Algunos datos sobre el FUAR

SAN SALVADOR, 21 de septiembre de 2007 (SIEP) “Con mucha alegría publicamos un segundo trabajo de José Domingo Santacruz, reconocido dirigente revolucionario salvadoreño del FMLN” informó el Lic. Roberto Pineda, del Centro de Estudios Marxistas “Sarbelio Navarrete.”

“Es una importante contribución histórica sobre los años iniciales de la década del 60 del siglo pasado, en la que el movimiento popular de El Salvador, conducido por el FUAR libró grandes batallas por la democracia y el socialismo en nuestra Patria.”

“Este movimiento popular que arranca con la creación de la Federación Regional de Trabajadores Salvadoreños, FRTS en 1928, que es aplastada por la represión de 1932, continúa con la Unión Nacional de Trabajadores, UNT, aniquilada por la represión osminista de octubre de 1944; con la Confederación General de Trabajadores Salvadoreños, CGTS, en 1957, destruida por las maniobras de la ORIT; por el Frente Unido de Acción Revolucionaria, FUAR, del cual escribe uno de sus principales protagonistas; luego por la Coordinadora Revolucionaria de Masas ,CRM, a principios de 1980; por la Unidad Nacional de Trabajadores Salvadoreños, UNTS, en 1986 y concluye con el Bloque Popular Social (BPS) y el Movimiento Popular de Resistencia MPR 12 de Octubre, que cumplen ambas en estos días su cuarto aniversario de fundación.”

“Hay una continuidad en la lucha y en la voluntad organizativa del pueblo salvadoreño, que construye instrumentos de lucha popular por arrancarle el poder a la oligarquía y al imperialismo. Divulgar esa experiencia es nuestro compromiso…Es por esto que el otro trabajo que recién publicamos es una reseña biográfica de Julio Cesar Salazar, nuestro querido Tío Julio, un gran dirigente popular de izquierda, militante comunista, de los años sesenta, setenta, ochenta y noventa del siglo pasado.”

ALGUNOS DATOS SOBRE EL FUAR
Por José Domingo Santacruz (1 de abril de 2003)

Julio Salazar grabando discurso de Carlos Ruiz, al fondo de saco Schafik Handal.

1. Algunos Datos sobre el FUAR
EL FRENTE UNIDO DE ACCIÓN REVOLUCIONARIA, FUAR
(MARZO-MAYO DE 1961)

La dictadura militar derechista hizo uso de la fuerza y de su poder para derrocar el gobierno de la Junta Revolucionaria, interrumpiendo el proceso de apertura y reformas democráticas que tuvieron lugar durante aquellos tres meses. Las acciones represivas en contra de las organizaciones democráticas y populares volvieron a estar a la orden del día, a partir del 25 de Enero de 1961.

El Frente Nacional de Orientación Cívica, FNOC, estaba desintegrado; y cada una de sus principales organizaciones que lo formaban y sus dirigentes eran perseguidos. Sin embargo, las masas populares estaban en situación de combate. La dictadura militar de derecha no encontró a las organizaciones cruzadas de brazos. A nivel regional se contaba con el influjo de la victoriosa Revolución Cubana, que estimuló la incorporación a la lucha de amplios sectores populares y democráticos.

Las masas populares exigían respuestas contundentes a las acciones contrarrevolucionarias del Directorio Militar. Las ideas del socialismo proliferaron por todos lados, amplios sectores de profesionales, religiosos, intelectuales progresistas, el estudiantado universitario, de secundaria y las amplias masas trabajadoras se lanzaron a las calles exigiendo ponerle fin a la dictadura militar y abrirle paso a un gobierno democrático de amplia participación. La experiencia acumulada indicaba que la mejor respuesta en aquellos momentos era profundizar la organización, la lucha por la unidad de las y los trabajadores y dar pasos concretos para la formación de un FRENTE UNICO DE LUCHA, capaz de aglutinar el disperso movimiento popular, y seguir el camino de la revolución.

La Dictadura Militar pasaba por algunas dificultades no fáciles de enfrentar en aquellos momentos. Por un lado estaba el fuerte influjo de los primeros decretos de la Revolución Cubana, especialmente el de Reforma Agraria que impactaba en amplios sectores sociales y económicos del país. Por otro lado, aunque con menos impacto, se desarrollaba y avanzaba la propuesta por el Concilio Vaticano II y por tanto, de una importante reforma de la tradicional doctrina social de la Iglesia Católica y junto a ella el surgimiento de los PDC, algunos de los cuales surgieron con banderas social-reformistas. En el caso salvadoreño, el Partido Demócrata Cristiano surge a finales de 1960 con las banderas de una revolución sin sangre, una revolución verde, impactando en algunos sectores estudiantiles universitarios e intelectuales progresistas radicalizados.

La política norteamericana de apoyo a las viejas dictaduras militares objetivamente entró en una profunda crisis. La política divisionista y oportunista impulsada, financiada y protegida por el imperialismo norteamericano, igualmente, enfrentaba una fuerte resistencia de numerosos sindicatos y gremios del país.

Los métodos represivos tradicionales y la necesidad de nuevas respuestas en el marco de las nuevas doctrinas militares de las Guerras de Baja Intensidad entraban en graves contradicciones entre la vieja visión de la dictadura militar reaccionaria y conservadora del país y la necesidad de poner en práctica el Plan reformista de Kennedy de la ALPRO para contrarrestar a la revolución cubana y la necesidad de implementar la estrategia de GBI en proceso de diseño e implementación por la administración norteamericana en Vietnam, Indochina y otras regiones del mundo.

Sin entender mucho de los problemas objetivos arriba planteados, el Partido Comunista de El Salvador, con una visión un tanto parcial de las condiciones objetivas de la revolución, poniendo mayor énfasis al desarrollo del factor subjetivo, no vaciló en orientar la creación del FRENTE UNIDO DE ACCIÓN REVOLUCIONARIA, integrado por los elementos más desarrollados del movimiento social existente en aquellos momentos.

Como su mismo nombre lo indica, en esta ocasión la coyuntura exigía la creación de un instrumento de lucha combativo, que debía prepararse para elevar los niveles de resistencia y de combate más allá de la autodefensa activa. En esta ocasión había que ir mas lejos de una política de alianzas, se necesitaba de un FRENTE ÚNICO de todas las fuerzas sociales, democráticas y revolucionarias reunidas contra la dictadura militar de derecha, superando los niveles de consenso en la toma de decisiones.

La decisión del PCS fue crear el FUAR. Estaba fresca la experiencia del Frente Nacional de Orientación Cívica, FNOC, (1959-60). Solo que, a diferencia de éste, cuya estructura orgánica y funcionamiento había sido abierta, de masas, pluralista (amplio), cuyo funcionamiento dependía de las decisiones tomadas por el principio de consenso, el FUAR, en cambio, al definir objetivos políticos revolucionarios de cara al Poder, no podía ser abierto sino clandestino, el cual necesitaba mantener un accionar con formas de lucha abiertas o semi-abiertas, pero también clandestinas; el carácter reaccionario de la Dictadura militar así lo exigía.

La concepción y diseño del FUAR como parte de una estrategia revolucionaria, en la práctica, significó un importante avance para la construcción y desarrollo de un importante movimiento revolucionario bajo la forma de Frente Único.

El proceso de construcción condujo rápidamente a la organización de un Frente constituido únicamente por los elementos más conscientes de las diversas organizaciones de masas existentes en aquellos momentos.

Nuestra concepción sobre la política de alianzas en el sentido de que ésta debe conducir a la construcción y conducción de un Frente Único se aplicó con bastante creatividad. Pero, en la práctica, hasta cierto punto, nos olvidamos de combinarla con el aprovechamiento de las contradicciones en el campo enemigo. Y resulta que ambas tareas tienen un valor y un carácter estratégico. Ambas deben proponerse aislar, debilitar y derrotar al enemigo principal mas peligroso.

Con los años aprendimos que estas tareas solo pueden realizarse correctamente si el Partido resuelve acertadamente otros problemas fundamentales, tales como el carácter de la revolución, sus fuerzas motrices o el sujeto de la revolución como se le dice ahora, su enemigo principal y más peligroso, determinar de manera correcta los aliados que debemos ganar, trazar una orientación clara hacia el rumbo socialista y trazar acertadamente las tareas principales de la vía mas probable del proceso de lucha hacia la toma del poder.

Por ello no bastaba la orientación parcial de organizar y conducir un movimiento revolucionario bajo la estructura de un Frente Único, sin considerar la importancia estratégica de una alianza con las fuerzas democráticas y otros sectores con quienes era necesario concentrar las fuerzas contra el enemigo común, aprovechar las contradicciones y construir la correlación de fuerzas necesarias para la toma del poder.

Sin embargo, la experiencia del FUAR debe ser conocida y analizada en todos sus aspectos: orgánicos, programáticos, históricos, etc. Sin la cual difícilmente se podría entender el proceso de lucha posterior a él.
Aunque los detalles pueden ser analizados como caso especial, por separado del tema de las Alianzas, para fines de una mejor ilustración de su aporte mencionaré algunos detalles puntuales:
El 20 de Mayo de 1962, la III Plenaria Nacional conoció la propuesta de Plataforma o proyecto de Programa para una revolución de contenido democrático, el cual dicho sea de paso, no fue aprobado de manera definitiva en ese evento sin antes haberlo sometido a consideración del pueblo en general. Sin hablar de los contenidos de la Plataforma, con sólo el hecho de hablar de revolución ya exigía una toma de decisión política no fácil para los elementos no revolucionarios.

Sin embargo, bastaba que las personas o las organizaciones expresaran su interés y el compromiso de luchar contra el imperialismo yanqui y sus lacayos y títeres nacionales, era como el nivel de exigencia mínima para su ingreso al mismo. En esa III Plenaria, el FUAR claramente consignó “que el Programa de la Revolución Salvadoreña no puede ser elaborado aisladamente, sino que debe ser el resultado de la discusión del pueblo entero…”

Las Columnas que conformaban el cuerpo estructural del FUAR prácticamente no dejaban dudas acerca de quienes lo integrarían. Por eso no se hablaba de la integración de organizaciones sociales a una entidad basada en alianzas, sino de un frente revolucionario integrado por las y los militantes más avanzados de todas aquellas organizaciones sociales populares en su condición individual. Claro, mucha gente organizada no quiso quedarse al margen de aquel desafío. Por eso no había en aquellos momentos ningún sector social popular organizado que no tuviera sus representantes organizados en Columnas dentro de la estructura del FUAR.

El Proyecto de Plataforma del FUAR elaborada en 1962 para ser presentada a la III Plenaria Nacional contenía un minucioso estudio de la realidad socioeconómica y política del país, la cual revelaba las verdaderas causas del descontento nacional… Por ejemplo, según dicho estudio, “El Censo agropecuario de 1950 reveló que del total de la tierra agrícola solamente 719.160 hectáreas, el 46.99 % (1.028.405 Mz.) se encontraban en cultivo, mientras que 811.163 hectáreas restantes, el 53.01 % (1.159.963 Mz) se hallaba sin cultivar. Siendo en su mayor parte, tierra de buena calidad” (Presentó un cuadro en cifras para respaldar el estudio). Mientras 63.335 pequeñas explotaciones operadas por el propietario abarcaba 66.976 hectáreas, el 4 % del total de la tierra agrícola, 1.994 grandes explotaciones operadas por el propietario reunían 754.976 hectáreas, el 50 % del total de la tierra agrícola que era de 1.530.323 hectáreas.

Sin embargo, estas cifras no revelaban la verdadera realidad, ya que ni el número de las explotaciones revelaban el número de los propietarios, (un solo de estos era dueño de varias explotaciones), ni tampoco eran las únicas propiedades (las explotaciones). Había otras grandes extensiones de tierras ociosas registradas a nombre de los mismos propietarios. En realidad, eran unas cuantas familias, a lo sumo unos 1000 grandes hacendados, 3 % de los propietarios, quienes controlaban los dos tercios de las tierras cultivables de El Salvador, es decir, de aproximadamente un millón de hectáreas.

CONDICIONES POLÍTICAS NACIONALES E INTERNACIONALES

Los datos antes mencionados, no revelan la verdadera gravedad de la concentración de la riqueza y por tanto de las verdaderas causas de la crisis estructural del país, pero al menos nos dan elementos que la explicaban, sobre todo, porque siendo el país fundamentalmente agrícola, la concentración de la tierra en pocas manos significaba la principal fuente de contradicciones y de las frecuentes crisis políticas.

El censo agropecuario del país de 1950 reveló, además, que el 63 % de las tierras agrícolas se encontraban ociosas, muchas de ellas de buena calidad. El estudio realizado por el PCS y puesto en manos del FUAR, puso a la superficie las verdaderas razones de mantener esta realidad por parte de la vieja Dictadura Militar: mantener una inmensa masa desposeída, con una fuerza de trabajo dispuesta a venderla a cualquier precio. Los terratenientes quedaron al descubierto como los elementos más conservadores y reaccionarios, los que impedían el desarrollo de las mismas fuerzas de trabajo, las relaciones de un capitalismo dependiente.

Esta situación afectaba a otras clases y capas sociales que exigían soluciones de fondo. Los latifundistas, además de controlar la tierra, los bancos y las exportaciones de los productos elaborados en sus tierras, controlaban un Estado organizado y diseñado para proteger sus intereses, dispuestos a asesinar a sus opositores. Por ello, casi de manera absoluta los terratenientes agro-exportadores se convirtieron en el foco principal de las contradicciones y no sólo de luchas populares y democráticas, también de sectores de la misma burguesía dependiente o criolla como la definían en esos momentos.

El monopolio sobre la tierra, mantener sin trabajo a mucha gente que sobrevivía en un estado de miseria, en el fondo resultaba un grave impedimento para el desarrollo de la industria, cuya producción se apilaba sin un mercado con capacidad para su circulación. No era casual, por lo tanto, que el FUAR pasara a jugar un importante papel en el proceso de radicalización del estado de ánimo de las masas, en el aprendizaje del uso de diferentes formas de lucha, exceptuando la lucha armada que no logró desatarse, pero sí las formas de auto defensa activa que aumentaba y que se fue convirtiendo en un factor de pánico de las clases dominantes y también de gran utilidad para el desarrollo de la experiencia de combate de amplias masas populares.

EL FRENTE UNIDO DE ACCIÒN REVOLUCIONARIA, FUAR, como su mismo nombre lo indica, fue un experimento de aplicación de la política de Frente Único contra la dictadura militar de derecha, organizado por el Partido Comunista de El Salvador. Fue una especie de continuación del Frente Nacional de Orientación Cívica, FNOC, (1959-60). Solo que, a diferencia de éste, cuya estructura orgánica y funcionamiento en tanto abierta, de masas, pluralista (amplio), tomaba las decisiones con el principio de consenso. El FUAR, en cambio, con objetivos políticos revolucionarios de cara al Poder, funcionaba clandestinamente, combinando su accionar con formas de lucha abiertas o semi- abiertas contra la Dictadura militar, fue un paso importante en el proceso de construcción de un Frente Único, constituido por los elementos mas conscientes de las diversas organizaciones de masas. Bastaba que expresaran su interés y el compromiso de luchar contra el imperialismo yanqui y sus lacayos y títeres nacionales, dependiendo del tipo de actividad laboral o no para poder ingresar a cualquiera de las Columnas que conformaban el cuerpo estructural del mismo.

Prácticamente no había sector social popular organizado que no tuviera su representación dentro de la estructura del FUAR. Estaban frescas las acciones combativas del Frente Nacional de Orientación Cívica, FNOC, que seis meses antes había derrocado al Dictador José Maria Lemus y los tambores de la Revolución cubanos del 1º. De Enero de 1959 sonaban y vibraban en los corazones del pueblo salvadoreño. Diversos sectores sociales de nuestro país se sintieron contagiados y estimulados por esa gesta heroica del pueblo cubano, del Movimiento 26 de Julio dirigido por Fidel Castro y otros compañeros revolucionarios, que expulsaron al dictador Fulgencio Batista.

Eran momentos de mucho fervor revolucionario en todo el continente latinoamericano. La crisis económica, social y política había llegado a niveles muy altos. La política de penetración y dominio de la Administración norteamericana estaba en un punto crítico en el continente, cuya expresión más elocuente era el triunfo de la revolución cubana como respuesta. Su obstinada posición y actitud imperial eran tan claras en impedir ni siquiera un ápice de independencia y libertad, que ni siquiera le permitieron espacios a la reciente Junta de Gobierno que no vacilaron en cortarle las alas y derrocarla el 25 de enero de 1961. Ni siquiera tres meses la dejaron sobrevivir. Llega el Directorio Militar de derecha para retomar el viejo rumbo emprendido por la Dictadura Militar inaugurada por Hernández Martínez el 2 de Diciembre de 1931.

