«Me quieren corregir citando la Biblia, como si yo nunca la hubiera leído»

“Me quieren corregir citando la Biblia, como si yo nunca la hubiera leído”
María Luz Nóchez y Lya Cuéllar
El Faro / Publicado el 18 de Septiembre de 2014

Hace 28 años, Robinson inició su lucha por conciliar la Iglesia y la comunidad LGBT en Estados Unidos. Su primer paso: aceptar abiertamente su propia orientación sexual. Obispo de la Iglesia Episcopal, Robinson ha sido una enorme fuerza de cambio dentro de la institución y ahora, ya retirado, ha extendido su lucha por los derechos LGBT más allá del púlpito. “Dios siempre acierta, pero la Iglesia comúnmente se equivoca”, sentencia.

Gene Robinson, el primer obispo homosexual de la Iglesia Episcopal. Foto Fred Ramos

Gene Robinson, el primer obispo de la Iglesia Episcopal en aceptar abiertamente su homosexualidad. Foto Fred Ramos

En 1986, Gene Robinson rompió el orden de su congregación al confesar abiertamente que era homosexual. 13 años antes había tomado los hábitos de la Iglesia Episcopal, un año después de haber contraído matrimonio con Isabella McDaniel, quien fuera su esposa durante 14 años. Robinson tenía en su historial relaciones con hombres, pero había intentado “curarse” con terapia y se sentía “en un buen momento” para salir con una mujer. Los momentos de “debilidad”, sin embargo, reaparecían: “Recuerdo que un mes antes de casarnos rompí en llanto una noche y le dije que tenía miedo de que esto asomara su peor rostro y arruinara lo que teníamos, y ella dijo: ‘creo que nos amamos lo suficiente como para hacerlo y si sucede lo superaremos de alguna manera’, y lo hicimos”, recuerda. Una vez que hizo pública su decisión de divorciarse y aceptar su identidad sexual, lejos de alejarse de una institución en donde su opción de seguir sirviendo como clero pese a su orientación sexual, no era completamente aceptada, decidió adoptarla como su caballito de batalla y empezar a generar cambios desde adentro.

Para este sacerdote originario de Lexington, Kentucky, Estados Unidos, generar controversia es lo de menos y prefiere utilizar esa atención para predicar a favor de la equidad de derechos para la comunidad LGBTI. En 2003 fue elegido obispo de la diócesis de New Hampshire, para asumir el cargo en 2004. Esta decisión generó una separación de más de mil feligreses en su iglesia que no estaban de acuerdo con su nombramiento por su estilo de vida. Cuatro años más tarde, contrajo matrimonio por segunda vez, con Mark Andrew, de quien se divorció en mayo de este año.

Robinson sabe que siempre habrá gente que no estará de acuerdo con la lucha que emprendió hace 28 años, y la experiencia le ha demostrado que su testimonio ha sido de mayor provecho que los ataque de los fanáticos de la Biblia: “muchos de nosotros nos hemos declarado homosexuales y la gente, al ver cristianos gays demostrando que la homosexualidad y el cristianismo pueden ir de la mano, es la manera en que hemos generado cambios en las mentes y corazones de la gente. Pero la velocidad a la que esto ha sucedido es sorprendente, es una especie de milagro”.

El obispo visitó El Salvador a principios de julio para conocer el papel de la Iglesia Episcopal Anglicana en la comunidad LGBTI y aprender más sobre la lucha por los derechos humanos en este país. Durante su visita, a la que denominaron “peregrinaje espiritual”, conoció un penal salvadoreño y conversó con reos homosexuales y transgénero.

Asegura que siempre sintió una conexión con El Salvador por la historia de monseñor Romero: “Él ha sido mi héroe desde siempre, porque combinó su increíble compasión por aquellos que lo rodeaban y le decía sus verdades al poder que los oprimía.”

