Los últimos años han sido tensos a nivel geopolítico. Si 2022 estuvo marcado por la invasión de Rusia a Ucrania y el 2023 tuvo como protagonista a la Franja de Gaza, en 2024 la posible guerra entre Israel e Irán marca la actualidad.
Tras varios meses de amenazas, el pasado 1 de abril Israel atacó la embajada iraní en Damasco (Siria) y la respuesta persa se produjo casi dos semanas después. El 13 de abril, Teherán lanzó la que fue su primera ofensiva directa contra Israel en la historia, aunque las defensas judías consiguieron repeler la gran mayoría de misiles y drones, minimizando los daños.
Estos ataques cruzados suponen un paso más para una internacionalización del conflicto en la región que ninguna de las principales potencias quiere ahora mismo. Mientras que los rusos están centrados en Ucrania, los estadounidenses miran con el rabillo del ojo a las elecciones presidenciales de noviembre. En sus planes, no se encuentra ahora mismo verse arrastrados a un conflicto directo entre dos grandes potencias regionales.
Israel amenaza con tomar nuevas represalias contra Irán, pero lo cierto es que el Gobierno de Netanyahu ya ha conseguido los objetivos que se marcó al agitar estas hostilidades. Por un lado, desviar la atención internacional de lo que está pasando en Gaza y recuperar el apoyo incondicional de sus aliados. Por el otro, afianzar su posición en la región tras décadas de rechazo de los países árabes.
De esta manera, la situación israelí es ahora mismo mucho más cómoda de lo que lo era hace apenas dos semanas y puede permitirse destensar, en lugar de seguir una estrategia más arriesgada que le puede llevar a consecuencias imprevisibles.
No cabe duda que ese ataque contra la embajada iraní fue muy peligroso, ya que podría haber derivado en una guerra entre ambos países. Aunque no se puede descartar esta confrontación, lo cierto es que la respuesta de Irán ha sido muy medida, por lo que Netanyahu puede darse por contento con lo obtenido, que no ha sido poco.
La ofensiva sobre Gaza
En los últimos seis meses, Israel ha ido perdido paulatinamente el gran apoyo internacional que tenía debido a su actuación en Gaza. Tanto las organizaciones humanitarias como la ONU han sugerido que en la Franja se podía estar cometiendo un genocidio. Los ataques israelíes han causado la muerte a más de 30.000 personas, la mayoría de ellos mujeres y niños.
Así, el apoyo entusiasta de Occidente ha ido dando paso a manifestaciones de repulsa en ciudades como Nueva York o Londres y un apoyo más tibio por parte de los Gobiernos, que ahora presionan por un alto el fuego permanente.
Consciente de que lo que se estaba transmitiendo al mundo era que Israel masacraba impunemente a civiles, el Gobierno ha cambiado radicalmente de estrategia y el ataque contra la embajada iraní juega un papel clave. En estas dos semanas, han seguido bombardeando Gaza, pero el foco está puesto en el conflicto con Irán, por lo que han conseguido desviar la atención sobre las lamentables condiciones que están viviendo los palestinos.
Además, sus aliados tradicionales (Estados Unidos, Reino Unido o Francia, entre otros), que se habían alejado un poco por las noticias que llegaban desde Gaza, han vuelto a mostrar su apoyo unánime en el conflicto con Irán.
El apoyo de países árabes
Quitar el foco de Gaza y recuperar a sus aliados han sido hechos importantes para Israel, pero afianzar su posición en la región ha sido la mayor victoria para el Gobierno de Netanyahu. Fueron varios los países que ayudaron a repeler el ataque de Irán y algunos de ellos eran árabes. Muy comentado fue que Jordania envió a su fuerza aérea, pero parece que no fueron los únicos.
«Los Estados del Golfo, incluida Arabia Saudita, podrían haber desempeñado también un papel indirecto, ya que albergan sistemas occidentales de defensa aérea y aviones de vigilancia y reabastecimiento que habrían sido vitales para el esfuerzo», ha señalado The Economist.
Conviene recordar que en 1948, cuando se fundó el estado de Israel, varias naciones árabes se opusieron y le declararon la guerra. En todas estas décadas, el Estado judío no ha sido bienvenido en la región, aunque con el paso de los años las posturas se han ido suavizando e incluso se han llegado a establecer relaciones diplomáticas con algunos de ellos. De hecho, Arabia Saudí e Israel estaban a punto de hacerlo antes de los ataques de Hamás del 7 de octubre.
La participación de varias naciones árabes en defensa de Israel muestra que existe miedo a que se produzca una guerra de grandes dimensiones, pero también que Israel ya no está tan aislado como antaño en la región y que empiezan a darse escenarios de colaboración, lo que supone la mejor de las noticias para la nación judía.
Ahora la pelota está en el tejado de Israel, que puede optar por seguir aumentando la tensión o rebajarla. La única certeza es que su posición ha mejorado sensiblemente en apenas unas semanas y que ha conseguido sacar un gran rédito de su ataque a Irán. Netanyahu puede darse por satisfecho.