SAN SALVADOR, 1 de abril de 2021(SIEP). “Estudiaba Sociología y fui presidente de la Sociedad de Estudiantes de Ciencias y Humanidades, SECH, de la UES, en 1974…” nos comparte Antonio Martínez, de 75 años, dirigente estudiantil, actor, músico baterista, diplomático insurgente, catedrático universitario, investigador y amigo.
La calle 13
“Por cosas de la vida, esta es la calle 13 de Santa Anita, allá hacia el norte está el cementerio que la corta, y luego sigue como calle 13 del barrio El Calvario. Nosotros como familia venimos de allá, nos mudamos en una misma calle en los años 50, yo tenía cinco años, nací en 1945…
Esta casa donde estamos se ha ido transformando, al principio solo era la mitad y después le fuimos agregando espacio y habitaciones…En la familia somos cinco hermanos, 3 mujeres (Ana, Milagro y Yolanda) y dos hombres (Antonio y Miguel). Lo de Uribe me viene de mi madre, María, que era de Suchitoto.
La otra rama, la Martínez procede de la familia Huezo, mi abuelo era de apellido Huezo y se llamaba Miguel, papá Miguel, es como el patriarca. Mi abuela se llamaba Rosa, mamá Rosa. Él era comerciante de granos, su casa estaba allá en la calle 13 del barrio El Calvario, y además poseía varios mesones. Era muy estricto, autoritario, lo que él decía se hacía. Era, digamos, una familia con recursos económicos.
En determinado momento mi abuelo manda a estudiar a mi papa, a estudiar a Estados Unidos, a que se preparara académicamente. Se fue para California y no estudio sino que se dedicó a disfrutar de la vida. Cuando mi abuelo se murió se originó una disputa por la herencia, mis tías alegaron que mi papá ya había recibido su parte de la herencia y que ya no tenía derecho a recibir más. No le dieron nada.
Y entonces nos mudamos, nos venimos a vivir a esta casa, y mi papá se dedicó a hacer viajes como transportista, mientras mi mamá se dedicaba a la costura, por cierto una de sus clientas era Marianela García Villas, que es originaria del Barrio El Calvario, de allá por la iglesia del Perpetuo Socorro.
Por alguna razón a mi papá le quedo claro que la herencia que podía darnos como sus hijos, era una buena educación ya que a mis hermanas las puso a estudiar en el Colegio de la Sagrada Familia y a nosotros nos matriculó en el Liceo Salvadoreño.
Y tuve dificultades, problemas de conducta en el Liceo y solo hice un año ya que el siguiente no me recibieron, debido a que tuve una pelea con un hijo de la oligarquía de apellido Lima y este salió golpeado. Y en el Externado no me aceptaron por mis calificaciones deficientes. Así que aterrice en el Colegio Salvadoreño Alemán, que era el colegio que recibía a los expulsados de los demás colegios, y además era mixto y fue ahí donde termine mi bachillerato, en 1964, este quedaba por donde está hoy la Universidad Gavidia.
Entre los compañeros que recuerdo de mi grado allá en el Liceo está el Chato Vargas, que seguimos siendo amigos, es de mi misma edad, estaba otro militar, el famoso Álvaro Saravia, vinculado al asesinato de Monseñor Romero, el Chino Lorenzana, que fue ministro de salud y adelante de nosotros iba Roberto Vargas, que fue uno de los fundadores de las FPL.
El director del Liceo en esa época era muy estricto, y le decíamos Pepe Grillo, lo veo en mi memoria recostado sobre la puerta del aula y haciéndonos un dictado con su fuerte acento español y enfatizando las pausas de la lectura.
En Arquitectura en la UES
Al principio mi papá quería que yo fuera militar y cuando termine el plan básico le dije: papá, ya estoy listo, pero entonces me dijo: fíjate que en realidad lo que quiero es que estudies medicina, y entonces termine el bachillerato y me fui a la facultad de la UES a examinarme pero no quede, no fui admitido. Pero si quede como estudiante de Arquitectura y entonces el muchacho iba a ser arquitecto.
De esa época en la UES, en Arquitectura, recuerdo a Roberto Huezo, a Francisco Altschul, a Ana Julia Lainfiesta, y como docentes a Carlos Cañas, al Arquitecto Alfaro y otros. En ese ambiente fui desarrollando un interés por los temas de política y me gustaba ir a los mítines de la oposición en el parque Libertad, ahí escuche hablar a Schafik, y me gustaba, me parecía interesante el mensaje. Incluso fui a unas charlas que dio Santiago Ruiz, sobre la problemática agraria en el país.
Estando en Arquitectura se da la guerra con Honduras, y los de AGEUS llaman a filas y me fui a apuntar para ir a combatir, era un libro que se llenaba. Toni Handal era de AGEUS. Caímos en un nacionalismo a ultranza, en un patrioterismo.
Ahí en las clases de arquitectura había profesores que nos abrieron los ojos acerca de las desigualdades de la sociedad salvadoreña por medio de la vivienda. Nos dejaban de práctica ir a dibujar casas en la Colonia San Benito y también ir a los tugurios, a los mesones. Y esto nos llevaba cuestionarnos, a dimensionar las diferencias entre las casas lindas, con sus jardines y sus ventanales, y las casas de cartón, de lámina.
