CEM publica documentos del 45 Aniversario del PCS en 1975

SAN SALVADOR, 30 de marzo de 2009 (SIEP) “En homenaje al 79 aniversario de fundación del Partido Comunista de El Salvador, publicamos estos textos, documentos fundamentales de la izquierda revolucionaria salvadoreña” indicó el Lic. Roberto Pineda, Coordinador del Centro de Estudios Marxistas “Sarbelio Navarrete.”

Agregó que “tuve el honor de asistir al Acto Conmemorativo, fue muy solemne, estuvieron presentes dirigentes fundadores, sindicalistas, lideres campesinos, Rosita Braña (de Castellanos) y otras mujeres comunistas y representantes de la Juventud.”

“Todavía me emociono al recordar la parte del discurso de Schafik, entonces Emilio, cuando dijo refiriéndose a los acontecimientos de 1932 que “…Aniquilar a nuestro Partido fue el objetivo de aquella feroz carnicería y de la incesante matanza y persecución que el tirano Hernández Martínez mantuvo durante sus fatídicos 13 años de dictadura terrorista. ¡Pero aquí estamos para dar testimonio de que aquel propósito de la reacción fracasó! Nuestro Partido no sólo vive, sino que crece, se desarrolla, aumenta su prestigio, se gana más y más el cariño del pueblo trabajador.”

“A continuación presentamos la reseña que apareció en la portada del periódico Voz Popular, (no. 27 de la 2da. semana de abril de 1975), la declaración del Comité Central del PCS, el discurso que pronunció el entonces secretario general de los comunistas salvadoreños, Schafik Jorge Handal, así como saludos de otros partidos comunistas.”

PCS CELEBRO SU 45 ANIVERSARIO (VOZ POPULAR)

El Partido Comunista de El Salvador (PCS) ha cumplido el 28 de marzo anterior, 45 años de existencia. Dicho aniversario ha sido celebrado ampliamente por la mencionada colectividad. El propio día 28, Viernes Santo, carteles, pintas y mantas alusivos abundaron por todos los rincones del país con la leyenda: “PCS 45 años de lucha.”

Circula un pronunciamiento

Firmado pro el Comité Central del PCS ha circulado también un extenso pronunciamiento titulado “45 Años de sacrificada lucha revolucionaria” en el que se hace un bosquejo de la actividad del PCS a lo largo de sus existencia.

El mencionado documento dice en su parte introductoria lo siguiente:

“El Partido Comunista de El salvador (PCS) ha recorrido un largo y difícil camino, que comienza con la formación de los primeros grupos marxistas(1924-28) llegando hasta los actuales días, cuando es la organización de izquierda más fuerte y experimentada el país.”

El Partido Comunista de El salvador (PCS) fue fundado el 28 de marzo de 1930. Se formó como una necesidad histórica en medio del impetuoso movimiento obrero surgido después de la Primera Guerra Mundial, bajo la influencia de la Gran Revolución Socialista de Octubre en Rusia (1917) y de los indiscutibles triunfos del primer país socialista, del primer estado obrero y campesino, de la Unión de Republicas Socialistas Soviéticas, El PCS se ha guiado siempre por la doctrina del marxismo-leninismo y se ha educado en los principios del internacionalismo proletario.

El PCS ha llegado a ser la organización revolucionaria más significativa del país y con mayor influencia en lo clase obrera, sobreponiéndose a los sangrientos y pérfidos ataques del régimen militar reaccionario que impera desde 1931 y realizando una lucha de principios contra las corrientes oportunistas y revisionistas, tanto de izquierda como de derecha, que han amenazado y amenazan desviar al movimiento obrero y revolucionario.

la historia del PCS es la historia del desarrollo de la lucha política y reivindicativa de los trabajadores, es la historia del inicio de la

organización y lucha de los campesinos; la historia de la lucha de nuestro pueblo por la democracia y por la emancipación de la dependencia del imperialismo; es la historia de la lucha por el socialismo; la historia del señalamiento y búsqueda del poder político para las masas trabajadoras y por el pueblo salvadoreño en general; del entrelazamiento consciente de la lucha de nuestro pueblo con el de otros pueblos de diversas razas y continentes; la historia de la conquista de derechos sindicales, de prestaciones sociales y económicas, la historia de la organización del movimiento obrero, del crecimiento de la influencia de las ideas del socialismo, de la divulgación y defensa del marxismo-leninismo en las peores

condiciones de terror y persecución.

La lucha reivindicativa y revolucionaria de los trabajadores desde los años veinte, lo promoción y la orientación de la lucha política popular, la mayor Incorporación de sectores de los capas medias al campo de la revolución en nuestros días, han sido y son la cotidiana actividad del Partido de la clase obrera, el Partido Comunista de El Salvador, que ha entregado innumerables mártires y héroes un sus 45 años de vida.

Acto solemne del Comité Central

Según lo declarara a nuestro periódico el Secretario General del Comité Central del PCS, Schafik Handal , en los días anteriores se celebró en esta capital un Acto Solemne organizado por el Comité Central, con la participación de delegados de todo el país, como culminación de la jornada de celebración del 4S Aniversario que ha ocupado la atención de loo organismos de dirección a todo nivel y de los miembros del PCS en los últimos días. En dicha oportunidad, se rindió homenaje a los mártires y héroes y se conoció un informe especial del mencionado dirigente a nombre de la Dirección Nacional de esa colectividad.

Reciben saludos de otros P. C.

Informó asimismo Schafik Handal que habían recibido saludos de otras Partidos Comunistas del mundo, incluyendo de las países socialistas, entre los que se destaco el enviado por el P. C. de la Unión Soviética, copia del cual nos proporcionó y que ofrecemos como primicia periodística:

AL COMITE CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE EL SALUADOR. Queridos compañeros: El Comité Central del

Partido Comunista de la Unión Soviética, les envía a Ustedes y a todos los comunistas salvadoreños un saludo fraternal y felicitaciones calurosas con motivo del 45 aniversario de la fundación del Partido. El Partido Comunista de El Salvador, actuando en las condiciones de persecuciones incesantes y del terror ha recorrido un difícil y glorioso camino en la lucha contra la opresión del imperialismo y la oligarquía de terratenientes y burgueses, por los intereses vitales de la clase obrera y de todos las trabajadores, por la paz, la democracia y el Progreso social . Deseamos a su Partido nuevos éxitos en su actividad noble, en la tarea del fortalecimiento de la influencia en las masas, en la consolidación ideológica y de organización de sus filas, en la lucha por el triunfo de las ideas del marxismo-leninismo y del internacionalismo proletario. EL COMITE CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE LA UNION SOVIETICA.

Honduras, Nicaragua y El Salvador en solidaridad con Venezuela

TEGUCIGALPA, Honduras, 28 de marzo de 2009 (SIEP) “Respaldamos los profundos cambios impulsados por el presidente Hugo Chávez en Venezuela” indicó Rigoberto Díaz, del capítulo salvadoreño del Congreso Bolivariano de los Pueblos.

Este fin de semana inicio una reunión de representantes de movimientos populares de Honduras, Nicaragua y El Salvador para coordinar esfuerzos y planificar acciones, orientadas a divulgar los avances del proceso revolucionario que en Venezuela encabeza el Presidente Hugo Chávez.

“Es una responsabilidad histórica expresar nuestro respaldo al gobierno presidido por el Comandante Hugo Chávez y con la revolución Bolivariana, que constituye un baluarte de las luchas de nuestros pueblos latinoamericanos por la independencia nacional y el progreso social” expresó María Isabel Villegas, en representación del Movimiento Salvadoreño por la Paz.

Agregó que “el movimiento popular y social salvadoreño se solidariza desde 1999 con el proceso de transformaciones que se llevan a cabo en Venezuela, que son expresión del Socialismo del siglo XXI, así como agradecemos el apoyo brindado en salud y educación a nuestro pueblo.”

Entre los acuerdos más importantes de este primer encuentro se hay el de convocar a una Asamblea para finales de abril en la patria de Augusto Cesar Sandino, en la Nicaragua siempre Sandinista para finales de abril” concluyó la luchadora social salvadoreña.

Conmemoran en Ayutuxtepeque 29 aniversario de muerte de Monseñor Romero

AYUTUXTEPEQUE, 27 de marzo de 2009 (SIEP) “Monseñor Romero acompaña esta victoria lograda por el pueblo salvadoreño este 15 de marzo” expresó esta tarde el sacerdote católico Trinidad Nieto, en Acto Ecuménico convocado por la Alcaldía Municipal de esta ciudad.

Agregó que “ha sido una larga lucha de siglos…una lucha de mucho sacrificio, que comienza el día que los invasores españoles llegaron a nuestras tierras y frente a su soberbia imperialista, se encontraron con la tenaz resistencia de nuestro pueblo que los enfrentó y los sigue enfrentando…”

Compartió que “estamos en un esfuerzo por canalizar las inquietudes de muchos jóvenes y personas adultas que nos buscan para trabajar y hemos conformado los Comités Monseñor Romero como instrumento para divulgar el pensamiento de nuestro Mártir y Profeta.”

Por su parte, el Rev. Roberto Pineda, de la Iglesia Luterana Popular, leyó el Evangelio de San Juan, Capitulo 10, versículos del 1 al 14, que trata sobre El Buen Pastor y señaló que “monseñor Romero fue el Buen pastor que dio su vida por sus ovejas, que fue asesinado por los ricos de este país.”

“Y que se diferencia del asalariado, de aquel que solo piensa en sus intereses egoístas. Por eso es que el espíritu de Monseñor Romero que es el espíritu de la Resistencia de este pueblo se hizo presente este 18 de enero y este 15 de marzo en estas dos victorias populares. Y seguirá presente en el nuevo gobierno, iluminando el camino de Mauricio y Salvador, dándoles fuerza y sabiduría…”

Concluyó que “la llegada de un gobierno popular nos presenta el reto de organizarnos para defender esta conquista, porque estamos seguros que la derecha tratará por todos los medios de hacer fracasar este esfuerzo, este proyecto de justicia y liberación. Y por eso el llamado que hacemos es a unirnos más, para que los poderosos no puedan destruir, no puedan comprar, no puedan hacer retroceder a este sueño por el que se derramó tanta sangre.”

R. Levins: Un Compromismo Personal y Permanente

R. Levins: Un Compromismo Personal y Permanente

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Memorias y reflexiones del camarada estadounidense y boricua Richard Levins

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Un Compromismo Personal y Permanente

Por el Dr. Richard Levins

En el verano del 1949 yo conocí a Rosario Morales. Nuestra relación fue a la vez una introducción al sur del Bronx y a Puerto Rico. Frecuenté el puesto de maví en la estación del tren elevado de la calle 163 y conocí los tostones fritos. De varios folletos del Grito de Lares (la revuelta del 1868 contra la dominación Española) y de la huelga azucarera del 1940 comencé a aprender el español.

Nosotros éramos ambos comunistas. Ella era una recluta reciente, atraída por la filosofía científica tanto como por la lucha contra la injusticia. De su padre ya ella había adquirido una posición pro-unionista y algún conocimiento de la posición imperial de los Estados Unidos en la América Latina. Uno de sus tíos, miembro del Partido Popular Democrático, me aseguró que don Luis Muñoz Marín, el fundador de dicha partido, era realmente un comunista en lo más profundo de su ser, pero que los americanos no le dejaban hacer nada.

Yo constituyo la tercera generación Roja. Mi abuela fue socialista en Ukrania antes de emigrar hacia los Estados Unidos y estuvo activa en la organización de concilios de mujeres desempleadas y de la huelga del distrito textil de Nueva York en el 1930. Mi padre había sido miembro de la Liga de Jóvenes Comunistas en Brooklyn. La política fue parte de la conversación cotidiana y se encontraba uno envuelto en actividades anti-fascistas, anti-racistas y pro-laborales. Se daba por sentado que entender el mundo era interesante ya que nosotros estábamos aquí para cambiarlo. El primero de mayo era mi gran día de fiesta. De niño crecí con el convencimiento de que iba a ser un científico y un revolucionario. Así que ya estaba listo en principios generales para apoyar la lucha de Puerto Rico por su independencia aun antes de conocer a Puerto Rico. Rosario y yo llegamos a esta hermosa isla en el 1951. Para mí esta era la oportunidad de conocer la tierra de ella. Para ella era la oportunidad de volverse a familiarizar con la patria de sus padres, la que ella sólo había visitado en unos dos ocasiones anteriores. Para los dos esto iba a ser un interludio mientras decidimos nuestro próximo paso a seguir y mientras esperábamos que la creciente represión y la guerra de Corea desorganizara nuestras vidas de un modo u otro. Este fue también mi primer encuentro con los trópicos. Me enamoré de los paisajes, de sus lozanos montes y el verdor de sus valles, sus desiertas playas y las curiosas carretas de sus campiñas, de las plantas como de piel en las serpentinas tierras de Maricao y de las gaviotas del ganado anidando en los manglares. Los abusos del comercialismo norteamericano y la pobreza del pueblo se veían más atroz al mirárseles sobre estos trasfondos.

Apenas habían transcurrido ocho meses de la revuelta Nacionalista del 1950. La represión era rígida en todo Puerto Rico. Muchos se encontraban aún presos por haber participado, o porque se creyó que habían deseado participar, o como, en uno de los casos, por haber hecho un comentario de ostentación respecto a que Puerto Rico estaba desquitándose, o simplemente por haber enarbolado una bandera puertorriqueña. Mientras algunos parientes de Rosario nos acogieron calurosamente, otros se mostraban temerosos de asociarse con “subversivos”. Ellos no se dividían en cuanto a afiliaciones políticas. Un primo semi-falangista nos mantenía informados del interés de la policía en nosotros. Me encontraba procurando un trabajo en la Estación Experimental Agrícola o en alguna otra rama de la Universidad. Sin enbargo, una conocida casual, la cual se identificó como perteneciente a la célula del Partido Nacionalista formada por empleados gubernamentales, me dejó saber que el FBI había llegado a todos mis posibles empleos antes que yo, por lo que un empleo era muy dudoso que lo consiguiera.

Mientras tanto, traté de asociarme con el Partido Comunista de Puerto Rico. Esto no fue nada de fácil. El partido era pequeño y el miedo a la represión cundía por todas partes, por lo cual un americano desconocido preguntándole a la gente cómo empatarse con el Partido Comunista o dónde conseguir periódicos comunistas era frecuentemente mirado con sospechas. Obtuve algunos nombres y direcciones del Partido, mas las personas no eran localizables o sus direcciones o política eran obsoletas.

Finalmente conocí a Leonard Schlaefer, quién me habló secretivamente al preguntarle acerca del periódico Pueblo: “Calle, ya hablaremos más tarde.” El me llevó a una casa de la Calle Lutz, en la cual una bandera de Puerto Rico colgaba de un gran árbol.

Allí conocí a César Andreu Iglesias, quien se convirtió en íntima amistad. El nació un dramatista, por lo que pasé las horas oyendo narrar sus recuentos de la historia de Puerto Rico, repletos de voces y gestos que le transformaban en cualquier orador o político que se hallare mencionado. Aún años después, cuando le narraba a mis hijos y amistades los discursos de don Pedro Albizu Campos, se me olvidaba que yo no había estado allí. Sus vivas narraciones me hacían recordarlos tal como si los hubiera presenciado en persona. Más que ninguna otra persona, fue César quien me ayudó a transformar mi anti-imperialismo abstracto en una bien arraigada identificación con la revolución puertorriqueña.

El Partido Comunista de Puerto Rico ha sido siempre una organización pequeña. En su mejor época este a penas tuvo unos cientos de miembros, por lo menos en sus listas de nombres. Sin embargo, fue el partido comunista el que urgió, mediante toda la complejidad de la política puertorriqueña, que las luchas por la independencia nacional y la emancipación social debían desarrollarse al unísono. Los comunistas y los nacionalistas se apoyaron recíprocamente en muchos e intrincados modos. Ambos estamos en el mismo lado en la lucha contra el imperialismo mas, mientras que los nacionalistas ven la causa como algo por encima de las diviciones de clases, nosotros vemos ésta como parte de una lucha de clase internacional. Mientras que para los nacionalistas la explotación de la mano de obra puertorriqueña por parte de las corporaciones multinacionales de los Estados Unidos representa sólo una de la larga lista de violaciones y abusos del colonialismo, para nosotros éste es el centro de todo mal. No porque éste sea el único y el más doloroso mal, sino porque éste constituye la razón misma del colonialismo y la continua dominación de la isla de parte de los EEUU. Los nacionalistas ven la lucha económica como algo menos digno que la lucha nacional. Donde los nacionalistas buscan el apoyo de otros pueblos hispano-parlantes, nosotros buscamos el respaldo de la clase obrera internacional.

Los comunistas no nos sentimos muy simpatizantes con héroes nacionales puertorriqueños como don José de Diego, por ejemplo, quién escribió conmovedoras poesías patrióticas, mas fue un conservador que votó en el Senado contra las becas universitarias y fue abogado de una compañía azucarera del sur de Puerto Rico. Nosotros nos sentimos desairados con el catolicismo conservador de muchos nacionalistas por su idealización de los tiempos de España y por su énfasis en los actos heroicos. Creemos que tales actos deben evocar la admiración, mas no la activa emulación de las masas, lo cual puede provocar mucha represión.

Nosotros apoyamos la Segunda Guerra Mundial como una lucha anti-fascista, mientras que los nacionalistas fueron a prisión por rehusar el enlistamiento. Sin embargo, nosotros fuimos hostigados por el mismo enemigo, expuestos al mismo imperialismo, denunciamos a los mismos oportunistas, nos reunimos descontentos en los mismos cementerios en los días de fiestas nacionales a honrar los héroes caídos mientras el FBI nos fotografiaba. Los unos a los otros nos admirábamos mutuamente pos nuestra constancia en una colonia donde nos encontrábamos ambos rodeados por el oportunismo y la corrupción. También estábamos unidos en un pacto implícito de no revelar para la gratificación de nuestros enemigos, ninguno de los medios en que llevamos a cabo nuestra lucha. Durante los años en Maricao fui organizador regional del partido en la zona cafetalera. Mi actividad se centró en organizar el movimiento previo a la unión de los trabajadores de café, el cual procuraba elevar los salarios sobre el prevaleciente de $1.44 por día si no llovía (y ¡cómo llovía en esas zonas cafetaleras!). Y, por supuesto, hice propaganda en el barrio por la independencia y el socialismo.

En el 1953, una súbita dolencia me impidió continuar trabajando en la siembra. Mientras me encontraba en el hospital Castañer donde me había hospitalizado, conocí a algunos pacifistas que trabajaban allí. Poco después me uní al hospital como técnico de laboratorio. Rosario y yo trabajamos con los pacifistas en el Fellowship of Reconciliation. Ellos eran en su mayoría norteamericanos, algunos de ellos objetores de consciencia, realizando servicio alternativo en Puerto Rico. Aunque los mismos compartían nuestro antimilitarismo, no se atrevían a criticar la presencia militar de los Estados Unidos en Puerto Rico por temor de ser considerados como pro- independentistas. Aún así, la asociación con ellos fue de gran provecho para nosotros. Con ellos aprendimos a apreciar el compromiso pacifista de abandonar los dóciles estereotipos de pacifismo del pensamiento popular, el cual confunde pacifismo con pasividad, aprendimos de su concepto de testificar, el poder potencial de adoptar una posición aun sin el seguimiento de una masa. Esta connotación de testigo proveyó también uno de los puntos de contacto entre los pacifistas norteamericanos y los nacionalistas puertorriqueños, quienes con frecuencia vieron sus acciones dramáticas como militarmente futiles, mas a la vez como actos de testimonio, políticamente necesarios para mantener viva la flama. A nosotros nos impresionó el hecho de que externamente nuestros amigos pacifistas eran a la vez firmes y gentiles, así como militantes sin llevar por dentro odio alguno hacia sus enemigos. Nosotros confiábamos tanto en ellos como para llegar a hacer preparativos a fin de dejar a nuestros hijos al cuidado de una familia pacifista si en algún momento Rosario y yo llegáramos a estar presos al mismo tiempo.

Nosotros volvimos a la escuela en Nueva York en el 1956 y regresamos a Puerto Rico cuatro años más tarde. La represión se había reducido lo suficiente como para que yo recibiera una oferta de trabajo en la Escuela de Medicina Tropical de una entrevistadora que me dejó saber que el FBI le había hecho advertencias respecto a mi persona y, aunque ellos realmente hubieran preferido un 100% Cristiano americano blanco, un buen genetista les satisfizo.

El letargo de los últimos años de la década de los 50 había dado paso a una nueva animación. Nuevas organiciones se levantaron para encontrar nuevos métodos de lucha, nuevos medios de plantearse el problema de cómo asociar las luchas nacionales y las sociales; nuevos medios de cambiar formas de acción legal y extra-legal. César se unió a Lorenzo Piñero, de antecedentes nacionalistas, Juan Mari Bras y otros veteranos luchadores junto al movimiento estudiantil para formar el Movimiento Pro Independencia (MPI) que luego pasó a ser el Partido Socialista Puertorriqueño (PSP). Juán Antonio Corretjer, quién había pasado por ambos, el Partido Comunista y el Partido Nacionalista, trabajó con Acción Patriótica Unitaria de donde luego orzanizó la Liga Socialista. Cuba nos había enseñado que un país latinoamericano podía salir victorioso frente a los Estados Unidos y hubo entonces un súbito interés en el Marxismo.

Me uní a la facultad de la Universidad de Puerto Rico como ecologista con una nueva preocupación sobre la destrucción del ambiente en la colonia. La contaminación era difícil de pasar desapercibida: en los días cuando los vientos soplaban hacia el sureste, las emanaciones del complejo petroquímico de Guayanilla se sentían hasta en la cresta de la cordillera donde aún vivíamos de lo que sembrábamos. La petroquímica fue luego cerrada, pero no sin antes obtener sus ganancias mientras pudieron. Tras de sí dejaron terrenos contaminados y una economía dislocada. Mis nuevos conocimientos me ayudaron a entrelazar más mi vida política con mi vida científica. Concentré mi trabajo político en proveer educación marxista, mayormente en la Federación de Universitarios Pro Independencia (FUPI) tanto en el recinto de Rio Piedras como en el de Mayagüez. También en el Movimiento Pro Independencia (MPI) para el cual César me había reclutado como Secretario Asistente de Educación Política.

Ya para el 1965 la oposición a la guerra de Vietnam estaba aumentando. Junto con un comité de profesores contra la guerra, ayudé a organizar el adoctrinamiento interno en la Universidad de Puerto Rico. La prensa estuvo estridente en su oposición al adoctrinamiento. Como este había sido prohibido por la administración Universitaria, nosotros colocábamos las bocinas en la verja y hablábamos desde una escalera portátil colocada contra una pared. La policía y la prensa nos escuchaban tanto dentro como fuera del recinto. Esa semana Rosario estaba de parto con nuestro hijo menor por lo que me mantuve en las montañas y sólo vine a Río Piedras por unas horas para el adoctrimiento. Mi súbita aparición y desaparición añadió un exótico sabor de misterio y conspiración al evento.

La escalera de la cual hablábamos nos proveyó el nombre para el periódico La Escalera, editado por George Fromm, Gervasio García y Samuel Aponte. La Escalera llegó a ser el vehículo mayor para la introducción de un marxismo flexible en el movimiento por la independencia. En mi ensayo “De Rebelde a Revolucionario” argumenté a favor de una coherente visualización de la sociedad como un todo, al buscar las raíces de nuestros problemas coloniales en vez de conformarnos con la colección tradicional de atropellos, un catálogo de ultrajes y abusos. También aclaré que aunque la patria podía significar valor y sacrificio, ésta también requería un bien objetivo.

Durante mis años de participación en la lucha por la indepencencia de Puerto Rico, tuve varios encuentros personales con el antinorteamericanismo. Muchos independentistas habíanse tornado bastante sofisticados en el visualizar a sus enimigos no como “americanos” sino como “Imperialismo Estadounidense”. Paradójicamente, el antiamericanismo personal era más bien expresado por los seguidores del régimen, cuyos sentimientos nacionales fueron suprimidos en sus vidas políticas por intereses personales o de clase, y por lo tanto surgieron de un modo más individual en cada uno de ellos. La administración universitaria y la policía política desaprobaron mis actividades. Cuando regresé por mi puesto en el 1966 una campaña de prensa dirigida por un periodista conectado con el FBI exigió mi cesantía. Como era de esperarse, se me negó la reasignación sobre la alegación de que había sido incompetente en mi labor. Ello me forzó a emigrar otra vez para encontrar trabajo, primero en la Universidad de Chicago y luego en la de Harvard. Por lo tanto, en el 1967 dejé a Puerto Rico, pero no la lucha por la independencia y el socialismo. Lo que había comenzado como una obligación política emanada de una visión global general se había convertido en un compromiso permanente y profundo.

Durante las revueltas políticas de fines de la década de los 60 pude continuar la participación activa en el MPI (más tarde PSP). También pude enseñar historia de Puerto Rico a los “Young Lords” en Chicago. Más tarde me uní al Comité de Solidaridad con Puerto Rico, el cual estaba activo en la campaña para liberar los prisoneros Nacionalistas y que ahora publica Puerto Rico Libre y que presenta una visión anticolonial norteamericana ante el Comité de Descolonización de Las Naciones Unidas.

Ya han pasado cuatro generaciones desde la conquista de los Estados Unidos sobre Puerto Rico y quién sabe cuántas más pasarán antes de que el Hotel Dorado Beach se convierta en un asilo para trabajadores incapacitados, antes de que las delicadas raíces de los árboles frutales y los pastos del ganado se extiendan para cerrar las heridas de la traumatizada tierra de Vieques, y que la República Socialista de Puerto Rico realice los sueños de Betances y Martí, y pase a formar parte de una Federación Caribeña.

¿Y La Pasión Y Muerte? De Ninguna Manera Son Divinas, Ni Sagradas.

¿Y La Pasión Y Muerte? De Ninguna Manera Son Divinas, Ni Sagradas.

Por Jairo Del Agua.

España.

Durante siglos nos han enseñado que el pecado del hombre causó una ofensa infinita a Dios.

Siendo el hombre un ser limitado, no podía reparar esa ofensa infinita. Era preciso alguien infinito para satisfacer el honor de Dios.

Por otro lado, al haber sido cometida la ofensa por el hombre, tenía que ser reparada por un hombre.

Eso explica que Jesús (Dios y hombre) se encarne, muera y merezca con su muerte (sacrificio con valor infinito por tratarse de un ser infinito) la reconciliación con Dios. Al quedar pagado el justiprecio por todas nuestras ofensas, quedamos redimidos y los cielos abiertos.

Se me ponen los pelos de punta al recordar esta nefasta doctrina que ha durado casi diez siglos, ha denigrado el rostro de Dios revelado por Cristo y ha causado tanto temor.

Bajo ella laten los conceptos de “culpa” y “expiación” judaicos de los que estaba impregnado San Pablo y con los que, a veces, contamina sus cartas. La superada “interpretación literal” de la Escritura nos permite ahora distinguir el diamante (Palabra de Dios) de los defectos causados por su tallador (el escritor sagrado).

En el siglo XI San Anselmo, influido por la literalidad de la Escritura y el ambiente feudal de su época, escribió la teoría de la redención que he resumido. La recogió después Santo Tomás y se ha ido trasmitiendo por generaciones.

