Antonio Gramsci, un comunista italiano, en una de sus tantas notas definía la crisis como el proceso histórico donde “lo nuevo no termina de nacer y lo viejo no termina de morir”. Sin duda alguna, esta es una idea que explica muy bien lo que está sucediendo al interior del FMLN y no nos referimos únicamente a la dirección saliente del Frente, sino más bien a las formas, métodos, concepciones, estilos de conducción y de trabajo.
En primera instancia, creemos que debe estar claro para la militancia que subsisten tres proyectos al interior del Partido y que estos no desaparecen luego de las internas; reformistas, burócratas (reformistas en esencia) y revolucionarios. En esto no cabe autoproclamaciones, –me declaro de X proyecto-, sino más bien, en la práctica, qué concepción y qué carácter de partido profesas en la vida cotidiana. Todas y todos, sin excepción alguna, cargamos parte de las tres corrientes, sin embargo, en los métodos, estilos y prácticas nos inclinamos más a una u otra. Un reto fundamental de los revolucionarios salvadoreños hoy, es alcanzar la unidad orgánica e ideológica, y no sólo en el campo político o en el campo de la acción.
Segundo, queremos expresar que somos un contingente de jóvenes en la mayoría de la Dirección que no nacimos o venimos de cargos públicos y para alegría de algunos, NO queremos ser funcionarios públicos, sin ánimos de menospreciar o subestimar el poder que representan, sino porque estamos en contra de la utilización del partido como trampolín para obtener beneficios personales. La mayoría de la Dirección está comprometida con el proyecto revolucionario que debe guiar a los sectores de la sociedad que están dispuestos a luchar por la nueva sociedad. Nos mueve el deseo de fortalecer el partido revolucionario que nos heredó Farabundo, Schafik, Mélida y otros tantos compas de igual talla. Nosotros no compartimos la idea que es el FMLN quien hará la revolución, sino más bien, creemos firmemente que la revolución es obra de los pueblos; al partido le compete ser quien impulse, promueva, organice, eduque y alborote al pueblo para que sea éste quien derrumbe la sociedad de clases y construya la nueva sociedad socialista. No debemos sustituir al pueblo en su papel histórico.
Tercero, y es la motivación de este corto escrito, el FMLN pasa por un período de transición política que esta movida o forzada por los adversos resultados de marzo del 2018 y de febrero del 2019. Hechos que marcaron un punto de inflexión en la coyuntura histórica del FMLN. Dichos eventos electorales están precedidos por un largo proceso de des-acumulación social y política, por un fuerte descrédito del Frente como instrumento esperanzador de la sociedad salvadoreña y por el abandono del carácter revolucionario del Partido por un segmento burocratizado en el mismo. Ya estos fenómenos habían sido anunciados con anticipación por las bases del partido hace varios años y plasmados en los documentos del primer Congreso en el 2015. Entonces, este momento de inflexión no está marcado sólo por la salida presidencial del FMLN, que por 10 años gobernó El Salvador, sino también por el relevo en las principales posiciones nacionales y departamentales de la conducción por parte de una nueva generación de cuadros, que sustituyó en gran parte a la generación de comandantes dirigentes que hizo la guerra, y debido a ello, se ha generado la posibilidad de exponer algunas fallas que el FMLN venia cargando y que no fueron atendidas en su debido momento.
Debemos aclarar con toda firmeza y claridad, que no se trata, ni mucho menos se busca, dar de baja a camaradas que han aportado significativamente al proceso salvadoreño y que fueron quienes en su tiempo sentaron las bases de este FMLN, sin temor a equivocarnos, seguirán aportando y sumando a esta causa. Bienvenido sea, aún el pueblo salvadoreño y nosotros las y los necesitamos.
Entonces, partiendo que el FMLN está en un período de transición política, en el proceso en que “lo nuevo no termina de nacer y lo viejo no termina de morir”, hay que comprender que el desenlace del descrédito del partido, la des-acumulación social y política y el abandono del carácter revolucionario en el Frente no es herencia de la nueva dirección, sino más bien es su nuevo reto, un reto titánico que, quien piense que está suscrito a las elecciones del 21, es porque en verdad no ha comprendido en esencia el momento que atraviesa el FMLN. Todo militante del FMLN que se considere revolucionario debe, sin vacilación alguna, hacer un profundo estudio de la situación actual y un balance histórico del FMLN como instrumento de la clase trabajadora, para ello debe despojarse del inmediatismo y del cortoplacismo en el análisis.
Cabe señalar, autocríticamente, que a la nueva dirección nos está costando proyectarnos, aunque es natural por ser proceso inédito, como un contingente de relevo, con autoridad y visión política para fortalecer la moral y la confianza de la militancia y del pueblo, y construir así, un rumbo estratégico que permita pasar a la ofensiva política. En este último aspecto, debemos sincerarnos que hay un pequeño sector del Partido que están buscando (luego de perder cuotas de poder en el FMLN) el fracaso de la nueva dirección; sin embargo, hay un amplio contingente de militantes, que podríamos decir con certeza que es la mayoría, que de buena fe, igual está esperando mucho más de esta dirección ante el actual escenario, a ellos principalmente, les compartimos estas ideas, para que haya claridad que el FMLN no está atravesando cualquier transición y de igual manera les pedimos que tengan confianza en que lo nuevo no tardará el quinquenio en nacer y que sólo junto a ustedes podemos rectificar y revitalizar a nuestro partido y sólo así, poder recuperar la confianza del pueblo en su instrumento de clase.
Posterior les compartiremos en otro momento y en otro escrito, las grandes tareas del FMLN para el actual escenario de lucha revolucionaria.
Con mucho cariño y optimismo Grancsiano
Ángel Monge