Los sueños de la derecha y las realidades de la lucha de clases en El Salvador

La portada de este último domingo de mayo de El Diario de Hoy es sintomática y reveladora: El 62% avala que Funes se distancie del FMLN. Los sueños de la derecha más conservadora se convierten por el arte de la magia del medio impreso, en las opiniones mayoritarias de la población encuestada en el último sondeo realizado por EDH. Dime lo que lees y te diré quien eres. La Prensa grafica prefirió orientar su aguijón en contra de la PNC.

El Diario de Hoy y La Prensa Gráfica, de orientación más centrista, son los dos principales periódicos del país, y diariamente descargan en sus páginas su cargamento ideológico, derivado de su claro alineamiento político en la derecha. Toda información va impregnada del respectivo veneno aunque pretendan cobijarse bajo una supuesta neutralidad. Se calcula que el Diario de Hoy posee una circulación de 65.896 ejemplares durante la semana y 84.516 los domingos; y La Prensa Gráfica con una tirada de 56.279 ejemplares durante la semana y 83.355 los domingos.

El Diario de Hoy presenta su opinión política encubierta bajo el maquillaje de una “neutral” encuesta de opinión. Son lo sueños y deseos de la derecha. La elegancia no les permitiría decirnos crudamente que se trata de su última campaña política partidaria. Y para curarse en salud, nos explican que la Encuesta fue realizada por JBS Opinión Publica para EDH. La encuesta se paso a nivel nacional y tiene un nivel de confianza del 95.5% y un margen de error de más o menos 2.9%. El total de entrevistas fue de 1206 personas en los hogares de los entrevistados. El trabajo de campo se hizo del 12 al 16 de mayo.
Según el 63% de los encuestados existe entre Funes y el FMLN “una relación de confrontación.”Mientras el 29% considera que es “una relación de entendimiento.” Con relación a la toma de decisiones de Funes contrarias a las posiciones del FMLN, un 62% estuvo de acuerdo mientras que un 36% no estuvo de acuerdo. Donde se percibe con mayor fuerza el enfrentamiento es en el occidente del país con 63.5%, le sigue el centro con 62.2% y el oriente con 59.3%.

Según la encuesta son los hombres y los jóvenes los que perciben mayoritariamente que hay una relación de confrontación. Y son sectores urbanos más que rurales los que comparten esta opinión. La renuncia del ministro del MAG, Manuel Sevilla “selló su primer año al frente del Ejecutivo.” Enumera como enfrentamientos. 1. “la eliminación d e la cuota fija de la telefonía.” 2. El Registro Nacional de las Personas Naturales, RNPN 3. La adhesión al ALBA
Reconoce el articulo que: “sin embargo los ciudadanos guardan la esperanza de que tanto el gobernante como el partido oficial lleguen finalmente a un entendimiento político.” El 59% contesto que llegaran Funes y el FMLN a un entendimiento, mientras que solo el 34% dice que se romperán las relaciones. Muestran este optimismo los jóvenes (entre 18 y 25 años) en un 62%, seguidos por los mayores de 50 años (60.6%).El mayor porcentaje de quienes creen que habrá ruptura esta entre los 30 y los 39 años.
Por su parte, la Prensa Gráfica nos presenta una interesante nota este domingo con las opiniones de destacados empresarios El artículo se titula Gobierno FMLN no genera confianza a empresarios. Nos presenta siete entrevistas. La entrada es la siguiente:

“El empresariado salvadoreño expresó que el gobierno del FMLN no le ha generado confianza para seguir invirtiendo en el país, porque considera que la administración del presidente Mauricio Funes no ha sabido propiciar un clima de seguridad para la inversión privada.” Y a continuación se presentan las opiniones:

“Roberto Murray Meza, presidente de Grupo AGRISAL, señaló que en el país “hay mucha desilusión e insatisfacción” en el tema de empleos, en tema de seguridad, en tema de costo de la vida y en tema de asistencia social. Señala que este gobierno “se quedó corto” ante todas las promesas que hizo durante la campaña.”

Ricardo Poma, presidente de Grupo Roble: “El nivel de delincuencia, el nivel de criminalidad es algo que le está afectando a todos los salvadoreños. El problema es un problema muy serio que afecta mucho la confianza que tienen los pequeños y medianos empresarios para invertir y si no hay inversión, no hay empleo”, subrayó Poma.

El presidente de la empresa Philip Morris, Jorge Zablah Touché: “Se ven síntomas de recuperación en Guatemala, se ven en Honduras y no se están viendo aquí, y es precisamente porque no estamos oyendo a los gremios empresariales que son los que están diciendo que es lo que se tiene que hacer.”

Ricardo Simán: El sector empresarial siente que hay muchas acciones que están perjudicando al país y que se necesitan acciones concretas en contra de la delincuencia para dar confianza”, dijo y pidió al Gobierno ser más enérgico en las acciones contra la delincuencia.

Pasando de la derecha económica a la derecha política, encontramos la posición oficial de ARENA en boca de su Presidente Lic. Alfredo Cristiani. Inicio comentando que
“entre 2007 y 2008 se consolido un extraño matrimonio entre Mauricio Funes, sus amigos y el FMLN.”

Agrego que “durante un año los salvadoreños hemos estado viviendo como aquel pacto entre el FMLN y Mauricio Funes se transforma en un gobierno desorientado, conflictivo e incapaz de afrontar los problemas mas serios del país, como son la delincuencia, el alto costo de la vida y la generación de empleos…en estos doce meses hemos visto un enorme freno ala inversión, nacional y extranjera, un estancamiento económico sin precedentes y un fenómeno de violencia social que ha sobrepasado todas las características.”

Indica Cristiani que “en lugar de asumir su responsabilidad, el FMLN pretende que los salvadoreños que votaron sobre su bandera el año pasado crean que no son ellos los causantes del descalabro gubernamental que estamos viviendo, el FMLN quiere montar, sobre el fraude de su mal gobierno, el fraude d que ahora son la oposición.”

Este lunes 24, la Prensa Grafica nos regala un artículo de Claudio Rosa, personaje vinculado a la burguesía financiera. Se titula FMLN. Un año de desilusión e incapacidad. Es muy interesante e ilustrativo. De entrada plantea que

“El primer año de Gobierno del FMLN, encabezado por el presidente Mauricio Funes, ha sido desilusionante: el país navega sin rumbo, la economía no crece y hay una creciente angustia en la población por la falta de empleos, el aumento desmedido del agua, energía y otros bienes de la canasta básica y una delincuencia agobiante que ha vestido de luto y dolor a numerosas familias. En medio de esta crítica situación, no hay Gobierno ni liderazgo, porque el presidente debe invertir gran parte de su tiempo y energías en contener a su partido, el FMLN, que tiene gran habilidad para ser oposición, criticar y descalificar, pero total “incapacidad para proponer y gobernar”.
Y va enumerando las promesas del FMLN y evaluando su cumplimiento. Y concluye que “El gobierno del FMLN enfrenta un gran desafío para revertir esta pobre imagen este otro año.”
Por su parte, el Diario de Hoy señala que “la inseguridad en las calles y en los hogares sigue siendo el principal problema que abate a los salvadoreños. La encuesta realizada por la firma JBS Opinión Pública para El Diario de Hoy no sólo revela que es la mayor angustia de los ciudadanos en lo que va del primer año de gobierno de Mauricio Funes, sino que además ha empeorado.”
Comentario
La derecha salvadoreña cumple religiosamente el milenario ritual de la lucha ideológica, el territorio más agreste y a la vez sutil de la lucha de clases, practicada por los sacerdotes que defendían a los pipiltines en contra de los macehualtines en las aldeas indígenas de nuestro pasado remoto. Los instrumentos han cambiado, la computadora portátil reemplazo a los juegos de plumas y las caracolas. Pero la función es la misma, defender los intereses de las clases dominantes, legitimando la opresión.

Roberto Pineda, docente de la Universidad de El Salvador

Repudian decisión de Alcalde Quijano de cambiarle nombre al Boulevard Venezuela

SAN SALVADOR, 24 de mayo de 2010 (SIEP) Diversos sectores de la sociedad civil se manifestaron este día en contra de la arbitraria decisión del Alcalde Dr. Norman Quijano, de cambiarle nombre al Boulevard Venezuela, que recorre el sur de esta ciudad, de oriente a occidente.

Quijano, del derrotado partido derechista ARENA, tomo esta decisión alegando que se estará rindiendo tributo a un diplomático salvadoreño que durante la Segunda Guerra Mundial logró salvar a centenares de judíos. Es evidente para la ciudadanía que esto es solo una excusa, dado los antecedentes fascistas de este partido político.

El Rev. Roberto Pineda, de la Iglesia Luterana Popular, expresó indignado que “no vamos a permitir que esto se realice, y si se atreven a hacerlo, se va generar un mayor repudio de la población capitalina. Es una medida nacida del odio enfermizo que siente hacia este pueblo hermano, por os avances de su revolución bolivariana.”

Por su parte, la Licda. Xiomara Rodríguez, de la Asociación Cristiana de Jóvenes, ACJ, indicó que “es ridículo que Norman este pensando eso, que este decidiendo sin ningún tipo de consulta ciudadana, es un hecho repudiable, es un insulto para nuestro país, debe de repensarlo…”

Asimismo, la Licda. María Isabel Villegas, del Foro de ONG en Lucha contra el VIH-SIDA dijo que “este medida es un acto de agresión contra un pueblo hermano, que ha sido muy generoso con nosotros cuando hemos tenido dificultades, y al cual le tenemos mucho cariño y admiración. Es irracional…”

Finalmente, el Lic. Guillermo Campos, docente de la Universidad de El salvador hizo un llamado a que “iniciemos una campaña de firmas y de llamadas telefónicas en contra del cambio de nombre del Boulevard Venezuela. Es una decisión inconsulta y arrebatada, le duele Venezuela, le duele Hugo Chávez.”

Junta Mundial de ONUSIDA visita alcaldía de Aguilares

AGUILARES, 12 de mayo de 2010 (SIEP) “El contar con una Política Municipal de Prevención del VIH-SIDA nos ha ayudado mucho para enfrentar este flagelo…” expreso esta mañana el Alcalde de esta ciudad, Dr. Wilfredo Peña a la Junta Directiva de ONUSIDA.

El Concejo Municipal de Aguilares aprobó en el 2008 una Política de Prevención del VIH-SIDA, la cual fue elaborada con la participación de la Asociación Cristiana de Jóvenes, ACJ. Aguilares, a 40 kilómetros al norte de la capital, es el único municipio en El Salvador que cuenta con una política de este tipo.

La delegación de ONUSIDA visita El Salvador con el propósito de conocer proyectos exitosos para prevenir el VIH-SIDA y públicamente felicitó al Alcalde Peña por este esfuerzo, al que identifican internacionalmente como muy exitoso.

En la actividad hicieron uso de la palabra Alcalde Peña, que explicó a la delegación sobre datos epidemiológicos y necesidades del municipio; la Lic. María Isabel Villegas, sobre el proceso de construcción de la Política Municipal; Cesar Nuñez, representante regional de ONUSIDA, la joven Wendy Martínez, la señora María de la Paz Jovel.

Asistieron a la actividad el Concejal Wilfredo Marroquín, la Lic. Xiomara Rodríguez, directora ejecutiva de la ACJ y el Sr. Oscar Andrade, representante regional del Servicio Mundial Judío-Americano, institución que financio la realización de la Política Municipal. Asimismo el Director dela casa de la Juventud presento una exposición de fotografías y un concierto de Música Andina.

La presidente de ONUSIDA, Embajadora Marijke Wijnroks expreso que “nos sentimos muy alegres que este municipio ha sabido tomar las medidas adecuadas para enfrentar al VIH-SIDA. Ustedes son un ejemplo a nivel internacional y por eso los estamos visitando. Gracias por recibirnos, su ciudad es muy bonita…”

La delegación de 25 personas, de distintas partes del mundo, entre estas África, Tailandia, Polonia, Canadá, Ecuador y Suiza, estaba acompañada también por la Coordinadora Residente de las Naciones Unidas en El Salvador, Jesica Faieta.

Lysenko: La teoría materialista de la evolución en la URSS

Lysenko: La teoría materialista de la evolución en la URSS (I)
Domingo 10 de enero de 2010 por CEPRID
Juan Manuel Olarieta Alberdi

MADASREVISTA CRÍTICA DE CIENCIAS SOCIALES Y JURÍDICAS

«El hombre está condenado a agotar todos los errores posibles antes de reconocer una verdad»

Lamarck, Filosofía zoológica

Caza de brujas en la biología

En agosto de 1948, hace poco más de 60 años, el presidente de la Academia Lenin de Ciencias Agrícolas de la URSS, T.D.Lysenko (1898-1976), leía un informe ante más de 700 científicos soviéticos de todas las especialidades que desencadenó una de las más formidables campañas de linchamiento propagandístico de la guerra fría, lo cual no dejaba de resultar extraño, tratándose de un acto científico y de que nadie conocía a Lysenko fuera de su país.

Sucedió que Lysenko fue extraído de un contexto científico en el que había surgido de manera polémica para sentarlo junto al Plan Marshall, Bretton Woods, la OTAN y la bomba atómica. Después de la obra de Frances S.Saunders (1) hoy tenemos la certeza de lo que siempre habíamos sospechado: hasta qué punto la cultura fue manipulada en la posguerra por los servicios militares de inteligencia de Estados Unidos. Pero no sólo la cultura. Si se podía reconducir la evolución de un arte milenario, como la pintura, una ciencia reciente como la genética se prestaba más fácilmente para acoger los mensajes subliminales de la Casa Blanca. Lysenko no era conocido fuera de la URSS hasta que la guerra sicológica desató una leyenda fantástica que aún no ha terminado y que se alimenta a sí misma, reproduciendo sus mismos términos de un autor a otro, porque no hay nada nuevo que decir: “historia terminada” concluye Althusser (2). Es el ansiado fin de la historia y, por supuesto, es una vía muerta para la ciencia porque la ciencia y Lysenko se dan la espalda. No hay nada más que aportar a este asunto.

O quizá sí; quizá haya que recordar periódicamente las malas influencias que ejerce “la política” sobre la ciencia, y el mejor ejemplo de eso es Lysenko: “La palabra lysenkismo ha acabado simbolizando las consecuencias desastrosas de poner la ciencia al servicio de la ideología política”, aseguran los diccionarios especializados (3). Pretenden aparentar que lo suyo es ciencia “pura” y que todo lo demás, todo lo que no sea ciencia “pura”, conduce al desastre. En consecuencia, hay que dejar la ciencia en manos de los científicos. En este juego oportunista a unos efectos “la política” nada tiene que ver con la ciencia y a otros interesa confundir de plano; depende del asunto y, en consecuencia, la dicotomía se presta a la manipulación. Así sigue la cuestión, como si se tratara de un asunto “político”, y sólo puede ser polémico si es político porque sobre ciencia no se discute. Un participante en el debate de entonces, el biólogo francés Jean Rostand, escribió al respecto: “Expresiones apasionadas no se habían dado nunca hasta entonces en las discusiones intelectuales” (4). Uno no puede dejar de mostrar su estupor ante tamañas afirmaciones, sobre todo en un científico que ignora los datos más elementales de la historia de la ciencia desde Tales de Mileto hasta el día de hoy. Ese recorrido en el tiempo mostraría que el pasado y el presente de la ciencia está preñado de acerbas polémicas, muchas de las cuales acabaron en la hoguera. No es ninguna paradoja: los estrategas de guerra sicológica que en 1948 trasladaron el decorado del escenario desde la ciencia a la política fueron los mismos que protestan contra la politización de la ciencia, entre los que destaca Rostand.

Tampoco es ninguna paradoja: Lysenko aparece como el linchador cuando es el único linchado. La manipulación del “asunto Lysenko” se utilizó entonces como un ejemplo del atraso de las ciencias en la URSS, contundentemente desmentido –por si hacía falta- al año siguiente con el lanzamiento de la primera bomba atómica, lo cual dio una vuelta de tuerca al significado último de la propaganda: a partir de entonces había que hablar de cómo los comunistas imponen un modo de pensar incluso a los mismos científicos con teorías supuestamente aberrantes. Como los jueces, los científicos también aspiran a que nadie se meta en sus asuntos, que son materia reservada contra los intrusos, máxime si éstos son ajenos a la disciplina de que se trata. Cuando en 1948 George Bernard Shaw publicó un artículo en el Saturday Review of Literature apoyando a Lysenko, le respondió inmediatamente el genetista Hermann J.Muller quien, aparte de subrayar que Shaw no sabía de genética, decía que tampoco convenía fatigar al público con explicaciones propias de especialistas (5). Dejemos nuestra salud en manos de los médicos, nuestro dinero en manos de los contables, nuestra conciencia en manos de los sicólogos… y nuestra vida en manos de los biólogos. Ellos saben lo que nosotros ignoramos y nunca seremos capaces de comprender. La ciencia es un arcano, tiene algo misterioso, reservado sólo para iniciados.

