I – PRESENTACION
Ya va a hacer un año que la RESISTENCIA NACIONAL nace a la vida revolucionaria del país, como una organización independiente; dicho nacimiento, sin embargo, es en realidad el resultado de un largo proceso de depuración en las filas del antiguo Ejército Revolucionario del Pueblo (E.R.P), que tuvo su culminación en el mes de mayo de 1975 con el cobarde asesinato de dos valiosos combatientes del pueblo, Roque Dalton y “Pancho”, y la clarísima delimitación de dos vertientes, de dos tendencias, que venían gestándose en el seno del ERP: en primer lugar la corriente aventurera, militarista y blanquista responsable ya de varios crímenes contra la revolución y en segundo lugar la Resistencia Nacional que se presenta así, como una de las organizaciones que heredan la tradición revolucionaria del país y que ahora intenta sistematizar y aplicar la ciencia marxista-leninista a nuestra realidad concreta.
Desde entonces, en torno a la división ERP-RN y los dos asesinatos, han abundado las especulaciones; el enemigo mismo ha sacado provecho de la falta de información y de la situación misma, para arrojar lodo contra el movimiento popular salvadoreño.
Creemos, pues, que ya es hora de contribuir al esclarecimiento de un proceso que forma parte de la historia de la revolución salvadoreña; esta es una exigencia que hacemos nuestra y que encaramos con toda la seriedad y honestidad revolucionarias que el momento reclama. Esto significa que debemos revisar, re-hacer nuestra propia historia (que en última instancia es la historia del proceso), sacando a luz hechos y circunstancias hasta ahora desconocidos para el pueblo, pero que creemos necesarios para la comprensión global del problema.
La tarea no es nada fácil. El revisar nuestra historia y ubicarla dentro del marco de la lucha de clases en nuestro país, ha implicado reavivar viejas heridas y dolorosas experiencias; ha significado, también, un difícil proceso de auto crítica que intentamos plasmar en este documento. Y bien sabemos que esta situación puede ser aprovechada no solo por el enemigo, cada vez más refinado en su embestida ideológica contra el pueblo, sino también por los revisionistas, reformistas y oportunistas de toda laya que están prestos a batir palmas ante cada derrota parcial que sufre el proceso revolucionario salvadoreño. Tenemos previsto, pues, que toda la fauna oportunista gozara al ver plasmado un episodio doloroso de la historia salvadoreña; ya los veremos, en los corrillos y cafetines, en su dorada burocracia, en la verborrea impune, hacer comentarios superficiales e inútiles, del precio que la lucha del proletariado ha tenido que pagar en la búsqueda de una línea consecuente con sus principios, lejos de la conciliación con la burguesía.
Y sin embargo no nos preocupa esa situación. Nosotros lanzamos esta autocrítica abierta, de cara al pueblo, porque sabemos que el proceso nos lo está demandando. Y esta misión, no es de revolucionarios eludirla. Porque, además, si bien es cierto que nuestra crítica y auto-critica tiene su lado “negativo” (en el sentido de errores cometidos; pero sabemos que incluso los errores son valiosos en la experiencia), este ha sido el costo menor, necesario, para consolidar una línea política que va demostrando ser la correcta.
Porque ya pocos niegan que la RESISTENCIA NACIONAL, se ha convertido en elemento indispensable para la construcción del Partido de Vanguardia del proletariado en el proceso revolucionario salvadoreño; este hecho, no tan simple por cierto, explica los errores y los coloca en su real perspectiva. Motivo de más para que lancemos a la luz pública este documento que, desde ya, dedicamos a la gloriosa memoria de dos grandes combatientes: ROQUE DALTON y “PANCHO”.
II – DESARROLLO DEL E.R.P.
PRIMERA FASE (71 – 72)
I – ORIGEN Y NACIMIENTO (Situación y avance de la lucha de masas 67 – 71)
Todavía falta una historia de la guerrilla en nuestro país; ubicar su nacimiento y consolidación como vía hacia la toma del poder, exige por lo menos una revisión de la historia de la lucha de clases en El Salvador.
Es con el triunfo de la Revolución Cubana que el debate sobre las vías al poder se agudiza en los núcleos revolucionarios del país; el burocratizado Partido Comunista Salvadoreño (PCS) estancado por la inactividad y la falta de un análisis global de nuestra formación social concreta, se vio sacudido por el debate. Es por demás sintomático que los cuadros proletarios fogueados en la lucha contra la tiranía, desde los tiempos del castanedismo pasando por Osorio y Lemus, apoyados por otros grupos nacidos de la pequeña-burguesía radical, conducían aquella lucha ideológica. Estos compañeros, que no partían de una práctica burocrática sino que habían vivido la experiencia de la lucha de masas, interpretaban así, a su modo, la nueva situación creada por un proletariado en ascenso que peleaba su organización, consolidación y hasta su misma supervivencia, ante los embates de la dictadura.
La vieja burocracia del PCS, sin embargo, logró capear el temporal y aunque el debate siguió cada vez más agudo, logro ser absorvido* y diluido en complicados y largos mecanismos burocráticos. Por otra parte es de notar que en esta época (1960-66) se producían nuevas reagrupaciones políticas en el seno del pueblo, y la dictadura misma, alborozada por la perspectiva del MCC y la seudo-industrialización, se permitía una seudo-apertura “democrática” que terminó por encandilar a la vieja burocracia del PCS y esta, en la realidad, pospuso el debate sobre la vía armada hacia la toma del poder.
El capitalismo dependiente, sin embargo, mostraba ya una seria fisura en la segunda mitad de la década de los sesenta; una profunda crisis se abatió sobre el MCC y la seudo-industrialización, llegando hasta la estructura agraria y sacudiendo el edificio burgués. Los mecanismos “democráticos” burgueses comenzaron a mostrarse peligrosos para la dictadura y, en la brecha abierta por la crisis, irrumpieron las masas populares con todo su ímpetu creador. Es la época de la Gran huelga General del 67, de las grandes movilizaciones en torno a las huelgas de ANDES, etc.
Los cuadros revolucionarios, fogueados en aquellos combates, revitalizaron el problema de la vía armada hacia la toma del poder; ellos no hacían más que estructurar la experiencia misma de las masas populares, que habían apuntado, en los enfrentamientos de calle, a nuevas formas de organización y de lucha. La guerrilla, pues, había nacido en realidad en las calles de San Salvador; las masas populares, en la defensa de sus intereses y ante las crueles y bestiales embestidas de la dictadura, habían aprendido, espontáneamente, que ese era el camino.
Ahora, correspondía a los revolucionarios sistematizar la experiencia, dar la perspectiva, sistematizar una vía hasta entonces embrionaria: la vía armada. El PCS por su parte se desenmascaró ya en esta coyuntura: la “apertura a la derecha” abrió el camino a una serie de pasos agigantados que habrían de conducirlo al revisionismo más descarado. Y esta situación ya no era posible que la soportara el movimiento revolucionario.
Los cuadros revolucionarios se convirtieron, así, en los herederos de la larga tradición de lucha del pueblo salvadoreño, mientras el revisionismo sentaba sus reales en la burocracia del PCS. 1967-71, sin embargo, todavía marco un compás de espera: los cuadros surgidos de la lucha de masas, y que expresaban los intereses de la revolución proletaria, no acertaban a aglutinarse ni a consolidar todavía una línea coherente. El revisionismo, por su parte, conducía a las masas al matadero de la derrota electoral de 1972 y, con la desviación ya consolidada, lejos de atraer la experiencia de la misma, empujo a las masas a la conciliación y el oportunismo.
Por eso 1972 es un nuevo punto de inflexión: el pueblo derrotaba a la burguesía en su propio campo (las elecciones) pero al mismo tiempo la burguesía derrotaba al revisionismo en sus aspiraciones electoreras (demostrando su ineficacia como vía hacia la toma del poder). Doble negación que tendría su expresión política en la consolidación de una nueva alternativa: en 1972, nacían el E.R.P y las F.P.L intentando conducir al pueblo por el camino de la vía armada, en un intento por retomar el hilo de la historia de la revolución salvadoreña que fuera sangrientamente truncada en 1932.
