Manifiesto del PCS, FPL y RN al Pueblo salvadoreño (enero de 1980)

Manifiesto del Partido Comunista de El Salvador, de las Fuerzas Populares de Liberación “Farabundo Martí” y de la Resistencia Nacional, al Pueblo Salvadoreño, a los Pueblos Centroamericanos y del Mundo

I.- LA UNIDAD REVOLUCIONARIA, CONQUISTA DE NUESTRO PUEBLO HEROICO
La Resistencia Nacional (R.N.), las Fuerzas Populares de Liberación (F.P.L.) “Farabundo Martí” y el Partido Comunista de El Salvador (P.C.S.), plenamente conscientes de nuestra responsabilidad histórica y de que la unidad es un paso imprescindible para el triunfo de la lucha popular, hemos tomado el acuerdo de constituir un organismo de coordinación revolucionaria entre nuestras Direcciones Nacionales y nos hemos comprometido a poner en marcha un proceso de creciente coordinación de la política y la lucha de nuestras tres organizaciones.
Este acuerdo se orienta a alcanzar progresivamente los más elevados e integrales niveles de la unidad y está abierto a la incorporación de las demás organizaciones revolucionarias de nuestro país.
Estamos firmemente convencidos que el pueblo salvadoreño necesita unir todas sus fuerzas para liberarse; necesita la unidad combativa de sus fuerzas revolucionarias, de sus fuerzas democráticas, de todos sus hombres y mujeres patrióticos, honestos y progresistas.
La constitución de este organismo de coordinación es un paso decisivo, una contribución determinante para rescatar a la Patria de la opresión, la injusticia y la dominación imperialista, para conquistar la libertad, la justicia social, la independencia nacional verdadera, la liberación popular y la paz.
La unidad de nuestras organizaciones multiplica el poderío de nuestro pueblo, afirma su vocación patriótica, acerca el momento de su liberación. Es por ello que hemos concertado este acuerdo, recogiendo un anhelo del pueblo salvadoreño y centroamericano, una demanda de cada vez más amplios sectores.
II.- LAS RAICES HISTÓRICAS DE NUESTRA LUCHA
La heroica lucha que libra hoy el pueblo salvadoreño tiene hondas raíces históricas. Las duras y gloriosas jornadas de nuestro pueblo se remontan a las épocas de la tenaz resistencia contra el yugo colonial español y son innumerables las batallas que ha librado por la independencia, por su derecho a la tierra, al pan y a la instrucción, por las libertades democráticas, contra la dominación del imperialismo yanqui y por el triunfo definitivo de sus aspiraciones revolucionarias.
La lucha por la independencia de España y en contra de la anexión de Centroamérica al imperio de Iturbide; la insurrección de los nonualcos, encabezada por Anastasio Aquino, para conquistar la igualdad y el cese de la bárbara explotación de los terratenientes; la entusiasta incorporación al glorioso Ejército de Morazán, para derrotar el predominio de la reacción conservadora y unir Centroamérica bajo una bandera liberal y democrática; la participación junto a los hermanos pueblos del Istmo en la guerra contra William Walker, mercenario de las ambiciones expansionistas y esclavistas yanquis, que pretendían adueñarse de Centroamérica; la resistencia campesina contra el despojo de las tierras ejidales y comunales, son los principales jalones en la historia de las luchas populares del siglo pasado.
Sobre la base de estas tradiciones democráticas, el pueblo salvadoreño se enfrentó, ya en el siglo actual, al vandálico gobierno de 14 años de los Meléndez Quiñónez; sus mejores hijos se incorporaron, con Agustín Farabundo Martí a la cabeza, a la gloriosa lucha del General de Hombres Libres, Augusto César Sandino, contra los invasores norteamericanos y se alzaron en la insurrección obrero-campesina de 1932, ahogada en la sangre de 30 mil trabajadores. La insurrección militar y popular y la huelga general de abril y mayo de 1944 condujeron al derro¬camiento de la tiranía martinista; los combates en los llanos de Ahuachapan contra el tirano Osmín Aguirre en diciembre de 1944; las combativas movilizaciones que dieron al traste con el tiránico gobierno del Coronel Lemus; las constantes y heroicas luchas de los obreros, campesinos, maestros empleados y estudiantes, para reivindicar sus derechos, enfrentaron y enfrentan exitosamente la sanguinaria escalada represiva desatada por la dictadura militar. Tales hechos muestran el incesante batallar de nuestro pueblo y resume su tradición combativa.
Durante las últimas décadas se ha hecho interminable la lista de los heroicos revolucionarios caídos en la lucha: Saúl Santiago Contreras, José Dimas Alas, Felipe Peña, Clara Elizabeth Ramírez, Lil Milagro Ramírez, Manuel Rivera, Rafael Arce Zablah, Rafael Aguiñada, Víctor Manuel Sánchez y tantos otros, conocidos unos, anónimos los más, que han ofrendado sus vidas ejemplares por la justa causa de la liberación popular, cuyo sacrificio permitirá a millones de salvadoreños y a las futuras generaciones gozar de una sociedad justa, sin explo¬tación ni miseria.
De esas tradiciones patrióticas, democráticas y revolucionarias de nuestro pueblo, de los humildes y explotados, son herederas nuestras organizaciones. Hemos nacido y nos hemos desarrollado bajo los incesantes golpes de los enemigos más encarnizados. Hemos vivido vinculados íntima e inseparablemente a las grandes mayorías: hemos crecido y nos hemos fortalecido con su apoyo moral y material. Es por eso que no han podido ni podrán destruimos. Agrupamos a los más firmes y conscientes defensores de los intereses de la Patria y el pueblo, y con las demás organizaciones populares, somos el fruto de este largo combate histórico.
Hemos llegado así a este momento decisivo de la historia nacional más fuertes, más experimentados, más resueltos y capacitados para organizar y dirigir hasta la victoria definitiva la lucha del pueblo salvadoreño.
III.- CERRANDO LA SALIDA PACIFICA, LA OLIGARQUÍA LE IMPUSO LA VIOLENCIA AL PUEBLO
Durante los últimos 25 años, particularmente desde finales de los años sesenta, la lucha del pueblo salvadoreño se ha venido haciendo más permanente, sistemática y organizada, más conciente y combativa.
A lo largo de este intenso período, nuestro pueblo recurrió primero a métodos pacíficos, buscando hacer uso de las vías que aparentemente le ofrecía la Constitución para transformar la sociedad en beneficio de las grandes mayorías. Al concurrir a elecciones, el fraude, la imposición y la represión fue lo que el pueblo obtuvo por respuesta. La oligarquía, sus agentes e instrumentos militares y políticos cerraron esa vía pacífica, cerraron la posibilidad de que el pueblo salvadoreño alcanzará sus anhelos y objetivos históricos sin derramar su sangre.
Esa experiencia histórica no fue inútil: las grandes mayorías realizaron de ese modo su aprendizaje en la escuela insustituible de la dura experiencia propia, comprendieron que la transformación del país, la libertad y la justicia social únicamente pueden conquistarse arrancando el poder al puñado insaciable de grandes explotadores, verdugos y vendepatrias; que por ese objetivo es necesario combatir empuñando las armas, ejerciendo el más legítimo y supremo derecho de todo pueblo: el derecho a la insurrección.
La violencia no la buscó el pueblo salvadoreño, le fue impuesta por la oligarquía y su obediente y criminal tiranía militar. A la violencia del sistema imperante que condena a los trabajadores al hambre, a la miseria, al analfabetismo y al desempleo, que mata de desnutrición a nuestros niños, que niega los más elementales derechos de nuestra población, vino a sumarse a la constante agresión militar contra el pueblo desarmado, particularmente por parte de los cuerpos de seguridad (recordar por ejemplo los casos de Chinamequita, La Cayetana y Tres Ca1les en 1974). Llevando adelante lo que llaman “guerra de contra-insurgencia”, han intentado ahogar en sangre todos los anhelos y luchas de las grandes mayorías.
Esto hizo conciencia en nuestro pueblo de que no le quedaba otro camino que armarse, organizarse para repeler esa agresión y defender así sus luchas, sus conquistas y su derecho a transformar la sociedad.
De esta manera, la lucha armada se fue uniendo generalizada e indisolublemente a la lucha reivindicativa y política; se creó y multiplicó la guerrilla revolucionaria, se multiplicaron en vasta escala los órganos de auto-defensa de las masas, hasta el surgimiento de la milicia y se ha puesto en marcha la construcción del Ejército Popular. ¡Ahora la violencia revolucionaria, en todos sus aspectos, es un derecho adquirido e irrenunciable del pueblo salvadoreño!
La oligarquía y sus testaferros claman hoy hipócritamente por la “paz”; pretenden que nuestro pueblo se resigne y se humille a su cruel dominación, que acepte sin protesta el entreguismo y el saqueo de la Patria.
Esa paz quieren imponerla con la matanza, los desaparecimientos, la cárcel y el destierro; es la paz de los cementerios. Las FPL, la RN y el PCS luchamos con el pueblo por una paz con justicia, independencia y libertad, y por tanto sólida y perdurable. Junto con todo el pueblo conquistaremos combatiendo esa paz justa.
IV.- LA CRISIS NACIONAL ES PROFUNDA Y NO PUEDE RESOLVERSE CON PARCHES Y MASACRE
La sociedad salvadoreña actual está estructurada para que unos pocos vivan en la opulencia, para que las potencias imperialistas puedan saquearnos tranquilamente, para que unos cuantos puedan establecer su despiadada dominación. Pero esas estructuras económico-sociales se encuentran hoy en una profunda crisis.
Están en crisis las relaciones de propiedad, producción y distribución de la riqueza; la dependencia comercial, financiera y tecnológica del imperialismo; la explotación de las transnacionales establecidas en suelo nacional. La crisis económica que vive todo el mundo capitalista agrava la crisis nacional.
También se encuentra en crisis irremediable la dictadura militar que nos ha oprimido a lo largo de 48 años, constituida en guardián de la oligarquía y del imperialismo. Hace ya mucho tiempo que el pueblo rechaza seguir dominado por esta dictadura militar sangrienta. La crisis política agrava la crisis económica, acelera la fuga de capitales y genera el estancamiento e incluso el retroceso de la economía nacional
Se han quebrado los tradicionales instrumentos jurídicos e ideológicos de las clases dominantes para influir y someter a las masas trabajadoras. El signo de nuestros días es la creciente rebeldía popular.
Por todo ello se han agrietado las filas de las mismas clases dominantes y de su aparato militar.
El heroísmo de la resistencia y del combate popular han derrotado la salida a la crisis que la burguesía pretendía imponer con un modelo fascista o fascistoide de dominación, basado en la represión y el exterminio sangriento de las organizaciones y los militantes revolucionarios.
Se han visto frustrados los intentos por constituir una supuesta tercera alternativa histórica, el reformismo. Los acontecimientos que hemos vivido a lo largo de la coyuntura creada con el golpe de Estado del 15 de octubre, han puesto en evidencia que la crisis no puede resolverse por esta vía, como pretenden algunos sectores del imperialismo, de la burguesía y de las capas medias.
Los esfuerzos que se hacen para salvar el proyecto reformista, contando ahora con un apoyo más resuelto del gobierno de los EE.UU., están condenados al fracaso.
Los sectores oligárquicos e imperialistas más reaccionarios, partidarios de la contrarrevolución, no desean apoyar el proyecto reformista y tratan de imponer al país una guerra genocida, realizar la matanza de decenas de miles de trabajadores e intelectuales, de gente humilde del pueblo.
Al mismo tiempo que damos esta voz de alerta, afirmamos que la contrarrevolución no puede destruir el movimiento revolucionario y popular y será ella derrotada por el puño implacable del pueblo unido y en armas.
V.- LA REVOLUCIÓN POPULAR, ÚNICA SOLUCIÓN VERDADERA
Ya nadie debe confundirse: la única alternativa verdadera y eficaz de solución a la crisis nacional en beneficio del pueblo, es la revolución popular armada, cuyas fuerzas maduran aceleradamente en el seno de éste.
Esa revolución no será un acto de venganza sino de justicia y transformación liberadora; asegurará las libertades y derechos democráticos para todo el pueblo, instaurará así, una verdadera democracia; entregará la tierra a las grandes mayorías del campo, que son quienes en realidad la trabajan haciéndola producir; conquistará la verdadera independencia nacional, recuperando para nuestro pueblo el derecho a decidir libremente su destino; asegurará, con estos y otros cambios fundamentales, condiciones de vida materiales y culturales dignas para el pueblo trabajador.
Estas grandes tareas sólo pueden realizarse si previamente la revolución triunfa, es decir, si conquista el poder, destruye la maquinaria oprobiosa, corrupta y sanguinaria de la tiranía militar y establece en base del poder popular, un gobierno revolucionario, democrático y anti-imperialista.
Tales son los objetivos estratégicos de la revolución por la que luchan nuestras organizaciones, junto con lo más avanzado del pueblo.
Para llevar a la victoria esta revolución, es que hemos decidido poner en marcha con nuestro acuerdo unitario, el proceso de unificación de todas las fuerzas revolucionarias y la unión de éstas con todas las fuerzas democráticas, civiles y militares, religiosas y laicas.
Fuerzas revolucionarias y fuerzas democráticas, son los dos grandes torrentes engendrados por la lucha del pueblo salvadoreño; unir estos dos torrentes significa unir al pueblo, permitirle a éste asumir toda su potencialidad y capacidad y ganarse la más grande solidaridad internacional, para aislar y vencer al enemigo poderoso y cruel.
La unión de las fuerzas revolucionarias y democráticas es una necesidad urgente, es una premisa imprescindible para la liberación del pueblo salvadoreño y debe de lograrse pronto.
Nos dirigimos a los sectores progresistas de la Iglesia y de los militares, de los partidos opositores, a las organizaciones independientes, sindicales y gremiales en general, a tantos intelectuales y personalidades demócratas, con o sin partido, a los numerosos sectores de pequeños y medianos empresarios, que hoy se preocupan por buscar una solución patriótica a la crisis y miran cada vez con mayor recelo las exigencias de la oligarquía de marchar tras ella, tras su carro de explotación y matanzas y les decimos: independientemente de las diferencias ideológicas y políticas que hay entre nosotros y ustedes, reconocemos los méritos de su esfuerzo por alcanzar la democracia y la justicia social para nuestro pueblo y les pedimos contribuir a su unificación para hacer eficaz su lucha por liberarse; les proponemos incorporarse activamente al gran proceso de unidad que está en marcha, concurrir a él con ideas, que nosotros respetaremos con su capacidad y talento, con su influencia y su devoción por la libertad.
Esta magna unión del pueblo salvadoreño hará más pronta, menos difícil y menos dolorosa su victoria liberadora, que no podrá ser impedida por nada ni nadie, aún imponiéndole los mayores sacrificios.
El pueblo salvadoreño, heroico, combatiente, altivo, jamás se resignará a vivir de rodillas. Llegó su hora y se liberará encabezado por sus organizaciones revolucionarias, romperá las cadenas de la dictadura militar reaccionaria de medio siglo y la destruirá para siempre.
VI.- LOS MILITARES HONRADOS DEBEN UNIRSE A LA LUCHA DEL PUEBLO
En la trayectoria de lucha de nuestro pueblo, los militares honestos, con aspiraciones patrióticas y democráticas han escrito páginas importantes.
El Ejército salvadoreño mismo se inició, bajo el mando de su fundador Manuel José Arce, enfrentándose a las ambiciones anexionistas del Imperio Mexicano de Iturbide en 1822. La gesta unionista del General Gerardo Barrios personificó la disposición firme de defender la soberanía de los pueblos centroamericanos y la voluntad reformadora del Ejército salvadoreño en 1850-1860.
En el azaroso y convulso desarrollo del joven Estado surgido de la independencia, el Ejército cayó bajo la hegemonía de las peores fuerzas reaccionarias de los terratenientes; la corrupción y la venalidad de una minoría de jefes permitió que los ideales liberales y democráticos de los fundadores del Ejército fueran traicionados. Este proceso culminó en 1932 al instaurarse la tiranía militar; la función del Ejército se vio reducida a la protección de los que sojuzgan y venden la Patria y a la represión cotidiana de nuestro pueblo, estableciéndose así la oposición tajante entre el Ejército y el pueblo de cuyo seno ha surgido.
El Ejército fue convertido en el partido de la oligarquía de grandes capitalistas y terratenientes, pero en cada generación de militares siempre hubo quienes se conservaron patriotas se rebelaron y se pusieron junto al pueblo y contra sus enemigos. Así lo ha demostrado la gesta gloriosa que escribieron muchos oficiales el 2 de abril de 1944, cuando se alzaron contra Martínez, ofrendando sus vidas. La participación de jóvenes militares en la batalla de Ahuachapan contra Osmín Aguirre, el levantamiento contra Lemus en octubre de 1960, el sofocado alzamiento del 25 de marzo de 1972, son otros ejemplos de que no todos los militares se resignan al triste papel de verdugos que se les ha impuesto.
La disposición de unirse al pueblo que se ha puesto de manifiesto durante los últimos meses en gran parte de los jóvenes oficiales, es una demostración de que vive entre ellos la herencia de esas tradiciones patrióticas. La oligarquía y la reacción se han encargado de burlar nuevamente sus esfuerzos transformadores.
Los militares honrados no quieren un enfrentamiento entre la Fuerza Armada y el pueblo en armas. Nosotros compartimos ese sentimiento y confiamos en que, por su honestidad y patriotismo, por ser parte del pueblo, estos militares ocuparán el lugar que les corresponde junto a nosotros para construir una sociedad nueva. Los soldados y clases son en el Ejército los que mejor comprenden la lucha del pueblo, porque ellos mismos son trabajadores e hijos de trabajadores y tienen asegurado su puesto en el Ejército Popular. Juntos construiremos una sociedad donde el Ejército sea verdadero brazo armado del pueblo, defensor de su libertad y de la justicia, garantía firme de la soberanía hoy escamoteada y de la independencia hoy pisoteada.
VII.- APOYAMOS LAS LUCHAS REVOLUCIONARIAS Y LAS CAUSAS DEMOCRÁTICAS DE TODOS LOS PUEBLOS Y APRENDEMOS DE ELLAS
La heroica lucha del pueblo nicaragüense, encabezada victoriosamente por el Frente Sandinista de Liberación Nacional, es una fuente más de inspiración de nuestra unidad y disposición a combatir hasta vencer.
La victoria sandinista ha abierto una época de revolución en el Istmo centroamericano, nos enriquecemos con su experiencia y la sabremos aprovechar, adaptándola a nuestra situación y problemas.
Tal como nos opusimos a la intervención del CONDECA y del imperialismo yanqui en la lucha contra Somoza, condenamos cualquier intento intervencionista para frustrar las ansias liberadoras de nuestro pueblo.
Concebimos la revolución en El Salvador como parte de la revolución en Centroamérica y como un particular aporte de nuestro pueblo a la lucha por la liberación de todos los pueblos del continente. Apoyamos las posiciones democráticas que asumen e impulsan cada vez más pueblos y gobiernos latinoamericanos. Valoramos muy altamente las posiciones anti-imperialistas, la defensa de los avances democráticos y de la paz internacional patrocinadas por los pueblos y gobiernos de Panamá, México y Costa Rica, países del Pacto Andino y del Caribe. Respaldamos la lucha de los pueblos de Puerto Rico, Belice y Panamá por conquistar el derecho a ser dueños de su propio destino y a establecer la soberanía en todo su territorio.
Anhelamos la unidad centroamericana, pero rechazamos que pueda construirse sobre la base de la intervención extranjera y el sojuzgamiento de nuestros pueblos. Nos proponemos estrechar los vínculos con todos los países centroamericanos. Deseamos establecer relaciones amistosas y fraternales con todos los pueblos del mundo, sobre la base de la autodeterminación.
Condenamos todas las formas de colonialismo. Apoyamos la lucha de los pueblos del mundo contra la opresión extranjera y contra el racismo, particularmente la lucha del pueblo palestino contra el sionismo y de los pueblos de África contra el racismo y el apartheid.
Respaldamos en todos sus puntos los acuerdos de la Sexta Cumbre del Movimiento de los Países No Alineados, celebrada en La Habana; buscamos el establecimiento de un nuevo orden económico internacional y somos resueltos partidarios de la distensión, el desarme y el aseguramiento de la paz mundial.
VIII.- CON LA UNIDAD DEL PUEBLO HASTA LA VICTORIA FINAL
La trascendencia de nuestro acuerdo de coordinación y unidad abre una nueva página de la historia nacional, hacia la conquista de la liberación definitiva de nuestro pueblo.
Obreros, campesinos, estudiantes, maestros, empleados, intelectuales progresistas, habitantes de tugurios, pequeños y medianos empresarios, clero progresista, sectores democráticos en general, soldados y oficiales patrióticos, hombres y mujeres de nuestro pueblo, formemos todos la gran unidad hacia la definitiva liberación popular.
¡Ha llegado el momento de los supremos esfuerzos por el triunfo de la revolución!
Las etapas decisivas serán duras y dolorosas, pero el triunfo es inevitable. La sangre derramada por miles y miles de patriotas desde el siglo pasado, las aspiraciones y la sangre de nuestros queridos compañeros caídos durante los últimos años, fructifican hoy luminosamente en la unidad de nuestro pueblo en marcha hacia la victoria final.
¡Viva la firme y amplia unidad del pueblo salvadoreño!
¡Viva la alianza obrero campesina!
¡Por el Gobierno Popular Revolucionario!
¡Viva la solidaridad internacional de los pueblos!
¡Con la unidad del pueblo, hasta la victoria final!
El Salvador, Centroamérica, 10 de enero de 1980
Dirección Nacional Ejecutiva de la Resistencia Nacional
R.N.
Comité Central del Partido Comunista de El Salvador
P.C.S.
Comando Central de las Fuerzas Populares de Liberación FPL Farabundo Martí
F.P.L.
¡Revolución o Muerte, el Pueblo Armado Vencerá!
¡Proletarios de todos los países, uníos!
¡Lucha armada hoy, socialismo mañana!

NUESTRAS ORGANIZACIONES POPULARES EN MARCHA HACIA LA UNIDAD.
POSICION DEL FAPU, LP-28, BPR, UDN

Manifiesto al Pueblo Salvadoreño, a los pueblos centroamericanos y del mundo, de las Organizaciones Bloque Popular Revolucionario B.P.R., Unión Democrática Nacionalista U.D.N – Frente de Acción Popular Unificada F.A.P.U., Ligas Populares 28 de Febrero L. P. -28

LA PROFUNDA CRISIS ECONOMICA Y POLITICA QUE VIVE NUESTRO PAIS

Nuestro heroico pueblo ha tenido que vivir en la miseria y soportar la explotación y la dominación de potencias extranjeras que sin consideración alguna han estado robando nuestras riquezas por más de 400 años. Ante esta grave situación la respuesta del pueblo salvadoreño ha consistido siempre en la lucha por sacudirse el yugo explotador y por expulsar al invasor de nuestro suelo.

El Pueblo ha creado riquezas y vive en la pobreza; debido a la voracidad insaciable de las minorías criollas y extranjeras que viven en la opulencia, sin importarles que los trabajadores mueran de hambre, sin importarles que los trabajadores no tengan techo que les libre de las inclemencias del tiempo, sin importarles que los trabajadores no tengan vestido que les libre del frío, porque los trabajadores lo único que tienen es miseria y hoy más que nunca están dispuestos a perderla para entonar cantos de libertad y de justicia.
En la búsqueda por mejorar sus condiciones de vida nuestro heroico pueblo se ha venido incorporando cada día más a la lucha por la defensa de sus intereses más sentidos, como también por conquistas una patria nueva donde imperen la paz y la justicia.

En este duro camino ha tenido que soportar y enfrentar la más cruel represión y las más diversas maniobras de las clases que ostentan el poder en el país y del imperialismo que en todo momento han tratado de ahogar en sangre esos anhelos de justicia.