Más de medio siglo después lo que concierne a Lysenko es un paradigma de pensamiento único y unificador. No admite controversia posible, de modo que sólo cabe reproducir, generación tras generación, las mismas instrucciones de la guerra fría. Así, lo que empezó como polémica ha acabado como consigna monocorde. Aún hoy en toda buena campaña anticomunista nunca puede faltar una alusión tópica al agrónomo soviético (6). En todo lo que concierne a la URSS se siguen presentando las cosas de una manera uniforme, fruto de un supuesto “monolitismo” que allá habría imperado, impuesto de una manera artificial y arbitraria. Expresiones como “dogmática” y “escolástica” tienen que ir asociadas a cualquier exposición canónica del estado del saber en la URSS. Sin embargo, el informe de Lysenko a la Academia resumía más de 20 años de áspera lucha ideológica acerca de la biología, lucha que no se circunscribía al campo científico sino también al ideológico, económico y político y que se entabló también en el interior del Partido bolchevique.

El radio de acción de aquella polémica tampoco se limitaba a la genética, sino a otras ciencias igualmente “prohibidas” como la cibernética. Desbordó las fronteras soviéticas y tuvo su reflejo en Francia, dentro de la ofensiva del imperialismo propio de la guerra fría, muy poco tiempo después de que los comunistas fueran expulsados del gobierno de coalición de la posguerra. Aunque Rostand –y otros como él- quisieran olvidarse de ellas, la biología es una especialidad científica que en todo el mundo conoce posiciones encontradas desde las publicaciones de Darwin a mediados del siglo XIX. Un repaso superficial de los debates suscitados por el darwinismo en España demostraría, además, que no se trataba de una discusión científica, sino política y religiosa. En los discursos de apertura de los cursos académicos, los rectores de las universidades españolas nunca dejaron de arremeter contra la teoría de la evolución (7), buena prueba de las dificultades que ha experimentado la ciencia para entrar en las aulas españolas y de las fuerzas sociales, políticas y religiosas empeñadas en impedirlo. El darwinismo no llegó a España a través de la universidad sino a través de la prensa y en guerra contra la universidad, un fortín del más negro oscurantismo. Se pudo empezar a conocer a Darwin gracias a la “gloriosa” revolución de 1868, es decir, gracias a “la política”, y se volvió a sumir en las tinieblas gracias a otra “política”, a la contrarrevolución desatada en 1875, fecha en la que desde su ministerio el marqués de Orovio fulminó la libertad de cátedra para evitar la difusión de nociones ajenas al evangelio católico (8). Los evolucionistas fueron a la cárcel y 37 catedráticos fueron despedidos de la universidad y convenientemente reemplazados por otros; el evolucionismo pasó a la clandestinidad, al periódico, la octavilla y el folleto apócrifo que circulaba de mano en mano, pregonado por las fuerzas políticas más avanzadas de la sociedad: republicanos, socialistas, anarquistas…

La biología es una fábrica de las más variadas suertes de ideologías que, o bien nacen en “la política” y se extienden luego a la naturaleza, o bien nacen en la naturaleza y se extienden luego a “la política”. El mismo darwinismo no es, en parte, más que la extensión a la naturaleza de unas leyes inventadas por Malthus para ser aplicadas a las sociedades humanas o, por decirlo en palabras de Engels, “la más abierta declaración de guerra de la burguesía contra el proletariado” (9). La patraña que se autodenomina a sí misma como “sociobiología” es más de lo mismo, buena prueba de que hay disciplinas científicas con licencia para fantasear y detectar las mutaciones genéticas que propiciaron la caída del imperio romano. Es lo que tiene la sobreabundancia de “información”, en donde lo más frecuente es confundir un libro sobre ciencia con la ciencia misma, lo que los científicos hacen, con lo que dicen, creen o imaginan. Desde su aparición en 1967, el libro de Desmond Morris “El mono desnudo” ha vendido más de doce millones de ejemplares. En todo el mundo, para muchas personas es su única fuente de “información” sobre la evolución, hoy sustituida por otras de parecido nivel, como “El gen egoísta”. Hay un subgénero literario biológico como hay otro cinematográfico, empezando por “King Kong” o “Cuando los dinosaurios dominaban la Tierra” y acabando por “Parque Jurásico”. En muchas ciudades hay zoológicos, jardines botánicos y museos de historia natural que forman parte habitual de las excursiones de los escolares. Gran parte de los documentales televisivos versan sobre la fauna, la flora y la evolución, y en los hogares pueden fallar los libros de física o de filosofía, pero son mucho más frecuentes los relativos a la naturaleza, las mascotas, los champiñones o los bosques. Asuntos como la vida, la muerte o la salud convocan a un auditorio mucho más amplio que los agujeros negros del espacio cósmico. Cuando hablamos de biología es imposible dejar de pensar que es de nosotros mismos de lo que estamos hablando, y somos los máximos interesados en nuestros propios asuntos. El evolucionismo tiene poderosas resistencias y enfrentamientos provenientes del cristianismo. En 1893 la encíclica Providentissimus Deus prohibió la teoría de la evolución a los católicos. Un siglo después, en 2000, Francis Collins y los demás secuenciadores del genoma humano se hicieron la foto con Bill Clinton, presidente de Estados Unidos a la sazón, para celebrar el que ha sido calificado como el mayor descubrimiento científico de la historia de la humanidad. Era una de las tantas mentiras científicas que encontramos, porque el genoma humano aún no se ha secuenciado íntegramente (10), pero no importaba: las imágenes del fraude mediático recorrieron el mundo entero en la portada de todos los medios de comunicación. Aquello nada tenía que ver con la maldita política, o al menos los genetistas no protestaron por ello. Presentarse en la foto con Clinton no es “política” y hacer lo mismo con Stalin sí lo es. En 2001 le otorgaron a Collins el Premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica. El título de un reciente libro suyo en inglés es “El lenguaje de Dios”, en castellano “¿Cómo habla Dios?” y el subtítulo es aún más claro: “La evidencia científica de la fe” (10b). Este científico confiesa que el genoma humano no es más que el lenguaje de dios, que tras descifrarlo, por fin, somos capaces de comprender por vez primera. En una entrevista añadía lo siguiente: “Creo que Dios tuvo un plan para crear unas criaturas con las que pudiera relacionarse […] Utilizó el mecanismo de la evolución para conseguir su objetivo. Y aunque a nosotros, que estamos limitados por el tiempo, nos puede parecer que es un proceso muy largo, no fue así para Dios. Y para Dios tampoco fue un proceso al azar. Dios había planificado cómo resultaría todo al final. No había ambigüedades […] El poder estudiar, por primera vez en la historia de la humanidad, los 3 mil millones de letras del ADN humano –que considero el lenguaje de Dios– nos permite vislumbrar el inmenso poder creador de su mente. Cada descubrimiento que hacemos es para mí una oportunidad de adorar a Dios en un sentido amplio, de apreciar un poco la impresionante grandeza de su creación. También me ayuda a apreciar que los tipos de preguntas que la ciencia puede contestar tienen límites” (11). Esto sí es auténtica ciencia, no tiene nada que ver con “la política”, o al menos los genetistas tampoco alzaron la voz para protestar por tamaña instrumentalización de su disciplina. También callan cuando las multinacionales de los genes privatizan el genoma (y la naturaleza viva), patentan la vida y la llevan a un registro mercantil, es decir, la roban en provecho propio. Al fin y a la postre muchos genetistas de renombre internacional son los únicos científicos que, a la vez, son grandes capitalistas, no siendo fácil dictaminar en ellos dónde acaba el amor a la verdad y empieza el amor al dividendo.

A mediados del siglo XIX no sólo se publica “El origen de las especies” sino también “La desigualdad de las razas” de Gobineau y las teorías del superhombre de Nietzche. Junto a la ciencia aparece la ideología, ésta pretende aparecer con el aval de aquella y no es fácil deslindar a una de otra porque ambas emanan de la misma clase social, la burguesía, en el mismo momento histórico. Los racistas siempre dijeron que quienes se oponían a sus propuestas, se oponían también al progreso de la ciencia, que se dejaban arrastrar por sus prejuicios políticos. Ellos, incluidos los nazis, eran los científicos puros. En el siglo siguiente la entrada del capitalismo en su fase imperialista aceleró el progreso de dos ciencias de manera vertiginosa. Una de ellas fue la mecánica cuántica por la necesidad de obtener un arma mortífera capaz de imponer en todo el mundo la hegemonía de su poseedor; la otra fue la genética, que debía justificar esa hegemonía por la superioridad “natural” de una nación sobre las demás. La “sociobiología” alega que, además del “cociente intelectual” también existe el “cociente de dominación”, tan congénito como el anterior (12). El Premio Nóbel de Medicina Alexis Carrel ya lo explicaba de una manera muy clara en 1936: La separación de la población de un país libre en clases diferentes no se debe al azar ni a las convenciones sociales. Descansa sobre una sólida base biológica y sobre peculiaridades mentales de los individuos. Durante el último siglo, en los países democráticos, como los Estados Unidos y Francia, por ejemplo, cualquier hombre tenía la posibilidad de elevarse a la posición que sus capacidades le permitían ocupar. Hoy, la mayor parte de los miembros del proletariado deben su situación a la debilidad hereditaria de sus órganos y de su espíritu. Del mismo modo, los campesinos han permanecido atados a la tierra desde la Edad Media, porque poseen el valor, el juicio, la resistencia física y la falta de imaginación y de audacia que les hacen aptos para este género de vida. Estos labradores desconocidos, soldados anónimos, amantes apasionados del terruño, columna vertebral de las naciones europeas, eran, a pesar de sus magníficas cualidades, de una constitución orgánica y psicológica más débil que los barones medievales que conquistaron la tierra y la defendieron vigorosamente contra los invasores. Ya desde su origen, los siervos y los señores habían nacido siervos y señores. Hoy, los débiles no deberían ser mantenidos en la riqueza y el poder. Es imperativo que las clases sociales sean sinónimo de clases biológicas. Todo individuo debe elevarse o descender al nivel a que se ajusta la calidad de sus tejidos y de su alma. Debe ayudarse a la ascensión social de aquellos que poseen los mejores órganos y los mejores espíritus. Cada uno debe ocupar su lugar natural. Las naciones modernas se salvarán desarrollando a los fuertes. No protegiendo a los débiles (13).

En el universo cada cual ocupa el sitio que le corresponde. ¿De qué sirve rebelarse contra lo que viene determinado por la naturaleza? Sin embargo, la rebeliones se suceden. Siempre hay una minoría ruidosa que no acepta ni en la teoría ni en la práctica el “cociente de dominación” que le viene impuesto por la madre naturaleza, que no se resigna ante lo que el destino les depara. Entonces los vulgares jardineros se sublevan contra los botánicos académicos y deben ser reconducidos a su escalafón por todos los medios. Las aberrantes teorías y prácticas racistas fermentan en la ideología burguesa decadente de 1900 que, tras las experiencias de la I Internacional y la Comuna de París, era muy diferente de la que había dado lugar al surgimiento de la biología cien años antes de la mano de Lamarck. El siglo empezó con declaraciones “políticas” solemnes acerca de la igualdad de todos los seres humanos y acabó con teorías “científicas” sobre justamente lo contrario. El linchamiento desencadenado por el imperialismo contra Lysenko trató de derribar el único baluarte impuesto por la ciencia y la dialéctica materialista contra el racismo étnico y social, que había empezado como corriente pretendidamente científica y había acabado en la práctica: en los campos de concentración, la eugenesia, el apartheid, la segregación racial, las esterilizaciones forzosas y la limpieza étnica. Ciertamente no existe relación de causa a efecto; la causa del racismo no es una determinada teoría sino una determinada clase social en un determinado momento de la historia.

Tendremos ocasión de comprobar que la mecánica cuántica y la genética marcharon en paralelo en la primera mitad del siglo XX, tienen el mismo vínculo íntimo con el imperialismo y, en consecuencia, con la guerra. Pero si la instrumentalización bélica de la mecánica cuántica hiede desde un principio, la de la genética se conserva en un segundo plano, bien oculta a los ojos curiosos de “la política”, a pesar de que las primeras Convenciones de La Haya que prohibieron el uso de agentes patógenos en la guerra se aprobaron en 1899 y 1907. Sin embargo, por primera vez en la historia el ejército español gaseó a la población civil del Rif para aplastar la insurrección de 1923, provocando patologías que se han transmitido durante varias generaciones. En la siguiente década científicos al servicio del ejército colonial británico probaron el gas mostaza en cientos de soldados hindúes y pakistaníes en un cuartel militar de Rawalpindi (13b). Igualmente, el carbunco es hoy una enfermedad endémica en Zimbaue porque los colonialistas blancos bombardearon las aldeas nativas con esporas patógenas desde 1978 para impedir la liberación del país. Determinados posicionamientos en el terreno de la biología no son exclusivamente teóricos sino prácticos (económicos, bélicos) y políticos; por consiguiente, no se explican con el cómodo recurso de una ciencia “neutral”, ajena por completo al “uso” que luego terceras personas hacen de ella. Cuando se ensayó la bomba atómica en Los Álamos, Enrico Fermi estaba presente en el lugar, y en los campos de concentración unos portaban bata blanca y otros uniforme de campaña. Con frialdad, Haldane proponía en 1926 que su país renunciara a los convenios internacionales que prohibían los gases porque se trataba de un “arma basada en principios humanitarios” (13c). Otros, como Schrödinger, relacionan la selección natural con la guerra: “En condiciones más primitivas la guerra quizá pudo tener un aspecto positivo al permitir la supervivencia de la tribu más apta” (14). Así se expresaba Schrödinger en 1943, es decir, en plena guerra mundial, en condiciones ciertamente “primitivas” pero de enorme actualidad.

Desde mediados del siglo XIX la metafísica positivista ha separado el universo en apartados o compartimentos para manipularlos de manera oportunista, una veces mezclándolos y otras separándolos. Según los positivistas la ciencia nada tiene que ver con las ideologías, ni con las filosofías, ni con las guerras, ni con las políticas, ni con las economías. ¿Por qué mezclar ámbitos que son distintos? Cuando les conviene, la mezcla es (con)fusión, es decir, error. Pero sólo si la (con)fusión la cometen otros, no sus propias (con)fusiones. Por ejemplo, una de las revistas “científicas” que participó en la campaña de linchamiento fue el Bulletin of the Atomic Scientists que en junio de 1949 publicó un monográfico contra Lysenko con el título “La verdad y la libertad científica en nuestra época”. Es ocioso constatar que no se referían a Estados Unidos, donde la teoría de la evolución estaba prohibida: los censores también son los demás. No obstante, la mayor paradoja era que los mismos científicos que habían masacrado Hiroshima y Nagasaki y que deseaban volver a repetir la hazaña en la URSS, como en el caso del físico Edward Teller, redactor de la revista, tenían la desvergüenza de pontificar acerca de la verdad y la libertad, de reclamar un gobierno “mundial” que controlara el armamento atómico que sólo ellos habían fabricado… Ellos son la enfermedad y luego el remedio; juegan con todas las barajas.

Aquel monográfico “atómico” insertaba un artículo del genetista Sewall Wright que ilustra lo que venimos diciendo. Se titulaba “¿Dogma u oportunismo?” porque los expertos en intoxicación propagandística aún no sabían la mejor manera de encajar el lysenkismo, aunque mostraban cierta inclinación por el dogma… por el marxismo como dogma no por el dogma central de la genética. Por eso el rumano Buican asegura que “como la naturaleza humana, el patrimonio genético del hombre es incompatible con los dogmas del marxismo-leninismo” (15), una frase copiada de la que Sewal Wright había lanzado en la guerra fría: el suicidio de la ciencia adviértase: de toda la ciencia en la URSS tenía su origen en la “antítesis esencial entre la genética y el dogma marxista” (16). Fue uno de los hilos conductores del linchamiento repetido hasta la saciedad. No cabe duda de que lo que es dogmático no es la genética sino el marxismo, algo que Wright y Buican ni siquiera se preocupan de razonar. O lo tomas o lo dejas: los dogmáticos son los demás, los que (con)funden son los demás. Ellos lo tienen tan claro que dan por supuesto que el lector también lo debe tener igual de claro y no se merece, por lo tanto, ni una mísera explicación. Ni siquiera es necesario un acto de fe; las cosas no pueden ser de otra manera.