El ERP se formaba con núcleos dispersos y nacidos al calor de la lucha de masas, lo cual significo el pago de un enorme precio: se negó al Partido como concepción, nos aislamos de las masas y de la lucha de masas, pusimos el acento en la lucha clandestina y los pequeños grupos conspirativos. Todo lo que “hueliera* a Partido” era despreciado, y se concebía la revolución como la tarea de una secta clandestina.
Este precio, en realidad, era el precio de una primera negación: la negación del Partido (para entonces, “partido” era el PCS). Hasta entonces no había conciencia de que era necesaria una segunda negación que pusiera en marcha un proceso encaminado a la construcción del verdadero Partido de Vanguardia.
Así es come se inición* en nuestra organización y en el proceso salvadoreño, la larga marcha hacia el Leninismo.
II – 2 VIA ARMADA HACIA LA TOMA DEL PODER:
El nacimiento del ERP se remonta al año 1972. El principal elemento aglutinador de aquella época, radicaba en la conciencia de la necesidad de dar organización e impulso a la lucha armada como vía hacia la toma del poder. La práctica política de quienes luego formaríamos el ERP, nos había demostrado que las estructuras orgánicas tradicionales (Partido Comunista, Organizaciones Sindicales, Organizaciones políticas nacionales y estudiantiles, organismos gremiales y de masa, etc* por su concepción y su estructura orgánica, constituían impedimentos reales objetivos y subjetivos para que de su seno mismo surgiera la práctica militar ligada a una práctica política. Sobre todo, la desviación de derecha en el partido había llegado al estado de negar la lucha armada como vía hacia la toma del poder para el proceso revolucionario salvadoreño, sustituyéndola por la vía pacífica, la vía electoral. Como resultado de esta situación, las nuevas organizaciones nacimos afirmando la necesidad de construir el aparato armado, impulsando la actividad guerrillera y negando el Partido. Es así como en los años 71 y 72, predominó en las nuevas organizaciones una concepción militarista, no solo en sus aspectos organizativos internos y clandestinos, sino en la misma argumentación y defensa de la lucha armada. La raíz de nuestra errónea concepción residía en el siguiente argumento: es necesario negar la concepción orgánica y política del PCS, su desviación de derecha, solo así puede construirse el aparato armado que siempre se han negado a construir en la práctica. Este análisis mecánico nos condujo a trabajar durante dos años en forma unilateral: construyendo el aparato armado para el proceso revolucionario salvadoreño. No caímos en la cuenta de que por negar un partido que no había alcanzado la calidad de marxista-leninista, negábamos también para nuestra propia formación, la necesidad de construir desde el principio núcleos políticos de Partido; y de esta forma caímos en una desviación de izquierda al unilateralizar* el trabajo orgánico orientado a la construcción de nuecleos* militares y para-militares que fundamentalmente determinaron el desarrollo y vida del ERP. Caímos pues en el error de un desarrollo orgánico en una sola dirección: la construcción militar, abandonando la construcción del trabajo político en el seno de las masas y en el seno mismo del ERP.
II – 3) GUERRILLERISMO – MILITARISMO:
Al predominar una línea organizativa militarista, se hacía difícil tener una visión de conjunto y buscar el camino político correcto. A nivel de la dirección, existía teóricamente la inquietud por el trabajo de masas y por la vida política interna, pero la estructura misma y la necesidad concreta de construir orgánicamente el aparato armado, impedían dar impulsos prácticos a esta inquietud.
Por otro lado, se comienzan a impulsar actividades militares revolucionarías y este ejercicio absorvió* en forma casi total el quehacer del ERP. La práctica misma orientada hacia la actividad militar de núcleos aislados de las masas, constituyó el caldo de cultivo para que, a nivel de las bases (que naturalmente venía con debilidades teóricas y políticas no superadas en su militancia interna en el ERP por carecer de la concepción y metodología adecuadas para dar impulse a la vida partidaria), se comenzaba a enraizar la concepción y la práctica militarista y guerrillerista, profundizándose no sólo la negación al trabajo político y de masas del PCS sino el desprecio a las tareas señaladas, considerándolas como una “fase superada e inferior” a la fase militar dentro de la cual nacía y se afirmaba la existencia misma del ERP. Poco a poco va cobrando forma este sentimiento de desprecio respecto al trabajo político y de masas al cual se le identifica con la desviación revisionista de derecha que habíamos criticado al Partido Comunista y que constituía la negación primaria para nuestra propia afirmación y existencia.
A finales del 71, iniciamos la publicación de “EL COMBATIENTE” en cuyos primeros números se evidencia el énfasis sobre la necesidad de construir el aparato armado, la negación al partido y la afirmación de la práctica militar como fundamento de la lucha revolucionaria y la existencia del ERP.
II – 4) PRIMERAS APROXIMACIONES TEORICAS SOBRE LA CONCEPCION ESTRATEGICA Y LA LINEA POLITICA:
Los acontecimientos políticos y militares de marzo del 72 a nivel nacional, impactaron profundamente en el seno del ERP, y a nivel de la dirección, se tuvo la visión de la gran debilidad que la orientación unilateral de nuestro trabajo organizativo le imprimía al ERP en su conjunto. En un esfuerzo de interpretación de la realidad concreta, se plantean las primeras aproximaciones teóricas sobre la concepción estratégica, la caracterización del período y la línea política.
Es a estas alturas que por primera vez se habla en nuestra organización del peligro de una corriente fascista en el seno de las clases dominantes y en consecuencia de la necesidad de estructurar una respuesta política de las masas. Este esfuerzo lleva a sentar las primeras bases de elaboración de la concepción de “La Resistencia” como línea política del ERP. Cabe señalar que todo este proceso de cuestionamiento, análisis y elaboración, se dio a niveles de dirección con poca participación de algunos cuadros intermedios; la gran mayoría de nuestra organización, estaba ausente de estos avances y por lo tanto, la estructura y el trabajo del ÉRP en su conjunto, continuaba su marcha unilateral por la vía práctica del guerrillerismo, desligado de las masas y profundizando gérmenes de múltiples desviaciones ideológicas y políticas.
En octubre del 72, damos nacimiento al periódico “ POR LA CAUSA PROLETARIA”, el cual surge como un órgano político e ideológico destinado a las masas y las bases de la organización y a nombre de la “Resistencia Nacional”. Sin embargo, los 10 primeros números evidencian la dispersión ideológica y política en el seno mismo del ERP, en ellos puede analizarse las dos tendencias que pugnan por desarrollarse, por derrotarse, por unificarse. Es un procese complejo y que se desarrolla sin control de los organismos de Dirección. La misma aparición no planificada ni estable del periódico, indica la falta de visión interna para darle su lugar a la Prensa Revolucionaria como elemento aglutinador y orientador tanto en lo interno como en la proyección hacia las masas.
De esta primera fase del ERP, consideramos positivo su propio nacimiento, en relación al estado de la lucha de clases en su conjunto; y negativo, la dirección unilateral hacia la construcción del aparato armado que determinó la vida y el quehacer de la organización en esta etapa.
SEGUNDA FASE (72 – 73)
II–1–a) ESTILO FEDERATIVO DE CONDUCCION INTERNA – COMPOSICION SOCIAL DEL GRUPO DE DIRECCION:
En la práctica, y desde su fundación, el ERP se integró porla sumatoria de diversos núcleos que hacían de él una federación de grupos con su respectiva representación a niveles de Dirección. Este fue el estilo de conducción predominante durante los años del 71 al 74. La Dirección central podía mantener la cohesión por el espíritu militar con que era coordinado el quehacer todo de la organización desde la Dirección. Los lineamientos de trabajo se transmitían desde arriba en forma es estrechamente vertical (por la estructura y la concepción que imperaban) de forma tal que la militancia aceptaba la línea sin discusión.
En este marco, las opiniones divergentes y los cuestionamientos a “la línea” llegaban inmediatamente a puntos muertos y provocaban inminentes rupturas de personas o pequeños grupos a los cuales el ERP y su dirección fueron incapaces de conservar a través de un proceso de lucha ideológica. Esta debilidad no fue vista en forma auto-crítica por los niveles de Dirección; por el contrario, se buscaron mecanismos de justificación y se hablaba de que los desprendimientos eran el resultado natural de un proceso de “depuración ideológica” en el seno de la organización. Durante todo este período, no se tomó conciencia de que estos hechos aislados y en cierto modo insignificantes* para el ERP en su conjunto, eran el síntoma de la falta de vida política y discusión ideológica en el seno de la organización.
