LA RECTIFICACION ORGANICA Y LA CONSTRUCCION DEL PARTIDO
Pleno del Comité Central del Partido Comunista de El Salvador. San Salvador. 17 de junio de 1973
(Este Pleno del C. C., aunque hizo el examen de la situación política, estuvo dedicado casi por entero a los problemas de la construcción y desarrollo del Partido. El documento principal que el Pleno conoció y aprobó está dedicado a la rectificación orgánica y al crecimiento dirigido. Congruente con las conclusiones y recomendaciones de ese documento, el Pleno aprobó una amplia reforma de los Estatutos, que será llevada al VII Congreso para su aprobación definitiva, pero acordó poner en práctica desde ese momento dichas reformas, con el fin de que el Congreso pudiera tener a la vista no solo palabras, sino también resultados que le permitan evaluar le justeza o no de tales reformas.
Este Pleno del C. C., acordó convocar al Congreso de Fundación de la Juventud Comunista, el cual se realizó a mitad de julio del mismo año 1973. Por todo ello, constituye una de las reuniones del C. C., de mayor trascendencia para nuestro Partido.
Aquí se incluye únicamente una parte de la documentación discutida y aprobada por este Pleno del Central.
El Proyecto de Reformas a los Estatutos y el cursillo sobre La Célula, que fueron allí aprobados, son del amplio conocimiento de todo el Partido y por ello no han sido incorporados en esta recopilación.)
INTRODUClON:
El Pleno del C. C. reunido en julio de 1971 puso especial énfasis en el problema de la construcción del Partido, señalando que el rezago en esta tarea afecta a todo el proceso de acumulación de fuerzas y llamó a examinar a fondo y en detalle esta cuestión en otro Pleno.
Hay una pregunta que ha estado pendiente de respuesta durante muchos años: ¿Porqué nuestro Partido no se ha desarrollado de un modo correspondiente a la amplitud que él mismo ha logrado en el impulso de la lucha de masas? No pocas veces, ni pocos compañeros, han insistido en señalar que en algunas ocasiones no sólo no creció el Partido en medio de los grandes auges de la lucha popular, sino que, por lo contrario, su funcionamiento orgánico se vio seriamente afectado durante esos periodos, en los cuales los miembros del Partido actuaron intensamente, como individuos, al servicio de las organizaciones abiertas de masas, mientras que los organismos partidarios no fueron capaces de hacerlo como tales. Estas opiniones y señalamientos subrayan la gravedad de la interrogante planteada.
Creemos que ha llegado el momento de intentar una respuesta sistemática, basada en un análisis lo más profundo posible. Para comenzar, nos parece que el problema no consiste únicamente en la falta de reclutamiento, sino que arranca de serios defectos en la estructura de base y a todos los niveles de nuestro Partido. Si los organismos no pueden funcionar o debilitan su funcionamiento en las épocas de más intensa lucha popular, eso quiere decir que tales organismos no están estructurados de la manera más adecuada y conveniente para impulsar y dirigir la lucha. Se ha insistido en señalar que éste es un prob1ema de indisciplina, pero nosotros, aún cuando comprendemos que existe el fenómeno de la indisciplina y que habrá de ser enfrentado, sostenemos que fundamentalmente existe una defectuosa estructura orgánica que no facilita y a veces obstruye la labor de los organismos del Partido entre las masas.
Sostenemos asimismo, que junto a la defectuosa estructura orgánica existen en nuestro P. fenómenos ideológicos negativos que también actúan para obstaculizar su desarrollo.
Si vamos a proponernos el crecimiento y desarrollo del Partido, es indispensable por tanto que a la par del impulso al reclutamiento emprendamos la rectificación orgánica ó ideológica, Así pues, el desarrollo del Partido exige dos trabajos fundamentales:
a— Rectificación orgánica e ideológica;
b-. Crecimiento dirigido.
LA RECTIFICACION ORGANICA
He aquí la lista de los más determinantes defectos de nuestra estructura orgánica:
– falsa estructura celular;
-débil organización intermedia;
-organización superior atrasada, artesanal; – ausencia de correcta división en el trabajo y de sentido práctico, a todo nivel; – ausencia de dirección política-administrativa concreta en las Células y organismos intermedios;
-confusión de la dirección política y administrativa a nivel superior.
Otros problemas como el de la escasez de cuadros y la falta de formación permanente de los mismos son, a nuestro juicio efectos y no causas.
a) Falsa estructura celular.
Con algunas excepciones, nuestros organismos de base están formados como simples grupos, compuestos en atención a los más variados motivos y no son verdaderas Células organizadas a la manera leninista.
En algunos períodos el agrupamiento celular ha obedecido exclusivamente a razones de subsistencia, bajo la represión, tras el único objetivo de mantener en relación a los miembros y encargarles algunas tareas, tales como la distribución de propaganda impresa o la obtención de fondos.
Faltando en los Estatutos y en la tradición del Partido conceptos claros acerca de lo que es la Célula y los tipos de la misma, los organismos intermedios y a veces los organismos centrales, han procedido a reorganizaciones de la base celular siguiendo criterios dictados por necesidades del momento ó por ideas supuestamente “innovadoras”. Así por ejemplo, en ciertos momentos ha dominado la idea de agrupar a los compañeros desarrollados con los atrasados, buscando que aquellos eduquen a éstos; partiendo de este criterio en forma unilateral, no se ha tomado en cuenta si las componentes de la Célula trabajan o no en la misma empresa, viven o no en los mismos barrios, etc. Resultado de ello ha sido la formación de Células con vida casi exclusivamente interna, que no tienen vínculos naturales con las masas y que se marchitan al alejarse de ellas. Cuando han llegado las campañas electorales, o los períodos huelguísticos y de agitación callejera, los miembros de estas Células, se entregan a tareas entre las masas, distribuidas por los organismos abiertos y se encuentran — con que su pertenencia a esta clase de “Células” es un estorbo. Así llegan a interrumpirse las reuniones y el funcionamiento celular en todas sus formas, hasta por varios meses.
En cierto momento se creyó que, para definir un frente de masas claro para cada Célula, debían formarse éstas por gremio o sindicato. Surgieron así las Células de zapateros, sastres, empleados, jóvenes, mujeres, etc. Desde, luego este fue también un criterio equivocado, que no permitió una vinculación viva y diaria de las células con las masas, sus problemas y anhelos.
En ausencia de conceptos correctos acerca de la organización celular, quedo pues abierto un ancho camino para la improvisación y la mudanza frecuente de criterios organizativos, al extremo de que en ciertas ocasiones hubo organismos intermedios que consideraron conveniente formar “Células de ancianos” y se insistió en proponer la creación de Células formadas por compañeros con “tareas especiales”.