El oportunismo hunde sus raíces en la falta de principios de que suelen hacer gala las ideologías positivistas de origen anglosajón, ligadas también al pragmatismo y al nominalismo. Los principios son propios de fanáticos y la defensa de los mismos está aún peor considerado: intransigencia, fundamentalismo, escolástica, ortodoxia, etc. Por el contrario, ellos aplican la navaja (erróneamente atribuida a Occam) realizando una poda implacable de lo que consideran como “metafísica” y se vanaglarian del vacío que han creado, de la falta de ideas, la ineptitud teórica y el empobrecimiento del pensamiento hasta unos extremos pocas veces alcanzado. Es la bancarrota de la biología teórica, el sello indeleble de la producción literaria positivista que tiene su más clara manifestación en la campaña antilysenkista. Nada de abstracciones “metafísicas”; no se puede sacar la vista del microscopio. Cualquier debate de principios lo asimilan a una injerencia exterior y extraña: de la filosofía (materialismo dialéctico) unas veces, de la política (soviética) otras, del partido (comunista)… Cuando necesariamente cualquier debate científico conduce a los principios, los positivistas imaginan que los principios (de los demás) están al principio y que no son tales principios sino prejuicios auténticos. Ellos no quieren saber nada de tales injerencias sino que se atienen a los “hechos” y nada más que a los “hechos”. La ideología dominante, que a partir de 1945 es de origen anglosajón, no hubiera podido imponerse en todo el mundo sin esa hipócrita renuncia a la ideología, a cualquier clase de ideología. De ahí que ellos denuncien continuamente en Lysenko las alusiones al materialismo, a la dialéctica y a todo lo que consideran al margen de la ciencia “pura”. Pero su ciencia “pura” es un puro vacío; sin imponer ese vacío, el positivismo estadounidense no hubiera podido luego introducir por la puerta trasera sus absurdos postulados metafísicos, rayanos en la vulgaridad más ramplona, tanto en biología, como en sicología, en economía o en filosofía.

En biología la metafísica positivista adopta la forma de “teoría sintética”, un híbrido de mendelismo y neodarwinismo que Estados Unidos impuso a los países de su área de influencia a partir de 1945. La teoría sintética no se presenta como una corriente dentro de la genética sino como la ciencia misma de la genética, la genética por antonomasia. Es como decir que el conductismo es la sicología, el marginalismo la economía, el kantismo la filosofía y el impresionismo la pintura. Para llegar a esa conclusión previamente es necesario erradicar a la competencia, que es la tarea emprendida en 1948 por el imperialismo norteamericano para imponer su teoría sintética, lo que ha llenado la biología de herejes, de los cuales Lysenko sólo es el más famoso. A eso se refería Julian Huxley cuando hablaba de la “unidad” de la ciencia, frente a la teoría de las “dos ciencias” que otros esgrimían. La teoría sintética no es tal teoría; no es una teoría más sino que es la ciencia misma de la biología. No hay otra. Los mendelistas afirma Huxley adoptan el método científico: parten de los hechos y en base a ellos elaboran las teorías que los explican. Por el contrario, el lysenkismo no es una ciencia sino una doctrina; no parte de los hechos sino de prejuicios, de una serie de ideas preconcebidas que se superponen a ellos. Cuando los hechos no se acomodan a sus concepciones, los rechazan. Como tantos otros, Huxley no ciñe su crítica a la genética sino que la extiende a la ciencia soviética en general (17). A diferencia del dogmático, el empirista cree en la tabla rasa; como Newton, se ha convencido a sí mismo de que él no elabora hipótesis previas: se pone al microscopio con su mente en blanco, a improvisar, a ver qué pasa. Esta concepción es tan ridícula que cae por su peso y no merecería, por lo tanto, mayores comentarios.

Pero la campaña ideológica ha logrado camuflarla como si se tratara de la esencia misma del proceder científico. Más bien sucede todo lo contrario. Así, en cualquier ensayo de paleontología son muy pocos los hechos que se exponen y muchas las hipótesis que se aventuran acerca de ellos. Pero no sólo en la ciencia; cualquier faceta del comportamiento humano sigue las mismas pautas (18). Lo que diferencia a un arquitecto de una abeja que construye un panal es que el primero dibuja los planos antes que nada; lo que diferencia a un científico de un charlatán es que el primero diseña un proyecto de investigación, el Estado presenta unos presupuestos antes de gastarse el dinero público, y así sucesivamente. No sólo las hipótesis son trascendentales para la ciencia siempre lo han sido sino que su importancia es creciente a causa de la complejidad, los medios y la financiación creciente que requiere cualquier iniciativa científica. La ciencia es un proceso orientado de acumulación de conocimientos, siendo numerosos los factores que contribuyen a esa orientación que, en definitiva, es la política científica. El dinero no es más que una de ellas. Las hipótesis también desempeñan un papel decisivo en esa orientación de la investigación, que nunca es espontánea. Además, la capacidad humana de lanzar preguntas es mucho mayor que la de responderlas con una mínima solvencia científica. Al mismo tiempo, el afán de saber es insaciable, tiene horror al vacío, no admite lagunas y cuando no puede aportar una explicación fundada, la suple con conjeturas más o menos verosímiles, encadena unos argumentos con otros, etc. Pues bien, las convicciones filosóficas, las ideologías políticas, las religiones, los mitos y supersticiones contemporáneas se disfrazan bajo hipótesis, con el agravante de que la mayor parte de las veces ni siquiera se realiza de manera consciente. Esa introducción de componentes ideológicos en la ciencia no es algo necesariamente pernicioso ni necesariamente falso. La cuestión no reside ahí sino en la inconsciencia con que se lleva a cabo, engendrando modalidades peculiares de alienación en el trabajo científico, de verdadero fetichismo que en nada se diferencia del que aqueja al más vulgar de los analfabetos. El resultado es que las hipótesis aparecen como tesis, deslizándose en el interior de la ciencia un cúmulo de supuestos que muchas veces ni siquiera se formulan explícitamente y otras parecen consustanciales al “sentido común”.

Un ejemplo pertinente del camuflaje de las hipótesis como tesis es la “ley” de la población de Malthus, a pesar de lo cual se ha convertido en otro de los dogmas favoritos de la teoría sintética, su auténtica médula espinal: “La población, si no encuentra obstáculos, aumenta en progresión geométrica. Los alimentos tan sólo aumentan en progresión aritmética”. En su día Malthus no aportó prueba alguna de su “ley” y dos siglos después los malthusianos siguen sin hacerlo (18b). Como veremos, por más que se repita hasta el hartazgo, esa “ley” es completamente falsa, tanto en lo que a las sociedades humanas concierne, como a las poblaciones animales y vegetales, por lo que resulta apasionante indagar las razones por las cuales ha pasado a formar parte de las supersticiones seudocientíficas contemporáneas. Pastor de la iglesia anglicana, Malthus no sólo era un economista superficial sino un plagiario cuya obra carece de una sola frase original. Su fulminante éxito se produjo porque su publicación coincidió con el estallido de la revolución francesa, cuya influencia en el Reino Unido era necesario frenar. En 1793, al calor del enciclopedismo francés, William Godwin había publicado su gran obra The inquiry concerning political justice and its influence on general virtue and happiness, que tuvo una considerable influencia en el pensamiento de su época. El “Ensayo sobre la población” de Malthus era una respuesta a Godwin quien, a su vez, respondió en 1820 con otro magnífico estudio: “Investigación sobre la población”. Hoy Godwin es tan desconocido como famoso es Malthus. Pero esta situación tampoco tiene que ver con la ciencia sino con la maldita política: entre los anglicanos el sumo pontífice es el propio rey de Inglaterra, de quien los predicadores no son más que funcionarios. La burguesía británica recurrió a un reverendo que, además del voto de castidad, tan extraño para un protestante, pregonaba el antídoto frente al librepensamiento y demás excesos procedentes del continente. La consigna británica era la continencia, la moderación de los apetitos políticos y sexuales. Por eso donde la ciencia (Godwin) se sumerge, la superchería (Malthus) emerge.

En la caza de brujas de 1948 la colección de insultos y gruesas descalificaciones es descomunal. No quiero ni imaginar lo que hubiera sucedido si Lysenko hubiera podido ser involucrado, como el jesuita Teilhard de Chardin, en una falsificación como la de los restos fósiles de Piltdown (19). Al agrónomo soviético tampoco se le pueden imputar ninguna de esas acciones, tan características de la élite científica capitalista, donde es habitual que figuren como autores de cientos de artículos anuales quienes ni los han redactado y ni siquiera leído (19b). No se le puede reprochar la participación en turbias manipulaciones de ese estilo. No parece haber ningún motivo aparente, pues, para esa catarata de improperios. Ni siquiera se pueden escudar en la equivocación de las tesis lysenkistas porque las soflamas de la guerra fría pasaban por alto la exposición de su contenido. Aún suponiendo que todas ellas fueran erróneas, ¿son pertinentes los adjetivos utilizados? ¿Fue Lysenko el primer científico en la historia que se equivocó? Estas preguntas no tienen ningún sentido dentro del linchamiento porque no es eso lo que se discutió: eso fue un punto de partida, un axioma y, a partir de ahí, el dogma había que utilizarlo como arma arrojadiza contra la URSS. Lysenko sólo era una excusa. Por consiguiente, es en esos científicos a sueldo en donde como se observa no hay nada que argumentar porque no hay ningún tipo de ciencia; su tarea es exclusivamente política. De ahí que se permitan la licencia de denostar algo que nunca se van a tomar la molestia de examinar con un mínimo de atención. De ahí también su agresividad porque no apelan a la razón sino que tratan de suscitar emociones. Mientras los juicios son para razonar y para debatir, los linchamientos empiezan poniendo la soga en el cuello de quien de antemano está condenado.

Sólo si se comprenden los fundamentos positivistas, nominalistas y pragmatistas imperantes en Estados Unidos es posible, a su vez, comprender los juegos y paralelismos entre la naturaleza y la sociedad que subyacen en la campaña. Que se confunde la sociedad con la naturaleza es tan evidente como lo contrario: a veces hay que enfrentar ambos. El capitalismo busca fundamentar su sistema de explotación sobre bases “naturales”, es decir, supuestamente enraizadas en la misma naturaleza y, en consecuencia, inamovibles. Frente a lo “social”, que se presenta como lo artificial, se dice que algo es “natural” cuando no cambia nunca: ha sido, es y será siempre así. Lo natural es lo eterno y, por consiguiente, lo que no tiene origen. Así es el positivismo en boga, que no permite interrogar sobre el origen de los fenómenos, ni en la biología ni en la sociología, porque demuestra el carácter perecedero del mundo en su conjunto y su permanente proceso de cambio. Cuando la biología demostró que no había nada inamovible, que todo evolucionaba, hubo quienes no se resignaron y buscaron en otra parte algo que no evolucionara nunca para asentar sobre ello las bases de la inmortalidad terrenal.

Creced y multiplicaos

El universo, todo el conjunto de cosas y fenómenos de cualquier tipo que lo conforman, es materia en movimiento. No existe un vocablo único que permita fundir la noción de que materia y movimiento no existen por separado. El movimiento es la forma de existencia de la materia y, por consiguiente, no cabe sorprenderse de que las cosas cambien, ya que son esencialmente cambiantes. Lo verdaderamente asombroso sería encontrar algo en el universo que jamás haya evolucionado, que careciera de historia. Incluida la biología, todas las disputas científicas que conoce la historia se reducen a la separación de la materia y el movimiento. Así, existen corrientes ideológicas que consideran la materia como algo estático que sólo cambia por la acción de fuerzas exteriores que inciden sobre ella y, por consiguiente, suponen la presencia de seres o energías inmateriales, movimiento puro. Además, es posible también rastrear a lo largo de la historia del pensamiento humano la existencia de otras concepciones algo diferentes de la anterior, como aquellas que niegan el movimiento y el cambio, es decir, que mantienen un concepción estática del universo.

La materia cambia y se modifica, pasando de unos estados a otros, de unas formas a otras, siempre por su propia dinámica interna, sin necesidad de la intervención de factores o impulsos ajenos a ella misma. A lo largo de la historia, el cambio más importante experimentado por la materia es la transformación de la materia inerte en materia viva. En virtud de esta transformación la materia inerte, sin dejar de ser materia, en definitiva, experimenta un salto cualitativo y se desdobla, adquiriendo nuevas propiedades y dando lugar a nuevos fenómenos de tipo muy diferente a los anteriores. La vida, pues, no ha existido eternamente sino que tiene un origen que está en la materia inerte y es impensable sin ella porque es un fenómeno material, es decir, también es materia en movimiento. No existen fenómenos vitales que sean inmateriales, la vida no se puede separar de los seres vivos concretos, de los invertebrados, las plantas o las bacterias, por lo que carece de sentido científico hablar del “aliento vital” u otras formas de movimiento puro. El empleo de ese tipo de nociones y otras, como la “continuidad de la vida”, es corriente en biología y su origen es religioso: la vida eterna, la vida después de la vida, un paraíso en el que es posible la vida sin vida, es decir, sin cambios, sin acontecimientos, siempre igual a sí misma. Tan errónea como la eternidad de la vida es la concepción de su creación a partir de la nada, que es otra de las teorías que sostienen las grandes religiones monoteístas que, además, involucran en su surgimiento la intervención de un ente sobrenatural inmaterial. Las religiones, por lo tanto, consideran que la materia no tiene por sí misma capacidad de movimiento y de desarrollo, que necesita la intervención de fuerzas exteriores. Aparece así la figura imaginaria de un ser creador situado por encima de la materia.

Los defensores de la creación divina del universo consideran que, por su mismo origen sobrenatural, la obra de dios es perfecta y, en consecuencia, que no puede cambiar sin empeorar, sin degenerar en algo imperfecto, en un monstruo. El creacionismo es sustancialmente estático, una versión religiosa del antiguo pensamiento eleático, que negaba el movimiento y el cambio. En ocasiones se caracteriza a la materia viva por su capacidad evolutiva, para diferenciarla de la inerte, como si ésta no cambiara: “El objeto material no tiene historia”, afirma García Morente (19c). La materia aparece ahí metafísicamente separada en dos partes completamente diferentes de manera que una de ellas, la materia inerte, necesita de la otra, de la vida, para explicar las transformaciones que experimenta. Esta versión no niega el movimiento pero considera que por sí misma la materia está muerta y que la vida es justamente lo contrario de la muerte: la vida perdura, se mantiene a sí misma perpetuamente, fuera de los seres vivos en los que se materializa. Estas concepciones místicas contradicen la evidencia biológica: no sólo la materia inerte también cambia sino que su cambio más importante ha sido el de transformarse en materia viva. Ésta es la mejor prueba de la evolución de aquella. Por lo demás, la deriva de los continentes, los ciclos meteorológicos y otra serie de fenómenos geofísicos han demostrado hace tiempo que la materia inerte también tiene su historia.

La vida es materia transformada: surge de la materia y se desarrolla por su propio impulso. A esto se refería Espinosa cuando introdujo la noción de natura naturans, la idea de naturaleza en continuo proceso de cambio. El tipo de vínculos existentes entre la materia inerte y la materia viva también ha suscitado múltiples discusiones a lo largo de la historia de la ciencia, que se pueden resumir en otras dos corrientes ideológicas erróneas con especial incidencia en la biología: por un lado, el mecanicismo que reduce toda la materia (incluida la materia viva) a materia inerte y, por el otro, el hilozoísmo, una forma de animismo que dota a toda la materia de vida, es decir, que considera que toda la materia está animada. Pero para que se pueda dar cualquiera de esas formas de reduccionismo, aparentemente tan enfrentadas, primero se tiene que separar a la vida de la materia, algo en lo que ambas corrientes coinciden. A veces en los manuales de física la dicotomía se presenta erróneamente como una contraposición entre la masa (materia) y la energía (inmaterial), de donde se traslada a la biología, identificando la materia con la masa inercial y a la vida con la energía. Ambos puntos de vista de vista son unilaterales y han conducido a numerosos equívocos. Que la materia inerte cambie no significa que tenga vida. La vida es una forma específica de movimiento de la materia que es propia exclusivamente de los seres vivos y no se puede reducir a movimientos puramente mecánicos. La materia inerte se transforma siguiendo leyes (físicas, químicas, cosmológicas) que son diferentes de las que corresponden a la materia viva. Equiparada a la energía, la vida aparece como una entelequia, una abstracción.

El surgimiento de la vida y cualquier clase de movimiento de la materia, en general, es consecuencia tanto de cambios cuantitativos como cualitativos; los unos no pueden existir sin los otros. En la biología esta problemática se ha presentado bajo la forma de cambios graduales (continuos) o saltos (discontinuos) como si la existencia de unos obstaculizara la de los otros. Así Lamarck y Darwin sólo tenían en cuenta los primeros, mientras que Cuvier y De Vries sólo tenían en cuenta los segundos. Sin embargo, no es posible descomponer el movimiento en fases discontinuas sin tener en cuenta la continuidad, ni tampoco considerar exclusivamente la continuidad sin tener en cuenta la discontinuidad. En términos más de moda cabe decir que en la naturaleza los fenómenos son a la vez reversibles e irreversibles. El registro fósil acredita una evolución no lineal sino ramificada, de manera que hay especies que desaparecieron definitivamente sin haber dejado continuación. También es posible asegurar que todas las especies actualmente existentes provienen de algún precedente anterior del cual, sin embargo, difieren cualitativamente, es decir, que lo continúan a la vez que lo superan. Que la evolución no sea lineal no significa que no existan eslabones que enlacen a unas especies con sus precedentes. No existen cambios cualitativos que no hayan sido preparados por otros de tipo cuantitativo, del mismo modo que no hay cambios cuantitativos que no conduzcan, tarde o temprano, a cambios cualitativos. Ambos son las formas en las que se produce el movimiento de la materia en general, y de la materia viva en particular.