El volumen de trabajo a nivel de la Dirección, se recargaba hacia las tareas de coordinación de las actividades militares, intercambio de informes y “rectificaciones sobre la marcha” en forma superficial y sin profundizar seriamente sobre el proceso todo de desarrollo y construcción del ERP come organización de Vanguardia. Las raquíticas discusiones ideológico-políticas que se daban a este nivel de Dirección, no llegaron a cuajar en crear un estilo serio de trabajo colectivo en el núcleo de Dirección; cada uno de sus miembros exponía sus tesis y criterios, se tomaban acuerdos “concretos” para el quehacer inmediato: y la revisión y afinamiento de las concepciones y principios iba siendo relegado constantemente.
Con este estilo de trabajo el espíritu federativo fue profundizándose, los miembros de dirección, aparentemente unificados por acuerdos “políticos y tácticos” bajaban a sus bases a impulsar los acuerdos y la “línea” dando un estilo y sello de interpretación personal que, lejos de unificar teórica, ideológica y políticamente a la organización, profundizaba su división, al impulsar en la práctica diversas concepciones e interpretaciones de los “acuerdos políticos” de la Dirección Nacional. El resultado era que el mismo acuerdo tomado a nivel superior, generaba prácticas completamente distintas y hasta contrarias en las bases del ERP. La dispersión ideológica y la carencia de una concepción estratégica general constituía* la gran deficiencia del ERP y su Dirección Nacional. Esta misma situación federativa fue creando algunas condiciones objetivas para un proceso de burocratización de algunos miembros de la Dirección Nacional.
Es nuestro deber señalar ahora que la composición social de la Dirección Nacional, la procedencia de clase de quienes la constituíamos, tiene indudablemente que haber influido en las posteriores desviaciones en el seno de la organización. El núcleo de dirección del ERP, tenía una composición de clase pequeño-burguesa que, durante toda la primera fase y por la estructura misma, así como por el proceso de separación dirigencia-base; impedía desarrollar los presupuestos y mecanismos para que cuadros orgánicos de la clase obrera y el campesinado fueran proporcionados a los niveles de Dirección superior e intermedio de la organización.
A nivel de la Dirección, se permitió y fomento el liberalismo manifestado en el “dejar hacer, dejar pasar”, se consideraba que por su nivel, cargo y funciones, los miembros de Dirección no necesitaban ser cuestionados ni vigilados, y fue así como no se impulsó el proceso de crítica y auto-crítica, vigilancia del colectivo sobre sus mismos miembros y mucho menos vigilancia crítica de las bases sobre su Dirección Nacional; el estilo federativo, la verticalidad estrecha y la compartimentación mal entendida, condicionaron este quehacer.
Esta situación llegó al grado de que, a la altura de 1973, la base social del ERP era ya en su mayoría proletaria, mientras su Dirección Nacional se conservaba, con la composición de clase original, y los cuadros que durante esa etapa habían ascendido a dicho nivel, procedían también de la pequeña-burguesía. El proceso de proletarización científica que hubiera servido para superar las naturales desviaciones del origen de clase, no podía impulsarse acertadamente debido a la no hegemonía de los criterios proletarios en el seno de la Dirección, a la no vigilancia de las bases y al liberalismo en el estilo de trabajo y conducción.
II–2–a) EL COYUNTURALISMO COMO POLITICA DE PROYECCION Y LIGAZON CON LAS MASAS:
Es en esta fase, especialmente en el año 73, que el ERP hace intentos por proyectarse hacia las masas. Sin embargo, la propia naturaleza de su estructura orgánica, le impide realizar un trabajo constante y de vinculación permanente, y le obliga a buscar una incidencia coyuntural y desde afuera. El estilo federativo y la carencia de una concepción estratégica unificada, hacen que, según la agudización de las coyunturas en el proceso, se busque “incidir” desde la Vanguardia. Esto propicio la profundización mayor del guerrillerismo: no habiendo vinculación permanente con las masas, alejados de la práctica política y encaminados en la práctica militar, la “incidencia” del ERP en las coyunturas se traducía corno respuestas militares de núcleos aislados de la masa, frente a las embestidas del enemigo de clase.
La concepción de “Resistencia Nacional”, no encontraba todavía en el seno mismo de la organización, concreción práctica significativa, las bases del ERP no estaban preparadas para comprenderla, asimilarla e impulsarla, y la Dirección Nacional no había impulsado y desarrollado un método de estudio y discusión interna que permitiera este proceso. Por ello, durante toda esta fase, si bien a niveles de Dirección se iba clarificando y depurando la concepción, la práctica del ERP continuaba siendo fiel a la concepción original militarista y coyuntural desligada de la masa.
II–3–a) DESARROLLO MILITAR ESPONTANEO Y DISPERSO:
En realidad no había en el seno de la organización, una clara concepción de la lucha armada; la práctica militar se veía solo como la secuencia de acciones exitosas, como el crecimiento mecánico de unidades militares que impulsaran el activismo armado.
Es así como fuimos construyendo un aparato armado desligado de la lucha de masas. Esta posición errónea permitía cultivar y enmascaraba la tendencia a buscar acciones sensacionalistas, a la par que propiciaba la profundización de la desviación de la futura camarilla militarista: el desprecio a las masas, a la lucha de masas y al trabajo político como eje y dirección del trabajo militar.
Es también este activismo militar lo que propicia otro tipo de desviaciones tales como el individualismo, la concepción de que “el mejor guerrillero combatiente es el mejor revolucionario” por sus cualidades personales aplicadas al combate y no por el nive1 de su conciencia política y de clase, o por su capacidad de conducción revolucionaria hacia las bases de la organización y las masas.
El criterio de la disciplina militar y el estrechamiento de la vida política e ideológica como sistema y estilo de trabajo en los núcleos del ERP, así como el respeto total a la “autoridad” del Jefe Militar, se traducen en la sumisión de las bases a la concepción política que dicho jefe sustenta, sin discusión ni cuestionamiento.
La garantía de la conducción desde la Dirección Nacional, descansaba también en las cualidades individuales y las capacidades personales que encontraban campo irrestricto para la aplicación de iniciativas individuales en cada sector. Al no existir una concepción estratégica política y militar unificada y al depender el trabajo de iniciativas personales de los respectivos jefes militares, los militantes no participaban de ninguna discusión y se iban acostumbrando a ser sujetos que recibían órdenes y actuaban en consecuencia. Todo ello se reflejaba en el desarrollo desigual en lo militar, según las capacidades e iniciativas de cada jefe militar, surgen las mil escuelas y se profundiza la división en el seno de la organización. La Dirección Nacional que pretende estructurarse como una Dirección Política, encuentra entre ella y las bases, el valladar de una estructura orgánica militar compuesta por Jefes Militares que dan a los lineamientos políticos aplicación metodológica dentro de los marcos de la disciplina militar, ahogando con ello la posibilidad de vida política en la organización. El Mando Central, organismo ejecutivo de la actividad militar y que formalmente se somete y depende de la Dirección Nacional, va adquiriendo en la realidad un cierto grado de autonomía e independencia, ya que la estructura misma le permite la conducción real sobre la militancia.
II–4–a) DESARROLLO Y PROFUNDIZACION DE LA CONCEPCION DE RESISTENCIA:
Mientras la militancia marcha desarrollándose dentro del marco señalado, en el seno de la Dirección Nacional se profundizan los análisis teóricos sobre la concepción, se afina la tesis de Resistencia como propuesta orgánico política de trabajo del ERP hacia la masa y se elaboran los primeros documentos de esfuerzo interpretativo de la realidad (“Avance Estratégico”, “Análisis Político de la Situación Nacional”, Combatientes No. 4 y 5). Esto determina también el primer esfuerzo de evaluación interna, y a finales del 72 y principios del 73, la Dirección Nacional reconoce la política coyunturalista* (*así en el original) que había venido aplicando, descubre la contradicción entre las aproximaciones teórico políticas y la estructura orgánica de corte militar, y se propone la sitematización* (*así en el original) del trabajo a través del impulso de una escuela de formación teórico-política y de un proceso de reorganización interna con el objeto de crear bases políticas en el seno del ERP.
