1492: el encubrimiento del otro: hacia el origen del mito de la modernidad
Enrique Dussel
Palabras preliminares
Se trata de ir hacia el origen del “Mito de la Modernidad”. La
Modernidad tiene un “concepto” emancipador racional que afirmaremos,
que subsumiremos. Pero, al mismo tiempo, desarrolla un “mito”
irracional, de justificación de la violencia, que deberemos negar, superar.
Los postmodernos critican la razón moderna como razón, nosotros
criticaremos a la razón moderna por encubrir un mito irracional.
La necesidad de la “superación” de la Modernidad es lo que intentamos
mostrar en estas conferencias. “La Trans-Modernidad: un proyecto
futuro” podría titularse este ciclo de conferencias. Como se trata
sólo de una introducción, un prolegómeno, hemos pensado darle más
bien un carácter histórico.
1492, según nuestra tesis central, es la fecha del “nacimiento” de la
Modernidad1; aunque su gestación como el feto lleve un tiempo de crecimiento intrauterino. La Modernidad se originó en las ciudades
europeas medievales, libres, centros de enorme creatividad. Pero
“nació” cuando Europa pudo confrontarse con “el Otro” y controlarlo,
vencerlo, violentarlo; cuando pudo definirse como un “ego” descubridor,
conquistador, colonizador de la Alteridad constitutiva de la
misma Modernidad.
1 Sobre este tema hemos publicado en estos años algunos trabajos: “La cristiandad
moderna ante el otro. Del indio rudo al bon sauvage” en Concilium
150 (1979), pp. 498-506; “Expansión de la cristiandad, su crisis y el momento
presente”, en Concilium 164 (1981), pp.80-89; “Del descubrimiento al
desencubrimiento. El camino hacia un desagravio histórico”, en Concordia
10 (Frankfurt) ( 1986), pp. 109- 1 16, y en “Otra visión del descubrimiento. El
camino hacia un desagravio histórico”, en Cuadernos americanos. Nueva
época (UNAM, México), vol. 3,9 (1988), pp. 34-41; “1492: Diversas posiciones
ideológicas”, en 1492-1992: La interminable conquista. Emancipación
e identidad de América Latina, México, 1990, pp. 77-97; “Las
motivaciones reales de la conquista”, en Concilium 232 (1990), pp. 403-415
De todas maneras, ese Otro no fue “des-cubierto” como Otro, sino que fue “en-cubierto” como “lo Mismo” que Europa ya era desde siempre. De manera que 1492 será el momento del “nacimiento” de la Modernidad como concepto, el momento concreto del “origen” de un “mito” de violencia sacrificial muy particular y, al mismo tiempo, un proceso de “en-cubrimiento” de lo no-europeo.
Por dictar estas conferencias en Frankfurt, queremos referirnos a algunos
de los grandes pensadores de esta ciudad; desde Hegel -que
tiene su juvenil etapa de Frankfurt-, hasta la así llamada “Escuela de
Frankfurt” que lleva su nombre 2.
2 Dicho sea de paso, fue un judío argentino de mi país de origen el que dio
el fondo inicial con el que pudo sufragarse los gastos económicos del instituto
que fundó Horkheimer, entre otros. Es decir, el valor objetivado del gaucho
y peón del campo argentino en las carnes de vacuno y en el trigo de las
pampas, se transfirió a Alemania y dio origen a tan prestigiosa Escuela. Es en nombre de esos semi-indios, esos pobres, esos vaqueros de mi tierra, que dieron sus vidas, que se objetivó en las mercancías de los hacendados y terratenientes como la familia fundadora del Instituto, que comerciaba con el imperio inglés), es en nombre de ellos y como pidiendo cuenta de cuál fue el uso que se dio al fruto de sus vidas, que me atrevo a dar estas conferencias ahora y aquí. Además, también a aquellas tierras, a Buenos Aires en 1870, un
pobre carpintero (Tischler) socialista y luterano de Schweinfurt an Main (a pocos kilómetros de aquí), llegaba pidiendo trabajo, seguridad y paz: se llamaba
Johannes Kaspar Dussel. Fue recibido sin trabas, se le dieron todas las oportunidades, e hizo familia y murió en aquellas tierras; era mi bisabuelo. Mientras que cuando llegan a estas tierras alemanas, hoy, tantos extranjeros… se los repudia, expulsa y se los trata… ¡como turcos¡ ¡Se ha olvidado este país de la hospitalidad que se brindó a sus pobres en el siglo XIX en otras tierras!
En estas conferencias se tratará de introducir desde una reflexión sobre un hecho histórico, un discurso que deberá desarrollarse en el futuro en un sentido más crítico aún. Se trata de clarificar la posibilidad de un diálogo intercultural, interfilosófico, que hemos ya iniciado con Karl-Otto Apel.