Esos 3 meses de apertura democrática de la Junta Revolucionaria fueron aprovechados por varias de las organizaciones populares dirigidas por el PCS. El mensaje a favor de cambios democráticos y revolucionarios llegaron a varios lugares del país y muchas de las promesas expuestas por miembros de la Junta de Gobierno, muy esperadas por los diferentes sectores sociales quedaban en el papel o llevadas por el viento de no hacer algo para impedirlo.
Las movilizaciones populares, los mítines de barrios y colonias, así como otras acciones de calle continuaban con el apoyo de muchos sectores eclesiales; se abrió espacio la representación proporcional en la Asamblea Legislativa.

En este marco surge no solo el Partido Oficial, el Partido de Conciliación Nacional, como era la tradición dentro del sistema político imperante, facilitando el paso de los militares a la silla presidencial. También surgió el Partido Demócrata Cristiano con planteamientos e ideas novedosas, derivadas del ambiente de reforma prevaleciente en la Iglesia Católica mundial, del cual surge el proceso del Concilio Vaticano II y con él la nueva Doctrina Social de la Iglesia.

El Mercado Común Centro Americano se abría paso en la región como parte del Modelo sustitutivo de Importaciones. La Oligarquía salvadoreña desafiaba las orientaciones reformistas de la ALPRO que la administración Kennedy se vio obligada a promover como parte de las medidas reformistas para enfrentar la crisis y la influencia de la Revolución Cubana. El Directorio Militar del 25 de Enero, que se interpuso ante una Junta Reformista, era evidente que no tenía el camino libre para volver a las viejas andadas con los mismos métodos de gobernar. Las reformas constitucionales eras necesarias aunque ello significaba un claro desafío a la dictadura, porque esas eran las indicaciones del norte…

Mientras los ecos de la nueva doctrina social de la Iglesia Católica resonaban fuertes en un país convulsionado y una Administración Kennedy se afanaba por su programa reformista para América Latina para atenuar el auge revolucionario de las masas entusiasmadas por la Revolución cubana, el Directorio no tuvo más remedio que abrirle paso a una política de zanahoria y garrote como táctica para manejar las posiciones recalcitrantes de una Oligarquía obstinada y una administración USA empeñada en detener la influencia revolucionaria cubana.

Como era de esperarse, las zanahorias no llegaron a la gente, pero sí los garrotazos y la crisis económica, que si bien fue cediendo ante el MCCA, las masas campesinas y sectores marginados continuaban soportando los problemas socio-económicos. Por ello los amplios sectores de las masas trabajadoras se fueron organizando en diferentes formas para hacerle resistencia a la represión y combatir a la dictadura militar.

Simultáneamente apareció la ORIT y sus políticas divisionistas. En esos días estaban de moda los dirigentes patronales, René Barrios Amaya, el Chele Saravia, el Negro Rodríguez y otros elementos vendidos, que habían traicionado a su clase para apoyar las orientaciones imperialistas en el seno del movimiento sindical. Es decir, dividir a la Confederación General de Trabajadores Salvadoreños, sacar de su seno a cuantos sindicatos estuvieran dispuestos a venderse y pasar a crear la Confederación General de Sindicatos, CGS, dependiente de la ORIT y de la CIA norteamericana. Con el financiamiento de la AFL-CIO y de la ORIT, crearon la Confederación General de Sindicatos, CGS, en 1958.

Ahora, en el marco de la Estrategia divisionista y liquidacionista del movimiento sindical independiente, en 1961, crean la Unión Comunal Salvadoreña, bajo la misma orientación del llamado sindicalismo libre.
La CGTS quedó bastante diezmada, con apenas 7 sindicatos que resistieron la embestida imperialista. Con esa membresía sindical ni siquiera se podía defender como una Federación y menos como Confederación.

Como respuesta, los trabajadores, bajo la orientación del PCS, crearon el CUSS, el Comité de Unidad Sindical Salvadoreño, con dos orientaciones concretas: dar la pelea por organizar nuevos sindicatos, y tratar de arrancarle a la CGS todos aquellos sindicatos que se fueron engañados por la complicidad de sus dirigentes corruptos. Un poco más tarde apareció otra orientación encaminada a trabajar y preparar condiciones para disputar las direcciones de los sindicatos controlados por las Federaciones corruptas afiliadas o no en la CGS. Varios Grupos de Acción Revolucionaria (GAR) surgieron al interior de dichas organizaciones, lo que permitió, en este ambiente, en medio de mucha euforia revolucionaria, el surgimiento y fortalecimiento del FUAR.

El trabajo organizativo se extendió a diferentes sectores sociales. En los estudiantes universitarios y de secundaria; en el sector magisterial, profesionales independientes e intelectualidad. La demanda de organizarse cundió en diversos lugares del país. El campesinado no se quedo al margen en materia de organización y lucha.

Los primeros pasos dieron sus frutos. Varias cabezas de columnas fueron creadas, de tal manera que bajo su responsabilidad se estructuraran los distintos Grupos de Acción. Con el crecimiento y desarrollo organizativo de cada una de las Columnas, la estructura misma del FUAR se vio en la necesidad de reestructurarse. En un lapso de tiempo corto, es decir, a los cuatro meses, se creó el Consejo Nacional, como instancia de conducción nacional, representado por las direcciones de las Columnas.

El trabajo organizativo, de propaganda, de educación y de movilización era tan intenso que fue necesario crear un aparato de apoyo del Consejo Nacional, del CEN y de cada una de la Direcciones de las Columnas. A finales de Julio de 1961, se reunió la Primera Plenaria Nacional, con acuerdos muy importantes encaminados a fortalecer la organización propia como frente, pero también del movimiento sindical y gremial; a finales de Octubre fue convocada la Segunda Plenaria Nacional, la cual analizó, evaluó y reafirmó la orientación política y los planes de acción combativos en contra de la Dictadura.

El 20 de mayo de 1962 tuvo lugar la 3ra. Plenaria Nacional, la reunión se llevó a cabo en el Edificio Chaín, lugar donde funcionaba la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de El Salvador. Este Edificio estaba ubicado frente a la venta de vehículos y repuestos Crysler sobre la Calle Rubén Darío, entre la 23 y 21 Av. Norte.

La asistencia a esta plenaria andaba alrededor de 100 personas, que representaban a las 7 estructuras o llamadas “Columnas” del FUAR; además, había una mínima representación del Consejo Nacional y del Comité Ejecutivo Nacional, los organismos de dirección que estaban obligados a participar por derecho propio y uno o dos invitados especiales. Recuerdo a

Roberto Carias Delgado, que fungía como Secretario General del Partido Revolucionario Abril y Mayo, PRAM. Tratándose de una reunión clandestina, era una buena cantidad de personas, cuya organización y preparación significó un plan especial, minuciosamente elaborado: una parte debía entrar y dormir en el local; cada grupo de columna tenía asignado un tiempo, el cual debía respetarse disciplinadamente, de tal manera que en ese lapso debían entrar dos personas cada 2 minutos, con máximo de 3 minutos de espacio. Eso no podía violarse por ningún motivo, había que ser muy estricto, pues de lo contrario, se corría el riesgo de chocar con otros tiempos ya programados para los siguientes en el turno.

Los puntos de Agenda principales del evento, que recuerdo: Un Breve informe de la situación política nacional e internacional, el cual fue presentado por Juan (Schafik). Roberto Carias Delgado tuvo una breve intervención relativa a su participación en la reciente Conferencia Mundial por La Paz y el Desarme, realizada en Moscú, así como de los encuentros en su paso por Conakry, con el jefe del gobierno Sekou Toure.

En el análisis de la situación nacional se destacaron, entre otras cosas: las fuertes contradicciones entre los grandes terratenientes y otros sectores conservadores exacerbadas por las políticas de la administración de J. F. Kennedy de los EE.UU. con su Programa Alianza para el Progreso, ALPRA. En esos días ya estaba anunciada la visita al país, de su coordinador general para América Latina, el señor TEODORO MOSCOSO.

Pero el punto central lo ocupo el análisis de la campaña electoral del PCN con su candidato, el Coronel Julio Adalberto Rivera, el militar de turno que ya había pasado por la pantomima de “ganar” las elecciones presidenciales sin ninguna oposición; las denuncias sobre el fraude electoral descarado, la imposición y ausencia de espacios democráticos mínimos, ni siquiera la tan cacareada representación democrática en la Asamblea Legislativa.

El Cnel Julio Adalberto Rivera ya estaba listo para sumir la presidencia de la república el 1º. De Junio. En el plano internacional estaba al rojo vivo la lucha del pueblo cubano en su defensa de su soberanía y las conquistas revolucionarias por la agresión contrarrevolucionaria a Cuba auspiciada, financiada y apoyada militarmente por la administración norteamericana. La Plenaria Nacional del FUAR se puso de pie para celebrar emocionadamente la victoria militar de Cuba contra los invasores en Playa Girón. Las banderas antiimperialistas, las consignas sobre la defensa de la revolución cubana y de “fuera yanquis de Cuba”, fuera Yanquis de C.A., estaban en su punto álgido.

Igualmente figuró en el punto del análisis, la defensa heroica del pueblo vietnamita, la heroica lucha del Ejército de Liberación Nacional y del Frente Nacional Vietnamitas y de los otros pueblos de Indochina y Asia y de África en sus luchas nacional liberadoras. Todas esas referencias, en aquellos momentos ejercían una influencia muy grande en el espíritu y en la psicología del movimiento revolucionario que era el FUAR. Teníamos, pues, un marco lleno de factores para motivar a la nutrida y combativa militancia Fuarista.

Otro de los puntos a tratar en la Plenaria, fue sobre la dirección del FUAR, la cual requería una readecuación y reforzamiento. El FUAR en ese momento estaba formado por 7 Columnas, cada una de las cuales tenía su propia estructura, es decir: Una Asamblea Nacional, un Comité Ejecutivo o Grupo Cabeza; varias de ellas contaban con Comisiones Nacionales de Propaganda, Finanzas, Organización, Formación Política y Militar, según el nivel de desarrollo de las mismas. Algunas, la mayoría, contaban con Grupos Intermedios en la capital y en otras ciudades grandes del interior del país, situación que les exigía una estructura departamental y municipal.

Según los informes consolidados que se presentaron en la III Plenaria, el total de la militancia del FUAR en esos momentos, arrojó la cifra de 2180 militantes. La forma de organización en cada una de las columnas era similar a la estructura de Células, siguiendo la modalidad del PC. Además, se dijo, no se tomaban en cuenta los amigos y simpatizantes que eran varias veces mayor que el mismo Frente.

La estructura del FUAR: LA PLENARIA NACIONAL: El máximo organismo, integrado por representantes de los Grupos Cabeza y de cuadros designados en cada una de las columnas; además, la Plenaria Nacional estaba integrada por el Consejo Nacional, el Comité Ejecutivo Nacional, delegados de las Columnas de cada Organización y de Comisiones Nacionales. Se reunía cada 3 meses. Participaban, además, algunos(as) invitados(as) especiales, por Ej.: una representación del PRAM, de Fraternidad de Mujeres Salvadoreñas, FMS.

EL CONSEJO NACIONAL (CN): el máximo organismo de Dirección Nacional, entre las Plenarias, integrado por los Coordinadores de los Grupo Cabeza, el CEN y los responsables de las comisiones nacionales. Se reunía cada 3 meses de manera ordinaria y extraordinariamente según las exigencias políticas.

EL COMITÉ EJECUTIVO NACIONAL (CEN): Elegido en la Plenaria Nacional en un número no mayor de 5 personas. Se reunía cada semana, y en un máximo de dos semanas, salvo en períodos o situaciones de emergencia, siempre quedaban contactos permanentes.

LAS COLUMNAS, como se ha dicho, tenían estructura propia, con autonomía en su funcionamiento, planificación y toma de decisiones en cuanto a su vida orgánica. Cada una poseía sus centros de impresión de propaganda; sus formas y métodos particulares para organizar sus redes de distribución, sus buzones de depósitos locales y nacionales. Algunas Columna contaban con sus propios recursos para la instrucción o formación política de cuadros. Por Ej.: Oratoria, manejo de los Centros de Impresión, elaboración de propaganda e instrucción militar limitada. Las Columnas tenían su origen en las principales organizaciones sociales y políticas de mayor presencia en ese momento.

La ESCUELA DE FORMACIÓN POLITICO- MILITAR: Conocida como La “UNO- DIEZ”, funcionó poco tiempo, pero en ella participaron muchos de los cuadros principales del PCS que se encontraban al frente de las columnas. Por descuidos en la aplicación de los principios conspirativos, especialmente en las exigencias de los cuadros responsables, pero también por la penetración de la inteligencia enemiga en la estructura intermedia del PCS, la Escuela fue golpeada a principio de mayo de 1962.

La inteligencia enemiga la ubicó y la asaltó, capturando a todos los participantes, entre los cuales estaban Schafik y cerca de 18 compañeros. El viejo Daniel Castaneda se salvó porque el chofer, Ramón Durán, lo recogió un poco tarde y no llegó a tiempo para entrar dentro de las llamadas medidas clandestinas. Sin embargo, Daniel tomó la decisión de llegar por su cuenta, llevándose la sorpresa de que la casa, ubicada en la Calle La Campiña, cerca de la Colonia Panamá, estaba rodeada por la Policía Nacional.

De este hecho hay una anécdota contada por el propio “Pío”, el seudónimo de Daniel, más o menos así:
“Iba tan apurado, para no llegar tan tarde, que le dije a Ramón, déjame aquí y espérame un ratito, no te vayas a ir. Comenzó a caminar y antes de doblar, al llegar a la esquina,, yo que doblo por la callecita la Campiña y veo en la entrada de la casa a unos “Cuilios” bien armados. ¡Puta, dije, esta babosada no me gusta! Para no dar ninguna malicia me arrimé al bordo y me puse a mear! Uno de los policías se me acerca y me dice: ¿Y vos qué putas estás haciendo aquí?
_ ¡Ah chis, dice que le dijo, no muy fuerte, ¡ya uno no puede mear!”, y sin volver la mirada hacia él, apuró la necesidad y patitas para que te quiero. Si no hago eso, repetía, me joden esos hijos de puta.

Por la Columna “9 de Mayo”, originada del seno del PRAM, asistieron: Rafael Aguiñada Carranza, Raúl Castellanos Figueroa, Tirso Canales, Rafael Lisanne, “Chele” Marcheli, Raúl Padilla Vela., Alfredo Acosta, Armando (Carne Rusa), René Montúfar, Romeo Granadino, Jesús Paz, José Domingo Mira, etc.

Por la Columna Estudiantil Universitaria (Surgida de las bases de AGEUS) Mario Moreira, Raúl Valiente, Mario Salazar V, “Huevo” Castillo, Roberto Armijo, Renán Rodas Lazo, y otros;

Por la Columna Vanguardia de la Juventud Salvadoreña “VJS” Surgida de la fusión de las Asociaciones Tazumal, Lamatepec y de la organización “5 de Noviembre”, Américo Durán, Mario Aguiñada, Chiquitín García, Armando Herrera, Oscar Esquivel.

La VJS había surgido a finales de 1960. Varios de los cuadros desarrollados en el sector juventud se habían reubicado en diferentes columnas. Según cuenta el propio Américo Duran: “Por secundaria habían estado asignados: Armando Herrera, Oscar Esquivel Mendoza, Américo Durán, Breni Cuenca, Raúl Padilla Vela, Mario Aguiñada, Pepe Rodríguez Ruiz, Manlio Argueta, el Decanito, José Roberto Cea, Hildebrando Juárez, Rafael Aguiñada C., Antonio V. Iglesias, Antonia Varela, Chiquitín García. Todos ellos estuvieron trabajando en los preparativos para el Festival de Finlandia de 1959. Los delegados a ese evento fueron Miguel Carías Delgado, Rafael Aguiñada Carranza”.