De este esfuerzo y de este impulso, no participan todos los miembros de Dirección Nacional, si bien en forma declarativa es aceptado el balance crítico de la fase 71-72, en la práctica no se hace el esfuerzo por transformar la estructura orgánica en función de las nuevas concepciones políticas y militares en desarrollo, ni se impulsa en forma unitaria, la escuela de formación. Esto profundiza el desarrollo desigual y el proceso de estructuración de las dos tendencias que continúan gestándose en el seno del ERP. Por un lado, la tendencia de seguir desarrollando el activismo militar como tarea fundamental de la organización, negando en la práctica el trabajo político orientado hacia las masas; y por otro, se pretendía impulsar la conjugación dialéctica del trabajo político y militar bajo el principio de que lo político priva sobre lo militar.
TERCERA FASE (73 – 74)
II–1–b) MADURACION DE LA CONCEPCION ESTRATEGICA (POLITICA Y MILITAR) Y DE LA LINEA:
En el seno de la Dirección Nacional es ya indetenible el proceso de maduración de la concepción estratégica; a partir del planteamiento de Resistencia.
Esta es la época en que la organización se pone a la cabeza de la izquierda revolucionaria en lo que a desarrollo teórico se refiere. Se logra caracterizar adecuadamente el período de dominación (escalada fascista de la dictadura militar), se ubica la contradicción principal de la sociedad salvadoreña, se define el estado de la lucha de clases y se encaminan los esfuerzos hacia la clarificación de la aplicación táctica de la línea política. Es a estas alturas que se deslinda todavía más la frontera entre las dos tendencias: la concepción militarista no derrotada ideológica, política, ni orgánicamente en el seno del ERP, busca subsistir con nuevos argumentos, mientras la concepción de Resistencia Nacional, profundiza sus esfuerzos por desarrollarse y superar las deficiencias del pasado en un proceso de unificación de criterios y síntesis dialéctica de ambas tendencias.
II–2–b) LOS PROBLEMAS DE ADECUACION DE LA ESTRUCTURA ORGANICA:
Los esfuerzos de la nueva concepción por llenar la vida de la organización y reorientar su práctica de conjunto bajo los lineamientos del marxismo-leninismo, encontraban dificultades concretas en la misma estructura orgánica que canalizaba el quehacer del ERP. Agregado a esto las profundas deficiencias del núcleo de Dirección donde el estilo federativo y el liberalismo habían conducido a un quehacer distorsionado y habían deformado las funciones de una Dirección revolucionaria, permitiendo la entronización de elementos burocráticos que, sin apoyo de un trabajo en las bases, buscaban sostenerse en sus puestos a través de malabarismos y radicalismos cada vez más aventureros e irresponsables.
A pesar de la poca vida política e ideológica de las bases, esta es también la fase en que se produce un proceso de profunda crítica de la militancia dirigido a la Dirección Nacional. La falta de métodos, canales e instrumentos y el poco ejercicio de la crítica y la auto-critica así como la ausencia de practica en la lucha ideológica interna, impide que este sano proceso de critica que intuitivamente inicia la base, se lleve por canales adecuados y sirva para consolidar a la organización. Por el contrario, el proceso se da fuera de los organismos tanto superiores como inferiores y en vez de llegar a resultados positivos, impulsa otra desviación: la discusión y crítica personal e incorrecta fuera de los colectivos. Este ejercicio viciado permitirá después a la camarilla impulsar maniobras y engaños para su propio provecho.
II–3–b) LA CONCRECIÓN DE LA VIA ARMADA HACIA LA TOMA DEL PODER:
Producto del esfuerzo de interpretación y elaboración, es a estas alturas, el hecho de contar con aproximaciones teóricas que apuntan hacia la posibilidad de estructurar una verdadera organización de Vanguardia que cuente con una concepción estratégica política y militar definida, con una estructura orgánica adecuada a la concepción y con una línea política para ligarse al trabajo amplio de masas. Es así como la organización define que la vía armada hacia la toma del poder en el proceso revolucionario salvadoreño, deberá impulsarse a través de la Guerra Revolucionaria y Prolongada del Pueblo y la Insurrección; afirma que la conducción y aplicación de esta concepción exige y presupone la construcción de un Partido de Vanguardia del Proletariado; y reafirma la necesidad de la construcción de un Ejército Revolucionario, subordinado al Partido, como garantía, de la conquista y sostenimiento del poder político.
II–4–b) BÚSQUEDA Y ENCUENTRO CCN LAS MASAS:
A partir de las anteriores concepciones, se comienza a volcar el trabajo hacia la búsqueda de las masas, este proceso, ayuda a confirmar en la práctica los aciertos y a corregir las deficiencias. Sin embargo, ya la diferenciación de ambas tendencias se refleja en la práctica: mientras el esfuerzo de unos sectores del ERP se enfila hacia la búsqueda de las masas para impulsar la construcción de un Partido estrechamente ligado al pueblo a través de métodos y principios leninistas de conducción política revolucionaria; otros sectores de la organización buscan en la masa el apoyo de sus tendencias militaristas y ven el trabajo político en función de lo militar, profundizándose más la desviación militarista.
La irrupción del trabajo de masas en el seno de la organización, agudiza las contradicciones internas y hace estallar en todos los niveles la lucha ideológica para la cual, hemos señalado, no existían condiciones objetivas ni subjetivas que permitieran su adecuada canalización.
Por el carácter federado que privaba en la organización, este aprendizaje con las masas se desarrolló en forma desigual, evidenciando las posiciones que despreciaban el trabajo de masas y continuaban haciendo énfasis exclusivo en las tareas militares, despreciando también la necesidad de elaboración teórica de la
concepción militar y profundizando el simple activismo, el guerrillerismo, pretendiendo incorporar a las masas a la vía armada a través de un proceso anti-dialéctico en que el pueblo, sin problemas, pasaría de sus condiciones de pasividad, neutralización y concepciones reformistas y revisionistas, a empuñar las armas y a asaltar el poder político arrebatándoselo a la burguesía. Desde esta concepción, cualquier coyuntura de agudización de la lucha de clases era propicia para el asalto armado de las masas conducidas por el ERP, hacia la toma del poder.
Este es también el momento en que aflora el profundo odio de la camarilla contra el Bloque Socialista, despreciando los frutos de la experiencia revolucionaria internacional, echan lodo sobre la revolución cubana y la revolución rusa, califican a la Unión Soviética de social-imperialismo y al estado cubano como satélite de aquella, impulsando la campaña contra el revisionismo internacional visualizado como enemigo irreconciliable de los movimientos revolucionarios y de liberación latinoamericanos y africanos. Inclinándose por otro lado y en forma servil a la tendencia “maoísta” que ellos santifican corno “la única experiencia y ejemplo revolucionarios en el mundo y la historia”.
La dispersión ideológica se profundiza en el seno del ERP al nacer en este período, múltiples organismos de propaganda que eran elaborados en forma sectorizada y federativa, así surgen las publicaciones: “BANDERA ROJA”, “DESPERTAR CAMPESINO”, “TRINCHERA JUVENIL”, “EL ARTILLERO” y “PENSAMIENTO PROLETARIO”, desde las cuales y según el sector de la federación correspondiente, se planteaban las concepciones que privaban en cada lugar, desorientando y confundiendo a la militancia y a las masas que tenían acceso a tales publicaciones.
Las relaciones base-dirigencia se terminan de deteriorar cuando se tratan de impulsar los lineamientos tácticos para desarrollar el trabajo entre las masas. A nivel de Dirección se evidencia ya en forma clara el grupo que se preocupa seriamente por los múltiples y complejos problemas de la relación Vanguardia – Masa, mientras otro grupo, por sus concepciones desviadas y su asilamiento* del trabajo de masas, se desinteresa de problemas a los cuales no da ninguna importancia y los cuales no entiende por no constituir su práctica cercana.
