¿Está el FMLN condenado a sufrir una derrota electoral en el 2021? Lorena Peña Mendoza

Existe una abrumadora campaña por parte del gobierno y sus aparatos de guerra sicológica dedicada a instalar en la mente de la población y de la militancia del FMLN, que INEVITABLEMENTE, el FMLN será derrotado en el 2021. Como si este fuera un destino dictado por fuerzas sobrenaturales, frente al cual nada podemos hacer más que resignarnos.

Es importante dilucidar este tema, a fin de que podamos ver de manera objetiva, qué tan cierta es esta afirmación.

Los resultados en las diferentes elecciones dependen de varios factores, dependen del grado de descontento popular que exista frente a la gestión del partido de gobierno, de la actuación y definiciones de cada fuerza política frente a los diferentes problemas nacionales, de las condiciones internas de cada fuerza contendiente, de los recursos materiales y morales de cada fuerza política, y del estado de ánimo de su militancia, y de la estrategia concreta que se adopte en cada campaña.

Es entonces inevitable preguntarnos si en el 2021 la situación del país, del presidente, de los partidos, del FMLN es igual a las situaciones que rodearon las elecciones de 2018 y 2019.

  1. En el 2018 y el 2019 el FMLN pasaba por una profunda crisis producto de haber reaccionado tardíamente a la labor de división y descohesión realizada al interior de nuestro partido por el actual presidente y un grupo de dirigentes que le apoyaron. A tal grado, que nuestra militancia y mucha gente tenía serias dudas y hasta enojo, de por qué habíamos expulsado de nuestras filas a un candidato ganador, supuestamente de izquierda. El dictador había logrado posicionarse como el mejor candidato que la izquierda podría llevar, y además como un hombre anti sistema que revolucionaría todo, “haciendo historia”, y el FMLN apareció como un partido necio que perdió a esa buenísima figura, por necio, aun a costa de sacrificar una victoria electoral.

A sólo un año de su gobierno, mucha gente puede afirmar con seguridad que ese candidato que hoy es presidente es un fiasco, que no es de izquierda, que es el gobernante más corrupto de los últimos tiempos, que es autoritario, que ha sido incapaz de manejar los grandes problemas, que es mentiroso y que sólo le importa su ego.

Si bien esta opinión no es mayoritaria, es importante resaltar que una buena parte del voto de izquierda, a estas alturas le ha retirado su apoyo.

2. El partido NI que surge con un fuerte apoyo local e internacional se ha visto diezmado, figuras influyentes de la comunidad en el exterior como el Sr. Luis Reyes y un grupo importante de comités de apoyo le han retirado su respaldo ante la visible corrupción, nepotismo y exclusión que se practica en el partido, y hemos presenciado fuertes disputas locales producto de sus elecciones internas.

3. Arena ha sufrido fuertes divisiones internas, producto de su descomposición y de la labor de zapa del gobierno, ha tenido pactos oscuros con el gobierno que han generado repudio incluso en sus propias filas, sin embargo, busca recomponerse y mantiene un fuerte aparato en los territorios.

4. Gana trata de ganar para si los votos de NI, lo cual se vuelve una disputa interna, y no logra relevancia en el electorado, y en esta ocasión NI no va a llamar a votar por ellos sino por su partido.

5. El FMLN ha logrado administrar sus problemas internos, con una discusión diferida de planteamientos estratégicos a su interior, sin embargo, la valiente y clara posición del grupo parlamentario del FMLN, y la labor de destacados alcaldes, ha promovido un re conocimiento de su papel como verdadero partido de oposición, valiente, y que lleva planillas renovadas, con personas jóvenes, mujeres, y un contingente reducido de lo mejor de la militancia histórica del FMLN.

6. El descontento y separación del apoyo a Bukele y su partido aun no se expresa en términos de apoyo al FMLN o a otro partido, varias encuestas señalan que hay entre un 50 y 40% de electores que no han definido su intención de voto, pero que ya no suscriben un respaldo al partido del presidente.

7. Esta situación presenta claramente la posibilidad de una recuperación del FMLN y de una mejoría sustanciosa en su posicionamiento político electoral, pero, obviamente, esa posibilidad para que sea realidad requiere de una visión, estrategia y acción definida de la dirección y de la militancia para lograrlo. Ya que los votos no caen como frutas maduras, los votos se conquistarán mediante una acción efectiva por parte de nuestro partido.

¿De qué depende en realidad que podamos obtener una victoria importante en el 2021?

  • En primer lugar, de que tengamos claridad sobre la situación, la voluntad y convicción de nuestras potencialidades, y de trabajar con optimismo para lograr nuestros objetivos.
  • En segundo lugar, depende de que traslademos en la acción y en el discurso una visión positiva, tanto de nuestro partido, como a través de nuestras propuestas municipales y legislativas para los sectores que deseamos RECUPERAR.
  • En tercer lugar, depende de que definitivamente comprendamos que en el siglo XXI debemos usar certeramente las nuevas tecnologías de comunicación y propaganda, no podemos seguir en la edad de piedra. La población ha pasado a relacionarse mucho más que en 2019 a través de redes, la misma pandemia ha generado un cambio cultural y social en las relaciones humanas que ha llegado para quedarse.
  • En cuarto lugar, depende de que dejemos de menospreciarnos nosotros mismos en público, no podemos seguir instalando en la mente de la gente que somos un partido SIN CREDIBILIDAD, cada vez que hablamos de recuperar credibilidad, implícitamente reafirmamos que no somos un partido creíble, y pregúntense ¿Quién quiere votar por un partido no creíble, que ni su militancia lo considera creíble?

– En quinto lugar, depende de que tengamos una agenda ofensiva, de contenidos, que no permita que el gobierno y su partido se recompongan y que genere esperanza en la población; y tomemos medidas para salirle al paso a la ofensiva de difamación y descrédito que el gobierno ha relanzado con furia en las últimas semanas.

– En sexto lugar, depende mucho de que oigamos a la gente para conocer sus aspiraciones, frustraciones y esperanzas, para darles una respuesta en nuestros planteamientos y acciones.

Los recursos cuentan, pero el FMLN siempre ha tenido menos recursos que sus adversarios, así que tratemos de aportar todos y sobre todo HAGAMOS EL MEJOR USO DE CADA RECURSO QUE TENGAMOS A MANO.

¡VAMOS CON ENERGIA A CONQUISTAR LA VICTORIA EN EL 2021!

¡IMPEDIREMOS POR TODOS LOS MEDIOS QUE UNA NUEVA DICTADURA, CIVICO-MILITAR CORRUPTA Y NEOLIBERAL SE CONSOLIDE!

¡VENCEREMOS!

San Salvador, agosto 25 de 2020

El Salvador: horizonte electoral 2021 Roberto Pineda 28 de agosto de 2020

Introducción

Faltan seis meses para las elecciones municipales y legislativas del 28 de febrero de 2021, 28F. Estas elecciones seguramente cambiaran el rumbo del país al cerrarse el ciclo iniciado a partir de los Acuerdos de Paz de 1992, y que fue fracturado en 2018, y seriamente resquebrajado en 2019. Presenciamos  el agotamiento del actual sistema político basado en el predominio de dos grandes partidos, ARENA que gobierna de 1989 a 2009, y FMLN que gobierna del 2009 al 2009.

Presenciamos la emergencia –para utilizar un término gramsciano- de un nuevo bloque histórico, de una modificación de la estructura jurídico-política, de naturaleza autoritaria y populista, pero que mantiene e incluso recrea, oxigena, renueva, la formación social dominante capitalista dependiente. 

Nos encontramos en una original situación de transición hacia un nuevo régimen político, caracterizado por el  predominio de una nueva fuerza partidaria, Nuevas Ideas y su dirigente Nayib Bukele, que se sustenta en cinco pilares: un innegable respaldo popular, una institucionalidad partidaria (Nuevas Ideas), el control de la Presidencia, el apoyo de la Fuerza Armada y el acompañamiento del gobierno de los Estados Unidos.

A este ya poderoso alineamiento de fuerzas, probablemente se agregará a partir de mayo del 21, el control de la Asamblea legislativa y de algunas cabeceras departamentales, sin descartar San Salvador. Esto va significar la ruptura  del actual equilibrio institucional de fuerzas (Ejecutivo vs. Legislativo, CSJ, nueva Corte de Cuentas, etc.,) en beneficio  de Nuevas Ideas.

En el juego electoral legislativo nuestro, los partidos políticos aspiran individual o mediante alianzas obtener una situación de mayoría simple (43 votos) así como de  mayoría calificada (56 votos)  de un parlamento de 84 diputados.  Asimismo el control edilicio de las principales ciudades y de las 14 cabeceras departamentales.

A continuación esbozamos las tendencias principales de la actual confrontación social y política, que será electoralmente definida en seis meses, el 28 de febrero de 2021,  afectando así el rumbo futuro del país y de sus organizaciones y luchas populares, así también algunos elementos de la situación del movimiento popular y la izquierda en general.  

1.Correlación actual de fuerzas

La contradicción existente durante 30 años, derecha contra izquierda, ARENA vs. FMLN se ha transformado. Y en la nueva contradicción, los anteriores adversarios, ARENA y FMLN aparecen como aliados tácticos frente a un enemigo común, el partido Nuevas Ideas que amenaza con desalojarlos del escenario político o reducirlos a dimensiones insignificantes, aprovechándose de la acumulación popular de  rechazo hacia los partidos políticos del sistema, al cual Nuevas Ideas acaba de sumarse y más temprano que tarde experimentara esta misma experiencia, o sea tomara de su misma medicina.  

Pero como es previsible, estas fuerzas no se resignan a abandonar su lugar en el escenario político y dan una férrea batalla contra su hoy enemigo común. Y tienen en el plano político institucional una significativa  correlación para hacerlo, ya que controlan Asamblea Legislativa, Corte Suprema de Justicia, Corte de Cuentas, etc. 

A nivel legislativo la correlación actual de diputados hasta mayo 21 es la siguiente: ARENA 37, FMLN 23, GANA 10, PCN 9, PDC 3, CD 1, y 1 independiente. El Bloque Opositor cuenta con 56 votos (ARENA-FMLN-PDC-Independiente), mayoría simple y mayoría calificada. El Bloque Gubernamental cuenta con 11 votos (GANA-CD), una situación de clara desventaja. En el caso del PCN este jala donde más le convenga. 

A nivel de las cabeceras departamentales, ARENA controla actualmente 9 (incluyendo San Salvador, 2 millones de habitantes), PCN, 2 (Ahuachapán y Cojutepeque) y FMLN 2 (Zacatecoluca y San Miguel)  y GANA 1, (San Francisco Gotera). A nivel de las diez ciudades principales ARENA controla 8, incluyendo la primera (SS), tercera (Santa Ana), cuarta (Soyapango), sexta (Santa Tecla), séptima (Apopa), octava (Ciudad Delgado) , novena (Sonsonate) y decima (Ilopango) y FMLN 2 (la segunda (San Miguel, con 400 mil habitantes) y quinta (Mejicanos con 140 mil).

Hacia futuro, hacia el 28F, el sueño dorado de la oposición política es la de mantener una fuerte presencia legislativa y conservar las alcaldías principales y mediante esto reducir el caudal de votos de NI, mientras que  el sueño del presidente  Bukele es repetir la avalancha popular en las urnas, de castigo al FMLN y ARENA, que caracterizaron los dos últimos eventos electorales en 2018 y 2019.

1.1El bloque gubernamental

Nuevas Ideas

La hegemonía alcanzada por Nuevas Ideas (NI)  ya como el principal partido político en términos numéricos (500,000 afiliados) y controlando el Ejecutivo, necesita fortalecerse con  representación parlamentaria y municipal, y este será un combate político encarnizado  en los próximos seis meses alrededor de tres ejes principales: economía, seguridad y salud (manejo de la pandemia  del coronavirus y de la reapertura económica).

El predominio político de NI obedece a varios factores, entre estos el relevo generacional y el ingreso a la política de los jóvenes llamados millenials, que nacieron en los años ochenta y noventa, así como el uso especializado de las redes sociales, pero fundamentalmente el desgaste del sistema político actual.

Es de señalar que Nuevas Ideas atraviesa por una situación similar a la vivida por el FMLN en 1994 al dejar de ser una fuerza guerrillera y por ARENA en 1981, al dejar de ser una fuerza paramilitar. Toda fuerza política al abandonar la calidad de movimiento e institucionalizarse en los marcos regulatorios del sistema político, inicia a lo externo, frente a la opinión pública, el proceso de su desgaste y en particular, si llega a ocupar el ejecutivo, y Nuevas Ideas lleva ya un año en el ejecutivo, y ya hay desgaste y este seguirá aumentando.

Hay un elemento importante en Nuevas Ideas, que lo diferencia de las demás fuerzas políticas, atrapadas en sus conflictos internos, que es una ventaja estratégica y consiste en que sus integrantes se nuclean alrededor de  una conducción única, inapelable, la del hoy presidente Nayib Bukele. Esto es ventaja y desventaja, ventaja por la conducción única,  pero desventaja porque  permite situaciones como la del 9 de febrero, en que se militariza la Asamblea Legislativa, lo cual fue un grave error político, que le pasara factura, nacional e internacional, por mucho tiempo.

Pero por otra parte, a lo interno, su institucionalización provoca el flujo e influjo, la llegada a sus filas de miles de personas sin partido, o de ARENA (caso Walter Araujo), de GANA e incluso del FMLN (caso de Saúl Meléndez). En la experiencia del FMLN luego de 1994 llegaron fuertes contingentes del PDC, pero incluso hasta del PCN. En definitiva, este es un proceso vivido ya por el PCN, PDC, ARENA y el FMLN.  Estos procesos partidarios fortalecen, le agregan musculo a los huesos, pero además debilitan, al disminuir la cohesión ideológica.

GANA

En el caso de GANA, una escisión de ARENA en 2010,  la historia les colocó una oportunidad dorada al permitir que fuera mediante este partido en el 2019 que Nayib Bukele accediera  a la presidencia. A partir de junio de 2019 la fracción legislativa de GANA y su líder principal, Guillermo Gallegos se convirtieron  en la bancada pro gubernamental, ya que formalmente son el partido oficial. Interesantemente, algunos candidatos que no lograron salir elector en las internas de NI, lograron colarse como candidatos de GANA.  Y hoy disputaran Ni y GANA en el territorio ya que difícilmente lograran coaliciones locales. 

CD

En el caso del CD, de ideología socialdemócrata,  la historia caprichosa les arrebató la oportunidad dorada de llevar como candidato a Nayib Bukele. No obstante esto, Juan José Martel, su único diputado, es un firme defensor de las políticas gubernamentales. Como CD es interesante que lleven en esta elección muchos candidatos locales, dada su proverbial pequeñez.    

1.2El Bloque opositor

El Bloque opositor es muy amplio,  incluye casi toda la derecha (en sus múltiples vertientes, menos GANA) y la izquierda (también en sus múltiples vertientes, menos CD), así como significativos sectores de fuerzas democráticas, académicas, religiosas, etc. Pero no obstante este poderoso nivel de acumulación de fuerzas, el desgaste del modelo es tal que les ha provocado a ARENA y al FMLN ya dos  derrotas electorales estratégicas y seguramente una tercera en 28F.

La derecha mediática

La derecha en su rama mediática (Diario de Hoy, Prensa Gráfica, Diario El Mundo, TCS, etc.,) encabeza la batalla cotidiana y pretende -de manera sistemática- construir en la opinión pública una percepción que el país se encuentra en completo caos, cayéndose a pedazos, lastrado por una tríada infernal.

Uno, la corrupción  (los funcionarios están enriqueciéndose en salud, agricultura, presidencia, cultura, etc.), dos, la ineptitud (habrá retroceso económico y hambre, posibilidad de un default) y tres, la ilegalidad (establecerá una dictadura, militarizara el país, el escándalo del “golpe de estado” del 9F,  e incluso algunos hablan hasta de fascismo).  Es curioso como algunos adjetivos que hoy se le adjudican a Bukele fueron en su momento etiquetas para su némesis, el expresidente Funes.[1]

La republica está en peligro, violaran la Constitución -claman angustiados- los responsables de la pauta mediática de la oposición política a Bukele. Y en política como en la vida, las percepciones son realidades.

Independientemente de la veracidad de las acusaciones, que muchas parecen ser ciertas, lo que cuenta es la realidad mediática, que es consumida y asimilada o en su caso, rechazada por la población. Contrario sensu, el GOES pretende proyectar la falsa idea que el país está estable y mucho más seguro que antes como resultado de su esfuerzo, y que son un equipo de gobierno sacrificado y comprometido con la ciudadanía.  

La campaña mediática que logre conquistar las mentes y corazones de la ciudadanía prevalecerá y por el momento parecer ser que se trata del equipo gubernamental y su manejo de medios y de redes.

Hay que señalar que en esta disputa influye fuertemente la hegemonía ideológica de los Estados Unidos, que se expresa en el culto a la democracia burguesa, que se expresa en la idolatría electoral, cultivada esmeradamente por las clases dominantes, en plena dictadura militar,  desde 1945. Esta hegemonía se ve fortalecida a partir de los años ochenta del siglo pasado, con el crecimiento vertiginoso del protestantismo de corte conservador.

La derecha empresarial

Por su parte, en la derecha empresarial coexisten dos visiones: una de corto alcance y otra de largo alcance. La primera está dirigida por el clan Simán y considera que el gobierno Bukele debe ser aplastado antes de consolidarse, que hay que acabárselo financieramente, se expresa gremialmente mediante la ANEP y busca lograr que la reapertura económica le permita recuperar en un corto plazo, sus ganancias perdidas por la crisis provocada por el Covid-19.

Presenciamos una agudización de las contradicciones[2] entre fracciones de la burguesía comercial, en su vertiente árabe-palestina, principalmente entre el poderoso clan Siman y el emergente clan Bukele, en claros arreglos con la vertiente de origen europeo-estadounidense.

La otra visión la representan sectores del gran capital oligárquico ( Kriete, Poma, Meza) que conciben la necesidad de establecer puentes de entendimiento con los nuevos administradores del sistema, con el gobierno Bukele, que debe ser asimilado, cooptado y orientado hacia sus intereses, y esto explica que incluso realizaron apariciones conjuntas durante esta pandemia del coronavirus. En esto coinciden con el capital transnacional  y el gobierno estadounidense. 

La derecha política

Y esta la derecha política, particularmente ARENA, que pretende en estos seis meses que quedan antes del 28F,  lograr que sus candidatos viabilicen su elección, en particular garantizar un sólido bloque legislativo y la conservación de los consejos municipales en las principales cabeceras departamentales. Por lo menos garantizar que se mantenga la actual correlación de fuerzas.

Al ser oposición, el contingente legislativo pasa  a desempeñar un rol protagónico, ya que es el factor  que impulsa, define y participa de la agenda política nacional, pasando por encima de las mismas direcciones de los partidos. Y en este agreste territorio, la experiencia y la astucia es esencial, lo que explica el caso de Rodolfo Parker, que no obstante tener una minúscula fracción de tres diputados, y  ser encubridor del asesinato de los jesuitas en noviembre de 1989, aparece tranquilamente liderando a toda la oposición legislativa en el combate al proyecto político de Nuevas Ideas.

2.Los escenarios territoriales

Una muestra de las diez principales ciudades del país nos permitirá medir los niveles del enfrentamiento político planteado a nivel de territorios, tomando en cuenta que incluyen cinco cabeceras departamentales (San Salvador, San Miguel, Santa Ana, La Libertad y Sonsonate) así como cinco municipios del Gran San Salvador (Soyapango, Mejicanos, Apopa, Ciudad Delgado e Ilopango). De estas 10 ciudades, únicamente San Miguel y Mejicanos son gobernadas actualmente por el FMLN, las demás lo son por ARENA.

Para una mejor comprensión de la evolución del enfrentamiento entre FMLN y ARENA en estos últimos 25 años, en 9 elecciones, hacemos uso del siguiente cuadro  de número de diputados[3]:

Fechas /partido199419972000200320062009201220152018
ARENA392829273432333537
FMLN212731313235313123

Y podemos ver una muestra también del enfrentamiento a nivel de alcaldías en las tres ciudades principales, en los últimos 25 años:

Fechas /partido199419972000200320062009201220152018
San SalvadorArenaFmlnFmlnFmlnFmlnArenaArenaFmlnArena
San MiguelArenaArenaPdcArenaPcnPdcGanaFmlnFmln
Santa AnaArenaFmlnFmlnFmlnFmlnFmlnFmlnArenaArena

San Salvador 

La principal batalla electoral seráen esta ciudad capital, de circa 2 millones de habitantes, donde se eligen 24 diputados y que está dirigida por ARENA con un joven alcalde (Ernesto Muyshondt, 45 años), que será desafiado por el actual Ministro de Gobernación, Mario Duran, por Nuevas Ideas. El anterior alcalde (2015-2018) fue el actual presidente Nayib Bukele, en ese momento representando al FMLN.

En caso que conservara Muyshondt la posición, esto lo convertiría lógicamente en un posible candidato presidencial de ARENA para la presidencia en 2024, y lo mismo le sucedería a Duran  en caso de ganar, sería el lógico relevo de Bukele para las presidenciales. Por otra parte, los candidatos a alcalde aportan votos para la apretada disputa legislativa. Estimo que Muyshondt de ARENA conservara la silla edilicia.

A nivel de diputados, las primeras candidaturas de los principales partidos son: la actual diputada de 33 años, Anabel Belloso, por el FMLN; Ernesto Castro, de 49 años y actual secretario privado de la Presidencia por NI, y lo que lo convierte en candidato para presidir Asamblea y también presidenciable para el 2024; y por ARENA, la actual diputada Margarita Escobar, de 61 años.

San Miguel

Le sigue la oriental San Miguel (con 400 mil habitantes y 6 diputados) dirigida por el FMLN con el alcalde Miguel Pereira, de 37 años, que será desafiado por el exalcalde y candidato de GANA, Will Zalgado, de 54 años; así como por Cristian Flores por Nuevas Ideas y María de los Angeles Villeda, por ARENA. Estimo que Pereira conservara la silla edilicia. A nivel de diputados la pelea es entre la actual diputada por el FMLN, Dina Argueta, de 36 años; por NI, Francisco Amaya Benítez y por ARENA, Edgar Escolán.

Santa Ana

En la occidental Santa Ana (270 mil habitantes), se enfrenta por la silla edilicia, la actual Alcaldesa, Milena Calderón, de 75 años, de ARENA, contra el candidato de NI, Gustavo Acevedo, e Ismael Quijada, por FMLN.  Y a nivel de diputados, -son 7 en disputa- encabezan los listados de cada partido los siguientes. Por NI, Felipe Alfredo Martínez Interiano, por ARENA, el actual diputado José Javier Palomo Nieto, y por el FMLN, Edwin Grijalba.

La Libertad

En La Libertad se disputan  10 diputados. El actual alcalde de la principal ciudad, Santa Tecla, Roberto DAubuisson Munguía, de 52 años, es el hijo del fundador de ARENA. Su incumbencia de dos periodos es desafiada por dos jóvenes: el excoordinador nacional de juventud de Nuevas Ideas, Henry Flores  y por Yeimi Muñoz, exdirectora de INJUVE, por el FMLN.  A nivel de diputados, se enfrentan José Francisco Lira Alvarado, de ARENA, Cristina Cornejo de FMLN y Rebeca Arely Santos de Gonzalez de NI.

Sonsonate

En Sonsonate se disputan 6 diputados  y el cargo del actual alcalde del municipio Sonsonate, José Roberto Aquino, de ARENA. Su incumbencia de dos periodos  es desafiada  por Rafael Edgardo Arévalo González, de NI y Miguel Ángel Ramírez por el FMLN. A nivel de diputados, compiten Nidia Cuellar Olivares por ARENA, el excanciller Carlos Castaneda por FMLN y Héctor Enrique Sales Salguero, por NI.

3.Tres  grandes escenarios o tendencias

Identificamos la posibilidad del desarrollo de tres grandes escenarios de resultados electorales, que son los siguientes.

