Los resultados de las elecciones del 4 de febrero y el 3 de marzo dejaron al FMLN fuera de la Asamblea Legislativa y sin ninguna alcaldía para gobernar para el periodo 2024-2027. Los dirigentes del partido interpretan los resultados como la oportunidad para un nuevo comienzo, pero la realidad es que, luego de 30 años con representación en el palacio legislativo y en las municipalidades, ahora el histórico partido de izquierda perdió el poco poder que le quedaba. Las migajas de poder con las que se quedó, en el Parlacen y concejos municipales plurales, son irrelevantes. Estos son los datos.
l excandidato presidencial del FMLN, Manuel “Chino” Flores, cerró la noche del pasado 4 de febrero en la sede de su partido con un suspiro de alivio: “Siento una alegría en mi corazón porque no desaparecimos; dijeron que nos iban a desaparecer, pero aquí estamos, vivos, porque así lo quisieron miles de votantes que creyeron en nosotros”. Con un tono triunfalista, pregonó que esa fecha pasaría a la historia como “el día de la resurrección” y el “resurgimiento” del FMLN. Sin embargo, los fríos datos electorales cuentan una historia diferente de aquella noche, una en la que su partido cosechó la menor cantidad de votos desde que participa en las elecciones presidenciales. En lugar de “resurgir”, los números sugieren que el partido se hundió más de lo que ya estaba. Aunque los votos le alcanzan para seguir vivo, la realidad es que está a punto de ahogarse.
La caída en picada del FMLN comenzó hace cinco años. En el ocaso de su segundo periodo presidencial, el partido perdió un millón de los votos que había obtenido (1.3 millones) cuando ganó la elección presidencial de 2014. Para las elecciones de 2019, cuando Nayib Bukele les arrebató la Presidencia de la República, el FMLN solo alcanzó el 14.40 % del total de los votos. La situación se agravó aún más en las pasadas elecciones del 4 de febrero, cuando apenas logró un 6.40 % de los votos.
En toda su historia, desde que el FMLN se transformó de guerrilla en partido político, este ha sido su peor año. Ni siquiera en 1994, cuando participó por primera vez en unas elecciones presidenciales, el partido de izquierda tuvo resultados tan bajos. En ese año logró 330,892 votos, mientras que en este se quedó con 204,167.
Pero eso no es todo. Quince días después del 4 de febrero, el partido confirmó que por primera vez, desde que participa en elecciones legislativas, se quedó fuera de la Asamblea, sin ningún diputado. Este desenlace se fue dando de manera progresiva desde 2018, cuando el partido tuvo su primer revés relacionado al número de escaños en la Asamblea: de los 31 diputados que ganaron en 2015, se quedaron con 23 en 2018. Tres años después, los resultados fueron aún peores y solo obtuvieron cuatro diputaciones. El FMLN seguía hundiéndose.
Aunque es cierto que los 195,920 votos que obtuvo no le alcanzaron para colocar al menos un diputado, es necesario explicar que los cambios en las reglas electorales que impuso el oficialismo afectaron al único partido de izquierda. Parte de esas reglas modificadas fue el cambio de fórmula electoral que se utiliza para repartir los escaños y el voto del exterior que fue agregado al departamento de San Salvador. Ambos cambios lograron que el FMLN quedara sin posibilidades de ganar una diputación.
Por si fuera poco, un mes después, el partido también se quedó sin ninguna alcaldía en todo el país. A manera de consuelo del cual aferrarse, el secretario general del FMLN, Óscar Ortiz, dijo al día siguiente de las elecciones que tendrán representación en los 14 departamentos gracias a los candidatos que lograron un puesto en los concejos plurales.
En estos comicios también hubo cambios a favor del oficialismo que afectaron al Frente, como la reducción inconsulta y exprés de 262 municipios a 44. Sin esta modificación, y tomando en cuenta los datos del Tribunal Supremo Electoral aún con 1,860 actas sin procesar, el FMLN habría ganado 19 alcaldías en estas elecciones de 2024, que igualmente representaría una pérdida de 11 comunas con respecto a las 30 que ganó en 2021.
Esta práctica de redibujar las circunscripciones electorales para diluir el voto de los adversarios políticos se le conoce como “Gerrymandering” y es habitual en Estados Unidos. Es una medida que favorece a los partidos mayoritarios, porque se potencia la cantidad de votos que reciben. De manera que si los partidos opositores ganan en un distrito, esa cantidad de votos no será suficiente para superar al partido mayoritario en el resto de la circunscripción.
FMLN consiguió migajas de poder en el Parlacen, pero es irrelevante
En la única elección que el partido se quedó con algo fue en la de diputados para el Parlamento Centroamericano (Parlacen), aunque en realidad esta institución es irrelevante para incidir políticamente. Según proyecciones, con el 77.98 % de las actas procesadas hasta el momento de esta nota, el partido lograría dos escaños —uno más que en el periodo actual— y serían ocupados por la exdiputada de la Asamblea Legislativa, Rina Araujo, y la exdiputada del Parlacen, Mirtala López.
Ese pequeño “triunfo” también fue destacado por Óscar Ortiz, aunque no lo suficiente como para evitar decir que es necesaria la “renovación completa del partido” y que “la izquierda se debe repensar para conectar con el pueblo salvadoreño”. Aunque hablar de renovación no es algo nuevo para el Frente. En los últimos tres años, Ortiz dijo en diversas ocasiones que estaban en proceso de renovación y que querían apostarle a liderazgos jóvenes dentro del partido. Ahora, el discurso se vuelve a repetir, con la diferencia de que el partido está en una peor posición.
Visto así, desde los números fríos y tomando en cuenta que el oficialismo hizo trampa para expulsarlo de la Asamblea y quitarle las alcaldías, el FMLN ha tocado fondo. En vez de resurgir, se hundió más.