Ante la primera victoria electoral, el FMLN debe confiar en la fuerza del pueblo salvadoreño y no entrar en alianzas con la burguesía

El gobierno de Funes y la necesidad de profundizar los cambios

Hace 5 años el pueblo se volcó a las urnas a dar el triunfo a un gobierno con el que aspiraban a acabar con la pesadilla arenera y a realizar los cambios para vivir en un mejor El Salvador, desterrando males como el hambre y la violencia. Pero el nuevo gobierno estableció una alianza entre empresarios y trabajadores. El gobierno de Funes se ha visto presionado tanto por unos como por otros.

Es verdad que la situación no era simple, Arena dejó al país y al Estado en la bancarrota y con una enorme deuda. En condiciones así, sino se aplicaban medidas revolucionarias se tenía que hacer concesiones. El gobierno ha tenido que recurrir al endeudamiento y con ello funcionar y realizar programas sociales. Durante el debate electoral que se trasmitió en vivo en los medios de comunicación, el presentador daba el dato de que la deuda actual es el triple que en el 2008, llegando a 14 mil millones de dólares. Claro que quienes prestan el dinero ponen condiciones que impiden que el cambio realmente acabe con la explotación y la desigualdad, pues eso significaría atentar contra los intereses de la oligarquía y el imperialismo.

El mismo gobierno de Funes, aunque ante la oposición del FMLN, mandó tropas a apoyar la guerra de EEUU en Afganistán. Pero también abrió relaciones formales con los gobiernos de izquierda de América Latina, por primera vez se ha instalado una embajada de Cuba en El Salvador desde el triunfo de la revolución de 1959. Esto demuestra las presiones de uno y otro lado.

Ha habido programas muy buenos como el de los uniformes y alimentos para los niños que cursan el nivel básico de estudio. Cuando se vive al día estas son grandes conquistas. En el sector salud mientras que antes se destinaba 350 millones de dólares del gasto social, este gobierno ahora destina 650 millones. Se han eliminado cuotas en salud y creado centros de atención integral para las mujeres en 5 departamentos. Sánchez Cerén plantea profundizar estos programas, llevar Ciudad Mujer a los departamentos que aún no cuentan con este servicio, aumentar el presupuesto a educación de 3.4 a 6%, aumentar los salarios, etc.

Es necesario un auténtico programa socialista

El gran problema que hay en El Salvador es que existe una oligarquía rapaz, fiel sirviente de los imperialistas, que mantiene al pueblo en la mayor miseria. Los niveles de explotación son enormes. Cuando la clase obrera y campesina ha despertado a la lucha siempre se le ha combatido con la violencia más brutal. Nuestra historia está plagada de masacres. Esta polarización de clases llevó a una Guerra Civil que se extendió por 12 años. Se consiguió acabar con la dictadura militar, pero no eliminar al sistema capitalista que ha provocado estas atrocidades. La tarea de llevar adelante la revolución socialista en El Salvador sigue pendiente. Mientras no se acabe con los privilegios de la oligarquía solo se conseguirán migajas para el pueblo.

La burguesía ni siquiera está dispuesta a pagar impuestos. Sánchez Cerén ha planteado que las reglas del juego no cambiarán y se esfuerza por mostrar que El Salvador presenta las suficientes garantías para que los capitalistas inviertan. Habla de la necesidad de aumentar la productividad, de que los trabajadores se esfuercen en trabajar más y exhorta a los empresarios a aumentarles sus salarios. Valdría la pena releer los textos básicos de Marx y recordar el ABC del funcionamiento de este sistema, que busca la mayor extracción de plusvalía, es decir que hay una lucha constante de los capitalistas por mantener en el más bajo nivel los salarios para aumentar sus ganancias. Lo que en realidad se debería de hacer es tener una posición clara a favor de la clase obrera y del resto del pueblo salvadoreño.

Se puede argumentar que no hay una correlación de fuerzas favorables, pero si el gobierno de izquierda toma medidas más sustanciales a favor de los trabajadores, estos lucharán por defenderlo de los ataques y por profundizar aún más el proceso. Decretar un aumento al salario mínimo de 300 dólares mensuales sin duda que levantaría gran apoyo, a la par se debería fortalecer las organizaciones de los trabajadores profundizando la sindicalización, pero esto solo debería ser el inicio. El nuevo gobierno debe apoyarse en la fuerza organizada de los trabajadores y con ello avanzar en leyes que nos favorezcan, imponer altos impuestos a los empresarios y expropiar las empresas de quienes evadan al fisco poniéndolas a funcionar bajo control obrero y propiedad estatal. Esto podría demostrar en la práctica que es posible el funcionamiento de la economía sin necesidad de los parásitos capitalistas.

A la larga solo si se consigue la expropiación de las grandes concentraciones de tierras, de las grandes industrias y la banca y el establecimiento de una economía planificada se podrá salir del actual caos, de lo contrario solo se administrará a un capitalismo en ruinas, incapaz de solucionar de fondo los problemas de las amplias masas empobrecidas.

Se puede argumentar que estas medidas llevarían a ataques de los imperialistas, quienes cortarán el apoyo económico. Esto es verdad, pero la clase trabajadora solo puede confiar en sus propias fuerzas y en las de sus hermanos de clase a nivel internacional. El establecimiento de una economía socialista eliminaría el desempleo y sentaría las bases para erradicar de una vez por todas las lacras del hambre, explotación y violencia. Esto sería un ejemplo a seguir y podría reanimar a la revolución venezolana y latinoamericana en un primer momento, quienes seguirían nuestro ejemplo, pero en la actual situación una revolución socialista triunfante, incluso en un pequeño país como El Salvador podría ser el ejemplo para la revolución a nivel internacional. Ahora la revolución no va de un país a otro sino de un continente a otro.