Pero el pueblo con su lucha ha venido derrotando cada una de las maniobras del imperialismo y la oligarquía y hoy se encamina con pasos firmes a la conquista de su liberación definitiva. ¡No hay otra alternativa.

LA ALTERNATIVA REVOLUCIONARIA UNICA SOLUCION A LA CRISIS QUE VIVE EL PAIS

La aguda crisis que padece nuestro país tanto en su estructura económica como política no puede ser resuelta ni por los reaccionarios más recalcitrantes, ni con los proyectos más demagógicos y reformistas como el que impulsa el gobierno actual encabezado por la Democracia Cristiana bajo control del imperialismo, sino por el contrario dicha crisis se profundizará y sólo podrá ser resuelta con las medidas revolucionarias que impulsa el pueblo salvadoreño.
Es decir que sólo la revolución es capaz de resolver los problemas de hambre y miseria y opresión que hoy azotan a millones de salvadoreños. La crisis podrá ser resuelta únicamente con medidas económicas, políticas y sociales que beneficien al pueblo y que acaben con el predominio de una minoría oligárquica que durante años se ha apropiado de las riquezas generadas con el trabajo del pueblo.

Tanto los sectores oligárquicos come la bota invasora del imperialismo norteamericano y algunos reformistas están pretendiendo negar la capacidad del pueblo para solucionar la crisis actual y no sólo la han negado sino adversado propagando la idea de que la revolución impone un costo social muy alto; callando de ese modo el precio que ha pagado ya con el derramamiento de la sangre de sus mejores hijos, negando el costo social que ha significado el hambre, la miseria y la explotación que por decenas de años ha soportado nuestro pueblo.

Pero a pesar de que los enemigos de la justicia social han propagado ideas contrarias a los intereses del pueblo, este ha entendido ya que la lucha es el único camino para lograr la democracia, los cambios y la justicia social y se ha incorporado recientemente a las distintas organizaciones revolucionarias y a las luchas que libran en defensa de los intereses populares.

La alternativa revolucionaria se ha esbozado no sólo como una respuesta histórica a esa crisis; sino como una alternativa real posible en estos momentos, sobre todo ante el fracaso de los distintos ensayos oportunistas y reformistas incluyendo el proyecto demócrata-cristiano el cual esta destinado al más rotundo fracaso puesto que tendrá que estrellarse contra la resistencia de la oligarquía y de los sectores más reaccionarios de la fuerza armada así como con el creciente accionar del movimiento popular que lucha por la conquista de sus reivindicaciones más sentidas y de su libertad.

Ha quedado demostrado que la crisis no puede ser superada con proyectos demagógicos y reformistas debido ala profunda descomposición del Sistema Capitalista Dependiente; esta descomposición ha sido pintada por las clases dominantes como una simple crisis de gobierno. Sin embargo el pueblo sabe que estamos frente al profundo desmoronamiento de las estructuras del sistema injusto de explotación y miseria y a las puertas de uno nuevo que habrá de construirse a partir de sus luchas.

LA UNIDAD DE LA IZQUIERDA CONDICION BASICA PARA EL TRIUNFO DE LA REVOLUCION

Estando las condiciones objetivas del desarrollo de nuestra sociedad maduras para el triunfo de la revolución, la unidad del movimiento popular resulta ser un imperativo, una necesidad histórica y una condición básica par marchar en la ruta definitiva hasta la victoria del pueblo. Comprendiendo esta necesidad, este reto a los revolucionarios, las organizaciones FAPU, BPR, LP-28 y UDN, hemos iniciado un proceso de unidad y coordinación de nuestras luchas; y queremos en perspectiva llegar a crear formas orgánicas que acrecienten la efectividad de los golpes que habremos de seguir dando a la oligarquía salvadoreña y al imperialismo; y que faciliten y hagan más efectivas las conquistas del pueblo. este paso, este proceso unitario iniciado constituye el signo más importante y esperanzador de nuestro pueblo, y s un gesto de madurez políticas de las organizaciones populares más representativas.

LA UNIDAD PRODUCTO DE LA LUCHA

Reconocemos que este proceso de unidad iniciado por nuestras organizaciones es el producto de la lucha que hemos librado todos los patriotas aglutinados en organizaciones democráticas y revolucionarias; ha sido la lucha concreta de todos, lo que nos ha hecho madurar y reconocer no sólo al enemigo común del pueblo sino el papel que cada uno ha de jugar en la lucha.

De esta manera hemos visto el infatigable batallar del pueblo salvadoreño que con mística revolucionaria ha podido combatir para defender sus intereses aun en los momentos más desfavorables y adversos, teniendo que pagar con la sangre de sus mejores hijos.

La unidad que estamos construyendo es el fruto de la lucha heroica de la clase obrera, del campesinado, de los maestros y todos los trabajadores que han sabido defender con el puño en alto el espíritu indomable de nuestro pueblo.

Las multitudinarias acciones realizadas por e! LP-28, U.D.N., B.P.R. y F A P.U. han demostrado que somos la mayoría del pueblo organizado y que seguiremos creciendo como un río caudaloso que arrastre y limpie nuestro suelo de toda la escoria e inmundicia de las minorías que ahora usurpan el poder que le pertenece al pueblo.

Este hecho es, por otra parte un homenaje a todos los que en la lucha por la liberación de nuestro país han ofrendado sus vidas combatiendo heroicamente.

Ratificando ante sus memorias nuestra disposición de avanzar en este proceso para hacer realidad la causa por la que ellos cayeron.

RECONOCEMOS EL PAPEL DE LAS ORGANIZACIONES DEMOCRÁTICAS

La unidad de las fuerzas revolucionarias y democráticas esta llamada a formar una férrea muralla contra la que fracasará todo intento de la contrarrevolución, ya sea en su forma represiva y reformista. Por eso llamamos a todas las organizaciones democráticas, personas progresistas, pequeños y medianos empresarios, a los profesionales, estudiantes, señoras de los mercados, etc., a cerrar filas contra los enemigos del pueblo, para que estemos en la capacidad de formar la más amplia y poderosa unidad de fuerzas revolucionarias y democráticas que harán posible la conquista de un gobierno verdaderamente revolucionario que junto a su pueblo haga realidad la democracia y la justicia social. Expresamos nuestra solidaridad con todos los patriotas que luchan por la liberación definitiva de nuestro pueblo y de manera especial con las organizaciones que forman el Foro Popular.

Del mismo modo, con aquellos militares que no abandonan sus aspiraciones de cambio y justicia muy a pesar del predominio que por hoy tienen los sectores más reaccionarios del ejercito , y les llamaos a la lucha junto al pueblo por esos ideales de paz basados en la justicia social.

El pueblo salvadoreño debe hoy más que nunca profundizar el impulso de su lucha reivindicativa por conquistar sus justos intereses, debe incorporarse a las diversas organizaciones populares y prepararse para batallar en todos los niveles que la lucha y el momento demanden, siguiendo el ejemplo de la lucha de otros pueblos especialmente del heroico pueblo nicaragüense que mediante la unidad de todo su pueblo conquistó su libertad.

Marchamos con paso firme y unitario con la antorcha de la libertad en nuestras manos hacia la conquista de la paz, la libertad y la justicia que tanto anhela nuestro pueblo.

POR LA UNIDAD DE LAS FUERZAS REVOLUCIONARIAS Y DEMOCRATICAS

FRENTE DE ACCION POPULAR UNIFICADA F.A.P.U.
LIGAS POPULARES 28 DE FEBRERO L.P.-28
BLOQUE POPULAR REVOLUCIONARIO B.P.R.
UNION DEMOCRATICA NACIONALISTA U.D.N.

San Salvador, El Salvador, 11 de Enero de 1980

Plataforma Programática del Gobierno Democrático Revolucionario del UDN, LP-28, BPR, FAPU

Plataforma Programática del Gobierno Democrático Revolucionario

UDN, LP-28, BPR, FAPU

Las estructuras económicas y sociales de nuestro país, que han garantizado el enriquecimiento desmesurado de una minoría oligárquica y la explotación de nuestro pueblo por el imperialismo yanqui, se encuentran en una crisis profunda e insalvable.

También se encuentra en crisis la dictadura militar, todo el ordenamiento jurídico y la ideología que han defendido y defienden los intereses oligárquicos e imperialistas norteamericanos, oprimiendo y sometiendo al pueblo salvadoreño por medio siglo.

Las filas de esas clases dominantes se han agrietado y los intentos fascistas y reformistas para superar la crisis han fracasado, victimas de sus propias contradicciones y golpeados por la decidida y heroica acción del movimiento popular. Este fracaso no ha podido ser impedido ni siquiera por la casa vez más descarada intervención norteamericana en respaldo de esos proyectos anti-populares.

El fiel apego de las organizaciones revolucionarias a los intereses y aspiraciones del pueblo salvadoreño, ha permitido que, de manera indisoluble, se fortalezcan y ahonden sus raíces entre las grandes mayorías trabajadoras y las capas medias. El movimiento revolucionario por su arraigo popular, es ahora indestructible y constituye la única alternativa para el pueblo salvadoreño, que no podrá ser detenido ni desviado en su lucha por conquistar una patria libre en la que se realicen sus anhelos vitales.

La crisis económica y política de las clases dominantes, por un lado, y por otro, la pujanza del movimiento popular, constituido en la fuerza política decisiva de nuestro país, ha originado un proceso revolucionario y condiciones para que el pueblo asuma el poder.

La transformación revolucionaria de nuestra sociedad, sometida hasta ahora a la injusticia, el entreguismo y el pillaje, es hoy una realidad posible y próxima. Solo mediante ella conquistará y asegurará nuestro pueblo las libertades y derechos democráticos que le han sido negados.

Únicamente la revolución solucionará el problema agrario, generando en beneficio de las masas campesinas y de los asalariados agrícolas condiciones materiales y espirituales de vida favorables a la inmensa mayoría de nuestra población, sumida hoy en la miseria, el atraso cultural y la marginalidad.

Será la revolución la que conquiste la verdadera independencia política de nuestro país, dándole al pueblo salvadoreño el derecho de determinar libremente su destino y de alcanzar la independencia económica real.

Esta revolución es por ello, popular, democrática, anti-oligárquica y busca conquistar la efectiva y verdadera independencia nacional. Sólo la victoria revolucionaria detendrá la criminal represión y hará posible que el pueblo conquiste la paz de que hoy no goza; una paz sólida, basada en la libertad, la justicia social y la independencia nacional.

Esta revolución que esta en marcha, no es, ni podrá ser, la obra de un grupo de conspiradores; por el contrario, es el fruto de la lucha de todo el pueblo, es decir, de lo obreros, de los campesinos, de las capas medias en general y todos los sectores y personas honestamente democráticas y patrióticas.

Las filas más conscientes y organizadas del pueblo salvadoreño, que ya son multitudinarias, combaten ahora cada vez más ensanchadas y unidas. Por su disposición combativa, su grado de conciencia, temple y organización y su espíritu de sacrificio en aras del triunfo popular, la alianza de los obreros y campesinos ha confirmado ser el más firme puntal para garantizar la consecuencia y firmeza del movimiento hacia la liberación, en el cual se unen como expresión de la unidad de todo el pueblo las fuerzas revolucionarias y las fuerzas democráticas, los dos grandes torrentes engendrados por la larga lucha librada por el pueblo salvadoreño.

La tarea decisiva de la revolución, de la cual depende el cumplimiento de todas sus tareas y objetivos, es la conquista del poder y la instauración de un GOBIERNO DEMOCRÁTICO REVOLUCIONARIO que emprenda, a la cabeza del pueblo, la construcción de una nueva sociedad.

TAREAS Y OBJETIVOS DE LA REVOLUCIÓN

Las tareas y objetivos de la revolución en El Salvador son las siguientes:

1. Derrocar la dictadura militar reaccionaria de la oligarquía y el imperialismo yanqui, impuesta y sostenida contra la voluntad del pueblo salvadoreño desde hace cincuenta años; destruir su criminal maquinaria político-militar y establecer el GOBIERNO DEMOCRÁTICO REVOLUCIONARIO, fundamentado en la unidad de las fuerzas revolucionarias y democráticas, en el Ejército Popular y en el pueblo Salvadoreño.

2. Poner fin al poder y dominio político, económico y social en general, de los grandes señores del capital y de la tierra.

3. Liquidar definitivamente la dependencia económica, política y militar de nuestro país respecto al imperialismo yanqui.

4. Asegurar los derechos y libertades democráticas para todo el pueblo, particularmente para las masas trabajadoras, que son quienes menos los han disfrutado.

5. Traspasar al pueblo, mediante la nacionalización y la creación de empresas colectivas y asociativas, los medios de producción y distribución fundamentales, ahora acaparados por la oligarquía y los monopolios estadounidenses: la tierra en poder de los grandes terratenientes, las empresas productoras y distribuidoras de electricidad, la refinación del petróleo, las empresas industriales, comerciales y de servicios monopólicos, el comercio exterior, la banca, las grandes empresas del transporte. Todo ello sin afectar a los pequeños y medianos empresarios privados, a los cuales se dará estímulo y apoyo, en todo sentido, en las diversas ramas de la economía nacional.

6. Elevar el nivel material y cultural de la vida de la población.

7. Crear el nuevo Ejército de nuestro país, que surgirá fundamentalmente en base del Ejército Popular construido en el curso del proceso revolucionario, al cual podrán incorporarse aquellos elementos sanos, patrióticos y dignos que pertenecen al ejército actual.

8. Impulsar la organización popular en todos los niveles, sectores y formas, para garantizar su incorporación activa, creadora y democrática al proceso revolucionario y conseguir la más estrecha identificación entre el Pueblo y el Gobierno.

9. Orientar la política exterior y las relaciones internacionales de nuestro país, por los principios de la independencia y la autodeterminación, la solidaridad, la convivencia pacífica, la igualdad de derechos y el respeto mutuo entre los estados.

10. Con todo ello, asegurar en nuestro país la paz, la libertad, el bienestar del pueblo y el sucesivo progreso social.

EL GOBIERNO DEMOCRATICO REVOLUCIONARIO, SU INTEGRACIÓN Y SU PLATAFORMA DE CAMBIOS POLÍTICOS, ESTRUCTURALES Y SOCIALES

El GOBIERNO DEMOCRÁTICO REVOLUCIONARIO se integrará con representantes del movimiento revolucionario y popular de los partidos, organizaciones, sectores y personalidades democráticos, dispuestos a participar en la realización de la presente Plataforma Programática.

Este Gobierno se apoyará en una amplia base social y política formada en primer lugar, por la clase obrera, el campesinado y las capas medias avanzadas; íntimamente unidas a ellas, estarán todas las capas sociales dispuestas a llevar adelante esta Plataforma; pequeños y medianos empresarios industriales, comerciales, artesanales, agropecuarios (pequeños y medianos cafetaleros y de los otros renglones de la agricultura y ganadería).

Comprenderá así mismo, a los profesionales honestos, al clero progresista, a partidos democráticos como el MNR, los sectores avanzados de la Democracia Cristiana; a los oficiales dignos y honestos del ejercito, que estén dispuestos a servir a los intereses del pueblo y todo otro sector, grupo, personalidades o segmentos que aboguen por la amplia democracia para las masas populares, por el desarrollo independiente, por la liberación popular.

Todas estas fuerzas concurren actualmente a integrarse en una alianza democrática y revolucionaria en la que se respeta plenamente la ideología política y religiosa de cada una. La forma orgánica de esta alianza voluntaria al servicio del pueblo salvadoreño, será un resultado del consenso de todos aquellos que la integren.

I. MEDIDAS INMEDIATAS EN LO POLÍTICO

1. Cese a la represión contra el pueblo en todas sus formas y libertad de los presos políticos.

2. Esclarecimiento de los presos y desaparecidos desde 1972 y castigo a los responsables (militares y civiles) de crímenes contra el pueblo.

3. Desarme y disolución efectiva de los cuerpos represivos ANSESAL, ORDEN, Guardia Nacional, Policía Nacional, Policía de Hacienda, Policía de Aduana y sus respectivas “Secciones Especiales”; de la “Escuela de Contra-Insurgencia” de Gotera y el llamado “Centro de Instrucción de Ingeniería de la Fuerza Armada (CIIFA)” de Zacatecoluca; de las patrullas militares, cantonales y suburbanas; de las bandas paramilitares privadas de la oligarquía y de toda clase de organizaciones, reales o nominales, dedicadas a la acción y difamación criminales contra el pueblo y sus organizaciones.

Los ahora mal llamados Cuerpos de Seguridad serán sustituidos por una policía civil

4. Disolución de los actuales poderes del Estado (Ejecutivo, Legislativo y Judicial), derogatoria de la Constitución Política y de todos los decretos que la hayan modificado o sustituido. El GOBIERNO DEMOCRATICO REVOLUCIONARIO dictará una ley constitutiva y organizará al estado y sus actividades con el propósito de garantizar los derechos y libertades del pueblo y el logro de los demás objetivos y tareas de la revolución. A este respecto, el GOBIERNO DEMOCRÁTICO REVOLUCIONARIO se adherirá a la “Declaración Universal de los Derechos Humanos” de las Naciones Unidas.

Dicha ley constitutiva regirá mientras el pueblo salvadoreño se de a una nueva Constitución Política que refleja fielmente sus intereses.

5. Se reestructurará el poder Municipal de manera que sea un órgano de amplia participación de las masas en a gestión del Estado, un órgano real del nuevo poder popular.

6. El GOBIERNO DEMOCRÁTICO REVOLUCIONARIO realizará una intensa labor de educación liberadora, difusión cultural y organización entre las más amplias masas, a fin de promover su incorporación conciente al desarrollo, fortalecimiento y defensa del proceso revolucionario.

7. Fortalecer y desarrollar el Ejército Popular, al cual se incorporarán los elementos de tropa, suboficiales, oficiales y jefes del actual Ejército que mantengan una conducta limpia, rechacen el intervencionismo extranjero contra el proceso revolucionario y apoyen la lucha liberadora de nuestro Pueblo.

El nuevo Ejército será el verdadero brazo armado del Pueblo, estará a su servicio, será absolutamente fiel a sus intereses y a su revolución; será una Fuerza Armada verdaderamente patriótica, defensora de nuestra soberanía y autodeterminación, decidida partidaria de la convivencia pacífica entre los pueblos.

8. Nuestro país será retirado del CONDECA, del TIAR y de cualquier otro organismo militar o policial que sea instrumento de intervencionismo.

9. El GOBIERNO DEMOCRÁTICO REVOLUCIONARIO establecerá relaciones diplomáticas y comerciales con los demás países, sin discriminar en razón de los diferentes sistemas sociales, sobre la base de la igualdad del derecho, la mutua convivencia y el respeto a la autodeterminación.

Se prestará especial atención al desarrollo de relaciones amistosas con los demás países del área centroamericana (incluidos Panamá y Belice), encaminados a afianzar la paz y la vigencia del principio de no intervención. Particularmente se cultivará el estrechamiento de fraternales relaciones con Nicaragua, como expresión de la comunidad de ideales e intereses entre nuestra Revolución y la Revolución Sandinista.

Nuestro país se incorporará como miembro al movimiento de Países No Alineados y desarrollará una política invariablemente afiliada a la defensa de la paz mundial y en favor de la distensión.

II. LOS CAMBIOS ESTRUCTURALES

El GOBIERNO DEMOCRÁTICO REVOLUCIONARIO procederá a:

1. Nacionalizar todo el sistema bancario y financiero. Esta medida no afectará los depósitos demás intereses del público.
2. Nacionalizar el Comercio Exterior.
3. Nacionalizar el Sistema de Distribución de la Electricidad y de las Empresas de Producción de las mismas que estén en manos privadas.
4. Nacionalizar la refinación del petróleo.
5. Realizar la expropiación, según la conveniencia nacional, de las empresas monopólicas en la industria, el comercio y los servicios.
6. Realizar una profunda Reforma Agraria que ponga la tierra, ahora en manos de los grandes terratenientes, a disposición de las grandes masas que la trabajan, de acuerdo a un plan efectivo que beneficie a las grandes mayorías de campesinos pobres, medios y asalariados agropecuarios y que promueva el desarrollo de la producción de la agricultura y la ganadería.
La Reforma Agraria no afectará a los pequeños y medianos propietarios de tierra, quienes recibirán estímulos y apoyo para hacerla producir cada vez mejor.
7. Realizar una Reforma Urbana que beneficie las grandes mayorías, sin afectar la pequeña y mediana propiedad de inmuebles.
8. Transformar a fondo el Sistema Tributario, de manera que el pago de impuestos no recaiga sobre los trabajadores. Se disminuirán los impuestos indirectos sobre los artículos y servicios del amplio consumo. Esto se hará posible no sólo por la reforma al sistema tributario, sino también porque el Estado percibirá fuertes ingresos provenientes de la actividad del sector nacionalizado de la economía nacional.
9. Establecer efectivos mecanismos de ayuda crediticia, fomento económico y técnico para la pequeña y mediana empresa privada en todas las ramas de la economía del país.
10. Establecer un sistema de efectiva planificación de la economía nacional, que permita impulsar un desarrollo equilibrado.

III. MEDIDAS EN LO SOCIAL

El GOBIERNO DEMOCRATICO REVOLUCIONARIO orientará sus labores en el terreno social hacia los logros siguientes:

1. Crear fuentes de trabajo suficientes, de manera de absorber la desocupación en el más breve plazo posibles.
2. Hacer efectiva una política salarial justa basada en:
i. Regulación de los salarios, teniendo en cuenta el costo de la vida.
ii. Enérgica política de control y rebaja de precios de los artículos y servicios de primera necesidad.
iii. Aumento sustancial de los servicios sociales a las grandes masas populares. (Seguro Social, educación, diversiones, salud, etc.)
3. Crear un Sistema Nacional Único de Salud, que garantice a toda la población (urbana y rural) un eficiente servicio de medicina, principalmente preventiva.
4. Realizar una campaña masiva de alfabetización que en el menor plazo posible acabe con la lacra social del analfabetismo.
5. Desarrollar un Sistema Educativo Nacional, de manera que asegure la enseñanza primaria a toda la población en edad escolar y se amplíe sustancialmente la educación secundaria y universitaria elevando la calidad y diversificación científico-técnico en todos los niveles e incrementando progresivamente su gratuidad.
6. Promover en amplia escala la actividad y la difusión cultural, apoyando y estimulando efectivamente a os artistas y escritores nacionales, rescatando y desarrollando el patrimonio cultural de la nación, incorporando al acerbo cultural de nuestro pueblo o mejor de la cultura universal y organizando el acceso a todas las manifestaciones de la cultura para las amplias masas populares.
Es opinión unánime de las fuerzas populares y democráticas, que sólo con la realización de las medidas contenidas en esta plataforma, se podrá resolver la profunda crisis estructural y política de nuestro país, en beneficio del pueblo salvadoreño.

Únicamente la oligarquía, el imperialismo norteamericano y quienes sirven a sus intereses antipatrióticos, se oponen y conspiran contra estos cambios.

A partir del 15 de octubre de 1979, diversos partidos y sectores, vanamente han intentado, desde el Gobierno, llevar a la práctica gran parte de las medidas que proponemos, sin derrotar primero al viejo poder reaccionario y represivo y sin instaurar un poder verdaderamente revolucionario y popular.
Esta experiencia confirmó con toda claridad, que esta obra transformadora sólo puede realizarla el movimiento revolucionario unido, en alianza con todas las fuerzas democráticas.

La hora de esta histórica victoria liberadora, por la que el pueblo salvadoreño ha luchado y derramado heroicamente tanta sangre suya, está llegando. Nada ni nadie podrá impedirlo.

¡POR LA UNIDAD DE LAS FUERZAS REVOLUCIONARIAS Y DEMOCRÁTICAS!

