La proletarización orgánica e ideológica del Partido

LA PROLETARIZACION ORGANICA E IDEOLOGICA DEL PARTIDO

Publicaciones de la Comisión Nacional de Educación

Por SANCHEZ

PENETRAR EN EL PROLETARIADO

Por discusiones habidas en diversas asambleas del P. y a través del estudio que en las células se hizo del Proyecto de Estatutos previo al V Congreso, se ha hecho evidente que entre los puntos ideológicamente no bien comprendidos por todos los militantes está el del contenido de clase de nuestro P. Hay compañeros que evidentemente tienen confusiones en este punto básico. Se oyen de vez en cuando opiniones que de alguna manera intentan establecer diferencias artificiales entre obreros e intelectuales en el interior del P. Hay quienes, por el contrario, no le dan suficiente importancia al factor de contenido proletario teórico y práctico de nuestro P. Ambas posiciones perjudican: la primera cae en el sectarismo, creando y agudizando luchas internas artificiales; la otra, conduce a no realizar los esfuerzos necesarios para llevar a cabo la proletarización –ideológica práctica- de nuestro P., con toda la secuela de consecuencias de tal situación. La inclinación hacia la primera desviación ha sido fuerte en determinadas situaciones de la vida del P. Por suerte ya bastante lejanas; pero es evidente que aún quedan remanentes adormecidos, quede vez en cuando se manifiestan con alguna virulencia. La inclinación hacia la segunda manifestación tiene entre otras manifestaciones, la muy dañina de hacernos perder de vista la necesidad de realizar una labor de concentración constante y campaña para elevar la composición proletaria del P. y para penetrar decisivamente en las concentraciones básicas de la clase obrera en el país.

Nos esforzaremos por enfocar distintos aspectos de esta cuestión.

I- EL P. C., PARTIDO MARXISTA LENINISTA

¿Por qué se dice que el Partido Comunista es el Partido de la clase obrera? El marxismo descubrió la verdad de que no puede haber un partido político sin contenido de clase. Todo partido encarna los intereses de su clase. Las clases sociales expresan sus intereses de clase en el terreno político a través de sus propios partidos políticos. La burguesía tuvo sus propios partidos políticos, antes de que la clase obrera adquiriera conciencia política independiente.

Durante muchos años, la clase obrera fue dirigida en lo político por la burguesía. En las grandes batallas revolucionarias contra el feudalismo y durante la consolidación del régimen capitalista, la clase obrera, aunque en lo económico luchó desde su surgimiento por sus intereses, en lo político iba tras la burguesía, sin tener aún una clara conciencia política clasista.

Al desarrollarse y concentrarse, la clase obrera adquirió conciencia de clase no solo en lo económico sino también en lo político. El marxismo, teoría científica del proletariado, le dio a este el arma teórica completa en su lucha de clases. La clase obrera pudo crear entonces su propio partido político independiente. Este encarna los intereses inmediatos y mediatos de la clase obrera que es la sepulturera de la burguesía.

Gran merito de Marx y Engels es haber descubierto, dentro de las distintas clases de la sociedad capitalista, aquella clase que es el motor decisivo de los grandes cambios revolucionarios: la liquidación del capitalismo, la edificación de la sociedad sin clases, hasta a desaparición definitiva de las mismas y del Estado; hasta la sociedad comunista en su etapa más elevada. Haber descubierto que es la clase obrera la que juega ese papel, y no otra clase de la sociedad capitalista, es un gran mérito histórico de los fundadores del marxismo. Y tal descubrimiento pudieron realizarlo, a través del más riguroso análisis científico sobre el carácter de las clases, de su posición en la sociedad y las perspectivas históricas de su desarrollo.

De acuerdo al “manifiesto Comunista”:

“…de todas las clases que hoy se enfrentan a la burguesía solo el proletariado es una clase verdaderamente revolucionaria. Las demás clases van degenerando y desaparecen con le desarrollo de la gran industria. El proletariado, en cambio, es su producto más peculiar.”

Y precisamente, por ser la clase obrera la más avanzada de la sociedad, la que tiene las metas más lejanas de todas las otras clases., abarca, al mismo tiempo que los propios, los intereses de las otras clases progresistas que forman en conjunto las inmensas mayorías: EL PUEBLO.

II- LA ELABORACION DE LA TEORIA CIENTIFICA DEL PROLETARIADO.

En este proceso de formación de la conciencia revolucionaria de la clase obrera, la teoría científica del proletariado no brota espontáneamente, como sería lógico suponer, de las entrañas del movimiento de lucha económica de obreros contra los patronos. Es decir, de una de las expresiones de la lucha de clases: que es la expresión económica. Sino que tiene su elaboración en la sintetización científica de todo lo más excelso que el pensamiento y la experiencia humana habían logrado crear hasta la fecha. Tuvo su origen en el trabajo creador de la intelectualidad revolucionaria, de científicos revolucionarios tales como Marx y Engels, que apoyados en el conocimiento de las leyes de la naturaleza y la sociedad, y de una profunda labor de investigación y síntesis lograron elaborar armoniosamente la ciencia del marxismo, teoría científica del proletariado.

Para los obreros, por si mismos, era materialmente imposible realizar esa titánica labor científica, dado el hecho de que as condiciones creadas por la burguesía no permiten al proletariado alcanzar alta instrucción intelectual: esa era labor de científicos, cumplida con honor por los grandes genios creadores y desarrolladores de la ciencia revolucionaria del proletariado: Marx y Engels, y posteriormente por Lenin y otros dirigentes del proletariado.

Es interesante y útil comprender que la lucha por las reivindicaciones económicas por si misma no conduce a crear la conciencia revolucionaria de la clase obrera, sino que solo conduce a la idea sindical reformista (trade-unionista) y a la política de reformas –como meta-, dentro de los marcos de la sociedad existente (política tradeunionista). Para nosotros es muy comprensible este hecho, pues solo tenemos que observar el tipo de “lucha económica” que sigue el movimiento sindical gubernativo en nuestro país, y el tipo de “política obrera” que preconizan los líderes sindicales oportunistas.

Con claridad asombrosa consigna este hecho Lenin en su libro “Qué hacer?”cuando dice:

“Hemos dicho que los obreros no podían tener conciencia social-demócrata. Esta solo podía ser introducida desde afuera. La historia de todos los países atestigua que la clase obrera, exclusivamente con sus propias fuerzas, solo esta en condiciones de elaborar una conciencia tradeunionista, es decir, la conciencia de que es necesario agruparse en sindicatos, luchar contra los patronos, reclamar del gobierno la promulgación de tales o cuales leyes necesarias para los obreros, etc. En cambio, la doctrina del socialismo ha surgido de categorías filosóficas, históricas y económicas que han sido elaboradas por representantes instruidos de las clases poseedoras, por los intelectuales. Por su condición social, también los fundadores del socialismo científico contemporáneo, Marx y Engels, pertenecían a la intelectualidad burguesa…” (p. 206 de I Tomo de “Obras Escogidas.”

Lenin, en la obra mencionada, cita juicios de Kautsky, que profundiza en esta misma idea:

“El socialismo como doctrina, tiene sus raíces en las relaciones económicas y sociales, exactamente igual que la lucha de clases del proletariado y, lo mismo que esta, se deriva aquella de la lucha contra la miseria y la pobreza de las masas, miseria y pobreza que el capitalismo engendra; pero el socialismo y la lucha de clase surgen paralelamente y no se derivan el uno de la otra; surgen de premisas diferentes. La conciencia socialista moderna puede surgir únicamente sobre la base de un profundo conocimiento científico. En efecto la ciencia económica contemporánea constituye una premisa de la producción socialista, lo mismo que, pongamos por caso, la técnica moderna, y el proletariado, por mucho que lo desee, no puede crear ni la una ni la otra, ambas surgen del proceso social contemporáneo. Pero no es el proletariado el portador de la ciencia, es la intelectualidad burguesa (subrayado por C.K.); es el cerebro de algunos miembros aislados de esta capa de donde ha surgido el socialismo moderno, y han sido ellos los que lo han trasmitido a los proletarios destacados por su desarrollo intelectual, los cuales lo introducen luego en la lucha de clase del proletariado, allí donde las condiciones lo permiten. De modo que la ciencia socialista es algo introducido en la lucha de clase del proletariado y no algo que ha surgido espontáneamente de ella.”

III- El P. C. es la unión del movimiento obrero con la teoría científica del proletariado.

El movimiento obrero y la teoría revolucionaria del proletariado vinieron a tener su punto de unión en el Partido Revolucionario de la clase obrera. Este encarna en sí mismo ambas partes esenciales: LA TEORIA REVOLUCIONARIA (la ciencia revolucionaria del Proletariado) y el MOVIMIENTO REVOLUCIONARIO DE LAS MASAS OBRERAS.

El P. C. tiene así dos bases esenciales e inseparables que conforman su propio ser: LA BASE IDEOLOGICA, que esta formada por la ideología científica del proletariado –el marxismo leninismo- y su BASE DE CLASE: LA CLASE OBRERA.

Sin fundirse la teoría del marxismo con su clase, con el proletariado, es letra muerta; despojada de la fuerza histórica que la concretara en práctica transformadora de la sociedad. Asimismo, una clase obrera sin su ciencia, si su luz que es el marxismo, será un clase sin conciencia de clase, sin su instrumento científico transformador. Dentro del P., ambos elementos esenciales quedaron conjugados: la teoría se fundió con su clase, y esta quedo en capacidad de emprender las grandes tareas revolucionarias que le son propias.

Es claro, que no toda clase en su conjunto esta en capacidad de elevarse a la conciencia revolucionaria y, por ello, no toda la clase entra a su partido, el representante de sus intereses vitales; sino que es la parte más consciente de esta clase, su parte más avanzada y activa, su vanguardia, la que entra a organizarse dentro del P., de la clase obrera que, armado con una teoría científica revolucionaria y compuesto por revolucionarios proletarios, es capaz de dirigir a su clase y a su pueblo hasta las metas revolucionarias

Es claro, también, que no solo elementos proletarios entran a formar parte del partido de la clase obrera, sino también elementos de otras clases –del campesinado, de los distintos sectores de la pequeña burguesía, elementos de la intelectualidad burguesa y pequeño-burguesa-que por su elevada conciencia revolucionaria están dispuestos a transformarse en REVOLUCIONARIOS PROLETARIOS y, en consecuencia, acepten la ideología marxista-leninista , el Programa, los estatutos, la disciplina proletaria, y el trabajo revolucionario activo dentro de una de las organizaciones de base del partido revolucionario del proletariado. Es decir, que al ingresar al Partido de la clase obrera, los elementos revolucionarios procedentes de otras clases, lo hacen conscientes de que entran a un partido proletario y no a un partido de la pequeña burguesía o de otras clases, y que han de conformar su actividad revolucionaria y SU VIDA, a las normas ideológicas, organizativas y prácticas del organismo revolucionario de la clase obrera. Que, en consecuencia, han de hacer los esfuerzos por despojarse de los rasgos negativos característicos de las clases de donde proceden, y por encarnar en sí las cualidades positivas que son propias del revolucionario proletario.

Desde el punto de vista orgánico, dentro del Partido del proletariado no hay diferencia entre obreros y no obreros. Independientemente de su extracción social, dentro del partido del Proletariado solo hay una calidad: la calidad de MIEMBRO DEL PARTIDO, que involucra, igualdad de condiciones. Para todos es igual la disciplina, lo derechos, los deberes, etc. Dentro del Partido todos son comunistas, y esa es la única calidad que vale. Cualquier diferencia basada en la extracción social constituye un grave error, perjudicial para la vida del Partido. No se puede tolerar que dentro del P. se desarrollen desviaciones anti-intelectuales, ni que se divida al mismo en dos categorías: categoría de miembro de extracción obrera y categoría de miembro de extracción no obrera. La calidad revolucionaria del miembro del P. no se fundamenta en su extracción social, sino en su conducta comunista dentro del Partido. En este, todos son revolucionarios proletarios marxistas-leninistas y eso borra cualquier otra diferencia existente antes de entrar al P.

Ello es básico para nuestro P. y, en esta ocasión, deseamos subrayarlo de manera especial. Eso es en cuento a la membresía dentro del P.