Para muchos, como para Montaigne o Richard Rorty, la existencia empírica de diversas culturas, “mundos de la vida (Lebenswelten)” son incomunicables,
inconmensurables. La tarea, repito, deberá consistir en desarrollar una “teoría” o “filosofía del diálogo” como parte de una “Filosofía de la Liberación” del oprimido, del incomunicado, del excluido, del Otro, sobre las condiciones de posibilidad histórica hermenéutica de la “comunicación” intercultural.
La filosofía trascendental apeliana tiene dificultad en este nivel, ya que se encuentra en el ámbito del discutido problema de la “aplicación (Anwen-dung)” de los principios éticos. En cambio, para la “Filosofía de la Liberación”, que parte desde la Alteridad, desde el “compelido“3 o el “excluído” (la cultura dominada y explotada), de lo concreto-histórico, se trata de mostrar esas condiciones de posibilidad del dialogar, desde la afirmación
de la Alteridad, y, al mismo tiempo, desde la negatividad, desde
su imposibilidad empírica concreta, al menos como punto de partida,
de que “el-Otro-excluído” y “dominado” pueda efectivamente intervenir,
no digo en una “argumentación”, ni siquiera en una “conversación”
-como propone Rorty, porque él mismo, que niega la posibilidad de un diálogo propiamente racional (que es lo que intentamos), tampoco toma en serio la situación asimétrica del excluído, del Otro4.
3 Véase el sentido de “compellere” en la disputa del 1550 en Valladolid, Conferencia 5, 1.
4 Su punto de partida es el “we liberal americans”, pero no un “nosotros los altecas ante Cortés”, o “nosotros los latinoamericanos ante un norteamericano en 1992”. En ese caso ni la conversación es posible.
Quiero dejar constancia que escribo estas Palabras Preliminares aquí en Sevilla, al comenzar la redacción de estas conferencias. Esta, que fue tierra de moros, de musulmanes hasta aquel trágico 6 de enero de l492 en que los Reyes Católicos ocuparon la refinada Granada, entregada por Boabdil, el último sultán que pisó tierra europea, como término final de la Edad Media.
En el campamento de los bárbaros cristianos (si se los compara con la sutileza, educación, modales de la sociedad del antiguo kalifato de Córdoba), caminaba apresurado “vendiendo” su idea a los Reyes (¿qué otra cosa son las Capitulaciones de Santa Fe?), un atrevido navegante del Mediterráneo habría de ser el último navegante de un Mediterráneo occidental y periférico del mundo musulmán que intentaba lanzarse hacia la India por el Mar Océano, sólo un mar secundario hasta ese momento, llamado Atlántico.
Así como los cristianos ocuparon Málaga (ayer dí una conferencia
en este puerto y pensaba en todo esto), cortando a cuchillo las cabezas
de los andaluces musulmanes en l487, así también les acontecerá a los
“indios”, habitantes y víctimas del nuevo continente “descubierto“5.
5 Pedro de Alvarado usará el mismo modo de violencia sacrificial en la matanza del 23 de mayo de 1520 en México-Tenochtitlán.
Alianzas y tratos nunca cumplidos, eliminación de las élites de los pueblos ocupados, torturas sin fin, exigencias para que traicionen a su religión y cultura bajo pena de muerte o expulsión, ocupación de tierras,
repartimiento de los habitantes en manos de los capitanes cristianos
de la “Reconquista”. El “método” violento se experimentó durante
siglos aquí, en Andalucía. La violencia victimaria y sacrificial pretendidamente inocente inició su largo camino destructivo.
Junto al Guadalquivir, en Sevilla, a la sombra de la Torre del Oro
-que nos recuerda el Siglo de “Oro”, la Costa “de las Perlas”, la Costa
del “Oro” (Panamá), la Costa “Rica”, el Puerto “Rico”, la “Argentina”
(de argentum, plata) 6-, torre por la que “mucha de la plata que acá
se saca y va a esos Reynos (Europa), se beneficia con la sangre de los
indios y va envuelta en sus -cueros“7; torre por la que la riqueza
indiana pasó hacia Flandes y después a Inglaterra; del Africa a la India
y a la China; torre… donde un nuevo “dios” comenzó a ser idolátricamente adorado,… exigiendo víctimas a su violencia, y las sigue exigiendo en 1992. 6 Los europeos españoles veían riquezas donde no las había: el “espejismo” infinito del oro como dinero en aquel mercantilismo mundial naciente, 7 Carta del obispo Juan de Medina y Rincón, Michoacán, del 13 de octubre de 1583 (Archivo general de Indias, Sevilla, México 374),
Qué habremos de recordar el 12 de octubre de 1992, y en lo sucesivo,
es el tema de estas conferencias. ¿Cuál debería ser nuestra opción
racional o ética, ante un hecho que ciertamente marca un hito en la
historia mundial, pero banalizado por la propaganda, por las disputas
superficiales o los intereses políticos, eclesiales o financieros?
