SAN SALVADOR, 2 de mayo de 1013 (SIEP) “Me incorpore a las luchas populares a principios de los años sesenta del siglo pasado, escondido de mi familia, yo estaba estudiando en el INFRAMEN…” nos comparte Rolando Orellana, de 68 años, militante revolucionario salvadoreño.
“Mi familia es profundamente religiosa, católica. Son personas de origen campesino. Mi papá, José Orellana, del cantón San Bartolo de Ilopango, y mi mamá, María del cantón Conacaste de Nejapa. Una vez mi hermano menor Freddy me comentaba que nuestros padres tenían el mismo nombre que los padres de Jesús. Desde muy pequeño me inculcaron la fe religiosa. Íbamos los domingos a la misa de San Antonio en la Iglesia de Concepción…”
“Corría el año 1962 y en el INFRAMEN mi maestro de Historia y de Urbanidad, Moral y Cívica era el profesor Humberto Perla Flores y por esos día hubo una manifestación de estudiantes universitarios que llegó al Parque Libertad y él se fue a meter, y llegó la policía y los reprimió, y a él lo golpearon, tanto que el siguiente día que llegó al instituto iba golpeado y con dificultades para caminar, eso me impactó…”
“Me gustaba mucho su clase, me agradaba, nos hablaba de valores para conducir nuestras vidas, de conductas frente a las adversidades, de nuestras actitudes con los demás y por esto me atreví a preguntarle: ¿y qué le pasó? Y me contó lo que había pasado, había sido reprimido por los militares. Y esto me llamó mucho la atención…”
“Y comencé a interesarme por las conversaciones que trataban de política, había un compañero de apellido Cano que tenía una posición en contra de los militares y lo escuchaba con atención…también una amiga de la familia, Ana del Rosario Luna ¿la conoces? que trabajaba en el Ministerio de Trabajo, me prestó un libro, Escucha yanqui! Y me cautivó ese libro, trataba sobre la Revolución Cubana y la gesta de Fidel Castro.
Conocimos a Rosario porque una vez ofrecieron unas becas para estudiar en el Colegio Santa Cecilia y como no teníamos dinero para que siguiera estudiando, mi mamá fue a averiguar y ahí la conoció y se hicieron amigas, aunque al final no me dieron la beca, pero la amistad queda. Es más, al saber que no había quedado Rosario le dijo a mi mamá: no se preocupe, matricule a su hijo y yo le voy a ayudar. Y así fue.
Me matriculó mi mamá en la Sección de Educación Media de Ciudad Delgado, la directora era la mamá de Norma Guirola, y Rosario pagaba la mensualidad. Después como que mejoró la situación económica en la casa y me pasaron a un colegio privado, al Instituto Orantes, donde estudie el segundo año de secundaria, y obtuve notas excelentes.
El siguiente año me sometí al examen de admisión del INFRAMEN y logre quedar. Eran mis compañeros estudiantes con un buen nivel académico, manejaban bastante el algebra. Ingrese al tercer año de Plan Básico. Ese año 62, las platicas con Perla, el libro de Rosario, y las conversaciones con Oscar Cano me van despertando la curiosidad por la política, y me empujan a ingresar en un círculo de estudio, en el que Oscar, que por cierto el año siguiente muere ahogado en las playas del Majagual me propone formalmente ingresar a una organización juvenil, a la Vanguardia de la Juventud Salvadoreña, VJS, y acepto. Era una organización cerrada, clandestina, con grupos de cinco personas.
Me encuentro en la VJS con una nueva red de amistades algunas de las cuales todavía perduran. Estaban Corina y Guadalupe Carpio (hijas de Salvador Cayetano Carpio) Liudmila Ortega, Mati (novia de Juan Landaverde) Alfonso García (Chiquitín, desaparecido en 1968, compañero de Blanca Lidia), Rubén Silva (desaparecido), Ricardo (novio de Guadalupe Carpio), Mario Castro Rivas, Armando Herrera, Norma Guirola, Eduardo Olmedo, Dagoberto Sosa, Juan Landaverde, Esperanza García (esposa de Dagoberto Sosa). Y estaba ya de dirigente de la VJS, Mario Aguiñada.