¡HACIA LA CONQUISTA DEL GOBIERNO DEMOCRÁTICO REVOLUCIONARIO!

COORDINADORA REVOLUCIONARIA DE MASAS

Por el Comité Coordinador Nacional de la UNIÓN DEMOCRATICA NACIONAL, UDN
Co. Manuel Franco

Por la Comisión Política Nacional de las LIGAS POPULARES – 28 DE FEBRERO, LP-28
Co. Leoncio Pichinte

Por el BLOQUE POPULAR REVOLUCIONARIO, BPR
Co. Juan Chacón
Co. Julio Flores

Por el Comité Coordinador Nacional del FRENTE DE ACCION POPULAR UNIFICADA, FAPU
Co. Héctor Recinos
Co. José Napoleón Rodríguez Ruiz

San Salvador, El Salvador, C. A.
23 de febrero de 1980

Segundo manifiesto al pueblo salvadoreño, a los pueblos centroamericanos y del mundo, de la RN, las FPL y el PCS.

1. – Matanza y Reformas: Fórmula Siniestra del Imperialismo Yanqui y de la Junta Militar-democristiana.

En un esfuerzo por impedir al pueblo salvadoreño la conquista de su liberación, la Junta de Gobierno militardemocristiana decretó, el 6 y 7 de marzo, las leyes de reforma agraria y la nacionalización de los bancos, y al mismo tiempo implantó el estado de sitio. Estos pasos fueron dados en un marco de brutal aumento de la represión contra las organizaciones populares. Desde que dichas leyes fueron dictadas, la matanza creció aún más y ha sido convertida en la forma casi única de la represión.

Está claro que la fórmula de la política que aplica el gobierno consiste en “matanza con reformas”. Es una fórmula dictada por el gobierno de los Estados Unidos, quien públicamente apoya y aplaude los pasos de la Junta Militar-Democristiana. Para llevar adelante este plan, los imperialistas yanquis y la Junta han llegado a un entendimiento con un sector de la oligarquía.

Con las reformas se pretende confundir y mediatizar a una parte de los trabajadores salvadoreños, consolidar el actual alto mando militar controlado por la peor reacción, confundir a la opinión internacional acerca de lo que en realidad ocurre en El Salvador, justificar o encubrir la brutal matanza que está teniendo lugar, e incluso justificar la intervención militar de los Estados Unidos y Venezuela sobre nuestro país, si ella llegara a considerarla necesaria Washington.

Con la matanza se busca debilitar e incluso destruir al movimiento popular revolucionario y a las fuerzas democráticas; sus golpes se descargan ya de un modo parejo sobre todos estos sectores, incluso contra los elementos honestos y progresistas del propio Partido Demócrata Cristiano. De manera que, según estos planes, una vez reducidas por la matanza las fuerzas organizadas del pueblo salvadoreño, las reformas que ahora se dictan con cierto radicalismo, serían revertidas o modificadas hasta un punto tolerable por los terratenientes y grandes señores del capital. Es con este cálculo criminal que algunos de estos señores han ofrecido su conformidad o su neutralidad ante las leyes reformistas.

Una reforma agraria profunda que entregue la tierra quienes la trabajan es y ha sido, desde hace largo tiempo, una demanda muy sentida del pueblo salvadoreño, por la que ha luchado y derramado mucha sangre suya. Pero esta reforma agraria decretada por la Junta Militar-Democristiana ha surgido a espaldas del pueblo y sin su apoyo, dictada por sus sanguinarios verdugos para dividirlo y clavarle la cuchillada traidora y luego arrebatarle de nuevo la tierra para devolverla a los terratenientes, como ha sucedido en otros países (Portugal, hace poco).
Lo mismo puede decirse de la nacionalización de los bancos, de la exportación de café y de las reformas laborales que se anuncian.

La matanza y no las reformas es el aspecto principal y decisivo de la malvada política en aplicación por la Junta Militar-Democristiana, con la directa asesoría yanqui. Las reformas son el encubrimiento, la maniobra temporal.

Nos venimos enfrentando hace muchos años a una sanguinaria y creciente represión y bajo sus golpes ha crecido la organización y hecho inquebrantable la voluntad de lucha del pueblo salvadoreño. Por eso podemos decir con absoluta segundad, ante el brutal aumento de la matanza y la maniobra reformista que ahora tienen lugar: nuestro pueblo no será engañado por las reformas envenenadas, ni apartado del cauce revolucionario; tampoco será doblegado por la represión. El movimiento revolucionario responde a este plan criminal uniéndose más y abanderando la resuelta decisión de liberar- se asumida por nuestro pueblo heroico.

II.- El Imperialismo Yanqui prepara Invasión a Nuestro País.

Los imperialistas yanquis, sin embargo, no confían del todo en la eficacia de esta fórmula y trabajan con varios planes al mismo tiempo: disponemos de información suficiente para denunciar que el gobierno de los Estados Unidos ha ordenado a sus Generales preparar la intervención militar contra el pueblo salvadoreño y que, además, ha arrastrado al gobierno democristiano de Venezuela a participar en la agresión.

Se ha dispuesto con ese fin la formación de un ejército invasor integrado con soldados portorriqueños y venezolanos. Puerto Rico es, dolorosamente para todos los latinoamericanos, una colonia de los Estados Unidos y, actuando como sus amos, ahora se disponen los imperialistas a utilizar portorriqueños, mientras sus capataces democristianos les aportan venezolanos, para realizar un trabajo sucio contra un pueblo hermano.

Así, pues, está claro que el gobierno de los Estados Unidos preferiría invadir El Salvador encubriéndose en una “intervención multilateral” y justificando su crimen con un pretexto “decente”: pisotear nuestra patria “en defensa de un gobierno democrático y reformador social y para evitar el derramamiento de sangre”. Facilitarle ambas cosas es la función que los imperialistas yanquis han encomendando al Partido Demócrata Cristiano con su incorporación a la Junta de Gobierno de nuestro país. La alta dirigencia democristiana, principalmente el Ingeniero José Napoleón Duarte, ha pactado este plan con Washington y los ha ayudado a involucrar al gobierno democristiano de Venezuela.

Denunciamos ante el mundo esta siniestra traición y estos propósitos agresivos.

La intervención en realidad ha dado comienzo; he aquí los hechos: han llegado a El Salvador, y se encuentran ya desempeñando sus funciones, varias decenas de instructores militares enviados por el gobierno de Carter para adiestrar a la Fuerza Armada en la “técnica moderna de la guerra de contrainsurgencia”. Se han destinado inicialmente tres batallones para recibir dicho aprendizaje de los instructores yanquis y se ha dispuesto convertir el llamado Centro de Instrucción de Ingeniería de la Fuerza Armada (CIIFA), situado en la ciudad de Zacatecoluca, en una “base estratégica”, con helicópteros, tanques, artillería y tropas especiales, para realizar ese tipo de guerra, que consiste fundamentalmente en un brutal y despiadado exterminio de la población, acompañado de la destrucción física arrasante, por medio de bombardeos aéreos, de artillería y máquinas blindadas, como ha podido verse recientemente en cantones de Suchitoto, áreas aledañas a la carretera Troncal del Norte, muy cerca de San Salvador, en el norte de Chalatenango, en San Vicente, Cojutepeque y otras; de una manera similar a lo ocurrido en otras áreas del mundo, donde los imperialistas yanquis han desplegado sus técnicas de “contrainsurgencia”, aunque cosechando con ello humillantes derrotas, como es bien conocido.

El gobierno de los Estados Unidos otorgó públicamente ayuda militar al gobierno salvadoreño por cinco millones de dólares que luego resultaron ser diez millones.

Se esta intensificando la matanza del pueblo salvadoreño
miembros de las organizaciones revolucionarias o simples sospechosos de serlo una simple mirada a los periódicos de nuestro país en los últimos días, aunque ellos están muy lejos de publicar todas las victimas, es suficiente para confirmar el aumento vertiginoso que está imprimiéndose a la matanza.

Recientemente llegó a El Salvador un militar venezolano de apellido Cardoza, para coordinar planes con el Ministro de Defensa, Coronel José Guillermo García. Mientras tanto, están llegando envíos de armas del gobierno de Herrera Campins (de Venezuela), por el aeropuerto de Ilopango. Fuertes cargamentos de armas de fabricación norteamericana han estado llegando en barcos israelitas al Puerto de Acajutla. Instructores israelitas adiestran en nuestro país a la Guardia Nacional, Así, el gobierno de Israel, como lo hizo en apoyo de Somoza, se presta para entrenar a los verdugos del pueblo salvadoreño y entregarles las armas que el gobierno de Carter prefiere no entregar directamente, para no descubrir el doble juego de su política hipócrita de “apoyo a la democratización y a las reformas sociales”, que mañosamente está proclamando ante el mundo respecto de El Salvador.

Lo mismo hacen instructores vietnamitas del derrocado ejército títere del imperialismo yanqui en el Sur de Viet-Nam. Mercenarios de diverso origen, entre ellos gran cantidad de exguardias somocistas, están ingresando a nuestro país o están siendo concentrados, organizados y armados en Guatemala, a fin de lanzarlos contra nuestro pueblo.

El gobierno de Guatemala y el archi asesino MLN, que jefea el genocida Sandoval Alarcón, son los puntales más activos en la preparación de mercenarios contra el pueblo salvadoreño. Los jerarcas de la Asociación Nacional de la Empresa Privada (ANEP), de El Salvador, que hoy se rasgan las vestiduras clamando hipócritamente a favor de la democracia y la paz, participan activamente en estos planes. Conocemos los centros de reclutamiento y entrenamiento de mercenarios en Guatemala, estamos informados de las voluminosas compras de armas (por varios millones de dólares) realizadas durante los últimos 7 – 8 meses por el señor Eduardo Palomo (Presidente de ANEP) y otros señores, en ciertos lugares del área centroamericana. El gobierno militar derechista de Honduras colabora con los planes intervencionistas, no sólo contra el pueblo salvadoreño sino también contra Nicaragua.

Los fascistas que ahora se presentan contrarios a la intervención yanqui y pretenden ser patriotas, son en realidad verdugos y hambreadores del pueblo salvadoreño, son tan enemigos de nuestra independencia, del derecho de nuestro pueblo a la vida, a la libertad y a la autodeterminación, como los propios imperialistas norteamericanos, a los cuales han servido y están dispuestos a continuar sirviendo. Ellos protestan porque quisieran que los imperialistas confiaran sólo en ellos y realizaran exclusivamente por su medio todos los planes de sojuzgamiento del pueblo salvadoreño; detestan que los democristianos estén hoy de por medio. Pero lo que desean los fascistas no conviene hoy a Washington; éste no quiere aparecer ante el mundo como sostén de un gobierno abiertamente en manos de aquéllos. Es por eso que no hace mucho el gobierno yanqui se opuso públicamente al golpe de Estado que los fascistas se disponían ejecutar para derrocar a la Junta Militar-Democristiana, provocando su ira.

Los preparativos para una invasión yanqui a El Salvador son un atentado no sólo contra nuestro pueblo, sino contra todos los pueblos centroamericanos, puestos ahora en pie de lucha por su definitiva y verdadera independencia; constituyen un atentado contra todos los pueblos latinoamericanos y un desafío a la Humanidad.

Denunciamos la brutal matanza que sufre el pueblo salvadoreño, la maniobra vil con las reformas y los preparativos de Estados Unidos para intervenir militarmente nuestro país y llamamos al pueblo salvadoreño, a los pueblos centroamericanos y del mundo a condenarías y rechazarlas.

Ante el grave peligro de agresión que se abate sobre nuestra Patria, declaramos que el movimiento revolucionario realizará una resistencia inclaudicable frente a los invasores imperialistas, vengan ellos solos o con acompañantes. No cesaremos de combatirlos hasta expulsarlos de nuestro país. Tenemos absoluta confianza en la férrea voluntad combativa de nuestro pueblo, especialmente en sus grandes mayorías trabajadoras de la ciudad y el campo, confiamos en sus capas medias avanzadas y patrióticas. Nosotros tenemos fe absoluta en los pueblos centroamericanos y en la solidaridad internacional militante de todos los pueblos del mundo, incluido el pueblo de los Estados Unidos y los pueblos de aquellos países cuyos gobiernos lograra Washington arrastrar.
¡Nuestro suelo se convertirá en un infierno para los invasores imperialistas!

El ejemplo de los heroicos pueblos centroamericanos que combatieron expulsando a los filibusteros yanquis, jefeados por William Walker el siglo pasado; el espíritu antiimperialista inmortal del General Augusto César Sandino y de todos los salvadoreños, centroamericanos y latinoamericanos que combatieron a su lado, hasta expulsar a los invasores yanquis de Nicaragua, en los años veinte y treinta del siglo actual Agustín Farabundo Martí entre los más destacados volverán a alzarse en los pechos y brazos de centenares de miles de combatientes resueltos a vencer y venceremos.

Esta es nuestra determinación frente a la amenaza de agresión imperialista.

Nosotros llamamos a los gobiernos democráticos de América Latina y del mundo a no dejarse arrastrar por los imperialistas yanquis a cometer el crimen que ellos preparan contra nuestra Patria. Les pedimos su apoyo a la causa liberadora del pueblo salvadoreño.

Hace pocos días ha sido publicada la Plataforma Programática de la Coordinadora Revolucionaria de Masas para el establecimiento de un Gobierno Democrático Revolucionario, basado en el apoyo de la inmensa mayoría del pueblo salvadoreño, expresión de la unión de sus fuerzas revolucionarias y de sus fuerzas democráticas. El Gobierno Democrático Revolucionario reunirá dentro de él a representantes de las diversas ideologías que el pueblo salvadoreño alberga en su seno, será un gobierno que garantizará verdaderamente el respeto a los derechos humanos, a las libertades democráticas; por contar con la base de apoyo popular más amplia y fuerte de toda la historia de nuestro país, será plenamente capaz —el único que podrá hacerlo— de transformar nuestra injusta sociedad, realizando los profundos cambios estructurales que son necesarios para crear una nueva sociedad, justa en lo social, democrática y verdaderamente independiente como nación.

La Plataforma Programática de la Coordinadora Revolucionaria de Masas deja bien establecido que el movimiento revolucionario no pretende asumir él solo el Poder, ni imponer su ideología como única, ni gobernar en su exclusivo provecho, sino incorporar al pueblo salvadoreño al Poder, reunir la expresión de sus intereses en el Gobierno Democrático Revolucionario y asegurar así la paz, la libertad, la justicia y el sucesivo progreso social. No existe otro camino para solucionar la honda y gravísima crisis nacional en provecho del pueblo salvadoreño.

Las FPL, el PCS y la RN damos pleno apoyo a esa Plataforma. Nuestros objetivos, los medios para alcanzarlos, en una palabra, lo que los revolucionarios queremos, está plasmado en esa Plataforma, que también expresa lo que todos los demócratas verdaderos de nuestro país quieren.

Los pueblos tienen derecho a darse el gobierno y la organización social que ellos determinen. Los pueblos tienen, en consecuencia, derecho indiscutible a la revolución y a realizar por vía revolucionaria armada sus anhelos negados, frente al poder que les ha cerrado las vías pacíficas y trata de aplastarlos con las armas, como hoy ocurre a nuestro pueblo.

Estos son principios y derechos que no admiten discusión. El imperialismo, cualquiera que sea su pretexto o alegato, refinado o burdo, no tiene derecho a pisotearlos. Aquéllos que apoyen la agresión yanqui contra el pueblo salvadoreño, están atentando contra sus propios pueblos y contribuyendo a que Washington se hinche de soberbia y erija el chantaje del “gran garrote” como la única política para relacionarse con los países débiles y atrasados.

Frente a los agresores imperialistas y sus comparsas, y frente a los fascistas que realizan, cada uno a su manera, el zarpazo contra el pueblo salvadoreño, levantamos muy en alto nuestra voz, nuestra voluntad inquebrantable de lucha y nuestras armas, para lanzar esta consigna suprema:

¡LIBERACIÓN O MUERTE; UNIDOS HASTA LA VICTORIA FINAL!

PROLETARIOS DE TODOS LOS PAISES, UNIOS”
PARTIDO COMUNISTA DE EL SALVADOR (PCS) ¡REVOLUCION O MUERTE! ¡EL PUEBLO ARMADO VENCERA!
FUERZAS POPULARES DE LIBERACIÓN FPL FARABUNDO MARTI
¡LUCHA ARMADA HOY, SOCIALISMO MAÑANA!
RESISTENCIA NACIONAL (RN)

San Salvador, Centroamérica, 12 de marzo de 1980.

Primera Declaración del Frente Democrático Revolucionario (FDR)

El Frente Democrático Revolucionario (FDR), considerando:

Que El Salvador se encuentra sumido en una profunda crisis de tipo económico, social y político, como resultado de modelo capitalista dependiente que se ha venido impulsando y continúa vigente; el cual ha concentrado todo el poder en un reducido grupo de familias, marginando así a la gran mayoría de la población.

2) Que la inmensa mayoría del pueblo, no obstante ser la principal fuente generadora de la riqueza nacional, ha sido obligada a vivir en condiciones materiales que violan los más elementales derechos humanos.

3) Que frente a las exigencias planteadas por el pueblo a través de sus organizaciones populares y democráticas, la oligarquía y sus gobiernos de turno han respondido con demagogia y represión que al presente momento ha alcanzado una magnitud y niveles de crueldad nunca vistos en el país desde 1932.

4) Que el pueblo ya no soporta la explotación, miseria y represión a que está sometido; de igual manera no tolera las falsas promesas y las cínicas mentiras de los gobiernos antipopulares y sus aliados extranjeros.

5) Que esto ha obligado a los sectores más duramente golpeados y conscientes de la situación a organizarse y luchar por sus derechos e intereses; iniciándose a la vez un proceso de unificación popular que ha dado grandes pasos con la constitución de la Coordinadora Revolucionara de Masas, CRM, y con la presentación por ésta de la Plataforma del futuro Gobierno Democrático Revolucionario.

Por tanto acuerda:

1) Constituir el Frente Democrático Revolucionario (FDR), con carácter de Frente amplio, como un instrumento político del pueblo salvadoreño para impulsar su lucha de liberación y construir una nueva sociedad justa y humana, libre de corrupción de la continua violación de los derechos humanos y de toda explotación del hombre por el hombre; una sociedad en la que el hombre sea la base y el centro del funcionamiento económico y social. El Frente Democrático Revolucionario, que agrupa a las fuerzas democráticas y revolucionarias, inicialmente está integrado por las siguientes organizaciones:

COORDINADORA REVOLUCIONARIA DE MASAS (CRM)
MOVIMIENTO DE LIBERACION POPULAR (MLP) MOVIMIENTO NACIONAL REVOLUCIONARIO (MNR)
MOVIMIENTO INDEPENDIENTE DE PROFESIONALES Y TECNICOS DE EL SALVADOR (MIPTES).
MOVIMIENTO POPULAR SOCIAL CRISTIANO (MPSC)
FEDERACION SINDICAL REVOLUCIONARIA (FSR)
FEDERACION NACIONAL SINDICAL DE TRABAJADORES SALVADOREÑOS (FENASTRAS)
FEDERACION UNITARIA SINDICAL DE EL SALVADOR (FUSS)
FEDERACION SINDICAL DE TRABAJADORES:
LA INDUSTRIA DEL ALIMENTO, VESTIDO, TE
TILES, SIMILARES Y CONEXOS DE EL SALVAD
(FESTIAVSCES)
SINDICATO DE TRABAJADORES DEL INSTITI. – SALVADOREÑO DEL SEGURO SOCIAL (STISS
SINDICATO TEXTIL DE INDUSTRIAS UNIDAS
(STIUSA)
ASOCIACION GENERAL DE ESTUDIANTES
UNIVERSITARIOS SALVADOREÑOS (AGEUS)

Observadores:
UNIVERSIDAD DE EL SALVADOR (UES)
UNIVERSIDAD CENTROAMERICANA JOSE SIMEON CAÑAS (UCA).

2) Definir como objetivos de nuestra lucha lo siguiente:

A nivel nacional:

a) movilizar e incorporarse al proceso de liberación – dos los sectores honestos genuinamente represe vos de nuestro pueblo, aglutinándolos en torne Plataforma Programática del Gobierno Democrático Revolucionario
b) contribuir a crear conciencia de que solo el ‘ puede conducir su revolución, impulsando los verdaderos cambios de las estructuras, necesarios para resolver los problemas nacionales.

A nivel internacional:

a) lograr la comprensión de los pueblos y gobiernos democráticos del mundo sobre la justeza de la lucha de nuestro pueblo por conquistar una nueva sociedad.
b) movilizar y canalizar el respaldo, apoyo y la – dad en general de todos los pueblos y gobiernos democráticos con la lucha de nuestro pueblo.
c) denunciar el apoyo económico y militar que el no de los Estados Unidos brinda a la Junta Militar-Demócrata Cristiana, el cual se traduce en una profundización de la represión y agresión contra nuestro pueblo.
d) denunciar los planes y preparativos que el gobierno de los Estados Unidos, con la colaboración de otros
gobiernos, tiene para realizar una intervención masiva en El Salvador.
e) lograr el pleno ejercicio del derecho de autodeterminación de nuestro pueblo mediante la solidaridad internacional atando las manos al imperialismo, para que no ejecute su amenaza de invadir nuestro país.

Finalmente hacemos un llamado a todos los sectores sociales y organizaciones, para que se identifiquen, apoyen y se incorporen al Frente, conscientes de que de esta manera contribuyen efectivamente a minimizar los costos sociales y humanos de la Revolución.

San Salvador, 18 de Abril de 1980.

MANIFIESTO DE LA DIRECCION REVOLUCIONARIA UNIFICADA DE LAS ORGANIZACIONES POLITICO-MILITARES, AL PUEBLO SALVADOREÑO, A LOS PUEBLOS CENTROAMERICANOS Y DEL MUNDO

Las Fuerzas Populares de Liberación FPL “Farabundo Martí”, el Partido Comunista de El Salvador (PCS), la Resistencia Nacional (RN) y el Partido de la Revolución Salvadoreña-Ejército Revolucionario del Pueblo (PRS-ERP), nos dirigimos al pueblo salvadoreño, a los pueblos centroamericanos y del mundo, para comunicarles que hemos alcanzado un nuevo y superior nivel de unidad entre nuestras Organizaciones Revolucionarias, constituyendo el 22 de mayo una Dirección Unificada, que trazará y aplicará la línea político- militar, única para todas, y dirigirá la guerra revolucionaria de nuestro heroico pueblo hasta su victoria; lo conducirá a la instauración del Gobierno Democrático Revolucionario y a la realización de los profundos cambios políticos, económicos y sociales de su Plataforma Programática, ya conocida nacional e internacionalmente.

El histórico acuerdo alcanzado en diciembre de 1979 por FPL, PCS y RN, en base del cual se creó la Coordinadora Político-Militar, hizo surgir condiciones propicias para la unificación general de todas las fuerzas democráticas y revolucionarias de nuestro pueblo. Coincidiendo con los anhelos unitarios populares, surgieron la Coordinadora Revolucionaria de Masas y el Frente Democrático Revolucionario, que expresan y reúnen a la inmensa mayoría del pueblo salvadoreño.

Este es un gran torrente de inmensa potencialidad renovadora, en el que confluye una amplia variedad de corrientes políticas, ideológicas y sociales, entre las cuales hay respeto y democracia reales, unidas cada vez más, en una firme y resuelta lucha por el objetivo común y supremo de la liberación definitiva del pueblo salvadoreño del brutal régimen criminal que hoy lo oprime y lo condena a la injusticia social y el atraso, que ahoga su independencia cono nación, pisotea su dignidad y le niega incluso el derecho a la vida.