La larga polémica sobre los eslabones y cambios graduales atrae a la biología y a la materia viva las paradojas de Zenón sobre el desplazamiento, como es el caso de la teoría del “equilibrio puntuado” de Trémaux (20), Ungerer (21) y Gould (22), es decir, la concurrencia en la evolución de largos periodos de estabilidad seguidos por repentinos saltos, como la explosión del Cámbrico, etapa en la que aparecen la mayor parte de las formas de vida hoy conocidas. Presentada de esa manera, la evolución biológica aparece como las vieyas proyecciones cinematográficas de celuloide, como si el movimiento se pudiera descomponer en un número determinado de fotogramas; en su conjunto, al pasar de un fotograma a otro aparece una ilusión dinámica, pero en sí mismos los fotogramas son una imagen estática de la realidad, como si ésta pudiera detenerse en un momento dado de su curso y como si, además, el paso de un fotograma a otro siguiera siempre el mismo ritmo desde el principio hasta el final. El movimiento no se puede descomponer en una sucesión de etapas, inmóviles cada una de ellas. Del mismo modo, la teoría del “equilibrio puntuado” no vincula la discontinuidad a la continuidad sino que las enfrenta. En las etapas de equilibrio se eliminan los cambios, cuya presencia se reserva sólo para los saltos. Al mismo tiempo, estos saltos parecen producirse en el vacío, de manera imprevista, repentinos, cuando en realidad se prolongaron durante millones de años. La explosión del Cámbrico no fue un fenómeno instantáneo, como su denominación parece dar a entender. Gracias a la teoría de la relatividad hoy sabemos que la velocidad a la que se desarrolla cualquier acontecimiento no es infinita y, por lo tanto, que cualquier salto también es un proceso en sí mismo, una forma de transición más o menos dilatada en el tiempo. La explosión del Cámbrico duró unos cuantos millones de años: solamente se puede considerar como tal explosión de una forma relativa, en comparación con los 3.000 millones de años anteriores y los 500 posteriores. Por el contrario, en la teoría del equilibrio puntuado parece que durante las etapas de equilibrio sólo hay cambios cuantitativos, reproductivos, en los que unas generaciones son copias perfectas de las anteriores, de manera que las posteriores explosiones no parecen tener relación con ellos, es más, no parecen tener relación con nada, o se atribuyen a acontecimientos fantásticos, como los que describía Platón en el “Timeo”: incendios o diluvios apocalípticos, a los que hoy añadiríamos los meteoritos que “explican” la desaparición de los dinosaurios. Eso no significa que en la Tierra no se hayan producido catástrofes geológicas, meteorológicas o cósmicas; tampoco significa que esas catástrofes no hayan influido en los sistemas biológicos. Lo que que significa es que, como decía el biólogo francés Le Dantec, la vida se explica por la vida misma, que ningún fenómeno biológico se puede explicar recurriendo únicamente a condicionamientos geofísicos, metereológicos o cósmicos, y mucho menos el origen y la extinción de la vida misma. Así, la aparición de la vida en la Tierra como consecuencia de su llegada en algún meteorito procedente del espacio (panespermia) no es una explicación del origen de la vida sino, en todo caso, de su transporte.

Las “explicaciones” catastrofistas que nada explican fueron características de la paleontología francesa de la primera mitad del siglo XIX, derivaciones de los cataclismos de Cuvier que se utilizaron profusamente para combatir las tesis transformistas y gradualistas de Lamarck. Su empeño era, pues, antievolucionista y se apoyaba en una estratigrafía incipiente: la evolución geológica había dejado un rastro de sedimentos sucesivos apilados sobre el terreno, cada uno de los cuales atestiguaba el origen y el final de una época histórica. Cada estrato constituía una prueba de la discontinuidad evolutiva y el salto repentino, mientras que la transición de uno a otro carecía de explicación, por lo que la paleontología retornaba a las catástrofes de Platón (23). Era una versión diferente laica del creacionismo bíblico, una teoría que no sólo es falsa por la escisión que establece entre un creador y su criatura sino también porque concibe la posibilidad de que surja algo de la nada, lo cual no es posible: ex nihilo nihil fit. La nada no evoluciona; todo lo que evoluciona empieza a partir de algo. De ahí la enorme confusión que introducen algunas obras científicas que ponen en su portada títulos tan poco agraciados como “De la nada al hombre” (24). A las concepciones creacionistas son asimilables también aquellas, como las mutacionistas, que defienden la posibilidad de que existan cambios o saltos cualitativos sin previos cambios cuantitativos. Como cualquier otra forma de materia, la vida también está en un permanente proceso de cambio cuantitativo y cualitativo que la Biblia expresó en su conocido mandato: creced y multiplicaos. El movimiento vital es la unidad contradictoria de ambos aspectos: un aspecto cuantitativo, la multiplicación, junto con otro cualitativo, el desarrollo. Ambos aspectos vitales son indisociables; la esencia de la vida es producción y reproducción. La producción expresa la creación o generación de lo nuevo, de lo que no existía antes, mientras que la reproducción es la multiplicación, el surgimiento de varios ejemplares distintos partiendo un mismo original. Ambos aspectos del movimiento biológico son indisociables, de modo que sólo se pueden separar analíticamente siempre que posteriormente se recomponga su unidad.

La unidad dialéctica del crecimiento y la multiplicación ha arraigado profundamente en la palabra “generación” del idioma castellano donde, por un lado, expresa el surgimiento de algo nuevo y, por el otro, el relevo y la sucesión de ascendientes a descendientes. Además de un vocablo con numerosas connotaciones biológicas (regeneración, degeneración), tiene también dilatadas raíces en la historia del pensamiento humano, no solamente bíblico sino en las concepciones filosóficas griegas, especialmente la aristotélica. Según Aristóteles la generación no parte de la nada sino de algo previo que ya existía con anterioridad; es una (re)creación, una transformación. En el siglo XIX esto fue asumido por la física como su principio más importante, el de la conservación de la materia y la energía: los fenómenos no surgen de la nada, la materia no se crea ni se destruye sino que se transforma. Al mismo tiempo, toda transformación es una generación porque aparecen formas nuevas de vida a partir de las ya existentes, en forma de saltos cualitativos. Hay simultáneamente creación y recreación: “Tiene que haber siempre algo subyacente en lo que llega a ser”, dice Aristóteles, que en otra obra desarrolló aún más su concepción: “Lo que cesa de ser conserva todavía algo de lo que ha dejado de ser, y de lo que deviene, ya algo debe ser. Generalmente un ser que perece encierra aún el ser, y si deviene, es necesario que aquello de donde proceda y aquello que lo engendra exista” (25). Lo que diferencia a la generación de las supersticiones acerca de la creación es que en ésta aparece algo milagrosamente de la nada, mientras la generación es una transformación (cuantitativa y cualitativa) de lo existente. El mito de la creación se agota en seis días, a partir de los cuales ya no hay nueva creación. Dios creó el mundo para siempre; a partir del séptimo día descansó y desde el octavo sólo ha habido transmisión o continuidad de una producción perfecta. Esta concepción bíblica ha tenido dos reediciones posteriores directamente dirigidas contra el concepto de generación:

a) a finales del siglo XVII la teoría preformista, que fue una reedición moderna de las homeomerías de Anaxágoras aparecida como consecuencia del descubrimiento del microscopio, una de cuyas primeras aplicaciones fue la materia viva; ante los ojos atónitos de los hombres apareció lo que hasta entonces había sido invisible, lo infinitamente pequeño, creando un espejismo científico que supuso el primer golpe contra el concepto de generación

b) la hipótesis del gen, a su vez, es una reedición del preformismo correspondiente a 1900 y, por tanto, de la mística creacionista. Según expresión de Watson, uno de los descubridores de la estructura de doble hélice del ADN: “Antes creíamos que nuestro destino estaba escrito en las estrellas; ahora sabemos que está en los genes”. Los genes preexisten desde siempre y sólo se producen diferentes redistribuciones de ellos. La evolución es, pues, limitada, no hay nuevos naipes sino que cada partida se reinicia con idénticas cartas, después de barajadas. Se trata de un juego combinatorio pero ni hay más naipes ni hay nuevas figuras en cada baraja. Por su carácter creacionista las teorías mendelistas también son antievolucionistas El preformismo es como las muñecas rusas: todo nuevo ser está contenido, ya en el óvulo (ovulistas), ya en el espermatozoide (espermatistas), antes de la fecundación. Como resumía Leibniz (1646-1716), uno de los defensores del preformismo: “Las plantas y los animales son ingenerables e imperecederos […] proceden de semillas preformadas y, por consiguiente, de la transformación de seres vivientes preexistentes. Hay pequeños animales en el semen de los grandes que, mediante la concepción, adquieren un entorno nuevo que se apropian y en el que pueden nutrirse y crecer para salir a un teatro más grande” (26). En esta misma línea, Charles Bonnet (1720-1793) decía que la evolución no es la creación de algo nuevo, sino el simple crecimiento de partes preexisteentes, de una totalidad orgánica que lleva en sí la impronta de una obra hecha de una vez y para siempre. Las semillas son una especie de óvulos en donde todas las partes de la planta están diseñadas en miniatura. No hay producción de un ser nuevo, sino despliegue de un individuo ya constituido en todos sus órganos, que inicialmente aparece concentrado sobre sí mismo en la semilla o en el embrión.

Esta teoría conduce a la del encapsulamiento de Buffon: si todo ser vivo está previamente contenido en la semilla de otro ser vivo en un estado microscópicamente reducido, deberá, a su vez, contener otros seres preformados aún más reducidos, y así hasta el infinito, de modo que en el ovario de la primera mujer o en las vesículas seminales del primer hombre debían estar encapsuladas unas dentro de otras todas las generaciones que han constituido y constituirán en el futuro a todos los seres humanos. Era una hipótesis mecanicista en la que, por primera vez, se separaban los cambios cualitativos de los cuantitativos, se aceptaban éstos pero no aquellos: no hay crecimiento sino sólo multiplicación. La preformación, que está entre los fundamentos de la errónea hipótesis de los genes, conduce a la predestinación, una ideología religiosa cuyas raíces se remontan a Agustín de Hipona y a Lutero, es decir, que será muy fácilmente asimilada, como tendremos ocasión de comprobar, en los países de cultura protestante, germana y anglosajona.

En el mandato bíblico era dios quien daba las órdenes, como si a los primeros humanos, por sí mismos, no se les hubiera ocurrido ni crecer ni multiplicarse. Esta concepción tiene su origen en las concepciones de Platón y Aristóteles, que adolecían de un vicio que arraigó profundamente en la ciencia occidental: el hilemorfismo, la separación entre la materia y el movimiento, que a veces se presenta como una separación entre la materia y la forma. Para cambiar, la materia no se basta a sí misma sino que necesita un primer impulso externo. La materia es inerte por sí misma y las causas de sus cambios se han buscado históricamente en conceptos imprecisos, como el alma, que han abierto las puertas a toda suerte de misticismos y que la ciencia ha repudiado reiteradamente. Según Aristóteles, los animales también tienen alma. Lo mismo que en otros idiomas, en castellano la palabra “animal” deriva de la latina anima, que hace referencia a lo que está animado, es decir, dotado de vida y de movimiento por sí mismo. Siempre se ha identificado a los seres vivos por su capacidad de movimiento, por el cambio, el crecimiento y el desarrollo constantes (27). Pero al separar al cuerpo del alma la metafísica consideró que el primero necesita del alma para moverse mientras que el alma se basta a sí misma. El aliento vital es ese soplo con el que dios infunde vida al barro con el que crea al primer hombre. El alma mueve al mundo pero el alma no se mueve, no cambia, no crece, no se desarrolla. A diferencia del cuerpo, el alma es inmortal y, además, autosuficiente: no necesita respirar ni alimentarse para sobrevivir eternamente. El cuerpo crece, se transforma y cambia, mientras que el alma se reproduce. El latín preservó esa dicotomía metafísica ancestral diferenciando entre el femenino anima y el masculino animus que se introdujo en la biología, donde el óvulo (parte femenina) es la materia inerte a la que el espermatozoide (parte masculina) insufla dinamismo; en las células el citoplasma es esa parte femenina inactiva cuya función es esencialmente nutritiva, mientras el núcleo es la parte masculina, activa, que necesita alimentarse de la anterior (nature y nurture respectivamente). De aquí deriva la noción vulgar de proteína que se ha impuesto en la actualidad como factor puramente nutritivo, cuando en su origen a comienzos del siglo XIX era el elemento formador, el componente sustancial de los seres vivos. Un místico como Bergson destacó ese papel subordinado del cuerpo (nurture) frente al germen (nature): “La vida se manifiesta como una corriente que va de un germen a otro germen por mediación de un organismo desarrollado” (28). La “sociobiología” es más de lo mismo, una vulgaridad con pretensiones que copia la teoría de Bergson décadas después: En un sentido darwiniano, el organismo no vive por sí mismo. Su función primordial ni siquiera es reproducir otros organismos; reproduce genes y sirve para su transporte temporal […]

El organismo individual es sólo un vehículo, parte de un complicado mecanismo para conservarlos [los genes] y propagarlos con mínima perturbación bioquímica (29).

Con diferente formato, la teoría sintética repite la vieja metafísica idealista que sólo admite el alma, que pertenece a dios, y menosprecia la carne, el venero del pecado. El comensal es sujeto y la comida objeto. Es la diferencia entre pez y pescado llevada al extremo de que todo el pez salvo sus genes se ha convertido en pescado, un burdo pitagorismo que reduce los cambios cualitativos a cambios cuantitativos, que únicamente atiende a la reproducción porque el cuerpo es el hogar cuya tarea se limita a albergar, cuidar y engordar a los genes, movimiento puro. La semántica del idioma preserva esta dicotomía ancestral entre el alma y el cuerpo cuando atribuye a lo vegetativo una falta de dinamismo, una pasividad contemplativa. Se dice que alguien se dedica a la vida vegetativa o, si está en coma, que es como un vegetal. Es nuestro componente inferior; el superior, el verdaderamente importante, es el espíritu o, lo que es lo mismo, los genes. La separación de ambos aspectos conduce al absurdo. Las divagaciones idealistas acerca de la vida hubieran resultado imposibles sin esa separación. Es el caso de Bergson, quien alude al movimiento sin objeto móvil, a la vida sin seres vivos: “En vano se buscará aquí, bajo el cambio, la cosa que cambia; si referimos el movimiento a un móvil, siempre es de un modo provisional y para satisfacer a nuestra imaginación. El móvil continuamente escapa a la mirada de la ciencia; ésta nunca ha de habérselas más que con la movilidad” (30). Sólo así es posible divagar sobre abstracciones como el aliento vital y toda suerte de impulsos misteriosos que son capaces de lograr lo que supuestamente la materia no puede por sí misma: moverse, cambiar, desarrollarse. La vida son los seres vivos, sus órganos y sus funciones. No es posible hablar acerca de la vida y conocerla en profundidad más que a través de las formas concretas y materiales en las que se manifiesta, a través del metabolismo, la fotosíntesis, la respiración, la reproducción, etc.

Replantear en la biología el problema del alma tiene un enorme interés, como veremos, porque es la versión travestida del problema de la forma. Acredita que no es suficiente poner de manifiesto el carácter material de la vida: la vida es materia pero es mucho más que materia inerte. El empleo de la expresión “materia viva” tiene la virtud de subrayar el origen de la vida en la materia inerte así como su aspecto material, es decir, que no hay en la vida nada ajeno o extraño a cualquier otra forma de materia. Ahora bien, la vida no se reduce a materia inerte porque sólo existe como materia orgánica, es decir, organizada o dispuesta de una forma especial. Como afirma Kedrov, “cada forma específica de movimiento posee su propio tipo de materia que le corresponde en el plano cualitativo, siendo aquella la forma (el modo) de existencia de éste”. Esto es consecuencia de la unidad entre el contenido y la forma, concluye Kedrov (31), síntesis que supera las limitaciones del hilemorfismo aristotélico. Los fenómenos vitales no se pueden reducir a fenómenos físicos porque la vida no aparece en cualquier disposición material sino exclusivamente en la materia orgánica, cuya complejidad supera cuantitativa y cualitativamente a la materia inerte. Esta tesis también se puede afirmar a la inversa, utilizando las palabras del fisiólogo alemán Johannes Müller: “La materia orgánica existente en los cuerpos orgánicos no se mantiene por completo sino en tanto que dura la vida de estos cuerpos” (32). La muerte descompone la materia orgánica, transformándola en materia inerte. La vida es, pues, el modo de existencia de la materia orgánica o, por expresarlo en las palabras de Engels: “La vida es el modo de existencia de los cuerpos albuminoideos, y ese modo de existencia consiste esencialmente en la constante autorrenovación de los elementos químicos de esos cuerpos” (33). Sólo hay vida donde hay materia orgánica y sólo hay materia orgánica donde hay vida. El estudio científico de la vida, la biología, sólo puede emprenderse a partir de las formas materiales específicas orgánicas que reviste y en ningún caso separado de ellas, como una entelequia abstracta.