Ahora los teólogos la rechazan pero no se hace lo necesario para borrar del subconsciente colectivo esa trágica teoría.

Cuando se descubre un error, lo recto es corregirlo inmediatamente. Sin embargo, determinados textos oficiales, la liturgia y algunas predicaciones siguen reflejando esa historia.

Pareciera que nuestros dirigentes no comparten que “rectificar es de sabios”. Siguen teniendo un “temor insuperable” a la autocrítica y los pasos adelante.

El conservadurismo, disfrazado de tradición, les atenaza. Temen que su autoridad quede mermada por los cambios de rumbo. Piensan y dicen que su sabiduría se identifica con la inmutable e infalible sabiduría de Dios y que son los únicos con tal privilegio.

No leyeron la alabanza: “¡Yo te alabo Padre porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a los sencillos!” (Mt 11,25). Tampoco leyeron a San Paulino de Nola: “Estemos pendientes de los labios de los fieles, porque en cada fiel sopla el Espíritu de Dios”. Tal vez tampoco oyeron a Juan Pablo II: “La fe no se impone, se propone” y se vive añado yo porque “hacer es la mejor forma de decir”.

Me duele la falta de celo, el inmovilismo, la ausencia de conversión (rectificación). Me duele que al Pueblo de Dios no le lleguen las luces nuevas, la liberación del error y del temor. Aunque comprendo la pesada inercia de los siglos.

Los doctores de hoy, como los de ayer, son expertos en construir torres de Babel con el pensamiento, en hacer encaje de bolillos con la razón. El error surge al apartarse de la realidad, al barajar fantasmas.

Esos cerebralismos, esos despegues de la realidad, inscrita en el corazón y recogida en el Evangelio, dibujaron un “dios sádico” (a ras de los dioses mitológicos), capaz de desangrar a su hijo para darse a sí mismo una reparación. ¡Qué barbaridad! ¡Rechazo pública y firmemente ese “dios falso” y esa “redención mercantil”! ¿Qué ceguera nos impidió ver esa terrible idolatría?

¡Me adhiero al Padre revelado por Jesús en la parábola del hijo pródigo! ¡Creo en el Dios Amor que no necesita para perdonar ni pagadores, ni justificadores, ni expiaciones, ni holocaustos, ni sacrificios!

Mi Dios es fina lluvia templada que se derrama constantemente sobre sus sedientas criaturas. Es el calor que necesita mi piel, la luz que ansían mis ojos, la música que sosiega e inunda mi ser. Es el perfumado horizonte de flores que busca mi corazón. Es la Felicidad plena que creó al hombre para hacerle partícipe de su felicidad. Es pura Gratuidad que no espera respuesta, sólo anhela que su regalo haga feliz al otro. No hay precios que pagar, no hay expiaciones que colmar.

¿Entonces, la venida de Cristo para qué?

Para que no perdamos el regalo.

Para que no mendiguemos comida de cerdos teniendo un Padre millonario.

Dios nos creó libres “a su imagen y semejanza” pero elegimos emplear ese don contra nosotros mismos. Huimos de nuestra humanidad y nos convertimos en alimañas (“homo homini lupus” decía ya el comediógrafo Tito Marcio Plauto allá por el 200 a.C.).

Contagiamos nuestras erradas decisiones a las generaciones siguientes. Y nos fuimos hundiendo en la violencia, el temor, la oscuridad y la desesperación. El Amor gratuito de Dios no podía quedar indiferente y decidió “recrearnos”, enseñarnos a ser humanos.

Para eso viene el Hijo del Hombre, el modelo, para devolvernos nuestra identidad y, con ella, el mapa de la felicidad. Lo dice Juan maravillosamente: “Tanto amó Dios al mundo que envió a su Hijo único, para que quien crea en Él no perezca, sino que tenga vida eterna” (Jn 3,16).

Creer significa confiar, seguir, adherirse a la persona y al mensaje. Tener vida significa crecer, realizarse, avanzar hacia la felicidad para la que fuimos creados. Por eso la salvación no está en la cruz, sino en el seguimiento del Salvador:“Yo soy el camino, la verdad y la vida” (Jn 14,6). Él nos reveló un Rostro en quien confiar y un Camino para el encuentro.

¿Y la pasión y muerte? De ninguna manera son divinas, ni sagradas. Son hechura de nuestras manos homicidas, como lo son “las crucifixiones” a que hoy sometemos a tantos hermanos nuestros. Son nuestra terrible respuesta al que viene a ayudarnos.

Lo cuenta el mismo Jesús en la “parábola de los viñadores homicidas” (Mt 21,33). No existe una cruz redentora querida por Dios. Él aborrece el sufrimiento de su Hijo y de sus hijos. Existe el horror de la cruz con la que aplastamos al Justo, al Bueno, al Pacífico, en contra de la voluntad de Dios, para proteger terrible y vergonzante paradoja la religión. (Los religiosos de hoy deberían meditar seriamente esa historia).

Ante nuestra libertad criminal, Dios pudo quitárnosla de un plumazo (“¿crees que no puedo pedir ayuda a mi Padre que me enviaría doce legiones de ángeles?” – Mt 26,53).

Hubiese sido la destrucción del hombre porque sin libertad dejamos de ser humanos. Su obra creadora hubiese fracasado. La respuesta no fue fulminarnos sino enseñarnos, cogernos de la mano. Y ahí entra la pedagogía del Crucificado: “vencer el mal con abundancia de bien” (Rom 12,21). Ante la atrocidad de nuestra libertad deicida, Él certifica con su sangre el contenido de su predicación: paz, amor, verdad, confianza, perdón, fortaleza, oración, aceptación, etc.

Muchas veces nos quedamos en la sensiblería de la cruz sin darnos cuenta de las lecciones que en ella nos dejó el Crucificado. Tampoco acertamos a ver que la cruz es nuestra espeluznante obra, mientras que el ejemplo del Crucificado y su resurrección es la obra luminosa de Dios.

La resurrección probará que esos valores, por los que Cristo se deja matar, son el Camino del triunfo definitivo. Le llamamos Redentor porque nos redime de nuestra ceguera, de nuestros temores y de nuestra desesperanza. Su dolor resucitado, además de certificar el Mensaje, es consuelo y esperanza para los que sufren, en cualquier tiempo, bajo las garras del mal: “No tengáis miedo de los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma” (Mt 10,28).

El corazón maternal de Dios no puede renunciar a su deseo de hacernos felices. Ésa es la finalidad de la creación, de la encarnación y de la pasión. Ése es el regalo de su Gratuidad. Quien estúpidamente lo rechaza en esta vida tendrá que rehabilitarse en la otra, tendrá que hacer la dolorosa gimnasia de convertirse en humano y sufrir indeciblemente al darse cuenta de que rompió su décimo premiado.

La posibilidad de ser feliz está indisolublemente ligada a la naturaleza humana. Un perro podrá estar satisfecho pero nunca feliz. Nadie que renuncie a la “imagen y semejanza”, inmersa en su humanidad, podrá encontrar la felicidad. Por eso “la parábola del hijo pródigo” síntesis de todo el Evangelio es una historia de gratuidad, libertad errada y felicidad recuperada (“volveré junto a mi Padre”).

Ni salvados, ni redimidos, pero sí iluminados, amados, llamados, atraídos, esperados y abrazados.

De ti depende caminar el Camino de tu redención, tu salvación, tu humanización y tu felicidad. Él siempre te acompañará con abrazos florecidos y besos (PE/Eclesalia).

(*) Jairo Del Agua, español, escritor, laico católico romano.

El título de la nota original era “Ni Salvados, Ni Redimidos” subtitulada “¡Tan sólo amados, llamados y esperados!”. Optamos por “¿Y la pasión y muerte? De ninguna manera son divinas, ni sagradas” que, como el original, también está en el texto.

CEM publica Informe del CC del PCS de abril de 1974

SAN SALVADOR, 18 de marzo de 2009 (SIEP) “La participación de la Unión Nacional Opositora, UNO, en las elecciones de marzo de 1974 fue una importante escuela política para el pueblo salvadoreño” señaló el Lic. Roberto Pineda, coordinador del Centro de Estudios Marxistas “Sarbelio Navarrete.”

Agregó que “fue mediante esta participación que se fortaleció la alianza entre comunistas, socialdemócratas y democristianos lo que aisló al instrumento político de la dictadura militar, al Partido de Conciliación Nacional, PCN. Esta fue la segunda experiencia política unitaria, la primera fue en 1972 con la candidatura presidencial del Ing. José Napoleón Duarte y el Dr. Guillermo Manuel Ungo.”

“La UNO, integrada por el PDC, el MNR y la UDN, fue la expresión política más alta de lucha por la democracia y el cambio social durante la década del setenta del siglo pasado. Miles de activistas, hombres y mujeres, jóvenes y ancianos, se incorporaron a la lucha social mediante estas campañas electorales.”

“El programa político de cambios de la UNO, proclamado desde las tribunas populares permitió incluso que dos dirigentes del Partido Comunista, Dagoberto Gutiérrez, que venía de conducir el proceso de reconquista del campus universitario y Rafael Aguiñada, reconocido dirigente sindical, pasaran a integrar la Asamblea legislativa como diputados del UDN.”

“Asimismo la campaña electoral permitió superar la situación de reflujo en que había caído la izquierda luego del fracaso del golpe de estado del 25 de marzo de 1972. La campaña electoral logró también recuperar la iniciativa política y promover la denuncia nacional e internacional de la dictadura militar presidida por el Coronel Armando Molina.”

“Con esta publicación digital de este documento del Partido Comunista de El Salvador, PCS, continuamos enriqueciendo el horizonte documental de la izquierda salvadoreña, tarea que nos hemos trazado desde nuestra fundación” concluyó el docente la UES.

Balance Político de participación en elecciones de marzo de 1974. CC del PCS

BALANCE POLITICO DE PARTICIPACION EN ELECCIONES DE DIPUTADOS Y ALCALDES DE MARZO DE 1974 Pleno del CC del PCS abril de 1974

Introducción

Aceptando el método seguido por la C. P., el Comité Central consideró conveniente separar el balance político del balance de la actividad del Partido, porque el proceso electoral puso de manifiesto complejos problemas políticos y organizativos, muchos de los cuales son nuevos, que debemos examinar con la mayor atención posible.

El balance político del proceso electoral reciente tiene una importancia decisiva para elaborar nuestra táctica en el periodo inmediato y trazar objetivos de mediano plazo. Después de llegar a sus conclusiones, a las que dio carácter preliminar la C. P. decidió trasladarlas al Partido y llamarlo a discutirlas, enriquecerlas, y profundizarlas. Para promover esa discusión, acordó organizar Seminarios especiales, los cuales se han celebrado en las últimas semanas. El Secretariado del C. C fue encargado de organizar los seminarios. Después han de realizarse Seminarios abiertos con la participación de los activistas del frente político legal.

He aquí el resumen de los enfoques y conclusiones de la C. P., las cuales fueron aprobadas por el Pleno del Comité Central realizado en abril de 1974.

I

Ante todo se consideró necesario tener presentes para este balance los objetivos que nuestro Partido se propuso al decidir su participación en el reciente proceso electoral. Esos objetivos, que conocen todos nuestros organismos, son los siguientes:

1. OBJETIVOS POLITICOS GENERALES:

1. Fortalecer y desarrollar la unidad de los partidos de la UNO y otras organizaciones que aspiran y/o luchan por los cambios.
2. Elevar el actual nivel de combatividad de las masas populares y su grado de organización.
3. Fortalecer y desarrollar las bases de los partidos de la UNO, sin
perjudicarse unos a otros, en el entendido de que el enriquecimiento orgánico y político de cada uno contribuye al fortalecimiento de la lucha de todos ellos.
4. Debilitar la influencia política del Partido oficial y de los otros dos partidos de derecha.
5. Ampliar y profundizar las contradicciones en el seno de las clases dominantes y sus instrumentos de poder.
6. Oponer la alternativa de apertura revolucionaria que ofrece el Programa de la UNO, al desarrollismo económico dependiente que propugna el régimen.

2. OBJETIVOS ELECTORALES PROPIAMENTE TALES:

1. Mantener las Alcaldías actuales controladas por la UNO
2. Aumentar el número de Alcaldías para la UNO, especialmente en la periferia de San Salvador, y en todos aquellos lugares donde tuvo considerable votación en 1972.
3. Ganar por lo menos un tercio de la Asamblea Legislativa para quitar al PCN el control absoluto de la misma.

II

¿Alcanzamos o no los objetivos políticos generales que nos propusimos, y en que medida?. Veámoslo a continuación.

1. La unidad de los partidos de la UNO resultó indudablemente reforzada por el reciente proceso electoral, tanto por la base como a nivel de dirección.

Estos pasos de avance se expresaron:

a) En una mayor consecuencia y profundidad en los planteamientos políticos de nuestros aliados. El tema antiimperialista, que estuvo casi ausente en la campaña presidencial de 1971-72, fue ahora objeto de reiterada atención en la propaganda general, (radial, impresa, televisada, oratoria, perifoneo, casa a casa, etc.,), polemizando con el pretendido “nacionalismo” proclamado por el gobierno y su partido.

Este tema estuvo presente incluso en las comparecencias televisadas de los dirigentes nacionales de la D.C. y MNR, incluidos Duarte y Ungo. Sus planteamientos, desde luego, no alcanzaron aún toda la profundidad y la consecuencia deseadas, pero significan pasos positivos hacia la consolidaci6n y desarrollo de la unidad en el frente común.

b) En un mis extenso y eficaz entendimiento a niveles de base y dirección intermedia de los partidos de la UNO para el trabajo durante la campaña.

Se manifestaron algunos focos conflictivos con los aliados, entre los que destacan: Apopa, Zacatecoluca, Santiago Nonualco, y, aunque en medida más atenuada, Mejicanos y otros. Los motivos que en cada caso concreto hacen derivar las relaciones con los aliados hacia la tirantez, son aportados muchas veces por ellos mismos; pero la experiencia que nos deja la reciente campaña en numerosos lugares (como San Vicente, San Marcos, Santa Tecla, etc.,), indico que las actitudes estrechas, y en ciertas ocasiones hasta ofensivas de algunos elementos de los partidos aliados, pueden ser superadas y esos elementos atraídos o neutralizados, si nosotros actuamos sin sectarismo y aplicamos con perseverancia y espíritu creativo y autocrítico la justa línea de alianzas de nuestro partido.

La experiencia demuestra que los elementos anti-unitarios y hostiles son muy pocos entre los miembros de los partidos aliados y que si nuestra conducta es inteligente y sobre todo sin sectarismo, si tenemos en cuenta no solo a tales elementos sino también a todos los miembros del Partido aliado, podemos confiar en que la mayoría de ellos asumirá una actitud positiva y actuará para estrechar la unidad y neutralizar la influencia negativa de sus compañeros anti-unitarios.

En las discusiones de balances no debe faltar la evaluación de nuestra conducta hacia los aliados; las buenas experiencias deben ser divulgadas y generalizadas; el sectarismo debe ser puesto al descubierto en sus manifestaciones concretas en cada lugar y sometido a critica para erradicarlo; esas experiencias negativas también deben ser divulgadas entre el Partido para que no se repitan.

c) A nivel de dirección nacional el trabajo. conjunto durante la reciente campaña ofreció la oportunidad para un conocimiento y comprensión mutuas mayores de parte de los dirigentes de los partidos. Aunque se presentaron ciertas discusiones problemáticas, alrededor de asuntos en las que había que tomar decisiones muy delicadas, ellas pudieron procesarse sin graves amenazas para la unidad y se demostró que, a pesar de las opiniones divergentes surgidas n el debate, siempre hubo de parte de cada uno la actitud de escuchar la opinión de los demás y de reflexionar sobre ella. Al final de esas discusiones, casi en todas las veces, los acuerdos fueron unánimes. Así, nuestras opiniones fueron muchas veces controvertidas, pero también escuchadas y aceptadas en su mayoría.

En las comisiones de trabajo, principalmente en la de propaganda, hubo un alto grado de entendimiento con los aliados. Ciertos errores cometidos en la propaganda (cono aquel de “Rodríguez González, alcalde de Tegucigalpa) no corren por cuenta de esa Comisión, sino que fueron cometidos por otros organismos o personas que abusivamente se entrometieron en la propaganda a espaldas de la Comisión.

Así pues, la experiencia del trabajo conjunto a nivel de dirección nacional ha redundado, sin duda, en un fortalecimiento de la unidad.

2. El objetivo de elevar la combatividad de las masas desde el nivel casi nulo que existía antes de la campaña fue logrado ampliamente, en una medida incluso superior a lo que se esperaba conseguir. A este respecto es necesario que nos detengamos a considerar diversos aspectos:

a) Inicialmente había frialdad y escepticismo en las masas hacia las elecciones y también lo había en nuestras filas; nos encontrábamos todavía dentro del ref1ujo iniciado en marzo de 1972 después de la derrota del alzamiento militar.

La agitación, poco a poco, fue cambiando este estado de animo en las masas y en nuestras filas. Una vez más ha quedado demostrado que nuestro pueblo es muy sensible a la agitación política electoral, que esta es un instrumento movilizador de gran eficacia. Nosotros debemos tenerlo debidamente en cuenta.

b) El desarrollo de la campaña electoral demostró que es muy extenso el descontento popular frente al gobierno y su política. El encarecimiento de la vida, el desempleo, la convicción de que el gobierno agrava todo esto con su política, el convencimiento de que este gobierno tiene un origen fraudulento, la condena de sus acciones represivas de 1972-73 (exilios, asalto de la Universidad, asesinato, etc.) el convencimiento de que todas las promesas de cambio hechas por Molina correrán la misma suerte de las promesas nunca cumplidas de Sánchez Hernández; la opinión generalizada de que el PCN está dirigido a nivel nacional y local por grupos de elementos descalificados, de dudosa moral o abiertamente inmorales y maniobreros, etc., etc., tales juicios y otros parecidos están en la base de este extenso descontento popular.

Quedo demostrado que el “gobierno móvil” no mejoró la imagen del gobierno, ni atenuó el descontento popular y que las actividades de FOCCO y OMCOM, con su reparto de migajas, tampoco lograron conseguir clientela para el oficialismo. El impacto de FIGAPE y el Banco Agropecuario entre la pequeña burguesía, tampoco se dejó ver muy destacadamente en el sentido de aportar mayor basamento al PCN, aunque deberíamos interesamos por precisar esto último de modo más concreto y exacto.

El descontento arraigado entre las masas, que resiste la prueba de toda esa demagogia migajera desplegada durante dos años, debe merecer un serio examen de nuestra parte; se trata de una condición muy favorable para que continuemos impulsando el trabajo de movilización y lucha de masas, en gran escala.

c) El regreso de Duarte puso de manifiesto que su liderato se encuentra muy enraizado entre las grandes masas y que su figura tiene una gran fuerza movilizadora. Al analizar la enorme acogida que dieron las masas a Duarte, no debe dejarse de lado el gran trabajo agitativo que precedió a su llegada, el cua1 indudablemente preparó a las masas para recibirlo, pero al mismo tiempo debemos tener claro que su figura aporta una cuota de mucho peso. Este fenómeno. nos deja varias interrogantes que tendremos que respondernos en breve plazo, porque tienen que ver con el trazo de nuestra táctica para el periodo inmediato, que incluye los meses que faltan de l974 y tentativamente los tres años próximos:

¿Puede ser o no positivo este brote de caudillismo?; ¿qué debemos hacer para encauzarlo?; ¿cuál debe ser , a nuestro juicio, el papel de Duarte cuando regrese en junio?; ¿debemos trabajar desde hoy para su candidatura presidencial en 1977.

d) Sin embargo, al mismo tiempo que registramos el brillante logro en el esfuerzo por sacar a la masa del bajón en que estaban antes de la campaña, debemos señalar que la abstención creció en comparación con la elección presidencial . La concurrencia a las urna estuvo alrededor del 45% (hablando dé1a concurrencia real y no de las cifras fraudulentas abultadas), contra un 70% en aquella ocasión. No se trata, pues, de electores que nunca han concurrido a las urnas, en gran medida por su atraso político, sino de una masa que, habiendo concurrido en 1972, decidió ahora no hacerlo.

Las elecciones presidenciales elevaron bruscamente la concurrencia de un 40-42% en 1970, porque la UNO y su candidatura despertaron muchas esperanzas y lograron remover la apatía tradicional de grandes masas que, por su atraso político, se mantenían al margen. Parece que estas masas “nuevas” promovidas entonces, al confrontarse con el fraude y la imposición se desmoralizaron y retrocedieron a sus antiguas posiciones. Pero una parte de este repliegue, sin duda, no corresponde a masas atrasadas, sino a sectores politizados que consideran, en base de la misma experiencia de 1972, que lo mejor es “no hacer el juego electoral.”

En todo caso nosotros debemos hurgar e investigar más en este fenómeno para comprender mejor los mecanismos del comportamiento de las masas.

e) El impacto del fraude electoral en el estado de animo de las masas puede derivar hacia la frustración o hacia la indignación y redoblamiento de la combatividad. Hasta este momento de acuerdo a diversos informes del interior del país y a lo que se puede apreciar en San Salvador, predomina la indignación sobre la frustración. Pero en realidad el curso ulterior de este fenómeno depende en medida decisiva de lo que hagamos, nosotros y nuestros aliados, es decir, de que organicemos la protesta por el fraude y de que promovamos y organicemos nuevas y sucesivas luchas en todas partes, alrededor de los diversos problemas que afectan a las masas.

En general podemos decir que si en 1971-72 las elecciones fueron la culminación del flujo iniciado en julio de 1971 con la huelga de ANDES, ahora las elecciones son el comienzo de un flujo que, habida cuenta del gran descontento preva1eciente y de la continua agravación de problemas muy sensibles como el costo de vida y el desempleo, promete ser mucho más alto y combativo que aquel existente, pues existen las condiciones para que podamos impulsar el sucesivo avance de la movilización y combatividad populares y, por tanto, para cerrar el paso al fenómeno de la frustración, la desmoralización y desmovilización.

El desarrollo de este trabajo en los mases venideros, nos permitirá también avanzar pasos largos en el terreno del crecimiento y desarrollo de las organizaciones populares en general y de nuestro propio Partido y la JC, en particular. Ello será posible a condición de que apliquemos planes concretos y bien fundados en las reales posibilidades que se presentan en cada lugar.

3. Nos propusimos fortalecer y desarrollar las bases de los partidos de la UNO, sin perjudicarnos unos a otros, concientes de que el fortalecimiento de cada uno contribuye a robustecer la lucha de todos.

Bien podemos decir que lo que fue logrado en este terreno esta en este momento mucho más en el campo de las buenas condiciones y posibilidades que la campaña creó y menos en el de las realizaciones efectivas. En dos meses escasos partiendo de los bajos niveles que había, en realidad no podía conseguirse un salto en materia de organización de los partidos pero si, por lo menos, el reagrupamiento de sus actividades y simpatizantes en cada lugar (en buena medida dispersos desde el 25 de marzo de 1972), la reconstrucción de las Directivas locales y el insuflamiento del ánimo de proseguir y perseverar después de las elecciones en la tarea de consolidación y ensanchamiento orgánico. Vistas así las cosas es importante lo conseguido; ahora deben venir los planes y esfuerzos concretos para recoger los frutos de la siembra que se hizo durante la campaña.

Es necesario, sin embargo, que al disponernos a cumplir con esta tarea seamos realistas en reconocer el insignificante nivel de organización en que se encuentran los partidos de la UNO y nuestro propio Partido. El proceso electoral reciente ha ofrecido la oportunidad de medir esta verdad, la cual debemos tener muy presente a la hora de preparar nuestros planes.

Los partidos de la UNO y nuestro Partido demostraron no poseer el nivel organizativo ni la capacidad organizativa adecuadas al enorme apoyo que nos da el pueblo. Empezando porque no pudimos organizar la total cobertura de las mesas electorales con nuestros vigilantes, en todos aquellos lugares donde llevamos candidatos. El hecho de que no presentáramos candidatos en decenas de municipios (algunos de ellos de importancia), revela también esa debilidad. Con algunas excepciones, tampoco pudimos organizar eficazmente la defensa de las urnas contra los asaltos, etc., lo cual es también indicativo de nuestro retraso orgánico.

Por otra parte, esta bien claro que el fraude fue mayor allí donde la organización de la UNO es más débil, casos de la Unión, Morazán, Usulutan.

Este es sin duda el talón débil de este potente proceso de la lucha política de masas en nuestro país. Esto es lo que no le permite asestar golpes decisivos

El desarrollo orgánico de nuestro Partido y de la JC, son el eslabón clave para superar este lado débil del movimiento popular salvadoreño. La experiencia de numerosos lugares durante la última campaña demuestra que allí el Partido y/o la JC tienen mejor nivel orgánico y realizaron mayor actividad, contagiaron con su entusiasmo a los aliados y los motivaron a reagruparse y funcionar.

Si pretendemos ganarlos .para que realicen un trabajo permanente y no sólo en períodos electorales, debemos saber que ello puede ser logrado si las Células de nuestro Partido y la J.C. son activas, crecen y se multiplican, si ellas y los organismos intermedios realizan un trabajo correcto hacia los aliados, sin sectarismo. Pero nuestro P. y J., no podrían cumplir esta tarea de impulsar el desarrollo orgánico de las bases de los partidos aliados, si no organizan y fortalecen las bases del frente político legal.

Sobre este tema habremos de volver más adelante, al puntualizar las tareas que pasan a la orden del día.

Resta decir aquí, que seria un grave error, sumamente peligroso para la unidad y por consiguiente para el avance de todo el movimiento popular, el que nosotros fuéramos a cumplir esta tarea con el ánimo de “desplumar” a los partidos aliados “sonsacándoles” militantes de sus filas. De lo que se trata es estimularlos a fortalecer orgánicamente sus bases y sus convicciones progresistas y unitarias, incluso de ayudarlos a vencer prejuicios ideológicos y dar pasos adelante en su pensamiento político-social.. esto es lo que fortalecerá al movimiento popular y su unidad, cuantitativa y cualitativamente, lo otro lo dividiría y debilitaría.

4. Nos propusimos debilitar al PCN y a los demás partidos de derecha.

Para constatar el grado en que fue cumplido este objetivo hay que analizar dos aspectos, que son como las dos caras de una misma moneda: Por una parte, hay ciertos hechos que nos hablan del fortalecimiento de la UNO, lo cual significa sin duda el debilitamiento de aquellos; por otro lado hay hechos que nos hablan en forma recta del franco debilitamiento de los partidos derechistas.

Las cifras de la votación podrían ilustrar con mucha exactitud el debilitamiento o el fortalecimiento de los diversos partidos en nuestro país, pero todos sabemos que tales cifras no pueden ser utilizadas para mediciones exactas puesto que son ampliamente adulteradas por el fraude, el cual alcanzó esta vez las más grandes proporciones. No obstante la ausencia de cifras, el fraude mismo y su tamaño constituye pues, un hecho de mucha utilidad para formarse una idea de la desmoronada fuerza política del Partido oficial.

