23 de Abril de 2013 Entre Dagoberto Gutiérrez y Joaquín Villalobos hay diferencias manifiestas antes, durante y después de la guerra insurgente, en la que ambos compartieron responsabilidades dentro de los máximos organismos de jefatura política y militar.
Ellos llegaron casi adolescentes a las actividades revolucionarias, pero por vías distintas: el primero desde el marxismo y el Partido Comunista; el segundo, desde la doctrina social de la Iglesia católica y la democracia cristiana.
A principios de los años setenta, Dagoberto Gutiérrez optó por la lucha pacífica y legal y participó en el diseño y la conducción de una alianza electoral variopinta, la Unión Nacional Opositora, que ganó y fue víctima de fraude en dos elecciones presidenciales consecutivas; Joaquín Villalobos, por su parte, se decantó por la vía armada y fue uno de los fundadores y jefes de esa eficiente maquinaria guerrillera que fue el Ejército Revolucionario del Pueblo.
Ya hacia 1980, ambos postergaron sus diferencias ideológicas y se aliaron políticamente en la fundación del FMLN para hacer la guerra. El mismo Dagoberto Gutiérrez define aquella agrupación, que duró 12 años particularmente intensos, como “una alianza entre comunistas, no comunistas y anticomunistas”.
Después de los Acuerdos de Paz, cuando el FMLN se convirtió en partido político y comenzó a degenerar en mera maquinaria electoral, Dagoberto y Joaquín, aunque por razones diferentes pero de similar orden estratégico, se convirtieron en disidentes, salieron de sus filas y retomaron su formación universitaria. Se puede tener cualquier opinión sobre muchas de las decisiones y acciones de ambos, pero no se puede negar que son de los que ponen su vida en juego por la defensa de sus convicciones.
Asimismo es innegable que, por ahora, ambos son los ideólogos o intelectuales más notables salidos de la izquierda salvadoreña, y que sus respectivas obras analíticas, respaldadas igualmente por la experiencia vital y por el rigor académico, alcanzan niveles modélicos. Pero la diferencia ideológica entre ambos es originaria y se ha mantenido intacta: Dagoberto Gutiérrez siempre ha sido comunista, en tanto que Joaquín Villalobos nunca ha dejado de ser anticomunista.
Lo que permitió que fueran aliados en el FMLN histórico, a pesar de esa manifiesta diferencia ideológica, fue la coincidencia coyuntural de intereses y objetivos políticos, la necesidad de sumar esfuerzos contra un adversario común. Ahora, en otra coyuntura histórica, estos dos líderes parecen encaminarse, otra vez por vías y razones diferentes, a una nueva convergencia política.
Considerando sus últimos posicionamientos respecto a la realidad nacional, podemos decir que ambos coinciden en tres puntos: uno, el poder oligárquico es el principal obstáculo para el desarrollo de país, por tanto su instrumento partidario, ARENA, no debe regresar al poder; dos, dada su pérdida de rumbo estratégico, el FMLN no es la alternativa; tres, Tony Saca y su movimiento UNIDAD, al plantearse como un proyecto de centro capaz de atraer sectores de derecha y de izquierda, pueden romper efectivamente la polarización y generar un imprescindible consenso nacional.
Si se logra entender la complementariedad temporal entre la visión ideológica y el interés político, como si se tratara de la relación entre la estrategia y la táctica, muchos de los prejuicios y de las alarmas que se generan, ante determinados reposicionamientos pragmáticos, perderían sentido. Todos queremos llegar de una vez a la meta elegida, pero ello no siempre es posible dadas las condiciones objetivas. Por eso, aunque sea gradual, todo avance hacia esa meta es necesario.
(Nota: mi nuevo libro, “Héroes bajo sospecha, el lado oscuro de la guerra”, será presentado el próximo jueves en el Teatro Luis Poma, a las 7:30 de la noche. Ahí los espero para seguir debatiendo y compartir un vino).