El eterno mayo de Roque
Por Elio Henríquez
La anécdota de un viejo camarada de Roque
SAN CRISTÓBAL DE LAS CASAS, MX – Al poeta salvadoreño Ricardo Bogrand no le cabe la menor duda de que si Roque Dalton viviera, “andaríamos locos, abrazándonos y celebrando, con unos tragos,” el reciente triunfo de la izquierda en las elecciones presidenciales del país.
Compañero de Dalton en la llamada “Generación Comprometida” y en el Partido Comunista Salvadoreño, Bogrand asegura que el triunfo del Frente Farabundo Martí para la Liberación (FMLN), es resultado de la lucha que durante casi un siglo emprendieron en distintas etapas miles de salvadoreños, incluyendo a los que fueron masacrados en 1932.
“La lucha contra la dictadura militar en El Salvador se inicia en 1932 con el alzamiento popular de campesinos y después se liga con el movimiento de 1944 para tumbar la dictadura de Hernández Martínez”, afirma y agrega: “Es una misma línea de continuidad desde 1932 hasta el 2009. Nos ha llevado casi un siglo para llegar al poder. Así ha sido de tremenda, de dolorosa la lucha de nuestro pueblo”.
Sostiene que ahora que la izquierda ha ganado la presidencia de la República debería de abrirse una investigación amplia para castigar a los asesinos materiales e intelectuales de Roque Dalton y que el crimen no quede impune. “Ese famoso perdón y olvido (no sólo en el caso de Dalton) es una bofetada para el pueblo salvadoreño”, manifiesta.
Roque, agrega, “no merecía morir como murió. En todo caso, si tenía que morir, pues tenía que morir con las armas en la mano y disparando, no asesinado y sedado, porque primero lo sedaron y después lo ametrallaron y fueron a tirar el cadáver a un lugar X, y no se sabe dónde están sus restos”.
Ricardo Bogrand es el seudónimo con que desde joven firma su obra poética, José Antonio Aparicio, quien nació en 1930 en San Pedro Arenales, Chinameca, departamento de San Miguel. Ha publicado “Perfil de la Raíz” (1956), “De mar a mar”, “Alianza de mis manos”, “María del Carmen”, entre muchos otros poemas. Desde hace cinco años es catedrático de tiempo completo en la Universidad Intercultural de Chiapas, México, con sede en San Cristóbal de Las Casas.
Como integrante de la “Generación Comprometida”, fue compañero y amigo de Roque, a quien considera uno de los mejores poetas salvadoreños de la segunda mitad del siglo pasado.
Ricardo Bogrand, o José Antonio Aparicio, aceptó ser entrevistado a propósito del 34 aniversario del “cobarde asesinato” del autor de “Pobrecito poeta que era yo” —-quien este 14 de mayo cumpliría 74 años de edad—, y del triunfo de la izquierda salvadoreña en las elecciones presidenciales.
Saboreando una humeante taza de café en una de las casonas antiguas de esta colonial ciudad fundada en 1528, el poeta, naturalizado mexicano y quien desde hace casi medio siglo llegó como exiliado a tierras aztecas, se llena de recuerdos, de nostalgia.
Con el pelo blanco a sus 78 años de edad, recuerda cómo conoció a Roque. Se remonta a 1954 cuando la Asociación General de Estudiantes de El Salvador (AGEUS) había convocado a un mitin en lo que era el predio universitario, donde había estado la antigua universidad de madera que mandó a incendiar el entonces mayor José Alberto Medrano, jefe de investigaciones de la Policía Nacional.
Allí, donde los estudiantes organizaban los mítines, una tarde de aquel año se encontró con Roque y se conocieron. “El se acercó y me dijo: ‘¿usted es Ricardo Bogrand?’. ‘Sí, le dije, en qué puedo servirle’. ‘Mire, leí el poema que publicó usted el sábado en el diario Latino, me gustó y me interesó mucho’. Ahí empezamos la relación y la amistad”. Aquel poema era “A flor de tierra”.
