Legitimidad de la nobleza tlaxcalteca (1520-1585). Enrique Florescano. 2021

Un tópico común en los libros de historia es la gran recepción para Hernán Cortés y su ejército en el señorío de Tlaxcala. Cuenta esta tradición que los cuatro señores de este sitio, comandados por el gran “senador” Mazihcatzin, quien era además Tianquiztlatoatzin (el Señor del Mercado), y por el capitán Xicoténcatl recibieron con honores a Cortés y pactaron con él una alianza contra sus enemigos, los gobernantes de México-Tenochtitlán. El mismo Hernán Cortés, su capellán e historiador Francisco López de Gómara y más tarde otros cronistas no limitaron su admiración por la forma de gobierno y la grandeza de Tlaxcala. En su Carta de relación de 1520 al emperador Carlos V, Cortés afirmó que “la orden que […] la gente de ella tiene en gobernarse, es casi como los señorías de Venecia, Génova o Pisa, porque no hay señor general de todos”.1 Los cuatro señores componían un “senado” electo por mayoría. En 1566 una Crónica de la Nueva España elevó esos elogios a un lugar más alto, pues decía que ahí se “pronunciaban piezas oratorias tan hermosas como ejemplares”.2

Se trataba, como explica Jaime Cuadriello, de la construcción de un “discurso legitimador” de los nobles tlaxcaltecas, cuyo episodio fundacional es la alianza temprana con Hernán Cortés.3 Se sabe que los de Tlaxcala enfrentaron inicialmente a los españoles y trabaron duras batallas con ellos. Más tarde convinieron aliarse con Cortés y borraron de sus registros históricos la memoria de esos enfrentamientos.4 Según sus relatos, la alianza con los españoles fue de los cuatro señoríos de Tlaxcala, distinguidos por las casas nobles de Tepetícpac, Quiauhixtlán, Tizatlán y Ocotelulco. Charles Gibson, el gran historiador estadunidense, escribió: “La idea de las cuatro cabeceras evolucionó después de la Conquista como elemento de la tradición tlaxcalteca. A mediados del siglo XVII había cobrado vida una creencia histórica en cuatro señoríos tlaxcaltecas independientes. En el siglo XVIII fue de buen tono hablar de una ‘república’ tlaxcalteca anterior a la Conquista, hostil a la tiranía y gobernada por un ‘senado’ representativo”.5

El pacto con los tlaxcaltecas que Cortés celebraba en su informe de 1520 a Carlos V provocó un viraje en la política y la percepción histórica de la nobleza tlaxcalteca. Sabemos que esa alianza fue recogida y propagada por los conductos indígenas tradicionales: el registro pictográfico y los anales escritos. Poco después del pacto que puso del lado español al señorío indígena más poderoso e independiente de la Triple Alianza encabezada por México-Tenochtitlán, apareció en la “sala y audiencia del cabildo de Tlaxcala” una interpretación en pinturas del arribo de Cortés a Tlaxcala, que relataba la magnífica recepción de que fueron objeto él y sus tropas.6

En estas pinturas aparece Cristóbal Colón, “primero descubridor de las Indias”, “Hernán Cortés con un crucifijo en las manos” (ver figura 1), y en las paredes de la “Audiencia ordinaria de esta ciudad”, “Cristóbal Colón graciosamente retratado, que está ofreciendo al emperador don Carlos […] un nuevo mundo” (ver figura 2), y en “la parte de mediodía [está] pintada la entrada y primera venida de Hernando Cortés y sus compañeros […] y del recibimiento y regalo que se les hizo [… y de] cómo se bautizaron los señores de las cuatro cabeceras de Tlaxcala” (ver figura 3), y “otras muchas particularidades de la conquista de esta tierra, lo cual va todo figurado por pinturas […] que esta ciudad lo tiene por memoria y antigualla y de las hazañas que ellos y los españoles hicieron en la pacificación de esta tierra”.7 Para los tlaxcaltecas estas pinturas afirmaban su participación en el proceso de conquista y sellaban un pacto con Hernán Cortés y el monarca español.

Figura 1. Retrato de los conquistadores Francisco Pizarro y Hernán Cortés, ofreciendo los reinos de Perú y Nueva España al monarca español. Dibujo de Raúl Velázquez, basado en Muñoz Camargo, Descripción de la ciudad y provincia de Tlaxcala, lámina 23.

Figura 2. Retrato de Cristóbal Colón que simboliza el descubrimiento de las islas de Santo Domingo y Cuba. Dibujo de Raúl Velázquez, basado en Muñoz Camargo, Descripción de la ciudad y provincia de Tlaxcala, lámina 21.

Figura 3. Bautizo de los señores de Tlaxcala, ante la presencia de Hernán Cortés y la Malinche. Dibujo de Raúl Velázquez, basado en Muñoz Camargo, Descripción de la ciudad y provincia de Tlaxcala, lám. 33.