La Célula sólo puede cumplir su misión de organismo de vanguardia y escuela de comunistas, si tiene vínculos vivos y permanentes con las masas populares, ante todo, con la clase obrera y las masas trabajadoras en general. Esos vínculos deben quedar asegurados no por el simple llamamiento a los miembros para que los busquen, sino por la estructuración misma de este organismo básico.
El Partido Comunista es el partido de la clase obrera y por eso fue la Célula de Empresa el primer tipo de Célula surgido históricamente en el movimiento comunista internacional, la cual se forma por los obreros comunistas que trabajan en la misma fábrica. Lenin hablaba de convertir así a cada fábrica en una fortaleza de la revolución.
La Célula de empresa es el organismo del Partido que le asegura un vinculo vivo con su clase, la clase obrera, en el corazón de la economía capitalista, en el lugar donde ella trabaja y es explotada, donde se concreta su carácter de fuerza fundamental y decisiva de la producción, donde su lucha de clases puede golpear de la manera más directa a la burguesía.
Los miembros de la Célula de Empresa, aún los más atrasados, no pueden dejar de tener en cuenta los problemas que afectan a los trabajadores en la respectiva empresa y las reuniones y actividades de la Célula, de un modo natural, se encuentran vinculadas a los intereses vitales de esa masa.
Difícilmente una Célula de empresa puede caer en la situación de ausencia total de iniciativa, en “el esperarlo todo de arriba.”
El otro tipo de Célula, aparecido históricamente en el movimiento comunista internacional, es la CELULA DE CALLE. Se forma por los comunistas que viven en un mismo lugar y tienen la misión de promover la lucha y la organización de la masa que vive en su respectivo barrio, población, caserío, etc.
Las Células de calle se organizaron por primera vez en Europa cuando, la crisis económica, propia del sistema capitalista, lanzó a la cesantía a centenares de miles y millones de obreros. Las fábricas se pararon y los obreros, cuya vivienda estaba en los más diversos rumbos, se dispersaron; el funcionamiento de las Células de Empresa se hizo inútil. Era necesario que el Partido creara organismos de base adecuados para continuar ligados a su clase y el único criterio organizativo que resultaba funcional en tales condiciones, era tomar cono base el lugar de vivienda.
Las células de calle lograron sus objetivos en relación con los obreros cesantes, pero también demostraron sus virtudes para vincular al partido a las masas que normalmente forman la población económicamente inactiva y atraerlas a la lucha contra el capitalismo. Por eso, pasada la crisis, lo partidos europeos continuaron organizando ‘Células de Calle e incorporaron este segundo tipo de Célula permanentemente a su estructura orgánica básica.
Hace poco mas de dos años se organizaron en algunos Municipios del Área metropolitana de San Salvador algunas Células que denominamos “territoriales” compuestas por compañeros que viven en esos lugares. Estas Células quedaron encargadas de promover la organización de masas en varios frentes. En general los resultados de su trabajo han sido positivos, no solo en la promoción de la lucha de masas, sino también en el crecimiento del Partido, en algunos casos formando inclusive Células de Empresa, cuya existencia es demasiado corta aún para referirnos a su experiencia.
No puede escapar a nuestra comprensión que en esencia esta “territorial” es precisamente la misma Célula de Calle a que venimos refiriéndonos en la experiencia internacional. Podemos agregar por eso que también nuestra incipiente experiencia confirma la justeza de ésta propuesta de rectificación de nuestra estructura celular.
Estos dos tipos de Células son en realidad los únicos que pueden asegurar un vinculo vivo del Partido con las masas y dar fundamento a su desarrollo y crecimiento.
Por extensión del concepto de Célula de Empresa, se pueden crear éstas no sólo en las fábricas, sino en toda clase de empresas capitalistas de la agricultura, el comercio, los servicios, la construcción, etc., y el mismo criterio organizativo se puede aplicar no sólo a los obreros comunistas, sino también a los empleados, maestros, estudiantes comunistas, etc.
La experiencia de algunos Partidos hermanos indica que resulta conveniente formar Células de mujeres, como parte de los esfuerzos por incorporar a las masas femeninas a la lucha revolucionaria, pero tales Células han de ser al mismo tiempo e invariablemente , de Empresa o de Calle.
La Juventud comunista habrá de organizar Células de jóvenes, pero han de ser asimismo de Empresa o de Calle.
Por otra parte, puede resultar conveniente para elevar la calidad del P. disponer que camaradas desarrollados militen en Células de reciente formación, pero esas Células han de ser de Empresa o de Calle.
Es cierto que las necesidades de la lucha y las formas complejas que esta debe asumir, pueden hacer necesario agrupar a algunos comunistas de una manera distinta a estas dos clases de Células, para asegurarlas un vinculo con el Partido, concordante con la delicadeza de las tareas encomendadas a ellos; pero estos son casos excepcionales y únicamente pueden ser adoptadas dichas formas orgánicas de excepción con la autorización de los organismos superiores; según lo ilustra la experiencia de Partidos hermanos.
Así pues, debe quedar perfectamente claro que el principio rector de la estructura celular consiste en que sus dos formas fundamentales y generales son las Células de Empresa y la Célula de Calle.
Si no rectificamos la estructura celular de nuestro Partido, seguiremos padeciendo estrechez y estancamiento, perdiendo camaradas y reclutando pobremente. Sin esta rectificación tampoco sería posible crear y desarrollar el entusiasmo combativo de los militantes, que sólo pueden adquirirse por los estímulos que proporcionan las masas y su lucha; continuaremos sujetos a los períodos breves de entusiasmo, al calor de batallas de ocasión.
Sin esta rectificación orgánica en la base del Partido, tampoco podrá llevarse a la práctica una política de promoción y formación de cuadros, puesto que ellos tienen que surgir precisamente desde abajo; y tampoco será posible imprimir el Partido un crecimiento permanente y planificado; el trabajo planificado en general es imposible sin esta rectificación fundamental. Estas afirmaciones están, por lo demás, respaldadas por toda nuestra propia experiencia negativa.
Desde luego, no bastará con el simple reagrupamiento de los militantes en Células de Calle y de empresa. Será necesario acompañar la medida con un esfuerzo educativo intenso, tendiente a que todos los miembros del Partido asimilan la nueva concepción orgánica (nueva para nosotros) y sepan utilizarla; con ese fin hemos adaptado a nuestras condiciones un cursillo del P. C. de Chile sobre la Célula. Este folleto puede ser la base del trabajo educativo que se emprenda simultáneamente al reagrupamiento celular.