En conversaciones sostenidas con algunos compañeros pude escuchar testimonios: “Con el surgimiento del PRAM se desmovilizó el grupo y se procedió a trabajar en la idea de crear otra estructura juvenil”. Efectivamente, el 17 de Octubre de 1960 fue creada Vanguardia de la Juventud Salvadoreña, VJS, a la que pasaron como grupo cabeza: Mario Aguiñada, Armando Herrera, Ezequiel Mendoza, y el Chiquitín García. Un poco más tarde en 1961 se agregaron: el Pelón Torres, Ciro Torres, y un compañero de apellido Silva. En ese año, según Américo Durán, se creó el GAR (Grupo de acción Revolucionaria) en el Instituto Nacional, en donde entraron Américo Mauro Araujo, Federico Baires, un hermano de éste, y Roberto Góchez. La reunión se realizó en casa de Lico Baires. Varios de los cuadros juveniles fueron enviados a estudiar el extranjero, por ejemplo: Los Grupos Juveniles que fueron a la escuela del KOMSOMOL fueron: En el 1er. Grupo quedaron: Lety Quiroga, la compañera de Chiricuto (Alejandro Montano), Galleta, Danilo Rodríguez, en el 2º. Grupo quedaron: Américo Durán, el Pollo Torres, Cecilio Ramirios, Mario Castro Rivas, en el 3º. Grupo queda Dagoberto Sosa V.; en el 5º Juan Antonio Landaverde y en el 6º Rafael Jiménez, el Venado, y Víctor Manuel Sánchez Bonilla (El Niño)

Por la Columna Obrera (originada en las bases de la Confederación General de Trabajadores Salvadoreños, CGTS, surgida en l957, figuraban: Blas Escamilla, “Ratón” Hidalgo, Carlos Quijano, Julio Cesar Castro Belloso, Beto López, Sánchez del Cid, Saúl Santiago Contreras, Oscar Gilberto Martínez, (estos dos últimos fueron capturados, torturados salvajemente y asesinados por la GN al mando del Gral. José Alberto Medrano en 1968), Antonio Velasco Iglesias, Víctor Manuel Sánchez Bonilla, “El Niño”, Mario Rivera, Virgilio Guerra, Porfirio Navarro, Toño Morán, el Ronco, Mario González (Morís), Antonio Umaña, Juan Edito V. Genovez, Julio César Castro (Hilario), Villeda, Figueroa, Varios otros compañeros y compañeras de los sindicatos o directamente desde las fábricas participaron activamente.

La Columna Magisterial (surgida de Fraternidad Magisterial Salvadoreña, de cuyas bases surgió ANDES 21 de Junio 3 años después): Mario Medrano, Carlos Gallardo, Laura Inglés, Laura Siliézar, Orlando Guerrero Chamul, Abel Chinchilla, Arnoldo Vaquerano, Pelo de León, Rolando Morán Toledo, Nazario (Metralleta), Francisco Font´.

Por la Columna Campesina: Miguel Mármol, Segundo Ramírez, Daniel Castaneda, Raúl Vargas, Modesto Ramírez, un hijo de Segundo Ramírez.

Por la Columna MR-2-4 (Movimiento Revolucionario 2 de Abril): Sus orígenes los encontramos fuera de las filas del PCS, aunque algunos de sus integrantes provinieron de organizaciones organizadas por éste. La mayoría de sus miembros surgieron bajo el influjo de la Revolución cubana, del auge revolucionario y popular de principios de la década del año sesenta en nuestro país. La influencia de los acontecimientos insurreccionales del 2 de abril de 1944 también estuvieron presentes. De hecho, a la hora de su creación, se presentaron dichas corrientes que convergieron por distintos caminos. Por ejemplo: allí estuvieron elementos progresistas provenientes de la organización juvenil “5 de Noviembre”, del PRAM, del FNOC, de algunos sindicatos, y personas sin antecedentes políticos. Con el tiempo, mejor dicho, meses después, fueron apareciendo algunos militantes del PCS, como un profesor de apellido Guerrero de San Vicente.
Entre los elementos más destacados en la fundación del movimiento hay que mencionar: a Raúl Martínez, “Jorge”; Salvador Pérez y Pérez, “Ismael”; “Zetino” de la (UTF), Vicente Arévalo, de Santa Ana; Antonio Velado, alguien de apellido Morales; “Fidel”, de La Confianza; Domingo Santacruz “Moisés”; Alfredo Avilés, “Arnulfo”; un expendedor de licor de nombre Francisco Gómez que resultó ser un infiltrado de la PN.; Manuel de Jesús “La Chelona”; cuadros de dirección intermedia, muy destacados: Julio César Salazar, Jesús Fuentes Herrera; René De León; Armando De León, Pedro Santacruz, “Atilio”. Algunas activistas: “Gloria”, la compañera de Raúl; Ercilla Vásquez; la Guadalupana, de la col. La Rábida; Varios compañeros militantes: Tomás, de la Dry Cleaning; Ulises, Sandino,.

La Plenaria fue conducida por Schafik Jorge Hándal, cuyo seudónimo en el FUAR era “Juan”, Rafael Aguiñada C. y otros compañeros, y se acordó reestructurar y reforzar el Comité Ejecutivo Nacional, incorporando a Armando Herrera y Domingo Santacruz. Reforzó la Comisiones Nacionales; acordó organizar la Columna Femenina, la cual fue creada dos meses después. La primera reunión de constitución del Grupo Cabeza de esta organización, tuvo lugar en la casa de Lucila Torres, en Soyapango. Asistieron las compañeras: Rosita Castellanos, Tula Alvarenga, Berta Deras de Aguiñada, Lidia Ríos, Julia Ramirios, Julia Pino. La juramentación estuvo a cargo de Domingo Santacruz.

Desde ese momento, la estructura del FUAR, pasó de 7 a 8 Columnas, las cuales estuvieron representadas en el Consejo Nacional. La Comisión Nacional de Organización fue reforzada con Armando Herrera, con el Ratón Hidalgo, y Domingo Santacruz; la Comisión de Propaganda quedó reforzada con Rafael Aguiñada y Rafael Lizanne. El balance general de la fuerza orgánica del FUAR presentado por el Comité ejecutivo Nacional fue de 2180 militantes, todos integrados en los Grupos de Acción Revolucionaria, GAR.

Nota: Es posible que algunos nombres pudieran estar colocados inadecuadamente, especialmente en la Columna Estudiantil Universitaria, donde algunos profesionales se afiliaron, pero otros lo hicieron en otras Columnas.

ANEXO: La delegación a la Conferencia de la Organización Latinoamericana de Solidaridad OLAS quedó integrada así: Por el PCS Schafik J. Hándal y Domingo Santacruz C, a la que se agregó Roque Dalton García; Por la Juventud: Américo Durán, a la que se agregó Américo M. Araujo que estudiaba en la Universidad Patricio Lumumba; por el PRAM, Domingo Mira y Renán Rodas Lazo y por AGEUS, Federico Baires y Salvador Menéndez Linares.-

Sobre Julio Cesar Salazar, el Tío Julio

SAN SALVADOR, 21 de septiembre de 2007 (SIEP) “Publicamos a
continuación la reseña histórica que Domingo Santacruz realizó el 8 de febrero de 2002 sobre su amigo y camarada Julio Cesar Salazar, el Tío Julio, como homenaje póstumo a este revolucionario salvadoreño” indicó el Lic. Roberto Pineda, del Centro de estudios Marxistas “Sarbelio Navarrete.”

JULIO CESAR SALAZAR M. “Tío Julio.”

Algunos datos biográficos de su militancia política

Por Domingo Santacruz (San Salvador, 08 de Febrero del 2002.)

De derecha a izquierda, Tío Julio, Schafik Handal, Raúl Padilla Vela, Marcos Salazar., Carlos Ruiz, Caleb .. 2. Tío Julio grabando discurso de Carlos Ruiz (ambas fotos durante el entierro de Rafael Aguiñada Carranza en septiembre de 1975)

Julio Salazar, cariñosamente conocido como “Tío Julio”, ha muerto este día, a eso de las 7:50 a. m, según el reporte que acabo de recibir.

Por mi mente entra todo un torbellino de recuerdos, de imágenes de distintas facetas de la vida de Julio Salazar y de la relación que mantuvimos por más de cuarenta años.

En medio del congestionamiento cerebral producto del impacto de la noticia, después de dar las instrucciones que suelen darse en una situación como está: avisar a los(as) compañeros(as), publicar la esquela en uno de los periódicos quizás el Co-latino por ser el más leído en los círculos nuestros, disponer de lo necesario para apoyar a la familia y por supuesto, la ofrenda floral, etc.; subo a mi despacho, tomo asiento y quedo pensativo sin saber que hacer, como deseando tener el poder para revertir el hecho.

Pienso que mucha gente, que le ha tratado y muchos(as) compañeros(as) que de una forma u otra lo han conocido en los últimos años, no conocen algunos hechos antiguos de la vida y de la militancia de Julio. Hago un repaso de los compañeros(as) más cercanos(as) que pudieran colaborar en escribir algo sobre Julio.

Pero a lo mejor no tiene tiempo en estos momentos o no están accesibles para encontrarlos…

Pienso en que no podríamos rendirle un adecuado tributo en los últimos minutos de su presencia física, en su caja mortuoria, sin que las nuevas y antiguas generaciones conozcan y recuerden algo sobre la vida del compañero y amigo. Decido, pues, escribir un breve esbozo, el cual tendrá que completarse con los aportes del resto de compañeros(as).

Julio C. Salazar, también conocido como “Willy”, fue un humilde artesano zapatero, quien junto a su compañera de vida y de lucha, Ercilia Vásquez, conocida como la “Tía Chila”, fallecida el 21 de Noviembre del 2001, se incorporaron a las actividades revolucionarias y populares, en el marco de la lucha contra la dictadura militar.

Sus primero pasos organizativos los realizó en el “Movimiento Revolucionario 2 de Abril” (MR 2-4) y en el Frente Unido de Acción Revolucionaria, FUAR, surgido en Mayo y Junio de 1961, del cual el MR-2-4 era miembro. Durante la vida del FUAR 1961-1964, Julio Salazar fue un militante que supo ganarse el respeto y el reconocimiento de sus compañeros(as) de lucha, al destacarse como un infatigable organizador y agitador político, un abnegado y ejemplar combatiente político que rápidamente lo colocaron en posiciones de dirigente en las estructuras intermedias del Movimiento 2 de Abril.

Bajo su dirección estuvieron varios agrupamientos de base de la Ciudad de San Salvador y de otros Municipios del área metropolitana de San Salvador. Prácticamente no había una acción política de calle: manifestaciones, reparto de propaganda política, pintas y pega de afiches, etc., sin que Julio Salazar tuviera participación.

No había ningún pretexto para evadir una responsabilidad o para cumplir una misión. Nunca había en Willy un “no puedo”, un “no tengo tiempo”. No había una tarea que por difícil no pudiera realizar.

Hay que tener en cuenta que en esos tiempos todas las tareas y acciones se planificaban y ejecutaban en la más completa clandestinidad. Desde un reparto de volantes u octavillas hasta la impresión y atención de redes de distribución de propaganda, se realizaban bajo estrictas medidas de conspiración y compartimentación. Las reuniones de trabajo para planificar se realizaban, a veces, en los pequeños cuartos de mesones o en casa unipersonales humildes en las diferentes zonas residenciales, de todos los estratos sociales.

Una buena planificación, por lo general, siempre proporcionaba buenos resultados y esta forma de trabajar, de actuar desafiando al enemigo, es la que a la larga nos daba la capacidad de dominar los hábitos, el arte del dominio de esas formas de lucha. Por ello, en ciertas ocasiones pudimos aprovechar las debilidades del enemigo y arrancarle pequeñas victorias que al acumularse nos dieron la experiencia para avanzar a niveles superiores de lucha.

En las condiciones del FUAR pudimos poner en práctica buena cantidad de modalidades de lucha para atacar al enemigo y también para defendernos. El uso de armas populares de autodefensa contra los cuerpos represivos tanto en la defensa de las manifestaciones, en los mítines relámpagos, como en las grandes concentraciones, era algo común.

Las acciones de Abril de 1962, para sacar a los presos políticos capturados en el local clandestino de la Escuela Político Militar del “UNO-DIEZ”, por ejemplo, fue una jornada coordinada de todas las Columnas del FUAR. Durante más de un mes no hubo un solo día o noche sin acción.

Cientos de miles de volantes, octavillas, pronunciamientos, pintas, mítines relámpagos casa por casa, etc.; repartos por las noches, a media noche, por la madrugada… no le dimos oportunidad a los cuerpos represivos a que nos sorprendieran.

Todas las Columnas teníamos territorios y todas actuaban de manera coordinada. Los planes contemplaban puntos de repliegue sin afectar las acciones de los demás.

Una de las acciones exitosas que realizamos en una excelente coordinación entre las Columnas del FUAR fue él rescate de Schafik y 20 compañeros que habían sido recluidos en la PN después de haberlos capturado violentamente en el asalto al local de la Escuela Política “UNO-DIEZ”, en la colonia La Campiña en las cercanías de la Colonia Panamá. Las acciones de calle y la combinación de diferentes formas de lucha eran tan intensas, desconcertantes y ascendentes cada día que el Gobierno del Directorio se vio forzado a soltarlos, sobre todo porque en los próximos días, el 1º de Junio, Julio A. Rivera recibiría la Presidencia y no quería que su imagen ante las delegaciones invitadas quedara empañada.

Teníamos rodeada, prácticamente, el cuartel de la Policía Nacional. Las voces de los agitadores en los aparatos de sonido retumbaban hora tras hora. De pronto nos vimos gritando de alegría cuando apareció Schafik en medio de la muchedumbre. Desde allí marchamos hacia el Parque Libertad para continuar el mitin y celebrar la victoria.

Otra acción importante, dos o tres meses después, fue el recibimiento que le hicimos al Señor Moscoso, Coordinador General del Programa Alianza Para El Progreso impulsado por la Administración Kennedy como una respuesta reformista a la Revolución Cubana.

El gobierno títere de El Salvador le había preparado un Show que el FUAR se lo desbarató casi completamente. Quitamos todas las banderas de los Estados Unidos colocadas desde el Aeropuerto de Ilopango, pasando por la Avenida Independencia, siguiendo la ruta de la Calle Arce, Hospital Rosales, 25 Avenida Norte, hasta la “fuente luminosa”, lugar donde se iniciaba la construcción de la Embajada USA. Regamos tachuelas y pinchos “Miguelitos” en pequeños retazos de neumáticos en toda la ruta de la comitiva; distribuimos masivamente un manifiesto de protesta a su visita, pintamos consignas alusivas a Cuba, Fidel, fuera Yanqui, fuera Moscoso…. todo ello en medio de patrullajes de vehículos oficiales y particulares; rodeamos el edificio Antiguo de la Embajada EE.UU., ubicado en la Calle Arce y 19 Avenida Sur.

En estas acciones, Julio Salazar se le encomendó organizar a 15 grupos de 5 compañeros, con 5 piedras, 2 bombillos eléctricos o frascos de vidrio llenos de alquitrán o pintura negra; esta misma misión la habían recibido varios otros compañeros, quienes en medio de la manifestación, debían de estar ubicados de tal manera que pudieran atacar el edificio de la Embajada a la señal convenida. El edificio fue atacado tal como se había planificado, salvo una situación no prevista; en el predio de enfrente donde se construiría la Plaza Orleáns habían miles de ladrillos que desaparecieron cuando la gente que no había sido incluida en la planificación no dejó un solo ladrillo sin tirarlo al edificio celebrando en cada tiro sus excelentes condiciones físicas y la puntería para meterlos por las ventanas de vidrio.

Por supuesto, la PN y otros cuerpos represivos aparecieron tarde para impedir la acción. Dos estudiantes universitarios, Ramírez Guatemala y otro fueron capturados, culpados y enjuiciados por los hechos de la Embajada; aunque, a decir verdad, ellos no tomaron parte en los mismos.

Muchas otras acciones exitosas se realizaron en esos años del FUAR. Las más candentes por su fervor revolucionario fueron las protestas contra EE.UU. y en defensa de la Revolución Cubana. Muchos enfrentamientos contra los cuerpos represivos tuvieron lugar. La Revolución Cubana fue asumida como nuestra propia revolución y todas nuestras motivaciones, formación y consignas estaban impregnadas de ese sentimiento de Solidaridad militante.

El MR –2:4 fue la primera escuela de organización y formación política de muchos compañeros(as) que nos tocó vivir la juventud durante esos años.

Varios compañeros que habían asistido a la escuela de oratoria dirigida por el Chileno, Braulio Pérez Marchan, en las cercanías del parque San José y al calor de los discursos antiimperialistas, anti-militares, anti-dictadura y amigos de la Revolución Cubana, se fueron identificando y poniéndose de acuerdo para organizarse. Varios de ellos y aprovechando la cercanía de la librería “Claridad” de la escritora Ana Rosa Ochoa se interesaban en ciertos libros que ahí se vendían. Ana Rosa, ex secretaria de Alberto Masferrer, ex PC un tanto resentida pero amiga de Cuba y de la Revolución, no desaprovechaba espacio para influir con sus ideas y sobre todo con sus libros.

Allí fui tomando contacto con varios de los compañeros que formamos el MR-2-4 después de muchas reuniones preparatorias.

A varios otros ya los conocía desde los tiempos del Frente Nacional de Orientación Cívica (FNOC) y del Partido Revolucionario Abril y Mayo. Hasta esos momentos mis acciones fueron de apoyo, como activista o más bien como amigo de los revolucionarios.