Las imágenes 1 a 3 que presentamos aquí proceden de la Descripción de la ciudad y provincia de Tlaxcala que Diego Muñoz Camargo entregó manuscrita al rey de España en 1584-1585. Lo interesante es que estas imágenes se corresponden con las pinturas murales que Muñoz Camargo dice que existían pintadas en la Audiencia de Tlaxcala. Confirma la existencia de estas pinturas Francisco Cervantes de Salazar en su Crónica de la Nueva España escrita entre 1558 y 1567. Ahí dice que en la sala principal de la casa real de Tlaxcala, “alrededor de toda ella, está pintado como Cortés vino y lo demás que le subcedió hasta llegar a México”.8 Es decir, desde mediados del siglo en las salas de gobierno de Tlaxcala había una descripción pintada del periplo victorioso de Hernán Cortés con sus aliados tlaxcaltecas. Es probable que la existencia de estas pinturas alentara a Muñoz Camargo a incorporarlas a las 156 imágenes de la Descripción que escribió en 1584-1588 sobre la Conquista de México por Hernán Cortés y sus aliados tlaxcaltecas.

Las imágenes que Muñoz Camargo y Cervantes de Salazar dicen que estaban pintadas en el cabildo de Tlaxcala manifiestan el reconocimiento indígena de la expansión española en el Nuevo Mundo y exaltan su conversión al cristianismo. Fernando de Alva Ixtlilxóchitl, el historiador texcocano que escribió una Historia de la nación chichimeca, decía en 1625 “que aun el día de hoy guarda [la pintura] el cabildo de esta señoría” de Tlaxcala.9 Ixtlilxóchitl parece que se refiere aquí al Lienzo, no a las pinturas murales.

Las citas e imágenes anteriores muestran que la imagen, la antigua y privilegiada expresión de las culturas mesoamericanas, fue el instrumento elegido por la nobleza tlaxcalteca para difundir su alianza con Hernán Cortés y el poder español. No sorprende, pues Tlaxcala era uno de los principales herederos de la cultura náhuatl y Diego Muñoz Camargo, el autor que reprodujo esas pinturas en su Descripción, un conocedor de la historia antigua de esa región y un representante de los intereses pasados y presentes de la nobleza tlaxcalteca.10

Además de su Descripción de la ciudad y provincia de Tlaxcala, Muñoz Camargo es autor de la Suma y epílogo de toda la descripción de Tlaxcala11 y de una Historia de Tlaxcala, ya citada. Es decir, asumió el papel de escribano propagador de los orígenes y méritos de Tlaxcala. Era hijo de poblador español y de una indígena de abolengo, y casó más tarde con Leonor Vázquez de la noble casa de Mazihcatzin. Tuvo numerosos cargos como intérprete y apoderado del cabildo de Tlaxcala. Trazó la historia de las casas nobles tlaxcaltecas y sirvió a las demandas e intereses de los principales de la provincia. Su acceso a los manuscritos, pictografías y tradiciones orales de los señoríos tlaxcaltecas le dieron el nombramiento de intérprete y representante del cabildo de Tlaxcala.12 Hizo algo más, trasladó al alfabeto español las antiguas pictografías de la tradición náhuatl.

Disponemos de otro testimonio acerca de las pinturas en las casas de gobierno de Tlaxcala. Según las Actas de Cabildo de esa ciudad, el 17 de junio de 1552 los miembros del cabildo “acordaron, en relación al viaje a España ante el emperador”, precisar las demandas que el cabildo quería presentar al monarca. Luego dan cuenta de un “escrito de guerra: Lienzo de Tlaxcala original (Yaotlahcuiloli) de cuando vino el marqués y de las guerras que se hizo en todas partes, todo se reunirá para que se lleve a España, lo verá el emperador”.13 Así que en 1552 el gobierno indígena de Tlaxcala estaba preparando un memorial, que ya tenía avanzado, donde relataban sus campañas de guerra aliados con los españoles. Seis años más tarde, el 20 de mayo de 1558, se anotó en las mismas Actas: “[…] la parte lateral de arriba de la Casa de la ciudad, allí está pintada la primera llegada de los españoles que vino capitaneando Hernando Cortés”.14 Había pues, desde mediados del siglo XVI, un empeño tlaxcalteca por resaltar su colaboración en la campaña militar de Hernán Cortés y figurar como aliados conquistadores. Kevin Terraciano cita otras escenas del encuentro entre españoles y tlaxcaltecas pintadas en papel de maguey, con motivos muy semejantes a los del Lienzo de Tlaxcala y donde Xicoténcatl, el gran capitán tlaxcalteca, aparece como el principal interlocutor de Cortés.15

Las citas anteriores manifiestan la existencia de dos tipos de pinturas. Muñoz Camargo y Cervantes de Salazar hablan de pinturas murales en las paredes de las casas de cabildo, mientras que las Actas de Cabildo mencionan expresamente el Lienzo, la pintura en tela o en papel indígena, donde se relataron las guerras de conquista emprendidas por Cortés y sus aliados tlaxcaltecas, pero también mencionan la presencia de las pinturas murales. Quizá la existencia de los murales en las casas del cabildo antecede a la confección del Lienzo o Yaotlahcuiloli, pues presentan un retrato de Carlos V, quien gobernó entre 1516 y 1556, mientras que la Descripción de Diego Muñoz Camargo incluye la pintura de Felipe II (1556-1598), su sucesor. Sabemos que Muñoz Camargo viajó a España en 1584-1585, en calidad de intérprete de la delegación de nobles tlaxcaltecas que solicitaron nueva audiencia con el rey, a quien se entregó el extenso relato ilustrado de la Descripción de la ciudad y provincia de Tlaxcala.

