Estrella Roja No. 4 (junio de 1976)

ESTRELLA ROJA 4
ORGANO IDEOLOGICO DE LAS FUERZAS POPULARES DE LIBERACION FPLFARABUNDO MARTI”
¡REVOLUCION O MUERTE! ¡EL PUEBLO ARMADO VENCERA!
EL PRIMER CONSEJO REVOLUCIONARIO DE LAS FPL Y SUS HISTORICOS DOCUMENTOS
1970 marca el inicio de la formación de las FPL, que desde ese momento fue incorporando gradualmente a los sectores populares a la estrategia revolucionaria político-militar de Guerra Prolongada del Pueblo.
Ahora, 9 años después, la fecha del 1 de abril, puerta que se abrió hacia ese combativo, cruento pero fecundo camino de luchas populares, se ha convertido en gloriosa fecha conmemorativa de nuestro pueblo.
Desde sus inicios, la vida de las FPL ha estado jalonada por momentos importantes, por saltos cualitativos, en el desarrollo teórico de su estrategia y de su táctica, y en su práctica revolucionaria que ha ido abriendo brecha en la difícil vía del combate a los explotadores criollos y a sus amos imperialistas.
Los perros de presa del sistema capitalista, los sirvientes del imperialismo y de la oligarquía criolla, los gobiernos de tiranía militar fascistoide, que ensangrientan nuestro país, con rabia insensata, tratan de destruir a las organizaciones populares, a la Guerra Revolucionaria, a las Milicias Populares de Liberación y a las FPL; tratando de exterminar a sangre y fuego a poblaciones y regiones enteras, sometiendo a tortura, al asesinato y a la desaparición a los mejores hijos de nuestro pueblo.
La guerra especial (de “contrainsurgencia”) trasladada por las bestias yanquis a Centroamérica, sube sangrientos escalones de maldad y crimen.
El pueblo de El Salvador no solo lucha heroicamente por contrarrestar los golpes de la contrarrevolución, sino que avanza en su incorporación a la Guerra Revolucionaria, intensifica su combatividad y organización en campos y ciudades y va derrotando y superando todas las ofensivas y recursos que el Imperialismo y sus lacayos ponen en juego.
Y esto se debe a que al mismo tiempo que sectores cada vez más amplios del pueblo van avanzando en organización y combatividad, su organización revolucionaria marxista- leninista, las FPL va adquiriendo en el fuego de los grandes combates de clase, mayor capacidad y experiencia para dirigir integralmente las luchas del pueblo y avanza en su aspiración de convertirse en la legitima vanguardia revolucionaria y en el verdadero PARTIDO MARXISTA-LENINISTA DEL PROLETARIADO.
Para ello ha sido necesario dar salto de calidad, en los momentos cruciales de nuestro desarrollo revolucionario.
Precisamente, después de los primeros paso de formación (1ro. de abril de 1970), después de la histórica decisión de tomar el nombre de FUERZAS POPULARES DE LIBERACION –FPL- FARABUNDO MARTI, proclamando al pueblo la existencia de su querida Organización, instrumento revolucionario de nuevo tipo, (agosto-septiembre de 1972) el paso más trascendental que han tenido las FPL ha sido la formación de su CONSEJO REVOLUCIONARIO en 1976. La celebración de la Primera Reunión Ordinaria del Consejo Revolucionario de las FPL, significó la entrada a una nueva fase en la vida de nuestra Organización y un salto de calidad en las luchas populares.
El Primer Consejo incorporó a los cuadros más responsables, a los dirigentes forjados en la teoría y en la práctica revolucionaria, a las responsabilidades de Dirección Suprema; puso en aplicación el desarrollo de las normas leninistas del Centralismo democrático, inició la formación de la estructura del Partido Marxista Y conjugó el pensamiento y la voluntad de todos sus miembros para llevar a la práctica al Dirección Colectiva con responsabilidad individual.
El Consejo dotó a la organización de un COMANDO CENTRAL más completo y capaz de dirigir al pueblo en las duras tareas de la guerra.
El documento que presentamos a continuación es parte del Informe presentado por el PRIMER RESPONSABLE DEL CO-CEN a consideración del CONSEJO en esa primera reunión histórica.
Contiene una visión del desarrollo de las FPL hasta ese momento, así como la luminosa proyección de su desarrollo inmediato y futuro; y un panorama de la situación del país. Este documento de línea fue aprobado unánimemente por el CONSEJO. Muestra también, con espíritu autocrítico marxista, las debilidades que era necesario superar para seguir avanzando firmemente.
Ahora bien, por razones de seguridad, han tenido que suprimirse de esta reproducción partes de su texto, sin que por eso pierda coherencia y continuidad.
El Informe es un trascendental documento que muestra en toda su riqueza a continuidad y desarrollo dialéctico de la línea general estratégica de las FPL, de su orientación táctica y de su aplicación práctica en el avance del camino revolucionario de nuestro pueblo.
Pedimos a todos los Organismos Internos, miembros, aspirantes y colaboradores activos, su estudio detenido y profundo, que nos ayudará a comprender y aplicar con toda consecuencia la línea de nuestra Organización en las actuales coyunturas.
Al introducirse en su estudio y profundización, es digno de tener siempre presente que el PRIMER CONSEJO transcurrió bajo la memoria imborrable y el ejemplo de los Héroes Revolucionarios, que cayeron luchando por la liberación popular, por su futuro feliz, por el SOCIALISMO Y EL COMUNISMO.
Ese ejemplo nos inspira diariamente e impulsar con creciente vigor, con mística revolucionaria, con voluntad y decisión inquebrantable la línea certera, marxista-leninista de las FPL, que guía a los explotados y oprimidos hacia el forjamiento de su capacidad creciente para construir la alianza obrero campesina, base de la Alianza Popular Revolucionaria que conducirá el triunfo de la Revolución Popular hacia el SOCIALISMO.
¡A DESARROLLAR LA GUERRILLA REVOLUCIONARIA HACIA LAFORMACION DEL EJÉRCITO POPULAR DE LIBERACION!
¡AFORTALECER Y AMPLIAR EN DIMENCION NACIONAL LAS MILICIAS POPULARES Y LOS ORGANOS DE AUTO DEFENSA DE LAS MASAS! ¡A AMPLIAR Y PROFUNDIZAR EL PODEROSO MOVIMIENTO REVOLUCIONARIO DE LAS GRANDES MASAS EXPLOTADAS Y OPRIMIDAS!
¡A CONSTRUIR EL PARTIDO MARXISTA LENINISTA DE LA CLASE OBRERA-FPL!
¡A PROMOVER A LA CLASE OBRERA A SU PAPEL DE VANGUARDIA REVOLUCIONARIA DE LA SOCIEDAD!
¡VIVA LA ALIANZA OBRERO CAMPESINA!
¡VIVA EL INTERNACIONALISMO PROLETARIO!
¡VIVA LA UNIDAD REVOLUCIONARIA DE LOS PUEBLOS CENTROAMERICANOS!
¡PROLETARIOS DE TODOS LOS PAISES, UNIOS!
¡REVOLUCION O MUERTE!
¡EL PUEBLO ARMADO VENCERA!
“Año del inicio de la concentración de esfuerzos por la construcción del partido Marxista Leninista del Proletariado.” ¡EL COMANDO CENTRAL DE LAS FUERZAS POPULARES DE LIBERACION –FPL- FARABUNDO MARTI!

INFORME DEL COMANDO CENTRAL AL PRIMER CONSEJO REVOLUCIONARIO DE LAS FPL

I. PROBLEMAS SURGIDOS EN EL PROCESO DE DESARROLLO …………………………………………………………….………………..….3
¿En qué direcciones debe impulsarse el proceso de consolidación y desarrollo de las FPL?………………………………………………………………………… 4
II. BREVEMENTE SOBRE ALGUNOS ANTECEDENTES NECESARIOS DE TOMAR EN CUENTA EN EL ANALISIS DE NUESTRA REALIDAD…………………………………………………..7
III. RASGOS PROPIOS ADQUIRIDOS POR LA ORGANIZACIÓN……………………………………………………….12
IV. LA SEMILLA DE LAS FUTURAS DEBILIDADES……..……..19
V. PRINCIPALES ESCALONES DE DESARROLLO DE LAS FPL………………………………………………………………………24
VI. La comisión Nacional de Masas y la Comisión militar…………29
En que terrenos ha sido urgente desplegar los esfuerzos prioritarios?………………………………………………………………………………..30
Qué efectos causaría en la organización y en el movimiento revolucionario mayores retardos en la solución de los problemas mencionados?…….. 32
Resolución de los problemas orgánicos…………………………………34
Correcto método dialectico Marxista Leninista para la superación de las debilidades en este momento………………………………………….….37

INFORME DEL COMANDO CENTRAL AL PRIMER CONSEJO
REVOLUCIONARIO DE LAS FPL.
COMPAÑEROS:
A este nivel de su desarrollo y del desarrollo del proceso revolucionario, las FPL tienen planteada una situación concreta, de cuya solución dependen las líneas de su desarrollo y su papel en todo el subsiguiente devenir en el movimiento revolucionario del país y Centroamérica. Ahora bien, toda su situación histórica concreta debe ser resuelta en base a las premisas existentes en la realidad objetiva, la cual está enmarcada en las condiciones de una formación social (económico social) determinada, en la lucha de clases originada por las contradicciones sociales de clase y que determinan, también, el cauce de desarrollo de esa formación social a través de la superación de las contradicciones de clase antagónicas.
Por ello, la solución de una situación objetiva no se sitúa en lo abstracto, sino que tiene que ser concreta, abarcando no solo lo teórico, si no también lo práctico. Es decir, la practica revolucionaria guiada por una correcta teoría política revolucionaria. En este caso lo que se queda en lo abstracto no resuelve los problemas que deben ser resueltos, ni ayuda en consecuencia al desarrollo. Lo que se queda solo en la teoría, sin plasmarse en la práctica viva y transformadora, se torna estéril y tampoco ayuda al desarrollo. Por otra parte, la práctica sola, desligada del estudio completo de la realidad, de su análisis y conocimiento marxista, se vuelve espontaneista, ciega, errática, sin perspectivas ni proyecciones estratégicas.