Nuestras Células adolecen también de ausencia de dirección político-administrativa concreta. Se supone que al designar a sus miembros para el desempeño de Secretarias o el ser investidos como “encargados” (según nuestra defectuosa terminología) de Organización, finanzas, educación, propaganda y nombrar un
Responsable de Célula, ha quedado asegurada la dirección de la misma, cuando en realidad sólo se ha conseguido con ello realizar una distribución elemental del trabajo. Ningún miembro de la Célula ú organismo dentro de la misma queda expresamente a cargo de las labores de la dirección política y administrativa de la misma. Lo cual contribuye a la despolitización e improvisación de su funcionamiento.
En base de la experiencia de otros partidos hermanos, se propone crear la DIRECCION DE CELULA, la cual debe ser desempeñada por un Secretariado de Célula o por el Responsable de Célula, según el número de miembros de la misma. El funcionamiento y las tareas de este Secretariado o Responsable se explican y definen en el folleto ya mencionado.
No existiendo dirección político-administrativa concreta de la Célula, tampoco puede haber verdadera planificación ni control y no puede esperarse que el funcionamiento celular sea una escuela de formación comunista.
En realidad la mayoría de nuestras Células son organismo rutinarios, cuyas reuniones carecen de un nivel político adecuado y en las cuales no se hacen esfuerzos sistemáticos por aplicar la línea del P. a las condiciones concretas y menos aportar al desarrollo o corrección de esa línea.
b) Débil y defectuosa organización intermedia
– Sobre los Comités Departamentales.
Es natural que con una estructura Celular tan distorsionada se encuentre enfermo todo el andamiaje orgánico del Partido. Esto se refleja particularmente en su organización intermedia, crónicamente endeble.
En apariencia, una gran parte de la estructura intermedia es débil únicamente a causa de su reciente formación; pero, sin despreciar que la corta edad influye fuertemente en la inestabilidad de algunos C. D., debemos poner nuestra atención en la persistente debilidad, que se cuenta en varios lustros, del C. D. de San Salvador, y, aunque en mucha menor escala, del C. D. de Santa Ana. Estos casos nos demuestran que su inconsistencia orgánica esté relacionada esencialmente con equivocadas concepciones organizativas vigentes , que oponen al desarrollo del partido obstáculos capaces de resistir imperturbables el paso de los años y que, por tanto, los jóvenes C. D. actuales puedan estar condenados a correr la misma suerte si no procedemos a la rectificación.
La rectificación de la estructura celular, estarnos seguros, creara condiciones muy favorables para la ulterior consolidación y desarrollo de los organismos intermedios, porque:
a) Proporcionaría un esquema claro y simplificado de la organización de base, que trae en si mismo, de modo natural, una distribución fundamental de las tareas del Partido entre las masas, lo cual facilitará su planificación, orientación y control por los organismos intermedios.
b) Asegurará el crecimiento del P. entre la clase obrera y abrirá canales funcionales entre el Partido y las masas, que harán posible que desde las entrañas de las mismas se destaquen hacia las Células y luego a la estructura intermedia y hasta la superior los obreros avanzados mejor dotados de diversas cualidades y en. general los mejores elementos del pueblo.
Sin embargo, es preciso también descubrir los defectos más específicos de nuestra estructura intermedia, para que simultáneamente con la rectificación celular procedamos a corregirlos, evitando que se hereden al futuro. He aquí los más destacados de dichos defectos:
1)- Estructuración de los C. D., con mucha frecuencia, a base de nombramiento de los organismos superiores y no de elección democrática. Este procedimiento, que se justifica en situaciones excepcionales, se ha convertido en la norma casi permanente en el C. D. de San Salvador y quizá una de las causas más importantes que hacen que el C. D. de Santa Ana muestre mayor consolidación, sea precisamente el hecho de que allá la norma ha sido la inversa.
La falta de electividad debilita la autoridad de los organismos intermedios, la vigilancia de las Células sobre su desempeño colectivo e individual y la responsabilidad individual y colectiva del Comité ante las Células; aparte de que hace nulo el derecho de todo miembro a ser electo para un cargo de dirección y, por consiguiente, desaparece el estimulo que este derecho deriva para el esfuerzo de los militantes en su formación como cuadros.
La violación al principio de la electividad acarrea a los organismos y cuadros de la dirección superior la sospecha de amiguismo, compadrazgo, etc., y los rodea de desconfianza en la base del P. Todo esto, se comprende, congestiona con obstáculos subjetivos internos el desarrollo del Partido en su conjunto y de los organismos y cuadros intermedios en particular.
También hemos tenido experiencias negativas con Comités Departamentales electos por Asambleas en San Salvador y pudiera creerse por eso que en realidad la práctica de la electividad no tiene importancia, corro se afirma atrás; pero tal conclusión seria apresurada y unilateral. Los casos de C. D. electos que resultaron deficientes o problemáticos fueron resultado de varias otras causas y condiciones que influyeron sobre ellos, algunas de las cuáles se mencionan adelante (Nos. 4,5) y ya entonces, haciendo una equivocada deducción creíamos poder corregir esas fallas volviendo a suprimir la electividad, sustituyéndola por el nombramiento desde arriba, con los resultados conocidos.
Pero no hay, pese a la apariencia, un circulo vicioso. La cuestión esta en abarcar en el análisis la complejidad del problema, descubriendo todas las causas y condiciones, primarias y secundarias, que intervienen en el resultado. La electividad es sólo un aspecto de este problema complejo, pero sostenemos que, salvo en condiciones verdaderamente excepcionales, este principio. organizativo no debe ser soslayado, porque su firme y persistente aplicación es indispensable para sentar premisas sólidas hacia la construcción de organismos intermedios con autoridad, prestigio y eficiencia.
2)- La integración de los C. D. y otros organismos intermedios con camaradas “de moda”, a los cuales se recarga con toda clase de responsabilidades, cargos y tareas en los más diversos organismos internos y de masas. Por lo general los miembros de los C. D. son al mismo tiempo Responsables de su Célula, miembros de una o dos Comisiones Nacionales o Departamentales si las hay, directivos de una o dos organizaciones de masas, etc.
Se alega que esto se debe a la estrechez numérica del P. y en particular a su falta de cuadros; pero, aceptando que es necesario hacer crecer con alto ritmo el número de miembros del P., entre otras cosas precisamente para alcanzar una correcta división del trabajo partidario, debemos admitir que a su vez, ese vicio en la integración de los organismos intermedios impide la formación de cuadros y destruye a los pocos que se destacan espontáneamente.