Robinson ya está retirado, pero sigue su cruzada en favor de la justicia. Le recogimos en la sede de la fundación Cristosal, en San Salvador. Esa es la organización responsable de la visita. No llevaba sotana, sino una camisa violeta brillante y, por supuesto, su cuello clerical. Tiene ojos amables y la expresión de un abuelo paciente. Usa la cruz pectoral y el anillo episcopal propios de un obispo, aunque destacan un reloj de muñeca de colores neón de plástico en su muñeca izquierda, y un pequeño pendiente color turquesa brillante en el lóbulo de su oreja derecha.

La religión es de lo que más saca las pasiones de la gente. ¿Por qué decidió que esta era la vía más apropiada para darle voz a su lucha, si uno podría creer que es como irse a meter a la boca del lobo?
Yo siempre he sido parte de la Iglesia, amo la Iglesia, amo a Jesús, creo que Dios reveló la profundidad de su amor hacia nosotros en su hijo, así que por supuesto que fue terrible pensar que yo fuera… tienes que saber que mientras yo crecí, la palabra gay no existía, porque sabía lo que mi Iglesia decía que Dios decía de personas como ellos. Pero creo que para gays, lesbianas, bisexuales y transgénero, cuando aprendemos acerca de nosotros, aunque sepamos que es algo “negativo”, no hace que nuestro amor por Dios desaparezca. Así que aunque nos esté ocurriendo esta cosa “terrible”, nosotros nos sentimos atraídos hacia Dios. El milagro para mí fue que a pesar de lo que mi Iglesia estaba diciendo acerca de la gente como yo, Dios me dijo “te amo como eres”. Mi vida y mi camino no ha tenido que ver con reconciliarme con Dios, sino mi reconciliación con la Iglesia. Supongo que aprendí desde muy temprano a nunca confundir a Dios y la Iglesia, porque Dios siempre acierta, pero la Iglesia comúnmente se equivoca, y luego de algún largo período de tiempo, la Iglesia lo va a comprender.

Por eso le preguntaba si no era caminar solito a la boca del lobo. Seguramente cuando usted decidió hacer pública su orientación sexual muchos se habrán escondido tras la Biblia y dijeron que eso estaba mal y que no tenía por qué haber sido nombrado obispo.
Si tú amas a Dios y amas a la Iglesia, entonces quieres que la Iglesia actúe más como Dios. Y creo que es justo decir que me sentí llamado por él, esto suena muy arrogante y egoísta y estoy muy consciente de que cualquiera de nosotros puede estar muy cegado por sus propios intereses, pero me sentí llamado por Dios para ayudar a la Iglesia, por lo menos en lo relacionado con este asunto, a ser más como él. Y supe desde el principio que eso sería difícil. No salí del clóset sino hasta que ya era sacerdote, tenía 39 años, nunca quise huir de la Iglesia. Y lo que amo de mi vida y mi ministerio es que tengo un pie firme en la Iglesia y uno firme en la comunidad LGBT, y paso la mayoría de mi tiempo interpretando para unos y otros. A la Iglesia le digo: ellos son hijos de Dios, tienes que amarlos de la misma manera en la que él lo hace; y a la comunidad LGBT les digo que entiendo que han sido tratados de una manera muy terrible por parte de la Iglesia, y que tienen que estar locos para regresar de nuevo a ella. Y les digo que la Iglesia está cambiado también, al menos parte de ella, y no tienen que dejar su fe ni renunciar a Dios solo porque están orgullosos de quiénes son. Y es que yo soy ambos. Y creo que es difícil lograr que la Iglesia cambie si la dejaste, pero estando dentro de ella puedo tener una voz.