1. Situación de equilibrio. Surge cuando bloque gubernamental (NI (39), GANA (8), cuenta con 47 votos y bloque opositor (ARENA (20), FMLN (10); PDC (1), con 31 votos. En este escenario el Bloque Gubernamental  no obstante contar con mayoría simple, necesitaría llegar a acuerdos con ARENA o con el FMLN para lograr superar barrera de los 56. Esta posibilidad fue vislumbrada por el analista Francisco Martínez el 1 de julio y la retomo porque me parece ser la tendencia que más se aproxima a la correlación real de fuerzas existente en el país. 

Martínez estima los resultados electorales de la siguiente manera:

“ SAN SALVADOR: NI:14, ARENA:6,FMLN:2,GANA:1, NP:1, (24) SANTA ANA:          NI:  3, ARENA:1, FMLN:1,GANA:1,PCN:1   (7)                          SAN MIGUEL:         NI: 2, ARENA:1, FMLN:1, GANA:1, PDC:1 (6)   LA LIBERTAD:       NI:5, ARENA: 2, FMLN:1, GANA:1, NP:1  (10) USULUTAN:        NI: 2, ARENA.1, FMLN:1,     GANA:1                 (5) SONSONATE:     NI: 2, ARENA:1, FMLN:1,     GANA:1, PCN:1        (6)    LA UNION:            NI: 1,    ARENA: 1                 GANA:1                 (3) LA PAZ:                 NI: 2,      ARENA:1, FMLN:1                                  (4) CHALATENANGO:  NI: 1,  ARENA: 1, FMLN:1                               (3) CUSCATLAN:            NI:2     ARENA:1                                                (3) AHUACHAPAN:          NI:2   ARENA: 1,   PCN:1                               (4) MORAZAN:     NI:1, ARENA:1  FMLN:1                                          (3) SAN VICENTE: NI:1  ARENA:1   PCN:1                                             (3) CABAÑAS:   NI: 1, ARENA:1   GANA:1                                             (3) TOTAL DIPUTADOS: NI:39,ARENA:20,FMLN:10,GANA:8,PCN:4,PDC:1,NP:2  (84)”

2. Oposición política logra bloquear el voto calificado.  Con el FMLN (15) y ARENA (25) logran 40 votos,  ya que logran recuperar parte de su caudal electoral. NI llega a 34, GANA a 6, PCN a 3, y PDC a 1.  No puede descartarse esta posibilidad aunque es bastante improbable. Esta situación únicamente será posible  en el caso que el presidente Bukele cometa errores muy graves que causen el descontento y castigo en las urnas de la población.

3. NI supera ampliamente (por sí solo) la barrera de los 43  y con alianzas las barrera de los 56. ARENA baja a 15, FMLN a 8, PDC se mantiene con 1 llegando a 24 diputados, mientras NI llega a 44  y GANA 10,y CD 2, llegando a alcanzar la mayoría calificada de 56, mientras el  PCN conserva sus 4 diputados .En este caso ocuparanpresidencia de ejecutivo y legislativo, y a futuro el judicial.

No puede descartarse esta posibilidad aunque es bastante improbable, dado el sistema electoral de cocientes y residuos, diseñado precisamente para bloquear esta situación.  Este desarrollo únicamente será posible  en el caso que la oposición política a Bukele cometa errores muy graves que causen el descontento y castigo en las urnas de la población.

Cuadro de número de diputados de los tres escenarios electorales:

Escenarios/PartidosNIARENAFMLNGANAPCNPDCCDNPTOTAL
1392010 8 41  284
2342515631  84
34415  810412 84

4. Movimiento popular y social

Podemos preguntarnos: ¿cómo se expresaran los intereses de clase a futuro? Y la respuesta es: igual que en el pasado. Los intereses de la oligarquía y del capital transnacional se orientaran a la búsqueda de la máxima ganancia y a  garantizar que el poder del estado les sea funcional a este propósito. El choque entre los intereses de la oligarquía y el nuevo sector empresarial que administre el gobierno e incluso el estado se resolverán mediante negociaciones.

En la actualidad el movimiento popular y social atraviesa por altos niveles de atomización y debilidad. Tanto es así que no ha tenido la capacidad de ir al encuentro de múltiples situaciones de injusticia derivadas de la pandemia del covid-9 y convertirlas en expresiones de lucha organizada.

Una de las razones radica en los altos niveles de organicidad entre el sujeto político y el sujeto social, que se manifiesta como la parálisis de las organizaciones populares vinculadas a la izquierda. Y a esto hay que sumar la aparición beligerante de un movimiento sindical en respaldo al presidente Bukele, como es el caso del actual STISSS, que disputara cada milímetro de apoyo popular.

En el caso del movimiento popular  y social, únicamente podrá incidir en la definición de políticas públicas en la medida que fortalezca sus niveles organizativos y de lucha en la calle, por lo que se requiere construir las estrategias y los instrumentos que permitan tanto la defensa de los intereses inmediatos de la población  (empleo, costo de la vida, seguridad, agua, pensiones) como la lucha por la transformación de este  sistema capitalista.

5.Perspectivas y los desafíos de la izquierda

Es un hecho que existe una clara situación de rechazo popular generalizado y además plenamente justificado al sistema político actual. En este marco, los Acuerdos de Paz de 1992 no pueden ser vistos como el non plus ultra sino como un importante momento de avance histórico democrático.

Pretender que la Constitución de 1983 es el altar sagrado de la patria y la verdad absoluta es creerse la narrativa liberal de la separación de poderes y de libertades ciudadanas. Es priorizar lo político, que es lo institucional, el sistema, el poder desde arriba sobre la política, que es la lucha de clases, la pelea popular, la construcción de poder desde abajo.

Esta constitución como toda constitución y sistema político es histórica y además obedece a determinados intereses económicos y sociales en pugna con otros intereses, en nuestro caso, básicamente a intereses oligárquicos en pugna con intereses populares. Y el poder responde precisamente a la defensa de los intereses predominantes. La sociedad es una totalidad en la que política y  economía, y también ideología,  están cruzadas por múltiples puentes.

La experiencia de diez años en el gobierno por parte del FMLN, 2009-2019, fue la experiencia de controlar una parte del poder formal, pero no del poder real. El poder real –la Fuerza Armada, las grandes empresas oligárquicas y transnacionales, el gobierno estadounidense- no se somete a elecciones, es estructural, institucional, venga quien venga, grite quien grite.

Lo mismo le sucede hoy a Nuevas Ideas, avanza en la conquista del poder formal, pero carece del poder real. Regresando al FMLN, pudo en algún  momento saborear parte del poder real únicamente mediante su incursión en la economía, a través de Albapetroleo, pero condicionado por una fuente externa, Venezuela.

En relación al proyecto político de Nuevas Ideas, este no debe ni sobreestimarse ni subestimarse, sino analizarse, estudiarse. Bukele no es una divinidad y comete errores, como el del 9F  y por eso paga y seguirá pagando costos políticos. Pero a la vez, debemos como izquierda reconocer su arrastre popular y entrar en la disputa por esos sectores, de manera política, no mediante insultos, ni ataques.

Y reconocer que las elecciones no son el mejor camino para acercarse a estos sectores, ya que en lugar de provocar acercamientos, producen ofensas y heridas. Nos vamos más temprano que tarde, como sectores populares, a identificar de nuevo y reconocer en la lucha por el pan, por la democracia y por el socialismo.

Ya ha sucedido esto en el pasado, durante la guerra (1980-1992) la Democracia Cristiana conducía y movilizaba por medio de la UNOC a amplios sectores populares, y le dimos  respuesta adecuada como izquierda mediante la UNTS. Recuperar esos sectores de NI es un desafío estratégico para la izquierda en general, y debemos iniciar por ser autocríticos, ya que como nos explicamos que después de diez años de gobiernos del FMLN, con todos sus programas sociales, la gente vota por otras fuerzas.

Una de las explicaciones radica en que la gente no valore lo que se le entrega de manera asistencialista, lo que se le regala, y si defiende hasta con su vida, lo que ha ganado con su esfuerzo, con su organización, con sus luchas, con su sacrificio. Y esto es parte del camino para superar esta crisis de identidad del ya centenario proyecto emancipador de izquierda.

Así como la necesidad vital de redoblar el espíritu y la voluntad de organización y lucha popular. Por otra parte, seguimos siendo refractarios a la autocrítica y atribuyendo exclusivamente a factores externos las causas internas de nuestra crisis.

Otra clave y tarea urgente es la necesidad de debatir, de discutir, de impulsar la lucha ideológica dentro de nuestras filas. En este punto parece ser que existe un acuerdo de postergar el debate para sumarse de manera conjunta al desafío electoral, lo cual es correcto, en la medida que  la postergación no sea definitiva.

Un tema clave de este debate es el relacionado con el problema del poder y con la visión de transformación de este sistema capitalista, y del papel que en esto juegan las formas de lucha parlamentarias.  La transformación de la sociedad debe ser el elemento nuclear que oriente la agenda de izquierda, popular y emancipadora.

Concluyo estas reflexiones, reafirmando la tesis comprobada universalmente que donde hay opresión, hay resistencia.

Ayutuxtepeque, 28 de agosto de 2020


[1] Ver PINEDA, ROBERTO. Nace la esperanza, el cambio viene. San Salvador. Ediciones Prometeo Liberado. 2020.

[2] Ver PINEDA, ROBERTO. Algunas valoraciones sobre el primer año de gobierno Bukele. https://www.alainet.org/es/articulo/206914

[3] Como dato anecdótico, en las elecciones municipales de 1991, antes de los Acuerdos de Paz, ARENA obtuvo 39 diputados y el PDC, 26, así como por primera vez luego de 1932, participó la expresión legal del Partido Comunista de El Salvador, (PCS) el partido UDN, obteniendo un diputado, Mario Aguiñada Carranza.  El PCS contaba en ese extraordinario momento con un brazo armado, las FAL y un brazo electoral, el UDN.

El queso y los frijoles. El cosmos de un jornalero salvadoreño del siglo XX. Antonio García-Espada. 2019

Introducción

En el Archivo General de la Nación de El Salvador se encuentra un informe de veinticinco páginas fechado el 9 de septiembre de 1941 y dirigido al director general de la Policía Nacional.1 El escrito está mecanografiado, con una impecable redacción y corrección gramatical. Contiene las diligencias llevadas a cabo por agentes del cuerpo en el municipio de Quezaltepeque, Departamento de La Libertad, y en la capital, San Salvador, a instancias de una denuncia anónima lanzada desde El Diario de Hoy, el rotativo nacional de mayor circulación en El Salvador, el 27 de agosto del mismo año.2 Las investigaciones policiales alentadas por el periódico contra “sujetos de dudosa honorabilidad” duraron seis días, y aunque el principal imputado resultó ser un tal Rafael George Huezo de 19 años de edad, jornalero de profesión y “adepto a la doctrina espiritista”, el informe recoge interrogatorios realizados a otras catorce personas.

Desde luego, la policía salvadoreña de los años cuarenta del siglo XX no era el Santo Tribunal de la Inquisición, ni Rafael George acabó en la hoguera como Menocchio, el molinero del Friul italiano de las últimas décadas del siglo XVI. La intencionada alusión en el título de este trabajo3 a la obra clásica de Carlo Ginzburg, Il formaggio e i vermi (1976), apunta a una coincidencia aún mayor, a un propósito metodológico compartido con el gran historiador italiano que dedicó buena parte de su talento al estudio de fenómenos de la cultura oral, popular y subalterna a través de las fuentes producidas por letrados pertenecientes a los estamentos dominantes. Esta arriesgada apuesta por la investigación de la tradición oral a través de la página escrita aspira en último término a la identificación segura y contrastada de mecanismos significativos de la circulación de ideas y prácticas entre clases sociales fuertemente dicotomizadas -como en los casos salvadoreño del siglo XX y friulano del XVI-, así como a ensanchar la, por lo general, exigua cuota de agencia, autonomía y originalidad atribuida por las ciencias sociales a las clases subalternas en su confrontación con las clases dominantes.

Efectivamente, el caso de estudio salvadoreño presentado aquí muestra cierta incapacidad por parte de las fuerzas del orden público para identificar satisfactoriamente la naturaleza del delito investigado y, del otro lado, cierta habilidad de los imputados para desviar la atención y apartar la investigación de su objetivo específico. En este sentido, el método ginzburgiano se presta a su reutilización en un contexto, sin duda, tan remoto como el agro centroamericano de la primera mitad del siglo XX. Es este doble juego de espejos, la relación de continuidad/oposición entre escritura y oralidad o el igualmente difícil ensamble de metodologías de estudio cuantitativas y cualitativas -de historia y morfología- lo que hace pertinente el empleo de la sensibilidad característica del paradigma indiciario (Ginzburg, 1986), así como el tipo de descripción densa propia de la microhistoria. Esta enérgica tensión entre campos de fuerzas en buena medida definidos por oposición entre ellos espera ser mostrada claramente con la narración aquí presentada como una pelea librada enteramente en el campo de los símbolos, sin un claro vencedor y aún hoy lejos de haber sido resuelta.

Primera parte

1. La acusación

La noticia aparecida en el más importante diario del país lanzaba la acusación en su tercera página, con un gran titular de dos líneas que ocupaban el centro de la hoja, cubriendo de extremo a extremo las cinco columnas del rotativo, con una sarcástica declamación: “LOS ESPIRITISTAS DESPLUMAN A MEDIO MUNDO EN QUEZALTEPEQUE”. A renglón seguido, otro titular, menor pero también en letras capitales, rezaba: “SE RECIBEN DENUNCIAS”. La nota en cambio es de lo más escueta, poco más de cien palabras embutidas en una pequeña caja en la que no aparece ningún dato del denunciante, no obstante calificado de “fuente fidedigna”. Tampoco el contenido de la denuncia es claro, ni va más allá de un señalamiento mordaz dirigido contra “sujetos de dudosa honorabilidad quienes en altas horas de la noche se reúnen en cierta casa orillada”. El final de la breve nota no deja lugar a dudas con respecto al fuerte sesgo del redactor también anónimo, la vehemencia con la que el periódico asume su condición de parte en la acusación contra los sujetos de la “casa orillada” y su connivencia con las fuerzas del orden público, “las autoridades”, a las que solicita “una diligente investigación [para] así salvar el bolsillo y el juicio del público ingenuo”. Claramente, el periódico excedía sus funciones, instrumentalizando su capacidad de generar opinión pública para usos partidarios, en beneficio de intereses de minorías y exclusivistas, echando mano de un código dogmático grandes titulares, sin mostrarse compelido a sustanciar con argumentos razonados el contenido de su denuncia.

2. Los investigadores

La interpelación periodística fue atendida con gran celeridad. A las nueve horas de la mañana del día 4 de septiembre, dos agentes de la Sección de Investigaciones Especiales, el teniente Enrique Lemus y el agente ciento cincuenta y cuatro [sic], acompañados del secretario Horacio Rivas y, probablemente, de algunos agentes más sin nombrar, están en Quezaltepeque, ciudad situada a espaldas del volcán que da sombra a la capital San Salvador, concretamente en el arrabal del Guayabal, en la casa de Rafael George. Nada en el minucioso informe dejado por la policía salvadoreña da cuenta de la inmediatez con que fue identificado y localizado quien, a la postre, resultaría principal imputado y único condenado. Así, desde los primeros renglones del citado informe queda claro que la apariencia de atestado es fingida, que el informe mecanografiado es a lo sumo la reelaboración de un conjunto de testimonios y, acaso, notas de campo que de manera simplificada y sintetizada pasan por alto información obtenida en el terreno que es descartada por irrelevante para -o irreconciliable con- el propósito del proceso.

Igual ocurre con el testimonio de los testigos o imputados. Sus declaraciones varían en extensión, pero la mayor parte de ellas reproducen una estructura discursiva, a todas luces fingida también pues, sin excepción alguna, aluden a los mismos asuntos, por lo general empleando las mismas palabras y siguiendo un orden expositivo prácticamente invariable. Se trata de interrogatorios hechos con base en un formulario fijo, igual para todos -a excepción de Rafael George, a quien se aplicó un número mayor y más diversificado de preguntas- y que, presuntamente, eran leídos a los declarantes para constatar su conformidad con una firma. Parece claro que el formato daba poco margen a las justificaciones, matices o intentos de apelación por parte de los imputados, en la misma medida que aumentaba considerablemente la capacidad de los investigadores de controlar los testimonios.

Tampoco el informe da cuenta de las condiciones en que fueron llevados a cabo los interrogatorios, tan sólo la hora en la que tuvieron comienzo. Catorce de los quince deponentes declararon entre los días 4 y 6 de septiembre separados por intervalos variables, aunque a menudo de no más de treinta minutos, lo que sugiere la posibilidad de que todos ellos estuvieran en espera, quizá en una misma sala, aguardando turno para ser interrogados. No obstante, ni leyendo entre líneas o a contrapelo, nada en el informe permite entrever el uso de la violencia o la coacción por parte de las fuerzas de seguridad del Estado.

3. El delito

Ni el cínico paternalismo de la nota periodística ni el tono altamente estilizado del informe policial permiten establecer de manera clara cuál es la naturaleza del delito denunciado y diligentemente investigado. A este fin es necesario recurrir a un tercer documento.4 Se trata de un escueto oficio fechado el 6 de octubre de 1941, firmado por el ministro de Gobernación José Tomás Calderón y dirigido al director general de la policía en relación con el caso de Quezaltepeque y con la orden, un tanto vaga, de “cesar tales prácticas [actividades de espiritismo en el Guayabal] toda vez que constituyen un medio de explotación, engaño y estafa”. La severa sentencia, empero, no guarda una relación lineal con las diligencias llevadas a cabo por los agentes especiales de la policía salvadoreña.

De acuerdo con el minucioso informe redactado por los investigadores, a todos los declarantes se les preguntó si eran “adeptos a la doctrina espiritista”, y a partir de ahí tuvieron que dar cuenta, bajo diversas formulaciones, de “la cantidad de dinero [que] se exige que se deje”, si no “se les cobra ni un centavo” o, incluso, si “se ofrendó alguna limosna en efectivo”. Las respuestas fueron desde la negación absoluta, a fórmulas de compromiso con las que, quizá, el interrogado no hacía sino intentar satisfacer las expectativas ¿exigencias? de la policía, como: que “[sólo] se les instruye a que hagan caridad entre los necesitados” o “que las personas que de su voluntad deseen dejar limosna lo hacen […] y las limosnas que dejan, que ascienden a pocos centavos, sirven para comprar flores e incienso”, a lo sumo, para “el pago de casa y luz eléctrica”. De las transacciones en efectivo que la policía pudo comprobar, ninguna superaba los cincuenta centavos de colón, siempre en concepto de limosna, para fines legítimos, nunca lucrativos.

A continuación, los agentes trataron de averiguar en qué consistían las “actividades de espiritismo” y si los practicantes contaban para realizarlas con alguna autorización. En efecto, no existía tal permiso oficial. Sin embargo, varios entrevistados argumentaron contra esto que “no es necesario ya que la Constitución Política de la República da facultades para la libertad de cultos”, y así lo reconocían los propios investigadores al final de su informe en alusión al “artículo doce de la Constitución que da libertad de cultos”.

Pero los desaciertos de la policía en la persecución de omisiones jurídicas o de fraudes pecuniarios provenían de una confusión aún mayor. Todo el proceso había sido desde el principio dirigido contra “espiritistas” y los cuestionarios de la policía comenzaban con la misma pregunta, la única que aparece en todos los testimonios: si “efectivamente pertenece a la doctrina espiritista” y “qué finalidad persigue dicha secta”. Sin embargo, de los catorce individuos del Guayabal llamados a testificar, sólo seis reconocieron su adscripción al espiritismo. El resto lo negó y, en su lugar, cinco se declararon pertenecientes a la secta de los “temblorosos” y tres a la de los “sabatistas”; es decir, a las Iglesias pentecostal y adventista “vulgarmente llamados así por el pueblo”, la primera porque “hacen contorciones [sic] cuando celebran su rito y el Espíritu Santo viene a ellos” y la segunda porque “la finalidad que persigue la secta es hacer guardar el sábado como día de fiesta, pues se basan para ello en que Dios hizo el mundo en seis días comenzando desde el domingo y dejó el sábado para descansar”.

Hay motivos más que suficientes (lo veremos a continuación) para suponer cuando menos un grado aceptable de conocimiento, si no de familiaridad, con dicha doctrina espiritista por parte de los agentes especiales de la policía. Sin embargo, en su informe el único atisbo de justificación a tan llamativa confusión se basó en “que su fe [la de temblorosos y sabatistas] está puesta en que el Espíritu Santo los ilumina para seguir en esta vida material la verdadera senda que los guía hacia Dios por medio del mejoramiento espiritual”. El recurso era ciertamente pobre y su descuidada formulación da cuenta de la indiferencia con que la policía contempló las, por otra parte, notorias diferencias entre espiritistas y pentecostales o entre espiritistas y adventistas. Aquí, de nuevo, todo apunta a que el propósito último de la investigación, la presunción que convertía en imputados a un grupo determinado de personas, iba más allá de las formalidades y contenidos doctrinales de unas u otras sectas e incluso más allá de su conformidad con la legislación vigente.

4. El anticomunismo

Con toda probabilidad, las cuestiones más apremiantes y las más seriamente afrontadas por los investigadores de la policía fueron los “asuntos de carácter político o subversivo”. Es significativo que la pregunta no aparece formulada en ninguno de los atestados, pero “el tema” se menciona en todos y cada uno de ellos. A juzgar por la elección de las palabras y la reiteración de fórmulas, es probable que las respuestas de los encausados reprodujeran literalmente las preguntas de las autoridades: “ningún asunto de carácter político o subversivo” (tres veces); “no se trata ningún tema político ni de índole subversiva” (seis veces); “nunca se tratan de cosas políticas ni subversivas ni que sean atentatorias contra el Supremo Gobierno” (cuatro veces); “no se desarrollan temas de índole política ni atentativas [sic] contra el estado de cosas actual que hagan con la intención de alterar el orden social” (dos veces). Otro tanto ocurre en relación con si “las sesiones se celebran a puerta abierta”, cuestión que casi la totalidad de los declarantes ratificó excepto los espiritistas, quienes tuvieron que reconocer que “celebran a puerta cerrada porque el dejarla abierta va en perjuicio de los médiums”.

Este tipo de “confesiones” aparecen en los últimos tramos de las declaraciones de todos los imputados. Pero antes de llegar a este punto, los policías utilizaron técnicas más tortuosas, con preguntas mucho menos diáfanas y destinadas a desentrañar cuestiones de orden organizativo. En algunos de los testimonios se percibe claramente la huella de este tipo de inquisiciones, como cuando los declarantes se refieren a la “directiva” bien para negar su existencia o bien para dar detalle de alguno de sus nombres. Más comunes son las alusiones a “cuántos y quiénes asistían” a las sesiones o reuniones, a veces seguidas de fórmulas un poco artificiosas, quizá como “acordándose el deponente de [fulano o zutano]”. Ninguno de los interrogatorios se resolvió sin la obtención del nombre de otro implicado, ya fuera en condición de organizador, colaborador, tesorero, simpatizante o lo que fuera. De nuevo, nada en el exquisito tono empleado en el informe de la policía nos autoriza a pensar en delaciones forzadas obtenidas mediante tortura o intimidación.

Tras la diligente persecución, el propio informe de la policía tuvo que reconocer que las pruebas o indicios que incriminaban a los investigados del Guayabal como conspiradores, o tan siquiera como opositores políticos, eran insuficientes. Al final, el último argumento en su contra fue que “los primeros [los espiritistas] se hacen sospechosos por sesionar a puerta cerrada” y nada más. Pero ¿sospechosos de qué? Veamos qué nos dicen la fecha del documento y el contexto histórico a ella asociada.

En septiembre de 1941, al frente de la presidencia de El Salvador estaba por noveno año consecutivo el carismático general Maximiliano Hernández Martínez. Su mandato habría de ser el más largo de todo el siglo XX salvadoreño, y dio comienzo, a través de una larga sucesión de juntas y presidentes, a uno de los regímenes militares más estables y duraderos de toda la América Latina, hasta su derrocamiento en 1979, tras casi cincuenta años. El golpe de Estado que llevó al poder al general Martínez en diciembre de 1931 fue normalizado en 1935 mediante un plebiscito al que concurrió en condición de candidato único y del que obviamente salió victorioso. En 1939, en cambio, se prescindió de la fórmula electoral y su reelección fue hecha mediante decreto legislativo, por lo que se quebrantó la legitimidad constitucional vigente: en concreto, el artículo 148 de la Carta Magna de 1886. A partir de entonces, el general conoció las primeras formas de oposición frontal dentro de su propio partido, el Propatria, con importantes deserciones e intentos de golpe de Estado (Parkman, 2003).