Por eso, a la par de que haremos esfuerzos por el crecimiento numérico del Partido, tendremos que romper sin vacilaciones con este vicio, integrando los C. D. incluso con compañeros sin gran experiencia, asegurando que entre ellos haya alguno que si la tengan y, sobre todo, proporcionándoles una permanente y solícita cooperación de los organismos superiores para ayudarles a vencer los obstáculos y a aprender a hacerlo por sí mismos, así como también para garantizarles una ágil información y orientación políticas.
Otras medidas, como la educación de estos nuevos cuadros y la vigilancia de su conducta y desarrollo de modo sistemático por la Comisión de Control, nos ayudaran grandemente a salir de éste que hoy es un terreno pantanoso.
3)- La dirección política-administrativa en los C. D. y otros organismos intermedios es débil. No cuenten con un Secretariado o este trabaja de un modo defectuoso, casi siempre en un sentido rutinario, sin imprimir contenido político a las deliberaciones y acuerdos del CD. Los Secretarios Generales de los C. D. son simples directores de debates.
En gran parte este defecto obedece a la falta de claridad acerca de las funciones y atribuciones propias del Secretariado, como órgano encargado de asegurar la dirección política y administrativa y a la falta de compresión acerca del papel que, como coordinador y dirigente político corresponde al Secretario General del C. D. Otra causa esta en la falta de una corriente constante de información y orientación política de la Comisión Política.
Todo esto tiene que ver, claro, con el nivel de la formación teórica de los cuadros, pero es un error cargar toda la cuenta o esta deficiencia y reducirlo todo a la falta de educación, porque hemos hecho la experiencia de enviar a cursos de teoría bastante completos a muchos cuadros que forman parte de los C. D. y, sin embargo no se ha obtenido la superación de las antiguas debilidades de estos organismos. Tenemos, por tanto, que abandonar la lógica simplista que hace arrancar todos nuestros defectos de la falta de educación y dar cabida en nuestros an1isis a otros factores y causas, relacionados con la estructuración de los organismos.
Una medida rectificadora fundamental será, por tanto, la de asegurar que todos los C. D. y demás organismos intermedios de dirección organicen su Secretariado y cuentan con su Secretario General, a los cuales habrá que instruir, mediante cursillos breves e intensivos, en el conocimiento de sus funciones políticas y administrativas y en el dominio de la línea general del Partido. Asimismo, tendremos que adoptar medidas para asegurar una transmisión de buena calidad y ágil de las orientaciones e informaciones políticas de la C. P. y el C. C. y las Comisiones Nacionales hacia esos organismos.
4)-. En las sucesivas oportunidades en que fue reorganizado desde arriba el C. D. de San Salvador, fueron nombrados uno a dos miembros de la C. P. para encabezarlo y, a falta de una planificación y una orientación colectivamente elaboradas por la CP. y, en general, a falta de ideas claras y unánimes acerca de la naturaleza de las funciones de éste organismo , esos compañeros de la Dirección, movidos por buenas intenciones, la imprimieron orientaciones.
concepciones y prácticas improvisadas por ellos. Uno tras otras fracasaron todos esos ensayos.
Pero este señalamiento es sólo una expresión concreta de otro más general que se ha repetido insistentemente por muchos años, como causa de la debilidad e ineficiencia de los C. D. de San Salvador: el “aplastamiento” de su personalidad propia por parte de la C. P. y de otros organismos nacionales, los cuales, se afirma, actúan con “demasiado centralismo” y atropellan o simplemente ignoran y no dejan campo al C. D. para que desarrolle su iniciativa propia, ni permiten que se configure la autoridad y la imagen de este frente a los organismos de base.
Procurando corregir estos errores, la C. P. en algunas ocasiones, cayó en el extremo opuesto, desatendiéndose casi absolutamente del funcionamiento del C. D. a fin de no interferirlo y dejar campo a sus iniciativas, pero los resultados no fueron precisamente el surgimiento de la personalidad propia ni de la iniciativa, sino el deterioro.
En esta cuestión, creemos, hay varios aspectos a considerar y no puede simplificarse las causas reduciéndolas a las extralimitaciones de la C. P. o de algunos de sus miembros. Además de la innegable tendencia de la C. P. y demás organismos Nacionales (Secretariado y Comisiones Nacionales) a pasar por encima de la autoridad y las atribuciones del C. D. de San Salvador, tendencia que deberá ser corregida poniendo en ello vigilancia, crítica y control, debe señalarse estas otras condiciones que favorecen la existencia de éste problema:
-En San Salvador están los organismos superiores de Dirección del P. y vive la mayoría de sus cuadros. Aquí están los organismos superiores de las organizaciones de masas y del Estado. Los organismos superiores y las Comisiones Nacionales se ven obligadas a tomar decisiones y emprender la aplicación de medidas y orientaciones en relación con éstas organizaciones de masas y frente a los organismos estatales, todo lo cual conduce a restringir el campo propio para la actividad del C. D. de la capital.
-La estrechez del número de Células en San Salvador hace posible que los miembros de la C. P. y de otros organismos nacionales, distribuidos para su militancia entre ellas, pueden de hecho ejercer mayor influencia en la base que el propio C. D., cuyos cuadros, lógicamente, cuentan con un desarrollo y una experiencia inferiores. a. las de aquellos.
A esto hay que agregar que hasta hace poco todas casi todas las Células funcionaban en el Municipio de San Salvador y en gran parte. en la Universidad, no había Comités Municipales (CM) y el C. D. de hecho era un C. M.
– Es natural que dentro de marcos tan estrechos, numérica y geográficamente, se entrecruzaran de modo tan agudo las actuaciones de los organismos superiores e intermedio.
Ahora que la organización de base se extiende a varios municipios del Departamento y se han comenzado a organizar Comités Municipales, han comenzado a notarse que los organismos superiores no pueden (aunque lo quisieran) inmiscuirse en todos los asuntos. De paso señalemos, sin embargo, que no es buena la práctica que ha surgido espontáneamente de que los miembros de la C. P., y de la C. S., y otras Comisiones Nacionales sean miembros de esos C. M.
Teniendo en cuenta todo esto, podemos decir con seguridad que la “falta de personalidad’. del C. D. de San Salvador desaparecerá como problema y se corregirá la actitud absorbente de los organismos y cuadros de Dirección superior, sobre todo como consecuencia del crecimiento y la construcción del P. en este Departamento.