El poderoso ascenso de lucha y unidad promovido por el acuerdo de diciembre de 1979, hizo necesario y posible realizar este nuevo paso, desde el nivel de la simple coordinación a la creación de una Dirección Unificada que, sin duda, promoverá el espíritu de ofensiva y la resolución de conquistar la victoria en las extensas filas populares, elevándolos a escalas superiores y decisivas.

Habrá en adelante una sola dirección, un sólo plan militar y un sólo mando, una sola línea política nacional e internacional.

Llenos de fervor revolucionario, con profunda e inquebrantable fe en la capacidad revolucionaria y el heroísmo de nuestro pueblo, resueltos a emprender las grandes batallas definitivas por su liberación, decimos la creación de la Dirección Unificada acerca y asegura la victoria de la revolución! El terrible martirio que hoy sufre el pueblo salvadoreño, con tanto estoicismo y heroísmo, no será en vano! La victoria está próxima!

La Tiranía Militar, armada, asesorada, empujada y conducida por el imperialismo yanqui y la peor reacción nacional, se han lanzado a realizar brutales operaciones de cerco y aniquilamiento contra la población del criminales acciones militares y policiales en las ciudades, han incrementado la matanza a niveles superiores a cincuenta muertos diarios, como promedio, destruye centenares de humildes viviendas campesinas, asesina a mansalva en las calles y se ha coaligado con los ejércitos de Honduras y Guatemala para masacrar en conjunto al pueblo salvadoreño en lucha y disponerse a invadir nuestro suelo, tras la pretensión de aplastarlo, encadenarlo y sumirlo en muchas décadas más de humillación y opresión.

Los sectores más reaccionarios del ejército hondureño empezaron ya a cumplir sus compromisos matando campesinos salvadoreños en la frontera. La dura experiencia de la vida demuestra a los pueblos hermanos de El Salvador y Honduras que los ejércitos de sus países son instrumentos serviles del imperialismo yanqui y de las oligarquías; y que la guerra de 1969 se realizó en provecho de esos amos y en ningún momento defendiendo los intereses de ambos pueblos.

La historia señala que los pueblos centroamericanos deben ayudarse mutuamente, unir sus fuerzas contra sus enemigos, que son los mismos, empuñar la bandera de la liberación revolucionaria de las oligarquías aijadas del imperialismo y llevarla resueltamente a la victoria.

Los cercos militares de aniquilamiento genocida emprendidos en las últimas semanas en nuestro país, han encontrado firme resistencia combativa de parte de nuestras Organizaciones; en diversos puntos nuestras aguerridas unidades milicianas, guerrilleras y regulares han golpeado al enemigo y lo seguirán golpeando cada vez más. Valiéndose del estado de sitio y de su control sobre los medios de comunicación, la Junta Militar-Democristiana trata de ocultar los golpes que reciben los criminales cuerpos de seguridad y las unidades de la llamada “contra-insurgencia” adiestradas por los yanquis; su propósito es presentar las matanzas que realizan contra el pueblo, sus huestes criminales, como si fueran derrotas de las fuerzas revolucionarias, desmoralizar así a nuestro pueblo y confundir a la opinión internacional. Pero cada día se les irá volviendo más difícil ocultar la verdad; derrotaremos sus ofensivas militares y también su propaganda mentirosa, pasaremos a la ofensiva general y conquistaremos la victoria.

El Ejército está siendo arrastrado, más y más, por los imperialistas yanquis y sus títeres en el Alto Mando, a comprometerse en la matanza genocida, pero sabemos que en sus filas hay elementos y sectores patrióticos, sanos y progresistas, que repudian el genocidio, desaprueban el intervencionismo yanqui y aspiran a ir al encuentro del pueblo salvadoreño para ayudarlo a liberarse. A ellos les decimos: no nos ciega ningún sentimiento revanchista, sabemos distinguir lo bueno y lo malo y dejamos abiertas las puertas para que también ustedes se incorporen junto al resto de fuerzas democráticas. A ustedes los consideramos como elementos y agrupamientos democráticos, nuestra posición ante ustedes es la misma que sustentamos y demostramos en la práctica ante todas las fuerzas democráticas: favorecer su unión, su entendimiento y su alianza entre sí y con las fuerzas revolucionarias, hacia el objetivo común de la liberación de nuestro pueblo, en un marco de respeto a las diversas ideologías y creencias.

Tenemos la convicción de que los militares patriotas, demócratas y progresistas, en situación de alta, de baja, o de retiro o reserva; soldados, sub-oficiales y oficiales desecharán los esquemas ideológicos de la propaganda contrarrevolucionaria que procuran inculcar a diario y sabrán aislar a los jefes reaccionarios y demás elementos responsables de la masacre; junto con el querido e inolvidable Arzobispo del pueblo Oscar Arnulfo Romero, la historia los llama a desobedecer sus órdenes criminales, a alzarse en su contra, a unirse al pueblo en lucha y a asumir el lugar que les corresponde en este magno e incontenible proceso de unidad y revolución.

El pueblo salvadoreño está orgulloso de la nueva Iglesia, identificada con su causa, que construyeron y pusieron en pie los curas asesinados su Arzobispo mártir. Estamos seguros que esa nueva Iglesia y todos los cristianos fieles a los principios fundadores fundamentales de su religión, seguirán firmes luchando junto al pueblo hasta el final.

La criminal y demagógica fórmula de “matanza y reformas’’ dictada por el imperialismo yanqui y aplicada con excepcional brutalidad por la Junta militar-democristiana, ha fracasado rotundamente. No le sirvió para engañar y doblegar a nuestro pueblo, ni logró contundir a la opinión internacional. El Partido Demócrata Cristiano ha quedado reducido a un ridículo puñado de dirigentes reaccionarios. Tanto las bases democristianas, como lo sano y progresista que había en su dirigencia. rompieron con la política de traición crímenes que encabezaba Duarte y vinieron a incorporarse en el Frente Democrático Revolucionario. El llamado PDC no puede sustentar políticamente al régimen, no puede siquiera llenar todos los puestos del Gabinete ministerial, ni los cargos de Alcaldes y Concejales en la mayoría de Municipios del país. El desmoronamiento del grupo que queda en su dirigencia aún no ha concluido.

El Gabinete se está integrando con elementos provenientes de las asociaciones reaccionarias de la empresa privada; la Guardia Nacional es quien indica en cada lugar a qué personas nombrar de alcaldes o jueces; la llamada Organización Democrática Nacionalista (ORDEN) rellena cada día más el aparato administrativo y político del Estado; se anunció oficialmente el fin de las reformas, la tierra ocupada por el gobierno para realizar la supuesta reforma agraria, ha comenzado a devolverse a los terratenientes en diversos lugares del país, y todo ese fracaso de la trampa reformista y ese entendimiento con las mismas reaccionarias asociaciones de empresarios privados, que vienen apoyando la matanza desde hace muchos años, procura ser encubierto y afirmado con el anuncio de elecciones futuras, increíble pero cierto, en este país hastiado de las asquerosas farsas electorales.

La descarada puesta en libertad de los golpistas fascistas, encabezados por el Mayor D’Abuisson ha reforzado la hegemonía de los sectores más reaccionarios, asesinos de la Fuerza Armada bajo la batuta yanqui, expresada en los Coroneles Abdul Gutiérrez, José Guillermo García y Nicolás Carranza, desde hace muchos años agentes de la CIA. La continuación de Duarte y demás elementos del grupito democristiano en el gobierno, constituye más que nunca el esfuerzo por conservar la cobertura necesaria para amarrar el apoyo de algunos gobiernos al plan de los imperialistas yanquis, de impedir la liberación del pueblo salvadoreño.

En los mismos momentos que nos reuníamos para acordar la creación de la Dirección Unificada, tenía lugar en Washington una reunión secreta presidida por Brzesinsky y varios Generales del Pentágono, con elementos de la dirigencia democristiana de América Latina y otros personajes oficiales, en la cual se buscaba concertar un compromiso traidor para favorecer la intervención militar en nuestro país.

Ya antes hemos definido nuestra posición frente a una eventual intervención militar de Estados Unidos, sólo, acompañado o por medio de otros: resistiremos, combatiremos todo el tiempo que sea necesario hasta expulsar a los invasores y derrotar a sus instrumentos y sirvientes internos. ¡La revolución salvadoreña no será impedida por la intervención!

Los pueblos centroamericanos y sus Organizaciones Revolucionarias comprenden bien el grave peligro que la intervención militar extranjera en El Salvador implica para sus intereses vitales y no nos cabe la menor duda que lucharán junto a nosotros. Estamos seguros que el pueblo venezolano no podrá ser arrastrado por el sector democristiano más reaccionario de su país, vendidos al Pentágono, y se negará a prestar apoyo a la agresión contra nuestro pueblo; estamos seguros de que todos los pueblos latinoamericanos y los gobiernos amantes de la independencia, la libertad y la paz, en este continente y el mundo, condenarán ese crimen del imperialismo.

El imperialismo yanqui no pisoteará nuestra tierra sin castigo; nunca como hoy en nuestra América afronta el riesgo de que su agresión desate una respuesta concertada de nuestros pueblos para resistirla y lo empantane en una derrota humillante, como en Viet Nam.

Llamamos a los pueblos del mundo a condenar el genocidio que realizan las fuerzas militares de la reacción, armadas y empujadas por los peores sectores del gobierno yanqui y por el agresivo gobierno de Israel; llamamos a solidarizarse activamente con la lucha de nuestro pueblo a todas las Organizaciones, personalidades, sectores y gobiernos democráticos y progresistas del mundo; hacemos especial exhortación a los gobiernos que en América Latina y el Caribe se opusieron en ocasión anterior, a los abusivos designios intervencionistas del gobierno de los Estados Unidos, a cerrar de nuevo el paso a los planes agresivos del imperio y a defender así la dignidad de nuestros pueblos, el legado de todos los próceres de la Independencia Americana.

El pueblo salvadoreño, sus Organizaciones Revolucionarias y democráticas, admiran el ejemplo de firmeza y dignidad soberana de Cuba, reconoce en ella a la vanguardia de los pueblos latinoamericanos en lucha por la justicia social, la libertad, el desarrollo y la verdadera independencia nacional, siente una profunda admiración y solidaridad hacia el pueblo nicaragüense y su obra revolucionaria ejemplar: la Nicaragua liberada, auténticamente democrática e independiente, que marcha airosa hacia su destino de desarrollo, prosperidad y justicia social; se llena de fraterna disposición solidaria hacia la larga y martirizada lucha del pueblo guatemalteco, que hoy asciende incontenible; se siente cada vez más profundamente hermano del pueblo hondureño y no permitirá jamás ser llevado de nuevo a agredirlo en beneficio de nuestros opresores y enemigos comunes; admira la devoción democrática y solidaria del pueblo costarricense y la vocación independiente del pueblo panameño, empeñado en la lucha por el rescate total de su soberanía sobre el canal inter-oceánico; apoya el derecho inalienable del pueblo de Belice a su autodeterminación; vibra con la victoria revolucionaria y los rápidos logros del pueblo de Granada, con las luchas de todos los demás pueblos hermanos de nuestro continente; con el lejano bregar por su causa liberadora de los pueblos asiáticos, de los pueblos árabes, especialmente de los palestinos enfrentados a la barbarie sionista y de los pueblos africanos, particularmente la del pueblo de África del Sur y la del pueblo saharaui, encabezado por el Frente Polisario; sus luchas y sus victorias las de Viet Nam, Laos, Campuchea, Angola, Mozambique, Etiopía, Afganistán, Irán y Zimbabwe, nos inspiran y enseñan, ayudan a nuestro pueblo a comprender que todos los pueblos tenemos los mismos enemigos, los imperialistas norteamericanos en primer lugar, que luchan ayudándose unos a otros y que la humanidad se alza y marcha sin contención posible, pueblos grandes y pequeños, hacia su mismo destino de libertad y justicia.

La indoblegable combatividad de nuestro pueblo luchador, su resuelta decisión de liberarse, la sangre mártir y héroe que derrama a diario, sin vacilar ni arrodillarse, sus hondos anhelos y esperanzas de ver unida a su vanguardia, esa es la principal fuerza que nos promueve a superar nuestras divergencias y a unirnos cada vez más sólida y profundamente. Sólo así podremos ser dignos hijos de este pueblo insurgente.

La creación de la Dirección Unificada será recibida, estamos seguros, con unánime aprobación y gran entusiasmo; ella pondrá prontamente en tensión las inmensas energías del pueblo salvadoreño, todas las capacidades morales, políticas, organizativas y militares de nuestras cuatro organizaciones revolucionarias. No dudamos que el pueblo salvadoreño elevará aún más su incorporación a este proceso insurreccional y de crecientes combates militares revolucionarios que ya se libran y dará sustento a las grandes batallas, decisivas y victoriosas, que no tardarán.

mayo de 1980

¡UNIDOS HASTA LA VICTORIA FINAL!
¡Revolución o Muerte!
¡El Pueblo Armado Vencerá!
FUERZAS POPULARES DE LIBERACION —FPL—
FARABUNDO MARTI”
¡Proletarios de Todos los Países, Unidos!
PARTIDO COMUNISTA DE EL SALVADOR (PCS)
¡Lucha Armada Hoy, Socialismo Mañana!
RESISTENCIA NACIONAL (RN)
¡Luchar hasta Vencer o Morir!
PARTIDO DE LA REVOLUCION SALVADOREÑA
Y SU BRAZO ARMADO EJERCITO
REVOLUCIONARIO DEL PUEBLO (PRS—ERP)

Plataforma Común del Foro Popular de El Salvador
Documento de constitución del Foro Popular de El Salvador
Manifestamos que:
1. Existe en el país una aguda crisis política que se expresa en un proceso antidemocrático y represivo que el gobierno y sectores y clases reaccionarias están impulsando desde hace varios años, por medio del cual han venido marginando más y más a las mayorías populares de su participación en los asuntos económicos, sociales y políticos de la vida nacional. Como una consecuencia de esa situación, el ejercicio de los derechos humanos constitucionales por parte del pueblo y sus organizaciones, se consideran oficialmente como actividad “subversiva” contra el Estado, sólo porque así conviene a los intereses de una minoría que controla el poder político y económico del país.
2. Ese proceso represivo, autoritario y excluyente, afecta la vida y funcionamiento de todas las organizaciones e instituciones sindicales, gremiales, políticas, culturales y religiosas, las cuales son controladas, espiadas, hostigadas y reprimidas en sus actividades y miembros por los cuerpos de seguridad y las bandas asesinas bajo la jefatura de éstos. De ese modo, se violan los derechos individuales y sociales y se impide el cumplimiento de las funciones que dichas organizaciones e instituciones están llamadas a jugar.
3. Junto con la crisis política a la que hacemos referencia, existe un agravamiento de las condiciones de vida del pueblo salvadoreño, en el que ningún sector trabajador queda al margen, aunque son los sectores de menos ingresos los más afectados. El ingreso real de la familia salvadoreña ha disminuido; el desempleo se ha vuelto un mal crónico, la vida en el campo ha llegado a extremos de miseria.
4. Asimismo, la economía nacional se ha vuelto más vulnerable a las influencias exteriores, dado su acentuada dependencia en relación a las potencias económicas capitalistas, lo que se ha traducido en una creciente penetración de compañías transnacionales que han venido no sólo a explotar más a los trabajadores salvadoreños, sino lo que es más grave, a seguir impidiendo las posibilidades de un desarrollo independiente de nuestro país.
5. Que en vista de esa situación, nuestras organizaciones consideran necesaria la concurrencia de sus esfuerzos, dentro de sus propias competencias, características, tácticas y modalidades de actuación, con pleno reconocimiento del pluralismo ideológico, para poner nuestra contribución en la búsqueda de una solución con iniciativa y contenido popular, a la crisis política que vive el país. Estamos absolutamente convencidos de que sólo la acción de las organizaciones populares es garantía de realización de un verdadero proceso de democratización del país. Está demostrado que quienes ahora hablan en nombre de la democracia desde las esferas oficiales, son quienes la han anulado y envilecido, incluso utilizando en los últimos años, esquemas fascistas de dominación.
6. La concurrencia de esfuerzos de nuestras organizaciones significa la inauguración de una nueva fase de lucha de nuestro pueblo, en la que hemos procurado colocar en primer plano los aspectos que nos permiten coincidir, y no las discrepancias que, como es natural, existen entre nosotros, como expresión de las diferencias ideológicas que sustentamos. De ese modo, con profundo convencimiento de la necesidad de la unidad de las fuerzas populares, creemos que debemos hacer los esfuerzos pertinentes para que luchemos por el objetivo común de conquistar la democracia y la libertad para nuestra patria, sin perder cada una de nuestras organizaciones su naturaleza e independencia. Se trata en una palabra, de superar los obstáculos que impiden la participación popular, masiva y amplia, en las acciones que definan el destino político del país.
7. La conquista de la libertad y la justicia, requiere la elaboración de un proyecto democrático y popular, el cual deberá irse elaborando con los aportes de todas las fuerzas que participen en esta concurrencia y en el proceso de lucha que ahora iniciamos juntos las organizaciones firmantes. Sin embargo nuestra coincidencia actual está basada en una plataforma de reivindicaciones políticas y económicas inmediatas que deberá servir de bandera de lucha a sectores cada vez más amplios y mayoritarios del pueblo salvadoreño. Ésta es la Plataforma para una salida democrática y popular a la actual crisis política, por la cual nos comprometemos a luchar:

1. El cese de la represión que desarrolla el gobierno y que afecta a las organizaciones gremiales, sindicales, políticas, culturales y a la Iglesia Católica, comprendidas todas sus formas de persecución, hostigamiento, control, vigilancia, cárcel, tortura, secuestro y asesinato. Para ello es necesario:
La disolución de los cuerpos especiales de policía política, de ORDEN, de las bandas paramilitares, tales como UGB, Falange, Mano Blanca, que son instrumentos de la política represiva del Estado y tienen por objetivo liquidar o controlar a todas las fuerzas sociales que se oponen al Gobierno y a los minoritarios sectores dominantes.
• Respeto a la legalidad y cumplimiento de sus verdaderas funciones por parte de los cuerpos de seguridad, garantizando los Derechos Humanos y los preceptos constitucionales.
• Amnistía general y libertad para todos los presos y desaparecidos políticos.
• Retorno de todos los exiliados, expulsados de la Patria a partir de 1972, con garantía de seguridad y no para que sean víctimas de la represión.

2. La lucha por las libertades democráticas que signifique la participación de todos los sectores, clases y fuerzas sociales en la solución de la problemática nacional, dentro del respeto del pluralismo ideológico. Ello implica:
• Libertad de organización sindical, gremial y política, sin la cual no es posible la participación organizada del pueblo en la decisión de los destinos nacionales en materia social, económica y política. Uno de los sectores de mayor conflictividad, el sector rural, requiere el establecimiento de instrumentos institucionales para que se expresen y diriman los conflictos; por consiguiente, la libre sindicalización y asociación de los trabajadores del campo, tiene carácter de urgencia y de necesidad, ya que el camino democrático no es compatible con la supresión de la conflictividad social por medio de la violencia represiva.
• Reconocimiento y respeto del funcionamiento de las organizaciones sindicales, gremiales, políticas, culturales y religiosas, sin controles ni vigilancias basados en razones de “Seguridad Nacional”, ateniéndose al cumplimiento de las disposiciones constitucionales.
• Reconocimiento pleno del derecho de huelga de los trabajadores, sin adoptar políticas represivas que impiden y obstaculizan su ejercicio legítimo. En tal sentido, se hace necesaria la reforma del Código de Trabajo, para que dicho derecho adquiera plena vigencia como corresponde a un Estado democrático, y no sea ilusorio su ejercicio o considerado “subversivo”.
• Cese de los despidos masivos de trabajadores y dirigentes sindicales, los que aun cuando se realicen con indemnización, atentan al derecho al trabajo, a la vida, a la seguridad de los trabajadores y sobre todo a la libertad de organización sindical.
• Libertad efectiva de expresión del pensamiento, de reunión y de movilización tal como esas libertades se encuentran establecidas por la Constitución Política. En consecuencia, debe suprimirse todas las políticas y acciones destinadas a impedir, entorpecer y reprimir el libre ejercicio democrático de estas libertades; como por ejemplo los de varios procedimientos que vuelven inaccesibles los medios de comunicación social para el pueblo y sus organizaciones, o la destrucción de aquellos pocos que mantienen su compromiso popular; los métodos de toda clase para impedir la realización de mítines, manifestaciones y reuniones.
• Cese del control autoritario y represivo sobre el sistema educativo y respeto efectivo a la Autonomía Universitaria.

3. El cumplimiento de las anteriores demandas políticas debe ir acompañado de medidas socioeconómicas que alivien la situación de las mayorías populares, entre las que demandamos:
a) Medidas económicas y administrativas urgentes para evitar que la inflación siga ejerciendo sus nocivos efectos sobre los hogares salvadoreños. Entre esas medidas deberán incluirse las siguientes:
• Mejora general y sustancial de los salarios de los trabajadores en todas las áreas de la actividad económica y los servicios, sin faltar los empleados estatales; condición indispensable para que puedan aspirar a una vida digna.
• Regular efectivamente los precios de los artículos de uso y consumo popular. Parte de estas medidas serían el riguroso control de precios tanto de los artículos de primera necesidad, medicina y vestuario, como de aquellos otros vinculados a importantes servicios públicos, tales como combustibles para transporte, energía eléctrica y agua.
• Congelamiento real de las tasas de alquileres de viviendas y control efectivo que garanticen la aplicación de multas a los casatenientes que violen esta disposición.
b) El acceso efectivo y masivo de los campesinos y trabajadores agropecuarios al uso y propiedad de la tierra, encaminado a aliviar los problemas económicos, sociales y culturales de las masas del campo, que ayuden a promover el desarrollo integral del país y constituyan la base de la liberación social para las masas rurales. También deberá otorgarse beneficios a la pequeña producción agropecuaria, otorgándole créditos en condiciones favorables, proporcionándoles asistencia técnica y garantizando el desarrollo del mercado interno para la justa comercialización de sus productos. No creemos en soluciones superficiales, ni mucho menos en los ofrecimientos gubernamentales de apertura democrática y elecciones “libres”, cuando al mismo tiempo se incrementa la represión y los gastos militares para mantener el esquema de violencia y de terror. Nuestras organizaciones son de la opinión de que el sufragio, que es uno de los instrumentos para garantizar la libre manifestación de la voluntad soberana del pueblo en la conquista y mantenimiento de su libertad y bienestar, únicamente podrá cumplir tal función en un régimen verdaderamente democrático, y no en el actual del país. La plataforma de demandas políticas y económicas que hoy presentamos, recoge las aspiraciones de la inmensa mayoría de nuestro pueblo y abarca los problemas más graves que aquejan al país en la actualidad, por ello estamos seguros que esta plataforma se convertirá en motivo de movilización de vastos y amplios sectores populares, los que más temprano que tarde harán triunfar los ideales de democracia y libertad que hoy inspiran nuestra lucha común. Creemos, como lo hemos dicho antes, que sólo la acción de las organizaciones populares es garantía para conquistar un proceso de democratización real y un régimen político nuevo, verdaderamente democrático, en donde la justicia social y la libertad sean elementos indispensables del mismo.
El Salvador, septiembre de 1979.
Partido Unión Democrática Nacionalista (UDN).– Partido Movimiento Nacional Revolucionario (MNR).– Partido Demócrata Cristiano (PDC).– Ligas Populares 28 de Febrero (LP–28).– Confederación Unitaria de Trabajadores Salvadoreños (CUTS).– Federación Unitaria Sindical Salvadoreña (FUSS).– Federación Nacional de Trabajadores Salvadoreños (FENASTRAS).– Federación de Sindicatos de Trabajadores de la Industria del Alimento, Vestido, Textil, Similares y Conexos de El Salvador (FESTIAVTSCES).– Central de Trabajadores Salvadoreños (CTS).– Federación de Sindicatos de la Industria de la Construcción, el Transporte, Similares y Conexos (FESICONTRANS).– Asociación de Trabajadores Agropecuarios y Campesinos de El Salvador (ATACES).– Central Campesina Salvadoreña (CCS).– Sindicato Textil de Industrias Unidas S.A. (STIUSA).– Partido Unionista Centro Americano (PUCA)

CEM publica Documentos Fundacionales de la unidad de la izquierda salvadoreña (1979-1980)

SAN SALVADOR, 8 de septiembre de 2009 (SIEP) “De diciembre de 1989 a mayo de 1980 fueron divulgados los documentos fundacionales de la unidad de la izquierda salvadoreña que logró llegar al gobierno, veinte años después, en junio del 2009” explicó el Lic. Roberto pineda, del Centro de Estudios Marxistas “Sarbelio Navarrete.”