Si bien hasta ese momento la mayor parte del gobierno del general Martínez había transcurrido bajo el estado de sitio, con importantes limitaciones a libertades políticas y civiles, la fuerte oposición interna alentada por el decretazo de 1939 tuvo la facultad de reactivar poderosamente “el clientelismo político, un control territorial exhaustivo de la población, la formación de un partido hegemónico y la exitosa incorporación de civiles a las tareas de vigilancia y espionaje” (Monterrosa, 2018: 88) y, por supuesto, la ideología dominante del régimen: el anticomunismo.

El anticomunismo de Martínez demostró ser el gran punto de convergencia de los sectores sociales más poderosos e influyentes de El Salvador la Iglesia católica entre ellos y el siempre vigilante gobierno de Estados Unidos. Totalmente consciente de ello, ante las nuevas dificultades de 1939, Martínez agitó el fantoche con desparpajo, aprovechando toda oportunidad que se le brindara para afirmar en privado o en público que “el peligro subsiste en condiciones cada día más difíciles para su persecución. Es insensato pensar que no haya gérmenes de comunismo en ningún conglomerado humano. Lo que aconseja la higiene política es no perder de vista esta verdad” (Monterrosa, 2018: 87). En este mismo contexto, Martínez dejó firmemente asentada la idea que habría de convertirse en principal vector discursivo de todo el siglo XX salvadoreño, la idea que armó la monstruosa guerra civil de la década de los ochenta y que aún hoy tiene dividida a buena parte de la sociedad salvadoreña (Castellanos, 2001).

Se trata del levantamiento armado del 22 de enero de 1932, apenas un mes después del asalto al poder de Martínez, que fue correspondido por el general con una violenta represión que pudo dejar entre diez mil y cuarenta mil muertos. El levantamiento tuvo lugar en el occidente del país, entre el empobrecido campesinado que a las alturas de 1930 experimentaba los más duros rigores de liberalización económica de finales del siglo XIX privatización de tierras, imposición de trabajo forzado y criminalización de las últimas formas de organización e idiosincrasia indígenas y la dedicación casi exclusiva al monocultivo del café. Su caracterización como levantamiento comunista puede que fuera un tanto exagerada, pero era a la vez la estrategia más efectiva para amansar a la bestia estadounidense que, precisamente, había sacado sus garras ante el inaceptable golpe de Estado dado en su “patio trasero” por el general Martínez (Ching, 2013). Así que, más allá de la verdad, la mentira y las posibilidades efectivas de corroborarlas, pronto se convirtió en un axioma conveniente para todos. Desde entonces ¡hasta nuestros días! la derecha salvadoreña gusta de proclamar El Salvador como “la tumba del comunismo en América”, mientras que la izquierda no está menos orgullosa de ubicar en el “paisito” la primera revolución bolchevique de la historia americana (Alvarenga, 1996).

La policía de Martínez sacó a la calle su miedo a los levantamientos, especialmente en el agro y entre los más pobres, como en 1932. La búsqueda de comunistas en el Guayabal de Quezaltepeque pudo haber sido una de las principales razones que animaron la diligente investigación policial llevada a cabo en septiembre de 1941 o al menos proporcionó la estructura y rapidez de la respuesta, la impecabilidad del proceso, la profesionalidad de sus empleados. Aun así, la policía no encontró prueba alguna contra los “individuos deshonestos de la casa orillada” ni pudo incriminarlos por falta de orden político, y mucho menos armado. Ahí no estaba el delito.

5. El veredicto

En realidad no hubo una sentencia como tal, tan sólo una serie de oficios internos, como el mencionado anteriormente, que circularon entre el ministro de Gobernación y la Policía Nacional y que bastaron para zanjar todo el asunto, a modo de veredicto, obligando a los espiritistas del Guayabal a abandonar sus prácticas. El procedimiento en esta etapa final tampoco fue del todo claro. A las veinticinco páginas del informe que recogía las diligencias y conclusiones de la investigación policial, se le añadió un breve resumen dos días más tarde, el 18 de septiembre, sin firma, pero con membrete del Ministerio de Gobernación, donde se recomendaba actuar contra los espiritistas de Rafael George.5 La respuesta del ministro José Tomás Calderón del día 6 de octubre, titulada “Que se evite explotación por medio del espiritismo”, simplemente ordenaba el cese de tales actividades.

El 20 de octubre, un nuevo oficio firmado por el director nacional de la Policía, Juan F. Merino, informaba al ministro de Gobernación de la ejecución de sus órdenes.6 El inspector general de la Policía, Francisco Marroquín, había mandado al alcalde de Quezaltepeque citar a Rafael George para “notificarle que debe abstenerse de seguir celebrando sesiones ‘espiritistas’ porque se ha llegado a comprobar que con esa práctica explotan a la gente incauta; que, si continúa celebrando dichas sesiones, se le deducirán responsabilidades conforme a la letra ‘E’ del Art. 30 de la Ley Represiva de Vagos y Maleantes”. El mismo oficio constata la actuación del alcalde de Quezaltepeque, quien certificó que Rafael George “quedó entendido, promete no volver a celebrar sesiones espiritistas y que en lo sucesivo se dedicará a trabajos lícitos”.

Pero el mismo informe del 20 de octubre añadía algo nuevo. Las órdenes dadas al alcalde de Quezaltepeque por el inspector general de la Policía incluían también la actuación contra uno de los miembros de la “Secta Pentecostés” sin dar otra razón que por ir “contra la salud y el orden público”. El citado individuo, Pedro Cristales, recibió la orden del alcalde, limitándose a responder que “queda entendido y firma”. La instrucción no aparece en ninguno de los oficios anteriores girados entre Gobernación y la Policía y no iba más allá del apercibimiento contra Cristales en tanto dueño de una de las casas, situada en el Guayabal de la ciudad de Quezaltepeque, donde se celebraban de manera ocasional reuniones, particularmente escandalosas, eso sí, de los “temblorosos”. El resto de las actividades de la secta pentecostés, sus reuniones en casas de otros adeptos, no aparecen por ninguna parte cuestionadas ni censuradas.

El proceso se solucionó, por tanto, distinguiendo entre tres niveles de incriminación dentro de una masa de acusados que al principio los investigadores no supieron muy bien cómo diferenciar. De hecho, las caracterizaciones de los miembros de cada una de las sectas que aparecen en el informe policial no son realmente portadoras de diferencias sustanciales. Todo el escrito está, en realidad, enunciado desde una posición que va de una especie de paternalismo indulgente a un desprecio latente. Y este mismo tono fue empleado con todos los entrevistados de Quezaltepeque, de unas y otras sectas. Así aparece en las conclusiones: “Los elementos que componen las tres sectas son jornaleros en su mayoría y así también las mujeres son de condición humilde, razón por la cual son fáciles de fanatizar […] aunque podemos decir que son gente honrada que no registra hasta la fecha malos antecedentes”.

Pero si queremos insistir en el rastreo de huellas que nos permitan entender los criterios seguidos por la policía a la hora de diferenciar unas y otras sectas, es cierto que pentecostales y adventistas emplearon por lo general un lenguaje mejor articulado y más asertivo. Fueron más vehementes en la proclamación de la libertad de cultos garantizada por la Constitución de 1886. Hicieron explícito su desafío a antiguas autoridades, actuando como conocedores de la legislación propia de una República laica: “no creen en la doctrina católica romana pues dicen que los sacerdotes con sus enseñanzas ambiguas mantienen el pueblo en el oscurantismo”. Dijeron abiertamente que su propósito no era otro que extender su mensaje “mediante propaganda oral y escrita para atraer adeptos”. “Temblorosos y “sabatistas” se sabían poseedores de armas defensivas y de fuerza suficiente para resistir en sus posiciones.

Sin embargo, las conclusiones del informe de la policía no aluden tampoco a ninguno de estos episodios de autoafirmación a la hora de sustentar la distinción entre las tres sectas. Todo el peso de la argumentación exculpatoria recayó por el contrario en los avales externos proporcionados por los interrogados. Los pentecostales remitieron en primer lugar a José León Ramírez, “Pastor General de la Orden” originario de Nejapa otro pueblo cercano a San Salvador, quien llegaba a predicar cada jueves en una u otra de las casas de los distintos miembros de la secta y quien, efectivamente, contaba con un permiso oficial extendido por la autoridad central. Los pentecostales sacaron a colación otro nombre, “el Jefe de Línea Teniente Andrés Abelino Cruz”, miembro de la Guardia Nacional y residente en Quezaltepeque, quien “pertenece a la orden y hasta celebró culto alguna vez en sus casas”.

Los “sabatistas” por su parte fueron aún más convincentes a este respecto: “Este centro [el de Quezaltepeque] depende de la Sala Adventista que está en San Salvador y que dirige el señor Pedro Naygara, de origen extranjero y quien cada trimestre visita a esta ciudad para dar prédicas a los afiliados”. La mención al ciudadano extranjero aparece de nuevo recogida en las conclusiones del informe, y ésta aparece como única justificación de la declaración de los “adventistas como la secta más depurada, cuya doctrina es más sencilla y tiene por base la caridad”. Los pentecostales son, en estas últimas líneas del informe, tachados de “indeseables por extravagantes” y los espiritistas de “sospechosos por sesionar a puerta cerrada”.

Fueron, por tanto, las credenciales de los avales externos dados por los interrogados el factor diferencial por excelencia. La simpleza del argumento esconde no obstante un componente esencial del sistema de garantías adoptado por las fuerzas de seguridad del Estado, con su contraparte en términos de confianza. La “honorabilidad” del teniente de la Guardia Nacional y del pastor debidamente certificado por la autoridad central y, en un grado aún superior, la condición de extranjero del “señor Pedro Naygara” bastaron para retirar la acusación, parcialmente, contra los pentecostales y, totalmente, contra los adventistas.

Pero, ¿por qué se condenaba a los espiritistas de Rafael George? A los ojos de la policía, ¿qué los distinguía de los pentecostales de José León Ramírez y de los adventistas del extranjero Pedro Naygara? ¿Se trataba realmente de sus sesiones a puerta cerrada o más bien de su raigambre, su especificidad local, su relación con un entorno inmediato, su fatídica no “extranjeridad”? En la segunda parte se abordará con más detalle la cuestión de los condenados: quiénes eran Rafael George y su entorno.

Segunda parte

6. Los interrogatorios de San Salvador

Lo cierto es que los espiritistas intentaron una estrategia defensiva similar a la del resto de los imputados del Guayabal, sólo que no tuvo los efectos deseados. Todos los deponentes aseguraron que “el centro de Quezaltepeque depende de algotra [sic] sala de San Salvador”. Y toda la defensa de Rafael George consistió en demostrar a la policía que su actividad era “sucursal, puede decirse, del centro Espiritista ‘Santa Teresita’ que queda en el barrio de Santa Lucía en San Salvador y que recibe instrucciones de María de Reyna [sic] encargada de la sala de San Salvador”.

A diferencia de las menciones a Pedro Naygara de los adventistas y a José León Ramírez de los pentecostales, la policía quiso comprobar fehacientemente el aval dado por Rafael George, y el día 8 de septiembre, a las nueve de la mañana, los agentes se presentaron en la dirección de San Salvador dada por los espiritistas de Quezaltepeque.

La declaración de María Suarez Reina viene recogida en el informe aquí estudiado, ocupando casi dos páginas. Doña María dijo conocer a Rafael George, en quien reconoció ciertas dotes para la mediumnidad que le ocupaban cada quince días cuando recibía en su domicilio al joven quezaltepeco. Nada más. Doña María no tenía nada que ver con las actividades de George en Quezaltepeque y dejó a él sólo la iniciativa de haber compartido los conocimientos de ella recibidos con otros jornaleros del Guayabal, para cualquier fin.

En todo caso, la sala Santa Teresa regentada por doña María en el número 10 de la calle Costa Rica era perfectamente legal y probablemente prestigiosa. Estaba situada cerca de la basílica del Sagrado Corazón, en la actual calle Arce, uno de los barrios más elegantes de esos años y de los mejor conservados en nuestros días dentro del altísimo nivel de deterioro general de todo el casco histórico de San Salvador. Los “terroneros” sansalvadoreños así conocidos por su fuerte apego a vivir en una ciudad continuamente destrozada por poderosos terremotos y erupciones volcánicas desde antiguo han tenido entre sus favoritos al barrio donde doña María celebraba sus sesiones de espiritismo. La iglesia que da fama al barrio era entonces un caso singular de modernismo arquitectónico, igualmente comprometido con el neogótico y el art nouveau, construida con materiales futuristas, con láminas de fino acero soportadas por una estructura arácnida de madera, altamente resistente a sismos y temblores. El barrio es todavía hoy uno de los más propicios al ambiente bohemio del espiritismo “terronero”.

El espiritismo en El Salvador hizo una entrada en verdad triunfal. Esta ideología, autodefinida como mitad ascético/chamánica mitad científico/racionalista, ya había alcanzado las mayores cotas de éxito imaginables en la Europa del último tercio del siglo XIX con la inclusión de materias sobre ciencia espiritista en el currículo de escuelas y universidades; en ella militaban algunos de los más altos e influyentes personajes de la época; por otro lado, se practicaban renovados autos de fe con escénicas piras ardientes de libros sobre espiritismo en la plaza de la catedral de Barcelona. En España desencadenó una reacción en varios aspectos similar al surgimiento del protestantismo, una especie de contrarreforma decimonónica de corte ultramontano que también tuvo múltiples y largas resonancias en toda Latinoamérica.

En México, Centroamérica y el Caribe sin el espiritismo no se habrían dado ideas como la “Nuestra América” de Martí, poemas como los de Rubén Darío o figuras de la talla de Francisco I. Madero y Augusto C. Sandino. Evidentemente, en El Salvador se extendió como la pólvora y hasta con mayor celeridad que en otros países de su entorno, menos prósperos o simplemente con menor densidad de población. En el espiritismo salvadoreño participaron algunos de los más ilustres personajes de la primera mitad del siglo XX Alberto Masferrer, Claudia Lars, María de Barata, Salarrué, Francisco Gavidia, Guerra Trigueros, etcétera y, probablemente, el presidente de la nación (Casaús y García, 2005).

El general Maximiliano Hernández Martínez, también conocido como El Brujo de San Matías su lugar de nacimiento, nunca hizo pública su adhesión al espiritismo, pero sí a dos de sus principales secuelas, el vitalismo y la teosofía, en la que, antes del golpe de Estado, ejerció altos cargos directivos en una de sus principales logias, la Aletheia (Rodríguez, 2016: 86). De ello hizo auténtica ostentación después, a lo largo de su extenso mandato presidencial. En el Archivo General de la Nación salvadoreña se conservan transcripciones mecanografiadas de los discursos radiotransmitidos cada semana a toda la nación desde enero de 1940 a diciembre de 1943.7 En una amalgama de ideas a veces difíciles de distinguir y expresadas de maneras no menos enigmáticas, el general Martínez buscaba edificar al pueblo entero, ser su maestro en el arte de llevar una vida mejor, para el Estado y para uno mismo. El contenido y sentido de sus pláticas cubre un amplio arco temático, pero en el fondo se limita a unos esquemas de pensamiento relativamente simples y predecibles.

El general admiraba a Annie Bessant, a los jesuitas y a Gengis Khan, y leía a Krishnamurti, Jinarajadasa y Napoleon Hill. Odiaba en cambio a Gandhi y a Freud, y reconocía como sus verdaderos maestros a “los eternos alquimistas y rosacruces, que los ha habido desde que el mundo es mundo”, los a menudo también mencionados como “médicos invisibles”. Desde las ondas emitió sus convicciones sobre el vegetarianismo, la abstemia y el naturismo, y llegó a poner de moda prácticas como usar aguas coloreadas para curar aflicciones del espíritu, caminar descalzo siempre que se pudiera, meditar en la reencarnación, así como el uso terapéutico de la botánica y el hermetismo esotérico en varias de sus muchas manifestaciones. Desde la radio proclamaba con ahínco su espíritu democrático y su firme defensa de la libertad total de cultos, aunque al final sale más a colación su apuesta por una filosofía del equilibrio, una especie de confucianismo centroamericano según el cual de la armonía en el microcosmos del cuerpo deriva todo el orden en el macrocosmos de la sociedad.

En su marcada apuesta por la sabiduría de las tradiciones milenarias, la teosofía, y antes que ella el espiritismo, habían abierto nuevos caminos a la crítica de la modernidad occidental, a su espíritu positivista y a su materialismo funcional. En El Salvador, y antes en países de su entorno como México, la primera víctima de esta especie de “primavera decolonial” fue sin duda la Iglesia católica (Parker, 2008). Qué duda cabe: el martinato fue uno de los grandes momentos secularizadores del largo proceso secularizador de alguna manera aún hoy inacabado, emprendido por la República salvadoreña desde prácticamente sus orígenes, aunque no es menos cierto que la Iglesia a estas alturas llevaba ya varios años de entrenamiento a la espalda en cómo sobrevivir sin el apoyo, y hasta con la oposición, del Estado. Y, por otra parte, el general Martínez se limitó a erradicar cualquier tipo de mención al catolicismo en sus manifestaciones públicas, mientras dejaba intacto el funcionamiento de la Iglesia en sus gestiones demográfico-económicas (Cardenal, 2001).

El caso es que el denodado esfuerzo de Martínez por alcanzar los oídos y los corazones de los salvadoreños tuvo recompensa. Una de las expresiones más interesantes para nuestro propósito es el testimonio de comunidades enteras de devotos organizadas en torno al culto de una suerte de santos populares mejor conocidos en El Salvador como Hermanos Espirituales con nombres como Macario Canizález, Telesforo Sagastizado, Trinidad Huezo, Ernesto Interiano o Emeterio Ruano, que a día de hoy siguen insistiendo en la relación personal de tales patronos con el general Maximiliano Hernández Martínez. A estos apócrifos santos locales se les atribuyen relaciones personales con el carismático presidente de los años treinta y cuarenta, como haber compartido con él mesas giratorias, sesiones de espiritismo y curaciones hechas por médicos invisibles.

Sin entrar en las posibilidades de demostración historiográfica de este tipo de memoria, éste es precisamente el ambiente que caracteriza el testimonio de Rafael George. Él dijo estar en contacto directo con gente importante de la capital que manejaba sofisticadas técnicas espirituales. De eso se servía a fin de considerarse autorizado para hacer uso de los conocimientos adquiridos en beneficio de sus vecinos jornaleros y familiares del Guayabal de Quezaltepeque, “adolecentes de enfermedad y el declarante poniéndose en trance hace que llegue el espíritu de Rafael A. Vista, que en vida fue médico y quien es el que receta medicinas a los pacientes que tiene en curación”. ¿Por qué no le creyó nadie, desde los agentes de la Policía Nacional al ministro de Gobernación?

7. ¿Qué callaban la policía y el ministro?

El descrédito de Rafael George se puso sobre la mesa ya en el propio informe de la policía. Al final del mismo, un curioso párrafo sorprende además por la repentina demostración de competencia en materia de espiritismo por parte de los investigadores: “es de extrañar que como según dijo [el joven Rafael] se pone en trance por concentración de sí mismo, cuando lo lógico sería que entrara en catalepsia mediante pases hipnóticos que le hiciese otra persona, como es costumbre hacerlo en otras sectas de la misma índole”.

Nada a lo largo del informe anticipa una precisión y sutileza semejante en la captación del contenido técnico de las doctrinas o sectas investigadas. De hecho, el documento revela constantes confusiones en la distinción entre espiritistas y cristianos no católicos, aunque, como ya apuntamos, lo más probable es que se debiera a cierta dosis de indiferencia y falta de interés en aquello que, en principio, parecía el objeto propio de la investigación. Lo lógico aquí sería pensar que la mano que dio forma a esta sorprendente reflexión no fuera otra que la del secretario Horacio Rivas en vez de la del agente de la policía Enrique Lemus quien, supuestamente, narra en primera persona el informe policial. Cual Rustichello con Marco Polo, el secretario pondría en boca del agente perlas de sabiduría provenientes de su propia experiencia. Una experiencia que, además, sabemos de dónde puede proceder. Precisamente es Horacio Rivas quien aparece como el transcriptor comisionado del Ministerio de Gobernación para recoger por escrito buena parte de los discursos radiados semanalmente por el general Maximiliano Hernández Martínez; discursos plagados de teosofía, vitalismo, esoterismo y comunicaciones de los “médicos invisibles”. A pesar de la apariencia de fría distancia y objetividad, los agentes, al menos uno, tenían ideas propias y bien formadas con respecto al marco de referencia del conflicto investigado.

Pero que la policía sabía más de lo que oficialmente dio a conocer en su informe queda demostrado también gracias a otra feliz coincidencia documental. No hay en todo el expediente de la policía, ni en los oficios intercambiados entre policía y Gobernación, así como en la denuncia lanzada desde El Diario de Hoy el 27 de agosto, nada que nos permita inferir ni mínimamente la identidad o alguna pista del posible denunciante o iniciador de tan diligente intervención por parte de las fuerzas del orden público. Sin embargo, justo en los mismos días en los que el ministro de Gobernación recibía informes de la policía y expedía órdenes en relación con los espiritistas del Guayabal de Quezaltepeque, mantenía una animada correspondencia con otro grupo de espiritistas, sin duda de una procedencia social muy distinta.

El 3 de octubre de 1941, tres días antes de la orden expedida por José Tomas Calderón contra los espiritistas del Guayabal, el mismo Ministerio de Gobernación admitía a trámite la solicitud de personería jurídica de la Escuela Racionalista Espirita Salvadoreña, la ERES.8 El procedimiento seguido en esa ocasión es también peculiar. El trámite había sido iniciado directamente con nada menos que el “Señor Presidente de la República”, el general Maximiliano Hernández Martínez, mediante una larga carta de seis páginas fechada el 16 de junio de 1941 y adornada con ciento veinticinco firmas.9 En línea con la confianza en sí mismos demostrada por el grupo a la hora de dirigirse al “Señor Presidente”, la carta comenzaba recalcando que la asociación contaba con ilustres afiliados como los “pertenecientes al ejército, los señores Coronel don Víctor Manuel Sandoval y Capitanes Esteban Lemus González, Víctor Manuel Guerra y Florencio Bustamante Aceituno, así como otras personas verdaderamente cultas”.

La distinguida asociación apelaba a la empatía del general Martínez para hacerle partícipe del “noble ideal que sustentamos y los altos fines que la Escuela Racionalista persigue”, que no eran otros que “indicar el camino de la verdad por medio de la razón y los principios de la lógica”. Con respecto al ideal, la carta daba un paso más allá en concreción anunciando que “este ideal, si es que la Divina Providencia de la Suprema Inteligencia nos ayuda a desarrollarlo, es el de ayudar a su ilustrado Gobierno, dando a conocer en todo el Mundo, sin adulación de ninguna clase y con un espíritu liberal, todos aquellos pasos seguros y certeros que dé a favor del pueblo” además de “elevar sus preces al Eterno Padre para que ilumine su conciencia y le dé más sabiduría”.

La promesa debió seducir de inmediato al general Martínez, y tan solo seis días después, el 23 de junio, firmaba de su puño la autorización para ir adelantando el trámite solicitado por los racionalistas espiritas.10 La petición hecha al presidente por la ERES para obtener la personería jurídica iba acompañada además de un importante ofrecimiento: “depurar el espiritismo en el país, tratando de contener el avance del animismo que por ahora se aprovecha de la ignorancia para explotar la creencia y la buena fe, tomando la ciencia espirita como el mejor patrimonio para vivir” (cursivas añadidas).