Lo anterior evidencia que, a nivel de Dirección, había también un desarrollo desigual bastante pronunciado, quienes se habían empeñado en mantener las viejas concepciones y los errores de origen, quedaban rezagados y no podían ya mantenerse a la cabeza de la organización en el plano objetivo, aunque formalmente estuvieran ahí parasitando e incrustados burocráticamente en el seno de la Dirección por meras razones históricas y sin ningún argumento o razón política que diera funda mento al ejercicio de un cargo de Dirección. Si fue posible que conservaran tal función, fue porque la Dirección se había burocratizado y estaba desligada de las bases, la fuerza de la costumbre y los resabios liberales de la procedencia de clase de todos sus elementos, pesaba para impedir el cuestionamiento de los “intocables” dirigentes; nadie se atrevía a cuestionar el “papel histórico” que cada uno cumplía, y el liberalismo establecía lazos superficiales de unificación, que ya no tenían ninguna base ideológico-política consecuente con las necesidades de Dirección de una organización que pretendía convertirse en Vanguardia de la clase.
El colectivo de Dirección no existía en sus dimensiones reales, su estilo de reuniones era la de un grupo que llegaba a escuchar aportes individuales y donde la decisión de aplicarlos o no al trabajo concreto, quedaba al arbitrio individual; de esta manera se impedía la transmisión hacia abajo de las ideas de otros sectores, así como la comprobación práctica de las diferentes experiencias y la tarea de síntesis y unificación en el nivel superior. Frente a este estancamiento de la Dirección, se propuso la ampliación de la misma, con el objetivo de llevar a su seno representantes de los sectores obreros y campesinos ya desarrollados. Fue cerrada y terca la oposición que a este proceso de apertura y ampliación de la Dirección manifestaron los militaristas, alegando los más diversos argumentos, desde sostener que llevar obreros por llevarlos a la Dirección Nacional, era caer en el “obrerismo”, pasando por alegar que no había en la organización ningún obrero o campesino “suficientemente capacitado” para .asumir tareas de Dirección; hasta querer “demostrar” que los miembros de la Dirección tradicional del ERP, si bien tenían origen pequeño-burgués, estaban ya garantizados por un proceso de “proletarización científica” que se hacía descansar en criterios tales como el de ser “profesionales”, de “haber combatido militarmente”, etc. etc. En lo concreto, quienes estaban ligados desde sus bases con el amplio trabajo de masas, venían asumiendo la dirección política de la organización; mientras los otros se iban arrinconando en el quehacer militar, lo que iba replegándolos y dejándolos en una situación cada vez más evidente de burocracia y oportunismo.
Esta situación en el seno de la Dirección Nacional se volvía insostenible, más temprano que tarde, haría crisis y los elementos rezagados, que mantenían concepciones ya superadas iban a ser depurados por la lucha ideológica y la rectificación de estilos de trabajo que venían subiendo de las bases y los cuadros intermedios ya ligados al trabajo de masas.
Ante la amenaza de perder sus puestos de dirección, la desviación de los elementos militaristas, practicistas* y coyunturalistas* se profundiza y pretenden asumir para sí mismos la conducción política del trabajo de masas que ya no tienen en el seno de la Dirección.
El más grave error del grupo de dirección que sostenía posiciones políticas consecuentes, fue en aquel momento el no medir la profundidad de la desviación militarista y en su incapacidad para impulsar enérgicamente un proceso de crítica y auto-crítica de la Dirección Nacional, apoyado en las bases, abriendo la discusión ideológica con suficiente anticipación, antes de que las contradicciones a nivel de la Dirección llegaran a ser insuperables.
La tradición burocrática, la no costumbre de trabajar estrechamente ligado a las bases como miembros de Dirección, y el liberalismo que impedía el juzgamiento de las concepciones y los comportamientos personales, posibilitó más adelante la maniobra y el desconcierto de la militancia, frente a una lucha ideológica que para las bases estallaba sin antecedentes, como una tormenta en cielo sereno.
Ese desbordamiento provocó el desconcierto, las dudas, las inquietudes y la desconfianza respecto a una Dirección a la que se había santificado y de la cual se tenía la idea de solidez y cohesión y que ahora se presentaba profundamente dividida y en total proceso de descomposición. Dentro de este marco, la deshonestidad y las maniobras encontraron el campo propicio que necesitaban para sorprender la buena fe de muchos compañeros, y los desenlaces posteriores de esta furiosa lucha ideológica interna, han constituido uno de las más duros ejemplos y dolorosas experiencias para los revolucionarios salvadoreños y centroamericanos.
III – LA DIVISIÓN ERP – RN Y LOS ASESINATOS
(Finales 74 – Principios 75)
III – 1) LA DIVERGENCIA DE CONCEPCIÓN Y APLICACION TACTICA:
El año de 1974, significó para el ERP, el afinamiento casi definitivo de su Concepción Estratégica y su Línea Política. A nivel teórico declarativo, todos parecíamos coincidir en que las tareas estratégicas para la organización se centraban por un lado, en construir el Partido de Vanguardia y buscar las formas y métodos de ligarlo a la masa para asumir la conducción de la lucha popular y orientarla por los cauces revolucionarios; y por otro lado, en construir el ejército revolucionario del pueblo, buscando asimismo afinar la concepción militar a través de la cual y bajo la conducción del Partido, fuera posible incorporar a las masas a la vía armada hacia la toma del poder.
En la aplicación de los lineamientos tácticos para perseguir estos objetivos, surgieron las divergencias: el grupo de la camarilla militarista comienza en la práctica a negar el Partido, a negar la necesidad de ligarnos a la masa a través de diversos niveles de lucha y de conciencia, a negar el predominio de lo político sobre lo militar; y en la práctica, impulsan todo lo contrario a la concepción y a la línea: proponen no “entretenernos” en la construcción del Partido y poner todo el énfasis en la construcción del ejército, alegando que la coyuntura previsible inmediata es un desenlace insurreccional inminente donde lo militar es la tarea política fundamental de una organización revolucionaria; afirman que “el auge de las masas” barrerá de un plumazo con toda otra forma de lucha que no sea la militar y que por lo tanto trabajar por Conducir* y orientar a las masas desde sus diversas formas de lucha, es rezagarse y marchar a la cola del proceso.
Estas tesis chocan frontalmente en lo teórico y en lo práctico, con la concepción de desarrollar un intenso y amplio trabajo político tanto interno como de proyección hacia las masas. En relación a la construcción del Partido, considerábamos que era preciso un proceso de unificación de la izquierda y un proceso de maduración y de fogueo de los sectores trabajadores en la lucha de masas que comenzaba a reactivarse en el país; En relación al ejército, reconocíamos la gran deficiencia de no contar con una concepción militar que respondiendo a la concepción política, permitiera estructurar un trabajo de organización militar que fuera incorporando a las masas a la lucha armada.
El mes de enero de 1975, transcurre para la Dirección Nacional en un profundo proceso de lucha ideológica donde las posiciones militaristas no presentan argumentos ideológicos ni políticos de suficiente solidez y se sostienen a base de declaraciones cada vez más radicales, aventureras y voluntaristas.
Se plantea entonces un “impasse” a nivel de Dirección, en el seno de la cual las posiciones contrapuestas no encuentran forma de llegar a la síntesis de unificación, decidiéndose entonces bajar a las bases en consulta y discusión de la concepción y la línea, a fin de decidir por los mecanismos del centralismo democrático según el concenso* de la mayoría de la organización. Esta decisión se toma a mediados de febrero del 75 y coincide con una de las maniobras más hábiles de la camarilla: la presión por que el Mando Central se convierta en Estado Mayor, alegando razones de división del trabajo, esta situación permitió a la camarilla refugiar
se en el Estado Mayor, a pesar de que en el acuerde de su constitución, se afirmaba que seguía siendo un organismo ejecutivo de la actividad militar, sometido a la Dirección Política y que tenía como primera tarea la elaboración de la concepción militar basándose en la concecion* política, la camarilla utilizo sus nombramientos para preparar todas las maniobras, arbitrariedades e injusticias que enlodaron para siempre el nombre del ERP.