El manuscrito con pinturas encontrado en la biblioteca de la Universidad de Glasgow y editado en facsimilar por René Acuña es el original de la Descripción, firmada por Diego Muñoz Camargo, quien terminó de redactarla entre 1584 y 1585.16 Sabemos que esta forma de recoger en imágenes los acontecimientos pasados era una de las tradiciones más antiguas de Mesoamérica, y fue aceptada y utilizada por los primeros conquistadores para sus propios fines. El mismo Hernán Cortés, Pedro Mártir, los frailes Diego Durán, Bernardino de Sahagún y otros más reconocieron que las pictografías indígenas eran equivalentes a sus libros.17

Lo que ha complicado el análisis de estos documentos es que tanto la Descripción como las copias existentes del llamado Lienzo de Tlaxcala contienen las mismas escenas y pinturas, pero no existe o no se conoce la pintura original del Lienzo de Tlaxcala. Carlos Martínez Marín, a quien debemos una edición crítica de esta obra, observó que de ella sólo “se conocen copias, ediciones y hasta falsificaciones pero no el original”.18

John B. Glass y Charles Gibson dieron cuenta de las distintas versiones del Lienzo de Tlaxcala existentes en el cabildo de Tlaxcala y de su posterior desaparición durante la Intervención francesa.19 Carlos Martínez Marín, en su introducción a las vicisitudes del Lienzo, considera que la publicación facsimilar de la Descripción de la ciudad y provincia de Tlaxcala puso en claro que las láminas y dibujos contenidos en ella eran las mismas, pero más numerosas, que las que ilustran el Lienzo de Tlaxcala publicado por Chavero en 1892.20 Las litografías a color de esta edición, la más famosa y citada, fueron hechas por Genaro López. En esta edición se incluyen sólo ochenta láminas, lo cual sugiere que las imágenes que Muñoz Camargo incorporó en la Descripción procedían del Lienzo original depositado en el cabildo de Tlaxcala.

Algunos autores, como René Acuña, autor de la edición facsimilar de la Descripción, afirmaron que el mismo Muñoz Camargo fue el creador, con la colaboración de un tlacuilo indígena, del Lienzo de Tlaxcala original.21 Alfredo Chavero, en su edición del Lienzo de Tlaxcala de 1892, afirmó que esa versión era copia fiel de la que se guardaba en el cabildo de Tlaxcala y estaba pintada en tela de algodón. En la nueva y excelente edición del Lienzo de Tlaxcala hecha por Juan Manuel Yllanes del Huerto en 177322 destaca la lámina principal, donde se despliega el escudo imperial de España y a los lados los símbolos de las cuatro casas gobernantes de Tlaxcala, una escena heráldica que celebra la alianza entre tlaxcaltecas y el Imperio español, pues ahí se pintan unidos el escudo imperial de los Habsburgo con la representación de las cuatro cabezas gobernantes de Tlaxcala. A ambos lados del cerro aparece el factor de la Primera Audiencia, Gonzalo de Salazar y Hernán Cortés. También aparecen Diego Delgadillo y Juan Ortiz de Matienzo, oidores; Nuño de Guzmán y el visitador Luis Ponce de León. Siguen Vasco de Quiroga, Francisco de Ceinos, Alonso Maldonado, Juan de Salmerón y Marcos de Aguilar de la Segunda Audiencia. Del lado derecho se ve a Sebastián Ramírez de Fuenleal, presidente de la Segunda Audiencia. Debajo de él están los dos primeros virreyes de la Nueva España, Antonio de Mendoza y Luis de Velasco (ver figura 4). Es decir, están presentes las más altas autoridades españolas, comenzando por Hernán Cortés, que le conferían validez plena al acto. Esta edición del Lienzo de Tlaxcala consta de 87 láminas.23

Figura 4. Lienzo de Tlaxcala, escena principal. Arriba a la derecha: Ocotelulco, signo topográfico, 48 señores, Mazihcatzin con seis nobles y un fiscal. Abajo a la derecha: Quiahuixtlán, signo tipográfico, 29 señores, Citlalpopoca y seis nobles. Arriba a la izquierda: Tizatlán, 52 señores, signo topográfico, fiscal, cinco nobles y Xicoténcatl. Abajo a la izquierda: Tepetícpac, 14 señores, signo topográfico, tres nobles, Tlehuexolotzin. Arriba al centro: armas reales. Abajo al centro: erección de la cruz. Figuras sentadas: Ramírez de Fuenleal, Antonio de Mendoza, Luis Velasco, Hernán Cortés, miembros de la primera y segunda Audiencia. Reproducción autorizada por el Instituto Nacional de Antropología e Historia.