Resumiendo: el partido de la clase obrera no cierra las puertas a los hombres de vanguardia revolucionaria de otras clases, que acepten la base ideológica del proletariado, su organización y disciplina, y que estén dispuestos a proletarizarse.

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Conviene tomar en cuenta también otro aspecto no menos importante de esta cuestión: el proceso educativo revolucionario no cuenta solo para los miembros de extracción no proletaria, sino que es parte fundamental del proceso de formación revolucionaria de todo miembro, independientemente de su procedencia de clase.

Los elementos de la C. O. que entraron a su partido, no proceden de un invernadero, donde hayan crecido limpios de toda costumbre y prejuicio propio de las clases explotadoras; ni viven aislados del resto de la sociedad –en condiciones revolucionarias generales ideales- sino que viven en una sociedad burguesa y siguen rodeados diariamente del mundo burgués, de sus costumbres e ideas.

Es preciso que ellos luchen diariamente y minuto a minuto a través de la teoría y la práctica revolucionaria, contra tales prejuicios que impregnan el ambiente en que se mueven, y que saturan las ideas y costumbres de la sociedad capitalista. Si no se lucha con empeño constante, a través de un proceso consciente de superación contra la ideología y los prejuicios burgueses y pequeño-burgueses, éstos NO DEJARAN QUE EL MIEMBRO DEL PARTIDO SE CONVIERTA EN UN REVOLUCIONARIO DEL PROLETARIADO, y, por el contrario, podrán hacer retrocederlo a posiciones no avanzadas, independientemente de la procedencia social del revolucionario.

La lucha de la ideología avanzada contra la reaccionaria, de la ideología de la clase obrera contra la burguesa y pequeño-burguesa, en una lucha que se realiza no solo en el plano social y en la colectividad, sino también en LOS MARCO DE CADA INDIVIDUO, en cada instante, y no solo en lo abstracto y general, sino en cada acto público y privado, en la colectividad, en el trabajo y en el seno de la familia de cada miembro del Partido.

Si el revolucionario descuida este aspecto vital, es indudable que a ideología y la práctica ajena al proletariado irán predominando sobre su conciencia revolucionaria. El dilema del cual no se exceptúan los miembros del Partido de extracción proletaria, ni los miembros de extracción no proletaria en el partido, es el siguiente: o ideología y práctica revolucionaria en ascenso constante o ideología y práctica reaccionaria en ofensiva.

IV- ALTA COMPOSICION OBRERA DEL PARTIDO

Problema de especial importancia es la cuestión relativa al peso específico del obrero dentro del partido de su clase. Este no es un problema secundario, es el aspecto fundamental en la vida y desarrollo del mismo: este es el Partido de la clase obrera y tiene importancia el hecho de que tenga miembros de extracción obrera o no los tenga, de que sea alta su composición obrera o insignificante. Porque, mientras más alta sea su membresía de extracción obrera, más capacitado está el Partido del proletariado para cumplir su papel dentro de la historia TODA VEZ QUE AL MISMO TIEMPO TENGA UNA POLITICA CORRECTA BASADA EN EL MARXISMO LENINISMO APLICADO A LAS CONDICIONES ESPECIFICAS DEL PAIS y que, al mismo tiempo, APLIQUE METODOS CORRECTOS DE DIRECCION Y DE TRABAJO, DESPOJADOS DE SECTARISMO Y OPORTUNISMO.

Algunas veces se opina que no importa tanto que sea alta o baja la composición orgánica obrera del P., y que el problema fundamental es la ideología del Partido. Esta formulación, expuesta en forma tan simplista, difícilmente puede ser correcta. No se pude desligar mecánicamente la ideología marxista (las ideas científicas del proletariado) de su base social (la clase obrera), porque hay una interrelación dialéctica entre lo uno y lo otro. Precisamente, el Partido es la fusión de ambos elementos. El Partido puede nacer en el seno de grupos de intelectuales progresistas o de pequeños propietario de talleres y en los países poco desarrollados económicamente esto es lo corriente; pero, si no se proyecta hacia la clase obrera, si no se funde con ella, si no la convierte en su BASE SOCIAL principal, no llega a ser un verdadero partido comunista. Si se estatifica en las capas de la intelectualidad o de los pequeños propietarios, sin buscar a la clase obrera, posiblemente se llegue a convertir con el tiempo en un partido oportunista, apéndice de la burguesía, o en un partido aventurero, sectario, que refleje las desesperaciones propias de la pequeña burguesía o de los pequeños propietarios en trance de arruinarse. Es decir, que aunque en un período determinado la ciencia del marxismo leninismo le ilumine, pero no se asienta en la base natural del mismo, caerá con el tiempo bajo las influencias de la ideología de clases contrarias al proletariado. (Y esto, poniéndonos en el supuesto, de que pueda haber verdaderos marxistas que no busquen fundirse con la clase obrera. En esto lo más corriente es, que aun reconociendo esta verdad, no se ponga el empeño o no se tenga capacidad para encontrar los métodos correctos de penetrar en el seno de la clase obrera).

No es cuestión, pues, solo de ideología sino TAMBIEN de composición orgánica social.

¿Por qué tiene importancia la alta proporción obrera del Partido del proletariado?

Por las cualidades intrínsecas de la clase obrera ( firmeza, disciplina, constancia, espíritu de organización, de planificación, de control, etc.) , determinadas por sus CONDICIONES DE VIDA MATERIALES que modela en ella su actitud ante los éxitos, los fracasos, las dificultades, las incomodidades, su perseverancia en el esfuerzo, su espíritu de organización, etc.

Bien sabido es que las condiciones materiales de existencia determinan la conciencia social. Y es la clase obrera como clase, la que por las mismas condiciones en que trabaja y vive, posee las cualidades que la convierten en la enterradora de la burguesía y de toda explotación de clase, y en loa dirigente de la construcción de la futura sociedad sin clases y sin explotadores. Ninguna otra clase posee las cualidades de ella, que la convierten en la dirigente de la historia hacia el socialismo y el comunismo.

Lenin, al recalcar las cualidades de la clase obrera, explica las diferencias que existen, en este sentido, entre la clase obrera y la intelectualidad burguesa (no se refiere aquí a los intelectuales de avanzada que han ingresado al partido del proletariado y que, por consiguiente, están en un proceso de proletarización revolucionaria, sino a la intelectualidad burguesa). En “¿Qué hacer?” dice lo siguiente:

“Nadie se atreverá a negar que la intelectualidad, como una capa especial dentro de las sociedades capitalistas contemporáneas, se caracteriza, en conjunto, precisamente por su individualismo y su inadaptabilidad a la disciplina y ala organización…; en esto consiste por cierto, la diferencia que separa del proletariado, con desventaja a ese sector social; en esto reside una de las razones que explican la flojedad y vacilación de los intelectuales, que tantas veces ha sentido el proletariado.- Y es cualidad de los intelectuales esta inseparablemente ligada a sus condiciones habituales de vida, a sus condiciones de salario, que en muchísimos puntos se acercan a las condiciones de existencia pequeño-burguesa (trabajo individual o en colectividades pequeñas, etc.)…”

Refiriéndose no a la intelectualidad sino a la pequeña burguesía en general en su actitud política, dice LENIN en su obra “las tareas de los socialistas rusos”:

“La pequeña burguesía tiene por su propia naturaleza una actitud doble: por un lado se siente atraída hacia el proletariado y hacia el democratismo, y por otro, se siente atraída hacia las clases reaccionarias, trata de detener la historia, es capaz de dejarse arrastrar por los experimentos y por los coqueteos del absolutismo… es capaz de concertar una alianza con las clases dominantes contra el proletariado, en aras del fortalecimiento de su posición de pequeños propietarios. La gente instruida, “la intelectualidad” en general, no pude menos de rebelarse contra el salvaje yugo policíaco del absolutismo, que persigue al pensamiento y el saber, pero los intereses materiales de esta intelectualidad la ligan al absolutismo, a la burguesía, la obligan a ser inconsecuente, a transigir, a vender su ardor oposicionista y revolucionario por los sueldos estatales o por la participación en ganancias y dividendos”. (Obras Escogidas, Tomo I, pág. 164-165).

Es fácil explicarse, entonces, porqué algunas personas procedentes de esta capa social, y que no tuvo el Partido la capacidad de asimilarlas al espíritu revolucionario proletario, hayan defeccionado en distintas épocas, lo que es utilizado a veces por algunos compañeros para sacar conclusiones incorrectas y cimentar prejuicios anti-intelectuales. Eso es muy equivocado y nocivo, porque la conducta de tales individuos no puede equipararse a la trayectoria general de todos los luchadores que de las mismas capas sociales han ingresado al Partido. Ni tampoco las defecciones en el partido se han limitado a personas que habían procedido de sectores no obreros. Frente a las defecciones y traiciones vergonzosas de tales elementos, se levanta la militancia de muchos luchadores de extracción no proletaria, que en nuestro Partid han logrado encarnar ejemplos de sacrificio y trabajo revolucionario.

Fácilmente se comprende entonces, que un Partido que tenga alta proporción de miembros de extracción obrera (con el dominio de la ciencia del marxismo) esta en mejor capacidad de modelar a todo su conjunto en las altas cualidades proletarias; facilitando una amplia asimilación de los revolucionarios de vanguardia de otras clases, mayormente si estos no dominan la ciencia del marxismo-leninismo, dificulta la proletarización revolucionaria de todo el Partido, lo que puede dar por resultado el predominio de la influencia pequeño-burguesa o burguesa dentro de él y, en último término, si la situación no cambia, puede conducir a la degeneración ideológica y práctica del Partido revolucionario de la clase obrera o a las vacilaciones y fracasos continuos que conduzcan a su debilitamiento extremo.

Se puede decir, entonces, que en términos generales, mientras más alta sea la membresía de extracción obrera de un Partido comunista (con un buen nivel de conciencia marxista-leninista), mayor capacidad tendrá asimismo, de PROLETARIZAR a toda su membresía, de elevar las cualidades proletarias de todo el P., de educar más rápidamente en el espíritu proletario a los miembros que han sido extraídos de otras clases y a los extraídos de la propia clase obrera.

V- ES CIERTO QUE ES POCO NUMEROSA LA CLASE OBRERA EN EL PAIS?

Todo esto no hay que desligarlo naturalmente, de las condiciones concretas del desarrollo económico nacional. A veces se dice: el Partido refleja la composición existente en el país. Y se agrega, que en El Salvador la industria es muy poco desarrollada. De lo que se concluye, que no podemos mecánicamente tratar de que haya una alta composición obrera en el partido. Esto se ha dicho y se ha repetido como un estribillo. Sin embargo, esto es una pobre justificación de nuestro mal trabajo de concentración entre la clase obrera.

Es cierto que un país subdesarrollado, semi-colonial y agrícola, con fuertes remanentes feudales no cuenta con un proletariado tan desarrollado en número y tradición, tan amplio y consolidado, como el de los países industrializados. Pero de allí no debe sacarse deducciones absolutas que conduzcan a aminorar nuestros esfuerzos en la dirección correcta hacia la clase obrera. Por otra parte, hay que tomar en cuenta que el natural desarrollo del capital en un país subdesarrollado y la misma penetración ilimitada del imperialismo va proletarizando aceleradamente alas masas.

En nuestro país, no puede decirse que la clase obrera sea pequeña. Es cierto que la producción industrial sigue siendo bastante débil, y que la producción agrícola casi duplica (19% y 37% respectivamente del Producto Nacional Bruto de 1962; en 1963, según datos aún no confirmados, la producción agrícola representó solo el 31%). La misma producción agrícola va tomando rápidamente modalidad distinta a la de hace varios años, con la penetración acelerada de las relaciones capitalistas en el campo. La producción de algodón, del azúcar, del café crece (y de manera especialmente acelerada la del algodón) no sobre bases predominantemente feudales sino sobre bases predominantemente capitalistas, con el empleo cada vez mayor de cantidades de asalariados le va dando nueva configuración al agro salvadoreño.

De un total de 321,000 personas económicamente activas (1961) en los centros urbanos, son asalariados 234,000 y hay 305,000 asalariados en el campo de un total de 485,000 personas económicamente activas. El total de asalariados eran en 1961 de 540,000 que representaban el 66.9% del total de la población económicamente activa del país (que era de 809.590).