Vivía en la Calle Modelo, cerca de la Iglesia de Candelaria, mientras que el Chiquitín García y su hermana vivían en el barrio San Jacinto, cerca del Cine Capitol. Por ahí vivía también Victoria Cortez y su hermano Orlando. Y Rafael Jiménez (Piluya). Y Guadalupe, que era la esposa de José Dimas Alas, ella era hija de un obrero sindicalista y estudiaba en el Instituto Francisco Morazán. Todos de la VJS y relacionados con el partido Comunista de El Salvador.
Las actividades de la VJS
Entre las actividades que realizábamos se encontraban las pegas, las pintas en las paredes contra la dictadura militar, la capacitación política. Me acuerdo que comenzaba a destacar como artista Marlon Brando así que cuando me tocó ponerme pseudónimo escogí Marlo. Te estoy hablando de los primeros meses del año 62.
En la VJS había la orientación política que debíamos de ser los mejores estudiantes, los mejores hijos, y periódicamente se realizaban sesiones de crítica y autocrítica para ir superando debilidades, y para ir forjándonos en una nueva mentalidad, superior, con una conciencia revolucionaria elevada. Estábamos bastante vinculados con el movimiento sindical, y apoyábamos sus acciones reivindicativas y huelgas, asimismo apoyábamos las luchas de la Universidad de El Salvador.
La coordinación de la VJS la llevaba el Chiquitín García. Y también estaban Rubén Silva, Armando Herrera, y Américo Duran (Pelo Pincho). Me sentía muy cercano al Chiquitín. Era un excelente dirigente, nos proyectaba amistad, confianza, determinación. El había estado en la escuela de Cuadros del Komsomol en Moscú. Y le gustaba teorizar, analizar la realidad.
Era el mayor de todos nosotros, de unos 25 años y creo que pertenecía al Partido con tareas en la VJS, como a veces pasaba. Era el mayor de todos los hermanos García… Otro amigo, Rubén Silva, desapareció, de repente ya no lo vimos, y no pudimos encontrarlo, desaparecido, era un joven trabajador, casado, con un gran temple, firmeza…
Me acuerdo de campañas que como VJS realizamos para exigir la libertad de los presos políticos. Había un estudiante de derecho de apellido Ramírez Guatemala, chino, de gruesos anteojos que era muy buen orador y me gustaba escucharlo en los mítines del Parque Libertad en los que participaban también los hermanos Carías Delgado, del PRAM.
Me acuerdo que los capturados eran dirigentes sindicales de la CGTS, entre estos Roberto Sánchez del Cid, Antonio Iglesias…y posteriormente me integraron al equipo de seguridad de estos oradores del PRAM. La tarea consistía en sacarlos del parque por el edificio de La Cafetalera, y ahí aguardar hasta que los llegaban a recoger en un vehículo y se iban. Era para nosotros un honor cumplir con esta tarea de seguridad. Y así nos íbamos forjando en la lucha popular contra la dictadura militar.
Ya para el 63 comencé a conocer acerca del Partido Comunista y me involucre con la Columna Juvenil del Frente Unido de Acción Revolucionaria, el FUAR, que eran los jóvenes de la VJS. Ahí fue que conocí a Blas Escamilla, que era de la Columna Obrera, y ambos estábamos en la Comisión de Propaganda. Blas tenía como fachada una panadería cerca del cementerio La Bermeja, y ahí guardábamos la propaganda, escondida entre los canastos y los hornos de pan francés. La propaganda era repartida por los Grupos de Acción Revolucionaria, los GAR.
Ahí fue que conocí a Schafik. Él era el responsable e impartía charlas clandestinas en una casa de seguridad que estaba ubicada en La Campiña, y a la que le cayó la policía. Uno ingresaba a la casa tapado, cubierto del rostro, para no ubicarla. También por esa época conocí a Salvador Cayetano Carpio, por la amistad con sus dos hijas, conversábamos con él en su casa. Ambos eran muy perseguidos.
Me acuerdo que una vez nos informaron que habían matado a Schafik y que el cadáver estaba en Apopa en la alcaldía y nos fuimos tristes a buscarlo, al llegar preguntamos si el cadáver era de alguien gordo y de apariencia turca y la respuesta fue negativa. Sentimos un gran alivio, una gran alegría. A Schafik lo buscaban, era un perseguido por sus ideas. Lo respetábamos mucho.
Me marcó entrar en contacto con la lucha política, me marcó profundamente y transformó mi vida…era un adolescente queriendo ser independiente, buscando rutas para encontrar mi camino en la vida…Y en el PCS no me hablaron de ir en contra de la religión. El discurso que escuche y que me convenció fue el de luchar contra la dictadura militar y contra la pobreza; por una vida mejor y más libertades, de luchar por la justicia…por la revolución socialista.