La figura del virrey Velasco fue identificada “como la persona que ordenó hacer el lienzo”.24 Juan Manuel Yllanes afirmó que la pintura fue hecha a petición del virrey Luis de Velasco el Viejo (1550-1564).25 De las tres copias que se dice existían en la casa del cabildo de Tlaxcala, la de Yllanes, la descripción de Mazihcatzin y las ediciones de Chavero y Cahuantzi coinciden en las escenas, en la posición de éstas y en su secuencia.26 Lo cual reitera su identificación como copias fieles del original.

Sin embargo, no se conocen pruebas suficientes en favor de la hechura del Lienzo por mandato del virrey Velasco. Por el contrario, su manufactura, contenido e intención se inclinan por la intervención de manos tlaxcaltecas. Sabemos que la llegada de los españoles a la costa de Veracruz fue inmediatamente registrada en pinturas por los tlacuilos de Moctecuhzoma y de los otros señoríos indígenas. Hacia 1785 Antonio León y Gama solicitó a Nicolás Faustino Mazihcatzin,27 autor de una descripción del Lienzo de Tlaxcala que se presume se basaba en el original, una copia del mismo. Mazihcatzin respondió que no era posible porque el Lienzo era muy grande (4871 metros de largo por 2087 metros de ancho). Aducía “que ningún pintor del país podría copiarlo apropiadamente” y que el cabildo no quería renovarlo.28 El origen y el contenido del Lienzo apoyan asimismo la autoría tlaxcalteca. “Puede concluirse, dice Andrea Martínez Baracs, que son los dibujos de la Descripción [de Diego Muñoz Camargo] no sólo el único original conocido que se conserva [del Lienzo de Tlaxcala] sino, además, una versión ampliada que enriquece el acervo documental y artístico de la historia mexicana”.29

Como se ha visto, el Lienzo es una exaltación de la participación tlaxcalteca en la Conquista de México con las figuras de los nobles tlaxcaltecas, más el escudo, los personajes y los emblemas de las autoridades españolas. Sobresalen también los topónimos y singularidades de la tierra transcritos en lengua náhuatl. Ningún otro autor que no tuviera una relación íntima con los tlaxcaltecas podría haber hecho una representación tan exacta y minuciosa de todas las acciones, lugares y personajes representados en el Lienzo. Otros autores observan que “hay topónimos que no aparecen en ningún otro texto […] vemos por primera vez signos específicos del extremo oriente de Oaxaca y Tehuantepec […] Es más, con sus glosas en náhuatl, algunos de estos topónimos ofrecen las primeras lecturas seguras de signos enigmáticos o desconocidos”.30

Como lo demostró Florine Asselbergs en su análisis del Lienzo de Quauhquechollan,31 que registra en pinturas la participación estratégica de los indios de Quauhquechollan (Puebla) en la conquista de Guatemala, y, como lo ha escrito de manera puntual Andrea Martínez Baracs, los tlaxcaltecas desarrollaron una estrategia conquistadora que los llevó más allá del actual territorio mexicano: “Núcleos tlaxcaltecas se expandieron fuera de su provincia. La extensión llegó […] a Texas o Alta California en el norte, y Centroamérica en el sur, hasta por lo menos Honduras y El Salvador”.32 “Después de la toma de México, los tlaxcaltecas afirmaron en sus pinturas haber acompañado a Cortés en la expedición a la Huasteca, a fines de 1522 y en 1523; haber participado en la conquista de Guatemala con Pedro de

Alvarado (1524); en las expediciones de Nuño de Guzmán al occidente y al noroeste (1530-1531), y en la Guerra del Mixtón, contra la rebelión caxcana de Nueva Galicia”.33 A todo esto hay que sumar su participación en la gran empresa de pacificación y colonización de la Gran Chichimeca entre 1590 y 1591.34

Pintar y narrar en imágenes los sucesos acontecidos en la tierra propia era una tradición indígena bien documentada en Mesoamérica y en la provincia tlaxcalteca.35 Diego Muñoz Camargo, el autor de la Descripción, conoció las pinturas estampadas en las salas del cabildo de Tlaxcala y estaba muy enterado de la tradición indígena de narrar sus historias por medio de pictografías o por una combinación de pinturas y jeroglíficos. En su Descripción y en otros textos afirmó conocer personalmente a los frailes Andrés de Olmos, Toribio Motolinía, Bernardino de Sahagún y Jerónimo de Mendieta, primeros cronistas de las antigüedades indígenas y primeros relatores de la Conquista de México, los cuales, dice, “conocí y vi parte de sus obras escritas a mano”.36