No se puede ya más seguir diciendo que en el país la clase obrera (urbana y rural) sea minoritaria; sino, todo lo contrario, representa ahora, la mayoría de la población. Y crece aún más de día en día. Solo en el último año casi diez mil nuevos obreros han entrado a trabajar en nuevas fábricas y este año miles de obreros ingresaran indudablemente en la industria, tanto en concepto de nuevas fábricas como en la ampliación de las antiguas; fenómeno corriente en los periodos de reanimación de la economía que sigue a las crisis.

La gran población obrera del país trabaja en fábricas, en talleres, en empresas industriales, etc., trabaja en grandes concentraciones algodoneras, azucareras, cafetaleras, henequeneras, en la pesca del camarón, etc.

En 1961 el siguiente era el cuadro de la población económicamente activa del país, por el cual se puede apreciar la gran mayoría de asalariados sobre el resto de la población económicamente activa. Hoy en 1964 ha aumentado aún más la proporción de asalariados.

TOTAL PATRONOS ASALARIADOS CUENTA PROPIA FAMILIARES OTROS

806.590 15.100 540.080 175.080 64.090 12.240

100% 1.8% 66.9% 21.7% 7.9% 1.5%

Siendo esto así, como se puede seguir sosteniendo que no concentremos nuestro esfuerzo organizativo entre el proletariado porque nuestro país es poco desarrollado industrialmente y la clase obrera poco numerosa?

El V Congreso de nuestro Partido tuvo tan gran trascendencia porque mostró a todo el Partido esta realidad importante de nuestro país, que es su característica actual. Y porque mostró, que la dirección de la economía tiende al crecimiento rápido de la proletarización de las grandes masas del país. Y puso ante el Partido, como tarea primordial la de penetrar con decisión en la clase obrera.

“Hacer de nuestro P. realmente el partido del proletariado y ante todo del proletariado de la gran producción, dándole amplitud numérica, dotándole de una base de elevada composición proletaria y formada predominantemente por células de empresa. Construirlo nacionalmente, como lo exige la tarea de vincularlo a las grandes masas trabajadoras de la ciudad y el campo, que en nuestro país se encuentran distribuidas en casi todo el territorio.”

VI- HACIA DONDE DIRIGIR NUESTRO TRABAJO ORGANIZATIVO

La proletarización ideológica y práctica de nuestro Partido representa la clave de su poderío y fuerza, porque de eso depende que el Partido se encuentre enclavado en los sectores fundamentales de la economía del país. El Salvador ha estado cambiando en cuanto al crecimiento acelerado de su población asalariada, mientras que nuestro Partido no ha seguido los cambios del desarrollo proletario. Es débil en las fábricas y en las regiones donde hay concentraciones industriales y rurales.

Se ha llegado el momento de comprender que hay que cambiar esta situación radicalmente, con una política de organización enérgica y decidida, encaminada a hacer crecer al Partido allí donde están desarrollándose grandes concentraciones obreras industriales y agrícolas.

SAN SALVADOR: se ha llenado de fábricas, y se sigue llenando aceleradamente no sólo en su casco, sino también en su periferia (Villa Delgado, Mejicanos, Ilopango, Soyapango, Apopa, y sobre todo los primeros kilómetros de la carretera internacional y troncal del norte, esta última en menor escala).

SANTA TECLA: de ciudad apacible y quieta se ha convertido en población con muchas fábricas, beneficios, etc.

ACAJUTLA: es ahora, después de San Salvador, el centro industrial mayor del país, con un moderno puerto internacional que será ampliado, refinería de petróleo (capital imperialista), fabricas de abono, de estructuras metálicas (capital imperialista) fabrica de cemento CESSA (de la oligarquía), grandes construcciones, varias fábricas más en proyecto de construcción, nudo de transportes terrestres y ferroviarios, etc.

SAN MIGUEL: Se ha convertido en centro textil, de aceites, de la industria henequenera y algodonera.

USULUTAN: con sus grandes concentraciones de trabajadores del algodón, beneficios desmotadores, fabricas de aceite, de fertilizantes, industria camaronera salinera, etc.

LA UNION: nudo ferroviario, centro de pesca para la exportación, deposito de combustible de las compañías imperialistas para El Salvador y Honduras, centro algodonero.

METAPAN: Donde se construyo una gran fábrica de cemento.

SANTA ANA: con sus beneficios de café y sus fábricas en aumento.

Además de otras concentraciones de obreros agrícolas en distintas partes del país.

He allí nuestro tesoro revolucionario. No necesitamos en nuestro país lámparas para buscarlo, está a la vista. Allí está el porvenir del movimiento revolucionario.

VII- COMO TRANSFORMAR, ENTONCES, A NUESTRO PARTIDO

Teóricamente, la respuesta no es difícil: acercarnos a las masas obreras de la ciudad y del campo, elevar su conciencia y organizarla en las formas necesarias. Mas difícil en realidad, es convertir en hechos las palabras, porque eso solo puede hacerse si hay verdadera conciencia de ello, que nos permita concentrar el trabajo diario con planes y objetivos en esta tarea. Y no es tarea de un solo organismo. Es tarea de todo el Partido, permanente, constante. A propósito llevamos años repitiendo la misma consigna, sin que hayamos avanzado de hecho en su realización práctica. Será porque no hemos tenido la completa conciencia de su importancia? Es probable que de tanto repetirlo, sin penetrar en su fondo, se haya estereotipado esta vital consigna, de la que depende el desarrollo real y permanente del Partido. Pero hoy más que nunca, ir a las fábricas y grandes concentraciones obreras, es la vida del P. No hacerlo es vegetar, es irse separando del movimiento, del desarrollo, del futuro. La historia no nos perdonara si no cobramos plena conciencia de la necesidad de fundirnos con la clase obrera de la ciudad y del campo.

Debemos comenzar por trazarnos objetivos limitados: 2 o 3 principales planos de zonas proletarias y concentrar nuestro trabajo en ello, usando todos los medios a nuestro alcance. Cada célula debe trazarse el objetivo de penetrar en una fábrica o empresa, sin desesperación pero con firme determinación.

Algunos tenemos familiares o amigos cercanos que trabajan en fábricas, y que son personas progresistas, aunque posiblemente indiferentes a la defensa de los intereses colectivos, por falta de conocimientos y conciencia clasista. Cada militante revolucionario debe pertenecer al sindicato de su fábrica o propiciar su creación donde no lo haya. Nuestro métodos de trabajo deben de cambiar, debemos botar el sectarismo, ser amplios en nuestro trabajo de acercamiento a las masas, orientar a los compañeros en sus dificultades con los patronos; no querer resolverlo todo con fraseología revolucionaria; y aunque al principio no les hablemos de revolución a nuestros compañeros de trabajo, ganémonos su confianza siendo solícitos con sus problemas inmediatos, y no nos desesperemos cuando de pronto no veamos resultados espectaculares.

Ya no debemos hacer el reclutamiento a ciegas. Conozcamos cuales son los obreros más conscientes y hagamos crecer al Partido con ellos. Este es el eslabón clave del crecimiento del Partido.

El desarrollo de nuestro Partido está ligado al reclutamiento de nuevos miembros entre la clase obrera.

No será cerrando las puertas a los patriotas provenientes de otras clases como se va a proletarizar al P. Hay un solo camino correcto marxista-leninista el cual es el de la planificación y concentración del trabajo en un objetivo. Y a partir de eso, no descuidar el ingreso de los elementos de vanguardia revolucionaria de otras clases. El medio para llevar a cabo el crecimiento es el trabajo de reclutamiento, el cual tiene carácter diario y sistemático y que, cuando las condiciones existen para ello, puede ser reforzado por campañas periódicas.

EN CONCLUSION: el futuro del Partido esta en la clase obrera, así como el futuro del país y de su historia. Los mayores esfuerzos de todos sus miembros tienen que estar dedicados a hacerlo penetrar y crecer en las empresas industriales y concentraciones obreras rurales. Al mismo tiempo, el P. debe tener sus puertas abiertas a toda persona honrada y consciente proveniente de otras clases, que está decidida a proletarizarse, a luchar por la liberación nacional y el socialismo. Es preciso combatir con decisión toa posición sectaria que con ropaje de radicalismo “proletario” adopte la desviación antiintelectualista dentro del Partido; así como las posiciones de desprecio e indiferencia al desarrollo del Partido dentro de la Clase Obrera.

Dirigir el reclutamiento hacia la masa proletaria industrial y agrícola, ese es el camino de desarrollo del P. C. S.

El V Congreso de nuestro Partido lo ha subrayado. He allí la tarea primordial que nos plantea la historia.

Cumplámosla con honor.-

CEM publica documento organizativo del PCS de 1964

CEM PUBLICA DOCUMENTO ORGANIZATIVO DEL PCS DE 1964

Explicó que “este documento que circuló clandestinamente entre la militancia del PCS en 1964, refleja la polémica que ya se desarrollaba al interior de esta organización entre un sector “obrerista” que desconfiaba de la intelectualidad revolucionaria, y otro sector que no establecía diferencias entre obreros e intelectuales al interior del partido.”

“Su autor es Schafik Handal, que bajo el seudónimo de Sánchez había pasado a conducir la Comisión Nacional de Educación del PCS, luego de estar al frente del FUAR desde su fundación. Estamos hablando de los meses posteriores al V Congreso del PCS, celebrado en marzo de 1964, donde fue electo Saúl, Salvador Cayetano Carpio, al cargo de secretario general.”

El documento señala que “hay compañeros que evidentemente tienen confusiones en este punto básico. Se oyen de vez en cuando opiniones que de alguna manera intentan establecer diferencias artificiales entre obreros e intelectuales en el interior del P. Hay quienes, por el contrario, no le dan suficiente importancia al factor de contenido proletario teórico y práctico de nuestro P. Ambas posiciones perjudican: la primera cae en el sectarismo, creando y agudizando luchas internas artificiales; la otra, conduce a no realizar los esfuerzos necesarios para llevar a cabo la proletarización –ideológica práctica- de nuestro P., con toda la secuela de consecuencias de tal situación.”

Finalmente, el Lic. Pineda subrayó que “este importante documento nos enseña sobre las preocupaciones de los revolucionarios de la década de los sesenta del siglo pasado, orientadas a construir un partido fuerte, enraizado en la clase obrera, poseedor de una teoría revolucionaria y comprometido a luchar por la democracia y en el socialismo en El Salvador.”

ILPES celebra liberación de presos políticos en Santa Ana

ILPES CELEBRA LIBERACION DE PRESOS POLITICOS EN SANTA ANA

SAN SALVADOR; 10 de septiembre de 2007 (SIEP) “Dios escuchó nuestras oraciones y este gobierno represivo escuchó el clamor del pueblo en defensa de sus ocho hijos capturados…” expresó el Rev. Ricardo Cornejo, de la Iglesia Luterana Popular de El Salvador.

“Nos han informado esta mañana dirigentes de SIGESAL que nuestros compañeros capturados, cinco mujeres y tres hombres, fueron puestos anoche en libertad. Ellos habían sido capturados el 5 de septiembre en Santa Ana, donde trabajan en la red hospitalaria, bajo la acusación de “desordenes públicos.”

El Rev. Cornejo agradeció a todos aquellos “que dentro y fuera de nuestro país repudiaron este nuevo atropello contra el movimiento sindical y se pronunciaron exigiendo a la Fiscalía que dejara de ser un instrumento al servicio de las políticas represivas del presidente Saca.”

Explicó que “la lección es que pueblo que lucha triunfa, debemos de ir derrotando la estrategia represiva de esta dictadura civil. Y lo vamos logrando, hemos liberado ya en las últimas semanas, a los 13 de Suchitoto, a los 4 de Tacuba, y ayer a los 5 de Santa Ana.”

“Estamos seguros –concluyó- que vendrán nuevas capturas, pero confiamos en que nuestro Señor Jesucristo nos dar ala fuerza par seguir liberando a nuestros hermanos y hermanas de los demonios del capitalismo y la represión…”

¡CONVOCATORIA A GRAN CULTO ECUMENICO PRO LIBERTAD DE LOS 8 SINDICALISTAS DE SANTA ANA!

IGLESIA LUTERANA POPULAR DE EL SALVADOR

Con el Cristo resucitado, nuestro pueblo será liberado…

¡CONVOCATORIA A GRAN CULTO ECUMENICO PRO LIBERTAD DE LOS 8 SINDICALISTAS DE SANTA ANA!