Los racionalistas espiritas proporcionan además otro valioso documento a esta investigación que, antes que nada, demuestra su proximidad y connivencia con altos funcionarios del Estado y su más que probable injerencia en el desenlace del caso de los espiritistas del Guayabal. El 26 de septiembre la directiva de la ERES hacía llegar, esta vez al ministro de Gobernación, Luis Tomás Calderón, una misiva que citamos aquí en extenso.11 La declaratoria de los racionalistas espiritas llegaba a Gobernación ocho días después de la recepción del informe con las investigaciones de la policía y doce antes de la salida de la orden ministerial que prohibía a Rafael George ejercer el espiritismo entre los jornaleros quezaltepecos:

Se tiene conocimiento que en algunos lugares de la Republica han aparecido centros o personas que se dedican a las prácticas espiritistas, explotando la credulidad de gentes sencillas y valiéndose de prácticas censurables como son las de mixtificar el verdadero sentido moral y filosófico de tal ciencia espirita […]. También han aparecido curanderos en todo el país que para mejor eficacia en sus labores de explotación se hacen aparecer como médiums espiritistas llegando al extremo de hacerse aparecer también como miembros de determinados centros establecidos en la capital […].12

Los racionalistas espiritas advertían, contra estos curanderos animistas que se “hacen aparecer como médiums espiritistas”, que el mejor antídoto era “nuestra institución social en el plano que le corresponde de seriedad y merecedor de la atención de las altas autoridades de la República”. Esta firme defensa de su monopolio sobre la “ciencia espiritista” les señala como más que probables instigadores en la sombra y parte activa en la instrucción del caso contra los espiritistas del Guayabal quezaltepeco. ¿Fueron por tanto los racionalistas espiritistas quienes determinaron la suerte del grupo de jornaleros en torno a Rafael George? ¿Fue éste el elusivo criterio que guió las minuciosas diligencias de las fuerzas del orden del Estado?

8. Los jornaleros animistas

Rafael George no aparece tratado en todo el informe de la policía de manera dura. Al contrario, la caracterización más directa que recibió fue: “el médium aunque jornalero es honrado”. De igual manera, como vimos, los demás espiritistas del Guayabal tan sólo fueron tratados como: “jornaleros en su mayoría […] fáciles de fanatizar […] aunque podemos decir que son gente honrada que no registra hasta la fecha malos antecedentes”. La mayoría de los interrogados eran analfabetos y, de los espiritistas, sólo Rafael George era capaz de escribir su nombre. Excepto un sastre, un “comerciante en pequeño” y las mujeres que se declararon dedicadas a “oficios domésticos”, el resto de los investigados fueron reportados como jornaleros. Era evidente que no se trataba de profesionales ni de propietarios, ni siquiera de campesinos o asalariados. Pero aquí la categoría “jornalero” parece estar funcionando además como una especie de indicador de carecer de una identidad social plenamente reconocible: algo así como lo que los antiguos romanos llamaban bárbaros o los cristianos, paganos.

Los espiritistas del Guayabal asumieron inmediatamente la posición de subalternidad adjudicada por los investigadores. No faltaron por lo tanto respuestas torpes y a veces precipitadas. Alguno de los investigados, por ejemplo, se sintió obligado, tras responder “que en las sesiones no se trataban asuntos políticos ni subversivos”, a añadir inmediatamente “que sólo se enseña la doctrina espiritista que en nada se diferencia de la católica”. Ante la acusación mal entendida de “comunista”, es interesante cómo el deponente se defiende de la sospecha de “idolatría” afirmando no su adhesión al “Supremo Gobierno”, sino a la “Madre Iglesia”. Y a buen seguro, la investigación dirigida contra los jornaleros del Guayabal acabó persiguiendo algo no del todo diferente a “un delito propio de los naturales, aunque aplicable también a negros, mulatos, mestizos y españoles, y que cubre un campo semántico amplísimo que abarcando desde la resistencia a la rebelión y de la superstición a la hechicería” (Piazza, 2016: 21, en su obra sobre la persecución de idolatría en Oaxaca entre los siglos XVI y XVIII).

A diferencia de los imputados que al final resultaron ser pentecostales y adventistas, los espiritistas basaron desde el principio toda su defensa en “aparecerse” lo más posible a la religión tradicional y dominante, el catolicismo, aun a costa de contradecir su adscripción alegada a una doctrina nueva pero prestigiosa y reconocida, el espiritismo. Las diferentes declaraciones de los imputados dan cuenta de sus titubeos a la hora de buscar el mejor paraguas. Así, mientras unos deponentes confesaban que el uso de las limosnas transadas era para “incienso y flores en honor de los espíritus que se presentan en la sala”, otros prefirieron citar como beneficiario de las dádivas al mismísimo “Jesús Nazareno que es el guarda de la sala”.

En general, todos los espiritistas interrogados dijeron con parecidas palabras que “la doctrina espiritista es la misma de Cristo”, “que en nada se diferencia de la católica” o, a lo sumo, que “está basada en las enseñanzas de Jesucristo”. A las torpes estrategias de legitimación de los jornaleros del Guayabal, la propia investigación añadía pruebas contundentes de que los imputados no actuaban “como es costumbre hacerlo en otras sectas de la misma índole”. Por ejemplo, en clara imitación de doña María, la prestigiosa espiritista de San Salvador, Rafael George quiso incluir entre sus atribuciones como médium el dar “sesiones doctrinarias” para “fomento del espiritismo [a] unas veinte personas entre hombres y mujeres […] los miércoles y los sábados entre las diez de la mañana y las trece horas”. Sin embargo, a medida que se fueron acumulando testimonios de otros declarantes fue quedando claro que no había tal dinámica grupal en la sala del Guayabal o, si se daba, era de una naturaleza muy distinta.

Por ejemplo, uno de los nombres que George dio ¿delató? a la policía de los asistentes a sus pláticas doctrinales, Juan Rivera Zelaya, al ser interrogado afirmó ser en efecto “adepto de la doctrina espiritista y asistir a la sala que dirige el joven George”. Pero más adelante el señor Zelaya, tras pormenorizar los detalles de sus padecimientos y su curación gracias a las técnicas empleadas por el joven George, añadió, quizá un tanto descuidadamente, que “desde que se curó ya no ha vuelto a llegar”. Otros interrogados también dijeron que, en realidad, “no se daban conferencias de ninguna índole, sino que los espíritus por conducto del médium, señor George, recetaban medicinas a las personas que adolecían de alguna enfermedad” o que “en las sesiones no se han dado conferencias, sino que sólo consisten en oraciones elevadas en honor de los espíritus […] hechas por medio de concentración general que hacen los presentes”.

La policía pareció comprender de inmediato que toda la actividad de los espiritistas del Guayabal giraba en torno a las dotes curanderas de George y a algún tipo de devoción colectiva difícil de desenmarañar. Con respecto al curanderismo, varios de los interrogados confesaron haber entrado en contacto con el espiritismo “por padecer de varios males físicos que no se los habían podido curar los médicos de esta ciudad”, y uno añadió que “ni de San Salvador”. Dichos males físicos iban de “una enfermedad de garganta [de la señora Juana Chicas]” a “un maleficio que ignora qué persona malintencionada se lo ha puesto [del señor Catarino Zavaleta]” o sencillamente “una complicación de males físicos a los que no hallaba curación [de la señora María viuda de Urías]”.

Tales conceptualizaciones de la enfermedad pudieran ser portadoras de “una taxonomía diferente” que no distingue bien entre dolencia y enfermedad, que se desentiende de su origen biológico y trata el sufrimiento como una dimensión holística, como una experiencia global del ser “que se puede curar con las plantas” (Piazza, 2012: 22-23). En esto estuvieron de acuerdo todos los interrogados. No hubo uno que dejara de mencionar la botánica, como “base de todas las recetas” o como “única forma de curación”.

Sin embargo, la reiteración de la palabra y su uso mecánico parece sugerir o bien el empleo de los mismos términos utilizados por los interrogadores como en los casos referidos anteriormente en relación con vocablos como “subversivo” o “índole” o, más probablemente, la resonancia de palabras en boga en esos días, reiteradamente utilizadas en los famosos discursos radiados a toda la nación de su señor presidente, conservados en el Archivo General de la Nación de El Salvador. ¿No se trataría de otro recurso legitimador, otro intento de entroncar con discursos prestigiosos provenientes de las élites letradas por parte de los jornaleros del Guayabal?

Así lo sugiere la desconfianza de la policía y la insistencia con que se propuso desentrañar el contenido de tan vaga proclama para averiguar que, en efecto, el uso dado por los jornaleros del Guayabal al término “botánica” excedía los límites del sentido común atribuido a la palabra. Las respuestas a los requerimientos de los interrogadores delataron que ciertamente se trataba de “brebajes hechos de raíces y cascaras”, de “hojas de artemisa y cáscaras de pitos”, pero también “a base de ojos”. Uno de los interrogados dijo haber “sentido mejoría con la botánica”, pero que después “desobedeció a los espíritus y se bañó, y cayó víctima del mismo mal, tan grave como antes lo tenía”.

Al igual que las taxonomías esbozadas envidias, maleficios o mal de ojo, los remedios empleados por los jornaleros del Guayabal sustancias de origen vegetal y animal, baños, compensaciones de frio y calor hunden su lógica en el cosmos popular de usos interiorizados desde antiguo, de fuerte arraigo local y de acceso inmediato. Todos ellos, empero, mostrándose bajo nomenclaturas actualizadas e integradas en la economía simbólica creada por nuevos discursos de prestigio.

9. El curandero y los espíritus

La misma estrategia fue empleada en la defensa del joven George. El reconocimiento de Rafael como médium por parte de todos los interrogados, incluso de su “arrepentida” mentora María de Reyna, constituye su principal si no único anclaje a la doctrina espiritista. Ninguna otra de las imágenes capturadas por la policía sobre el funcionamiento del grupo de jornaleros del Guayabal reunidos en torno a Rafael se corresponde con la doctrina fundada en Francia por Allan Kardec en 1857 y vehemente representada en El Salvador por los racionalistas espiritas: ni la centralidad de la curación por medio de plantas, ni el protagonismo de enfermedades de todo menos científicas, ni la marcada adscripción al catolicismo, ni el incienso o las flores.

La policía no tardó tampoco en desmontar la coartada mediúmnica de Rafael: “es de extrañar que como según dijo se pone en trance por concentración de sí mismo, cuando lo lógico sería que entrara en catalepsia mediante pases hipnóticos que le hiciese otra persona”. Esta versión simplificada de la entrada en trance, el recurso a oraciones colectivas y el empleo de remedios en extremo caseros alentaron las sospechas de los investigadores. El propio testimonio del joven George no hizo sino añadir nuevas pruebas a su propia acusación: “poniéndose en trance hace que llegue el espíritu de Rafael A. Vista, que en vida fue médico y quien es el que receta medicinas a los pacientes que tiene en curación”. Precisamente, la importancia y centralidad del nombre de los espíritus invocados, aún más que las simplificadas técnicas mediúmnicas empleadas por el joven George, es indicador de un grado de autonomía mayor de los jornaleros del Guayabal con respecto a las prácticas generalmente asociadas al espiritismo “científico”. Otros declarantes del proceso de Quezaltepeque constataron las visitas de otros dos espíritus: “la que en vida fue Refugio del Siglo” y “el que en vida fue Atanacio Ferrufino”.

La búsqueda de pistas sobre alguno de estos tres nombres no ha dado aún los frutos esperados. Sin embargo, en el curso de la investigación se han encontrado hasta el momento cerca de una treintena de otros “espíritus de quienes en vida fueron” salvadoreños, mejor conocidos como Hermanos Espirituales (García, 2016a). Se trata de una suerte de santos apócrifos o patronos populares que normalmente funcionan como imágenes adoradas, veneradas, o como simples amuletos con propiedades específicas y diferentes facultades a la hora de beneficiar de una u otra manera a las personas vivas. Están, por tanto, dotados de biografías unas veces heroicas, otras chamánicas y aun algunas trágicas que, en cualquiera de los casos, sirven para reforzar las propiedades taumatúrgicas atribuidas a estos Hermanos Espirituales. A ellos se dirigen los devotos, amigos o necesitados mediante todo tipo de agasajos, regalos y hasta fiestas.

De su complejo y fascinante funcionamiento, el aspecto que más nos interesa en esta exposición es la manera en que establecen contacto con las personas vivas. Lo hacen por medio de especialistas no reglados que han adquirido el don de la comunicación gracias a cualidades inherentes, por lo general manifestadas a tierna edad y desarrolladas mediante determinadas técnicas ascéticas. En El Salvador se les llama “vasos”, aunque no falta quien los conoce como “materias” e incluso “cajitas” o “mesas”, denominaciones estas últimas mucho más extendidas en Guatemala y México.

A disposición de estos entrenados vasos hay un variado elenco de “espíritus de quienes en vida fueron”, desde bandoleros locales en los años treinta, robinhoods injustamente ajusticiados o eminentes doctores y memorables curanderos, hasta la Lady Di princesa de Gales, el Sathya Sai Baba de la India o el propio general Maximiliano Hernández Martínez. Pero los hay también que son meras imágenes de billetes de circulación corriente, de embalajes exóticos provenientes de la India, incluso fotos de Karl Marx retocadas con Photoshop con nombres inventados. Entre estos hay quienes son capaces de comunicarse con deidades semíticas, egipcias y, también, precolombinas como el khukul y el ajaw en los casos de Macario Canizález en el occidente de El Salvador y de San Simón en el oeste de Guatemala, respectivamente (García, 2015). En estos casos se aprecia una continuidad inmediata con determinadas cosmotécnicas y antropotécnicas indígenas (Sloterdijk, 2012) supervivientes en estado muy precario y en aislados bolsillos de la geografía salvadoreña.

Estas deidades se encarnan durante intervalos de tiempo por lo general breves en los vasos e intervienen poderosamente en el desenvolvimiento cotidiano de sus vidas. Así, mediante el vaso dan a conocer formas de encarar la vida, la salud y la enfermedad, la felicidad y el sufrimiento, sancionadas por un uso prolongado. Los vasos dan voz y continuidad a multitud de remedios caseros, fetiches y cuentos antiguos. El mercado, el movimiento de personas interesadas en torno a la adquisición y venta de productos relacionados con este tipo de tecnología cultural, es considerablemente próspero y pujante. Más bello aún es el enorme desarrollo estético que sale a relucir en la confección de los objetos vinculados: imágenes, estatuas, candelas, símbolos, mandalas, dibujos, etcétera. Muy específicos y fuertemente anclados en el tiempo, el uso de materiales y colores, el empleo de efectos expresionistas, la distribución espacial de los objetos, están a menudo muy diferenciados de unos lugares a otros, aunque en último término estén sometidos a las posibilidades de reconocimiento por parte de sus usuarios. Todos estos saberes, el de los vasos, los mercaderes y los artesanos, por ejemplo, revelan una larga sucesión del culto ininterrumpido a deidades locales y a sus agentes humanos, con asombrosas similitudes, además de con expresiones florecientes en toda Centroamérica, y desde el Caribe al norte de México.

Es muy probable, por tanto, que, más que al espiritismo o al marxismo decimonónico, los Rafael A. Vista, Atanacio Ferrufino y Refugio del Siglo reportados por la policía de Martínez formaran parte del abigarrado panteón de deidades vernáculas conocidas en El Salvador como Hermanos Espirituales, y que las dotes mediúmnicas reclamadas por Rafael George fueran en realidad los nuevos ropajes con que a estas alturas se presentaba el antiguo vaso, materia o cajita de la tradición mesoamericana.

El profundo aturdimiento de los investigadores de la policía puede que se debiera a la incapacidad de reconocer la transformación que estaba teniendo lugar ante sus propios ojos de antiguas devociones, prácticas curativas y ecológicas. Los “jornaleros animistas” del Guayabal bien podían estar aprovechando los resquicios abiertos por las extravagancias metafísicas de su señor presidente, el retroceso público de la Iglesia, los últimos bríos de las pujantes doctrinas modernistas o, simplemente, los progresos de la tecnología fotográfica y fotostática. La policía, por su parte, anduvo tras resquicios de disidencia en cualquiera de sus múltiples manifestaciones, y al final no encontró otra cosa que sutiles indicios de estar ante “indeseables extravagancias”, “incultos fáciles de fanatizar”, “carentes de moral” y “con cariz de timo”. La nueva configuración de la cosmovisión del jornalero salvadoreño presentada a la policía a principios de la década de los cuarenta del siglo XX no fue entendida por ninguna de las instancias del Estado que participaron en este proceso. Su falta de comprensión, empatía o interés no fue, sin embargo, óbice a la hora de ordenar el cese total y la prohibición de todas las actividades de los jornaleros reunidos en torno al joven George, fuesen las que fuesen, y amenazarlos con aplicarles la “Ley Represiva de Vagos y Maleantes”.

Conclusión

Irónicamente, la policía salvadoreña de nuestros días no procedería con tanta torpeza en el reconocimiento de Iglesias no cristianas que en la actualidad alcanzan prácticamente al cincuenta por ciento de la población salvadoreña ni de comunidades enteras organizadas en torno a célebres vasos médiums, materias, etcétera que mediante sus privilegiadas comunicaciones con multitud de Hermanos Espirituales proporcionan alivio y curación ante todo tipo de males y dificultades que aquejan a millares de salvadoreños de cualquier condición social y económica. De hecho, los policías salvadoreños de nuestros días son grandes “consumidores” de la inteligencia de estos vasos y del poder de sus santos, sobre todo los especializados en armas de fuego o los dedicados a la muerte (García, 2016b).

Las comunidades organizadas en torno a estos vasos y la devoción a las deidades a ellos asociadas ya no necesitan en nuestros días recurrir al espiritismo. Conservan alguno de sus conceptos y sus poses e incluso algunas imágenes de Allan Kardec o de Arthur Conan Doyle, por lo general, convertidos también en Hermanos Espirituales. En nuestros días, su autonomía es mayor y con el término “esoterismo” suelen contentarse para referir sus vernáculas concepciones de la salud, el bienestar y la imaginación del mundo a su alrededor. Acaso queda a las ciencias sociales la tarea de dar con un concepto más afinado de la cosmovisión del pueblo salvadoreño de hoy y del que una lectura atenta del proceso seguido contra Rafael George Huezo en septiembre de 1941, espero, sirva de esbozo certero.

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Notas

1 Archivo General de la Nación de El Salvador (en adelante AGNSV), Ministerio de Gobernación, Área Social, año 1941, caja 1. Mi agradecimiento a María Julia Flores por la localización de este expediente.

2 Mi agradecimiento a Óscar Meléndez Ramírez por la identificación y reproducción fotostática del ejemplar.

3 Añadir algo de queso (de origen hispánico) a los frijoles (de origen mesoamericano) es el mayor deleite y aspiración culinaria de buena parte del empobrecido campesinado salvadoreño. Una aspiración semejante (humilde, mestiza y forzadamente prestigiosa) parece animar también a los protagonistas de esta pequeña historia.

4 “Que se evite explotación por medio del espiritismo”, AGNSV, Ministerio de Gobernación, Área Social, año 1941, caja 1.

5 “Resumen”, AGNSV, Ministerio de Gobernación, Área Social, año 1941, caja 1.

6 “Informe sob/ explot. medio del esperitismo [sic]”, AGNSV, Ministerio de Gobernación, Área Social, año 1941, caja 1.

7 AGNSV, General Maximiliano Hernández Martínez, Serie 05, Pláticas doctrinales. Mi agradecimiento a Gerardo Monterrosa Cubías por su invaluable colaboración en la investigación de este fondo.

8 “Solicitud personería jurídica Escuela Racionalista Espirita Salvadoreña”, AGNSV. Ministerio de Gobernación, Área Social, año 1941, caja 1.

9 “Escuela Racionalista Espirita Salvadoreña al Señor Presidente de la Republica”, AGNSV, Ministerio de Gobernación, Área Social, año 1941, caja 1.

10 “Entrada No. 88 junio 241941”, AGNSV, Ministerio de Gobernación, Área Social, año 1941, caja 1.

11 “Escuela Racionalista Espirita Salvadoreña al Señor Ministro”, AGNSV, Ministerio de Gobernación, Área Social, año 1941, caja 1.

12 “Escuela Racionalista Espirita Salvadoreña al Señor Ministro”, AGNSV, Ministerio de Gobernación, Área Social, año 1941, caja 1.

Recibido: 17 de Abril de 2018; Aprobado: 03 de Octubre de 2018

Antonio García Espada. Doctor en Historia por el Instituto Universitario Europeo de Florencia, Italia. Profesor investigador titular de tiempo completo del Centro de Estudios Superiores de México y Centroamérica de la Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas, México. Temas de especialización: orígenes de la modernidad, expansión europea, literatura de viajes, religiosidad popular, estudios subalternos. Correo electrónico: antonio.garcia@unicach.mx. ORCID: https://orcid.org/0000-0003-1158-1018.

Paradoja americana Jorge Gómez Barata

Estados Unidos, donde el racismo es más crudo y cruel, uno de los primeros países en importar esclavos africanos (1619), de los últimos en abolir la esclavitud (1865) y el penúltimo en poner fin a la política de apartheid (1964), desde 1983 se dedica un día feriado nacional a homenajear a Martin Luther King, el más destacado de los líderes negros que arrancó al sistema concesiones sustantivas a escala social.

Ninguno de los siete “padres fundadores” de los Estados Unidos, prohombres de la revolución: George Washington, Thomas Jefferson, John Adams, John Jay, Benjamín Franklin, Alexander Hamilton y James Madison, ha mereció tal distinción. Tampoco lo hicieron ninguno de los

45 presidentes, ni los héroes de las numerosas guerras. No han sido siquiera nominados alguno de sus científicos, intelectuales y artistas ni deportistas destacados. ¿Por qué un negro?

A mi juicio, la exaltación de Luther King al “Salón de la fama” del cual es el único integrante, expresó una tendencia predominante en un momento en el cual la clase política y las elites sociales estadounidense intentaron resolver el más grave problema social de los Estados Unidos y, el único con potencial suficiente para provocar estallidos sociales cercanos a una guerra civil o de razas. Aunque el pragmatismo político y la buena fe de entonces no pueden considerarse fracasados, tampoco aportaron los resultados deseados.

Varias veces he confesado mi incapacidad para comprender por qué la profundidad de las raíces del racismo en los Estados Unidos, un país que es capaz de elegir a un presidente negro, descendiente en primera generación de un emigrante africano, pero no aceptar a los afroamericanos como parte de los suyos.

Tampoco comparto el punto de vista de que las clases políticas y las élites blancas, han hecho poco por beneficiar a la población negra y ponerla a salvo del racismo, prueba de ello es que cuatro ocasiones se han emitido pronunciamientos constitucionales al respecto.

El primero fue la disposición constitucional que estableció 1808 como la fecha a partir de la cual se prohibía la importación de personas, acción por la cual, con el paso del tiempo, la esclavitud se extinguiría. Las otras fueron las enmiendas 13º, 14º y 15º todas ligadas a las cuestiones de la esclavitud y los derechos de los negros a ser ciudadanos y a votar.

En 1957 para hacer cumplir la orden de la Corte Suprema relativa a la integración escolar, Eisenhower envió tropas del ejército a Arkansas y en 1962 Kennedy despachó efectivos militares y alguaciles federales para escoltar a James Meredith, primer estudiante negro matriculado en la universidad de Mississippi.

La enérgica oleada de protestas por la muerte de George Floyd, como antes ocurrió con Rodney King en California y otras, se caracterizan, además de por la violencia y la contaminación con acciones vandálicas, por su falta de articulación debida a la ausencia de liderazgo y de fundamentaciones definidas que formen una plataforma de metas que puedan ser compartidas por el pueblo americano o por una parte del mismo.

En 1968 Martin Luther King, paradigma de la no violencia, fue asesinado en Menfis, Tennessee y 15 años después, luego de intensas demandas, gestiones legislativas y acciones de masas, en 1983 el Congreso aprobó el establecimiento como festivo el Día Martin Luther King, adoptando para ello la fecha de su cumpleaños. El presidente Ronald Reagan promulgó la ley.

Tal vez, como ha sugerido el expresidente Barack Obama, una tarea común del momento es inscribirse y votar, para sumar los sufragios afroamericanos al de las fuerzas sociales que quisieran cambiar la actual orientación del país que, actualmente favorece el extremismo, el racismo y la exclusión. La oleada reaccionaria se frena mejor con votos que con rebeliones inconexas. Allá nos vemos.

