Carta al Presidente de la República
enero 05, 2015 Voces 5 Comentarios
Publicado en: Contracorriente – Dagoberto Gutiérrez, Nacionales, Voces Ciudadanas
Dagoberto Gutiérrez
Estimado Salvador,
Llegar a ser presidente de la República parece ser, o la culminación de una carrera, o la asunción de las mayores responsabilidades políticas en los países, o también puede ser la captación de las mayores esperanzas de un pueblo empobrecido que espera bastante de aquellos en los que confía. Si esa esperanza fuera el caso, quiere decir que estás parado en un terreno donde millones de voluntades esperan mucho de lo que vos hagas o no hagas.
Tu gobierno, siendo como es, el de un país en la mayor de las crisis, es, también, un gobierno en crisis, y esto hace que tu trabajo sea altamente comprometido, porque te mueves en medio de las contradicciones de los intereses más enfrentados, y tu gobierno y tu partido, son el escenario mayor de esas contradicciones.
Hasta ahora, el mensaje de la unidad se ha estrellado y naufragado en el mar de la realidad de la mayor confrontación entre la riqueza rampante y la pobreza agobiante, el llamado al diálogo carece de una quilla que abra el camino a los débiles para dialogar con los fuertes, y sobre este punto, te diré que no está claro si vos te ubicas o con los fuertes o con los débiles, porque los primeros no necesitan de vos, y los segundos, no parecen contar con vos.
Ambos sabemos que los cambios, más bien dicho, las transformaciones, producen desorden, siempre y cuando sean verdaderas, porque este desorden es el que anuncia un orden nuevo, y un gobierno comprometido lo está, en primer lugar, con ese orden diferente que cruza el territorio del desorden.
Tu gobierno no es, hasta ahora, más que uno comprometido con el orden establecido, con las savias, los jugos y los olores de los más viejos de los poderes ejercidos y de las prácticas inveteradas, como si se tratara de un gobierno de alumnos dedicados de las más rudas oligarquías dominantes, y en estos momentos, el pueblo está aprendiendo a mirar tu gobierno, que es el de tus compañeros, con los mismos ojos de miedo, desconfianza y resquemor con el que siempre se ha mirado a las oligarquías.
Cuando la guerra social despliega sus alas de sangre sobre todo el territorio y pasa a controlar políticamente la vida de las personas que habitan esos territorios, el Estado no aparece y el gobierno no funciona, y lo peor de todo, Salvador, es que el gobierno no parece ni aparece con un pensamiento rector, con una guía, y vos sabes muy bien que cuando hay una realidad quemante, aquellos que no pueden interpretarla pueden ser devorados por ella.
Así las cosas, las próximas elecciones no aparecen como un momento de esperanzas o de posibilidades, sino más bien como un día de mercado, con ofertas de distinto tipo y de distinto olor, donde el trueque de un voto del votante a cambio de una esperanza de los partidos, está entusiasmando menos a los clientes.
Ciertamente, comprometerse con la gente de abajo y con los últimos es hacerlo con aquellos que no tienen nada y que les falta todo, y tu partido no aparece con la disposición de aprender nuevamente el oficio de pensar y actuar desde abajo, porque cuando las transformaciones se hacen desde arriba, éstas, si son populares, requieren que abajo hayan fuerzas comprometidas con esos cambios, pero haz de recordar que en su momento tu partido cortó todo vínculo con toda organización popular, porque se preparaba para gobernar desde arriba. Y, es cierto, que desde ahí pueden hacerse cambios poderosos, sin los de abajo, pero hasta ahora, esa no es la vocación de tu gobierno, que además, estimado Salvador, no aparece con la voluntad para contar con un movimiento popular que asegure transformaciones. Es más, tu gobierno aparece temeroso de las organizaciones populares y, desde luego, tu gente persigue toda autonomía y toda independencia de organismos y organizaciones sociales con respecto a lo que se llama el partido o el gobierno, y la carrera precipitada a capturar todos los rincones posibles del aparato estatal que caracteriza tu gobierno se compagina con la mayor ceguera y la mayor sordera hacia el inmenso rumor y el mayor clamor de justicia y hasta de legalidad que sube desde abajo, de los más oscuros barrancos de la vida, y desde los últimos de los seres humanos.
Entenderás que el que está arriba lo es solamente en relación con los de abajo, pero este compromiso, que es lo que define y te clava en la historia, no admite ni discursos imparciales ni encantadores de serpientes, porque requiere palabras claras y sobre todo acciones sin vacilaciones.
Tu gobierno está ya definido y el pueblo también parece estar definiéndose frente a los gobernantes, porque los años de espera no producen esperanza, y en este horno, y solo en este de altas temperaturas, se está cocinando, sin falta, el pan que definirá lo que comeremos en los próximos meses y años, tanto los de abajo como los de arriba.
Yo te deseo a ti la mejor salud física del mundo para trabajar afanosamente, y la mayor salud política e ideológica para descubrir que la gente te dio su voto esperando transformaciones en su vida, que la mejore y le de dignidad. Ese es el clamor que recorre los caminos y los barrancos, que te recuerdan las mariposas y los pájaros, y que no puede, en ninguna circunstancia, ser ignorado.
Un abrazo de año nuevo para vos y tu familia.
San Salvador, 04 de enero del 2015.