Con la caída de la Dictadura de José María Lemus, el 26 de Octubre de 1960 y la llegada de la Junta Cívico Militar hasta su derrocamiento el 25 de Enero de 1961, las exigencias para asumir compromisos fueron mayores. Por eso, en los contactos con los compañeros Jorge, Ismael, Fidel, La Chelona y un poco más tarde Julio Cesar Salazar y otros, la decisión fue contundente. Organizar el MR-2-4 fue la respuesta inmediata y un mes después ya andábamos buscando los contactos con el FUAR. Otras Columnas, La 9 de Mayo, la C. Obrera, la Estudiantil Universitaria, la Vanguardia de la Juventud Salvadoreña (V.J.S), la Magisterial y La Campesina integraban el FUAR. Un año después, en Junio de 1962, se incorporó la Columna Femenina, agrupando a las compañeras de Fraternidad de Mujeres Salvadoreñas.

Con todo ese contingente de fuerza, el FUAR llegó a convertirse, en realidad, en un Frente de acción política, en un movimiento popular, cuya experiencia combativa dejó enseñanzas importantes para las nuevas generaciones de combatientes1. La derrota de la invasión USA en Playa Girón y la declaración del Carácter Socialista de la Revolución Popular antiimperialista, en Cuba también introdujeron un fuerte influjo al movimiento popular salvadoreño que duró hasta mediados del año 1963.

En 1964 ingresó a las filas del Partido Comunista de El Salvador habiendo desempeñado importantes tareas que le permitieron adquirir una sólida formación política-ideológica, tan necesaria en esos años para enfrentar el salvajismo de la dictadura y que lo mantuvieron firme hasta su muerte.

En 1966 hace sus primeros pininos en la lucha electoral del Partido Acción Renovadora PAR, en la disputa por la Alcaldía de San Salvador, siendo candidato el Dr. Napoleón Rodríguez Ruiz.

En 1967 por decisión política del PCS nuevamente se integró a las estructuras y actividades político-electorales del PAR Nueva Línea, con la candidatura del Dr. Fabio Castillo Figueroa. Por decisión del gobierno militar encabezado por el Coronel Fidel Sánchez Hernández el PAR fue ilegalizado y los Comunistas y no Comunistas a él afiliados fueron perseguidos y muchos encarcelados debido a la situación política de terror de la dictadura militar.

En 1968-1971 Julio Salazar se desempeñó como un militante consciente y disciplinado, junto a otros compañeros(as) pasó a engrosar las filas del Nuevo Partido Revolucionario 9 de Mayo, bajo la Coordinación de Schafik J. Handal, su Secretario General. Muchas acciones populares fueron realizadas durante esos años de represión y persecución.

Como todo un organizador y agitador político, Julio Salazar tuvo una destacada actuación en los barrios, colonias y cantones del área metropolitana, pero también en otras ciudades del país.

1971-1972. Por decisión política del PCS, Julio Salazar integró el grupo de Compañeros(as) que pasaron a engrosar las filas del Partido Unión Democrática Nacionalista UDN, partido con el cual se pudo llevar a cabo la orientación del PCS de crear la Unión Nacional Opositora (UNO) a finales de 1971. Durante estas jornadas de lucha política, en el marco de una profunda crisis socioeconómica y política, a propuesta del PCS, los partidos MNR y PDC aceptaron el pacto de unir sus fuerzas para las elecciones presidenciales de 1972. Fueron grandes movilizaciones de masas, centenares de mítines relámpagos, arengas casa por casa, grandes concentraciones populares en las plazas públicas de las diferentes ciudades del país.

1973. Julio Salazar, junto a otros compañeros del PCS y del UDN, luego de haber sido asaltado el local del UDN por los cuerpos represivos, fueron detenidos, encarcelados, torturados y expulsados a Guatemala. Como todo un militante consciente, Julio regresó a San Salvador a incorporarse a las luchas populares encendidas en esos años.

1975-1976. Participó como estudiante en el Instituto de Ciencias Sociales del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS) en la ciudad de Moscú, antigua URSS.

1976-1977. Participó activa y destacadamente en las jornadas político-electorales de la UNO con las Candidaturas del Coronel Ernesto Claramount y Guillermo Manuel Ungo así como, en las acciones huelguísticas de todo el período anterior y posterior del golpe militar del 15 de Octubre de 1979.

1979-1981. En los Albores de la Crisis nacional, pese a la brutal represión de la Dictadura Militar, Julio fue un factor importante en los preparativos y acciones durante el Foro Popular de 1979 y las posteriores que culminaron en las jornadas de la creación de la Coordinadora Revolucionaria de Masas, (CRM), del 10 de Enero y la gran movilización del 22 de Enero de 1980 así como en los preparativos para el surgimiento del Frente Democrático Revolucionario (FDR), el 18 de Abril del mismo año.

1981-1982. Durante el período de la Guerra Popular Revolucionaria, Julio Salazar, el Compañero “Willy”, desempeñó cargos importantes en la Dirección Departamental del PCS en San Salvador, así como, en estructuras de apoyo y de trabajo político en las FAL en el Frente de Guazapa.

Después de los Acuerdos de Paz, del 16 de Enero de 1992, Julio Salazar, el “Tío Julio” fue un luchador incansable por su cumplimiento. En las condiciones del FMLN como partido político legalizado, estamos hablando de diciembre de 1992, Julio se incorporó desde el principio en diversas tareas organizativas y políticas en el Municipio de Ciudad Delgado.

En 1993, en el VIII Congreso del PCS, Julio Salazar fue elegido miembro de su Comité Centra, cargo que ocupó hasta la disolución del PCS el 4 de Agosto de 1994, para integrarse al único partido, el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional FMLN.

En las elecciones de 1997-2000 y 2000-2003 Julio Salazar fue elegido como miembro del Concejo Municipal de Ciudad Delgado, en donde junto con otros(as) compañeros tomó para activa en las tareas del gobierno municipal y del partido a nivel local.

En resumen, durante los casi 30 años de lucha en condiciones de clandestinidad, represión, persecución, cárceles y torturas, Julio Salazar, siempre demostró ser un militante consecuente, con una firmeza indoblegable para enfrentar a la dictadura militar. Por ello, en distintos períodos, el compañero Julio Salazar, siempre fue propuesto y electo en varias oportunidades a cargos de dirección a nivel Municipal y Departamental en el PCS, a nivel Nacional en el UDN y otros instrumentos de lucha creados por orientación del PCS.

Ahora, como militante del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional FMLN, Julio Salazar también demostró su alta calidad revolucionaria, humanística y ferviente luchador por hacer avanzar el proceso de democratización del país y del rumbo revolucionario del Partido. Sus amigos, sus compañeros de lucha de ayer y de hoy, el FMLN y el pueblo salvadoreño pierden en vida a un gran amigo combatiente por la causa popular, pero, su ejemplo estará siempre presente en las luchas de hoy, y del futuro hasta conquistar la democracia participativa, la justicia social y el socialismo.

Julio Salazar fue un activo defensor del movimiento sindical independiente, frecuentemente se lamentaba no haber podido prepararse suficientemente para apoyar mejor a los trabajadores asalariados y explotados.

Disfrutaba mucho cuando Miguel Ángel Cea, impartía las charlas sobre la historia del Movimiento Sindical Nacional y Mundial, aunque debido a sus limitaciones educativas nunca pudo fijar en su cabeza el abigarrado y complejo mapa político-sindical.

Para mí lo más importante, decía un tanto en broma y en serio, es entender que el Instituto Americano depende de la CIA y del Imperialismo Norteamericano y él es el responsable de que los trabajadores estén confundidos y apagados en la lucha contra la dictadura. Nunca pudo desenredar la estructura internacional de la organización sindical. Para él hablar de AFL-CIO-ORIT-IADSL era lo mismo, pues todos dependían del imperio del norte. Pero siempre escuchaba las explicaciones y las aprovechaba para sus propias charlas.

Sin embargo, tales limitaciones no el impidieron participar activamente en las múltiples tareas que se le encomendaban.

Su experiencia y férrea convicción de militante y luchador revolucionario fue adquirida mediante la práctica cotidiana y permanente que tuvo durante varias décadas. Desde los tiempos del Comité de Unidad Sindical (CUS), surgido durante los primeros años de la década de 1960, encargado de las tareas de recuperación, disputa y organización de Sindicatos, algunos de ellos controlados por los dirigentes patronales de la Confederación General de Sindicatos (CGS), manteniendo una relación de trabajo con los 7 Sindicatos que le quedaron a la Confederación General de Trabajadores Salvadoreños (CGTS), durante los preparativos para la Creación de la Federación Unitaria Sindical y de ANDES-21 de Junio en 1965.

En todo esto estuvo Julio Salazar, luego, en el marco de un proceso de flujo del movimiento obrero y la organización de buen número de sindicatos de otras ramas distintas a los de la FUSS, se crea la Federación Sindical de Trabajadores de la Industria del Alimento, Vestido, Textil, Similares y Conexos de El Salvador, FESTIAVTSCES, en 1967; en las actividades de disputa de sindicatos y la recuperación de la Federación Nacional de Trabajadores Salvadoreños, FENASTRAS, controlados por la CGS a principios de los años 70´s y con la cual, junto con la FUSS, Festiavstces y otros sindicatos se constituyó la Central Unitaria de Trabajadores Salvadoreños CUTS en 1975.

En parte de estas tareas también anduvo Julio Salazar, aunque, como he dicho, su mayor experiencia la desarrolló en el campo político, como organizador y agitador político.

Esta escuela práctica y no tanto la teórica fue la que forjó a un Julio Salazar con una convicción revolucionaria de acero. Jamás fue doblegado por el enemigo y ese temple nunca lo perdió. Debido a esta característica, Julio Salazar también fue objeto de epítetos y calumnias por parte de elementos oportunistas, que están infiltrados o enquistados en el Partido. Para hacer de él una oportunidad de lucro o de ambición personal y que Julio no acompañó y se opuso enérgicamente. Ojala que esos(as) compañeros(as) tengan la suficiente dignidad y entera moral de reconocer su actitud y sobre todo, de demostrar en la práctica política su consecuencia revolucionaria para asumir sus responsabilidades históricas para enfrentar el proyecto capitalista neoliberal y hacer avanzar el proyecto revolucionario hasta el socialismo.

Espero que esta semblanza en estas breves líneas sobre la militancia de Julio Salazar sirva de algo para que las presentes y futuras generaciones se hagan una idea mucho mas clara de las condiciones y las circunstancias que rodearon a Julio Salazar, a nuestro querido compañero de lucha y que su ejemplo de abnegación, consecuencia y firmeza política-ideológica sea siempre un ejemplo de inspiración combativa.

¡Salvador Sánchez, Presente …Ahora y Siempre!

SAN SALVADOR, 20 de septiembre de 2007 (SIEP) “Nos sentimos indignados por este asesinato de nuestro hermano Salvador Sánchez, es un gran pecado el que se ha cometido” indicó el Rev. Alex Orantes, de la Iglesia Bautista Shalom de Atiquizaya.

El periodista Salvador Sánchez, de 39 años, de Radio Mayavisión fue asesinado esta mañana en Soyapango. Sus restos fueron velados esta noche en funerales Moderna. Mañana será enterrado en Olocuilta, de donde era originario. El entierro saldrá a las 2 p.m.

“Los enemigos de la verdad han apagado una luz pero no podrán apagar todas las luces que somos nosotros, no podrán someternos ala oscuridad como ellos quisieran. Nos comprometemos Salvador, a seguir siendo luz como tu lo fuiste…”

“No venimos a llorarte, venimos a comprometernos a luchar por que la justicia brille como dicen los profetas del Antiguo Testamento y a que se esclarezca tu crimen. Fuiste mensajero de la verdad y este pueblo te lo agradece…”

Concluyó que “no podemos permitir que sigan matando a nuestros hermanos y hermanas, que los signa encarcelando, que le signa mintiendo a este pueblo desde TCS, desde el Diario de Hoy. La respuesta debe ser la organización y la denuncia. Danos fuerza Señor Jesús para continuar en esta tarea…”

ILPES condena asesinato de periodista Salvador Sánchez

SAN SALVADOR, 20 de septiembre de 2007 (SIEP) “Una nuevo crimen se suma a la ya larga lista de asesinatos políticos cometidos por este régimen represivo arenero, el crimen de nuestro hermano Salvador Sánchez” denunció el Rev. Ricardo Cornejo, de la Iglesia Luterana Popular de El Salvador.

“Estamos sumamente indignados. Se pretende por medio del terror como en los años ochenta detener la lucha del pueblo salvadoreño. Pero no van a lograrlo. La sangre derramada de Salvador Sánchez en Soyapango, florecerá en miles de nuevos periodistas que le dirán la verdad al pueblo…”

“Conocimos de cerca a Salvador, un joven humilde, comprometido con divulgar la verdad de la lucha popular, desde Radio Mayavisión trasmitía las opiniones de los sectores democráticos, del Bloque Popular Social, de los desalojados, de los excluidos, de los encarcelados…”

“Exigimos como Iglesia Luterana Popular, desde ya, juicio y castigo a los responsables de este monstruoso crimen que no debemos de permitir que quede en la impunidad. Los enemigos de la verdad que son los enemigos del pueblo no lograran su propósito y estamos seguros que este pueblo derrotará en el 2009 a esta criminal dictadura.”

Concluyó haciendo un llamado a “denunciar este nuevo crimen de la dictadura de ARENA, La impunidad que impera en nuestro país no puede seguir galopante y campantemente como se desarrolla en nuestra realidad. Este Asesinato no puede quedar en la impunidad como iglesia Luterana Popular exigimos se esclarezca lo mas antes posible y se capture a los responsables de este repudiable crimen.”

La vela de este joven periodista asesinado se realizara esta noche en la Funeraria Moderna, cerca del Hotel Alameda.

La Inmoderada Soberbia de Heinz Dieterich

La Inmoderada Soberbia de Heinz Dieterich

Antonio Maira

inSurGente

Hace unas semanas, Heinz Dieterich, celebró la supuesta decisión del “Comité Central del Partido Comunista de Cuba” de fijar como “prioridad de investigación” el estudio del Socialismo del Siglo XXI. Aprovechando esa feliz iniciativa que el sociólogo alemán recibe con algunas reservas sobre la efectividad en la aplicación, que al parecer salva por los pelos al socialismo y a la revolución en la isla caribeña, Dieterich hace algunas afirmaciones que lo colocan a él mismo (sequitur lógico) en la cima del pensamiento revolucionario. Al mismo tiempo vapulea y desprecia a todos los científicos sociales cubanos, que han acompañado el desarrollo revolucionario –la gesta histórica de la Revolución Cubana- y la larga resistencia de todo un pueblo. Las afirmaciones por las que el sociólogo alemán radicado en México, se alza hasta la cumbre del análisis y del pensamiento marxista, merecen una breve síntesis antes de que todos los analistas de los procesos sociales, militantes revolucionarios, escolásticos varios de las múltiples sectas marxistas, dejemos nuestras actividades coyunturales y las de larga trayectoria, y nos lancemos como flechas a estudiar a fondo la nueva Biblia para todo un siglo de nuevas luces y nuevas luchas. (Un respiro, que uno ya no está para largas peroratas).

Antes de hacer los señalamientos que a mi limitado juicio –yo no soy, en modo alguno, un teórico marxista- justifican el título de este artículo, afirmaré rotundamente que la actividad académica no ha sido nunca mi vocación y mi oficio.

Tan sólo soy un marxista de lectura suficiente, un luchador social de escenario reducido, un observador persistente y tenaz de las luchas sociales, y un militante de tiempos duros y de tiempos difíciles. Sí, tengo años de todo eso en las espaldas.

Como la cosa más natural del mundo –enarbolando el escudo del “argumentum ad hominem”, para vapulear a quienes se les ocurra señalar la presencia de “argumentum ad verecundiam” repetidos “ad nausea”- Heinz afirma lo siguiente:

La decisión del C.C. del PCC, que –según dice fija como prioridad la investigación sobre el Socialismo del Siglo XXI: “reintegra a la revolución cubana a uno de los debates teóricos más importantes para el futuro de la humanidad”. Justo a tiempo porque hace seis años que él había advertido a la “vanguardia cubana” que Cuba tenía dos opciones: “o se integra en el naciente debate mundial (sobre el Socialismo del Siglo XXI)… o se quedará aislada con un alto coste político y teórico…”, y que “la idea de impedir el debate es ilusoria”.

-Una vez que Hugo Chávez asume el concepto y lo divulga continuamente “todo intento de los intelectuales orgánicos estatales (de Cuba) de frenar el progreso del debate estaba condenado al fracaso”. Adviertan ustedes que el presidente de Venezuela, asume y divulga continuamente. Hugo Chávez, como veremos en seguida, trabaja para la gloria teórica de Heinz Dieterich.

-El prodigioso avance teórico que va a impedir a los científicos sociales cubanos y al aparato burocrático que convierte su estructura de trabajo en “relaciones de producción”, reafirmar como paradigma teórico el “socialismo sin evolución”; ha sido elaborado por la escuela de Escocia (Paul Cockshott, Allin Cotttrell), la escuela de Bremen (Arno Peters, Honrad Zuse) y, fundamentalísimamente, por el propio Heinz Dieterich.

