Hace solo tres años, allá por 2020, el mundo entero vivía una pandemia en la que el mensaje que se transmitió a nivel global es que saldríamos todos más fuertes y más unidos. Pero el tiempo suele poner las cosas en su sitio y el panorama hoy en día es muy diferente, con dos grandes guerras y otra en ciernes, entre China y Taiwán.
Poco queda de todos esos mensajes positivos sobre el futuro. Si en 2022 fue el año en el queUcrania y Rusia entraron en guerra, el 2023, de momento, viene marcado por otro gran conflicto: el que se vive entre Israel y Hamás en Gaza.
Dos grandes enfrentamientos bélicos que van mucho más allá de las fronteras de estos territorios. Mientras que Estados Unidos y la Unión Europea han asistido con armas y dinero a Ucrania, Rusia también acumula aliados. Misma situación en Oriente Medio, con Israel recibiendo apoyo de las principales potencias occidentales y los gazatíes con el respaldo de Irán. Guerras globales que van mucho más allá de los territorios en los que se está luchando.
Y sobre todo, la sensación creciente de que estas pueden no ser las últimas a corto plazo. Permanece muy latente el conflicto entre China y Taiwán y en cualquier momento puede haber movimientos. ¿Es posible que se produzca un nuevo conflicto armado antes de que acabe el 2023? Pese a la cercanía de ese 31 de diciembre, lo es.
Las noticias más recientes hablan de varios cazas y buques de guerra chinos en las inmediaciones de Taiwán. Todo un mensaje en el que Pekín muestra que está muy presente y que es una amenaza constante para la isla. Además, en esta ocasión el momento puede ser el perfecto para los intereses de China.
Más de siete décadas de separación
Para conocer los antecedentes del conflicto, hay que viajar al pasado. Tras estar bajo control chino durante varios siglos, la guerra civil en el gigante asiático entre las fuerzas nacionalistas del gobierno de Chiang Kai-shek y las comunistas de Mao Zedong cambió el curso del archipiélago.
Los comunistas vencieron en 1949 y los derrotados se refugiaron en Taiwán, proclamando la República de China en ese territorio y defendiendo ser el gobierno legítimo. A lo largo de los años, se fue dando un proceso de democratización en la isla. Aunque en un primer momento, muchas naciones occidentales reconocieron esa República China en el exilio, lo cierto es que en 1971 Naciones Unidas cambió su reconocimiento diplomático a Pekín.
Hoy en día, apenas 15 naciones reconocen a Taiwán, mientras que para la gran mayoría reina una gran equidistancia, donde Taiwán se mantiene como una especie de Estado independiente, pero con un estatus legal poco claro.
China aboga por la reunificación bajo el sistema de un país, dos sistemas bajo el cual Taiwán podría ejercer una autonomía significativa, pero las autoridades taiwanesas apuestan por la independencia. Un escenario que abre la puerta a una posible anexión por parte de Pekín.
Y precisamente este riesgo está muy presente ahora mismo. ¿Por qué? Porque el momento es ideal para China. A nivel global, con las guerras de Ucrania y de Gaza, no habría tanto foco sobre este conflicto en concreto y la atención se repartiría entre los tres.
También se pondría a Estados Unidos y a la Unión Europea en un dilema complicado sobre a quién destinar los recursos y la asistencia: ¿Ucrania? ¿Israel? ¿Taiwán? Teniendo en cuenta que Ucrania está a las puertas de Europa y que Israel es un aliado fundamental, parece claro que Taiwán quedaría en un segundo plano.
Hay otro factor importante y no es otro que la debilidad actual estadounidense. Con Biden al mando, el país transmite una imagen de poca fortaleza en el contexto internacional. En este sentido, de un hipotético gobierno de Trump en 2024 se esperaría una respuesta más contundente que pudiera servir de freno a Pekín.
Y aunque Estados Unidos ya ha asegurado en varias ocasiones que apoyaría a Taiwán con armamento, lo cierto es que no es probable una implicación excesiva. De hecho, hay un gran desnivel entre ambos ejércitos. Mientras que China supera los 2 millones de fuerzas activas, la isla solo tiene 169.000, por lo que no ofrecería una gran resistencia.
Aunque el momento pueda ser idóneo, eso no significa que una posible invasión de China vaya a ser inminente. El país ha destacado siempre por su pragmatismo y empezar una guerra es algo que se debe pensar muy bien. El ejemplo claro es el de Rusia, que contaba con un rápido triunfo y más de un año y medio después sigue en Ucrania, en medio de un conflicto que se ha estancado. China y Taiwán pueden ser los protagonistas del próximo.