I. PROBLEMAS SURGIDOS EN EL PROCESO DE DESARROLLO
Las FPL inmersas en la realidad social histórica de El Salvador y Centroamérica, colocada a la altura de 1976 en el centro tormentoso de las contradicciones fundamentales de clase, como representante de los sectores más avanzados de la clase obrera, del campesinado, estudiantes, maestros y otros sectores sociales de vanguardia; con la responsabilidad que le confiere tan honroso papel, se encuentra ante la necesidad impostergable de resolver importantes problemas concretos, nacidos en su proceso y modalidades de desarrollo, para poder desempeñar un papel cada vez más responsable y efectivo en la conducción político-militar del pueblo por la vía de la Guerra Revolucionaria Prolongada.
Tales problemas se refieren a:
 Sus lazos con el pueblo. A la necesidad de fortalecer la conducción político militar del proletariado y del pueblo entero, y promover su efectiva incorporación creciente a las tareas político-militares revolucionarias
 A la proyección estratégica y táctica, teórica y práctica, de la conducción de las acciones militares revolucionarias del pueblo, tanto a nivel de la guerrilla como medio para la construcción del ejército popular de liberación, como de los organismos armados entre las masas.
 A la urgencia de encontrar y aplicar correctos métodos y medios de combinar el trabajo en sus diferentes niveles y formas: la acción militar con el trabajo político; para que esté acorde con las condiciones concretas de nuestro medio y que, de tal manera, propicie el máximo desarrollo de la actividad política y militar; el máximo y más sólido desarrollo interno de las FPL en todos sus aspectos y la mayor incorporación del pueblo a la guerra; y que sea capaz de derrotar todos los planes políticos y militares del enemigo, para ir minando en forma creciente sus fuerzas, hasta el completo cambio en la correlación de las mismas.
Sobre la base de una correcta conducción de las masas populares, de una ágil y correcta conducción militar revolucionaria, de una correcta y practica combinación y coordinación del trabajo revolucionario en lo político, lo militar y de una creciente y efectiva incorporación de los sectores avanzados del pueblo, se plantea la URGENTE NESESIDAD DE CONSOLIDAR Y DESARROLLAR INTERNAMENTE A LA ORGANIZACION revolucionaria político-militar, marxista-leninista, que lucha por convertirse en la genuina expresión revolucionaria del proletariado: las Fuerzas Populares de Liberación -FPL-“Farabundo Martí”.
¿En qué direcciones debe impulsarse el proceso de consolidación y desarrollo de las FPL?
 En lo ideológico político
 En lo orgánico
 En lo técnico
 En los métodos de trabajo.
Vale decir: en lo formativo integral del militante revolucionario y de la organización.
Abarcando estos terrenos se plantean como tareas inaplazables, las siguientes:
1. La estructuración y funcionamiento de los organismos de dirección nacional: Consejo y Co-cen, que sean capaces de conducir el complejo proceso de la lucha revolucionaria a la altura de desarrollo actual y próximo futuro.
2. La restructuración orgánica interna, de acuerdo a las fuerzas y capacidades reales, para atender en forma más efectiva los complejos problemas que de la organización demanda la conducción del pueblo.
3. El funcionamiento de la organización de acuerdo a los métodos leninistas: centralismo democrático, dirección colectiva con responsabilidad individual, compartimentación, buena división y distribución del trabajo, coordinación, control y planificación.
4. La especificación inequívoca del nivel del miembro y de su calidad revolucionaria, así como de la red de aspirantes, colaboradores y simpatizantes de la organización.
5. El programa enérgico, operativo y eficaz de escogitacion, preparación, desarrollo, promoción y especialización de cuadros, a todo nivel y para todas las necesidades políticas militares de la organización.
6. Medidas enérgicas y prácticas para desarrollar el nivel ideológico y político de todos los miembros de la organización y de su red de colaboradores.
7. Afinar y desarrollar la estrategia política-militar general de las FPL y su línea táctica. Elaborar la línea política correcta en cada momento determinado y su aplicación para cada sector y zona.
8. Revisar los métodos de trabajo usados y sustituir los métodos erróneos por los leninistas de dirección y práctica revolucionarias.
En cada uno de estos eslabones claves del funcionamiento y desarrollo de la organización se ha producido y acumulado, junto a los aciertos y avances, un congestionamiento un nudo de necesidades de necesidades, debilidades, desajustes e insuficiencias que es preciso desmadejar por medio del análisis crítico y autocrático, profundo, sincero, modesto, multilineal, y completo; es decir dialectico, que evite el enfoque unilateral y desequilibrado, tomando en cuenta que los aciertos y debilidades de un área, sector o eslabón del trabajo, influyen, acondicionan y en muchas ocasiones, determinan los aciertos o debilidades de las demás áreas, formando un complejo interligado que solo el método dialectico marxista es capaz de resolver y superar correcta y eficazmente.
Esto determina que todo enfoque unilateral, empírico y estrecho de los problemas de una organización tan compleja como son las FPL, en una materia tan rica como es la conducción de la lucha revolucionaria político- militar y en un periodo que las fuerzas materiales del enemigo del pueblo son aun abrumadoramente superiores, conduce a la perdida de la proyección correcta del desarrollo, a la toma de medidas unilaterales, mecanicistas, a la desmoralización o al pesimismo, a la falta de confianza en la capacidad de la organización revolucionaria y de sus cuadros o del pueblo para su constante superación y desarrollo, y en ultimo termino, desemboca en los bandazos de línea que alejan a una organización de sus posibilidades de alcanzar y mantener un papel de vanguardia revolucionaria; o bien, conducen a la pasividad e indiferencia que impide a la organización superar sus debilidades y errores.
Ahora bien, una equilibrada visión de conjunto que ayude a colocar en su justo sitio los detalles, requiere que se vea también el momento y nivel de su desarrollo presente, en su dinamismo y movimiento y no estático o seccionado, ni desligado de las raíces que le han dado vida, vigor y desarrollo; y así mismo, de las raíces que le han dado origen y desarrollo a sus defectos, debilidades y errores. Ello permite encontrar con mayor facilidad los medios, métodos y medidas acertadas para superar eficazmente las debilidades y para vigorizar todo lo positivo que hace florecer a la organización y que la capacita para cumplir con sus responsabilidades político-militares y convertirse en la vanguardia proletaria conductora del pueblo. Es decir, que es preciso tener conciencia y claridad sobre el momento actual que vive la organización y su interrelación con las etapas anteriores de génesis y desarrollo. Solo ello permite una realista visión del acontecer actual con ponderada actitud hacia sus caminos de desarrollo futuro; una firmeza y claridad para cortar decididamente con los rasgos negativos que propician las debilidades actuales, y sobre esa base, una actitud de razonable optimismo revolucionario sobre la capacidad de nuestra organización para cumplir con sus responsabilidades históricas frente al pueblo.
De allí surge la necesidad de que recordemos algunos rasgos, aunque sea con la brevedad del caso, de la génesis y desarrollo de las FPL en el marco del proceso revolucionario de El Salvador y Centroamérica.
II. BREVEMENTE SOBRE ALGUNOS ANTECEDENTES NECESARIOS DE TOMAR EN CUENTA EN EL ANALISIS DE NUESTRA REALIDAD.
Es útil partir del reconocimiento de una realidad: a 6 años del inicio de sus actividades, las FPL se han convertido en la organización revolucionaria político militar; relativamente la más seria y consistente del país, la más consolidada ideológica y orgánicamente, la más ligada a las masas populares, con una línea estratégica y política más firme y acorde con el desarrollo del proceso revolucionario. Frente a la dispersión, fragmentación, bandazos y vacilaciones de otras organizaciones aparecidas en los últimos años, el firme desarrollo de las FPL y su creciente influencia en el pueblo contrastan notablemente en forma muy favorable para nuestra organización. Es esta realidad revolucionaria vigente y objetiva, que era inexistente hace algunos años, la que marca un jalón en la vida nacional.
Lo cual no debe alejarnos de una verdad también real y objetiva: de que a pesar de ser nuestra organización la más seria, cohesionada y responsable, existen en su seno múltiple debilidades internas. Ahora bien, si estas no han determinado todavía un irreversible perjuicio al desarrollo global de la organización, podrían hacerlo a un plazo más o menos corto, deteniendo su marcha ascendente y cambiando la actual realidad que le permite aspirar fundamente a convertirse en la vanguardia revolucionaria reconocida por la clase obrera y demás sectores revolucionarios del pueblo. De allí, la urgencia de realizar en este periodo una consecuente y enérgica superación de los retrasos, debilidades y errores presentes en el cuerpo de la organización.
¿Cómo se encuentran presente la organización revolucionaria en la escena histórica actual del país y Centroamérica? ¿Qué situación social ha hecho posible su vigencia? Es obvio que si su aparición no hubiera obedecido a una necesidad histórica objetiva del proceso revolucionario, los intentos hacia su formación y desarrollo no habrían alcanzado el éxito por ausencia de condiciones históricas que nutrieran su desenvolvimiento.
El desarrollo de las FPL ha sido posible porque obedece a las leyes históricas del desarrollo de la sociedad salvadoreña y centroamericana, en la actual etapa de las contradicciones fundamentales de clase. Obedece a la necesidad impostergable del proletariado de contar con los instrumentos de vanguardia revolucionaria orgánicos, tácticos, teóricos y prácticos que le permitan conducir con éxito la encarnizada y cruenta lucha de clases contra la burguesía interna y externa hasta su total liberación, hacia el Socialismo y el Comunismo.
Esta necesidad histórica se volvió cada vez más apremiante a medida en que los sectores tradicionales de izquierda, que por decenios pretendieron ser los exponentes de los intereses históricos de la clase obrera, se deslizaron cada vez más empecinadamente por la senda del oportunismo de derecha, convirtiéndose descaradamente en instrumentos políticos de sectores de clase de la burguesía, en una retranca para el desarrollo de la lucha revolucionaria del proletariado y el resto del pueblo.
Especial responsabilidad han tenido en la creación de esta situación, las camarillas revisionistas de derecha que, en los últimos años, le imprimieron su total dirección al PCS, organismo que fue fundado en 1930 bajo la inspiración del gran revolucionario Agustín Farabundo Martí, como expresión genuina de los intereses revolucionarios de la clase obrera y que en las últimas décadas ha derivado en un apéndice político de la burguesía.
Esta situación, que hizo más patenta una necesidad histórica concreta, no ha sido exclusividad de El Salvador o Centroamérica, si no que obedeció a una situación histórica aparecida en toda Latinoamérica y que se fue haciendo evidente desde finales de la década del 50del presente siglo. La Revolución Cubana y su trascendental victoria vinieron a poner más de relieve esta situación: la necesidad de superar los esquemas dogmáticos y de colocar las estructuras revolucionarias a tono con las necesidades del desarrollo del proceso. La necesidad de implementar una estrategia revolucionaria, así como tácticas y medios de lucha adecuados, capaces de derrotar definitivamente al imperialismo y a sus aliados y bajo la dirección del proletariado, tomar el poder del Estado y construir una nueva sociedad.
En El Salvador, en el seno del Partido Comunista, de la Juventud Comunista, de las organizaciones de masa sindicales, estudiantiles y democráticas tradicionales, se fue incrementando desde 1959 bajo el influjo del ejemplo revolucionario cubano pero impactando en condiciones objetivas propias, una creciente lucha ideológica y práctica por abrirle paso a una estrategia revolucionaria integral, a tácticas y medios de lucha eficaces, a moldes y a estructuras orgánicas adecuadas al desarrollo del proceso revolucionario, y a métodos de dirección y trabajo correctos. En el transcurso de diez años de lucha ideológica interna, se fueron perfilando y afinando concepciones revolucionarias más apegadas a la realidad histórica. Una interpretación más fiel a la realidad social objetiva. Una estrategia revolucionaria marxista fundamentada en el análisis dialectico del proceso, una orientación táctica, los medios de lucha revolucionaria y las líneas orgánicas más convincentes a las necesidades de la lucha revolucionaria de la clase obrera, campesina y demás sectores revolucionarios.
Repetimos: esta confrontación entre la corriente revolucionaria y el oportunismo de derecha se realizó en el seno de las organizaciones tradicionales existentes y entre las masas; en el terreno ideológico y en la práctica diaria de la lucha de clases y mostro la necesidad histórica de implementar el desarrollo de la lucha revolucionaria mediante nuevas estructuras revolucionarias que fueran capaces de echar adelante una estrategia verdaderamente revolucionaria.
A principios de año de 1970, había quedado completamente clara esta necesidad. La ruptura decisiva con las estructuras caducas se realizó en los tres primeros meses de ese año de parte de los elementos más sensibles a las necesidades históricas, Abril de 1970, marca el comienzo de los esfuerzos por la estructuración de una organización verdaderamente revolucionaria que, que, en agosto de 1972, pudo ya hacerse reconocer ante el pueblo con el nombre de FUERZAS POPULARES DE LIBERACION –FPL- “Farabundo Martí”.
Pero la necesidad histórica de la formación de nuevas estructuras revolucionarias y de impulsar el proceso revolucionario de manera integral no nació solo de la lucha ideológica y práctica en el seno de las organizaciones existentes, ni sobre una base abstracta, sino que esa misma lucha estaba determinada por la nueva situación en que se desarrolla la lucha de clase en el país, en Centroamérica y Latinoamérica. Esta es una situación objetiva que no depende de la voluntad o el capricho de los revolucionarios salvadoreños, si no que fue creada por las necesidades históricas determinadas por el desarrollo del proceso revolucionario de nuestro país en las condiciones de la estrategia contrarrevolucionaria de la llamada guerra Especial (de contrainsurgencia) aplicada por el imperialismo y sus aliados desde la década de 1960.
Frente a la gran victoria del pueblo cubano, el imperialismo entró a la guerra contra el pueblo, Centroamérica se ensangrentó en el fragor de los combates del pueblo contra el imperialismo y sus aliados. La estrategia global de guerra contrarrevolucionaria del imperialismo acompaña a la acción contra las guerrillas y el resto del pueblo con una política de reformas burguesas pro-imperialistas y con medidas de “Acción Social”, ideológicas y psicológicas, tendientes a separar a las masas populares de su vanguardia revolucionaria, y a crear una base social de masas que facilite la liquidación de las organizaciones revolucionarias y progresistas.
Frente a tal estrategia global del imperialismo, el pueblo solo puede triunfar a través de una estrategia revolucionaria político-militar, consistente en la Guerra Prolongada del Pueblo que permita a las fuerzas revolucionarias desarrollarse mediante la creciente incorporación del pueblo a las tareas revolucionarias político-militares, en un proceso que le permita unir las fuerzas a favor del pueblo y adquirir la capacidad para destruir a las fuerzas de la reacción como base para el triunfo de la Revolución Popular hacia el Socialismo.
En estas nuevas condiciones, que distan mucho de ser las de las décadas del 40 y del 50, toda estrategia estrecha, elaborada para responder a situaciones anteriores al triunfo de la Revolución Cubana, se vuelve caduca e inoperante, ineficaz para enfrentar las tareas revolucionarias de la época.
Esta es la razón objetiva básica que determinó la necesidad de la formación y desarrollo de las FPL en este periodo histórico de nuestro pueblo, frente a la defección de las izquierdas tradicionales.
III. RASGOS PROPIOS ADQUIRIDOS POR LA ORGANIZACIÓN
Y aquí entramos a ver algunos rasgos propios que adquirió el nacimiento y desarrollo inicial de la organización, dadas las condiciones históricas que acunaron su aparición, algunos de estos rasgos dan luz sobre algunos aspectos de la actual realidad de la organización:
1ro. Fue necesario partir de CERO en organización, en medios logísticos, en infraestructura, en cuados tecnificados, etc. Era necesario estructurar la estrategia revolucionaria y su línea táctica sin contentarse con copiar o mecánica o dogmáticamente la experiencia extranjera. Era necesario crear la línea política y la línea miliar, etc.
2do. Fue necesario empezar por resolver el problema clave: ¿por dónde empezar? ¿Por el trabajo entre las masas o por la estructura militar revolucionaria?
3ro. ¿Era necesario crear primero la clásica estructura de partido clandestino o iniciar con la formación de Comandos Armados revolucionarios ( bajo la estrategia político-militar) que en su desarrollo y bajo la línea estratégica de incorporar al pueblo a la lucha estableciera las relaciones político-militares con las masas, ramificara su estructura interna para atender consecuentemente el trabajo político y militar; y, finalmente adquiriera la genuina calidad ( política y orgánica) de vanguardia revolucionaria del proletariado, legitimo partido revolucionario de la clase obrera?
4to. ¿En qué clases o sectores de clase, dada la situación existente, se encontraría de inmediato el material revolucionario humano pata tener la base mínima de trabajo revolucionario que permitiera a la organización la capacidad para desplazarse hacia las clases fundamentales motoras de la revolución, para despertarlas , organizarlas, e incorporarlas al proceso revolucionario.
5to. ¿Cuál sería el papel de la guerrilla y qué papel desempeñaría esta en el proceso de desarrollo de las fuerzas armadas del pueblo?
6to. ¿Cómo plantear la orientación táctica operativa? ¿Partir de lo simple a lo complejo como curso dinámico no estacionado sino en incremento constante, no lineal sino dialéctico? ¿O iniciar de una vez por lo complejo?
La solución de estos problemas clave permitió concentrarse en la tarea que era eslabón central de arranque y de inicio: el forjamiento de una contextura revolucionaria acorde con la enorme tarea histórica planteada ante el pueblo. Probar si se era capaz de plasmar la teoría revolucionaria en práctica revolucionaria.
La acertada solución de estos fundamentales problemas iníciales, imprimió características propias a la naciente organización de acuerdo con las condiciones específicas del desarrollo del movimiento revolucionario de El Salvador, c características que en muchos aspectos diferenciaron a las FPL del cauce que tomaron organizaciones revolucionarias de otras latitudes, que surgieron en condiciones y medios diferentes.
Así fue como:
a) se evito distraerse en una larga y encarnizada lucha con los oportunistas por disputarles sus bases internas.
b) Hubo necesidad de replegarse (temporalmente) de posiciones de los aparatos legales de masas cuyo sostenimiento hubiera implicado descuidar las tareas de forjamiento revolucionario y distraerse en una lucha abierta por posiciones burocráticas con el consiguiente riesgo para la seguridad del trabajo naciente.
c) Se escogió como área inicial de reclutamiento, a los sectores más avanzados del estudiantado de secundaria, universitario y maestros, y, en segundo grado, de la clase obrera y campesinado; por ser aquellos los más sensibles en dicho momento para su incorporación a la lucha revolucionaria y crear así la base revolucionaria inicial que pudiera desplazarse hacia la clase obrera y campesinado; que son las fuerzas motrices fundamentales de la revolución y, muy especialmente hacia el proletariado urbano y rural.
d) Se desechó organizar la estructura inicial con la modalidad tradicional de un partido político clandestino, paso que hubiera resultado mecánico y simbólico en tales circunstancias, e inapropiado para los objetivos iníciales. Por ello se escogió la inmediata formación de Comandos Revolucionarios armados, político-militares, a partir del núcleo inicial con capacidad para realizar acciones armadas revolucionarias y conformación mínima, política e ideológica marxista.
Esto significaba la respuesta histórica a las necesidades del pueblo de crear sus instrumentos revolucionarios de lucha, que representaban una necesidad histórica en el conjunto global del proceso y que era precisamente el eslabón que faltaba en los medios de lucha del pueblo. Su creación marcaba la entada de este en una nueva etapa de sus luchas: la lucha armada como fundamental en su proceso de liberación.
El iniciar con la formación de Comandos Armados de ninguna maneras se contraponía a la necesidad del forjamiento del genuino partido revolucionario de la clase obrera, sino que representaba el primer paso práctico para la formación gradual (partiendo de lo simple a lo complejo) de la organización revolucionaria político-militar, marxista-leninista, que , al irse desarrollando y fundiendo con el pueblo, se convertiría en la legítima vanguardia político-militar organizada: EL PARTIDO POLITICO REVOLUCIONARIO DE LA CLASE OBRERA.
e) se adoptó como principio estratégico que es el pueblo el que lleva a cabo la Revolución. Que el objetivo básico de la organización, y su razón de ser, es propiciar y organizar la incorporación del pueblo así como orientarlo en sus luchas revolucionarias.
f) Se adoptó el principio de basarse fundamentalmente en nuestras propias fuerzas para el abastecimiento logístico, siendo el principal abastecedor la burguesía interno, el imperialismo y el gobierno títere, a quienes debe expropiárseles para subvencionar las necesidades de la revolución, a base de la acción armada popular.
g) Se adoptó la Estrategia Revolucionaria de la Guerra Prolongada del Pueblo, que tiene como medio fundamental la luchar armada, coordinada con la lucha de masas por sus necesidades económico-políticas. Se adoptó el método de la guerrilla en esta etapa, como medio para la formación del Ejército Popular de Liberación.
h) se adoptó como medio, en el área centroamericana, la unión de los esfuerzos revolucionarios hasta la formación del Ejército Revolucionario Centroamericano; hasta la liberación total y la construcción del Socialismo.
i) Se adoptó como lineamiento estratégico global el apoyo en el Campo Socialista Mundial, el respeto a todos los países socialistas y el firme apoyo a la Revolución Socialista de Cuba como elemento estratégico continental, la solidaridad militante con el movimiento revolucionario latinoamericano y con todos los pueblos que luchan revolucionariamente por su liberación.
De esta manera se dio respuesta la necesidad histórica de emprender la construcción de la organización revolucionaria marxista de carácter político-militar, con proyección a convertirse en vanguardia organizada de la clase obrera, capaz de enfrentar las tareas de la Guerra Revolucionaria (elemento nuevo y desconocido en nuestro país9 y que al mismo tiempo llegar a ser la organización política que necesitaba el proletariado y el pueblo.
Estas determinaciones al parecer sencillas y que en las condiciones dadas resultaban hasta cierto punto obligatorias para todo revolucionario que seriamente interpretara las necesidades a esa altura del proceso revolucionario, constituían, sin embargo, pilares básicos de arranque. Iniciar los comandos armados con la formación de la estructura político-militar (y no exclusivamente política) era una demanda histórica impostergable que representaba un salto de calidad en el proceso revolucionario y que arrinconaba los caducos y unilaterales esquemas orgánicos, políticos y prácticos de la izquierda tradicional, esquemas dogmáticos, rutinarios y ineficaces para propiciar los avances del pueblo y para elevarlo a los nuevos escalones de lucha necesarios para darle la perspectiva práctica de liberación. Dotar al pueblo de capacidad armada, constituía en ese nivel de desarrollo revolucionario, el eslabón clave para impulsar todo el proceso y constituía tares impostergable. No querer comprenderlo constituyo un tremendo error colindante con la traición al pueblo por parte de los oportunistas. Postergarlo, hubiera sido una inconsecuencia garrafal por parte de los revolucionarios. Constituía, pues, paso obligado. Ahora bien, tal paso, podía realizarse con un enfoque unilateral que condujera al militarismo (lo que algunos han dado en llamar “foquismo”) si detrás de él estuviera una concepción de sustitución de la lucha del propio pueblo. En las condiciones de nuestra organización, desde el principio se enfocó en proyección y desarrollo dialéctico hacia la realización de la tarea clave: incorporar al pueblo a la guerra, con la conciencia plena, de que el pueblo es el único autor de su historia y que ningún grupo de élite revolucionaria puede sustituirlo en su papel determinante en la Revolución. Por ello se le dio carácter político-militar a los Comandos Armados que constituían el primer escalón organizado hacia el pueblo, el inicio de la compleja organización político-militar revolucionaria que llegaría a adquirir gradualmente la capacidad de organizar al pueblo en todas las formas de lucha, orientar a las masas en ellas y, por todos los cauces, incorporarlo a las tareas de la Revolución, teniendo como medio fundamental la lucha armada y la guerrilla urbana , como método estratégico para la construcción del Ejército Popular de Liberación.
De tal manera, la formación de los primeros comandos fue el principio (y no final) de una compleja tarea político-militar: impulsar la Guerra del Pueblo de carácter prolongada hasta su victoria final; incorporar al pueblo a la misma, a través de todos los medios de lucha que favorezcan la lucha revolucionaria; construir el Ejército Popular de Liberación a través de la guerrilla y avanzar hacia la construcción del partido del proletariado, el verdadero partido comunista. De tal manera, la inicial construcción de los Comandos Armados no se concibió como contraposición de lo militar a lo político, n como una élite contrapuesta al pueblo; ni de estructura militar contra partido, sino que era el inicio de la vía para el integral desarrollo de la Guerra Revolucionaria.
Naturalmente que esta concepción dinámica no podía constituir un esquema dibujado hasta en sus últimos detalles, con la solución a todos los problemas que irían presentándose en el desarrollo. Tal cosa no solo era imposible, sino que hubiera constituido una inmodesta pretensión intelectualista y subjetiva, el tratar de diseñar formulas para la solución de problemas que tendría que ir planteando el desarrollo mismo y cuyos elementos no se encontraban todavía presentes en la escena histórica. Pero si representaba un acierto histórico de incalculable trascendencia para la vida revolucionaria del país (por medio de la interpretación correcta de la realidad objetiva) de acertar el cauce marxista que le abriera paso a la vía correcta de desarrollo, lo que, asimismo, abría la posibilidad de resolver correctamente los problemas de desarrollo en la medida que fuera preciso.
Por otra parte, estos eran problemas clave de resolver no solo aquí en El Salvador, sino que, a lo largo de todos los movimientos revolucionarios de latinoamérica. Eran pues problemas decisivos y claves los que se habían planteado durante la década del 60, al Movimiento Revolucionario Latinoamericano, los cuales fueron muchas veces abordados en forma unilateral: ejercito o partido; lucha militar o lucha política; lucha abierta o lucha secreta; masas populares o élite revolucionaria. Es duro reconocer que durante toda la década mencionada esos problemas hicieron naufragar y desaparecer a valiosos destacamentos revolucionarios. Tal vez esa experiencia dolorosa anterior a un movimiento como el nuestro, que se inició bastante más tarde, obligó a buscar la correcta posición, al mismo tiempo, es necesario reconocer que en nuestro país esa búsqueda era una alternativa casi obligada, si quería ponerse a tono con el proceso revolucionario. Fue más la intuición revolucionaria que la formulación teórica acuciosa lo que determinó la adopción de tal cauce, que la vida fue mostrando correcto como vía de inicio de la construcción de la organización y de la actividad revolucionaria nueva.
IV. LA SEMILLA DE FUTURAS DEBILIDADES
Ahora bien, tal camino de desarrollo revolucionario adoptado tiene un carácter eminentemente dialectico. Es decir, la vida se desarrolla dialécticamente. Si se está sometido a las leyes del desarrollo, este tiene que verse en función de su propia proyección dinámica, inmerso en las necesidades históricas que el avance del proceso vaya plantean do objetivamente. Solo así será capaz de ir cumpliendo en cada momento a cabalidad y correctamente con las tareas que demanda la historia. Solo así cumplirá en todo momento con una consecuente función de vanguardia revolucionaria. Ahora bien, concebir el esquema inicial de desarrollo como algo estático, que va aumentando nada más en proporciones cuantitativas, no hubiera permitido realizar, al compas del desarrollo creciente, la necesaria labor de negación de los gérmenes negativos, que como unidad dialéctica están integrados al esquema inicial, gérmenes y rasgos negativos que de no superarse, adquirirían proporciones gigantescas en detrimento de los elementos positivos que históricamente determinaron su adopción y que deben de marcar los hitos del crecimiento.
En otras palabras, el camino de desarrollo adoptado, visto como una unidad dialéctica con sus lados positivo y negativo, con sus contradicciones e interacciones dialécticas, constituyó un acierto histórico, como lo ha comprobado en 6 años el desarrollo de los acontecimientos revolucionarios en el país y Centroamérica. Adoptar otro hubiera equivalido a un desacierto garrafal que hubiera matado en ciernes el esfuerzo de impulsar el proceso revolucionario en las condiciones históricas planteadas en el país. Sin embargo, todo ser dialectico lleva al mismo tiempo en sus entrañas los gérmenes (vivos y con capacidad de desarrollarse) de superación y de destrucción. Saber superar dialécticamente los últimos y abrirle paso a los primeros, constituye precisamente la ciencia marxista del desarrollo social.
Veamos algunos de los elementos negativos que se encontraban en germen desde el propio inicio del desarrollo de nuestra organización, semillas que en condiciones propicias podrían fructificar y desnaturalizar las líneas positivas de desarrollo:
1ro. El concentrar inicialmente la labor ideológica y orgánica de nuestra organización en los sectores avanzados no proletarios; ello, de no desplazarse en un tiempo prudencial relativamente corto a poner el acento fundamental en la clase obrera de la ciudad y del campo, retardaría la consecuente proletarización marxista de nuestra organización, sustituyéndola por las características pequeño burguesas del grueso de su membrecía. Esto, a su vez, generaría un menosprecio práctico por el papel rector que debe alcanzar la clase obrera en nuestra Revolución, lo que, asimismo, retardaría la proletarización practica. La composición no proletarizada de nuestra organización, a su vez, generaría estilos y métodos de trabajo pequeño burgueses: el espontaneismo, la falta de disciplina para el trabajo planificado, la poca aceptación del control organizado, la informalidad en la realización de tareas, el liberalismo, la exaltación eufórica ante los éxitos y el desaliento y pesimismo ante las dificultades y problemas; la inconstancia en los planes emprendidos, la inconstancia en la observación de normas de seguridad, el individualismo y el amor propio exagerados, la falsa o la falta de modestia, los personalismo, etc.
De persistir indefinidamente tal situación clasista podría conducir a nuestra organización a alejarse definitivamente de la valiosa posibilidad de convertirse en la vanguardia marxista de la clase obrera.
2do. El abandono temporal de posiciones de dirección de masas (de carácter burocrático), de prolongar el retorno a la dirección de las masas con métodos revolucionarios y el no enfocar correctamente con métodos revolucionarios podría conducir gradualmente a un menosprecio inconsciente a la lucha de masas y a la incorporación del pueblo a la lucha revolucionaria y a la unilateralización del pensamiento hacia las tareas exclusivamente de la lucha armada, concebida como actividad revolucionaria desligada del pueblo. De allí que , cuando en 1972 la posibilidad y la necesidad histórica hacen surgir en nuestra organización los primeros grupos de apoyo (concebidos correctamente como los organismos revolucionarios de la dirección de las luchas de las masas) tardara mucho tiempo en evolucionar la mente de muchos cuadros para comprender la importancia vital del papel de nuestros organismos en la movilización y organización revolucionaria del pueblo, y en muchos casos, en la práctica dieron en estos nuevos organismos la modalidad exclusiva de apoyo logístico armado y de tecnificación en tal apoyo, desatendiendo la preparación para las tareas de dirección político militar de las masas.
3ro. De no aplicarse correctamente con proyección dialéctica nuestra concentración inicial en la estructura exclusiva de comandos armados que, dados los requerimientos del proceso, represento un acierto histórico, podría llevar así en gérmenes de deformaciones que han sido costosos al movimiento revolucionario latinoamericano, haciendo naufragar en el militarismo: la postergación de lo político por el enfoque militar (y no su correcta armonización e interrelación) la sustitución del pueblo por una mentalidad de elite revolucionaria aisladas de las masas, el menosprecio de las acciones y organizaciones de las masas populares; el menosprecio a todo otro medio de lucha popular (en vez de su acertada combinación dialéctica en dirección al fortalecimiento de la guerra) a considerar la técnica como el eslabón fundamental en el desarrollo de la revolución y de la organización, sobreponiéndola a los valores de carácter político e ideológico, que son base de una firme contextura revolucionaria; la aplicación de un estilo autoritario en los métodos de dirección y de trabajo, la deshumanización en la atención de los problemas de los militantes, el desarrollo de la autosuficiencia, la inmodestia, el exhibicionismo “revolucionario” y otras consecuencias similares.
El hecho de que desde su inicio nuestra organización creó sus Comandos Armados esforzándose por aplicar el marxismo-leninismo, y con un decidido carácter político-militar, guiados por la idea fundamental de que es el pueblo el factor determinante de la Revolución, hizo que los Comandos Armados iníciales desempeñaran un papel importante en el acercamiento al pueblo y en la construcción de los grupos de apoyo, nos evitó caer en graves deformaciones en ese sentido. Sin embargo, eso no quiere decir que hayamos estado exentos en un cien por ciento de uno u otro rasgo negativo que, sin embargo, no llegaron a incidir determinantemente en el desarrollo de la organización.