5)- Los C. D. y los C. M. no cuentan con atribuciones concretas claramente definidas por la tradición de nuestro Partido ni por sus Estatutos Estos afirman, de la manera más general, que el C. D. dirigirá la actividad del Partido en el Departamento y aplicará las decisiones de los organismos superiores”. Lo mismo exactamente, pero referido a su respectiva localidad dice de los Comités Locales (ahora llamados Municipales), y de los Comités de Barrio.
Sin caer en minuciosas listados de tareas y funciones que complicarían más el problema en vez de resolverlo, debemos determinar las atribuciones de estos organismos intermedios de dirección y consignarlas en los estatutos. Ellos nos ayudará a educar a sus cuadros, facilitará la vigilancia sobre las violaciones a su autoridad por parte de cuadros y organismos de dirección superior y permitirá evaluar mejor su trabajo y su responsabilidad colectiva e individual. Esto contribuirá también a resolver el problema de la tantas veces mencionada falta de personalidad de estos organismos.
Sobre las Comisiones Nacionales
Ante todo debemos señalar que tenemos una organización auxiliar del C. C. sumamente débil y estancada. Hay Comisiones Nacionales que nunca han podido formarse, como la de Finanzas, Femenina, Estudios Técnicos; otras que han tenido una vida efímera o durante períodos mas o menos extensos, como la de Organización, la de Educación y la de Propaganda; y otras con vida permanente pero defectuosa, como la CNS, la CNR, la CNM.
La distorsionada estructura celular, la organización intermedia defectuosa y la ausencia de una política definida de promoción y desarrollo de cuadros, han impedido contar con el número y calidad suficientes de éstos para construir una organización auxiliar del C. C. sólida; esta falta de cuadros incluso ha afectado a la calidad y solidez del mismo C. C. Además, el trabajo fraccionalista en 1969-70 y sus antecedentes en 1968, malograron a un grupo de cuadros en proceso de formación o desarrollo, que poseían buenas y, en ciertos casos, hasta excelentes cualidades, abriendo una discontinuidad que se hace sentir todavía.
Construir una organización auxiliar del C. C. sólida y eficiente será, por tanto, una tarea de largo plazo, la cual puede coronarse con éxito a condición de que se aborde planificadamente, aprovechando las premisas favorables que se crearán con la rectificación de la estructura celular e intermedia y con la rectificación ideológica, pero también corrigiendo los defectos específicos que adolecen las actuales Comisiones Nacionales.
He aquí los más sobresalientes y decisivos de esos defectos específicos:
1- Falta de claridad acerca del carácter y misión de las Comisiones Nacionales. La mayor parte de las veces son organismos rutinarios, que hacen un trabajo de baja calidad política y en la práctica no auxilian al C. C. y a la C. P., para elaborar sus orientaciones y aplicarlas. Rara vez cumplen los encargos que les hace la Dirección. En General, pues no auxilian.
Pero también hemos tenido la experiencia de Comisiones que, al influjo del dinamismo y concepciones personales de cuadros de la C. P. que las han dirigido, tienden a convertirse en verdaderos centros de dirección independientes, que emiten orientaciones y directrices no sólo en su propio campo, sino además en otros varios, e interfieren las atribuciones de los C. D. y otros organismos.
Es pues necesario definir bien el carácter y la misión de las Comisiones Nacionales en general y de cada una de ellas en particular. En cuanto a lo primero, incluimos en el párrafo siguiente un concepto general; en cuanto a la definición particular para cada una, seria preferible que sea la C. P. la que lo haga al constituirlas, una por una.
Las Comisiones Nacionales son organismos políticos y técnicos que auxilian a la Dirección para elaborar sus directrices y para orientar la aplicación de la línea general y táctica por los organismos del Partido, en un frente de masas o un renglón del trabajo interno.
De esto se desprende no sólo el carácter auxiliar y especializado, técnico, y el carácter político de las Comisiones Nacionales, sino también que su misión consiste en orientar al Partido, a sus organismos intermedios, principalmente, pero también a los organismos a todo nivel, para aplicar de un modo correcto la línea general y cada una de las directrices del C. C. y la C. P. , lo mismo que le ayudan a la Dirección con sus opiniones y estudios para elaborar dichas directrices. Dentro de los acuerdos del C .C. y la C. P., las Comisiones Nacionales deben elaborar e impulsar sus propias orientaciones e iniciativas, sin necesidad de consultas y aprobación previas de los órganos superiores, pero en todo aquello que signifique modificar las orientaciones vigentes del C. C. o la C. P. las Comisiones Nacionales no deben impulsar sus opiniones e iniciativas sin el acuerdo previo de los organismos dirigentes superiores.
También se desprende de esto que la misión de las Comisiones Nacionales se cumple primordialmente en el Partido auxiliando a su Dirección y orientando a los demás organismos, intermedios y de base; y que, por tanto, esa misión no consiste en reducir su labor exclusiva o casi exclusivamente a esto.
2. Nuestras Comisiones Nacionales para los frentes de masas, por estar formadas en mayoría por dirigentes de la respectivas organizaciones, tienden a suplantar a los organismos directivos de las mismas, los cuales por esa causa languidecen y pierden su personalidad.
De este defecto resulta, pues, una doble deformación: se deforma nuestra Comisión Nacional adquiriendo, en el mejor de los casos, el carácter de un Grupo de Partido y se deforman los órganos directivos de las organizaciones de masas.
La rectificación en este aspecto no se encontrará únicamente por el camino de la prédica contra el te error, sino que deberá llevarnos a adoptar medidas que modifiquen la composición misma de las Comisiones Nacionales para los frentes de masas. Ante todo deberá establecerse como norma que la mayoría de miembros de esas Comisiones no puede estar formada por compañeros que son al mismo tiempo dirigentes de las organizaciones a nivel nacional.
La falta de cuadros, hará difícil el cumplimiento de esta norma en los primeros tiempos, pero tendremos que aferrarnos a ella, buscando soluciones en la -promoción de nuevos cuadros y quizá en la reducción del número de los integrantes de dichas Comisiones.
3.-Los componentes d las Comisiones Nacionales son al mismo tiempo miembros de varios otros organismos del Partido a lo cual se suma con frecuencia su responsabilidad en uno o varios organismos de masas.
Esta situación no permite a los cuadros concentrarse y especializarse, les impide conseguir el conocimiento a fondo de los problemas que confronta el desarrollo del trabajo del Partido en un frente o renglón interno y los inutiliza para aportar efectivamente a la elaboración de la línea. También impide la especialización de los cuadros las continuas reorganizaciones que se hacen en las Comisiones Nacionales, sin dar tiempo a que los cuadros conozcan y dominen la problemática respectiva.
Tendremos que fijar normas claras para poner fin a este viejo defecto o resignarnos a no contar nunca con cuadros especializados y eficientes.