“En homenaje a los miles de mártires y héroes, hombres y mujeres, que a lo largo de muchas décadas de lucha y sacrificio derramaron su sangre para que nuestro pueblo mejorara sus condiciones de vida y tuviera pan, tierra, trabajo y libertad, educación, salud y alegría, publicamos estos documentos, ue no siguen señalando el camino…”

El primer documento es la declaración de unidad de diciembre de 1979 entre las organizaciones político-militares Fuerzas Populares de Liberación, FPL, Resistencia Nacional, RN y Partido Comunista de El Salvador, PCS. Su divulgación creo una gran alegría, una poderosa expectativa de victoria popular, al dejar en el pasado una triste historia de separación. Los hermanos y hermanas separados se unificaban para golpear a la dictadura…”

El segundo documento es la proclama de unidad entre las cuatro principales organizaciones revolucionarias de masas, del 11 de enero de 1980, que aglutinaban a decenas de miles de salvadoreños y eran el frente de acción Popular Unificada, FAPU, el Bloque Popular Revolucionario, BPR, las Ligas Populares 28 de febrero, LP-28 y el partido Unión Democrática Nacionalista. Posteriormente se integraría el Movimiento de Liberación Popular, MLP para constituir un puño que expresara la voluntad de lucha popular. es de esta acuerdo que surge la Coordinadora Revolucionaria de Masas, CRM, que convocaría a la histórica y gigantesca marcha del 22 de enero.

El tercer documento es la Plataforma Programática para el Gobierno Democrático Revolucionario de la CRM, aprobada el 23 de febrero de 1980 y que refleja los cambios que necesitaba la sociedad salvadoreña en ese momento histórico. Sabemos que este documento fue elaborado por el Lic. Roberto Castellanos, quien fuera posteriormente secuestrado y asesinado por los escuadrones de la muerte, junto con su esposa danesa.

El cuarto documento es el segundo manifiesto del PCS, las FPL y la RN al pueblo salvadoreño y pueblos del mundo en el que se denuncia la política de reformas y matanza que esta ejecutando la de Junta Militar Democratacristiana y se reitera la decisión de combatir hasta lograr la victoria popular

El quinto documento es la proclama de creación del Frente Democrático Revolucionario, FDR coalición que aglutinaba a las fuerzas revolucionarias y democráticas y que jugo un destacado papel como expresión de la voluntad popular de conquistar un gobierno democrático.

El sexto documento es la proclama de creación el 22 de mayo de 1980 de la Dirección Revolucionaria Unificada, con la incorporación del ejercito revolucionario del Pueblo alas filas unitarias, lo que marcó una nueva etapa de unidad de las fuerzas revolucionarias salvadoreñas.

El séptimo documento, anterior en fecha a los demás es la Plataforma Común del Foro Popular, aglutinamiento de fuerzas democráticas y revolucionarias, firmado en septiembre de 1979, que constituyó un importante antecedente del proceso de unidad popular y de la izquierda salvadoreña.

“Estas son nuestras raíces, esta es la huella política dejada por los hombres y mujeres, que tomaron la decisión histórica de unirse para alcanzar un nuevo horizonte en nuestra patria de justicia y liberación, esta es la inspiración para seguir luchando para hacer que el gobierno de Mauricio Funes, como primer gobierno de izquierda sea un gobierno al servicio de la gente y de cambios profundos…”

“como CEM continuaremos con nuestra labor de seguir publican do estos documentos fundantes y fundadores de nuestra identidad revolucionaria…” concluyó el Lic. Roberto Pineda

El Acta de Independencia sin independencia

Lunes, 07 de Septiembre de 2009 / 08:28 h
El Acta de Independencia sin independencia

Dagoberto Gutiérrez

Este es el documento más secreto que alguien puede conocer. Jamás ha sido pensado públicamente, aunque ha sido y es mencionado de manera grandilocuente, es referido a la Patria, pero no a las condiciones políticas e históricas, no es trabajado con referencia a los intereses de los protagonistas que lo concibieron, redactaron y aprobaron; en fin, el acta ha sido despojado de su valor histórico propio, y en consecuencia, ha sido enterrado y soterrado, hasta ahora.

En el documento se refleja la actuación de dos partes enfrentadas y con diferentes intereses y protagonismos: por un lado, los funcionarios del poder colonial, que maniobran contradictoriamente entre sí, y por otro lado, el pueblo de la ciudad de Guatemala que presiona, realmente, por una real independencia de España.

En el bloque de los funcionarios estaban los que no querían la independencia de España, los que estaban dispuestos a firmar un acta de independencia para anexionarse después al Virreynato de Nueva España (México), y en el caso de los criollos de San Salvador, los que querían, sobre todo, los que querían sacudirse el predominio económico de los criollos de Guatemala sobre la provincia de San Salvador.

Vistas las cosas así, resulta que los hombres reunidos el 15 de septiembre de 1821, en el Palacio Nacional de Guatemala, no eran rigurosamente independentistas frente a la metrópoli española, y que los verdaderamente independentistas eran el pueblo que estaba en la calle exigiéndola a gritos, y metiéndole miedo a los señores perfumados que vacilaban al interior del palacio.

Esta lógica es la que explica el texto del acta, porque como sabemos, para interpretar un texto hay que conocer su contexto, y en este caso su contexto histórico. El acta en referencia puede dividirse en 5 partes, y en sus 18 numerales encontramos una atención al Congreso que, posteriormente, en el mes de marzo de 1822, determinaría la independencia de España.

Esto quiere decir que el 15 de septiembre no es la fecha definitiva de la independencia. Luego viene la parte que va del número 7 al 9, en donde se establece claramente que se trata de una independencia sin independencia, o una especie de cambio pero sin cambio.

La tercera parte, que va del número 10 al 11, establece el poderío de la iglesia católica, en tanto que el número 12 es el texto que garantiza el orden y tranquilidad, y del 13 al 18, se establece el protocolo y los actos oficiales correspondientes.

En el número 1 del documento encontramos la confrontación histórica real de la coyuntura de 1821. El texto dice que la independencia debe ser pública “para prevenir las consecuencias que serían temibles en el caso de que la proclamase de hecho el mismo pueblo”. Aquí encontramos el sentido excluyente de este texto y la voluntad política de quienes lo redactaron o firmaron.

Lo cierto es que revela la existencia de la confrontación real entre los sectores populares realmente independentistas y la de los funcionarios y miembros de las elites políticas y económicas que consideraban que era necesario evitar que el pueblo hiciera en realidad la independencia, porque en ese caso, dicen los señores en su texto, que las consecuencias serían temibles.

A continuación, y confirmando que el acta del 15 de septiembre no era el documento definitivo, se pasa a organizar la convocatoria al Congreso que el siguiente año, 1822, debía decidir “el punto de independencia general y absoluta, y fijar en caso de acordarla, la forma de gobierno y ley fundamental que deba regir”.

En los siguientes numerales se desarrolla el procedimiento de convocatoria; mientras tanto, el Brigadier Gavino Gainza, funcionario español, nombrado por España para gobernar la Capitanía General de Guatemala, dice el texto, “continúe con el gobierno superior político y militar”, es decir, que no hubo ninguna independencia, y mas bien fue una maniobra para aplacar las exigencias populares y ganar tiempo para sus intrigas palaciegas.

Pero, además, los señores disponen formar “una Junta Provisional Consultiva” para que el gobierno continuista de Gainza “tenga el carácter que parece propio de las circunstancias”. Por si esto fuera poco, ocurre que esta Junta Provisional Consultiva, que debía ser consultada por Gainza, es la que debía consultar al señor jefe político “en todos los asuntos económicos y gubernativos”. Esto quiere decir, ayer, hoy y siempre, que estos no eran independentistas, y no tenían interés en romper con la metrópoli.

La iglesia católica tenía un papel político muy importante en los acontecimientos y el texto le asegura el monopolio de esta fe, los cargos ocupados y, además, a los ministros eclesiásticos seculares y regulares les garantiza protección “en sus personas y propiedades”, y se les da la tarea política de sofocar la pasión independentista del pueblo para que no se dividan los ánimos y no se produzcan “funestas consecuencias”.

En esta parte, el texto llega a ser perverso y antipopular y nos muestra el miedo profundo que se le tenía al pueblo independentista, al que había que controlar mediante la fuerza y el trabajo ideológico de la iglesia católica. Lo que sigue en el documento hasta el número 18 es el protocolo de la ocasión. Hay que hacer notar que en el número 13, Gabino Gainza debía publicar un manifiesto informativo de lo que se había hecho, pero sin una fecha concreta para hacerlo.

En realidad, el acta de independencia del 15 de septiembre de 1821, debe ser tratado históricamente, y debe ser salvado en esa calidad, pensado, estudiado, discutido, en su contexto histórico, para revelar la lucha política, los intereses enfrentados y el papel del pueblo y las elites, dentro de la coyuntura. Es necesario romper, desde abajo y desde arriba, el silencio sobre este documento, para poner en su sitio, desde las diferentes visiones e intereses actuales, el pasado histórico, de manera de encontrar ahí las pistas que necesitamos para enfrentar y resolver nuestros problemas actuales.

El mayor fracaso histórico que se engendraba en 1821 era que Centroamérica, como realidad política, necesaria, vital e imprescindible, actualmente, no estaba apareciendo en las cabezas, en los bolsillos y en los propósitos de las fuerzas, personas e intereses, reunidos en el Palacio Nacional de Guatemala, y hasta hoy, 5 pequeños, pobres y atrasados países, se debaten entre la miseria de los pueblos y la opulencia ofensiva de los dominadores.

Proclama de la Fuerza Armada de la República de El Salvador (Octubre de 1979)

Proclama de la Fuerza Armada de la República de El Salvador
(Con ocasión del Golpe de Estado del 15 de octubre de 1979)

A.La Fuerza Armada de El Salvador, plenamente consciente de sus sagrados deberes para con el pueblo salvadoreño y compenetrada del clamor de todos sus habitantes contra un Gobierno que:

1. Ha violado los derechos humanos del conglomerado.
2. Ha fomentado y tolerado la corrupción en la administración pública y de justicia.
3. Ha creado un verdadero desastre económico y social.
4. Ha desprestigiado profundamente al país y a la noble institución armada.

C.Conocedora con certeza de que los gobiernos en turno, productos a la vez de escandalosos fraudes electorales, han adoptado programas inadecuados de desarrollo, en los que los tímidos cambios de estructuras han sido frenados por el poder económico y político de sectores conservadores, los cuales en todo momento han defendido sus privilegios ancestrales de clases dominantes, poniendo incluso en peligro el capital consciente y de proyección social del país, el cual ha manifestado su interés en lograr un desarrollo económico justo de la población.

D.Firmemente convencida de que las condiciones anteriores son la causa fundamental del caos económico y social y de la violencia que se está adoleciendo en la actualidad, lo cual sólo puede ser superado con la llegada al Poder de un Gobierno que garantice la vigencia de un régimen auténticamente democrático.

Los lineamientos de este Programa de Emergencia son los siguientes:

I. CESE A LA VIOLENCIA Y CORRUPCIÓN.

A) Haciendo efectiva la disolución de ORDEN y combatiendo organizaciones extremistas que con sus actuaciones violen los Derechos Humanos.

B) Erradicando prácticas corruptas en la Administración Pública y de la Justicia.

II. GARANTIZAR LA VIGENCIA DE LOS DERECHOS HUMANOS.

A) Creando el ambiente propicio para lograr elecciones verdaderamente libres dentro de un plazo razonable.

B) Permitiendo la constitución de Partidos de todas las ideologías, de manera que se fortalezca el sistema democrático.

C) Concediendo amnistía general a todos los exiliados y presos políticos.

D) Reconociendo y respetando el Derecho de sindicalización de todos los sectores laborales.

E) Estimulando la libre emisión del pensamiento, de acuerdo con normas éticas.

III. ADOPTAR MEDIDAS QUE CONDUZCAN A UNA DISTRIBUCIÓN EQUITATIVA DE LA RIQUEZA NACIONAL, INCREMENTANDO AL MISMO TIEMPO, EN FORMA ACELERADA, EL PRODUCTO TERRITORIAL BRUTO.

A) Creando bases firmes para iniciar un proceso de Reforma Agraria.

B) Proporcionando mayores oportunidades económicas para la población, mediante reformas en el sector financiero, tributario y de comercio exterior del país.

C) Adoptando medidas de protección al consumidor para contrarrestar los efectos de la inflación.

D) Implementando programas especiales de desarrollo que tengan por objetivo aumentar la producción nacional y crear fuentes adicionales de trabajo.

E) Reconociendo y garantizando el derecho a la vivienda, alimentación, educación y salud de todos los habitantes del país.

F) Garantizando la propiedad privada en función social.

IV. ENCAUZAR EN FORMA POSITIVA LAS RELACIONES EXTERNAS DEL PAÍS.

A) Restableciendo relaciones con el hermano país de Honduras con la mayor brevedad posible.

B) Fortaleciendo vínculos con el hermano pueblo de Nicaragua y su Gobierno.

C) Estrechando los vínculos que nos unen con los pueblos y gobiernos de las hermanas Repúblicas de Guatemala, Costa Rica y Panamá.

D) Estableciendo relaciones cordiales con todos los países del mundo que estén dispuestos a apoyar las luchas de nuestro pueblo y respetar nuestra soberanía.

E) Garantizando el cumplimiento de los compromisos internacionales adquiridos.

Documento de constitución del Foro Popular de El Salvador

Documento de constitución del Foro Popular de El Salvador¹

Manifestamos que:

1. Existe en el país una aguda crisis política que se expresa en un proceso antidemocrático y represivo que el gobierno y sectores y clases reaccionarias están impulsando desde hace varios años, por medio del cual han venido marginando más y más a las mayorías populares de su participación en los asuntos económicos, sociales y políticos de la vida nacional. Como una consecuencia de esa situación, el ejercicio de los derechos humanos constitucionales por parte del pueblo y sus organizaciones, se consideran oficialmente como actividad “subversiva” contra el Estado, sólo porque así conviene a los intereses de una minoría que controla el poder político y económico del país.

2. Ese proceso represivo, autoritario y excluyente, afecta la vida y funcionamiento de todas las organizaciones e instituciones sindicales, gremiales, políticas, culturales y religiosas, las cuales son controladas, espiadas, hostigadas y reprimidas en sus actividades y miembros por los cuerpos de seguridad y las bandas asesinas bajo la jefatura de éstos. De ese modo, se violan los derechos individuales y sociales y se impide el cumplimiento de las funciones que dichas organizaciones e instituciones están llamadas a jugar.

3. Junto con la crisis política a la que hacemos referencia, existe un agravamiento de las condiciones de vida del pueblo salvadoreño, en el que ningún sector trabajador queda al margen, aunque son los sectores de menos ingresos los más afectados. El ingreso real de la familia salvadoreña ha disminuido; el desempleo se ha vuelto un mal crónico, la vida en el campo ha llegado a extremos de miseria.

4. Asimismo, la economía nacional se ha vuelto más vulnerable a las influencias exteriores, dado su acentuada dependencia en relación a las potencias económicas capitalistas, lo que se ha traducido en una creciente penetración de compañías transnacionales que han venido no sólo a explotar más a los trabajadores salvadoreños, sino lo que es más grave, a seguir impidiendo las posibilidades de un desarrollo independiente de nuestro país.

5. Que en vista de esa situación, nuestras organizaciones consideran necesaria la concurrencia de sus esfuerzos, dentro de sus propias competencias, características, tácticas y modalidades de actuación, con pleno reconocimiento del pluralismo ideológico, para poner nuestra contribución en la búsqueda de una solución con iniciativa y contenido popular, a la crisis política que vive el país. Estamos absolutamente convencidos de que sólo la acción de las organizaciones populares es garantía de realización de un verdadero proceso de democratización del país. Está demostrado que quienes ahora hablan en nombre de la democracia desde las esferas oficiales, son quienes la han anulado y envilecido, incluso utilizando en los últimos años, esquemas fascistas de dominación.

6. La concurrencia de esfuerzos de nuestras organizaciones significa la inauguración de una nueva fase de lucha de nuestro pueblo, en la que hemos procurado colocar en primer plano los aspectos que nos permiten coincidir, y no las discrepancias que, como es natural, existen entre nosotros, como expresión de las diferencias ideológicas que sustentamos. De ese modo, con profundo convencimiento de la necesidad de la unidad de las fuerzas populares, creemos que debemos hacer los esfuerzos pertinentes para que luchemos por el objetivo común de conquistar la democracia y la libertad para nuestra patria, sin perder cada una de nuestras organizaciones su naturaleza e independencia. Se trata en una palabra, de superar los obstáculos que impiden la participación popular, masiva y amplia, en las acciones que definan el destino político del país.

7. La conquista de la libertad y la justicia, requiere la elaboración de un proyecto democrático y popular, el cual deberá irse elaborando con los aportes de todas las fuerzas que participen en esta concurrencia y en el proceso de lucha que ahora iniciamos juntos las organizaciones firmantes. Sin embargo nuestra coincidencia actual está basada en una plataforma de reivindicaciones políticas y económicas inmediatas que deberá servir de bandera de lucha a sectores cada vez más amplios y mayoritarios del pueblo salvadoreño. Ésta es la Plataforma para una salida democrática y popular a la actual crisis política, por la cual nos comprometemos a luchar:

1. El cese de la represión que desarrolla el gobierno y que afecta a las organizaciones gremiales, sindicales, políticas, culturales y a la Iglesia Católica, comprendidas todas sus formas de persecución, hostigamiento, control, vigilancia, cárcel, tortura, secuestro y asesinato. Para ello es necesario:

* La disolución de los cuerpos especiales de policía política, de ORDEN, de las bandas paramilitares, tales como UGB, Falange, Mano Blanca, que son instrumentos de la política represiva del Estado y tienen por objetivo liquidar o controlar a todas las fuerzas sociales que se oponen al Gobierno y a los minoritarios sectores dominantes.
* Respeto a la legalidad y cumplimiento de sus verdaderas funciones por parte de los cuerpos de seguridad, garantizando los Derechos Humanos y los preceptos constitucionales.
* Amnistía general y libertad para todos los presos y desaparecidos políticos.
* Retorno de todos los exiliados, expulsados de la Patria a partir de 1972, con garantía de seguridad y no para que sean víctimas de la represión.

2. La lucha por las libertades democráticas que signifique la participación de todos los sectores, clases y fuerzas sociales en la solución de la problemática nacional, dentro del respeto del pluralismo ideológico. Ello implica:

* Libertad de organización sindical, gremial y política, sin la cual no es posible la participación organizada del pueblo en la decisión de los destinos nacionales en materia social, económica y política. Uno de los sectores de mayor conflictividad, el sector rural, requiere el establecimiento de instrumentos institucionales para que se expresen y diriman los conflictos; por consiguiente, la libre sindicalización y asociación de los trabajadores del campo, tiene carácter de urgencia y de necesidad, ya que el camino democrático no es compatible con la supresión de la conflictividad social por medio de la violencia represiva.
* Reconocimiento y respeto del funcionamiento de las organizaciones sindicales, gremiales, políticas, culturales y religiosas, sin controles ni vigilancias basados en razones de “Seguridad Nacional”, ateniéndose al cumplimiento de las disposiciones constitucionales.
* Reconocimiento pleno del derecho de huelga de los trabajadores, sin adoptar políticas represivas que impiden y obstaculizan su ejercicio legítimo. En tal sentido, se hace necesaria la reforma del Código de Trabajo, para que dicho derecho adquiera plena vigencia como corresponde a un Estado democrático, y no sea ilusorio su ejercicio o considerado “subversivo”.
* Cese de los despidos masivos de trabajadores y dirigentes sindicales, los que aun cuando se realicen con indemnización, atentan al derecho al trabajo, a la vida, a la seguridad de los trabajadores y sobre todo a la libertad de organización sindical.
* Libertad efectiva de expresión del pensamiento, de reunión y de movilización tal como esas libertades se encuentran establecidas por la Constitución Política. En consecuencia, debe suprimirse todas las políticas y acciones destinadas a impedir, entorpecer y reprimir el libre ejercicio democrático de estas libertades; como por ejemplo los de varios procedimientos que vuelven inaccesibles los medios de comunicación social para el pueblo y sus organizaciones, o la destrucción de aquellos pocos que mantienen su compromiso popular; los métodos de toda clase para impedir la realización de mítines, manifestaciones y reuniones.
* Cese del control autoritario y represivo sobre el sistema educativo y respeto efectivo a la Autonomía Universitaria.

3. El cumplimiento de las anteriores demandas políticas debe ir acompalado de medidas socioeconómicas que alivien la situación de las mayorías populares, entre las que demandamos:

a) Medidas económicas y administrativas urgentes para evitar que la inflación siga ejerciendo sus nocivos efectos sobre los hogares salvadoreños. Entre esas medidas deberán incluirse las siguientes:

* Mejora general y sustancial de los salarios de los trabajadores en todas las áreas de la actividad económica y los servicios, sin faltar los empleados estatales; condición indispensable para que puedan aspirar a una vida digna.
* Regular efectivamente los precios de los artículos de uso y consumo popular. Parte de estas medidas serían el riguroso control de precios tanto de los artículos de primera necesidad, medicina y vestuario, como de aquellos otros vinculados a importantes servicios públicos, tales como combustibles para transporte, energía eléctrica y agua.
* Congelamiento real de las tasas de alquileres de viviendas y control efectivo que garanticen la aplicación de multas a los casatenientes que violen esta disposición.

b) El acceso efectivo y masivo de los campesinos y trabajadores agropecuarios al uso y propiedad de la tierra, encaminado a aliviar los problemas económicos, sociales y culturales de las masas del campo, que ayuden a promover el desarrollo integral del país y constituyan la base de la liberación social para las masas rurales. También deberá otorgarse beneficios a la pequeña producción agropecuaria, otorgándole créditos en condiciones favorables, proporcionándoles asistencia técnica y garantizando el desarrollo del mercado interno para la justa comercialización de sus productos. No creemos en soluciones superficiales, ni mucho menos en los ofrecimientos gubernamentales de apertura democrática y elecciones “libres”, cuando al mismo tiempo se incrementa la represión y los gastos militares para mantener el esquema de violencia y de terror. Nuestras organizaciones son de la opinión de que el sufragio, que es uno de los instrumentos para garantizar la libre manifestación de la voluntad soberana del pueblo en la conquista y mantenimiento de su libertad y bienestar, únicamente podrá cumplir tal función en un régimen verdaderamente democrático, y no en el actual del país. La plataforma de demandas políticas y económicas que hoy presentamos, recoge las aspiraciones de la inmensa mayoría de nuestro pueblo y abarca los problemas más graves que aquejan al país en la actualidad, por ello estamos seguros que esta plataforma se convertirá en motivo de movilización de vastos y amplios sectores populares, los que más temprano que tarde harán triunfar los ideales de democracia y libertad que hoy inspiran nuestra lucha común. Creemos, como lo hemos dicho antes, que sólo la acción de las organizaciones populares es garantía para conquistar un proceso de democratización real y un régimen político nuevo, verdaderamente democrático, en donde la justicia social y la libertad sean elementos indispensables del mismo.