Desearía por último agradecer a la Johann Wolfgang Goethe-Universität
de Frankfurt (Alemania), por haberme invitado a dictar estas ocho conferencias de octubre a diciembre de 1992 8, también a la Universidad de Vanderbilt (Mashville, USA), donde enseñé en el semestre de otoño de 1991, y de manera muy especial al Departamento de Filosofía de la UAM/Iztapalapa y al Sistema Nacional de Investigaciones (México) que me han permitido poder ocuparme del tema. Enrique Dussel México, 1992
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8 He dictado conferencias sobre el sentido de 1492 en Sevilla y Pontevedra en España en octubre de 1991, en Maryknoll (New York, USA), en las “Cole Lectures” de la Vanderbilt University (Ten., USA), en la Universidad de Freiburg (Suiza), y en otras universidades de Alemania, Austria, México, Bolivia, Colombia, etcétera.
Primera parte
Desde el “ego” europeo: el “en-cubrimiento”
En esta primera parte nos situaremos intencionalmente desde la
perspectiva europea. Metódicamente, para nosotros, es una de las perspectivas y la desarrollaremos lo más completamente posible. Por tratarse
de unas cortas conferencias, sólo podrán ser esquemáticas; sugieren temas pero no pueden de ninguna manera agotarlos. Son por ello “figuras (Gestalten)” abstractas del proceso de constitución de la “subjetividad” moderna, del “ego” que, de 1492 a 1636 (momento en el que Descartes expresa definitivamente el ego cogito en el Discurso del Método)1, recorre el primer momento de la “constitución histórica” de la Modernidad. La España, y el Portugal (a este último no podremos dedicarle nuestras reflexiones para no extendernos excesivamente) de finales del siglo XV ya no son más un momento del mundo propiamente feudal.
1 Germán Marquinez Argote defendió una tesis sobre Interpretación del “Cógito” cartesiano como modelo de hermenéutica, Universidad S. Tomás de Aquino: Bogotá, 1980, donde estudia comparativamente mi pensamiento sobre el ego conquiro con respecto al ego cogito, con excelentes textos probatorios de Descartes, en cuanto a la conciencia que tenía de situarse ante el “descubrimiento de un Nuevo Mundo”, mundo (en su sentido planetario). ¡Es el nacimiento de la Modernidad y el origen de su “Mito”!
Son más bien naciones renacentistas: son el primer paso hacia la Modernidad propiamente dicha. Fue la primer región de Europa que tiene la originaria “experiencia” de constituir al Otro como dominado bajo el control del conquistador, del dominio del centro sobre una periferia. Europa se constituye como el “Centro” del mundo (en su sentido planetario). ¡Es el nacimiento de la Modernidad y el origen de su “Mito”!
Nos importa incluir a España en el proceso originario de la Modernidad,
ya que al final del siglo XV era la única potencia europea con capacidad de “conquista” territorial externa (y lo había probado en la “reconquista “ de Granada), porque de esa manera América Latina redescubre también su “lugar” en la historia de la Modernidad.
Fuimos la primer “periferia” de la Europa moderna; es decir, sufrimos globalmente desde nuestro origen un proceso constitutivo de “modernización” (aunque no se usaba en aquel tiempo esta palabra) que después se aplicará a Africa y Asia. Aunque nuestro continente era ya conocido como lo prueba el mapamundi de Henricus Martellus en Roma en 1489, sólo España, gracias a la habilidad política del Rey Fernando de Aragón ya la osadía de Colón, intentó formal y públicamente, con los derechos otorgados correspondientes (y en franca competencia con Portugal), lanzarse hacia el Atlántico para llegar a la India. Este proceso no es anecdótico o simplemente histórico; es, además, el proceso originario de la constitución de la subjetividad moderna.
Conferencia 1 El eurocentrismo
“La historia universal va del Oriente hacia el Occidente. Europa es absolutamente el fin de la historia universal […] La historia universal es la disciplina de la indómita voluntad natural dirigida hacia la universalidad y la libertad subjetiva” (Hegel, Filosofía de la historia universal).
En el “concepto” emancipador de Modernidad se encubre un “mito”
que iremos desarrollando en el curso de estas conferencias. Por ahora
deseamos, en primer lugar, tratar un componente enmascarado, sutil,
que subyace en general debajo de la reflexión filosófica y de muchas
otras posiciones teóricas del pensamiento europeo y norteamericano.
Se trata del “eurocentrismo” -y su componente concomitante: la “falacia
desarrollista”-1. Consideremos lo que nos dice Kant en su obra
Beántwortung der Frage: Was ist Aujklärung? , en aquel lejano 1784:
“Ilustración (Aujklärung) es la salida 2 por sí misma de la humanidad
de un estado de inmadurez culpable (verschuldeten Unmündigkeit)
[…] La pereza y la cobardía son las causas por las que gran parte de la humanidad permanece gustosamente en ese estado de inmadurez”
3.