Está desarrolla en los siguientes libros:

-Hugo Chávez y el Socialismo del siglo XXI (Heinz Dieterich).
-Un libro de Paul Cock y Allin Cott cuyo título no menciona. (Hacia el Socialismo del Siglo XXI, es, supongo, su título en castellano)
-Breviario de Socialismo del siglo XXI. (Ensayos varios de Isaías Baduel, Carlos Escarrá, recopilados por Luis Jorge Álvarez).

-A partir de ahí, el sociólogo alemán señala la paradoja de que el único país de la Patria Grande que “se define como socialista” no ha publicado los textos mencionados. Dieterich añade algún comentario irónico sobre su intento de publicar el primer libro en Cuba.
Con todo, la afirmación más impresionante es la siguiente:

Dieterich no tiene ningún problema con la modestia al situar el debate de principios de los 60 entre el Che y Bettelheim dentro de su debate actual sobre el “Socialismo del Siglo XXI”.

“La última discusión macroteórica sobre la economía socialista se dio en Cuba a inicios de los años sesenta, personificado en Che Guevara y Charles Bettelheim, y recordado a veces como el “Gran Debate”. Los argumentos de ambos campos muestran las limitaciones características de su tiempo que impedían enfocar el socialismo del siglo XXI como un problema cibernético —-la sustitución del precio de mercado por una institución cibernética socialista—- que es la única forma de solucionarlo”.

Así pues –se supone que sin saberlo-, el Che y Bettelheim discutían sobre el “Socialismo del Siglo XXI” cuya formulación teórica haría el gran pensador Heinz Dieterich cuarenta años más tarde.

-Volviendo a Cuba, Heinz afirma que el debate en la isla nunca volvió a la altura “que requerían los problemas del sistema cubano”, que cuando aparecieron los “nuevos enfoques teóricos del Socialismo de siglo XXI el poder dirigente no instrumentó la apertura necesaria”.

De modo que el “milagro” de la supervivencia de la revolución en Cuba adquiere la calidad de lo sobrenatural por doble motivo: los cubanos nunca debatieron a la altura que requerían sus excepcionales dificultades.

Ahora –sigue afirmando el exigente genio-, Cuba da un muy cauteloso paso para la recuperación del “debate macroteórico”. “Si este paso logrará sacudir las estructuras burocráticas del aparato académico en las ciencias sociales y el rescate del método científico, queda por verse”. “La pregunta central es esta: ¿Tendrá la vanguardia intelectual cubana la capacidad renovadora y el valor de evolucionar el socialismo histórico hacia el Socialismo del Siglo XXI o permitirá que el paradigma del pasado liquide a su gran obra revolucionaria?”. “El Evangelio según el ilustrísimo pensador, Heinz Dieterich”.

En resumen: Heinz Dieterich reclama de los científicos sociales de Cuba –a los que califica de intelectuales orgánicos del estado y de “burócratas del aparato académico”, un debate prioritario sobre el Socialismo del siglo XXII: “uno de los debates teóricos más importantes para el futuro de la humanidad”.

Para recuperar la altura del debate macroteórico, Cuba debe discutir las aportaciones científicas de Heinz Dieterich.

Respuesta de Darío Machado

La respuesta de los científicos sociales de Cuba era necesaria ante una acusación de esa envergadura.

Darío Machado expresa el contenido del artículo de Dieterich de una manera muy precisa. Reproducimos algunos fragmentos:

“Después de hacerlo (leer el texto de Dieterich) me costaba trabajo entender si este artículo era una queja porque a Heinz Dieterich no le habían publicado un libro aquí en Cuba, si era para identificar el futuro de la humanidad con su pensamiento, o para acusar al “poder dirigente del Estado” de no abrirse a los enfoques teóricos del “socialismo del siglo XXI”, o para acusar a los científicos sociales cubanos de falta de valor y de capacidad renovadora”.

“Su texto dice más adelante: “Cuando hablé hace seis años con los amigos de la vanguardia cubana sobre la teoría científica del socialismo del siglo XXI, las reacciones fueron mixtas…”. Obviemos la imprecisión del término “vanguardia cubana”, se supone que habló con personas concretas, pero lo fundamental es que según Dieterich, luego de seis años, los cubanos nos hemos dado cuenta que hay que discutir, no de socialismo, sino de lo que Heinz Dieterich denomina “socialismo del siglo XXI”, o sea, que supuestamente ahora aquí empezamos discutir de verdad sobre socialismo”.

“El proceso bolivariano es de primera importancia para Cuba y para el mundo. Aquí tratamos siempre de seguirlo y de aprender de sus valiosísimas experiencias; la revolución bolivariana, el pueblo venezolano y el Comandante Hugo Chávez despiertan en la inmensa mayoría de los cubanos, la mayor admiración y la más profunda solidaridad y hermandad y todo nuestro apoyo; precisamente por eso no es posible entender a Dieterich cuando dice en su artículo: “Estos diálogos se dieron cuatro años antes de que el Presidente Chávez adoptara el concepto del Socialismo del Siglo XXI, como bandera política de la Revolución bolivariana, cristiana y nacionalista que encabezaba, y lo lanzara públicamente en el V Foro Social Mundial en Porto Alegre. Con la continua promulgación del concepto por el líder bolivariano, todo intento de los intelectuales orgánicos estatales de frenar el progreso del debate estaba condenado al fracaso.” Cabe preguntarse ¿Qué tiene que ver una cosa con la otra? ¿A cuáles intelectuales orgánicos se refiere? ¿Qué pretende con tal afirmación? ¿Quién ha dicho que el debate científico se define de ese modo y no en el terreno de la ciencia? ¿Será que Dieterich ha llegado a creerse que el debate sobre el socialismo empezó cuando él escribió un libro y le dio un nombre a lo que escribió?”.

“Él (Dieterich) prescribió hacia dónde hay que evolucionar, hacia “el socialismo del siglo XXI”, lo cual no sería problema alguno si él mismo no afirmara tenerlo todo resuelto, lo que se evidencia en su libro ya citado arriba “El socialismo del siglo XXI” cuando dice en la pág. 152 que “El científico alemán Arno Peters logró la hazaña que nos permite afirmar que todos los problemas teóricos estratégicos de la nueva sociedad están resueltos”, Con ello Dieterich ha dado por concluido todo debate macroteórico, ya los muros están derrumbados, ahora solo hay que clasificar los escombros y sumarse a lo que él dice. Él prescribe los pasos, las tareas, a los demás corresponde asumirlos y ejecutar.

Darío Machado hace otras observaciones muy pertinentes: que en Cuba hace muchos años que se investiga sobre el socialismo; que el socialismo es realidad, es ideal y es experimentación en Cuba; que el texto de Dieterich fue discutido en Cuba con presencia del autor y que se le presentaron “serias objeciones”; que el socialismo no se puede reducir a una serie de cálculos cibernéticos; y que hay un abismo entre la teoría y la práctica de Dieterich: “Uno no puede menos que sentir la misma prepotencia eurocentrista que éste ha criticado en algunos de sus textos. Vale reafirmar aquí que a las ciencias en general y, por ende también a las ciencias sociales, les resulta imprescindible la modestia que obliga a repensar las cosas”.

Finalmente, Darío concluye:

“Los científicos sociales cubanos, al menos la inmensa mayoría, no padecemos la enfermedad del elitismo. La gran obra de la revolución cubana no depende de una “vanguardia intelectual cubana” sino de todo el pueblo, en el cual, estamos incluidos los científicos sociales. Para nosotros la experiencia socialista no es el pensamiento teórico solamente, es la vida misma, es la cotidianidad, con sus grandes virtudes y sus grandes defectos, con sus grandes logros y sus grandes deficiencias, con su teoría y con su práctica. En Cuba todos hemos tenido el valor de defender el ideal socialista, también los científicos sociales cubanos quienes contribuimos desde nuestra actividad específica a la obra de la revolución, pero no nos auto – reconocemos como el ombligo del mundo. La obra de la Revolución es de todos y no de una intelectualidad esclarecida y salvadora a la cual los demás tienen que seguir. El pueblo es el gran maestro de los revolucionarios. Pero eso, difícilmente lo entienda Heinz Dieterich”.

Fin del debate: Dieterich afirma que –como Karl Marx y Rosa Luxemburg, anteriormente- ha construido un paradigma que permite juzgar a Cuba

Dieterich compara los grandes avances científicos cubanos en la biotecnología con la falta de resultados en las ciencias sociales. Atribuye este fracaso a las “relaciones de producción” que dominan en esos campos de la investigación: “Mientras que en las ciencias económicas, la teoría del estado, el marxismo y la sociología, no se conoce ni un solo paradigma que tenga este grado de excelencia científica. No es un problema de personas, sino de las relaciones de producción que imperan en las ciencias sociales y naturales cubanas”.

Después de poner el ejemplo de la “percepción de la falta de sostenibilidad de la economía del azúcar en Cuba”, como un fracaso de los economistas cubanos o de su estructura de análisis y de denuncia, Dieterich comenta la protesta de Darío ante la duda sobre la naturaleza –socialismo o no- del sistema social cubano que él ha planteado con la frase: “el único país de la Patria Grande que “se define como socialista”

“Un poco de lógica es suficiente para entender el argumento”.

El enunciado “Cuba es socialista” —-o “no es socialista”—- es un juicio que, como en todos los juicios de este tipo, se deriva de la comparación entre un fenómeno empírico y un paradigma referencial. El juicio resultante depende del paradigma que se seleccione. Si el paradigma es el socialismo histórico, entonces Cuba sí es socialista. Si el paradigma es la democracia participativa de Karl Marx, Rosa Luxemburg y del Socialismo del Siglo XXI, no lo es”.

Así pues, si se compara Cuba con el Socialismo del Siglo XXI, definido por Heinz Dieterich, Cuba no es socialista.

Heinz afirma que –con las aportaciones de Marx y de Rosa Luxemburg- ha construido un paradigma para examinar a Cuba.

Dieterich termina con un ataque personal formulado como una cuestión relativa a las “relaciones de producción en Cuba”:

“Es difícil debatir con alguien que ostenta una formación intelectual tan efímera que, como evidencia su texto, se le hace imposible diferenciar entre una pregunta y una acusación; una premisa y su sequitur lógico; un argumento pertinente y un argumentum ad hominem; el “yo” y el “nosotros”.

“Pero, nuevamente, no es un problema de persona, sino de las relaciones de producción. ¿Cómo es posible que alguien con tan precaria formación científica como Darío Machado pudo llegar a ser Director del Centro de Estudios sobre América?”.

Algunas observaciones de trazo grueso sobre el marxismo de Heinz Dieterich

Ya he dicho antes que no soy un teórico marxista, ni dedico mi tiempo a tejer y destejer sobre los análisis anteriores. Sólo tengo algunas percepciones que entrelazan la estructura teórica fundamental del marxismo, con la experiencia de la lucha social –limitada como ya he dicho-, y con la observación de los procesos históricos y los actuales cambios sociales. Disculpen ustedes las inexactitudes de un lenguaje que no se ha perfilado en el debate académico.

Sobre la relación entre la “construcción teórica” y la lucha política, van, pues, estas observaciones.

-Nadie explicó como Marx la dependencia de la posibilidad del análisis teórico con la lucha de clases. Las “relaciones de producción” y el grado de “conciencia social”.

Nadie como Lenin sabía de la relación entre la praxis –la lucha revolucionaria y la realidad. Entre las posibilidades del nacimiento y del desarrollo de una lucha revolucionaria, y las condiciones coyunturales en las que se ha producido la “toma del poder” y su evolución posterior. La NEP expresó, en su momento, ésta percepción de Lenin.

Nadie como Rosa Luxemburgo aprendió en la lucha, en su condición de mujer militante revolucionaria, de la derrota y del sufrimiento.

Volviendo a nuestro tiempo, no es Chávez quien asume y divulga teorías ajenas, sino quien absorbe por todos poros la praxis revolucionaria colectiva del pueblo de Venezuela, de los pueblos de América Latina, en proporciones que no están al alcance de ningún teórico de la revolución.

Es Chávez quien aprende sobre la revolución de nuestro tiempo, en la lucha política variable, en su posición de “luchador-observador”. La experiencia de la lucha del pueblo venezolano le permite al presidente aprender y transmitir algunas cosas sobre la revolución, y el socialismo que se está construyendo en el siglo XXI.

Es Chávez –sintetizando una experiencia colectiva- quien formula, es Chávez quien construye. Él es, también, quien se equivoca, cambia de rumbo y reanuda la marcha.

Las capacidades y conocimientos personales de teoría y praxis revolucionaria, sólo se transforman en fuerza y experiencia colectivas en la lucha social.

Es la modestia, la capacidad de ser “pueblo de Venezuela” como tantos millones, la que ha convertido a Chávez en un revolucionario que ya tiene un lugar en la historia grande y está haciendo realidad la Patria Grande.

Un diálogo con Roque Dalton y Lenin, desde el siglo XXI

Un diálogo con Roque Dalton y Lenin, desde el siglo XXI

x Néstor Kohan – La Haine

[Prólogo a Un libro rojo para Lenin] :: Hace cuatro décadas Roque Dalton apeló al viejo militante salvadoreño Miguel Mármol para desenterrar y desempolvar una historia de rebeldía olvidada. No reconstruyó su testimonio sobre la insurrección salvadoreña de 1932 para ganar una beca ni para coronar una tesis universitaria.

La historia en ayuda de las futuras rebeldías

Con ayuda de Mármol (sobreviviente de aquella insurrección a pesar de haber sido fusilado), Roque fue en busca del pasado para así iluminar el presente y cargarlo de energía. De esta manera pretendía conjurar los fantasmas del quietismo, el “realismo”, el culto de “lo posible” y la impotencia política que levanta altares paganos a la sempiterna “correlación de fuerzas objetivas”.

Atravesados por esa misma inquietud espiritual y con intenciones análogas hoy recurrimos al revolucionario y poeta Roque Dalton para pedirle socorro, inspiración, consejo y guía. Ahora le toca a él dar testimonio, aportar experiencias, reflexiones, pensamientos y sugerencias políticas, para así ayudar a una nueva generación a salir del impasse político y el desconcierto ideológico en que nos sumergió el neoliberalismo.

Lenin y el poder

Después de las derrotas insurgentes de los “60 y los genocidios militares de los “70, de la socialdemocratización y el posmodernismo de los “80, del desprecio de fundaciones y ONGs por el marxismo revolucionario y la cooptación desfachatada de los “90, Roque nos ofrece nuevamente la fruta prohibida. “Es conveniente leer a Lenin”, nos sugiere, “actividad tan poco común en extensos sectores de revolucionarios contemporáneos”.

Pero su consejo para las nuevas generaciones de militantes no queda detenido allí. Burlón, incisivo, irónico y mordaz, Dalton pone el dedo en la llaga. Luego de los relatos posmodernos y de aquellas tristes ilusiones que pretendían “cambiar el mundo sin tomar el poder”, Roque nos provoca: “Cuando usted tenga el ejemplo de la primera revolución socialista hecha por la «vía pacífica», le ruego que me llame por teléfono. Si no me encuentra en casa, me deja un recado urgente con mi hijo menor, que para entonces ya sabrá mucho de problemas políticos”.

A contramano de modas académicas y mercantiles, cruzando las fronteras tanto de la vieja izquierda eurocéntrica como de los equívocos seudolibertarios y falsamente horizontalistas de las ONGs, la propuesta radical de Roque Dalton acude presurosa a llenar un vacío. Su relectura de Lenin nos permite responder los interrogantes que a nuestro paso nos presenta la esfinge.

Roque focaliza la mirada crítica y la reflexión teórica en el problema fundamental del poder, desafío aún irresuelto en los procesos políticos contemporáneos de nuestra América. Tras varias décadas de eludir, ocultar o silenciar ese nudo problemático de todo pensamiento radical, recuperar la perspectiva antiimperialista y anticapitalista de Roque puede ser de gran ayuda para someter a crítica las mistificaciones y atajos reformistas del posmodernismo, disfrazados con jerga aparentemente sólo aparentemente libertaria.

La redacción de este libro

El puntapié inicial para la redacción de Un libro rojo para Lenin, obra iconoclasta y provocadora, responde a una invitación de un reconocido intelectual cubano, el poeta Roberto Fernández Retamar, director de Casa de las Américas. En 1970, al cumplirse 100 años del nacimiento de Lenin, Fernández Retamar convoca a varios poetas a escribir sobre él. De los muchos trabajos seleccionados, se eligen dos, uno de Roque y otro del intelectual haitiano René Depestre.

Esa puntada inicial, redactada en La Habana, se fue entretejiendo posteriormente con múltiples materiales que Dalton va acumulando para su investigación sobre la obra del principal teórico de la filosofía de la praxis según lo definiera Antonio Gramsci.