La Iglesia Luterana Popular (ILPES) de El Salvador, convoca a un gran Culto Ecuménico Pro Libertad de los 8 sindicalistas de SIGESAL que fueron capturados por la PNC el pasado 5 de septiembre en Santa Ana, acusándolos de “desordenes públicos.”

Es importante que no dejemos solos a estos nuevos próceres de la nueva independencia patria, que de la misma manera que Pedro Pablo Castillo y Santiago Celis sufrieron la represión del rey español Fernando VII, hoy estas cinco mujeres y tres hombres sufren los embates del imperio de Washington y de sus súbditos locales.

Hoy estas compañeras y compañeros cargan con la cruz del sacrificio. Los poderosos de este país y sus sirvientes castigan a los que se rebelan. Y por eso han aprobado la Ley Antiterrorista y por eso han reformado los códigos penal y procesal penal.

Pero la llama de la resistencia y de la lucha no podrá ser apagada. Y nuestro pueblo sigue soñando y sigue luchando. Y el ejemplo de

dignidad de Monseñor Romero continúa convocándonos a la lucha. Y podrán encarcelar e incluso asesinar pero no podrán apagar los anhelos de este justicia de este pueblo.

Y es por eso que te invitamos a este Culto Ecuménico. Y estamos seguros que lograremos la libertad de estos hermanos y hermanas. Acompáñanos y trae una vela encendida y un corazón dispuesto a encontrar a Jesús en la lucha de nuestro pueblo.

DÍA Y HORA: SABADO 15 DE SEPTIEMBRE, 9 A.M.

LUGAR: DONDE SE ENCUENTREN ESTOS PROCERES.

¡EXIGIMOS LIBERTAD PARA LOS 8 SINDICALISTAS DE SANTA ANA!

BLOQUE POPULAR SOCIAL DEEL SALVADOR 4 años en resistencia y lucha popular

¡EXIGIMOS LIBERTAD PARA LOS 8 SINDICALISTAS DE SANTA ANA!

El Bloque Popular Social (BPS) de El Salvador, nacido en las entrañas combativas de nuestro pueblo rebelde e integrado por organizaciones sindicales, campesinas, estudiantiles, religiosas, comunales, de jubilados, mujeres, juveniles, indígenas y veteranos de guerra, ante la captura de 8 sindicalistas el pasado 5 de septiembre en Santa Ana, CONSIDERAMOS:

1. Esta captura obedece a una estrategia dictada por el imperio desde Washington, con la que se pretende amedrentar y paralizar al movimiento popular organizado. Necesitan detener la lucha popular en ascenso porque pone en peligro sus planes de colonización vía TLC, ILEA, Plan Puebla Panamá y Base Militar de Comalapa.

2. Es una estrategia desde los sectores fascistas de ARENA y de ANEP enquistados en el régimen de Saca, conducidos por René Figueroa, que sueñan con descabezar al movimiento popular y así lograr aislar al FMLN de su poderosa y combativa base social, que lo conducirá a la victoria en el 2009.

3. Es una estrategia para generar confianza ante los dueños del país, por la profundización de la crisis económica que esta transformando la mascara risueña de Saca y obligándolo a mostrar sus colmillos represivos. Tienen que recurrir a la fuerza porque ya nadie les cree sus mentiras.

4. Es una estrategia que combina la propaganda de Saca, TCS y El Diario de Hoy, con medidas represivas de la Fiscalía, con aprobación de legislación fascista en la Asamblea Legislativa, y con la reactivación de escuadrones de la muerte desde la PNC.

5. La desesperación ante la futura derrota electoral del 2009 les hace jugar con el fuego de la indignación popular. La derecha luego de vivir 18 años en la corrupción, le teme a que se respete la Constitución. Los fascistas le apuestan al fraude y a la represión.

Frente a esta grave situación, como BPS ACORDAMOS:

1. Hacer un llamado a todas las fuerzas democráticas y progresistas a crear una gran concertación popular contra la represión. A unir fuerzas para resistir las capturas y luchar por la derogación de la Ley Anti-terrorista, y de las reformas que la derecha (ARENA, PCN y PDC) realizaron al Código Penal y Procesal Penal.

2. Declararnos en estado de emergencia y dedicar nuestros esfuerzos al logro de la libertad de los compañeros y compañeros de SIGESAL capturados en Santa Ana, nuevos presos políticos y además nuevos próceres de la nueva lucha por la independencia patria.

3. Iniciar una campaña de denuncia internacional de este nuevo atropello de la dictadura arenera a los derechos de los trabajadores sindicalizados. Llamamos a los pueblos del mundo a levantar su puño solidario en las embajadas salvadoreñas para exigir justicia en El Salvador. La solidaridad debe expresarse con este pueblo de Fidelina Raimundo y Schafik Handal.

¡El salvador rebelde, avanzando hacia el triunfo popular!

¡El presente es de lucha, el futuro es nuestro!

Coordinación Nacional del Bloque Popular Social de El Salvador.

San Salvador, El salvador, 10 de septiembre de 2007

ILPES convoca a Culto Ecuménico pro Libertad de Sindicalistas Capturados

ILPES CONVOCA A CULTO ECUMENICO PRO LIBERTAD SINDICALISTAS CAPTURADOS

SAN SALVADOR, 9 de septiembre de 2007 (SIEP) “Convocamos a todos los sectores populares y progresistas a un Gran Culto Ecuménico Pro Libertad de los Próceres Sindicalistas de SIGESAL capturados el pasado 5 de septiembre en Santa Ana” expresó el Rev. Roberto Pineda, pastor de la Iglesia Luterana Popular de El Salvador.

“Este Culto lo realizaremos el próximo sábado 15 de septiembre a las 9 a.m. sea que estén en Santa Ana, lo haremos allí, sea que los hayan trasladado ya para San Salvador, lo haremos en Mariona o en Cárcel de Mujeres, o sea que estén en libertad, entonces será un Culto de Acción de Gracias en la Plaza del Salvador del Mundo.”

Agregó que “estos son los verdaderos próceres de la verdadera independencia, y han sido encarcelados así como fueron encarcelados el 5 de noviembre de 1811 Pedro Pablo castillo y José Santiago Celis. Son héroes y heroínas de la nueva lucha por la independencia patria. La patria es valor y sacrificio. También a nuestros próceres se les acuso de desordenes públicos.”

“Rendimos homenaje y juramos que vamos a trabajar como Iglesia para liberarlos. Ello son Ana Luz Ordóñez Castro, Miriam Ruth Castro Lemus, Elsa Yanira Paniagua, Noemí Barrientos de Pérez, Ana Graciela de Carranza, Jorge Emilio Pérez, Manuel Trejo Artero y Anemias Armando Cantarero. Cinco mujeres y tres hombres. Ocho luchadores por la justicia. Ocho seguidores del Cristo crucificado que resucita en la lucha del pueblo salvadoreño.”

“Asimismo nos solidarizamos e invitamos a participar en el Ayuno Por la Justicia que realizaran el 19 y 20 de septiembre el Comité de Familiares de Presos y Presas Políticas de El Salvador, frente a la Corte Suprema de Justicia, para exigir que este organismo responda a la petición de habeas corpus con relación a la represión y capturas en Suchitoto, el 2 de julio de este año.

Concluyó haciendo un llamado “a la comunidad internacional, a nuestras iglesias hermanas a manifestarse por la libertad de estas compañeras y compañeros. Hay que desenmascarar a este gobierno represivo que en su desesperación, por la derrota del 2009, pretende provocar a nuestro movimiento popular y sindical. Como decía nuestro profeta Schafik, la lucha continúa…”

Patria chiquita nuestra

Patria chiquita nuestra

Rev. Héctor Fernández
Instituto Ecuménico Diaconal “Esteban”
San Salvador, El Salvador, Centroamérica

Otra vez el mes de la Patria. Celebraciones del 15 de septiembre, con discursos y actos de funcionarios de gobierno y muestras de “agilidad, eficacia y poder” bélico de las fuerzas Armadas de El Salvador, desfiles de soldados, aviones y helicópteros, tanques y novedades de tecnología militar que hasta erizan el cuerpo al hacer presente con sus movimientos y piruetas lo grotesco de la armamentizacion, que nos ha llevado entre otras situaciones, a la vergüenza de acompañar con soldados tierras, población civil invadidas por el Imperio, celebración con soldados en un país chiquito y económicamente pobre, alarde militar que contrasta escandalosamente con la pobreza que hay en la mayoría de mesas y estómagos en El Salvador

Otra vez el mes de la Patria, en el que con argucias de palabrería deshonesta se intenta decir que “somos un país independiente”, eso si, cualquier decisión que se tome en cualquiera de los rubros de la vida nacional debe ser cuidadosamente analizada con el fin de que “el gran amigo” del norte no se sienta incomodo, si es necesario hay que concensuarlo con este “amigo” aunque públicamente esto se niegue. “gozamos los frutos de la libertad” dice el actual gobernante y uno se pregunta ¿Cuál libertad? Si ni el derecho constitucional de protestar tiene el pueblo organizado

Otra vez las cadenas nacionales que le obligan al pueblo a apagar su televisor porque esta cansado de que cada año el presidente de turno dice que “estamos mejor” pero el pueblo se pregunta ¿a quienes les esta yendo mejor, cuando a la mayoría de la población le va peor?

Otra vez el día de la patria utilizado por el señor “todopoderoso” Mercado para vender en combos, electrodomésticos, celulares y cualquier otra cosa que se le ocurra, a plazos, promocionar tarjetas de crédito para de alguna manera endeudar y esclavizar aun más al pueblo

Otra vez el mes de la patria, que se celebra en los Estados Unidos, porque por allá viven machismos hombres y mujeres salvadoreños, se van obligados porque aquí “ya no hay como vivir” y “ganarse el pan de cada día”

Otra vez el mes de la Patria, a la cual le quitaron hasta su moneda nacional, para imponerle la del Cesar del Norte

Otra vez el mes de la Patria, alegra a unos cuantos emocionados en sus brindis y reuniones en hoteles de lujo y mansiones en el “otro San Salvador” en ese que no se ven los pobres y si se les ve se les echa encima a los perros, los vigilantes privados y si se considera necesario a la PNC, celebración que pasa de largo en la mayoría de hogares salvadoreños porque es demasiado profunda la angustia en los hogares de mas escasos recursos, donde, por más que se quiera, no hay como sentirse en la Patria pues lo único que esta en la mente y el corazón es ¿y que vamos a comer hoy? Y como futuro únicamente dos alternativas: morirse de hambre o migrar a Los Estados

Algún día no muy lejano lo superfluo, la manipulación y el circo que hoy sufrimos en el día, el mes de la Patria serán cosa del pasado y los sueños y esperanzas de los mejores hijos e hijas de la Patria serán una realidad

Nosotro/as en este tiempo y todos los días del año recordamos y llevamos en el corazón y la mente a hombres y mujeres que con su sangre han escrito en muchos momentos de la historia de la Patria, la Palabra: Libertad

Parafraseando la canción de Cutumay Camones: algún día veremos a la Patria Chiquita nuestra con vestidito nuevo y cachetes chapuditos, podrá ser bien grandota, será bien hermosa

Y tanto hoy, como mañana la Patria nos llama para que continuemos caminando juntos/as todos los que tengamos un corazón para querer a la Patria y que sea una realidad: Dios Unión y Libertad

Los superrevolucionarios

Leo cuidadosamente todos los días las opiniones sobre Cuba de agencias tradicionales de prensa, incluidas las de los pueblos que formaron parte de la URSS, las de la República Popular China y otras. Me llegan noticias de órganos de prensa escrita en América Latina, España y el resto de Europa.

El cuadro es cada vez más incierto ante el temor de una recesión prolongada como la de los años que siguieron a 1930. El gobierno de Estados Unidos recibió el 22 de julio de 1944 los privilegios otorgados en Bretton Woods a la potencia militar más poderosa, emitir el dólar como moneda internacional de cambio. La economía de ese país estaba intacta después de la guerra, en 1945, y disponía de casi el 70 por ciento de las reservas en oro del mundo. Nixon decidió unilateralmente, el 15 de agosto de 1971, suspender la garantía en oro por cada dólar emitido. Con eso financió la matanza de Vietnam en una guerra que costó más de 20 veces el valor real de las reservas en oro que le quedaban. Desde entonces la economía de Estados Unidos se sostiene a costa de los recursos naturales y los ahorros del resto del mundo.