A continuación se destacan algunos aspectos del proceso electoral que no ayudaran a reflexionar sobre el estado de la fuerza política de los partidos y a apreciar el grado en que cumplimos el objetivo propuesto en este terreno:

a) Ante todo debe destacarse el enorme respaldo que dio el pueblo a la UNO. No hay cifras definitivas (aún hoy a mes y medio de la votación) y además las cifras han sido sustancialmente modificadas por el descarado fraude que ha tenido lugar en los escrutinios; pero la votación a favor de la UNO aún con fraude, esta no es inferior a 270 mil votos , lo cual significa, con una concurrencia a las urnas que en realidad no pasó de un 45% (1) corro promedio, un poco más del 40% de la votación ( no puede decirse limpia, porque allí están los votos por presión, la “rueda de caballitos”, etc.)

(1)Las Cifras oficiales de las elecciones de marzo de 1974, no fueron publicadas, próximamente para no presentar la imagen del gigantesco fraude y del hondo debilitamiento del PCN; pero informaciones obtenidas recientemente (mayo de 1975) indican que el Estado Mayor y otros organismos de alto nivel del gobierno, manean para sus análisis el dato de que la. UNO obtuvo a su favor un poco más del 60% de la votación total en las mencionadas elecciones.

Los datos oficiales le atribuirán al PCN, a juzgar por las muestras que se conocen (departamento de la Unión, Usulutan Morazán), más de cuatrocientos mil votos, en los que van incluidos no menos de cien mil votos metidos por el “relleno” y otros procedimientos del fraude posterior a la votación.

En San Salvador, en Santa Ana, en La Libertad, el nivel de la votación a favor de la UNO fue similar al de la elección presidencial. La derrota del PCN en San Salvador y Santa Ana fue más profunda que entonces.

b) Fueron prácticamente liquidados el PPS y el FUDI como fuerzas electorales. Así ha quedado polarizada la controversia entre PCN y UNO.

La UNO es pues la alternativa política para nuestro país; la posibilidad de que la UNO llegue al gobierno tiene así una sólida base objetiva. Esto nos plantea serias responsabilidades a nosotros, abre interrogantes, sobre cuestiones cardinales; ¿Cómo puede la UNO conseguir el gobierno? ¿Cual será el papel de las elecciones en el esfuerzo de la UNO por alcanzar el gobierno? Cual será el papel de las elecciones en el esfuerzo de la UNO por alcanzar el gobierno? ¿Cómo defenderá la UNO su eventual triunfo electoral?

c) En esta ocasión ha tenido lugar un fraude electoral más extenso, y mucho más complejo que los anteriores. El gobierno y su partido han necesitado recurrir a la anulación de planillas, a la rueda de caballitos, al relleno de urnas, al robo de urnas y al manoseo de las escrutinios, en una escala y una combinación no utilizadas antes. Esto refleja indudablemente que el PCN es ahora mucho más débil que antes, que necesita hoy en mayor medida que antes del fraude para conservar su dominio sobre los órganos del Estado.

Nosotros debemos analizar en concreto la verdadera situación y fuerza política del PCN, no sólo porque ello es importante en si mismo, sino también porque el debilitamiento del PCN trae consigo su descrédito entre la oficialidad de la Fuerza. Armada. Pero a este tema volveremos mas adelante.

d) La votación en los lugares donde nos anularon las planillas de candidatos ( principalmente Santa Ana y San Marcos), demostró el alto nivel de politización de las masas y su gran identificación con la dirección política de la UNO. Ya en 1972 las masas en el Departamento de San Salvador dieron muestra de ese elevado nivel político al votar nulo, de acuerdo a las orientaciones impartidas por la UNO, alcanzando la mayoría absoluta de toda la votación. Ahora los santanecos, los de San Marcos, y otros lugares concurrieron a votar a sabiendas de que no usarían el voto para elegir acaldes, pero que era indispensable utilizarlo para dar apoyo a la UNO y hacer patente su repudio de la política de este gobierno y su partido.

5. Al participar en las elecciones nos propusimos ampliar y profundizar la contradicciones en el seno de las clases dominantes y sus instrumentos poder. ¿Qué se consiguió en este terreno?

Para analizar esta cuestión es conveniente que enfoquemos aparte las contradicciones entre las clases dominantes propiamente tales y las contradicciones en sus instrumentos de poder.

En cuanto a las contradicciones entre la gran burguesía oligárquica y el gobierno, pudo apreciarse que llegaron bastante atenuadas al proceso electoral, a diferencia de las elecciones presidenciales y de ciertos momentos de 1973 (principalmente agosto-septiembre, cuando se aprobó la Junta Monetaria y estaban en marcha preparativos, prácticos para proceder a una reforma agraria) La atenuación de estas contradicciones tiene su causa en el abandono del gobierno de Molina de su disposición inicial a emprender el camino de las reformas económicas, trazadas por el “Plan Quinquenal” y la consiguiente reorganización de su Gabinete con cuadros fieles a la oligarquía.

En realidad la oligarquía tomada en conjunto parece haberse reagrupado alrededor del gobierno de Molina aunque no pueden considerarse totalmente liquidadas sus contradicciones con este, y ellas tenderán a volverse agudas cuando se complique más la situación económica del país, o cada vez que el gobierno bajo la presión de las masas o/y de las corrientes reformistas que hay en las filas militares, haga cualquier amago de volver al camino desechado, o si no fuera suficientemente enérgico para reprimir y contener las luchas de masas que han de arreciar.

No obstante la atenuaci6n de las principales contradicciones que venían activas entre las clases dominantes y el gobierno, y entre ciertos agrupamientos de industriales y terratenientes, persisten las inconformidades y los descontentos en torno de asuntos secundarios, que también pueden tomar virulencia como efectos de la agravación de la situación general del país. Son ejemplo de esto lo que pueda ocurrir con la producción de granos básicos y los controles para su exportación, los amagos para frenar el alza de precios, la eventual elevación de los salarios mínimos, etc., etc.

Esta vez el PPS y el FUDI no pasaron de ser expresión de los pequeños grupos de oligarcas que los dirigen y no reflejan , como en 1972 los agrupamientos amplios de la gran burguesía industrial y agraria.

Pero la atenuación de las contradicciones entre la oligarquía y el gobierno del PCN, conseguida a costa de aplazar las reformas, creó la posibilidad de que se agudizaran las contradicciones del gobierno y su partido con la mayoría de la oficialidad de la Fuerza Armada, donde las ideas reformistas han echado algunas raíces. La campaña electoral de la UNO, el enorme respaldo de masas logrado por ésta, influyeron para que esa posibilidad se haya concretado y para que tales contradicciones entraran, como ha empezado a notarse, en un periodo de agravamiento.

Son indicios bastante claros de la disconformidad prevaleciente en el cuerpo de oficiales, la conducta observada por la Fuerza Armada durante el proceso electoral. Hablando en general puede decirse que durante la última campaña, a diferencia del cuadro a que estábamos acostumbrados, no se hizo sentir la: presión contra los activistas, ni las consabidas presiones de la Guardia Nacional sobre el electorado rural.

El PCN se vio así orillado a intensificar sus maniobras tinterrillescas, a utilizar en mayor escala al CCE, a las Juntas Electorales Departamentales y Municipales para “ganar” diputaciones y alcaldías en los escritorios y a forzar desesperadamente la participación de las Patrullas, utilizando para ello el resorte de la ORDEN que se mueve desde Casa Presidencial.

La excepción fueron algunos lugares donde participó la Guardia y la Policía de Hacienda, en las tareas de presión sobre los ciudadanos, en la expulsión de los vigilantes de oposición de las mesas receptoras, en el relleno y robo descarado de urnas, etc. Donde los Comandantes departamentales son especialmente reaccionarios, como en Santa Ana, pudo verse contingentes de soldados realizando patrullajes intimidatorios el 10 de marzo (en Chalchuapa, Metapan y otras localidades); en La Unión, donde el Comandante (Cnel. Larios Guerra)
es gangsteril, además de reaccionario recalcitrante, el aparato militar fue empleado el día de la votación para el más escandaloso y burdo de todo los fraudes: allí aparece votando el 96% del electorado inscrito, mientras que en el vecino Dep. de San Miguel, con mayor politización, sólo concurrió el 55% incluido el fraude y en el país el promedio oficial dudosamente pase del 60%. Algo parecido ocurrió en el Departamento de Morazán.
En Quezaltepeque donde el puesto de Guardia se mantuvo en expresa actitud neutral, el Alcalde pecenista un verdadero pandillero lanzado a su reelección, recurrió a emplear la Policía Municipal en las tareas represivas, en el robo de urnas, etc. La llegada al día siguiente a las elecciones de fuertes contingentes de la Guardia Nacional provistos con armamento pesado (ametralladoras y tanquetas), fue conseguida por los pecenistas con el informe falso de que allí “los de la UNO estaban fuertemente armados y a punto de levantarse en insurrección.” Sin embargo esos refuerzos se mantuvieron realizando patrullajes intimidatorios únicamente, durante los días 11, 12, y 13 de marzo.

Desde luego, no puede considerarse esta lista de ejemplos como un inventario completo de todos los casos en los que la Fuerza Armada tuvo una participación coactiva directa en las elecciones y el fraude, pero de todos modos sí estamos en condiciones de afirmar que este vez, a diferencia de las elecciones celebradas durante los últimos 14 años, la Fuerza Armada no actuó uniformemente y, en su mayoría, simplemente no se inmiscuyó directamente en el proceso electoral.

¿Cual o cuales fueron las causas de esta conducta?; ¿Temor de la alta jefatura que se produjera una nueva quiebra de la unidad de la institución, como el 25 de marzo de 1972? ¿presión concreta y expresa de la oficialidad que se resiste a seguir siendo involucrada en operaciones burdamente sucias, como el fraude electoral?; ¿resistencia de los militares a continuar jugándose por y para un partido desacreditado como el PCN?; ¿actitud consciente de sectores militares que tienen mando decisivo para dejar al PCN expuesto a la derrota con el fin de favorecer otros proyectos políticos?; ¿rechazo a la política
comprometida con la oligarquía que este gobierno aplica, descontento porque dio la espalda a sus promesas reformistas que llevó Molina de cuartel en cuartel por medio de reuniones con la oficialidad? ¿búsqueda de un camino nuevo? etc., etc. Estas y muchas otras son las interrogantes que surgen y que debemos investigar y analizar. Seguramente hay algo de cada uno de estos motivos, aunque no podemos decir cual de ellos predominó.

En todo caso, la conducta de la Fuerza Armada en el reciente proceso electo es altamente indicativo, de que la. oligarquía y la reacción en general han comenzado a enfrentar dificultades para manejarla a su gusto y sabor.

Esto que ocurrió en el reciente evento eleccionario, más otros hechos e
informaciones en igual sentido, revisten una importancia grande para el futuro proceso político en nuestro país y tanto nosotros, como todas las fuerzas populares que quieran actuar con seriedad y responsabilidad debemos plantearnos sin rodeos y sin prejuicios, el problema de nuestra actitud, de nuestra línea hacia la Fuerza Armada.

¿Es fatal que la lucha por un gobierno de transición como el que plantea el programa de la UNO tenga que desarrollarse contra la Fuerza Armada y que sólo podría instalarse si ella fuera derrotada? ¿Puede aspirarse a contar, para el logro de ese objetivo, con una parte e incluso con la mayoría de la Fuerza Armada?. Estas son interrogantes que han madurado objetivamente en nuestro país y a las cuales debemos dar sin evasivas una respuesta concreta, porque no podemos seguir adelante sin adoptar definiciones en este asunto del cuál depende tanto de nuestra estrategia y táctica, de nuestro estilo y
formas de acción.

Los grupos ultra-izquierdistas han definido ya su respuesta: ellos consideran que la revolución sólo puede avanzar y triunfar derrotando a la Fuerza Armada. ¿Es esto correcto-? ¿apoyará el pueblo salvadoreño ese camino?.
Al analizar este problema debemos tener el cuidado de no guiarnos por afirmaciones o negaciones dogmáticas, que no tengan por base los hechos de la vida de nuestro país, sino que transforman’ en “verdades” lo que en realidad solamente son frases altisonantes, “revolucionarias” por sus adjetivos. Además, el análisis de este problema no puede hacerse al margen de la experiencia latinoamericana de nuestros días, que es tan rica y tan ilustrativa, porque el proceso histórico que vive nuestro país es en esencia el mismo que vive la América Latina. Tampoco debe hacerse el análisis fuera del contexto mundial, donde la correlación de fuerzas favorece de continuo al socialismo contra el capitalismo.

La Dirección ha comenzado a elaborar su pensamiento a este respecto, y llama a todo el Partido a dar el aporte de las opiniones de sus militantes, en especial de sus cuadros experimentados.

6. Nos propusimos oponer la alternativa de apertura revolucionaria que ofrece el Programa de la UNO, al desarrollismo económico dependiente que enarbola el gobierno.

Para medir los logros respecto a este objetivo, ya hemos anotado hechos y elementos de juicio a lo largo de las páginas anteriores.

En efecto, el mayor relieve que adquirió el tema anti-imperialista en la propaganda de la UNO y, sobre todo, la polarización alcanzada entre ésta y el PCN, son hechos que nos hablan precisamente de que, no sólo opusimos la alternativa programática de la UNO al desarrollismo pro-imperialista oficial, sino que además obtuvimos en ese esfuerzo un resultado práctico, incluso mayor de que se esperaba. Al decir esto nos referimos al enorme respaldo que recibió la UNO contra una campaña intensa de propaganda oficialista en la que se presentaba al gobierno como “un equipo eficiente de trabajo”, (“hombres de acción”), empeñado en realizaciones prácticas desarrollistas y “nacionalistas” (Hidro-Eléctrica del “Cerrón Grande”, Aeropuerto Internacional de Comalapa, Ingenio Jiboa, Banco Agropecuario, FIGAPE, Fondo Social de la Vivienda, FOCCO, OMCOM, etc. )

Durante la campaña reciente, como todos recordamos, fue concentrada la propaganda de la UNO en desenmascarar el falso nacionalismo pregonado por el régimen y descubrir ante los ojos del pueblo el verdadero fondo de entreguismo a los monopolios internacionales yanquis que impregna su política.

La propaganda de la UNO se centró asimismo en demostrar el carácter superficial de simples parches que tienen las medidas ya mencionadas, las que el gobierno presenta como’“cambios” trascendentales. A1 mismo tiempo durante los dos meses de campaña se hizo un nuevo esfuerzo por acrecentar y fortalecer la conciencia popular acerca de que la única salida para dar solución a los graves problemas que agobian al país y ponerlo en la ruta del desarrollo independiente, está en las radicales transformaciones anti-oligárquicas y anti-imperialistas.

La liquidación de la base política del PPS y el FUDI, y la polarización total entre PCN y UNO expresa precisamente que, en términos generales y globales, ha sido culminada con éxito la tarea de convertir la alternativa anti-oligárquica y anti-imperialista en la única opción que tiene el país, detrás de la cual se alinea la mayoría de la parte políticamente activa del pueblo salvadoreño.

Desde luego, no está hecho todo en este terreno. Habrá que trazarse ahora planes de trabajo que permitan consolidar y profundizar el pensamiento político de las masas. Lo que se ha logrado, al alinear a tan extensas masas populares tras el programa de cambios de la UNO, ha sentado premisas para que podamos proponernos nosotros los comunistas, objetivos de mayor alcance en cuanto a radicalización del pensamiento de amplios sectores.

Desde luego, no se trata de que hagamos a un lado el programa de la UNO y nos dediquemos a trabajar por uno más radical. Eso sería un grave error que conduciría a romper el frente único y o frustrar la posibilidad de su victoria, más o menos cercana. Se trata de otra cosa: llevar a las masas, principalmente a los sectores políticamente más activos de la clase obrera, la ideología revolucionaria del proletariado, la conciencia revolucionaria de la lucha por el socialismo, como la meta a alcanzar después de cumplir las tareas del programa de “Democracia, Independencia, Cambios y Progresos’ es decir , después de realizar las tareas anti-imperialistas y anti-oligárquicas.

Como sabemos, entre una y otra etapa de la revolución no hay un abismo de separación, ambas forman parte de un mismo proceso revolucionario, y en esta época de paso a escala mundial del capitalismo al socialismo, esta es una verdad que cuenta a su y favor con una tremenda fuerza histórica.

Así, comprender a la meta socialista y luchar por alcanzarla, no debe conducirnos a contraponer la lucha por el socialismo a la lucha por los cambios democráticos, anti-imperialistas y anti-oligárquicos postulados por la UNO, sino todo lo contrario: la conquista de un gobierno que realice ese programa es lo que nos acercara decisivamente a la meta socialista.

Únicamente los ultra-izquierdistas contraponen la lucha por el socialismo a las metas democráticas y anti-imperialistas, intentando conducir el proceso revolucionario por un camino voluntarista y caprichoso, que no toma en cuenta el estado real de nuestro país en el que, habiendo madurado objetivamente, para la inmensa mayoría del pueblo, las tareas anti-oligárquicas y anti-imperialistas, no han madurado sin embargo las tareas anti-capitalistas totales, las tareas socialistas. Los ultras no comprenden , ni quieren comprender, el intimo y total vinculo histórico que une a estas dos etapas de la revolución en nuestro país y por eso acusan a la UNO de “burguesa” y a nuestro partido de “oportunista de derecha.”

La vida, sin embargo, esta demostrando que nosotros y no ellos, tenemos la razón. No es casualidad que el pueblo se agrupe en torno de la UNO y su Programa; ello indica, precisamente, que esas son las tareas maduras, que la revolución puede avanzar efectivamente en la práctica, desplazar a las clases dominantes del poder y crear un gobierno popular, precisamente alrededor de ese programa y no de otro. Mientras, los ultras se ven relegados a un trabajo de pequeños grupos, aislados de las grandes masas, cuyas acciones son también incomprendidas por la mayoría del pueblo.

Por eso mismo es que la consigna de los ultras de abstenerse en las elecciones no fue acatada por las masas que son activas políticamente en nuestro país. Todo lo contrario, allí donde hay más politización (departamentos de San Salvador, Santa Ana, La Libertad y ciertos lugares de otros departamentos, como algunos de San Vicente, La Paz, Cuscatlan, Usulutan, etc.,) la UNO obtuvo un altísimo respaldo en la votación; en algunos casos por encima del nivel alcanzado en 1972.

Debe destacarse que los éxitos que los ultras consiguieron en los primeros días entre agrupamientos de elementos avanzados (del movimiento de “los cristianos por el socialismo” y los maestros), en el. sentido de que no debía participarse en el proceso electoral, fueran rápidamente revertidos por el empuje de nuestro trabajo ideológico y político de réplica dentro de esos mismos grupos; de manera que al final eran muy pocos los que se mantuvieron en las posiciones abstencionistas recomendadas por los ultras y por los directivos magisteriales que les son adictos.

Esto nos dice dos verdades: la primera es que el peligro de la desviación “izquierdista” debe considerarse seriamente; la segunda es que podemos vencer ese peligro si trazamos una táctica acertada, si nos lanzamos a su decidida aplicación práctica y si, al mismo tiempo (y sin dejarnos arrastrar a convertir nuestro trabajo en una maratón de discusiones), desarrollamos una lucha ideológica sistemática y ágil en contra de tales concepciones erróneas, en defensa de la línea de nuestro Partido.

BALANCE DE LOS OBJETIVOS ELECIORALES PROPIAMENTE TALES

El balance del cumplimiento de éstos objetivos no pudo realizarlo la C. P., porque no se disponía de los datos definitivos a causa del lento y mañoso escrutinio que aún no terminaba tres semanas después de la votación, cuando se realizo una reunión dedicada al análisis de la experiencia electoral.

Sin embargo, al momento de imprimirse este informe, parece que el número diputados de la UNO quedará en 15 ( 8 anteriormente) y dentro de ellos nuestro Partido consiguió plenamente el número de diputados que se propuso.

Nada podemos decir en cuanto a un balance general relativa a las alcaldías. Los casos concretos que se conocen son ya del dominio general.

En los seminarios abiertos de cada lugar podrá abordarse este tema con más conocimiento de la situación concreta y profundizarse en el balance critico y autocrítico respecto a los respectivos objetivos electorales.
IV
He aquí algunas de las tareas más importantes que se nos plantean después del proceso e1ectoral reciente:
1. Ampliar y consolidar el frente único: determinar bien cuáles son las nuevas fuerzas que deben y pueden ser atraídas a formar parte de él y determinar para cada una, una política concreta y método concreto de relación.
Resolver los problemas orgánicos que esto plantea, partiendo del principio de que las incorporación al frente único democrático, anti-imperialista y anti-oligárquico quiere decir en todos los casos y necesariamente la incorporación a la UNO.
2. Conseguir un crecimiento numérico sustancial del Partido y la Juventud Comunista y un notable mejoramiento de su eficiencia, lo mismo que un mayor dominio de la línea general y táctica; para lo cual es condición decisiva consolidar ideológicamente nuestras filas, defendiendo la línea del Partido de los ataques “ultra-izquierdistas” y de las desviaciones economistas.
3. Impulsar el ensanche del movimiento sindical y de la organización de los trabajadores agropecuarios y campesinos; adelantar decisivamente hacia la unificación del movimiento sindical y el desarrollo de la alianza obrero-campesina.
4. Convertir nuestro frente político legal en una organización política permanente, impulsar su organización y desarrollo en el mayor número de lugares que nos sea posible; hacerlo participar activamente en las luchas de masas.
5. Intensificar los esfuerzos y promover ampliamente la lucha a favor de una solución pacífica al conflicto con Honduras, de acuerdo a la orientación trazada por la declaración conjunta con el PCH, teniendo en cuenta que este conflicto puede agravarse de modo brusco , entre otros factores, (que se agrega a los ya señalados en el documento en que analizamos el problema), por el fuerte debilitamiento político y la agudización de sus contradicciones internas que el régimen sufre en nuestro país a consecuencia del reciente revés electoral.
6. Definir las tareas y el estilo de trabajo de nuestros Diputados y, en general de la fracción parlamentaria de la UNO en relación con el fomento y desarrollo de la lucha de masas y de las demás tareas políticas.
7. Definir nuestra táctica frente a las elecciones de 1976 y la perspectiva para las presidenc

El 24 de marzo de 1980 surgieron las FAL… Entrevista Con Domingo Santacruz (V)

SAN SALVADOR; 9 de marzo de 2009 (SIEP). “Como tú sabes, el año 1979 se distinguió por una cantidad de acontecimientos políticos que dejaron huellas profundas en la población de El Salvador. La Dictadura militar le apostó a la represión contra el pueblo como su forma de enfrentar los graves problemas; negó el triunfo electoral de la Unión Nacional Opositora, UNO, en 1972 y 1977, profundizó la escalada fascista, arreció de manera escalonada la represión contra las organizaciones e instituciones sociales, académicas, religiosas, políticas de oposición y populares en general” nos comparte Domingo Santacruz, destacado revolucionario salvadoreño.

“La Dictadura le apostó mucho a la idea de quebrar la moral del movimiento popular mediante la represión, elevándola hasta los asesinatos y masacres masivos. En esa escalada de violencia gubernamental el régimen va perdiendo terreno frente a la respuesta organizada del pueblo. El Ejército pasó a ser un instrumento de represión de los fascistas. Muchas de las acciones represivas de los Cuerpos de Seguridad y del Ejército fueron enmascaradas con los Escuadrones de la Muerte. Los escenarios de torturas y de muerte de dirigentes y activistas de la lucha popular se extendieron de los Cuerpos de Seguridad a los Cuarteles Militares del Ejército.”
Frente a este estado de violencia institucional del Estado y de los grupos paramilitares financiados por la Oligarquía salvadoreña, al frente de la cual estaban Oficiales conservadores del Ejército preparados en los cursos de Guerra Política y de Guerra de Contra Insurgencia de los Estados Unidos y Taiwan empeñados en aniquilar físicamente a la oposición, no dejaban espacios para una salida democrática, no había otro camino que avanzar hacia la lucha armada.
El Partido Comunista de El Salvador, PCS, celebró el VII Congreso en Abril de 1979, y a propuesta de la Comisión Política, ratificó la necesidad de dar el viraje orgánico e ideológico hacia la lucha armada y a luchar por la unidad de la izquierda como condición para enfrentar a la Dictadura y a la Oligarquía, quienes constituían el enemigo principal y más peligroso. Por eso, no solo intensificó y estimuló el proceso de acercamiento con las organizaciones de izquierda revolucionarias, sino que al mismo tiempo, adoptó medidas encaminadas a la preparación de cuadros y estructuras militares y su participación en algunas acciones prácticas.
El proceso había avanzado bastante en la preparación sicológica y orgánica en las estructuras de base e intermedios y en la misma Dirección del PCS. Por eso no fue difícil tomar la decisión. Y lo hicimos el 24 de marzo de 1980, en mi casa, la fecha en que asesinaron a Monseñor Oscar Arnulfo Romero. Fue en una reunión clandestina de la Comisión Política del Comité Central del Partido Comunista, cuando tomó el acuerdo de crear el brazo armado que se llamaría Fuerzas Armadas de Liberación, FAL.”
A esas alturas ya se habían superado las dudas generadas por haber participado en la alianza con la Juventud Militar del COPEFA en la Primera Junta Revolucionaria de Gobierno después del Golpe Militar del 15 de Octubre de 1979. La represión masiva contra el pueblo y sus organizaciones lejos de atenuarse se intensificaba y se extendía en todo el país. La cantidad y calidad de las y los muertos ya era muy alta.
Los militares golpeaban a todas las organizaciones populares
Todas las organizaciones revolucionarias, sociales y democráticas del país estaban siendo golpeadas y muchas de ellas exigían y demandaban medidas conjuntas para detener a los fascistas. Esto era así, en parte porque el proceso unitario de la izquierda revolucionaria poco había avanzado, únicamente podíamos mostrar algunos encuentros realizados con representantes para intercambiar información y apreciaciones sobre la realidad nacional. Los primeros encuentros se dieron con el PRTC, al calor de la toma de la Plaza Libertad por el Ejército el 28 de febrero de 1977. Con esta organización habían surgido contactos a nivel de estructuras de base, cuando dentro del Parque Libertad coincidimos en las acciones de defensa, cuando la UNO con el apoyo popular se la había tomado.
De ahí salió la iniciativa casi inmediatamente para que las representaciones de las Comisiones Políticas hablaran. Recuerdo el primer encuentro con compañeros de la Dirección del PRTC, realizado en el Apartamento de Alfredo Acosta en la Colonia Zacami de Mejicanos. En ese tiempo se presentaron a nombre de Las Ligas de Liberación (así se llamaba el PRTC) llegaron Manuel Castillo (el hijo de Fabio), Mario López (el Comandante Venancio Salvatierra) y Jacinto, otro Comandante que conocimos posteriormente en los Cerros de San Pedro. Por el PCS, toman parte Schafik Hándal, Alfredo Acosta y Domingo Santacruz. En esa ocasión hubo varios acuerdos encaminados a coordinar una lucha conjunta.
Meses mas tarde nos encontramos con representantes de la Resistencia Nacional y luego, a finales de 1978, con el ERP. Los primeros encuentros con las Fuerzas Populares de Liberación, FPL, se iniciaron más o menos por ese tiempo, solo que la característica de los contactos con ésta consistía en intercambiar papeles o mensajes escritos llevados por mensajeros. Esta era la condición que puso la Dirección de FPL: encontrarse en un lugar acordado, intercambiar mensajes y retirarse. Los mensajeros no debían mirarse los rostros ni platicar, así funcionó por un tiempo. Por estos mecanismos enviamos y recibimos informaciones de utilidad política, conspirativa.
Nos reunimos con las FPL el 6 de agosto, el día del cumpleaños de Saúl
El 6 de Agosto de 1979, el día del cumpleaños de Salvador Cayetano Carpio, se convino el primer encuentro a nivel de Dirección. A esta reunión asistieron Mélida Anaya Montes y Cayetano Carpio por las FPL, y Schafik por el PCS. No estoy seguro si Lucio acompañó a Schafik en esa ocasión. En esos días, Carpio enfermó, viajó a Cuba y durante su convalecencia Schafik viajó para visitarlo y aprovechar para otros encuentros, pues se sabía que Neto Jovel también había viajado con el mismo propósito.
Con respecto al ERP, como decía, habíamos tenido encuentros bilaterales con algunos de sus dirigentes, especialmente con Jorge Meléndez, (Jonás), y con Sonia Medina, (Mariana), cuyos contactos los mantuvimos por varios meses, cada mes o cada 15 días. Los primeros contactos fueron atendidos por Raúl Vargas con apoyo de Julio César Salazar. Luego fui encomendado por la CP para discutir algunos temas que pudieran concretarse a nivel del movimiento de masas.
Los temas que dominaron los primeros encuentros tenían mucho que ver con la escalada fascista de la dictadura militar. La represión enemiga se había profundizado contra las organizaciones sociales y políticas del país, contra el pueblo en general, pero especialmente en contra de los activistas mas conocidos de nuestras organizaciones. Todo indicaba que el enemigo le apostaba mucho a la idea de quebrar la moral de la izquierda, del movimiento revolucionario, aplicando la estrategia de guerra de contra insurgencia ya bastante conocida en ese tiempo.
El PCS, dicho sea de paso, contaba con información bastante fluida que emanaba de los niveles altos del gobierno, del Ejército y del Estado en general, la cual administrábamos y compartíamos con las organizaciones hermanas. Cada una de ellas la aprovechaba según su capacidad y desarrollo para impedir los golpes de sorpresa, pues no había dudas de los objetivos del enemigo.