El Salvador, septiembre de 1979.

Partido Unión Democrática Nacionalista (UDN).– Partido Movimiento Nacional Revolucionario (MNR).– Partido Demócrata Cristiano (PDC).– Ligas Populares 28 de Febrero (LP–28).– Confederación Unitaria de Trabajadores Salvadoreños (CUTS).– Federación Unitaria Sindical Salvadoreña (FUSS).– Federación Nacional de Trabajadores Salvadoreños (FENASTRAS).– Federación de Sindicatos de Trabajadores de la Industria del Alimento, Vestido, Textil, Similares y Conexos de El Salvador (FESTIAVTSCES).– Central de Trabajadores Salvadoreños (CTS).– Federación de Sindicatos de la Industria de la Construcción, el Transporte, Similares y Conexos (FESICONTRANS).– Asociación de Trabajadores Agropecuarios y Campesinos de El Salvador (ATACES).– Central Campesina Salvadoreña (CCS).– Sindicato Textil de Industrias Unidas S.A. (STIUSA).– Partido Unionista Centro Americano (PUCA)

¹ Ver nota en discusión

Muertos por un nombre…

MUERTOS POR UN NOMBRERegresar arriba

Recordando a Raúl Hernández enterrado junto con Carlos Arias,
en la UNAES, frente a la Facultad de Medicina.

Pararon el vehículo a la orilla de un acantilado, de esos muchos que se encuentran a la orilla de la carretera litoral del Pacífico. Todo el paisaje se mostraba repleto de vertientes.
En el horizonte, las olas se estrellaban contra las piedras oscuras, diseminando el frescor del agua sobre el viento. Dos rostros graves y sombríos, evitaban encontrarse en silencio. La radio sonaba y ocupaba el espacio absorbido normalmente por el pensamiento.
Durante todo el trayecto, no vieron enrojecerse de vergüenza al sol, ante los reclamos de la aurora, preñada de albores multicolores y sutil claridad. Eran hombres que habían olvidado levantar al cielo su mirada.

Al detenerse el vehículo, se escuchó el cerrojo de las puertas de la cabina delantera al abrirse. Un par de portazos violentos y casi simultáneos al cerrarse, fue el súbito desenlace de esta parada inesperada. Pasos vigorosos y pesados rodearon el vehículo por ambos lados. Roce de cuerdas y de tela pesada, les hizo recordar los grandes camiones de transporte de mercadería. El sonido característico de la portezuela trasera al abrirse y ofrecer su carga, así como la ausencia de otro sonido más fuerte que las olas, les hizo imaginarse un paraje abandonado.

Los seis que se encontraban en la parte posterior del pick up , no tenían idea de lo que estaba pasando. Los brazos entumecidos, el dolor causado por esposas y ataduras, les hacía esforzarse por encontrar una posición más cómoda. Eso absorbía el tiempo y pensamiento de los prisioneros.
Las vendas sobre los ojos les impedía ver. Las mordazas solo impedían las palabras y daban sensación de asfixia.

– “ ¿A cuál primero?”- preguntó el subalterno. – “Cualquiera. Estos pendejos son todos iguales…”- contestó el jefe al mando.

Tomando a uno de los presos por las ataduras de los tobillos, mediante un rápido y violento jalón, lo arrojaron a la orilla de la carretera. El frescor salino del aire de mar penetró por las fosas nasales de Mario Salvatierra, y la tibieza de la proximidad del mar se dejó sentir en cada poro de su cuerpo.
Un eco repentino de gaviota lejana quedó petrificado en su cerebro, al mismo tiempo que un primer golpe se grababa en sus costillas.

– “Haber, hijuéputa, si tenés tanto valor, como cuando gritás en las manifestaciones….”

Y otro golpe busca penetrar aún más profundo en su cuerpo, como buscando al anterior.
Una lluvia de golpes, donde cada golpe competía por ser el más certero, el que ablandaría al sujeto y recortaría el tiempo de la misión encomendada por los superiores y el asesor de habla hispana. – “ ¿ Quién es Raúl Hernández?”- se les escucha decir. – “ ¡Hablá, marica!, ¿ O ya se te acabó el valor, tan rápido?”- dice el otro, mientras confunde el
cuerpo de Mario con un saco de boxeo.

La mordaza que aprisiona la lengua de Mario se tiñe de convicciones que emergen de lo interno. En su conciencia, todo empezaba a oscurecerse, cuando escuchó a sus raptores, apiadarse de su cuerpo maltratado y macilento. ¿ No era acaso el nacimiento de un nuevo día?.
Cada golpe sobre el cuerpo de Mario Salvatierra, generaba un grito de rabia ahogado ante la impotencia, un grito de protesta y rebeldía que se expresaba en resistencia. La sed de justicia que había en el resto de los condenados a muerte por razones de convicción, era insaciable.
Esperanza Alegría, la única mujer del grupo, mostraba con majestuosa grandeza, la insólita fuerza propia de la mujer del pueblo. Ni una lágrima corría por sus mejías. Su mente estaba ocupada en los problemas propios de las mujeres que se enfrentan a tales adversidades.

Salvador Valiente y Enmanuel Campoamor, callaban. La grave expresión de sus rostros, les hacía parecer ausentes. Cualquiera diría que no sentían ni las ataduras que se les incrustaban en la piel, ni el encierro, ni nada. Sus pensamientos parecían lejanos, lejanos como la libertad.

– “ No gastés tanta energía” – dice el jefe- “¿Que no ves que nossss faltan cinco?”. – “ Le voy a quitar la venda a este hijuéputa, para que vea a los machos de verdad..”- y de un tirón, se la arrebata.

Mario creyó encontrarse en el infierno. Sus ojos maltratados divisaron un par de figuras del averno. Era el símbolo bordado en las escarapelas insignias del uniforme de sus torturadores, rematados con calaveras metálicas por picacuellos.
Ellos querían ver el terror reflejarse en los ojos de Mario Salvatierra al momento de sacar el arma, de montar el arma, y cuando con el arma ya preparada, lo encañonaran y dispararan. Querían ver el miedo en el instante que media entre la amenaza y el acto del disparo real.
Mario levantó sus ojos llenos de vigor, y clavó su profunda mirada en los ojos de los mantenedores del orden, deseando que esta realidad cotidiana que hoy le costaba la vida, fuese en el mañana solo una historia de un ayer salvaje.
Lo diáfano y profundo de su mirada, petrificó a los trabajadores de la muerte. Una mezcla de vergüenza y titubeos les hacía evitar esa mirada que, sin mediar palabra alguna, parecía poder decirlo todo.
Un arranque de cólera, de esos que tiene la fuerza bruta al verse vencida por la razón, llevó al que tiene el mando a decir:

– “ No mirés a ese maje. Te puede embrujar. Te va echar mal de ojo. Los comunistas son brujos…”

Tres disparos se escucharon con sus ecos de soledad, absorbiendo el rumor de las olas, el graznido de las gaviotas y los susurros del viento.
Hacinados en su celda motorizada, los cinco restantes vivieron la muerte de su compañero.

– “ ¿Seré yo el siguiente?”- taladraba el pensamiento de Marcos Guerra. – “ ¿Nos pasará igual a todos?”- preocupaba a Jesús Paz.

Escucharon como arrastraban el cuerpo de Mario Salvatierra entre pujidos alcoholizados e insultos.
Pudieron reproducir en sus cerebros, el recorrido hasta la orilla del acantilado. Escucharon el cuerpo de Mario rodar, chocar contra las piedras, para finalmente yacer al fondo del precipicio. Aún siendo cadáver , Mario Salvatierra mostró su rebeldía: Se negó a desaparecer, tragado por el mar.

– “Vámonos”- dijo el sargento. Y con pasos presurosos, se dirigieron de regreso al vehículo.
La portezuela trasera se cerró. Tras una corta marcha a la cabina delantera, dos secos portazos y el encendido del vehículo. La marcha hacia la muerte continuaba. Los prisioneros pensaban. Trataban de imaginarse las caras de sus asesinos, imposibilitados de concretar a un ser humano que pudiera tomar entre sus manos un encargo tan ruin y despiadado.

Unas cuantas horas antes, en el local del sindicato, habían reído y bromeado sobre la cruda realidad que en ese momento estaban viviendo. Unas cuantas horas antes, su preocupación fundamental era lanzar un comunicado al pueblo trabajador, en contra del aumento injusto de los precios de los artículos de primera necesidad y el congelamiento de salarios. Unas cuantas horas antes, se llegaba al acuerdo de denunciar las capturas arbitrarias, las torturas y los asesinatos de compañeros trabajadores en otros puntos de la república. Unas cuantas horas antes, era asaltado el local sindical por hombres armados y ellos, el núcleo sindical, era arrestado.

Jamás pensaron que la denuncia, los convertía en candidatos a muertos o “desaparecidos” en forma tan inmediata. Siempre habían sentido esa posibilidad un tanto lejana.
Desaparecidos. Palabra técnica para definir un asesinado no encontrado, o que no cuenta con testigos de su captura. Ellos eran candidatos a ser cadáveres, con el agravante de ser “desaparecidos”.
Todos estos recuerdos se agolpaban en la mente de los capturados. Hubiesen querido verse las caras una vez más, la última. Más que el temor por ser el siguiente, todos deseaban no ser el último. Cada uno luchaba por quitarse la venda de los ojos, la mordaza de la boca. Quizás con gritos de protestas, perdían sus raptores la cordura y acababan con ellos de una forma rápida y simultánea: No querían ser objeto de diversión de estos villanos sedientos de dolor humano.

No tuvieron muchos minutos para mascullar estas ideas, cuando la marcha del vehículo volvió a interrumpirse.

Repitiose el ritual de los portazos y los pasos que se aproximaban a los difuntos por señalamiento.
Sin proferir palabra alguna, tomaron a uno de ellos. Le tocó en turno a Esperanza Alegría.

– “ A esta puta primero la cogemos”- se escuchó decir al diablo en mando.

Arrastrada a un breñal cercano y jadeando con furor maligno, los cuadros de operaciones especiales violaron a Esperanza Alegría; a pesar de la resistencia que opuso. La resistencia de la que atada, vendada y amordazada, se siente fuerte frente a la calaña humana. Con rabioso frenesí de bestias salvajes, le golpeaban el cuerpo, le abofeteaban la cara. Todo por no mostrarse sumisa frente a un delito y los delincuentes. No podían introducirse fácilmente en sus carnes de mujer trabajadora. Alegría se defendía a patadas. Se retorcía. Daba estertores que estremecían el cielo. Una cólera enceguecedora les hizo cambiar la violación por la tortura.

– “ Con esos culeros si te dejás, ¿verdad pendeja?- escucharon decir los compañeros de
Esperanza. – “Para que aprendás a no ser tan arisca”- se les escuchó decir, junto con una sonora carcajada y el inconfundible sonido del bastón que choca contra el suelo. – “ Metéle el otro por el culo, que así les gusta a las guerrilleras”- dijo el jefe

En esa diversión pasaron incontables minutos.
Esperanza Alegría había puesto valiente resistencia a la violación, y no se doblegaba frente a vejación, ni tortura. Por ser mujer, era la débil en el grupo, pensaron, y después del ablandamiento sicológico, empezaron el interrogatorio. – “ ¿ Sabés vos quién es Raúl Hernández?”
Silencio. – “ Si nos decís donde encontrar a ese maje, no te pasa lo del otro pendejo”-dijo
la voz, refiriéndose a Mario.
Así pasaban los minutos. Ellos interrogando y golpeando. Ella callando y sufriendo.
Se sentían superiores, abusando de la prisionera. No pudieron arrancarle a Esperanza la respuesta deseada. La convicción venció la fuerza bruta.

– “ Ya perdimos mucho tiempo con esta cabrona.- dijo el jefe- Metele un par de plomazos por
pendeja.” – “¿ Y porqué no dejamos un par aquí mismo?- replicó el subalterno, a manera de respuesta – Ya es tarde…” – “ Dale pues, pero apurate.”

Le tocó en suerte a Jesús Paz.

– “Fijate bien lo que te voy a decir.- dijo el sargento- Si nos decís dónde encontrar a Raúl Hernández, te salvaste, mano. Y no andés con pendejadas que no tenemos ni tiempo ni paciencia.”

Jesús, un obrero maduro y fuerte, cuya fama era la de ser un hombre parco, quiso hablar. Un movimiento de cabeza así fue interpretado.

– “ Quitale la mordaza a ese”- oyeron decir sus compañeros.

Los vendados y amordazados, prestaban atención: Querían reconocer la voz del doblegado.
Con voz de trueno, por lo fuerte, y clara como la verdad, se escuchó un “asesinos” por los aires.
Logró decir algo, antes de ser silenciado a golpe de patada y garrotazo. No querían que gritara las verdades que le estaban costando la vida.
Irascibles, los emisarios de la muerte dejaron escapar infinita cantidad de disparos. Los últimos acompañados de golpes y maldiciones. Creían quizás que a mayor cantidad de balazos, desaparecerían y se silenciarían las verdades. Una pausa y un ruido indefinible.
Arrastraron los cadáveres al margen de la carretera, con el fin de “prepararlos” para ser encontrados: El terror es parte importante en la lucha contrainsurgente. Ellos eran especialistas en interrogatorios y terror: Eran terroristas.
No cabía duda alguna: Nadie escapa vivo de tales excursiones. La promesa del respeto de la vida, nunca es cierta.

Los otros capturados luchaban denodadamente por liberarse de sus ataduras, por quitarse la mordaza, por apartarse la venda, cuando un rayo de luz sorprendió la pupila de Salvador Valiente. En uno de esos movimientos salvajes y desesperados, logró correrse la venda de los ojos. Eran solo unos milímetros, pero bastaban para ver la marca del kilómetro número setentidós y el mar. Suficiente para saber donde se encontraban. Desde su celda motorizada pudo ver una señal de tránsito cercana avisando una curva doble, y luego un túnel, y el anuncio de las Fuerzas Armadas al servicio de la Patria, garantía de la paz y seguridad que fortalece la democracia.
“Aquí asesinaron a Paz y a la Alegría”- se dijo. El súbito cerrarse de la puerta trasera, cercenó la nueva luz conquistada por su lucha denodada. Terminada la tarea, volvían al vehículo para reemprender la marcha en busca de otro lugar “apropiado”.

De nuevo en marcha. Cada kilómetro era una vivencia tormentosa para los capturados. El trabajo no estaba completo y por ende, cada uno se sentía ineludiblemente muerto. ¿ Quién de ellos podría traicionar a Raúl? ¿ Se traicionaría Raúl a sí mismo y a su pueblo?. Un no rotundo martillaba todos los cerebros.

Mientras el cuenta kilómetros comía los metros, los capturados sorbían amargas emanaciones de sangre de la boca, y los militares, alcohol de una destilería del país.

Al detenerse nuevamente la cárcel rodante, la rutina casi cronométrica de los portazos hizo pensar a los prisioneros en la práctica habitual de estos individuos, a trabajos de esta naturaleza.
El dolor del metal incrustado en las carnes no importaba. Importaba la vida. Tan intensos y desesperados eran los intentos por librarse de mordazas y ataduras; tan inútiles parecerían los esfuerzos ante lo escueto de los resultados.

Al abrirse la puerta trasera, vio Salvador por primera vez a esos asesinos. Quiso contraerse ante lo asqueante y repulsivo que le parecieron esos dos militares entrenados en operaciones especiales contrainsurgentes, pero tanto el cuerpo de Enmanuel, como la prudencia, le impidieron moverse. Sintió desembarazarse del cuerpo de Enmanuel, que ya era parte del suyo después de tanto tiempo compartiendo el mismo destino futuro. Tan familiarizado estaba con los movimientos contorsionados de Enmanuel al tratar de liberarse de sus ataduras, que sintió que algo de sí mismo se iba con él.

Se escuchó el interrogatorio acostumbrado sobre el tal Raúl Hernández. Los golpes de rigor se parecían menos fuertes que antes. “Será el alcohol o es cansancio”- se preguntaban Salvador y Marcos, sin haberse puesto de acuerdo para pensar lo mismo.
Los disparos rompieron la suavidad de la mañana tropical. Los golpes del cuerpo de Enmanuel al rodar buscando el fondo del acantilado, resonaban en la conciencia de los amigos. Sonaban como redobles de tambores de guerra suspendidos en el espacio, y en el tiempo, y en la historia.
El cuerpo de Enmanuel quedó incrustado en una saliente, unos cuantos metros alejado de las aguas del mar.

Se reanudó la marcha del vehículo; el silencio forzado por las mordazas aplastaba toda posibilidad de compartir planes futuros y recuerdos pasados. ¿ Quién puede pensar planes futuros en esas circunstancias?. El hombre. El hombre, que aún en los momentos más difíciles, se niega a dejarse vencer por la injusticia y la sin razón.
La infinita cantidad de minutos en marcha se convertían en un instante al sentir que la puerta trasera se abría, reclamando a los dos restantes.
Los emisarios de la muerte tomaron a Marcos por los pies, y arrastrándolo, lo tiraron sobre el polvo a la orilla del camino. Regresaron un par de pasos en busca de Salvador.
Salvador tuvo la suerte de ver el barranco que serviría de sepultura a su cadáver y al de Marcos.
No era totalmente vertical la caída. Muchos matorrales en las paredes. Rocas a la orilla del mar.
El interrogatorio habitual. Marcos era el prisionero en turno. Al escuchar el desenlace ya conocido a fuerza de tanto oírlo, con fuerzas sacadas de flaqueza y producto de la desesperación, Salvador se lanzó al abismo, al tiempo que se escuchaban los estampidos que arrancaban la vida de Marcos.
Logró escuchar insultos en su contra, y sintió proyectiles que buscaban penetrar sus carnes, hambrientos de sangre, pasar silbando junto a él mientras rodaba dando tumbos, hacia el fondo del acantilado. Sintió un golpe seco en el pecho y otro en su muslo izquierdo. Después no sintió nada. Después no escuchó nada. Después…. Mucho después:

Un sobreviviente de los ajusticiamientos ilegales perpetrados por el gobierno salvadoreño, denunció ante las oficinas del socorro jurídico del Arzobispado de esta ciudad, ante la comisión de los Derechos Humanos y el cuerpo de periodistas acreditados en el país, el asesinato de varios sindicalistas pertenecientes a FENASTRAS, una federación sindical salvadoreña.
Entre los muertos se menciona a Raúl Hernández, “Comandante Marcos”, enterrado en acto público realizado por el partido Resistencia Nacional (R.N.) y sus fuerzas armadas (FARN), al pie de la encina situada frente a la facultad de Medicina a escasos 400 metros de la embajada americana. Carlos Arias, “Comandante J.J”, fue enterrado simultáneamente.

Ocurrido en San Salvador, en la situación insurreccional 1979-1980.

Por esto, y muchos casos como este, empezó la guerra civil salvadoreña. Yo estuve allí y soy testigo.

Pipilenca.

CPUSA Work in Progress

CPUSA Work in Progress

A presentation to the Chautauqua Institution’s Heritage Lecture Series, July 21, 2009

Thanks for the kind introduction. I am happy to be a part of this prestigious conference and want to thank you and others for the invitation to be a participant.

This conference provides an important site to explore a world confronting challenges both near and long term that will tax our analytical and problem solving capacities.

The title of my talk is “American Communism,” which is so expansive that I could turn this presentation into a marathon. But I suspect such an attempt on my part would not be well received.

A far wiser course, I decided, would be to narrow down the scope of my remarks to this theme: “The Communist Party: A Work in Progress in a Changing World.”

I hope you will find it of interest; if any of you are expecting militant rhetoric and passionate appeals to storm the barricades, you will be disappointed so I apologize in advance.

So here goes!

No organization or institution can long exist in a condition of stasis; organizations in general and political parties and social movements in particular have to adjust to new conditions.

And the reason is simple: change is constant and organizations and institutions must, if they want to remain relevant, change in the face of changing conditions.

Since the beginning of this decade, the Communist Party has been reconfiguring its theory, politics, structures of organization, and, not least, finances to the turbulent times in which we live. We did so because we had no other choice. Necessity was the mother of invention.

To be sure, not everything turned out as we hoped and many things still have to be attended to.

On the whole, however, we challenged outdated notions and practices, adjusted our policies and style of work to new conditions, and gained experience.

Had we stood still, life would have left us in the rear view mirror. A glance at history, after all, reveals that the political landscape is littered with political and social formations that didn’t adapt to new realities.

But to our credit we chose change. We eagerly searched for new angles of looking at, thinking about, and reshaping the world.

Such an approach is consistent with and an imperative of Marxism. Otherwise, Marxism loses its capacity to assist people in their desire to re-imagine and remake the world – not in some sort of utopian way, but rather in a way that meets the expanding requirements of a good life at the beginning of the 21st century.

Karl Marx and Frederick Engels, who together developed an analytical structure and methodology that enabled the working class to comprehend and change the world, never claimed the “last word” on any subject; they never shoehorned facts to fit a preconceived theory; they never allowed abstract theoretical constructions by themselves to determine political policies or action.

Near the end of his life, Engels, in an effort to counter a dogmatic interpretation of historical materialism that was fashionable in the socialist movement of that time, wrote:

“Our conception of history is above all a guide to study… All history must be studied afresh.”

A decade or so later, Vladimir Lenin, the leader of the Russian revolution asserted,

“A Marxist must take cognizance of real life, of the true facts of reality, and not cling to a theory of yesterday, which, like all theories, at best only outlines the main and the general, only comes near to embracing life in all its complexity.”

In other words, Marxism, if properly understood and practiced, has no affinity for lifeless schemes that squeeze contingency, contradictions, and novelty out of the process of social change. The repetition of timeless and abstract formulas, which the Communist movement has been guilty of at times, is inconsistent with Marxism’s spirit and letter.

Only when Marxism takes into account concrete realities, absorbs new experience, and is open-ended to new insights by Marxists and non-Marxist alike does its analytical and political power reveal its full potential. The truth is concrete.

I belabor this point because it is this method of inquiry that we are employing to the best of our ability to today’s world.

New Realities

The impulse to look at the world afresh springs from the inescapable new realities of the closing decades of the 20th and the first decade of this century that are reframing politics, economics, culture, and modes of thinking.

What were some of these realities?

To begin, the ascendency of the extreme right to political dominance signaled by the election of Ronald Reagan and continuing through the Bush years was a sobering and painful reality for anyone who favored peace, equality, fairness, and democracy.

The aim of this right wing grouping, of which the Bush administration was the last and most dangerous example, was to reestablish by any means necessary the unchallengeable hegemony of U.S. capitalism, to restore profits and wealth of the ruling elite, and to reconfigure the role and functions of the government to the advantage of the richest families and corporations.

While achieving many of their aims over a thirty-year period, their political project is now in shambles and its perpetrators have been discredited.

Of course, in the meantime, a heavy price was paid and working people and their allies were thrown on the defensive for that entire period.

The changing structure and distribution of economic activity and power across global space was something we could not ignore in our calibrations and recalibrations either.

As the Soviet Union was collapsing in 1991, thus removing one of the two states that structured world relations for nearly a half-century, China was emerging as the main rival to the global dominance of U.S. capitalism. It has been joined in recent years by India, Brazil and Russia. And East and South Asia has been the most dynamic region of capital accumulation over the past decade or so.

I would further add that other regional groupings, nations, international bodies, and hundreds of millions of people are resisting U.S. tutelage too.

When combined with the implosion of Wall Street and the Iraq disaster, it signals a terminal crisis of U.S. capitalism’s dominance of the world system of states. Or to say it differently, a unipolar world is giving way to a multipolar world, which presents both opportunities and dangers to the new administration and humanity.