4º. La construcción de nuestra organización revolucionaria completamente nueva en la escena nacional, tenía que significar una casi absoluta ausencia de cuadros con previo ejercicio y formación revolucionaria para impulsar apropiadamente todas las complejas tareas político-militares que demanda la conducción del pueblo y de la guerra revolucionaria. Esto representaba una ventaja en cierto sentido: en el forjamiento de cuadros nuevos (extraídos de la cantera estudiantil principalmente) no contaminados con las concepciones oportunistas o aventureras y que se iban forjando desde el principio en la mística y la ideología propias de nuestra organización como ser revolucionario, cohesionado. Pero esto representó a sí mismo una gigantesca tarea de forjamiento y preparación de cuadros a todo nivel y para todas las tareas, que al no tenerse la capacidad de cumplirla en toda la magnitud, la calidad y la celeridad que han ido demandando las necesidades de desarrollo de la organización, han ido produciendo rezago y acumulación de problemas en distintas áreas de trabajo político de la organización y del pueblo.
Si a esto agregamos que algunos de los cuadros originales no resistieron la prueba de la aplicación de la teoría a la práctica y aún más, si tomamos en cuenta la pérdida de valiosísimos cuadros de dirección a distinto nivel debido a los sacrificios que demanda una lucha tan dura y cruenta como la emprendida por nuestra organización, tendremos un cuadro aproximado de la situación objetiva que ha tenido que afrontar la organización en su desarrollo; de tener que impulsar el trabajo de muchas áreas en crecimiento , con cuadros aun no completamente madurados para dichas responsabilidades. Este es uno de los eslabones más débiles en nuestro trabajo y funcionamiento, que debe ser superado a corto plazo para consolidar y ampliar el desarrollo de nuestra organización.
5º. La línea de desarrollo inicial valiéndose del propio esfuerzo, que significó un valioso elemento en el forjamiento revolucionario de nuestra organización y de sus cuadros en el espíritu de sacrificio, la prueba de fuego sobre la capacidad y determinación de andar el duro camino revolucionario en las condiciones más adversas, significó al mismo tiempo la carencia inicial de toda ayuda fraternal solidaria internacional ( se entiende, ayuda material) ayuda con la que han contado para sus actividades iníciales muchas organizaciones de Latinoamérica, especialmente en el periodo logístico más difícil: su impulso inicial y sus primeros pasos. Esto incidió en la no rápida solución de ciertos problemas y necesidades.
Estos son algunos de los principales elementos que se encontraban en capullo, dadas las condiciones históricas en que se originó y tuvo su desarrollo inicial las FPL y que de diversa medida han incidido en las debilidades y retrasos de su crecimiento posterior.
A estas alturas, habiendo alcanzado las FPL una dimensión y complejidad incomparables en relación con los años anteriores, con mucha mayor capacidad de dirección del pueblo y con posibilidades óptimas para intensificar la Guerra del Pueblo en todos sus aspectos, se vuelve vital y urgente identificar las debilidades, sus dimensiones y sus raíces, abordar decididamente su superación a corto plazo para lograr no solo la consolidación del trabajo de la organización, sino también crear las condiciones subjetivas de su avance ininterrumpido, lo que redundara en un prodigioso desarrollo del movimiento revolucionario.
V. PRINCIPALES ESCALONES DE DESARROLLO DE LAS FPL
Y es en este marco dialectico, generador de grandes posibilidades de desenvolvimiento de la organización (ya que concuerda con las necesidades del proceso revolucionario), pero al mismo tiempo, que contiene las semillas de debilidades y posibles errores en su desarrollo que se va desarrollando una admirable secuencia de crecimiento y desarrollo orgánico, político e ideológico de las FPL, en hitos que van marcando niveles de calidad ascendente.
A partir del núcleo inicial, muy pequeño, se van estructurando los primeros comandos armados. Partiendo de estos, ya en 1972 se organizan los primeros Grupos de Apoyo, organismos políticos-militares de carácter para-militar con funciones fundamentales de actuar dentro del pueblo para que nuestra organización pueda realizar las tareas de orientar a las masas e incorporar gradualmente al pueblo a la revolución.
Tal curso de acción político-militar tuvo su consolidación inicial, lo que permitió a la organización ya en Agosto-Septiembre de 1972 para realizar su tarea de dirección del pueblo tomar el nombre de fuerzas populares de liberación –FPL- “Farabundo Martí” y sus lemas, e iniciar la sistemática obra de propaganda y orientación entre las masas (publicación de “El Rebelde) Noviembre de ese año.
Las funciones de los Grupos de Apoyo fueron clasificándose cada vez más en el fondo de la necesidad de dirigir al pueblo en las tareas político-militares de la guerra. De tal manera, las FPL encontraban los eslabones no solo teóricos si no también orgánicos y prácticos para convertirse en la vanguardia dirigente político-militar del pueblo, situación que hasta ese momento no había concretado ninguna organización popular en las últimas décadas. Es decir, las FPL se colocaban en posibilidades de marchar por el camino que la condujeran a ganarse la honrosa posición de vanguardia revolucionaria del pueblo.
Pues, por un lado, había creado la Guerrilla Urbana (con el accionar de los Comandos Armados) , le dio vigencia en la vida nacional y mostró no solo la necesidad sino la posibilidad de desarrollar la lucha armada revolucionaria en nuestro país y en ese periodo y a partir de allí, se proyectaba al pueblo, no solo con los recursos de la propaganda y la agitación, si no desde el punto de vista orgánico, creando canales estructurales que enraizaran su dirección en las entrañas del pueblo.
El siguiente eslabón fue el de ampliar y profundizar la capacidad de penetrar en el pueblo y de iniciar el desarrollo de la guerrilla sub-urbana (1973-1974). Las tareas del primer extremo del eje de este eslabón avanzaron más aceleradamente de la proyección prevista; pero las tareas del segundo (organizar la guerra en el campo) comenzaron a retrasarse perceptiblemente.
Y en 1975, frente a los éxitos de la estrategia revolucionaria en el seno del pueblo, crecen y se agigantan urgencias determinadas por la creciente e indelegable responsabilidad de la organización de orientar a las masas, que aceleradamente se van organizando y elevando revolucionariamente su conciencia.
Y en este punto nodal se revela con toda agudez las debilidades que se han ido acumulando en la organización, especialmente en la escasez de cuadros preparados para atenderlas y a complejas tareas y áreas del trabajo de la organización frente a necesidades impostergables, sobre todo, en los ramificados sectores populares se fueron llenando las necesidades en forma espontánea y dentro de una creciente acumulación de tareas de diversas áreas (políticas, militares, secretas, etc.) en manos de los cuadros más responsables de distintos niveles.
Ya desde finales de 1974 se plantea en el Co-Cen la necesidad de entrar debidamente a la solución de los problemas básicos que se han ido acrecentando. Como son:
 La necesidad de formar un Co-Cen más amplio y capacitado para dirigir las complejas tareas que plantea este nivel de desarrollo.
 La preparación, prueba y promoción de cuadros capaces de tomar en sus manos responsabilidades a distinto nivel.
 La división adecuada del trabajo y distribución apropiada de responsabilidades.
 La compartimentación y especialización de las áreas y sectores de trabajo en lo político-militar y en lo orgánico interno. La formación de las comisiones y sub- comisiones necesarias.
 La formación, consolidación y desarrollo de otros organismos de dirección.
 La estructuración en el terreno militar y la intensificación de la operatividad revolucionaria.
 El desarrollo del trabajo de conducción política del pueblo y la dirección de sus luchas.
 La educación político-ideológica de los organismos, membrecía y colaboradores.
 La obtención de la base económica necesaria para el desarrollo del trabajo revolucionario.
 Avanzar en la disciplina, en la aplicación de las normas y en el incremento de la contextura revolucionaria de los miembros.
 Impulsar correctos métodos de trabajo.
Distintas dificultades prácticas (que no pueden detallarse en este documento) hacen postergar la inmediata y concentrada atención e estos y similares problemas básicos. Pero, al mismo tiempo la toma de medidas de reforzamiento de la dinámica actividad hacia las masas ( al irse rezagando el despejamiento de los problemas básicos acumulados) se va atendiendo de urgencia y con métodos espontáneos; lo que, como se consigna un poco atrás, produce desajustes en las áreas de trabajo, rezagos, cruces, descompartimentación, debilitamientos de normas de reclutamiento, etc., todo esto de forma simultánea con la mayor ramificación y crecimiento de la organización y de su influencia en el pueblo.
En tal estado, se va haciendo más evidente aun, la necesidad impostergable de revisar toda la situación de la organización y su trabajo, así como de adoptar un programa integral de trabajo que permita a la organización dar un salto de calidad para ponerse en capacidad de cumplir con todas las responsabilidades político-militares que de ella está demandando el proceso revolucionario.
De aquí surgen los documentos orgánicos que señalan las debilidades existentes y trazan un programa integral de restructuración de las FPL.
Aprobado en principio por el Co-Cen, al serle presentado, pasa luego a ser discutido críticamente y enriquecido por los organismos de dirección interna, como parte de todo un proceso de participación colectiva que desembocaría en la formación del Consejo de la Organización que elegiría un Co-Cen más reforzado y capacitado; y aprobaría las medidas orgánicas y políticas de reestructuración de la organización, para ponerla en capacidad de cumplir a cabalidad con su papel de dirigente político-militar de vanguardia.
VI. a continuación el documento en su CAPITULO VI, trata “SOBRE QUE ELEMENTOS MAS IMPORTANTES CONFIGURAN EN ESTE MOMENTO LA SITUACION DE LA ORGANIZACIÓN”; “EN QUE ESTADO SE ENCUENTRA LA CONSTRUCCION DE ESOS REQUERIMIENTOS BASICOS?”; “EN QUE TERRENOS HA SIDO URGENTE DESPLEGAR LOS REFUERZOS PRIORITARIOS?”
NOTA: POR RAZONES DE SEGURIDAD NO ES POSIBLE REPRODUCIR DICHO CAPITULO, DEL CUAL PRESENTAMOS SOLO ALGUNOS PARRAFOS.
En cuanto a la modalidad que adquirirá en nuestro país el armamento del pueblo a pesar que la exigencia de las masas avanzadas (sobre todo en el campo) se acrecienta frente a la necesidad de enfrentar las nuevas modalidades de opresión, del enemigo no está plenamente concretada por la organización, así como tampoco los métodos y su construcción práctica. La tarea de la formación de las milicias populares está por iniciarse y en proceso de deliberación. Frente a las necesidades del pueblo., lleva ya un retraso determinado por las debilidades internas prácticas de la organización.
Aunque no es conveniente detallar aquí, hay algunas líneas que son evidentes en nuestro trabajo militar. Las líneas generales de desarrollo han sido: la creación y la operatividad de la guerrilla urbana, y luego la ampliación de la guerrilla al campo, o sea, desarrollo de la guerrilla sub-urbana.
En cuanto a lo interno, el desarrollo obtenido por la organización ha superado en 6 años todas las previsiones y esperanzas concebidas en las etapas iníciales de la organización. Hemos constatado que se ha logrado estructurar una organización revolucionaria fuerte, seria, cohesionada que ha logrado sortear dificultades y evitar las debilidades que han hecho sucumbir en el mismo periodo a otras organizaciones.
Esto no es una casualidad, se ha debido a que en medio de debilidades y dificultades la organización ha sabido armarse de una línea estratégica y táctica correcta, que sus métodos han sido más correctos que otras organizaciones, que no ha sufrido desviaciones graves, que no ha dado bandazos estratégicos, tácticos y políticos; se ha debido asimismo a la calidad de sus militantes y cuadros que han sabido poner todo su esfuerzo en el desarrollo de las FPL y al sacrificio y ejemplar heroísmo de nuestros compañeros caídos en combate, que han impreso una mística revolucionaria a nuestra organización y a los principios que sustentan su vida. Sin embargo, se ha llegado a un momento que la organización para no estancarse, y para superar los retrasos de todo género necesita urgentemente toma runa serie de medidas prácticas que signifiquen un salto de calidad. De lo contrario, al estancarse, caerá en una serie de deformaciones internas y en su accionar que le podrán conducir a su declinación. En el momento presente, renovarse o estancarse es la alternativa que se presenta. La organización ya no es la misma de la que fue en sus inicios (desarrollo dialectico) y su estructura y métodos deben de renovarse en el mismo sentido y con el dinamismo requerido.
Con plena conciencia de esta situación, el Co-Cen entró en julio de 1975 al estudio y aplicación de los pasos iníciales del plan de reestructuración orgánica y al estudio de los aspectos políticos de las debilidades de la organización. Desde esa fecha se comenzó a dar pasos importantes, la creación de dos organismos de Dirección Nacional verdaderamente claves:
La Comisión Nacional de Masas y la Comisión Militar.
Uno de ellos se completó más pronto con cuadros de bastante responsabilidad, la mayoría de los cuales ha mostrado creciente capacidad para el desempeño de tan complejas tareas. Esto ha conducido a fortalecer la capacidad de la organización en su responsabilidad de conducción del pueblo.
La proyección de su trabajo general tiene cohesión y claridad y cada sector está dotado de planes de trabajo concreto. Este renglón del trabajo se ha convertido en piedra angular para la revolución. De ser apreciadas sabiamente las reservas y posibilidades que abre este campo de identificación con la energía del pueblo, será aquí donde se encontrara el ESLABON CLAVE del cual podrá nutrirse las FPL.
El otro Organismo de Dirección Nacional del Co-Cen tuvo retrasos es su formación. Fue estructurado posteriormente al primero, y aún está en periodo de consolidación, de creación de los primeros órganos de apoyo y planificación. Sin embargo, ha iniciado pasos muy positivos en una serie de terrenos (que no es posible detallar aquí) y que darán perspectivas, solidez, continuidad, extensión e intensificación creciente a la lucha armada organizada por las FPL. Podemos decir que con todos los retrasos y necesidades, ahora nuestra Organización está en mejores condiciones que nunca de desarrollar la lucha armada, medio fundamental de la Guerra del Pueblo.
EN LO ORGANICO INTERNO.
¿En qué terrenos ha sido urgente desplegar los esfuerzos prioritarios? – Construcción de verdaderas direcciones intermedias. – Compartimiento de organismos, cuadros, militantes y colaboradores. – Desarrollo y especialización de cuadros. – Distribución de cuadros de distintas áreas de trabajo. – Coordinación de organismos a diverso nivel. – El establecimiento del funcionamiento del Centralismo Democrático y Dirección Colectiva. – Restablecimiento de la estricta observación de las reglas del trabajo clandestino y normas de seguridad. – El desarrollo de la contextura revolucionaria de los miembros. – Revisión de los métodos de trabajo. – El impulso del plan de reestructuración hasta su culminación (celebración del Consejo y creación de un sólido Co-Cen), para poder entrar a conducir los medios adecuados para la integral superación, comenzando este proceso con la consulta a los organismos (comisiones nacionales y direcciones locales) y discusión por ellos de los documentos orgánicos; sintonización de sus opiniones, críticas y sugerencias; y sobre esta síntesis, proceder a la preparación concreta del Consejo (o del Congreso) que marcaría un acontecimiento de transcendencia singular para la organización, para la superación de las debilidades y para poner a la organización en la vía de su conversión en una poderosa organización revolucionara de la clase obrera, vanguardia marxista-leninista de la misma. Con ello las FPL entrarían en una nueva etapa de su desarrollo.
Es precisamente en este eslabón clave; en este proceso llamado a romper dialécticamente el circulo vicioso formado por las correlaciones entre las necesidades y posibilidades, entre las urgencias creadas por el desarrollo y los rezagos, los retrasos e insuficiencias; entre las exigencias de las masas y del proceso revolucionario y la carencia de cuadros, entre lo complejo de la organización y la debilidad en la dirección, etc. donde más se le ha enredado la madeja a la organización.
Veamos:
Por un lado, la dirección nacional se ha visto más debilitada, por la pérdida de compañeros y enfermedades, disminuyendo su capacidad para echar adelante con energía todo el plan de reestructuración y produciéndose un abrumante recargo de trabajo en sus miembros.
Por otra parte, los retrasos en algunos renglones mencionados se han acentuado grandemente.
Asimismo, la comprensión sobre la necesidad de las transformaciones urgentes y de los medios a emplear para que la organización pueda dar el salto de calidad en todos sus aspectos no ha avanzado con igual claridad en todos los cuadros.
Y, por otro lado, las necesidades a que obliga la compartimentación necesaria en una organización político-militar, dificultan ver por igual, a todos los cuadros, el estado real del trabajo en toda su integridad, lo ramificado y complejo de su estructura y de sus tareas, lo que asimismo dificulta la comprensión por igual de las necesidades y urgencias en toda su extensión y profundidad y de las apropiadas medidas para superarlas.
Sin embargo, no hay cuadro que no converja en la conclusión de que es necesario encontrar con urgencia los medios y métodos para superar la actual situación ( que se siente con toda la intensidad en cada área fundamental de trabajo ) y entrar de inmediato a superar los problemas, retrasos, debilidades e insuficiencias actuales que, de seguirse demorando, ocasionaran deformaciones cada vez más difíciles de superar.
¿Qué efectos causaría en la organización y en el movimiento revolucionario mayores retardos en la solución de los problemas básicos mencionados?
La Dirección Central no podría dividir las responsabilidades adecuada y racionalmente y sus pocos componentes, abrumados por el exceso de trabajo, quedarían aún más atrapados en el remolino de las tareas practicas urgentes e inmediatas, sin poder realizar sus responsabilidades de dirección estratégica político-militar, de coordinación y control, de dirección política e ideológica , de estudio, análisis y síntesis creadora.
Es decir, cada vez se debilitaría más la función de dirección efectiva y la organización quedaría como nave sin pilotaje, con el consiguiente efecto deprimente sobre toda la organización, sobre todo su complejo orgánico, sobre su actividad y su influencia de masas. Una verdadera dirección colectiva no podría operar en la práctica en tales condiciones. Ahora bien, es evidente que una organización revolucionaria político-militar requiere, como elemento básico, de una dirección central con suficiente prestigio, capacidad, firmeza y experiencia revolucionaria, que goce del debido respeto consciente, confianza plena u autoridad revolucionaria de la organización. Si este elemento clave no existe, si su deficiencia se prolonga por mucho tiempo, se generan las más diversas deformaciones en todo el cuerpo de la organización. Sin este elemento es imposible desarrollar correctamente las normas leninistas del centralismo democrático, con todas las consecuencias negativas que de ello se derivan: o bien la imposición a base de autoritarismo para mantener cohesionados a los organismos; o el democratísimo liberal que termina por corroer y romper toda la estructura.
A falta de una dirección firme y capaz que sienta sobre si el respaldo, la confianza y el respeto revolucionario de todo el colectivo y que este en capacidad de ejercer una coordinación y control firme y correcto –leninista-, florecen las tendencias al departamentalismo por áreas y sectores que terminan por crear fragmentos que despedazan a la organización por áreas o sectores. O, al margen de la dirección central, se van formando relaciones organizacionales o personales o de grupos, que conducen al mismo final.
En una palabra, sin una dirección central que goce de la confianza de la organización por su capacidad, ponderación y firmeza revolucionaria inquebrantable, es imposible conducir correctamente la guerra con todos los complejos aspectos políticos y militares; e inclusive, es imposible conservar la cohesión ideológica y orgánica de la organización.
Junto a ese elemento clave, es urgente e impostergable entrar a la decidida resolución de los problemas orgánicos internos:
 Al reforzamiento de los Organismos Nacionales del Co-Cen; especialmente la rama militar, para que pueda organizar adecuadamente en forma progresiva el complejo y ramificado campo de sus atribuciones; elemento básico para el incremento de la lucha armada revolucionaria, tanto en el terreno de las unidades regulares (la guerrilla como medio estratégico para la formación del ejército popular de liberación) como las unidades irregulares entre las masas.
 Es urgente revisar la membrecía y colocar en sus respectivas funciones y campos orgánicos a los miembros, los aspirantes y colaboradores y establecer métodos dinámicos de su desarrollo y promoción.
 Es necesario establecer los lazos correctos y las estructuras concretas para combinar acertadamente los distintos niveles y formas de trabajo, lo político con lo militar, de tal manera que podamos intensificar a los respectivos y crecientes niveles de capacidad, la lucha armada como eslabón fundamental de la guerra del pueblo, impulsar la organización y la lucha popular como medio para la incorporación del pueblo a la guerra.
 Es necesario el cumplimiento de nuestros deberes para con la guerra revolucionaria a nivel centroamericano.
 Es preciso revisar los métodos de trabajo y ponerlos a la altura de las necesidades y del desarrollo de la organización, aplicando decididamente los métodos leninistas de dirección y de trabajo.

Ahora bien, junto a las medidas orgánicas reseñadas hay un terrenoEJE sobre el que ya no podrá postergar más su atención prioritaria la Dirección político-militar; este consiste en DESARROLLAR DIALECTICA Y CREADORAMENTE, PULIR Y COMPLEMENTAR INTEGRALMENTE Y DARLE TODA LA PROYECCION (que es la guía de todo el trabajo de la organización en todos sus aspectos) a la LINEA ESTRATEGICA POLITICO- MILITAR DE LAS FPL Y A SUS LINEAMIENTOS TACTICOS; DESARROLLAR SU LINEA POLITICA, SU LINEA MILITAR Y SU LINEA ORGANICA.
Esta es una tarea trascendental para la Revolución en el país y Centroamérica que hay necesidad de emprender con toda responsabilidad, seriedad y profundidad, pues a la altura que ha llegado el desarrollo de la organización y del proceso ya no sería posible actuar eficazmente, si no es sobre la base del ordenamiento científico-dialéctico marxista del conocimiento y previsión de la realidad concreta. No es preciso recalcar mucho que una organización llena de retrasos orgánicos y prácticos de todo género y una dirección debilitada y maniatada por los mismos se ve imposibilitada de cumplir con la concienzuda concentración y sistematización necesarias a tan transcendental tarea. De allí la necesidad de despejar correctamente y superar dialécticamente a corto plazo los retrasos y debilidades señaladas con lo que se despejará el terreno para hacer fluir la sabiduría colectiva de toda la organización en la solución de los problemas estratégicos y permitirá a la dirección político-militar realizar su labor de ordenamiento, sistematización y síntesis estratégica.
Resumiendo: ya no puede esperar más tiempo la toma de medidas conscientes y enérgicas para ir resolviendo los problemas más claves y prioritarios aquí reseñados, abrirle paso a la superación de todas las debilidades que se pueden convertir en un tapón para el desarrollo de la organización y, por consiguiente, pata la marcha ascendente de la guerra revolucionaria de nuestro pueblo.
Es necesario cobrar conciencia de los problemas claves si queremos que la organización se desarrolle y continúe su marcha ascendente que ha traído desde sus primeros pasos. Debemos entrar resueltamente y sin demora a tomar las medidas necesarias para terminar con sus retrasos y debilidades. Y esto no puede hacerse ya con medidas o medios que fueron buenos para otras etapas de su desarrollo. La organización ahora ya es sumamente compleja, con grandes responsabilidades de dirección organizada del pueblo. El único método eficaz en estos niveles de desarrollo es el método marxista leninista de la dirección colectiva con responsabilidad individual, el concurso colectivo, el pensamiento colectivo, la voluntad, la determinación y la conciencia colectiva, concentrados en el área titánica de impulsar correctamente la revolución y hacer grande, fuerte e indestructible a las FPL, convertirla en la verdadera vanguardia marxista-leninista del proletariado y del pueblo.
Solo así, con la efectiva participación colectiva, con la directa participación de los cuadros con mayores responsabilidades le abriremos paso a un prodigioso desarrollo de las FPL y de la revolución (situación envidiable -en el plano de la posibilidad-que ninguna organización ha tenido hasta hoy en el país, por lo menos en las últimas décadas)
¿CUAL ES EL CORRECTO METODO DIALECTICO MARXISTA LENINISTA PARA LA SUPERACION DE LAS DEBILIDADES EN ESTE MOMENTO, DADO EL DESARROLLO ADQUIRIDO POR LA ORGANIZACIÓN?
Es el de la participación efectiva COLECTIVA de los cuadros más responsables de la organización en el estudio, deliberación y toma de decisiones claves, para la superación de las actuales debilidades.
Y en la medida en que las condiciones de seguridad lo aconsejen la participación de toda la membrecía en la deliberación y consulta para la aplicación de las medidas que se tomen.
En esta dirección se impone la necesidad de realizar al más corto plazo posible unas reuniones integradas por los compañeros con mayores responsabilidades de direcciones -escogidos por el Co-Cen de acuerdo con el conocimiento que tiene de sus responsabilidades, méritos y calidad revolucionaria- (reunión que puede tomar el carácter de consejo)
COMPAÑEROS
Estamos viviendo un momento importante en la vida de la organización, de grandes posibilidades de avance en el cumplimiento de las tareas político- militares y al mismo tiempo, con una seria de debilidades y deficiencias que es necesario superar para propiciar el desarrollo revolucionario.
En esta situación, frente a tales responsabilidades, no estamos partiendo de cero. Seis años de lucha revolucionaria, de acercamiento al pueblo, de sacrificios de toda su membrecía, de sangre de nuestros queridos compañeros caídos en combate contra el enemigo, han fructificado en una poderosa fuerza revolucionaria con capacidad múltiple en diversos terrenos, que se proyecta hacia el corazón de las masas, hacia la clase obrera y el campesinado, hacia el futuro combativo de nuestro pueblo.
El tesoro más valioso de nuestra organización son sus cuadros que se han forjado en plena lucha por los intereses del pueblo, en plena aplicación de la teoría revolucionaria a la práctica revolucionaria.
Hemos demostrado a nuestro pueblo que la lucha armada no solo es necesaria, sino que es posible en el país, y estamos en la obligación de mostrar que es el único medio capaz de conducirle en sus batallas decisivas.
A este nivel de su desarrollo las FPL cuentan con una experiencia revolucionaria incomparablemente mayor que en sus etapas iníciales. Por esa experiencia, labrada en la práctica viva. Sabemos ya definitivamente, que NINGUNA VANGUARDIA REVOLUCIONARIA SE FORJA AISLADA DEL PUEBLO; QUE NINGUNA ORGANZIACION POLITICO-MILITAR REVOLUCIONARIA ES CAPAZ DE SOBREVIVIR A LAS TENACES ENBESTIDAS DEL ENEMIGO SINO SE ATRINCHERA FIRMEMENTE EN LAS PROPIAS ENTRAÑAS DE LAS MASAS POPULARES (experiencia que la hemos visto repetirse una y otra vez en los últimos años con el desaparecimiento de valiosos destacamentos revolucionarios a lo largo y ancho de nuestra América), que solo el pueblo, es el que nutre a su organización de vanguardia, el que acrecienta las filas de su ejército, el que responde a los combatientes caídos en la cruenta lucha de creciente intensidad que solo el pueblo, fundido con sus fuerzas de vanguardia, las vuelve cada vez más poderosas, invencibles, indestructibles. Estamos conscientes de que solo aquellas organizaciones que han encontrado las formas concretas de incorporar a las masas y los medios y canales concretos de combinar acertadamente a su trabajo político-militar han sido las que han podido conducir a su pueblo -como en el caso de Viet-Nam y Cuba- a la victoria final.
Estamos frente a esa encrucijada clave. Tenemos todo para emprender esa tarea: organización; elementos básicos estratégicos; tácticos; político e ideológico; tenemos valioso elemento humano y revolucionario que crece a medida en que nos vamos acercando al pueblo y que no estamos utilizando en plenitud; tenemos ya cierto nivel de conocimientos técnicos, y medios materiales en proporción no despreciable. Sin embargo, el enemigo es aún muy fuerte con sus intenciones y planes enfilados al objetivo de destruirnos. Su gran debilidad es el pueblo contra cuyos intereses fundamentales lucha y al que nosotros debemos ganar definitivamente para llegar a ser más poderosos que el imperialismo y sus títeres.
Tenemos que cerrar lo más rápidamente las brechas al enemigo por donde en esta etapa nos pueda atacar y destruir; esas brechas son nuestras deficiencias y nuestras debilidades, nuestro aun no completo acercamiento al pueblo.
Con la resolución de cumplir con nuestras responsabilidades históricas, no tenemos motivos para ver con pesimismo las grandiosas tareas que tenemos enfrente, sino que hay bases reales para emprenderlas con optimismo y entusiasmo revolucionarios.
¡ADELANTE, COMPAÑEROS!
¡A cumplir esas tareas con honor! ¡Cada uno de nosotros es constructor de nuestra gran organización revolucionaria! ¡A convertir a las FPL en la vanguardia revolucionaria político-militar del proletariado!
¡REVOLUCIÓN O MUERTE! ¡EL PUEBLO ARMADO VENCERÁ!
EL CONSEJO REVOLUCIONARIO DE LAS FUERZAS POPULARES DE LIBERACIÓN –FPL- “FARABUNDO MARTI”

EL SALVADOR, CENTROAMERICA, JUNIO DE 1976

Ha muerto un hombre de la CIA

Ha muerto un hombre de la CIA
Carlos Dada
Miércoles, 23 de Agosto de 2017

1630

El coronel salvadoreño Nicolás Carranza vivió ochenta y cuatro años y terminó sus días el pasado 2 de agosto de manera natural; acuerpado por su comunidad en Memphis, Tennessee, que tanto lo apreció.

Como millones de salvadoreños antes y después, emigró a Estados Unidos en 1985 buscando una nueva vida. Pero Carranza tuvo que ocultar la que había llevado e inventarse una nueva identidad. Había sido viceministro de Seguridad y jefe de la Policía de Hacienda en los años más oscuros de la guerra y tenía en su closet suficientes cadáveres y secretos como para echarle diez candados y enterrarlo.

El coronel Carranza, que había sido director de la telefónica estatal ANTEL, desde donde operaba servicios de inteligencia y escuchas telefónicas, ascendió a viceministro de Defensa después del golpe de Estado de 1979. Desde ahí controlaba los temidos cuerpos de seguridad pública salvadoreños: la Policía de Hacienda, la Policía Nacional, la Guardia Nacional y la Policía de Aduanas.

Según la larga investigación sobre Escuadrones de la Muerte que hicieron los periodistas Laurie Becklund y Craig Pyes, fue el mismo Carranza el que orquestó la salida del Ejército del mayor Roberto D’Aubuisson y le ayudó con el robo de los archivos de Ansesal. Lo quería afuera para hacer el trabajo sucio y continuó siendo su jefe directo. “Los militares veían con buenos ojos lo que D’Aubuisson estaba haciendo”, dijo Carranza a Pyes. “No había razón para perseguirlo mientras estaba combatiendo a los comunistas”. Carranza le abrió los cuarteles para que reclutara miembros para sus operaciones nocturnas.

A mediados de los ochentas el coronel Carranza declaró a un periódico estadounidense: “Los escuadrones de la muerte aparecieron primero en Brasil. Eran policías que mataban criminales. Nosotros también encontramos que el sistema de justicia no castigaba a los terroristas, así que tuvimos que tomar nuestras propias medidas”.

En cuanto fue nombrado viceministro, colocó a Francisco Morán al frente de la Policía de Hacienda, y era él quien le daba órdenes directas. Morán le servía de enlace con grupos de empresarios con los que formaban escuadrones de la muerte; y fue el responsable del asesinato de Mario Zamora.

Pero cuando se mudó a Estados Unidos, Carranza no solo ocultó sus crímenes, sino también sus maneras y se volvió un hombre de suaves modales. Cambió incluso de religión y se hizo miembro de la iglesia bautista local. Consiguió trabajo como vigilante del museo de arte Brooks y se presentó como un simpático, amable empleado siempre dispuesto a ayudar a los demás. En poco tiempo era ya reconocido en esa ciudad sureña de Estados Unidos como un destacado miembro de sus comunidades religiosa y profesional: generoso, solidario, comprensivo.

Su historia parece digna de películas sobre agentes o informantes de la CIA a los que la agencia necesita ocultar, y para ello les cambia la identidad, el nombre y los manda a vivir a un pueblito con un trabajo menor, de muy bajo perfil. El coronel Carranza no cambió de nombre. Pero, como él mismo confesó años después, había sido durante muchos años informante de la CIA.

Lo conocí una helada mañana de noviembre en Memphis, en 2005, cuando se defendía del juicio civil que le entablaron víctimas de sus torturas y la viuda de Manuel Franco, el líder del FDR al que él ordenó asesinar un cuarto de siglo antes, junto con otros cinco dirigentes.

Entre las pausas del juicio le pedí a Carranza una entrevista, me dijo que no. Su abogado, Robert Fargarson, me explicó que no podía dar ninguna declaración mientras enfrentaba el proceso.

El coronel ya estaba viejo entonces. Llegaba al juicio muy elegante, con un abrigo, bufanda y un gorro para protegerse del frío. Siempre caminaba del brazo de su esposa. Tenía ya la mirada un poco perdida y escuchaba las acusaciones en su contra con la cabeza agachada. El coronel era ya un hombre derrotado.

Una tarde, tras un receso, nos encontramos en el elevador. Dos pisos.

-Buenas tardes coronel…

-Buenas tardes.

Eso fue todo. Su abogado intervino: No puede hablar con usted. Se abrieron las puertas del ascensor y salió del brazo de su esposa.