III – 2) GESTACIÓN DE LA CAMARILLA E IMPULSO DE SUS MANIOBRAS:
(Febrero a Marzo del 75)
Es evidente que durante todo este proceso de lucha ideológica intensa a nivel de la Dirección Nacional, los elementos militaristas débiles en lo ideológico y en lo político, comienzan a impulsar diversas maniobras que les permitan impedir, mediatizar o sustituir los mecanismos de lucha ideológica.
Aprovechando la situación de la estructura militar en la cual se han refugiado, comienzan un proceso paralelo a la lucha ideológica que se daba en las bases políticas, convocan militarmente a multitud de cuadros, los mantienen concentrados alegando actividades militares impostergables, impidiendo con ello la asistencia a la vida política de los núcleos en los cuales va a impulsarse la lucha ideológica
Sabiendo que la misma concepción militar estaba en cuestionamiento y que su primera tarea a nivel del Estado Mayor consistía en presentar a plazo fijo un documento sobre la concepción militar a fin de que fuera discutido y aprobado por la militancia de la organización en el seno de su estructura política, toman una serie de medidas aceleradas en relación a “preparar las condiciones de la insurrección” y van militarizando cuanto pueden a su alrededor.
Socavan las bases políticas impulsando campañas de desprestigio personal de dirigentes que no comulgan con sus ideas, “reclutan” con criterios policiacos a miembros de base a los cuales les encargan tareas de “vigilancia política” contra sus propios compañeros y responsables de célula; mantienen y crean redes de verdaderos “orejas” en el seno de la organización que les informan sobre las opiniones y criterios que se vierten en la lucha ideológica, lanzan asimismo una intensa campaña contra el “revisionismo interno” identificando esa desviación con la posiciones políticas que buscan el acercamiento a las masas y la combinación de todas las formas de lucha útiles al proceso revolucionario.
Este proceso de maniobras y medidas no-revolucionarias, los va llevando necesariamente a definirse come una camarilla que constituye un doble poder y que se refugia en el “Estado Mayor” del ERP, desde el cual comienza a funcionar en forma paralela a la Dirección Nacional.
A pesar de todas sus maiobras* y esfuerzos, la discusión se les vuelve insostenible, sus argumentos políticos no tienen la solidez capaz de “*convencer a los sectores más politizados y por el contrario, los argumentos de la otra tendencia van ganando terreno y no pueden ser rebatidos por las bases que ellos conducen ni por ellos mismos; la estrecha apertura que se han visto obligados a permitir, comienza a ponerlos en evidencia frente a su misma base, comienza a generar cuestionamiento y amenaza con derrotarlos a pesar de todos sus esfuerzos y maniobras.
A nivel de la Dirección, se ha suspendido la lucha ideológica, con la negativa rotunda de la camarilla de permitir que la Dirección, en un último esfuerzo de cumplir con sus funciones, elabore seriamente y por escrito un documento en el cual se plasmen responsablemente las dos concepciones y que sea la base de la lucha ideológica que oriente la discusión de la militancia. A pesar de ello, se elaboran documentos cuya discusión sacude a la militancia, esto los obliga a a* deslizarse más y más por la pendiente de la maniobra, la calumnia y la deshonestidad.
Incapaces de reconocer su derrota ideológico-política, cegados por la desesperación del inalcanzable triunfo de sus posiciones a través de un proceso correcto de lucha ideológica, y trasladando la imagen de su propia situación al resto de la organización, van creyendo que, de la misma forma en que en sus sectores la camarilla es la única que entiende, comparte y defiende su “concepción” a través de un método de sometimiento militar de las bases en relación a dicha concepción, “tiene” que existir en los otros sectores de la organización, un núcleo o cabeza pensante que sea la fuente de la concepción que se les opone; de esta aberración no es nada difícil pasar a pensar en la solución de “neutralizar” esa cabeza para que el resto de la organización, a la que consideran incapaz, no consciente y “nanejada”* por el seguidismo (como ellos manejan a su base) se sienta débil y sea permeable a sus imposiciones.
Este papel de “cabeza pensante y gestor de la concepción” se lo adjudicanal compañero Roque Dalton, en quien consideran tener su “máximo adversario”, como el único “capaz” por sus cualidades teóricas, de ser la fuente y sostén de la concepción.
Grave error de apreciación de la camarilla militarista, que aislada del desarrollo político de amplios sectores de la organización, no fueron capaces de com prender que si bien el compañero Roque Dalton, compartía y defendía esa concepción, no había jugado en su gestión, desarrollo y defensa, el papel fundamental y decisivo que en sus mentes desviadas le querían adjudicar. Total incomprensión del proceso de elaboración y maduración de una línea y una concepción que por su envergadura no podía provenir de un individuo, sino que constituía la síntesis del esfuerzo elaborativo*, la experiencia práctica procesada y el aporte de muchos colectivos de la organización ligados al trabajo de masas.
III – 3) EL PLAN DE ASALTAR EL PODER POLÍTICO INTERNO:
(Abril del 75)
Con la idea preconcebida de “deshacerse” (políticamente por el momento) del compañero Roque Dalton, corno un paso que les permitiría avanzar en sus posiciones, planifican aceleradamente maniobras de provocación constantes, tendientes a propiciar una oportunidad de eliminarle de las discusiones, y de paso, que diera lugar al impulso de otra maniobra: la de involucrar a algunos miembros de la Dirección Nacional, en el “complot” que habrían de adjudicarle contra el Estado Mayor del ERP.
Este plan se pone en marcha a través de intentos de neutralizar una serie de cuadros intermedios, impulsando acusaciones y campañas de desprestigio personal contra los responsables políticos, en forma descarada y de provocación arrogante. Así mismo se intensifica la militarización acelerada de la militancia, a través de convocatorias constantes al activismo militar de acciones espectaculares y de gran envergadura.
Cierran la llegada a sus bases de los miembros de Dirección Nacional que tienen posiciones contrarias a las suyas y presionan intensamente por “visitar” al resto de sectores que no han caminado bajo su conducción directa. Alegando razones de fuerza mayor y necesidad por el volumen de las actividades militares planificadas, concentran en sus manos todos los recursos económicos y militares de la organización.
Lanzan la tesis insurreccional corto-placista* y blanquista pretendiendo centrar la lucha ideológica en torna a decir “si” ó “no” a dicha tesis, negando rotundamente la necesidad de la discusión a nivel de la concepción estratégica, con el argumento de que ello indica tendencias intelectualizantes* desviadas de la práctica concreta; y de paso, utilizando la aceptación o rechazo a sus tesis insurreccionales como un termómetro para “medir” el grado de decisión o vacilación de la militancia.
Elevan a la calidad suficiente y necesaria para ser miembro de “Vanguardia”, la exclusiva participación en combates militares y el hecho formal de ser profesionales en el seno de la organización. Convierten la tesis de construir el partido de Vanguardia de la clase, en la de construir el “Partido de la insurrección” caracterizándose dicho “partido” por ser un partido en guerra en el cual predomina lo militar sobre lo político.
13 de Abril: Se provoca una situación en la que el compañero “PANCHO” es forzado a un comportamiento que la camarilla juzga de “rebeldía militar” y es capturado de inmediato en forma violenta y grosera. Dos horas después, es capturado el compañero Roque Dalton, acusado de haber incitado a “Pancho” a observar la actitud de rebeldía; así mismo, se decreta el arresto para los miembros de Dirección Nacional que ocasionalmente se encontraban presentes al momento de las capturas y en menos de 24 horas se procede al “Consejo de Guerra” contra los compañeros.
Momentos antes de realizarse el “Consejo de Guerra” el cual estará a cargo de la camarilla que ha efectuado la provocación, los arrestos y va a montar la farsa erigiéndose como jueces y partes todopoderosos de la situación, el resto de miembros de la Dirección Nacional exigimos una reunión de emergencia con el objeto de impedir los irracionales sucesos que se avecinaban. En dicha reunión, uno de los miembros de la camarilla se autonombra “jefe político de la organización”, niega a la Dirección Nacional reunida en pleno, su capacidad y autoridad para impedirle al Estado Mayor la realización de un Consejo de Guerra; niega a la Dirección Nacional su derecho de apelar a las bases en defensa de los compañeros y lanza amenazas directas de muerte contra los miembros de Dirección Nacional que pretenden en cualquier forma oponerse a lo acordado por el Estado Mayor.
