Costa Rica: no podemos votar por nuestros enemigos

En medio de la gran lucha que estamos preparando desde los sectores populares contra el Tratado de Libre Comercio (TLC) con los Estados Unidos, no hay que perder de vista que los empresarios y los políticos de este régimen cada vez más corrupto de ”democracia burguesa”, enfilan sus baterías para sacar el máximo provecho de las elecciones a realizarse el primer domingo de febrero del 2.006. Los Oscar Arias, Ricardo Toledo, Otto Guevara, Otton Solís, Alvarez Desanti, aparentan y tienen algunas posiciones distintas, pero todos son en realidad de “la misma pelota”, representan distintas variaciones de lo mismo, representan distintas alternativas burguesas.

Oscar Arias, rodeado de la oligarquía más rancia, está empeñado en sacar la mayor tajada, Otto Guevara “modera” un poco su discurso, pero no hay duda que representa a la extrema derecha, Toledo y Alvarez Desanti son en realidad del mismo equipo a favor del TLC. Otton Solís se disfraza de “anti-neoliberal”, pero en la realidad al proponer remendar algo que no tiene remiendo como es el TLC, demuestra que es cómplice al fin del mismo modelo de explotación, y sus poses de oposición no van más allá de las palabras, como lo ha demostrado el papel que a jugado el PAC en torno al nefasto Pacto Fiscal. Todos se maquillan, pero como dice el refrán popular: “son el mismo mono con distinto rabo”

Por otro lado están los nostálgicos del pasado socialdemócrata, que buscan potabilizar una alternativa de centro-izquierda, reformista, que no enfrenta con claridad al sistema capitalista, sino que busca quedar entre “camagua y elote”, poner algunos parches, pero no atacar la raíz de los males que aquejan a nuestro pueblo.

Izquierda Unida, pese a sus modestos recursos, levanta con firmeza en estas elecciones la bandera roja de las transformaciones profundas y revolucionarias. Izquierda Unida habla sin tapujos a los trabajadores y el pueblo, indicando que no hay solución de fondo a nuestros problemas sino tomamos el camino de la acción directa en las calles. Izquierda Unida no alimenta falsas ilusiones en esta “democracia para ricos”, pero batalla en estas elecciones por llevar a la Asamblea Legislativa y a las municipalidades a representantes auténticos e insobornables del movimiento obrero, popular y estudiantil que luchan cotidianamente contra las injusticias y por los derechos del pueblo. Izquierda Unida tiene un programa consecuentemente anticapitalista y antiimperialista: educa y pregona con claridad que los grandes desafíos y necesidades que se acrecientan para el pueblo, solo tienen solución de fondo con un Gobierno Obrero Campesino y Popular, que rompa con la sujeción al imperialismo yanki y empiece a socializar y distribuir las riquezas que hoy y cada vez más se concentran en manos de los grandes capitalistas y terratenientes.

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