¿Se trueca la ética por la estética, se propagandiza al candidato adornado de cualidades que no posee, atractivo para el consumo, desideologizado y señor de promesas imposibles? Frei Betto. La mosca azul.
“En cualquier lugar que la muerte nos sorprenda, bienvenida sea, siempre que ese, nuestro grito de guerra haya llegado hasta un oído receptivo…” Ernesto “Che” Guevara. Mensaje a la Tricontinental
“El principal combate ideológico deberá dirigirse contra el mezquino interés electorero y la ambición de adquirir poder personal, contra la corrupción, el oportunismo y el arribismo.” Schafik Handal. El FMLN y la vigencia del pensamiento revolucionario
Introducción
Las próximas elecciones legislativas y municipales de febrero de 2021, aparecen en el horizonte político como una prueba decisiva en la definición del futuro de la izquierda salvadoreña y de su principal expresión, el FMLN, luego de dos sonadas derrotas electorales en 2018 y 2019, con profundas implicaciones políticas e ideológicas.
Los diversos escenarios que puedan avizorarse nos indican la urgente necesidad de revisar entre otros, la validez del camino electoral como forma principal de lucha, sea para alcanzar el poder formal o para construir poder popular.
Desde su nacimiento hace un siglo en los trashumantes talleres artesanales de San Salvador, la izquierda ha recorrido un atribulado camino de hondonadas y cerros, de cárceles y proclamas, que pueden analizarse a partir de las categorías de ética y estética como faros que han iluminado su accionar.
La izquierda salvadoreña en sus permanentes viajes por la política ha transitado por el camino electoral en cinco ocasiones. La primera como Partido Comunista de El Salvador, PCS –la más breve- en 1932, en la que participa el motorista Joaquín Rivas como candidato a Alcalde por San Salvador[1]; la segunda como Unidad Nacional de Trabajadores, UNT, en 1944, en la que el entonces dirigente comunista Alejandro Dagoberto Marroquín cede su candidatura a la presidencia para respaldar al Dr. Arturo Araujo[2]; la tercera como Partido Acción Renovadora, PAR Nueva Línea y como Unión Nacional Opositora de 1967 a 1977, llevando como candidatos a la presidencia en 1967, 1972 y 1977 respectivamente al Dr. Fabio Castillo Figueroa, al Ing. José Napoleón Duarte y al Coronel Ernesto Claramount; la tercera como UDN en 1991 llevando como candidato a diputado al contador Mario Aguiñada, y la cuarta como FMLN –la más prolongada-de 1994 al presente.
En cada una de estas cinco ocasiones las jornadas electorales han significado claros enfrentamientos entre las visiones autoritarias y elitistas de los sectores oligárquicos y nuestra visión popular, democrática y antiimperialista. Por otra parte, han constituido a lo interno, particularmente en la quinta etapa, escenarios de disputa entre ética y estética.
Usamos las categorías filosóficas de ética y estética para interpretar los diversos momentos históricos que han marcado el desempeño electoral de la izquierda en nuestro país. Entendemos la ética como el espacio social vinculado a los valores, en nuestro caso a los valores revolucionarios y la estética como el espacio social relacionado con lo atractivo, con la belleza, con lo hermoso, y con la imagen.
Ambos conceptos se relacionan con la política y la ideología, y con la política y la ideología revolucionaria, y con la vía electoral en este caso, aunque pueden asimismo ser utilizados en un abordaje de la vía armada, u otras modalidades de lucha social.
Finalmente, se reflexiona sobre la necesidad de precisar con claridad la visión y mecanismos que permitan evitar que la estética se apodere de la ética en nuestra política electoral y de esta forma rechazar que como izquierda nos convirtamos en un instrumento funcional a la democracia liberal y logremos recuperar nuestra visión y misión revolucionaria.
La figura mítica de Jano, el dios romano de las dos caras (anverso y reverso), de las puertas (entrar o salir), del tiempo (pasado y futuro) y de las transiciones ( de lo viejo y lo nuevo) puede conducirnos simbólica y dialécticamente en esta navegación por el tiempo y los conceptos de ética y estética.
