El FMLN tiene 3 ases en la mano
El problema de ese modelo y de esa política es que solo favorecen a una pequeña élite económica, y solo golpean a los sectores medios y pobres.
06 DE JUNIO DE 2017 23:32 | por Geovani Galeas
Es verdad que el FMLN está muy lejos de su mejor momento, pero aun así tiene en su mano al menos tres cartas que pueden definir a su favor las dos próximas contiendas electorales. Para explicar esta afirmación es necesario considerar el contexto en que se despliega la actual coyuntura política.
En sus ocho años de gobierno, el FMLN ha fortalecido considerablemente el rol subsidiario del Estado, mediante una serie de programas sociales que benefician de manera directa a la población. Sin embargo, al mismo tiempo, no ha podido cambiar en lo sustantivo el modelo económico y la política fiscal que ARENA impuso al país desde 1989.
El problema de ese modelo y de esa política es que solo favorecen a una pequeña élite económica, y solo golpean a los sectores medios y pobres. Por un lado la famosa y evidentemente fallida teoría del rebalse (concentrar arriba la riqueza para que luego derrame beneficios hacia abajo); y por el otro lado una estructura tributaria regresiva, en la que el que tiene más paga menos y el que tiene menos paga más.
He dicho que el FMLN no ha podido cambiar eso, no que no ha querido cambiarlo, y ese desajuste se debe a que la política real no es el espacio de lo deseable sino de lo posible. En ese plano las buenas intenciones son irrelevantes frente al problema concreto de la correlación de fuerzas. Es decir que un programa de cambio político, en sentido progresista, como el ofertado por el FMLN,solo es viable si se cuenta con el respaldo de una clara mayoría social convertida en mayoría política que, a su vez, se traduzca en una aritmética legislativa favorable.
Y este no ha sido el caso
Las dos administraciones de izquierda han estado en minoría legislativa respecto a la derecha en su conjunto. Por lo tanto, para lograr algún margen siquiera precario de gobernabilidad se han visto obligadas a pactar con parte de esa derecha, y ya se sabe que sin concesiones no hay pacto posible. A esto hay que agregar el agravante de que ahora la llave de la mayoría calificada está en manos de ARENA, cuya única estrategia es el bloqueo de las iniciativas gubernamentales más decisivas.
En todo caso, y por un efecto de acumulación, es esta concreta correlación de fuerza lo que ha determinado que el FMLN aparezca ante la ciudadanía no como el dinamizador del cambio progresista, sino como el simple administrador de una crisis heredada por los gobiernos areneros.
El factor clave de esta circunstancia es el siguiente: ¿quién debe pagar el costo de la crisis? De la respuesta que se le dé a esta interrogante dependerá el desenlace de la actual coyuntura política. Y solo hay dos alternativas: seguir castigando a los sectores medios y pobres por la vía recorte de inversión social y del aumento de los impuestos regresivos, o corregir en sentido progresista las distorsiones estructurales de un modelo económico y de una política fiscal resultantes del proyecto neoliberal.
Si el FMLN no cede en lo primero, y al mismo tiempo da la batalla abierta y transparente por lo segundo, colocará de su lado a la mayoría social al asumir de modo claro la representación de sus intereses. Y si eso fuera así, como se afirma al principio de esta columna, las tres cartas ganadoras que el FMLN tiene en su mano podrían definir efectivamente a su favor las próximas contiendas electorales. Esos tres ases son los siguientes:
Uno. ARENA es un partido disperso dominado por sus dueños, y administrado por los delegados corporativos de esos mismos financistas. En consecuencia, el programa político de ARENA es inviable, por cuanto solo representa los intereses minoritarios y elitistas del gran capital. No es casual que los dos precandidatos presidenciales que ya se perfilan en ese partido, sean al mismo tiempo sus mayores financistas.
Dos. Aunque divorciado coyunturalmente de una parte considerable del movimiento social, el FMLN mantiene intactas la disciplina y la cohesión de su aparato partidario. La autoridad de su jefatura política no está en cuestión. Por otra parte, su programa político está ligado históricamente a los intereses de la mayoría popular y, por lo tanto, puede muy bien restaurar la relación con esa parte desafecta del movimiento social, bajo el sabio principio de que todo problema político tiene una solución política.
Tres. El FMLN tiene entre sus filas al líder político de relevo con más respaldo social y proyección política según lo demuestran de manera reiterada las encuestas sin ninguna excepción: Nayib Bukele. Ya lo hemos dicho, en términos de lenguaje popular esto equivale a que un equipo de futbol tenga en su plantilla a Leo Messi en las vísperas de una final.
La combinación estratégica de estos tres factores, en el contexto general antes descrito, supone sin duda una sinergia extraordinaria. Pero, claro está, en toda partida el éxito depende de la manera en que cada jugador administre las cartas que tiene en su mano.