A pesar de todo esto, cuando usted fue nombrado obispo, empezó una nueva lucha con miembros de su iglesia, que prefirieron separarse a ser parte de una en donde un gay podía alcanzar una posición tan alta en la jerarquía.
Fue un momento muy difícil, pero en cuestión de estadísticas, el número de personas que dejaron la Iglesia después de mi nombramiento es de solo 1,100 feligreses de 2 millones, un 5 % apenas. No es que eso me haga feliz, de hecho es más de lo que yo esperaba, pero no es la separación que anunciaron los medios ni la que podías pensar. Y es curioso, pero los obispos que se oponían a mi consagración, por ejemplo, 10 años después, están ahora abogando por el matrimonio igualitario en sus estados. Así que me gusta pensar que tuve algo que ver con el cambio en sus mentes y corazones. Nunca me he arrepentido, ha sido una gran oportunidad para mí.

(En este momento enciende un cigarrillo y hace a nuestro periodista la siguiente petición: “No tomes ninguna foto de mí fumando, ya tengo suficiente mala reputación, ja ja ja. Es mi único defecto. Incluso los persas bordaban imperfecciones en sus alfombras porque solo Dios es perfecto. Así que esta es mi única imperfección”.)

Durante su vida pastoral le ha tocado visitar distintos países, algunos más conservadores que otros. ¿Modifica su discurso para evitar que los fanáticos se vayan contra usted o es que con los años se ha vuelto a prueba de balas?
Prácticamente mantengo el mismo discurso en todos los países que visito. Pero tiene dos partes. Por ejemplo, en los últimos días, el papa Francisco pidió perdón a las víctimas de abusos por parte de miembros del clero, y lo que él dijo es exactamente lo que cada víctima desea escuchar: “Lo siento mucho por lo que te ha pasado, nunca debió haberte sucedido”. Especialmente cuando involucra a personas que están asociadas con la Iglesia y con Dios. Así que siempre tengo ese mensaje para la comunidad LGBT donde sea que voy, sean o no miembros de mi Iglesia o de otra, ayuda escuchar que alguien que use una cruz decir: nunca debimos haberte hecho esto, es una cosa terrible. Y además puedes encontrar una Iglesia local que te va a recibir. En la audiencia, casi siempre, también hay personas heterosexuales, quienes necesitan escuchar un mensaje de justicia, derechos humanos… no solamente tolerancia. La tolerancia sienta un precedente muy bajo porque si yo te tolero, significa que me limito a pensar “supongo que está bien que tú existas”, y eso no es mucho. Hablo mucho en contra de la tolerancia y eso atrae mucho la atención de la gente, porque esperan que uno centre su discurso en eso. Y yo les digo que lo que lo que todos nosotros estamos buscando, seamos homosexuales o no, es aceptación, amor y alegría por quienes somos.

Es difícil creer que mientras usted expone sus ideas que suenan tan progresistas no haya tenido problemas.
En casi todos lados hay alguien con una postura muy conservadora, y usualmente son muy respetuosos, se levantan a decir que no están de acuerdo con lo que yo digo y por lo general lo hacen leyéndome la Biblia, como si yo nunca la hubiera leído. Pero me gusta eso por dos razones, una es que la gente en la audiencia escucha lo que les digo y quizá eso les da algunas ideas que vale la pena usar cuando son confrontados de esa manera. Y la otra es porque todos están muy interesados en cómo yo voy tratar a esas personas. No lo que digo, sino cómo se los digo. Y me gusta pensar que tengo la oportunidad, usualmente lo hago, de tratarlos de la manera en la que a mí me gustaría ser tratado, y a veces eso habla más fuerte que las palabras que uso. Siempre espero que aparezcan.

Nos mencionó hace un rato que no se declaró homosexual sino hasta que ya estaba consagrado como sacerdote. Y en el camino, además, se casó con una mujer.
Sí, estuve casado con una mujer durante 14 años. A las primeras dos semanas de conocerla yo le dije que mis relaciones anteriores habían sido con hombres, pero que había ido a terapia a “curarme” de esto y sentía que estaba en un buen momento para tener una relación con una mujer. Pero recuerdo que un mes antes de casarnos rompí en llanto una noche y le dije que tenía miedo de que esto asomara su peor rostro y arruinara lo que teníamos, y ella dijo: “Creo que nos amamos lo suficiente como para hacerlo y si sucede lo superaremos de alguna manera”, y lo hicimos. Nos separamos de una manera muy amorosa y maravillosa, ella todavía es una gran amiga, tenemos dos hijas y dos nietas en común. Lo hicimos tan bien como pudimos.