Walter Benjamín y la estatización de la política
El concepto de estetización de la política[1], utilizado por el pensador alemán Walter Benjamín[2] en el marco del ascenso del fascismo, nos permite descubrir e identificar las diversas modalidades como desde la estética se condiciona la naturaleza de la política, alejándola de sus postulados éticos.
Benjamín condenó categóricamente la glorificación fascista de la guerra y “la transferencia de criterios estéticos al campo de lo político…”[3] Benjamín relacionaba el ascenso del fascismo directamente con los procesos industriales vinculados a la reproducción técnica.[4] Lo que importaba en el planteamiento fascista es el arte por el arte, y no la destrucción, el dolor y la desolación que pudiera ocasionar la guerra.
En el capitalismo la estética del mercado y de los intereses elitistas se impone sobre la ética de los intereses populares y de la lucha por la justicia, en particular en estos tiempos de globalización neoliberal. Y es precisamente esa influencia ideológica la que penetra y condiciona la práctica política de partidos de izquierda que se ven determinados por el pragmatismo y las apariencias del marketing en sus campañas electorales y gestión gubernamental.
Las ideas de Benjamín han quedado validadas en la actualidad e incluso rebasadas por las tendencias sociales surgidas con la revolución científica tecnológica en marcha. Los sectores populares enfrentan hoy los riesgos derivados de sociedades de la imagen[5] o sociedades del espectáculo[6] en las cuales predominan lo visual, las imágenes, las apariencias y estas terminan determinando los procesos sociales y políticos, incluyendo las elecciones.
En los procesos electorales de los últimos tiempos se impone el uso de los rituales derivados de la mercadotecnia[7], basados en campañas publicitarias orientadas a persuadir y engañar a los consumidores-electores, “educar su gusto” para votar por determinado candidato independientemente de su programa o compromiso real. El fin es la venta de un producto, servicio o candidato, hacerlo parecer como útil, bueno, interesante, etc. Manipular la voluntad del consumidor-elector.
En el universo simbólico del capitalismo la
estetización de la política se manifiesta como la proyección de imágenes de gobernantes y
programas desligados de su subjetividad; sistemas políticos, candidatos y
gobernantes sin ningún compromiso real con la justicia ni la democracia sino
con su apariencia, con su imagen, con su
estética.
[1] http://www.lecturalia.com/libro/30219/la-obra-de-arte-en-la-epoca-de-su-reproductibilidad-tecnica
[2] http://www.lecturalia.com/autor/4462/walter-benjamin
[3] Ver Paredes, Diego. De la estetización de la política a la política de la estética.” http://www.scielo.org.co/pdf/res/n34/n34a09.pdf
[4] Ibid.
[5] Ver La sociedad de la imagen por Jenny Fraser. “Vivimos en la sociedad de la imagen, qué duda cabe, pero no de la imagen como medio, ni siquiera la imagen como símbolo, sino de la imagen como pura virtualidad, como sustituto de muchos ingredientes vitales. Hemos pasado en un breve espacio de tiempo de una sistema de producción a un sistema de representación, donde cobra mucha más importancia lo aparente que lo real, hasta el punto que la una acaba ocupando el lugar del otro y la imagen se muestra como etiqueta visible de objetos, valores humanos (¿?) y otras abstracciones que otrora se movieran en el dominio de la ideología. https:// es.scribd.com/document/401189570/La-imagen-en-la-sociedad-actual-docx+&cd=3&hl=es-419&ct=clnk&gl=sv
[6] https://psicologiaymente.com/social/sociedad-del-espectaculo
[7] https://www.improma.com/que-estudia-la-mercadotecnia-y-publicidad/
Ernesto Che Guevara y la ética en política
La vida y obra del Che es un rechazo categórico a la estetización de la política. En su mensaje a la Tricontinental nos enseña que “en cualquier lugar que la muerte nos sorprenda bienvenida sea, siempre que ese, nuestro grito de guerra haya llegado a un oído receptivo.”[1] La personalidad del Che y su trayectoria política refleja de manera univoca un ejemplo universal de compromiso ético en política, de coherencia entre lo que se dice y lo que se hace, entre el pensar y el actuar.
En política y también en la izquierda se abren siempre dos veredas: la de aquel que por principios éticos entrega sus pensamientos y energías a la búsqueda del bien común, a la lucha popular, y la de aquel que siempre va en búsqueda del beneficio personal, de su propios intereses.