La concepción de la vida como modalidad específica de movimiento de la materia orgánica surge en 1759 como una reacción contra el mecanicismo del siglo XVII y su variante biológica: el preformismo. En su obra Theoria generationis Caspar Friedrich Wolff (1733-1794) critica el preformismo y vuelve a la teoría de la generación en una forma nueva, más avanzada, epigenética. Wolff se apoyó en el estudio microscópico del crecimiento de los embriones, una novedad que fue seguida por Karl Ernst Von Baer (1792-1876), dando lugar al nacimiento de la embriología, la ciencia que estudiaba las características específicas del movimiento de la materia viva. Con ella el evolucionismo dio sus primeros pasos. Según Wolff, el embrión adquiere su forma definitiva de manera gradual. La teoría epigenética estudia el organismo en su movimiento, en su proceso de cambio, que sigue determinados ciclos o estadios sucesivos de desarrollo. Cada estadio se forma a partir del precedente por diferenciación. En consecuencia, cada estadio no está contenido en el anterior, como pretendía el preformismo. En el interior de los óvulos y espermatozoides sólo existe un fluido uniforme; después de la fecundación una serie de transformaciones progresivas cuantitativas y cualitativas dan origen al embrión a partir de una sustancia homogénea, que hoy llamaríamos “célula madre”. Los órganos especializados se forman a partir de células sin especializar. Con esta noción Von Baer formuló una ley general de la embriología: la epigénesis procede de lo general a lo particular, comenzando por un estado homogéneo que va diferenciándose sucesivamente en partes heterogéneas. Esta concepción del desarrollo epigenético de la materia viva no es, por tanto, serial sino ramificada o arborescente, un claro antecedente de las tesis evolucionistas de Lamarck y Darwin. Como se puede apreciar, también es dialéctica y se concibe bajo la influencia del idealismo alemán, dando lugar a la aparición en Alemania de una corriente denominada “filosofía de la naturaleza”.

De esta corriente científica y filosófica a la vez formó parte Goethe, para quien la preformación y la epigénesis representan, respectivamente, las tesis del fijismo (continuidad) y la variabilidad (discontinuidad). Paradójicamente su teoría de la metamorfosis de las plantas se apoya en la metempsicosis corpurum de Linneo. Goethe defiende la evolución, la variabilidad y rechaza la teoría de la preformación como “indigna de un espíritu cultivado”. Pero su “Teoría de la naturaleza” no es unilateral sino dialéctica, lo que le permite matizar con enorme finura: el árbol no está espacialmente contenido en la semilla pero sí hay en ella una cierta predeterminación. Una explicación científica de la variabilidad de las formas y sus metamorfosis se debe complementar con el reconocimiento de la continuidad de los seres vivos. El cambio, pues, no excluye la continuidad (34). Ésta era la médula racional en la que el preformismo aportaba explicaciones realmente valiosas. La síntesis que Goethe lleva a cabo entre el preformismo y la epigenética demuestra su perspicacia y supera los derroteros hacia los que Von Baer trató de conducir la embriología. Von Baer era partidario de las catástrofes, posicionándose a favor de Cuvier en su polémica con Geoffroy Saint-Hilaire y favoreciendo así a las corrientes antitransformistas (35).

En 1790 Kant en su obra “Crítica del juicio” delimita simultáneamente la materia inorgánica de la orgánica y expone una definición científica de “organismo” (organismo vivo naturalmente). Kant une y a la vez separa la materia orgánica de la inorgánica. Critica al hilozoísmo porque “el concepto de vida es una contradicción porque la falta de vida, inercia, constituye el carácter esencial de la misma” (35b) y, por tanto, la materia inerte forma parte integrante de la vida: no existiría vida sin materia inorgánica. Pero la crítica de Kant va sobre todo dirigida contra el mecanicismo: un ser vivo “no es sólo una máquina, pues ésta no tiene más que fuerza motriz, sino que posee en sí fuerza formadora, y tal por cierto, que la comunica a las materias que no la tienen (las organiza), fuerza formadora, pues, que se propaga y que no puede ser explicada por la sola facultad del movimiento (el mecanismo)” (36). Después del concepto de generación de Aristóteles, la aportación de Kant es la segunda pieza sobre la que se articula la biología. Su formulación permitió por vez primera separar al organismo de su entorno, pero manteniendo a la vez a ambos unidos. Kant define el organismo como una articulación de partes relacionadas entre sí y dotada de autonomía, la unidad de la diversidad (unitas complex) que recientemente se ha vuelto a poner en el primer plano de la biología: para Piaget el concepto de organización está en el centro de la biología, mientras que, según Morin, es la noción “decisiva” (37). Esta concepción, efectivamente, un extraordinario progreso de la ciencia, quebraba también la separación religiosa entre el creador y su criatura: todo organismo reúne ambas condiciones, es autoorganización (37b), una facultad característica de la materia orgánica en virtud de la cual, los seres vivos:

a) forman una unidad frente al entorno, son reactivos e interdependientes respecto a él

b) individualidad: cada ser vivo es diferente y reacciona diferenciadamente del entorno

Esa capacidad de autoorganización se observa en la regeneración de las pérdidas y lesiones que padece la materia orgánica. La hidra es el ejemplo más característico de regeneración de los seres vivos inferiores, mientras que el sistema inmunitario se puede utilizar hoy como ejemplo para los seres más evolucionados de la defensa de la integridad corporal propia frente a las agresiones del entorno. Las heridas cicatrizan. Los seres vivos no sólo se generan a sí mismos sino que también se (re)generan por sí mismos a lo largo de su vida, porque son capaces de transformar las sustancias inertes de su entorno en sustancias orgánicas similares a las suyas propias (“intosuscepción”). La materia inorgánica no sufre pérdidas, ni experimenta alteraciones sustanciales, ni tampoco podría repararlas como hacen los seres vivos (38). Son estos y sólo ellos los que crean (y recrean) vida. El filósofo alemán ofreció una formulación dialéctica muy alejada, por supuesto, del mecanicismo, pero también del finalismo. No existe esa separación entre la causa eficiente, mecánica, natural o inconsciente, y la causa final, intencional, consciente o artificial. En este punto Kant sigue la tesis de la causa sui de Espinosa: causalidad y finalidad forman una unidad dialéctica. Del mismo modo, para Kant, el organismo forma una unidad articulada en donde “todo es fin y recíprocamente medio”, es decir, en donde se rompe la división metafísica entre determinismo y finalismo que tantos interrogantes ha introducido en la biología. Hegel siguió la misma línea kantiana de crítica del mecanicismo, al que opone lo que califica de “quimismo”. Un error de los más graves, según Hegel, es la aplicación del mecanicismo a la materia orgánica, que debe ser sustituido por la acción recíproca. En las vinculaciones mecánicas los objetos se relacionan de una manera exterior, unos independientemente de los otros; en la química, unos se completan con los otros. Las causas no están separadas de sus efectos, ni los medios de los fines: “Aun el fin alcanzado es un objeto que sirve a su vez de medio para otros fines, y así hasta el infinito” (39). La causalidad es, pues, dialéctica o, si se prefiere, circular. En el griego antiguo la palabra “cambio” se traducía por metabolei, un término que también tiene connotaciones claramente biológicas y que remite a la noción de interacción. Con distintas variantes esa interacción se manifiesta en todos los fenómenos biológicos: es la homeóstasis fisiológica, el reflejo sicológico o la retroalimentación cibernética de los sistemas abiertos (40). Las explicaciones unilaterales, deterministas o finalistas, han promovido agotadoras controversias en biología que resultan irresolubles en la forma en que se han planteado porque sus presupuestos son metafísicos; no tienen en cuenta la evolución. En biología las supersticiones acerca de la inmortalidad del alma se introdujeron bajo la forma de teoría de la continuidad de la vida o biogénesis. La vida procede de la vida; no habría sido creada por dios sino que existiría desde siempre. Algunos manuales universitarios de genética comienzan así precisamente, por la continuidad de la vida y la explicación de la vida como un fenómeno continuo. Basta sustituir las palabras “plasma” o “genes” por la de alma, para retroceder dos mil años en el túnel del tiempo. La nueva mística mendelista asevera que “el plasma germinal es potencialmente inmortal”, que “todo organismo procede de la reproducción de otros preexistentes” y que “la biogénesis se eleva de la categoría de ley corroborada por los datos empíricos a la de teoría científica”. Ahora bien, otro de los dogmas que la biogénesis quiere cohonestar con el anterior es el de que nada tiene sentido en biología si no es a la luz de la evolución, aunque el manual que comentamos nada argumenta para fundir ambos principios (41), que son radicalmente incompatibles. La teoría de la continuidad de la vida no explica su origen sino que lo presupone. En torno a la continuidad de la vida hay organizadas varias sectas oscurantistas, entre ellas la de Monod, para quien la vida podría ser eterna porque hay una “perfección conservativa de la maquinaria” animal; pero en el funcionamiento molecular se van produciendo “errores” que se acumulan fatalmente (42). Es un nuevo ropaje para la vieja mística de la inmortalidad. En la ciencia de la vida la muerte desempeña un papel capital, por más que desde que Comte impusiera su veto no se mencione casi nunca. Algo falla en las enciclopedias cuando siempre se habla de la vida pero no de la muerte, de la evolución pero no de la involución, de la generación pero no de la extinción. A lo máximo algunos biólogos aluden a la senectud, a los intentos de curar las enfermedades y prolongar la vida, pero nunca a su destino inexorable, que es la muerte, la contrapartida dialéctica de la vida: “La vida es el conjunto de funciones que resisten a la muerte”, escribió Bichat a comienzos del siglo XIX en un manual que contribuyó a fundar la fisiología moderna (43). Sólo se mueren los organismos vivos. La vida, pues, no es una entelequia, una abstracción al margen de las formas materiales en las que se manifiesta y nada como la muerte demuestra la vinculación indisoluble de la vida a la materia orgánica, la unidad dialéctica de todas las formas de materia, así como su carácter concreto y perecedero. La muerte convierte a la materia viva en materia inerte y, al mismo tiempo, ésta es necesaria para la vida. No sólo no habría vida sin materia orgánica sino que tampoco la habría sin materia inerte: sin azúcares, oxígeno, grasas, agua, fotones o sales minerales. La muerte es imprescindible para la continuidad de la vida y, sin embargo, es el fenómeno necesariamente ausente en todos los planteamientos místicos acerca de la vida porque pretenden presentar a ésta como causa y nunca como efecto: la vida es consecuencia de un determinado grado de evolución de la materia. En la vida, pues, hay continuidad pero también hay discontinuidad. Goethe refería un stirb und werde, un proceso continuo de desintegración y regeneración. En esta misma línea Engels sostuvo lo siguiente: “Ya no se considera científica ninguna fisiología si no entiende la muerte como un elemento esencial de la vida, la negación de la vida como contenida en esencia en la vida misma, de modo que la vida se considera siempre en relación con su resultado necesario, la muerte, contenida siempre en ella, en germen. La concepción dialéctica de la vida no es más que esto. Pero para quien lo haya entendido, se terminan todas las charlas sobre la inmortalidad del alma. La muerte es, o bien la disolución del cuerpo orgánico, que nada deja tras de sí, salvo los constituyentes químicos que formaban su sustancia, o deja detrás un principio vital, más o menos el alma, que entonces sobrevive a todos los organismos vivos, y no sólo a los seres humanos. Por lo tanto aquí, por medio de la dialéctica, el solo hecho de hablar con claridad sobre la naturaleza de la vida y la muerte basta para terminar con las antiguas supersticiones. Vivir significa morir” (44). Por su parte, Waddington afirmó que es la muerte la que logra que la evolución no se detenga: si cada individuo fuera inmortal no habría espacio para otros ensayos de nuevos ejemplares y variedades. La muerte de los individuos deja lugar para la aparición de nuevos tipos susceptibles de ser ensayados; es el único camino para evitar el estancamiento evolutivo y, en consecuencia, forma parte integrante de la evolución (45).

Como cualquier fenómeno dialéctico, la vida describe ciclos que sólo aparentemente se repiten. La muerte es un estadio de ese ciclo vital. Las células también tienen sus ciclos y, en consecuencia, mueren. Pero si el organismo se compone de varias células, sobrevive aunque algunas de ellas mueran porque es relativamente independiente de ellas. El ser humano pierde cada año una masa de celulas cuyo peso es casi equivalente al de la totalidad del cuerpo. Las células mueren en un fenómeno natural (apoptosis), aunque en realidad son sustituidas por otras que contribuyen a renovar el organismo (46). A su vez, el organismo muere pero no la especie a la que pertenece. La continuidad exige el cambio y el cambio resultaría impensable sin la continuidad (47). La sangre recorre todo el organismo poniendo en comunicación a sus diferentes partes (tejidos, órganos y células) siguiendo un circuito cerrado, ininterrumpido, y renovándose continuamente a sí misma, de manera que la sangre que penetra en el corazón no es la misma que sale de él. Es otro ejemplo gráfico de la esencia misma de los fenómenos biológicos. De ahí que la denominada ley de la replicación de Haeckel, una variante de la de Von Baer que ha quedado expuesta anteriormente, sea un poderoso instrumento de análisis en biología, como tantos otros de tipo analógico que son propios de esta ciencia, porque permiten comparar la dinámica evolutiva de las especies y los individuos: cada embrión reproduce la evolución de la especie de manera acelerada y resumida; el desarrollo individual replica cada una de las secuencias del desarrollo general que ha seguido la especie de la que forma parte a lo largo de su historia evolutiva; los rasgos más primitivos se forman primero y los más recientes vienen después. Las transformaciones que en la especie requirieron millones de años, se resumen y acortan en unas pocas semanas o meses de gestación (48). Entre el cúmulo de nociones confusas que se han difundido en torno a la tesis de la continuidad de la vida está la de enfrentarla a lo que se quiere presentar como su contrario, la de la “generación espontánea” (49), una concepción dominante en toda la historia de la biología hasta su quiebra a mediados del siglo XIX. Además, esa quiebra de la generación espontánea acarrearía inexorablemente la de la generación aristotélica sobre la que parece fundarse aquella. Ambos argumentos son falsos. En primer lugar, la tesis de la generación espontánea está ligada a la continuidad de la vida; en el segundo, su quiebra no sólo no arrastra a la generación aristotélica sino que confirma que se trata de la única concepción acorde con la ciencia.

El error de la generación espontánea fue puesto de manifiesto por Pasteur en 1868. A pesar de ello, como tantas otras hipótesis científicas equivocadas, desempeñó un papel fundamental en el desarrollo de la biología y aún hoy envuelve un núcleo racional de enorme alcance: plantea la cuestión del origen de la vida, un interrogante no resuelto que alimenta no sólo las más diversas concepciones religiosas sino también erróneas tesis en el interior de determinadas concepciones científicas. El salto cualitativo de la materia al transformarse en materia viva es el más importante de todos, tanto que resultó de muy difícil asimilación. De ahí que muchos biólogos pensaran que la materia viva procedía de otra materia viva en descomposición. Era más fácil pensar que la vida no desaparecía totalmente y que podía surgir de eso que no había muerto de una manera definitiva. “Un ser que perece encierra aún el ser”, decía Aristóteles en la cita que he recogido antes, una tesis idéntica a la de Leibniz: no existe ni generación “entera” ni muerte “perfecta” porque la naturaleza no salta, el alma se traslada a otro cuerpo poco a poco, etc. (50). De esa concepción surgen los velatorios y otros ritos funerarios ancestrales que dejan transcurrir un cierto tiempo antes de proceder a la incineración o el entierro: la muerte no es un acto instantáneo sino que existe un proceso intermedio en el que la vida agoniza o se extingue paulatinamente. Era como las llamas que reavivan antes de que el fuego se extinga completamente. Este tipo de concepciones acreditan que la generación espontánea no sólo no contradecía la tesis, aparentemente opuesta, de la continuidad de la vida, sino que está asociada a ella. Según el biólogo alemán Treviranus, la materia orgánica era indestructible: podía cambiar su forma pero no su esencia (51). En consecuencia, es falso sostener que los experimentos de Pasteur demostraron la tesis de la continuidad de la vida (52).