A los veinte años me encontraba dibujando los materiales de construcción de ambos tipos de vivienda. Dibujaba la lámina, el cartón, la lata, con el que estaban construidas las casas de los tugurios, pero llegue a la conclusión que tenía que ir más allá, averiguar las causas de esta situación y las respuestas no me las daba la arquitectura, la cual solo me mostraba una realidad. Y de ahí nació mi interés por la sociología.
Arquitectura o sociología?
Pero entonces se me planteo el dilema de arquitectura o sociología, eran dos caminos y estábamos iniciando los años setentas. Estaba bastante sobrecargado, estudiando dos carreras simultáneamente, y lo que eso significaba en términos de clases, tareas, tiempo, etc. Estaba en mi cuarto año de arquitectura y solo me faltaba un año para graduarme. Tenía que definirme entre dos caminos en mi vida. Y lo hice, soy sociólogo.
Y ya como estudiante de sociología conseguí un empleo con la Fundación Salvadoreña de Desarrollo y Vivienda Mínima, FUNDASAL, que estaba dirigida por el cura jesuita Antonio Fernández Ibañez, que simpatizaba con el ERP. Ahí conocí a mucha gente valiosa, amigos y amigas, entre estos a Mario Lungo, a la Arq. Ana María Echeverría, que era la esposa de Roberto Armijo; a Michael Bamberger, que era un investigador social; a Edgar González, Juan Serarols, Mauricio Silva, Carmen Aida Escobar, Maritsa DAubuisson ( hermana de Roberto), y otros. Aprendimos a trabajar con el sistema estadístico SPSS. En ese entonces estaba FUNDASAL ubicada ahí por el Parque Centenario.
En 1977 me gradué como sociólogo en la UES. Durante mis estudios conocí en las aulas estudiantiles a personajes como Joaquín Villalobos, Rafael Arce Zablah, a Andres Torres, que venía de la Democracia Cristiana, y a muchos más.
Poco a poco en la U me fui ubicando políticamente, conocí a compañeros del Frente de Acción Universitaria, FAU, vinculados al PCS y me llevaba muy bien con ellos, en particular con el entonces responsable del trabajo estudiantil, Armando “El Zarco” Herrera. Tanto era el vínculo que me propusieron en 1974 para la presidencia de la SECH y gane la elección. El presidente que me precedió venia del departamento de periodismo, se trataba de Jesús Arévalo, de Armenia, que le decíamos Gandul.
El Zarco fue el que me propuso ingresar a la Juventud Comunista y acepte, no obstante que en esos momentos vivía un amor apasionado y torrencial con la joven y bella estudiante Laura Menéndez, y a este romance le dedicaba bastante tiempo. El Zarco me propuso y fue el que me juramentó…
Con Laura eran horas y horas haciendo el amor, en diversos sitios, incluido el interior de una camioneta que bondadosamente nos prestaba una amiga de nombre Sarita. Y estaba la situación que las FPL también habían tratado de reclutarme por medio de la amistad de Laura con Rafael Guido Vejar. Además conocía ahí en la U a gente de Joaquín Villalobos y de Felipe Peña, pero no me sentía atraído hacia ellos, que me decían. “que andas haciendo con esos viejos…”
Con El Zarco me unía una gran amistad, íbamos a su casa allá en la colonia Costa Rica, ya para ese entonces su compañera era Norma Guirola. Primero ingrese a la Juventud Comunista, me mandaron para una célula allá en Soyapango, pero también estuve colaborando con la comisión de educación, que estaba dirigida por Lito Aguiñada.
Y también militaba en el FAU, que era la expresión de la JC dentro de la UES, participaba Tato Torres, que era estudiante de Medicina y hoy vive en Estados Unidos, Mauricio Mejía de Ingeniería, Gloria Trujillo, Abel Moreno, Godofredo que era un bailarín, El Diablito Carlos Ruiz, Carlos Jacobo Handal, Norma Guevara, entre otros.
Para la marcha del 30 de julio de 1975 era ya el presidente de la Sociedad de Estudiantes de Ciencias y Humanidades, SECH. Nosotros como Frente de Acción Universitaria conducimos esa marcha, pero en un ambiente bastante polarizado con las otras fuerzas de izquierda, principalmente con el UR-19 y FUERSA. Y estuve también junto con Jacobo Handal en los que nos tomamos Catedral en esa coyuntura, junto con las otras fuerzas políticas estudiantiles, después nos tocó salir a escondidas, en pleno día, por una ventana.
Después de ese acontecimiento, y para evitar ser capturado se me recomendó que cambiara de casa por unos días y entonces me toco irme a vivir a la casa de un amigo, de Luis Díaz Herodier, una residencia allá por el Parque Infantil donde también vivía su hermana Claudia Herodier, y Edmundo Barbero, que era el esposo de su madre, Doña Julia, la actriz de teatro.