Pero además de su familia, también tenía que comunicarlo a su Iglesia, a su comunidad.
Mi exesposa y yo fuimos al arzobispado bajo las órdenes del cual estaba en ese momento a decirles que nos íbamos a divorciar y las razones por las que lo hacíamos. No saqué una página completa en el periódico para anunciarlo, pero muy pronto todos se enteraron de que yo era gay. Luego conocí a Mark, mi pareja, y se hizo de conocimiento común. Fue hasta cinco años después que yo hablé por primera vez sobre eso a un grupo de personas en una conferencia. Y me di cuenta de que si nosotros vamos a lograr algún tipo de avance como movimiento, necesitamos contar nuestras historias. Mientras las personas no conozcan a una persona gay, lo platican como un problema de manera muy aislada. Pero cuando conoces a una persona gay te das cuenta de que la mayoría de cosas que te han dicho sobre ellos no son ciertas. En nuestro país uno de nuestros héroes es Harvey Milk y él dijo: “Salir del clóset es el acto más político que puedes hacer”, y creo que lo que le seguía era “porque cuando nos conocen nos aman”, ja, ja, ja. Que en realidad es cierto. No todos somos encantadores, pero muchos de nosotros lo somos. Y él entendió que hasta que la gente nos conociera y supiera que somos buenos, nada de esto iba a cambiar. Y esa ha sido la historia en Estados Unidos en los últimos 20 o 30 años, la gente empezó a confesárselo a sus familias, sus amigos, sus compañeros de trabajo, etcétera. Y ahora incluso gente muy joven en iglesias evangélicas muy conservadoras, las están dejando porque ellos saben que las cosas que dicen de la gente gay no son ciertas. En el momento no lo pensé como un acto político, pero ahora, viendo hacia atrás, me doy cuenta de que sí fue muy político, porque tiene repercusiones políticas. Cuando conoces a personas que son gays, no quieres que sean tratadas de esa manera. Entonces, provoca que ahora haya más gente apoyando las leyes y luchando contra la discriminación y ese tipo de cosas. El arzobispado se portó increíble, me respaldaron mucho.

Ya nos contó que fue difícil para usted declararse homosexual, ¿pero cuál fue la reacción de sus feligreses cuando se divorció por segunda vez?
Estoy seguro de que hay muchos que se decepcionaron, pero la mayoría de ellos están muy tristes por nuestra separación y se preocupan por nosotros. No he hablado mucho al respecto y tampoco lo pienso hacer, pero una de las cosas que he dicho es que esto demuestra que los matrimonios entre personas del mismo género padecen el mismo nivel de estrés que los matrimonios heterosexuales. Hemos dicho todo el tiempo que somos como cualquiera y el hecho de que nos divorciemos quiere decir que tenemos problemas que no podemos resolver, tal como las parejas heterosexuales y a veces la mejor decisión es separarse que quedarse juntos. Hay algunos que se van a enojar por eso, otros me van a aislar, pero no puedo vivir mi vida para ellos. Tengo que hacer lo que siento que es mejor para mí y para ambos.

Aunque le preguntaba porque usted además es consejero matrimonial.
Hay muchos sacerdotes divorciados y sacerdotes que se han vuelto a casar que dan consejos matrimoniales. Y yo creo que, de alguna manera, alguien que ha pasado por un divorcio es mejor consejero para alguien que está en esa situación que alguien que nunca la ha vivido, porque es algo muy triste y difícil. Una de las cosas que yo creo sobre Dios es que él es capaz de sacar algo bueno de algo muy doloroso. De eso se trata la historia del Viernes Santo y la Pascua.

