotamiento de la generación de El Moncada, del papel del Estado en la sociedad, del papel del mercado en la economía, del papel de los seres humanos como actores y sujetos en la sociedad, se trata del ejercicio del poder político, se trata del papel de la democracia en el socialismo y del socialismo en la democracia, se trata del papel del Partido Comunista y de los comunistas en la sociedad.
Como se puede ver, la temática resulta ser histórica porque es la acumulación de más de 50 años de construcción de una nueva sociedad, una nueva convivencia y de un nuevo ejercicio del poder político. Por supuesto que durante estos años, el mundo ha dado muchas vueltas y las condiciones históricas en las que triunfó la revolución cubana y en las que avanzó, han desaparecido, y hoy nos encontramos en un momento que relaciona armoniosa y tensamente, componentes favorables y desfavorables frente a los cuales la revolución debe actualizarse como condición para sobrevivir.
La dirigencia cubana sabe muy bien que es el momento, aquel momento en que la dialéctica de las renuncias y las afirmaciones se pone a la orden del día, y saber qué es aquello a lo que hay que renunciar y a lo que hay que confirmar, resulta ser la sabiduría clave.
La generación que asaltó El Moncada, la de El Granma, la de Playa Girón, se agotó biológicamente, y no hay una generación de dirigentes más jóvenes que tome inmediatamente la bandera. Este es uno de los problemas cruciales y aparece relacionado con todos los otros temas mencionados, porque resulta inevitable que otros dirigentes asuman la responsabilidad de conducir el proceso.
El congreso adopta los lineamientos y deja para una conferencia posterior la discusión sobre el papel del partido. Este es un punto candente porque aquí se encuentra el consabido problema de la fusión entre el partido, como organización política y social, y el aparato de Estado, como un depósito de funcionarios o burócratas. El problema es definir cuál es el lugar del partido y de sus militantes. Si ser miembro del partido es ser un burócrata estatal, o ser un dirigente de su comunidad vinculado a los sueños, las opiniones, anhelos, criticas, propuestas y aspiraciones del pueblo. O, si se trata de que el partido es el mismo aparato estatal, degollado de capacidad crítica, sin opinión popular, y funcionario en tanto partido y partido en tanto funcionario. Sin duda que este es tema ineludible de necesaria fineza y profundidad en el trato. Porque si el partido ha de ser vanguardia debe contar con lo mejor de la sociedad que no necesariamente han de ser funcionarios inveterados sino luchadores eternos. Y además, estudiosos de la economía, de la historia patria, y conocedores de su problemática y con capacidad de crítica.
El papel del Estado aparece relacionado con el problema crucial de la igualdad, y aquí, el Estado Cubano y el congreso entran, sin falta, al difícil tema de la relación entre la igualdad, la desigualdad y la diferencia. Porque cuando se trata por igual a personas desiguales hay un conflicto con la realidad, pero el reconocimiento de la diferencia existente entre la igualdad y la diferencia nos abre las puertas a la equidad en donde cada quien es tratado de acuerdo a quien sea la persona y lo equitativo, al reconocer las diferencias, resulta ser la base de la igualdad. En este aspecto, se abre paso al papel de los seres humanos adentro del mercado y como productores de riqueza y de beneficios. A partir de aquí, el Estado dejará de subsidiar a la población en general y, sin abandonar a nadie, pondrá a cada quien en condiciones de trabajar para producir bienes materiales y mercancías de necesaria circulación en el mercado. El Estado cobrará impuestos, controlará ese mercado en una relación en la que el mercado funcionara como instrumento del Estado y de la sociedad.
Este paso es audaz, inevitable, y tiene que ser oportuno. Pareciera ser un paso atrás para dar dos adelante. Así presentaba Lenin las medidas contenidas durante la Nueva Política Económica. Esto no nos debe sobresaltar más de lo necesario porque resulta cierto que en ciertos momentos hay que tomar ciertas medidas que signifiquen ciertos pasos para atrás para asegurar los que hay que dar hacia adelante.
Este aspecto generó expectación entre la derecha internacional que sueña con la derrota de la revolución pero que no ha celebrado el VI Congreso y esto es, sin duda, una buena señal.
Sabemos que este es un terreno tenso y que requerirá mucha cohesión del pueblo y del partido. El uno fundido en el otro y el otro en el uno.
Continuará……