El Che advierte en su escrito El socialismo y el hombre en Cuba[2] que “persiguiendo la quimera de realizar el socialismo con la ayuda de las armas melladas que nos legara el capitalismo (la mercancía como célula económica, la rentabilidad, el interés material individual como palanca, etcétera), se puede llegar a un callejón sin salida. Y se arriba allí tras de recorrer una larga distancia en la que los caminos se entrecruzan muchas veces y donde es difícil percibir el momento en que se equivocó la ruta.”
Y agrega que “para construir el comunismo, simultáneamente con la base material hay que hacer al hombre nuevo. De allí que sea tan importante elegir correctamente el instrumento de movilización de las masas. Este instrumento debe ser de índole moral, fundamentalmente, sin olvidar una correcta utilización del estímulo material, sobre todo de naturaleza social. Como ya dije, en momentos de peligro extremo es fácil potenciar los estímulos morales; para mantener su vigencia, es necesario el desarrollo de una conciencia en la que los valores adquieran categorías nuevas. La sociedad en su conjunto debe convertirse en una gigante escuela.»
En la carta de despedida del Che a sus hijos, cuando parte a Bolivia, manifiesta: “Crezcan como buenos revolucionarios. Estudien mucho para poder dominar la técnica que permite dominar la naturaleza. Acuérdense que la revolución es lo importante y que cada uno de nosotros, solo, no vale nada. Sobre todo, sean siempre capaces de sentir en lo más hondo cualquier injusticia cometida contra cualquiera en cualquier parte del mundo. Es la cualidad más linda de un revolucionario.”
El Che nos deja una herencia de coherencia ética, de compromiso revolucionario. De predominio de la ética sobre la estética. Y su pensamiento y trayectoria debe de acompañarnos en el desarrollo de nuestras labores, sean estas en las diversas modalidades que adopta la lucha popular, incluyendo la lucha electoral, que es válida en la medida en que nos permite acumular fuerzas y educar políticamente a los sectores populares.
Schafik Handal y la lucha electoral: entramos al sistema, para cambiar al sistema
Somos como izquierda herederos de Farabundo Martí y de Schafik Handal. Schafik nos dejó una valiosa herencia ética, política, ideológica y teórica que nos permite iluminar el camino de la lucha.
Durante su discurso en la firma de la paz[1], el 16 de enero de 1992, Schafik luego de doce años de lucha armada, a nombre del FMLN expreso:
“Fue necesario que nos alzáramos empuñando las armas para abrirlas y no nos arrepentimos de ello; la lucha armada revolucionaria en las condiciones de El Salvador ha sido necesaria y legítima; la voluntad de llevarla inclaudicable hasta el final es el mérito de miles de combatientes del FMLN, apoyados en todos los momentos y circunstancias por el pueblo civil, a costa de inmensos sacrificios y sufrimientos; es el mérito del movimiento popular que mantuvo en alto su lucha y sus banderas reivindicativas, a pesar de todas las adversidades.”
Y proclamó luego con firmeza ética: “nosotros no estamos llegando a este momento como ovejas descarriadas que vuelven al redil, sino como maduros y enérgicos impulsores de los cambios hace mucho tiempo anhelados por la inmensa mayoría de los salvadoreños. El FMLN se enorgullece de prestar este servicio a la Patria y a su prestigio internacional…” En su testamento político, El FMLN y la vigencia del pensamiento revolucionario[2] Schafik explica 13 años después a finales del 2005, que: “fundamentados en esa visión, definimos entonces nuestra misión, la cual podría resumirse así: dejábamos las armas, nos convertíamos en un partido legal para participar activamente en la lucha política, entrábamos así dentro del sistema con la decisión de mantener una lucha persistente para consumar la revolución democrática inconclusa, orientada a cambiar el sistema, asegurar el desarrollo social, en un curso más o menos duradero rumbo a una sociedad socialista.»
Y más adelante subraya que: “abandonamos las armas, entramos en el sistema, para cambiar el sistema, no para que el sistema nos cambie a nosotros.”