Como usted sabe, la Iglesia Católica es muy importante aquí y no está abierta a algunos de los ideales que usted pregona. ¿La Iglesia Episcopal tiene algún tipo de diálogo con otras congregaciones en Estados Unidos acerca de estos temas?
Creo que el diálogo sobre estos temas sucede más a nivel local que oficial. En mi experiencia, la mayoría de iglesias tienen buenas relaciones con la Católica, con la Metodista y la Presbiteriana y, en muchos lugares, con la evangélica. Hay mucho diálogo en la escena local, pero la jerarquía de la Iglesia Católica en esos estados no siempre participa en ellos. Creo que desde su perspectiva, ya todo está acordado: el aborto es malo, la homosexualidad es mala, el divorcio es malo. No hay nada que discutir ahí. Es malo, nosotros lo sabemos y Dios lo dice… ¿qué hay ahí para discutir? Por eso creo que es más fácil tener ese tipo de discusión con otras denominaciones que con ellos.

El año pasado usted publicó una carta al Papa Benedicto XVI
Era una carta abierta a él. Muchas veces me he agarrado con gente de la Iglesia Católica. Hay un arzobispo de mentalidad muy conservadora en Detroit y él dice que cualquier católico que haya abogado por el matrimonio igualitario no debería volver a comulgar. Al respecto escribí un artículo que decía: “Me parece que los cristianos, especialmente los del clérigo, deberían recibir a todos para comulgar, porque creo en el sacramento y que Dios se hace presente en él, y no deberíamos negarles esa oportunidad”. Es decir, no solamente le estás negando la oportunidad a esa persona, sino también a Dios de comulgar con ella. ¿Quiénes nos hemos creído que somos como para interponernos entre Dios y algunas personas? Se supone que nuestra razón de ser es acercar a Dios y a las personas, no alejarlo.

Gene Robinson, el primer obispo homosexual de la Iglesia Episcopal. Foto Fred Ramos

Robinson aprovechó su breve paso por San Salvador para visitar el Centro Monseñor Romero y un penal, en donde conversó con reos homosexuales y transgénero. Foto Fred Ramos

Otra de sus luchas en su Iglesia ha sido intentar separar la concepción de que los sacerdotes pederastas son homosexuales, ya que una cosa no implica la otra. En esa carta abierta a Benedicto XVI usted le recomendaba el programa que implementó en su arzobispado para prevenir este tipo de ataques.
Una de las cosas en las que he sido muy crítico de la Iglesia Católica, no de este papa, sino los dos anteriores, es que, a menudo, ellos ponen a los homosexuales y a los pedófilos en la misma oración y hacen conexiones como que si todos los hombres gays fueran pedófilos. Nosotros sabemos que no es así y la evidencia lo demuestra. Hasta ellos lo saben, pero aun así lo dicen. Eso solo fortalece los nexos mentales que hace la gente respecto a los homosexuales, y ese es un acto de violencia contra nosotros. Los hombres homosexuales no están más interesados en los niños que los heterosexuales en las niñas. ¿Son pedófilos ellos? Absolutamente, sean gays o heterosexuales, y la mayoría son heterosexuales. Una de las cosas que me enorgullecen de la Iglesia Episcopal es que tomamos conciencia de este problema. Había pedófilos entre nuestros sacerdotes, pero en nuestro caso se trataba más de sacerdotes que metían a alguien en su oficina, digamos, a una mujer que tiene problemas con su esposo, y él se podría haber aprovechado de su estado vulnerable para iniciar una relación sexual. Así que revisamos eso y abrimos por dos años y medio una vía para enterarnos de los casos y le pedimos a la gente que tomara acciones en contra de los sacerdotes. En los casos de abusos con niños, nosotros fuimos directamente a la policía. Lo que es realmente emocionante es que iniciamos un programa educativo y cada empleado en las iglesias del arzobispado, los que trabajan con jóvenes, cualquiera que tenga que ver con una persona en un estado vulnerable, recibió el entrenamiento.