Durante todo el juicio, Carranza escuchó las acusaciones en su contra y los testimonios de sus víctimas como si fuera él la víctima de una conspiración que no alcanzaba a comprender. El pecenista Alejandro Dagoberto Marroquín viajó para testificar que Carranza era tan bueno con sus prisioneros que frecuentemente pintaba las paredes de sus celdas para que los prisioneros estuvieran en un lugar más agradable. Uno de los sobrevivientes de esas celdas de tortura, Daniel Alvarado, confirmó lo de las pinturas, pero explicó que esto siempre sucedía antes de la visita de la Cruz Roja para tapar la sangre en las paredes.

En ese juicio fue encontrado culpable de crímenes contra la humanidad, asesinatos extrajudiciales y torturas. Los únicos sorprendidos fueron sus conocidos en la iglesia bautista de Memphis y sus compañeros de trabajo en el museo.

No es que Carranza no supiera lo que hizo. Es que no entendía por qué estaba siendo juzgado en Estados Unidos. Se lo dijo al juez: Solo me arrepiento de haber trabajado para la CIA.

Todo, todo lo que estaba siendo juzgado en esa sala, dijo, era del conocimiento de la inteligencia estadounidense. Tampoco esto era nuevo. Lo había dicho ya el exdirector de Ansesal, el coronel Roberto Santiváñez, en 1985, cuando lo acusó de montar, junto con el mayor Roberto d’Aubuisson, las estructuras paramilitares conocidas como Escuadrones de la Muerte. Poco después se supo que Carranza ganaba $90 mil dólares al año por sus servicios a la agencia estadounidense.

Su pertenencia a la CIA la reiteró el exembajador de Estados Unidos en El Salvador, Robert White, en una entrevista que le hice algunos años después: “Yo traté de que sacaran a Carranza de la CIA, pero no es fácil convencer a Langley (cuartel general de la CIA). Y también deberían investigar a los embajadores de Estados Unidos que ocultaron información sobre lo que aquí pasaba”, dijo.

Entre los informantes de los servicios de inteligencia estadounidenses estaban también el fundador de ANSESAL y ORDEN, el coronel Alberto Medrano; y su protegido, Roberto d’Aubuisson, al que llamaba “uno de mis tres asesinos”.

El lugarteniente de D’Aubuisson, Álvaro Saravia, confesó que la CIA proporcionaba armas a los grupos paramilitares. Como posteriormente revelaron la captura de un piloto caído en Nicaragua y, sobre todo, las investigaciones sobre el narcotraficante hondureño Roberto Matta Ballesteros, la CIA también participó en operaciones de narcotráfico para financiar a la contra nicaragüense.

En Estados Unidos han sido juzgados ya cuatro militares salvadoreños acusados y encontrados culpables de violaciones a los derechos humanos durante la guerra (además de Carranza: el capitán Álvaro Saravia; el general Guillermo García y el coronel Eugenio Vides Casanova. Actualmente el coronel Inocencio Montano aguarda detenido en ese país su extradición a España para ser juzgado por el asesinato de los sacerdotes jesuitas en la UCA).

Pero, fuera de los participantes en la operación Irán-Contras, ningún estadounidense ha sido juzgado jamás por su rol en las violaciones a los derechos humanos de los centroamericanos, que fueron múltiples y han sido debidamente registradas. Apenas han recibido castigo sus informantes locales, sus socios estratégicos, sus “gorilas” como alguna vez los llamó el embajador en El Salvador Dean Hinton.

El coronel Nicolás Carranza fue derrotado por sus acusadores, todos víctimas de los abominables vejámenes que él supervisó y ordenó. Más que los testimonios en su contra, al coronel le indignó saberse solo, juzgado solo, encontrado culpable solo, sin la compañía de quienes conspiraron con él para cometer todos esos crímenes: sus aliados estadounidenses.

*Carlos Dada es periodista y fundador de El Faro.

Tiempo y disciplina en Gerentes de Empresas Transnacionales en Buenos Aires

TIEMPO Y DISCIPLINA EN GERENTES DE EMPRESAS
TRANSNACIONALES EN BUENOS AIRES
Diego Szlechter

Rev. Ciencias Sociales Universidad de Costa Rica, 125: 141-150/2009 (III). (ISSN: 0482-5276)

RESUMEN

El presente trabajo analiza el modo de utilización y de concepción del tiempo de altos directivos de empresas transnacionales en la Argentina. Nos basaremos, por un lado, en un debate teórico en torno a la noción de tiempo desde diferentes disciplinas (antropología, sociología, historia de la vida cotidiana), cotejándolo con fuentes primarias y secundarias de las mismas empresas. El objetivo de este estudio radica en encontrar tendencias generales en la noción y utilización del tiempo en altos directivos y mandos medios dentro del capitalismo actual. Las prácticas cotidianas de estos quedan, en gran medida, subordinados o subsumidos a los intereses corporativos. De esta manera, el eje alrededor del cual gira la temporalidad constituye la idea de la urgencia (de agregar valor al tiempo).
PALABRAS CLAVE: ARGENTINA EMPRESAS TRANSNACIONALES CAPITALISMOTRABAJO GERENTES MANDOS MEDIOS ADMINISTRACIÓN DEL TIEMPO

  • Universidad Nacional de General Sarmiento, Argentina.

diego_szlechter@yahoo.com.ar
142 Diego Szlechter
Rev. Ciencias Sociales Universidad de Costa Rica, 125: 141-150/2009 (III). (ISSN: 0482-5276)

INTRODUCCIÓN Y PRESENTACIÓN DE LA PROBLEMÁTICA

El presente trabajo pretende analizar los modos a través de los cuales los cuadros1 de empresas transnacionales en Buenos Aires internalizan y naturalizan cierta disciplina respecto a tiempos de trabajo y del tiempo libre, de forma que les impiden su clara diferenciación.

El camino que seguiremos en la siguiente exposición será caracterizar a la figura del manager o mando medio, ampliamente trabajada desde la sociología por Bouffartigue et ál. (2001), Bouffartigue (2001), Brunel (2004), Gadéa (2003), Livian et ál. (2006) y desde la antropología por Flament (2002), posteriormente presentar un debate teórico en torno a la noción de tiempo (de trabajo y de no trabajo) en el capitalismo actual y por último, indagar cuáles son algunas de las formas en que se manifiestan
rasgos de introyección de una disciplina temporal en los cuadros de empresas transnacionales.

Por último, presentaremos algunas interrogantes que se planteen a lo largo de la discusión teórica que puedan llevar a una investigación de tipo empírica que logre responder de forma más acabada a dichas cuestiones. En esta instancia,
sólo dejaré formuladas algunas preguntas que pueden allanar el camino para profundizar en estos temas.

Si bien la elección de los sujetos de estudio —los mandos medios de las empresas transnacionales— se debe a la intención de comprender tendencias de cambio globales, la delimitación geográfica a la ciudad de Buenos Aires, aunque resuma en sí misma el conjunto de transformaciones globales del capitalismo, evita la tendencia que poseen los enfoques globales,
los cuales suelen presentar a los factores explicativos del cambio como “fuerzas ajenas a los seres humanos y a las naciones, que se verían de esta forma obligadas a padecerlos del mismo modo que se soporta una tormenta”
(Boltanski y Chiapello, 2002: 34). La percepción de inevitabilidad2 puede terminar llevando a la justificación.

La razón por la cual el trabajo empírico que se pretende llevar a cabo se centra en empresas transnacionales (las cuales representan a su
vez, la mayor parte del comercio mundial en su totalidad), se debe a que las justificaciones que encuentran sus actores muestran competencias que son constantemente reproducidas a través de los procesos de socialización familiares y escolares (Boltanski y Chiapello, 2002: 47).

Tal como sostiene López Ruiz (2004), la mutación sufrida por el espíritu capitalista a través de la reformulación neoliberal de la economía política,
generó una explicación de la realidad que toma a la figura del ejecutivo como una matriz de conducta a ser diseminada por la sociedad entera, la
cual no se funda en la satisfacción del deseo, sino más bien en la inversión constante y exclusiva de la voluntad en la producción de riqueza abstracta.
La ganancia se torna no una obligación sino un imperativo vital, la lógica del capital pasa a ser la razón de su existencia. Este compromiso asumido por estos “empleados capitalistas” debe lograrse por medios pacíficos y no por coacción. Durand (2006) llama a este compromiso “servilismo voluntario”.

1 Es necesario aclarar a qué nos referimos con cuadros: Boltanski y Chiapello (2002) sostienen que el término cuadro, a partir de la década de los 90, pasa a constituir un término obsoleto, debido a que sugiere jerarquía y burocracia, términos rechazados por el discurso del management debido a que es la autonomía y la horizontalidad lo que prima en el discurso actual.
Incluso, según sostienen los autores, la literatura de los 90 reemplazan
a los cuadros por el personal intermedio y subalterno. Por lo tanto, al hablar de cuadro, estamos haciendo referencia a lo que en la jerga empresarial
suele llamarse manager en su acepción más general, lo cual incluye a aquellos que tienen la capacidad de animar equipos, manejar personas,
etc. Como sostienen los autores, el manager, en el capitalismo actual, es el hombre de las redes que en lugar de hacer carrera, construye relaciones en base a sus competencias y carisma.
2 Bessin (1998) considera que lo que diferencia al posfordismo del taylorismo o fordismo es la dependencia del entorno. A la aceleración de las operaciones de producción tayloristas se suma otra forma de aceleración producto de los cambios en el entorno, que a su vez obliga a las empresas
a modificar la esquematización del tiempo. De la organización secuencial, se pasa a la organización de la simultaneidad de operaciones. Este nuevo
tipo de aceleración en las empresas, aumenta la disposición a la irreversibilidad.

Debe lograrse una adhesión plena y conciente a los objetivos de la empresa, que requiere de sacrificios (idealmente, consentidos libremente) y de iniciativas que lleven a la estabilización del sistema en pos de su producción
y reproducción. Estos empleados deben encontrar maneras de justificar ideológicamente esta adhesión: “las personas necesitan poderosas
razones morales para adherirse al capitalismo” (Boltanski y Chiapello, 2002: 43).

En orden de mantener vivo su espíritu y poder de movilización3, el capitalismo debe apropiarse de recursos discursivos ajenos al mismo e incluso que le son hostiles. Así surgen, por ejemplo, los programas de responsabilidad social empresarial, las fundaciones empresarias
caritativas y filantrópicas o las mismas declaraciones de principios de las empresas (llamadas por Estas “misión” o “visión”).

Para atraer a las elites al mundo de los negocios y hacer de ellos sujetos productivos, es necesario que las empresas les ofrezcan los aportes que esta le hace a la sociedad en su conjunto y hacerles creer que el objetivo de los negocios no es sólo ganar dinero (Boltanski y Chiapello, 2002: 106). De Gaulejac (2005) define a esta movilización como “ideología de la gestión”.

Es necesario aclarar que el capitalismo no está regido por normas de justicia (no es intrínsecamente injusto, sino que la justicia no es pertinente dentro de sus reglas de juego)4, debido a que la norma de acumulación de capital es amoral, lo que obliga al capitalismo (a las empresas y a sus cuadros) a justificarse y autocontrolarse (Boltanski y Chiapello, 2002: 82 y 83).

Por otro lado, López Ruiz, en lugar de hablar de las justificaciones que debe encontrar el capitalismo para lograr su objetivo, sostiene que este obliga al trabajador a adoptar determinadas estrategias de supervivencia dentro de un ambiente que constantemente lo pone a prueba (en términos de los resultados de sus inversiones). El trabajador debe convertirse en un trabajador-empresario.

El autor caracteriza al capitalismo moderno como la masificación del afán de lucro en todos los niveles jerárquicos. Cada uno debe internalizar el afán de lucro y hacerlo su principal motivo, tal que cada uno se convierta en empresario de sí mismo.

Para la empresa transnacional, dentro de un marco de economía neoliberal, el salario de sus managers es una renta, el producto o el rendimiento de un capital. Si esta “máquina” llamada trabajador, debe producir flujos de
renta, entonces este debe convertirse en una especie de empresa: la base de la sociedad ya no es el individuo, sino el trabajador-empresa (López Ruiz,
2004).

EL TIEMPO EN LA EMPRESA

El tiempo es pensado y experimentado de diversas maneras de acuerdo con el grupo social al cual un individuo pertenece. Esta diversidad no sólo proviene de criterios internos de la estructura simbólica de los grupos sociales, sino que además es producto de las relaciones jerárquicas de una sociedad basada en las clases.

La utilización del tiempo es expresiva de la forma que toman los diferentes tipos de relaciones sociales. Así, las definiciones sociales de tiempo o temporalidades son fuertemente marcadas por la experiencia de clase social, género y grupo etario (Heilborn, citado por Delfino, 2004). La percepción del tiempo está condicionada por el lugar que ocupa la noción de trabajo en la vida de las personas y por las expectativas depositadas en torno a este.

3 El poder de movilización que intenta producir el capitalismo está dirigido en un doble sentido: por un lado, se hace necesario movilizar a los cuadros de las empresas, pero por otro, se hace no menos perentorio aplicar dispositivos de control desmovilizadores para contrarrestar los intentos de movilización de la clase trabajadora, a veces con éxito y otras veces no, pero el objetivo se encamina, en todos los niveles jerárquicos, a una individualización de la relación del trabajador (o de los cuadros) para con “su” empresa.
4 Tal como veremos al tratar el tema de la temporalidad en el capitalismo actual, esta falta de necesidad de imaginar un orden justo (o más justo), se relaciona con un determinado modelo temporal, en el cual se profundiza la brecha entre la experiencia acumulada y el futuro incierto, sobredimensionándose el tiempo presente. De esta manera, se llega a naturalizar el orden social dominante y poco se hace por imaginarse un orden social deseado.

De esta forma, se jerarquizan las actividades de la vida cotidiana. Thompson (1967) sostenía que, en las sociedades campesinas5, la percepción del tiempo se relacionaba con la orientación a las tareas.
El autor propone tres explicaciones a esta forma de comportamiento: 1) es más comprensible, en términos humanos, que el trabajo pautado, ya que el campesino parece atender lo que son necesidades observadas y explícitas; 2) dentro de una comunidad en la cual la orientación a la tarea es común, parece haber una menor demarcación entre “trabajo” y “vida”. Las relaciones
sociales y el trabajo se entrecruzan (el día de trabajo se prolonga o acorta de acuerdo con la tarea realizada), por lo que no existe conflicto entre trabajo y “pasar del día” y 3) para los hombres acostumbrados al trabajo pautado por el reloj, esta actitud hacia el trabajo aparece como derrochadora y falto de urgencia (Thompson, 1967: 60).

Si el capitalismo actual muestra una característica propia de las sociedades campesinas —la turbia escisión entre trabajo y tiempo libre— no se debe a una vuelta al pasado, sino precisamente a una evolución en el proceso de
disciplinamiento del tiempo: si en el capitalismo en red (Boltanski y Chiapello, 2002), trabajo y “vida” se entrecruzan, se debe a que los cuadros
de las empresas internalizan una cierta noción de tiempo que abarca el tiempo laboral y el de fuera del trabajo: las redes se construyen en cualquier momento y en cualquier lugar.

Toda acción, va a estar sometida a las leyes del mercado, incluso la misma división entre tiempo de trabajo y tiempo libre. El tiempo libre y el de trabajo
tienen una conexión y un orden, que impone el trabajo, siendo este último el que controla y establece la forma en que el tiempo libre deba ser utilizado de la mejor manera para reproducir la vida y servir a que los trabajadores rindan más en el ámbito de trabajo (Sgrazzutti, 2004).

“Es preciso que el tiempo de los hombres se ajuste al aparato de producción, que este pueda utilizar el tiempo de vida, el tiempo de existencia de los
hombres” (Foucault, 1991: 130).

De Coster (1996) sostiene que, en el capitalismo actual, la dilución de la frontera entre tiempo de trabajo y de no trabajo se debe a la búsqueda de optimización de las condiciones de uso del factor trabajo. El trabajo invade al tiempo libre y (con menor frecuencia) viceversa. La razón de esta invasión yace en que es necesario sumar a las horas de trabajo los tiempos de información y de formación necesarios para las funciones ejercidas y los tiempos que deben estar disponibles, los cuales reducen la autonomía
temporal del empleado6.

Siguiendo la tesis de la evolución del disciplinamiento del tiempo de Thompson (1967), la medición del tiempo de trabajo, encierra una
relación simple: los empleados experimentan una distinción entre el tiempo perteneciente a sus empleadores y su “propio” tiempo. El empleador debe usar el tiempo de su trabajo y procurar que este no sea derrochado: no la tarea sino el valor del tiempo es lo dominante, cuando se reduce a dinero (Thompson, 1967: 61).

5 En general, al referirse a las sociedades pre-industriales, Thompson sostiene que el patrón que describía la forma de trabajo de estas, era la alternancia de momentos de trabajo intenso y de ocio y en la cual los hombres estaban en control de sus propias vidas laborales. Como este patrón de trabajo subsiste entre algunos artistas, escritores, pequeños agricultores e incluso estudiantes, el autor eleva la provocadora pregunta acerca de si en realidad esto sería un ritmo de trabajo humano “natural” (Thompson, 1967: 73).
6 A diferencia del modelo temporal de la sociedad industrial, en la sociedad red, “los tiempos de trabajo se transforman en su “naturaleza” (condiciones
de trabajo, tecnología, gestión del personal…), en su administración (horarios…), sus ritmos (neotaylorización), su duración (reducción del tiempo
de trabajo, jubilación avanzada, desempleo). Además, se precariza (debido a una multiplicidad de estatus, y a la segmentación…) y se diversifica (tercer sector, economía subterránea, trabajo en negro, economía doméstica…). El paradigma del empleo definido por el trabajo asalariado, único y estable, con una perspectiva de carrera continua y progresiva y un vínculo salarial cerrado se modifica; poniéndose al servicio de la optimización temporal de la movilización de factores productivos, la extensión de la duración de funcionamiento de los equipamientos, y la producción de riqueza concentrada aunque producida a partir de la deslocalización
(Gaullier, citado por Luongo, 2005).
El autor se preocupa por el sentido del tiempo condicionado por la tecnología y por la medición del tiempo como medio de explotación en el trabajo. Lo que Thompson analiza no es el proceso de disciplinamiento del tiempo en la transición hacia el “industrialismo”, sino hacia el capitalismo industrial, el cual posee sus propias características definidas. En esta transición, las
luchas se definen principalmente por luchas alrededor del tiempo: finalmente los trabajadores aprenden la lección y comienzan a luchar no
contra el reloj sino por alcanzar mayores niveles de autonomía temporal (lucha por menos horas de trabajo, por pago de horas extras, etc.): estos han aprendido que “el tiempo es dinero” (Thompson, 1967: 86).

Este proceso se asemeja a una internalización o interiorización de la
disciplina, pero el autor se pregunta hasta qué punto fue impuesta y hasta cuánto fue asumida voluntariamente por los trabajadores. En las
sociedades capitalistas maduras, todo tiempo debe ser consumido, comercializado, utilizado: “pasar el tiempo” constituye una ofensa para
la fuerza laboral. La disciplina fue finalmente internalizada (Thompson, 1967: 91).

La gran narrativa de la Modernidad suponía la inserción de los agentes en la historia como poseedores de un pasado definitivo y un futuro predecible (Giddens, 1991: 12). La perspectiva de largo plazo suponía logros acumulativos. Esta gran narrativa de la historia, se disuelve una vez que se produce una pérdida de la creencia en el progreso.

En el nuevo capitalismo, la experiencia personal se encuentra a la deriva:
“La consigna nada a largo plazo desorienta la acción planificada, disuelve los vínculos de confianza y compromiso y separa la voluntad del comportamiento” (Sennet, 1998: 31). El tiempo histórico es expropiado de la vida de los sujetos, imponiéndose prácticas ligadas sólo al presente.Se deben elegir estrategias día a día.

El desarrollo del tiempo libre ha acentuado la oposición tiempo de trabajo-tiempo de no trabajo, pero como el tiempo de trabajo es el vector que contamina al resto del tiempo, la rentabilización del tiempo se ha acentuado
(Boisard, 1984). En el mismo sentido, Bessin (1998) sostiene que en el modelo capitalista actual, la lentitud se encuentra estigmatizada, ya que nos encontramos en un paradigma epistemológico dentro del cual la racionalidad económica reposa sobre la rentabilidad temporal y en el cual las innovaciones tecnológicas se derraman en la sociedad por medio de la velocidad de los modelos difusionistas del marketing.

El tiempo es dinero en el sentido de que su inversión debe generar un retorno en metálico. Jurczyk (1991) formula la tesis según la cual la vida cotidiana toma el carácter del trabajo, lo que traería como consecuencia un
abuso temporal, fenómeno cada vez más expandido en las sociedades occidentales. Los individuos se ven obligados a reorganizar sus vidas
día a día, o semana a semana. Esto ocurre con mayor acento en las empresas transnacionales.

Cuanto mayor es la flexibilidad e incertidumbre exterior, agrega Jurczyk, mayor es la tendencia hacia la búsqueda de estabilidad y flexibilidad interior. La estabilidad interna va acompañada de una capacidad de actuar de manera flexible. De esta manera, el sujeto se repliega más hacia sí mismo, buscando la salvación individual7.

Schehr (1999) prefiere hablar de una temporalidad social dominante, en la cual la temporalidad laboral juega un papel preponderante. El horizonte temporal de nuestras sociedades parece más que nunca caracterizarse por
la incertidumbre y lo efímero sobre un fondo de crisis de legitimidad de la temporalidad social dominante. El autor presenta el ejemplo de los
jóvenes fuertemente influidos por una ética de trabajo en la cual el presente queda suspendido —en detrimento de sus posibilidades— a una inserción definitiva aunque indeterminada en el mercado de trabajo: se podría hablar de una heterodeterminación cultural del tiempo en función de un exterior no manejable.

7 Laidi acuña el concepto de presente autárquico, en el cual este se desaferra del pasado y del futuro y cuyos ejes pasan a ser la autorreferencia y la autosuficiencia (Laidi, citado por Luongo, 2005).

La gestión de la carrera de los managers, también analizada por Luci (2007), se presenta en términos de una extrema movilidad, la cual genera una hipervalorización del tiempo presente: si en un momento, el diploma aseguraba oportunidades de promoción dentro de la empresa, las cuales llevaban al desarrollo de una carrera, al hacerse evidente un alto porcentaje
de desempleo entre este grupo social, si bien diferente en magnitud respecto a los sectores menos favorecidos, comenzó a mostrar una realidad diferente a la de los últimos años: si bien las empresas continúan ofreciendo perspectivas de promoción a los elementos considerados provistos de mayor talento, la seguridad a largo plazo no está garantizada (Boltanski y Chiapello, 2002: 27).

Este sobredimensionamiento del tiempo presente se produce a través de un aceleramiento del tiempo, se debilita la capacidad de insertar un momento dado en una perspectiva histórica y se desvanece tanto el pasado como
el futuro, emergiendo un presente omnipotente (Lechner, citado por Luongo, 2005). Este presente omnipotente se asemeja al de la sociedad
informacional descrita por Castells (1998), la que se caracteriza por ser una cultura on-line, instantánea, atemporal y global.

La contrapartida se presenta como la cultura de la urgencia, una cultura del fin inmediato de la vida, sin ninguna proyección de largo plazo, los proyectos mutan de forma desenfrenada: “Las culturas locales de urgencia son la expresión invertida de la atemporalidad global” (Castells, 1998: 87).

Prima lo contingente, el sentido de la vida es la vivencia inmediatamente perceptible. Dubar (2002) sostiene que al estar la organización centrada en la eficacia inmediata, buscando la flexibilidad máxima para hacer frente a la incertidumbre, el empleado que entra a trabajar en la empresa busca estabilizarse y adquirir competencias profesionales.

Así, pueden suscitarse malentendidos, ya que si el cuadro ha depositado todo en su desarrollo profesional dentro de la empresa, la ruptura puede llegar a ser dramática. La carrera deviene aleatoria e incierta. Si esta tensión entre el cuadro y la empresa es difícil de resolver, ¿Cómo es posible que los managers internalicen la disciplina de la empresa, aún incluso cuando pueden llegar a mantener, de forma paralela, visiones instrumentales acerca de su trabajo en
la organización?

Es necesario aclarar que en los ámbitos empresariales, actualmente se hace hincapié en valorar el tiempo fuera del trabajo de los cuadros, tiempo dedicado a la afectividad. Este tiempo involucra a las empresas debido a que
la afectividad es un rasgo fundamental de la empresa red (Boltanski y Chiapello, 2002).

El tiempo libre es tiempo en el cual es posible desplegar libremente la creatividad para desarrollar redes. La literatura de gestión empresarial
se rebela contra la separación entre tiempo de trabajo y fuera de trabajo, ya que esta división separa aspectos indisociables de la vida (la afectividad
familiar y de las redes) y va en contra de la flexibilidad requerida en el trabajo en red.

Cada manager debe comportarse como si fuera un empresario (o en otros términos, un inversor: invirtiendo en redes, en aprendizaje, en la carrera y también en amistades e incluso en las relaciones más íntimas), corriendo con los riesgos, la autonomía, la carga de trabajo y la escisión de la frontera de los tiempos de trabajo y de no trabajo que esto implica indefectiblemente.