1 La palabra española “desarrollismo” es intraducible al alemán o inglés. Su raíz (desarrollo: Entwicklung, development) no permite la construcción de derivado despectivo, negativo, excesivo; como por ejemplo para “ciencia”: el “cientificismo (Scientifizismus)” o el “cientificista (scientifizist)”. Debería ser algo así como “developmentism” (o “developmentalism”). Se trata de una posición ontológica por la que se piensa que el “desarrollo” (=desarrollismo) que siguió Europa deberá ser seguido unilinealmente por toda otra cultura. Por ello, la “falacia del desarrollo” (=falacia desarrollista) no es ya una categoría sociológica o económica, sino una categoría filosófica fundamental. Es el “movimiento necesario” del Ser, para Hegel; su “desarrollo” inevitable. El “eurocentrismo” cae en la “falacia desarrollista” -son dos aspectos de “lo Mismo”. Nos interesa el hecho de la “salida (Ausgang)”, el “éxodo”, como proceso de emancipación. 3 A 481.
Para Kant la “inmadurez” o “minoría de edad” es culpable (verschuldeten…). La “pereza (Faulheit)” y la “cobardía (Feigheit)” constituyen el ethos de esta posición existencial. Hoy debemos hacerle a Kant esta pregunta: ¿un africano en Africa o como esclavo en Estados Unidos en el siglo XVIII, un indígena en México o un mestizo latinoamericano posteriormente, deben ser considerados en ese estado de culpable inmadurez?
Veamos cómo responde Hegel a la cuestión. En las Vorlesungen über die Philosophie der Weltgeschichte muestra cómo la historia mundial (Weltgeschichte) es la autorrealización de Dios (una Teodicea) 4, de la Razón, de la Libertad (Freiheit). En realidad es un proceso hacia la Aujklärung:
“La historia universal representa […] el desarrollo de la conciencia que el Espíritu tiene de su libertad y también la evolución de la realización que ésta obtiene por medio de tal conciencia. El desarrollo implica una serie de fases, una serie de determinaciones de la libertad, que nacen del concepto de la cosa, o sea, aquí, de la naturaleza de la libertad al hacerse consciente de sí […] Esta necesidad y la serie necesaria de las puras determinaciones abstractas del concepto son estudiadas en la Lógica” 5.
4 Fin de toda la obra: “La Historia del mundo… es el proceso del desarrollo (Entwicklung) del Espíritu -es una verdadera Teodicea, la justificación de Dios en la Historia”.
5 Hegel, Die Vernunft in der Geschichte, Zweiter Entwurft (1830), C, c; en Sämtliche Werke, ed. J. Hoffmeister, F. Meiner, Hamburg, 1955, p.167; edición española en Revista de Occidente, Buenos Aires, 1946, t. I, p. 134.Véase Martin Bernal, Black Athena. The Afroasiatic Roots of Classical Civilization, Rutgers University Press, New Brunswick, 1987-1991, en especial Filosofía de la historia universal de Hegel, vol. II.
En la ontología hegeliana el concepto de “desarrollo (Entwicklung)”
juega un papel central. Es el que determina el movimiento mismo del
“Concepto (Begriff)” hasta culminar en la “Idea” (desde el Ser indeterminado
hasta el Saber Absoluto de la Lógica). El “desarrollo (Entwicklung)”
es dialécticamente lineal; es una categoría primeramente ontológica (hoy sociológica, pero deseamos retomar a su origen filosófico propiamente dicho)6, más en el caso de la Historia Mundial.
6 De Hegel el concepto “desarrollo” pasó a Marx, y de éste a la economía y sociología del “desarrollo”. Por ello deseamos hoy retornar al contenido “filosófico” de esta palabra que, como decimos, fue el más antiguo. Un país “sub-desarrollado”, ontológicamente, es “no-moderno”, pre-Aufklärung, para Hegel.
Dicho “desarrollo”, además, tiene una dirección en el espacio: “La historia universal va del Oriente al Occidente. Europa es absolutamente el Fin de la Historia Universal. Asia es el comienzo” 7.
7 Ibíd., Anhang, 2; p. 243; ed. española I, p. 207. Por nuestra parte demostraremos más adelante, que este “desarrollo” de la historia del Este hacia el Occidente es puramente “ideológico”; es un momento constitutivo del “eurocentrismo”, y que, sin embargo, se ha impuesto en todos los programas de historia (de los High School o universidades), no sólo en Europa o Estados Unidos, sino igualmente en América Latina, Africa y Asia (también a través de las revoluciones socialistas, que son desgraciada y frecuentemente “eurocéntricas”, a través del eurocentrismo del mismo Marx, al menos hasta el 1868 -véase mi obra El último Marx (1863-1882), Siglo XXI, México, 1990, cap.7-, año en el que se abre a la problemática de la Rusia “periférica” gracias
a Danielson y a los populistas rusos).