4.- Para remediar la falta de trabajo de las Comisiones Nacionales con los C. D. y otros organismo intermedios, se ha venido ensayando desde hace algún tiempo con la fórmula de integrar dichas comisiones con compañeros que pertenecen a esos organismos intermedios. Así se ha conseguido que las Comisiones Nacionales estén mejor enteradas de lo que ocurre en el interior del país y que sus acuerdos y orientaciones sean transmitidos con prontitud a los intermedios. Pero tal composición de las Comisiones ha traído también lentitud a su funcionamiento, puesto que no resulta conveniente, ni práctico, ni barato, que los cuadros vengan con frecuencia a San Salvador y las reuniones de Comisión deben por ello espaciarse considerablemente. Así, marchan con frecuencia muy a la zaga de los acontecimientos y con la Comisión Nacional Rural se ha llegado al extremo de que, una vez terminada su reunión prácticamente queda ella desintegrada, ya que no hay un núcleo de sus cuadros que permanezca en la capital.
Teniendo en cinta las ventajas que este ensayo ha arrojado, no deberíamos desechar del todo la idea, pero teniendo en cuenta sus desventajas, estamos obligados a introducir rectificación, la cual puede consistir en que la Comisión Nacional esté integrada por cuadros que, salvo excepciones, no pertenezcan a organismos intermedios, pero que una vez por mes (por ejemplo), realizan una reunión ampliada con los compañeros que desempeñan las respectivas Secretarias en los intermedios.
Sobre los organismos superiores (permanentes) de Dirección.
Nuestra organización partidaria superior adolece de marcadas deficiencias que permanecen más o menos ocultas en los tiempos “pacíficos”, pero surgen a la vista de todo el Partido y en general del movimiento revolucionario y popular cada vez que, nos enfrentamos a un periodo de agudización de la lucha de clases y de tensión, al lado de numerosos y significativos aciertos políticos que han ayudado enormemente al avance de todo el movimiento revolucionario, nuestra Dirección se hace acreedora en dichas ocasiones a criticas y señalamientos tales como “incapacidad”, “falta de agilidad”, “falta de sensibilidad y combatividad”“falta de previsión,”“improvisación”, “falta de planificación”, etc., etc.
Una parte de nuestros críticos actúan indudablemente de mala fe, son en el fondo agentes del enemigo o anti-comunistas vergonzantes; otros se apoyan en tales señalamientos y su relativa veracidad objetiva para zarpar hacia la deserción o hacia tendencias ideológicas y políticas desviacionistas, de izquierda o derecha; y otros, manteniendo históricamente la confianza en el Partido, permanecen fieles a él, pero no se sienten inspirados a realizar un trabajo sacrificado, tesonero y creativo. Creemos llegada la hora de enjuiciar con espíritu auto-critico y con la mayor objetividad estos señalamientos, para verificar su justeza y el grado de la misma y, sobre todo, para buscar las causas inmediatas y profundas de estos defectos, con el propósito de encontrar el camino concreto que nos permita superarlos.
Tratando de abordar el problema sistemáticamente, nos limitaremos primero a señalar las deficiencias orgánicas de nuestros organismos Superiores, trataremos de indagar las causas orgánicas de las mismas y de apuntar soluciones en este mismo terreno. En un apartado siguiente de este mismo documento haremos el esfuerzo de analizar los factores ideológicos y las causas sociales que pesan sobre el proceso del Partido , como determinantes de estas deficiencias.
Hay que decir, también como algo introductorio, que nuestras deficiencias a nivel superior no tienen corta vida, sino que ya son crónicas y, por tanto, no seria correcto abordarlas como si se tratara de defectos propios de la inmadurez característica de la corta edad. Cualquier enfoque desde esta posición únicamente conseguiría cerrar el camino hacia la verdad y hacia la rectificación.
Algunos de los defectos específicos de nuestra organización superior pueden explicarse por los defectos y deformidades de nuestra estructura celular e intermedia, y la rectificación a esos niveles creara sin duda condiciones favorables para mejorar a los organismos superiores. Pero la Dirección superior es básicamente responsable de la defectuosa construcción del Partido a todo nivel y sus orientaciones equivocadas o su falta de orientaciones en este terreno han influido mucho para crear la situación orgánica que tenemos. Si a esto agregamos los problemas ideológicos aportados desde la Dirección, comprenderemos cuánto es el peso y la responsabilidad de ésta.
En los Estatutos aprobados por el V Congreso del Partido (1964) se introdujo un nuevo esquema orgánico para los órganos superiores. Antes del V Congreso, el organismo de dirección superior, aparte del Congreso, era el Comité Central, el cual organizaba de su seno un Secretariado y elegía un Secretario General; no había Comisión. Política y el C. C. se componía de 8 a 9 miembros. Por su tamaño
aquel C. C. se asemejaba a la actual C. P. y cuando ésta fue creada en los nuevos Estatutos, en el marco de un C. C. mas numeroso (20 propietarios y 10 candidatos), de hecho fue convertido en C. P. lo que antes era el C. C. con las mismas personas y trayendo consigo la norma de elegir al Secretariado dentro de sus miembros. Así el Secretariado, que antes era un organismo de dirección político-administrativa, quedó dentro de una organización superior más compleja, más grande, sin que siquiera se precisaran sus atribuciones, y sin que se reflexionara si en la nueva situaci6n era o no conveniente continuar eligiéndolo dentro de 8 o 9 , sin tomar en cuenta al resto del C. C.
Las funciones de dirección política que el. Secretariado habla venido desempeñando de un modo muy fuerte, le hacían tomar ante nuestros ojos el carácter de algo así como el centro superior de conducción del Partido, formado por sus cuadros más desarrollados, y por eso nada parecía mas natural e indiscutible (y en efecto nadie lo discutió, entonces ni después, hasta este momento), que , fuera formado dentro de la C .P.
Hay que decir que en los marcos del pequeño CC. existente hasta el V Congreso y cuando el Partido no desplegaba actividad más que en la Universidad, en un pequeño movimiento sindical y en una incipiente organización femenina, aquella estructura superior de Dirección resultaba suficiente y hasta cierto punto ágil (más o menos hasta 1958). Pero las cosas comenzaron a cambiar cuando el
movimiento sindical creció, cuando el Partido avanzó en el trabajo juvenil fuera de la Universidad y en el terreno de la lucha política abierta, dando origen a las correspondientes organizaciones de masas, y s volvieron aún más complejas cuando creamos y desarrollamos el FUAR, con sus 7 “Columnas”, al tiempo que pretendíamos impulsar organismos abiertos de los estudiantes de secundaria, de los maestros, de las mujeres, iniciábamos la marcha hacia el campo y dábamos al Partido un fuerte impulso en su crecimiento numérico (periodo l958-1964).