Bueno, pero imagino que tampoco se fiaron de que con ese entrenamiento se obraría el milagro.
Para evitar que alguien siguiera con ese tipo de comportamiento, porque sabíamos que las capacitaciones no los iban a cambiar, instruimos la mayor cantidad de gente posible para que más personas estuvieran al tanto de la situación. Queríamos que la atmósfera fuera tóxica para ese tipo de comportamiento, y queríamos muchos ojos observando. Literalmente les pedimos a los sacerdotes que pusieran una ventana en la puerta de sus oficinas para que así nunca estuvieran a puerta cerrada; no podían dar transporte a un niño a menos que fueran acompañados de alguien más. Ese tipo de cosas que no solamente protegen a los niños sino también a los sacerdotes de ser acusados, ya que había un testigo. Fue una gran intervención en la estructura de la Iglesia y empezamos a principios de los 90. Estoy muy orgulloso de eso. Desearía que la Iglesia Católica se acercara a nosotros y nos preguntara ¿cómo lo hacen? Con gusto les ayudaría.

Su lucha por el respeto y la igualdad de derechos para la comunidad LGBT lo ha perfilado como un personaje controversial, y entre sus declaraciones más escandalosas está la de la vida alternativa de Jesús.
¿No es genial cómo la gente se vuelve loca cuando te vales de algo que está escrito en la Biblia? Es decir, y quiere ser muy claro en esto, no estoy diciendo que Jesús era gay, es solo que, hasta donde sabemos, Jesús era soltero y pasó la mayoría de su tiempo con un montón de hombres, a tres de los cuales escogió como líderes, y a uno de ellos lo llamó su discípulo amado. Yo solo estoy señalando lo que está ahí. Pero la gente lo tomó como que yo dije que él era gay y yo solo digo que cuando ocupamos la figura de Jesús para explicar el modelo de familia con un hombre, una mujer y dos niños, hay que recordar que seguimos a un salvador que tuvo un tipo alternativo de familia, una familia de elección. No estoy haciendo conclusiones alocadas, solo digo que, como hombre gay, lo que eso me dice es que Jesús entendería mi familia. Pero es increíble lo enojados que se ponen algunos.

Diría, entonces, que tomar la Biblia de manera literal no está del todo mal.
Esta es una de las cosas que he aprendido: antes de empezar a hablar sobre cualquier versículo de la Biblia, tienes que tener una discusión con la persona que estás hablando acerca de cómo entiendes todo el contenido de la Biblia. Comúnmente, venimos de distintos lugares y esas personas creen que Dios le dictó cada palabra de la escritura a alguien para que lo escribiera. La cosa en cuestión es que no se trata de un libro, sino de una librería de distintos libros escritos en un período de miles de años por distintas personas, y es conflictiva en distintas maneras. Si estás hablando con alguien que cree que Dios dijo cada palabra que está escrita en ella, no vas a llegar muy lejos si tú crees que debería leerlas en el contexto en el que fueron escritas. Fíjense en cuántos siglos hemos usado la Biblia para justificar la esclavitud. Mucha gente aún la usa para justificar la degradación y el sometimiento de mujeres para no permitirles posiciones de liderazgo en iglesias o donde sea.