In fact, an urgent question for the American people is the following: Will U.S. capitalism adapt peacefully to new world realities or will it employ massive force to maintain its standing? Bush tried force, but abjectly failed.

On the other hand, the new administration is going in a different direction. How far it will go is another question that can’t be answered yet.

Suffice it to say that the redefinition of the U.S. role in the world is among the most compelling issues in the first part of the 21st century, ranking in importance to combating global warming. Unless both are attended to, they could endanger the survival of our species on Mother Earth.

Where is the sustained boom?

The new dynamics of the U.S. economy that took shape in the late 1970s and structured the economy for the next three decades were another factor that compelled us to reexamine our traditional wisdom.

While the present economic crisis was triggered by the collapse of housing markets, it is located first of all, in the outgrowth of longer-term processes of capitalism that go back to the late 1970s.

Thirty years ago U.S. capitalism was beset by seemingly intractable and contradictory problems – high inflation and unemployment, declining confidence in the dollar as an international currency, new competitive rivals in Europe and Asia, a slowing of economic growth, and a falling profit rate.

All of these problems occurred in the context of progressively growing overproduction in world commodity markets.

Faced with this unraveling, then-chairman of the Federal Reserve Paul Volcker stepped into the breech and pushed up interest rates to record levels. This spike in interest rates sent unemployment rates soaring to double digit levels, forced the closing of scores of manufacturing plants and family farms, left communities of color in depression like conditions, and negatively impacted the global economy, particularly the developing countries in Asia, Africa and Latin America.

At the same time, the spiking of interests rates upward, redirected mobile capital abruptly and massively from hither and yon into U.S. financial channels where returns were now extremely high.

Once in financial channels, banks, investment houses, hedge funds, private equity firms and so on, intent on maximizing their profits in a very competitive and increasingly permissive regulatory environment raced at breakneck speed into a
massive buying and selling and borrowing and spending spree for the next three decades — all of which led to bubble economics, the erosion of the real economy, instability, and ultimately to economic ruin.

If the cause of the ascendency of finance lies in the contractions and decline of U.S. capitalism domestically and internationally, its lubricant was the production and reproduction, seemingly without end, of staggering amounts of debt — corporate, consumer and government.

Debt is as old as capitalism. But what was different in this period of financialization is that the production of debt and accompanying speculative excesses and bubbles were not simply passing moments at the end of a cyclical upswing, but essential to ginning up and sustaining investment and especially consumer demand in every phase of the cycle. Indeed, financialization grew to the point where it became the main determinant shaping the contours, structure, interrelations, evolution and dynamism of the national and world economy.

Without speculative bubbles, generated by the federal government and Federal Reserve over the past 15 years in Internet technology, then in the stock market, and most recently, in housing – the performance of the U.S. and world economy would have been far worse. But, as we are painfully learning, financialization is a two-edged sword.

Not since the Great Depression has the economy been in such bad shape. Forecasts that economic activity will resume at the end of this year or early next year are problematic in the minds of many economists. Don’t be surprised if the economy’s cyclical path is L-shaped — that is, deep and prolonged.

While we don’t know exactly what the contours and trajectory of the economy will be going forward, we do know the notion that capitalism isn’t a self-correcting system and that lifts all boats.

The notion that it is has its roots in the so-called “golden age” of U.S. capitalism from 1945-1973, during which economic growth rates, investment levels and living standards steadily increased for broad sections of the American people.

But there is a problem here. An era of stable and continuous growth is unlikely to occur in the foreseeable future. Indeed, the conditions for U.S. capitalism’s “golden age” no longer exist. They were specific to a historical moment — not universal and timeless features of U.S capitalism.

None of those conditions exist today; indeed just the opposite is the case and the economy is not poised either in the short or medium term to take off as it did in 1945; long-term stagnation is a real possibility unless the economy is radically restructured.

Environment Reeling under stress

Another factor nudging us to reexamine our policies is the potential catastrophe of global warming and environmental degradation. Almost daily we hear of species extinction, global warming, resource depletion, deforestation, and on and on to the point where we are nearly immune to its ominous possibilities.

Our planet cannot indefinitely absorb the impact of profit-driven, growth-without-limits capitalism. Many scientists say that unless we radically change our methods of production and consumption patterns in the near term, we will reach the point where damage to the environment will become irreversible.

Despite this, even the most modest measures of environmental protection are resisted by sections of the transnational corporations and their right wing extremists in Congress and in the media.

Embedded realities

Still another consideration that caused us to think afresh is the deep and persistent racial, gender, and regional inequalities that exist across the planet.

The evidence of these inequalities is obvious: massive hunger and malnutrition, dire poverty, pandemic diseases, daily and institutionalized brutality against peoples of color, systemic abuse and oppression of women, explosion of slums around mega-cities, massive migrations of workers and peasants in search of a better life and the decay of whole communities and regions.

While these conditions exist worldwide and within our own borders, the countries of the southern hemisphere experience the worst forms of deprivation and inequality. And they won’t tolerate this condition for another century.

Another framing element for our reevaluation is the new communications technologies. These technologies are changing the way that we receive our news, work, do business, live, play, interact, and think. They are compressing time and distance. And their penetration into every aspect of life can only grow as time goes by.

The emergence of new social movements of considerable scope and the new vigor of the labor movement also challenged our received wisdom and actions. Over the past three decades old and new oppositional forces, including a revitalizing (it’s a process and thus uneven and developing) labor movement have entered politics to challenge right wing domination, culminating in a many-layered coalition that was instrumental in the victory of Barack Obama.

Finally, we were nudged to change because the Communist Party (and the left generally) was neither big enough nor influential enough. Even before the collapse of the Soviet Union we were small, not much more than 4000 members.

But with the split that occurred in 1991 our membership fell by a third, thus making our growth in size even more imperative.

Fresh look

Now that I mentioned to you some of the framing elements that weighed into our reconfiguration process, let me tell out you about the results of so far.

We are employing a methodology free of rigid and enclosed notions that resist new experience and discourage fresh thinking. Our catch phrase is to get in the mix, to join with others, to give priority to those struggles and issues that are impelling others into action.

We are giving greater coherence and elasticity to our strategic and tactical concepts and accenting the struggle for broad unity, and especially multi-racial and working class unity.

New emphasis is being attached to the popular character of the coalition, while at the same time giving prominence to the special role of the working class and labor movement as an emerging leader of this coalition.

We are taking a fresh look at the labor movement, noting the new positive developments, even asking ourselves whether quantitative changes were reaching a qualitative turning point in terms of labor’s outlook and practical activity.

The Internet is being utilized in a full-blooded way to communicate our message and organize our work. At the end of this year we are phasing out our print paper that goes back nearly 90 years and going over to daily online news.

We are shedding, what I call, a “mentality of marginalization.” Because of McCarthyism, the Cold War, the long economic expansion following WW II, and a resistance to thinking anew, the left, of which we are a part, found itself on the edges of politics for more than a half century. During this time, our ability to impact on broader political processes in the country has been narrowly circumscribed – nothing like the 1930s, nothing like the left in many other countries.

While the left stubbornly fought the good fight and made undeniable contributions over the past half-century, it was not a major player; it didn’t set the agenda or frame the debate; it didn’t determine the political direction of the country; it wasn’t a decider.

But the past doesn’t have to be prelude to the future. Because of the new political landscape, the left has an opportunity to step from the edges into the mainstream of U.S. politics. It has a chance to become a player of consequence; a player whose voice is seriously considered in the debates bearing on the future of the country; a player that is able to mobilize and influence the thinking and actions of millions.

Whether we do depends on many factors, one of which is our ability to shake off this “mentality of marginalization.”

How does this mentality express itself? In a number of ways – in spending too much time agitating each other; in dismissing new political openings; in thinking that moderate reforms are at loggerheads with radical reforms; in seeing the glass as always half empty; in acting as if our outlook is identical with the outlook of millions; in turning the danger of cooptation into a rationale to keep a distance from reform struggles; in enclosing ourselves in narrow Left forms; in damning victories with faint praise; and in having nothing good to say about our country.

In this peculiar mindset, politics has few complexities. Change is driven only from the ground up. Winning broad majorities is not essential. There are no stages of struggle, no social forces that possess strategic social power, and no divisions worth noting. And distinctions between the Democratic and Republican parties are either of little consequence or disdainfully dismissed.

Unless the Left—and I include communists first of all—sheds this mentality, it will miss a golden opportunity at this moment to engage and influence a far bigger audience than it has in the past six decades.

Path to socialism

We are re-envisioning the path to socialism and socialist society, based on present day challenges and a critical examination of the socialist experience in the 20th century. What are some of its main elements?

Our vision is of a society that is peaceful, democratic, economically just and efficient, and ecologically sustainable. Our socialist goal privileges social solidarity, economic security and sustainability, equality, cooperation, respect for difference, and peace.

In our view, socialism is not simply a good idea, but an overriding necessity for humankind to find timely solutions to problems that threatens its very future – massive inequality and poverty, global warming, war and nuclear proliferation, energy and resource depletion, pandemic diseases, and so forth.

There are neither universal paths to nor universal models of socialism. Socialism has to grow out of the soil of a particular country, at a particular time, and in particular set of circumstances. Our country will be no exception. We will follow our own distinct nationally specific path.

Socialism must settle the “property question” (from capitalist to socialist property relations or to put it differently, from a capitalist to a socialist mode of production) to be sure. Every revolution must accomplish this essential task, and ours will be no different.

But how this is done and the pace by which it proceeds largely depends on concrete circumstances. At socialism’s dawn in any country and then long into the transition to socialism I expect that a mixed economy, operating in a regulated socialist market and combining different forms of socialist, cooperative, and private property, will prevail, albeit with tensions, contradictions, and dangers.

Such ownership relations and market mechanisms by no means preclude economic planning and democratic control. It is hard, in fact, to imagine how the transformation of the economy can be successfully tackled without democratic planning.

While political supremacy of the working class and its allies is an imperative, once acquired its task isn’t to smash the state into so many pieces, but rather to transform the class content of state structures; extend democratic rights into the economic, social and cultural spheres; enact new democratic forms of participation; and finish the democratic tasks left unfinished by capitalism – especially the elimination of racial and gender inequality.

I stress this because in the American mind, the idea that socialism and democracy are incompatible has widespread currency. And this perception can’t be ascribed solely to ruling-class propaganda. Socialist societies have had democratic shortcomings, too often major ones.

The path to socialism in our country will be long, laced at every turn with massive struggles on many levels and involve a wide array of class and social forces. It will proceed – not straightforwardly, not smoothly, not without reversals, but through stages and at each stage of struggle the balance of power will hopefully tip to the advantage of the working class and people.

Rather than one final conflict triggered by a generalized economic breakdown, I envision a series of connected political, economic, and social crises compressed in time and large in scale that result in a crises of confidence and legitimacy in capitalism and its institutional forms on the part of millions.

Such a rupture of power won’t settle everything once and for all, but it will constitute a decisive turn in a transitional process toward socialism.

Decades ago socialist revolutions grew out of economic catastrophes and major wars. But communists, going back to the 19th Century, never believed that armed struggle and civil war were the only or the preferred avenue to socialism.

“The worker,” Marx said in a speech in Amsterdam in 1872, “must one day conquer political supremacy in order… But we do not assert that the attainment of this end requires identical means. We know that one has to take into consideration the institutions, mores, and traditions of the different countries, and we do not deny that there are countries like England and America and if I am familiar with your institutions, Holland, where labor may attain its new goal by peaceful means.”

I would add that in recent years radical social transformations in relatively peaceful circumstances have occurred in Latin America.

There the force of an active, organized, and overwhelming majority of the working class and its allies combined with the winning of bridgeheads in state structures, including the military, have isolated elites, dislodged neo-liberal governments from power, and cleared the ground, so far peacefully, for social and socialist transformations.

We believe that such an outcome is possible here too. In fact, it is hard to imagine a non-peaceful path to socialism in our country.

Obviously, socialism isn’t imminent. As I see it, we aren’t living in an era of revolution, but rather an era of reform, including possibly radical reform, marked at its beginning by the election of the first African American president.

Six months into the Obama presidency, I would say without hesitation that the landscape, atmosphere, conversation, and agenda have strikingly changed compared to the previous eight years.

Obama’s role

So far Obama’s presidency has both broken from the right-wing extremist policies of the Bush administration and taken steps domestically and internationally that go in a progressive direction.

At the same time, the administration hasn’t gone as far as we would have liked on a number of issues. He is neither a socialist nor a revolutionary despite the incessant claims of the far right.

All and all, however, the new President in deeds and words – and words do matter – has created new democratic space for peace, equality, and economic justice struggles. Whether this continues and takes on a consistently progressive, pro-people, radical reform direction depends in large measure on whether the movement that elected him fills and expands this space.

The struggle going forward, much like the New Deal, will be the outcome of a contested and fluid process involving broad class and social constituencies, taking multiple forms, and working out over time.

It will pivot on the expansion of social and economic rights, the reconfiguring of the functions of government to the advantage of working people, and the embedding of a new economic architecture and developmental path into the nation’s political economy.

No less importantly, it will also entail the recasting of the role of the U.S. in the global community along egalitarian and non-imperial lines.

“What’s all this talk about reform?” you may be asking. “Aren’t you a communist? Isn’t socialism your objective?”

Yes, socialism is the objective of the Communist Party and—according to recent public opinion polls—it is increasingly attractive to the American people. But clearly it is not on the immediate political agenda. Neither the current balance of forces nor the thinking of millions of Americans—the starting point in any serious discussion of strategy and tactics—has reached that point.

That socialism isn’t on the people’s action agenda, however, doesn’t mean that communists will zip our lips. Quite the contrary! We will talk it up and bring our modern, deeply democratic Twenty-First-Century vision of U.S. socialism to the American people. And with the use of the Internet we can reach an exponentially bigger audience than we could in the past.

As for our radical disposition, we are as radical as reality itself. And reality tells us that our main task is to assist in bringing the weight of the working class and other democratic forces to impress their interests on the struggle for reforms.

Current pase of struggle

The road to socialism is neither direct nor unencumbered. It will be complex, contradictory, roundabout, and go through different phases/stages of struggle.

It will only be reached in the course of struggles for reforms, including radical reforms and then only if tens of millions of American people embrace and fight for socialism.

If it only took the enthusiasm and energy of the left we would have had socialism long ago. Active majorities make history and social change, not militant minorities.

The left can help re-bend the arc of history in the direction of justice, equality, and peace. But only if we, and millions like us, pursue a sound strategy that unifies broad sections of the American people.

President Obama and progressive Congress people can’t be the only change agents and will be change agents only up to a point. Our responsibility is to support them, prod them, and constructively take issue with them when we have differing views.

But more importantly—and this is the heart of the matter—we have to reach, activate, unite, educate, and turn millions of Americans into “change agents” who can make the political difference in upcoming struggles.

Our parents and grandparents were such bottom-up change agents in the Depression years and the sixties. The American people today would do well to follow their example.

Likewise, communists of our generation would do well to follow the example of our Depression-era comrades. Without giving up their longer-term vision of socialism, they were guided by a sound strategy that accented struggles for reforms and broad unity; they employed flexible tactics; and they didn’t conflate their mood and temper with the mood and temper of the American people. As a result, they were a vital part of the political process of the Depression era.

Our nation faces great challenges as we plunge forward into this new century. But I am convinced that the people of this great land—and communists among them—will meet them as earlier generations met challenges on their watch.

DISCURSO DE AMPARO CASAMALHUAPA ( 29 de agosto de 1939)

DISCURSO DE AMPARO CASAMALHUAPA

“Con mi palabra limpia de soborno y de intriga, vengo a rendir homenaje a la memoria del Capitán General José Gerardo Barrios Espinosa, por invitación de la Sociedad que lleva su nombre.

La Sociedad me pidió una oración fúnebre, un discurso de exaltación para aquel mártir de las más nobles causas; pero mi juventud y mi deseo de colaborar por el bienestar de mi Patria sólo pueden tomar del pasado un ejemplo para las luchas presentes.

Es por esto que mi espíritu se limita a invocar en esta hora de doliente conmemoración al espíritu viril de aquel militar insigne, para que mis palabras caigan en tierra fértil y sean una lección viviente.

Señores: El Salvador no debe ni puede olvidar a los hombres que marcaron una
trayectoria luminosa en su vida; y es porque la inquietud y el anhelo de mejorar está palpitando en nuestra sangre, por lo que hoy hemos venido a recordar al ciudadano respetuoso de la Ley, al militar que dio lecciones de bravura y de honor, al estadista generoso que dio alas al pensamiento y amplió los horizontes de nuestra economía nacional.

Para hablar de José Gerardo Barrios sin mancillar su nombre es preciso vestirse una coraza de valor; es necesario situarse en un plano de verdadera responsabilidad para seguir sus huellas; es urgente arrostrar el peligro en aras de la redención nacional.

Porque todos sabemos, que hoy más que en ningún tiempo, estamos pasando por un período de verdadera tiranía y corrupción social, en el que decir la verdad y defender la ley es un crimen que se paga con la cárcel y el destierro.

Estamos en un instante en que por fin se ha tenido que admitir la verdad de que altos funcionarios del Gobierno se han venido dedicando impunemente desde hace tiempo a envilecer al pueblo con drogas heroicas, recibiendo mientras tanto los ditirambos de los salvadoreños irresponsables, ignorantes y perversos, en tanto que al infeliz “chichero” lo traen amarrado desde su rancho a la ciudad.

Mientras algunos hombres del Gobierno se hartan de miles de pesos de ganancias, los infelices pagan multas o van a trabajos forzados. ¿Cuál es la diferencia? Es que los unos están en el Poder y han sido respaldados y protegidos por el Poder Ejecutivo hasta última hora y los otros son campesinos sin nombre.

En esta hora de prueba para la República de El Salvador, los puestos de Dirección de Bancos, Instituciones Armadas, de la Banda de los Supremos Poderes y de la Estación de Radio, están controlados por extranjeros: alemanes, italianos y españoles fascistas, que siempre ven primero los intereses de sus respectivos países.

La Prensa sufre una mordaza terrible y es por esto que no ha podido salir a luz pública toda la corrupción moral de que hoy podemos hacer gala. Esta corrupción es tal, que todo un señor Director General de Sanidad y Otros altos funcionarios que hasta hoy es prohibido nombrar, han traficado con morfina, cocaína y otros estupefacientes que precipitan a las mujeres por una pendiente sin nombre y a los hombres los convierten en guiñapos sin voluntad, sin dignidad y sin anhelos.

Hombres de El Salvador, yo como mujer salvadoreña, protesto con todas mis fuerzas de un Gobierno que en nombre del orden público ha venido callando las voces de los hombres honrados que saben estas cosas y otras de igual gravedad.

Salvadoreños todos: estáis en la obligación de saber que el Gobierno de una nación no está formado sólo de un Presidente, sino que gobierno es el conjunto de funcionarios al servicio del país entero. Si los contrabandistas trabajan desde hace cuatro años, ¿qué hacía entonces la Policía Nacional?

Han estado encarcelando a ciudadanos honrados y nobles como los Profesores Francisco de Alba, Víctor Gutiérrez, al Coronel José A. Marín. ciudadano defensor de la Constitución del ochenta y seis, a quien la Suprema Corte de justicia acaba de denegar el amparo solicitado, a quien ni siquiera se le ha admitido defensor en el juicio que se le sigue, a quien ningún miembro del ejército se ha atrevido a defender.

Para los que seguimos las huellas de los grandes hombres de la historia, no hay en el presente más que detenciones, destierros, cárcel y torturas, pero no importa . . .

En los anales de la Historia Patria están escritos los nombres de los mártires que sucumbieron a manos de la traición, de la tiranía y del miedo de los pueblos débiles. De esos anales gloriosos debemos tomar lección.

Salvadoreños responsables que me oís, tened presente que si hoy dejáis pisotear nuestros derechos de gente civilizada y calláis indefinidamente aun delante de las peores realidades, merecéis vuestro porvenir; y en ningún caso tendréis derecho a ordenarnos que cantemos himnos de glorificación a las víctimas del pasado.

A fe mía que si no seguimos con amor y con valor el sendero que dejaron señalado nuestros grandes hombres, ellos nos desconocerán desde su gloria inmarcesible, conquistada con sangre de sus venas y el filo de su espada.

Dije.

CEM publica Discurso de Amparo Casamalhuapa, denunciando al Dictador Martinez (29 de agosto de 1939)

CEM PUBLICA DISCURSO DE AMPARO CASAMALHUAPA DENUNCIANDO AL DICTADOR MARTINEZ ( 29 DE AGOSTO DE 1939)
SAN SALVADOR, 29 de agosto de 2009 (SIEP) “Hace setenta años, Amparo Casamalhuapa, una mujer, joven, maestra y comunista alzó su voz para desafiar desde la plaza pública al dictador Martínez” recordó el Lic. Roberto Pineda, del Centro de Estudios Marxistas “Sarbelio Navarrete.”

Agregó que “la indignación provocada por las injusticias cometidas contra el pueblo salvadoreño por el General Maximiliano Hernández Martínez empujó a esta valiente mujer a realizar esta denuncia pública.”

“Con la publicación de este histórico discurso rendimos tributo a Amparo, militante popular, mujer de izquierda, admiradora de Alberto Masferrer, comunista, conspiradora, subversiva, raíz de nuestra lucha por un nuevo El Salvador.”

“El discurso esta tomado de su obra literaria El Angosto Sendero, que fue publicada en 1971, año de su fallecimiento…” concluyó el Lic. Pineda.

Ascenso y derrota de la Revolución Salvadoreña

Ascenso y derrota de la Revolución Salvadoreña

Bajo la sombra de Esquipulas II

Ascenso y derrota de la Revolución Salvadoreña

Por Eugenio Recinos Belloso
Revista 1857, Nº 1, sept/dic de 2007

El triunfo de la revolución contra Somoza, el 18 de Julio de 1979, generalizó la situación revolucionaria al resto de Centroamérica, especialmente a El Salvador. Sin embargo, el imperialismo norteamericano y la oligarquía salvadoreña no se quedaron de brazos cruzados e iniciaron un conjunto de maniobras políticas y ataques militares para evitar la destrucción del Estado burgués y el orden semicolonial en la región centroamericana.

Tres Juntas de Gobierno

El 15 de octubre de 1979, la autodenominada “Juventud Militar” derrocó al dictador general Carlos Humberto Romero (1977-1979), poniendo fin a 17 años de gobierno del Partido de Conciliación Nacional (PCN). Este golpe de estado gozó del apoyo del Foro Popular, en el que participaba el Partido Comunista Salvadoreño (PCS), y el socialdemócrata Movimiento Nacional Revolucionario (MNR).

La Junta Revolucionaria de Gobierno (JRG) estuvo conformada por los coroneles Jaime Abdul Gutiérrez y Adolfo Arnoldo Majano, y por Román Mayorga Quiroz, rector de la Universidad Centroamericana “José Simeón Cañas, Mario Andino, empresario y Guillermo Manuel Ungo del MNR. El democristiano Rubén Zamora fue nombrado ministro de la Presidencia y el empresario Enrique Álvarez Córdoba como ministro de Agricultura. Héctor Dada Hirezi fue nombrado ministro de relaciones Exteriores, en representación del ala “progresista” del Partido Demócrata Cristiano (PDC) A pesar del “apoyo critico” del PCS y de sectores de la burguesía, el Frente de Acción Popular Unificada (FAPU), junto con el Bloque Popular Revolucionario (BPR) se lanzaron a las calles, promoviendo la movilización revolucionaria con huelgas, manifestaciones y tomas de edificios públicos.