La Habana, 9 de junio de 2020

Algunas valoraciones sobre el primer año de gobierno Bukele. Roberto Pineda. 31 de mayo de 2020

Introducción

Al llegar al primer año de gobierno del presidente Nayib Bukele, El Salvador atraviesa una situación de transición histórica, que iniciada en 2018-2019 se expresa en el agotamiento de las fuerzas políticas que hegemonizaron el periodo anterior –ARENA y FMLN- iniciado con los Acuerdos de Paz de enero de 1992, así como en la emergencia de una nueva fuerza política –Nuevas Ideas, que protagoniza desde la presidencia este nuevo momento. Es un momento de transición, de viraje del sistema político.  

Es una situación inédita, que abre nuevos desafíos a la izquierda política y social salvadoreña, en el marco de recuperar la primera la confianza popular perdida y la segunda, reorganizar el potencial organizativo  de los sectores populares hoy debilitado, atomizado  y en disputa por Nuevas Ideas.  Y a la vez es una situación con nuevos retos para la oligarquía y su hoy fuertemente disputada dominación de la sociedad y estado salvadoreños.

El actual momento político guarda algunas semejanzas con el existente en enero de 1980 cuando el Partido Demócrata Cristiano, PDC, dirigido por el entonces carismático Ing. José Napoleón Duarte, entra en alianza con las Fuerzas Armadas, en el contexto de una estrategia de contrainsurgencia dirigida por el gobierno estadounidense. En ese momento tanto la derecha oligárquica, en particular la ANEP así como el FMLN guerrillero se enfrentaron al bloque de poder integrado por el PDC-Fuerzas Armadas-Estados Unidos. 

Hoy existe un nuevo pacto político entre Nuevas Ideas-Fuerzas Armadas-Estados Unidos contrapuesto a la derecha oligárquica, encarnada en la ANEP y ARENA así como al partido político de izquierda FMLN. Tanto Duarte como Bukele han sido personalidades carismáticas del mundo de la política, su único antecedente histórico es el Dr. Arturo Romero, líder antimartinista  de los años cuarenta del siglo pasado.

Esta transición requiere un análisis lo más objetivo posible que permita definir la situación y las principales tareas del movimiento popular en esta nueva etapa. Un análisis que tenga dos características básicas: por un lado, que sea materialista, que asume la realidad en sus múltiples y complejas vertientes de clase y se cuide de la muy común  ilusión en la izquierda de considerar nuestros deseos como verdades, como realidades  y por otra parte, que tenga una perspectiva dialéctica, que se acerque a identificar los nuevos procesos que están surgiendo, en el cuadro de una realidad siempre en proceso de constante cambio.

Es clave saber reconocer tras los discursos los intereses y motivaciones de las clases y grupos sociales. Es en este espíritu materialista y dialéctico que realizamos estas pinceladas de este próximo 1 de junio, primer aniversario de la administración de Nayib Bukele.

1. Las fuerzas en pugna

Hemos presenciado estos doce meses un extraordinario enfrentamiento social y político que ha venido a modificar el paisaje político de la nación. La principal característica de este enfrentamiento en términos históricos radica en el desplazamiento de la pugna –primero  social 1974-1980 luego militar 1981-1992 y finalmente electoral 1994-2018/19- entre el proyecto oligárquico y el proyecto popular.

Esta pugna ha sido desplazada por una nueva contradicción esta vez entre los protagonistas anteriores, ARENA y el FMLN y un nuevo actor político emergente, el partido Nuevas Ideas, NI, del ahora presidente Nayib Bukele. En términos históricos presenciamos un retroceso a la etapa previa a la formación del FAPU en 1974, donde los actores principales del enfrentamiento eran sectores de la oligarquía en pugna con la burguesía. Este cambio de la situación plantea nuevos desafíos y tareas para la izquierda política y social.

Las derrotas políticas y electorales sufridas por la izquierda partidaria en 2018 y 2019 debilitaron y agotaron las posibilidades de la continuidad del enfrentamiento entre oligarquía y sectores populares como contradicción principal hasta una nueva situación en el futuro. Hoy es un enfrentamiento entre un sector de la oligarquía versus un sector de la burguesía y pequeña burguesía.

La oligarquía

En el periodo anterior 1992-2018/19, ANEP representaba los intereses de la oligarquía en su conjunto. Hablaba como clase dominante y lo mismo su instrumento político principal, el partido ARENA, no obstante la fractura sufrida en el 2009 con la creación de GANA. Durante este año, el presidente Bukele ya en el gobierno ha tenido la capacidad de romper esa granítica unidad.

Y lo determinante no son factores ideológicos, son claramente  intereses políticos y económicos.   Presenciamos hoy por una parte, una ARENA y ANEP al servicio del clan Simán, y sus allegados, orientado al enfrentamiento directo  contra el presidente Bukele  y por la otra un amplísimo sector oligárquico interesado en llegar a acuerdos con el ejecutivo, entre estos nada más y nada menos que los patriarcales apellidos Murray Meza, Poma, Kriete, Araujo, Salaverría, Calleja, Tesak, de Sola, Saca, entre otros, como lo evidenció la reunión entre estos y el presidente Bukele del pasado 19 de mayo. 

ARENA

Esta bifurcación política empresarial impacta fuertemente al interior del instrumento político ARENA provocando múltiples grietas y bloqueando la posibilidad de una línea única frente al gobierno. Esto explica en parte la anhelada asistencia  de los principales alcaldes de ARENA a una cita con el presidente Bukele en el marco de la pandemia del coronavirus, el pasado 20 de mayo.  Y esto de cara a un nuevo reto electoral para febrero de 2021. A esta situación debe agregarse el reconocimiento a la gestión edilicia desarrollada por Ernesto Muyshondt como alcalde capitalino.

Nuevas Ideas

Por otra parte, a nivel de clases dominantes, la emergencia de Nuevas Ideas les abre un nuevo canal de expresión política, pero bastante riesgoso por la acumulación de poder político lograda por el presidente Bukele -y su estilo autoritario- mediante alianzas con el capital transnacional, apoyo de las fuerzas armadas  y un abrumador respaldo popular. Hay que señalar que el capital transnacional controla en la actualidad los resortes principales de la economía, incluyendo la banca, seguros, energía, telecomunicaciones, pensiones, etc.

La Embajada

Un poderoso actor-aunque no determinante- de la realidad política es el embajador estadounidense. A los Estados Unidos les interesa contar con un aliado en la región que goce de popularidad, y que le colabore en darle continuidad a su estrategia regional, que incluye  aislamiento a Venezuela y Nicaragua y control en asuntos migratorios, independientemente de lo que sucede en noviembre de este año en ese país. Al presidente Bukele le interesa profundamente entenderse con la Administración Trump y dejar así en la orfandad política internacional a ARENA, a la vez que como gobierno mantiene relaciones con la Republica Popular China.  

Movimiento Popular

A nivel de movimiento popular debemos de comprender que nos encontramos en un momento de reflujo de la organización y la movilización, la iniciativa política ha pasado a sectores de las clases dominantes. Recuperar el protagonismo popular con banderas de lucha de naturaleza movilizadora es uno de los grandes desafíos y tareas.

Sumado a esto existe una  situación de debilidad y atomización y hoy incluso su contingente de avanzada, los sindicatos de empleados estatales, así como el sector de cooperativistas, son sujetos sociales en disputa entre las antiguas organizaciones gremiales vinculadas a la izquierda y las políticas de acercamiento y cooptación hacia Nuevas Ideas impulsadas desde el Ministerio de Trabajo por un exdirigente sindical.

Por otra parte, el amplio sector de trabajadores informales constituye una base social inclinada mayoritariamente hacia Nuevas Ideas.  El presidente Bukele se reunió el 28 de mayo a la vez con sectores sindicales que le expresaron su respaldo. Esta situación de desmovilización popular solo podrá ser superada en la medida que enlacemos con las necesidades más apremiantes de los sectores populares y nos involucremos en sus luchas. Y esto difícilmente se logra desde la lucha parlamentaria y el esfuerzo electoral.

FMLN

A nivel de la izquierda política, en su expresión principal como FMLN, durante este año, y desde una nueva dirección política,  se le ha dado continuidad a una visión de rechazo categórico a la administración Bukele. Parece que este es un punto de coincidencia principal entre las tres tendencias que integran este partido político de izquierda. No obstante esto, hacia futuro el FMLN enfrenta diversos retos.

El principal es el de recuperar la confianza perdida de su base social, parte importante de la cual se desplazó electoralmente hacia Nuevas Ideas. Da la impresión que se considera la lucha contra el gobierno Bukele, su desgaste político, como la estrategia que permitirá restablecer el vínculo con su antigua base social. Ojala que así sea, porque de no ser así, el FMLN y en general la izquierda, sufrirá seguramente una nueva derrota electoral en febrero de 2021.

2. Los escenarios del enfrentamiento

Existen tres grandes escenarios de conflicto, el político, el social y el económico. En el político el tema básico ha sido el de la preservación del desafiado orden político. En el social, los temas básicos han sido la salud y la lucha contra la delincuencia, al que hay que agregar hoy los estragos causados por la tormenta Amanda.  En el económico el tema clave es el del despegue de la economía. Alrededor de estas temáticas es que han girado estos doce meses los múltiples y diversos conflictos en el plano de la cotidianidad, de la siempre cambiante y hasta electrizante coyuntura.

Lo político

Es muy interesante como la derecha empresarial y política, ANEP y ARENA, pretenden  convertirse en los nuevos adalides de la democracia y defensores de las libertades públicas, de los derechos humanos del viejo orden capitalista.  Se pretende al agitar las banderas democráticas ocultar su pasado dictatorial, antidemocrático y confundir a la población.

En su estrategia política pretenden responsabilizar nacional e internacionalmente  al gobierno Bukele como violador de derechos humanos, como una dictadura emergente, como un régimen corrupto, carente  de transparencia, corrupto e incapaz. El principal argumento radica en la pretendida toma “militar” de la Asamblea legislativa del 19 de febrero.

Por su parte, el presidente Bukele recurre al respaldo popular para legitimar sus acciones autoritarias así como de rechazo contra la Asamblea Legislativa y la Corte Suprema de Justicia. Es claro que el propósito fundamental de la oposición política a Bukele es lograr el descarrilamiento de su gobierno, ahogándolo económicamente, desprestigiándolo, aislarlo nacional e internacionalmente, de cara a disminuir el seguro impacto del golpe electoral de febrero de 2021 en las elecciones municipales y legislativas.

Lo social

Es en este terreno vital para los intereses populares, donde se han desarrollado los principales combates, en particular los vinculados a la lucha contra la delincuencia (pandillas) y la emergencia provocada por el Covid-19. Como aspectos positivos es que en ambos se han realizado importantes avances, ha disminuido drásticamente el nivel de asesinatos y se ha logrado “aplanar la curva” del coronavirus.

Pero como elementos negativos y preocupantes, es de señalar que en ambos casos se ha recurrido fundamentalmente a mecanismos de naturaleza represiva, autoritaria, lo cual no contribuye a  una mayor democratización de nuestra sociedad, y reproduce los mismos patrones del modelo político que se pretende superar.

Lo económico

El proyecto populista y bonapartista de Bukele no precisa con claridad las líneas maestras de su plan económico. Es claro que beneficiara a su sector de clase no oligárquico, y al capital transnacional, pero es todavía muy confuso la manera en que lo realizara. Todavía no se define cual es el motor estratégico de su proyecto de desarrollo económico  y esto es muy preocupante.

Y esto se agrava en el marco de las graves consecuencias que provoca ya la pandemia del coronavirus en términos de aumento del desempleo y de los niveles de pobreza  y marginalización, los cuales indudablemente se multiplicaran y amenazaran cualquier proyecto de cambio político. 

A esto hay que sumar el desenlace del debate sobre las medidas para la reapertura económica en el marco de la pandemia, que podría desembocar en una salida pro oligárquica, en una apertura de los grandes centros comerciales y almacenes y el funcionamiento del transporte público, lo cual seguramente incrementará los fallecimientos a causa del coronavirus.

3. Las perspectivas

En el caso de la administración Bukele sino comete graves errores estratégicos, y mantiene sus alianzas y respaldo popular, seguramente tendrá garantizada el próximo año el control de la asamblea legislativa, desde donde impulsará cambios en beneficio de los intereses de su bloque de poder, pero por su naturaleza bonapartista estos cambios incluirán también medidas populistas, de rechazo al modelo neoliberal, las cuales agudizaran su conflicto con la oligarquía. 

El enfrentamiento de Bukele con la oligarquía pasa inevitablemente por golpear el modelo neoliberal, de no hacerlo y pronto y de manera visible su caudal político irá disminuyendo.

Y en la medida que Bukele siga chocando con la oligarquía conservará e incluso incrementará su respaldo popular. Esto forma parte del aprendizaje político  realizado por los sectores populares  que “olfatean” magistralmente por dónde va la jugada política. Al escuchar a ARENA y a  la ANEP se ubican, clarifican y definen posiciones.

Los sectores populares no son ni malagradecidos ni manipulables como piensan algunos intelectuales, incluso de izquierda. Han aprendido a pulso el difícil arte de pasar facturas electorales y políticas, humillaron a la ARENA de Avila (2009) Quijano (2014) y Calleja (2019), y al FMLN de Martínez (2019), y lo harán seguramente con Bukele si este no cumple sus promesas.

La correlación actual de fuerzas favorece al presidente Bukele y determinara el rumbo de la transición hacia un nuevo orden político y jurídico, que desde una visión neodesarrollista  fortalezca el papel del Estado en la economía.

Esta transición y transformación del régimen político puede tener dos desenlaces, el primero mediante acuerdos con la oligarquía para garantizar estabilidad y el segundo, más probable, mediante la agudización de su  enfrentamiento. Este segundo desenlace favorece en mayor medida a los sectores populares.

En el caso de la oligarquía empresarial y su instrumento político ARENA, su instrumento gremial ANEP y su instrumento de propuestas, FUSADES, no obstante que constituyen la expresión principal de oposición a Bukele, su acometida se irá debilitando en la medida que sus propuestas sean bloqueadas y que un importante sector se separe (vemos ya a la ESEN y al INCAE en esta línea) y decida negociar con el gobierno, como ya lo hemos visto, bajo la simpática mirada del poderoso padrino del norte.

En términos generales de la actual etapa de lucha, la oligarquía continúa siendo el principal obstáculo para el desarrollo del país y para el logro de un mayor bienestar de los sectores populares.  

En el caso de la izquierda social y política,  el peor escenario, el peligro principal para el  movimiento popular es ser cooptado por Nuevas Ideas y perder su identidad de organización y lucha popular, así como continuar desmovilizado, dejando a la espontaneidad el desarrollo de la lucha social, como es hoy el caso del movimiento de las banderas blancas pidiendo comida, y lo fue ayer el movimiento de cerrar calles para exigir agua.  

El movimiento popular no debe de transformarse en apéndice de las campañas de la oligarquía (ANEP) ni tampoco de la pequeña burguesía (Nuevas Ideas)  sino debe defender su independencia de clase, su esencia clasista y popular. En el caso del FMLN el peligro principal  es el de ser un mero auxiliar legislativo para la derecha oligárquica, y caer en la irrelevancia política.

En ambos casos es urgente una reorientación profunda desde una visión parlamentarista y desmovilizadora hacia una perspectiva  orientada a la lucha popular  desde abajo, desde las comunidades, desde los centros de trabajo y pensamiento, a la construcción de poder popular, a la acumulación de fuerzas, combinando los intereses inmediatos del movimiento popular (programa mínimo: empleo, salud, seguridad, transporte, AFP, incluso la consigna de una Asamblea Constituyente) con los objetivos finales de las batallas futuras por el socialismo (programa máximo).

Roberto Pineda, San Salvador 31 de mayo de 2020

Los paradigmas del coronavirus en El Salvador. Roberto Pineda. 18 de abril de 2020

La actual crisis sanitaria universal  provocada por la pandemia del Coronavirus viene a sumarse y catalizar un conjunto de procesos que venían desarrollándose en los diversos territorios de la vida nacional.

En este marco, en un esfuerzo por comprender el horizonte país de largo plazo se plantean cinco escenarios internos y uno externo, en donde se enfrentan, bifurcan y coinciden el final e inicio de ciclos históricos, de sus tendencias fundamentales así como de las transiciones en proceso, de los principales paradigmas dominantes y emergentes.

Los escenarios a analizar son los procesos de cambio en lo político, lo económico, lo social, lo ideológico y el a veces determinante territorio geopolítico de lo internacional.

El escenario político: el fin del sistema bipartidario

Durante el siglo XX el sistema político experimentó tres ciclos con sus respectivas fracturas. El primer ciclo, el de la dictadura civil oligárquica,  inicia en Santa Ana en 1894 y concluye en diciembre de 1931; el segundo ciclo comienza en Sonsonate en enero de 1932 y concluye en enero de 1992, y el tercer ciclo, inicia en Chapultepec con los Acuerdos de  Paz y sigue aún vigente, aunque en su fase final, ya en pleno siglo XXI.

El actual sistema bipartidario en crisis, inicia en 1992 con los Acuerdos de Paz, aunque con un importante antecedente en 1983 con la nueva Constitución contrainsurgente que estableció a los partidos políticos como los únicos autorizados para administrar el Estado, con las Fuerzas Armadas como reserva estratégica del sistema capitalista.

Este ciclo histórico está por concluir y la pandemia viene a agilizar este proceso.  Esta es la tendencia fundamental en el plano político, no obstante el actual equilibrio relativo de fuerzas existente entre el paradigma emergente de Nuevas Ideas y la Oposición (los anteriores partidos de gobierno ARENA, FMLN, PCN, PDC) a su proyecto.  

En 1992 concluyeron 60 años del ciclo anterior de dictadura militar que se remonta a 1932 e inicia un nuevo ciclo de democracia tutelada,  a partir de un sistema de intercambio en el Estado de dos partidos con sus respectivas alianzas, básicamente 20 años de ARENA con PCN y diez años de FMLN con GANA, y es precisamente este ciclo el que está en crisis, y concluyendo a partir de los procesos electorales de 2018, 2019 y seguramente 2021.

El nuevo ciclo que está por comenzar debe resolver esta crisis de legitimidad a partir de un nuevo bloque de poder, que desplace tanto al sector empresarial representado en ARENA/ANEP/FUSADES como al sector empresarial- partidario que fue nucleado, en este último periodo, alrededor de FMLN/Albapetróleo.

Las márgenes de maniobra de estas dos fuerzas desplazadas, ARENA y FMLN,  van a depender de su capacidad para reinventarse y recuperar algún nivel de caudal político que se traduzca en caudal electoral. En el caso de Nuevas Ideas  y su líder, el presidente Nayib Bukele, en su carácter de paradigma emergente, en el momento que controle ejecutivo y legislativo, iniciara probablemente su propio proceso de desarrollo y extinción.

Es muy ilustrativa en este caso con Nuevas Ideas, la experiencia del Partido Demócrata Cristiano, PDC y su líder José Napoleón Duarte,  apoyado por el gobierno estadounidense, en una situación de contra insurgencia, en la década de los años 80, en el que enfrentó tanto al poder oligárquico representado en ARENA como a las fuerzas de izquierda, representadas en el FMLN. Y en el que llegó a controlar tanto el ejecutivo como el legislativo (la aplanadora verde).

Por cierto, otra peculiaridad del proceso salvadoreño, es que ningún partido político que ha sido desalojado del gobierno –por la fuerza o por elecciones-ha logrado recuperarlo, como lo comprueban los casos del PRUD (octubre de 1960), PCN (octubre de 1979), PDC (junio de 1989) ARENA (junio de 2009) y FMLN (junio de 2019).

Es de señalar que todos los ciclos anteriores y el que está por comenzar se caracterizan más por el autoritarismo que por la hegemonía, como rasgo característico y asumido de la práctica del poder.  

El escenario económico: la crisis del modelo neoliberal

A partir de la llegada del primer gobierno de ARENA en junio de 1989 inicia un nuevo ciclo económico, caracterizado por un intenso y profundo proceso para revertir el anterior modelo de nacionalizaciones iniciado en marzo de 1980, que comprendió la realización de una reforma agraria y nacionalización de  la banca y del comercio exterior.

En este modelo de naturaleza neoliberal, impulsado por ARENA en los años noventa,  el paradigma dominante es el mercado, y desde esta nueva lógica se inicia un proceso de privatizaciones que además de revertir los procesos de los años ochenta, privatiza los principales activos del estado (telecomunicaciones, energía eléctrica, pensiones) y genera una apertura  al capital transnacional, el cual desde mediados de la primera década del siglo 21, desplaza a la oligarquía financiera, incluso apoderándose de los principales y emblemáticos bancos, hoy en propiedad de capitales colombianos y hondureños.  

Este modelo neoliberal siguió vigente y logró incluso reproducirse en el marco de los dos gobiernos de izquierda (2009-2019), pero esta crisis provocada por el coronavirus abrirá seguramente la posibilidad de su reforma, como medida para asegurar la sobrevivencia y una nueva fase de desarrollo del capitalismo, esta vez dependiente directamente de las corporaciones transnacionales. Probablemente el gobierno de Bukele realizara esta tarea de un nuevo ciclo de desarrollo económico de naturaleza neodesarrollista.   

El escenario social: trabajo informal masivo, delincuencia y una nación en dos territorios

La llegada al gobierno de ARENA  y su proyecto neoliberal en 1989 rompió con el ciclo de gobiernos partidarios de un estado fuerte ( gobiernos del Pro-patria, PRUD, PCN, PDC; 1932-1989) y vino a debilitar fuertemente la infraestructura de defensa social, de tal manera que ya el último gobierno de ARENA, el de Antonio Saca (2004-2009) tuvo que iniciar con programas sociales que sirvieran para desactivar la explosiva crisis social que se estaba incubando.

Los dos gobiernos del FMLN (2009-2019) detuvieron esta tendencia con el aumento de los programas sociales, pero no lograron revertirla con un nuevo modelo, por diversas causas (correlación política, acomodamiento, amenazas, etc.)  El actual gobierno bonapartista y autoritario de Nayib Bukele parece seguir por esta misma vía, la de detener pero no clausurar.  

La situación social tiene diversos componentes críticos, entre estos: el deterioro de los servicios sociales (educación, salud, pensiones., etc.); el desempleo disfrazado como trabajo informal, el crecimiento desproporcionado de la delincuencia (pandillas que controlan territorios) y una tercera parte de la población viviendo y trabajando en Estados Unidos.

El flujo migratorio hacia los Estados Unidos, -provocado en los años 80 por el conflicto militar- modificó radicalmente la estructura demográfica y colocó una gran cantidad de nuestra población en Estados Unidos.  Relacionado a esto, el país transitó de ser un país rural a ser un país urbano. Hoy una tercera parte de nuestra población vive en Estados Unidos y esta diáspora influye ya y su influencia seguirá creciendo en lo económico y lo político.

A esto debe sumarse que los gobiernos de ARENA gradualmente fueron eliminando programas sociales como el IRA, IVU,  algunos iniciados desde el  gobierno del coronel Osorio en los años cincuenta, otros a partir del gobierno contrainsurgente de José Napoleón Duarte, que por cierto fue el único gobierno del siglo XX que realizó cambios estructurales como una reforma agraria (marzo de 1980), que condujeron a la desaparición de la oligarquía agro/exportadora.

En este contexto, la crisis provocada por el coronavirus pone en evidencia el fuerte golpe recibido por la infraestructura hospitalaria y de salud como resultado de la aplicación a partir de 1989 del modelo neoliberal, con las privatizaciones de los principales activos del estado (telecomunicaciones, energía, pensiones, etc.), apertura al capital transnacional y debilitamiento de todo el sistema de protección social (educación, salud, agua, pensiones). 

En el caso del servicio público de salud fueron las luchas contra su privatización en los años 2002 -2003 los que evitaron que esta se consumara, lo cual habría sido catastrófico en el marco de la actual pandemia de coronavirus.

El escenario ideológico: la derecha recuperó su hegemonía  

Los años 70 presenciaron un renacimiento cultural insospechado de una cultura subversiva y contestataria, heredera de la Generación Comprometida de los años 60, y del surgimiento masivo de bandas de rock. El Bachillerato en Artes y la UES jugaron un papel destacado en la irrupción de juglares populares como William Armijo, grupos de teatro  como el Sol del Río 32, titiriteros, grupos musicales, pintores, escultores, muralistas, incluso organizaciones como el Movimiento de Cultura Popular, etc.