La teoría del crecimiento continuo de la inversión y el consumo, aplicada por los más desarrollados a los países donde la inmensa mayoría es pobre, rodeada por lujos y derroches de una exigua minoría de ricos, no solo es humillante sino también destructiva. Ese saqueo y sus desastrosas consecuencias es la causa de la rebeldía creciente de los pueblos, aunque muy pocos conozcan la historia de los hechos.

Las inteligencias más dotadas y cultivadas se incluyen en la lista de recursos naturales y están tarifadas en el mercado mundial de bienes y servicios.

¿Qué ocurre con los superrevolucionarios de la llamada extrema izquierda? Algunos lo son por falta de realismo y el agradable placer de soñar cosas dulces. Otros no tienen nada de soñadores, son expertos en la materia, saben lo que dicen y para qué lo dicen. Es una trampa bien armada en la que no debe caerse. Reconocen nuestros avances como quienes conceden limosnas. ¿Carecen realmente de información? No es así. Les puedo asegurar que están absolutamente informados. En determinados casos, la supuesta amistad con Cuba les permite estar presentes en numerosas reuniones internacionales y conversar con cuantas personas del exterior o del país deseen hacerlo, sin traba alguna de nuestro vecino imperial a sólo 90 millas de las costas cubanas.

¿Qué aconsejan a la Revolución? Veneno puro. Las fórmulas más típicas del neoliberalismo.

El bloqueo no existe, pareciera una invención cubana.

Subestiman la más colosal tarea de la Revolución, su obra educacional, el cultivo masivo de las inteligencias. Sostienen la necesidad de personas capaces de vivir realizando trabajos simples y rudos. Subestiman los resultados y exageran los gastos en inversiones científicas. O algo peor: se ignora el valor de los servicios de salud que Cuba presta al mundo, donde en realidad, con modestos recursos, la Revolución desnuda el sistema impuesto por el imperialismo, que carece de personal humano para llevarlo a cabo. Se aconsejan inversiones que son ruinosas, y los servicios que aportan, como el alquiler, son prácticamente gratuitos. De no haberse detenido a tiempo las inversiones extranjeras en viviendas, habrían construido decenas de miles sin más recursos que la venta previa de las mismas a extranjeros residentes en Cuba o en el exterior. Eran además empresas mixtas regidas por otra legislación creada para empresas productivas. No había límites para las facultades de los compradores como propietarios. El país suministraría los servicios a tales residentes o usuarios, para lo cual no se requieren los conocimientos de un científico o un especialista en informática. Muchos de los alojamientos podían ser adquiridos por los órganos de inteligencia enemigos y sus aliados.

No se puede prescindir de algunas empresas mixtas, porque controlan mercados que son imprescindibles. Pero tampoco se puede inundar con dinero el país sin vender soberanía.

Los superrevolucionarios que recetan tales medicamentos ignoran de forma deliberada otros recursos verdaderamente decisivos para la economía, como es la producción creciente de gas, que ya purificado se convierte en una fuente inestimable de electricidad sin afectar el medio ambiente y aporta cientos de millones de dólares cada año. De la Revolución Energética promovida por Cuba, de vital y decisiva importancia para el mundo, no se dice una palabra. Llegan todavía más lejos: ven en la producción cañera, un cultivo que se sostuvo en Cuba con mano de obra semiesclava, una ventaja energética para la isla, capaz de contrarrestar los elevados precios del diésel que derrochan sin freno los automóviles de Estados Unidos, Europa Occidental y otros países desarrollados. Se estimula el instinto egoísta de los seres humanos, mientras los precios de los alimentos se duplican y triplican.

Nadie ha sido más crítico que yo de nuestra propia obra revolucionaria, pero jamás me verán esperar favores o perdones del peor de los imperios.

Fidel Castro Ruz

3 de septiembre del 2007

8 y 36 p.m.

Cuba y los compadres

Cuba y los compadres

Guillermo Almeyra

La Jornada

En Cuba y en torno a la situación cubana y al qué hacer hoy y allí ha nacido un interesantísimo debate. Los ar-tículos de la revista cubana Temas o la discusión sobre el llamado periodo gris (de imposición burocrática del pensamiento estalinista) son la parte mejor del aporte cubano a la salida de la crisis por la izquierda, pero no faltan ni en la intelectualidad ni en la burocracia los que miran con envidia el desarrollo del mercado y de los nuevos capitalistas en China o, incluso, la transformación de millares de burócratas ex dirigentes “comunistas” en los “nuevos rusos” ligados a la mafia o en los capitalistas de los ex países “socialistas” de Europa oriental. Fuera de Cuba también hay críticos de izquierda, interesados en la sobrevivencia y la regeneración de la revolución cubana y otros que, con supuestos argumentos “de izquierda”, proponen reformar burocráticamente a la burocracia sin recurrir a los trabajadores cubanos porque creen que la mayoría de éstos son pro capitalistas y prefieren la suerte de Puerto Rico a la orgullosa independencia de la isla.

No tengo espacio para un análisis exhaustivo ni del muy interesante artículo de Javier Mestre en Rebelión del 27 de agosto ni de lo que escribieron James Petras y Robin Eastman-Abaya en la misma página el 24 del mismo mes, cosa que espero alguien haga desde Cuba. Se imponen sin embargo algunas observaciones al respecto.

Como expuso Fidel Castro en su famoso discurso en la Universidad, la revolución cubana podría morir desde adentro debido al desarrollo de una burocracia que tiene valores y mentalidad capitalistas así como por las desigualdades sociales que zapan la base política de la resistencia al imperialismo, y por el crecimiento de la apatía, el apoliticismo, la corrupción, el robo generalizado de todo lo que es público y la crisis moral en ascenso. Hay que considerar además que todos los problemas que enfrenta Cuba se podrían multiplicar ante un agravamiento de la situación económica mundial y del terrorismo de Estado bushista provocado por la necesidad del imperialismo de correr hacia adelante, hacia la aventura en Irán y en el mundo, para tratar de evitar así una peligrosa radicalización político-social en Estados Unidos, todo lo cual tendría enormes repercusiones en Cuba. De modo que quienes desean corregir las deformaciones político-sociales en Cuba y dar una base firme a la conciencia de la necesidad de defender la independencia y la revolución, libran hoy un verdadero combate contra el tiempo. En ese sentido, es cierto que los datos económicos y la vida cotidiana están mejorando “poco a poco”, como destaca Mestre. Pero nadie puede esperar de nuevas promesas para el futuro cuando urge un cambio porque las cosas en el país, tras un cuarto de siglo de crisis terrible, siguen siendo difíciles –Raúl Castro anunció incluso que no había acabado el “periodo especial”– y se hacen intolerables. De ahí que no baste el llamado a la conciencia revolucionaria de los jóvenes, buena parte de los cuales, sobre todo en La Habana, carecen de ella y creen que en el capitalismo todo es armonía y belleza ya que ven turistas de muchos países con alto poder de compra mientras ellos, en cambio, no pueden visitar ni las mejores playas cubanas. Menos aun cuando, oficialmente y no sólo en alguna revista especializada, no se ha hecho un balance crítico de lo que fue el “socialismo” estalinista ni de por qué el gobierno cubano intentó imitar muchas de sus políticas y métodos y lo elogió durante mucho tiempo.

En la ex URSS uno escuchaba a menudo “a salario de mierda, trabajo de mierda” o “ellos fingen que nos pagan y nosotros fingimos trabajar”. El robo de materiales y recursos estatales era allí –y es hoy en Cuba– una forma salvaje e individual de “redondear” los salarios. Esta actitud tan generalizada indica que lo público aparece ante la población como cosa “del Estado”, “de ellos”, externa y abierta al saqueo de los trabajadores que no sienten que el Estado son ellos mismos y no el aparato burocrático, tal como sucedió también en la Argentina con la estatización de los ferrocarriles durante el primer gobierno de Perón pues los mismos siguieron funcionando como antes, sin control alguno de trabajadores y usuarios.

Si los medios de comunicación no dan ejemplos claros de qué era Cuba antes de la revolución (hay que saludar a este respecto las reflexiones históricas de Fidel Castro) ni de qué sucede en la vida cotidiana en los países capitalistas, ni dan estadísticas sobre la mortalidad infantil, sobre las muertes por hambre, sobre la situación sanitaria o el índice de desocupación de los países mismos de donde vienen los turistas y no explican el origen social de éstos, la propaganda imperialista y el turismo tendrán un efecto político desmoralizador, absolutamente nefasto. Es necesario, pues, un cambio radical en la orientación cultural y en los medios de comunicación cubanos, como pide Mestre. Pero aún más importante es que la gente pueda contar con una libre información y realizar una libre discusión sobre lo que pasa y so- bre cómo remediar las injusticias, las desigualdades, las carencias, algunas de las cuales Fidel Castro ha denunciado. Mestre dice, justamente, que las asambleas de las cooperativas campesinas no son realmente libres, porque se hacen para ratificar lo resuelto previamente por el partido y la gente teme formular críticas porque podría ser tildada de “contrarrevolucionaria”. También critica, como lo hizo igualmente Granma, que muchos autobuses de empresas no carguen a quienes esperan en la calle o les cobren 10 veces lo que establece la ley para transportarlos. Pero no se pregunta por qué la gente tolera ese abuso, no impone que la lleven, no paga lo justo, no denuncia al conductor: es que todos estiman lógico que éste utilice como si fuera suyo un medio estatal para aumentar su salario privado y están acostumbrados a que otros, desde arriba, enderecen las cosas y a ser objeto y no sujeto del cambio. En lo esencial, eso es lo que hay que eliminar.