Aquella primera redacción acerca de Lenin se termina de completar recién tres años más tarde, en julio de 1973, en Hanoi, Vietnam del norte. El libro nace entonces en La Habana y concluye en Vietnam. Un itinerario geográfico que es también político, índice expresivo de lo que Roque concibe como actualidad del leninismo.

El propio autor aclara al final del último poema de su libro, el “Ensayo de himno para la izquierda leninista”, que su texto queda, adrede, inconcluso. Lo concibe como una obra abierta a los avatares de la revolución latinoamericana y a las nuevas lecturas que eventualmente se derivarán sobre Lenin en el futuro (su aclaración textual dice: “Poema inconcluso-mientras viva el autor”). Después de su irracional y cobarde asesinato, ocurrido en 1975, la obra permanece como él la concibió, abierta.

Una reflexión de madurez

Dentro del arco de variación de su propia obra ensayística y política, Un libro rojo para Lenin constituye un texto de madurez.

Una vez que culmina, en 1965, su primera investigación sociológica y política en forma de libro monográfico sobre la historia de El Salvador, Roque comienza su tarea de maduración ideológica y radicalización política. Intentando trazar un puente directo entre Farabundo Martí y la estrategia fidelista-guevarista continental, el poeta aprovecha su estadía en Praga durante 1966 para husmear y reconstruir los testimonios orales de Miguel Mármol sobre la insurrección comunista de 1932.

Esos testimonios fueron recogidos en extensas entrevistas en forma manuscrita, sin grabador a lo largo de tres semanas de mayo y junio de 1966. Fruto de esa rigurosa y obsesiva tarea saldrá el texto sobre la insurrección de 1932 y la masacre que la aplastó a sangre y fuego. De ese trabajo se publicaron fragmentos por primera vez, en enero de 1971, en el Nº 48 de la revista cubana Pensamiento Crítico con el título “Miguel Mármol: El Salvador 1930-1932”. Más tarde, ya muerto Roque, se publicó el libro completo en forma póstuma. Fue en 1983. El volumen llevaba por título Miguel Mármol. Los sucesos de 1932 en El Salvador y fue editado por Casa de las Américas.

En una etapa posterior de este trabajo intelectual y ensayístico, Roque se mete hasta las orejas en los debates políticos abiertos por Regis Debray en la segunda mitad de los años “60. De allí saldrá el libro polémico Revolución en la revolución y la crítica de derecha, donde el salvadoreño realiza su propio balance crítico sobre las absolutizaciones y unilateralidades de Debray, mientras al mismo tiempo ajusta cuentas con lo que denomina “la derecha del movimiento comunista latinoamericano” que por entonces arremetía contra Debray como una vía indirecta, menos comprometida y con menor costo político, para atacar a Fidel y al Che e impugnar a la Revolución Cubana.

De modo que Un libro rojo para Lenin no es una obra juvenil, producto de alguien entusiasmado y con voluntad, pero inexperto y recién llegado. Por el contrario, en la trayectoria biográfica e ideológica de Roque Dalton constituye la coronación de una prolongada búsqueda teórica (siempre nutrida y entrecruzada con experimentaciones poéticas y militancia política) que comienza investigando la propia historia insurreccional de El Salvador en los años “30 y continúa más tarde con la polémica sobre la estrategia de la lucha armada en América Latina de los “60.

Su lectura-diálogo-collage sobre Lenin conforma entonces el punto maduro de llegada de esas indagaciones previas y el paso necesario que Roque emprende como plataforma ideológica de su incorporación activa a la lucha armada en su propio país.

El estilo de Roque: la ironía como arma

Al entablar una batalla ideológica de largo aliento contra todo un abanico de reformismos Roque logra conjugar un contenido revolucionario con una forma de expresión que violenta las cristalizaciones habituales del discurso de izquierda. Su estilo disruptivo, heterodoxo, iconoclasta, no es ajeno al contenido que pretende transmitir.

No tiene sentido congelar una forma de expresión ni atarse a un solo género si se pretende transmitir un mensaje rebelde que rompa con los clichés y lugares comunes que impidieron durante décadas aprovechar y utilizar el inmenso arsenal teórico proporcionado por Lenin. Las rebeldías deberían estar, entonces, en ambos polos de la ecuación, en la forma y en el contenido, no sólo en este último. De este modo, Roque lleva a la práctica en su escritura ensayística los recursos que ya había empleado en su poesía. La cultura revolucionaria se vuelve más eficaz y adquiere mayor poder de fuego (y de convencimiento) cuanto más irónica y mordaz.

Esa ironía, tan propia y característica de su escritura, le ayuda también a reirse, o al menos, a perderle el respeto a los géneros discursivos tradicionales. En ese sentido reaparece una y otra vez, en cada página de su libro, una pregunta que no por tácita resulta menos operante: ¿por qué la polémica ideológica no puede ser poética? ¿por qué una obra poética debe renunciar a su proyección ideológico política?. Al saltar por sobre los géneros Roque combina poemas, relatos, anécdotas y hasta documentos históricos con las instrucciones de Lenin para realizar un sabotaje, emplear una molotov, asaltar una comisaría, construir un ejército revolucionario. En su conjunto, la obra constituye un inmenso collage en el que se integran materiales ensayísticos, biográficos, documentales, poéticos y pedagógicos.

Dentro de ese collage, en la aproximación a Lenin y en la crítica del reformismo que pretendió manipularlo, deformarlo o directamente rechazarlo, intervienen numerosas voces con las que él acuerda y polemiza.

Roque lo fue construyendo como un diálogo inacabado. En sus páginas aparecen también sus oponentes, personajes inventados que, desde el horizonte de la vieja izquierda metropolitana y eurocéntrica, intentan poner en duda la lectura leninista que, en clave latinoamericana, su autor nos propone.

Si bien es innegable que los personajes del diálogo-collage son múltiples, también es evidente que ese elenco numeroso cuenta con dos protagonistas centrales e inequívocos: Lenin y Roque, Roque y Lenin. Ambos miembros activos de nuestra cofradía antiimperialista y anticapitalista. Hacerlos hablar significa incorporarlos al juego, involucrarlos en la resolución de nuestros desafíos políticos actuales y nuestros interrogantes abiertos. Leer el libro implica, entonces, participar en el diálogo.

Pero el collage de Roque no es posmoderno, pues su propuesta de lectura-escritura tiene ejes y contornos netamente definidos, habitualmente despreciados y vilipendiados por el llamado “pensamiento débil”. En primer lugar, la historia, especialmente la de América Latina, aunque también la de otras revoluciones antiimperialistas y anticapitalistas del mundo subdesarrollado. En segundo lugar, la ideología. En tercer lugar, el sujeto y, finalmente, en cuarto pero no en último lugar, la revolución. El collage de Dalton, repleto de retazos polifónicos, no tiene entonces nada que ver con la fragmentación entrecortada de un videoclip posmoderno, donde las partes coexisten yuxtapuestas sin un sentido articulador que las ordene y les otorgue una dirección.

En esa articulación de historia, ideología, sujeto y revolución, el relato no corre únicamente por cuenta de Roque. Junto al suyo, se oyen también otros discursos, permaneciendo el collage abierto y expresamente inconcluso como la misma revolución continental y la propia historia del marxismo latinoamericano en los cuales este libro se inserta.

La forma collage y el traspaso permanente de género en género no son las únicas notas definitorias de esta escritura. Al mismo tiempo debemos registrar su humor, no como algo aleatorio o coyuntural, sino como un registro fundamental de toda la obra y visión de la vida de Roque Dalton.

El humor de Roque, por ejemplo, intercala sin ningún tipo de advertencia al lector, en medio de una rigurosa explicación de nuestro común amigo y compañero, el cubano Fernando Martínez Heredia sobre el marxismo ruso, los terroristas populistas, Plejanov y el joven Lenin, la frase de la canción de Carlos Puebla: “pero entonces llegó el comandante y mandó a parar”.

Una irrupción sin aviso que desconcierta al lector y, como aquella viejas técnicas teatrales que utilizaba Bertolt Brecht en su dramaturgia, despiertan al espectador y lo zarandean para que tome distancia del relato y así avance críticamente en la conciencia. O también, aquella referencia a Gramsci y a su vínculo con la Internacional Comunista de su obra Un libro levemente odioso donde Roque, en lugar de escribir 275 páginas repletas de notas al pie y documentos de archivo, resume su explicación con frases de… ¡un bolero!: “¿Qué le dijo el movimiento comunista internacional a Gramsci? No tengo edad, no tengo edaaaad para amarte…”.

El humor de Roque se convierte así en una herramienta desacralizadora, un modo permanente de acercarse al marxismo y en particular a Lenin evitando toda momificación, alivianando hasta corroer y disolver el peso del bronce que durante décadas aplastó su mensaje rebelde.

En medio de la risa y la ironía, Roque nos invita a pensar en voz alta, a reflexionar codo a codo y fraternalmente entre compañeros, manteniendo al mismo tiempo una ácida y agria polémica con los enemigos burgueses.

¿Lenin? ¿Cuál?

Después de investigar sobre la historia remota de El Salvador, de reconstruir la insurrección comunista de 1932 y de ajustar cuentas con todo el affaire Debray, Roque se vuelca a Lenin. No es casual. Los sectores más afines a la Unión Soviética y al llamado “tránsito pacífico” al socialismo invocaban su figura -con no poco cinismo-como antídoto frente a todos los “izquierdismos”, principalmente el del Che Guevara y sus seguidores latinoamericanos.

¿Cuál es el Lenin que aquí nos acerca Roque? Pues el Lenin del trabajo clandestino, el de la insurrección, el de la revolución y el de la lucha por el poder. En esta elección no hay arbitrariedad alguna sino una perspectiva político-ideológica inequívoca. El gran presupuesto de Roque se asienta en una cosmovisión que concibe al marxismo de manera viva, inflamable, como una teoría de la rebelión y no como una doctrina académica muerta asentada en una recopilación de citas “sagradas” tranquilizadoras. Según Roque “nos interesa muchísimo más el Lenin de la toma de Petrogrado y el Lenin que nos llega a través del Che Guevara y el general Giap, que el lenin (genial, sin duda) de la NEP o el Lenin que nos llega a través del informe sobre los éxitos de la última cosecha de trigo en Ucrania”.

La aproximación al máximo dirigente de la Revolución Rusa está dada por la historia, la del propio Lenin y la de sus lectores actuales, con problemas diversos a los de 1917 pero para los cuales el acudir al pensamiento del gran bolchevique puede resultar sumamente útil y provocador. De allí que Dalton, sucinto y económico, defina de la siguiente manera: “El leninismo es un complejo resultante de la historia, no una impenetrable bola de acero”.

En esa aproximación a Lenin, que no por ser activa y en perspectiva deja de ser objetiva, no por tomar partido deja de ser rigurosa y estricta, no por elegir un perfil de abordaje deja de tomar en cuenta los documentos y la investigación historiográfica, Roque Dalton aclara a cada paso desde donde habla y contra quien escribe. Sus interlocutores polémicos están abiertamente mentados en el poema “Contra quien es este libro”. Además de oportunistas, allí los clasifica una vez más, irónicamente como “full backs de la burguesía”, aquellos que acusan de “blanquismo” a la naturaleza y a la historia o creen que la gran obra de Marx consiste en haber prevenido a la clase obrera contra el revolucionarismo excesivo.

Si está claro con quien es la polémica, también son nítidas las acusaciones que Roque pretende contestar. Están enumeradas en el poema titulado “En la polémica nos dicen”. Esto es: anarquistas, bandoleros, extremistas, terroristas, antisociales…

Si hubiera que resumir en una sola categoría de la historia política del movimiento socialista todos esos insultos, ese concepto sería el de “blanquismo”, referencia despectiva que remite al líder conspirador francés del siglo XIX Auguste Blanqui.

Roque se propone rescatar a Lenin (y con él a todo el marxismo revolucionario que no sirve de pasto de consumo académico) de las acusaciones de “blanquismo”, pero también de otras que suelen acompañarlo: “aventurerismo”, “putshchismo”, “romanticismo”, “jacobinismo” y “babuvismo” (referencia despectiva que remite a Graco Babeuf). Todos estos epítetos, acuñados por la socialdemocracia de fines del siglo XIX y empleados por el stalinismo prosoviético durante la década de 1960 para insultar al Che, a Fidel y a los jóvenes revolucionarios que seguían a Cuba fueron reflotados durante la década de 1980 y 1990 ya muerto Roque, por ex comunistas, arrepentidos, y socialdemócratas subsidiados por fundaciones alemanas o norteamericanas.

Tanto en 1890, en 1967 como en 1980-1990 el objetivo de su uso ha sido el mismo: rechazar a cualquiera que se proponga ir más allá de los límites y protestas permitidas por el sistema de dominación capitalista. Demonizar a quien quiera sacar los pies del plato.

Toda la polémica ideológica entablada por Roque Dalton se propone precisamente defender la legitimidad política del pensamiento revolucionario latinoamericano y hacer jugar a Lenin en esa disputa, no como dogmático censor que reta con el dedo autoritario en alto a los jóvenes izquierdistas sino como ácido impugnador del reformismo, la enfermedad senil del comunismo y de los “nuevos” movimientos sociales.

El Lenin que nos aproxima Roque, a través de discursos históricos, artículos o testimonios de investigadores, es el del revolucionario que propone a los jóvenes fabricar molotov, organizar células clandestinas de combate callejero; el que recomienda pensar mejor qué hacer frente a las elecciones antes de participar en ellas con los ojos cerrados y bajo cualquier circunstancia; el que enseña el camino de la lucha frontal y armada contra los organismos de inteligencia y represión…

¡Pero Lenin, el más grande de todos, no está solo en este libro!. Lo acompañan el Che Guevara, Fidel Castro, el general vietnamita Giap (que se cansó de derrotar y humillar a varios ejércitos del imperialismo japonés, francés, yanqui…), Ho Chi Minh, Antonio Gramsci, György Lukács. Y obviamente no podía faltar el diablo…

Roque, Lenin y el diablo

Sí, en Un libro rojo para Lenin aparece León Trotsky. Roque extracta y reproduce fragmentos de su célebre Historia de la revolución rusa (el mismo libro que Ernesto Guevara se llevó para leer, extractar y anotar en Bolivia en 1966). Aquella voluminosa obra en la cual el fundador del Ejército Rojo bolchevique subraya las fuertes deudas que el marxismo revolucionario mantiene con Blanqui, sin obviar las diferencias recíprocas.

Hoy en día, en el siglo XXI, resultan más que útiles, seductores y sugerentes estos fragmentos de Trotsky sobre la violencia revolucionaria y el arte de la insurrección, inteligentemente extraídos e incorporados por Roque. Sirven sobremanera para compararlos con la obsesión pretendidamente “antifoquista” (en realidad espontaneísta y reformista) de Nahuel Moreno [Hugo Miguel Bressano] y algunos otros dirigentes trotskistas latinoamericanos menos conocidos que han terminado convirtiendo a Trotsky en un vulgar apologista de la participación electoral a toda costa y a cómo dé lugar.

Aunque el blanco predilecto de Roque Dalton es, principalmente, la seudo ortodoxia oportunista de los soviéticos y el reformismo stalinista por ejemplo de Victorio Codovilla y Rodolfo Ghioldi, dos dirigentes del PC argentino a quienes cuestiona en su otro libro Revolución en la revolución y la crítica de derecha, el radio de alcance de sus polémicas llega más allá de ese espacio restringido. La lúcida reconstrucción de Roque Dalton deja bien en claro que León Trotsky se sentiría mucho más a gusto en compañía de los guevaristas latinoamericanos, “izquierdistas” y “románticos”, que con las instituciones burguesas y las elecciones parlamentarias a las que tristemente lo han querido maniatar durante las últimas décadas en algunos de nuestros países.

¿Qué adopta Roque de Trotsky? Pues aquello según lo cual lo más difícil de resolver en una situación revolucionaria es el problema del sujeto colectivo y el papel activo de los revolucionarios. En ese contexto, entre las principales trabas a remover, Trotsky identifica a la maquinaria institucional y sus habituales acusaciones de “blanquismo” utilizadas por la propaganda reformista para rechazar y demonizar a las corrientes de izquierda no institucionales o extraparlamentarias.

En ese sentido, a Roque Dalton le llamó poderosamente la atención la forma en que el creador del Ejército Rojo bolchevique define al “blanquismo”. Según el autor de Historia de la revolución rusa, reproducido por Dalton, por blanquismo debe entenderse, no una desviación elitista, militarista o conspiradora del socialismo sino, por el contrario, “la esencia revolucionaria del pensamiento marxista”. No es casual que Roque se haya detenido en este párrafo de Trotsky, ya que en América Latina las corrientes más moderadas del movimiento comunista emplearon el término de “blanquismo” para descalificar a Fidel, al Che y a toda la nueva izquierda revolucinaria.