Organice un grupo de amigos de mi barrio Candelaria para hablar sobre política, era un joven muy sociable, tenía muchos amigos. Después se convirtió en un Grupo de Acción Revolucionaria del FUAR. Hablábamos sobre la Revolución Cubana, que tenía tres años y estaba realizando grandes transformaciones revolucionarias que nos entusiasmaban. Escuchábamos clandestinamente en una radio de onda corta Radio Habana Cuba. Me acuerdo que comenzaban sus programas con esta poderosa frase: desde Cuba, primer territorio libre de América.
El impacto de la revolución Cubana
¡Nos estremecíamos al oír esto! Hablábamos mucho de Fidel, del Che, de Camilo Cienfuegos. Y repetíamos algunas consignas como: Fidel seguro, a los yanquis dales duro!¡Fidel Fidel…que tiene Fidel? Que los yanquis no pueden con él! Y me acuerdo que pudimos escuchar emocionados cuando Fidel Castro en un memorable discurso en la Plaza de la Revolución proclama el carácter socialista de la Revolución.
Esto nos pegó fuerte, en Cuba se luchaba por la igualdad. Todos eran iguales. No había privilegios. Esto me marcó fuertemente. Como GAR realizábamos actividades nocturnas de propaganda. Estas acciones fortalecían nuestra conciencia revolucionaria. Salíamos en la madrugada, a hacer pinta y pega, llevábamos seguridad por cualquier percance.
Y este percance ocurrió una vez. Andábamos pegando papeles de denuncia de la dictadura y nos descubrieron y nos dieron seguimiento. Y nos emboscaron en la calle frente al BCR, en la 1ra., por donde quedaba El Cochinito, en la zona cerca del 229. Nos rodearon con varias patrullas de la Policía Nacional, pero todos logramos escapar a excepción de José Luís Tovar, que fue capturado y se lo llevaron. ¿Qué hacíamos? Informamos de lo que había pasado y nos recomendaron esperar unos días.
Mientras tanto la familia preocupada me abordaba preguntándome por mi amigo: ¿No lo ha visto? Fíjese que no ha llegado a la casa. Esto me hacía sentirme muy mal. Contarles la verdad era complicado. A los 3 o 4 días lo liberaron. Fui a verlo y estaba desmoronado. Platicamos poco. Su familia le prohibió que mantuviera su amistad conmigo. El se retiró de nuestra compañía…
En esa época funcionaban los clubes juveniles en donde se organizaban bailes. Y a mí me encantaba bailar, amaba bailar. Amo bailar…Los sábados y los domingos había bailes, de merengue, de cumbia, y me iba a bailar. Había un club al lado poniente de la Cuesta del Palo Verde, de nombre Los Incógnitos, muy bueno. Me sabía pasos de baile, de merengue y rocanrol, se realizaban competencias de baile y participaba, me movía en ese medio como pez en el agua. Y mis papas me daban permiso de ir a bailar en las noches. El baile comenzaba en el club La Concordia a las 7 de la noche.
Como VJS realizábamos también caminatas, que siempre concluían con una charla política en el lugar de llegada. Caminábamos desde el Cuartel El Zapote hasta Panchimalco o hasta la Puerta del Diablo. Una vez fuimos a las cataratas de Panchimalco y al regreso al pasar por el pueblo vimos un chalet y entramos a tomarnos unas gaseosas, y entonces vi que había una cinquera y tome unas monedas y puse una canción de rocanrol y todos comenzamos a saltar alegres, y me puse a bailar al ritmo de la música pegajosa.
En la siguiente reunión de la VJS vi aparecer a toda la dirección y con rostros molestos. Me preguntaba que había pasado. Cuando escuché que el primer punto de la agenda se refería a mi persona. Me habían puesto el dedo por la bailada en Panchimalco. Me dieron el siguiente discurso: no es de revolucionarios permitir ser influenciado por la ideología burguesa. Me censuraron y hasta me sancionaron. Ya ni me acuerdo cual fue la sanción. Ya no volví a bailar… hasta unos meses después.