El 17 de diciembre de 1979 se firmó el primer pacto de unidad de la izquierda revolucionaria
De los encuentros y del seguimiento que hacíamos de la escalada represiva de la Dictadura Militar, fue madurando la idea de iniciar el proceso de unir las fuerzas para hacerle frente a la estrategia enemiga. El 17 de Diciembre de 1979 maduraron las condiciones para el primer encuentro entre las FPL, la RN y el PCS, era el momento para firmar el primer Pacto de Unidad de la izquierda revolucionaria. El pacto fue firmado por sus máximos representantes. Salvador Cayetano Carpio, el Comandante Marcial en representación de las FPL; el Comandante Neto Jovel, en representación de la RN y Schafik J. Handal, el Comandante Simón, por el PCS-FAL.
En ese encuentro, realizado en La Habana, no es muy conocida la información sobre los acuerdos que se tomaron, entre los cuales figuran: la convocatoria de todas las organizaciones políticas de masas y crear una Coordinadora de las Fuerzas Revolucionarias de Masas, estamos hablando de convocar al Bloque Popular Revolucionario, BPR; al Frente de Acción Popular Unificada, FAPU y al partido Unión Democrática Nacionalista, UDN y al resto de las organizaciones políticas de masas no representadas en ese primer encuentro. Otro acuerdo importante fue formular una propuesta de Plataforma Programática del Gobierno Democrático Revolucionario, la cual, dicho sea de paso el texto inicial fue elaborado por Roberto Castellanos Braña y dado a conocer a finales de febrero de ese año.
El 11 de enero de 1980 formamos la Coordinadora Revolucionaria de Masas
La convocatoria de las organizaciones políticas de masas se hizo para la Facultad de Derecho de la Universidad de El Salvador, UES, el 11 de Enero de 1980. Hoy circulan fotografías que recogieron ese encuentro histórico cuando las y los dirigentes representantes de ellas levantaron y unieron sus manos para celebrar el acontecimiento. Algunos nombres que recuerdo, podría equivocarme pero ahí estuvieron Juan Chacón, Manuel Franco, Norma Guevara, Mario Aguiñada Carranza, Marisol Galindo, Leoncio Pichinte, Luis Díaz, Saúl Villalta, Humberto Mendoza, Bernabé Recinos, y otros compañeros. Ellas y ellos fueron los actores directos de crear la Coordinadora Revolucionaria de Masas, CRM. Ahora circulan varias fotografías de los representantes de las organizaciones políticas de masas con los brazos alzados y entrelazados que dejaron para la posteridad ese hecho histórico.
Otro acuerdo relevante tomado por la Coordinadora Político Militar, CPM, del 17 de Diciembre, fue la convocatoria de una masiva movilización el 22 de Enero de 1980 para conmemorar la fecha de la insurrección popular campesina del 22 de enero de 1932, la que dicho sea de paso, por la cantidad de gente movilizada, por los niveles de las consignas y la representatividad social reunida, le dieron una características especial de carácter popular, y ha sido la más grande de la historia de las movilizaciones populares en El Salvador. Esta marcha no tan pacífica, si recordamos, fue atacada por el ejército y los cuerpos de seguridad en tres puntos de su recorrido por las calles de San Salvador, una en el Palacio Nacional, la otra por el antiguo edificio del Ministerio de Trabajo sobre la 2ª. Avenida Norte y otra a la altura del Parque Centenario, con saldo de varios muertos y numerosas personas heridas.
Este primer encuentro de la unidad de la izquierda revolucionaria sentó las bases para avanzar y desarrollar la unidad y las alianzas con las fuerzas democráticas.
En la reunión de la Comisión Política del PCS de aquel 24 de marzo ahí definimos algunas responsabilidades para los miembros de la Comisión Política y de algunos miembros del Comité Central dentro de las estructuras de la FAL. A esas alturas el PCS ya contaba con un grupo de compañeros que venían trabajando en las actividades militares desde 1977-78. Especialmente después de los acontecimientos del asalto del Parque Libertad por el Ejército, varios compañeros de la Juventud Comunistas y Células del PCS venían insistiendo en la necesidad de dar pasos para ejecutar el viraje del PCS hacia la lucha armada que la misma Comisión Política había acordado.
Por ello, la Dirección tomó la decisión de integrar el Equipo Inicial para motivar, instruir, organizar, operar si era necesario, y de paso, dar seguridad al Congreso del PCS en abril de 1979. El Equipo bajo el mando de Lucio, quedo integrado por Rafael Benavides, Luis Baires, Luis García, Juan José Jiménez; David Linares, Jacobo Campos Valle.
Ese 24 de Marzo discutimos si debíamos crear o no el Estado Mayor de las FAL o simplemente una Plana Mayor. El primer acuerdo fue nombrar a Schafik Hándal como el Comandante General de las FAL, luego procedimos a integrar la Plana Mayor, la cual estaría integrada por Dagoberto Sosa, Comandante “Lucio”, como el responsable o jefe; Rafael Benavides, (Ramón Suárez); Ricardo Rivera, (Marino); David Linares, (Chevo, conocido como el Gato); Juan José Jiménez, “Patricio”.
Meses después, aproximadamente en el mes de marzo fue creado el Estado Mayor de las FAL, quedando integrado por: Rafael Benavides, (Comandante Ramón Suárez) como jefe; el Mayor Pedro Guardado, (Comandante Claudio), Jefe de Operaciones; Antonio A. Hándal, Jefe de Logística; Orestes F. Ortez, (Comandante Darío) y Mariano, el Zarco, en Autodefensa.
La Comisión Política realiza gestiones en La Habana para el envío de un grupo de compañeros para el curso de Oficiales Guerrilleros. En ese grupo viajan Dagoberto Sosa, Salvador Cárcamo, Raúl Granillo, Julio César Castro, (Hilario); David Pereira, (Pedro); la compañera Yuri, Carlos Panameño, (Alex), y otros.
Al regreso de este grupo de Oficiales, se procede a estructurar los Mandos operacionales de la FAL, nombrándose a Lucio, como responsable y el resto de compañeros como parte del equipo: Ramiro Vásquez, Salvador Cárcamo, Joel, Marcelo, David Pereira.
En un descuido, Lucio es capturado por el enemigo en una casa de la Colonia La Rábida. Esa situación lo sacó por un tiempo de las actividades de la FAL y hubo que delegar sus responsabilidades en José Luis Merino, (Comandante Ramiro Vásquez). Lucio pasa a integrar la conducción conjunta del Comité de Presos Políticos COPPES en la Penitenciaría Mariona.
Como es sabido, el FMLN es constituido el 10 de Octubre de 1980. Se crea la Comandancia General integrada por los Comandantes Generales de cada una de las cuatro fuerzas político militares, exceptuando al PRTC cuyo ingreso fue hasta el 5 de Diciembre de ese año; también es creada la Comisión Política Diplomática, integrada por un representante propietario y varios apoyos de cada una de las fuerzas; se institucionaliza el funcionamiento de la Alianza estratégica FMLN-FDR, así como varias Comisiones integradas (unitarias) para coordinar las acciones en varios terrenos de lucha, tales como Logística, Financiera, Propaganda y comunicaciones, entre otras.
En todos o en la mayoría de estos espacios tomábamos parte y ello nos permitió hacer el debut como FAL en las acciones de la Ofensiva Final del 10 de Enero de 1981, es decir, la fecha de inicio de la Guerra Popular. Al principio estuvimos con alguna presencia en los frentes de guerra de Zonas urbanas de San Salvador, Mejicanos, San Marcos, Guazapa; las minas, potrero, (zona Las Vueltas), Chalatenango, del Frente “Modesto Ramírez”; Volcán Chinchontepec, Cerros de San Pedro (San Vicente), del Frente “Anastasio Aquino”; Municipios de Jucuarán, San Dionisio, Usulután, del Frente “Francisco Sánchez”; Volcán de Santa Ana, del Frente Occidental “Feliciano Ama”. Con el correr de los meses la presencia de las FAL en algunos de los frentes fue sufriendo algunos cambios, cuyos detalles están fuera de este relato.