El cuadro debe comportarse como capitalista, llevando consigo mismo el capital llamado “humano”8: lo humano pasa a constituir un conjunto de habilidades, destrezas y aptitudes propias de los hombres que adquieren
valor de mercado. El nuevo emprendedor interioriza la contraposición capital/trabajo (López Ruiz, 2004). A diferencia de lo que sostiene el
autor, la realidad muestra que el nuevo emprendedor diluye, borra y solapa más que interioriza dicha contraposición.

8 López Ruiz (2004) presenta dos momentos significativos
del espíritu capitalista: por un lado, los primeros años del siglo XX, en la cual la figura arquetípica del emprendedor adquiere significancia, y por otro, a partir de los años 50, durante los cuales se produce una crisis de dicha figura y de la ética del trabajo protestante, pasando a prevalecer la ética del trabajo empresarial —el trabajo pasa a constituir un emprendimiento individual—. El autor utiliza la teoría del capital humano, ideada por economistas de la Universidad de Chicago en los años 50, para sustentar su tesis. Este sostiene que dicha teoría fue adoptada por las doctrinas de la gestión empresarial en las décadas de los 90 y 2000, las cuales definen al capital humano como un conjunto de capacidades, habilidades y destrezas de los seres humanos que deben ser valorizados y gestionados.

11 Para controlar lo incontrolable (el mercado, los clientes, los cuadros), la única solución es que las personas se autocontrolen, desplazando la coacción de la exterioridad de los dispositivos organizacionales a la interioridad de las personas, concediendo capital importancia a la implicación del personal, relacionado con la motivación y movilización del personal y con el placer de trabajar (Boltanski y Chiapello, 2002: 127).

DISPOSITIVOS DISCIPLINARIOS Y DE CONTROL

Si la acumulación se produce en un contexto de determinadas relaciones sociales, entonces está directamente relacionada con la disciplina. Para que exista un cierto patrón de acumulación, además de un disciplinamiento de la clase trabajadora, es necesario que los mandos medios se encuadren dentro de determinada relación social9.

El objetivo de la disciplina es reproducir un orden (en este caso un orden productivo) y una estructura jerárquica. Productividad y disciplina no pueden estar planteadas de forma separada. Así pues, las técnicas de gestión de la fuerza laboral (de gestión del personal y de los recursos humanos en la jerga empresarial), si bien se muestran bajo el manto de la inevitabilidad de cambios globales, por lo que se hace necesario adaptarse a reglas de juego impuestas desde afuera, lo que queda oculto es la gestión del poder y la naturaleza política de la técnica10.

Tal como sostiene Palomino (2000), las nuevas formas de organización del trabajo inducen a una sujeción no ya directa sino indirecta de la fuerza de trabajo, en las cuales la relación laboral está mediada por las reglas del mercado más que por la misma organización. Cada empleado se transforma en inversor, que comparte el riesgo del capital puesto en juego.

Boltanski y Chiapello sostienen que la historia de la gestión empresarial es una historia de la sofisticación permanente de los medios de dominación de cuanto ocurre en la empresa y en su entorno. El control incluye a los mercados, la competencia, los clientes, la cadena de distribución,
el comportamiento de los consumidores, la prensa, los poderes políticos y hasta a los mismos directores de las grandes empresas.

Por lo tanto, una pregunta central que debe formularse en una investigación empírica acerca de la cuestión del control en los cuadros es ¿Cómo funciona
el proceso de internalización de la disciplina?, ¿Cuáles son las nuevas modalidades de control de la nueva gestión empresarial? Si la exigencia
hacia los cuadros es la del autocontrol ¿De qué manera se manifiesta dicho control?11

Como hemos visto hasta ahora, el objetivo de las empresas no es que sus empleados acaten los lineamientos de su dirección por medio de la coacción física, sino que es necesario movilizar a los cuadros con el objetivo de
que estos interioricen ciertos valores y creencias y que logren hacer propios los objetivos primarios de las empresas. La interiorización debe ser “dulcificada” como para que parezca lo más voluntaria posible. El objetivo del involucramiento es la fidelización para con la misión de la empresa, o en otras palabras, extraer plusvalor con la menor dificultad posible.

Una clara caracterización que hace tanto la literatura sobre managament como las grandes empresas transnacionales acerca de las nuevas formas de gestión es la aparente eliminación o reducción al mínimo de las jerarquías. Esta oda a la horizontalidad diferencia al discurso de los cuadros desde los años 90 frente a lo que anteriormente se caracterizaba como una gestión verticalista y burocrática.

9 “(…) el estudio de la disciplina y de forma articulada, la del control, permite evidenciar las complejas relaciones sociales que constituyen y conforman el proceso de trabajo como instancia de valorización; y de tal manera explican los específicos supuestos que subyacen al diseño de su estructura y funcionamiento. La disciplina comprende una estrategia reguladora de su configuración y operatividad, estrategia múltiple y compleja dirigida a conseguir la adecuación productiva del comportamiento de los trabajadores” (Gaudemar, citado por Montes Cató, 2004: 53).
10 De este modo, las formas de producción y disciplina se articulan gestionando un adecuado equilibrio entre la materialidad del orden y la eficacia social de sus representaciones simbólicas, a fin de adecuar la tecnicidad de los medios de producción, las funciones de los trabajadores y las combinaciones sociales del trabajo a las necesidades del capital expresadas en una cuádruple exigencia: permitir la continuidad del poder, obtener los máximos resultados productivos, facilitar la minoración de
los costes y lograr un control efectivo del trabajo (Gaudemar, citado por Montes Cató, 2004: 54).

La horizontalidad logra eliminar (al menos en el plano simbólico) el carácter conflictual de la relación laboral, para reemplazarlo por una relación armoniosa en el espacio de trabajo12.

El discurso de la horizontalidad y la democracia en la gestión, tiene como contracara la evaluación del rendimiento de forma individual, tomando en cuenta las opiniones de jefes y pares. Ahora la presión, la jerarquía y el control provienen del exterior: “El” cliente y “El” mercado. De esta manera, el mercado decidirá si las decisiones de un cuadro son evaluadas positiva o negativamente al final de un período, por lo que es el mercado quien decide
sobre la continuidad o no del cuadro en la empresa.

Así, las decisiones que están tomando algunas empresas en cuanto a la reducción de la semana laboral de sus cuadros (no así de los obreros) está estrechamente relacionado con el llamado a la eliminación de la autoridad por parte de las empresas y la exigencia de estas de que sus cuadros deben autoorganizarse13 y autodisciplinarse, tomando en cuenta las exigencias del cliente y del mercado.

CONCLUSIONES PRELIMINARES (INCLUYENDO INTERROGANTES QUE ENMARQUEN UNA ESTRATEGIA DE INVESTIGACIÓN EMPÍRICA)

Con el objetivo de sensibilizar a la audiencia a la cual se dirige, el discurso de
gestión empresarial manifestado de la forma más clara en los textos de management, debe ser capaz de brindar herramientas morales para desenvolverse en la vida cotidiana. Este tipo de discurso dirigido a los cuadros, demuestra la imperiosa necesidad de que estos adhieran a la
buena marcha de las empresas donde trabajan y se comprometan a la obtención de beneficios (ganancias) de las mismas. Esta necesidad se
debe a que, al estar menos sometidos a la necesidad de las clases obreras, la posibilidad de contraponerse al régimen capitalista aumenta (incluso por medio de una resistencia pasiva o un comportamiento indiferente en relación con los objetivos empresarios).

Los cuadros, especialmente los más jóvenes, necesitan encontrar motivos personales para el compromiso, por lo que las oportunidades que se les presentan adquieren el carácter de excitantes, plenas de pasión, portadoras de
posibilidades de autonomía y autorrealización. Sin embargo, paralelamente con los anhelos de libertad, el capitalismo (o en su defecto, la empresa) debe proporcionar seguridad para los cuadros, demanda que en la actualidad es más difícil de satisfacer14.

14 Boltanski y Chiapello (2002) establecen tres interrogantes a los cuales el capitalismo debe proporcionar una respuesta adecuada e históricamente
situada a sus cuadros, de las cuales nos interesa plantear una que se relaciona con la cuestión de la justificación: ¿De qué manera puede el compromiso
con el proceso de acumulación capitalista ser una fuente de entusiasmo incluso para aquellos que no serán los primeros en aprovecharse de los beneficios realizados? ¿Cómo responden los cuadros a esta cuestión? Es lo que un futuro trabajo empírico, basado en el debate teórico planteado aquí, debiera indagar.
12 En los eventos empresarios organizados fuera del horario de trabajo, dedicados principalmente a la recreación, todos participan de las diferentes
actividades en igualdad de condiciones, consumen los mismos alimentos, se tratan de igual a igual. El objetivo es constituir a la empresa como punto de referencia en la constitución de grupos y relaciones sociales. Se hace sumo hincapié (especialmente en estos eventos) en la constitución de un nosotros frente a un otro (competidor), el cual constituye la amenaza. El objetivo de la alta dirigencia es que los cuadros se sientan orgullosos de trabajar en la empresa.
13 El trabajo del capitalismo conexionista, caracterizado por Boltanski y Chiapello (2002), implica el trabajo en equipos pequeños pluridisciplinarios, flexibles y autónomos. El equipo es el lugar de la autoorganización y el autocontrol. La dirección o, mejor dicho, la coordinación, orientación y evaluación del rendimiento de estos equipos es realizada por unos pocos, llamados líderes con visión. Estos líderes visionarios logran que el compromiso, fidelidad y adhesión de los cuadros a las empresas en las que trabajan, no necesite de la fuerza. Por otro lado, éstos otorgan sentido al trabajo.

Si tal como sostienen Boltanski y Chiapello (2002), en tanto que la justificación compagina simultáneamente las justificaciones individuales (motivos personales para adherirse al capitalismo) como las generales (en las cuales el compromiso para con el capitalismo sirve al bien común), entonces se allana el camino para presentar un interrogante que no podrá ser resuelta en este trabajo, debido a que requiere de un anclaje empírico: ¿Cómo manifiestan los cuadros las diferentes formas de justificación dentro de las mismas empresas?15.

La literatura relacionada al management (gestión de organizaciones en general y de empresas en particular) provee a los cuadros de suficientes
herramientas de justificación de la forma de obtención de beneficios y con el objeto de resistir a las críticas (por parte de los subordinados y de contextos sociales ajenos a las empresas) a la hora de llevar a cabo las recomendaciones
que hacen los textos (generalmente en forma de casos de estudio) para tal propósito.

15 “Estas justificaciones deben apoyarse en argumentos lo suficientemente robustos como para ser aceptados como evidentes por un número lo
suficientemente grande de gente, de manera que pueda contenerse o superarse la desesperanza o el nihilismo que el orden capitalista no deja de inspirar
igualmente, no sólo entre quienes oprime, sino también, a veces, entre quienes tienen la tarea de mantenerlo y, a través de la educación, transmitir
sus valores” (Boltanski y Chiapello, 2002: 46).

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Instituciones, subjetividades y sentimientos frágiles

Instituciones, subjetividades y sentimientos frágiles
Miguel ALHAMBRA DELGADO
Universidad Complutense de Madrid
alhambradelgado@hotmail.com
SENNETT, Richard. 2006. La cultura del nuevo capitalismo. Barcelona:
Anagrama.

En este libro Richard Sennett nos introduce en lo que lleva siendo uno de sus intereses académicos durante los últimos años: las influencias del actual
capitalismo y la organización empresarial sobre las identidades, los
sentimientos y las pulsiones de la gente.

La característica peculiar de este nuevo libro es que tuvo su origen a raíz de un ciclo de conferencias impartidas por el autor en la Universidad de Yale resumiendo sus aportaciones teóricas en el ámbito de las relaciones laborales. Aunque Sennett no se limita a la mera auto-recopilación analítica de su obra, y
amplía sus reflexiones a otros ámbitos tales como el papel del consumo y las
formas políticas en la cultura del actual capitalismo.

Con una mirada profunda y una escritura ágil, nuestro autor va
exponiendo la cultura predominante en los sectores punteros del
capitalismo, a saber: grandes empresas -sobre todo, enfocadas en los
servicios-, consultoras, producción de TIC, automoción, etc., que tienden a
buscar un trabajador idealizado y problemático en la medida en que la vida
social de este sujeto idealizado se verá fragmentada.

Y, como él apunta, a pesar de que la mayoría de las personas no trabajen para las empresas del capitalismo “de avanzada” muchas de ellas, vastas instituciones transnacionales con más de tres mil trabajadores, la reconfiguración institucional propiciada por este neocapitalismo tiende a imponer sus formas culturales, tanto moral como estructuralmente, a todo el cuerpo social.

Así, el estudio etnográfico de Sennett sobre la cultura no se limita a la
proclamación y/o confirmación de unos valores abstractos que sustentarían
configurando la realidad, promovidos desde un logos o una consciencia
discursiva. Por contraste, Sennett integra analíticamente tanto los cambios
estructurales a nivel institucional -por consiguiente, prácticas inconscientes,
desde el momento en que existe una ausencia de sujeto(s) programador(es)-
como la ideología predominante y los discursos auto-comprensivos que los
propios sujetos se dan a sí mismos. Todo ello conforma una sugestiva
síntesis relacional de aspectos macro y microsociológicos.

La tesis principal del libro es que la desarticulación de la estructura
burocrática institucional, desarrollada después de la II Guerra Mundial hasta
finales de los pasados años setenta, no ha propiciado unas mayores cuotas
de libertad para los individuos.

A partir de la quiebra de los Acuerdos de Bretton Woods y la crisis del
petróleo de principios de los pasados años setenta, el autor fecha el punto de partida de una nueva reorganización institucional.

Ambos hechos potenciarán entre otros una liberación masiva de capital financiero a nivel internacional que, a la larga, debilitará la capacidad de influencia de los Estados-Nación.

En primer lugar, este monto de capital financiero propiciará la reconfiguración de la banca mundial en términos de fluidez y agilidad, ayudada por el incipiente aunque creciente desarrollo de las tecnologías de la información. La principal característica de este capital impaciente es la exigencia de beneficios económicos a un mayor corto plazo; el prototipo será la inversión centrada en la compra y venta de acciones en un mercado internacional abierto.

Paulatinamente, asistiremos a la conformación de un poder lateral “indiferente a la cultura que las asociaciones y alianzas a largo plazo habían forjado en el seno de la corporación” (2006: 39). Esta aceleración de resultados, demandada por la nueva configuración del capital financiero, acabara ejerciendo una excesiva presión sobre el sistema productivo y estatal, propiciando la desaparición o mutación radical de la tradicional organización institucional burocrática.

Para mostrarnos la estructura institucional burocrática, Sennett utiliza tanto
los estudios de Weber sobre la burocracia militar prusiana -desarrollada y
expandida por Bismarck a la sociedad civil- como los estudios sobre la
organización fordista y del Estado del Bienestar.

El orden burocrático se caracteriza por una estructura jerárquica piramidal con una amplia capacidad de inclusión en la base, lo que le proporciona bastantes réditos en cuanto a legitimidad se refiere, aspecto por el cual resultaría “funcional” y se extendería en la Alemania convulsa de Bismarck.

Al otorgarles una “posición” a las masas, aunque fuera baja, se inhibían los intentos revolucionarios, cosechando así apoyos al sistema político. La burocracia potenciaba en los agentes un sentimiento de sacrificio y lealtad respecto a la institución mediante una postergación de la gratificación o el placer usualmente permanente. En la medida en que la rutina se desarrollaba dentro de la rígida y estable organización, el individuo se auto-comprendía a través de ella encuadrado en posiciones sociales, marcadas por los “peldaños” adyacentes ascendentes y/o descendentes.

La tónica predominante del capitalismo social fordista fue un pensamiento estratégico a largo plazo, incluso en los estratos más bajos, desde el momento en que el tiempo social estaba estructurado bajo/en la predecible institución. De esta forma, la burocracia tendía a reproducirse cerrada al “exterior” de sí misma, lo que Weber denominó la “jaula de hierro”.

En comparación, la actual organización empresarial del capitalismo tardío
se parece mucho más a un conjunto de redes imprecisas de rápida
reconfiguración. En términos procesales, las nuevas instituciones se enfocan
al corto plazo con una estructura flexible y adaptable a los posibles cambios de la demanda de mercado, deteriorando la planificación burocrática
anterior. Y en términos estructurales, actualmente se ha producido una
drástica reducción de la “capacidad de inclusión” burocrática.

Por un lado, en el ámbito político se ha llevado a cabo a través de la privatización de sectores estatales y la disminución de Estado del Bienestar. Por otro lado, enel ámbito productivo, se ha operado mediante la precarización de los empleos existentes, la migración de las empresas a países subdesarrollados y la automatización de tareas propiciada por el desarrollo tecnológico. Dicha automatización ha eliminado empleos no sólo en las capas bajas de la estructura social, sino también en gran medida en los estratos medios, lo cual ha provocado una mayor dualización social con significativos cambios en los procesos de comunicación y poder.

En la piramidal institución burocrática, las ordenes emitidas por las elites
atravesaban los diferentes cargos intermedios hasta llegar a la base
ejecutora, produciéndose así una relativa manejabilidad de las ordenes -“se
hacían suyas”-, en definitiva, una interpretación descendente de los
mandatos. En contraste, hoy en día, la comunicación asimétrica ha sido
sustituida por la mera transmisión de información a consecuencia de la
reducción de los cuerpos medios “traductores” y del uso de los avances
tecnológicos, siendo las ordenes cuasi-instantáneas e inmodificables, lo que
ha favorecido una mayor concentración de poder en las altas esferas.

A lo anterior, habría que agregar la sui géneris división entre autoridad y poder del capitalismo flexible. Mientras que la autoridad hace referencia a un
poder que se ejercería gracias a una legitimidad y un cierto reconocimiento
por parte de los agentes que lo “padecen”, en la medida en que existe una
responsabilidad y un compromiso particulares con ellos, en el presente las
redes empresariales han transformado radicalmente esta interrelación entre
poder y autoridad, instaurando formas de poder desligadas, que “hacen tabla
rasa” del pasado y cortan cualquier vínculo con el futuro –acuerdos colectivos, asociaciones inter-empresariales, etc.-, lo que conforma un poder
irresponsable.

Estos cambios institucionales fomentan cierto tipo de pulsiones, efectos
psicológicos y subjetividades, aspectos tratados por Sennett en el segundo
capítulo. Para nuestro autor, todos tenemos la necesidad de sentirnos útiles
en algo, y en esta línea el ámbito laboral continúa aún hoy siendo una
esfera privilegiada a la hora de (auto)atribuirnos el necesario
reconocimiento social. Así, en cuanto a la definición del talento, mientras
que las anteriores estructuras otorgaban una relevancia a la experiencia y a
los logros conseguidos por el agente, en las nuevas instituciones se
persiguen sujetos adaptables a situaciones imprevistas, al trabajo periódico
en diferentes grupos en relación a una función o tarea específica, con gran
tolerancia a la ambigüedad y desprendidos de cualquier “lastre social” que
impida la proyección sobre el futuro cercano.

Otra característica del neocapitalismo sería la acelerada obsolescencia de los conocimientos y las destrezas adquiridas, producida por el frenético cambio en las innovaciones productivas y tecnológicas. Hoy en día, cualquier profesional medio se ve en la obligación de reciclarse dos o tres veces a lo largo de su vida laboral que tiende a prolongarse cada vez más. Sin embargo, ante el “costoso” reciclaje de la plantilla más veterana, las empresas suelen optar por la sustitución generacional y la contratación de jóvenes, económicamente más rentables y mucho más sumisos a las directrices de la dirección, pues no poseen la experiencia laboral que fomenta una actitud crítica ante todo
nuevo conocimiento.

En la última parte del libro, Sennett profundizará sobre las similitudes
entre dos ámbitos aparentemente lejanos: el consumo y la esfera política.
Mezcla de ambas, la política de consumo será la peculiar forma de
interacción política en la actualidad. Desde el estudio del consumo, Sennett
diferencia entre la “plataforma”, esto es, los elementos comunes
estructurales de dos artículos similares, mayoritarios éstos, y el “dorado”, a
saber, las escasas diferenciaciones maximizadas gracias a la mercadotecnia
y la publicidad.

Para ejemplificar estos conceptos, se observa la producción de dos automóviles de gama alta, como son el Skoda y el Volkswagen -o
bien, billete de primera y de turista en un vuelo trasatlántico- que comparten
un 90% de similitud estructural chasis, motor, etc. y un 10% de pequeñas
diferencias simbólicas potenciadas al máximo por el marketing profesional.
Mutatis mutandi, observamos ciertos parecidos en cuanto a la política
institucional, la “plataforma” es el amplio consenso entre partidos en
términos de apoyo al sistema capitalista y a las tendencias estructurales de
éste, mientras que el “dorado” correspondería a la magnificación de los
símbolos, como serían las retóricas de partidos o la escenificación de los
medios de comunicación, por poner unos ejemplos. Todo ello se sitúa dentro
de un ambiente que pretende hacer la decisión del votante sencilla,
característica que embrolla cualquier debate comprometido con una cierta
profundidad y debilita la democracia.

Sintetizando, la cultura del nuevo capitalismo produce principalmente tres
déficits sociales en la vida de los individuos. Primero, en términos
temporales, si en el pasado el tiempo social se co-formaba dentro de las
estables instituciones burocráticas -creando, de esta forma, la posibilidad de
una auto-compresión por parte del individuo en relación a los “escalones” o
cargos conseguidos en la institución e insertando así el pasado en el
presente-, en la actualidad las institucionales empresariales del capitalismo
“de avanzada” imposibilitan la auto-comprensión que los sujetos tienden a
darse a sí mismos, en la medida que erosionan la “capacidad de relato” e
integración del trecho vital pasado y presente, instaurando entre ambos una
radical separación.
Esta fragmentación de la auto-percepción existencial sería consecuencia de la reinvención continua de las instituciones en el neocapitalismo, orientadas al corto plazo y al benéfico rápido. Segundo, y en consonancia con lo anterior, los talentos y habilidades requeridos han sido redefinidos, si en el pasado se premiaba la antigüedad y la experiencia adquirida a lo largo del tiempo, fomentando de este modo un conocimiento profundo de la tarea desempeñada, hoy en día las habilidades y los talentos buscados son mucho más difusos como la versatilidad, la flexibilidad adaptativa a situaciones imprevisibles o la tolerancia a la ambigüedad y al riesgo.

Finalmente, un tercer déficit social se produciría ante la incesante
renuncia a cualquier responsabilidad dentro del reajuste permanente de las
instituciones, pues desaparece cualquier compromiso establecido en el
pasado y/o enfocado hacia el futuro entre la institución y los sujetos,
produciéndose un debilitamiento de la confianza y la lealtad mutua,
necesarias para cualquier construcción duradera, personal o colectiva.

Para concluir este breve texto, quisiéramos aportar una ligera crítica al
incisivo análisis de Sennett, pues en algunos párrafos se tiene la sensación
de que no realiza una completa comparación simétrica entre el pasado y el
presente, apreciándose cierta dualidad explicativa. Así, cuando analiza las
instituciones pasadas, apela a explicaciones que enfatizan causas políticas,
esto es, a la necesidad sistémica de conseguir una amplia legitimidad con el
modo de producción capitalista, legitimidad lograda gracias a la extensa
inclusión de las masas y al consecuente ensanchamiento de la base social
que propiciaba el aparato burocrático capitalista -ejemplarizadas en la
política social de Bismarck y potenciadas tras la Segunda Guerra Mundial-.

En contraste, el estudio de la flexibilidad institucional, instaurada desde
finales de los pasados años setenta, se explica, sobre todo, por la necesidad
de la lógica capitalista de una nueva reorganización que incrementará los
beneficios económicos -la “destrucción creadora”, en palabras de
Schumpeter-, a la vez que se analizan las peculiares consecuencias de esta
nueva reestructuración. A nuestro juicio, para conseguir una completa
comparación simétrica, se debería asistir a un desarrollo paralelo de ambas
explicaciones. De esta forma, sería conveniente interrogarnos tanto por los
mecanismos actuales de legitimación -los dispositivos de obediencia
voluntaria, en términos weberianos- como por la necesidad económica de la
antigua organización social en términos de la lógica capitalista y su
necesario incremento de la rentabilidad.
La ausencia de esta simetría explicativa tiende a mostrar, como logros sociales de una concienciación voluntarista de una colectividad obrera organizada, los sindicatos tradicionales, fenómenos que estarían más bien derivados y condicionados por una determinada estructuración social o también por la actividad consciente de los agentes.
Revista de Antropología Social
ISSN: 1131-558X
ras@cps.ucm.es
Universidad Complutense de Madrid
España

En el espíritu de Boltanski

En el espíritu de Boltanski
Un par de veranos atrás intenté ordenar mi lectura del “Nuevo Espíritu del Capitalismo” (NEC) de Bolstanski y Chiapello es una especie de reseña privada. Inspirado por el espíritu de la visita- que lamentablemente me perderé- del mismísimo Boltanski a la UDP por estos días decidí subir mis notas.