Luego Schafik hace un relato sobre la conformación del partido político FMLN; y como al interior de este: “comenzaron así a aparecer al interior del Frente, lenguaje, conceptos y categorías propios del pensamiento en boga del capitalismo neoliberal y globalizante. Esto desembocaría, a finales de 1994, en la crisis que creó Joaquín Villalobos y llevaría a su salida del FMLN para crear el «Partido Demócrata».”
Y entonces evalúa que “el Partido en su conjunto se convirtió así en un espacio sumamente favorable y casi permanente para las prácticas electoreras. Por otra parte, nuestra llegada a los primeros cargos públicos engendró o despertó motivaciones, aspiraciones y ambiciones personales y grupales.”
Y añade que “la incursión del FMLN a los espacios de poder institucional, con el subsiguiente acceso a privilegios e influencias, no podía dejar de hacer mella en la textura ideológica de algunos cuadros. El sistema reaccionó, comprendiendo a dónde podía llevarnos esta situación. Desde los primeros momentos en que hubo diputados del FMLN, la derecha dominante empezó a subir el salario de este cargo…”
Reconoce que “algunos alcaldes que querían ser reelectos, empezaron a utilizar el poder de su alcaldía para generar una incidencia fuerte al interior del Partido. Es así como los cuerpos de promotores y los proyectos de beneficio comunitario han sido usados por algunos para afiliar nuevos miembros, y el ingreso de nuevos miembros se volvió decisivo en las elecciones internas.”
Y subraya que “nuestro mayor distanciamiento de la gente y sus problemas son estos viciados y frecuentes procesos electorales partidarios. Casi siempre estamos inmersos en uno de ellos, a lo largo de 4 a 6 meses, durante los cuales la militancia y sus dirigentes se absorben en los enfrentamientos internos, haciendo las delicias de los medios de derecha; dejamos de escuchar a la gente, abandonamos la elaboración de propuestas, la organización y la movilización social para enfrentar la problemática que aqueja a la población.”
Y enfatiza que “para transformar la realidad en El Salvador necesitamos un Partido que siga fiel a la misión revolucionaria de cambiar este sistema. Su composición, su organización y funcionamiento deben ser coherentes con esa misión ¡Porque, hay que admitirlo, se rompió la coherencia entre la misión, la estructura y el funcionamiento del Partido!”
Schafik no logró presenciar nuestra participación de diez años en el ejecutivo, 2009-2019, pero había indicado con mucha sabiduría que “para nosotros es indispensable llegar al gobierno, pero no es suficiente; es necesario preparar las condiciones que hagan posible que emprendamos verdaderas transformaciones estructurales, capaces de superar las causas que dan origen a la injusticia social, a la pobreza y al sistema político autoritario.”
Y denunció en ese entonces que “se necesita combatir la corrupción en las estructuras de poder en que estamos participando. Para eso estoy proponiendo crear una Contraloría Política y Administrativa del Partido para evaluar el funcionamiento de las Alcaldías, en relación con el cumplimento de las plataformas ofrecidas, la práctica o la ausencia de los métodos participativos de la población, el trato a la gente, el abordaje de la problemática social, la administración de los recursos, la honestidad, la probidad.”
Asimismo condenó “los métodos de intolerancia y verticalismo, que yo los llamaría monárquicos, en distintos niveles. Por ejemplo numerosos Coordinadores Departamentales o Municipales, suelen considerarse dueños del partido en su Departamento o Municipio: todo lo que se haga allí debe tener la autorización de él o ella.”
Y nos dejó Schafik el siguiente mandamiento: “el principal combate ideológico deberá dirigirse contra el mezquino interés electorero y la ambición de adquirir poder personal, contra la corrupción, el oportunismo y el arribismo. El sistema seduce, influye, logra confundir y ganar a las personas débiles en sus ideas, incluso a militantes nuestros como lo hemos podido ver.”
La crisis actual de la izquierda salvadoreña
Las elecciones del 3 de febrero del 2019 revelaron claramente que se había abierto una brecha entre el FMLN y su base social, y que una importante parte de esta había emigrado hacia el partido Nuevas Ideas, NI y su dirigente Nayib Bukele, exalcalde de Nuevo Cuscatlán y San Salvador por el mismo FMLN.