Si ha funcionado y se sigue poniendo en práctica es, sin duda, porque hay gente que se siente en paz con esa interpretación.
Esta manera tan literal de leer las escrituras no es tan antigua, tendrá unos 60 o 70 años. Antes de eso, todos sabíamos (y no es que yo haya estado vivo hace 70 años), que la Biblia era poesía, historias de tradición oral, y esta clase de fundamentación es un fenómeno bastante nuevo. Esta es la otra razón por la que no me creo esa manera de escribir la Biblia: muchas personas te dirán que Dios respondió a cada pregunta sin respuesta en las escrituras, que todo lo que tienes que hacer es leerla y ahí encontrás la respuesta. Bueno, eso suena como que a finales del siglo I, cuando decidieron qué libros iban a estar en la Biblia, entonces Dios dijo: “OK, ya terminé. Ya dije todo lo que necesitaba decir, adiós. Me voy de vacaciones a las Bahamas porque ya les dije todo lo que quería decirles”. Cuando, de hecho, en una de las partes más importantes de la Biblia, en el evangelio de San Juan, el cual en su mayoría habla de la conversación que Jesús tuvo con sus discípulos en la última cena, él dice una cosa maravillosa: tengo tanto que enseñarles, pero no pueden soportarlo en este momento, así que les enviaré al espíritu santo y será él quien los guiará hacia la verdad. Así que tomo eso como que Jesús les dijera: “Para ser un grupo de pescadores lo han hecho muy bien, pero no crean que Dios o yo hemos terminado con ustedes y los que vienen detrás de ustedes. Hay tanto que Dios quiere enseñarles, pero no están listos para todo todavía”. Es por eso que creo que Dios continúa relacionándose con nosotros y es por medio del espíritu santo que nos guía hacia la verdad, un conocimiento mucho más profundo de la verdad de Dios. No es que la verdad haya cambiado, es solo que era demasiado para ese entonces. Para mí, lo que estamos tratando de decidir en este momento es si es Dios el que ha creado este movimiento LGBT. ¿Será este el Espíritu Santo llevándonos hacia la verdad de Dios? Por supuesto. Yo digo que sí y los demás dicen que no lo es.

A finales de los 80 la Iglesia Episcopal ya estaba muy receptiva a los derechos de la comunidad LGBT, pero pasaba todo lo contrario con la sociedad…
Empezaba a abrirse a ese tema. Ha sido un proceso muy largo e incluso para 2003, cuando fui elegido como obispo, no estaba del todo seguro de que toda la Iglesia aprobaría mi elección. Era todo muy difuso. Pero resultó que sí la aprobaban y ahora podría decir que para la mayoría, el conflicto ya está olvidado. De hecho, en nuestra convención general, que es cuando los obispos del clero se reúnen a elaborar las leyes de la Iglesia, recibimos a personas transgénero. No es que haya alguno que haya sido elegido aún como obispo, pero ya hemos ordenado a diáconos y sacerdotes. Ese ha sido un gran progreso en 10 años.

¿Para que esto tuviera lugar usted ha tomado acciones muy claras en la Iglesia?
Muchas personas han hecho muchas cosas para promover estos cambios. Muchos de nosotros nos hemos declarado homosexuales y la gente, al ver cristianos gays demostrando que la homosexualidad y el cristianismo pueden ir de la mano, es la manera en que hemos generado cambios en las mentes y corazones de la gente. Pero la velocidad a la que esto ha sucedido es sorprendente, es una especie de milagro. Es decir, escuchar a algunos de los que se opusieron a que yo me convirtiera en obispo que ahora abogan por el matrimonio igualitario en Estados Unidos es desconcertante. Me encanta, pero todavía me cuesta creerlo.