Al poner en discusión la visión falsamente apologética de Lenin, que lo convertía en una momia de mausoleo más preocupada por la “coexistencia pacífica” entre diversas potencias a nivel internacional y por la gobernabilidad interna de cada estado a nivel nacional, que en incentivar futuras rebeliones populares, Dalton también realiza un beneficio de inventario sobre la teoría del partido. “El partido de Lenin es un partido de combate”, afirma; “La mejor cuna del partido es el fuego”. Su misión no es garantizar la paz (de los poderosos y los cementerios) sino encaminar a la juventud y la clase trabajadora “para la toma del poder”.

No es casual que las diversas organizaciones de la izquierda salvadoreña, pocos años después de que Roque escribiera este libro, se encaminaran unidas en el Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional (FMLN) hacia el combate armado y la lucha revolucionaria por el poder. Justamente, hacia el final del volumen, Roque reproduce un fragmento periodístico que da cuenta de la actividad político militar de las FPL (Fuerzas Populares de Liberación Farabundo Martí, una de las principales expresiones que años después conformarían el FMLN). Marca de esta manera una línea de acción práctica en la política salvadoreña de aquellos días.

Lenin desde el marxismo latinoamericano

El poeta salvadoreño se propone, nada menos, que traducir a Lenin a nuestra lengua política, a nuestra idiosincrasia, a nuestra historia, insertándolo en lo más rebelde y radical de nuestras tradiciones revolucionarias. No es aleatorio que en su reconstrucción apele a otras experiencias de revoluciones en países del Tercer Mundo: la atrasada Rusia, la periférica China, Vietnam, Cuba, El Salvador…

El Lenin de Roque se viste de moreno, de indígena, de mujer combativa, de campesino, de cristiano revolucionario, de habitante de población, villa miseria, cantegril y favela, además de obrero industrial, moderno y urbano. La suya es una lectura ampliada de Lenin, pensada para que sea útil ya no exclusivamente en las grandes metrópolis del occidente europeo-norteamericano sino principalmente en el Tercer Mundo, única manera de mantenerlo vivo y al alcance de la mano en las rebeliones actuales de América latina.

Esa perspectiva permite comprender la dedicatoria del libro que aunque está cargada de afecto y admiración, implica también una definición política, ya que Roque lo dedica “A Fidel Castro, primer leninista latinoamericano, en el XX aniversario del asalto al Cuartel Moncada, inicio de la actualidad de la revolución en nuestro continente” [subrayado de R.D.]. Esa dedicatoria a Fidel retoma puntualmente la tesis central del libro de Lukács sobre Lenin [véase nuestro estudio preliminar a G.Lukács: Lenin, la coherencia de su pensamiento. La Habana, Ocean Sur, 2007].

Algunos de los problemas prioritarios que Un libro rojo… aborda tienen que ver con el carácter de la revolución latinoamericana y las vías (“tránsito pacífico”, confrontación directa, “no tomar el poder…”, etc). Pero el abanico de problemas no se detiene allí. Pretende ser más extenso.

Lectura sobre las lecturas

La obra de Roque tiene como objetivo fundamental pensar y repensar qué significa el leninismo para y desde América latina. Su reflexión merece ser balanceada y contrastada con algunas de las muchas aproximaciones análogas realizadas en nuestro continente.

En primer lugar, con el “leninismo” construido por Victorio Codovilla y Rodolfo Ghioldi, dos de los principales exponentes argentinos de la corriente latinoamericana prosoviética. Estos dos dirigentes comenzaron a ser hegemónicos dentro del Partido Comunista argentino (PCA) a partir de 1928, cuando ya hacía diez años que éste se había fundado. Alineados en forma férrea con la vertiente de Stalin en el Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS), Codovilla y Ghioldi pasaron a dirigir, de hecho, la sección sudamericana de la Internacional Comunista (IC).

Desde allí combatieron a José Carlos Mariátegui, difundieron sospechas sobre Julio Antonio Mella y criticaron duramente a todo el movimiento político-cultural de la Reforma Universitaria nacido en Córdoba. Cuarenta años más tarde, durante los años “60, Codovilla y Ghioldi volvieron a repetir la misma actitud de aquellos años “20, rechazando y combatiendo la nueva herejía que emanaba entonces de las barbas de Cuba.

Desde ese ángulo, construyeron una pretendida “ortodoxia” leninista desde la cual persiguieron a cuanto “heterodoxo” se cruzara por delante. Lenin, en este registro stalinista rudimentario se convierte en un recetario de fórmulas rígidas, propiciadoras del “frente popular”, la alianza de clases con la llamada “burguesía nacional” y la separación de la revolución en rígidas etapas. Además, desde los años “50 en adelante, el “leninismo” de Codovilla y Ghioldi se fue convirtiendo en sinónimo de “tránsito pacífico” al socialismo y oposición a toda lucha armada (a pesar de que Ghioldi había participado en 1935 en la insurrección fallida encabezada por Luis Carlos Prestes en Brasil).

Todo el emprendimiento de Roque Dalton en Un libro rojo para Lenin constituye una crítica frontal y radical, punto por punto, parte por parte, de esta versión de “leninismo” divulgada y custodiada en nuestras tierras por Codovilla y Ghioldi.

En segundo lugar, en América Latina el líder del Partido Comunista uruguayo (PCU) Rodney Arismendi elaboró en Lenin, la revolución y América Latina una versión más refinada y meditada de “leninismo”. La suya fue una lectura más sutil, inteligente y no tan vulgar como la de Codovilla y Ghioldi lo que le permitió cierto diálogo con la vertiente guevarista como el mismo Roque reconoce en su otro libro Revolución en la revolución y la crítica de derecha, aunque el dirigente uruguayo compartiera en términos generales el mismo paradigma político que los dos dirigentes de Argentina.

La apropiación latinoamericana de Lenin que encara Arismendi quien había realizado años atrás una aguda crítica del populismo de Haya de la Torre, sin dejar de seguir a la línea soviética, al mismo tiempo abre el diálogo frente a la Revolución Cubana. En el libro de Arismendi sobre Lenin, ese difícil y complejo cruce conciliador entre la antigua corriente de los PCs prosoviéticos y la nueva corriente revolucionaria, de inspiración fidelista-guevarista, se expresa ya desde su misma dedicatoria, donde se entremezcla el recuerdo de “los fundadores y militantes del movimiento comunista de América Latina” con la invocación “A Fidel Castro y sus compañeros, entre ellos el inmortal Guevara, que llevaron al triunfo la primera revolución socialista del continente”.

A diferencia de Codovilla y Ghioldi que, en nombre de Lenin, fueron ardientes opositores de la estrategia cubana para América Latina (cuando Ghioldi escribe No puede haber «revolución en la revolución» contra Regis Debray, en realidad arremete políticamente contra Fidel y el Che sin nombrarlos), Arismendi intenta integrar la perspectiva continental de la lucha armada con la estrategia de los PC de “vía pacífica”. La solución de Arismendi, a mitad de caminos de dos estrategias diversas e incompatibles, conserva muchos de los lugares comunes como la crítica al “blanquismo” de la corriente prosoviética, pero lo hace de una forma original, sin seguir al pie de la letra los manuales soviéticos.

No es casual que Arismendi haya sido uno de los pocos o quizás el único dirigente de un PC tradicional que participa de la Conferencia de la Organización Latinoamericana de Solidaridad (OLAS) reunida en La Habana en 1967.

En tercer lugar, y ya bajo directamente la estrella de la Revolución Cubana, la pedagoga chilena Marta Harnecker intentará una nueva aproximación a Lenin desde América Latina. Lo hará desde la óptica política y epistemológica althusseriana, ya que Marta ha sido durante años una de las principales alumnas y difusoras del pensamiento de Louis Althusser en idioma castellano y en tierras latinoamericanas.

Ese intento de lectura se cristalizará en la obra La revolución social (Lenin y América Latina), de algún modo deudora de obras previas como Táctica y estrategia; Enemigos, aliados y frente político así como de la más famosa de todas Los conceptos elementales del materialismo histórico. La obra pedagógica de Harnecker, mucho más apegada a Lenin que los anteriores intentos etapistas de Codovilla, Ghioldi o Arismendi, tiene un grado de sistematicidad mucho mayor que la de Roque Dalton. Sin embargo, por momentos los esquemas construidos por Marta rinden un tributo desmedido a situaciones de hecho, coyunturales.

Por eso sus libros teóricos van de algún modo “acompañando” los procesos políticos latinoamericanos. Así, perspectivas políticas determinadas se convierten, por momentos, en “modelos” casi universales: lucha guerrillera como en Cuba en los “60; lucha institucional y poder local como en Brasil y Uruguay en los “80 y “90; procesos de cambios radicales a través del ejército como en Venezuela desde el 2000. El libro de Roque, sin duda menos sistemático y con menor cantidad de referencias y citas bibliográficas de los escritos de Lenin que estos manuales, posee sin embargo una mayor aproximación al núcleo fundamental del Lenin pensador de la revolución anticapitalista. La menor sistematicidad es compensada con una mayor frescura y, probablemente, con una mayor amplitud de perspectiva de pensamiento político.

En cuarto lugar, debemos recordar la operación de desmontaje que desde comienzos de los años “80 pretendieron realizar los argentinos Juan Carlos Portantiero, José Aricó (ambos, por entonces, exiliados en México) y Ernesto Laclau (residente, por libre voluntad, en la Academia británica), entre otros. Toda su relectura de Gramsci en clave explícita y expresamente antileninista, constituye un sutil intento de fundamentar su pasaje y conversión de antiguas posiciones radicalizadas a posiciones moderadas (esta referencia vale para Portantiero y Aricó, no así para Laclau, quien nunca militó en la izquierda radical sino en la denominada “izquierda nacional”, apoyabrazos progresista del populismo peronista).

Concretamente, el ataque a Lenin (acusado de “blanquista”, “jacobino” y “estatalista”) y la manipulación de Gramsci (resignificado desde el eurocomunismo italiano y el posmodernismo francés) cumplen en los ensayos de Portantiero, Aricó y Laclau el atajo directo para legitimar con bombos y platillos “académicos” su ingreso alegre a la socialdemocracia, tras la renuncia a toda perspectiva anticapitalista y anticapitalista. No podían realizar ese tránsito sin ajustar cuentas con la obra indomesticable de Lenin, hueso duro de roer, incluso para los académicos más hábiles en desvirtuar y fagocitar a los pensadores rebeldes.

El libro de Roque, pensado para discutir con el reformismo y el oportunismo de “la derecha del movimiento comunista latinoamericano”, está repleto de argumentos que incluso les quedan grandes a las apologías parlamentaristas y reformistas de estos tres pensadores de la socialdemocracia.

En quinto lugar, no podemos obviar el reciente intento de John Holloway y sus seguidores latinoamericanos por responsabilizar a Lenin de todos los males y vicios habidos y por haber: sustitucionismo, verticalismo, autoritarismo, estatalismo, etc., etc., etc. La “novedad’ que inaugura el planteo de Holloway consiste en que realiza el ataque contra las posiciones radicales que se derivan de Lenin con puntos de vista reformistas pero…, a diferencia de los antiguos stalinistas prosoviéticos o de los socialdemócratas, él lo hace con lenguaje supuestamente de izquierda.

La jerga pretendidamente libertaria encubre en Holloway un reformismo poco disimulado y una impotencia política mal digerida o no elaborada (extraída de un esquema académico demasiado abstracto de la experiencia neozapatista, caprichosamente despojada de toda perspectiva histórica o de toda referencia a las luchas campesinas del zapatismo de principios del siglo XX, que poco o nada interesan a Holloway).

Toda la crítica de Roque Dalton golpea contra este tipo de planteos académicos al estilo de Holloway, aunque por vía indirecta, ya que al redactar su polémico collage Roque pretendía cuestionar posiciones más ingenuas, menos sutiles y, si se quiere, más transparentes en sus objetivos políticos. Finalmente, a la hora de parangonar la lectura de Roque con otras lecturas latinoamericanas sobre Lenin, nos topamos con el reciente estudio de Atilio Borón. Este autor acude al ¿Qué hacer?, para analizarlo, interrogarlo y reivindicarlo desde la América Latina contemporánea.

No es casual que, como Roque Dalton, Borón llegue a una conclusión análoga cuando señala a Fidel Castro como uno de los grandes dirigentes políticos que han comprendido a fondo a Lenin. Particularmente, hace referencia a la importancia atribuida por Lenin a la teoría revolucionaria y a la conciencia y lo parangona con el lugar privilegiado que ocupa la “batalla de las ideas” en el pensamiento de Fidel.

Después de la rebelión popular argentina de diciembre de 2001, Borón analiza las tesis del ¿Qué hacer? y las emplea para polemizar con el “espontaneísmo”, sobre todo de John Holloway, quien de hecho clasifica a Lenin como un vulgar estatista autoritario. También polemiza con la noción deshilachada y difusa de “multitud’ de Toni Negri, quien cree, erróneamente, que toda organización partidaria de las clases subalternas termina subordinando los movimientos sociales bajo el reinado del Estado. Crítico de ambas interpretaciones la de Holloway y la de Negri, Borón sostiene que gran parte de las revueltas populares de comienzos del siglo XXI han sido “vigorosas pero ineficaces”, ya que no lograron, como en el caso argentino, instaurar un gobierno radicalmente distinto a los anteriores ni construir un sujeto político, anticapitalista y antiimperialista, perdurable en el tiempo.

En este tipo de lecturas, el leninismo de Borón mantiene una fuerte deuda con las hipótesis históricas del dirigente comunista uruguayo Arismendi, a quien cita explícitamente, aunque en el caso del argentino esas conclusiones a favor de un comunismo democrático estén completamente despojadas de todo vínculo con el stalinismo.

De la misma forma que el salvadoreño, en su trabajo sobre Lenin el argentino cuestiona “las monumentales estupideces pergeñadas por los ideólogos soviéticos y sus principales divulgadores”. Si bien Borón y Dalton se esfuerzan por delimitar la reflexión de Lenin de aquello en lo que derivó posteriormente en stalinismo, depositan sus miradas en aristas algo disímiles. Por ejemplo, mientras Borón critica siguiendo a Marcel Liebman la “actitud sumamente sectaria” de Lenin durante el período 1908-1912, Roque defiende aquellos escritos de Lenin, duros, inflexibles, propiciadores de la clandestinidad, del “partido obrero de combate” e incluso de la guerrilla.

Las reflexiones de Un libro rojo para Lenin tienen, evidentemente, vasos comunicantes con todas estas otras iniciativas intelectuales elaboradas en América Latina pero contienen, además, una densidad específica y propia. Con preocupaciones similares a todos estos abordajes, con los cuales polemiza o dialoga, el poeta salvadoreño le agrega a Lenin un atractivo extra, un “plus” picante y difícil de aferrar. El Lenin que él nos acerca se desmarca del manual, del slogan, del paper académico, del esquema sea el que sea o de la cita de partido para volverse uno más de nosotros, una persona viva y militante, de carne y hueso, al alcance cotidiano de la mano.

Pensar más allá del progresismo y actuar más allá de la institucionalidad

La propuesta política de Roque, atravesada, sí, por las esperanzas ardientes de los años 60 e inflamada, también, por el huracán continental que generó en sus primeros años la Revolución Cubana, posee, sin embargo, una impactante actualidad. Si bien es cierto que el “espíritu de época” del cual se nutre Roque al escribir no es exactamente el nuestro, también es verdad que su libro-collage pone sobre la mesa, casi brutalmente, un problema que permanece todavía irresuelto. ¿Cómo pensar en América Latina los cambios radicales más allá de la institucionalidad sin abandonar, al mismo tiempo, la organicidad revolucionaria anticapitalista?

Es decir, ¿cómo volver a colocar en el centro de las discusiones, los proyectos y las estrategias revolucionarias latinoamericanas del siglo XXI el problema del poder, abandonado, eludido o incluso negado durante un cuarto de siglo de hegemonía ideológica reformista o neoliberal? Para obligarnos a pensar en estos problemas, a tocar el fuego con las manos, Roque provoca, molesta, incomoda. Se ríe y burla de los acomodaticios. Se mofa de las burocracias partidarias. Se toma en solfa la adustez engolada de los discursos académicos que citan mucho para no decir nada.

El libro de Roque también sirve para pensar las derrotas de las revoluciones latinoamericanas desde la izquierda, sin hacer tabla rasa con el pasado de lucha (como nos han propuesto a lo largo de estos años tantos conversos y arrepentidos, convertidos súbitamente en funcionarios de traje, reloj caro y corbata). Repleto de ironía, permite además hacer un balance meditado y reflexivo, rechazando el desarme político-ideológico que presupone la historiografía de “tierra arrasada”, tan en boga durante los años “80 y “90, donde se culpaba a la izquierda revolucionaria por los golpes de estado, las desapariciones de personas, la inestabilidad política de la región, etc., etc.