Un año después, cuenta, él fue a trabajar como maestro a la Escuela Normal “Alberto Masferrer”, a donde llegaba Roque a platicar con él. Ahí, relata, “surgió la idea de organizar el Círculo Literario Universitario, y para ello Dalton ya había hablado con Otto René Castillo, también del mismo grupo y exiliado guatemalteco; con Manlio Argueta, que estudiaba en la facultad de derecho junto con Roque, con Jorge Díaz Gómez, y otros compañeros”.
Fue así como, en 1956, se fundó el Círculo Literario Universitario, “pero antes, todo el grupo que formaba parte del Cenáculo de Iniciación Literaria había saltado ya a las páginas de los periódicos locales: el Diario de Hoy, la Prensa Gráfica y el diario Latino. Cuando estaba yo en primer año de derecho Roque y Manlio estaban en tercero, y Schafik Handal en quinto. Este grupo fue la izquierda universitaria que después tendría relevancia en las luchas universitarias y a nivel nacional luchando contra la dictadura militar y finalmente en la guerra civil”.
Comenta que después de algunos años, él y Dalton, ambos en el exilio, se encontraron de nuevo en México. Durante una noche de parranda, recuerda, “me dijo Roque: ‘mire, poeta, usted tiene un libro que se llama “El rostro en la ventana”, ¿por qué no me regala ese título?’. ‘No, porque es el título de mi libro que voy a publicar’. ‘Es que yo voy a publicar un libro y ese título me gusta; usted es muy bueno para encontrar títulos para libros’. Me tocó la parte sensible y le dije que lo tomara”. Finalmente Dalton tituló ese libro como “La ventana en el rostro”.
Recuerda que la “Generación Comprometida”, se integró por un primer grupo de nueve poetas, de la promoción de 1950. “Empecemos por las mujeres: Irma Lanzas, Mercedes Durán, Mauricio de la Selva, Italo López Vallecillos, Orlando Frecedo, Eugenio Martínez Orantes, Alvaro Menéndez Leal, Waldo Chávez Velado y su servidor. Para 1956 se incorporan Roque, que era menor que nosotros, Manlio Arguete y Roberto Armijo. Éramos doce los que formamos la “Generación Comprometida”, que correspondería, con ciertas diferencias y distancias que hay que reconocer, a la generación de medio siglo de México”.
De este grupo eran sus amigos cercanos Roque, Menéndez Leal, Italo López Vallecillos y Orlando Precedo, “el mejor poeta de todos, que murió muy joven, porque se hizo alcohólico”.
Ricardo Bogrand se detiene y hace una necesaria aclaración: “Qué bueno que tocamos el tema porque cuando se habla de la “Generación Comprometida” se cree que todos teníamos el mismo compromiso pero no es cierto. Lo de ‘comprometido’ lo entendíamos nosotros con el pueblo y los trabajadores, los campesinos. Que nuestra poesía, lo que escribíamos, fuera para ayudar a la liberación del pueblo; no podemos decir que, por ejemplo, Waldo Chávez Velasco, Eugenio Martínez Orantes, Irma Lanzas por mencionar tres, tuvieran un compromiso; ellos lo tenían pero con el sector oficial”.
Sostiene que él no ha claudicado y que morirá en la izquierda, pues no piensa cambiar. Dice que del grupo quedan con vida Irma Lanzas, Mauricio de la Selva y él. “Han muerto seis y del otro grupo queda Manlio, pero en su caso tampoco podemos hablar de un compromiso, porque no sé cómo llamarle a una persona que se va a leerle versos a los cadetes”.
¿Qué opina usted de Roque como poeta?
Era muy buen poeta. Tuvo una evolución estupenda. No son sólo aquellos poemas de corte romántico como cuando empezamos en El Salvador sino que su estancia sobre todo en Cuba le ayudó mucho a desarrollarse y evolucionar como poeta. Esa estancia en Cuba también le sirvió para relacionarse con los poetas y escritores latinoamericanos, como Julio Cortazar, Mario Benedeti, que le tenía mucho aprecio a Roque, y poetas cubanos, como Roberto Fernández Retamar; todo esto le sirve y se da a conocer ya más a nivel latinoamericano. Era un buen poeta, aunque hay unos poemas que no tienen la misma calidad que otros, pero eso es natural en la poesía, no todos los hijos salen bonitos.
¿Cómo cree usted que sería ahora Roque?
