El gran dilema de quienes controlan el FMLN. Wilfredo Zepeda. CRS del FMLN. Diciembre de 2022

El FMLN lleva más de tres años cargando una contradicción entre el sentimiento antigobierno de su militancia y el comportamiento progobierno del grupo que controla el partido.

Es normal que la militancia del Frente rechace a un Gobierno como este, que persigue a dirigentes y ex funcionarios del partido, ataca al movimiento popular, viola los derechos humanos y el marco legal, miente sobre las causas de la guerra (que atribuye a un pacto entre la guerrilla y la oligarquía para matar al pueblo), denigra los Acuerdos de Paz, roba y tiene la economía estancada, entre otras cosas.

Toda persona de izquierda y progresista de verdad, no de pose, siente aversión por este régimen, uno de los peores de la historia del país. Pero resulta que el grupo que comanda el FMLN ve las cosas de otro modo, hasta el punto de que su jefe, el señor Ramiro, elogió recientemente el Estado de Excepción, el cual ha generado decenas de muertes, miles de detenciones arbitrarias e infinidad de atropellos, mientras el Gobierno protege a los cabecillas de las pandillas, les da empleo a muchos de ellos y les otorga otras prebendas a cambio de que reduzcan los asesinatos.

Hay que recordar que el grupo que manda en el FMLN dijo, en el documento “Análisis del momento actual y líneas estratégicas para el período 2019-2024”, que “el “presidente Bukele está estrechamente vinculado y coincide con el enemigo estratégico en el propósito de destruir al FMLN como opción revolucionaria” y que “el FMLN desarrollará una estrategia para evitar que se consolide esa alianza”. ¿Cuál alianza? La de Bukele con los enemigos estratégicos, el imperialismo y la oligarquía. O sea, que hay que atraer a Bukele.

La mayoría de militantes no conoce ese documento, pero percibe la pasividad de quienes dirigen el partido, que no opinan sobre los problemas nacionales, no enfrentan al gobierno, siguen lamentando la expulsión de Bukele del FMLN y le dedican buena parte de su tiempo a atacar al grupo que lo expulsó. Hay una especie de angustia en la militancia del FMLN, que no ve a su dirección a la altura de las circunstancias, sino coqueteando con el régimen.

Para calmar las inquietudes de la militancia, y sobre todo para cohesionar a la base que le apoya, el grupo dirigente hace tres cosas: dice que el enemigo principal solo está integrado por la oligarquía y el imperialismo, o sea, excluye al gobierno de ese bloque; difama a la corriente revolucionaria del partido; y calumnia al movimiento popular, al que acusa de recibir dinero de la embajada de Estados Unidos, exactamente lo mismo que dice Bukele.

La calificación del enemigo principal, donde el clan Bukele no aparece, es muy curiosa. Cuando en la izquierda (y en la derecha) se habla del enemigo principal o inmediato, se hace referencia al bloque de fuerzas que hay que vencer para avanzar hacia el poder o para tomarlo.

Durante la guerra, cuando el PDC gobernaba, el FMLN tenía claro que el enemigo principal era el bando integrado por la Fuerza Armada (FAES), el gobierno de Duarte y el imperialismo como sostén de los otros dos. Si el FMLN hubiera ganado la guerra en esos años, su victoria hubiera sido, al mismo tiempo, contra la FAES, el gobierno de Duarte y el imperialismo. Y una vez en el poder, se enfrentaría de nuevo al imperialismo y también a la oligarquía, pues ambos conforman el enemigo estratégico, es decir, el obstáculo a vencer para aplicar el programa de transformación.

Pero una vez ARENA llegó al Ejecutivo, sacó al PDC del lugar que ocupaba como enemigo principal y le dio entrada a la oligarquía, que a su vez era (y siempre es) parte del enemigo estratégico. Si el FMLN tomaba el poder durante la ofensiva de 1989, hubiese derrotado, al mismo tiempo, a la FAES, al gobierno de Cristiani y al imperialismo. Y luego se enfrentaría de nuevo al imperialismo y a la oligarquía para defender al gobierno revolucionario y aplicar su programa.

¿Y cómo está la cosa hoy? ¿El clan Bukele es o no es parte del  enemigo principal? Por supuesto que lo es, pues controla el Estado y golpea al FMLN, al movimiento popular y a las fuerzas progresistas. Pero lo hace con el apoyo de un sector de la oligarquía y el respaldo del imperialismo.

El gobierno de Bukele tiene el apoyo público de Roberto Kriete, de los Meza, los Regalado, los Dueñas, los Calleja y otros oligarcas que respaldan sus acciones (incluyendo las ilegales), al tiempo que se lucran de las compras públicas, la privatización del agua y los permisos ambientales para sus proyectos. La oligarquía mantiene en silencio a sus gremios (ANEP, ASI, CAMAGRO y otros) y está complacida con el daño ocasionado por el clan Bukele al FMLN, el enemigo al que ella y el imperialismo no pudieron derrotar en la guerra y la postguerra.

El clan gobernante también tiene el apoyo del gobierno de Estados Unidos, que le pide guardar las apariencias democráticas mientras le agradece sus ataques al FMLN, a las fuerzas progresistas y al movimiento popular, así como la ruptura de relaciones diplomáticas con Venezuela y la República Saharaui Democrática. El gobierno de Estados Unidos le ayuda con los préstamos del BID y a hurtadillas le dona aeronaves militares, entre otras cosas. 