De la Ofensiva Final del 10 de enero, las FAL y el resto de las fuerzas del FMLN pasaron a una situación de repliegue de sus fuerzas a posiciones estratégicas de Resistir, Desarrollarse y Avanzar. Ese repliegue permitió a las fuerzas el conocimiento mayor del terreno, resolver problemas logísticos y de apoyos diversos, la adopción de líneas de disputa del terreno y de la población, de tal manera de poder elegir el momento y el terreno para combatir al enemigo. Después de este paso fue necesario redefinir la estrategia unificada de todas las fuerzas para derrotar los planes y estrategias enemigas y crear condiciones favorables para romper el equilibrio estratégico.
La Comandancia General realizó gestiones para que cuadros de Dirección y Mandos de las Fuerzas integrantes del FMLN viajaran a Vietnam a estudiar su experiencia obtenida en su legendaria y exitosa lucha militar y política de más de 30 años contra los ejércitos francés, japonés y norteamericanos. La idea fue propuesta y gestionada directamente por Schafik, que fue el primero en viajar a las tierras de Ho Chi Minh y de donde obtuvo conocimientos valiosos sobre estrategia revolucionaria y métodos de conducción estratégica político-militar.
Este movimiento lo realizó en 1980, cuando el proceso en dirección a la guerra era irreversible, aunque él como Secretario General del PCS mantuvo relaciones y viajes durante varios años con el Partido Comunista y el Gobierno vietnamitas desde antes de 1979. Durante varios años, Schafik y la Dirección del PCS mantuvo un importante seguimiento de la lucha del pueblo vietnamita. Era parte de nuestra política y de los principios revolucionarios que mantuvimos vivos.
Pero también la Comandancia General del FMLN, con excepción del ERP, mantuvo y desarrolló esa relación y la convirtió en una tradición. En 1981 fue otro grupo de 20 compañeros y compañeras con cargos en Direcciones Político-militares y jefaturas militares de nuestras fuerzas. El primer grupo de dirigentes político militares estuvo integrado por veinte personas, cinco por cada organización; la compañera Mélida Anaya Montes, (Comandante Ana María), Lorena Peña y otros representaron a las FPL; también viajaron representantes de La R N y del PRTC. Ramiro Vásquez y otros compañeros viajaron en representación de las FAL.
Al año siguiente, en febrero de 1982, viaja otro grupo similar entre los cuales iban los Comandantes Leonel González, Bernardo, Douglas, Javier, Roxana Peña, por las FPL; al igual que antes, también participaron compañeros y compañeras de la Resistencia Nacional, ninguno de ellos ocupaba cargos de dirección, (solo recuerdo a una compañera de nombre Nidia); por el PRTC, recuerdo a José Juan, Joaquín, Arsenio y Alfredo Torres. Por el PCS-FAL participaron Damián Alegría, Tito Bazán, Tales, Caleb, y Domingo Santacruz. De nuevo el ERP no estuvo presente, no aceptó viajar a Viet Nam. Algunos compañeros en broma comentaban que Joaquín Villalobos le temía que sus cuadros abrieran los ojos y posteriormente cuestionaran su visión militarista.
Por cierto, vale la pena detenerse y recordar cómo la experiencia vietnamita nos ayudó a todas las fuerzas revolucionarias a valorar todos los componentes de una estrategia revolucionaria integral, y de cómo nos ayudó para mejorar los lazos de cooperación y de unidad entre nuestras organizaciones. La vivencia en Vietnam tuvo un tremendo impacto en todas y todos nosotros. Cuando llegamos a Hanoi, en Febrero de 1982, apenas había transcurrido un año de haberse iniciado la Guerra Popular en nuestro país, y todas y todos quienes tomamos parte en este estudio estábamos muy interesados en conocer la exitosa experiencia vietnamita que tuvo el mérito de derrotar a la fuerza militar y política del imperialismo norteamericano 7 años antes, el 30 de abril de 1975. En el interior dejábamos los debates sobre la necesidad de unificar la visión estratégica de la guerra. Las concesiones a la Guerra Popular Prolongada por razones políticas eran una realidad pero estaban llegando a su final. Los interrogantes que cada uno de los participantes teníamos presentaba un cuadro un tanto desalentador. Claro, el enemigo nos había encontrado sin experiencia, sin medios técnicos, sin estrategia unificada. No todas las fuerzas contaban con suficientes armas y municiones, sin una logística suficiente y eficiente, sin comunicaciones igualmente apropiadas y, sobre todo, sin una estructura, funcionamiento y preparación de nuestros combatientes y cuadros para enfrentar a un enemigo con mucha más capacidad en todo.
Estábamos claros de los importantes aportes que habíamos conocido y aprendido de los hermanos cubanos y algo de los nicaragüenses, pero especialmente de los cubanos, que recibieron a nuestras y nuestros combatientes y jefes con amor y cariño solidarios y transmitieron su legendaria experiencia. Eso nos ayudaba mucho y había mucho camino por delante para recibir esa ayuda hermana de los cubanos. No se trataba de menospreciar esos importantes aprendizajes, no. Ahora estábamos tratando de recibir otros aportes, diferentes, complementarios, los cuales necesitábamos para completar el conocimiento de esta enorme experiencia histórica del pueblo, ejército y partido revolucionarios de Vietnam, la tierra del Tío Ho Chi Minh.
En el país, en la medida que íbamos entrando en el conocimiento táctico en todos los niveles operativos en los diferentes terrenos de combates y de su combinación de fuerzas, todas ellas armonizadas dentro de una línea estratégica de alcances importantes, pronto nos dimos cuenta que nuestros problemas que enfrentábamos a diario eran tan pequeños que no debían preocuparnos mas de la cuenta. Para cada uno de ellos había respuesta de parte de los amigos vietnamitas. Esos estudios fueron muy valiosos para nuestro intento de forjar una fuerza política, militar, negociadora y diplomática para derrotar a un enemigo con mucha más fuerza que la nuestra.
Siguiendo con los antecedentes, a principios de Mayo de 1980 las Direcciones de nuestros tres Partidos (FPL, PCS; RN) reciben la invitación de los amigos cubanos, que seguían de cerca los acontecimientos políticos de la región y por tanto, de nuestro país, para que aceptáramos el ingreso del ERP a la Coordinadora Político-militar, CPM, ofreciendo su territorio y las condiciones apropiadas para el encuentro. Aunque dos organizaciones manteníamos reservas sobre la participación del ERP, porque esta organización continuaba teniendo problemas de visión y de seguridad, aceptamos la invitación y aprovechar el encuentro para buscar una aclaración lógica de las desviaciones militaristas del ERP.
El 22 de mayo de 1980 se crea la Dirección Revolucionaria Unificada
De este encuentro del 22 de mayo de 1980, surge el segundo escalón de la unidad de la izquierda salvadoreña, conocida como la Dirección Revolucionaria Unificada, DRU. Desde que llegamos ya habíamos convenido tener encuentros bilaterales previos entre las delegaciones del PCS y la RN con la delegación del ERP, en donde cada una debía encararles los asesinatos de Rafael Aguiñada Carranza y Jorge Alberto Morán Cornejo del PCS y Roque Dalton García y Armando Arteaga de la RN. Los delegados del ERP no tuvieron otra opción que aceptar las condiciones de renunciar a medidas militares y de fuerza para dirimir diferencias ideológicas y políticas.
En esas circunstancias se reúnen las cuatro fuerzas político-militares, de donde surge la Dirección Revolucionaria Unificada, DRU, y los acuerdos políticos históricos tomados por ella, que culminaron con el surgimiento mas tarde del FMLN. En este encuentro, las FPL estuvo representada por la compañera Mélida Anaya Montes, Comandante Ana María, y el compañero Atilio Montalvo, Comandante Salvador Guerra; la RN estuvo representada por el Comandante Neto Jovel y Julia Rodríguez; el PCS estuvo representado por Schafik J. Hándal y Domingo Santacruz Castro, y el ERP por Joaquín Villalobos (Comandante Atilio) y Ana Guadalupe Martínez.
Hay que reconocer que los buenos resultados del encuentro hubieran sido imposibles sin los aportes del Partido Comunista de Cuba (PCC) y del Frente Sandinista de Liberación Nacional, FSLN, especialmente del compañero Fidel Castro Ruz. Fue muy valiosa la participación de varios compañeros del Departamento de América del Comité Central del PCC, especialmente de Manuel Piñeiro, como del compañero Alarcón, pero también de nuestro amigo Ramiro Abreu
Y otros compañeros del Partido Comunista de Cuba, PCC, muy solidarios. Todos ellos estarán eternamente en nuestra memoria y siempre estaremos en deuda por todo su apoyo y acompañamiento. Estuvo muy activo y solidario en transmitir su experiencia el compañero Humberto Ortega Saavedra, Miembro de la Dirección Nacional del Frente Sandinista de Liberación Nacional, FSLN.
Sobre la elección de Schafik (Emilio) como secretario general del PCS
Estamos en la década de los años setenta. Se plantea la necesidad de esclarecer por qué no se dio la elección de Schafik como Secretario General del Comité Central en el VI Congreso del Partido Comunista de El Salvador y por qué hubo que esperar casi tres años. En otros momentos ya he dejado expuesta mi opinión de las razones principales que incidieron en aquellos tiempos para la no elección de Schafik como Secretario General del Comité Central.
En los debates del VI Congreso del 30 de Agosto de 1970 se tomaron acuerdos importantes como la necesidad de realizar una reestructuración de la dirección del PCS, procurando de no dejar resentimientos innecesarios en su dirección y militancia, de posibles interpretaciones inconvenientes como de un antojadizo desplazamiento de Salvador Cayetano Carpio, por un lado, y al mismo tiempo, no dejar la mínima impresión de maniobras sustitutivas del cargo atribuibles a Schafik y a otros camaradas. Es decir, darle tiempo a la militancia y a ciertos cuadros del partido que simpatizaban con Carpio, que mantenían algunas dudas, y tuvieran todas las oportunidades de aclararse y opinar con toda libertad.
La medida era necesaria para que los compañeros y compañeras sacaran sus propias conclusiones sobre las diferencias internas entre Carpio y la CP, porque no eran únicamente con Schafik. Dar un tiempo prudencial para que las aguas de la confusión al interior de la militancia llegaran a su nivel de tranquilidad. Esas aguas estaban listas en Marzo de 1973. Ya habían transcurrido los acontecimientos surgidos del fraude electoral de febrero de 1972 y nos encontrábamos frente a una escalada fascista de la Dictadura Militar. Las exigencias políticas a la Dirección del PCS eran muchas y ya no había razones de peso, al contrario, para continuar con las medidas preventivas acordadas en 1970.
En 1972 estuve preso en la Penitenciaría Pavón, Guatemala
“El 30 de enero de 1972 fui capturado en el Aeropuerto Internacional Benito Juárez de México y colocado en un avión de pasajeros con destino a El Salvador. Todo indicaba que las razones eran políticas, porque mi viaje a Europa estaba relacionado a la participación en un Congreso del Partido Obrero Unificado de Polonia, POUP. En esa condición fui detenido de forma ilegal, arbitraria, violando mis derechos de circulación en un recinto internacional estando legalmente documentado. Así, en calidad de preso político soy entregado por agentes policiales de México, supuestamente de la INTERPOL, a la Policía Nacional de El Salvador en el Aeropuerto Internacional de Ilopango.”
La recepción en dicho Aeropuerto estuvo a cargo del Inspector Antonio Amaya y dos agentes que lo acompañaban todos vestidos de civil. Inmediatamente y de forma violenta me introducen a un cuarto para un registro minucioso y posteriormente conducirme al cuartel general de la Policía Nacional. Es una historia larga de un secuestro clandestino que duró un año y que pasó por toda una odisea entre cárceles públicas y clandestinas; unos días me tiraban al conocido “palacio negro”, una bartolina clandestina dentro del edificio de la Policía Nacional; a veces me sacaban del edificio, me vestían de militar, me conducían hacia la frontera del Poy, Chalatenango, con amenazas de colocarme como blanco al alcance de tiro de militares hondureños hostiles; a veces me llevaban a la Puerta del Diablo de los Planes de Renderos, con supuestas intenciones de lanzarme al vacío desde la roca mas alta; me movían clandestinamente a y desde Guatemala, donde igualmente era sometido a interrogatorios sistemáticos, con participación de agentes con acento norteamericano o caribeño, todo ello combinado con espeluznantes torturas físicas a cargo de especialistas guatemaltecos que, a decir de los torturadores, tenían la fama de hacer hablar hasta los mudos.
Mientras permanecí en manos de los secuestradores y torturadores salvadoreños y guatemaltecos siempre estuve con los ojos vendados. No importaba que por los ojos y nariz bajaran chorros de sangre, los ojos debían estar vendados para resguardar la seguridad de los custodios, interrogadores y torturadores.
Después de tres meses de torturas y aprovechando un descuido de los custodios, logro enviar las coordenadas de mi cautiverio, gracias al apoyo de uno de los presos políticos del tercer Cuerpo de la Policía chapina. Así pude avisar a la Dirección del PCS y mi familia en donde podían encontrarme. Por fin me encuentran pese que se trataba de una celda clandestina de ese tenebroso Tercer Cuerpo.
La Dirección del PCS había conseguido que el Partido Guatemalteco del Trabajo, PGT, escogiera un abogado para que se hiciera cargo de mi defensa y liberación. El abogado se llamaba Santiago López, era un excelente y eficiente profesional que se movió por todos los Cuerpos policiales hasta encontrarme. Este amigo se apoyó en otro colega amigo suyo que también se las jugó para ayudarme aprovechando su cargo como Magistrado en la Corte.
Una vez identificado por los abogados guatemaltecos en el Tercer Cuerpo, vino el proceso para sacarme de ahí y alejarme de ese lugar cuyo prestigio en materia de violaciones de todo era de todos conocido. Los policías se las arreglaron para sacarme hacia un Hotel cercano, supuestamente para fingir una captura con las evidencias que necesitaban para acusarme y llevarme a un Centro Penal, que resultó ser la Penitenciaría Pavón. Lo que siguió después es parte de una trama propia de los regímenes militares dictatoriales. La Policía armó todo ese operativo falso para tratar de librar al gobierno guatemalteco de posibles explicaciones sobre mi presencia en cárceles guatemaltecas.
Una acusación por razones políticas no tendría ninguna posibilidad de éxito, y hasta corría el riesgo de que se revirtiera en su contra cuando aparecieran las evidencias de México y de San Salvador. No podían permitir que el gobierno de Guatemala fuera señalado de violar las leyes en complicidad con el régimen salvadoreño, al prestarse para traslados de presos políticos de forma ilegal facilitando la Policía Nacional de Guatemala. Por eso deciden inventar pruebas falsas y acusarme falsamente de traficante de drogas. Al principio intentaron tentarme con un soborno económico y el ofrecimiento de garantías de sacarme del país, pero ello implicaba quebrar la moral del detenido; también acudieron a la amenaza pero con argumentos muy débiles sabiendo que los abogados ya me habían encontrado. Así surge el expediente de acusarme de Traficante de Drogas y enviarme a la Penitenciaría de Pavón, en las afueras de San José Pinula de Guatemala.
Durante varios meses de ese año de 1972, luego de un extraordinario esfuerzo de malabarismo judicial para desvanecer los cargos fraudulentos en mi contra, realizados por el abogado amigo Santiago López y de su amigo magistrado; luego de varios careos con los testigos falsos preparados por la Policía que juraban haber visto movimientos con personas extrañas en el Hotel; declarando que yo aparecía registrado en los libros del Hotel con el nombre de Domingo Mencos, todos esos argumentos fueron rebatidos uno a uno. Sin embargo, con ese nombre y el mío propio fui registrado en la prisión y de esa forma me llamaban por los altoparlantes cada vez que requerían mi presencia en lugares de citas. Permanecí en prisión como preso político por cerca de un año y 60 días sin salir de la Ciudad cuando el abogado logra mi libertad bajo fianza.
Regreso a El Salvador y como premio me veo contagiado con la Viruela Negra que me pone fuera de circulación sin poder encontrarme con nadie de mis compañeros por casi tres semanas. Además, nadie quería verme cerca por temor a un contagio casi seguro.
Por fin logro reincorporarme a las tareas de la Comisión Política, las cuales había dejado involuntariamente por más de 15 meses.
En forma de broma me dirijo al resto de camaradas: bueno, ya basta de vacaciones. Las tareas encomendadas por la Comisión Política las había cumplido satisfactoriamente, tanto en Varsovia como Praga, Checoslovaquia. La Comisión Política me había encomendado a principios de Noviembre de 1971, prepararme para asistir al VI Congreso del POUP de Polonia. Desde finales de ese mes viajo a Varsovia, vía Paris, como delegado del PCS. El VI Congreso del Partido Obrero Unificado de Polonia, POUP, estaba previsto para reunirse a finales de Noviembre, cuyo punto de atracción principal estaba la sustitución del Secretario General, Wladislaw Gomulka por Edward Gerek, y la reestructuración del Buró Político.
Después de casi una semana de actividades propias de un congreso, aprovecho los contactos con dirigentes de partidos hermanos y de gobiernos amigos del campo socialista, así como con dirigentes de movimientos de liberación nacional de las colonias africanas y asiáticas. Sin perder tiempo emprendo viaje en dirección de Praga, Checoslovaquia, para participar como Delegado del PCS en el Consejo de Representantes de los Partidos miembros ante la Revista Internacional, Problemas de la Paz y el Socialismo.
El regreso fue arreglado para viajar vía París, Montreal (Canadá), México, de donde, en dependencia de la situación operativa de la zona debía valorar la forma de continuidad hacia El Salvador. Pero desde París fui objeto de un seguimiento de mis movimientos por los servicios de inteligencia de la INTERPOL. En Montreal soporto un fuerte e injustificado registro policial que se hizo muy sospechoso. Yo no traía nada en especial que pusiera en evidencia mis actividades políticas durante el recorrido. No tenía ningún tipo de contactos con nadie.
Pero la INTERPOL estaba empeñada en algo, seguramente a pedido del gobierno salvadoreño. El Partido oficial en El Salvador estaba pasando por aprietos en la campaña electoral para impedir los avances de la oposición, la Unión Nacional Opositora, UNO. La Dictadura necesitaba un pretexto para atacar fuertemente a la UNO. Pero, al no encontrarme nada que pudiera tipificarse de valor subversivo o comprometedor que pudiese ser utilizado para sus planes, me dejan continuar el itinerario previsto sin molestias posteriores en la ciudad de Montreal.
Llego a la ciudad de México sin problemas de registros pero si observado de cerca en todos mis movimientos. Salgo del Aeropuerto bajo seguimiento enmascarado hacia el centro de la ciudad de México. Bajo la observación visual medio discreta de agentes de civil, me registro en el Hotel Royalty, al lado del monumento de la Revolución. Cometí el error de regresar al Aeropuerto, pudiendo haber tomado la opción de viajar por tierra. Fue un error de cálculo o de apreciación incorrecta de mi parte sobre los intentos de la policía mexicana.
En cuanto llego a la fila de la línea aérea para registrarme, sin mediar palabras me sacan de ella, me decomisan el pasaporte y boleto aéreo y ya en calidad de detenido me conducen al interior de las instalaciones del Aeropuerto Internacional Benito Juárez, y sin pérdida de tiempo me introdujeron a un avión para enviarme custodiado, directamente hacia El Salvador. Esto tuvo lugar el 30 de Enero de 1972. Esa fecha quedó gravada en mi memoria porque desde ese momento comienza la vorágine que me condujo a experimentar los más terribles tormentos físicos y sicológicos nunca sufridos antes por mi y que dejaron una huellas traumáticas que no puedo decir que las haya superado del todo. Sigo durmiendo con esos tormentos o simplemente no logro conciliar el sueño por la misma causa. He aprendido a vivir con ellas.
Regreso a El salvador en 1973
“Como decía, ya de regreso en el país, a principios de enero de 1973, asisto por unos días a la Comisión Sindical del PCS, la que en ese momento era atendida de forma irregular por Bernardo Salvador Cárcamo, un camarada obrero de la construcción, de Santa Ana, que el VI Congreso lo elige miembro suplente de la CP.”
Haber estado ausente durante más de un año y especialmente el año 1972, me dejó fuera para conocer muchos de los principales problemas que se discutían en el PCS y particularmente en la Comisión Política. Uno de los puntos medulares en debate en ese tiempo era el tema de la vigencia o no de la vía electoral y por tanto, de la necesidad de un viraje orgánico e ideológico del PCS hacia la lucha armada. En el terreno interno estaba cuestionado el funcionamiento y la estructura del Partido. La Dirección del PCS se encontraba frente a exigencias de organismos y cuadros militantes debido a la demora de agilizar el viraje y la toma de decisiones políticas a favor de esa estrategia revolucionaria.
Era necesario pasar a elaborar una serie de propuestas encaminadas a poner al Partido en una ruta clara de rectificación y crecimiento dirigido. El tema estaba un tanto entrampado en discusiones internas matizadas con posiciones anuentes de rectificar pero también de resistencia al viraje. El Organismo de Dirección Colectiva, el Secretariado, surgido del VI Congreso de 1970, ya había demostrado su incapacidad para asumir este papel. La CP convoca al Comité Central, en Abril y en Julio de 1973, en donde, además de aprobar las tesis de Construcción y Rectificación del Partido, tomó la decisión de elegir a Emilio (Schafik) como secretario general, eliminando esas funciones en el organismo del secretariado del comité central.
El VI Congreso había acordado dar esas facultades de atender las funciones del Secretario General a un triunvirato que inicialmente recayó sobre Schafik, Raúl Castellanos Figueroa y Roberto Castellanos Calvo. Con el fallecimiento de Raúl el 29 de Octubre de 1970 la CP elige a Alfredo Acosta para sustituirlo. Funcionaba sin problemas aparentes, pero por diferentes inconvenientes prácticos no siempre estaba más de alguno de los compañeros a la hora de asumir las responsabilidades. Por eso se fue acomodando un funcionamiento del organismo con la participación de otros compañeros disponibles. Así pasaron Rafael Aguiñada Carranza, Dagoberto Sosa y otros compañeros, en forma rotatoria, hasta que se tomó el acuerdo.”
La decisión de elegir al Secretario General era una necesidad para acelerar los pasos en dirección de poner al Partido en sintonía con las exigencias. De hecho, la vida misma de las tareas había obligado a que Schafik asumiera las funciones del Secretario General. En varios momentos, Schafik se vio precisado a elaborar propuestas sobre el Crecimiento Dirigido y la Construcción del Partido, las cuales fueron conocidas por los Plenos del Comité Central de ese mismo año.
Una de las primeras propuestas preparadas por Emilio contemplaba la necesidad de realizar un diagnóstico y análisis bastante a fondo sobre la célula del Partido, pero también de los organismos intermedios, las comisiones nacionales, y los mismos organismos de dirección nacional, a quienes cuestionó a fondo, además de sus funciones y funcionamiento, también su débil formación política ideológica. Había un cuestionamiento bastante a fondo, buscando darle enfoque integral, generalizado a muchos cuadros con responsabilidades. Algunos camaradas se sintieron aludidos y no les agradaba mucho el tono de los planteamientos de Emilio.”
“La pelea por el viraje en el partido continuaba. Así, como parte del proceso de definición del viraje, además de resolver la elección de Schafik como secretario general del PCS, se aprovecha la coyuntura para realizar algunos cambios de responsabilidades individuales de la misma Comisión Política. Rafael Aguiñada Carranza pasó a conducir la Comisión Nacional Sindical, dejando la Comisión de Organización bajo la coordinación de Alfredo Acosta, a cada una de las cuales fueron asignados compañeros de dirección y militantes veteranos con experiencia. A Emilio como secretario general le correspondía conducir tanto el secretariado como la Comisión Política. El coordinaba ambos organismos con agendas separadas.”
El viraje político del PCS de 1973
“El viraje político planteado por la Dirección del PCS en 1973 fue de carácter orgánico pero también ideológico. No era fácil tratar de aplicar los principios revolucionarios al interior del Partido, procurando estimular su aplicación en el movimiento sindical y popular de ese entonces, de tal manera que ejercieran peso en contra de las principales desviaciones como el economismo, el sectarismo, el legalismo y el dogmatismo. Pero la dedicación principal del esfuerzo estaba dirigida al interior del partido, no solo para lograr un funcionamiento partidario desde la dirección a la base, sino, sobre todo, en la reorientación de la estrategia revolucionaria de poder que el partido debía tener y ejecutar, asumiendo el papel constructor y conductor del movimiento popular y social.”
En las discusiones sobre la aplicación del centralismo democrático, recuerdo muy bien las exigencias de muchos militantes por poner el concepto de manera inversa, democracia con centralismo. Se hacía bastante énfasis sobre la dirección colectiva, recomendando no repetir los errores cometidos por el mismo Secretariado en varios momentos al asumir hasta las funciones centralizadas de la Comisión Política y del Comité Central. Así fueron desfilando en la discusión los temas de la disciplina, la crítica y autocrítica y el tema de la célula, que fue de mucha utilidad para definir la estructura fundamental del Partido, pensando en la necesidad de vincularse con las bases populares y de éstas asegurar los mejores métodos de reclutamiento de las y los mejores elementos para el Partido.
Por supuesto, la crítica fundamental recayó en los organismos nacionales de dirección del Partido. Otros temas relacionados con la Construcción y Desarrollo del Partido, se relacionaron con la composición social y la formación política ideológica del mismo.
El diagnóstico presentado por Schafik puso sobre la mesa una realidad aparentemente oculta pero que todo el mundo la percibía: la mayoría de los organismos contaba con un mayor porcentaje de elementos “no proletarios” y cómo ese detalle se reflejaba en la misma Dirección del Partido, sobre ella se descargaba el mayor centro de la crítica. De acá sale la conclusión de orientar un crecimiento dirigido hacia las y los trabajadores fabriles o empresariales y otros sectores claves como la juventud, las mujeres y el campesinado y la intelectualidad revolucionaria. En ese sentido, debíamos convencernos de que el crecimiento y desarrollo del partido no consistía únicamente en el reclutamiento solo por el hecho de ser proletario, o por aparentar serlo.
El crecimiento debía responder al tipo de relación que trae esa persona con su sector social organizado, si se trata de un activista, de una persona luchadora o simplemente de un sindicalista pasivo sin influencia demostrada en la lucha junto a esas masas trabajadoras. Además, de su identificación y acción consciente a favor de los intereses de las amplias masas populares”
“Un poco más tarde, en los momentos de discusión sobre la crisis y los avances de la escalada neofascista o claramente fascista, recuerdo que Schafik sometió a discusión en la Comisión Política, como algo urgente, la necesidad de acelerar la ejecución de las tareas sobre el crecimiento del partido a nivel nacional, acompañada de una disputa de la conducción de las amplias masas populares amenazadas con intentos reformistas de derecha, emanados en la misma burguesía y el gobierno.
Para el área rural, por ejemplo, estaba planteada la idea de una Central de trabajadores rurales y lo mismo para las masas organizadas en las federaciones de sindicatos afines y sindicatos independientes. El Partido estaba obligado a dar respuestas claras para desafiar esos retos.”
“En el año 1973, después de haber salido de la cárcel participo como apoyo en la Comisión Sindical, hasta que el Comité Central reorganiza las Comisiones Nacionales, asigna nuevas responsabilidades. Tres o cuatro comisiones recibieron orientaciones especiales: la Comisión Sindical y la necesidad de imprimirle al movimiento sindical afín, (FUSS, FESTIAVTSCES y otros sindicatos) una formación política e ideológica revolucionaria, la necesidad de dar una lucha abierta contra el economismo y el legalismo, que estaban incrustados incluso en cuadros de dirección sindical y partidaria. Las tareas dentro de los sindicatos debían incluir la construcción del partido con una visión política claramente coherente con la lucha por el poder. A esto le llamábamos construir Partido en el movimiento sindical con visión revolucionaria”
El papel de Rafael Aguiñada Carranza
“Rafael (Aguiñada) estaba llamado a jugar un papel destacado y lo jugó en este esfuerzo. El había demostrado poseer no solo la capacidad sino la decisión y disposición de enfrentar las dificultades hasta con algunos de nuestros anquilosados cuadros sindicales. O sea, no bastaba tener la visión política estratégica, sino la valentía y los métodos apropiados para ganar a los elementos ganables y depurar a quienes no fuera posible mantener. Claro, Rafael carecía del mejor método, él mismo estaba consciente de ello.
Su temperamento y su modo de ser chocaban con otros compañeros con temperamentos iguales o peores al suyo. Pero lo acompañamos, le dimos respaldo, varios compañeros de la CP y del CC nos dimos cita en los activos y congresos sindicales para abrirle paso a las nuevas orientaciones de la Dirección del Partido. Rafael cumplió muy bien su misión. Lo primero que hizo fue afiliarse a un sindicato y tratar de ganarse el derecho de entrada a la Federación sindical. Poco a poco se ganó el espacio para optar al cargo de Secretario General de la FUSS, venciendo los argumentos de quienes se oponían a que el PCS ganara una mayor influencia en los sindicatos.
Estos compañeros enfermos del economismo acusaban a la Comisión Política de imposición. Así definían estos compañeros, el esfuerzo de la CP por sacar de la influencia del economismo a los sindicatos revolucionarios e independientes. Rafael, con nuestro apoyo y respaldo le declaró la guerra al economismo, se enfrentó sin descanso contra quienes solo pensaban y se dedicaban a tareas sindicales y rechazaban cumplir tareas políticas. Desenmascaró a quienes solamente buscaban resolver los conflictos laborales en negociaciones en el Ministerio de Trabajo, negándole el papel y el derecho de las y los trabajadores y la conveniencia de movilizarse y desarrollar su capacidad de lucha contra los malos empresarios.
Esto explica el desplazamiento de Julio César Castro Belloso y de otros cuadros sindicales de la conducción de la FUSS, sin desplazarlo de la Directiva Federal de la misma. En cuanto a Carlos Alberto (El Ratón) Hidalgo, al sentirse derrotado prefirió cambiar la afiliación del Sindicato de Tipógrafos y llevarlo la Federación FENASTRAS, una federación amiga pero con menos influencia del PCS. Alfredo Torres del sindicato de muebles adoptó una posición de oposición cerrada a la influencia del PCS en los sindicatos.
Otros cuadros veteranos, aunque no ejercieron una oposición abierta en contra del PCS sí la aplicaron contra Rafael, argumentando los métodos, pero en realidad fueron diferencias de lineamientos políticos. Carlos Quijano, Antonio V. Constanza, el mismo Hipólito Calles y otros anduvieron por este sendero. Con varios de ellos hicimos no pocos esfuerzos por convencerlos a rectificar, pensando en reeducarlos y ganarlos a ser parte del proceso de rectificación, pero fracasamos.
Otro de los veteranos que prefirió retirarse cuando recibió las primeras críticas fue el dirigente de los sastres, veterano del CROS y de la CGTS, que fue elegido a miembro de la Comisión Política por el V Congreso, Carlos Marín. Este compañero no fue lo suficientemente maduro para aceptar los señalamientos críticos por su acomodamiento a los viejos métodos espontáneos el seno de los sindicatos“
El Oso Belloso era un cuadro sindical originario de santa Ana y de la industria de la construcción, que se había formado a finales de los años 50, fue dirigente de la Confederación General de Trabajadores Salvadoreños, CGTS, creada en 1957. El, junto con José Sánchez del Cid y Antonio Velasco Iglesias fueron dirigentes de la CGTS. Eran cuadros sindicales del Comité Central quienes junto con Carlos El Ratón Hidalgo, y otros compañeros constituían el equipo principal del PCS en el movimiento sindical. Carlos Hidalgo, después de haber regresado de la URSS estudia Derecho, supuestamente para desarrollar una mejor asesoría jurídica al servicio de los trabajadores, una idea muy buena, pero en realidad esa capacidad la utilizó para beneficio personal.
