La leyenda griega del nudo gordiano relata que existía en Frigia (Anatolia, Turquía) una ciudad donde el monarca Gordias, de la ciudad homónima, ofreció a Zeus un templo en cuyo interior ató su lanza y el yugo de sus bueyes con un complicado nudo cuyos cabos eran casi imposibles de desatar. Según el oráculo, quien lo deshiciera conquistaría el mundo. Lo intentaron por innumerables años reyes y guerreros cuyas manos fueron incapaces de deshacer el nudo. En 333 a. C., Alejandro Magno conquistó Gordias y solucionó el problema cortándolo de un tajo con su espada. Daba lo mismo cortarlo que desatarlo, pues el oráculo no fijaba reglas y fue válido hacerlo con la espada, a diferencia de quienes lo intentaron con las manos.
El huevo de Colón se refiere a una reunión de Cristóbal Colón con cleros y nobles donde le increparon su descubrimiento, el cual, conjeturaron, tarde o temprano, dada la existencia en España de sabios y cosmógrafos, se habría realizado. Colón solicitó un huevo, lo colocó encima de la mesa y los retó a que lo pusieran de pie sobre la mesa. Nadie lo logró. Entonces Colón tomó el huevo, lo golpeó suavemente contra la mesa, aplastando la curvatura de su base, y lo colocó de pie. Confundidos, comprendieron el mensaje: después de hecha y vista la hazaña, cualquiera sabe cómo hacerla.
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Ambas leyendas describen algo difícil de lograr, pero fácil de ejecutar aplicando una solución heterodoxa. Lo dijo el padre de la modernización de China, Deng Xiaoping: «No importa si el gato es blanco o negro, lo importante es que cace ratones».
Este pensamiento y praxis lateral, guardadas las distancias históricas y personales, son lo que ha sucedido en El Salvador con la abolición de la tiranía más criminal que hemos padecido en nuestra historia, la dictadura de las pandillas. Fue el nudo gordiano de la sociedad salvadoreña durante más de 30 años, en los cuales los gobiernos de Alianza Republicana Nacionalista (ARENA) y del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) intentaron resolverlo: plan Mano Dura, Super Mano Dura, treguas, pago de extorsiones del Estado a las maras. Incluso durante el último gobierno se intentó implementar una liquidación selectiva de líderes mareros. No comprendieron que erradicar este fenómeno solo es posible desde un abordaje completo de este. No solo hay que neutralizar a líderes, ranfla, palabreros y corredores, sino a toda la membresía pandilleril. Aparte de que ambos partidos estaban coludidos con la corrupción y las prácticas asesinas de las maras.
Guerra a la corrupción
Igual sucede con uno de los acusados de asesinar a los jesuitas en 1989: Alfredo Cristiani. Todos lo sabían, pero nadie actuó de oficio. El hecho de haber sido comandante en jefe del Ejército lo incrimina, de entrada. Sumado a miles de millones de dólares que se robó del erario mediante artimañas como el autopago de cheques a su nombre y «el robo del siglo» que constituyeron privatizaciones que le dejaron pingües ganancias como la comercialización del café, el azúcar, las importaciones de petróleo, y otras privatizaciones, como las de la Escuela Nacional de Agricultura (ENA) y del Instituto Tecnológico Centroamericano (ITCA), «regalados» a la Fundación Empresarial para el Desarrollo Educativo (Fepade). Para la privatización de los bancos la oligarquía los quebró en los años ochenta, al no pagarles los créditos, y luego se apropió de ellos cuando Cristiani los saneó con fondos públicos y se los vendió a precio de «quemazón»; 15 años después, los oligarcas vendieron al capital extranjero la mayoría de las acciones de sus bancos. Otras privatizaciones: el Hotel Presidente, comprado por uno de los grupos económicos más poderosos; la zona franca de San Bartolo, que pasó a ser propiedad de 18 empresarios; la empresa Cemento Maya, cuyas acciones fueron compradas por Cemento de El Salvador (Cessa), para en 2010 ser comprada por Holcim, empresa de capital suizo, etcétera, etcétera.
Nuevo tipo de praxis política
Esta guerra a las maras y la corrupción pertenece a un nuevo tipo de praxis política que se despoja de las viejas mañas del pasado y no le tiembla la mano para aplicar la justicia. Se argumentará que estas medidas cualquier político podría haberlas hecho, pero tal como en el huevo de Colón, solo uno puso de pie el huevo sobre la mesa.
Lo sorprendente del caso es que estas medidas son respaldadas por más del 90 % de la población salvadoreña, que apoya un segundo mandato del presidente Bukele, en las elecciones del próximo febrero.
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La oposición y grupos de intereses oscuros han orquestado a escala internacional una encendida apología de la delincuencia y la criminalidad bajo la mampara de defensa de los derechos humanos. La Organización de las Naciones Unidas (ONU), la Organización de Estados Americanos (OEA), Human Right Watch, Cristosal, Open Society y otras ONG que apoyan esta campaña carecen de autoridad, ética, representatividad y dignidad. La mayoría, aparte de ser obsoletos artilugios de la Guerra Fría, están harto desprestigiadas a escala mundial, como es el caso de la ONU, incapaz de resolver el conflicto ruso-ucraniano, o de la OEA, cuyos miembros han creado otro organismo más representativo y justo, la Comunidad de Estados Americanos y del Caribe (Celac). Para consumo interno, en El Salvador, estos organismos proveen financieramente el «modus vivendi» y jugosas asignaciones a un grupo de vividores dizque «defensores de los derechos humanos», «periodistas incómodos» y oenegeteros profesionales en vender humo.
No puedo hablar, a diferencia de la oposición, en nombre de todos los comunicadores, pero como escritor, académico, periodista y, sobre todo, como ciudadano, estas falacias de violaciones a los derechos humanos y a la libertad de expresión no me dicen nada. No reflejan las últimas encuestas, donde el 92 % de la población apoya estas medidas en defensa de los derechos humanos de las grandes mayorías, que están funcionando idóneamente.
Son tiempos de crisis existencial para una clase política, ARENA-FMLN, que fracasó producto de su corrupción, ineficacia y mentalidad antediluviana. Aunque enarbolen la defensa de los derechos humanos de los criminales, no solo son rechazados por la población, son odiados, y la prueba será su desaparición en los comicios de 2024