14 de Abril: El “Consejo de Guerra” se lleva a cabo y en él, miembros de la camarilla acusan a Roque Dalton como instigador de la conducta “en rebeldía” de Pancho y como complotador contra el Estado Mayor, pidiendo su ajusticiamiento inmediato. La defensa es llevada por un miembro de la Dirección Nacional y consigue que el Estado Mayor, constituido en tribunal por auto-nombramiento, de cida resolver penas de arresto contra los compañeros acusados.
Creímos entonces de buena fe, que el peligro más grave había pasado y que la camarilla respetaría sus propios acuerdos en relación a los compañeros juzgados, considerando que el problema interno en el seno del ejército, no debería de incidir en el proceso de lucha ideológica que estaba pendiente en las bases de la organización. Sin embargo, la camarilla se sabía ya incapaz de permitir y sostener tal proceso hasta sus últimas consecuencias sin salir derrotados.
16 de Abril: Se emite un boletín del Estado Mayor en que informa de las capturas, el “Consejo de Guerra” y las penas de arresto decretadas contra los compañeros. En la misma fecha, un sector de la organización denuncia las maniobras de un miembro del Estado Mayor que ha pretendido personalmente desconocer a la Dirección Nacional y asumir la conducción política del sector, solicitando que se le destituya por su actitud.
17 de Abril: Se realiza la última reunión de Dirección Nacional del viejo ERP en la cual la camarilla toma por asalto el poder político disolviendo el organismo de Dirección bajo el pretexto de que algunos miembros de ella formaban parte de una fracción oportunista de derecha jefeada* supuestamente por Roque Dalton, y argumentándose que la camarilla y sus bases constituían la “mayoría política” de la organización. Dan por terminada la lucha ideológica decretando el triunfo de sus posiciones y abriendo un nuevo proceso de sometimiento en relación a los sectores que les son adversos.
A partir de ese día la discusión política se suspende en el seno de las bases por ellos conducidas y en el resto de la organización pretenden someter bajo amenazas de expulsiones, destierros y ajusticiamientos, toda oposición y divergencia con la “línea” de la “mayoría política”.
20 de Abril: En un esfuerzo por no romper la unidad orgánica del ERP, los sectores que ahora constituimos la Resistencia Nacional, hacemos un llamado a todas las bases de la organización para celebrar un Congreso o evento en que se defina en forma total la línea y la concepción estratégica. Este documento ni siquiera es dado a conocer a la militancia por parte de la camarilla la cual pasa a una nueva fase de maniobras: revelan internamente la identidad del compañero Roque Dalton (que en el seno de la organización era conocido por “Julio Delfos Marín”) señalándolo como un revisionista de derecha y agente pro-cubano infiltrado en el ERP. No logrando que esta acusación impacte a la militancia y la incline a su favor, en días posteriores lanzan su cobarde acusación de ser un agente de la CIA, motivo por el cual, la organización entra en “emergencia militar”, el “ejército” asume la dirección total de la organización a través de su “estado mayor” para “salvar” al partido. Decretando que en tales condiciones no es posible abrir ni la lucha ideológica m mucho menos un evento como el Congreso, mientras el “ejército” no garantice la total depuración de la infiltración realizada, según ellos, por el compañero Roque Dalton.
1o. de Mayo: Es en estas circunstancias que los responsables políticos de lo que ahora constituye la Resistencia Nacional, en consulta total con nuestras bases, realizamos una reunión de emergencia y acordamos la separación orgánica de la camarilla militarista que habiendo irrespetado todo principio leninista de conducción, todo principio revolucionario, carecía de solvencia moral y revolucionaria para continuar en cargos de dirección en el seno de nuestra organización. El documento de separación también es ocultado a las bases y la camarilla asume bajo su personal responsabilidad todos los hechos que se suceden posteriormente.
8 de Mayo: La respuesta ciega e irracional de la camarilla militarista enquistada en el seno del ERP, fue la de asesinar sin ninguna consideración a los miembros de la Resistencia Nacional. En esta fecha, se prepararon tres atentados criminales, todos los cuales a pesar de la zaña* con que son impulsados, resultan fallidos y no les permiten consumar sus criminales planes contra miembros de la Resistencia Nacional.
9 de Mayo: Apresuradamente y para justificar sus acciones criminales del día anterior, elaboran un “comunicado” firmado por el Estado Mayor en el cual condenan a la muerte o al exilio a todos los que consideran responsables políticos de la Resistencia Nacional.
10 de Mayo: Impotentes y rabiosos por la frustración de los asesinatos que pensaban cometer en miembros de la Resistencia Nacional, ceban su furia contra los compañeros capturados y asesinan irresponsablemente a “PANCHO” y ROQUE DALTON.
El compañero PANCHO, fue uno de los más altos exponentes de su clase, obrero industrial, con larga trayectoria combativa, iniciador del proceso de lucha armada en nuestro país, uno de los más valientes y bravos combatientes de la guerrilla salvadoreña, que por su decidida participación en innumerables acciones armadas, había alcanzado en el seno de las filas revolucionarias el grado de sub-oficial, Jefe de Escuadra y Primer Instructor Militar técnico y táctico de nuestras fuerzas armadas.
El compañero ROQUE DALTON GARCIA, se distinguió políticamente desde 1960 en las luchas populares, contra el régimen de Lernus del cual fue uno de los más fuertes adversarios. Siendo miembro del Partido Comunista Salvadoreño (PCS) inició su indetenible trayectoria como poeta e intelectual de izquierda alcanzando renombre internacional. Exiliado por el régimen, vivió en Praga, donde fue miembro de la Pla na de Redacción de la Revista Internacional Comunista. Posteriormente radicó en Cuba donde trabajó en Casa de las Américas hasta su incorporación a la guerrilla salvadoreña, donde rindió militancia con grado de soldado combatiente y como miembro de una Célula de Vanguardia (del Partido en formación) del ERP, hasta su cobarde asesinato.
16 de Mayo; En un acto de desesperación y de ceguera política que ha recibido el total repudio de la conciencia revolucionaria nacional e internacional y la condena de la historia, se hunden para siempre en el abismo de la ignominia al declarar públicamente ser los autores del asesinato de Roque Dalton, sobre cuya memoria pretenden lanzar el lodo de la calumnia y de la infamia.
Frente a la inminencia de enfrenamientos armados entre R.N. y E.R.P. a causa de las cRIMinales* provocaciones de la camarilla militarista empeñada en continuar su baño de sangre revolucionaría, las FUERZAS POPULARES DE LIBERAC1ON (F.P.L.) “FARABUNDO MARTI”, asumen el histórico papel de intermediarios, exigiendo a nombre del proceso revolucionario, el cese de hostilidades y el mutuo respeto a la integridad física y a la vida política independiente de ambas organizaciones.
A partir de ese momento, el proceso se vuelve irreversible, la RESISTENCIA NACIONAL camina para siempre desligada de la camarilla militarista, y el tiempo transcurrido ha venido a demostrar ante el pueblo y la conciencia proletaria, los alcances de la profunda desviación militarista que hegemonizó en el seno del ERP.
IV – LECCIONES PARA EL PROCESO.
Para quienes hayan leído con algún detenimiento lo descrito hasta el momento en estas páginas, resultara posible comprender que, los hechos que condujeron a la división del ERP y al asesinato de dos revolucionarios, forman parte de un proceso cuyos rasgos esenciales yacen dispersos a lo largo de nuestra exposición. Creemos que es necesario hacer una breve síntesis de los elementos más importantes.
1) El ERP surge en 1972, como una negación orgánico-política del PCS, este radical rechazo de todo lo que se relaciona con “el partido” sentó las bases de una desviación inicial de tipo guerrillerista y militarista que determino el desarrollo posterior del ERP.
2) La línea política, estructura orgánica y metodología de trabajo iniciales (72-74) se configuraron impulsadas por una concepción alejada del trabajo de las masas y sus luchas; esto permitió la entronización y burocratización de una Dirección Nacional que si bien en sus inicios jugo un papel histórico fundamental, posteriormente se convirtió en un obstáculo para los avances de conjunto.