No fueron pocos los casos denunciados en su contra, como el hecho de vender a los empresarios los juicios laborales de indemnización de los compañeros sindicalistas despedidos. El grupo anti PCS se fue conformando con el zapatero Carlos Quijano, Alfredo Torres, e Hipólito Calles, con el cual el Oso Belloso fue intensificando su relación. Además de esta práctica antipartidaria se fue desarrollando una relación con el Cuche Felipe A. Zaldívar, dirigente del Sindicato Unión de Trabajadores de la Construcción, SUTC, claramente identificada con el Instituto Americano para el Desarrollo del Sindicalismo Libre, IADSL, relación que lo afectó políticamente hasta degradarlo en términos de confianza con los trabajadores. Fue una lástima, pues el Oso fue uno de los pocos dirigentes que se enfrentaron a la dictadura por muchos años en defensa de los intereses de las y los trabajadores”.
En el medio sindical también participaba el veterano Raúl Padilla Vela, un militante comunista, maestro de generaciones de revolucionarios, reclutador nato, un excelente organizador. No era por gusto que los compañeros y compañeras le decían Guacalada. Raúl en sus charlas explicaba su llega al PCS a mediado de los años 50, en las luchas contra la dictadura de Osorio y José María Lemus. Raúl es de la época del Chino Carlos Ramírez. Además Raúl era profesor de secundaria, de Física, alguien estudioso, agitador político, de barricada, junto con Tirso Canales, Pedro Mancía Cerritos, Gaby Gallegos Valdez, y otros compañeros. Raúl formó parte del equipo organizador del Partido Revolucionario Abril y Mayo, PRAM, en 1959.
Estando Rafael en la conducción de la Comisión Sindical del PCS y Alfredo Acosta al frente de comisión Nacional de Organización, CNO, en el marco de visión estratégica de construir un amplio movimiento popular nacional y una alianza política con las diversas fuerzas democráticas, la tarea trazada por la conducción del Partido en el movimiento sindical fue la de avanzar hacia la construcción de la central única, es decir, la CUTS, mediante procesos de unidad entre la FUSS, FESTIAVTSCES, FENASTRAS y algunos sindicatos independientes como el STIUSA. Varios compañeros comunistas afiliados en algunos sindicatos le apoyaron mucho en esta importante tarea.
Me atrevo a mencionar algunos nombres pidiendo disculpas por no mencionarlos a todas y todos. Por ejemplo, Ricardo Martínez, conocido cariñosamente como el Chele Foremost, un sólido dirigente del sindicato de la empresa lechera Foremost, que luego ascendió a la secretaría general de Fenastras: Jorge Mendoza Santos del sindicato de Cines y teatros; Jorge Alberto Morán Cornejo, conocido como el Beatle; Concha Marina y otras compañeras del sindicato de costureras y de la industria textil; Juan Edito Genovés del sindicato de la industria de la construcción; Adán Chicas, del sindicato de empleados particulares, etc.
Los debates ideológicos crearon malestar en algunos compañeros que se consideraban caciques del movimiento sindical desde los tiempos de la CGTS. Las capturas de compañeros por los cuerpos de seguridad en ese tiempo y por los interrogatorios a que eran sometidos, daban pistas para creer la existencia de planes siniestros por parte del enemigo. En esas tareas de construcción de la Central Sindical andaba el Chele Aguiñada cuando fue emboscado y lo asesinaron en la esquina de la octava avenida norte y tercena calle oriente, al costado nor-poniente del mercado cuartel. La primera reacción nuestra fue culpar al gobierno y a sus cuerpos de seguridad. Sin embargo, lo mataron los mismos elementos sectarios del grupo militarista que antes habían asesinado a Roque Dalton. Eso quedó plenamente comprobado en su tiempo.
Rafael manejaba un carro verde oscuro marca Volvo. Esa noche del 26 de septiembre de 1975 quedó gravada en la memoria del movimiento sindical como la más grave y abominable agresión de uno de los dirigentes mas queridos. Para el PCS significaba una pérdida muy sensible. Se trataba de un miembro de la Comisión Política del Comité Central, Diputado por el UDN-UNO en la Asamblea Legislativa y Secretario General de la Federación Unitaria Sindical de El Salvador, FUSS. A esas alturas no teníamos una mínima idea de que Rafael era el segundo dirigente asesinado. Jorge Alberto Morán Corneja, el Beatle había sido asesinado el 23 de Agosto de 1974, un poco más de un año antes. Siendo el responsable de la Comisión Sindical, Rafael debía ser reemplazado inmediatamente para no interrumpir el proceso de unificación del movimiento sindical independiente, lo sustituyó en la Comisión Sindical Adán Chicas, un veterano cuadro obrero forjado en las luchas del FUAR desde principios de los años sesentas.
Ya antes, a principios de los años sesentas, Rafael había participado como militante tanto del Partido Revolucionario Abril y Mayo, (PRAM), como del Partido Acción Renovadora, PAR, en donde en 1966 formó parte de la terna del Concejo Municipal de la ciudad de San Salvador en las elecciones municipales. La nómina del Concejo estaba encabezada por el Dr. Napoleón Rodríguez Ruiz, en donde, además, participaron el Oftalmólogo Roberto Bracamonte y Carlos el Ratón Hidalgo.
Rafael fue bastante crítico, dicho sea de paso, contra la concentración de funciones en una sola persona u organismo que por lo general conducen a debilidades y deformaciones de la democracia interna y del principio del centralismo democrático, ya que desfigura y desnaturaliza el carácter democrático que nos debe caracterizar como fuerza política revolucionaria. En este punto no había discrepancias en su definición teórica, ni en la Comisión Sindical ni en los activos sindicales, ni en la dirección del partido. El problema surgía a la hora del desempeño, cuando operaba la influencia de la fuerza de la costumbre, afectando el equilibrio entre la necesaria centralización de un movimiento revolucionario y al mismo tiempo una voluntad única surgida del principio democrático, que asegura la legitimidad de la conducción y sus decisiones.
La experiencia de lucha electoral de los años 70
A principios de los años 70 desarrollamos una no despreciable experiencia de lucha política electoral, la cual se combinada con movilizaciones populares, luchas sindicales y alianzas con partidos de oposición democrática como el PDC y el MNR. En estos esfuerzos por combinar la lucha social con la política estuvo Schafik J. Hándal y estuvo Rafael Aguiñada dando su aporte. En el marco de este esfuerzo construimos la Unión Nacional Opositora, UNO, que fue el referente de un extenso movimiento político de masas por varios años contra la dictadura militar.
En esta etapa inicial de lucha electoral de principios de los 70, los comunistas participamos con el PAR, con el PR y UDN; en el esfuerzo se destacaron Mario Aguiñada, Alfredo Acosta, Raúl Vargas, Dagoberto Gutiérrez, Julio César Salazar, y varios otros camaradas, cuya lista es enorme. También se incorporaron no pocos elementos de pensamiento democrático en este trabajo político. Debemos recordar siempre a los amigos MARIO RODRÍGUEZ DEL VALLE INCLAN y su esposa DALILA, al agrónomo empresario CARLOS HUMBERTO RIVERA, Secretario General, que fue secuestrado también el 23 de Agosto, un poco después de las 5 de la tarde de 1971, acción perpetuada por agentes de la tenebrosa Guardia Nacional.
Recuerdo perfectamente los esfuerzos del UDN y particularmente de su familia por recuperarlo. Peticiones al Presidente de la República, a la Corte Suprema de Justicia, a la Asamblea Legislativa, muchas de ellas apoyadas por algunos partidos políticos de oposición. Diversas manifestaciones populares fueron reprimidas solo por el hecho de exigir que Carlos Humberto fuera devuelto a su hogar. Pero lo asesinaron y nunca se supo de su paradero, como sucedía en muchos otros casos. En 1980 fue asesinado el médico MANUEL DE PAZ VILLALTA, Presidente de la Directiva Suprema del UDN y un año después, en marzo de 1981 también fue secuestrado y asesinado PEDRO NAPOLEÓN MARTÍNEZ, Presidente de la Directiva Departamental del UDN de San Salvador.
El año 1971
Ese año 1971 fue un año muy complicado políticamente hablando. El mes de febrero fue sacudido por el secuestro y asesinato del empresario Ernesto Regalado Dueñas. A mediados de ese mes, recuerdo que en la Colonia Málaga tuvo lugar el incidente del asesinato del agente del policía de nombre Santiago Díaz Rivas. Yo me encontraba casualmente, de visita, en el Apartamento del viejo Nicolás, un sastre comunista contemporáneo de Daniel Castaneda que vivía en uno de los Edificios de esa Colonia Málaga. Allí me encontraba cuando escuchamos los disparos. Una de las hijas de Nico miró por la ventana y pudo observar forcejeos entre el policía y alguien que salió de un vehículo. Tuve que despedirme rápidamente del viejo sastre antes de que fuera acordonada la zona por los cuerpos de seguridad.
Ese incidente se convirtió en un caso bastante sonado, pues formaba parte del secuestro del industrial Ernesto Regalado Dueñas. Varios nombres aparecieron vinculados al “GRUPO” como por ejemplo, Carlos Menjívar, Guillermo Antonio Aldana y Jorge Cáceres Prendes. Este caso requiere tratamiento aparte, dada la cantidad de elementos que se fueron tejiendo a lo largo de los meses y años y que desembocaron en el surgimiento del ERP a principios de febrero de 1972.
La Escuela de Cuadros (1975-1980)
En 1975, en el marco de la escalada fascista de la Dictadura Militar, la Comisión Política me delega la responsabilidad de organizar y dirigir la Comisión Nacional de Educación y una Escuela de Formación Política e Ideológica de Cuadros. Los recursos económicos eran bastante limitados para montar una Escuela con las exigencias de seguridad y comodidad, algo grande. Alquilamos un local por tiempo limitado a fin de moverla cada cierto tiempo a lugares diferentes.
El funcionamiento de la Escuela de Cuadros era clandestino, metíamos a estudiantes y maestros de forma compartimentada en vehículos especiales. Se cuidaba mucho la cobertura social de la casa, de tal manera que no despertara sospechas inconvenientes entre los vecinos. La familia que le daba cobertura estaba instruida para manejar una leyenda creíble y realizábamos ejercicios para perfeccionar el manejo. Procurábamos encontrar un local que no fuera de fácil identificación por los mismos estudiantes una vez hayan pasado por ella, eso significaba cuidarnos de negocios o talleres con ruidos u olores característicos que delataran su ubicación.
Los materiales principales que utilizamos de base para el estudio y los debates eran los documentos centrales aprobados por los Congresos o el Comité Central. Cada uno de nuestros cuadros del Comité Central, de las Comisiones Nacionales y los organismos intermedios debían pasar por la escuela, especialmente aquellas o aquellos que mostraban debilidades en su comprensión y aplicación de la línea estratégica y táctica del partido. También utilizamos algunos documentos de las organizaciones armadas, los cuales analizábamos de forma crítica en sus puntos negativos pero aprovechando los aspectos positivos.
Muchos de los cuadros que asumieron responsabilidades en la construcción y conducción de la Juventud Comunista, el movimiento popular y posteriormente en la construcción y conducción político-militar en los años ochenta obtuvieron algún conocimiento durante su paso por la Escuela de Cuadros, la cual funcionó del año 75 hasta principios de 1980. Te hablo de Ramón Suárez, Tito A. Bazán (El Chato Rodrigo), Luis Alfredo Hernández (el Chele Ulises), etc. Eran 0cho o diez estudiantes por un curso que duraba dos semanas, o al menos una semana a tiempo completo. Todas y todos entraban y no salían hasta que terminaba el curso. Por allí pasaron los cuadros maestros Orlando Guerrero Chamul y el Chino Lázaro Arias, y el dirigente sindical Salvador Sánchez Hidalgo.
Los profesores de la Escuela eran Schafik (Emilio), Jorge Arias Gómez, (Chano), Dagoberto Gutiérrez (Camilo), Rafael Aguiñada Carranza, Américo Mauro Araujo, (Hugo), Dagoberto Sosa, (Lucio) y mi persona. Para temas específicos relacionados al movimiento sindical, de organización, lucha electoral, etc., invitábamos a los responsables de las Comisiones respectivas para desarrollar los temas. Por lo general los cursos se realizaban con espacios de dos meses o mes y medio para no recargar los movimientos. En la Escuela se analizaba el Programa General del Partido, el Programa Agrario, Informes de Congreso y de plenos del Comité central, y todo esto a la luz de los clásicos del marxismo-leninismo. O sea que no se estudiaba el marxismo en frío sino vinculado a nuestra práctica política.
Lucio enseñaba estrategia militar, o sea nuestra concepción insurreccional. Américo Mauro Araujo daba Política de Alianzas. Adán Chicas daba Movimiento Sindical Nacional y Mundial; Schafik, cuando podía asistir, abordaba la situación política nacional y la línea estratégica del período; Dagoberto Gutiérrez impartía la Situación Política Internacional. Yo abordaba los temas de la Situación Revolucionaria y las Condiciones Objetivas y Subjetivas de la Revolución en El Salvador y de cuando en vez reforzaba el tema La Penetración Imperialista en el Movimiento Sindical Mundial y en El Salvador y la lucha para combatirla. Jorge Arias Gómez se lucía con la Historia de la lucha política del pueblo salvadoreño y el papel de cada uno de los sujetos sociales. Algunos temas complementarios, como los acontecimientos de 1932, 1944, los cubríamos invitando especialmente a Miguel Mármol y Daniel Castaneda.
El PCS y el viraje a la lucha armada…
Se ha dicho y escrito algo sobre la implementación del viraje, analizando los problemas teóricos y prácticos que tuvimos en ese tiempo para ejecutar las orientaciones estratégicas del VII Congreso del PCS. Debemos recordar que durante varios años pasamos enfrascados en debates sobre la necesidad de dar el viraje. Fue el VII Congreso, celebrado en abril de 1979 quien se encargó de ratificar la posición de la Comisión Política y de buena parte del Comité Central respecto al punto de dar el viraje. No todos los integrantes de la Comisión Política estábamos lo suficientemente conscientes sobre varios aspectos relacionados al viraje.
Algunos compañeros y yo en particular, teníamos limitaciones para apoyar el viraje no porque estuviese en contra, al contrario, sino por falta de tiempo para dominar bien los diferentes elementos teóricos que permitieran realizar el trabajo de persuasión de la militancia y del movimiento social. La causa de este desfase, en mi caso, era el enorme volumen de trabajo práctico que tenía sobre mis espaldas, tareas que realizaban sin contar con apoyo alguno, ni personal ni tecnológico y la mayoría de las veces hasta sin vehículo, había que movilizarse en buses. El tiempo que se invertía en movimientos clandestinos era considerable y eso era de todos los días.
Los acontecimientos marchaban a velocidades rápidas. Vino el Golpe de Estado del 15 de Octubre y nos saca de la dinámica del viraje. Mario Aguiñada y Roberto Castellanos Calvo jugaron un papel decisivo para entrar en un proceso de discusión sobre la necesidad de participar en el gobierno de la Junta Revolucionaria. Mario Aguiñada y Norma Guevara presentaron elementos políticos que al ser discutidos y respaldados por varios compañeros se tomó la decisión de apoyar una participación en el gobierno como Foro Popular.
Schafik en esos momentos se encontraba fuera del país y por tanto, no tomó parte en las decisiones. Algunas organizaciones de izquierda no vieron bien la participación del PCS en el gobierno y pronto aparecieron las críticas públicas. Sobre todo cuando conocieron las declaraciones públicas de Roberto Castellanos Calvo, quien a nombre del PCS informa al pueblo salvadoreño la decisión de participar. Esta decisión, como se sabe, nos trajo problemas dentro del partido y fuera con el proceso de unidad de la izquierda. Menos mal que el enemigo no aprovechó bien este momento y al contrario, intensificó la represión contra el pueblo, obligándonos a replegarnos y a reafirmar los pasos en pro de la unidad de la izquierda.
En el año de 1980 nos encontrábamos con un mandato emanado del VII Congreso, que la Comisión Política y el CC debía ejecutar. A esas alturas ya habíamos realizado un fuerte trabajo de persuasión y convencimiento en las bases del partido para lograr que se asimilara la participación del PCS en la guerra. Por más de un año anduvimos en todo el territorio nacional explicando de manera concreta lo que significaba el partido en guerra y la necesidad de crear su instrumento militar para ejecutar de manera directa esa orientación estratégica. De hecho, la CP tuvo que realizar alguna presión en ciertos cuadros dirigentes y militantes que continuaban realizando cierta resistencia.
La represión enemiga se encargó de ejercer cierto convencimiento de lo inevitable del viraje. Por eso la CP decidió apoyarse fundamentalmente en la Juventud Comunista y en las Células del Partido, especialmente porque estas son las que mantenían una vinculación estrecha con las masas populares, tanto en los territorios como las empresas y fábricas junto a los trabajadores y trabajadoras. Cuando el terreno organizativo estaba bastante avanzado, cuando ya habían surgido los Grupos de Acción Revolucionaria, las Autodefensa Activa de las masas, estábamos caminando hasta llegar a la creación de las FAL. Los acontecimientos políticos aparecieron muy acelerados uno tras otro y prácticamente no había tiempo para sentarse a meditar. Sorteamos algunos otros obstáculos pero la dinámica nos empujaba hacia delante.
Antes del día convenido para la Ofensiva Final, la dirección del PCS que había permanecido en San Salvador hasta diciembre de 1980, tuvo que ser reubicada como parte de las medidas de seguridad y de amplia maniobra que se necesita para incidir y contribuir en conducir la guerra. La reubicación de la Dirección contemplaba la distribución de responsabilidades en los tres terrenos de lucha: el frente de guerra, el exterior del país y la parte urbana en el interior. En los primeros momentos, sin tener plena conciencia de lo que ocurriría y de las posibilidades reales a que nos enfrentaríamos para desempeñar el papel de dirección, fui uno de los asignados.
A Lucio lo habían capturado y lo mandan a Mariona, otros compañeros del Comité Central y cuadros dirigentes de la Juventud Comunista y de las FAL son capturados, algunos desaparecidos y posteriormente asesinados por los cuerpos de seguridad. Eran cuadros dirigentes con responsabilidades claves en aquellos momentos difíciles, cuando todavía desconocíamos aspectos esenciales del trabajo del partido en guerra. De repente me doy cuenta que asumo responsabilidades nuevas, rodeado de otros camaradas muy inquietos y con muchas interrogantes que responder.
Claro, tenía la ventaja de haberme desenvuelto en la clandestinidad por más de dos décadas desde antes de 1960. El bajo perfil de mis actividades abiertas me colocaba un tanto lejos del enemigo. A lo sumo me identificaba como un activista sin importancia. Este aspecto de mi trabajo permitió que pasara desapercibido durante parte del tiempo de la primera fase de la guerra aquí en San Salvador. De acá entraba y salía, subía y regresaba del cerro de Guazapa, visitaba los puntos cercanos de la capital, del volcán de San Salvador y de otros puntos intermedios. Salía al exterior a cumplir tareas internacionales y regresaba.
Tuve la suerte de contar con el apoyo de compañeros capaces y probados en el trabajo clandestino. Algunos de ellos cayeron en manos de los cuerpos represivos, fueron desaparecidos o fueron asesinados, tales fueron los casos Manuel (Cantarito) Quintanilla, Arturo “El Bello”, la compañera Laura (La Química), Santiago Hernández (Secretario General de la FUSS) así como varios de los cuadros de la Juventud Comunista, y otros dirigentes intermedios que pasaron a ocupar cargos metropolitanos de las FAL, tales como Lito Aguiñada, Jorge Molina (Candelita) Víctor AES Ramos, Marcos Cativo, el choco Fermín y Feliciano.
Todos ellos fueron asesinados después de haber sido capturados, algunos de ellos fueron delatados por un agente del enemigo infiltrado en nuestras filas, “El Caballo”. Feliciano, por ejemplo, cayó por descuido al no atender nuestras indicaciones de salir rápidamente de la ciudad, cuando ya teníamos plena conciencia de los riesgos que corrían todos los conocidos por el infiltrado. El enemigo cercó y asesinó a Feliciano junto con su madre y su hermano en su casa de habitación, contiguo al Cine Jardín de Mejicanos.
Varios de aquellos cuadros intermedios de dirección que se las jugaron en esos difíciles momentos están vivos, fueron cuadros de apoyo de la CP para asegurar la conducción en el terreno. Es justo reconocer los casos de Tito Bazán, (Rodrigo); Noel Guerrero (José Adolfo); Fidel Nieto y Rolando Mata (Godo). Otros compañeros procedentes de la Columna de Profesionales, Obreros y Campesinos, se las jugaron en estructuras militares, como Toni Handal, otros profesionales asumieron acciones claves de reclutamiento y en los montajes de estructuras especiales de apoyo, tales como en la Logística, en movimiento y preparación de Personal, Comunicaciones, Inteligencia y Contrainteligencia y en la atención y organización de las unidades especiales urbanas, todo ello se fue realizando en un proceso de aprendizaje, con errores, fracasos pero también de significativos avances.
Estábamos, pues, soportando una tremenda tensión sicológica en aquellos momentos del inicio de la guerra. El equipo de dirección intermedia, fogueado en los laberintos de la conspiración, poco a poco fue perfeccionando los métodos de funcionamiento y ello le permitió un buen trabajo durante toda la guerra y garantizó nuestro trabajo en el Área metropolitana. Algunos de ellos tuvieron que abandonar la ciudad y marchar hacia el frente militar; otros tomaron su lugar y continuamos el trabajo. Por tiempos nos turnábamos con Américo Araujo o con Rolando (César) y por momentos nos apoyaba Octavio cuando salía temporalmente del frente rural. Varios de los mencionados fueron un buen punto de apoyo para atender los sectores de Profesionales, la Universidad Nacional, los sindicatos. Otros cuadros que funcionaban en áreas especiales se atendían de manera compartimentada, que funcionaron de maravilla.
Valió la pena el esfuerzo enérgico para garantizar el viraje a la lucha armada acordado por el VII Congreso de abril de 1979, porque habían serias resistencias internas a diversos niveles. En 1980 enviamos a Cuba el primer destacamento para formarse como oficiales de las FAL. La mayoría de oficiales eran hombres, la única mujer fue la compañera Yuri, que hoy vive en Canadá. Eso fue a finales de 1979, en los meses de trabajo intenso para organizar el aparato militar.
Las directrices de la CP a las células para encontrar voluntarios para integrar las estructuras de las FAL dieron buenos resultados. Un año después estábamos observando los resultados altamente positivos.
Algunos compañeros mostraron bastante resistencia, con alegatos diversos; unos eran válidos por cuanto no convenía arrancar las raíces sembradas en puntos claves del trabajo político, pero otros no. Pronto quedo al descubierto que las acusaciones contra la supuesta medida aventurera, quedó superada. Las raíces no solo no se arrancaron sino que nacieron otras y otras, permitiendo así el reclutamiento de nuevos combatientes, surgidos del movimiento sindical y popular para el crecimiento de las FAL.
El alegato mas común de la resistencia, “Lo que tanto nos había costado se va a destruir” quedó plenamente superado. Pero hubo que proceder con energía. La respuesta de la CP fue categórica: lo toman o lo dejan, se alinean o quedan fuera. Y explicaba la CP que “esas raíces” estaban chocando con un muro que había que derribar. O se integraban al esfuerzo armado o quedaban fuera. Fueron pocos los que al final no se les sacó, sino que se aislaron ellos mismos.
Hay muchos casos que uno recuerda con cariño y reconocimiento. Otros casos que lamentamos por errores, por falta de experiencia, pero nunca por mala práctica. Muchos de los errores fueron sometidos a evaluaciones y corregidos sobre la marcha. Otros quedan en el recuerdo como grandes sustos que pudieron ser fatales. Hay casos heroicos, valerosos como el de la Capitana Iliana, cuyo temple y coraje revolucionario ha quedado como un símbolo de consecuencia revolucionaria que no podemos dejar de reconocer.
Hay muchos casos sobre los cuales habrá que escribir detalladamente para rescatar su ejemplo y darlo a conocer a las actuales y futuras generaciones. Recuerdo el caso de Petrarca, que a mediados de febrero de 1980 con un grupo de pobladores de San Juan Nonualco, se insurreccionó y fue a parar al Volcán Chinchontepec junto con la gente. Ellos eran del cantón Las Ánimas, en donde hubo enfrentamientos con El Ejército, prácticamente sin armas, pero mostraron su coraje de combate con el cual llegan a Los Cerros de San Pedro.
Un partido en Guerra
Siguiendo con el tema del viraje, cuando la CP ordenó: todo el Partido está en guerra, y no todos dieron el paso adelante para pasar al área militar, no quería decir, ni mucho menos, desconocer los aportes de los militantes en otros terrenos de la lucha. Muchos de ellos permanecieron incorporados en la lucha en el terreno político, en el trabajo de organización y movilización social, como también en el trabajo de inteligencia. No se trataba en definitiva, de que todo el mundo debía ir a la guerra, eso era absurdo. La guerra de todo el pueblo significaba la combinación de todas las formas de lucha, ya fueran económicas, sociales, diplomáticas, conspirativas, etc. Todas ellas, claro, subordinadas a la forma de lucha militar, la forma principal para combatir al enemigo.
La práctica demostró cuan útil fue la presión realizada pero al mismo tiempo quedó en la mentalidad de muchos compañeros que no podían continuar con los mismos estilos de trabajo si realmente deseaban ser parte de los combatientes de la guerra popular. Al final no quedaron fuera sino que se conformaron con seguir en el movimiento sindical tradicional… Como dirección lo que hicimos fue aplicar la orientación del VII Congreso. Tuvimos acusaciones de algunos sectores que nos calificaron de ser víctimas del aventurerismo revolucionario. En realidad, ellos no supieron estar a la altura de los acontecimientos…
La CP argumentó que el movimiento sindical había dado la espalda a la lucha política electoral y a la construcción de un amplio ejército político de masas y que no era cierto que el trabajo sindical era la única manera de acumular fuerzas. Habían otras formas como lo demostraba la experiencia de otras fuerzas de izquierda y nuestra propia práctica inicial.
Tampoco era cierto lo contrario, que abandonando el movimiento sindical y formando grupos guerrilleros iba a acumularse la fuerza social y política de apoyo a la lucha armada.
Recuerdo haber participado en analizar el ejemplo de las FPL que después de su surgimiento en 1970 no lograra inmediatamente el seguimiento de grandes masas, ni desarrollarse como fuerza guerrillera. Pero del 70 al 79 construyeron un significativo ejército político de masas, crean el Bloque Popular Revolucionario y varias organizaciones sociales. Y en la medida que avanzaban en combinar la lucha de masas con la línea de autodefensa de masas ese ejército político fue la base para la construcción de su instrumento guerrillero, fue una forma positiva de dar un viraje a su concepción inicial.
Debemos de reconocer y lo reconocimos entonces, que las fuerzas político-militares durante los años setenta no se desarrollaron ni fueron alternativa real para la toma del poder, pero sí demostraron que fueron capaces de dar el viraje hacia la construcción de un poderoso ejercito político de masas que luego se expresó en el BPR, el FAPU, las LP-28, el MLP y cristalizó en la Coordinadora Revolucionaria de Masas, CRM, premisas importantes para el surgimiento de las fuerzas guerrilleras armadas después.
En nuestro caso, fue al contrario, el viraje lo tuvimos que dar hacia la lucha armada, después de agotar el periodo de la construcción del Ejercito Político de Masas., que lo logramos con la lucha Electoral y Sindical, que fueron las dos vertientes principales de donde se alimentó el PCS, pero perdió tiempo importante para dar el viraje, perdiendo las bases mismas que encontraron espacio en las organizaciones hermanas.
Debe de reconocerse asimismo que el agotamiento del movimiento sindical de carácter tradicional que influíamos, y el surgimiento en este terreno de otras concepciones que vinieron a dinamizar y lograron avances significativos en su propuesta de lucha contra la dictadura fue una lección política y teórica, como fue el caso de ANDES 21 de Junio, la FSR, AGEUS en la experiencia de las FPL y FENASTRAS en el caso de la RN, que no se aferraron a viejos esquemas de combinación de la legalidad con la ilegalidad.
Este punto requiere un abordaje especial, por cuanto durante mucho tiempo el PCS sostenía la tesis de que no debía exponer la seguridad de la legalidad de las organizaciones sociales con movimientos políticos. Sin embargo, tanto el FAPU, como la LP-28 y sobre todo el BPR, demostraron que ninguna de las organizaciones legalizadas como organizaciones “apolíticas” fue ilegalizada por afiliarse a una fuerza política de masas. Esta experiencia fue muy valiosa en términos de aporte al proceso de radicalización del pensamiento revolucionario de las amplias masas organizadas y legalizadas.
El trabajo conspirativo durante los inicios de la guerra
Por lo general, cada organización político-militar contaba con infraestructura de apoyo para las reuniones de coordinación con los representantes de las fuerzas hermanas. En nuestro caso, muchas veces recogimos en puntos convenidos a compañeros conocidos de las FPL, de la RN y del PRTC para luego conducirlos de forma compartimentada a las casas seleccionadas de antemano. A veces se trataba de casas clandestinas, alquiladas con presta nombres, manejadas con un enfoque de compartimentación muy riguroso.
Varias veces, cuando aún no había surgido el FMLN, tuvimos reunida en una de nuestras casas clandestinas a la DRU. Pero por lo general, esos locales solamente se utilizaban para reuniones bilaterales de coordinación entre dos fuerzas político-militares. Durante el inicio de la guerra, fueron muy frecuentes los contactos bilaterales de coordinación. Aunque algunas veces nos encontramos con el Chele Javier y Miguel Castellanos, El Ronco, en Restaurantes previamente seleccionados y convenidos. Con otros compañeros preferíamos las casas clandestinas. Así conocí a René Canjura, “Mario”, era un revolucionario de lo más sectario y difícil de llegar a ponernos de acuerdo, pero platicábamos y coordinábamos actividades conjuntas. Siempre fue muy útil el contacto bilateral. Recuerdo a Sergio de la Dirección de RN, con quien nos vimos varias veces. Era un valioso compañero que fue entregado por agentes infiltrados en su organización. Lo asesinaron en la Colonia Vista Hermosa.
Lito Aguiñada
Lito Aguiñada (Miguel) era el responsable del Estado Mayor del Área metropolitana de las FAL. Por invitación y solicitud del Comandante Darío, (Orestes F. Ortez) me correspondió juramentar al Estado Mayor del Área Metropolitana de San Salvador. El acto se realizó en una casa en la Col. La Rábida. Nunca me imagine que había un traidor en sus filas. Alguien que venía de la JC, apodado El Caballo, que luego entregó a sus compañeros.
En esa reunión estaba Gavidia, que era un economista apodado El Comandante Zarco. A Lito lo asesinan en el 81 mientras esperaba un contacto frente a la Policlínica, es ametrallado. Lito fue sustituido por Darío. Y luego asesinan al contacto que esperaba, que era Jorge Montalvo. A Candelita (Jorge Molina) lo sacan de su casa allá por La Isla junto con su esposa, Elida, y su hijita recién nacida; también desaparecen a Víctor “AES” Ramos, a Marcos Cativo, a Fermín…
Candelita conducía el equipo de la JC del Área Metropolitana. También asesinan a Tomas (Feliciano) que fue asesinado de su casa junto con su mamá y un hermano, vivía a la par del Cine Jardín en Mejicanos…era un cuadro joven, deportista, judoka, esgrimista.
El Caballo fue el traidor que los entrega a todos. Varios compañeros los vieron en un vehículo, acompañado de esbirros asesinos, ubicando los puntos de encuentro con los compañeros conocidos. Si casualmente encontraba a alguien conocido en la calle, si podían lo capturaban o simplemente le disparaban para asesinarlo.-