Se puede también argumentar que la revolución socialista no está a la orden del día ahora, porque primero se necesita el establecimiento de una democracia más plena y el desarrollo de la industria, que la etapa actual es el de la revolución democrática rumbo al socialismo. Pero la burguesía ya ha tenido 200 años para cumplir estas tareas y no lo han hecho. ¿Lo harán ahora? ¿Basta con exhortarlos para que inviertan en el desarrollo del país? Esto va en contra de la realidad histórica, en Rusia en 1917 o en Cuba en 1959, fueron los trabajadores en el poder quienes llevaron adelante estas tareas bajo el establecimiento de economías planificadas. La clase trabajadora solo puede confiar en su propia fuerza y en nadie más.

¿Gobierno de unidad nacional o gobierno de los trabajadores?

El FMLN tenía preparado un gran festejo en el redondel Masferrer en la noche del 2 de febrero, al final al no alcanzar más del 50% se desmovilizó a la militancia, aun así algunos miles se congregaron y varios dirigentes del FMLN tomaron la palabra. Finalmente llegó la fórmula presidencial. Las primeras palabras de Sánchez Cerén fueron. “Schafik, lo logramos”, luego para no dejar paso a dudas pregunto a los asistentes. “¿Quién ganó las elecciones? ¿Qué partido es el que ha triunfado? El FMLN”. Hace 5 años se dijo que fue gracias a la alianza con Mauricio Funes que se pudo ganar. Muchos militantes han esperado el tener un gobierno claramente efemelenista para ahora sí, llevar adelante cambios profundos.

Pero el ex comandante Leonel continuó su discurso diciendo que ese triunfo era también posible gracias a las fuerzas que lo apoyaron, como los empresarios. Un militante desde abajo lo interrumpió y después de tartamudear un poco, Cerén dijo también: Claro que es gracias al apoyo de los obreros y campesinos, ustedes han estado desde el principio, han estado siempre con nosotros.

Pero sin quitar el dedo del renglón dijo que su gobierno sería incluyente y sumaría a las distintas fuerzas políticas que lo apoyaron. Este será un gobierno de unidad nacional, dijo. Querer conciliar los intereses de la clase obrera y la burguesía es como querer mezclar el agua con el aceite. No necesitamos un nuevo gobierno de conciliación de clase, mucho menos cuando ha quedado claro que ha sido el partido de los trabajadores quien consiguió la victoria, lo que se requiere en un gobierno obrero a favor de las amplias masas de trabajadores, campesinos, desempleados, amas de casa, estudiantes, clase media…

Confiar en la fuerza del pueblo trabajador para ganar el 9 de marzo

En su discursó en el Masferrer dijo lo que minutos antes había revelado en conferencia de prensa, que el candidato de Unidad, Elías Antonio Saca, le había llamado para felicitarle. Dijo que pedirían su apoyo y que por supuesto que ellos también estarían incluidos en el nuevo gobierno. Todo mundo sabemos bien quien es Antonio Saca, ¿Lo queremos incluido en el gobierno? ¿La presencia de los partidos burgueses de Unidad en el gobierno beneficiará al pueblo salvadoreño o obstaculizará los cambios?

La dirección del FMLN debe confiar en la fuerza de los obreros y campesinos salvadoreños, ellos saben bien que este es un pueblo revolucionario que ha respondido favorablemente en los momentos más duros de la lucha. Después de unas elecciones tan victoriosas como las pasadas, donde además Arena está en crisis ¿Por qué no confiar en que se les puede volver a derrotar sin ayuda de nuestros viejos enemigos? Por supuesto que debemos buscar el apoyo de los electores de Unidad e incluso de aquellos trabajadores confundidos que han votado por Arena, pero eso se consigue no por acuerdos cupulares, sino demostrándoles a ellos que este gobierno va a realizar los cambios profundos que necesitan. Los discursos de conciliación con los empresarios en vez de ayudar confunden a los trabajadores. Lo que le falta a la campaña del FMLN es un auténtico programa socialista que explique cómo resolverá los problemas concretos y más sentidos del pueblo salvadoreño. Debe demostrar que está dispuesto a ir hasta el final y la clase obrera responderá en consecuencia.

Los partidos que conforman Unidad se venderán a quien les ofrezca más garantías, si se llegase a concretar la unidad de algunos de ellos con el FMLN solo pondrán más obstáculos en el futuro para profundizar los cambios. Por eso debemos oponernos firmemente a una alianza sin principios con ellos. Nuestra alianza debe ser con las organizaciones sindicales, con las organizaciones sociales, estudiantiles y campesinas.

El regreso de Arena sería una pesadilla para las masas y no debemos permitir que esto pase. La perspectiva más probable del 9 de marzo será un nuevo triunfo del FMLN. Debido a la actual política de la dirección, este gobierno seguirá bajo presiones de dos fuegos, es deber de los militantes del FMLN y del pueblo salvadoreño velar porque se aplique un programa claramente a favor de los trabajadores, un programa socialista. Estos enormes avances del FMLN son producto de una larga trayectoria de lucha, detrás de nosotros han quedado miles de compañeros caídos. Por estos caídos juramos vencer, pero vencer significa acabar de una vez por todas con el sistema capitalista de explotación y materializar la revolución socialista. El FMLN en el gobierno no debe olvidar estos ideales, no debe adaptarse al sistema sino seguir luchando por su derrocamiento.

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