En una siguiente reunión la coordinación de la VJS planteó la necesidad de contar con fondos propios. Había que ser creativos para recaudar fondos. Algunos propusieron hacer rifas. Me preguntaron y propuse que hiciéramos bailes y cobráramos la entrada y vendiéramos gaseosas. Se vieron entre ellos y me preguntaron ¿Dónde? Les propuse en la azotea de la facultad de Economía que quedaba en el edificio Chahín sobre la Rubén Darío, abajo del Parque Cuscatlán. Aceptado. Así que comenzamos a realizar bailes y así conseguimos fondos para nuestras actividades. Y los que antes me habían criticado estaban hoy felices con estos bailes…
El año 63 estoy estudiando en el INFRAMEN y debido a mis actividades en la VJS había descuidado mis estudios, y había dejado dos materias por lo cual ya no me aceptaban, y mi papá estaba enojado, tanto que me prohibió seguir metido en actividades y me matriculó en el Instituto Manuel José Arce para concluir mi bachillerato. Para esa época la Policía puso sus ojos sobre mi persona.
Rumbo a la URSS
A principios del 64 me llaman a reunión, y Mario Aguiñada me informa que había sido seleccionado para ir a estudiar a la Unión Soviética y me pregunta que era lo que quería estudiar. Le digo que medicina. No hay para esa carrera me responde. Entonces le digo: derecho. Y me meto a estudiar derecho.
El grupo que viajamos es pequeño: Liudmila Ortega, que ya no regresó porque allá se casó con un chileno; Aquiles Montoya, economista que falleció el año pasado, Lucio Francisco Gudiel, Gustavo Rubio Umanzor, Miriam Medrano y Alba América Guirola. De El Salvador viajamos hacia México. Y de México hacia Moscú. Nos estaban esperando en el aeropuerto las autoridades de la Universidad Patricio Lumumba, la Universidad de la Amistad de los Pueblos.
Y nos enteramos que por estas latitudes ya habían otros salvadoreños. Ya estaban Américo Araujo estudiando Medicina, Olga Baires (hermana de Lico), Genoveva Martínez, ( que se casó con un tico que estudiaba Medicina), Victoria Cortez, Víctor René Marroquín, que estudiaba un Posgrado en Economía, Reginaldo Hernández ya fallecido, que fue el primer médico psiquiatra graduado en la URSS que regresó al país y puso su clínica.
Estuve en la URSS estudiando del 64 al 69. Todo fue nuevo al llegar. Yo pensaba que las mujeres rusas eran las más bonitas del mundo y habían muchas bonitas. Vivíamos en residencias estudiantiles, de 4 plantas, con apartamentos para tres personas. Me tocó quedar con un martiniqués, hijo del secretario general de los comunistas de ese país, y el otro compañero era ruso, para que pudiéramos aprender a hablar el ruso. Es un idioma difícil pero mi objetivo era estudiar e incluso de ser posible terminar antes del tiempo estipulado.
Había escuchado que en la URSS no había desigualdad, ni hambre, ni miseria y que el pueblo disfrutaba de todo. Y ya estaba en Moscú, en la patria del socialismo. Mis interrogantes iban a ser respondidas con la realidad. Iba a conocer el socialismo, el proletariado ruso Y esto marcó mi vida.
En Moscú funcionaba un grupo del PCS, pero nos manteníamos alejados por compartimentación. Estaba Víctor René Marroquín, Victoria Cortez, una pareja que conocíamos como Tuco y Tico, y un estudiante de medicina Salvador Pérez y Avilés. No nos tomaban mucho en cuenta y solo llegaban ocasionalmente para “dar línea.” Una vez los increpe que allá en El Salvador no observaba diferencias pero que aquí en Moscú notaba la separación.
Y les hice la siguiente reflexión: había leído en El Salvador de las maravillas del socialismo que todos eran iguales, pero aquí yo veo a Khruschov solo en televisión, no anda en la calle con la gente. Y dicen a atacarme… principalmente Marroquín y me acusa de estar opuesto al sistema. Pero también me explica que este es un estado y que los funcionarios por sus actividades necesitaban movilizarse en carros. Es que yo los quería ver literalmente igual que los demás.
En el Grupo de Danza Folklórica de la Universidad Patricio Lumumba
Durante el primer año aprendí a hablar y leer en ruso. Y el siguiente año, al ingresar a la facultad nos invitaron a participar en el Grupo de Danza Folklórica de la Universidad de la Amistad de los Pueblos. No lo pensé dos veces para aceptar. Se me salió el espíritu bailarín…La directora era una balletista de nombre Bárbara Petrovna. Había que concursar, lo hice y me seleccionaron.