CONTINUARÁ…

El Salvador: la lucha continua

Jorge Shafick Handal – El Salvador: La lucha continúa

Intervención en el Seminario de América Libre. Octubre 1996
Publicado en la Revista América Libre. Enero de 1997

Mis primeras palabras en este tema son para rendirle un homenaje a los miles de compañeros y compañeras que cayeron en esa larga guerra salvadoreña y a las víctimas civiles, las víctimas de la población desde antes que se desencadenara y se desplegara la guerra hasta que terminó, que suman 80.000 personas de todos los estratos sociales, las creencias religiosas, las profesiones y las banderas políticas e ideológicas.
Quiero rendir homenaje en particular a la gran cantidad de internacionalistas, de combatientes de América Latina, EE.UU., Canadá, de casi todos los países de Europa, que se incorporaron junto a nosotros para darnos una colaboración de sangre y voluntad en diversos momentos de la lucha en El Salvador. Un número importante de ellos murieron en nuestras tierras, incluso un joven argentino, Marcelo Feito.
Primero quiero decir que la unidad de izquierda revolucionaria en El Salvador es el factor clave de todo nuestro esfuerzo: logramos la unidad de todas las fuerzas de izquierda revolucionaria, sin quedar nadie afuera. Ésta fue una rara situación, un raro momento de afinidad que no es muy común, ni tradicional en la izquierda. La izquierda es quien más habla de unidad y es la que menos capacidad de unidad tiene.
La derecha cada vez que necesita unificarse lo hace con una gran agilidad, y logra cambiar el curso de los acontecimientos o defenderse de amenazas que tiene enfrente. Éste es un caso raro en el que la izquierda hizo algo parecido a eso que elogiamos de la derecha. Estábamos en una polémica muy larga desde 1970 y, en el año 79 había recrudecido, pero triunfó la revolución sandinista. Eso nos impactó a todos. Porque el elemento “unidad” allí había sido un factor importante. En medio de la polémica más dura fuimos capaces de poner en marcha nuestro proceso de unidad que duró muy pocos meses, desde diciembre del 79 cuando tres organizaciones hicimos el primer pacto, a octubre de 1980 cuando terminó ese proceso que culminó con la formación del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) que nos incluyó a todos.
En ese breve tránsito logramos unificar a todo el movimiento popular de masas, y creamos la Coordinadora Revolucionaria de Masas, donde estaban todas las tendencias y todas las alianzas. Eso nos permitió ir más lejos. Logramos también influir para que las fuerzas democráticas revolucionarias no armadas se involucraran en el Frente Democrático Revolucionario, donde también participamos. Este elemento de unidad de las fuerzas revolucionarias es clave para todo.
Otro elemento clave de nuestra guerra revolucionaria es que superamos de hecho el viejo debate sobre lucha armada o lucha política. Las cosas se venían presentando de esa manera en América Latina. O lucha armada o lucha política. Quienes estaban en la lucha armada no podían estar en la lucha política, porque era una infracción muy grave, pecado. Era como insistir en formas de luchas que se superaban, y tampoco podían estar en movimientos sociales, los cuales eran considerados como luchas atrasadas. La lucha armada era valorada como la forma superior de lucha, que abolía a todas las demás, y quienes no entendían ésto no eran revolucionarios sino reformistas.
Aunque eso formaba parte de todo el debate, de repente lo hicimos a un lado y pusimos en marcha un proceso en el que todo se combinaba: lucha armada, política, movimiento, lucha social, solidaridad internacional y agregamos algo más que es nuevo, que los sandinistas habían puesto en práctica pero no tuvieron tiempo de desarrollarlo plenamente: la lucha diplomática, como una variedad particular de la lucha política.
Ciertamente la guerra es la continuación de la política por otros medios. Aprendimos con la experiencia que una vez iniciada la guerra, las partes que se enfrentan desarrollan una política durante la guerra. No es que se pase de la lucha política a la guerra como algo químicamente diferente y puro, sino que debe haber una política durante la guerra y se enfrentan no sólo las fuerzas militares sino que se enfrentan dos políticas.
En el caso salvadoreño, el bloque de fuerzas enemigas estaba constituido, además de la dictadura, por la oligarquía, las cúpulas militares, el Estado como instrumento de ellos. Estaba también el gobierno de los Estados Unidos, que participó muy militantemente buscando derrotarnos. Sólo les faltó invadir. Tuvo fuerzas militares en el país, además de asesoramiento, apoyo financiero y militar. Fueron más de 6 mil millones de dólares que invirtieron durante los años 80 para derrotarnos. Más de 6 mil millones de dólares en un país pequeñito: somos 6 millones de habitantes y tenemos 20.000 km.
El gobierno de los EE.UU. en ninguna época ha hecho un donativo semejante a ningún país de América Latina.
¿Cuál era la política de ese bloque durante la guerra? En 1980, la guerra comenzaba a desplegarse. Aquí hay que distinguir entre lucha armada en general, y guerra, no son exactamente la misma cosa.
Lucha armada había en El Salvador desde 1970, pero eran acciones armadas dispersas, con un ritmo lento al comienzo, no era guerra todavía. La guerra es un enfrentamiento con las fuerzas militares de un Estado, con todas ellas, tierra, aire, mar. Un enfrentamiento con la inteligencia y contrainteligencia militar. La guerra es un fenómeno integral, no es sólo lucha armada. En El Salvador hubo una guerra.
A partir del año 80 va tomando esa característica y en enero de 1981 se despliega ya como guerra. En 1980, recrudecía la represión, las desapariciones y se llegaba a los 27 cadáveres diarios en las calles de San Salvador, fuera de los asesinatos en el interior, en el campo y en las carreteras. Además, y junto con eso, realizaron una reforma agraria, nacionalizaron la banca, la exportación de café y algodón. Ésas eran las medidas principales del programa por el que habíamos venido luchando durante muchos años. Decidieron hacerlo ellos.
Nosotros allí enfrentamos el primer desafío, para combinar la lucha armada revolucionaria con la lucha social y la lucha política.
Nosotros les decíamos a los campesinos: ésa no es la reforma agraria que nosotros estamos diciendo, pero tomen la tierra, constituyan sus cooperativas. Surgieron varios cientos de cooperativas. No tardaron los cooperativistas en ser víctimas también de la represión. Pero allí están todavía las cooperativas que abarcan un territorio importante del país. No pudieron quitarle el agua al pez. Entonces intensificaron la matanza. Dentro de esa matanza asesinaron a Monseñor Romero y a un grupo de monjas, que son los crímenes más conocidos. Junto a ello se aceleró la matanza en las calles, en las aldeas, en todo el país.
El 10 de enero de 1981 nosotros lanzamos una gran ofensiva, a la cual le pusimos por título: “la ofensiva final”.
Quienes entre nosotros sostenían la tesis de la guerra popular prolongada, llegaron a la conclusión de que ya habían combatido durante 10 años, que era suficiente para hablar de prolongación, y que había que ir al desenlace. Es decir, tampoco la tesis de la guerra popular prolongada u otra tesis de definición rápida, fueron obstáculos para ponernos de acuerdo. Todos coincidíamos en que no podía haber una guerra larga en El Salvador, porque no podíamos resolver el problema de la retaguardia estable, y sin ella no puede haber frente continuo. Acabábamos de ver la experiencia sandinista, que había tenido una retaguardia en territorio costarricense asegurado por el gobierno, al lado de la frontera sur de Nicaragua, y también en algunas regiones en la frontera con Honduras.
Nosotros no podíamos hacer eso. No teníamos fronteras con ningún país gobernado por gobiernos amigos. Teníamos a Guatemala por el occidente, con un gobierno sumamente asesino. Al norte está Honduras. Los norteamericanos estaban posicionados allí para organizar la contrarrevolución a los sandinistas y también para organizar la contrainsurgencia contra nosotros. No tenemos fronteras con Nicaragua. Solo tenemos costa en el Océano Pacífico, no tenemos costa en el Caribe. Entonces no alcanzábamos a comprender cómo resolver en una guerra que se prolongara, el tema de la retaguardia. Fue cuando, a pesar de diferentes concepciones sobre guerra popular prolongada, definición rápida, insurrección, todos coincidimos en que necesitábamos una definición pronto. Por eso titulamos como ofensiva final la del 10 de enero de 1981.
No hubiéramos creído que, en realidad, se convertiría en la ofensiva inicial, y que seguiríamos combatiendo hasta el año 1991. Y realizamos aquella gran ofensiva con muchos miles de combatientes. Gran parte de ellos habían pedido permiso en sus trabajos para ir a realizar esta tareíta y luego volver. Así fue, y nosotros también nos vimos abocados a cumplir y plantear una política durante la guerra. Ya cuando estábamos preparando la ofensiva configuramos esta política. Sería la búsqueda de la solución política negociada al conflicto. Ésa fue la política durante toda la guerra y con esa idea peleamos. En la práctica resultó eficaz.
En enero de 1981, diez días después de nuestra ofensiva final, estaba tomando posesión de la Presidencia de los Estados Unidos el señor Reagan. Inmediatamente Estados Unidos se involucró más en el conflicto en El Salvador, multiplicó varias veces las operaciones militares, decidió enviar asesores militares, poner en marcha una cooperación que en poco tiempo multiplicó por 5 al ejército regular, lo dotó de aviación adecuada y de una flota de helicópteros, dotó de naves rápidas para la navegación en los canales marítimos de la costa salvadoreña, para hacer también desde allí la guerra contra nosotros. Situó embarcaciones militares frente a la costa, controló las fronteras para que no pudiéramos introducir armamentos.
En un comienzo no tuvieron una política durante la guerra, en un primer momento todo apuntaba a lograr una victoria rápida sobre el FMLN. Pensaban que 4 ó 6 meses serían suficientes y por lo tanto no necesitaban política. Alexander Haigh, que era general y al mismo tiempo Secretario de Estado, en algún momento aseguró que aplastar al FMLN sería tan sencillo como expulsar al borracho de la cantina.
Bueno, parece que no sólo nosotros nos equivocamos en aquello de lo final o lo inicial. Parece que también ellos se equivocaron: habrían de pasar 11 años más para que la guerra terminara.
Nuestra política durante la guerra frente al enemigo que no había elegido política todavía, comenzó a mostrar sus virtudes. En febrero de 1981, un mes después de la ofensiva, en el equipo de Reagan hubo un debate, y temporalmente prevaleció la opinión de quienes sostenían que para el gobierno de Reagan y para los Estados Unidos era mejor negociar rápidamente aquel conflicto, para poder concentrar toda su atención en su estrategia global contra la URSS.
La lección más importante de Vietnam era que había distraído a los Estados Unidos durante muchos años del foco del conflicto mundial, y que por eso la URSS los había aventajado en la carrera armamentista nuclear y por lo tanto era mejor negociar rápidamente. Esta opinión prevaleció por varios días.
Parece que la ofensiva de gran envergadura que nosotros realizamos en Enero les había impresionado y ya no creían que era fácil echar al borracho de la cantina. Entonces, nos contactaron por medio del gobierno de México, y nos propusieron negociar en Washington. Iba a participar el gobierno de Estados Unidos, el gobierno de El Salvador, la cúpula militar y nosotros. Nos ofrecieron territorio en México, la seguridad y la garantía del traslado a nuestra Comandancia General y la dirigencia del FDR.
Nosotros aceptamos, pero 48 horas antes de la reunión cambió la correlación de fuerzas dentro del equipo de Reagan, y entró a prevalecer el otro grupo que sostenía que al contrario, que aquello era fácil de ganar y que iba a ser una demostración de musculatura de la nueva política que se estaba instalando en la Casa Blanca, que iba a ser un buen mensaje para los revolucionarios de América Latina y del mundo, y que por lo tanto había que insistir en buscar nuestra derrota. Cancelaron la reunión.
Pero esto no pasó sin costos. En Agosto de 1981, recién instalado el gobierno de Mitterand en Francia, por iniciativa del gobierno de México, se produjo la declaración Franco Mexicana, y es así que el conflicto salvadoreño entra en el ámbito diplomático y se inicia el conflicto diplomático.
Se configuraron de esa manera dos políticas hacia al conflicto salvadoreño. Una la política del gobierno de Reagan que decía que el FMLN es un apéndice de la URSS, Cuba y Nicaragua, y por lo tanto un alto peligro para la seguridad nacional de los Estados Unidos; que por consiguiente debe ser derrotado militarmente. La declaración Franco Mexicana dice justamente lo contrario.
Primer punto: el conflicto salvadoreño es interno.
Segundo punto: no puede tener otra solución que la de política negociada.
Tercer punto: en esa negociación deben participar el FMLN y el FDR, por ser fuerzas políticas de representación nacional.
Desde el día siguiente se adhieren a la declaración gobiernos de Europa, excepto Inglaterra, principal socio de EEUU, que prefirió una posición ambigua, tampoco se declaró en contra. También se pronunciaron a favor algunos gobiernos de América Latina, de África y de Asia.
Aquello no era una simple posición propagandística. Era el enfrentamiento de dos políticas, y eso es lo que permitió que nosotros pudiéramos organizar una máquina diplomática que llegó a ser muy ramificada, de alta calidad y de mayores proporciones que la del Ministerio de Relaciones Exteriores de El Salvador, a pesar del apoyo que Estados Unidos le daba al gobierno en el terreno diplomático.
Al principio no entendíamos bien que era aquello y tendíamos a confundir eso con la solidaridad. Pero en realidad había cosas que no eran compatibles, obligaban a hacer una distinción y debíamos tener personal especializado para ambas cosas. Hemos tenido así una cantidad de embajadores ante una cantidad de gobiernos.
Es cierto que nosotros teníamos buenas relaciones con todo el campo socialista y con Cuba y Nicaragua, pero en lo que se refiere a financiamiento, y hay que decirlo con todas sus letras, una parte mayoritaria de ese financiamiento venía de Europa Occidental.
No me refiero de parte de los gobiernos, pero la relación que se estableció fue de un marco tal que lo hizo posible. Y esa definición de dos políticas fue posible a partir de que nosotros aceptamos la política de la solución negociada. Esa idea también entró muy profundamente en la sociedad norteamericana y llegó a diversos centros de poder de los Estados Unidos. Nosotros, además de un gran movimiento de solidaridad que llegó a tener muchos cientos de Comités de Solidaridad dentro de los Estados Unidos, también llegamos a establecer una relación continua con diversos centros de poder, especialmente con el Congreso.
Y hay algo que es poco conocido, durante la guerra tuvimos una oficina de representación diplomática nuestra en Washington, a pocos cientos de metros del Departamento de Estado, y ni siquiera el gobierno de Reagan pudo expulsarla ya que echó raíces en diversos sectores de la sociedad y del poder de los Estados Unidos.
Hay una serie de problemas que tienen que ver con la lucha armada misma. El problema de resolver la armamentización, resolver la reposición de las bajas. Es un problema profundamente político. No basta tener armas, se necesita quienes la empuñen, y ésa es una decisión voluntaria, individual. Exige un gran trabajo social, político, etc.. Otro problema es la construcción de la retaguardia. Nosotros llegamos a resolver el problema de la construcción de la retaguardia en nuestro propio país, de una manera completamente distinta de la que puede leerse en los manuales. Es un problema muy interesante que tiene que ver con la participación de la gente, de la sociedad.
Había que resolver el problema de la conducción militar. Éramos cinco partidos, cada uno con su ejército. Había cinco ejércitos pero había una sola guerra. No podía haber cinco guerras. Resolver ese problema también fue un desafío. Al principio, como habíamos leído muchas cosas de la segunda guerra mundial, intentamos construir un Estado Mayor conjunto, y nos la dábamos de Mariscales, pero no resultó y tuvimos que crear otra metodología que resultó sumamente eficaz. Luego, otro problema militar estratégico, fue el de la regularización e irregularización de la guerra.
Desde los años 30 se había organizado, bajo la dirección del Ejército, lo que se llamaba el Servicio Territorial del Ejército. Éstas eran a nivel de base, patrullas militares formadas por la población civil, en su mayoría con los que habían hecho el servicio militar, más otros que reclutaban. Eran patrullas militares con 22 efectivos cada una, uno de ellos el Comandante de Patrullas. Éstas tenían una dependencia de la Comandancia Municipal y luego de una Departamental que era al mismo tiempo el Jefe del Servicio Departamental de cada Departamento, lo que ustedes llaman provincias. Había ahí un Coronel que era también el Jefe de la Guarnición Militar de los efectivos regulares de las FFAA y de la Policía, porque en los años 30 el Ejército quedó como jefe de la Policía. Estas patrullas militares funcionaban en todo el territorio nacional, tanto en las zonas rurales como en los barrios de las ciudades. El país tiene unos 3.200 cantones y el que menos, tenía hasta dos y tres patrullas. Había cantones que por su población tenían catorce o quince de esas patrullas. Es decir, estábamos frente a un aparato de más de 200 mil personas, en un país que ya en los años 60 tenía unos escasos 3 y medio millones de habitantes.
A la hora de votar, ese aparato generaba por lo bajo 400 mil votos, lo que por las condiciones del país, era suficiente para ganar las elecciones, incluso sin hacer campaña propagandística. Por eso la dictadura militar había entrado en una fase electoral; había elecciones rigurosamente cada dos años para Alcaldes y Diputados y cada cinco años para Presidente. Así resolvían las contradicciones internas del Ejército: quién va a ser el Rey durante los siguientes cinco años, eso lo decidían los militares y luego lo imponían por una de esas mascaradas electorales con la que el Servicio Territorial generaba inmediatamente la victoria.
Llegamos a la conclusión de que había que disputarles ese terreno. El PC era ilegal. Nunca fue legal, a no ser por un breve período después de su fundación, por unos meses. Pero nosotros nos las ingeniamos para participar en otro partido legal, ponernos otra camisa, hacer alianzas y participar.
En 1970 vino la división. Habíamos tenido la primer participación, habíamos chocado con ese aparato, y se había demostrado que no era posible. Pero había quienes sosteníamos que no bastaba que nosotros, los dirigentes, llegáramos a esa conclusión por la vía del análisis; que era necesario que la gente, la población, llegara a la misma conclusión; que hiciera su experiencia. Otros compañeros consideraron que no era ese el camino adecuado y que había que iniciar la acción armada. Del mismo tronco del Partido Comunista surgieron otras organizaciones. Surgió también una organización proveniente principalmente de la Juventud Social Cristiana que se fue radicalizando.
En los comienzos de los años 70 comenzaron las acciones armadas, mientras nosotros insistíamos en organizar la batalla electoral, a sabiendas de que no iba a resolver el problema del poder, de la eliminación de la dictadura militar, pero que era indispensable que la gente fuera ella misma a hacer su experiencia y era necesario disputarle ese aparato a la dictadura. Al fin de cuentas esas patrullas militares eran formadas por campesinos, trabajadores, y había que hacer un esfuerzo político para abrirle grietas a esa tupida red de dominación.
En el año 71 hicimos un pacto con los Demócratas Cristianos, un partido que había tomado bastante cuerpo, y con un pequeño partido que después ingresaría en la Internacional Socialista, un partido socialdemócrata. Aquello fue muy criticado por muchos Partidos Comunistas: ¿cómo era que entrábamos en un acuerdo con los demócratas cristianos decían los europeos si la democracia cristiana surgió después de la segunda guerra mundial para contener el avance del socialismo; era el partido de la burguesía?
Nosotros nos ateníamos a lo que ocurría en El Salvador, allí las cosas eran otras, a ellos también los estaban reprimiendo. Y además ¿cómo llegábamos a un acuerdo con un partido socialdemócrata? Bueno, nosotros lo hacíamos tal vez por “ignorantes” porque no habíamos sido marcados por aquella historia de los años ‘30 y ‘40, por aquella historia del movimiento comunista internacional.
Formamos la Unión Nacional Opositora, la UNO, y ganamos las elecciones presidenciales de 1972. Ése fue el inicio de la crisis de la dictadura militar, porque significaba que una parte de todo ese aparato había sido influido, y que a pesar de las órdenes que recibían no estaban votando por los candidatos de la dictadura, sino que estaban votando a esta coalición.
El resultado fue un recrudecimiento de la persecución, las matanzas, los desaparecidos. Surgieron los escuadrones de la muerte. Entre tanto se desarrollaba una polémica muy dura en la izquierda, con toda clases de epítetos: electoreros de un lado, de otro lado aventureros, ultraizquierdistas. Reformistas nos decían como un gran insulto. Y la década del ‘70 avanzó en esos dos carriles que sólo se relacionaban entre sí por una polémica muy dura.
Fuimos a varias elecciones de diputados, y luego vino una nueva elección presidencial. La UNO se había extendido mucho más, porque la gente tenía esperanza en el esquema electoral y tenía más esperanza después que se ganó la primera vez. En 1977 volvimos a ir a elecciones presidenciales, y llevamos como candidato a un militar retirado demócrata, tratando de tender un puente con una parte del ejército. Ganamos las elecciones otra vez, y de nuevo eso fue rechazado, y la matanza fue peor.
Mientras tanto, los compañeros de las organizaciones armadas que habían iniciado su acción con la tesis de que la lucha armada era la forma superior de lucha y eliminaba todas las otras formas de lucha, ya habían comenzado a corregir y habían generado grandes organizaciones populares, revolucionarias. Entonces resultaba que había dos grandes movimientos, y los dos eran grandes movimientos de masas, todos enfilados contra la dictadura.
En 1979 triunfa la revolución sandinista y eso nos iluminó. Las corrientes que había dentro de los sandinistas se unificaron. Ellos hicieron una combinación de lucha armada, lucha política, lucha diplomática y triunfaron.
Entonces nosotros decidimos unificarnos. Ya en 1979, en octubre, hubo un intento de salida militar. El movimiento de la juventud militar dio un golpe de estado. Formó un gobierno, incluyó a la izquierda y al centro, pero ese gobierno se descompuso muy pronto, los sectores más reaccionarios del ejército lo llevaron al fracaso en poco tiempo. Su respuesta fue incrementar la matanza. En ese contexto la izquierda se reunificó para ir a la guerra. El año ‘80 fue un año de guerra, no desplegada totalmente sino hasta enero de 1981.
El año ‘80 fue un año muy decisivo en todo sentido. Por un lado, logramos construir aparte de nuestro proceso de unidad de la izquierda revolucionaria, el Frente Democrático en amplia alianza con fuerzas democráticas antidictadura, en la que se incluían partidos y organizaciones sociales.
La Iglesia Católica, encabezada por el Arzobispo Oscar Romero se había colocado de una manera muy clara frente a la dictadura, y había adoptado lo que el Arzobispo llamó la opción por los pobres, y fue asesinado.
En octubre se puso fin al proceso de unificación de la izquierda. Se incluyeron las cinco organizaciones. El PC participó de este primer acuerdo en diciembre del ‘79, entre tres organizaciones. Ya nosotros habíamos comenzado a hacer las primeras acciones armadas desde los días siguientes a las elecciones presidenciales de 1977; así es que se unifican estos dos grandes torrentes.
El agotamiento de las posibilidades de la lucha política, de la lucha electoral, a esa altura había sido comprendido por la población, por la grandes mayorías, y se estaba realizando un gran viraje popular a favor de la lucha armada. Para todo el mundo, no sólo para los dirigentes, estaba agotada la lucha electoral.
Esto explica por qué el FMLN desde un comienzo, fue una gran organización político militar; porque desde el comienzo de la gran ofensiva de enero de 1981 pudimos realizarla con miles de combatientes. Nosotros no somos el caso de un pequeño grupo que se instala en la montaña y va creciendo.
El FMLN surgió con profundas raíces populares nacionales y así nos vamos a la guerra. Es decir, literalmente la guerra era la continuación de la política por otros medios, no sólo por decreto de declaraciones de las cúpulas dirigentes, sino por ejercicio de cientos de miles de personas. Allí quedaban concluidas y descartadas aquellas tesis, aparentemente muy iluminadas, sobre las formas de lucha, y sobre que la lucha armada descartaba todas las otras formas de lucha.
Ahora, cuando volvemos los ojos atrás, a esa década de los ‘70, los comunistas hemos corregido nuestra visión sobre las organizaciones armadas que surgieron en esa década, y hemos considerado que sin esas organizaciones el gran viraje de la población no hubiera tenido un cauce, una puerta abierta hacia otra forma de lucha.
Las organizaciones armadas también han corregido su visión sobre nosotros, porque ahora entienden muy claramente que sin aquel ejercicio, sin agotar, sin llevar al pueblo a agotar por sí mismo esta posibilidad, no se habría producido el gran viraje en favor de la lucha armada. De esa forma la dictadura hubiera podido seguir jugando con una parte de la población y aislando.
Me he detenido mucho en contar todo esto porque creo que es muy importante reflexionar sobre el fondo que hay detrás de los acontecimientos. Bastante falta nos hace a la izquierda deshacernos de algunos dogmas y algunas verdades supuestamente establecidas.
Quiero referirme ahora a cómo nosotros no veíamos posible la construcción de una retaguardia, y por lo tanto una guerra que se prolongara en El Salvador. Por eso buscamos una solución rápida con la gran ofensiva del 10 de enero de 1981.
Ya les conté que una gran parte de los participantes de esa ofensiva pidió permiso en su trabajo para ir a cumplir esa tareíta del fin de semana.
En realidad, esa gran ofensiva final, como le llamamos, fue la ofensiva inicial de una guerra que se extendería durante todos los años ‘80.
Pero lo que estaba detrás de ese error, era el problema de la retaguardia. ¿Cómo concebir una guerra que se prolongara si no podíamos contar con una retaguardia estable?. Los sandinistas la habían tenido en Costa Rica, porque el gobierno de Costa Rica en ese tiempo le había permitido organizar en una franja fronteriza del territorio la retaguardia: hacer uso de los hospitales, de sus pistas de aviación para recibir abastecimiento, etc.. etc.., hacer uso del territorio para entrenamiento de unidades, para el funcionamiento de su Comandancia.
Allá en la frontera con Honduras había territorios donde tenían las mismas facilidades. Nosotros no teníamos nada de eso. En Honduras se habían posicionado los norteamericanos, estaban organizando la revolución contra los sandinistas. En Guatemala había regímenes muy reaccionarios, con una lucha antiguerrillera muy antigua. Nicaragua no tiene fronteras con El Salvador.
Entonces no entendíamos cómo forjar una retaguardia dentro de aquél país de 20 mil kilómetros cuadrados, con ese tremendo aparato militar y policial que además, estaba siendo fortalecido por los Estados Unidos, que multiplicaron por cinco los efectivos del ejército, le dieron armamento muy moderno, y asesoramiento con su experiencia en la guerra contrainsurgente en Viet Nam.
Les dieron una aviación adecuada, helicópteros y aviones especializados en ese tipo de lucha.
La solución que veíamos ante esa circunstancia era una definición rápida, pero eso no ocurrió. Hicimos esa gran ofensiva, ciertamente les causamos unos estragos grandes al ejército. Hasta coroneles murieron, no sólo soldados, pero no pudimos definir la situación. Se creó una situación muy curiosa. No podíamos seguir alargando el asedio contra todas las fortalezas. En eso estábamos siguiendo la experiencia sandinista, pusimos bajo asedio a prácticamente todas las fortalezas del ejército y la policía del país, pero no pudimos definir.
Nuestras fuerzas estaban intactas, pero las municiones se agotaban. Tuvimos que ordenar el repliegue, ¿a dónde ir? A los compañeros ahí en el terreno se les ocurrió proponernos a la Comandancia General que se iban a replegar a las zonas donde había organización popular más desarrollada, por lo menos por unos días. En la Comandancia, además de aceptar eso, comenzamos a preparar una segunda ofensiva para ocho o diez días, pues pensábamos que más tarde era insostenible la situación.
En el curso de esa preparación surgió la idea de resistir, fortalecernos y avanzar. En vez de tomar el camino de una ofensiva tras otra, que nos iba a desgastar, llevamos adelante un proceso de resistencia, para pasar a una fase de fortalecimiento y luego poder retomar la ofensiva.
Estabamos viendo que donde había organización popular nuestra fuerza se mantenía, que habíamos podido organizar el abastecimiento, cuidar la salud, que la población cooperaba mucho. Entonces seguimos ese curso. Pero seis meses después, estábamos enfrentados a un problema muy serio. Cada vez que el ejército incursionaba con grandes operativos sobre esas zonas y nosotros teníamos que movernos, la población se iba con nosotros, con sus hijos y hasta con sus animalitos, con gran temor al ejército que seguramente se iba a cobrar con la población el habernos apoyado, lo cual fue cierto. Se las cobró en varias ocasiones. Fue la época de grandes matanzas en el campo, las quemas de casas, la destrucción de animales, el desaparecimiento de poblados.
Eso parecía ser la confirmación de que no podía construirse la retaguardia. Además, nosotros no tenemos selvas, lo que hay son unos bosques artificiales de las plantaciones de café, pero debajo de eso hay caminos por todos lados y hay una gran población.
El manual de guerra de guerrillas del Che Guevara nos aconsejaba que un campamento guerrillero debía estar a un determinado número de kilómetros, como mínimo, de cualquier camino, de cualquier carretera, lo mismo respecto a los centros de población y resulta que eso no existe en el país. Nosotros tenemos una densidad de unos 250 habitantes por km cuadrado y está lleno de caminos por todos lados. Entonces, comprendimos una verdad que resultó la clave. Para nosotros la montaña, la selva, es el pueblo.
En vez de retirarnos, debemos pegarnos con la población, y eso lo hicimos en un primer momento, pero ahora venía el otro problema. La población se movía con nosotros. Éxodo de miles y miles. A mí me tocó un éxodo con alrededor de 12 mil personas. La gente no hacía el menor ruido, las madres con los hijos pequeños para evitar que lloren los ponían en sus pechos y aquello avanzando en la oscuridad con gallinas y cerdos, llevándose sus pertenencias y diciendo: “nosotros vamos donde van los fusiles porque no tenemos vida, nos van a exterminar”.
Entonces, la población se transformaba en carga. La población nos ayudaba a resolver el problema de la alimentación, del abastecimiento, de la medicina, pero a partir de ese momento, nosotros teníamos que alimentar a la gente, curarla, no sólo a nuestro ejército sino a la población.
Esa guerra no iba a ir a ninguna parte. Y seguía pareciendo la confirmación de lo que habíamos temido: que no se podía construir retaguardia.
Pero, esta idea de que el pueblo es la retaguardia, el pueblo es la montaña, la selva, la fuente de nuestro poder, nos llevó a encontrar el camino. Nos iluminó la experiencia de los vietnamitas. Por eso tiene tanta importancia la globalización de los de abajo. A esto los vietnamitas le llamaban “defender la legalidad de las masas”.
¿Qué quería decir? Debíamos convencer a la gente de que no se moviera, que dejara que lo hagamos nosotros, y que al llegar el ejército, simularan estar apoyando al ejército. Pero eso lo tenían que hacer miles de gentes, de niños, de ancianos, y eso sólo se puede lograr si la gente está de acuerdo, porque cada uno educa a su propia familia, y eso se logró.
Claro que, en el primer momento, logramos que se construyeran algunos refugios con protección internacional y de las iglesias, para llevar a los más conocidos y conocidas en apoyo a nosotros, a quienes se habían destacado más; y a la gente de mayor edad, para que no hubiera en un primer momento el peso de la angustia de la familia. Pero la gente decidió quedarse. Ya habían sucedido seis grandes matanzas horribles en donde morían de 300 a 500 personas. Una vez, luego de bajar un acantilado para pasar un río, cuando la gente iba subiendo en la mañana por un camino de rocas, la aviación los descubrió y les tiró, muriendo más de 120 personas. La gente aprendió a hacer la política llamésmola así de doble cara. Se quedaban a la llegada del ejército, lo recibían, le ofrecían de comer, entraban a las casas; esto lo aprendieron a hacer hasta los niños. Ayudó a la defensa de la población y a desinformar al ejército.
El ejército empezó a creer que tenía un gran apoyo y así se resolvió el problema de la retaguardia. Así se fue estabilizando todo aquello. El país quedó dividido en tres tipos de territorios.
Uno, los territorios bajo control del FMLN. No quiere decir zonas liberadas. Allí el ejército podía entrar y lo hacía, pero no se podía quedar, porque nosotros teníamos el dominio militar y territorial pero también el social y político; y si ellos se quedaban más tiempo sufrían un desgaste muy fuerte. Entonces, entraban en operativos calculados en el tiempo y luego se iban. Hubo territorios donde el ejército sólo pudo entrar luego de dos años; otros, cada 6 meses; otros, donde era más frecuente. Eran nuestras retaguardias.
Estaban los territorios bajo control del ejército enemigo. También en esos territorios nosotros entrábamos, podíamos realizar operaciones pero no nos podíamos quedar. Podíamos tomar una población durante un día, pero después teníamos que salir para evitar el exterminio. Eran sus retaguardias.
Había un tercer tipo de territorios: los territorios en disputa. Y en esto quisiera detenerme un poco, porque esta experiencia muestra la tremenda disputa entre la lucha armada, la lucha política, la lucha social. No es que unos hacen la lucha armada y otros la social, eso también había. En la retaguardia enemiga se desarrolló fuertemente el movimiento social, a pesar de la represión, los sindicatos, las organizaciones estudiantiles, los maestros, las organizaciones comunitarias. Eso era una expresión más o menos separada de las formas de lucha, separadas en tiempo y espacio.
Pero en las zonas en disputa había una vinculación inseparable en el tiempo, en el espacio y en las personas. Allí nosotros desarrollamos lo que llamamos trabajo de expansión. Unidades pequeñas de combatientes que iban a vincularse con la población. No iban a combatir. Si era necesario lo hacían, pero no era su misión. Es más, no tenían armas en las manos, salvo raras veces. Realizaban un trabajo con el apoyo de la gente, organizando redes de inteligencia de la población para que nosotros pudiéramos conocer el movimiento del enemigo. Redes de abastecimiento para organizar la compra de medicinas, material quirúrgico, de comida; o los cultivos por cuenta del FMLN.
El FMLN adelantaba dinero para que cultivaran y una parte de las cosechas se la estábamos comprando por anticipado. Quienes participaban de eso se estaban jugando la vida, entonces, había que hacer un trabajo político de ganar a la gente para organizar eso. Desde allí se preparaba gente para las milicias, y en un nivel más alto las guerrillas secretas. Se cumplían misiones, como por ejemplo: la realización de la línea permanente de sabotaje contra los tendidos eléctricos; o contra los transportes militares. La primera era más simple. A esa altura ya habíamos dinamitado todas las estructuras metálicas, es decir, las torres, y lo que había eran postes de maderas o de cemento. Esta fuerza primaria de combate se guiaba por la línea de que hay que convertir todo en armas. De tal manera, que nosotros no les suministrábamos explosivos sino que uno se hacía las herramientas.
Iban de una aldea a otra a cumplir esa misión, de tal manera que regresaban en la noche y no se sabía quién era. Si el poste era de cemento se lo derribaba con masa. Todo se hacía con herramientas de trabajo, en cualquier casa las hay.
Contra el transporte, allí sí había que enseñarles a manejar explosivos. Pero eran unidades de combate de dos y a veces de una persona. Ponían las minas, en algún recodo de algún camino donde frecuentemente pasaba el transporte, lo camuflaban y por ahí a unos 20 ó 25 metros, en un lugar alto, estaba el que iba a hacer estallar todo, con un cablecito de esos finitos y sin ninguna sofisticación, porque resulta que las sofisticaciones no sirven. Provocaban tremendos estragos. Ellos no andaban armados ni nada, estaban con sus herramientas de trabajo y seguían caminando.
En las ciudades pasamos a organizar la milicias, pero también los comandos urbanos. Es decir, que estábamos disputando el territorio y disputando la retaguardia. Sin vinculación profunda del trabajo político, de la lucha social y de la lucha armada, eso no era posible. Quería detenerme en esto para señalar los nuevos conceptos que han surgido de una experiencia como la nuestra. Ya ese viejo discurso de las formas superiores e inferiores no tiene sentido.
La guerra se fue desarrollando, y a finales de los años ‘80 nosotros teníamos un poderío muy grande. Es entonces que la historia mundial nos juega una mala pasada. Empieza a derrumbarse el campo socialista en Europa Oriental y la URSS, eso alargó la guerra. Nuestros enemigos estaban convencidos de su propia propaganda, nosotros para ellos éramos apéndices de aquello y si aquello se estaba cayendo nosotros también caeríamos. Estaban subestimando nuestras profundas raíces populares y nacionales y nuestras grandes ramificaciones internacionales.
Ya les dije que gran parte del financiamiento vino de Europa occidental. También tuvimos apoyo de los países socialistas. Pero también vino de los Estados Unidos, donde se organizaron una multitud de organismos de solidaridad y de relaciones múltiples y donde pudimos hacer un trabajo fuerte.
Sobre este trabajo internacional de solidaridad y diplomático quiero sacar una conclusión. Ese trabajo a nosotros nos desmitificó el mundo. Nosotros pudimos conocer a una gran multitud de países por dentro, no sólo a los escalones populares sino también en los niveles de relaciones con los Estados. En Estados Unidos con el Congreso. Hasta funcionarios del Departamento de Estado tomaron contacto con nuestra oficina. Eso nos dio un conocimiento más directo, y fuimos abandonando una serie de fantasmas con que nos movemos nosotros en la izquierda, de imágenes, que no sólo no corresponden a las realidades sino que nos impiden tomar contacto y movilizar genuinas fuerzas progresistas que se albergan en todos esos países. Que nos impiden conocer las diferenciaciones y hasta contradicciones que hay en las esferas de poder.
Nosotros establecimos relaciones con una variedad de fuerzas políticas mundiales. Teníamos relaciones con las fuerzas de izquierda y teníamos relación con los socialdemócratas y con la Internacional Socialista. Y con la Democraia Cristiana, mientras estaba gobernando Duarte en El Salvador, aliado de la cúpula militar asesina. Después que había sido aliado nuestro, se nos había dado vuelta la chaqueta. En un criterio lineal, como hemos acostumbrado nosotros, habríamos llegado a la conclusión que no debíamos tener ninguna relación con la Democracia Cristiana internacional. Pues no. Llegamos a la conclusión de que debíamos tener y tuvimos buena relación, y nos ayudaron a aislar a ese Partido Demócrata Cristiano que estaba jugando un papel muy negativo.
Realmente nosotros aprendimos a no aceptar límites en ese trabajo. Más bien era el enemigo el que tenía que ir corriendo tras nosotros para hacer un trabajo conspirativo cerca de las fuerzas con las que tomábamos contacto para que no nos hicieran caso y no tomaran relación con nosotros.
Creo que en esta época de globalización, si vamos a globalizar también nosotros, es necesario quitarse algunas telarañas de la cabeza. Es fácil también que lo coopten a uno, pero eso obliga a aclararnos más nosotros mismos, tener claridad de qué queremos. Siempre se pierde alguna gente en eso, siempre hay costos, pero así es todo y hay que aprender a administrar esas situaciones.
Todo esto desembocó en la negociación. No querían negociar con nosotros. La negociación la impusimos nosotros, era nuestra política durante la guerra.
En enero de 1989, está llegando a la presidencia de los EE.UU. Bush. Hay que recordar que los EE.UU. forman parte del bloque enemigo nuestro, no ideológicamente, sino activamente. Ellos estaban participando activamente para derrotarnos, con gran apoyo económico como no se lo han dado para luchar contra ninguna guerra revolucionaria en América Latina al poder de la reacción. Lo único que se compara a lo que pasó en El Salvador es la guerra contra los sandinistas, pero ya los sandinistas estaban en el poder. Pero a Somoza no entraron a defenderlo. A Batista no entraron a jugarse. En el caso nuestro sí. Más de 6 mil millones de dólares gastaron allí para aplastarnos y enviaron fuerza militar. No sólo tenían asesores.
Hace poco, ellos confesaron, pues le hicieron un homenaje a sus caídos. Allí salió a la luz que durante los 80 había habido un poco más de 5 mil efectivos militares en El Salvador, que habían estado participando en combates frecuentemente, por lo cual habían muerto algunas decenas. A pesar de que decían que estaban solamente aconsejando.
En varias ocasiones estuvo a punto de producirse una invasión. Todos ellos eran parte del bloque enemigo. Llegaba el señor Bush a la presidencia, con la fama de que era un político más pragmático y moderado que Reagan, y nosotros preparamos una propuesta de negociación.
Hay que decir que como nuestra búsqueda era la de una solución política negociada, a lo largo de toda la guerra hicimos más de 20 propuestas. Entonces hicimos la más audaz y arriesgada de todas las propuestas.
Ese año debía haber elecciones presidenciales en El Salvador y propusimos que se retrasaran por 6 meses para tener tiempo de organizarnos políticamente y participar de las elecciones, con el compromiso de que acataríamos y respetaríamos el resultado, y que además reconoceríamos como única fuerza militar en el país el ejército del Estado, siempre y cuando se autodepurara de elementos asesinos y el tercer punto, que se creara una Procaduría de defensa de los Derechos Humanos. Eso era todo.
Muy generosa, muy riesgosa. En un primer momento el Departamento de Estado hizo unas declaraciones de apoyo a la idea, sin comprometerse. En El Salvador, entre las diversas fuerzas políticas se convirtió en un gran debate. Fueron a dialogar con nosotros a México todos los partidos.
Ya cuando parecía que aquello iba a caminar, el gobierno de los Estados Unidos dijo: “no, hemos llegado a la conclusión que esa propuesta tan blanda tiene su origen en el descalabro que empieza a ocurrir en Europa del Este, y en otras palabras eso expresa el debilitamiento del FMLN” entonces, “hay que esperar y no hay que negociar, hay que esperar que se debiliten y los aplastamos”.
Rechazaron la propuesta. Nosotros teníamos mucha información. A esa altura nuestro aparato de inteligencia era muy fuerte, tanto en lo nacional como a nivel internacional. Nosotros supimos qué era lo que había pasado. Fue entonces que decidimos preparar una gran ofensiva. Porque esa lógica no se podía derrotar con otro discurso. El lenguaje político no siempre se hace con las palabras, también hay que hacerlo con los hechos.
En febrero de 1989 comenzamos a preparar esa gran ofensiva. Pero la orden la daríamos si se justificaba en el plano político concreto. Vinieron las elecciones. Salió de Presidente este señor Christiani del Partido ARENA, el más conservador de derecha.
Él en su discurso dijo que estaba dispuesto a dialogar, no a negociar. A esa altura, la solución negociada se había ido abriendo paso. Con el gobierno de Duarte hubo tres diálogos, no negociaciones.
La diferencia entre diálogo y negociación es muy clara. En el diálogo uno va a hablar de cualquier cosa y firma un comunicado diciendo que se va a volver a reunir, pero acuerdos, negociación concreta de puntos concretos, nada de eso.
Este hombre dijo en su discurso de toma de posesión que iba a dialogar. Nombró una comisión de diálogo con personas que no eran del gobierno, sino que eran personalidades, notables, y nosotros rechazamos eso. Se vieron obligados a formar otra comisión con ministros. Se hicieron dos diálogos. Por supuesto no llegaban a nada, porque la estrategia la determinaban en Washington y era esperar a que nosotros nos debilitáramos.
En el segundo diálogo, muy descaradamente, nos plantearon que 48 horas. después de terminada la reunión cesara unilateralmente la acción militar, se permitiera que el ejército del estado ocupara todo el territorio; además debíamos comprometernos a parar la guerra política. Tanto la del FMLN como acallar los sindicatos, las organizaciones populares, los partidos y las iglesias. Debíamos taparle la boca a todo el mundo. Yo no creo que hayan pensado que íbamos a aceptar, eso era un provocación. Nosotros presentamos todas nuestras propuestas por escrito y rechazamos esa. Entonces, nos comprometimos que nos íbamos a volver a reunir, como era tradicional en esos casos, pero días después realizaron una gran provocación en San Salvador. Dinamitaron un pequeño edificio que era la sede de la Federación de Trabajadores, en el momento en que estaba reunido su cuerpo directivo. Salió muerta la mayor parte de su dirección, una cantidad de trabajadores y trabajadoras que estaban allí. Entonces nosotros dimos la orden de inicio de la ofensiva general el 11 de noviembre de 1989. La ofensiva consistió en la invasión guerrillera sobre las ciudades principales, especialmente sobre la capital. Cuando estábamos combatiendo en San Salvador se derrumbaba el muro de Berlín. No podía ser más simbólico, el mensaje era claro.
Además, era un buen mensaje para nuestra propia gente. Por eso es que nosotros no sufrimos una gran crisis con ese derrumbe, claro que tuvimos estragos. La ofensiva se había propuesto derrotarlos como primer objetivo. Pero como ya los conocíamos y sabíamos que detrás estaban los norteamericanos que les reponían dinero y armamentos y estaban dispuestos a poner más; sabíamos que muy difícilmente iba a terminar – aunque no podía descartarse – en una victoria militar.
Habíamos diseñado un segundo objetivo: si no hay victoria militar hay que forzar la negociación, no el diálogo. Y eso es lo que nos permitió pasar a la negociación. Pero cuando ya la negociación se había iniciado, perdieron las elecciones los compañeros del Frente Sandinista en Nicaragua, y aquello hizo el efecto Alka Seltzer en las filas enemigas y en Washington. Se volvió a levantar la espuma y la tesis de que ahora sí no teníamos remedio, de que habían quedado cortadas todas las posibilidades, porque la posibilidad de Cuba, sin Nicaragua, no podía en la práctica implementarse. Entonces la negociación prácticamente no avanzó, en espera otra vez de que, como apéndice de aquel socialismo que se derrumbaba y de la revolución sandinista, nosotros también nos íbamos a derrumbar. Tuvimos que organizar otra gran ofensiva, menos conocida que la anterior pero muy eficaz militarmente, la de noviembre de 1990, con otro diseño más militar que político y les causamos enormes reveses.
¿Qué surgió de la negociación? No voy a hacer un balance general, ni voy a hablar de todo lo que allí se pactó. En términos generales se pactó una gran Reforma del Estado, en buenas cuentas la supresión de la dictadura militar, la desmilitarización del Estado y la sociedad, ése era el eje central. Se trata de un genuino desmontaje del aparato de la dictadura militar.
Primero: disolvimos las cuatro policías que estaban bajo control del ejército.
Segundo: disolvimos el servicio territorial que era del ejército. Disolvimos las defensas civiles que habían surgido en los días iniciales de la guerra y que llegó a ser un cuerpo armado de cerca de 40 mil efectivos, además del ejército regular. Disolvimos todas las unidades élites de contrainsurgencia que habían sido creadas con asesoría norteamericana. Tanto las de gran tamaño como las pequeñas. Se reformó la inteligencia, se prohibió al ejército hacer inteligencia política, en adelante sólo podían hacer inteligencia militar.
Claro que ellos tienen sus aparatos, pero financiar eso es cada vez más difícil. Hay que recordar que estamos en el Parlamento y está allí la discusión presupuestaria.
Ellos tratan de mantener una falta de transparencia de ciertos renglones del presupuesto militar pero se les está acabando. Se creó por separado un órgano de inteligencia del Estado no militar. Se redujeron los efectivos del ejército a la mitad, 30 mil. Sabíamos que eso no llegaría muy lejos. Se abolió la doctrina de la Seguridad Nacional y en la mesa de negociación negociamos otra doctrina muy diferente. La doctrina que hoy tiene el ejercito Salvadoreño surgió de la mesa de negociación. A tono con esto se reformó la educación militar, en una comisión que está integrada también por nosotros. Ya se hizo la reforma. Eso va a dar resultado a mediano plazo.
Se pactó la depuración del cuerpo de oficiales. Esta vez ya no con una comisión formada por ellos mismos. Se constituyó una comisión integrada por civiles salvadoreños, personalidades que dicho sea de paso actuaron con gran valentía. Nosotros dudábamos, pero la dictadura militar era un problema que estaba en la nuca de todo el pueblo y toda la nación.
Ya no quería la gente tener nada que ver con eso. No sólo la gente de abajo sino también la gente de arriba y de las capas medias. Entonces esa comisión cumplió un papel muy valiente y no hizo lo que ocurre en otros casos, que empieza a depurar a los mandos inferiores dejando intacto los superiores. Acá se empezó desde el Jefe del Ejército para abajo y pusieron fuera del ejército a una lista de 120 represores. No era todo lo que había que haber sacado. Pero por el hecho de haber perdido la cabeza, un pedazo de la mano, por allá la lengua, ya no podían ser los mismos. Además, los nuevos cargos fueron ocupados por nuevos oficiales. Se hizo la depuración.
Se reformó la Constitución en el punto de las misiones de las FFAA. Las FFAA a esa altura tenían una gran cantidad de misiones que estaban reforzadas por la Constitución del 83 que era una Constitución que surgió en la guerra y para la guerra. Allí el ejército era un suprapoder, de hecho lo era desde hace tiempo, pero desde entonces también constitucionalmente. Además de la defensa de la soberanía y del territorio (lo clásico en los ejércitos), ellos eran encargados de la seguridad pública, la paz interior, del respeto a las leyes y a la Constitución. Estaban por encima de la Corte Suprema de Justicia. Tenían tácticamente autorización constitucional para dar golpe de estado bajo cualquier pretexto.
Tenían a la sociedad bajo su control, no sólo en la cúpula del Estado sino hasta en el último rincón del país, menos la parte de donde los habíamos sacado.
Entre otras cosas les quitamos el ámbito de seguridad pública, de paz interna, sólo quedaron con defensa de la soberanía y de integridad del territorio.
Se constituyó una nueva policía, la policía nacional civil. Esa policía fue diseñada en la mesa de negociaciones. De allí salió su doctrina, su estructura, el plan de construcción, la creación de la Academia de Seguridad Pública.
Tuvimos un gran apoyo mundial en ese sentido. Del Secretario General de las Naciones Unidas que era el intermediador. De la mesa de negociación salió la Ley Orgánica de la Policía. Ése es el principal cambio en la práctica. Fue lo que le puso fin a la dictadura militar y le puso fin, no digo de manera irreversible, pero le puso fin a 100 años de regímenes autoritarios. Abrió espacios, que son los espacios que estamos peleando.
Se acabó la represión. No hay presos políticos y eso les hace muy difícil manejar las crisis. En este momento el país ha entrado en recesión. El empobrecimiento de la población ha crecido grandemente. Crece la concentración de la riqueza, la descomposición del tejido social, la gran ola de delincuencia, del crimen organizado. Hay un gran descontento que trasciende a los sectores populares. Por primera vez en la historia del país, es un descontento que abarca a sectores empresariales, no sólo a pequeños y medianos. El modelo neoliberal los está desmantelando.
Primera vez que coincide el descontento. En los viejos tiempos, ¿cómo se resolvían las crisis políticas? Había algún golpe militar. Y en la mañana siguiente el país se encontraba con que estaban poniendo en libertad a los presos, haciendo alguna amnistía, la gente iba a las puertas de las cárceles y parecía que iba a haber democracia, hacían alguna apertura temporal del ejercicio de la democracia y así capeaban el temporal.
Ahora no tienen ese recurso. Primero, no está la dictadura militar con su tremendo aparato; y segundo el descontento, a diferencia de todo este ciclo, gira alrededor del régimen político, del régimen económico – social. El descontento está allí. No es sólo el descontento popular. Es el descontento de esos sectores empresariales mayoritarios.
El FMLN se transformó, por los acuerdos, en un partido político. En los primeros tiempos eso fue muy difícil. Muy fácilmente se crean los organismos partidarios en todo el país, eso fue cosa de días. Otra cosa es aprender a hacer la lucha política en estas condiciones.
Nosotros la hacíamos en las otras condiciones. Los combatientes se enfrentan con un problema sicológico. Durante la lucha armada cada uno tiene su arma, se ha incorporado a la lucha por su voluntad, por considerar justa la causa. Tiene el arma en la mano y en el combate se realizan cada uno de los individuos. Hay una congruencia entre los objetivos, ideales y la acción. Cada uno siente que pesa y contribuye.
¿Qué pasa en la lucha política? Es otra cosa. La acción individual no pesa de la misma manera. La realización no ocurre tan automáticamente. Hay que aprender a dominar una multitud de temas. La lucha política se hace cada vez más complicada. Hay que ganar a la gente. Estábamos acostumbrados a ganar a la gente para aquel otro enfrentamiento. Ahora es otra cosa. Hay una gran disputa por la mente de la gente. Ya no es tan fácil distinguir quiénes son los buenos y quiénes los malos. En la guerra sí, yo estoy de este lado y los otros de aquel lado.
Además, aquel derrumbe del socialismo de estado también trajo algún derrumbe en la cabeza de algunos dirigentes que creyeron en el discurso del fin de la historia. Decidieron abandonar el barco de la revolución que según ellos era obsoleto e iniciar su tránsito a otra embarcación. Se fueron y formaron otro partido. Hoy son nadie. Si, ésto fue hasta muy simbólico porque hasta Joaquín Villalobos que había recibido un fusil que le regaló Fidel, como para lanzar un mensaje de que se había hecho bueno, se fue a México y en una ceremonia pública le entregó el fusil a Salinas de Gortari, el fusil que le había regalado Fidel Castro.
Todo aquello, al principio, causó mucha confusión, mucha frustración. Como la búsqueda de una solución política negociada fue nuestra posición durante toda la guerra y como era discutida por todos, en los frentes, en el exterior, en todas partes; era una política apoyada por todos. Así que la negociación no tuvo problema. La búsqueda de una solución negociada era unánime y siguió siendo unánime hasta el final. Todos los compañeros sabían que imponer la negociación era una victoria. De tal manera que cuando se firmaron los acuerdos de paz en México, la gente en las calles de San Salvador salió sin ningún miedo. Habían hecho en sus casas decenas de miles de banderas del FMLN que salieron a agitarlas a las calles. Fue un gran júbilo popular.
Si no hubiésemos negociado, ahí sí que la guerra se debilitaba. No por el derrumbe del socialismo sino por la falta de incorporación popular. Ya había cansancio. Son alrededor de 80 mil muertos. Ya se habían ido del país un millón de personas viajando ilegalmente a EEUU y al Canadá, a los países vecinos. La gente se fue cansando también. La solución negociada era una solución popular.
Y la vida está demostrando que hicimos bien. Lo que hicimos es traspasar la lucha de un escenario a otro. !!Si la lucha no ha terminado!!. Si nosotros hubiéramos esperado a estar debilitados, porque el problema no es tener o no armas. Ése es un problema a resolver y algún día se podrá escribir toda la historia de ingenio y heroísmo de nuestras líneas de abastecimiento internacional. Nuestros compañeros pusieron una gran creatividad y les pasaron en las narices armas a los yanquis y a todo el mundo.
Todo ese cuento de que tienen una gran sofisticación y que hablan en la TV sobre cuestiones computarizadas, ya habíamos aprendido nosotros la lección de los vietnamitas: oponer a la tecnología más sofisticada la técnica más primitiva.
El problema no eran los armamentos, el problema decisivo es otro: los que empuñan las armas y la continuidad de la incorporación del pueblo al combate. Una vez que la guerra se desarrolla comienza a haber bajas. Si no hay voluntad para reponer las bajas no se puede mantener la guerra, y si no hay voluntad para incrementar más allá de las bajas el número de los que se incorporan, no se puede crecer. Así de sencillo. Cuando ese factor comienza a debilitarse, hay que saberlo medir. Si nosotros hubiésemos esperado para negociar varios años más tarde, hubiésemos estado en condiciones muy desventajosas.
Otra cosa es Guatemala, allí los yanquis no se llegaron a involucrar. Más bien creían que ahí podían hacer el ejercicio de castigar a los militares y presentar eso como un botón de muestra de su política de democracia y de derechos humanos. Cada vez que querían hacer una demostración de su democracia le aplicaban castigo a los militares guatelmatecos. Los militares en Guatemala llegaron a tener urticaria contra los gringos. Si uno los escucha hablar parecen todos antimperialistas. En Guatemala los compañeros, aunque en condiciones más débiles que nosotros han obtenido una negociación muy interesante con puntos muy importantes. Pero son distintas las correlaciones, el contexto en el que actuamos nosotros y en el que están actuando ellos. Sin desmedro de lo que ellos están haciendo. Nosotros celebramos que los compañeros aprendieron bastante de nuestra negociación incluso yendo más lejos en muchos temas.
Una vez que esto se comenzó a aplicar en la práctica, lo que obtuvo el nivel más alto de cumplimiento fue la reforma militar, porque había un interés generalizado en la sociedad. Otros temas son los que aún no terminan de cumplirse hasta ahora. Sigue la disputa en eso. Yo creo que hicimos bien, teníamos razón. Se han abierto enormes espacios. Nosotros estamos actuando en esos espacios. Luego de haber pasado cierta turbulencia, ahora somos mucho más fuertes. Además nos hemos unificado más. Resolvimos disolver las estructuras del FMLN y dimos una sola estructura. Con la libertad de que pueden existir corrientes de pensamiento y expresarse, pero sin tener estructuras que tomen decisiones paralelas. Hoy el FMLN está más unificado. No sólo por eso, el pensamiento es más unificado y más coherente.
El FMLN se ha definido como un partido revolucionario, democrático y socialista. Dentro de ese marco puede haber matices y hay una gran democracia interna. Se acabó la designación de directivos por negociación o a dedo. Ahora hay votación directa y secreta. No todo es virtud. Eso de la votación directa y secreta trae también sus complicaciones, a eso hay que agregarle que se ha adherido gente que no viene de la experiencia anterior, con ambiciones de candidaturas. Hay quienes tratan de convertir eso en una lucha por candidaturas, formar sus grupos, hacer clientelismo. Ése es el riesgo y hemos desatado una permanente lucha.
A veces uno escucha hablar que la democracia y la participación resuelven todo. Y no, eso comienza a crear un nuevo tipo de problema, que tiene una gran capacidad de descomposición. No basta con promover la democracia. Hacen falta un montón de otras cosas para que efectivamente la democracia vaya limpiándose por la acción de la gente misma. La elevación de sus niveles de conciencia, la elevación de la ética en política, tiene que ver no sólo con la corrupción del Estado, sino al interior de nuestros propios partidos. Y uno no termina de sorprenderse cuando empieza a ver a gente que uno conoce desde hace tiempo que fueron una maravilla, sacrificándose por todo y ahora los ve lanzados a una politiquería corruptora.
El FMLN salió de las elecciones del 94 como la segunda fuerza política del país. Desde entonces hasta acá, esto se ha consolidado y ha crecido. La distancia entre el partido y el gobierno es muy estrecha. Habrá elecciones a diputados y alcaldes en 1997. Con toda seguridad nosotros vamos a subir bastante más y en el ‘99 va a haber elecciones presidenciales. No quiero que se formen la idea de que vamos en marcha triunfal. En este negocio de las elecciones puede ocurrir cualquier cosa, como se ha visto en Sudamérica y los compañeros brasileños pueden explicarlo mejor que yo.
Pero, lo que hicimos con la negociación está jugando su papel. En el terreno económico – social se puso en marcha un proceso de concertación multisectorial en el que está participando el movimiento popular, los partidos progresistas y las organizaciones de las empresas privadas; tratando de concertar un plan nacional de desarrollo económico social alternativo al neoliberalismo, alternativo al esquema de gobierno. La lucha ha pasado a otro terreno, pero la lucha continúa.