En la forma en que venía exponiéndose, la teoría de la generación espontánea sostenía que la vida, los microbios, surgían de la putrefacción y descomposición de la materia orgánica (detritus, fermentación) y, además, que ese fenómeno se producía de manera súbita o instantánea, es decir, espontáneamente. Lo que verdaderamente Pasteur demostró fue lo siguiente:

a) que la descomposición de la materia orgánica no es un fenómeno químico sino biológico (53)

b) que los microbios no son el efecto sino la causa de ese fenómeno biológico

c) que la muerte devuelve la vida a su punto de partida, transforma la vida en materia inerte

Como cualquier otra forma de movimiento, la vida es una unidad de contrarios, la unidad de la vida y la muerte y la unidad de la materia viva y la materia inerte. Esos contrarios interaccionan entre sí, se transforman unos en otros permanentemente. A lo largo de su vida y con el fin de preservarla, los organismos transforman la materia inerte en su contrario por medio del metabolismo, la fotosíntesis y otros procesos fisiológicos. Una vez muerto el organismo vivo, la materia orgánica entra en un proceso de descomposición que la aleja de la vida y la convierte en materia inerte. El origen de la vida arranca con el carbono y acaba con la carbonización. Cabe concluir, pues, que si la teoría de la generación espontánea era falsa, la de la continuidad de la vida lo es aún más. En este sentido, decía Engels, los experimentos de Pasteur eran inútiles porque es una ingenuidad “creer que es posible, por medio de un poco de agua estancada, obligar a la naturaleza a efectuar en veinticuatro horas lo que le costó miles de años” (53b). De la generación cabe decir lo mismo que de la explosión del Cámbrico. Por más que se deban utilizar estas expresiones para aludir a los saltos cualitativos que la naturaleza y la vida experimentan, por contraposición a otro tipo de cambios, tales modificaciones súbitas nunca aparecen repentinamente sino que en sí mismos son otros tantos procesos y transiciones cuya duración puede prolongarse durante millones de años. En la mayor parte de los fenómenos biológicos intervienen catalizadores (enzimas), una de cuyas funciones consiste precisamente en acelerar los procesos. Pero por más que una transformación bioquímica se acelere, ninguna de ellas se produce instantáneamente, ni siquiera en las células, donde su duración se mide en ocasiones por millonésimas de segundo. La cinética química es una disciplina que, entre otras cuestiones, estudia la velocidad a la que se producen las reacciones químicas y tiene establecido, además, que dicha velocidad no es constante a lo largo de la transformación y que depende de varios factores: la presión, la temperatura, la concentración de los reactivos, la concentración del catalizador, etc. Eso significa que entre el principio y el final de cualquier reacción química existen transiciones y situaciones intermedias en las que se forman sustancias que ni estaban al principio ni aparecerán al final. Por ejemplo, el vino obtiene su alcohol de la fermentación del azúcar (glucosa) de la uva pero no de una manera instantánea sino después de doce reacciones químicas intermedias catalizadas cada una de ellas por una enzima diferente. Toda mutación, salto cualitativo o explosión biológica es un proceso más o menos dilatado en el tiempo. El origen de la vida, como el origen del hombre y el de cualquier especie son saltos cualitativos prolongados a lo largo de millones de años a través de fenómenos intermedios de transición encadenados unos con otros. Si con los registros fósiles descubiertos hasta la fecha el inicio de la hominización puede remontarse a cinco millones de años, es fácil conjeturar que el origen de la vida fue un proceso aún mucho más dilatado en el tiempo. Hasta 1868 la mayor parte de los biólogos sostuvieron la generación espontánea (54). También la defendió Marx en sus manuscritos de 1844, donde la concebía como el acta de nacimiento de la vida (55). Marx empleaba la tesis de la generación espontánea para la crítica de la religión, que entonces constituía uno de los elementos fundamentales en la elaboración de su propio pensamiento. Lamarck restringió su alcance: criticó la teoría “de los antiguos” y sostuvo que sólo los infusorios (bacterias) surgen por generación espontánea (56). La teoría de Darwin también dependía de la generación espontánea (57). A pesar de su descubrimiento, el propio Pasteur nunca negó que la materia viva procediera de la inerte y siempre se manifestó contrario a la separación entre ambos tipos de materia (58). Quizá se hubiera entendido mejor su posición sobre este punto si se hubiera analizado su concepción de la enfermedad, que él comparó con las fermentaciones para defender que tampoco existían las enfermedades espontáneas. Como la muerte, la patología es un fenómeno característico de la vida: sólo enferman los seres vivos.

La teoría de la continuidad de la vida conduce a una articulación externa y mecánica entre lo inerte y lo vivo o, en otros casos, a una disolución de la biología en el viejo arquetipo de las “ciencias naturales”. La crisis de la tesis de la generación espontánea no sólo no refuta sino que confirma la noción de generación y, por tanto, la del origen de la vida, un origen que únicamente puede buscarse en la materia inorgánica. La generación espontánea sostenía una determinada forma en que la materia inerte se transforma en vida. Que ese salto no se produzca de esa forma no significa que no se produzca o, en otras palabras, que la generación no sea espontánea no significa que no haya generación, que la vida no surja de la materia inerte. No surge de la forma que se había pensado hasta mediados del siglo XIX pero surge indudablemente, por más que hasta la fecha no se sepa cómo. Pero es importante tener en cuenta que la teoría de la generación no es sólo una concepción, la única científica, acerca de la aparición de la vida en el universo entero o sobre la tierra, un debate en el que la generación aparece como un fenómeno insólito, un caso único rodeado de misterio. Es bastante más prosaico: una vez aparecida, la vida se caracteriza por (re)crear vida constante y cotidianamente sin ninguna clase de intervención divina. Eso es la intosuscepción, la epigénesis, el metabolismo y demás funciones fisiológicas de los seres vivos. De manera reiterada la materia inerte se está transformando en materia viva. Aquel origen primigenio de la vida se repite cada día.

Buena prueba de ello es el ciclo del carbono. Éste es el cuarto elemento químico más abundante en la parte conocida del universo, después del hidrógeno, el helio y el oxígeno. Constituye el pilar básico de la materia orgánica ya que integra todas las formas conocidas de vida. Por lo tanto, los elementos componentes de la materia orgánica son los mismos que los de la materia inorgánica. Todas las moléculas orgánicas (azúcares, grasas, proteínas y ácidos nucleicos) están formadas por átomos de carbono en un porcentaje promedio del 18 por ciento. Se conocen cerca de 10 millones de compuestos del carbono. Además de su forma orgánica, el carbono también está presente en la materia inorgánica, en las rocas, en la atmósfera y en el agua. En forma de gas CO2 (dióxido de carbono o anhídrido carbónico), el carbono está presente en la atmósfera en una concentración de más del 0’03 por ciento. Además del carbono, en las moléculas orgánicas existen otros elementos químicos, pero lo que diferencia a la materia orgánica de la inorgánica no es su composición sino su compleja organización. La enorme variedad de moléculas que componen los seres vivos se debe a la fantástica capacidad de combinación del carbono con otros elementos químicos (hidrógeno, oxígeno, nitrógeno y otros). El carbono puede formar compuestos muy complejos y muy pesados gracias a diferentes combinaciones y enlaces de otros compuestos más simples. Por ejemplo, una molécula de ADN de una célula humana mide aproximadamente dos metros y enlaza a unos tres billones de pequeñas unidades, cuyo tamaño es del orden de millonésimas de metro, que se van alternando siguiendo un determinado orden. El ciclo del carbono consiste en su transformación de su forma inorgánica en inorgánica y a la inversa. Los vegetales verdes (aquellos que contienen clorofila) toman el anhídrido carbónico del aire y durante la fotosíntesis lo acumulan en los tejidos vegetales en forma de grasas, proteínas e hidratos de carbono y liberan oxígeno según la siguiente reacción que se produce en presencia de una fuente de energía luminosa y en la que la clorofila actúa como catalizador, según fue expuesta por Von Sachs en 1864:

CO2 + H2O  CH2O + O2

En términos más llanos, a partir del anhídrido carbónico y el agua, las plantas elaboran oxígeno y azúcares (glúcidos o hidratos de carbono). Como las plantas son, además, el material nutritivo de los animales herbívoros, los hidratos de carbono aportan energía a los hervívoros en forma de glucosa. El retorno del anhídrido carbónico a la atmósfera se hace cuando en la respiración los animales oxidan los alimentos produciendo anhídrido carbónico. En este ciclo cada año se consume y se renueva un cinco por ciento aproximada mente de las reservas de anhídrido carbónico de la atmósfera. Los seres vivos acuáticos toman el anhídrido carbónico del agua. La solubilidad de este gas en el agua es muy superior a la del aire. Cuando los porcentajes contenidos en el aire superan a los existentes en los océanos, se forma ácido carbónico que ataca los silicatos que constituyen las rocas, dando lugar a los carbonatos y bicarbonatos que los peces absorben. Por eso el agua es uno de las reservas más importantes de carbono bajo la forma de sedimentos orgánicos que suponen más del 70 por ciento de los recursos de carbono existentes en la Tierra.

Una parte del carbono no retorna a la atmósfera sino que se transforma con la descomposición de la materia orgánica, creando sedimentos de pretróleo, gas y carbón. Tras la muerte de los animales, bacterias y otros organismos descomponen sus restos, cadáveres y excrementos. Una parte de esos restos se depositan en los sedimentos, donde se mineralizan. Por ejemplo, el carbón vegetal se produce por calentamiento en ausencia de aire (hasta temperaturas de 400 a 700 grados centígrados) de madera y otros residuos vegetales. Del modo parecido se forman otros depósitos de combustibles fósiles como petróleo y gas natural. El retorno a la atmósfera de los sedimentos inorgánicos se produce en las erupciones volcánicas tras la fusión de las rocas que los contienen o cuando se extrae artificialmente el carbón, el gas o el petróleo. La combustión de estos elementos devuelve de nuevo el anhídrido carbónico a la atmósfera.

Otros compuestos inorgánicos esenciales para la vida, como el nitrógeno o el agua, también describen ciclos similares. En estos procesos periódicos no intervienen fuerzas ajenas a la materia sino que se retroalimentan a sí mismos indefinidamente, poniendo de manifiesto que las causas se convierten en efectos y los efectos en causas. Son fenómenos a la vez reversibles e irreversibles. De ahí que afirmar que el origen de la vida radica en la materia inorgánica no puede tener nada de sorprendente porque es un fenómeno cotidiano que la naturaleza repite incansable: “Y así volvemos al modo de ver de los grandes fundadores de la filosofía griega, al concepto de que el conjunto de la naturaleza, desde el elemento más pequeño hasta el más grande, desde los granos de arena hasta los soles, desde los protistos hasta el hombre, tiene su existencia en un eterno devenir y extinguirse, en un flujo constante, en un interminable movimiento y cambio. Pero con la diferencia esencial de que lo que en el caso de los griegos era brillante intuición, en el nuestro es el resultado de una estricta investigación científica, en consonancia con la experiencia, y por lo tanto surge también en forma mucho más definida y clara. Es cierto que la prueba empírica de esa trayectoria cíclica no carece por completo de lagunas, pero son insignificantes en comparación con lo que ya se estableció con firmeza, y por otra parte se llenan cada vez más, con cada año que pasa” (59).

China inicia el cambio en la geopolítica internacional

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Miércoles 31 de marzo de 2010 por CEPRID
Alberto Cruz

CEPRID

La crisis financiera está poniendo en cuestión el “orden” mundial existente. La debilidad de EEUU, el marcado descenso de su poder –duro, o sea militar, y blando, es decir, diplomático- está siendo aprovechado por China para iniciar un cambio en la geopolítica internacional. Si bien no se puede decir, aún, que China está ocupando el lugar que antaño tuviese la Unión Soviética como superpotencia, sí se puede afirmar sin el menor margen de duda que China ha decidido dar un puñetazo encima de la mesa y jugar un papel más enérgico, protagónico, en la política internacional.

China no tenía previsto realizar un gesto de esta envergadura hasta el año 2027 (1), fecha para la que considera habrá alcanzado la paridad estratégica en todos los aspectos (políticos, económicos y militares) con EEUU. Para ello, ha venido tejiendo una cautelosa red de influencia en todo el mundo África, Asia, América Latina a través de lo que los académicos chinos denominan “el consenso de Beijing” y que no es otra cosa que la puesta en práctica de un modelo político y diplomático que prefiere desarrollar el “poder blando” –diplomacia, no injerencia y multipolaridad- en contraposición al modelo tradicional estadounidense de intervención militar, unipolaridad e interferencia política.

Sin embargo, la arrogancia estadounidense al realizar una significativa venta de armas a Taiwán (6.400 millones de dólares en armamento moderno) y recibir en la Casa Blanca al Dalai Lama ha colmado la paciencia china y ya nada será igual. No hay que perder de vista tampoco el conflicto con Google (que ha recibido el apoyo expreso de la Administración Obama en su denuncia de la “censura” china) como exponente del que mantiene hace tiempo con una serie de empresas multinacionales estadounidenses de tecnología a quienes se acusa de “infiltrar y subvertir” el país. Olvidadas quedan ya las primeras declaraciones de los altos cargos estadounidenses al inicio del mandato de Obama, como la propia secretaria de Estado, Hillary Clinton, que llegó a decir que “China y EEUU están el mismo barco” o el secretario del Tesoro, Timothy Geithner, cuando apostó por “un G-2 (en referencia a China y EEUU) que manejase la economía mundial”.

El EPL detrás del endurecimiento chino

Estamos ante un nuevo Gran Salto Adelante, esta vez en geopolítica internacional que va a cambiar las reglas del juego a medio y largo plazo. Como ha dicho Yang Li, general del Ejército Popular de Liberación y miembro de la Universidad Nacional de Defensa, “China ha sido empujada a la vanguardia de la escena mundial por la fuerza de las circunstancias y, una vez ahí, es mejor tomar la iniciativa porque cuando se enfrentan desafíos y provocaciones China debe mostrar su bandera y golpear fuerte (2)”. Especialmente, en Asia, el “patrio trasero” chino por excelencia.

No es el primero que se pronuncia así. Otro militar, el coronel Dai Xu cree que EEUU hará todo lo posible por desencadenar una guerra en el plazo de 10-20 años en la zona asiática –o en áreas de influencia china, como Irán- para impedir que China alcance la paridad estratégica con ellos y, por lo tanto, tienen que estar preparados para esa eventualidad. Xu ha llegado a escribir un libro, editado por la Fuerza Aérea, en el que propone responder a EEUU con sus mismas armas: “Si EEUU puede encender un fuego en nuestro patio trasero, nosotros también podemos hacer lo mismo en el suyo” (3). Esta podría no ser más que otra opinión si no fuese porque Dai Xu es analista militar de las Naciones Unidas y experto en la presencia china en operaciones de la ONU.

El hecho de que hayan sido militares respetados quienes hayan levantado la voz no es casual. El Ejército Popular de Liberación está especialmente molesto por la venta de armas estadounidenses a Taiwán y está presionando al gobierno para que aumente el gasto de defensa y amplíe el despliegue de fuerzas militares, especialmente en lo que a submarinos se refiere contando con la posibilidad –y ahí juega un papel destacado el protagonismo chino en la nueva geopolítica internacional- de contar con una o más bases navales fuera del territorio chino. Y, además, el EPL no ha olvidado que durante la guerra contra Yugoslavia, los EEUU bombardearon la embajada china en Belgrado, una afrenta que entonces no se vengó porque China “no podía devolver el golpe”, como reconoce otro general, ya retirado, Xiong Guangkai, ex jefe de la inteligencia militar, “pero ahora sí” (4).

Estas opiniones de destacados representantes del Ejército chino han sido interpretadas por EEUU de forma errónea, considerando que dichas opiniones, al ser en su mayor parte provenientes de militares retirados ya no representan la opinión mayoritaria del EPL. Muy al contrario, el Ejército chino es consciente del malestar que en la población está causando el rumbo económico y la excesiva condescendencia con el capital extranjero, por lo que hay que “reconducir el rumbo” adoptando un discurso más nacionalista al tiempo que se visibiliza el poderío militar y económico de los militares. Hay que recordar que todos los artículos que se publican sobre cuestiones militares, escritos por militares, cuentan con el visto bueno del Comité Militar del Buró Político del Partido Comunista chino, por lo que no estamos ante opiniones sin valor.

En este sentido, es significativo que la única medida inmediata adoptada por el gobierno chino a raíz del anuncio de la venta de armas estadounidenses a Taiwán haya sido la cancelación “sine die” de la visita que el jefe máximo del Estado Mayor del EPL, Chen Bingde, iba a realizar a EEUU. Otras amenazas, como la imposición de sanciones a las empresas implicadas en esa venta de armas, como Boeing, aún no se han materializado.