Al verme bailar la directora se me acerco y me dijo: si vas a formar parte del grupo vas a tener que corregir tu postura. Yo era delgado, muy delgado y al bailar agachaba el hombro. Me dijo ella: te voy a enseñar. Y me ponía a ensayar y cuando agachaba el hombro, me pegaba con una varita para que lo enderezara. Y así me fui superando hasta que lo logre.
Me acuerdo que una vez hicimos una presentación de bailes folklóricos de América Latina. Los mexicanos presentaron una polca, los colombianos una cumbia y yo presente el suk. Me preguntaron sobre su origen y les explique que su creador era Lito Palaviccini y hasta escuchamos un disco que había traído. En nuestro grupo participaba Miriam Medrano. Nos pusimos a ensayar y luego de nuestra presentación la directora seleccionó al suk para un próximo concierto junto con música rusa.
El concierto duró dos horas y consistió en el suk y bailes de los cosacos. Aprendí estos bailes rusos y nos presentamos en dos teatros. El público se admiraba que extranjeros de otro color bailaran sus bailes típicos. Y en el concierto la primera parte se cerraba con la presentación del suk. La directora había preparado una coreografía que mesclaba el ballet, el suk y hasta un poco de merengue y la gente se paraba a aplaudir y gritaba: Hurra! Hurra! Hurra! Y hasta regresaban a vernos. Les gustaba mucho el suk.
Visitando iglesias en la URSS
Ya te he contado que tuve una formación religiosa y así llegue a la URSS. Y en mi tiempo libre me gustaba visitar las iglesias de Moscú, en su mayoría ortodoxas, con sus cúpulas doradas. Las iglesias estaban casi siempre vacías o con algunos ancianos. Pero una vez acerté a llegar en periodo de la Pascua, ya que ellos siguen el calendario antiguo, el juliano y no el gregoriano. Y me intrigó que regalaban huevos de colores, es parte de la tradición pascual.
Fíjate que en las iglesias no hay bancas porque las misas son de pie, esa vez entre y escuche la misa. Al salir, me colocaron algo en la palma de mi mano, al verlo se trataba de un huevo de colores. Era una ancianita sonriente que en ruso me agradeció que los estuviera acompañando. Seguí en mi búsqueda, visitando iglesias. Una vez entre a un templo luterano, era una festividad y estaba lleno de gente, eran personas de Lituania, Letonia y Estonia.
Me puse a leer sobre la religión en la URSS y descubrí que había un monasterio muy famoso, equivalente se decía al Vaticano en Europa. Averigüe donde quedaba. Estaba ubicado en Zagorsk. Quedaba lejos, pero pudo más mi curiosidad y me fui a conocerlo por bus, solo y sin permiso de salida. Llegue y penetre en sus recintos amurallados, y anduve viendo, explorando el lugar. No hable con nadie…Y vi por primera vez a los sacerdotes llamados popes, con sus vestidos largos, caminando y orando por los pasillos de este monasterio ancestral…quede impresionado, el viaje valió la pena.
Poco a poco fue conociendo a familias rusas. Una vez me sentía mal de salud, con un gran dolor de cuerpo y entonces fui al policlínico y la enfermera me tomo la temperatura y me dijo: siéntate, ya vengo. A los diez o quince minutos apareció una ambulancia, y me dijo: veni te vas ir conmigo porque estás enfermo. Era gripe lo que tenía y no dejaban que regresara a mis habitaciones y a clases por el contagio.
En el hospital donde me llevaron estaban otros enfermos de gripe: una señora, y un obrero municipal del tranvía. Nos hicimos amigos y me invito a su casa, me dio la dirección. Acepte la invitación y al salir del hospital lo visite. Los visite luego muchas veces. El y su esposa eran comunistas. Y tenían una hija adolescente del komsomol.
Y me dejo impresionado cuando empezó a hablarme e la solidaridad del pueblo soviético con los pueblos que luchan por su liberación. Le pregunte sobre sus estudios y me responde que no estaba estudiando. Y al indagar la razón me dice: no voy a estudiar, quiero ser más útil a mi patria en otra cosa. En que pregunto intrigado. Y me responde: quiero ser espía.