La práctica general en las culturas de Mesoamérica era guardar en pinturas, glifos y cantos la historia de los orígenes de su altépetl o señorío, pueblo-ciudad (yucunduta en mixteco, batabil en maya) así como los principales acontecimientos que importaba consignar. Era ésta una memoria cambiante, pues se modificaba cuando sucesos trascendentes transformaban el presente y la visión que se tenía del pasado. También sabemos que cada señorío tenía memorias del pasado que se contraponían o divergían de las de otros altepeme. Si Muñoz Camargo tuvo acceso a las obras de fray Andrés de Olmos, Jerónimo de Mendieta, Bernardino de Sahagún y Francisco López de Gómara, tenía entonces el conocimiento de ambas formas de contar historias, tanto en el estilo de las pinturas y anales indígenas como en la forma letrada de un relato continuo, que es la forma como compuso la Descripción de la ciudad y provincia de Tlaxcala de las Indias del mar océano entre 1584 y 1585. En ese tiempo, Muñoz Camargo tenía 34 años de residir en Tlaxcala y conocer a los nobles y casas principales de esa ciudad, así como sus papeles e historias antiguas. Por su cercanía con los funcionarios del Cabildo es muy probable que tuviera acceso al original del Lienzo de Tlaxcala que entonces se guardaba en el cabildo de esa ciudad. El conocimiento de ambas maneras de componer y narrar la historia podría explicar que Muñoz Camargo estuviera en capacidad de fundir ambas tradiciones en una nueva forma de escribir el pasado del señorío de Tlaxcala, como es el caso de su Descripción.

El libro XII de la Conquista de México que Sahagún solicitó a los indígenas educados en el colegio de Tlatelolco, en el caso de que fuera conocido por Muñoz Camargo, pudo haber sido un modelo para la historia de la Conquista de México que él compuso en su Descripción.37 Lo cierto es que el llamado Lienzo de Tlaxcala y la Descripción de la Conquista de México escrita y acompañada de 156 láminas,38 incluidas las que constaban en el Lienzo de Tlaxcala, cambiaron la interpretación de la Conquista. Nos dieron a conocer, tres décadas después de la Conquista, la decisiva y omnipresente participación indígena en la empresa que cambió la historia de Mesoamérica.

En la cambiante realidad que introdujo la Conquista, la nobleza indígena de Tlaxcala emprendió una notable campaña de negociación ante las autoridades españolas para preservar su autonomía haciendo valer su calidad de aliados y los acuerdos pactados con Hernán Cortés. Para comprender la nueva realidad se hicieron letrados expertos en el sistema legal español y tan temprano como 1529 solicitaron al rey el rango de vasallos libres (no sujetos a encomienda), con jurisdicción plena sobre las personas y tierras de su territorio. En esa calidad se liberaron del yugo de la encomienda y tuvieron el derecho de colectar ellos mismos el tributo de su jurisdicción. En todo momento afirmaron y proclamaron su calidad de indios cristianos que apoyaron la evangelización en comarcas diversas y remotas sin escatimar sacrificios. En la década de 1530, bajo la dirección de don Diego Mazihcatzin (hijo del Mazihcatzin que recibió a Cortés), nombrado primer gobernador de Tlaxcala, una delegación solicitó al rey el rango de ciudad, directamente dependiente del soberano, y un escudo de armas con el título de la Leal Ciudad de Tlaxcala. En 1535 Carlos V otorgó a Tlaxcala su escudo y la puso bajo la jurisdicción real a perpetuidad.39 Con el autogobierno en sus manos los notables tlaxcaltecas decidieron en 1545 formar un cabildo para administrar su territorio. Este nuevo organismo político fue el sustento legal para la promoción y realización del Lienzo de Tlaxcala, y más tarde apoyó el programa de identidad y autogobierno que distinguió a Tlaxcala en el siglo XVI. Al celo del cabildo se deben las tres copias del Lienzo de Tlaxcala original, las únicas que han servido para reconstruir su historia. La combinatoria de pinturas, letras, viajes a la corte real y conocimiento de las leyes, ceremonias y prácticas cortesanas integraron el arsenal de la nobleza tlaxcalteca para defender sus prerrogativas. Este arte de la negociación y la diplomacia fue el que aprovecharon los nobles tlaxcaltecas cuando la corona española decidió trasladar la autoridad de los primeros conquistadores y encomenderos a los funcionarios y autoridades dependientes del Imperio español.40

El disenso, la competencia endémica, la fractura de la unidad social o política son casi connaturales a las antiguas sociedades indígenas y continuaron siéndolo después de la Conquista. Como lo han señalado numerosos historiadores, la pugna y división de muchos señoríos indígenas en la época de la Conquista fue clave para consolidar la victoria del ejército comandado por Hernán Cortés. De esas escisiones ninguna fue tan determinante como la que opuso a los señoríos de Tlaxcala contra la Triple Alianza dirigida por los mexicas. Como dice Charles Gibson, “por lo demás fue un camino que tomaron muchos otros pueblos indios de México. Sin embargo, ningún otro pueblo pudo capitalizar su alianza hasta el mismo grado. En tiempos precortesianos, los tlaxcaltecas habían sido casi los únicos en el centro de México en haber logrado resistir a los aztecas. Después de la Conquista conservaron este vigoroso sentimiento de patriotismo local, y establecieron una forma notable de vida colonial”.41 Lo que Gibson llama patriotismo local quizá pueda definirse como los lazos comunes de lengua (aun cuando había distintos grupos lingüísticos en el interior de cada pueblo o señorío), territorialidad, religión, parentesco, consanguinidad, enlaces matrimoniales y la existencia de un enemigo común, ante el cual se unían fuerzas antes dispersas.42 No es un azar que en Mesoamérica el señorío de Tlapa-Tlachinollan atravesara por una crisis dinástica cuando fue conquistado por las fuerzas de la Triple Alianza.43 Tampoco lo es que en el valle de Oaxaca otra crisis dinástica, que se extendió desde fines del siglo XIV hasta 1521, opusiera a los señoríos dominantes en facciones rivales que fueron derrotadas por la invasión española.44 O que un conflicto motivado por el enfrentamiento entre tlaxcaltecas y MéxicoTenochtitlán favoreciera la estrategia conquistadora de Hernán Cortés. Estos casos e innumerables más documentados en la historia antigua de Mesoamérica dieron paso a la supresión de los antiguos linajes gobernantes y a la instauración de nuevos poderes. En el México colonial los pueblos indígenas mantuvieron sus tradiciones y su sentido corporativo de la historia local para proteger su territorio, su identidad, su autonomía y su cultura. Acudieron al conocimiento de su pasado para actuar en su presente, y de esta manera recrearon y crearon nuevos instrumentos para fortalecer su memoria comunitaria.45