Este renacimiento cultural inédito estuvo vinculado estrechamente al surgimiento de un poderoso movimiento popular de izquierda que desafiaba y enfrentaba diariamente con su presencia artística en las calles  a  la dictadura  militar.  Fue la antesala cultural de los años 80.

El año 1980 no solo marca el nivel más alto de movilización popular y de posibilidad real de una insurrección triunfante, conducida por la izquierda unificada y sus poderosas organizaciones de masas, simbolizada por la Coordinadora Revolucionaria de Masas, CRM, sino también el inicio del desmantelamiento de los pilares de la hegemonía alcanzada por las ideas de izquierda en los sectores populares, mediante diversos mecanismos, entre estos la represión pero a la vez la construcción de sus propios referentes institucionales de derecha, entre universidades, iglesias y centros de investigación.   

En el caso de la iglesia, el asesinato de Monseñor Romero en marzo de 1980 debilitó fuertemente el proceso iniciado a partir de la década de 1960 de la teología de la liberación y logró que la derecha religiosa recuperara espacios perdidos en la Iglesia Católica así como la expansión masiva de iglesias neopentecostales, tributarias de la teología de la prosperidad.   

En el caso de los maestros estos inician sus procesos de concientización a partir de los años sesenta, construyen su organización ANDES 21 de Junio, libran dos huelgas victoriosas y pagan un alto precio en vidas por su compromiso popular, así como el cierre de la Casa del Maestro en 1980  marca otro golpe a la movilización popular. En el caso de los médicos,  una elite social, a principios de los 80s construyeron sus primeras organizaciones gremiales vinculadas a la insurgencia armada.

Lo mismo ocurre en el caso de la UES, que se cierra en junio de 1980 y se logra desmovilizar al sector estudiantil y bloquear un espacio estratégico para la lucha social así como para el arte y la cultura subversiva. Como resultado de este prolongado cierre, se crea una serie de universidades privadas. Y también los medios de comunicación alternativos como El Independiente y La Crónica del Pueblo, la emisora del Arzobispado, fueron dinamitados y silenciados.

En definitiva, los principales intelectuales de los sectores populares, entre maestros de secundaria y universitarios, sacerdotes, monjas y celebradores de la palabra, periodistas, intelectuales y artistas fueron neutralizados por el aparato represivo de la estrategia contrainsurgente. Los que quedaron vivos se integraron a los campamentos guerrilleros o se fueron al exilio.  Fueron muy pocos los que resistieron los años 81, 82,83 en San Salvador.

El cierre de los espacios de participación política y de movilización popular a partir de enero de 1981, y quizás desde agosto de 1981, permitió que los sectores conservadores lograran recuperar territorios ideológicos que habían sido ocupados por fuerzas progresistas, entre estos la educación media y superior, el arte y la cultura, los medios de comunicación y las iglesias católica e incluso protestante.

El escenario internacional: el fin de la hegemonía estadounidense

La crisis financiera de 2008 marca el fracaso de la doctrina neoliberal ya que fueron los Estados los que se encargaron de garantizar cubrir las deudas adquiridas por los principales bancos. Hoy la doctrina liberal y su retoño neoliberal han fracasado estrepitosamente y son los responsables de la actual crisis de todos los países capitalistas desarrollados para enfrentar la crisis provocada por el coronavirus, la que transcurre en un contexto de enfrentamiento global.

La disputa global abarca dos grandes escenarios, el de las grandes potencias y el de las grandes corporaciones. En el primer escenario se enfrentan  los Estados Unidos como el hegemon dominante y China como el hegemon emergente. Antes del coronavirus el enfrentamiento se realizaba en el plano comercial. Y a la vez, dentro de las principales potencias occidentales existe en enfrentamiento entre las corrientes globalistas y proteccionistas. Trump es proteccionista, además de racista y antiinmigrante. Obama y Biden son globalistas.

En el segundo escenario  se enfrentan las empresas occidentales contra las chinas, en todos los terrenos, pero la batalla estratégica transcurre en el campo de la tecnología de punta, esta pugna esta simbolizada por las compañías china Hawei y la estadounidense Apple.

El desenlace que tenga la batalla mundial contra el coronavirus probablemente va generar un nuevo orden mundial, conducido por aquella potencia que tenga la capacidad de superar esta crisis, con los menores costos y de proyectar un nuevo modelo de futuro. Este modelo de futuro podrá ser un modelo mucho más desigual e injusto que el actual o un modelo de mayor participación y democracia en la medida que las fuerzas progresistas incidan en esta batalla. Y entre estas fuerzas progresistas se encuentra el movimiento popular salvadoreño. San Salvador, 18 de abril de 2020

COVID-19 o el ocaso de un proyecto de sociedad que fracasó. 6 de abril 2020. Augusto Márquez.

En los últimos dos siglos hemos sido sometidos al proyecto de ingeniería social más ambicioso y rupturista de toda nuestra historia: la invención de la economía de mercado como el principio central de organización de la sociedad humana.

Como dice el refrán, la historia la han escrito los vencedores, y en consecuencia, la forma en que ha sido narrada transcurre en función de justificar no únicamente sus intereses, sino también el propósito de forjar una idea de continuidad “natural” que abarque cientos de años de procesos históricos y sociales.

A raíz de esto, la economía de mercado que organizará el naciente capitalismo comercial e industrial de los siglos XVII y XVIII en Europa occidental será presentada como un paso “lógico” de la sociedad hacia un “ideal” de progreso material y bienestar ya inscrito en la conciencia humana previamente.

Este “ideal”, a la vista de los ideólogos del liberalismo político de la época en Francia, Inglaterra y Estados Unidos, sería tan material como un órgano o la misma piel. Es decir, sería constitutivo de lo humano; viene con nosotros desde que nacemos, dicen.

La operación intelectual otorgó el soporte ideológico a las revoluciones burguesas del siglo XVIII y XIX que construyeron un modelo político idóneo para organizar la creciente revolución industrial de la manufactura, el transporte y la energía. Pero fue más allá. El capitalismo en ascenso encontraba un proyecto político que expresara sus lógicas, abriéndose paso para organizar a la sociedad en función de sus normas y principios.

La tesis liberal omitió que la economía de mercado (y el capitalismo en general) fuese una invención, es decir, una construcción artificial. La dotó de esencia y “naturaleza humana”. Y lo haría estableciendo comparaciones con los sistemas económicos anteriores: en todas las sociedades previas a la capitalista existía el comercio, el dinero y el beneficio de unos pocos sobre el trabajo de la mayoría. Visto así, el mercado capitalista era una etapa de desarrollo más de la humanidad.

Y, ciertamente, el sistema capitalista no inventó la moneda, el comercio, la subyugación del trabajo o la concentración de las tierras en manos de una élite. Estos elementos ya estaban presentes antes de su irrupción definitiva. Sin embargo, los ideólogos del liberalismo evadieron un factor de ruptura que no estaba presente en sistemas anteriores: ninguno de ellos había transformado la tierra, el trabajo o el dinero en mercancías como lo hizo la economía de mercado en el capitalismo.

La forma más fácil de desenmascarar esta mentira de la tesis liberal radica en la imposibilidad de encontrar al denominado Homo Economicus, adicto al lucro y al beneficio material individual como máxima de vida en los imperios babilónico o romano o en la Antigua Grecia. Tampoco se tienen testimonios de que las sociedades antiguas o premodernas hayan colapsado por una caída en las bolsas de valores.

Como reflexionaba en su momento el filósofo autríaco Karl Polanyi, hasta la llegada de la economía de mercado moderna, la producción y consumo de bienes estaba mediado por instituciones sociales, políticas, religiosas y/o comunitarias. Es decir, la economía no estaba separada de la sociedad, al contrario, estaba dentro de sus instituciones.

Ni el dinero, ni la tierra ni el trabajo eran considerados como mercancías, ni tampoco el mundo social y cultural giraba en torno al principio de generar ganancias y beneficios individuales como resultado final del trabajo productivo.

Pero con la invención del mercado, la economía y la sociedad se comenzaron a tratar como esferas separadas y desconectadas entre sí. Ahora el mercado tendría “sus propias leyes” que organizarían a la sociedad en términos de oferta y demanda, producción, consumo, competencia y ganancia privadas. El mismo se “autorregularía” y sería tan perfecto en su diseño que sabría establecer una redistribución justa para todos sus participantes.

Despojado de instituciones y límites sociales, el mercado transformaría el trabajo, la tierra, la naturaleza y el dinero en mercancías que solo producirían beneficios, siendo cualquier intervención del Estado o de la sociedad un obstáculo para su desarrollo.

En resumen, las leyes del mercado tomaban el mando de la sociedad.

unque los ideólogos liberales fueron muy hábiles en presentar esta transformación social desde una perspectiva triunfalista, en realidad se trataba de un hecho catastrófico con implicaciones a gran escala. Por primera vez en toda su historia, la humanidad se organizaba en función de perseguir la ganancia privada y el beneficio material como regla única regla de vida.

Esta transformación ha supuesto un cúmulo explosivo de desarraigo y tensiones estructurales que han provocado grandes cataclismos políticos. La creencia de que el mercado es intocable y que todo lo resolvería, llevó a la sociedad a intervenir y a ponerle límites en varias épocas: por un lado surgió la revolución rusa y los primeros movimientos de liberación nacional en las periferias del sistema-mundo, y por otro, el fascismo y el New Deal de Roosevelt como respuestas a la crisis económica del capitalismo desregulado.

Estas convulsiones sociales y políticas de amplio espectro habían demostrado que el mandato de convertirlo todo en mercancía dejaría a la sociedad desnuda, desarraigada y sin ningún horizonte.

Ambos hechos, al decir del historiador británico Eric Hobsbawm, nos dejó un siglo XX donde las matanzas, las masacres, la hambruna, las pandemias y la guerra se convirtieron en el paisaje común de toda la humanidad.

El siglo XXI es todavía muy joven y conflictivo como para afirmar que se ha desembarazado de las tensiones que nos ha dejado el siglo anterior.

La idea de un mercado autorregulado y sin intervención no solo era utópica, sino altamente desgarradora en su propio planeamiento filosófico. Tratar el trabajo humano como mercancía implicaba su dependencia a las fluctuaciones de la oferta y la demanda de las que ningún factor humano tenía control efectivo.

En términos concretos, si las leyes del mercado indicaban que determinada fábrica o sistema de producción no era rentable, sea por una crisis económica o por la invención de sistemas de producción más eficientes, el trabajador era echado a la calle y se justificaba su infierno de hambre y penurias. Al fin y al cabo, ese trabajador es una mercancía más dentro de un mercado laboral, por ende, su suerte dependía de un incontrolable mercado que se dirige bajo el único principio de producir ganancias, sin escatimar en los costos sociales y económicos que genera.

Karl Polanyi afirmaba que el mercado era un “molino satánico” y que el miedo al hambre del obrero, como el deseo de lucro del patrón, mantuvieron este mecanismo durante su periodo de cristalización: la Europa occidental del siglo XIX.

Ese mismo “molino satánico” es aplicable a la naturaleza y a la tierra, que convertidas en mercancías pasaban a ser explotadas rebasando sus límites orgánicos hasta llevarnos a nuestra extrema crisis ecológica actual. A nivel humano, ese mismo molino fue derribando todos los lazos sociales y esquemas de solidaridad a medida que los absorbía la lógica del dinero y del consumismo. Todo ha pasado a ser un producto de consumo al que se puede acceder en un mercado.

La pandemia de la Covid-19 ha evidenciado el resultado catastrófico de aplicar la tesis liberal en todo el planeta. Por ejemplo, siendo la salud una mercancía que persigue su realización en el mercado, su objetivo no es salvar vidas sino perseguir mayores esquemas de rentabilidad. Las leyes del mercado indican que lo “lógico” es privatizar aún más la salud para que solo se salven quienes tengan el dinero para pagar.

Mayoritariamente, los países afectados por la pandemia han cerrado filas por una salud pública frente a la locura mercantilizadora, entendiendo que dejarla a la suerte del “molino satánico” nos depararía una mortandad incalculable.

Lo adelantado por la Covid-19 tiene la forma de una crisis particular del sistema capitalista. Por primera vez en la historia de este sistema se paraliza la producción, cunde la recesión y se revientan las finanzas globales sin que una guerra a gran escala intervenga.

Mientras tanto, un tercio de la población mundial ve desde sus casas cómo los mercados (desde el laboral hasta el financiero y el de materias primas) se estresan en una ola de anarquía a la baja y de rendimientos escasos, pero sin tener ninguna participación o capacidad de incidir en un rumbo de locura y desesperación que nos están llevando al abismo.

En estado de pánico, la economía de mercado indica que para salvar su propio proyecto son necesarios los despidos masivos, la reducción de plantillas y la transición de los flujos de inversión a otras áreas que reporten más ganancias, mientras millones de personas buscan el refugio de los gobiernos para no verse desechados como mano de obra redundante e innecesaria luego de que pase la crisis.

Polanyi también decía que la pobreza era tan solo la expresión económica de un asunto mucho más trágico. Y si algo seguramente nos dejará la Covid-19 es un nuevo ciclo de desempleo y recesión: las dos enfermedades congénitas del capitalismo.

Pero el problema va más allá. En tan solo un poco más de dos siglos, la tesis liberal y su proyecto de sociedad han desgarrado y desintegrado a la sociedad, barriendo sus lazos culturales y sociales y demoliendo sus estructuras colectivas, a tal extremo que hoy es imposible imaginarnos la vida sin Internet, televisión, teléfono inteligente y otros productos tecnológicos que no tienen más de 30 años de haberse creado.

Esta desintegración ha concluido en una amnesia total y en una disolución de todo lugar de retorno donde los valores del consumo y la ganancia no sean los valores centrales. Y es que simplemente no sabríamos cómo comportarnos en una sociedad que no esté hecha para eso y que no reproduzca el individualismo.

El estado de hibernación en el que se encuentra buena parte de la humanidad reproduce la imagen distópica adaptada a nuestro tiempo: el contacto social más elemental se ha transformado en peligroso producto de décadas de corrosiva y enloquecida globalización de productos, comercio, finanzas y prácticas de consumo, y algo llamado “mercado” hace sus cuentas, sin preguntarnos, para “resolver la situación” y “volver a una normalidad” que no sabemos bien qué nos deparará.

Una centena de multimillonarios juegan al casino con nuestra desgracia, otra vez, decidiendo en función de sus esquemas de rentabilidad quiénes quedarán en el mercado laboral y quiénes quedarán por fuera, ya que, “por mala suerte”, así lo ha decidido el mercado en medio de la pandemia.

Los principios de este proyecto vuelven a demostrar su impulso desintegrador de la sociedad humana y su enorme capacidad para convencernos de que no podemos hacer nada para cambiarlo.

La resistencia planetaria al capitalismo globalizado. Roberto Pineda. 28 de febrero de 2020

La complejidad del mundo se manifiesta en múltiples  procesos y situaciones,  de los cuales lo más significativo desde una óptica de transformación social, es el esfuerzo sostenido a lo largo del planeta por los sectores populares, que se alzan en rebeldía contra la globalización neoliberal interesada en  profundizar las desigualdades sociales mediante proyectos guerreristas y discriminatorios.

Es este el aspecto principal de la situación mundial y desde este  panorama abordamos diversos aspectos del horizonte internacional, nacional y de la izquierda salvadoreña.  

I.La globalización neoliberal en crisis

El enfrentamiento planetario se realiza entre diversas potencias y al interior de cada una de estas, así como entre diversas visiones sobre las características de la sociedad del futuro. En esta lid aparecen nuevos protagonistas como los movimientos feministas y su profunda fuerza transformadora, los movimientos por un internet democrático y por ciudades abiertas y verdes, junto con los movimientos de trabajadores, campesinos, indígenas, ambientalistas y otros. El desafío planteado es la construcción de alianzas y la búsqueda de consenso sobre estrategias de lucha.

Estos profundos cambios que experimenta el mundo nos impactan fuertemente. A continuación intentamos bosquejar algunos de estos cambios y sus repercusiones locales. Identificamos cinco tendencias mundiales y sus respectivos efectos en El Salvador, entre estas tendencias se encuentran las siguientes: el multilateralismo amenazado por  la Administración Bush y el conflicto China-USA; la revolución tecnológica; la migración; la crisis medio ambiental y las luchas antiglobalización.

1.El multilateralismo amenazado por la Administración Trump  y el conflicto China-USA

El multilateralismo amenazado  por la Administración Trump

Con la llegada en 2017 de Ronald Trump a la presidencia de Estado Unidos observamos el apoyo a las soluciones de fuerza y un creciente rechazo a todo tipo de acuerdos internacionales. Hemos presenciado un proceso acelerado de intentos por hacer retroceder legislación progresista, la promoción de políticas racistas,  así como la renuncia por parte del gobierno estadounidense de compromisos internacionales que habían sido el resultado de largos procesos de lucha y negociación.

Entre los compromisos abandonados se encuentran los del Pacto Mundial para la Migración Segura y el del Acuerdo de Paris sobre el Cambio Climático.  Ambas reflejan duros golpes para un planeta más seguro y justo.

Otro aspecto y quizás más peligroso de esta actitud es la decisión de impulsar y acrecentar el enfrentamiento con la República Popular China, limitado actualmente al área comercial pero que puede fácilmente trasladarse al campo militar. Y que se agudiza con la crisis provocada por el coronavirus.

El coronavirus podría sea la señal inequívoca del aparecimiento de una nueva crisis económica similar o peor a la de 2008, que va venir a ralentizar los procesos productivos y a provocar despidos masivos y cierres de empresas a nivel internacional.

El Conflicto China-USA

A mediados de los años setenta del siglo pasado se desarrollaron simultáneamente dos procesos históricos que impactan fuertemente la realidad internacional actual. Por una parte en las economías occidentales inicia un proceso de rearticulación productiva orientado por una visión de realizar privatizaciones de empresas públicas así como de trasladar las industrias hacia los países del tercer mundo, en búsqueda de reducir costos vía mano de obra barata; simultáneamente en la conducción política de la República Popular China logra imponerse una visión interesada en la promoción de la inversión extranjera y la ampliación capitalista del mercado interno.

En 1976, Deng Xiao Ping se hace de la conducción del Partido Comunista Chino y promueve la “apertura al mundo” del gigante asiático. Con esto la clase obrera china sufre un retroceso en sus derechos laborales, pero a la vez, posibilita la transferencia de tecnología y conocimiento de occidente hacia China.

Cincuenta años después China se ha convertido en la fábrica del mundo y le disputa a los Estados Unidos la supremacía alcanzada luego del derrumbe del campo socialista en 1989. Esta disputa se expresa en todos los terrenos, y en particular en los territorios del comercio (la Ruta de la Seda) y de la tecnología (la disputa con Huawei representa el conflicto por la disputa de los avances tecnológicos, principalmente de la tecnología 5G, con un gigante tecnológico no alineado a Estados Unidos).

Pero también en las relaciones internacionales, China se posiciona como una potencia que le disputa a Estados Unidos áreas de influencia política y comercial, incluso dentro del llamado “patio trasero”. En nuestro caso, la aunque tardía apertura de relaciones diplomáticas a finales del gobierno de Salvador Sanchez Cerén constituye un gesto de soberanía e independencia. 

2. El surgimiento de la economía  de plataforma, del capitalismo digital y su naturaleza antilaboral

Las corporaciones transnacionales que dominan el planeta experimentan un proceso de conversión acelerada hacia una economía de plataforma, o sea hacia la digitalización de sus procesos productivos y de circulación  con base a una nueva materia prima: los datos. Facebook y Google son pioneros en esta nueva fase del capitalismo.

Expresiones simbólicas de este proceso de capitalismo digital lo constituyen las empresas Uber y Airbnb, las cuales, obtienen ganancias mediante la explotación  “voluntaria” de miles de trabajadores y trabajadoras alrededor del mundo que en el caso de Uber ponen a disposición no solo su fuerza de trabajo sino incluso sus autos, sin ningún tipo de seguridad social y en un marco de fragilidad laboral.

Presenciamos como el mundo se transforma aceleradamente mediante las tecnologías de la información y la comunicación. Y como el capitalismo a nivel sistémico logra insertarse en este proceso, el cual da lugar a una nueva división del mundo, entre países productores de tecnología y países consumidores de tecnología, y que en estos mismos profundiza las brechas sociales y tecnológicas.  Además, el brillo de los teléfonos inteligentes oculta la explotación y condición inhumana a la que son sometidos los trabajadores que los ensamblan y que trabajan en la extracción de los metales.

Observamos como a  la par de las potencias mundiales, grandes compañías vinculadas a la revolución tecnológica pasan a convertirse en los nuevos dueños del planeta,  exportadores de tecnología, nos referimos a las empresas de punta en capitalización bursátil, en particular las 5 grandes empresas estadounidenses, Apple, Amazon, Alphabet (Google), Microsoft y Facebook. Pero por otra parte, el internet se convierte en un poderoso instrumento de movilización ciudadana, de protesta popular a nivel global. 

En nuestro país, el peso de la tecnología es creciente y como izquierda y movimiento popular debemos de penetrar en este territorio, que es un lugar de disputa. La fuerza política que controle este instrumento tendrá muchas ventajas sobre las demás fuerzas, en el marco del cambio político, social y económico provocado por la última revolución científica y tecnológica.

3.Las migraciones mundiales y el desafío a los centros capitalistas de poder

El modelo neoliberal al debilitar y destruir las economías de los países del Sur, afectarlos con sus guerras por recursos naturales, así como desarticular los mecanismos de protección social, ha provocado altos niveles de desempleo y marginación social, los cuales amenazan de manera creciente al mismo sistema capitalista.

Por lo anterior, Europa y los Estados Unidos enfrentan la creciente migración de los pueblos árabes, africanos, asiáticos, latinoamericanos y caribeños. Los pueblos en resistencia marchan hacia las metrópolis imperialistas en busca del empleo y las oportunidades que les son negadas en sus propios países de origen.

En nuestro caso, la migración a lo largo de la historia ha constituido una válvula de escape del sistema ante la presión social. En el pasado era hacia Honduras y a partir del conflicto armado de los años ochenta es hacia Estados Unidos, donde reside una tercera parte de nuestra población. Cada caravana de migrantes que abandona el país es expresión de la incapacidad de este sistema para darles el derecho a una vida digna.  Y como movimiento popular  y como izquierda debemos acompañarlos en este esfuerzo.

4.La crisis medio ambiental o un planeta con su civilización en peligro

El sistema capitalista en su búsqueda de ganancias está empujando al planeta al abismo.  La sociedad de consumo está llevando al mundo a una situación de no retorno. Cada día que pasa es evidente que de no parar este torbellino de productividad irracional, el planeta no será habitable para las próximas generaciones.

Esta crisis medio ambiental provocada por el capitalismo se refleja en el cambio climático, que provoca el aumento de la temperatura global; la extinción de la biodiversidad, la destrucción de la capa de ozono, el aumento del nivel del mar, la multiplicación de la energía de los huracanes, el aumento de lluvias extremas, inundaciones y sequias, etc.

En El Salvador, la crisis ambiental se manifiesta en el alto grado de deforestación de bosques, producto de la tala indiscriminada de árboles e incendios forestales; crecimiento demográfico urbano desordenado, producción creciente de desechos sólidos y de aguas fecales, e incremento del parque vehicular, entre otros. Frente a esto, la reforestación de las cuencas hidrográficas se vuelve una tarea estratégica.

5.Las luchas antiglobalización o la resistencia frente al modelo capitalista

La imposición del modelo neoliberal en el planeta generó el surgimiento de un poderoso y ramificado movimiento antiglobalización. La eclosión de este movimiento tuvo lugar en la ciudad estadounidense de Seattle a finales de 1999. En esa ciudad, sindicalistas, organizaciones de ambientalistas, mujeres y jóvenes, lograron descarrilar la reunión cumbre de la Organización Mundial del Comercio, OMC.

A partir de ese momento en diversos lugares del mundo se desarrollan alianzas y movilizaciones de la sociedad civil contra la globalización neoliberal, y en 2001 en este mismo espíritu se desarrolla en la ciudad brasileña de Porto Alegre el Foro Social Mundial.