Una vez recibí una visita inesperada. Era Mati García, hermana de Esperanza García. Había llegado a la escuela del Komsomol y pidió permiso para verme y se lo concedieron. Como te explique antes lo político y los estudiantes estábamos separados. Me prepare para presentarle una familia rusa. Llego y nos fuimos. En el camino me pregunto sobre las relaciones entre hombre y mujer en la URSS, si había cambios, sobre el trato a las mujeres.
Le eche un discurso sobre la igualdad predominante y los avances realizados en esta nueva sociedad, en la que los hombres respetan a las mujeres. Al salir del metro estaba una pareja rusa discutiendo. Me pregunta ella que pasa. Le respondo no sé. Y Mati se queda observando cuando el hombre le propina una bofetada a la mujer y la obliga a subirse a un bus. Todo el discurso que había construido se me cayó…
Me asombraba la cultura rusa y las diversas oportunidades que los ciudadanos tienen de disfrutarla. Es un pueblo que devora libros, les gusta el deporte, el teatro, la opera. Para sumergirme en la sociedad rusa me hice partidario de un equipo de futbol y asistía a ver los partidos en los estadios. Me hice fanático del Spartak. El guardameta era Lev Yasin.
Una vez, allá por el 67 o 68 llegó Mario Aguiñada a la Escuela de Cuadros del PCUS y me llegó a buscar. Nos vimos fuera de la universidad, clandestinamente. El me preguntó sobre el arte, y la hable de la opera, ballet, teatro, circo, conciertos, orquestas, estadios, había una vida cultural intensa. Al final fuimos a un teatro a ver una obra que me pidió se la tradujera.
Era difícil conseguir boletos para el Teatro Mayakovski. Fuimos a ver una obra titulada Nosotros los Gitanos. Trata sobre la historia de este pueblo, sus sufrimientos, sus orígenes, sus rasgos característicos. Es un pueblo muy antiguo que ha experimentado a lo largo de su historia la opresión de otras naciones. Sus orígenes remotos se encuentran en la India. Y en la obra se retrata como fueron adquiriendo sus conocidas habilidades de la picardía para sobrevivir, de la magia, de tirar el tarot, sus propias vestimentas para timar.
Otra vez llego Rafael Jiménez, “Piluya” y lo lleve entonces a comer a un restaurante. Habían inaugurado unos restaurantes modernos con grandes vidrieras y luces y ahí lo lleve. Estaba llenísimo y entonces como teníamos mesa nos pidieron si podíamos acomodar a otras dos personas. Accedimos. Eran dos rusos: uno de ellos estaba feliz porque era padre por primera vez y de entrada pidió una botella de vodka y cuatro vasos. El pagaba. Piluya ya era avezado en esos menesteres y la alegró la ocasión, en mi caso yo no bebía.
Y los rusos luego que se vaciaban los vasos volvían a llenarlos. Trataba con disimulo de que un pan absorbiera el contenido etílico de mi vaso. Cuando escuche que el ruso dice: tráiganme otra botella. Y de nuevo a llenar los vasos. Le explique que yo no bebía, pero le daba risa. No me creía. Le dije a Piluya tomémonos este ultimo vaso y nos vamos. Así hicimos. Lleve a Piluya a la escuela del Komsomol y regrese a mi habitación. Llegue borracho, pegue una dormida hasta el día siguiente. Fue de las pocas veces que me he puesto borracho.
También aprendí a jugar ajedrez. Al principio me ayudo Reginaldo Hernández, que fue el primer esposo de Miriam Medrano. Luego me fui perfeccionando. Y practiqué también otros deportes como el bádminton, el ping-pong. En realidad fue una parte de mi vida extraordinaria, conocí el socialismo, la URSS estaba robusta, con muchos éxitos, realizando viajes al espacio y pude formarme intelectual y políticamente, estudiar el marxismo-leninismo, fórjame una concepción científica del mundo.
Tuve profesores excelentes. Me gustaba mucho el derecho penal. Y pude conocer las cárceles rusas. Resulta que en el primer año de la carrera de derecho, se realizan prácticas y me correspondió hacerlo en una oficina con el gobierno municipal de la ciudad de Moscú. Esto fue al fin del primer semestre. La primera clase versaba sobre leyes soviéticas y fui asistente de un juez de instrucción. Y los acompañaba cuando tenía turnos. Una vez le correspondió visitar una cárcel para notificar una decisión judicial y me pidió acompañarlo. Todos los presos estaban rapados…llamaron a dos presos, les notificó la sentencia y nos marchamos.