1. El libro es sobre la relación entre el capitalismo, y las formas de justificación y críticas a este régimen de acumulación. El título viene obviamente de la ética protestante de Weber, aunque de una particular lectura de éste. A juicio de B&Ch no es que el capitalismo necesite de una especie de fuerza previa que le permita despegar, sino que tiene que justificarse continuamente, pues, por un lado, debe ser legítimo para los diferentes actores que participan de las relaciones económicas (como los trabajadores o los consumidores), y, por otro, porque sus agentes centrales (entrepreneurs, gerentes, etc.) necesitan de una justificación que trascienda la mera ganancia.
En este sentido se distinguen dos grandes “espíritus”, el descrito por Weber (o también en esta muy buena película!) donde la ganancia necesita de una justificación religiosa, y el capitalismo de post-guerra, donde el control de la empresa pasa a manos de los gerentes profesionales y mejoran las condiciones de vida de los trabajadores con el estado de bienestar. Tal como indica el título del libro, la idea principal del texto es que en los últimos años el capitalismo habría encontrado un tercer espíritu.
2. El libro se conecta con diferentes elementos de un marco teórico mayor desarrollado principalmente en On Justification de Boltanski y Thevenot. Ahí se sugiere que a la hora de enfrentarnos en controversias públicas los actores sociales contamos con un conjunto de repertorios o regímenes de justificación legítimos.
Más específicamente, se propone una lista de 6 “orders of worth” (merchant, civico, industrial, domestico, fama, gracia), cada uno asociado con diferentes formas de establecer lo común, lo justo, y sus particulares escalas de orden[i]. El punto del NEC es que el nuevo “espíritu del capitalismo” se conecta con el nacimiento de un nuevo régimen de justificación.

Este nuevo orden se asocia a la idea de “red” y tiene que ver con el despliegue de una forma de organizar la economía donde los proyectos, el desarrollo de nuevas conexiones y la flexibilidad son valores centrales. Empíricamente, la idea de este nuevo espíritu se infiere (de modo análago al trabajo de otros autores como N.Thrift) del análisis detallado de textos de management de diferentes momentos. Sin embargo, se sugiere también de que es posible encontrar una formulación más sistemática en las diferentes corrientes del pensamiento contemporáneo basadas en una ontología “reticular”: en particular la sociología de redes de EEUU (en especial gente tipo Burt, Uzzi, Powell, etc.) y el post-estructuralismo de Deleuze y la ANT.
3. Esto se conecta con lo que Boltanski y Thevenot han denominado una Sociologia de Capacidad Crítica, que más que ver con ser críticos, aspira al estudio sistemático de la crítica en la vida social. En esta dirección, una importante proporción de On Justification es dedicada a la forma como particulares arreglos sustentados en un determinado orden, son denunciados desde otro cómo corruptos, incorrectos o injustos.
En NEC la sociología de la crítica adquiere una dimensión histórica, casi dialéctica, ya que: se intenta estudiar empíricamente la relación entre el capitalismo y sus críticas[ii]. En este sentido la principal tesis histórica del libro es que el capitalismo se relaciona productivamente con sus críticas, o más específicamente, que el espíritu del capitalismo actual puede ser comprendido como una reacción de la crítica desplegada durante el 1968 en Francia. En particular, se revisa con gran detalle las controversias de la época, discutiendo, como el 68 conectó dos tipos diferentes de críticas (universitarios asustados por empresas burocráticas e incapaces de insertarlos a todos y los sindicatos empoderados clamando por mejores condiciones salariales), y como, en un primer momento (hasta mediados de los 70s) la reacción del capitalismo fue hacia mejorar las condiciones laborales (o sociales), mientras que de ahí en adelante la empresa comenzó a orientarse a aumentar la flexibilidad y creatividad.
4. Finalmente, el NEC desarrolla un tercer interés característico de la “sociología pragmática francesa”, a saber, el intento por estudiar la producción práctica de categorías sociales. En este contexto las clases son comprendidas como una forma de abstracción práctica (donde a y b tienen en comun x), que son el producto de controversias socio-cognitivas donde participan múltiples actores, incluidos sociólogos, estadísticos y encuestas. En efecto, a diferencia de otros influyentes libros de fines de los 90s, en el NEC no se sugiere que en la actualidad los actores sean “menos clasificados” o menos conectados socialmente, sino que hay un cambio en el tipo de clasificación considerada al momento de establecer las condiciones laborales de cada trabajador. En este contexto, la crítica social de la injusticia en la economía industrial (basadas en un sistema de categorías nacionales, i.e. OBREROS SEMI-CALIFICADOS) pierde sustento y relevancia, con respecto a nuevas formas de conexiones (REDES y proyectos).
5. Es en este momento que los autores dan el paso más político del libro, y se preguntan sí es posible pasar de una sociología de capacidad crítica, a una crítica social. En otras palabras, desde donde es posible criticar la injusticia del regimen conexionista? Su particular respuesta es: lo justo y lo injusto se puede asociar a dos formas de armar redes: una conexión de la que varios se benefician – del tipo capital social- versus una red donde uno o unos pocos se apropian de todo. Sin embargo, para desarrollar esta crítica es necesario hacer un trabajo de “producción de formas”, similar al realizado para ensamblar las categorías ocupacionales y las críticas industriales, que pérmita conectar los beneficios de los ganadores con la miseria de los excluidos.
En resumen: un libro muy recomendable, y que, como las grandes novelas, no sólo se trata de la historia que cuenta sino que también sobre como contar historias. En este caso: es tanto un libro sobre la nueva economía como de la sociología del capitalismo. En particular: los autores parecen sugerir jugar con tres diferentes modos de hacer esta sociología: cómo una narrativa del nuevo capitalismo; cómo un agente en la producción de nuevas formas de clasificación; o cómo una renovada sociología crítica. Quizás lo único que eche de menos fue una discusión sobre el capitalismo, que a pesar del altisimo nivel de reflexividad del libro, parece darse por sentado.
José Ossandón
________________________________________
[i] Estas escalas sirven para ordenar personas (ej: quienes tienen más o menos méritos varía considerablemente sí consideramos la cercanía del orden doméstico o el bien común del orden cívico) y objetos (ej: es distinto si ordenamos bienes de acuerdo a su demanda, a su popularidad o respecto a la eficiencia del orden industrial). On Justification se distingue de otros enfoques sociológicos que subrayan la diferenciación, porque en vez de asociar ámbitos funcionales con un particular tipo de valor, se estudia como los actores movilizan estos diferentes principios en controversias prácticas en diferentes contextos (ej: una decisión económica no es tiene porque ser justificada sólo en términos de competencia, pero también puede asociarse a la eficiencia, o el orden doméstico).
[ii] Específicamente, B&Ch sugieren que es posible distinguir dos grandes tipos de críticas al capital: críticas sociales y críticas artísticas. La crítica social puede ser a la Durkheim (el capitalismo puede arriesgar los lazos necesarios para mantenernos integrados) o a la Marx (el capitalismo se basa en la explotación de unos a otros); mientras que la “crítica artística” es asociada con la alienación (o la pérdida de sentido en el capitalismo) y la autenticidad (propia de la crítica a la mercantilización).

Sobre el nuevo espíritu del capitalismo

El nuevo espíritu del capitalismo
Por Ricardo Forster
EL PAISOPINION

“En el régimen neoliberal de la autoexplotación uno dirige la agresión hacia sí mismo. Esta autoagresividad no convierte al explotado en revolucionario, sino en depresivo. Hoy el poder adquiere cada vez más una forma permisiva. En su permisividad, incluso en su amabilidad, depone su negatividad y se ofrece como libertad. La psicopolítica neoliberal está dominada por la positividad. En lugar de operar con amenazas, opera con estímulos positivos. No emplea la ‘medicina amarga’, sino el me gusta. Lisonjea el alma en lugar de sacudirla y paralizarla mediante shocks. La seduce en lugar de oponerse a ella. Le toma la delantera. Con mucha atención toma nota de los anhelos, las necesidades y los deseos (…). La psicopolítica neoliberal es una política inteligente que busca agradar en lugar de someter.”
Byung-Chul Han, Psicopolítica
Hace unos años, cuando todavía no se había desatado la crisis de las hipotecas, la signada por la estrepitosa caída de Lehmann Brothers y que, desde el año 2008, sigue marcando duramente la travesía del capitalismo ultraliberal, en un notable libro de dos sociólogos franceses, Luc Boltanski y Ève Chiapello (El nuevo espíritu del capitalismo), podíamos leer, entre incrédulos y fascinados, las profundas transformaciones que se habían operado en el funcionamiento de la sociedad y de sus entramados económicos a partir de los años 80 y, sobre todo, desde la última década del siglo pasado.
Boltanski y Chiapello se detenían, principalmente, a analizar y desmenuzar los cambios en el interior del mundo de las empresas, aguzaban su indagación para descifrar los procesos cultural-simbólicos que llevaron a dejar atrás los paradigmas fordistas en los que habían sido formados y formateados los cuadros gerenciales para poner en evidencia la profunda metamorfosis que viene signando la realidad empresarial desde las últimas tres décadas y que ha irradiado sobre los otros estratos de la sociedad.

Lejos de los paradigmas contra los que se rebelaron los jóvenes de las décadas de 1960 y 1970, paradigmas sostenidos en el interior de la etapa productivista del capitalismo, allí incluso donde, en especial en los años que se abrieron a partir de la segunda posguerra, se expandió el Estado de Bienestar, lo que domina la escena de los últimos casi 40 años es la emergencia de un capitalismo de lo flexible asociado al impacto de la financiarización extrema de las relaciones económicas.
Combinando una rigurosa investigación de esta etapa hegemonizada por la financiarización del capital y hundiendo su bisturí crítico en los fundamentos ideológicos del neoliberalismo, los autores van mostrando de qué modo el discurso y la práctica del “nuevo espíritu” del capitalismo se fue apropiando de las experiencias y las propuestas contraculturales desplegadas en los años sesentas cuando la busca de un nuevo paradigma de libertad individual y de una violenta crítica a las formas autoritarias y jerárquicas de la sociedad burguesa dominaron la sensibilidad y las acciones de la generación de Mayo del 68.
En todo caso, se afanan por comprender el paso de un capitalismo centrado en la producción y organizado a partir de estructuras verticales y jerárquicas a un capitalismo “de seducción” orientado hacia los placeres y el llamado al goce permanente capaz de introducir en la vida cotidiana la ficción de la diversidad, la libertad sin límites y la transgresión normativizada. Sus inquietudes están dirigidas a interrogar por la construcción de nuevas alternativas que logren sustraerse a esas formas de seducción que le ha permitido a la economía global de mercado imponer en casi todas las latitudes sus estructuras de dominación.
Desafío de quienes siguen reivindicando ideales emancipatorios en la época en la que la lógica represiva y autoritaria del capitalismo ha mutado hacia prácticas capaces de enmascarar la actualidad de la desigualdad y la injusticia que, lejos de disminuir, se han multiplicado y acelerado a nivel planetario. “El capitalismo artístico –escribieron Gilles Lipovetsky y Jean Serroy– nos hace pasar del mundo del horror al de la belleza radiante y poética”.
En nuestra geografía sureña eso lo podemos comprobar al experimentar la diferencia que existe entre la publicidad de una “revolución de la alegría” propuesta por Cambiemos y la despiadada implementación de un programa de transferencia de recursos desde los sectores populares y asalariados a las grandes corporaciones financieras, a los dueños de la soja y a las empresas multinacionales.
En todo caso, entre la ficción propagandística y la realidad de un aceleramiento de la desigualdad se ha colado una nueva y pujante maquinaria de producción intensiva de subjetividades sujetadas al engranaje del consumo infinito que encuentra su otro rostro en las nuevas formas de exclusión.
Veamos lo que destacan Boltanski y Chiapello: “No es difícil reconocer aquí (los autores están reflexionando sobre los cambios en la formación de los cuadros empresariales en los años 90) el eco de las denuncias antijerárquicas y de las aspiraciones de autonomía que se expresaron con fuerza a finales de la década de 1960 y durante la de 1970. De hecho, esta filiación es reivindicada por algunos de los consultores que, en la década de 1980, han contribuido a la puesta en marcha de los dispositivos de la nueva gestión empresarial y que, provenientes del izquierdismo y, sobre todo, del movimiento autogestionario, subrayan la continuidad, tras el giro político de 1983, entre su compromiso de juventud y las actividades que han llevado a cabo en las empresas, donde han tratado de hacer las condiciones de trabajo más atractivas, mejorar la productividad, desarrollar la calidad y aumentar los beneficios.
Así, por ejemplo, las cualidades que en este nuevo espíritu son garantes del éxito –la autonomía, la espontaneidad, la movilidad, la capacidad rizomática, la pluricompetencia (en oposición a la rígida especialización de la antigua división del trabajo), la convivencialidad, la apertura a los otros y a las novedades, la disponibilidad, la creatividad, la intuición visionaria, la sensibilidad ante las diferencias, la capacidad de escucha con respecto a lo vivido y la aceptación de experiencias múltiples, la atracción por lo informal y la búsqueda de contactos interpersonales– están sacadas directamente del repertorio de Mayo de 1968.
Sin embargo, estos temas, que en los textos del movimiento de mayo de 1968 iban acompañados de una crítica del capitalismo (y, en particular, de una crítica de la explotación) y de su anuncio de un fin inminente, en la literatura de la nueva gestión empresarial se encuentran de algún modo autonomizados, constituidos como objetivos que valen por sí mismos y puestos al servicio de las fuerzas que antes trataban de destruir.
La crítica de la división del trabajo, de la jerarquía y de la vigilancia, es decir, de la forma en la que el capitalismo industrial aliena la libertad es, de este modo, separada de la crítica de la alienación mercantil, de la opresión de las fuerzas impersonales del mercado que, sin embargo, era algo que la acompañaba casi siempre en los escritos contestatarios de la década de 1970”.
Lo interesante de este análisis es, precisamente, que nos muestra de qué modo el sistema logró apropiarse de las críticas más radicales, en especial de aquellas que hacían hincapié en las formas autoritarias y jerárquicas que dominaban la esfera de la producción y del mundo económico, para, generando una metamorfosis sorprendente, ponerlas al servicio de la reconfiguración del propio capitalismo.
Resulta imposible explicar la expansión cultural (y ya no sólo estructural-financiera) del neoliberalismo sin establecer estas genealogías y estos vínculos que, a simple vista, parecerían ser visceralmente contradictorios. ¿Cómo es posible que los movimientos contestatarios y anticapitalistas de los 60 y los 70 se hayan convertido en la materia prima para la refundación todavía más salvaje de la dominación burguesa sobre el conjunto de la sociedad?
Seguramente es posible encontrar la respuesta en el meticuloso estudio que los autores realizan de la erosión que el nuevo individualismo libertario y hedónico generó en el interior de la vida de la sociedad de finales del siglo pasado y, sobre todo, de la “genial” apropiación que la nueva cultura empresarial fue capaz de hacer de las energías contestatarias que marcaron a una generación e hicieron inviable la persistencia de un modelo autoritario de organización de la sociedad (aunque también se llevó puesta, esta labor erosionante, el entramado comunitario para potenciar el híper individualismo).
Pero, lo fundamental, fue la sagacidad con la que rápidamente comprendieron la fluidez que surgía entre las nuevas necesidades del capitalismo neoliberal y la ruptura de los límites, de las jerarquías y de las tradicionales y anquilosadas formas de organización del trabajo que estaban en la base de la crítica de los jóvenes rebeldes de los 60 y 70. Del mismo modo que, utilizando los cuantiosos recursos de los medios de comunicación y de la industria de la cultura, se desplegó un proceso de producción de subjetividad asociada a los valores emergentes de la nueva praxis individualista.
Del espíritu anticapitalista extrajeron aquellas características que se correspondían con las exigencias de la época de la fluidificación económica, de la imprescindible apertura de las fronteras mercantiles y de la radical financiarización del sistema económico que apostaba a lo flexible frente a lo sólido, a lo fugaz frente a lo permanente, a lo descentrado frente a lo orgánico, a lo horizontal frente a lo jerárquico.
Bajo la impronta de un nuevo concepto de “libertad” (en gran medida extraído de la crítica de la generación del 68, lo que otros autores han llamado la “crítica artística del capitalismo”), el neoliberalismo fue modificando de cuajo las formas cultural-simbólicas y se preparó para producir una profunda mutación en la subjetividad. Difícil, por no decir imposible, desentrañar la emergencia de la “nueva derecha” (entre nosotros del macrismo) sin dilucidar las características centrales de esta etapa del capitalismo global.

El nuevo espíritu del capitalismo

El nuevo espíritu del capitalismo*
Luc Boltanski y Ève Chiapello

INTRODUCCIÓN GENERAL:
Del espíritu del capitalismo y del papel de la crítica

Este libro tiene por objeto los cambios ideológicos que han acompañado a las recientes transformaciones del capitalismo. Propone una interpretación del movimiento que va de los años que siguieron a los acontecimientos de mayo de 1968, durante los cuales la crítica del capitalismo se expresó con fuerza, pasando por la década de 1980, donde, con el silencio de la crítica, las formas de organización sobre las que reposaba el funcionamiento del capitalismo se modificaron profundamente, hasta la vacilante búsqueda de nuevas bases críticas en la segunda mitad de la década de 1990.
No se trata de un libro meramente descriptivo, sino que pretende también, mediante este ejemplo histórico, proponer un marco teórico más amplio para la comprensión del modo en que se modifican las ideologías asociadas a las actividades económicas, siempre y cuando no demos al término de ideología el sentido reductor al que lo ha reducido frecuentemente la vulgata marxista de un discurso moralizador que trataría de ocultar intereses materiales que quedarían, no obstante, continuamente puestos en evidencia por las prácticas. Preferimos acercarnos al sentido de ideología desarrollado, por ejemplo, en la obra de Louis Dumont, para quien la ideología constituye un conjunto de creencias compartidas, inscritas en instituciones, comprometidas en acciones y, de esta forma, ancladas en lo real.
Tal vez se nos reprochará el haber abordado un cambio global a partir de un ejemplo local: el de Francia en los últimos treinta años. No creemos, ciertamente, que el caso de Francia pueda, por sí solo, resumir todas las transformaciones del capitalismo. Sin embargo, no satisfechos con las aproximaciones y descripciones esbozadas a grandes rasgos que suelen acompañar, generalmente, a los discursos sobre la globalización, deseábamos elaborar un modelo del cambio que fuese presentado aquí a partir de un conjunto de análisis de orden pragmático, es decir, capaces de tomar en consideración las distintas maneras en las que las personas se comprometen en la acción, sus justificaciones y el sentido que dan a sus actos.
Ahora bien, semejante empresa es, por cuestiones de tiempo y sobre todo de medios, prácticamente irrealizable a escala mundial o inclusive a escala de un continente, habida cuenta del peso que las tradiciones y las coyunturas políticas nacionales continúan teniendo sobre la orientación de las prácticas económicas y de las formas de expresión ideológica que las acompañan. Ésta es sin lugar a dudas la razón por la cual los enfoques globales terminan a menudo dando una importancia preponderante a factores explicativos con frecuencia de orden tecnológico, macroeconómico o demográfico que son considerados como fuerzas ajenas a los seres humanos y a las naciones, que se verían de esta forma obligadas a padecerlos del mismo modo que se soporta una tormenta. Para este neodarwinismo histórico, las «mutaciones» se nos impondrían como se imponen a las especies: depende de nosotros adaptarnos o morir. Sin embargo, los seres humanos no sólo padecen la historia, también la hacen y nosotros queríamos verles manos a la obra.
No pretendemos afirmar que lo que ha pasado en Francia sea un ejemplo para el resto del mundo, ni que los modelos que hemos elaborado a partir de la situación francesa tengan, tal cuales, una validez universal. Tenemos, sin embargo, buenas razones para pensar que procesos bastante similares al francés han marcado la evolución de las ideologías que han acompañado a la reorganización del capitalismo en otros países desarrollados, según modalidades sujetas, en cada caso, a las especificidades de la historia política y social que sólo análisis regionales detallados permitirán iluminar con la precisión suficiente.
Hemos tratado de aclarar las relaciones que se establecen entre el capitalismo y sus críticas, de forma que podamos interpretar algunos de los fenómenos que han afectado a la esfera ideológica a lo largo de los últimos decenios: el debilitamiento de la crítica mientras que el capitalismo conocía una fuerte reestructuración cuya incidencia social no podía pasar desapercibida; el nuevo entusiasmo por la empresa orquestado por los gobiernos socialistas a lo largo de la década de 1980 y la recaída depresiva de la década de 1990; las dificultades encontradas en la actualidad por las iniciativas que tratan de reconstruir la crítica sobre nuevas bases y su escasa, por ahora, capacidad movilizadora aún cuando no faltan motivos para la indignación; la profunda transformación del discurso de gestión empresarial y de las justificaciones de la evolución del capitalismo desde mediados de la década de 1970; el surgimiento de nuevas representaciones de la sociedad, de formas inéditas de poner a prueba a las personas y a las cosas y, en consecuencia, de nuevas formas de triunfar o fracasar.
Para realizar este trabajo, la noción de espíritu del capitalismo se nos ha impuesto rápidamente. Esta noción nos permite articular, como veremos, los dos conceptos centrales sobre los que reposan nuestros análisis el de capitalismo y el de crítica en una relación dinámica. Presentamos a continuación los diferentes conceptos en los que se basa nuestra construcción, así como los resortes del modelo que hemos elaborado para dar cuenta de las transformaciones ideológicas relacionadas con el capitalismo a lo largo de los treinta últimos años, que parecen, no obstante, tener un alcance mayor que el simple estudio de la reciente situación francesa.

________________________________________
• 1. El espíritu del capitalismo
o Una definición mínima del capitalismo
o La necesidad de un espíritu para el capitalismo
o De qué está hecho el espíritu del capitalismo
o Las diferentes etapas históricas del espíritu del capitalismo
o Las ciudades como puntos de apoyo normativos en la construcción de justificaciones
o El espíritu del capitalismo legitima y limita el proceso de acumulación

• 2. El capitalismo y sus críticas
o Los efectos de la crítica sobre el espíritu del capitalismo
o Pruebas de fuerza y pruebas legítimas
o El papel de la crítica en la dinámica de las pruebas
o Las formas históricas de la crítica del capitalismo
o El carácter incompleto de la crítica
o Las modificaciones del espíritu del capitalismo independientes de la crítica

The Joshua and Genesis discourses

The Joshua and Genesis discourses
page 33 knowing capitalism, thrift

Discourses are metalanguages that instruct people how to live as people.
They are best represented as great rivers of communication, performances
propelled into movement by talk and text, enflamed by technologies like books, visual images, and other ‘media’, guided by procedures like rules and styles, and crowned by significant effects like particular subject positions or emotional states which establish the cultural importance of a discourse at gut level, and allow it to kick in (Gumbrecht and Pfeiffer, 1994; Thrift, 1996b).

One of the prevalent discourses in western intellectual cultures of the
last two thousand years, a discourse which has waxed and waned and which has adjusted to historical custom but which still holds to a series of central tenets, has been what Jowitt (1992) calls the ‘Joshua discourse’.

This is a discourse that is founded on the idea of transcendental rationality, on the notion of a single, correct, God’s-eye view of reason which transcends (goes beyond) the way human beings (or indeed any other kinds of things) think, and which imparts the idea of a world that is ‘centrally organized, rigidly bounded, and hysterically concerned with impenetrable boundaries’ (1992, p. 306). This discourse usually involves a series of linked and self-supporting tenets (Lakoff, 1987), such as that:
• The mind is independent of the body; reason is a disembodied phenomenon.
• Emotion has no conceptual content but is a pure force.
• Meaning is based on truth and reference; it concerns the relationship between symbols which represent things in the real world. Symbols are meaningless in themselves and only get their meaning by virtue of their correspondence to things in the world.
• The categories we use are independent of the world, defined only
by the internal characteristics of their members and not by the nature of the people doing the categorizing.

But, beginning in the 1940s and 1950s with the work of philosophers like
Austin, Merleau-Ponty and Wittgenstein, the Joshua discourse began to
retreat. Further, more recent batterings by other intellectual-practical
communities like cognitive scientists, feminists and social theorists have
produced something close to a rout.

So a new discourse has begun to take hold, a discourse which challenges the idea that a God’s-eye view of reason is possible. There are, instead, many rationalities, and these rationalities are all:
• embodied, relying on our bodily natures
• going to engage the emotions, since feeling is conceptualized and
conceptualization always involves feeling
• based on a notion of meaning as concerning symbols which are
constitutive of the world and not just mirrors of it – which are, in fact, imaginative processes that rely on our capacity to produce images, to store knowledge of particular levels of complexity, and to communicate (Putnam, 1981)
• reliant on categories that are not independent of the world but are defined by upgraded processes (like metaphor, metonymy and mental imaging) which mean that there can be no objectively correct description of reality (this does not, of course, mean that there is no objective world, only that we have no privileged access to it from some external viewpoint).

These tenets (Lakoff, 1987) lead to a view of the world that is very different from the purified and purifying Joshua discourse, which we might call, after Jowitt (1992) and Serres (1995a), the ‘Genesis discourse’. It is a view of the world in which ‘borders are no longer of fundamental importance; territorial, ideological and issue boundaries are attenuated, unclear, and confusing’ (Jowitt, 1992, p. 307). It is a view of the world in which knowledge has become an archipelago of islands of epistemic stability in a sea of disorder, fluctuations, noise, randomness and chaos.

Whereas in the Joshua discourse order is the rule and disorder is the exception, in the Genesis discourse disorder is the rule and order the exception and, as a result, ‘what becomes more interesting are the transitions and bifurcations, the long fringes, edges, verges, rims, brims, auras, crenellates, confines … all the shores that lead from one to another, from the sea of disorder to the coral reefs of order’ (Latour, 1987a, pp. 94–5).