La nueva situación reclamaba una organización superior mus grande y ramificada; al principio ésta necesidad tendió a ser llenada convocando a “ampliados” del C. C.(es decir a reuniones del C. C. ampliado con invitados que no eran miembros suyos); más tarde se reformaron los Estatutos y apareció el actual esquema. Sin embargo, el C. C. más grande vino a. ser cono la legalización de aquellos ‘ampliados”, sin una concepción clara de los verdaderos contornos de su autoridad y su papel, sin incorporar a sus miembros a responsabilidades superiores de dirección de un modo permanente, y sin deslindar, en consecuencia, las funciones administrativas, políticas y auxiliares entre la C .P. el Secretariado y las Comisiones Nacionales. La Comisión de Control, creada en los nuevos Estatutos, permaneció sin elegirse durante 7 años. Una vez terminada la reunión plenaria del C. C. sus miembros, a excepción de los componentes de la C. P. y e1 Secretariado, dejaban de hecho de poseer autoridad y volvían a resumirse dentro del nivel común a la membresía. Algo se ha hecho desde 1970.para entregar responsabilidades permanentes a todos los miembros del C. C. pero la situación continua siendo básicamente la misma, entre otras cosas porque continúa concentrada casi toda la suma de la autoridad en la C. P. y dentro de ella una buena parte en el Secretariado.
No es casual que, en tales condiciones, reapareciera la práctica de los “ampliados” cuando la vida nos coloco en el centro del tempestuoso periodo l967-1968 y el C. C. surgido del V Congreso demostró sus limitaciones y hasta su ineptitud, erróneamente atribuidas en forma exclusiva a la falta de dominio de la teoría del marxismo-leninismo por parte de sus miembros, a su falta de iniciativa, etc.
La confusión entre la dirección administrativa y la dirección política en la Dirección Superior, expresada en la reunión del Secretariado y la C. P. en un mismo núcleo de cuadros, impide que los atributos y deberes de la autoridad superior abarquen a un número mayor de miembros del C. C. Impide la especialización de los cuadros y malogra la división del trabajo que teóricamente se hace al nombrar responsables de los distintos renglones de la actividad partidaria, quiénes se ven luego, sin ayuda para encarrilarse y desarrollarse y casi sin ningún control; impone una administración sumamente descuidada, lenta e ineficiente, sin planificación ni control y empuja hacia una dirección política con fuerte tendencia a la improvisación, a la cual sorprenden a menudo los acontecimientos; concentra la información de que se dispone en pocos cuadros, bloqueando la posibilidad de que los demás integrantes del C. C. reflexionen permanentemente sobre la situación política y la del Partido .y, en consecuencia, hagan esfuerzos por aportar con opiniones a la elaboración de la línea; hace que en ciertos asuntos el Secretariado asuma de hecho la dirección política o que la C. P. se enfrasque en asuntos administrativos, en perjuicio de la atención permanente y esmerada que debe prestar a la situación nacional e internacional y a los problemas del desarrollo del Partido; por otra parte al concentrarse las decisiones políticas y administrativas superiores en el mismo grupo de compañeros, se crea una base objetiva para que surja la sospecha de amiguismo contra toda la C. P. o el Secretariado, o contra algunos de sus miembros, lo cual debilita su autoridad y relaja lo disciplina partidaria.
Desde luego que es necesario, indispensable, que la dirección administrativa se supedite a la dirección política y que entre ambas exista coordinación; pero ello no se logra fundiéndolas en los mismos cuadros y organismos, coma ahora ocurre. Esto, que resulta correcto a nivel de la Dirección de la Célula y de los Comités intermedios, constituye un dañino defecto en. el nivel superior donde la Dirección tiene a su cargo tareas complejas, a las que necesariamente debe atender organizándose internamente con un criterio de división del trabajo más sistemático y ramificado. Es posible que, al desarrollarse algunos C. D. como el de San Salvador- también se vean en la necesidad de hacer las debidas separaciones y coordinación entre lo administrativo y lo político.
Para conseguir una interrelación correcta y un desempeño eficiente de la dirección política y la dirección administrativa será necesario:
i- Separarlas en dos organismos que hasta cierto punto no estén integrados por los mismos cuadros: El órgano de. la Dirección política permanente es la C. P. y el de la Dirección Administrativa es el Secretariado del C. C. El Secretariado no debe integrarse exclusivamente con miembros de la C. P. La autoridad de la C. P es superior a la del Secretariado
ii- Definir lo más concretamente posible las atribuciones de la C. P. y las del Secretariado del CC. Entre las atribuciones del Secretariado debe incluirse cierto margen definido de autoridad política para que pueda dentro de los acuerdos del C. C. y de la C. P. impulsar su cumplimiento
iii- Por encima de la C. P. sólo está el C. C. y el Congreso; en la superioridad de la C. P. sobre el Secretariado se expresa la supeditación de lo administrativo a lo político.
Otro factor que engendra deficiencias en el funcionamiento de los organismos Superiores de Dirección es la ausencia de la Secretaria General. Este es un asunto que en nuestro Partido tiene su historia,
Antes del V Congreso existía el cargo de Secretario General aunque sin especificar sus atribuciones, pero la práctica de los años anteriores el Congreso hicieron de la Secretaria General algo inútil, cuyas funciones se reducían a presidir las reuniones de aquel pequeño CC. y de Secretariado, representar a nuestro Partido internacionalmente (conste que ese fue un periodo de muy escasas relaciones internacionales). Hay causas, principalmente subjetivas que condujeron a esa situación de la Secretaria General en aquel periodo, pero no consideramos necesario referirnos a ellas o analizarlas en este documento. Pero aparte de esos factores subjetivos, objetivamente ayudaba a tal situación el número pequeño de componentes del C. C. y el reducido marco del trabajo partidario, condiciones que permitían que la falta efectiva de la Secretaria General pasara desapercibida y hasta llegara a consolidarse la equivocada idea de que ella realmente debía limitarse a aquellas escasas funciones formalistas, y por último, de que incluso no es ni siquiera necesaria su existencia,. Un reflejo de esto quedó estampado en los Estatutos que aprobó el V Congreso en los cuales, en efecto, apenas se atribuye al Secretario General del C. C. la facultad de presidir sus reuniones, las de la C. P. y el Secretariado, ni siquiera se le atribuyó la representación del Partido.