Conocí de otro caso, de un señor que había sido detenido por la Milicia (Policía) de unos 45 años, que había entrado borracho a la estación del metro, y que atravesó la franja amarilla antes que llegara el tren lo cual por razones de seguridad estaba prohibido , y se fue preso. No obedeció la orden de retroceder y fue capturado porque forcejeó con el miliciano.
El juez pidió información de donde trabajaba y vivía y resultó que era una persona con buena conducta; buen trabajador y buen vecino. El juez decidió liberarlo de la cárcel por sus antecedentes pero aplicarle otra pena menor, y te estoy hablando de los años 65 y 66, y a nuestro país esta concepción “novedosa” de sustitución de medidas, llegó como novedad hasta el año 98.
En la URSS me forme intelectualmente, en una cultura de estudio disciplinado, riguroso, analítico, optando por la búsqueda de la verdad desde el conocimiento científico. Y esa ha sido mi conducta desde que regrese a El Salvador como profesional formado en un país socialista.
Mi tesis de graduación
Se esperaba que la tesis de graduación tocara un tema novedoso por lo que escogí el tema siguiente: las doctrinas latinoamericanas sobre los gobiernos de facto. Se trataba de describir y contrastar las doctrinas de Tovar (ecuatoriano) y Wilson (presidente estadounidense). Hacer un resumen de las luchas políticas entre liberales y conservadores en el siglo XIX. Trata sobre el no reconocimiento a los gobiernos de facto, surgidos de golpes de estado, que incluso influyó en el caso del no reconocimiento inicial al General Martínez. Aprobé en mi facultad con la mayor nota. Incluso había entonces un doctor soviético especialista en derecho internacional y sostuvimos un debate.
Defendí mi tesis ante un tribunal nombrado por el estado, de tres especialistas, Y el presidente del tribunal era precisamente el académico con el que previamente había debatido. Mi asesor de tesis que iba a criticármela, era una académica armenia, Dra. Lidia Madyarian, que por cierto fue la primera mujer armenia islámica que se quitó el velo e ingresó al Partido Comunista de la Unión Soviética, al PCUS. En su tiempo esto fue un escándalo porque en la facultad de derecho no se aceptaban mujeres, pero ella se matriculó y logró graduarse. Ella calificó mi tesis como sobresaliente.
Ya tenía entonces ganada la nota de mi facultad y la de mi censora. El tribunal también me calificó con nota sobresaliente, lo que equivalía al Diploma Rojo, lo más alto. Esto fue en junio del 69. Otros salvadoreños que lo recibieron fueron Víctor René Marroquín en Economía y ya en un estudio de Posgrado, Raúl Flores Ayala, El Choco, que se quedo en Suecia, ya no regresó; Roberto Gochez, economista ya fallecido; y Ricardo Bogrand, que falleció en México.
Regreso a la Patria
En octubre del 69 abandone la URSS y emprendí el regreso a El Salvador. Me entregaron un boleto abierto porque decidí pasar a trabajar a Suecia para llevar algún dinero. Me estuve tres meses trabajando en diversos sitios. Uno llegaba y los latinoamericanos lo ubicaban a uno en hostales de estudiantes, baratos, una corona se pagaba. A mi me ayudaron unos bolivianos.
Estando en Estocolmo presencia un suceso singular: la llegada de Boris Spasski y su presentación en un parque llamado El Séptimo Siglo, y su enfrentamiento simultaneo con 20 ajedrecistas suecos, era una rueda y el iba caminando y moviendo piezas en cada uno de los tableros y logró ganarles a todos. Algo sensacional,
Fíjate que salí de la URSS con un pasaporte viejo, ya vencido. Y tenía necesidad de renovarlo y lo peor que me lo robaron en el lugar donde trabajaba, usaban estos pasaportes para traficar gente. Fui al consulado y el cónsul era un sueco que cuando supo que venía de estudiar de la URSS se puso histérico y me gritó que como era posible que a un súbdito del rey salvadoreño le permitieran estas libertades. Indignado le replique que en El Salvador no había rey porque era una república. Y no me dio el pasaporte.