Obviously, such a view has a number of consequences, of which two are
particularly significant. First, the favoured epistemological stance is, to use
Wittgenstein’s (1978) feline phrase, ‘not empiricism yet realism’. That may sound like a contradiction in terms but it is, in fact, an argument for a limited but not total form of relativism which holds that individuals understand the same domain of experience in different and inconsistent ways and that this is a necessary condition of knowledge (Diamond, 1991). Since even the most disinterested of analysts is engaged in social projects, any a priori claim to epistemological privilege is impossible.

Second, knowledge is no longer seen as a form of empire-building in which ‘a powerful critique is one that ties, like a bicycle wheel, every point of a periphery to one of the centre through the intermediary of a proxy. At the end holding the centre is tantamount to holding the world’ (Latour, 1987a, p. 90).

At best, knowledge is, in Lakoff’s (1987) phrase, ‘radial’. That is,
central truths are true by virtue of the directness of fit between the preconceptual structure of experience and the conceptual structure in terms of
which the sentence is understood. But most of the sentences we speak and
hear and read and write are not capable of expressing central truths; they are
sentences that contain concepts that are very general or very specific or
abstract or metaphorical or metonymic or display other kinds of ‘indirectness’
relative to the direct structuring of experience. Not that they need to be any
less true, but they aren’t central examples. (1987, p. 297)

Discourses produce power relations. Within them, stories are spun which
legitimate certain kinds of constructs, subject positions, and affective states over others.

The myths and fables of the Joshua discourse were particularly
powerful. Specifically, four of these myths and fables did serious work in
producing a particular kind of world which is now so often called ‘modern’ that we no longer realize the cultural specificity of the description or the strength of the investments we have placed in it.

The first of these myths was an old Enlightenment ‘chestnut’ – the myth of total knowledge.

Somehow – though we don’t have this facility yet – we could get to know
everything that is going on. Every movement of an ant and every rustling of
a leaf could be tracked and explained. Every human culture could be laid
open to inspection and documentation. Every practical skill could be
analysed down to its last detail and then transcended.

This myth was supported by a second, that the world was set up in such a way as to allow this: the world was an ordered, homogeneous, quantitatively different multiplicity. The world was defined by oneness, consistency and integrity which, in turn, acted as an ideal terrain on which purified theoretical orders could operate and permeate.

The third myth was of a material world which could be separated out from the world of the imagination, from the world of symbols and semiotics. There was no sense, therefore, of a world in which materials are interactively constituted, in which ‘objects, entities, actors, processes
– all are semiotic effects’ (Law and Mol, 1995, p. 277).

The fourth myth was one of individuality. This was the idea that knowledge comes from the operation of a god-like gaze which emanates from an individual focal point.

Human capacities, therefore, could be framed as being the result of an
innate endowment that every individual received at the point of conception.

There was, in other words, no grasp of the individual as being a modulated
effect (Thrift, 1991), of human capacities as arising out of:
emergent properties of the total developmental system constituted by virtue
of an individual’s situation, from the start, within a wider field of relations –
including most importantly, relations with other persons. In short, social relations, far from being the mere resultant of the association of discrete individuals, each independently ‘wired up’ for co-operative or enthusiastic
behaviour, constitute the very ground from which human existence unfolds.
(Ingold, 1995b, p. 17)

All these myths were often put together in one final myth of how we are
now: the myth of the ‘modern’. Somehow, human life (in the West at least)
had transited into a distinctive historical space where everything was different and, well, modern. Most of all, ‘modernity’ was characterized by a condition of speed-up and transience which, in its main characteristics,
happened to coincide with the four myths outlined above.

First, supralunar organizations were involved in a whirl of constant information-gathering which fed into systems of control which produced an ‘iron cage’ of surveillance and discipline. Second, these organizations were supported by myths of instrumental rationality which allowed the world to be trussed up like a Christmas turkey, with nothing out of place. Third, and here was the lament, these organizations were able to drain sociality out of the world, leaving behind nothing but a systematized shell. Then, fourth, this world was therefore populated by anomic and hard-bitten individuals who had to develop all kinds of asocial survival skills. And there was, of course, a price to pay for this hubris. Not so slowly, but certainly surely, modernity builds towards a climax, usually involving a runaway apocalypse based upon either technology, or the arms race, or mass communications (Norris, 1995) in which, in one way or another, human subjectivity is annihilated.

Now these myths and fables arising out of the Joshua discourse are
being recast. Thus, the myth of total knowledge is being replaced by a new
one, in which knowledge is both partial and differentiated. The myth of
homogeneity is being replaced by a myth of qualitative commotion: ‘the
best synthesis only takes place on a field of maximal differences’ (Serres,
1995a, p. 91). The third myth is being replaced by one in which learning
by doing binds the metal and material together. And the myth of the given
individual is replaced by the notion of the socially constructed ‘dividual’,
constantly telling stories of their self.

The result is a view of the world as a constantly spooling production taking place on many different time scales and over many different spatial scales (Latour, 1993). In other words, the world has to be constantly brought into being through the hard and sustained work of constructing networks of translation and affinity.

Currently, these different myths and fables coexist. For example, contemporary accounts of the world economy after the demise of the Bretton
Woods system of international economic management have broken to a
greater or lesser degree from the Joshua discourse.

Thus, the first account of the world economy that is on offer is an apocalyptic one. A common reaction to change through history (Bull, 1995), this account reads events like the demise of Bretton Woods and the fall of the
Berlin Wall as evidence of a millenarian condition. Laced with phrases like
the ‘end of history’ (Fukuyama, 1992), and fin de siècle, such an account provides a cosy rest home for old intellectual habits like teleology and eschatology, as well as satisfying an alluring sense of the dramatic.

A second account of the world economy interprets events like the
demise of Bretton Woods and the fall of the Berlin Wall as symbols of a new
kind of modernity. Whether posing as ‘hypermodernity’, ‘late modernity’,
‘postmodernity’, ‘supermodernity’ or what have you, such an account usually
retains some of the old features of modernity, most notably a sense of
transience, fragmentation and anomie, but then either exaggerates these elements still further (as in Harvey, 1989) or adds in new defining elements
(Beck, 1992; Giddens, 1991).

This kind of work provides a resting place for social theorists who want to retain grand accounts of the world, but is also home to many social theorists who want to provide more accounts of the contemporary world (Alexander, 1995). However, even the most nuanced of these accounts rarely provide much of an anthropological sense, any sense of the world as a continually practised place in which the human is constantly redefined, and they thereby run the very real risk of exaggerating the differences between this era and previous ones.

That leaves a third, Genesis account of the world economy, one which
acknowledges the importance of events like the demise of Bretton Woods
and the fall of the Berlin Wall but sees them as both the distillation and the
illustration of three of its crucial tenets.

First, there is the difficulty of achieving sustained control of human systems, which bubble with a stubborn and constant creativity, and which therefore have a tendency to sidestep established orders like the nation state.

Second, there is the complexity of what we name in order to escape complexity. Thus systems like ‘capitalism’ and ‘the market’ which have apparently triumphed after the two Bs are now revealed, in the apparent absence of opposition, as made up of institutions which are manifold, multiform and multiple. There is no one capitalism
or market but only a series of different capitalisms and markets which
do not converge on a mean: thus capitalism and the market are seen as powerful – but not all-powerful.

Third, there is the need to understand history as an undetermined unfolding, a fullness of events, a ‘maximum of matter in a minimum of space’ (Perniola, 1995, p. 8). We cannot know history as a clash of giant and opposing, almost natural, forces – tidal waves of economic and social change which sweep across the human shore.

We can only know history as a more modest and complexly determined set of ‘actor networks’ (Latour, 1993; Callon, 1987) – practical orders which allow people and things to be translated into more or less durable entities which can exert force – or alternatively, using another language, as a set of complex systems:
The development of the complex systems model that seems so salient to us in so many contexts, the model that seems to underlie the organization of our
bodies, our groups, our work settings, our world – this model itself repudiates
any notion of a structure built on one foundation, an explanation that rests
on one principle. In turn the complexly interconnected world in which we
now live seems to say that both the model and its implications fit the current
nature of reality. All is in flux, order is transient, nothing is independent,
everything relates to everything else, and no one system is ever necessarily
continuously in charge. (Martin, 1994, p. 250)

Although this latter constructivist account may seem to be the most credible,
in part because of the looseness of its storytelling structure which gives
more points of entry to those who lack communicative resources, it is not
without its own ability to generate relationships of power, and it is important
to realize this.

Nowhere is this point made clearer than in the intensely practical realm of international business where physical and nervous energies have to be constantly expended on the concerns of the moment. In this realm, just as in the intellectual realm, the Genesis discourse has gradually displaced the Joshua discourse; and, just as in that realm, in doing so it has empowered some groups (such as managers with higher educational qualifications,
which increasingly include middle class women) at the expense of others (Van der Pijl, 1994). There is, in other words, as Foucault pointed out so often, no knowledge that is neutral, that is not a part of the power–knowledge
couplet. A cui bono? question always lies waiting to be answered.

Neoliberalismo: una guerra iniciada por los ricos

Neoliberalismo: una guerra iniciada por los ricos. Entrevista
David Harvey
12/02/2006
“Si esto parece una lucha de clases y lo vemos como una lucha de clases, entonces deberíamos llamarlo lucha de clases. Y deberíamos volver a poner en pie la lucha de clases”
El celebrado geógrafo marxista David Harvey habla con Joseph Choonara sobre el ascenso del neoliberalismo. Harvey cuenta por qué este proceso debe verse esencialmente como un proyecto de la clase dominante.
El pasado mes de enero el académico afincado en Nueva York David Harvey intervino ante un nutrido público en la London School of Economics para presentar su último libro, Breve historia del neoliberalismo. Con el estilo preciso que le caracteriza hizo un repaso de las tres décadas de ataques consumados por la clase dominante mundial. Estas acometidas, realizadas en nombre del neoliberalismo, han alentado la polarización social, el surgimiento de nuevas elites y el empobrecimiento de la mayoría de los grupos sociales más desfavorecidos.
Terminó diciendo: “Si esto parece una lucha de clases y lo vemos como una lucha de clases, entonces deberíamos llamarlo lucha de clases. Y deberíamos volver a poner en pie la lucha de clases”. Esta concepción del neoliberalismo y la necesidad de combatirlo constituye la base del nuevo libro de Harvey. Cuando nos reunimos la mañana siguiente a su charla le pregunté por qué lo había escrito.
“Este trabajo tiene dos rasgos distintivos”, me dijo. “En primer lugar está la dimensión histórico-geográfica que atribuyo al ascenso del neoliberalismo: esto es, su desarrollo desigual en el escenario global. Creo que hay que entender que el neoliberalismo actúa de forma distinta según el lugar y el momento histórico. No se trata de un cambio histórico unidimensional.”
“El segundo aspecto tiene que ver la formulación teórica del fenómeno, que fundamento básicamente en la noción de clase y en los mecanismos de apropiación de la plusvalía generada por los trabajadores, todo lo cual hoy se desarrolla dentro de un sistema capitalista global”. Siguiendo a Karl Marx, Harvey entiende que la explotación de los trabajadores constituye el elemento definitorio de una sociedad capitalista. Marx sostuvo que, a pesar de que los trabajadores trabajan durante todo el día, sólo reciben en forma de salario el valor generado durante una parte de ese tiempo. Durante el resto del tiempo los trabajadores generan “valor excedente”, que pasa a manos de los capitalistas y es la fuente del beneficio.
Parte de este beneficio puede reinvertirse en la producción, permitiendo a los capitalistas concentraciones cada vez mayores de maquinaria, materias primas y trabajadores. Marx lo llamó proceso de acumulación. La fuerza motriz del capitalismo consistiría, pues, en exprimir a los trabajadores para que generaran beneficios, los cuales permitirían reinvertir recursos y aumentar los beneficios futuros en un ciclo aparentemente sin fin.
Para Harvey, el neoliberalismo es una respuesta a la crisis dual que sufrió la clase dominante a mediados de los años setenta. Por un lado los capitalistas se encontraron con una “crisis de acumulación”: el sistema capitalista estaba en situación de estancamiento y los beneficios habían caído a tasas parecidas a las del período inmediatamente posterior a la Segunda Guerra mundial. En segundo lugar, la tremenda oleada de luchas obreras de los años sesenta y setenta puso en evidencia que el poder político de la elite gobernante estaba seriamente amenazado.
Las ideas del neoliberalismo, que Harvey describe como basadas en “la desregulación, la privatización y la retirada del Estado de áreas dedicadas a servicios sociales”, habían tenido acomodo en muchos nichos de la vida intelectual desde hacía varias décadas. En la década de 1970 se vieron forzadas a salir a escena como respuesta a la crisis dual.
Harvey sostiene con vehemencia que el neoliberalismo ha fracasado en la resolución de la crisis de acumulación. Pero, añade, en ese periodo pudo verse un cambio en la capacidad de influencia de las clases del que sacó provecho una elite reducida. “Muchas otras teorías sobre el neoliberalismo hablan también de su vinculación con la acumulación, pero muy pocas lo conciben con claridad como un proyecto de clase”, dijo Harvey.
Uno de los momentos clave en el ascenso del neoliberalismo, al que se refiere Harvey de forma recurrente, tuvo lugar en la ciudad de Nueva York. Me cuenta que “la municipalidad se endeudó mucho por distintos motivos. Uno de estos motivos fue la respuesta a la crisis urbana de la década de 1960 en Estados Unidos. El gobierno federal había dedicado recursos a los barrios para hacer frente a los problemas de racismo, desempleo y demás. Esto favoreció el fortalecimiento de los sindicatos y coadyuvó a aumentar el empleo en el sector público.”
Pero cuando estalló la crisis de la década de 1970 el flujo de financiación federal se secó: “En ese momento la ciudad tuvo que optar entre deshacerse de un montón de trabajadores o recurrir al endeudamiento. Optó por endeudarse a corto plazo, con la aquiescencia de los bancos”. Este endeudamiento estuvo en parte basado en el boom de la propiedad inmobiliaria de principios de la década de los setenta, en el que el gobierno municipal tuvo mucho que ver.
“Cuando en 1973 el mercado inmobiliario se hundió el municipio se vio en una situación de extrema vulnerabilidad frente a los banqueros. Los banqueros vieron una gran oportunidad para asestar un golpe certero a la ciudad, reconduciéndola hacia un modelo enteramente nuevo. Se parece bastante a la guerra de Irak. Hubieran querido ir a la guerra de Irak a principios de los noventa, pero no pudieron. Luego, el 11-S les sirvió en bandeja de plata la oportunidad que necesitaban.”
“Los banqueros habían querido disciplinar el municipio de Nueva York en la década de 1960 y a principios de la de 1970. La crisis de 1973-1975 les brindó su oportunidad. Aplicaron un pionero ‘programa de ajuste estructural’ consistente en un recorte de muchos servicios públicos y una renegociación de contratos. Fue un ataque frontal en toda regla contra los habitantes de Nueva York. Naturalmente, luego tuvieron que reconstruir la ciudad puesto que tenían intereses muy importantes en valores inmobiliarios, especialmente en Manhattan. Fue entonces cuando empezaron a utilizar generosas cantidades de recursos públicos para reconstruir la ciudad de acuerdo con su proyecto.”
Esta táctica consistente en sacar provecho de las oportunidades que ofrecen las crisis económicas para impulsar políticas de libre mercado ha sido un patrón recurrente desde entonces. “La misma gente –los banqueros neoyorquinos– estuvo seriamente involucrada en la crisis de la deuda que azotó América Latina en la década de 1980. La diferencia fue que en esta ocasión necesitaban que quien les sacara las castañas del fuego fuera el gobierno federal”. El gobierno de Estados Unidos, encabezado por Ronald Reagan, encontró un uso perfecto para el Fondo Monetario Internacional (FMI), una institución que muchos neoliberales solían mirar con resquemor. Junto con el Banco Mundial, el FMI forzó la aplicación de programas de ajuste estructural en toda América Latina a cambio de reducción de la deuda.
Sin embargo, señala Harvey, la clase dominante de Estados Unidos no es el único beneficiario o el agente del neoliberalismo. “Es poco común que los Estados Unidos intervengan sin apoyos internos. Piénsese en el golpe de Augusto Pinochet en Chile en 1973. Quien realmente dio el golpe fueron las clases altas chilenas, con apoyo de la CIA, las grandes empresas estadounidenses y Henry Kissinger. Cuando Pinochet tomó el poder, fue la clase dominante chilena la que en realidad impulsó el programa neoliberal.”
“No son sólo los Estados Unidos quienes sorben las riquezas del resto del mundo: son las elites dominantes quienes establecen alianzas flexibles entre sí y quienes amasan plusvalías para su único provecho. Algunas de las personas más ricas del mundo viven en México o en el Este asiático.”
Las ideas del neoliberalismo se han extendido como la pólvora desde la década de 1970. “Resulta verdaderamente difícil de entender que tanta gente haya podido convencerse de que el neoliberalismo es algo bueno, cuando en realidad no funciona demasiado bien”, dijo Harvey. “Creo que la respuesta está en que ha sido muy beneficioso para ciertos grupos de personas, incluidas aquellas que controlan los medios de comunicación y diversos aparatos de producción ideológica. Además, siempre puedes encontrar algún pedazo de mundo en el que parece que el orden neoliberal funciona bien (por ejemplo, la China actual).”
Pero no deja de ser irónico que donde ha habido mayor crecimiento económico es en lugares donde el gobierno no sigue la doctrina neoliberal. “Se llega a una forma perversa de neoliberalismo puesto que el interés propio en la práctica se impone a la teoría”. La teoría neoliberal sostiene que debe minimizarse la interferencia del Estado en la economía, pero en la práctica el Estado sigue jugando un papel central en economías como la china o la estadounidense.

Los Estados Unidos han financiado su crecimiento económico mediante una acumulación gigantesca de deudas basada en “una entrada de capitales de más de 2.000 millones de dólares diarios”. El déficit presupuestario y la deuda de los consumidores se han disparado. Lo que estamos viendo es una economía financiada con deuda. Los acreedores son mayoritariamente bancos del Este y Sureste asiático. Incluso la guerra de Irak está siendo financiada con dinero chino y japonés prestado a Estados Unidos.”

“Me estremece pensar en el posible estallido de una gran crisis financiera en los Estados Unidos. ¿Cuál sería la respuesta si los Estados Unidos se vieran sumidos en una crisis como la que pudimos ver en Argentina en 2001? Si se tienen en cuenta variables económicas agregadas –el déficit presupuestario y el déficit comercial–, hay que decir que estamos ante un caso típico en el que normalmente intervendría el FMI. Pero, naturalmente, Estados Unidos es el FMI, de modo que no intervendrá.”

También el boom chino está financiado con deuda: “Los bancos chinos prestan el dinero. El gobierno tiene una participación mayoritaria en todos los bancos”. Tienen la posibilidad de utilizar parte de las plusvalías para mantenerlos a flote; sin embargo, el boom está financiado con deuda. A diferencia de Estados Unidos, China está inmersa en un proceso de cambio espectacular. Pero incluso allí el crecimiento crea nuevas inestabilidades:

“En China hay una sobreinversión enorme. Por ejemplo, existen cinco aeropuertos internacionales en el delta del río Zhujiang. Compiten entre ellos para convertirse en el centro del comercio del Pacífico. No podrán sobrevivir todos a la vez. En la industria del automóvil tienen un grave problema de excedente de capacidad. Y una crisis en China tendrá un impacto global.”

El crecimiento inestable de Estados Unidos y China no ha hecho crecer los niveles de riqueza del capitalismo mundial. Un gráfico del libro de Harvey muestra que la tasa de crecimiento per cápita ha ido cayendo una década tras otra desde la de 1960 (desde tasas anuales del 3% anuales a tasas del 1% en la actualidad). “La crisis de la década de los setenta fue una crisis de sobreacumulación”, dijo Harvey. “La clase dominante tuvo serías dificultades para encontrar salidas provechosas para su capital. En realidad este es un problema que aún hoy no han conseguido resolver.”

Por eso, de todas las formas tradicionales de acumulación, la que hoy juega un papel principal es la que Harvey denomina “acumulación por desposesión”. La acumulación por desposesión da pie a la colonización de nuevos yacimientos de recursos para los capitalistas: por ejemplo, el Servicio Nacional de Salud, los institutos municipales de vivienda o la privatización de las pensiones. “Pero todo esto no significa aumentar las reservas de activos de la sociedad. Cuando se privatiza la vivienda, en realidad no se aumenta el número de viviendas. El liberalismo no funciona demasiado bien a la hora de ampliar los bienes y servicios disponibles.”
Los fracasos del neoliberalismo no sólo tienen consecuencias económicas. Para Harvey también conllevan inestabilidad política y militar. Su libro anterior, El nuevo imperialismo, trazaba la trayectoria del declive a largo plazo del poder de Estados Unidos. La pujanza de los neoconservadores –el ala derecha de cerebros que rodean a Bush, que quiere utilizar la capacidad militar estadounidense para mantener el poder frente a potenciales rivales– tiene mucho que ver con eso.
Su nuevo libro también hace un repaso de los neoconservadores, con especial atención a su proyecto de política interior estadounidense. Harvey lo ve como una respuesta al vaciado de la solidaridad social que ha conllevado el neoliberalismo. Los neoconservadores han tratado de restablecer la cohesión social mediante el moralismo religioso, las medidas autoritarias y el miedo: “Pienso que algo parecido está ocurriendo en muchos sitios. Si miramos a Francia nos encontramos con un Nicolás Sarkozy, que está muy cerca de los planteamientos de los neoconservadores. O piénsese en alguna de las cosas que hace Tony Blair, su forma presidencialista de ejercer el gobierno y su permanente exhorto a la moralidad. El neoconservadurismo es un fenómeno global.”
Mientras que el neoconservadurismo es la respuesta de las clases dominantes a la inestabilidad social del neoliberalismo, el ascenso del movimiento anticapitalista ha sido la réplica de las clases más desfavorecidas. Harvey observa con agudeza que las organizaciones no gubernamentales (ONG), que a menudo han jugado un papel principal en reuniones como el Foro Social Mundial, no son vistas como la “oposición oficial” al neoliberalismo: “Se ha producido un crecimiento asombroso del fenómeno de las ONG durante el periodo neoliberal. Hay una clara conexión entre ambos aspectos. Las ONG son variadísimas, y siento la mayor admiración por algunas de ellas. Pero a menudo son caballos de Troya de la privatización”. Las ONG pueden ocupar el vacío dejado por la retirada del Estado en la prestación de servicios sociales. Harvey sostiene que es necesario tener una perspectiva crítica, y que las distintas ONG pueden jugar un papel que puede ser positivo o negativo. Pero la clave para plantar cara al neoliberalismo está en una renovación de la lucha de clases.
Las nuevas luchas de clases no tienen que ser una mera réplica de las sucedidas en las décadas de 1960 y 1970, puesto que en este tiempo ha cambiado la estructura de la sociedad. Harvey sostiene que la noción de clase tiene que ser tratada como un concepto fluido. “Debemos revisar de nuevo los conceptos de formación y reformación de clase. Cuando en mi libro hablo de la reconquista del poder de clase por parte de la clase dominante no estoy hablando necesariamente de un retorno al poder del mismo grupo de gente. Se trata de una configuración nueva, mucho más centrada que antes en las finanzas y los servicios.”
“La reducción de la brecha entre propietarios y gestores constituyó uno de los grandes cambios ocurridos en la década de 1970. Siempre habían sido dos categorías completamente distintas, pero cuando se empezó a retribuir a los gestores empresariales con participaciones accionariales cambió por completo la forma de éstos de entender el poder. La formación de clase es un proceso indefinido, dinámico.”
Harvey cree que hay signos positivos en el aumento observado de actividad sindical entre los trabajadores de los Estados Unidos, y para muestra cita los ejemplos de los trabajadores sanitarios de Los Ángeles y los trabajadores del transporte de Nueva York, que recientemente han realizado acciones de huelga. Estas luchas pueden dar forma a la nueva clase trabajadora creada por el neoliberalismo. Harvey está especialmente interesado en cómo “las luchas en torno de la acumulación por desposesión pueden converger con las luchas de un izquierdismo más tradicional”. Observa el movimiento en pro de la nacionalización del gas en Bolivia como un caso esperanzador.
¿No habrá aquí un peligro de nostalgia por formas anteriores de capitalismo? “Creo que debemos recordar dónde estábamos en la década de 1970”, dijo Harvey. “Había fuertes críticas al Estado de bienestar (por sus sesgos de clase y de género, entre otros). Si vamos a construir un nuevo sistema de bienestar debemos tomar conciencia de las limitaciones.”
“El otro asunto que debemos afrontar es la reconstrucción completa de las nociones de solidaridad social. Margaret Thatcher sostuvo que ella se proponía realizar un cambio en profundidad. Debemos enfrentarnos con el hecho de que hoy las solidaridades sociales son más superficiales. Hemos podido verlo recientemente en Estados Unidos. Un derechista implacable como Thomas Friedman, que siempre está exaltando las virtudes del neoliberalismo, cuando ocurrió el desastre del Katrina se preguntó: ‘Qué ha ocurrido con la solidaridad social?’. La respuesta es que se ha desvanecido porque gilipollas como él siguen predicando esta bazofia. Debemos plantar cara a esto, lo cual significa edificar un proyecto a largo plazo.”
Harvey cree que la clase trabajadora necesita un proyecto político propio para empezar a recuperar su fuerza. Le pregunté cómo tendría que ser un proyecto de este tipo. “No puedo hacer una derivación teórica de cómo debería ser el proyecto político de la clase trabajadora”, dijo. “Puede que tenga algunas ideas sobre el particular, pero para mí el asunto fundamental es empezar a hablarlo y aprender a ver qué posibilidades hay. Pretendo dirigirme a los movimientos sociales para hacerles llegar mis ideas y escuchar qué tienen que decir al respecto”. Su nuevo libro es una brillante aportación a este diálogo.
David Harvey es un geógrafo, sociólogo urbano e historiador social de reputación académica internacional. Entre sus libros traducidos al castellano en los últimos años: Espacios de esperanza (Akal, Madrid, 2000) y El nuevo imperialismo (Akal, Madrid, 2004)
Traducción para www.sinpermiso.info: Jordi Mundó
Fuente:
Socialist Review, febrero 2006

ONGs, el mercado de la compasión

ONGs, el mercado de la compasión
7/2/08
Bob Geldof, músico

“La idea de dar a aquellos que tienen hambre es una idea excitante, se la puede vender como un buen disco de rock”

Adam Smith: Teoría de los Sentimientos Morales.