El primer frente: Corea del Norte

Los políticos parecen haber entendido el malestar militar, dado que el Ejército es el responsable de la protección de las líneas de suministro de energía y de entrada de materia prima que está asegurando que China siga creciendo mientras el resto del planeta está en recesión debido a la crisis económica. Por eso han iniciado una política de endurecimiento de su postura en las relaciones internacionales y lo han hecho donde más le duele a EEUU: en Corea del Norte e Irán.

China acaba de aprobar una ayuda económica significativa a Corea del Norte al tiempo que desde finales de enero ha dejado de presionar a los coreanos para que vuelvan a la mesa de negociaciones sobre la desnuclearización. Este tema ha desaparecido, sin más, del discurso oficial chino y desde hace dos meses ya no se ha vuelto a hablar de la necesidad de reunir de nuevo la famosa Mesa de Conversaciones a Seis para discutir el asunto. Por lo tanto, Corea del Norte ya no está obligada a realizar “concesiones sustanciales”, tal y como hizo con el acuerdo, no cumplido en su totalidad por el resto de firmantes, que le llevó a volar la torre principal del reactor nuclear de Yongbyong en julio de 2008.

Al mismo tiempo, China ha anunciado que el presidente norcoreano, Kim Yong-il visitará Beijing este año y que las relaciones entre los dos países “incrementarán sus lazos de amistad y elevarán el nivel de sus relaciones”. Esto se ha traducido, ya, en el hecho de que Corea del Norte acaba de aprobar la concesión de uso durante 50 años de dos islas a las grandes empresas chinas para que trasladen allí parte de su producción manufacturera (5). Y según se dice en Corea del Sur –comentado por el embajador de este país en Washington-, el acuerdo supone la intención de China de invertir 10.000 millones de dólares en la economía de Corea del Norte. Dicho acuerdo, según la agencia Yonhap, se habría ya sellado en un viaje a Pyongyang (capital de Corea del Norte) del máximo responsable del área internacional del PCCh (6), el primero de un dignatario chino de este rango desde diciembre de 2008.

China ha decidido rescatar del colapso económico a Corea del Norte y dejar sin efecto las presiones de EEUU sobre los norcoreanos en cuestiones nucleares. China refuerza así el papel de Corea del Norte en la zona, convierte a este país en su aliado estratégico y sirve de contrapeso al papel de Japón y de Corea del Sur, tradicionales aliados de EEUU en esa área geográfica.

El segundo frente: Irán

Pero es en Irán donde China tiene mucho más que decir. La primera semana de este mes de marzo China ha hecho público su rechazo a la política de sanciones contra Irán, lo que ha llevado a que EEUU haya tenido que retirar del Consejo de Seguridad de la ONU un proyecto de resolución durísimo en el que, prácticamente, declaraba la guerra al país persa. El diario The Wall Street Journal (7) se hacía eco de la postura china en un duro editorial en el que prácticamente acusaba a los chinos de alentar el programa nuclear iraní. Lo que había sucedido es que los chinos se habían negado en redondo a aceptar la propuesta de sanciones que EEUU y sus socios europeos (Francia, Gran Bretaña y Alemania) intentaban fuesen aprobadas por el CS de la ONU y que, en síntesis, cerraban de manera efectiva el espacio aéreo internacional y las aguas internacionales al estado iraní aumentando el aislamiento de Irán hasta niveles sin precedentes. La intención era impedir que, en caso de ataque EEUU-Israel a Irán este país no pueda cerrar el estrecho de Ormuz, tal y como hizo ya, prácticamente sin medios, durante los primeros años de la guerra contra Irak en la década de 1980-1990. Entonces los medios iraníes eran prácticamente inexistentes, mientras que ahora tiene un Ejército preparado y poderoso.

China ha ganado tiempo para Irán, puesto que la pretensión euro-estadounidense era que las sanciones fuesen aprobadas en abril. Ahora hay que redactar otra propuesta, por lo que no es probable que el tema vuelva al CS antes del verano. Pero la actitud china no ha sido únicamente por molestar a EEUU o hacer ver que está en marcha, de manera firme, una nueva geopolítica internacional sino que siente que la obsesión con Irán encubre una estrategia de acoso a sus intereses nacionales.

China es, en estos momentos, el principal socio de Irán. Ha sabido ocupar sin prisa, pero sin pausa, el vacío dejado por los países occidentales que han ido abandonando el país al hacer un seguimiento absurdo de la política de sanciones impuesta por EEUU. De hecho, en 2009 China se convirtió de forma oficial en el principal socio comercial de Irán con un comercio bilateral de 21.200 millones de dólares, prácticamente duplicando el volumen comercial de sólo tres años antes. Uno de los sectores donde la presencia china es mayor es el petrolífero y energético. Aunque China sólo compra a Irán el 11’4% del petróleo que necesita –por detrás de Angola y Arabia Saudita, por ejemplo- la inversión el contratos de petróleo y gas aumenta sustancialmente a través de la Corporación Nacional China de Petróleo, la empresa más grande de China, y su filial PetroChina, hasta la cifra de 9.000 millones de dólares (unos 7.000 millones de euros). Los chinos están presentes en el Juzestán, suroeste del país, y en South Pars, en el Golfo, aquí en sustitución de la francesa Total. Y para este año 2010, las compañías chinas tienen comprometidas inversiones en una serie de proyectos importantes como la construcción de una autopista entre Teherán y el Mar Caspio a través de las montañas de Alborz.

No son, desde luego, cifras tan significativas como las que suponen el comercio bilateral con EEUU (ver artículo de Martin Hart-Landsberg en esta misma actualización del CEPRID) estimadas, groso modo, en más de 400.000 millones de dólares pero suponen una tendencia creciente y un mercado apetitoso para lograr el objetivo de la paridad estratégica que los chinos se han marcado para el 2027. China no va a votar ninguna nueva ronda de sanciones si no se deja al margen de las mismas sus intereses nacionales en Irán, puesto que esas sanciones, tal y como estaban redactadas para su aprobación en abril, habrían supuesto una “sanción encubierta” contra los chinos.

China no ha ejercido el derecho de veto en la ONU nada más que cuando el tema afectaba directamente a sus intereses nacionales. En total, ha sido únicamente en seis ocasiones cuando lo ha utilizado, la última hace tres años respecto a Myammar. Nada que ver, por ejemplo, con la actitud de EEUU en el alto organismo de la ONU. Tampoco es probable que lo utilice con respecto a Irán, pero sí está demostrando que o se cuenta con ellos para la geopolítica o no será posible hacer nada.

Por el momento está mandando mensajes claros a EEUU y a sus socios europeos respecto a un hecho que le afecta: Irán es una cuestión que está siendo utilizada como una cuña contra los intereses chinos, y eso no es aceptable. Por extensión, China considera que la política de EEUU y sus socios europeos en Oriente Medio y Lejano sólo busca perpetuar la influencia occidental en esta zona y así se interpretan los últimos movimientos occidentales con los países árabes del Golfo, tanto en lo referente a la venta de armas como a organizar un lobby de presión anti-iraní que “anule” el hipotético voto negativo chino en el Consejo de Seguridad. Este, y no otro, ha sido el objetivo de la gira de Hillary Clinton por esos países hace pocas semanas.

Desde China se critica el hecho de que se hable de amenaza de guerra por la actitud iraní y no se tenga en cuenta que la venta de armas a los países árabes del Golfo va a ser realizada por EEUU y la UE, con lo que están, a su vez, fortaleciendo la carrera de armamentos y alentando la vorágine de la guerra.

Y desde China se argumenta que “cada vez hay más indicios de un consenso común en Occidente respecto a la necesidad de reducir la dependencia de China como factor financiero, económico y geopolítico”, por lo que o se da el puñetazo encima de la mesa –como ha dicho el general Li- o China se convertirá en “rehén” de la estrategia occidental. Esto es algo que ha publicado, ni más ni menos, el Diario del Pueblo, el órgano oficial del gobierno chino (8).

El periódico mencionaba un hecho poco conocido, pero definitorio para mantener en Occidente la campaña “anti-China”: la presión para que China acepte la revaluación del renmimbi (nombre oficial de la moneda china, el yuan), que ha dado un paso más con la aceptación por el Senado de EEUU de un proyecto de ley sobre las “prácticas comerciales insidiosas” y “manipulación indebida” de la moneda china, mientras que economistas nobelados (de Nobel) como Paul Krugman empujan para que EEUU imponga aranceles de hasta el 25% más a las importaciones chinas por esta razón (9). Las tesis occidentales son que mantener artificialmente el dólar está bien, hacer lo mismo con otras monedas, como es el caso del renminbi, está mal. Y a esto lo llaman “juego limpio en el comercio internacional”, como hace el Departamento del Tesoro (equivalente al Ministerio de Hacienda) de EEUU.

China ha respondido de inmediato a estas acusaciones haciendo lo propio con EEUU. El Diario del Pueblo acusa a la Administración Obama de mantener la estrategia de sus antecesores: “Suficientes pruebas muestran que Estados Unidos, que acusa con frecuencia a otro país de manipular las tasas de cambio y ejerce continuas presiones para cambiar el valor de su moneda, es precisamente el más grande “país manipulador de los tipos de cambio” en el mundo” (10). Y añade que está en marcha, por lo tanto, una nueva estrategia occidental para, una vez salvada la crisis económica, reducir la dependencia de China como factor financiero, económico y… geopolítico. Los chinos son perfectamente conscientes de ello y están actuando en consecuencia.

El tercer frente: América Latina y África

Por ejemplo, ampliando su presencia en América Latina. El establecimiento de la Comunidad Lationamericana y del Caribe, el pasado mes de enero, también ha supuesto un nuevo giro en la geopolítica internacional. El hecho de que ni EEUU ni Canadá formen parte de la misma es ya, de por sí, significativo. Queda por saber cómo se pone en marcha esta comunidad pero lo que sí aparece con ella es la constatación de una cierta erosión del poder de EEUU en la zona mientras que China se ha apresurado a afianza su presencia. En apenas diez años China ha establecido relaciones diplomáticas y económicas con 21 de los 33 países latinoamericanos y la inversión china en los diferentes países latinoamericanos es ya de 50.000 millones de dólares (unos 35.000 millones de euros). Pero con América Latina China ha hecho algo especial: ha comenzado a otorgar créditos al desarrollo. Eso implica un compromiso profundo y a largo plazo con el continente latinoamericano.

En una época de débil crecimiento económico, de caída de los precios de los productos básicos y con restricciones en el acceso a créditos la presencia china ha sido recibida con alborozo en países como Venezuela, Brasil, Bolivia, Paraguay, Colombia, Ecuador y Argentina. Los casos de Venezuela, Brasil y Argentina son especialmente significativos. En estos países, China está invirtiendo en el área de exploración de recursos naturales y de explotación de los mismos. China se ha convertido, además, en el mayor socio comercial de Brasil, superando a los EEUU.

Lo mismo se puede decir de África, donde China pisa con fuerza desde 2005 y con una diferencia respecto a América Latina: en el continente africano China no sólo está presente en el ámbito económico, sino militar. Los soldados chinos forman parte de las fuerzas de la ONU en la zona, lo que le proporciona un mayor conocimiento de la realidad sociopolítica y eso lo ha utilizado para ser un “socio preferente” a la hora de patrocinar inversiones en agricultura, sistemas de agua y riego y, sobre todo, de salud, aspectos que siempre habían quedado en un segundo lugar para EEUU y los europeos. Ello obligó a que, en 2007, el Banco Mundial y el FMI acordasen con China un memorándum de entendimiento para “profundizar y mejorar la mutua colaboración” en tres países: Uganda, Ghana y Mozambique.

Desde Occidente se acusa a China de aprovechar sus programas de inversión para extraer las materias primas y la energía de África, incluso hablan de “neocolonialismo” quienes hasta 1990, cuando Namibia consiguió su independencia, habían mantenido al continente bajo un sistema de esclavitud política, económica y social. De hecho, es Occidente quien se aprovecha del petróleo africano, por poner un ejemplo (un 30% del total) mientras que el comercio de este producto con China apenas supone el 13%, especialmente proveniente de Angola, como se ha dicho anteriormente.

El nuevo contexto de las relaciones internacionales se vuelve apasionante con la presencia protagónica china. Aunque los primeros pasos (cumbre del clima en Copenhague y la del G-20) no han supuesto una alianza clara de China con los países del Sur, a medida que EEUU y la UE estrechen su cerco contra la República Popular esta, sin duda, activará su presencia en los países del Sur para acelerar el cambio en la geopolítica internacional. Una nueva era está naciendo.

Notas:

(1) Zhang Xiaotong, ideólogo del PCCh y uno de los artífices de la nueva política exterior china, lo afirmaba en un artículo publicado en diciembre de 2009. Por su parte, el banco estadounidense Goldman Sachs afirma algo parecido al constatar que en 2026 China se habrá convertido en la primera economía del mundo, según recoge Serge Halimi en la edición de Le Monde Diplomatique del 16 de marzo de 2010.

(2) Asia Times, 9 de marzo de 2010.

(3) Reuters, 1 de marzo de 2010.

(4) China News, 9 de septiembre de 2009.

(5) Asia Times, 10 de marzo de 2010.

(6) Yonhap, 20 de febrero de 2010.

(7) The Wall Street Journal, 24 de marzo de 2010.

(8) Diario del Pueblo, 8 de marzo de 2010.

(9) IPS, 18 de marzo de 2010.

(10) Diario del Pueblo, 26 de marzo de 2010.

Alberto Cruz es periodista, politólogo y escritor.

albercruz@eresmas.com

¿Es posible un Debate Nacional por el Cambio en El Salvador?

La avanzada estrategia de la derecha de provocar una ruptura entre Funes y el FMLN y de esta forma hacer fracasar el primer gobierno de izquierda en nuestro país, debe encontrar una firme respuesta de los sectores populares comprometidos con el cambio, así como de madurez y apertura por parte del Presidente Funes y de la dirección del FMLN.

Parte de esta respuesta popular a la derecha puede ser la convocatoria a un Debate Nacional por el Cambio, retomando la experiencia exitosa de 1988 cuando el Arzobispado de San Salvador convoca a una discusión amplia y profunda de la necesidad de encontrarle una salida política al conflicto armado. Fue una convocatoria abierta a universidades, partidos políticos, iglesias, sindicatos, empresarios, etc.

De este proceso surgió el Comité Permanente del Debate Nacional, CPDN. De este proceso surgió una posición unificada mayoritaria de la sociedad salvadoreña así como generó altos niveles de movilización social. La UES pudiera jugar un papel decisivo en esta urgente convocatoria, como lo hizo en 1988. De la misma manera la Comunidad Salvadoreña en el Exterior.

El hecho que el gobierno de Funes y el FMLN cumpla un año el 1 de junio es un poderoso símbolo de avance popular. Es un hecho político que debe celebrarse. Y esto no significa asumir una actitud oportunista de ocultar sus errores y debilidades, que son evidentes, sino de practicar una actitud crítica pero no destructiva. Es nuestro gobierno. Es el primer año con la derecha como oposición. Que lo lamenten Cristiani y Saca. Que lo lamente el imperio. Que lo lamente TCS y El Diario de Hoy.

Nosotros debemos de celebrarlo, conjuntamente, de manera crítica pero constructiva. La continuidad del proyecto popular representado por el gobierno Funes necesita de una poderosa movilización popular de apoyo, de mayores niveles de organización popular, de impulsar permanentes campañas de educación política e ideológica que permitan rescatar a los elementos políticamente mas atrasados de la población de las garras políticas y religiosas de la derecha.

Tenemos la responsabilidad de señalar los errores, vacios y debilidades del gobierno Funes. No hay dudas al respecto. Pero debemos de medir como hacemos las críticas. No estamos tratando con la derecha. Identificar a Funes como enemigo es un craso error político. Identificar al FMLN como partido de derecha es otro craso error político. Decir que nada ha cambiado y todo es negativo, es sumergirse en una posición unilateral. Es una visión absoluta, dogmatica.

Asimismo es incorrecta la posición que todo es color de rosa, que todo es positivo. Hay aspectos de política exterior, como el caso de Honduras, y de política interior, como el caso de la negativa a proceder contra los corruptos de la derecha, que son altamente censurables. Para no mencionar los casos conocidos por todos y todas sobre el particular estilo personalista de gobernar de Funes. Hay que señalar los errores, pero desde una clara posición de contribuir a resolverlos, no para desgastar al gobierno. Nuestro gobierno.

La acumulación política realizada por el FMLN y los sectores Populares desde 1992, para no mencionar la reserva política y moral del periodo anterior de la Guerra Popular Revolucionaria, permite y garantiza contar con la suficiente voluntad, experiencia y conocimientos para hacer avanzar el proceso y salir de esta emboscada política, colocada por la derecha para hacer sucumbir el proceso iniciado el 15 de marzo de 2009 y revertir su derrota.