Es claro que el imperialismo solo adversa a las fuerzas de izquierda y progresistas. Y Bukele no dirige un proyecto de esa naturaleza, sino de derecha. Nadie lo ha visto en foros de grupos de izquierda, ni celebrando los triunfos electorales de la izquierda ni coincidiendo con los gobiernos revolucionarios y progresistas de América Latina. 

De manera que, para la izquierda verdadera, el enemigo a vencer es el agrupamiento integrado por el clan Bukele, el sector de la oligarquía que lo apoya y el imperialismo norteamericano. A ese agrupamiento hay que enfrentarlo en las luchas de calle y en las elecciones de 2024 y más allá. El sector oligarca no bukelista, que sigue en ARENA o anda en otros pasos, no será parte del Frente Amplio opositor que enfrentará al régimen. Es enemigo secundario, pero enemigo, no amigo.

¿Podrán los que controlan el FMLN convencer a la militancia de que el clan gobernante no es parte del enemigo principal? Tal vez la gente más fanatizada acepte esa versión. Y es justamente a esas personas que el jefe del grupo les dice que la oligarquía y el imperialismo masacraron en el pasado y atacaron a Alba Petróleo, como si la militancia no lo supiera. Pero ese esfuerzo por “sensibilizar” únicamente contra esos enemigos es cuesta arriba, pues la militancia también sabe que el régimen de los Bukele reprime al pueblo, roba y difama con el respaldo de los principales oligarcas y del imperialismo. Por lo tanto, en la fórmula de Ramiro sobre el enemigo principal hay un cabo suelto que genera angustia en la militancia del partido.

Sobre la difamación a la corriente revolucionaria del FMLN, la que expulsó a Bukele del partido y a la que acusan de querer una alianza con ARENA, la vida aclarará esa calumnia. Además, la militancia sabe que dicha corriente es la que enfrenta al régimen. Por lo tanto, esa maniobra morirá por falta de oxígeno.

Sobre los ataques al movimiento popular que lucha contra el gobierno, la maniobra del jefe del FMLN y sus operadores políticos es muy precaria, pues la militancia ve a ese movimiento luchando contra el régimen y vinculado a la izquierda continental.

Para justificar su aislamiento, el grupo que dirige al FMLN dice que el partido tiene 500,000 votos. Pero esa cifra es falsa, pues es la suma de los votos de las elecciones presidenciales y los votos de las legislativas y municipales, como si quienes votaron en ambas elecciones fueran diferentes.

Ese grupo también anda diciendo que no hará alianza con ningún partido de derecha, incluidos los que no están en el bando del enemigo principal. Olvidan las alianzas del Partido Comunista de El Salvador con los demócratacristianos y los socialdemócratas en los años setenta, entre muchas experiencias históricas de alianzas estratégicas y tácticas en el país y en el mundo.

Decir que un grupo de izquierda solo debe aliarse con otro similar es negar toda la experiencia del FMLN y de la izquierda mundial. Y es hipocresía celebrar las victorias pasadas del FMLN y las victorias de la izquierda latinoamericana (pasadas y presentes), que se sustentan en alianzas con sectores que no son de izquierda pero que coinciden en la lucha contra el enemigo principal.

Sobre el tema de las alianzas, Lenin afirmó que «…uno de los errores más graves de los comunistas, es la idea de que una revolución puede ser hecha por los revolucionarios solos…Sin alianza con los no comunistas en las más diversas esferas de la actividad, no puede hablarse siquiera de una exitosa construcción comunista…” («La significación del materialismo militante.») También dijo que no se puede “ignorar que toda la historia del bolchevismo, tanto antes como después de la revolución de octubre, está llena de casos de táctica de maniobras, de conciliación y de compromisos con otros partidos, incluidos los partidos burgueses. “El izquierdismo enfermedad infantil del comunismo.”). ¿Se estudia a Lenin en la escuela del FMLN?

Las poses de “pureza” que asume el grupo que controla el FMLN solo demuestran su decisión de no enfrentar al régimen. Pero el autoengaño y el aislamiento son peligrosos en política. ¿Será que ese grupo tiene baja autoestima y cree que si habla con un derechista se hace de derecha? ¿Será que desea que el partido termine consumido? ¿O será que quiere contribuir a la victoria de Bukele? 

Vociferar contra la oligarquía y el imperialismo, al margen de enfrentar al gobierno de Bukele, es propio de falsos izquierdistas, que dejan de lado el problema más candente: la reelección ilegal de Bukele y el posible afianzamiento de su gobierno dictatorial. Enfrentar ese peligro mediante una amplia alianza opositora es la tarea revolucionaria del momento. Lo demás es fraseología contra la oligarquía y el imperialismo, pero sin enfrentarse a su instrumento principal, el régimen de turno.

¿Qué pasará, entonces, en el FMLN? La convención de diciembre será crucial, pues si se aprueba que el FMLN solo hará alianza con un grupito social que responde a la dirección, irá solo a las elecciones de 2024 y el resultado ya se sabe cuál será. El 2.6% que le da la UCA equivale a menos de 100,000 votos, que, dispersos en el país, tal vez ni alcancen para tener presencia en la Asamblea Nacional.

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