“Por egoísta que pueda suponerse al hombre, evidentemente hay algunos principios en su naturaleza que lo interesan en la fortuna de los demás y hace su felicidad necesaria para él, aunque no saque nada de ella salvo el placer de verla. De este tipo de lástima o compasión es la emoción que sentimos hacia la miseria de otros cuando la vemos o imaginamos muy vivamente… ….“El hombre perfectamente virtuoso, no sólo quiere ser amado sino digno de amor… no sólo quiere elogio sino ser digno de elogio… Sentir mucho por los demás y poco por nosotros mismos… restringir nuestro egoísmo y complacer nuestras afecciones benévolas, constituye la perfección de la naturaleza humana”.

Robert Kuttner: Todo está a la venta:

“Si asumimos que casi cualquier relación puede entenderse como un mercado y que los mercados optimizan siempre los resultados, entonces la conclusión es siempre ¡marquetizar!. Si, en la práctica el mercado no está produciendo óptimos sólo cabe una posibilidad: el asunto en cuestión no ha sido suficientemente marquetizado.”

Arundhati Roy: “Las ONG tienen fondos que pueden darle empleo a personas locales que en otra situación pueden ser activistas en movimientos de resistencia, pero que ahora pueden sentir que están haciendo algo bueno inmediato, creativo (y que se ganan la vida mientras lo hacen). “… “mientras más grande la catástrofe causada por el neo-liberalismo, más grande el florecimiento de las ONG. Nada ilustra esto de forma más vívida que el fenómeno de los Estados Unidos que prepara la invasión de un país y que simultáneamente prepara a las ONG para ir y limpiar el desastre.”

William Blum (Funcionario del Dep. de Estado norteamericano):

“Las ONGs forman parte de la imagen y del mito, (…) contribuyen a conservar en el extranjero un nivel de credibilidad que una agencia oficial no podría alcanzar”

Lo que aquí abajo se expone no es una crítica generalizada a las ONGs, sino a una deriva que han abrazado buena parte de ellas. Por supuesto que existen ONGs que intentan desarrollar una estrategia alternativa en la lucha contra el sistema esforzándose en ligar su actuación local y sus proyectos a los movimiento socio-políticos contra los intereses del neoliberalismo, y como es natural ninguna de ellas recibe fondos del BM, o de agencias gubernamentales.
Origen de las ONGs
Las organizaciones no gubernamentales de ayuda empezaron a surgir en los años sesenta como una alternativa a la ayuda, a menudo interesada y o/condicionada, de carácter público. Este tipo de organizaciones han experimentado un verdadero boom durante los años ochenta. Hoy en día las ONGs son tan numerosas como las diferentes variedades de queso. Se las cuento por millares: pequeñas, grandes, nacionales, locales, confesionales, laicas, independientes, ligadas a un sindicato, un municipio, una empresa, un partido político, una Iglesia, con o sin voluntarios, de corto o largo plazo, especializadas o no respeto a una aldea, un país, o un continente del Sur, concentrando o no su esfuerzo sobre un determinado tema particular (educación, salud, agricultura, infancia, alimentación).

Las razones de este boom son diversas:

– El desenmascaramiento de la doble intención de la ayuda organizada por los gobiernos (ayuda pública). – El desvío de los fondos en beneficio propio por parte de los funcionarios, políticos y demás corruptelas de los países destinatarios. – La desestructuración ecónomica de muchos países endeudados gracias a las políticas neoliberales impuestas por el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional. – La crisis de las ideologías de izquierda ha suministrado un fondo importante de energía en la dedicación de numerosos cooperantes y voluntarios. – Camuflar y canalizar la financiación de causas relacionadas con los intereses de las multinacionales.
ONGs y neoliberalismo.
James Petras: “ la punta y lanza de la globalización neoliberal capitalista. Las ONG son en su mayoría brazos de los poderes internacionales que buscan despolitizar el conflicto de clase y estrangular el germen de la organización social de las bases, a fuerza de apoyar políticas asistencialistas y la filosofía de la microempresa. Es bajo la filosofía de la microempresa que aparecen los microcréditos, los cuales se han convertido en uno de los programas de moda en las políticas de la cooperación internacional.”

Ahora bien, por respetuosos que sean los objetivos declarados por este tipo de organizaciones, es preocupante ver que bien encajan dentro de los planteamientos de la derecha neoliberal. Los gobiernos neoliberales ven en ellas la mejor manera de librarse de sus responsabilidades sociales con respecto al 3r mundo.

Para los defensores de la desvinculación del Estado respeto la cuestión social, la existencia de las ONGs es la demostración de la bondad del funcionamiento automático del sistema de mercado capitalista. La privatización de los servicios públicos, impulsada por el Banco Mundial en favor de las multinacionales del sector, significa siempre que dejan de ser “públicos” para quien no puede pagarlos. Las ONGs entran en acción para suavizar el impacto de quedar desconectados de la red de transportes, del suministro de agua y luz, de la asistencia sanitaria, de la educación escolar …

Las ONG están llenando el vacío creado por un Estado ausente. Para obedecer los dictados de los ajustes estructurales, el Estado del país pobre privatiza las empresas y los servicios públicos, anula la legislación laboral y retira los fondos del desarrollo rural, la agricultura, la energía, el transporte, la educación y la salud pública para dedicar todos los recursos públicos disponibles a subsidios para las multinacionales que copan el sector exportador y a engrosar los beneficios del negocio financiero mundial.

Como el Estado renunció a su rol tradicional, las ONG entran en estas áreas y distribuyen como ayuda o benevolencia lo que la gente debería tener por derecho. Promueven proyectos de “auto-ayuda”, “micro empresas”, “educación popular”, y programas de formación laboral para minimizar el impacto y al mismo tiempo cooptar líderes locales que podrían haber organizado la protesta, para los pequeños proyectos y minar así las resistencias antisistema.

De hecho la instrumentación de las políticas neoliberales actúa en forma de pinza: Propuestas bien documentadas desde arriba (FMI, BM, etc.) y propuestas implementadas desde abajo (micro proyectos, micro créditos, micro empresas, … de las ONGs) .

La ayuda que puedan suministrar las ONGs sólo alcanza para pequeños sectores de la población afectada creando desigualdades y rivalidades entre comunidades, minando el sentido de solidaridad de clase, creando falsas expectativas y aumentando la desorientación y la capacidad de respuesta conjunta de la población frente al sistema impuesto.

Cuanto más grande la catástrofe causada por el neo-liberalismo, más grande es el florecimiento de las ONGs. Como ha estudiado Naomi Klein, la crisis es el medio ideal para que la acumulación capitalista avance. Y cuando hay crisis es cuando mejor trabaja el tándem neoliberal, BM y FMI dictando medidas neoliberales y la ONGs medidas de auto-ayuda. Es casualmente en épocas de crisis cuando las ONGs reciben los mayores paquetes de ayuda gubernamental.

De hecho la mayoría de las ONGs tienen muy poco de no-gubernamentales pues en la mayoría de los casos, aparte de recibir ingentes fondos gubernamentales, trabajan en régimen de subcontratación para los gobiernos locales colaborando a menudo abiertamente con agencias gubernamentales del país de origen o del país pobre.

El Banco Mundial bajo la presidencia de James Wolfensohn (1995) , promovió la incorporación de las ONGs en su estrategia incorporando sus puntos de vista directamente en el diseño de los PRSP (Poverty Reduction Strategy Papers). En la actualidad una organización como el Banco Mundial, la Fundación Ford o la Fundación Friederich Ebert, trabajan a través de ONGs de primera fila que subcontratan a ONGs sobre el terreno.

La demanda a tener en cuenta es pues la del donante deseoso de dar, y no la del receptor del Sur. Los programas que diseñan y su eficacia no son responsables frente a los ayudados sino frente a los filántropos del Norte con lo que minan la democracia arrancando de las manos de los locales el control y la implementación de los programas sociales y usurpan la auténtica voz de los pobres. Los altos cargos de las ONGs actúan como verdaderos virreyes evaluando y supervisando la conformidad de los resultados con respecto a los objetivos, los valores y las ideologías de los “donantes”. Poner un sello de “éxito” o de “fracaso” en el programa puede significar la continuación o no de la ayuda a la población afectada.

Los gobiernos de derecha están encantados de demostrar su espaldarazo y hacer públicas sus subvenciones a determinadas ONGs de tal manera que hoy en día más del 60 % de los ingresos de las principales ONGs provienen de las subvenciones “gubernamentales”. sic!

La CIA y las ONGs

William Blum: “Lo que se ha hecho ha sido transferir las numerosas actividades detestables de la CIA a una nueva organización con un nombre que suena bien. La creación de la NED es una obra maestra de política, de relaciones públicas y de cinismo.”
Origen de las fundaciones

Desde hacía años frente a las luchas democráticas contra las dictaduras militares bananeras habían ido apareciendo en escena una serie de extrañas “fundaciones” y ONGs con rimbombantes nombres y apellidos como Open Society Institute (G. Soros), National Endowment for Democracy, USAID, Ford Fundation, …, cuyo objetivo bananero era el mismo que el de las dictaduras, pero utilizando medios más sutiles.

A principios de los 1980s los sectores más perceptivos de las clases dirigentes neoliberales advirtieron que sus políticas estaban polarizando la sociedad y provocando descontento social a gran escala. Estos dirigentes empezaron a financiar una estrategia paralela “desde abajo” promoviendo organizaciones de base con una ideología antiestatista, “no gubernamental”, como si se tratara de ONGs, para intervenir entre las clases y ambientes potencialmente conflictivos y convertirse en una especie de “amortiguador social”.

El 23 de nov. de 1983 se creó la NED (National Endowment for Democracy), una ONG supervisada desde su nacimiento por Walter Raymond, alto responsable de la CIA y financiada por el Departamento de Estado norteamericano. ¿A que se dedica esta ONG? Pues su primera prueba de fuego fue la financiación de la Contra antisandinista y luego a Violeta Chamorro. En 1984 La NED distribuyó ayuda directa para crear sindicatos, periódicos y grupos de defensa de los derechos humanos en Polonia, facilitando 2,5 millones de $ a Solidarnosc de Lech Walesa.
A partir de entonces interviene en todo proceso político en que tengan intereses los norteamericanos. Entre 2001 y 2006 más de 20 millones de $ fueron remitidos por USAID y la NED a los grupos y los rotativos de oposición venezolanos. Las organizaciones anticastristas son asiduos beneficiarios de sus fondos de ayuda. Tras la invasión de Afganistán proporciona “ayuda a toda una serie de ONGs nacientes” para “ayudar a construir la democracia y la economía de mercado”. El mismo esquema en Irak. Toda una serie de organizaciones locales se convertirán en dependientes de la NED y se pondrán a trabajar para los americanos.

Según M. Carl Gershman, presidente de la NED desde 1984, la NED ha de proporcionar financiación a las ONGs que hacen frente a gobiernos “semi-autoritarios que se oponen a la libre empresa, a la entrada de inversiones extranjeras, a la economía de mercado, …”

A la NED le han salido muchos imitadores: Rights & Democracy (canadiense), Westminster Fundation for Democracy (inglesa)… y la española FAES del PP. Es en este contexto que se ha creado el Democracy Projects Database, que coordina unos 6.000 proyectos de ONGs en el mundo controlado por la NED.

Este tipo de organizaciones no gubernamentales, financiadas por grupos de intereses neoliberales, estaban diseñadas también para competir por el reclutamiento de líderes o activistas locales que de otra forma podrían encabezar movimientos sociopolíticos opuestos a sus intereses. En los 1990s, este tipo de ONGs se contaban ya por millares y recibían en conjunto fondos cercanos a los 4.000 millones de dólares del bolsillo de sus patrocinadores.

Una ONG francesa al servicio de la CIA es Reporteros sin Fronteras (Jean Guy Allard y Marie-Dominique Bertuccioli: Le dossier Robert Ménard: Pourquoi Reporters sans frontières s’acharne sur Cuba, Lanctôt Éditeur, Québec, 2004) . En contra de lo que parece sugerir su nombre, esta ONG no se compone de periodistas ni ayuda a la prensa que padece dificultades de censura. Actúa más como una agencia de publicidad centrada en denunciar a Cuba y Venezuela. Recibe financiación del gobierno francés, FNAC, Vivendi, CFAO, Hewlett Packard, Fundación Hachette, Fundación EDF y Fundación Soros entre otros.
El “mercado” de la compasión
El capitalismo tiene la habilidad de mercantilizarlo todo. Dónde hay una necesidad que cubrir cabe la posibilidad de traficar, montar negocios y sacar pingues beneficios. La enfermedad, la educación, el sexo, la paternidad, el deporte, el reposo, respirar aire libre, el arte … ¿ Por qué no traficar con la compasión?

Así pues, los pobres que genera el sistema, los “perdedores”, los marginados, también pueden participar del sistema, y participan por la vía del mercado de la compasión.

La mercantilización de las ONGs significa que el centro de atención de los traficantes de ayuda deja de ser los damnificados. Todo mercado capitalista genera en sus operadores una ineludible necesidad de crecer y ganar cota en un medio cada vez más competitivo. El centro de atención pasa a ser los donantes. Se trata de ofrecer “un producto humanitario” cada vez más perfeccionado y “venderlo” utilizando sofisticadas técnicas de marketing. Para ello es preciso contar con técnicos y directivos experimentados.

Durante los últimos años, muchas ONGs han crecido y se han “modernizado”. Han adoptado métodos de gestión empresariales, se han convertido en multinacionales de la compasión. Se han dado cuenta que la compasión puede considerarse como una necesidad de consumo. Han asumido que existe un mercado de la compasión como existe un mercado de automóviles. El mercado de la compasión ha crecido los últimos años a medida que se amplifica la polarización social y esto ha permitido la entrada de numerosas ONGs, algunas de ellas con planteamientos puramente fraudulentos, pero el crecimiento no es extensible hasta el infinito.
Los agentes del mercado de la compasión

Los productores

Podría atribuirse a los “desastres naturales” la responsabilidad de generar situaciones que despierten estados de compasión masiva. En realidad es el mismo sistema capitalista el que proporciona la mayor parte del combustible para que los fenómenos naturales se conviertan en “desastres humanitarios”
Los clientes

La demanda proviene de los solidarios con motivaciones éticas o religiosas, pero también de los interesados en cultivarse una determinada imagen para triunfar en otros mercados (relaciones públicas) o de los gobiernos que quieren camuflar o encubrir operaciones poco éticas.
Los damnificados

En el mercado de la compasión una perversa lógica se impone. Aunque el objetivo del negocio es “la solidaridad”, el funcionamiento del mercado exige que haya muchos damnificados, cuantos más mejor.

Así pues, el sistema capitalista roza la perfección: los pobres que genera el sistema, los “perdedores”, los marginados, también pueden participar del sistema, y participan por la vía del mercado de la compasión.
Competencia en el mercado de la compasión. Las multinacionales de la compasión.
De hecho en el mercado de la compasión, desde hace unos años, la competencia ha sido feroz. Sólo las ONGs que han tomado la delantera y consigan una talla suficiente podrán sobrevivir. Se han acabado los días para las ONGs que se han quedado en el estadio del amateur. Las modernas multinacionales de la compasión compiten con las más sofisticadas tecnologías del marketing, del tratamiento de la información, de la gestión y de las finanzas. Todo esto exige capitales cada vez más importantes.
No todas las ONGs pueden seguir el ritmo. Solamente sobreviven las más preparadas, las más agresivas, las más competitivas. Algunos bancos emiten tarjetas de crédito que se caracterizan porque un porcentaje de la comisión de emisión y de su utilización se destina a determinadas ONGs con las que están concertadas. Las ONGs figuran (cómo si se tratara marcas de jabón) en las revistas de información al consumidor. El nº 21, de febrero de 1994, de la revista “Dinero y derechos” publicó una lista comparativa de 18 ONGs para que el consumidor esté informado a la hora de consumir.

En los países destinatarios se comportan como expatriados, desplazándose en 4×4s climatizados y residiendo en zonas especiales de alto standing, junto a los expatriados de Shell, Exxon … las agencias de la ONU o las embajadas. En Kinshasa tienen sus cuarteles generales en el selecto barrio de Utex Africa, en Gombe, la antigua villa blanca de la época colonial. La proporción corriente entre expatriados (que detentan todos los puestos de responsabilidad) y personal local subalterno es de 40 a uno.
La transformación de las ONGs “competitivas”
La “modernización” no afecta sólo el ámbito de la recaudación de fondos, sino qué impone su lógica a toda la estructura organizativa. La colecta de fondos se profesionaliza. La propaganda ahoga la información. Los especialistas del marketing enseñan que son la fisonomía y las expectativas del “donante” los que deben dictar la conducta a seguir. Hay que tratar al donante como una empresa trata a un cliente, es decir, le propone un “producto” especialmente concebido para seducirlo. Es necesario promover “el producto” ante el generoso donante anónimo mediante los técnicas más sofisticadas del marketing … y que triunfe el mejor.
Las ONGs y la lucha por las porciones del mercado: La imagen de marca
Además de los anuncios y los campañas postales, los analistas de marketing tienen en cuenta, en primer lugar, la cuestión de la “imagen de marca”. La ONG que más haga hablar de ella a la TV y en los medios de comunicación, sea más conocida y haya sabido construirse una mejor imagen de marca, es la que se quedará con las más grandes porciones del mercado.

Médicos Sin Fronteras de Francia, el 18 de junio de 1985, demandó a Médicos Sin Fronteras de Bélgica con una citación judicial por vía de urgencia, exigiendo que le fuera prohibido, en lo sucesivo, la utilización de las siglas “Médicos Sin Fronteras”. Médicos Sin Fronteras de Francia se hizo representar por la Sra. L. Van Bunnen, especialista en cuestiones referentes a licencias y marcas comerciales. La demanda no prosperó, pero es una muestra clara del que aquí se expone.
Las ONGs competitivas y los medios de comunicación
La ONG competitiva se ha de esforzar en hacer creer al público que ella es la mejor, la más eficaz, la más moderna. La prueba de su superioridad la da el número a veces que sale en la TV o en los periódicos. Para continuar ganándose el interés de un público cada vez más esquivo, estos nuevos misioneros rivalizan con los reporteros para estar “bien situados” en los campos del horror.
Cuando estos nuevos misioneros, estos voluntarios blancos con la marca en la camiseta, se hacen presentes entre los escombros, los cadáveres y los heridos, se dispara el rendimiento financiero del anuncio publicitario. Funciona a la perfección el “proceso de identificación”, tan valorado por los publicistas.

El domingo 29 de enero de 1994, el diario “El País” iniciaba una serie de reportajes con colaboración de la ONG »Médicos Sin Fronteras”, con fotografías de la agencia “Magnum” y los textos de “destacados escritores”. La foto de rigor de un médico sin fronteras luciendo la camiseta de la organización, no podía faltar. Todo un cóctel para el consumidor-donador.
¿Interesan las causas de la pobreza?
No interesan. Se ha de ir rápido, rápido. Se ha de hacer ver al “donante” anónimo que estamos delante de una catástrofe y no es el momento (nunca es el momento) de perder el tiempo discutiendo las causas. Como en el caso de un accidente de automóvil lo más importante es llegar a tiempo y no pararse a discutir quien ha tenido la culpa. En casos de urgencia la motivación tiene la fuerza categórica de la evidencia: es indiscutible.
No nos podemos quedar sin hacer nada. Lo que se debe hacer es algo y rápido. Es esto lo que cuenta. Es la evidencia. Querer poner cuestiones sobre el porqué de la pobreza y sobre qué se puede hacer para combatirla es perder un tiempo precioso para actuar y complicar peligrosamente las cosas simples que por ellas mismas nos llevan a actuar.

Cuando el grito se convierte en un lenguaje articulado, pierdo su fuerza y su impacto; degenera en parloteo insípido o intelectualismo. Si la caridad intenta ser lúcida, si se organiza, si se da los mediados para luchar, pierde espontaneidad y se devalúa. Lo que es importante no es dónde va nuestra ayuda y que consecuencias producirá, sino que lo esencial es que la ayuda parta y que llegue deprisa.

Para muchas ONGs sin catástrofe humanitaria no hay ayuda. La medicina de prevención no liga con la compasión. Liga más la UVI. La ayuda, mientras todavía estamos a tiempo de prevenir la catástrofe no interesa, no es “vendible”, no es noticia. Las ONGs competitivas no pueden malgastar sus fuerzas. Ahora bien, cuando hay una verdadera catástrofe hay codazos para estar presentes y salir a la foto.
¿Cooperación para el desarrollo?
Demasiado complicado. Tratándose del desarrollo las cosas se complican: la política, la cultura, la historia, la economía, la demografía, constituyen unos factores demasiados complejos. La caridad, la compasión, parece que pierde parte de su pureza si se entra en estos temas. No hay cosa peor que mezclar la moral o la religión (la caridad privada) con la política o la economía. Querer ir más allá de la limosna puntual es exponerse a la colaboración, al compromiso de participar en el nacimiento de quien sabe qué nueva monstruosidad política.

Bajo estos presupuestos, la cooperación para el desarrollo se ha convertido en una sucesión de gritos, imágenes de choque u operaciones comando. No se habla del hambre si esta no se convierte en hambruna. La penuria de la miseria no interesa si no es en la forma de una sucesión espectacular de hambres o de accidentes climáticos.
Las ONGs en Bolivia, una línea demasiado habitual de comportamiento
En 1985 el gobierno boliviano se lanzó de lleno a la “globalización” según plan de ajuste dictado por el FMI y el BM. Por decreto se congelaron los salarios y se eliminaban los subsidios a los productos de primera necesidad mientras se desbocaba una inflación del 15.000 % anual. Se privatizaban las empresas públicas y se despedía a buena parte de sus trabajadores. Drásticos recortes en educación y sanidad ponían a dieta al ya esquelético sector público. Resultado: la pobreza creció exponencialmente con huelgas generales y confrontaciones violentas como respuesta.

El BM se sacó de la manga el “programa para aliviar la pobreza”, el Fondo Social de Emergencia (738 millones de $ en 1990) que canalizaría la ayuda a las ONGs que implementaran el programa según los designios del BM.

El resultado fue una proliferación de partos de nuevas ONGs. Antes de 1980 había 100 ONGs. En 1992 la cifra se había incrementado en un 500%. Del total de los fondos del BM sólo un 18% llega a los pobres “beneficiarios”. El resto se lo embolsan estos intermediarios de la ayuda humanitaria. El objetivo era debilitar la resistencia popular al plan de ajuste. Muchos izquierdistas fueron absorbidos por la deriva neoliberal entrando a formar los cuadros de las nuevas ONGs.

Conozco casos de apadrinamiento de niños por parte de ciudadanos americanos en que la ONGs intermediaria controla estrictamente el correo entre padrinos y niños tachando desvergonzadamente la dirección de los padrinos para evitar perder el control – y las comisiones – de la intermediación.

En la actualidad USAID financia y colabora en la balcanización del país en beneficio de las corporaciones petroleras y agroindustriales. El “estatuto” del departamento petrolero-gasístico de Santa Cruz (redactado por cierto con la colaboración políticos y empresarios catalanes que aportaron su experiencia en el modelo del Estatut catalán. Higinio Clotats, octubre 2006: “Nos parece oportuno apoyar con nuestra experiencia el proceso autonómico que llevan adelante ustedes en Bolivia”) ha gozado del apoyo incondicional de ésta y otras ONGs.
ONGs y greenwashing

La necesidad perentoria de mejorar su imagen ha llevado a las grandes corporaciones a buscar el consejo inestimable de muchas ONGs a cambio de aportaciones sustanciales. Como parecer verde o socialmente responsable es el quebradero de cabeza de los consejos de administración de petroleras, químicas, farmacéuticas, …. ¿Y quien sabe más del asunto?

Más sobre el tema:

Arundhati Roy: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=55051

http://html.rincondelvago.com/ong-y-leyes-del-mercado.html

http://www.tni.org/detail_page.phtml?page=interviews_mundo