¿Cómo hacemos para salir de este lodazal de una posible ruptura entre Funes y el FMLN en que nos ha hundido la derecha y nuestros propios errores? No es una tarea sencilla, pero tampoco imposible. Se requiere como ingrediente básico por parte de Funes y del FMLN una firme voluntad política para resolver los problemas y avanzar. Si esto no existe es una empresa condenada al fracaso. Y vámonos haciendo la idea que la derecha regresa al gobierno. Y después no nos estemos lamentando.

Y además de voluntad se necesita claridad sobre el rumbo. Hasta donde caminamos juntos. Se necesita un nuevo pacto político entre el FMLN y Funes. Y el tercer elemento, es la participación popular. Un segundo año de Funes necesita de mayores niveles de participación popular y social.

Hay que dar la lucha por la unidad entre Funes y el FMLN como la tarea política principal de este periodo histórico único, del primer gobierno de izquierda en El Salvador. Hay que recorrer el camino probado de la lucha por la unidad popular y la lucha por la vida amenazada de nuestro pueblo.

¿Es posible un Debate Nacional por el Cambio en El Salvador? Es posible y urgente. Las palabras y los actos deben contribuir a unir y no a dividir, a favorecer y no a perjudicar el proyecto popular de cambio, que debe ser parte inicial del camino salvadoreño al socialismo.

Roberto pineda, docente de la Universidad de El Salvador

Funes necesita del FMLN, el FMLN necesita de Funes, el PUEBLO necesita a los dos para avanzar

Funes necesita del FMLN, el FMLN necesita de Funes, el PUEBLO necesita a los dos para avanzar

Nos acercamos al primer aniversario del primer gobierno de izquierda en El Salvador presidido por Mauricio Funes y el FMLN. La gente en la calle se pregunta si habrá celebraciones por separado o una sola fiesta popular. El tiempo pasa pronto y la respuesta esta ya a las puertas. La celebración indicara si avanzamos o retrocedemos, así como permitirá evaluar las tendencias dominantes.

No obstante esto, es evidente que la contradicción principal a nivel nacional es la existente entre los sectores de la burguesía salvadoreña globalizada, o sea socios minoritarios del gran capital internacional, y amplios sectores nacionales que incluye a los sectores populares, así como a sectores empresariales golpeados por el modelo económico neoliberal implementado durante los últimos veinte años. Alrededor de esta contradicción principal se agrupan las agendas y acciones de los diversos sectores económicos, políticos y sociales. Lo que se dice y lo que se hace, responde a esta realidad.

Por lo que se vuelve crucial en la definición de una política de alianzas por parte de la izquierda, el identificar y buscar a estos sectores nacionales interesados con romper con el modelo neoliberal, que únicamente benefició a una elite bancaria y comercial. Los amarres con sectores empresariales agrícolas, industriales y de la construcción, se vuelven en esta perspectiva estratégicos, así como con los diversos segmentos del movimiento popular.

Se necesita por lo tanto de construir un pacto nacional que aumente la productividad económica a la vez que fortalezca la transparencia democrática. No debemos de olvidar que la izquierda es hoy gobierno. Y la gente nos va a juzgar por lo que hagamos, más que por lo que digamos.

¿Quien gana con Gana?

Aunque parezca contradictorio, la aparición de Gana beneficia a los sectores populares. Es un pleito entre la derecha. Y hay que atizarlo. Es uno de los principales resultados de la victoria del 15 de marzo pasado. Ojala sigan peleando. Pero pueden reconciliarse.

En el campo de la derecha la contradicción entre ARENA y GANA es una contradicción secundaria, que puede resolverse. Pero es una contradicción en el campo enemigo, que nos beneficia. Están disputando la conducción de la defensa del sistema y del enfrentamiento con la izquierda. Cristiani y Saca son dos expresiones de una derecha derrotada políticamente pero con muchos recursos, y el principal es el impacto de sus ideas en nuestra gente pobre. Además, claro esta, de sus recursos financieros, de sus medios de comunicación, de sus aliados internacionales, y de su presencia mayoritaria en los mandos medios del aparato de estado. Sin mencionar a la Fuerza Armada. Sin mencionar a la CEDES.

La pelea entre ARENA y Gana ha sido clave en amortiguar los niveles de confrontación de la derecha contra este gobierno de izquierda. Están empantanados. La derecha esta fragmentada, paralizada. La sabiduría bíblica nos enseña que una casa dividida no puede sostenerse.

¿Quien gana con la pelea entre Funes y el FMLN?

Gana la derecha sin duda alguna. Y van a disfrutar de una celebración separada. Y van a lamentarse de una celebración conjunta.

En el campo de la izquierda la contradicción entre Funes y el FMLN es una contradicción secundaria, que puede y debe resolverse. Pero es una contradicción en el campo popular que afecta el desarrollo del proceso revolucionario. Están disputando la conducción del proceso iniciado el 15 de marzo. Hay estilos y visiones diferentes, pero hay intereses comunes. Y la identificación de esos intereses permitirá avanzar en resolver los conflictos o al menos en atenuarlos, bajarles el perfil, para que no sean utilizados por la derecha.

Entre esos intereses sobresale el de garantizar la continuidad del proceso de cambios, que necesita de un respaldo popular sólido y organizado para avanzar y para evitar que la derecha lo neutralice, lo bloquee y pueda hasta destruirlo. La defensa de este proceso es vital para los intereses de la revolución.

Hay actualmente fisuras, visiones encontradas que todavía no se convierten en una ruptura, pero que pueden llegar hasta ese nivel, del cual será muy difícil regresar. Es un momento de mucha gravedad en el que se necesita de la mayor prudencia y sabiduría política para manejar el barco sin chocar ni perderse y poder llegar a puerto seguro. Es un barco manejado por dos timoneles que deben de llegar a acuerdos aunque sea mínimos.

La necesidad que este barco avance requiere, exige, demanda, resolver complejos problemas de nación para lo que es imprescindible conciliar intereses y visiones. Funes necesita del FMLN, el FMLN necesita de Funes, el pueblo necesita a los dos para avanzar. A nivel popular, la gente esta preocupada, alguna confundida, pero la mayoría mantiene la confianza que se puede seguir avanzando…no podemos seguir llevando agua al molino de la derecha tricolor o naranja.

Roberto Pineda, docente de la Universidad de El Salvador.

Propuesta de diálogo del Frente Democrático Revolucionario y del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional de Octubre de 1982

5 de octubre de 1982

Partimos del hecho de que la inmensa mayoría de nuestro pueblo se encuentra luchando por construir una sociedad justa, en la que todos los individuos y la colectividad participen del derecho a una vida digna, disfruten de los bienes materiales producidos por la población y gocen de los beneficios de la cultura universal y de la ciencia.

Reconocemos la lucha histórica del pueblo salvadoreño que, con enormes esfuerzos, ha utilizado las distintas formas legales y pacíficas de lucha que estuvieron a su alcance, para conquistar la justicia, el derecho inalienable a ser dueño de su destino y a organizar su sociedad de la manera que le pareciere más conveniente, haciendo efectivo el derecho de la autodeterminación. Sin embargo, una minoría privilegiada hizo siempre uso de la fuerza para impedir estos anhelos, lo que produjo la consecuencia inevitable de que el pueblo salvadoreño recurriera a los medios militares de lucha política, haciendo uso de un derecho reconocido universalmente como legítimo.

La decisión de lucha del pueblo salvadoreño, nos permite afirmar que inevitablemente alcanzará su triunfo pero comprendemos que obtenido con elevados costos que le impone la misma minoría; y que la lucha, además de la gravísima pérdida de vidas humanas, causa gran destrucción del patrimonio nacional, que, evidentemente, hará más difícil para todo el pueblo salvadoreño la reconstrucción del país.
Es evidente que la intervención política y militar del gobierno de los Estados Unidos es causa fundamental en la prolongación del conflicto salvadoreño, e impide que nuestro pueblo determine libremente su destino social y político; además, la presente administración norteamericana ha incrementa do su injerencia en los asuntos de los Estados y pueblos centroamericanos, lesionando gravemente la soberanía de estos e impidiendo el ejercicio del derecho a nuestra autodeterminación. Por ello, la conducta actual del gobierno de los Estados Unidos amenaza seriamente la paz de la región y del mundo.
Consideramos valioso para los pueblos de la región y particularmente el salvadoreño, la posibilidad de encontrar un camino mediante el cual pudiésemos alcanzar más rápidamente la construcción de la paz, la democracia y la justicia social. Hemos estudiado con atención los llamamientos de dirigentes políticos de la región y del inundo, así como de dirigentes religiosos y organismos internacionales (organización de Naciones Unidas, Movimiento de Países No Alineados, etc.), que, preocupados por la magnitud del sufrimiento de nuestro pueblo y conscientes de que peligra la paz de la región y del mundo, han sugerido la búsqueda de formas y medios para el establecimiento de la paz y la justicia social.
Las últimas personalidades que han hecho llamamientos en este sentido, para citar solamente a algunos de ellos, han sido el Papa Juan Pablo II, al dirigirse al Episcopado y pueblo salvadoreño el 6 de agosto pasado, los presidentes de México y Venezuela, Licenciados José López Portillo y Luis Herrera Campins, respectivamente, y la Conferencia Episcopal de El Salvador, que el 15 de julio pasado exhortó a “todas las partes involucradas en el conflicto a que, abandonando toda postura irreductible, se abran a un diálogo sincero, leal, claro, animado de buena voluntad y en, espíritu de auténtico patriotismo, poniendo por encima de los intereses particulares o de grupo, la unión de la familia salvadoreña.”
Existe constancia histórica de nuestra aceptación de sostener, conversaciones o negociaciones, y, a pesar de los sistemáticos rechazos recibidos, mantenemos la disposición de efectuar un diálogo directo porque sabemos que amplios sectores nacionales, tanto políticos como laborales, religiosos, militares, etc., están a favor de que se realicen conversaciones para la búsqueda de la paz.
En el sentido anterior y a fin de obtener la máxima eficacia en el esfuerzo por buscar los medios que puedan conducir a la solución del conflicto, a través de un diálogo, es necesario que este se realice entre las partes involucradas directamente en dicho conflicto; pero igualmente, creemos en la necesidad de que participen otros sectores nacionales que actúan en el campo político, religioso, laboral y académico, a fin de que aporten su valiosa contribución.
Por lo anterior, animados de un sincero patriotismo, haciendo honor a nuestra responsabilidad política y basándose en la voluntad de paz expresada por diferentes sectores de nuestro pueblo y por los demás pueblos centroamericanos, proponemos:
1. Que el Frente Democrático Revolucionario (FDR) y el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) por una parte, y por la otra el Poder Ejecutivo, Asamblea Nacional Constituyente y las Fuerzas Armadas de El Salvador, iniciemos prontamente un diálogo directo sin condiciones previas, orientado a encontrar caminos que conduzcan al establecimiento de la paz y la justicia social en El Salvador y que contribuya a distender la región centroamericana.
2. Que ambas partes designemos Delegados Plenipotenciarios para el efecto apuntado.
3. Que se integre un grupo de Buenos Oficios que organice y posibilite el diálogo y ponga en comunicación a los delegados de las partes, para que, conjuntamente determinen y acuerden los asuntos relativos al procedimiento de inicio y desarrollo del diálogo.
4. Que ambas partes, junto con el grupo de buenos oficios, realicen un examen de las formas de participación en el diálogo de otros sectores nacionales, entre los que mencionamos los siguientes Partidos Políticos, Organizaciones Laborales (obreras y campesinas), Asociaciones de Empresarios Privados, Sectores Eclesiásticos, Universidades, Colegios Profesionales y otros sectores gremiales interesados en aportar su valiosa contribución en la solución del conflicto salvadoreño.
5. Como muestra de buena voluntad y seriedad mutuas, y para arribar a resultados positivos, el diálogo se realice con la presencia de testigos solventes. Estés testigos podrán ser nacionales o extranjeros, según lo convengamos ambas partes.
El Frente Democrático Revolucionario y el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional informamos que, con el objeto de facilitar la realización de este diálogo y para mostrar sincera disposición al mismo, hemos designado a nuestros Delegados Plenipotenciarios, cuyos nombres daremos a conocer oportunamente.
Por el Frente Democrático Revolucionario:
Guillermo Manuel Ungo,
Eduardo Calles,
Rubén Zamora.
Por el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional:
Salvador Cayetano Carpio,
Joaquín Villalobos,
Shafick Jorge Handal,
Roberto Roca,
Fermán Cienfuegos.

CEM reproduce segunda propuesta de dialogo del FMLN-FDR de octubre de 1982

SAN SALVADOR, 18 de mayo de 2010 (SIEP) “Un año después de haber presentado en la Asamblea General de las Naciones Unidas una Propuesta de Paz, la alianza FMLN-FDR presentó ante el mundo una segunda propuesta, que damos a conocer…” expreso el Lic. Roberto Pineda, del Centro de Estudios Marxistas “Sarbelio Navarrete.”

A diferencia de la primera propuesta, esta vez esta dirigida hacia el Poder Ejecutivo, que presidía Álvaro Magaña, la Asamblea Nacional Constituyente, que estaba recién electa y era presidida por el Mayor Roberto DAubuisson y las Fuerzas Armadas de El Salvador, conducidas por el General Eugenio Vides Casanova.

Habían nuevas realidades que enfrentar: el gobierno de Reagan impuso en diciembre de 1981 a la derecha salvadoreña, particularmente al PDC y a la recién creada ARENA, la misión de unificarse alrededor del Pacto de Apaneca, y realizar elecciones para una Asamblea Constituyente que redactara una nueva Constitución.

En enero de 1982 el FMLN-FDR envió una carta al Presidente Ronald Reagan explicando las causas internas del conflicto y haciendo un llamado a la no intervención. La respuesta fue aumentar la ayuda militar al régimen contra-insurgente. En marzo el FMLN realizo un esfuerzo insurreccional para impedir estas elecciones pero no pudo evitarlas. Y fue esta asamblea la que eligió en mayo como Presidente provisional a Álvaro Magaña. El conflicto se prolongaba…”

En junio la Iglesia Católica vía CEDES se pronuncio por una solución política al conflicto, posición que fue respaldada en agosto por una declaración del Papa Juan Pablo II en la misma línea.”

Mientras la primera propuesta de octubre de 1981 se refería a la necesidad de contar con “testigos” en esta segunda se habla de la creación de “un grupo de Buenos Oficios, que organice y posibilite el diálogo y ponga en comunicación a los delegados de las partes, para que, conjuntamente determinen y acuerden los asuntos relativos al procedimiento de inicio y desarrollo del diálogo.”

Asimismo plantea que otros sectores nacionales participen en el dialogo y que “como muestra de buena voluntad y seriedad mutuas, y para arribar a resultados positivos, el diálogo se realice con la presencia de testigos solventes.”

Tribunal reinstala educadora despedida de Alcaldia de Ayutuxtepeque

AYUTUXTEPEQUE, 19 de mayo de 2010 (SIEP) “Me siento muy feliz de regresar a mi puesto de trabajo, ya que había sido despedida injustamente, al final triunfó la verdad…” expreso emocionado Elizabeth Antillon, una de los 12 trabajadoras despedidas por la Alcaldesa Blanca Flor Bonilla.

Un tribunal laboral ordeno que la trabajadora Elizabeth Antillon fuera reinstalada en su puesto de trabajo y s ele pagaran los salarios caídos desde enero. Al llegar esta mañana al CDI, madres y maestras se acercaron a felicitarla.

Por su parte, Ana Guerrero, de 58 años, también despedida, indico que “esta es la primera victoria legal que logramos, son 130 días los que llevamos ya de resistencia sindical, y el reinstalo de Elizabeth prueba que pueblo que lucha triunfa.”
“Hoy vamos a seguir con más ganas denunciando esta injusticia cometida por esta Alcaldesa que solo se le va el tiempo en viajes, por ejemplo, ahorita anda por España dándose la gran vida, son miles de dólares los que llevó de viáticos, mientras nosotras estamos endeudadas, ya cuatro meses sin salario, pero Dios va a hacer justicia, a El nos encomendamos…”
“El sistema judicial ha sido cruel con nosotros, llevamos ya mas de cuatro meses de arriba para abajo, que este papel, el otro papel, que los testigos, bueno, Elizabeth ya había ganado hace tres semanas y la Alcaldesa apeló la decisión judicial, pero de nada le sirvió…”

“Gracias a Dios que nuestro pueblo no nos ha abandonado, y sentimos la solidaridad de la gente en las calles, en los buses, se preocupan de cómo van nuestros casos, nos buscan, ella la Alcaldesa esta sola, tiene mucho poder si, no se lo voy a negar, es de las de arriba del FMLN, pero esta sola, la gente no la quiere, y lo mas graves, es que no ha hecho nada, estamos peor como municipio, lo que si es que vamos a seguir luchando hasta le, reinstalo de todos y todas, hoy ya son solo 17 por los que vamos aluchar, ya ganamos la primera victoria…”