En la medida en que la organización fue superando sus concepciones iniciales y consolidando su vinculación con las masas (la clase obrera en particular), parte de esa Dirección Nacional fue quedando histórica y políticamente desfasada y al no ser renovada por medio de la aplicación de los principios leninistas de organización (especialmente el Centralismo Democrático) propició en su seno el germen de la camarilla militarista.
3) Este desfase de una parte de la Dirección en cuanto a los avances ideológico-políticos de la organización en su conjunto, fue la condición básica concreta que determino la gestación de dos tendencias opuestas (militarismo versus línea de masas) que al desarrollarse desembocan en dos posiciones antagónicas que terminan por fraccionar la organización. La no unificación política de la Dirección Nacional y la falta de tradición de lucha ideológica y uso de mecanismos adecuados para resolver las contradicciones internas, determinaron la eventual división de una organización política.
4) Una organización revolucionaria debe centrar sus esfuerzos de desarrollo político interno, más que en el crecimiento orgánico cuantitativo; en el desarrollo de una Escuela de Formación revolucionaria que dote a la organización de la metodología adecuada para la correcta y efectiva transmisión de la línea política (elaborada en base a una estrategia y táctica adecuadas) entre los diferentes niveles de la organización.
En este sentido, la experiencia del ERP es bastante ejemplificante*, puesto que fue precisamente la falta de tradición interna en la discusión y elaboración colectiva de la línea, lo que dio al traste con los intentos de lucha ideológica desarrollados en el seno de la organización entre enero y abril del 75. Cabe señalar que esta carencia de tradición de lucha ideológica, ha sido una de las tristes herencias del Partido Comunista Salvadoreño que nunca supo impulsarla en su seno.
5) En una organización revolucionaria con estructura partidaria (ya formada o en proceso de formación) pueden y deben coexistir las tendencias ideológico políticas que posibiliten el correcto desarrollo de la lucha ideológica para hacer avanzar a la organización en sus concepciones, siempre y cuando se cumplan dos requisitos mimimos:
a) Que las tendencias se den en torno a una línea política única y plenamente aceptada por todas las tendencias en sus elementos básicos y fundamentales (objetives estratégicos, caracterización del período, vía para la toma del poder, y Táctica General).
b) Que la elaboración de la línea política sea un proceso continuo en el que bases y Dirección participen (en forma dialéctica y según los principio del centralismo democrático) en la depuración y adecuación táctica de la misma.
A este respecto, si se analiza con más detenimiento las páginas de este folleto en donde se describe el período 73-75 del ERP, se verá que fue precisamente el incumplimiento de estos principios básicos lo que permitió que una de las tendencias (la de la camarilla militarista) se transformara en fracción y precipitara la división de la organización.
V – DAÑOS CAUSADOS AL MOVIMIENTO REVOLUCIONARIO.
Nuestro balance incluye, auto-críticamente, los daños que se han causado al movimiento revolucionario salvadoreño; en esto reconocemos la responsabilidad de la Resistencia Nacional, no pretendemos eludirla. Sabemos que gran parte de la responsabilidad recae sobre quienes estando en los niveles de Dirección del antiguo ERP, no supimos ubicarnos en el contexto general de la lucha ideológica que se desarrollaba; pero, y aunque esto no es una justificación, también debemos decir que no podíamos hacerlo con la claridad que ahora nos ofrece la visión retrospectiva.
Porque ya ha trascendido que la principal fuente de las divisiones (y en última instancia de la dispersión ideológica) de la izquierda en nuestro país lo ha sido el ERP; de su seno se han desprendido importantes sectores que han venido a complicar el panorama de la izquierda revolucionaria en el país. En esto*, sin embargo, no somos los únicos responsables; en realidad, ha sido quizás el origen pequeño-burgués de las
divisiones y fragmentaciones en el seno del ERP, el que se ha enmarcado en los grandes procesos de reagrupación de las fuerzas populares en las principales coyunturas que marcan el desarrollo del proceso revolucionario. Y esto es propio de la vida de un Partido, y más de un Partido en formación.
La intensidad de la lucha ideológica en el seno de nuestra organización, no marcaba sino la misiva intensidad de la búsqueda de la vía correcta para la revolución; que esto es así, lo demuestra que el largo y doloroso proceso de las depuraciones condujo a la consolidación de la línea militarista, aventurera y blanquista del actual ERP, Y este es un alto precio, es un gran daño para el movimiento proletario, en cuya gestación reconocemos nuestra parte de culpabilidad.
La consolidación del aventurerismo del ERP, ha servido, en realidad, a las más oscuras fuerzas contra-revolucionarias. Nadie más que ellos han sacado el máximo provecho de la situación. El proletariado salvadoreño ha tenido que pagar por la consolidación de una tendencia blanquista, el elevado precio del terror que las clases dominantes han lanzado pretendiendo confundir en un mismo saco la sanguinaria desviación del ERP y la “izquierda” en general. Y así, cada acto del ERP, cada acción aventurera e irresponsable de esa tendencia es aprovechada por el enemigo para consolidar al ejército burgués, para aglutinar a la tropa, para emprender campanas de terror entre los elementos avanzados del pueblo, y para justificar los actos más arbitrarios y despiadados en contra de las masas trabajadoras.
Esto ha significado la desmoralización de elementos avanzados de las luchas populares que, incapaces de ver la situación en su conjunto y de ubicar a la tendencia blanquista del ERP en su contexto, se asquean y abandonan la lucha, dejando el campo abierto a la desmovilización de amplios sectores populares que, confundidos, no aciertan a encontrar el camino de la lucha revolucionaria. Y este es otro precio alto que el movimiento popular ha tenido que pagar.
Pero quizás el peor daño de todos ha sido el de la subsistencia de la tendencia rnisma; el aventurerismo del ERP, que cabalga sobre el cínico engaño a sus bases y la explotación de su honestidad y poco desarrollo político, ha sentado el precedente nefasto del asesinato como medio de zanjar la lucha ideológica, segando así vidas que podrían ser valiosas para el movimiento popular. Por eso, y por la existencia misma de la irresponsabilidad y el aventurerismo organizados, que de seudo-revolucionarios han pasado al papel de provocadores contra-revolucionarios, el movimiento proletario salvadoreño todavía tiene una inmensa tarea que cumplir para aislar dicha tendencia, y neutralizar sus nefastas influencias, si quiere hacer menos doloroso el paso al socialismo.
Pero los elementos mínimos ya están dados. El proceso revolucionario avanza incontenible, y los errores están pasando al archivo del proceso; el hecho mismo de que comencemos a tocarlos y analizarlos, sin temor a reavivar las llagas, es una prueba de que estamos madurando y de que, en última instancia, el pueblo mismo sale ganando. Pues los pueblos solo se plantean los problemas cuando ya están en capacidad de resolverlos.
La izquierda revolucionaria que consecuente y responsablemente quiera asumir el papel histórico de conducir las luchas populares en el proceso de su liberación, debe comprender que ha llegado la hora de impulsar seriamente un sostenido proceso de unificación de las filas revolucionarias, que así consolidadas puedan marchar hacia el triunfo de sus objetivos.
El proletariado avanzado por su parte, debe exigir de sus organizaciones político-militares la realización de este proceso de unificación, madurando así las condiciones para que surja en el proceso la Vanguardia de la clase, y la lucha revolucionaria cuente con una dirección capaz de conducirla a la conquista del poder político, la derrota del enemigo de clase y la construcción del socialismo.
LUCHA ARMADA HOY, SOCIALISMO MAÑANA!!!!!
DIRECCIÓN NACIONAL DE LA R.N.
COMISIÓN MILITAR DE LAS F.A.R.N.
(marzo* – abril* de 1976)
*Asi en el original
El uso, copia, y distribucion de este material es gratuito. Se solicita el reconocimiento del Archivo Histórico Revolucionario Salvadoreño como su fuente.
(Digitalizado en el Centro de Información, Documentación, y Apoyo a la Investigación (C.I.D.A.I.), Universidad Centro Americana “José Simeón Cañas”.)