Un diálogo con Roque Dalton y Lenin, desde el siglo XXI

Un diálogo con Roque Dalton y Lenin, desde el siglo XXI

x Néstor Kohan – La Haine

[Prólogo a Un libro rojo para Lenin] :: Hace cuatro décadas Roque Dalton apeló al viejo militante salvadoreño Miguel Mármol para desenterrar y desempolvar una historia de rebeldía olvidada. No reconstruyó su testimonio sobre la insurrección salvadoreña de 1932 para ganar una beca ni para coronar una tesis universitaria.
La historia en ayuda de las futuras rebeldías
Con ayuda de Mármol (sobreviviente de aquella insurrección a pesar de haber sido fusilado), Roque fue en busca del pasado para así iluminar el presente y cargarlo de energía. De esta manera pretendía conjurar los fantasmas del quietismo, el “realismo”, el culto de “lo posible” y la impotencia política que levanta altares paganos a la sempiterna “correlación de fuerzas objetivas”.
Atravesados por esa misma inquietud espiritual y con intenciones análogas hoy recurrimos al revolucionario y poeta Roque Dalton para pedirle socorro, inspiración, consejo y guía. Ahora le toca a él dar testimonio, aportar experiencias, reflexiones, pensamientos y sugerencias políticas, para así ayudar a una nueva generación a salir del impasse político y el desconcierto ideológico en que nos sumergió el neoliberalismo.
Lenin y el poder
Después de las derrotas insurgentes de los “60 y los genocidios militares de los “70, de la socialdemocratización y el posmodernismo de los “80, del desprecio de fundaciones y ONGs por el marxismo revolucionario y la cooptación desfachatada de los “90, Roque nos ofrece nuevamente la fruta prohibida. “Es conveniente leer a Lenin”, nos sugiere, “actividad tan poco común en extensos sectores de revolucionarios contemporáneos”.
Pero su consejo para las nuevas generaciones de militantes no queda detenido allí. Burlón, incisivo, irónico y mordaz, Dalton pone el dedo en la llaga. Luego de los relatos posmodernos y de aquellas tristes ilusiones que pretendían “cambiar el mundo sin tomar el poder”, Roque nos provoca: “Cuando usted tenga el ejemplo de la primera revolución socialista hecha por la «vía pacífica», le ruego que me llame por teléfono. Si no me encuentra en casa, me deja un recado urgente con mi hijo menor, que para entonces ya sabrá mucho de problemas políticos”.
A contramano de modas académicas y mercantiles, cruzando las fronteras tanto de la vieja izquierda eurocéntrica como de los equívocos seudolibertarios y falsamente horizontalistas de las ONGs, la propuesta radical de Roque Dalton acude presurosa a llenar un vacío. Su relectura de Lenin nos permite responder los interrogantes que a nuestro paso nos presenta la esfinge.
Roque focaliza la mirada crítica y la reflexión teórica en el problema fundamental del poder, desafío aún irresuelto en los procesos políticos contemporáneos de nuestra América. Tras varias décadas de eludir, ocultar o silenciar ese nudo problemático de todo pensamiento radical, recuperar la perspectiva antiimperialista y anticapitalista de Roque puede ser de gran ayuda para someter a crítica las mistificaciones y atajos reformistas del posmodernismo, disfrazados con jerga aparentemente sólo aparentemente libertaria.
La redacción de este libro
El puntapié inicial para la redacción de Un libro rojo para Lenin, obra iconoclasta y provocadora, responde a una invitación de un reconocido intelectual cubano, el poeta Roberto Fernández Retamar, director de Casa de las Américas. En 1970, al cumplirse 100 años del nacimiento de Lenin, Fernández Retamar convoca a varios poetas a escribir sobre él. De los muchos trabajos seleccionados, se eligen dos, uno de Roque y otro del intelectual haitiano René Depestre.
Esa puntada inicial, redactada en La Habana, se fue entretejiendo posteriormente con múltiples materiales que Dalton va acumulando para su investigación sobre la obra del principal teórico de la filosofía de la praxis según lo definiera Antonio Gramsci.
Aquella primera redacción acerca de Lenin se termina de completar recién tres años más tarde, en julio de 1973, en Hanoi, Vietnam del norte. El libro nace entonces en La Habana y concluye en Vietnam. Un itinerario geográfico que es también político, índice expresivo de lo que Roque concibe como actualidad del leninismo.
El propio autor aclara al final del último poema de su libro, el “Ensayo de himno para la izquierda leninista”, que su texto queda, adrede, inconcluso. Lo concibe como una obra abierta a los avatares de la revolución latinoamericana y a las nuevas lecturas que eventualmente se derivarán sobre Lenin en el futuro (su aclaración textual dice: “Poema inconcluso-mientras viva el autor”). Después de su irracional y cobarde asesinato, ocurrido en 1975, la obra permanece como él la concibió, abierta.
Una reflexión de madurez
Dentro del arco de variación de su propia obra ensayística y política, Un libro rojo para Lenin constituye un texto de madurez.
Una vez que culmina, en 1965, su primera investigación sociológica y política en forma de libro monográfico sobre la historia de El Salvador, Roque comienza su tarea de maduración ideológica y radicalización política. Intentando trazar un puente directo entre Farabundo Martí y la estrategia fidelista-guevarista continental, el poeta aprovecha su estadía en Praga durante 1966 para husmear y reconstruir los testimonios orales de Miguel Mármol sobre la insurrección comunista de 1932.
Esos testimonios fueron recogidos en extensas entrevistas en forma manuscrita, sin grabador a lo largo de tres semanas de mayo y junio de 1966. Fruto de esa rigurosa y obsesiva tarea saldrá el texto sobre la insurrección de 1932 y la masacre que la aplastó a sangre y fuego. De ese trabajo se publicaron fragmentos por primera vez, en enero de 1971, en el Nº 48 de la revista cubana Pensamiento Crítico con el título “Miguel Mármol: El Salvador 1930-1932”. Más tarde, ya muerto Roque, se publicó el libro completo en forma póstuma. Fue en 1983. El volumen llevaba por título Miguel Mármol. Los sucesos de 1932 en El Salvador y fue editado por Casa de las Américas.
En una etapa posterior de este trabajo intelectual y ensayístico, Roque se mete hasta las orejas en los debates políticos abiertos por Regis Debray en la segunda mitad de los años “60. De allí saldrá el libro polémico Revolución en la revolución y la crítica de derecha, donde el salvadoreño realiza su propio balance crítico sobre las absolutizaciones y unilateralidades de Debray, mientras al mismo tiempo ajusta cuentas con lo que denomina “la derecha del movimiento comunista latinoamericano” que por entonces arremetía contra Debray como una vía indirecta, menos comprometida y con menor costo político, para atacar a Fidel y al Che e impugnar a la Revolución Cubana.
De modo que Un libro rojo para Lenin no es una obra juvenil, producto de alguien entusiasmado y con voluntad, pero inexperto y recién llegado. Por el contrario, en la trayectoria biográfica e ideológica de Roque Dalton constituye la coronación de una prolongada búsqueda teórica (siempre nutrida y entrecruzada con experimentaciones poéticas y militancia política) que comienza investigando la propia historia insurreccional de El Salvador en los años “30 y continúa más tarde con la polémica sobre la estrategia de la lucha armada en América Latina de los “60.
Su lectura-diálogo-collage sobre Lenin conforma entonces el punto maduro de llegada de esas indagaciones previas y el paso necesario que Roque emprende como plataforma ideológica de su incorporación activa a la lucha armada en su propio país.
El estilo de Roque: la ironía como arma
Al entablar una batalla ideológica de largo aliento contra todo un abanico de reformismos Roque logra conjugar un contenido revolucionario con una forma de expresión que violenta las cristalizaciones habituales del discurso de izquierda. Su estilo disruptivo, heterodoxo, iconoclasta, no es ajeno al contenido que pretende transmitir.
No tiene sentido congelar una forma de expresión ni atarse a un solo género si se pretende transmitir un mensaje rebelde que rompa con los clichés y lugares comunes que impidieron durante décadas aprovechar y utilizar el inmenso arsenal teórico proporcionado por Lenin. Las rebeldías deberían estar, entonces, en ambos polos de la ecuación, en la forma y en el contenido, no sólo en este último. De este modo, Roque lleva a la práctica en su escritura ensayística los recursos que ya había empleado en su poesía. La cultura revolucionaria se vuelve más eficaz y adquiere mayor poder de fuego (y de convencimiento) cuanto más irónica y mordaz.
Esa ironía, tan propia y característica de su escritura, le ayuda también a reirse, o al menos, a perderle el respeto a los géneros discursivos tradicionales. En ese sentido reaparece una y otra vez, en cada página de su libro, una pregunta que no por tácita resulta menos operante: ¿por qué la polémica ideológica no puede ser poética? ¿por qué una obra poética debe renunciar a su proyección ideológico política?. Al saltar por sobre los géneros Roque combina poemas, relatos, anécdotas y hasta documentos históricos con las instrucciones de Lenin para realizar un sabotaje, emplear una molotov, asaltar una comisaría, construir un ejército revolucionario. En su conjunto, la obra constituye un inmenso collage en el que se integran materiales ensayísticos, biográficos, documentales, poéticos y pedagógicos.
Dentro de ese collage, en la aproximación a Lenin y en la crítica del reformismo que pretendió manipularlo, deformarlo o directamente rechazarlo, intervienen numerosas voces con las que él acuerda y polemiza.
Roque lo fue construyendo como un diálogo inacabado. En sus páginas aparecen también sus oponentes, personajes inventados que, desde el horizonte de la vieja izquierda metropolitana y eurocéntrica, intentan poner en duda la lectura leninista que, en clave latinoamericana, su autor nos propone.
Si bien es innegable que los personajes del diálogo-collage son múltiples, también es evidente que ese elenco numeroso cuenta con dos protagonistas centrales e inequívocos: Lenin y Roque, Roque y Lenin. Ambos miembros activos de nuestra cofradía antiimperialista y anticapitalista. Hacerlos hablar significa incorporarlos al juego, involucrarlos en la resolución de nuestros desafíos políticos actuales y nuestros interrogantes abiertos. Leer el libro implica, entonces, participar en el diálogo.
Pero el collage de Roque no es posmoderno, pues su propuesta de lectura-escritura tiene ejes y contornos netamente definidos, habitualmente despreciados y vilipendiados por el llamado “pensamiento débil”. En primer lugar, la historia, especialmente la de América Latina, aunque también la de otras revoluciones antiimperialistas y anticapitalistas del mundo subdesarrollado. En segundo lugar, la ideología. En tercer lugar, el sujeto y, finalmente, en cuarto pero no en último lugar, la revolución. El collage de Dalton, repleto de retazos polifónicos, no tiene entonces nada que ver con la fragmentación entrecortada de un videoclip posmoderno, donde las partes coexisten yuxtapuestas sin un sentido articulador que las ordene y les otorgue una dirección.
En esa articulación de historia, ideología, sujeto y revolución, el relato no corre únicamente por cuenta de Roque. Junto al suyo, se oyen también otros discursos, permaneciendo el collage abierto y expresamente inconcluso como la misma revolución continental y la propia historia del marxismo latinoamericano en los cuales este libro se inserta.
La forma collage y el traspaso permanente de género en género no son las únicas notas definitorias de esta escritura. Al mismo tiempo debemos registrar su humor, no como algo aleatorio o coyuntural, sino como un registro fundamental de toda la obra y visión de la vida de Roque Dalton.
El humor de Roque, por ejemplo, intercala sin ningún tipo de advertencia al lector, en medio de una rigurosa explicación de nuestro común amigo y compañero, el cubano Fernando Martínez Heredia sobre el marxismo ruso, los terroristas populistas, Plejanov y el joven Lenin, la frase de la canción de Carlos Puebla: “pero entonces llegó el comandante y mandó a parar”.
Una irrupción sin aviso que desconcierta al lector y, como aquella viejas técnicas teatrales que utilizaba Bertolt Brecht en su dramaturgia, despiertan al espectador y lo zarandean para que tome distancia del relato y así avance críticamente en la conciencia. O también, aquella referencia a Gramsci y a su vínculo con la Internacional Comunista de su obra Un libro levemente odioso donde Roque, en lugar de escribir 275 páginas repletas de notas al pie y documentos de archivo, resume su explicación con frases de… ¡un bolero!: “¿Qué le dijo el movimiento comunista internacional a Gramsci? No tengo edad, no tengo edaaaad para amarte…”.
El humor de Roque se convierte así en una herramienta desacralizadora, un modo permanente de acercarse al marxismo y en particular a Lenin evitando toda momificación, alivianando hasta corroer y disolver el peso del bronce que durante décadas aplastó su mensaje rebelde.
En medio de la risa y la ironía, Roque nos invita a pensar en voz alta, a reflexionar codo a codo y fraternalmente entre compañeros, manteniendo al mismo tiempo una ácida y agria polémica con los enemigos burgueses.
¿Lenin? ¿Cuál?