Esta situación incide negativamente en el proceso de acumulación de fuerzas, por la vía electoral, iniciado a partir de los Acuerdos de Paz en 1992 y que tuvo como momento cumbre la conquista en 2009 de la presidencia de la república. Esta es una crisis de la disputa entre ética y estética, entre los valores y principios revolucionarios y el acomodamiento al sistema.
Esta crisis tiene diversos componentes y coincide en muchos aspectos con la crisis que atraviesa la izquierda latinoamericana y caribeña. Tiene aspectos estructurales y coyunturales. Entre los estructurales se encuentra los de naturaleza teórica, orgánica y programática. Entre los coyunturales los relativos a lo que se ha dado en llamar el “fin de la marea rosa.” Estos son de carácter político, ideológico y ético. Su resolución es un proceso y de carácter nacional y continental.
a)Los laberintos de la teoría
El marxismo es una construcción básicamente europea. Sus principales categorías fueron pensadas a partir de sociedades europeas. Incluso anteriormente, las categorías liberales de las luchas independentistas del siglo XIX surgieron de las ideas de la Ilustración y de las revoluciones estadounidense y francesa.
Posteriormente los diversos momentos de las luchas populares del siglo XX estuvieron acompañadas por la influencia inicial del anarquismo, y luego de la Gran Revolución Socialista de Octubre en Rusia, por el sandinismo, por la lucha antifascista europea, por las revoluciones china, cubana, argelina, el Chile de Allende, nicaragüense, vietnamita y últimamente ya en el siglo XXI por las experiencias del PT y Lula en Brasil y Chávez y la Revolución bolivariana en Venezuela. Y últimamente regresa China con su “socialismo de mercado” como referente.
Cada uno de estos procesos le imprimió su sello epistemológico y político a la lucha de los sectores populares e izquierda salvadoreña. Como ejemplo, en el 32 nos propusimos la creación de soviet, y hubo el soviet de Juayúa, Tacuba, Izalco, Nahuizalco, etc; contra la dictadura de Martínez asumimos las 4 libertades de Roosevelt; la línea de masas de Mao; el foco guerrillero guevarista, la guerra popular prolongada, etc.
A la par de esto, debe señalarse que es muy débil la producción de teoría, orientada a explicarnos la génesis, evolución y características de la formación económico-social, del capitalismo dependiente en nuestro país. Carecemos de una trayectoria de escuelas de pensamiento desde la izquierda, de pensamiento propio, por lo que la regla ha sido la extrapolación de modelos. Somos especialistas en el análisis de coyuntura, pero fallamos en la construcción de horizontes estratégicos. Y nos falta incorporar la visión de género, la mirada feminista y el abordaje de lo racial, entre otros.
b) Los laberintos del programa político
El desafío que sigue planteado es un programa a largo plazo, de naturaleza alternativa al capitalismo, que rebase las necesidades de la coyuntura electoral. Este programa o planteamiento debe tener como características su naturaleza rigurosa, resultado de un proceso de consulta en dos vías: a nivel popular recogiendo los saberes de nuestra gente y a nivel académico, con procesos sistemáticos, científicos.
Y debe ser alternativo, radical, orientado a trasformaciones s profundas de nuestro sistema social. No podemos continuar con medidas para administrar la crisis del sistema, para irla pasando hasta la próxima elección. Debemos de reconocer que en diez años no pudimos elaborar una propuesta de una democracia participativa, de una economía alternativa, de una reforma educativa, de salud, de pensiones, de lo cultural.
c) Los laberintos de la vanguardia política
Desde 1930 hasta 1995, durante 65 años el modelo leninista de organización acompañó los avatares de los marxistas salvadoreños. En 1995 con la disolución de los 5 partidos leninistas existentes y su inmersión en el FMLN termino formalmente, institucionalmente ese modelo. Pero los estilos y a veces hasta las agrupaciones subsistieron y de una forma u otra siguen existiendo como poderosos fantasmas ideológicos 25 años después. Esto se explica en parte porque la dirección del FMLN guerrillero (1980-1992) se mantuvo en el FMLN partido político (1992-2019), garantizando esa continuidad de pensamiento.