Un día después, cara o cruz

Lunes, 16 de Marzo de 2009 / 00:44 h

Un día después, cara o cruz

Dagoberto Gutiérrez

Larga ha sido la campaña electoral y más larga aún la campaña política, la primera es fatigosa, sonora, intrusa y sobresaltante; pero la segunda es la que en realidad determina los acontecimientos y sus rumbos, no es visible aparentemente, pero entre otras cosas contiene campañas electorales.

De los dos partidos contendientes hay un ganador y un perdedor y en una primera mirada, ganan o pierden los votantes de ambos partidos, sin embargo, las cosas en estos temas no suelen ser unidireccionales, porque en una campaña electoral compiten dos o más partidos políticos, pero confronta la sociedad toda, sus clases sociales, sus intereses contrapuestos, sus ideologías y sus visiones de presente y futuro. Unos compiten y la sociedad confronta, esto quiere decir que pueden existir ganadores en el partido perdedor y perdedores en el partido ganador.

La clave consiste en situarse en el escenario de la confrontación, mas allá de la competencia formal, porque de ésta manera una victoria electoral del Frente es una victoria política de la masa de pobres que componen las militancias tanto del frente como de ARENA y, por lo mismo, una victoria electoral de ARENA será una derrota política para una militancia de ARENA y del Frente, así están puestas las cosas en la realidad del país.

Cuando se sabe, quien ha ganado se sabe, además, el significado concreto que esto tiene para el país, en este caso las urnas funcionan como una especie de oráculo de Delfos, donde en la Grecia antigua se miraba el futuro de cada ser humano cuando este no podía verlo.

Una diferencia, esperable, entre uno y otro partido es el de ejercicio diferente del poder político, porque ARENA al expresar la continuidad y el FMLN al expresar la posibilidad de cambio, parten ambos del ejercicio de poder político, este consiste en la capacidad del sector que controla el aparato estatal para ponerlo al servicio de sus intereses y sus proyectos, la victoria de ARENA supone entonces que el costo de la crisis planetaria debe pagarla la parte de la población más pobre, las clases medias, empresarios y comerciantes pequeños y medios y que el país esté uncido al carro estadounidense, a su política economía y sus guerras.

La victoria del FMLN, es la posibilidad de que la crisis, siempre la crisis, sea distribuida socialmente y que los mas débiles y vulnerables sean protegidos y no sean arrasados totalmente.

En todo caso y a la vista de los resultados, el pueblo necesita defender su vida porque este es el valor más amenazado en la actual coyuntura y se ha de saber que, siendo verdadera aquella verdad que dice que sólo el pueblo salva al pueblo, este ha de actuar con mucha determinación inteligencia y sabiduría, sabiendo que hoy mas que nunca, cuando se conocen los resultados de las votaciones, es cuando la campaña política que es permanente y no temporal y se nutre de todas las luchas, acuerdos y desacuerdos, avances y retrocesos, concertaciones y desconciertos; necesita acrecentarse y aclararse aun más.

Este es el momento para afinar los programas y las agendas de los sectores populares para así y en un mundo en crisis y en un país crítico, los más débiles sepamos lo que tenemos que hacer, es decir lo que necesitamos hacer lo que debemos hacer y lo que podemos hacer. Esto último está referido a la fuerza política real que tengamos y esto se pesa en términos de organización, mas que en cantidad de organismos.

El momento sigue siendo el de las alianzas inevitables, porque cuando la vida está amenazada las diferencias y su solución son el requisito fundamental para las uniones y hoy se trata justamente, de construir las mayores unidades posibles pero estas han de ser multicolores, pluriideológicas, plurireligiosas y pluriclasistas. Es el objetivo común de defender y salvaguardar la vida, que es el presupuesto que en estos momentos abre el camino para el logro de derechos y progresos en otros terrenos.

Para unos hay fiesta y para otros desencantos, sin embargo para el mundo vulnerable de nuestro país, el momento es el del encantamiento general por la vida, la justicia, la libertad y la democracia de mayorías.