Pero ese movimiento Este-Oeste, como puede observarse, ha debido antes eliminar de la Historia Mundial a América Latina y el Africa (y además situará al Asia en un estado de “inmadurez” o de “niñez ( Kindheit) 8” esencial). En efecto:
“El mundo se divide en el Viejo Mundo y en el Nuevo Mundo. El
nombre del Nuevo Mundo proviene del hecho de que América […] no
ha sido conocida hasta hace poco para los europeos. Pero no se crea
que esta distinción es puramente externa. Aquí la división es esencial.
Este mundo es nuevo no sólo relativamente sino absolutamente; lo es
con respecto a todos sus caracteres propios, físicos y políticos […] El
mar de las islas, que se extiende entre América del Sur y Asia, revela
cierta inmaturidad por lo que toca también a su origen […] No menos
presenta la Nueva Holanda caracteres de juventud geográfica, pues si
partiendo de las posesiones inglesas nos adentramos en el territorio,
descubrimos enormes ríos que todavía no han llegado a fabricarse un
lecho […] De América y de su grado de civilización, especialmente en
México y Perú, tenemos información de su desarrollo, pero como una
cultura enteramente particular, que expira en el momento en que el Espíritu se le aproxima (sowie der Geist sich ihr näherte) […] La inferioridad
de estos individuos en todo respecto, es enteramente evidente.” 9.
8 “Das Kind hat Keine Vernünftigkeit, aber die reale Möglichkeit zu sein […]
Der Mensch war stets eine Intelligeng […] gleichsam im Zentrum von allem
[…]” (lbid., Zweiter Entwurf, C, b; p.161.). “Die erste Gestalt des Geistes ist
daher die orientalische. Dieser Welt liegt das unmittelbare Bewusstsein […]”
(lbid., Anhang, 2; p. 244). La “innmediatez (Unmittelbarkeit)” de la conciencia
del “niño”, como “posibilidad”: no puede ser “centro” sino “periferia”.9 Ibíd., Anhang, b; pp. 199-200; ed. española, pp. 171-172
La “inmadurez (Unreife)” es total, física (hasta los vegetales y los animales son más primitivos, brutales, monstruosos; o simplemente más débiles, degenerados) 10 es el signo de América (Latina). Por ello:
“En lo que se refiere a sus elementos, América no ha terminado aún su
formación […] [Latino-] América es, por consiguiente, la tierra del futuro.
En tiempos futuros se mostrará su importancia histórica […] Mas como país del futuro América no nos interesa, pues el filósofo no hace profecías” 11.
10 Antonello Gerbi, en su obra La naturaleza de las Indias Nuevas, FCE,
México, 1978, muestra que los europeos, y el mismo Hegel, pensaban que
hasta la geología (las piedras), la fauna y la flora eran en las Indias más brutales, primitivas, salvajes. 11 Ibíd., pp. 209-210; ed española p. 181.
América Latina, por lo tanto, queda fuera de la historia mundial. Lo
mismo acontecerá con el Africa. En efecto, aunque haya una especie de Trinidad (Europa, Asia y Africa), sin embargo, Africa quedará igualmente descartada:
“Las tres partes del mundo 12 mantienen pues, entre sí una relación
esencial y constituyen una totalidad (Totalität) […] El mar Mediterráneo
es el elemento de unión de estas tres partes del mundo, y ello lo convierte en el centro (Mittelpunkt) de toda la historia universal […] El Mediterráneo es el eje de la historia universal” 13. Tenemos así el concepto de “centro” de la historia mundial. Pero veremos que de las “tres partes” que constituyen la Totalidad (aquí ya América Latina quedó descartada) 14, dos de dichas partes quedarán igualmente descalificadas.
12 En la próxima conferencia veremos que esta división trinitaria del mundo
es medieval, pre-moderna y Hegel la sigue repitiendo, como Cristóbal Colón.
13 Ibid., c; p. 210; ed. española p. 181. 14 “Nachdem wir die Neue Welt und die Träume, die sich an sie knüpfen Können, gehen wir nun zur Alten Welt über. Sie ist wesentlich der Schauplatz dessen, was Gegenstand unserer Betrachtung ist, der Weltgeschichte” (Ibid., c; p. 210
Acerca del Africa Hegel escribió unas páginas que merecen leerse, aunque debe tenerse mucho sentido del humor, ya que es la culminación fantástica de una ideología racista, llena de superficialidad, con un sentido infinito de superioridad, que nos muestra bien el estado de ánimo de Europa al comienzo del siglo XIX:
“Africa es en general una tierra cerrada, y mantiene este su carácter
fundamental” 15. “Entre los negros es, en efecto, característico el hecho
de que su conciencia no ha llegado aún a la intuición de ninguna
objetividad, como, por ejemplo, Dios, la ley, en la cual el hombre está
en relación con su voluntad y tiene la intuición de su esencia […] Es un hombre en bruto” 16. Son unas de las páginas más insultantes en la historia de la filosofía mundial. Después de las cuales Hegel concluye:
“Este modo de ser de los africanos explica el que sea tan extraordinariamente
fácil fanatizarlos. El Reino del Espíritu es entre ellos tan pobre y el Espíritu tan intenso (das Reich des Geistes ist dort so arm und doch der Geist in sich so intensiv), que una representación que se les inculque basta para impulsarlos a no respetar nada, a destrozarlo todo […] Africa […] no tiene propiamente historia. Por eso abandonamos Africa, para no mencionarla ya más. No es una parte del mundo histórico; no presenta un movimiento ni un desarrollo histórico […] Lo que entendemos propiamente por Africa es algo aislado y sin historia, sumido todavía por completo en el espíritu natural, y que sólo puede
mencionarse aquí, en el umbral de la historia universal” 17.