En El Salvador, para esa época nace el Foro de la Sociedad Civil, FSC,  y diversas organizaciones se integran a SAPRIN, con lo que se establece un vínculo con las protestas a nivel mundial. En el 2004 fuimos sede del V Foro Mesoamericano de los Pueblos, en el que cerca de 700 organizaciones sociales de México, Guatemala, Honduras, Nicaragua y Costa Rica se reunieron para acordar acciones de resistencia al Plan Puebla Panamá (PPP), al Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) y al Tratado de Libre Comercio de Centroamérica-Estados Unidos.

II. Los cambios en el horizonte de la sociedad salvadoreña

La sociedad salvadoreña experimenta profundas trasformaciones, que modifican aceleradamente su fisonomía a diversos niveles. Entre estas trasformaciones se encuentran las de su sistema político, y su entorno social, económico, cultural y ambiental. Veámoslo.

Nuevos actores políticos y nuevos desafíos

Los Acuerdos de Paz de enero de 1992 establecieron un sistema bipartidista de recambio político a nivel municipal, legislativo y del ejecutivo, basado en la participación de dos fuerzas principales, una de derecha y otra de izquierda, Alianza Republicana Nacionalista, ARENA y el partido Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional, FMLN.

Alrededor de este sistema se ventilaron y resolvieron la construcción de la nueva institucionalidad de la posguerra; el modelo neoliberal de la economía, un sistema fiscal regresivo, la relación estratégica con Washington y la apertura al capital transnacional.

El 3 de febrero de 2019 este acuerdo político fue desafiado y rebasado por una imponente victoria electoral de una nueva fuerza política, Nuevas Ideas, que desde un claro bonapartismo, pasa a construir un nuevo bloque de poder, con rasgos autoritarios y populistas.

Es evidente la existencia casi posmoderna de una crisis de representatividad de los partidos políticos, la gente no se siente representada en estos, ni en sus grandes relatos ideológicos, sino en una persona. Y lo más preocupante, los sectores populares no se asumen como sujetos de cambio, con protagonismo histórico, sino que delegan en un supuesto mesías la conducción del proceso.

Esta situación inédita le plantea un complejo y difícil desafío a las fuerzas de izquierda, que únicamente podrá enfrentarse en la medida que se recupere e impulse el espíritu de lucha popular, que ha identificado a la izquierda desde su nacimiento hace un siglo en nuestro país.

Una nueva economía desigual y discriminatoria

La llegada al gobierno en 1989 de ARENA, encarnando a sectores de la oligarquía comprometidos con el impulso del modelo neoliberal de economía, coincidió luego en el tiempo con la ejecución de los Acuerdos de Paz de enero de 1992. Ambos proceso se mezclaron y terminaron fusionándose.

Entre los aspectos principales de este modelo económico se encuentran los de romper con el tradicional modelo agro-exportador en crisis, promover la exportación de granos básicos, destrucción de la industria, fomentar las privatizaciones de sectores estratégicos como la energía, las telecomunicaciones; y abrir la economía al capital transnacional y la hegemonía del capital financiero local.

A mediados de la primera década del siglo XXI y coincidiendo con la firma del Tratado de Libre Comercio la economía salvadoreña fue virtualmente tomada por el capital transnacional que hoy controla la banca, los seguros, fondos de pensiones, energía y telecomunicaciones.  Y están en disputa con planes de privatización el agua, la salud y la educación.

Por otra parte, la construcción de una economía alternativa desde los sectores populares tiene como uno de sus ejes el impulso del cooperativismo, como polo de poder que compita con la oligarquía y el capital transnacional. 

Una sociedad en crisis

La sociedad salvadoreña enfrenta una crítica situación, caracterizada por la pobreza y desigualdad acompañada de altos niveles de  control territorial (urbano y rural) por parte de pandillas, un altísimo porcentaje (72%) de la población trabajando en la informalidad; una tercera parte de la  población viviendo en Estados Unidos; con un trasporte colectivo colapsado, sistema privatizado de pensiones, escuelas acechadas por delincuentes y un deficiente sistema educativo, hospitales sin medicinas, y frágiles programas sociales por parte del Estado.  Y es fundamentalmente una sociedad desmovilizada y paralizada

Una de las causas de esta situación radica en el sistema capitalista predominante, en el cual la búsqueda del lucro, de la ganancia, de la competencia entre sectores populares, se convierte en el objetivo fundamental del sistema, por lo que la injusta distribución de la riqueza se convierte en su eje estructural principal.

Una sociedad segura y prospera que podríamos asumir como socialismo es el sueño de salvadoreños y salvadoreñas. Lograr esto será el resultado de esfuerzos de varias generaciones que asuman el compromiso de transformar las estructuras de esta realidad de injusticia y marginación.

Una cultura en disputa entre el autoritarismo y la democracia

Mientras el sistema político salvadoreño pretende ser formalmente democrático su modelo cultural tiene un profundo sello autoritario, desde la formación de la república y el pasado colonial.

Este talante autoritario se fortaleció durante los sesenta años de dictadura militar  y se vincula a actitudes discriminatorias hacia todo lo que sea diferente del modelo dominante de un capitalismo patriarcal y racista. Y hoy se ve fortalecido por visiones conservadoras desde la fuerza armada (militarismo), ejecutivo (populismo), academia (la neutralidad epistémica) y desde la religión (la teología de la prosperidad y el fundamentalismo).  

El desafío está planteado de construir una nueva cultura democrática, solidaria y de rebeldía que recoja las tradiciones emancipadoras de muchas generaciones que han soñado en un El Salvador libre, democrático y justo.

La lucha por el agua como bandera principal de un El Salvador verde                          

Entre los principales problemas que enfrentamos como país se encuentra el vinculado al agua y la necesidad de garantizar agua de calidad y enfrentar los planes para su privatización.

 La lucha por el agua es una lucha de vida o muerte. El agua es un recurso extremadamente vulnerable dado que enfrenta la creciente demanda residencial así como la derivada de la demanda agrícola (particularmente el cultivo de caña) e industrial.

Por otra parte es un recurso distribuido de manera desigual, ya que únicamente el 65% de la población tiene acceso a agua potable y esta es de muy mala calidad, como ha sido reconocido por los mismos funcionarios de ANDA. Debemos de asumir como izquierda el desafío de una campaña nacional de reforestación, a la par de evitar su privatización.

III. La crisis de la izquierda partidaria

En junio 2019 asume una nueva conducción política del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional, FMLN, fundamentalmente integrada por hombres y mujeres jóvenes, una generación post-Acuerdos de Paz, con una visión de transformación tanto del partido, como de la sociedad salvadoreña.

Este relevo no solo es de orden generacional es también en el plano político, ya que se aspira a un rescate del espíritu revolucionario que dio origen a este partido revolucionario.

Como antecedente puede señalarse que el ascenso al gobierno de la izquierda partidaria representada en el FMLN, en 2009 abrió la oportunidad más desafiante para el cumplimiento de su misión: ser gobierno nacional y emprender la transformación del sistema. Sin embargo, los resultados obtenidos por el FMLN en las elecciones presidenciales del 3 de febrero de 2019 ponen en evidencia el incumplimiento de esa misión histórica, de su credibilidad ante la población salvadoreña y sus perspectivas como legitimo instrumento de lucha del pueblo.

En ese escenario planteado, se debaten al interior del FMLN tres posturas divergentes (una reformista, una revolucionaria autoritaria, y una revolucionaria democrática)  sobre su rumbo histórico, los métodos de organización y conducción, sus prioridades y énfasis políticos, contenidos ideológicos y relación con el pueblo. Estos temas deben ser parte de una amplia consulta y debate con las bases de este partido, que permita realizar los cambios que  necesita para recuperar la confianza del pueblo.

Las oportunidades se le reducen al FMLN en la medida no corrija las desviaciones y errores cometidos en la gestión del poder político estatal y en la conducción partidaria.

El FMLN sí tiene una última oportunidad de recuperar su legitimidad como instrumento de lucha del pueblo salvadoreño, que está en corregir lo que la misma base partidaria ha señalado por años, así como en volver a enraizarse en su base social, trascendiendo el clientelismo electorero que ha sido el tipo de relación que hasta la fecha ha cultivado, por un compromiso serio con las luchas populares: por la democracia, la justicia social y socialismo.

Sólo así puede el FMLN recuperar su prestigio, de lo contrario será el mismo pueblo el que deberá, como ha hecho en otros momentos de la historia, construir otro instrumento para enfrentarse a sus enemigos y emprender la conquista de su definitiva emancipación.

A  continuación y en el marco del interés por contribuir a este debate urgente, que rebasa la militancia partidaria, y es interés de la izquierda en general, presentamos las siguientes ideas al respecto

1.Sobre rumbo histórico

El rumbo histórico de un partido está determinado en el horizonte por su ideología y práctica, a la vez la definición del rumbo guarda un significado estratégico y de principio. En los partidos revolucionarios, es parte sustancial de su misión histórica.

En primer lugar, implica una ruptura, un quiebre con el sistema capitalista vigente en el país. La modalidad cómo esta ruptura transcurra, dependerá del nivel de oposición y resistencia de las clases dominantes y el sistema imperial, así como de los niveles de participación popular. Es precisamente este segundo aspecto, fundamental ya que únicamente se puede avanzar en este camino en la medida que exista una correlación de fuerzas que permita expresar la voluntad popular como voluntad de ir al socialismo, de un cambio profundo en los paradigmas de la producción, la distribución y el consumo.

Y en ese rumbo, los sectores populares únicamente aceptarán la conducción y acompañamiento en esta lucha por la democracia y el socialismo, de una fuerza política revolucionaria, en la medida que sea una fuerza con propuestas e ideas (proyecto), con organización y estrategia de lucha, y con compromiso ético (sacrificio). Así fue durante la experiencia de guerra vivida por el FMLN. La gente admiraba el sacrificio de los que estaban en la montaña. Eran una fuerza que amenazaba al sistema. Y la gente lo sabía, lo percibía.

Pero si la gente ve a dirigentes de izquierda negociando, cediendo posiciones, con intereses individuales, como empresarios exitosos, con viajes, guardaespaldas, lujo, pareciéndose a nuestros enemigos, viviendo en sus vecindarios, no ganaran el respeto popular y se irán aislando, y aquel probado instrumento de transformación social terminará como parte decorativa del sistema de dominación. Esta es su principal amenaza, y las próximas elecciones internas del FMLN  este año y externas del 2021 vendrán a fortalecer esta amenaza.

2.Sobre métodos de organización y conducción

Las modalidades que asume la organización revolucionaria están determinadas por las conquistas democráticas alcanzadas así como por las tradiciones históricas, en nuestro caso, se ha pasado de núcleos selectos en situación de clandestinidad a una extensa red territorial que desde la legalidad cubre todo el país. El carácter masivo del instrumento ha dado lugar a una variedad de pensamientos, y visiones, estilos de trabajo e intereses.  

Por otra parte, el autoritarismo como rasgo del modelo cultural del capitalismo dependiente existente, ha permeado desde su origen el estilo de conducción, fortaleciéndose aún más durante el periodo de guerra (asumiendo incluso facetas militaristas) y readecuándose exitosamente al periodo democrático iniciado en 1992. Estos tres elementos, carácter masivo, carácter ideológico pluralista y carácter autoritario definen en gran parte la fisonomía orgánica y política del partido de izquierda FMLN.

Una de las expresiones típicas de este autoritarismo radica en dictar planes y orientaciones sin consulta con las bases partidarias, que se vuelven simples “tareyeras”, ejecutoras de acuerdos. Y esta situación se agrava con la participación electoral, que de manera permanente provoca la disputa y el arreglo “consensuado” por los cargos públicos. De no modificarse este estilo autoritario que a la vez influye en el movimiento popular y social, nos iremos aislando de la gente.

En este contexto, existe el desafío hacia futuro de combinar altos niveles de disciplina con altos niveles de participación de las bases; promover el debate ideológico, enfrentar las ideas de la derecha, y democratizar el partido, o sea garantizar mecanismos que permitan mayores niveles de participación de las bases en la elaboración de la línea política. Y a la vez el contacto permanente de la dirección con la base partidaria.

3. Prioridades y énfasis políticos (la táctica)

Es importante y urgente para la izquierda y el movimiento popular definir las prioridades políticas del momento y del nuevo periodo abierto a partir del 3 de febrero de 2019, y dentro de estas identificar el eslabón fundamental, el eslabón que nos permitirá la sujeción de la cadena. Esta definición parte del criterio básico de cuáles son los problemas que más afectan a la población y por los cuales está dispuesta o debemos animarla a luchar.

Alrededor de estos problemas y en el marco de una nueva correlación política de fuerzas que nos coloca a la defensiva, debemos de hacer propuestas, lanzar consignas, crear instrumentos de lucha, organizar campañas, agitar y concientizar, educar, movilizar y sistematizar la experiencia (teorizar).  Y hacerlo de manera integral, fracción legislativa, alcaldías, y partido FMLN, izquierda en general, diáspora y movimiento popular.

Al evaluar la situación del país, la correlación política y social, el problema que sobresale por su complejidad y afectación popular es la delincuencia, el control territorial por parte de las pandillas. Se precisa que reevaluemos nuestra posición como izquierda al respecto, que nos ubica –interesadamente para desgastarnos- ante los ojos de la gente como defensores de la delincuencia. 

Es significativo que en el apartado sobre Principales desafíos del FMLN en la actual etapa de transición democrática revolucionaria” del documento Lineamientos para el Trabajo del Partido del 1er. Congreso del FMLN de 2015, se mencione ya esta idea:

“49. Debido a que las pandillas, el crimen organizado y el narcotráfico provocan una grave afectación a la seguridad ciudadana y la calidad de vida de la población, destruyen el tejido social y la unidad familiar e infligen considerable daño a la economía, todo lo cual constituye un serio obstáculo para el desarrollo económico, político, social y cultural de la nación, y por tanto, para el avance de la transición democrática revolucionaria impulsada por el FMLN, el principal desafío que tiene nuestro partido es brindarle todo nuestro apoyo político al combate contra estos flagelos. Ello es condición indispensable para enfrentar con éxito el resto de nuestros desafíos de la etapa…”

Y luego en el apartado “Principales desafíos inmediatos del FMLN” se indica que esta tarea de combate a la delincuencia “no es solo el primer desafío de nuestro partido a mediano o largo plazo, sino que es también nuestro primer desafío inmediato.”

Debemos de manera sistemática disputar y arrebatarle esta bandera de lucha por la seguridad ciudadana al gobierno Bukele. Esta bandera es una de las fuentes principales del actual desgaste político de la izquierda y debemos evitar que nos siga desangrando. La gente nos ve como opositores a planes que les benefician en su seguridad.

Otras temáticas pudieran ser defensa frente a los despidos, las pensiones y la salud (coronavirus, agua, etc.) La gente debe de vernos siempre defendiendo sus intereses, local y nacionalmente, no en arreglos con la derecha.  Bukele ha sido hábil en colocarnos, arrinconarnos como opositores irracionales.

Debemos con urgencia dar un viraje de nuestro enfoque táctico. De no hacerlo, seguiremos cosechando derrotas, electorales y a la vez políticas. 

4.Contenidos ideológicos

La formación ideológica de la militancia  de izquierda en este siglo XXI comprende, por una parte,  el acumulado histórico de rebeldías y revoluciones de los distintos proceso revolucionarios que han transcurrido alrededor del mundo, y que se han reflejado en elaboraciones teóricas, de naturaleza emancipadora. 

Y por la otra, el estudio de las tradiciones revolucionarias de los sectores de izquierda  salvadoreños, de sus dirigentes y sus organizaciones, tanto políticas como gremiales, a lo largo de un siglo. Es particularmente clave el estudio del pensamiento de Schafik Handal, nuestra principal herencia teórica revolucionaria.

Asimismo es importante conocer el pensamiento de la derecha internacional y local, sus visiones de futuro, sus valoraciones sobre el desarrollo del capitalismo y la globalización (Davos, OCDE, FUSADES, entre otros).

5.Relaciones con sectores populares y progresistas

La izquierda debe ir al encuentro de las diversas expresiones orgánicas de rebeldía popular antisistema neoliberal, que se manifiestan tanto a nivel nacional, regional como municipal. Estas relaciones deben estar basadas en el respeto mutuo, la cooperación y la solidaridad. En especial debe existir la voluntad de acompañar a las organizaciones y comunidades en sus luchas por reivindicaciones inmediatas de carácter económico, social o cultural. Este acompañamiento nos permitirá conocernos, crecer y desarrollarnos.

El pensamiento nuestro de Schafik

El pensamiento revolucionario de Schafik es nuestra herencia teórica y política. Nos permite identificar amenazas y caminar con firmeza hacia el cumplimiento de la misión revolucionaria de la izquierda, particularmente de la izquierda partidaria, del FMLN, como instrumento para transformar nuestro país.-

El coronavirus y la búsqueda de un nuevo orden mundial Roberto Pineda 20 de marzo de 2020

El mayor desafío al capitalismo globalizado

El capitalismo globalizado ha provocado con su afán insaciable de ganancias, la peor crisis conocida por la humanidad. Se desarrolla ante nuestros ojos y corazones -sorprendidos y atemorizados- las imágenes de ciudades desiertas,  la estampida en los supermercados, los cementerios repletos de cadáveres, la incertidumbre ante el futuro, los temores y los odios xenofóbicos. El coronavirus desafía al capitalismo globalizado. La civilización capitalista de consumo entra en crisis.

En la actual situación internacional se juntan diversas crisis, cada una de las cuales potencia y agudiza  a las demás. Existe una crisis sanitaria, una crisis financiera, una crisis tecnológica y una crisis política. La crisis principal es la provocada por el coronavirus, y no solo es sanitaria sino que está claramente vinculada a la disputa por el poder global.

Los anteriores desafíos al capitalismo

El capitalismo como sistema social en su historia de más de cinco siglos ha conocido múltiples desafíos de diferente naturaleza, de carácter político, económico, social, militar y ambiental entre otros. Pero ninguno hasta hoy había  de manera universal mostrado la necesidad urgente de su radical transformación.

Existen diversos eventos históricos que han amenazado al capitalismo. Este  fue amenazado políticamente por la Gran Revolución Socialista de Octubre en 1917, que dividió al mundo en dos sistemas políticos. Esta amenaza fue ampliada al final de la Segunda Guerra Mundial con la creación del campo socialista europeo y mucho más con la victoria del pueblo cubano en 1959 y el vietnamita en abril de 1973. Pero fue finalmente revertida en 1989 con el derrumbe del sistema socialista, encabezado por la Unión Soviética, y el hasta entonces impensable retorno al capitalismo.

Al inicio del siglo XXI, en septiembre del 2001 la ciudadela principal del capitalismo fue amenazada con el ataque a las Torres Gemelas en Nueva York, el conflicto mundial se desplazó desde lo clasista hacia lo étnico cultural. Hoy en el 2020 la amenaza se da desde la salud y pone bajo sitio al capitalismo en su totalidad, iniciando e incluyendo su “fabrica mundial”, a la Republica Popular China.

El desafío actual

La crisis principal es la vinculada con la propagación de la pandemia del  coronavirus y esta se manifiesta globalmente en dos dimensiones. La primera, vinculada  a la competencia política-administrativa para garantizar la infraestructura logística que permita la prevención de la propagación del virus y la segunda, la competencia académica-científica para encontrar-producir una vacuna efectiva en el menor tiempo posible.

Alrededor de esta crisis principal  se mueven los intereses y la influencia de potencias mundiales y corporaciones transnacionales, las cuales  tratan de fortalecer sus posiciones y derrotar a sus adversarios. Del desenlace de esta fiera competencia dependerá el nuevo orden mundial, en el marco del histórico descenso del poderío estadounidense y el tránsito hacia un nuevo hegemon internacional.

Las compañías farmacéuticas y los laboratorios que descubran la vacuna contra el virus podrán generar una nueva fase de acumulación de capital que podría incluso rebasar la existente fase digital encabezada por el internet del capitalismo globalizado. Estas compañías farmacéuticas junto con los grandes productores de alimentos, aparecen como los grandes beneficiarios a futuro de esta crisis planetaria, desplazando e incluso hasta hundiendo, a otros sectores, en particular, el sector financiero (Wall Street) y el sector energético (quiebre de compañías de petróleo de esquisto y países productores).

Una visión popular y democrática

El capitalismo es el peor virus conocido por la humanidad,  porque coloca a la desigualdad como su paradigma central y condena al sufrimiento cotidiano a millones de personas  en todo el mundo. Pero esta pandemia de coronavirus permite conocerlo y desafiarlo.

El desafío está planteado desde los millones de personas que arriesgan su vida para salvar otras rompiendo con la ética individualista. No podemos seguir caminando desde un horizonte de progreso que provoca destrucción y dolor, por lo que existe la necesidad de construir una nueva cultura del cuidado que nos permita reconstruir nuestras ciudades y orden natural desde una óptica del respeto y la solidaridad. En este difícil momento, la Cuba de Fidel y de Haydee brilla desde su  esperanza.

Escenarios de futuro

Son previsibles tres grandes escenarios.

El primero y más probable es que el orden capitalista logre superar esta crisis global e incluso salga fortalecido, irrumpiendo un nuevo orden mundial con su correspondiente nueva fase de acumulación, incluyendo nuevas modalidades de dominación internacional, desigualdad social y explotación económica.

Un segundo escenario es una superación de esta amenaza pero con un sistema profundamente golpeado,  con altos niveles de desempleo y marginación social.

Un tercer escenario es el de un orden capitalista obligado a realizar reformas en su arquitectura global, particularmente en lo financiero. Esto último solo podrá realizarse en la medida que los trabajadores y las fuerzas progresistas marquen el terreno con propuestas y acciones de salida a la crisis.

En estos tres escenarios, que pueden combinarse, seguramente aumentara la desigualdad al agregar una nueva categoría universal de discriminación: los infectados, aislados y cruelmente condenados a morir mientras no se descubra la vacuna y después como personas vulnerables.  Asimismo presenciaremos una sociedad mundial más autoritaria  e intolerante,  que necesitara de mayores luchas por la democracia y la justicia social.

La Organización Mundial de la Salud, OMS,  se constituye en el árbitro mundial de este enfrentamiento planetario, que es la continuidad de la todavía no concluida disputa comercial entre Estados Unidos y la Republica Popular China.  

La posibilidad de una ruptura global del sistema no es realista dado que todavía no madura una alternativa programática y de fuerza que la respalde. Pero en eso estamos…

Izquierda tradicional y nueva izquierda: algunas aclaraciones.2014. Revista Herramienta

Introducción

Me propongo examinar un equívoco subyacente a la distinción entre las formaciones ideológico-políticas que en los últimos años suelen nombrarse como “izquierda tradicional” y “nueva izquierda”. Esa diferenciación entre izquierdas supone una divergencia en el modo de comprender su relación con la historia secular de la izquierda y con su siempre incierto porvenir. Pues si la izquierda tradicional (IT) se ajusta cómodamente con una parte de su pasado, la nueva izquierda (NI) se piensa como un cambio paradigmático, superador de lo agotado que conviene relegar.

Voy a explicar por qué –en nuestra situación histórico-política– la mencionada distinción es injustificable a la luz de un análisis riguroso del concierto conceptual que hermana a sus términos. La distinción entre IT y NI, al menos de acuerdo al modo en que se constituyó en Occidente durante las dos últimas décadas, es inadecuada.

Argumentaré que la NI procede a través de una lógica de la inversión, sin inquietar dicotomías básicas compartidas con la IT. Lo dañino es que la tenacidad de tales dicotomías menoscaba las chances de una reconstitución de la izquierda. Por lo tanto el propósito de construir una nueva izquierda no solo persiste como aspiración futura, sino que su consumación –que no puede hacerse sin tramitar de un modo no reactivo su relación con la IT– requiere un desplazamiento de la negativa en la NI a comprender de un modo no meramente negativo la historia de la izquierda en el último siglo.

No habrá una nueva izquierda real sin la autosuperación de la vieja izquierda y una revisión del carácter “antiguo” que subyace en la lógica política de la mal llamada “nueva izquierda”.

Por razones de espacio no puedo dialogar con numerosos ensayos dedicados a convalidar nociones como “izquierda independiente”, “nueva izquierda” o “izquierda autónoma”. Espero poder hacerlo en otro ensayo.