¿Está al tanto de los problemas que la comunidad LGBT enfrenta en El Salvador? Por todo lo que nos cuenta, es fácil decir que estamos a años luz de su Iglesia. ¿Qué pasos cree que debe tomar la comunidad salvadoreña junto a la Iglesia episcopal para empezar a moverse en esa dirección?
Apenas he estado aquí unos días, así que con muchas dudas comentaré sobre su país. Mi impresión es que la violencia es un gran problema aquí y eso no permite que las personas de la comunidad LGBT salgan del clóset. No creo que obtendrás los mismos números de personas siendo honestas acerca de su sexualidad hasta que sea seguro hacerlo. Tienen un problema muy grande con la violencia de la que todos son parte, pero para la comunidad LGBT es aun más peligroso. Ellos ya corren el riesgo de estar en malos términos con sus familiares, sus compañeros de trabajo, etcétera. Es por ello que creo que resolver el problema de la violencia es crucial para muchas cosas que enfrentan como país. Estoy orgulloso de la Iglesia Episcopal de El Salvador, porque el obispo Martín Barahona ha liderado un cambio en la comunidad para que sean más receptivas a este tema y brinden su apoyo a las personas LGBT en un momento en el que este tema no genera popularidad. Eso es lo que hace un profeta, ¿no creen? Decir la verdad cuando la mayoría de las personas no está de acuerdo con esa verdad. Y creo que el tiempo le dará la razón, y no sé cuánto tiempo tendrá que pasar, pero vendrán tiempos en los que veremos hacia atrás y nos preguntaremos: ¿cómo es posible que pensáramos así de las personas de la comunidad LGBT? Estábamos tan equivocados, ¿cómo llegamos hasta ese punto? Él es un héroe para mí y la Iglesia Episcopal aquí está haciendo un trabajo lleno de coraje. No todos en la Iglesia Episcopal está de acuerdo con eso, pero cada vez más y más personas se están sumando.

Con su discurso usted mezcla la libertad de culto y de expresión. ¿Es esto una ventaja o una desventaja a la hora de atraer fieles hacia su Iglesia?
Sé que hay gente que dejará de ir a una Iglesia en particular si esta empieza a recibir a personas de la comunidad LGBT y tiene el derecho de hacerlo. Pero lo que yo creo es que todo ser humano tiene algo que lo hace sentirse mal consigo mismo. Puede ser cualquier cosa: cómo se miran, la forma en la que hablan, algo que hicieron en el pasado y por lo que aún se sienten culpables, o fueron violados o abusados cuando eran niños. Algo que los hace sentirse inaceptables ante la presencia de Dios. Y el mensaje de buenas noticia de la Iglesia es que Dios te ama a pesar de todas las cosas. No me importa lo que has hecho o lo que te haya pasado, la forma en la que luces, cómo hablas, el color de tu piel o tu orientación sexual. Creo que recibir a la comunidad LGBT es uno de los ejemplos más dramáticos de lo mucho que Dio nos ama y ese es un gran mensaje para todos. Si Dios ama a la gente gay y la mayoría del mundo los mira de menos, entonces seguramente Dios me ama aunque tenga un problema con el alcohol o golpeo a mi esposa o cualquier cosa… Así que, de cualquier manera en que lo veamos, al recibir a la comunidad LGBT me parece que estamos haciendo exactamente aquello que le va a demostrar al mundo que Dios te ama a pesar de todas las cosas. Así que a pesar de que algunas personas dejarán de asistir a una Iglesia en particular, al final del día esas son buenas noticias para todos.

Ya mencionó que a manera de “milagro”, dentro de su Iglesia ha logrado cambios en la mente y los corazones de la gente. ¿Se considera usted un profeta?
Ten cuidado de todo aquel que se considere un profeta. Profeta es algo que alguien más dice sobre ti. Lo que sí creo es que ser cristiano y miembro del clero y si además de hablar de misericordia hablas en contra de la injusticia y le dices sus verdades a quienes están en el poder, eso es profético. Por eso me encanta Óscar Romero. Él ha sido mi héroe desde siempre, porque combinó su increíble compasión por aquellos que lo rodeaban y le decía sus verdades al poder que los oprimía. Él es un modelo maravilloso de lo que para mí es el llamado que tenemos todos los cristianos: compasión hacia los que están cerca de nosotros y tener el coraje para levantar la voz y denunciar que las cosas están mal, que maldades se están cometiendo contra los hijos de Dios. Pero si alguien más quiere decir que soy profético, lo consideraría un halago.

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