Entre el 2 y el 5 de enero de 1980, los 3 miembros civiles de la Junta, junto con el gabinete de ministros, renunciaron a sus cargos excepto el ministro de defensa, coronel García. Los sectores “progresistas” abandonaron el proyecto de reforma del régimen militar. La reforma impulsada por los Estados Unidos terminó en un profundo fracaso. Las contradicciones entre el Coronel Majano y el Coronel Gutiérrez, reflejaba la profunda división de las fuerzas armadas en como detener el ascenso revolucionario El 9 de enero de 1980 se anunció la conformación de la segunda Junta Revolucionaria de Gobierno, conocida como Segunda Junta. Se mantuvieron al mando los coroneles Gutiérrez y Majano, se incluyó a José Antonio Morales Erlich, de PDC, continuó participando Héctor Dada Hirezi, quien había ocupado la cartera de Relaciones Exteriores. Esta segunda Junta duró apenas dos meses. El 9 de marzo renunció Dada Hirezi, siendo sustituido por José Napoleón Duarte.

Las bandas paramilitares de ORDEN, antecesoras de ARENA, continuaran asesinado selectivamente a los militantes de izquierda. El asesinato más significativo de ese periodo de terror fascista ocurrió el 24 de marzo, cuando un escuadrón de la muerte asesinó en plena misa a Monseñor Oscar Romero.

En septiembre de 1980, el Coronel Arnoldo Majano renunció a su cargo, dando paso a la tercera y ultima Junta de Gobierno, conformada por el Coronel Jaime Abdul Gutiérrez, José Napoleón Duarte, Antonio Morales Erlich y José Ramón Ávalos Navarrete.

La guerrilla salvadoreña

Cuando triunfo la revolución nicaragüense en julio de 1979, la guerrilla salvadoreña se encontraba fragmentada en varios grupos. Inspirados en la unidad del sandinismo para obtener la victoria militar, las organizaciones guerrilleras desarrollaron un proceso de unidad.

El 19 de diciembre de 1979 se formó la Coordinadora Político Militar, integrada por las Fuerzas Populares de Liberación “Farabundo Martí” (FPL), la Resistencia Nacional (RN) y el Partido Comunista Salvadoreño (PCS). El Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) fue excluido temporalmente por exigencias de la RN. Posteriormente, el 22 de mayo de 1980 esta coordinación de transformó en la Dirección Revolucionaria Unificada (DRU).

Entre junio y agosto de 1980 se produjeron huelgas generales con características insurreccionales, en las cuales participaron las organizaciones armadas y de masas dirigidas por la Dirección Revolucionaria Unificada (DRU). El ascenso de masas era tan poderoso, que para septiembre de ese mismo año, la DRU informó sobre el establecimiento de cuatro frentes de guerra.

En septiembre de 1980 la RN abandonó la DRU, a causa de las pugnas internas con el ERP. Se reintegro a la coordinación unos meses antes de la fundación oficial del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), el 10 de octubre de 1980. En diciembre se sumó el Partido Revolucionario de los Trabajadores Centroamericanos (PRTC).

Todas estas organizaciones guerrilleras tenían su frente de masas. La coordinación militar también produjo una coordinación en los frentes de masas, y fue así que se creó el 11 de enero de 1980 la Coordinadora Revolucionaria de Masas (CRM), integrada por el Bloque Popular Revolucionario (BPR) dirigido por las FPL; el Frente de Acción Popular Unificado (FAPU) dirigido por la RN; la Unión Democrática Nacionalista (UDN) dirigida por el PCS, y las Ligas Populares 28 de Febrero (LP- 28) dirigidas por el ERP. En mayo de 1980 se incorporó el Movimiento de Liberación Popular (MLP), dirigido por el PRTC.

El Frente Democrático Revolucionario (FDR)

La experiencia nicaragüense, en la que el FSLN desarrolló alianzas con la burguesa opositora para derrocar a Somoza, fue copiada en dos fases.

En la primera se constituyó, a comienzos de marzo de 1980, el Frente Democrático Salvadoreño (FDS), integrado por organizaciones de clase media como el Movimiento Independiente de Profesionales y Técnicos de El Salvador (MIPTES), el Movimiento Popular Social Cristiano (MPSC), escisión del Partido Demócrata Cristiano (PDC) y por el Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR).

En la segunda fase, en abril de 1980, se constituyó el Frente Democrático Revolucionario (FDR) con la participación de la Coordinadora Revolucionaria de Masas (CRM), y el Frente Democrático Salvadoreño (FDS), pero ninguno de estos frentes amplios logró a atraer a sectores significativos de la burguesía salvadoreña. Esta cerró filas alrededor de las trece familias de la oligarquía, le tuvieron pánico a la revolución que se desarrollaba en Centroamérica.

Propuestas conciliadoras

En diversas oportunidades el FMLN-FDR hizo diversas propuestas de negociación política.

El 25 de noviembre de 1980, el Presidente de la Junta Revolucionaria de Gobierno (1979-1982), Ingeniero José Napoleón Duarte, llamó públicamente a un diálogo “de todas las fuerzas políticas”. Sin embargo, dos días después los cinco miembros de la dirección del FDR fueron capturados, torturados y brutalmente asesinados por los cuerpos de seguridad.

Esta masacre selectiva mostró trágicamente que la oligarquía salvadoreña no estaba dispuesta a negociar absolutamente nada en ese momento. Bajo la dirección de Guillermo Manuel Ungo y Rubén Zamora, el FDR se convirtió en la cancillería del FMLN, encargado de explorar y abrir relaciones diplomáticas a nivel internacional.

A pesar de la masacre de su dirigencia, en diciembre de 1980 la alianza FMLN-FDR se declaró disponible a entrar en diálogo con el gobierno de los Estados Unidos, pero al asumir la presidencia Ronald Reagan (1981-1989), en Enero de 1981, este inicio una contraofensiva brutal para detener la revolución en Nicaragua, El Salvador y resto de Centroamérica.

Primera ofensiva general

La primera ofensiva general se produjo el 10 de enero de 1981, días antes que Reagan asumiera la presidencia de Estados Unidos. Se combatió durante una semana en las principales ciudades de El Salvador. Esta ofensiva estaba destinada, más que a tomar el poder, a forzar en la mesa de negociaciones la constitución de un nuevo gobierno. La ofensiva general no logró sus objetivos, pero a pesar del fracaso militar el 28 de febrero de 1981 el FMLN-FDR se mostró dispuesto a negociar y aceptó la mediación propuesta por la Internacional Socialista. No hubo ninguna negociación, el nacimiento de bandas fascistas tenia el objetivo primordial de imponer el terror en las ciudades, restarle base de apoyo a la guerrilla, y recuperar el control del aparato del Estado.

El Ejercito logró imponerse militarmente, y la guerrilla fue forzada a realizar un “repliegue táctico” desde enero hasta junio de 1981.

La ofensiva general representó una derrota militar, pero el FMLN-FDR logró el reconocimiento como fuerza política beligerante por parte de los gobierno de México y Francia, los cuales declararon el 28 de agosto de 1981 que reconocían “que la alianza del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional y el Frente Democrático Revolucionario constituyen una fuerza política representativa, dispuesta a asumir las obligaciones y ejercer los derechos que de ello se derivan. En consecuencia es legítimo que la alianza participe en la instauración de mecanismos de acercamiento y negociación necesarios para una solución política”.

A pesar de la brutal represión, el ascenso de masas continuó, facilitando a la guerrilla el establecimiento de bases de poto en todo el país. En ese periodo, el FMLN lanzó como consigna: “resistir, desarrollarse y avanzar”. En sus inicios, el FMLN libró una guerra de guerrillas en los centros urbanos.

El Ejército desarrolló la estrategia de imponer el terror contrarrevolucionario en las ciudades, a través de escuadrones de la muerte, bandas fascistas lideradas por Roberto Dabuisson, para restar base social a la guerrilla. Las milicias populares en San Salvador fueron prácticamente aniquiladas. En cierta medida, esta sangrienta estrategia dio los resultados esperados por el imperialismo: mantener el control de los importantes y estratégicos centros urbanos, mientras apuntalaba al ejército títere.

Para las elecciones de 1982, a pesar que se combatía en los principales centros urbanos, el FMLN fue forzado a crear nuevos frentes guerrilleros en las zonas rurales, sobre todo en los departamentos de Morazán y Chalatenango. Mientras se producían estos cambios en los escenarios de la guerra, la tercera Junta de Gobierno convocó a elecciones de Asamblea Nacional Constituyente para el 28 de marzo de 1982.

El 2 de Mayo se instaló la Constituyente, eligiendo como presidente provisional al banquero Álvaro Magaña, (1982-1984) poniendo fin al sangriento experimento de las Juntas de Gobierno. La guerra civil continuó su curso, y el proceso electoral amañado no logro detenerla.

En julio de 1982 la Conferencia Episcopal de El Salvador hizo un llamado al diálogo entre las partes para poner fin a la guerra. Sin embargo, el imperialismo yanqui no deseaba negociar en ese momento, necesitaba primero recomponer su fuerzas y mantener el control de la situación. Magaña se negó sistemáticamente a negociar con la guerrilla. No obstante, Richard Stone, embajador plenipotenciario de Ronald Regan, se reunió en julio y agosto de 1983 en repetidas ocasiones delegados del FMLN-FDR en Bogotá, Colombia, por mediación del Presidente Betancur, y posteriormente en San José de Costa Rica, a finales de agosto de ese mismo año. Estas fueron maniobras exploratorias de Reagan con el objetivo de calmar la oposición de los demócratas, y demostrar que se estaban produciendo cambios democráticos en El Salvador, aunque esto era evidentemente una fachada política para incrementar la ayuda militar al Ejército.

Para 1983 la comandancia del FMLN informó que mantenía el control de la quinta parte del país.

Se produjo, entonces, una dualidad de poderes a nivel territorial: la guerrilla era fuerte en el campo, mientras el ejército lograba mantener el control en los centros urbanos.

El gobierno de Napoleón Duarte

Esta situación permitió la realización de las elecciones de 1984. Los grandes competidores fueron el fascista Roberto Dabuisson, fundador del partido Alianza Republicana Nacionalista (ARENA), y el democristiano José Napoleon Duarte, siendo electo en segunda vuelta este último. José Napoleon Duarte gozaba de mucho prestigio político en la clase media.

Duarte había ganado las elecciones en 1972, como candidato de la Unión Nacional Opositora (UNO), pero un fraude electoral colocó en la presidencia al coronel Arturo Armando Molina. También había sido miembro de la Junta Revolucionaria de Gobierno (1979-1982), tras el derrocamiento del general Carlos Humberto Romero.

A pesar de la sangrienta guerra civil, Duarte fue el primer presidente “civil” de El Salvador, electo democráticamente, desde la represión desatada por el General Maximiliano Hernández Martínez en 1931.

Durante más de cincuenta años, las dictaduras militares fueron los gobiernos preferidos del imperialismo y la oligarquía. Con esta careta civilista, el gobierno de Duarte desarrolló una estrategia contra insurgente basada en el asistencialismo social, construcción de escuelas, campañas de salud, combinado con el fortalecimiento de la capacidad militar del Ejército, así como el desarrollo de una política de democratización, pacificación y negociación política con la guerrilla del FMLN.

Dentro de esta política de negociación, el 15 de Octubre de 1984 se produjo la primera negociación directa entre el FMLN y el gobierno salvadoreño, en La Palma, departamento de Chalatenango. Duarte planteo la necesidad del desarme de la guerrilla y su participación en el proceso electoral. Por su parte, el FMLN planteó un programa de 29 puntos necesarios para la democratización. Las negociaciones se estancaron y se reanudaron en Ayagualo, departamento de la Libertad, el 30 de noviembre de 1984. En esa reunión se produjo un solo acuerdo: continuar negociando.

En el periodo 1979-1987 el Ejército pasó de 10.000 a 56.000 soldados. El gobierno de Estados Unidos proporcionó ayuda militar y económica equivalentes a un millón de dólares diarios. El gasto en defensa llegó en estos años a abarcar el 40% del presupuesto nacional.

El statu quo

La contraofensiva política y militar iniciada por la administración Reagan en 1981 ocasionó importantes derrotas parciales y suplementarios sacrificios a las masas en lucha. Sin embargo, a pesar de los golpes y derrotas que el imperialismo yanqui logró asestar al movimiento obrero y popular en El Salvador, y de las constantes ofensivas del Ejército contra los bastiones de la guerrilla, el FMLN continuó ejerciendo el control de la mitad del territorio de ese país.

Se mantuvo la situación de doble poder territorial, estallaron huelgas salvajes con ocupación de fábricas y edificios, resurgieron las manifestaciones obreras y populares en las principales ciudades de El Salvador, colocando nuevamente a la vanguardia de la lucha antiimperialista a la clase obrera industrial, que rápidamente se recuperaba de los estragos del terror fascista.

En todo este período, el imperialismo obtuvo triunfos importantes: convocó a elecciones en El Salvador imponiendo el gobierno de Duarte; logró el “recambio pacífico” en Guatemala con el gobierno de Vinicio Cerezo; en Honduras renovó el juego democrático burgués en donde salió electo Azcona Hoyos; en Costa Rica salio electo Oscar Arias. En esta feroz lucha entre revolución en curso y contrarrevolución imperialista, las masas nicaragüenses y salvadoreñas jugaron un rol de vanguardia, el resistir los embates del ejercito contra y del Ejercito salvadoreño.

Desde el fracaso de la ofensiva guerrillera del FMLN en 1980 hasta finales del año 1985, se estableció en la región centroamericana un encarnizado combate entre revolución en curso y contrarrevolución imperialista, que dio como resultado temporal el establecimiento de un “statu quo”, un período en que la contrarrevolución imperialista no pudo inflingir derrotas históricas a las masas en lucha, ni la Revolución en curso logró repetir triunfos colosales como el ocurrido en Nicaragua el 19 de Julio de 1979.

Este “equilibrio”, obviamente, fue muy dinámico ya que tanto la Revolución como la contrarrevolución imperialista, trataron de romperlo a su favor. No se trató de un “equilibrio” acordado en la mesa de negociaciones, sino que resultó de la correlación de fuerzas que uno y otro bando establecieron en el campo de la lucha de clases.

No debe creerse se que el FMLN abandono completamente las ciudades, sino que fue forzado a replegarse en el campo, disminuyendo su actividad militar en los centros urbanos. La presión militar ejercida por el gobierno de Duarte, obligó al FMLN a revisar sus tácticas militares. A partir de 1984 el FMLN comprendió el valor estratégico de las ciudades como la retaguardia de la política de contra insurgencia, y reinició las labores de hostigamiento.

La Cumbre de “Costa del Sol”

Para 1988 la guerra civil se desarrolla en 10 de los 12 departamentos de El Salvador. Como era de esperarse, en las elecciones legislativas de 1988, ARENA obtuvo la mayoría, y en marzo de 1989 ganó la presidencia a través de la candidatura de Alfredo Cristiani. EL FMLN intento vanamente aplazar el proceso electoral. Bajo la presidencia de Cristina continuó la política de presión militar y negociaciones diplomáticas para acorralar al FMLN.

Parte de estas presiones fue la realización de la cumbre de presidentes centroamericanos, el 8 y 9 de Febrero de 1989, en El Salvador, previa reunión de trabajo los cancilleres en Managua. El principal objetivo de esta Cumbre, que debió realizarse en Enero, era obligar al gobierno sandinista a aplicar totalmente el Plan aprobado en Esquipulas II, abandonado a su propia suerte al FMLN.

Después de salvar muchas contradicciones, en esa reunión se revitalizó el Plan de Esquipulas II.

El FSLN tenía dificultades para obtener el apoyo de sus antiguos aliados. Carlos Andrés Pérez, ejerciendo un segundo mandato presidencial en Venezuela, presionaba “amigablemente” al FSLN a cumplir con Esquipulas II.

Los Acuerdos de “Costa del Sol”, constituyeron la prolongación y superación de los acuerdos de Esquipulas II, Alajuela y Sapoá. En esa reunión, el Presidente Daniel Ortega se comprometió a reformar la Constitución, la Ley Electoral, a integrar el Consejo Supremo Electoral (CSE) con representación “equilibrada” de todos los partidos políticos, a convocar anticipadamente a elecciones generales, municipales y de Parlamento Centroamericano, a más tardar el 25 de Febrero de 1990. El gobierno sandinista aceptó la supervisión del proceso electoral, por parte de una Comisión Especial de la OEA y la ONU.

Los presidentes centroamericanos hicieron un llamado “a todos los sectores y, en especial a los movimientos insurreccionales y fuerzas irregulares que actúan en el área a que se incorporen a los procesos políticos constitucionales de cada país. En este sentido formulan un llamamiento a todos los sectores salvadoreños a participar en las próximas elecciones”, en las que salió electo Alfredo Cristiani por ARENA. Con ello, la suerte del FMLN quedó sellada.

Los resultados de la Cumbre de El Salvador significaron una calendarización o concretización de los acuerdos de Esquipulas II. Lo mas graves fue que el gobierno sandinista, acosado por la guerra y la crisis económica, se comprometió a aplicarlos de manera unilateral. La famosa “simultaneidad” exigida durante tanto tiempo por los diplomáticos nicaragüenses, en el sentido de que la guerra civil en Nicaragua debía resolverse al mismo tiempo que en El Salvador, quedó en el cesto de la basura. En esa reunión, el gobierno sandinista no solo hizo graves concesiones políticas sino que fue más allá al comprometerse a contribuir a la pacificación de El Salvador.

En el transcurso de la guerra civil, el FMLN tuvo su retaguardia en Nicaragua. Los hospitales, el avituallamiento y la logística militar provenía fundamentalmente del ejército nicaragüense, que alimentaba a la guerrilla del FMLN con el objetivo de obligar al imperialismo norteamericano a negociar el desmantelamiento de la contra, a cambio de “forzar” al FMLN a entrar al juego democrático. Los comandantes sandinistas no tuvieron una posición consecuente, sino que el apoyo militar clandestino al FMLN siempre fue en base a un frió calculo político de mantener un peón sacrificable en la mesa regional de negociaciones.

El gobierno sandinista terminó aceptando en los hechos y a regañadientes la teoría de Reagan sobre la “simetría” entre el FMLN y el ejercito contra.

El FSLN acepto canjear a la pujante guerrilla del FMLN por el desarme del ejercito contra. Al perder el poder el FSLN en 1990, se redujo considerablemente la retaguardia del FMLN. El derrumbe de la URSS, le inicio del “periodo especial” en Cuba, redujeron aun mas las fuentes de avituallamiento. Con Esquipulas II no solo se decidió la suerte de Nicaragua, sino que el hundimiento de la revolución sandinista de 1979 arrastró tambien al FMLN.

La “ofensiva final”

En septiembre de 1989, el gobierno de Cristiani llegó a un acuerdo con el FMLN en México para solicitar la mediación de la ONU en el proceso de negociación de la paz. Para reforzar su posición en la mesa de negociaciones, el FMLN realizó una “ofensiva final” en Noviembre de 1989, llegando a librar combates en el centro de San Salvador.

Esta “ofensiva final” se produjo en el marco de un increíble reanimamiento del movimiento obrero, el cual comenzó a realizar huelgas y luchas callejeras, a pesar del terror fascista desatado por las bandas de ARENA. En esa coyuntura fue dinamitada la sede de FENASTRAS, una gran confederación sindical, con el objetivo de atemorizar a la clase obrera. Extrañamente, el FMLN levantó la consigna de sacar del gobierno a los fascistas que no querían la negociación. En realidad, no se podía derrocar a un gobierno por la mitad. Pero la “ofensiva final” no fue impulsada por el FMLN para derrocar al gobierno de Cristiani, sino para negociar con el.

En diciembre de ese mismo año, cada quien por su lado, el gobierno de El Salvador, así como el FMLN, solicitaron al Secretario General de las Naciones Unidas, Javier Pérez de Cuellar, que les ayude en la búsqueda de la paz. Pérez de Cuellar nombró a Alvaro De Soto para conducir las negociaciones políticas que duraron dos años (Enero de 1990 – Enero de 1992).

Las negociaciones políticas

Después de la firma de varios acuerdos en Ginebra, Suiza, el 4 de abril de 1990, en Caracas, Venezuela, el 21 de mayo de 1990, y en San José de Costa Rica, el 26 de julio de 1990, el Consejo de Seguridad de la ONU, mediante la Resolución 693 del año 1991, creó ONUSAL, con la misión de verificar el cumplimiento de todos los acuerdos políticos pactados entre el gobierno de El Salvador y el FMLN.

Las negociaciones decisivas se realizaron en México, el 27 de abril de 1991. En una carrera contra el tiempo, el gobierno de Cristiani le presentó a la Asamblea Legislativa un proyecto de reforma de 24 artículos de la Constitución y 3 disposiciones transitorias. La materialización de los acuerdo de paz incluía, entre otros aspectos, la creación de la Policía Nacional Civil (PNC), como un cuerpo de “naturaleza civil”, separado del Ejercito, la que fue creada mediante 729 del 14 de enero de 1992. La creación de un organismo de inteligencia del Estado independiente del Ejercito, la reestructuración de las fuerzas armadas, la reorganización del poder judicial, la desaparición de los organismos paramilitares, el fin del reclutamiento forzoso, la creación de la Procuraduría de los Derechos Humanos , la creación del Tribunal Supremo Electoral, con participación de todos los partidos políticos, y al formación de una “Comisión de la Verdad”.

Ante la resistencia de las fuerzas asesinas que permanecían en el gobierno, al final se formo la “Comisión Nacional para la Consolidación de la Paz” (COPAZ), que incluyó a delegados de ambas partes, de los Partidos y Coaliciones presentes en la Asamblea Legislativa, y a observadores de la Iglesia y de la ONU.

La última ronda de negociaciones entre el gobierno de Cristiani se produjo en la ruta México y New York. Con el asesoramiento de los cancilleres de Estados Unidos y de la Unión Soviética los textos finales quedaron redactados el 31 de diciembre de 1991, y se acordó que la firma se realizaría en el castillo de Chapultepec, México, el 16 de enero de 1992.

El Ejército se concentró en 100 cuarteles de los 14 departamentos, y el FMLN se concentró en 50 puntos, y la entrega de las armas se produjo.

En condiciones de paz, el Ejército redujo el número de sus efectivos de 60,000 a 30.000 hombres. El Consejo de Seguridad de la ONU amplió el mandato de ONUSAL hasta abril de 1995.

La nueva democracia neoliberal

A diferencia de Nicaragua, donde el FSLN destruyo a la Guardia Nacional y obtuvo una victoria completa, construyendo sus propias fuerzas armadas que le permitieron sobrevivir a la agresión imperialista y la guerra civil, en El Salvador no ocurrió lo mismo.

El Ejército de El Salvador se mantuvo intacto, la oligarquía salvadoreña nunca perdió el control de la situación. La creación de la PNC y la disolución de los cuerpos para militares no fue una gran conquista, sino una garantía mínima del juego político.

Los grandes vencedores de la guerra civil fueron el imperialismo norteamericano y los fascistas de ARENA, que ahora han cambiado el ropaje y de discurso.

ARENA lleva 18 años en el poder y cuatro gobiernos consecutivos: Alfredo Cristiani (1989- 1994), Armando Calderón Sol (1994 – 1999 ), Francisco Flores (1999- 2004) y Antonio Elías Saca (2004-2009).

La transformación del FMLN, de ser una organización guerrillera a convertirse en un partido reformista electoral, así como su evolución política, sus diferentes fraccionamientos, y el control que llegó a ejercer la corriente del PCS liderada por Shafick Handal, por su importancia merece un análisis aparte.

Aunque el FMLN ha venido progresivamente aumentando su caudal electoral, originando un sistema bipartidista, por medio del cual comparte los principales cargos públicos con el partido de gobierno, también ha venido modificando su discurso en aras de conformar una amplia alianza electoral que le permita acceder al gobierno por la vía electoral.

La joven vanguardia revolucionaria salvadoreña debe estudiar y aprender las duras lecciones del periodo anterior.