El compañero que fue electo Secretario General del C. C. surgido del V Congreso, tampoco hizo nada por dar al cargo su verdadera dimensión en la práctica y cuando se enfrascó más tarde (1969-1970) en sus actividades fraccionalistas, conocidas por todos quizo utilizarlo para sus fines. Además, durante la lucha contra el fraccionalismo, hubo circunstancias y mañosas acusaciones, que permitieron generalizar hasta cierto punto la falsa apreciación de que en el fondo del problema había una lucha personalista y de ambiciones por el cargo de Secretario General. Por todo esto, cuando se aproxima el 6° Congreso (extraordinario), algunos miembros de la C. P. propusieron llevar ahí la propuesta de introducir una enmienda transitoria a los Estatutos por medio de la cual se dejaba en suspenso, hasta el VII Congreso, la elección del Secretario General y se encargaban sus pobres atribuciones al Secretariado del C. C. La intención de aquella propuesta, que fue después aprobada por el Congreso , era la
de despejar la atmósfera partidaria de las posibles confusiones (ya mencionadas atrás) que pudieran entorpecer el proceso de reagrupamiento del Partido en torno de su C. C. buscando superar las consecuencias del fraccionalismo. Claro que a la adopción de una propuesta corro ésta ayudó decisivamente el hecho, ya apuntado, de la ausencia práctica de la Secretaria General del C. C. en la vida del Partido por mucho tiempo.
El modelo que tuvo a la vista para dar una salida así a la cuestión de la Secretaria General, fue el del Partido Comunista de Venezuela (PCV) en donde su Secretario General, Jesús Faría, permaneció preso por muchos años y su cargo debió asumirlo interinamente Pompeyo Márquez. Cuando Farias recuperó su libertad, estaba el Partido frente al hecho de que Márquez era un Secretario General que había enfrentado un periodo muy duro (la tiranía de Pérez Jiménez), demostrando en ello méritos de diversas índoles y ganando prestigio y autoridad en el P. Buscando soslayar un posible problema interno, fueron nombrados 3 Secretarios Generales (“Primeros Secretarios”), Farias y Márquez con un “tercero en discordia.”
Como se ve, el ensayo venezolano también surgió forzado por circunstancias anormales y por cierto que su resultados no fueron buenos.
¿Acaso ha sido positiva la ausencia de la Secretaria General, o negativa su existencia cuando la hubo? . Parece que ni lo uno ni lo otro. La experiencia indica, por lo contrario, que ha sido negativa la ausencia de este funcionario que hace continua la labor de dirección de los organismos superiores. Una vez terminada la reunión de la C. P. o del Secretariado es preciso impulsar sus acuerdos, resolver variados asuntos y consultas que dicho cumplimiento implica, coordinar adecuadamente los esfuerzos que en tal dirección hacen los distintos organismos partidarios, elaborar orientaciones que ayuden al mejor conocimiento de la línea general y táctica por todo el Partido, preparar concienzudamente las reuniones de la C. P. para asegurar que rinden los máximos frutos, representar la autoridad del conjunto del C. C. ante el mismo Partido y ante el pueblo.
Una larga experiencia internacional de los Partidos Comunistas confirma la necesidad de contar con un funcionario con las atribuciones del Secretario General. El modelo venezolano o nuestro, que sepamos, no se ha producido en otros Partidos, o al menos podemos estar seguros de que no constituye absolutamente ninguna tendencia organizativa digna de mención en el M. C. I. Todo lo contrario, la experiencia de muchos partidos los ha conducido a perfeccionar las atribuciones de este funcionario, dividiendo, también a ese nivel, las funciones políticas y administrativas , para los cual han creado, junto a la Secretaria General una Sub-secretaria General, o han denominado Primer Secretario General y Segundo Secretario al Sub-secretario, dejando al primero las atribuciones políticas y
al segundo las administrativas.
Creemos que muchas de las deficiencias y la lentitud que se observan en nuestros organismos superiores de dirección tienen su origen en la ausencia efectiva de este tipo o de estos dos tipos de funcionario ejecutivo.
Nuestro Partido tampoco ha hecho la experiencia negativa de contar con un Secretario General que se erige en todopoderoso y promueve el culto a su persona. Los abusos de autoridad en que incurrió Saúl durante sus últimos meses, antes de renunciar , en realidad no fueron consecuencia del cargo de Secretario General que tenía, sino de su labor fraccional y siempre que haya esta clase de actividad divisionista, tengamos o no Secretario General, confrontaremos el problema de los abusos.
Por otra parte, la separación de las atribuciones administrativas y políticas nivel de la Secretaria General (en dos Secretarios), la separación de ambos tipos de dirección entre el Secretario y la C. P. y su integración con miembros de C. C. que no son exactamente los mismos, el funcionamiento de la Comisión de control que responde sólo ante el C. C. y el Congreso, la incorporación efectiva de todos los miembros del C. C. a la información y a las labores de dirección. La
realización regular de los Plenos del C. C., la constitución y funcionamiento de Comisiones Nacionales, la definición estatutaria de las atribuciones de todos éstos organismos y de la misma Secretaría General y de la Sub-secretaria General, son un conjunto de medidas e interrelaciones orgánicas suficientes para asegurar la dirección colectiva y para contrarrestar sus violaciones.
Nos pronunciamos, pues, a favor del restablecimiento de la Secretaría General, de la creación de la Sub-secretaria General y de que se definan sus atribuciones dentro de los Estatutos.
La Comisión Política debe concentrarse muchos más en sus funciones como órgano permanente de la dirección política del Partido y adoptar medidas que permitan elevar su calidad. La principal de tales medidas, creemos, seria la de especializar a sus componentes en distintos renglones concernientes al estudio del proceso político nacional e internacional.
Por supuesto, que no debe esperarse milagros de estas medidas rectificadoras y menos a un plazo breve. Estas, como toda la rectificación orgánica en todos los niveles del Partido, únicamente crearán condiciones favorables para que el subsiguiente desarrollo del Partido pueda impulsarse con más éxito. Otros factores que influyen negativamente sobre ese desarrollo, como aquellos de orden ideológico serán abordados oportunamente y conducirán a un esfuerzo de rectificación en ese terreno.
Aún así no puede considerarse agotado el inventario de los obstácu1os que nuestro Partido enfrenta para desarrollarse; habría que tener presentes todavía aquellos que provienen de la acción del enemigo en todos los campos. Pero si nuestro Partido logra desembarazarse, al menos en los fundamental, del lastre de sus propios defectos y deformidades, podrá enfrentar con mayor éxito la lucha contra sus enemigos y lograr que esa lucha sea fuente genuina de su propia construcción y desarrollo.-