Enrique Florescano

Historiador. Entre sus libros recientes: Dioses y héroes del México antiguo, Atlas histórico de México (en colaboración con Francisco Eissa), Los orígenes del poder en Mesoamérica y Quetzalcóatl y los mitos fundadores de América.

1 Cortés, H. Cartas de relación [1520], México, Porrúa, 1960, p. 33.

2 Cervantes de Salazar, F. Crónica de la Nueva España [1566], Juan Miralles Ostos (pról.), México, Porrúa, 1985, p. 212. Cuadriello, J. Las glorias de la República de Tlaxcala o la conciencia como imagen sublime, México, IIE-UNAM/Museo Nacional de Arte-INBA, 2004, p. 65.

3 Cuadriello, ob. cit., p. 65.

4 Hernán Cortés no proporciona noticias sobre la guerra entre tlaxcaltecas y españoles, pero se sabe que en septiembre de 1519 se libraron combates. Xicoténcatl el Joven dirigió los ejércitos tlaxcaltecas. Finalmente Cortés entró en Tlaxcala el 18 o 23 de septiembre de 1519. La obra de Charles Gibson, Tlaxcala en el siglo XVI (Fondo de Cultura Económica, México, 1991), sigue siendo indispensable para conocer los primeros enfrentamientos de los tlaxcaltecas y posteriormente su alianza con Hernán Cortés. Véanse las páginas 29-39.

5 Gibson, ob. cit., pp. 26-27.

6 Muñoz Camargo, D. Descripción de la ciudad y provincia de Tlaxcala de las Indias del mar océano para el buen gobierno y ennoblecimiento dellas, edición facsímil del manuscrito de Glasgow, René Acuña (estudio preliminar), unam, México, 1981, estudio preliminar, p. 32. Véase también Kranz, T. B. “Sixteenth-Century Tlaxcalan Pictorial Documents on the Conquest of Mexico”, James Lockhart, Lisa Sousa y Stephanie Wood (eds.), Sources and Methods for the Study of Postconquest Mesoamerican Ethnohistory, Wired Humanities Projects-University of Oregon, Oregon, 2007, pp. 1-21, http://whp.uoregon.edu/Lockhart/Kranz.pdf

7 Muñoz Camargo, ob. cit., pp. 32-33. Aquí, Muñoz Camargo, cuando dice que “todo lo tenían figurado por pinturas”, se refiere concretamente a las “hazañas que ellos [los tlaxcaltecas] y los españoles hicieron en la pacificación de esta tierra”.

8 Cervantes de Salazar, F. Crónica de la Nueva España, t. I, Manuel Magallón (ed.), Agustín Millares Carlo (estudio preliminar), Atlas, Madrid, 1971, p. 281 (Biblioteca de Autores Españoles). “[…] y lo demás que le subcedió hasta llegar a México” supone un relato completo de la Conquista.

9 De Alva Ixtlilxóchitl, F. Obras históricas, t. II, Edmundo O’Gorman (ed., estudio introductorio y apéndice preliminar), México, unam, 1977, p. 215. “En la pintura que aún el día de hoy guarda el cabildo de esta señoría se halla que en esta sazón se bautizaron los señores de ella por Juan Díaz, clérigo, y fue su padrino el capitán Cortés: el primero fue Xicoténcatl que se llamó don Bartolomé; y tras de él Zitlalpopocatzin, que se llamó don Baltazar; y luego Tlehuexolotzin que se llamó don Gonzalo; y al postrero Maxixcatzin, que era mancebo, que se llamó don Juan”.

10 Gibson, C. “The Identity of Diego Muñoz Camargo”, The Hispanic American Historical Review, vol. 30, núm. 2, 1950, pp. 195-208. Otros datos sobre Muñoz Camargo pueden verse en Luis Reyes García y Javier Lira Toledo (Paleografía, intr., notas, apéndice e índice analítico), Historia de Tlaxcala, Gobierno del estado de Tlaxcala, Tlaxcala, 1998, pp. 17-23.