Después de investigar sobre la historia remota de El Salvador, de reconstruir la insurrección comunista de 1932 y de ajustar cuentas con todo el affaire Debray, Roque se vuelca a Lenin. No es casual. Los sectores más afines a la Unión Soviética y al llamado “tránsito pacífico” al socialismo invocaban su figura -con no poco cinismo-como antídoto frente a todos los “izquierdismos”, principalmente el del Che Guevara y sus seguidores latinoamericanos.
¿Cuál es el Lenin que aquí nos acerca Roque? Pues el Lenin del trabajo clandestino, el de la insurrección, el de la revolución y el de la lucha por el poder. En esta elección no hay arbitrariedad alguna sino una perspectiva político-ideológica inequívoca. El gran presupuesto de Roque se asienta en una cosmovisión que concibe al marxismo de manera viva, inflamable, como una teoría de la rebelión y no como una doctrina académica muerta asentada en una recopilación de citas “sagradas” tranquilizadoras. Según Roque “nos interesa muchísimo más el Lenin de la toma de Petrogrado y el Lenin que nos llega a través del Che Guevara y el general Giap, que el lenin (genial, sin duda) de la NEP o el Lenin que nos llega a través del informe sobre los éxitos de la última cosecha de trigo en Ucrania”.
La aproximación al máximo dirigente de la Revolución Rusa está dada por la historia, la del propio Lenin y la de sus lectores actuales, con problemas diversos a los de 1917 pero para los cuales el acudir al pensamiento del gran bolchevique puede resultar sumamente útil y provocador. De allí que Dalton, sucinto y económico, defina de la siguiente manera: “El leninismo es un complejo resultante de la historia, no una impenetrable bola de acero”.
En esa aproximación a Lenin, que no por ser activa y en perspectiva deja de ser objetiva, no por tomar partido deja de ser rigurosa y estricta, no por elegir un perfil de abordaje deja de tomar en cuenta los documentos y la investigación historiográfica, Roque Dalton aclara a cada paso desde donde habla y contra quien escribe. Sus interlocutores polémicos están abiertamente mentados en el poema “Contra quien es este libro”. Además de oportunistas, allí los clasifica una vez más, irónicamente como “full backs de la burguesía”, aquellos que acusan de “blanquismo” a la naturaleza y a la historia o creen que la gran obra de Marx consiste en haber prevenido a la clase obrera contra el revolucionarismo excesivo.
Si está claro con quien es la polémica, también son nítidas las acusaciones que Roque pretende contestar. Están enumeradas en el poema titulado “En la polémica nos dicen”. Esto es: anarquistas, bandoleros, extremistas, terroristas, antisociales…
Si hubiera que resumir en una sola categoría de la historia política del movimiento socialista todos esos insultos, ese concepto sería el de “blanquismo”, referencia despectiva que remite al líder conspirador francés del siglo XIX Auguste Blanqui.
Roque se propone rescatar a Lenin (y con él a todo el marxismo revolucionario que no sirve de pasto de consumo académico) de las acusaciones de “blanquismo”, pero también de otras que suelen acompañarlo: “aventurerismo”, “putshchismo”, “romanticismo”, “jacobinismo” y “babuvismo” (referencia despectiva que remite a Graco Babeuf). Todos estos epítetos, acuñados por la socialdemocracia de fines del siglo XIX y empleados por el stalinismo prosoviético durante la década de 1960 para insultar al Che, a Fidel y a los jóvenes revolucionarios que seguían a Cuba fueron reflotados durante la década de 1980 y 1990 ya muerto Roque, por ex comunistas, arrepentidos, y socialdemócratas subsidiados por fundaciones alemanas o norteamericanas.
Tanto en 1890, en 1967 como en 1980-1990 el objetivo de su uso ha sido el mismo: rechazar a cualquiera que se proponga ir más allá de los límites y protestas permitidas por el sistema de dominación capitalista. Demonizar a quien quiera sacar los pies del plato.
Toda la polémica ideológica entablada por Roque Dalton se propone precisamente defender la legitimidad política del pensamiento revolucionario latinoamericano y hacer jugar a Lenin en esa disputa, no como dogmático censor que reta con el dedo autoritario en alto a los jóvenes izquierdistas sino como ácido impugnador del reformismo, la enfermedad senil del comunismo y de los “nuevos” movimientos sociales.
El Lenin que nos aproxima Roque, a través de discursos históricos, artículos o testimonios de investigadores, es el del revolucionario que propone a los jóvenes fabricar molotov, organizar células clandestinas de combate callejero; el que recomienda pensar mejor qué hacer frente a las elecciones antes de participar en ellas con los ojos cerrados y bajo cualquier circunstancia; el que enseña el camino de la lucha frontal y armada contra los organismos de inteligencia y represión…
¡Pero Lenin, el más grande de todos, no está solo en este libro!. Lo acompañan el Che Guevara, Fidel Castro, el general vietnamita Giap (que se cansó de derrotar y humillar a varios ejércitos del imperialismo japonés, francés, yanqui…), Ho Chi Minh, Antonio Gramsci, György Lukács. Y obviamente no podía faltar el diablo…
Roque, Lenin y el diablo
Sí, en Un libro rojo para Lenin aparece León Trotsky. Roque extracta y reproduce fragmentos de su célebre Historia de la revolución rusa (el mismo libro que Ernesto Guevara se llevó para leer, extractar y anotar en Bolivia en 1966). Aquella voluminosa obra en la cual el fundador del Ejército Rojo bolchevique subraya las fuertes deudas que el marxismo revolucionario mantiene con Blanqui, sin obviar las diferencias recíprocas.
Hoy en día, en el siglo XXI, resultan más que útiles, seductores y sugerentes estos fragmentos de Trotsky sobre la violencia revolucionaria y el arte de la insurrección, inteligentemente extraídos e incorporados por Roque. Sirven sobremanera para compararlos con la obsesión pretendidamente “antifoquista” (en realidad espontaneísta y reformista) de Nahuel Moreno [Hugo Miguel Bressano] y algunos otros dirigentes trotskistas latinoamericanos menos conocidos que han terminado convirtiendo a Trotsky en un vulgar apologista de la participación electoral a toda costa y a cómo dé lugar.
Aunque el blanco predilecto de Roque Dalton es, principalmente, la seudo ortodoxia oportunista de los soviéticos y el reformismo stalinista por ejemplo de Victorio Codovilla y Rodolfo Ghioldi, dos dirigentes del PC argentino a quienes cuestiona en su otro libro Revolución en la revolución y la crítica de derecha, el radio de alcance de sus polémicas llega más allá de ese espacio restringido. La lúcida reconstrucción de Roque Dalton deja bien en claro que León Trotsky se sentiría mucho más a gusto en compañía de los guevaristas latinoamericanos, “izquierdistas” y “románticos”, que con las instituciones burguesas y las elecciones parlamentarias a las que tristemente lo han querido maniatar durante las últimas décadas en algunos de nuestros países.
¿Qué adopta Roque de Trotsky? Pues aquello según lo cual lo más difícil de resolver en una situación revolucionaria es el problema del sujeto colectivo y el papel activo de los revolucionarios. En ese contexto, entre las principales trabas a remover, Trotsky identifica a la maquinaria institucional y sus habituales acusaciones de “blanquismo” utilizadas por la propaganda reformista para rechazar y demonizar a las corrientes de izquierda no institucionales o extraparlamentarias.
En ese sentido, a Roque Dalton le llamó poderosamente la atención la forma en que el creador del Ejército Rojo bolchevique define al “blanquismo”. Según el autor de Historia de la revolución rusa, reproducido por Dalton, por blanquismo debe entenderse, no una desviación elitista, militarista o conspiradora del socialismo sino, por el contrario, “la esencia revolucionaria del pensamiento marxista”. No es casual que Roque se haya detenido en este párrafo de Trotsky, ya que en América Latina las corrientes más moderadas del movimiento comunista emplearon el término de “blanquismo” para descalificar a Fidel, al Che y a toda la nueva izquierda revolucinaria.
Al poner en discusión la visión falsamente apologética de Lenin, que lo convertía en una momia de mausoleo más preocupada por la “coexistencia pacífica” entre diversas potencias a nivel internacional y por la gobernabilidad interna de cada estado a nivel nacional, que en incentivar futuras rebeliones populares, Dalton también realiza un beneficio de inventario sobre la teoría del partido. “El partido de Lenin es un partido de combate”, afirma; “La mejor cuna del partido es el fuego”. Su misión no es garantizar la paz (de los poderosos y los cementerios) sino encaminar a la juventud y la clase trabajadora “para la toma del poder”.
No es casual que las diversas organizaciones de la izquierda salvadoreña, pocos años después de que Roque escribiera este libro, se encaminaran unidas en el Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional (FMLN) hacia el combate armado y la lucha revolucionaria por el poder. Justamente, hacia el final del volumen, Roque reproduce un fragmento periodístico que da cuenta de la actividad político militar de las FPL (Fuerzas Populares de Liberación Farabundo Martí, una de las principales expresiones que años después conformarían el FMLN). Marca de esta manera una línea de acción práctica en la política salvadoreña de aquellos días.
Lenin desde el marxismo latinoamericano
El poeta salvadoreño se propone, nada menos, que traducir a Lenin a nuestra lengua política, a nuestra idiosincrasia, a nuestra historia, insertándolo en lo más rebelde y radical de nuestras tradiciones revolucionarias. No es aleatorio que en su reconstrucción apele a otras experiencias de revoluciones en países del Tercer Mundo: la atrasada Rusia, la periférica China, Vietnam, Cuba, El Salvador…
El Lenin de Roque se viste de moreno, de indígena, de mujer combativa, de campesino, de cristiano revolucionario, de habitante de población, villa miseria, cantegril y favela, además de obrero industrial, moderno y urbano. La suya es una lectura ampliada de Lenin, pensada para que sea útil ya no exclusivamente en las grandes metrópolis del occidente europeo-norteamericano sino principalmente en el Tercer Mundo, única manera de mantenerlo vivo y al alcance de la mano en las rebeliones actuales de América latina.
Esa perspectiva permite comprender la dedicatoria del libro que aunque está cargada de afecto y admiración, implica también una definición política, ya que Roque lo dedica “A Fidel Castro, primer leninista latinoamericano, en el XX aniversario del asalto al Cuartel Moncada, inicio de la actualidad de la revolución en nuestro continente” [subrayado de R.D.]. Esa dedicatoria a Fidel retoma puntualmente la tesis central del libro de Lukács sobre Lenin [véase nuestro estudio preliminar a G.Lukács: Lenin, la coherencia de su pensamiento. La Habana, Ocean Sur, 2007].
Algunos de los problemas prioritarios que Un libro rojo… aborda tienen que ver con el carácter de la revolución latinoamericana y las vías (“tránsito pacífico”, confrontación directa, “no tomar el poder…”, etc). Pero el abanico de problemas no se detiene allí. Pretende ser más extenso.
Lectura sobre las lecturas
La obra de Roque tiene como objetivo fundamental pensar y repensar qué significa el leninismo para y desde América latina. Su reflexión merece ser balanceada y contrastada con algunas de las muchas aproximaciones análogas realizadas en nuestro continente.
En primer lugar, con el “leninismo” construido por Victorio Codovilla y Rodolfo Ghioldi, dos de los principales exponentes argentinos de la corriente latinoamericana prosoviética. Estos dos dirigentes comenzaron a ser hegemónicos dentro del Partido Comunista argentino (PCA) a partir de 1928, cuando ya hacía diez años que éste se había fundado. Alineados en forma férrea con la vertiente de Stalin en el Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS), Codovilla y Ghioldi pasaron a dirigir, de hecho, la sección sudamericana de la Internacional Comunista (IC).
Desde allí combatieron a José Carlos Mariátegui, difundieron sospechas sobre Julio Antonio Mella y criticaron duramente a todo el movimiento político-cultural de la Reforma Universitaria nacido en Córdoba. Cuarenta años más tarde, durante los años “60, Codovilla y Ghioldi volvieron a repetir la misma actitud de aquellos años “20, rechazando y combatiendo la nueva herejía que emanaba entonces de las barbas de Cuba.
Desde ese ángulo, construyeron una pretendida “ortodoxia” leninista desde la cual persiguieron a cuanto “heterodoxo” se cruzara por delante. Lenin, en este registro stalinista rudimentario se convierte en un recetario de fórmulas rígidas, propiciadoras del “frente popular”, la alianza de clases con la llamada “burguesía nacional” y la separación de la revolución en rígidas etapas. Además, desde los años “50 en adelante, el “leninismo” de Codovilla y Ghioldi se fue convirtiendo en sinónimo de “tránsito pacífico” al socialismo y oposición a toda lucha armada (a pesar de que Ghioldi había participado en 1935 en la insurrección fallida encabezada por Luis Carlos Prestes en Brasil).
Todo el emprendimiento de Roque Dalton en Un libro rojo para Lenin constituye una crítica frontal y radical, punto por punto, parte por parte, de esta versión de “leninismo” divulgada y custodiada en nuestras tierras por Codovilla y Ghioldi.