Además de todos estos aportes, que no son pocos, el libro de Roque nos puede permitir ensayar un balance crítico de las experiencias fallidas o truncas de los reformismos capitalistas “con rostro humano”, luego de la denominada “transición a la democracia” de los “80, superado ya el neoliberalismo de los años “90 y después del gatopardismo “progresista” que se despliega a partir del año 2000.

Roque Dalton, Lenin y el socialismo del siglo XXI

Por todo esto creemos no equivocarnos al afirmar que el ensayo-collage-poema inconcluso Un libro rojo para Lenin, heredero de Mariátegui y del Che, dedicado a Fidel Castro y dirigido a las nuevas generaciones de militantes por el socialismo, constituye uno de los principales clásicos del marxismo latinoamericano. Debería estudiarse en todas nuestras escuelas de formación política.

Su lectura no puede ni debe ser pasiva. Sumergirse en sus poemas irónicos, en sus textos teóricos, en sus documentos políticos, implica hacer hablar a Roque y a los interlocutores que él eligió para, acompañando a Lenin, construir su obra abierta y polifónica.

Insertado en lo más rico y original del pensamiento rebelde latinoamericano, este texto constituye una invitación exquisita para dialogar en voz alta con Lenin y Roque Dalton, dos personalidades queridas y entrañables. Ese diálogo debe apuntar a aprender de los errores y aciertos del siglo XX y a pensar el significado del socialismo revolucionario del siglo XXI, nuestro próximo horizonte.

Buenos Aires, marzo de 2007

Al fondo de la zapatería, estaba la escuela política clandestina…

Al fondo de la zapatería, estaba la escuela política clandestina…

Entrevista con Julio Mendoza

SAN SALVADOR; 18 de septiembre de 2007 (SIEP) “Yo me organice políticamente en el Partido Comunista en el año 1952, en febrero o marzo de ese año…eran tiempos duros…han pasado 55 años. MI pseudónimo era Leonel, me conocían como Leonel.” nos explica Julio Mendoza, de 75 años y sobreviviente de las persecuciones de la dictadura militar de esa época.

“Me reclutaron un grupo de obreros zapateros, que eran muy versados en la teoría revolucionaria, en el marxismo-leninismo. Ellos tenían un taller de zapatería allá por San Esteban, por el Mercado, cerca del Parque. Era una buena zapatería, hacían muy buenos zapatos, bien confeccionados, calzado hecho a mano…”

“Pero nadie sabía, el enemigo no se imaginaba que al fondo de la zapatería funcionaba la escuelita política clandestina…ja, ja, ja, ja… Nosotros andábamos algo perdidos pero estos obreros nos ubicaron y nos capacitaron sobre nuestros intereses de clase.”

“Y nos incorporamos a esta agrupación que estaba dirigida por un profesor de nombre Julio López, quien fue después asesinado por la Policía Nacional. Era una célula del PCS. Todos ellos eran militantes. Había gente muy buena como Jorge Yan, con una gran capacidad, una orientación política profunda…” agrega.

“Fueron ellos quienes nos ayudaron y fuimos como niños dando los primeros pasitos en la teoría y la práctica revolucionaria, hasta llegar a manejar conceptos más profundos de la teoría marxista de esa época. Muchos de ellos tuvieron una muerte muy dura, muy cruel a manos de los aparatos represivos. Tanto Jorge López como Julio Martínez, otro zapatero, fueron vilmente torturados y asesinados.”

“Hay otros compañeros que me es difícil ahora recordarles pero con el tiempo Rigoberto, voy a darle una lista mayor porque merecen que se les recuerde, merecen tener un puesto en la historia de lucha de este pueblo salvadoreño…Y ya todos ellos ya fallecieron, asesinados o de viejos.”

“Me acuerdo que Raúl Castellanos Figueroa cuando andábamos en la calle y alcanzaba a ver que venían sobre nosotros gritaba: viene la policía nacional. Y explicaba que no venían para capturar sino para matar. En aquella época el estilo no era el de aventarlos muertos en la calle sino que los capturaban y los iban a tirar al río Lempa. Por eso era un momento de peligro porque el obrero que caía no se le volvía a ver.”

“Una vez en la Universidad, que quedaba en el centro, Roque Dalton nos dijo: compañeros, vamos a ver que hacemos para el desfilo bufo. Pero él ya tenía listo algo bien bonito, que ese hombre pasaba escribiendo y
escribiendo y nos hacia reír con sus chistes, que al día siguientes nosotros nos poníamos a reír de lo que él escribía y lo que se desvelaba pues era un hombre que vivía escribiendo, nosotros admirábamos tanto la cabeza de Roque Dalton al ver que en poco momento escribía cosas bellas
y al dia siguiente la gente se estaba muriendo de la risa, hasta los mismos enemigos políticos se reían de sus ocurrencias…”

“Este Roque era bien imaginativo, por ejemplo de él fue la idea de constituir el FUAR, Frente Unido de Acción Revolucionaria. Una noche de 1958 como a la una de la madrugada, porque nos desvelábamos platicando, él nos dijo: vamos a buscar unas siglas, unas letras, porque aquí están los que han de formar el primer grupo revolucionario y vamos a empujarle duro. F, U, A, R. Esas fueron las letras de Roque Dalton. El fue propiamente quien ideó y dio estas palabras, para mí él merece mucho respeto por su aporte a la lucha revolucionaria.”

“El FUAR estaba constituido por obreros, carpinteros, zapateros, albañiles, alguno que otro intelectual, que por cierto merecen respeto y hay que mencionarlos, aunque ahorita no me recuerdo de los nombres. Pero…este, éramos puros obreros. Cada uno tenía un trabajo que hacer, una tarea asignada, este hacer propaganda, este otro organizar, otro platicarle a la gente del movimiento, de lo que teníamos que hacer para empujarlo adelante, que costó mucho trabajo por cierto. Los grupos que formábamos eran pequeños, 10 o 15 obreros, pero bien concientizados y dispuestos…

James E. Jackson Jr. — an appreciation

James E. Jackson Jr., a giant in the struggle for African American equality, world peace and socialism, passed away Sept. 1, just short of his 93rd birthday. He was one of the truly heroic figures of the African American freedom movement, the progressive movement generally, and the Communist Party USA. He was an activist, mass leader, theoretician, tactician, teacher, writer and humanist, beginning at age 16. He was devoted to Esther Cooper Jackson, his wife of 66 years, a major leader in her own right, and to his daughters Harriet and Kathryn and their families, as well as to his many friends and comrades.

Southern roots

Jim Jackson grew up in Richmond, Va., son of a pharmacist and community leader in this former capital of the Confederacy. In 1937, Jackson left Howard University to join other members of the Young Communist League in founding and building the Southern Negro Youth Congress (SNYC). Joining him in this effort were Esther Cooper (soon to become Jim’s wife), Ed and Augusta Strong, Louis and Dorothy Burnham and Grace Bassett. Some of SNYC’s materials — such as its petition for a new South and the “Behold the Land” speech of leader and scholar Dr. W.E.B. Du Bois at SNYC’s Columbia, S.C., congress in 1946 — reached as many as 100,000 young people.

In 1941, Mildred McAdory, a domestic worker and SNYC activist, refused to give up her seat on a bus to a white person in Birmingham, Ala., and was arrested. SNYC led a big struggle on her behalf. Years later, she became a member of the CPUSA’s National Committee from Harlem. Rosa Parks, the heroine of the Montgomery Bus Boycott and the civil rights movement, later credited the role of both the NAACP and SNYC.

Devoted to African American freedom, union organizing

Jackson devoted most of his attention in those days to union organizing and voter registration in the South. His life was in constant danger. Working closely with Black longshore workers in organizing the New Orleans port, Jackson and a leader of the longshore workers were arrested. Protests forced the police to release them. But the police schemed to put them into the hands of killers. Fortunately, the two managed to elude their would-be executioners.

Jackson was joined by Chris Alston, another YCLer who later played an important role in building the United Auto Workers union in Detroit, in organizing 5,000 tobacco workers, mainly African American women in Richmond. This took a bitter strike to accomplish.

World War II and Cold War repression

Jackson’s activity with SNYC was interrupted by service in the Army in the Burma-China-India theater during World War II, the war to defeat fascism. After the war, he resumed work with SNYC in the South. When it was decided SNYC could not continue in the face of Cold War repression, Jackson became Communist Party secretary for Louisiana in 1947. A few years later the couple moved to New York where Jackson continued party work.

During the height of McCarythism, with the National Board of the Communist Party convicted under the Smith Act, Jackson and other party leaders went “underground” for some five years, separated from their spouses and small children. In 1956, Jackson was among a second group of Communist Party leaders convicted under the Smith Act for “conspiring to teach” sometime in the future “the overthrow of the government by force and violence.” Among Jackson’s character witnesses were Ralph Bunche, then UN ambassador, who had been at Howard University with Jim, and who provided a sworn written statement. Another character witness was W.E.B. Du Bois. Jackson was convicted, but a Supreme Court decision in another case prevented him from being imprisoned.

In the 1950s, Jackson served as Southern secretary of the party.

In the early 1960s, after he assumed the post of editor-in-chief of the party’s newspaper “The Worker,” he continued to make trips to the South during the height of the civil rights revolution.

Detroit years

In the late 1940s, Jim and Esther Jackson moved to Detroit, where Jim headed the educational work of the Communist Party among hundreds of Ford autoworkers who were also members of the party. (Years later, Jackson used his skills in teaching the science of Marxism to train a new generation of CPUSA leaders).

In Detroit, the Jacksons shared a house with Coleman Young who was to become Detroit’s longtime mayor and a lifelong friend. Esther played a major role in the Civil Rights Congress in Michigan. Among her many other important contributions was as the driving force behind Freedomways magazine for 25 years. Freedomways served as an unofficial voice of the civil rights revolution.

Well-known and respected

During all those years, virtually every major leader of the African American people in the South as well as the North knew and deeply respected Jackson. Many had worked with him in the struggle. Among them were 1960s civil rights movement leaders who knew him from SNYC days, leaders of the labor movement and scholars. Jackson worked for a time with Ralph Bunche doing research for Gunnar Myrdal’s “An American Dilemma.”

Jackson was particularly close to Paul Robeson and Du Bois. When Du Bois was preparing to leave the United States at the invitation of Kwame Nkrumah, to work on the Encyclopedia of Africa in Ghana, he asked Jim to meet with him and discuss questions of Marxist theory and policy. Du Bois joined the CPUSA in 1962.

Theoretical contributions

In the mid-1950s, the Communist Party saw the need to update its theoretical position on a number of issues including intermediary strategic goals on the way to socialism and the struggle for African American freedom. It turned to Jackson to lead these efforts. On African American freedom, Jackson argued that the concept of self-determination for a “Negro nation” in the Black belt of the South should be replaced with the current concepts of special compensatory measures to achieve full equality throughout the country. He contended that the struggle for African American equality is central to the struggle for democracy and progress in the country as a whole. His position prevailed.

Internationalist through and through

While Jackson served as CPUSA international affairs secretary, during the height of the bombing of Hanoi, he traveled to North Vietnam and interviewed Ho Chi Minh. One of his prized possessions was a photograph of himself with the great Vietnamese leader. Jackson and then CPUSA National Chairman Henry Winston also played an important role in assisting the South African Communist Party and the African National Congress in the struggle against apartheid, and helped build solidarity activities in the U.S.

Lifelong fighter for socialism

In the early 1990s, during the collapse of the Soviet Union and the ensuing upheaval in the Communist movement, Jackson withdrew from the party. But he and Esther continued with lectures, interviews and other activities to help educate younger people on the history of the freedom struggle, and other struggles for progress and socialism. Many students and historians came to them for help. Many contemporary books dealing with the struggles in the South pay tribute to the pioneer work of Jim and Esther Jackson, most notably the two-volume Pulitzer Prize winning biography of Du Bois by David Levering Lewis.

Jackson was a prolific writer of articles, pamphlets and books throughout his life. These ranged from reportage to editorials to theoretical works. The books include “Revolutionary Tracings” (1974) and “The Bold, Bad ’60s” (1992), both from International Publishers www.intpubnyc.com.

In his final years, Jackson attended several meetings of the Communist Party’s National Committee. At one, his contributions to the struggle for equality, peace, democracy and socialism were recognized with an honorary plaque. In response, Jackson expressed his support for the goals of the party and for its work and told of his confidence in the future of the party and the cause of socialism, the cause for which he had devoted his life.

James Jackson, presente!

For 30 years we experienced the great contribution of comrade Jim Jackson up close. He was truly a gifted teacher and a brilliant thinker. For hundreds of us younger party members, he shed the light of scientific socialism on the most complex problems of our day, and we in turn brought these insights to thousands of our generation who were fighting for an end to racism, war and exploitation. He touched us with his charismatic style and keen sense of humor. We were all made stronger and more effective as a result. We continue the struggle today in no small part due to his great leadership. He will not be forgotten.

As the Latin American left says, “James E. Jackson, presente!” Jackson joins the pantheon of outstanding progressive and communist leaders of the U.S. and the world!

Jarvis Tyner is Communist Party USA executive vice chair and Sam Webb is CPUSA national chair.

Rev. Hernan Astudillo realiza visita pastoral a El Salvador

REV. HERNAN ASTUDILLO REALIZA VISITA PASTORAL A EL SALVADOR

SAN SALVADOR; 15 de septiembre de 2007 (SIEP) “Es para nosotros un honor contar con la presencia de este padre revolucionario, de este compañero seguidor de Jesús de Nazaret, en esta patria de Farabundo Martí y Prudencia Ayala, sea usted bienvenido” expresó el rev. Ricardo Cornejo, ante la visita pastoral que realiza el Padre Hernán Astudillo a El Salvador.

Por su parte, el Padre Astudillo, de nacionalidad ecuatoriana, párroco de la Iglesia Anglicana San Lorenzo de Toronto, Canadá, indicó que “es para mi un privilegio estar en esta tierra de Monseñor Romero, caminando en el proyecto del Cristo histórico, que muy humildemente se hizo pan y cáliz para los pobres y trajo la esperanza, trajo la alegría…”

“Esta es una invitación que recibí cuando el Rev. Cornejo nos estuvo visitando durante marzo pasado para conmemorar precisamente el martirio de este santo de América, ya canonizado por el pueblo, de Monseñor Romero. Y aquí estoy, para aprender de ustedes, para acompañarlos en su camino de liberación, de este maravilloso y combativo pueblo salvadoreño, que lo tenemos también en mi iglesia, allá en Toronto, allá también comemos pupusas…”

Culto de Acción de Gracias por la Liberación de los 8 de Santa Ana

Diversas iglesias y organizaciones populares se congregaron esta mañana en la Plaza de El Salvador del Mundo para celebrar la liberación de los 8 sindicalistas de SIGESAL que fueron capturados el pasado 5 de septiembre y puestos en libertad el 9 de este mismo mes.

El Rev. Roberto Pineda, de la Iglesia Luterana Popular (ILPES) predicó sobre Lucas 15: 1-10 que refiere la conocida parábola de la oveja perdida.

Asimismo el Rev. Luís Guzmán, de la Iglesia Bautista Popular, predicó sobre la necesidad de luchar por una paz que se fundamente en la justicia y por una verdadera independencia en nuestra Patria.

El Rev. Ricardo Cornejo de ILPES hizo un llamado a “mantenernos firmes frente a la represión de este régimen servil al imperialismo. ¿Cual independencia?”

La actividad contó con la presencia solidaria del Rev. Hernán Astudillo, de la Iglesia Anglicana San Lorenzo, de Toronto, Canadá.

ILPES lamenta muerte de dirigente del FMLN de Ayutuxtepeque

ILPES LAMENTA MUERTE DE DIRIGENTE DEL FMLN DE AYUTUXTEPEQUE

AYUTUXTEPEQUE; 15 de septiembre de 2007 (SIEP) “Expresamos al FMLN de Ayutuxtepeque y a su familia nuestro profundo pésame por el fallecimiento del compañero Santiago Alfaro” expreso este mediodía el Rev. Ricardo Cornejo de la Iglesia Luterana Popular.

Santiago Alfredo Alfaro, de 35 años, falleció esta mañana luego de estar ingresado en el hospital como resultado de un accidente automovilístico sufrido el pasado jueves 13 de este mes, cuando se conducía en su motocicleta, sufriendo múltiples golpes que le ocasionaron la muerte.

Por su parte, el Coordinador del FMLN de Ayutuxtepeque, Lic. Humberto Carrillo manifestó que “este es un fuerte golpe para nuestro Partido ya que el compañero Alfaro se destacaba por sus dotes organizativas y era un militante muy estimado por su trabajo…”

Invitó a la vela que “estaríamos realizando esta noche en el local de nuestro Partido, ubicado una cuadra al oriente del Supermercado la Despensa de Don Juan de este municipio. Los esperamos…”