11 Muñoz Camargo, D. Suma y epílogo de toda la descripción de Tlaxcala, Andrea Martínez Baracs y Carlos Sempat Assadourian (paleografía, presentación y notas), Wayne Ruwet (pról.), Universidad Autónoma de Tlaxcala/ciesas, Tlaxcala, 1994.

12 Reyes García y Lira, Historia de Tlaxcala, ob. cit., pp. 10-22.

13 Actas de Cabildo de Tlaxcala 1547-1567, Eustaquio Celestino Solís, Armando Valencia R. y Constantino Medina (paleografía, trad. e intr.), agn/Instituto Tlaxcalteca de Cultura/ciesas, México, 1985, p. 324, párrafos 431 y 432. Véase también Martínez Baracs, A. “Las pinturas del Manuscrito de Glasgow y el Lienzo de Tlaxcala”, Estudios de Cultura Náhuatl, México, iih-unam, núm. 20, 1990, pp. 141-162.

14 Acta del 20 de mayo de 1558, pp. 171 y 370. Cita de Andrea Martínez Baracs, ob. cit., p. 144, nota 8.

15 Terraciano, K. “Competing Memories of the Conquest of Mexico”, Ilona Katzew (ed.), Contested Visions in the Spanish Colonial World, Yale University Press, New Haven, 2012, pp. 55-77, figuras 46-47.

16 Muñoz Camargo, D. Descripción de la ciudad y provincia de Tlaxcala, pp. 9-12. Acuña explica que el original o borrador quedó en manos de Muñoz Camargo, quien lo siguió trabajando hasta su muerte (ca. 1599-1600). Esta obra, como explica Acuña, era una respuesta a las relaciones geográficas que solicitó el monarca español. Como tal la publicó el doctor René Acuña en sus Relaciones geográficas del siglo XVI. Tlaxcala, unam, México, 1984. Tiene dos ruedas calendáricas coloreadas y 156 “pinturas”.

17 Hill Boone, E. Relatos en rojo y negro. Historias pictóricas de aztecas y mixtecos, fce, México, 2010. Véase también Elizabeth Hill Boone y Gary Urton, Their Way of Writing. Scripts, Signs, and Pictographies in Pre-Columbian America, Dumbarton Oaks Research Library and Collection, Washington D. C., 2011.

18 García Quintana, J., y Martínez Marín, C. (textos), “Historia del Lienzo de Tlaxcala”, El Lienzo de Tlaxcala, Cartón y Papel de México, México, 1983, p. 35.

19 Glass, J. B., y Robertson, D. “A Census of Native Middle American Pictorial Manuscripts”, Handbook of Middle American Indians, Robert Wauchope (ed.), University of Texas Press, Austin, vol. 14, 1975, pp. 81-252. Gibson, ob. cit.

20 Alfredo Chavero (ed.), Antigüedades mexicanas publicadas por la Junta Colombina de México en el cuarto centenario del descubrimiento de América, Oficina Tipográfica de la Secretaría de Fomento, México, 1892, pp. 39-40. Otra edición de este libro, con el título de La Conquista de México. Lienzo de Tlaxcala, la publicó la revista Artes de México, núm. 51-52, año XI, 1964.

21 Muñoz Camargo, D. Descripción de la ciudad y provincia de Tlaxcala, p. 26.

22 Lienzo de Tlaxcala. Códice histórico colonial del siglo XVI. Copia de 1773 de Juan Manuel Yllanes del Huerto. Su historia y su contexto, Gobierno del Estado de Tlaxcala, Tlaxcala, 2016. Ésta es a la fecha la mejor edición crítica y editorial del Lienzo de Tlaxcala. Además del estudio cuidadoso de la historia del Lienzo, contiene trabajos de José Eduardo Contreras (“La nación tlaxcalteca” y “La confrontación tlaxcalteca”); Armando Díaz de la Mora (“Tlaxcala en el siglo XVI”); Baltazar Brito Guadarrama (“Historia del Lienzo de Tlaxcala” y “Descripción de láminas”); Jaime Cuadriello (“El pincel como intérprete…“); Andrea Martínez Baracs (“Las pinturas del manuscrito de Glasgow y el Lienzo de Tlaxcala”); Isabel Bueno Bravo (“El armamento indígena en el Lienzo de Tlaxcala”); Rosalba Delgadillo López (“Elementos representados en el Lienzo de Tlaxcala”).

23 Véase el estudio de esta lámina por Baltazar Brito Guadarrama, ibid., p. 95, y el valioso estudio de las láminas en las pp. 97-178.

24 Gibson, C. Tlaxcala en el siglo XVI, pp. 238-239; Chavero, en la introducción de La conquista de México. Lienzo de Tlaxcala, menciona que “en la copia del Museo hay una inscripción que dice: El Exmo. Sor Don Luys de Velasco mando hazer este mapa”, p. 111 y IV. La copia publicada por Chavero se cree fue hecha con los calcos de Diódoro Serrano, basado en el original, poco antes de su pérdida.

25 El Lienzo de Tlaxcala, p. 35; Andrea Martínez Baracs, “Las pinturas del Manuscrito de Glasgow y el Lienzo de Tlaxcala”, p. 154. La copia de Yllanes “consta de una escena principal y de 87 pequeñas ilustraciones separadas por líneas que las enmarcan […] En la escena principal están los personajes españoles, sentados a lado de los emblemas principales”. Martínez Marín en El Lienzo de Tlaxcala, p. 39.