15 Ibid., c; p. 212; ed. española p. 183. 16 Ibid., p. 218; p. 187. 17 Ibid., pp. 231-234; pp. 198-201.
La soberbia europea (la “desmesura” hegeliana que Kierkegaard
tanto ironizaba) se muestra en el texto citado de manera paradigmática.
Pero, al final, también Asia juega un papel puramente introductorio,
preparatorio, infantil en el “desarrollo” de la Historia Mundial. En efecto, como la Historia Mundial se mueve del Oriente al Occidente, era necesario descartar primero América Latina (que no se la situaba en el este del Extremo Oriente, sino al oeste del Atlántico) y al Africa (el Sur bárbaro, inmaduro, antropófago, bestial): “ Asia es la parte del mundo donde se verifica el comienzo en cuanto tal […] Pero Europa es absolutamente el Centro y el Fin (das Zentrum und das Ende) 18 del mundo antiguo y el Occidente en cuanto tal, el Asia el absoluto Oriente” 19.
18 Puede verse que esta expresión la extrae Fukuyama de Hegel (Francis Fukuyama,
“The End of History?”, en The National Interest, summer, 1989). Fukuyama pretende, exactamente, que Estados Unidos y el libre mercado capitalista, después del colapso del socialismo real del Norte desde 1989, es el modelo a seguir, sin ninguna otra alternativa; es el “fin de la historia”. Para Hegel era Europa, además, el “Centro”. 19 Ibid., beta; p. 235; ed. española, p. 201.
Pero en Asia el Espíritu está en su infancia, el despotismo permite
sólo que “Uno” (el emperador) sea libre. Es la aurora, pero de ninguna
manera la culminación de la historia mundial. El “comienzo” y el “fin”
de la historia es Europa. Pero hay diversas Europas: la Europa del Sur,
“das Land südlich der Pyrenäen” 20, al sur de Francia e Italia. Allí
habitó el Espíritu en la Antigüedad, cuando el norte de Europa estaba
“incultivado (unkultiviert)”. Pero el Sur “no tiene un núcleo (Kern) estampado
en sí” 21, y por ello el destino se encuentra en el norte de Europa. Hay todavía dos Nortes: al Este, Polonia y Rusia, que se encuentran siempre en relación con el Asia. De la que debemos hablar es de la parte occidental del norte de Europa: “Alemania, Francia, Dinamarca, los países escandinavos son el corazón de Europa (das Herz Europas)” 22.
20 lbid., gama; p. 240. Con ello se descarta la importancia de los siglos XV al XVII, la época del mercantilismo, que son objeto de estas conferencias. 21 lbid., p. 240. 22 lbid., p. 240; p. 250.
Ahora Hegel comienza a emocionarse. Pone en sus palabras el timbre
de las trompetas de Wagner, y escribe:
“El Espíritu germánico (germanische Geist) es el Espíritu del Nuevo
Mundo (neuen Welt) 23, cuyo fin es la realización de la verdad absoluta,
como autodeterminación infinita de la libertad, que tiene por contenido
su propia forma absoluta. El principio del imperio germánico debe ser ajustado a la religión cristiana. El destino de los pueblos germánicos es el de suministrar los portadores del Principio cristiano” 24.
23 Hegel, sin darse cuenta, vuelve al pathos de la conmoción que produjo en
Europa al final del siglo XV el “descubrimiento” del “Nuevo Mundo”. De manera que está proyectando hacia el pasado germano el concepto “moderno” de “Nuevo Mundo” que se origina con América Latina, pero que no tiene ningún lugar en su Historia Mundial (no así con la “América” anglosajona posterior, que es un Occidente de segundo nivel para Hegel, y por ello tiene un cierto lugar en la Historia Mundial. 24 Hegel, Vorlesungen über die Philosophie der Geschichte, en Werke, Suhrkamp, Frankfurt, t. 12, p. 413; ed. española, t. II, p. 258
Y Hegel, expresando la tesis exactamente contraria a la que quiero
probar, escribe sobre los pueblos germanos:
“La significación ideal superior es la del Espíritu, que retorna en sí
mismo, desde el embotamiento de la conciencia. Surge la conciencia
de la justificación de sí mismo, mediante el restablecimiento de la libertad
cristiana. El principio cristiano ha pasado por la formidable disciplina
de la cultura; y la Reforma le da también en su ámbito exterior, con el descubrimiento de América […] El principio del Espíritu libre se ha hecho aquí bandera del mundo, y desde él se desarrollan los principios universales de la razón […] La costumbre y la tradición ya no valen; los distintos derechos necesitan legitimarse como fundados en principios racionales. Así se realiza la libertad del Espíritu” 25. 25 Ibid., pp. 413-414; p. 260.