En segundo lugar, en América Latina el líder del Partido Comunista uruguayo (PCU) Rodney Arismendi elaboró en Lenin, la revolución y América Latina una versión más refinada y meditada de “leninismo”. La suya fue una lectura más sutil, inteligente y no tan vulgar como la de Codovilla y Ghioldi lo que le permitió cierto diálogo con la vertiente guevarista como el mismo Roque reconoce en su otro libro Revolución en la revolución y la crítica de derecha, aunque el dirigente uruguayo compartiera en términos generales el mismo paradigma político que los dos dirigentes de Argentina.
La apropiación latinoamericana de Lenin que encara Arismendi quien había realizado años atrás una aguda crítica del populismo de Haya de la Torre, sin dejar de seguir a la línea soviética, al mismo tiempo abre el diálogo frente a la Revolución Cubana. En el libro de Arismendi sobre Lenin, ese difícil y complejo cruce conciliador entre la antigua corriente de los PCs prosoviéticos y la nueva corriente revolucionaria, de inspiración fidelista-guevarista, se expresa ya desde su misma dedicatoria, donde se entremezcla el recuerdo de “los fundadores y militantes del movimiento comunista de América Latina” con la invocación “A Fidel Castro y sus compañeros, entre ellos el inmortal Guevara, que llevaron al triunfo la primera revolución socialista del continente”.
A diferencia de Codovilla y Ghioldi que, en nombre de Lenin, fueron ardientes opositores de la estrategia cubana para América Latina (cuando Ghioldi escribe No puede haber «revolución en la revolución» contra Regis Debray, en realidad arremete políticamente contra Fidel y el Che sin nombrarlos), Arismendi intenta integrar la perspectiva continental de la lucha armada con la estrategia de los PC de “vía pacífica”. La solución de Arismendi, a mitad de caminos de dos estrategias diversas e incompatibles, conserva muchos de los lugares comunes como la crítica al “blanquismo” de la corriente prosoviética, pero lo hace de una forma original, sin seguir al pie de la letra los manuales soviéticos.
No es casual que Arismendi haya sido uno de los pocos o quizás el único dirigente de un PC tradicional que participa de la Conferencia de la Organización Latinoamericana de Solidaridad (OLAS) reunida en La Habana en 1967.
En tercer lugar, y ya bajo directamente la estrella de la Revolución Cubana, la pedagoga chilena Marta Harnecker intentará una nueva aproximación a Lenin desde América Latina. Lo hará desde la óptica política y epistemológica althusseriana, ya que Marta ha sido durante años una de las principales alumnas y difusoras del pensamiento de Louis Althusser en idioma castellano y en tierras latinoamericanas.
Ese intento de lectura se cristalizará en la obra La revolución social (Lenin y América Latina), de algún modo deudora de obras previas como Táctica y estrategia; Enemigos, aliados y frente político así como de la más famosa de todas Los conceptos elementales del materialismo histórico. La obra pedagógica de Harnecker, mucho más apegada a Lenin que los anteriores intentos etapistas de Codovilla, Ghioldi o Arismendi, tiene un grado de sistematicidad mucho mayor que la de Roque Dalton. Sin embargo, por momentos los esquemas construidos por Marta rinden un tributo desmedido a situaciones de hecho, coyunturales.
Por eso sus libros teóricos van de algún modo “acompañando” los procesos políticos latinoamericanos. Así, perspectivas políticas determinadas se convierten, por momentos, en “modelos” casi universales: lucha guerrillera como en Cuba en los “60; lucha institucional y poder local como en Brasil y Uruguay en los “80 y “90; procesos de cambios radicales a través del ejército como en Venezuela desde el 2000. El libro de Roque, sin duda menos sistemático y con menor cantidad de referencias y citas bibliográficas de los escritos de Lenin que estos manuales, posee sin embargo una mayor aproximación al núcleo fundamental del Lenin pensador de la revolución anticapitalista. La menor sistematicidad es compensada con una mayor frescura y, probablemente, con una mayor amplitud de perspectiva de pensamiento político.
En cuarto lugar, debemos recordar la operación de desmontaje que desde comienzos de los años “80 pretendieron realizar los argentinos Juan Carlos Portantiero, José Aricó (ambos, por entonces, exiliados en México) y Ernesto Laclau (residente, por libre voluntad, en la Academia británica), entre otros. Toda su relectura de Gramsci en clave explícita y expresamente antileninista, constituye un sutil intento de fundamentar su pasaje y conversión de antiguas posiciones radicalizadas a posiciones moderadas (esta referencia vale para Portantiero y Aricó, no así para Laclau, quien nunca militó en la izquierda radical sino en la denominada “izquierda nacional”, apoyabrazos progresista del populismo peronista).
Concretamente, el ataque a Lenin (acusado de “blanquista”, “jacobino” y “estatalista”) y la manipulación de Gramsci (resignificado desde el eurocomunismo italiano y el posmodernismo francés) cumplen en los ensayos de Portantiero, Aricó y Laclau el atajo directo para legitimar con bombos y platillos “académicos” su ingreso alegre a la socialdemocracia, tras la renuncia a toda perspectiva anticapitalista y anticapitalista. No podían realizar ese tránsito sin ajustar cuentas con la obra indomesticable de Lenin, hueso duro de roer, incluso para los académicos más hábiles en desvirtuar y fagocitar a los pensadores rebeldes.
El libro de Roque, pensado para discutir con el reformismo y el oportunismo de “la derecha del movimiento comunista latinoamericano”, está repleto de argumentos que incluso les quedan grandes a las apologías parlamentaristas y reformistas de estos tres pensadores de la socialdemocracia.
En quinto lugar, no podemos obviar el reciente intento de John Holloway y sus seguidores latinoamericanos por responsabilizar a Lenin de todos los males y vicios habidos y por haber: sustitucionismo, verticalismo, autoritarismo, estatalismo, etc., etc., etc. La “novedad’ que inaugura el planteo de Holloway consiste en que realiza el ataque contra las posiciones radicales que se derivan de Lenin con puntos de vista reformistas pero…, a diferencia de los antiguos stalinistas prosoviéticos o de los socialdemócratas, él lo hace con lenguaje supuestamente de izquierda.
La jerga pretendidamente libertaria encubre en Holloway un reformismo poco disimulado y una impotencia política mal digerida o no elaborada (extraída de un esquema académico demasiado abstracto de la experiencia neozapatista, caprichosamente despojada de toda perspectiva histórica o de toda referencia a las luchas campesinas del zapatismo de principios del siglo XX, que poco o nada interesan a Holloway).
Toda la crítica de Roque Dalton golpea contra este tipo de planteos académicos al estilo de Holloway, aunque por vía indirecta, ya que al redactar su polémico collage Roque pretendía cuestionar posiciones más ingenuas, menos sutiles y, si se quiere, más transparentes en sus objetivos políticos. Finalmente, a la hora de parangonar la lectura de Roque con otras lecturas latinoamericanas sobre Lenin, nos topamos con el reciente estudio de Atilio Borón. Este autor acude al ¿Qué hacer?, para analizarlo, interrogarlo y reivindicarlo desde la América Latina contemporánea.
No es casual que, como Roque Dalton, Borón llegue a una conclusión análoga cuando señala a Fidel Castro como uno de los grandes dirigentes políticos que han comprendido a fondo a Lenin. Particularmente, hace referencia a la importancia atribuida por Lenin a la teoría revolucionaria y a la conciencia y lo parangona con el lugar privilegiado que ocupa la “batalla de las ideas” en el pensamiento de Fidel.
Después de la rebelión popular argentina de diciembre de 2001, Borón analiza las tesis del ¿Qué hacer? y las emplea para polemizar con el “espontaneísmo”, sobre todo de John Holloway, quien de hecho clasifica a Lenin como un vulgar estatista autoritario. También polemiza con la noción deshilachada y difusa de “multitud’ de Toni Negri, quien cree, erróneamente, que toda organización partidaria de las clases subalternas termina subordinando los movimientos sociales bajo el reinado del Estado. Crítico de ambas interpretaciones la de Holloway y la de Negri, Borón sostiene que gran parte de las revueltas populares de comienzos del siglo XXI han sido “vigorosas pero ineficaces”, ya que no lograron, como en el caso argentino, instaurar un gobierno radicalmente distinto a los anteriores ni construir un sujeto político, anticapitalista y antiimperialista, perdurable en el tiempo.
En este tipo de lecturas, el leninismo de Borón mantiene una fuerte deuda con las hipótesis históricas del dirigente comunista uruguayo Arismendi, a quien cita explícitamente, aunque en el caso del argentino esas conclusiones a favor de un comunismo democrático estén completamente despojadas de todo vínculo con el stalinismo.
De la misma forma que el salvadoreño, en su trabajo sobre Lenin el argentino cuestiona “las monumentales estupideces pergeñadas por los ideólogos soviéticos y sus principales divulgadores”. Si bien Borón y Dalton se esfuerzan por delimitar la reflexión de Lenin de aquello en lo que derivó posteriormente en stalinismo, depositan sus miradas en aristas algo disímiles. Por ejemplo, mientras Borón critica siguiendo a Marcel Liebman la “actitud sumamente sectaria” de Lenin durante el período 1908-1912, Roque defiende aquellos escritos de Lenin, duros, inflexibles, propiciadores de la clandestinidad, del “partido obrero de combate” e incluso de la guerrilla.
Las reflexiones de Un libro rojo para Lenin tienen, evidentemente, vasos comunicantes con todas estas otras iniciativas intelectuales elaboradas en América Latina pero contienen, además, una densidad específica y propia. Con preocupaciones similares a todos estos abordajes, con los cuales polemiza o dialoga, el poeta salvadoreño le agrega a Lenin un atractivo extra, un “plus” picante y difícil de aferrar. El Lenin que él nos acerca se desmarca del manual, del slogan, del paper académico, del esquema sea el que sea o de la cita de partido para volverse uno más de nosotros, una persona viva y militante, de carne y hueso, al alcance cotidiano de la mano.
Pensar más allá del progresismo y actuar más allá de la institucionalidad
La propuesta política de Roque, atravesada, sí, por las esperanzas ardientes de los años 60 e inflamada, también, por el huracán continental que generó en sus primeros años la Revolución Cubana, posee, sin embargo, una impactante actualidad. Si bien es cierto que el “espíritu de época” del cual se nutre Roque al escribir no es exactamente el nuestro, también es verdad que su libro-collage pone sobre la mesa, casi brutalmente, un problema que permanece todavía irresuelto. ¿Cómo pensar en América Latina los cambios radicales más allá de la institucionalidad sin abandonar, al mismo tiempo, la organicidad revolucionaria anticapitalista?
Es decir, ¿cómo volver a colocar en el centro de las discusiones, los proyectos y las estrategias revolucionarias latinoamericanas del siglo XXI el problema del poder, abandonado, eludido o incluso negado durante un cuarto de siglo de hegemonía ideológica reformista o neoliberal? Para obligarnos a pensar en estos problemas, a tocar el fuego con las manos, Roque provoca, molesta, incomoda. Se ríe y burla de los acomodaticios. Se mofa de las burocracias partidarias. Se toma en solfa la adustez engolada de los discursos académicos que citan mucho para no decir nada.
El libro de Roque también sirve para pensar las derrotas de las revoluciones latinoamericanas desde la izquierda, sin hacer tabla rasa con el pasado de lucha (como nos han propuesto a lo largo de estos años tantos conversos y arrepentidos, convertidos súbitamente en funcionarios de traje, reloj caro y corbata). Repleto de ironía, permite además hacer un balance meditado y reflexivo, rechazando el desarme político-ideológico que presupone la historiografía de “tierra arrasada”, tan en boga durante los años “80 y “90, donde se culpaba a la izquierda revolucionaria por los golpes de estado, las desapariciones de personas, la inestabilidad política de la región, etc., etc.
Además de todos estos aportes, que no son pocos, el libro de Roque nos puede permitir ensayar un balance crítico de las experiencias fallidas o truncas de los reformismos capitalistas “con rostro humano”, luego de la denominada “transición a la democracia” de los “80, superado ya el neoliberalismo de los años “90 y después del gatopardismo “progresista” que se despliega a partir del año 2000.
Roque Dalton, Lenin y el socialismo del siglo XXI
Por todo esto creemos no equivocarnos al afirmar que el ensayo-collage-poema inconcluso Un libro rojo para Lenin, heredero de Mariátegui y del Che, dedicado a Fidel Castro y dirigido a las nuevas generaciones de militantes por el socialismo, constituye uno de los principales clásicos del marxismo latinoamericano. Debería estudiarse en todas nuestras escuelas de formación política.
Su lectura no puede ni debe ser pasiva. Sumergirse en sus poemas irónicos, en sus textos teóricos, en sus documentos políticos, implica hacer hablar a Roque y a los interlocutores que él eligió para, acompañando a Lenin, construir su obra abierta y polifónica.
Insertado en lo más rico y original del pensamiento rebelde latinoamericano, este texto constituye una invitación exquisita para dialogar en voz alta con Lenin y Roque Dalton, dos personalidades queridas y entrañables. Ese diálogo debe apuntar a aprender de los errores y aciertos del siglo XX y a pensar el significado del socialismo revolucionario del siglo XXI, nuestro próximo horizonte.
Buenos Aires, marzo de 2007