26 El Lienzo de Tlaxcala, pp. 36-37.

27 Según Travis Barton Kranz, Mazihcatzin hizo la copia más antigua del Lienzo de Tlaxcala en 1773; véase el estudio ya citado de Barton, “Sixteenth-Century Tlaxcalan Pictorial Documents on the Conquest of Mexico”. Genaro López, siguiendo una copia de Diódoro Serrano, hizo litografías que fueron más tarde publicadas en 1892 por Alfredo Chavero en sus Antigüedades mexicanas. Sobre las distintas copias del Lienzo véase también Gordon Brotherston, G., y Gallegos, A. “El Lienzo de Tlaxcala y el Manuscrito de Glasgow (Hunter 242)”, Estudios de Cultura Náhuatl, núm. 20, 1990, pp. 122-129.

28 Gibson, C. Tlaxcala en el siglo XVI, p. 237; Nicolás Faustino Mazihcatzin, “Descripción del Lienzo de Tlaxcala”, también citado como “Descripción del mapa historiográfico que se guarda en el Arca de Privilegios del mui Ilustre Ayuntamiento de la Novilísima Insigne, y siempre Leal Ciudad de Tlaxcala donde se cantó primero la Ley del Santo Evangelio Diocesano de la Christiandad, y las más principal de esta Nueva España”, Revista Mexicana de Estudios Históricos, 1927, vol. I, pp. 59-90.

29 Martínez Baracs, A. “Las pinturas del manuscrito de Glasgow y el Lienzo de Tlaxcala”, en Lienzo de Tlaxcala, p. 81.

30 Brotherston y Gallegos, ob. cit., p. 137.

31 Asselbergs, F. Conquered Conquistadors. The Lienzo de Quauhquechollan: A Nahua Vision of the Conquest of Guatemala, University of Colorado Press, Boulder, 2004.

32 Martínez Baracs, A. Un gobierno de indios: Tlaxcala, 1519-1750, fce, México, 2008, pp. 267-319. Véase también Díaz de la Mora, A. “Los colonizadores tlaxcaltecas, 1520-1598”, en Lienzo de Tlaxcala, pp. 53-54.

33 Martínez Baracs, A. Un gobierno de indios, p. 268.

34 Ibid., p. 277.

35 Muñoz Camargo, D. Descripción de la ciudad y provincia de Tlaxcala, pp. 38-39. Luis Reyes García (ed.), La escritura pictográfica en Tlaxcala. Dos mil años de experiencia mesoamericana, Universidad Autónoma de Tlaxcala/ciesas, México, 1993.

36 Muñoz Camargo, D., folio 18v., citado en Reyes García y Lira Toledo, ob. cit., pp. 38-39.

37 Sobre el tejido complejo de influencias europeas e indígenas que intervinieron en la composición del Libro XII, véase Diana Magaloni Kerpel, Albores de la conquista, Artes de México y del Mundo/Secretaría de Cultura, México, 2016.

38 El Lienzo de Tlaxcala, p. 45.

39 Barber, R. J. “Empire, Indians, and the Negotiation for the Status of City in Tlaxcala, 1521-1550”, en Ethelia Ruiz Medrano y Susan Kellogg (ed.), Negotiation within Domination: New Spain’s Indian Pueblos Confront the Spanish State, University Press of Colorado, Boulder, 2010, pp. 19-44.

40 Ibid., pp. 32-38.

41 Gibson, C. Tlaxcala en el siglo XVI, pp. 38-39.

42 Este tipo de identidad con los distintos factores que integran un señorío se presenta desde el periodo Formativo, con los olmecas y se continúa hasta los mexicas. Véase el estudio del señorío de Tlapa-Tlachinollan de Gerardo Gutiérrez Mendoza y Baltazar Brito Guadarrama, El Códice Azoyú 2. Política y territorio en el señorío de Tlapa-Tlachinollan, México, sep/Conaculta/inah/Raíz de Sol, 2014.

43 Gutiérrez Mendoza, G., y Brito Guadarrama, B. El Códice Azoyú 2.

44 Oudijk, M. “Una nueva historia zapoteca. La importancia de regresar a las fuentes primarias”, Sebastián van Doesburg (coord.), Pictografía y escritura alfabética en Oaxaca, Colegio Superior para la Educación Integral de Oaxaca, Oaxaca, 2011, pp. 89-116; y del mismo autor Historiography of the Bènizàa. The Postlclassic and Early Colonial Periods (1000-1600 A.D.), Research School of Asian, African, and Amerindian Studies-Universiteit Leiden, Leiden, 2000, pp. 181-183.

45 Ruiz Medrano, E. “History, Tradition, Myth and Territory in a Nahua village (Guerrero, Mexico)”, Daniel Graña-Behrens (ed.), Places of power and memory in Mesoamerica’s past and present, Gebr. Mann Verlag, Berlín, 2016, pp. 255-256, 272-273.

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