Es decir, para Hegel, la Europa cristiana moderna nada tiene que aprender de otros mundos, otras culturas. Tiene un principio en sí misma
y es su plena “realización”:
“El principio se ha cumplido, y por ello el Fin de los Días ha llegado: la idea del Cristianismo ha alcanzado su plena realización” 26. Las tres etapas del “Mundo germano” son un “desarrollo” de ese mismo Espíritu. Son los Reinos del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo 27, y “el imperio germánico es el Reino de la Totalidad, en el que vemos repetirse las épocas anteriores” 28: la Primera Epoca, las migraciones germánicas en tiempos del imperio romano; la Segunda Epoca, la Edad Media feudal. Todo remata con tres hechos finales: el
Renacimiento de las letras y las artes, el descubrimiento de América y el paso hacia la India por el Cabo de Buena Esperanza al sur del Africa. Pero estos tres hechos terminan la terrible noche de la Edad Media pero no “constituyen” la nueva Edad.
26 Ibid., ed. alemana, p. 414. 27 Véase en Ibid., p. 345. Es el “joaquinismo” de Hegel.
28 Ibid., ed. alemana, p. 417.
La Tercera Edad, la “Modernidad” se inicia con la reforma luterana
propiamente alemana, que se “desarrolla” totalmente en la “Ilustración
(Aujklärung)”, y la Revolución Francesa. La Modernidad llega a su
culminación, de la que podríamos decir lo que Hegel atribuye a los ingleses:
“Los ingleses se determinaron a convertirse en los misioneros de la
civilización en todo el mundo (Missionarien der Zivilisation in der ganzen Welt)” 29. Ante esa Europa del Norte, nadie podrá ya (como hoy ante Estados Unidos) pretender tener derecho alguno, tal como lo expresa Hegel en
su Enciclopedia: “Porque la historia es la configuración del Espíritu en forma de acontecimiento” 30, “el pueblo que recibe un tal elemento como principio
natural […] es el pueblo dominante en esa época de la historia mundial[…] Contra el derecho absoluto que él tiene por ser el portador actual del grado de desarrollo del Espíritu mundial, el espíritu de los otros pueblos no tiene derecho alguno (rechtlos)” (31).
29 Ibid., ed. alemana, IV, 3, 3; p. 538. 30 Op. cit., § 346. 31 Ibid., 347.
Ese pueblo, el Norte, Europa (Alemania e Inglaterra en particular para Hegel), tiene así un “Derecho absoluto” 32 por ser el “portador (Träger)” del Espíritu en este “momento de su Desarrollo (Entwicklungsstufe)”, ante el cual pueblo todo otro-pueblo “no tiene derecho (Rechtlos)”. Es la mejor definición no sólo de “eurocentrismo” sino de la sacralización misma del poder imperial del Norte o el Centro, sobre el Sur, la Periferia, el antiguo mundo colonial y dependiente. Creo que no son necesarios comentarios. Los textos hablan en su espantosa crueldad, de un cinismo sin medida, que se transforma en el “desarrono” mismo de la “Razón” ilustrada (de la Aufklärung). 32 En la Enzyklopädie (ed. F. Nicolin – O. Pöggeler, F. Meiner, Hamburg, 1969, p. 430) Hegel escribe: “Diese Befreiung des Geistes, in der er zu sich
selbst zu kommen und seine Wahrheit zu verwirklichen geht, und das
Geschäft derselben ist das höchte und absolute Recht. Das Selbstbewusstsein
eines besondern Volks ist Träger der diesmaligen Etwicklungsstufe des
allgemeinen Geistes in seinem Dasein und die objektive Wirklichkeit, in
welche er seinen Willen legt. Gegen diesen absoluten Willen ist der Wille
der andern besondern Volksgeister rechtlos, jenes Volk ist das Weltbeherrschende”.