 La así llamada izquierda tradicional

 La denominación de “izquierda tradicional” no es peyorativa para la propia izquierda así identificada. Aquí la empleo sin hostilidad. Para la IT hay solo una izquierda efectiva: ella misma. Proclamadamente revolucionaria, afirma continuar los pasos fundamentales de Lenin y Trotsky, quizás de Mao o Guevara, sin apelar a revisiones sustantivas. De allí que la pertenencia a una tradición no es una mácula para una izquierda que se resiste a abandonar conceptos que considera válidos.

Se entiende por IT la izquierda radical que persevera en la custodia y promoción de ciertas nociones teórico-organizativas predominantes durante el siglo veinte. Las puntualizo en tres registros de 1] estrategia, 2] sujeto, y 3] organización: 1] el acto revolucionario entendido como corte abrupto y definitivo entre dos periodos históricos, escisión no siempre compatible con una política de reformas; 2] la centralidad de la clase obrera como sujeto social y político, sujeto dado objetivamente por las relaciones sociales de producción capitalistas; 3] la concepción leninista de la organización política de un partido de cuadros que comanda a la clase trabajadora en la lucha de clases y sintetiza sus intereses “históricos”. (El cierto marxismo explícito en estas nociones no puede ser debatido en este ensayo).

Puesto que tales principios fueron sostenidos por la izquierda durante buena parte del siglo veinte, es válido preguntarse por qué persisten incuestionados si es que partimos –como creo inexorable hacerlo– de un diagnóstico de la derrota y fracaso históricas de la izquierda durante la última centuria.

Para quienes piensen que solo ocurrió una derrota, que los problemas no fueron de concepto sino de implementación, nada hay para revisar y el argumento de este texto será irrelevante. Me parece que a pesar de las afirmaciones polémicas al respecto entre la NI, no es inevitable en la IT un atrincheramiento en la negación del fracaso y derrota catastróficos de toda la izquierda.

En primer término es necesario descartar una explicación psicologista de la IT según la cual su perfil descansa en un conjunto de ideas, de contenidos de conciencia. No la mueven un conservadurismo teórico y político, ni un autoritarismo organizativo, ni un mesianismo intelectual, ni un sectarismo ideológico. Es decisivo comprender que hay atendibles razones para la existencia de la IT. En primer lugar, ante la ausencia de un balance preciso del pasado secular reciente de la izquierda, no se entiende por qué habría que arrojar al cesto de residuos tramos decisivos de convicciones cruciales para su corriente mayoritaria socialista.

Por ejemplo, no es indiscutible que la noción de clase obrera sea irrelevante para orientar la política de izquierda de hoy. En efecto, la mutación en la composición de la clase ha variado, pero no las relaciones sociales en las que emerge. La clase obrera, puede argüirse, continúa siendo generada por el automovimiento contradictorio del capital. Que la clase obrera incluya hoy a una trabajadora de fábrica textil, a un maestro y a un oficinista entraña la obsolescencia del modelo clásico heredado del siglo diecinueve, o de su promoción al rango de prototipo social, pero de ninguna manera del concepto de clase obrera en tanto que tal.

Tampoco niega la importancia de esa clase el reconocer una efectividad específica de lo político y lo simbólico. Algo similar puede decirse respecto de los otros dos fundamentos de la IT: la revolución y el partido. ¿Acaso el reformismo resuelve las desigualdades constitutivas del capitalismo, detiene sus guerras, la destrucción del medio ambiente, las crisis económicas? ¿Es que el horizontalismo ha mostrado ser una práctica organizativa conducente a resultados más valederos que el clásico partido de cuadros?

¿Sucede que los “movimientos sociales” son un fundamento más eficiente para la orientación política? ¿Acaso el basismo o el autonomismo prosperan en una convincente voluntad estratégica? No sostengo que tales preguntas sean incontestables; digo que no son arbitrarias y pueden ser formuladas por buenas razones.

Adherir a la IT no es un signo de dogmatismo o contumacia ideológicos. Sus militantes suelen participar activamente en las luchas sociales, culturales y políticas. Mantienen vivas demandas, reformas y reivindicaciones defensivas. En más de un caso han impulsado novedosas experiencias de organización obrera. Sin su acción mucho de lo bueno que debe conservarse de la política y cultura de izquierda se hubiera perdido.

En suma, hay razones atendibles para la adhesión a la IT.

Esto no significa que sus dificultades sean pocas ni que sea convincente sostener –este es el credo básico de la IT– que el porvenir de la izquierda reside en realizar bien lo que en el siglo veinte se hizo mal: digamos una Revolución Rusa menos Stalin.

La denuncia de los límites de las nuevas propuestas de reconstrucción de la izquierda no legitima la repetición o corrección superficial de su modelo “tradicional” como una respuesta a la altura del fracaso y derrota sufridos. Y por ende su recreación mejorada no parece prometer una política adecuada para las décadas venideras del proyecto socialista.

La continuidad de las organizaciones de IT en la democracia capitalista ha conducido casi siempre a un encierro defensivo de esa izquierda, satisfecha con el éxito relativo que su institucionalidad le asegura, por el momento, en comparación con la NI. En efecto, gracias a su alineación en forma partidaria la IT posee efectividad y unidad militantes, consolida una identidad y es públicamente reconocible.

De allí que, aunque sea minoritariamente, trabajadoras y trabajadores con sensibilidad de izquierda se acerquen a esos partidos, y no a la NI con un perfil discursivo más claramente movimientista y sin una manifiesta identidad clasista.

También conquista una mayor visibilidad electoral, aunque asistimos a algunos experimentos recientes que quizás presagien otro panorama para la NI. Por lo tanto la sobrevida de la IT en los márgenes de la democracia realmente existente es segura, y habría que pensar hasta qué punto es un ficha más en el tablero de la reproducción ideológica de lo mismo. Lo que me interesa enfatizar es que esa paradójica fortaleza de la IT en disponer de algunas implantaciones en la clase trabajadora y su relativa visibilidad electoral redunda en una incomprensión sistemática de las “verdades” de la NI.

Para la IT la NI sobrepuja las condiciones de la crisis capitalista: se alimenta de una destrucción del sistema económico industrialista, de la fragmentación de la clase obrera y la emergencia de una multiplicidad de sectores con débil articulación con la producción material. De allí que sus “valores” no sean sino la contratara de una falsa realidad “postmoderna”: diferencia, multiplicidad, nomadismo, fluidez, son semblantes de los ideales del capitalismo actual y no una amenaza revolucionaria al mismo. La NI es una parte del problema, se dice, y no su solución.

Por eso la IT expone una deslumbrante incapacidad para captar las razones de la NI. Para ella el vocablo “autonomía” es mero ruido, fantasmagoría de universitarios de clase media sin significación política “en la clase obrera”. Por ende a menudo la IT encuentra a los grupos tendientes a forjar una NI más como enemigos que como aliados en una transformación de la realidad y, más enemigos aún, en su genérica desconfianza hacia la exigencia de una auto-transformación de la izquierda.

 La así llamada nueva izquierda

 A fines del siglo veinte el derrumbe definitivo del falaz “socialismo real”, autoritario y estatista, instauró condiciones para el surgimiento de una NI distinta a la conocida en la década de 1960. Vuelvo a los tres criterios utilizados para esquematizar a la IT (estrategia, sujeto y organización). Para la NI: 1] la estrategia no contrapone con simpleza la reforma a la revolución, ni la temporalidad de ésta es la de una insurrección y toma del poder en una fecha determinada; 2] el sujeto social es múltiple y construido, no excluye a la clase obrera pero niega que ésta provea un “fundamento” exclusivo: 3] impugna por autoritario el modelo leninista de partido y se inclina por las formas asamblearias, reticulares y horizontales.

Descartaré en este análisis la referencia a una nueva izquierda tal como algunas voces han propuesto en América latina en la última década a propósito de experiencias reformistas (Brasil, Argentina, Uruguay) e incluso de perspectivas más radicales (Venezuela, Ecuador, Bolivia).

Esos gobiernos postneoliberales y en general neodesarrollistas, con diferencias entre sí, solo sus casos más radicales han instalado un debate sobre cuál debería ser una política de izquierda, como en el un poco precipitado pero siempre desafiante Socialismo del Siglo Veintiuno chavista. Los países mayores de la región, Brasil y Argentina, han sido regidos por gobiernos que en el mejor de los casos y con generosidad podrían ser llamados de centro-izquierda, orientados a una gestión “progresista” del capitalismo local. Los casos radicales son demasiado complejos para ser tratados aquí siquiera de manera sintética. Solo apunto que estos últimos tienen alguna influencia en la idea de una NI tal como la que examino aquí.

La NI a la que refiero emergió, con las comprensibles asincronías de un fenómeno hemisférico, en el cambio de siglo del 2000. Quizás el Foro Social Mundial fue su expresión más conocida. Con el paso del tiempo surgieron algunos desafíos que tensionaron a la NI. Eso ocurrió de manera crucial con las exigencias florecidas internamente para intervenir en el ámbito político tradicional aunque con métodos y objetivos diferentes a los burgueses, sin abandonar los principios básicos del pluralismo y horizontalismo asambleario.

El declive casi generalizado de los partidos comunistas, la integración completa de los partidos socialistas a la gestión –a veces neoliberal y siempre institucionalista– del orden establecido, hizo de la lógica identitaria de la NI, como ya dije, algo distinto de la dinámica de ruptura en su antecesora “new left” sesentista.

Mientras por entonces los partidos tradicionales de la izquierda ejercían una nada desdeñable influencia en la clase obrera y en otros sectores sociales, la NI tuvo que enfrentar a un establishment de izquierda. Actualmente los partidos de IT poseen una fuerza menor. Debido al desastre ideológico de comunistas y socialistas la impugnación antipartidaria suele dirigirse hacia las organizaciones trotskistas.

Los discursos de la NI saben solazarse en el vituperio de la IT, subrayando sus cegueras, remarcando sus obsolescencias, denunciando la carencia de perspectivas constructivas que no sean las de la organización propia. Aunque no se trata de un talante generalizado, no es inusitado hallar en el dialecto de la NI expresiones que bordean incluso un abierto macartismo.

Otra tendencia discursiva consiste en pregonar principios a priori: horizontalismo, democratismo, igualitarismo, antidogmatismo, pluralismo, etcétera. No se trata de que esos principios sean erróneos. La dificultad reside en que la invocación de ideales sin explicar sus implantaciones socio-culturales ni las maneras de lograrlos redunda en una inexplicada declaración de principios.  

Como en un juego de espejos, el interés que caracteriza a la idea de una NI se marchita por la monserga contra la IT como dechado de todos los defectos. Así las cosas, la NI no puede comprender lo que para ella es un mero obstáculo. La vieja izquierda, se dice, haría su mejor contribución a la cultura de izquierda si desapareciera. De allí el carácter mecánico y predecible del modo en que analiza a la IT, la falta de comprensión de los motivos de su persistencia, y por ende la incapacidad para entenderla y superarla.

Acosa a la NI una complicación real cada vez más evidente: el agotamiento del asambleísmo como método excluyente, la repulsa a toda representación y, a la vez, la perentoriedad de desarrollar una concepción de la organización política. Una vez que la maduración de la NI niega que la democracia directa sea la fórmula privilegiada y unidimensional del quehacer activista se genera una parálisis política y en el mediano plazo el cese de la vida interna en los organismos asamblearios.

Se imponen entonces preguntas complejas y controversiales: ¿cómo delegar y bajo qué condiciones? ¿Qué mecanismos de representación local y qué dispositivos de integración en niveles diferentes? ¿Intervenir en la democracia electoral capitalista? ¿Con qué formas institucionales? ¿Qué hacer con la burocratización y la tendencia a erigir liderazgos carismáticos? Etcétera.

La antipolítica organizativa y el practicismo habituales en la infancia de la NI impide siquiera reconocer la validez de tales interrogaciones y es en consecuencia un estorbo para su propio crecimiento político e intelectual. Por eso el desarrollo político que suscita preguntas como las recién formuladas conduce a fraccionamientos cuyas razones sus actores comprenden mal.

 Una solidaridad conceptual

Mi tesis principal sobre lo descripto es la siguiente: hay una profunda solidaridad conceptual entre la IT y la NI. ¿Cómo es eso posible si ambas se descalifican y contraponen recíprocamente? Mi respuesta consiste en señalar que ambas hablan un mismo lenguaje, un mismo sistema categorial construido en el ensamble de oposiciones.

No es raro que sectores o ideas que se presentan superficialmente como antagónicos compartan un mismo suelo conceptual. Pues sus diferencias obedecen de un conjunto de oposiciones nocionales comunes. Por ejemplo eso acontece en filosofía con las versiones más unilaterales de la confrontación entre idealismo y materialismo. Ambas posturas suponen una escisión entre lo ideal y lo material. Lo que distingue a ambas filosofías es el régimen de determinación, causación o expresividad donde uno de los aspectos prevalece sobre el otro. Por supuesto, lo que debe discutirse es la binariedad entre ideal y material. Es posible plantear las cosas de otro modo, cuestionando el esquema, sin restringirse a elegir una de sus opciones. Algo así lo que ocurre con la oposición entre las izquierdas que aquí discuto.

La NI emerge de una inversión reactiva respecto de la IT. Hay por ende una solidaridad inconsciente sobre las mismas dicotomías, solo que con valoraciones invertidas. Así las cosas, se opone la unidad de pensamiento atribuido al “centralismo democrático” de filiación leninista a la ausencia de estructuras de representación. Entonces no hay alternativa a la dicotomía absolutista. O bien se es leninista en el sentido más autoritario (negándose de antemano toda experiencia democrática leninista), o bien se es “libertario” y se rechaza toda institucionalidad como si no pudiera generarse una “tiranía de la falta de estructuras”.

Para la IT no hay alternativa al partido vertical pues ceder soberanías locales es sinónimo de individualismo pequeño-burgués. Para la NI solo pensar en un partido garantiza secuelas estalinistas. Exactamente lo mismo ocurre con esta alternativa: o bien la clase obrera es el sujeto social privilegiado, o bien lo son los movimientos sociales pluriclasistas o populares.

Lo falso es la partición en opciones excluyentes. Lo que debe ponerse en entredicho es la obligatoriedad de elegir entre las dicotomías básicas tanto para la IT como para la NI.

No es difícil percibir cuán importante son las dicotomías para la enfermedad conservadora que suele afectar a la IT. En efecto, en el formalismo del o bien esto, o bien lo otro anida su intransigencia para reflexionar sobre sus principios. Toda vacilación en torno a los valores tradicionales es sinónimo de traición y defección.

En cambio, un ejemplo demostrativo del carácter improductivo de una actitud reactiva en algunas posturas de la NI es el antileninismo. Si el leninismo es entendido como la apuesta por un partido político centralizado, con unidad ideológica y programática, hegemonizado por el “interés” de la clase obrera, el antileninismo deplora una organización política con especialización dirigencial –aun sea provisoria– pues es considerada como equivalente de burocracia y dominación.

El antileninismo es el arquetipo de la naturaleza reactiva y negativa que con frecuencia daña el pensamiento de la NI. Se ha dicho bien que “con el antileninismo no alcanza” para redefinir el proyecto de izquierda. Yo voy más lejos y encuentro el antileninismo en tanto postura refractaria como un desatino. El mero rechazo del leninismo lo anula como problema y lo sustrae de la reflexión, comprende mal sus dimensiones válidas y se niega a pensarlo.

Debido a la sumisión hacia dicotomías en las que solo cabe elegir una opción y descartar la otra (una forma mentis de linaje monoteísta), ambas izquierdas revelan una sorprendente debilidad conceptual. La actitud defensiva de la IT que se parapeta en sus conceptos centrales inhibe la generación de nuevas ideas pues éstas son vistas como claudicaciones “revisionistas” de verdades inmarcesibles. La prestancia reactiva de la NI refleja esa misma indigencia teórica pues es también celosa de las nociones orientadoras que, como negativos del discurso de la otra izquierda, articula sus perspectivas.

Esto hace a la NI muy frágil ante los desafíos del ingreso a la competencia electoral y la aparición de gobiernos reformistas. La intransigencia de fórmulas teóricas redunda en el mediano plazo en divisiones intestinas. En cambio la imperturbable obstinación de la IT garantiza su certidumbre al precio del congelamiento de su archivo conceptual.

Por un antagonismo dialéctico

 Nuestro enigma no es si hay un futuro para la izquierda. Mientras exista el sistema democrático la izquierda, incluso la izquierda revolucionaria, tendrá un casillero asegurado. Ya lo tiene en el ámbito electoral con su cuota destinada a fluctuar entre un 2 y un 10% de votantes; que cada tanto la coyuntura procure un 20% no modifica la situación.

Lo tiene por cierto en el terreno cultural con su preocupación por los temas sociales, ecológicos, feministas, entre muchos otros; y por la tolerancia de las facultades universitarias de ciencias sociales y humanidades con los nichos de “pensamiento crítico”. Y lo tiene sobre todo por el carácter periódico e irresoluble de las crisis capitalistas que tornan algo más creíbles los ánimos radicales de la izquierda hasta que el nuevo ciclo de recuperación más o menos modesta reconduzca a las ovejas descarriadas al redil del reformismo burgués.

La dificultad mayor consiste la constitución de una izquierda renovada que pueda acometer las tareas más válidas de sus formulaciones iniciales durante los siglos diecinueve y veinte, pero a la vez lo haga a la luz de la exigencia de una elaboración de su derrota y fracaso.

Para contribuir a esa reflexión quiero formular ahora algunas anotaciones para continuar desarrollando lo expresado en párrafos anteriores. Mi tesis al respecto –que renuncia de antemano a inventar desde el mero pensamiento y el deseo– es que una renovación de la izquierda solo es viable a partir de las izquierdas realmente existentes, o más bien, de la superación de sus dilemas. Esta tesis es incompatible con la idea de que el desarrollo exitoso de una de las izquierdas, y por ende la desaparición de la otra, es la vía regia hacia una recomposición de la estrategia revolucionaria.

Doy por un dato la necesidad histórica de construir una política de izquierda que elabore los fracasos y las derrotas del siglo veinte. Quien suponga que solo se trata de reincidir en fórmulas consolidadas hacia 1920 o 1960 permanece fuera de una proyección futura de otra (nueva) izquierda. Pienso que salvo casos extremadamente minoritarios no hay izquierda viva que asuma como fortaleza identitaria la continuidad y repetición de la amplia familia de la izquierda leninista –aquí incluyo también al trotskismo y al maoísmo– predominante en el siglo veinte.

La IT en sus variantes más lúcidas no impugna la perentoria necesidad de autotransformarse a la luz de las nuevas condiciones. Solo que, con buenos motivos, reclama no olvidar algunas referencias sustantivas: el anticapitalismo, el socialismo, el igualitarismo, el concepto de revolución, la importancia de la clase trabajadora. Y para ello demanda considerar en toda su importancia la tradición socialista, incluyendo la específicamente marxista. No veo que tales referencias deban ser eliminadas a priori de la estrategia de izquierda. Pienso menos aún que no deban ser pensadas.

Por ejemplo, respecto de algunas preferencias por los movimientos sociales en la NI, una conjetura accesoria que me limitaré a enunciar dice que sin la recomposición política de la clase trabajadora, ya no imaginarizada en el modelo exclusivo del obrero industrial, no será viable ninguna estrategia de izquierda futura.

No porque debamos recentralizar lo social y lo político en un sujeto/objeto de la Historia, como sucedió con el obrerismo socialista de cuño economicista, sino porque mientras haya capitalismo la clase trabajadora incidirá cuantitativa y cualitativamente en los engranajes decisivos de la legitimación y reproducción del orden dominante.

Una izquierda que carezca de una sólida política en y hacia la clase obrera navega –a ese respecto, al menos– en una nube de quimeras. Pero de allí no se deduce que la “centralidad” y “primacía” de la clase obrera legitime la marginalización de otras demandas, tal como aconteció en la argumentación obrerista de tan extensa vigencia.

Planteo una conclusión provisoria, que es, lo admito, más bien una nueva hipótesis que solicita ulteriores reflexiones: es lícito deducir que en el panorama ideológico-político aquí dibujado –la oposición mecánica entre IT y NI– no habrá de edificarse una izquierda que supere adecuadamente el legado del siglo veinte. Pues la presunta NI es tan heredera de los dilemas irresueltos del siglo veinte como lo es, sin culpa, la IT. Sucede así que incluso con sus matices ambas vertientes participan y a la vez niegan la profundidad de la crisis de la izquierda revolucionaria.

Estoy lejos de pensar que la revisión radical del inconsciente conceptual que he descripto pueda hacerse a través de una “reforma del entendimiento” en las izquierdas. Y menos aún quisiera reiterar en otro nivel el mismo gesto idealista de estipular lo que una real “nueva” izquierda debería ser. Prefiero apelar al método materialista de partir de las contradicciones de lo dado, de lo que hay en sus tensiones constitutivas. Es decir, de las desventuras de unas izquierdas que no por sus aperturas al diálogo y el debate franco sino, por el contrario, gracias a sus sorderas y resentimientos, son hermanas-enemigas de una misma familia ideológica.

Por ello no consiguen emanciparse de los legados del siglo veinte al que todavía, conceptualmente, pertenecen. La IT y la NI son así síntomas de la crisis de la izquierda; pero el síntoma más significativo es más bien su oposición formal y no dialéctica. Así solo están destinadas a repetirse, a consolidarse en un antagonismo opaco y autocomplaciente para cada una de las partes. 

Hay una dificultad formal para una discusión superadora del antagonismo entre IT y NI. No se me escapa que la urgencia de la práctica política requiere “formaciones de identidad”, la sanción de nombres que cristalizan sujetos. Sé que desde la indeterminación estratégica no se convence a la militancia propia, y mucho menos a los posibles interlocutores.

No puedo prever cómo podría darse la autosuperación de la IT y la NI. Y no quiero recostarme sobre ese tópico del pensamiento mágico que imagina situaciones revolucionarias donde se fusionen las distintas izquierdas que sepan estar a la altura y más allá de las circunstancias, exigidas por la autoactivación organizada y movilizada de las masas obreras y populares. Es infructuoso esperar ese acontecimiento purificador pues la faena de construir una izquierda nueva debe comenzar ya mismo. El tiempo del ahora es hoy.

Mi contribución quiso delinear la idea de que solo en la confluencia de una IT que sepa evaluar críticamente su pasado, metamorfoseándose, y una NI que asuma los desafíos urgentes del presente siglo, podrá emerger una variante original para una nueva era de la práctica revolucionaria.

No habrá nueva izquierda real sin la autotransformación de la IT. Ni habrá una nueva izquierda efectiva, no reactiva, sin que se disuelvan los clichés que la tornan en un negativo contrapuesto a su contraparte acostumbrada.

Con todo, esta confluencia no descansa en un deseo arbitrario. Pienso que se observan señales empíricamente documentables de la convergencia necesaria para abrir una época inédita de la izquierda. Desde el lado de la izquierda tradicional el paso de los lustros revela de modo crecientemente notorio que sus categorías, si no están obsoletas, merecen reformulaciones profundas, como las que Rosa Luxemburg, Lenin, Trotsky y Gramsci, por ejemplo, se atrevieron a encarar sin resignar por ello su vocación revolucionaria. Así la revisión no equivale a renegar de una tradición sino a tornarla activa en inéditas condiciones históricas.

Aunque en modo alguno es una tendencia dominante, percibo articulaciones de la izquierda tradicional que avanzan en ese sentido, esto es, que no condenan de antemano toda innovación teórica o práctica ni se lanzan a cooptarla con la meta predefinida de reproducirse y ampliarse.

Desde la obra vereda, las mejores experiencias de la NI ponen en suspenso las actitudes reactivas y resentidas con que supo atorarse en su repulsión hacia la IT. Se trata de esfuerzos por leer en toda su significación, su drama y sus legados, una historia revolucionaria de complejidad extraordinaria. Al hacerlo se resisten a plantear abstractos abismos entre el pasado y el porvenir, asumiendo una actitud crítica hacia las nuevas doctrinas que reclaman representar una novedad radical.

Así las cosas, la perspectiva de una renovación de la izquierda revolucionaria a partir de lo existente pero ciertamente más allá de lo que hay no entraña un deseo solo imaginario. Para estimularla estas palabras balbucearon algunas ideas con el objeto de encarar diálogos constructivos en la izquierda.

 Junio de 2014