Sería un anciano como su servidor pero con entusiasmo y muchos deseos de vivir. Roque era muy vital, con muchos deseos de vivir, y muy buen amigo, nada de dobleces, derecho, recto. Así lo recuerdo.
¿Cómo se vivió el proceso de la muerte de Roque?
Yo estaba en México porque tuve que salir al exilio de nuevo en 1972. Trabajaba como profesor de tiempo completo en la Universidad de El Salvador en el departamento de letras de la facultad de ciencias y humanidades. El ejército y la policía asaltaron la universidad e hicieron una redada. Yo me salvé porque andaba en trabajo de campo haciendo una investigación en el área nahuatl de El Salvador junto con una compañera antropóloga francesa; estaba ese día en Armenia y hasta en la tarde que regresé a San Salvador me di cuenta de lo que había pasado. Meses después regresé a México como exilado de nuevo hasta 1992 cuando ya se habían firmado los acuerdos de paz.
¿En México cómo se vivió la noticia del crimen?
Se nos hizo llegar copia de la famosa denuncia –un boletín del EPR (Ejército Revolucionario del Pueblo)—- del por qué un grupo no podemos hablar de toda la organización-, lo mató. Para nosotros la acusación era una mentira. No se podía creer y hubo protestas, cundió en la conciencia de la gente revolucionaria y de izquierda mexicana este crimen imperdonable.
Roque Dalton, subraya Bogrand, “era un hombre revolucionario y es una estupidez lo que dijeron acerca de que era agente de la CIA y que por eso lo habían matado. Lo que menos se podía pensar es que fuera eso porque no lo era, era un hombre honesto, a carta cabal. Eso era Roque. Un poco loco como éramos todos los de aquella época que andábamos en la revolución y al mismo tiempo en la parranda pero esa era nuestra manera de ser y teníamos que desahogarnos de alguna forma”.
¿Usted cree que alguien tendría que ser castigado por ese crimen?
Yo pienso que sí. ¿Por qué no? Hoy que por fin el FMLN llega al poder ojala todas estas cosas se remuevan. No puedo adelantar nada porque no lo sé pero ese famoso perdón y olvido es una bofetada para el pueblo salvadoreño. No deben de quedar impunes todas estas muertes. Roque no merecía morir como murió. En todo caso si había que morir pues había que morir con las armas en la mano y disparando no asesinado y sedado, porque primero lo sedaron y después lo ametrallaron y fueron a tirar el cadáver aun lugar X. No se sabe dónde están sus restos. Y no obstante que sus hijos reclaman el castigo para los asesinos, todo sigue igual. Debe de castigarse a los responsables materiales e intelectuales de ese crimen.
Joaquín Villalobos dijo que fue uno de los grandes errores de la guerrilla
Sí, pero eso no se justifica de ninguna manera.
Roque decía que había que ganar el poder con al lucha revolucionaria. ¿El triunfo del FMLN en este 2009 es producto de esa lucha?
No lo podemos desligar. La lucha contra la dictadura militar en El Salvador se inicia en 1932 con el alzamiento popular de campesinos entre ellos muchos indígenas de Sonsonate y Ahuachapán. Después se liga con el movimiento de 1944 para tumbar la dictadura de Hernández Martínez, y a raíz de eso se instaura la dictadura militar. Con los acuerdos de paz los militares van a sus cuarteles, se suprimen los cuerpos de seguridad y aunque hay una Policía Nacional Civil que tiene algunos vicios, esto probablemente sea objeto de un proceso de remodelación con el gobierno (que a partir del primero de junio encabezará Mauricio Funes). La lucha ya sea civil, electoral o armada forma parte toda del mismo fenómeno y hasta ahorita es que el FMLN ha ganado las elecciones y llega al poder, pero es una misma línea de continuidad desde 1932 hasta el 2009.
Usted que lo conoció, ¿cree que Roque estaría contento por este triunfo de la izquierda?
Si Roque viviera –a Bogrand se le quiebra la voz, se le humedecen los ojos en medio de los recuerdos y la nostalgia—, andaríamos locos, abrazándonos y celebrando todo esto. Es lo más seguro, porque yo lo conocía. Y andaríamos echándonos los tragos, aunque yo ahora ya no bebo.