La existencia del modelo de vanguardia leninista tiene dos aspectos. Por una parte, garantizo bajo las más difíciles condiciones de represión la subsistencia de un núcleo, de un remanente militante indestructible, heroico, que mantuvo erguidas las banderas rojas de la revolución. Pero por otra parte el vanguardismo reprodujo durante décadas y hasta la actualidad estilos de dirección basados -en las primeras generaciones- en el verticalismo y el dogmatismo, y -en las últimas- en el sectarismo y hegemonismo. Y ya en el siguiente modelo de partido de masas, a partir de 1995 ha dado lugar al pragmatismo ideológico y al electoralismo. Y últimamente al partidismo, al autoanálisis freudiano, al retraimiento interno.
Nos queda como desafío en lo orgánico saber combinar la dirección colectiva con la responsabilidad individual; promover la horizontalidad, la construcción de nuevas formas de militancia y de vinculación orgánica relacionada incluso con y desde las redes sociales; la búsqueda de espacios con los nuevos movimientos sociales, y lo fundamental, el acompañamiento respetuoso a la organización y la lucha social, garantizando su autonomía. Y construir una organización fraterna y abierta al diálogo y el debate, donde la militancia sea fuente de lucha, pero a la vez de disfrute y alegría.
d) Los laberintos de la política
La superación del pragmatismo y del electoralismo es un complejo proceso de resultados desconocidos. De realizarse mediante métodos incorrectos puede conducir a una división, pero de no realizarse conducirá a una mayor brecha entre izquierda y sectores populares. Debe por lo tanto ser un proceso cuidadoso, respetuoso, gradual, pero con agenda y compromisos, para garantizar la ética sobre la estética. No podemos promover la democracia en el país si no somos democráticos en nuestro partido, en nuestros hogares.
Una de las ideas básicas que debe dilucidarse es que no debemos seguir siendo en la práctica y en el discurso, los guardianes del sistema, no debemos contribuir a administrar la crisis del sistema. Somos alternativa y alternativa radical. Somos socialistas. Somos partidarios de la ruptura con el sistema capitalista. No somos la socialdemocracia y no practicamos la realpolitik. Esto debe ser claro como las madrugadas.
e) Los laberintos de la ideología
El marxismo nos permitió cohesionar nuestras fuerzas e ideas. Nuestras ideas de cambio social, de revolución social inspiraron al sacrificio y a la lucha a miles de salvadoreños y salvadoreñas. En sentido contrario, las beneficios y privilegios inspirados por el acceso a puestos de gobierno ha conducido a compañeros y compañeras –históricos y nuevos- a abandonar los principios por los cuales lucharon y a abrazar las llamadas “mieles del poder.”
Este es un problema de naturaleza ideológica. Significa que el sistema tuvo la capacidad de asimilarnos y que al final fueron más poderosas las ideas del individualismo y el enriquecimiento, que las ideas de la lucha por la justicia. Por otra parte, universidades e iglesias latinoamericanas han sido arrebatadas por las fuerzas de la derecha, por las ideas de la derecha con su teología de la prosperidad y la noción de neutralidad y supuesta apoliticidad de la ciencia.
f) Los laberintos de la ética
El compromiso ético y político, la militancia se asume como un rechazo a las estructuras de opresión y explotación del sistema capitalista. Hoy tristemente las acusaciones de corrupción tiñen ya el bermellón de las banderasde la izquierda incluso a nivel latinoamericano. Y si bien algunas veces estas acusaciones obedecen a campañas del imperio, otras veces derivan de evidentes prácticas de la estética sobre la ética.-
[1] https://www.marxists.org/espanol/handal/1990s/1992ene16.htm
[2] https://www.marxists.org/espanol/handal/2005/dic01.htm
[1] https://www.marxists.org/espanol/guevara/04_67.htm
[2] https://www.marxists.org/espanol/guevara/65-socyh.htm
[1] Anderson, Thomas. El Salvador, 1932. Los sucesos políticos. http://biblio.udb.edu.sv/library/index.php?title=96708&query=@title=Special:GSMSearchPage@process=@field1=encabezamiento@value1=EL%20SALVADOR%201932%20@mode=advanced&recnum=3
[2] https://www.alainet.org/es/active/72906
[3] http://www.lecturalia.com/libro/30219/la-obra-de-arte-en-la-epoca-de-su-reproductibilidad-tecnica
[4] http://www.lecturalia.com/autor/4462/walter-benjamin