Pero averigüe que en Italia había embajada y le escribí una carta al embajador explicándole mi situación. Le saque fotocopia a mi cédula y se la envié. Y para mi sorpresa en un servicio llamado Poste Restante que podías adquirir en el correo, a los diez días recibí un sobre que al abrirlo se trataba de un pasaporte salvadoreño y lo saludos del embajador. Fue un momento de gran alegría. Y arme viaje y me vine a este mi pequeño pero querido país, y lo sigo queriendo… regrese al país por suerte sin problemas para ingresar.
Primero fui emocionado a visitar a mi familia. Y después tome contacto con el Partido. Una de mis primeras sorpresas era que se contaba con un local abierto, el local del PR, que quedaba frente a donde está hoy el Cine Magestic. Entable una relación muy estrecha con Schafik. Le conté mi experiencia en la URSS. Regrese enamorado del socialismo. Lo compartí lo que había visto, vivido, y es por esto por lo que hay que luchar en El Salvador, le decía.
Me convertí en activista del Partido Revolucionario, el PR. Como traía dinero de lo trabajado en Suecia pude subsistir por algún tiempo. Luego Schafik me envió a trabajar a Usulután. Eran elecciones municipales y Farid, el hermano de Schafik iba de candidato para Alcalde por el PR. Y logramos ganar las elecciones pero como era costumbre en ese entonces vino el fraude y la represión y nos arrebataron el triunfo.
Pude conocer a Raúl Castellanos Figueroa y a Roberto Castellanos Calvo, ambos dirigentes comunistas. Luego me enviaron a realizar trabajo partidario en Sonsonate, a organizar el PR, ya a principios de 1970 y conocí a Roberto Manchan, líder comunista local. Una vez me acuerdo que Schafik llegó para realizar un mitin en el parque central pero al ingresar al parque, lo capturaron, creo junto con Roberto Marchand. Y se los llevaron presos, y a los días los soltaron. Lograron con su captura, impedir que el mitin se realizara.
Después que Schafik salió de la cárcel, nos reunimos y analizamos: tenemos que regresar a Sonsonate, porque si no regresamos, todo lo que hemos logrado lo vamos a perder, y la gente va pensar que tenemos miedo, y hay que educarlos en la lucha, en no desfallecer, en no rendirse…
Decidimos unas semanas después volver a convocar al parque central y esta vez sí realizamos el mitin. Habló Schafik. Serví de moderador y estuve arengando y esto me creo un problema de seguridad. La policía llego al parque y lo rodearon y volvieron a amenazar con capturar a Schafik. Los denuncie desde la tribuna. Y señale al jefe y lo responsabilice de lo que pudiera pasarle a Schafik. Los enfrente abiertamente.
Y cuando se iba Schafik después de haber hablado, hicimos una valla para protegerlo y entonces él me llamó y me dijo: ya no te podes quedar aquí, te tenés que venir conmigo… Vimos que los policías comenzaron a moverse. Decidieron esperar a Schafik a la salida del pueblo para ahí capturarlo. Y para evadir la policía decidimos tomar por el desvío a Los Naranjos. Se quedaron esperándonos.
Al regresar a San Salvador me fui para donde mi familia a la que había descuidado, y también empecé a buscar trabajo. Me acuerdo que apareció un anuncio en la Prensa Gráfica de una oficina regional de las Naciones Unidas, era una oferta de trabajo para un profesor en derecho internacional y que hablara una de los idiomas oficiales y de trabajo de la ONU. Aplicaba, hablaba ruso y español. Fui y me entrevistaron y me dijeron que era un buen prospecto, lo único que el trabajo era en la ciudad de Nueva York. Esto me hizo desistir, recién llegaba y no quería irme de nuevo. Decide quedarme en mi país y con mi familia.
Después me fui a entrevistar para vender la revista Reader Digest. ¿Habla inglés? Si y también ruso. ¿Ruso? Lo sentimos, usted tiene un nivel más alto que el que necesitamos. Y el que me entrevisto me dijo: mire aquí hay una ciudadana rusa con la que podía intentar buscar trabajo. Pero me dio temor. En Suecia tuve una vez una experiencia negativa con rusos blancos. Estaba en Estocolmo en una biblioteca y decidí ir a leer periódicos soviéticos, a leer el Pravda. Y se me acerco alguien europeo que me hablo en inglés y cuando le dije que había estudiado en Moscú casi le da un ataque…era un ruso reaccionario.
Finalmente me entere de un concurso por oposición en la U para plazas de profesor de filosofía y concurse. Y gane la plaza. Me convertí a principios de los años setenta en profesor de la UES.