Además, y esto ha pasado desapercibido a muchos comentaristas y
críticos de Hegel y al mismo Marx, la “sociedad civil” contradictoria
se supera como “Estado” en Hegel gracias a la constitución de “colonias”
que absorben dicha contradicción:
“Por una dialéctica que le es propia, a sobrepasarse, en primer lugar,
tal sociedad es llevada a buscar fuera de ella misma, a nuevos consumidores,
y por ello busca medios para subsistir entre otros pueblos que le son inferiores en cuanto a los recursos que ella tiene en exceso, o, en general, la industria” 33. “Este despliegue de relaciones ofrece también el medio de la colonización a la cual, bajo forma sistemática o esporádica, una sociedad civil acabada es impulsada. La colonización le permite que una parte de su población (sic), sobre el nuevo territorio, retorne al principio de la propiedad familiar, y, al mismo tiempo, se procure a sí mismo una nueva posibilidad y campo de trabajo”34. 33 Rechtsphilosophie, § 246. 34 Ibid., 248. Europa entonces “ocupa” territorios ajenos. Hegel no piensa que esto significa que hay que arrebatárselos a otros pueblos.
La “Periferia” de Europa sirve así de “espacio libre” para que los pobres, fruto del capitalismo, puedan devenir propietarios capitalistas en las colonias 35. Y bien, Jürgen Habermas trata el mismo tema en su obra Der Philosophische Diskurs der Moderne 36, cuando escribe:
“Los acontecimientos históricos claves para la implantación del principio
de la subjetividad sobre la Reforma, la Ilustración y la Revolución
Francesa” 37.
35 Cuando Europa tuvo “sobrepoblación” o pobres y miserables, los envió al
Tercer Mundo. Hoy no les permite que entren a Europa y cierra sus fronteras. 36 Suhrkamp, Frankfurt, 1988 (El discurso filosófico de la modernidad, Taurus, Buenos Aires, 1989). 37 Op. cit., p. 27 (ed. española, p. 29).
Para Habermas, como para Hegel, el descubrimiento de América no
es un determinante constitutivo de la Modernidad 38. Deseamos demostrar lo contrario. La experiencia no sólo del “Descubrimiento”, sino especialmente de la “Conquista” será esencial en la constitución del “ego” moderno, pero no sólo como subjetividad, sino como subjetividad
“centro” y “fin” de la historia. 38 Habla del descubrimiento, pero no le da importancia alguna (por ejemplo, en Op. cit., p. 15, ed. española; p. 13, ed. alemana).
Por otra parte, es evidente, tanto Hegel como el mismo Habermas,
descartarán a España de la originaria definición de la Modernidad (y
con ello América Latina). Escribe Hegel:
“ Aquí se encuentran las tierras de Marruecos, Fás (no Fez), Argel,
Túnez, Trípoli. Puede decirse que esta parte no pertenece propiamente
a Africa, sino más bien a España, con la cual forma una cuenca. El
polígrafo de Pradt dice por eso que en España se está ya en Africa.
[España…] es un país que se ha limitado a compartir el destino de los
grandes, destino que se decide en otras partes; no está llamada a adquirir
figura propia” 39.
39 lbid., c, alfa. Afrika; p. 213; ed. española, I, p. 183.
Si España está fuera de la Modernidad mucho más América Latina.
Nuestra hipótesis, por el contrario, es que América Latina, desde 1492
es un momento constitutivo de la Modernidad, y España y Portugal
como su momento constitutivo. Es la “otra-cara” (te-ixtli en azteca), la
Alteridad esencial de la Modernidad.
El “ego” o la “subjetividad” europea inmadura y periférica del mundo musulmán se irá desarrollando hasta llegar con Hernán Cortés, en la conquista de México (el primer “espacio” donde dicho “ego” efectuará un desarrollo prototípico), a constituirse como “Señor-del-mundo”, como “Voluntad de Poder”. Esto permitirá una nueva definición, una nueva visión
mundial de la Modernidad, lo que nos descubrirá no sólo su “concepto”
emancipador (que hay que subsumir), sino igualmente el “mito”
victimario y destructor, de un europeismo que se funda en una “falacia
eurocéntrica” y “desarrollista”.
El “mito de la Modernidad” tiene ahora un sentido distinto al que tenía para Horkheimer o Adorno 40, o que tenía para los Postmodernos como Lyotard, Rorty o Vattimo. Contra los Postmodernos no criticaremos la razón en cuanto tal; pero admitiremos su crítica contra la razón dominadora, victimaria, violenta.
Contra el racionalismo universalista no negaremos su núcleo racional,
sino su momento irracional del mito sacrificial. No negamos entonces
la razón, sino la irracionalidad de la violencia del mito moderno; no
negamos la razón, sino la irracionalidad postmoderna; afirmamos la
“razón del Otro” hacia una mundialidad Trans-moderna.
40 Véase al final de estas conferencias el Apéndice 2 de los autores nombrados,
véase Dialektik der Aufkläerung, Fischer, Frankfurt, 1971. La posición de J. Habermas se expresa en su Der Philosophische Diskurs der Moderne: “5. Horkheimer y Adorno: el entrelazamiento de mito e Ilustración”, pp. 135 ss. (ed. española), pp. 130 ss. (ed. alemana).