El mundo que conocíamos antes del 24 de febrero de 2022, hoy no existe más. Y es a partir de este dato fáctico, aterrador en su claridad, que el 2 de abril habíamos querido organizar un momento de discusión, en Modena, sobre el mundo del mañana, la guerra en Europa y el destino de la globalización, del cual comenzamos a informar acerca de las intervenciones.
Participaron dos invitados excepcionales: Raffaelle Sciortino, autor de Los diez años que estremecieron al mundo. Crisis global y geopolítica del populismo (Asterios 2019, así como de numerosas otras contribuciones, y Silvano Cacciari, de la redacción de “Codigo Rojo” de Livorno y autor de Las finanzas y la guerra, la moneda es un arma.(Que será pronto publicado por la Casa Usher).
Una discusión de alto nivel –el todo o nada, que en este punto debemos conocer- para comprender cual es la “temperatura” del sistema capitalista global, vinculado al recalentamiento climático y del acondicionador apagado, un “comprobar la fiebre” en una fase que, ya antes de la precipitación ucraniana, aparecía caliente, y que la puesta en marcha de un nuevo conflicto armado dentro de la Europa, entre actores y potencias mundiales bajo el manto de la crisis de nervios, no puede que se acompañe solo al punto extremo de fusión.
No interesa repetir aquí la crónica de la guerra o proporcionar una cristalina indicación política. Lo que nos mueve es la urgente tarea de abarcar la complejidad de las tendencias, trayectorias y escenarios.
Aunque esta crisis sea ( hasta ahora) localizada en Ucrania, se despliega de hecho sobre varios niveles- el militar, económico, geopolítico– abrazando el mundo entero, sea este físico o inmaterial; y desafiando la hegemonía del dólar, el ascenso de la China, la decadencia occidental – aunque bien visto desde el Occidente, lo que esta crisis revela son los diversos intereses: de Europa, del Occidente y del Oriente, del mediterráneo, de la Rusia euroasiática, la Gran Bretaña, los Estados Unidos y el resto de la esfera anglo y lo que vaya discurriendo.
Todos los actores están jugando la partida a diversos niveles: partida que es muy peligrosa, donde se está jugando con el fuego y el hierro, más que con lo nuclear, sobre nuestra piel. Resumiendo, el gran tema a comprender no será de la globalización que habíamos visto, y vivido, alrededor de la disolución de la Unión Soviética en 1991, que se ubica entre la crisis de los años Setenta y aquella del 2008.
En nuestra opinión, ese es también uno de los aspectos gruesos de esta disolución, una de cuyas principales consecuencias fue, la de profundizar la fractura del 2008 y que el Covid no ha hecho más que acelerar.
Por lo que, como será el mundo que habíamos habitado hasta ahora y que ha finalizado? Es por esto que habíamos querido poner en relación la guerra –que después de decenios tiene a la Europa como epicentro ( aunque en realidad esto fue así desde los años noventa con la guerra de los Balcanes, aunque se tienda un poco a olvidarlo), y que puede verdaderamente escalar y volverse mundial- con el destino del sistema global, que es el gran punto de interrogación.
La única cosa cierta de la que podemos darnos cuenta, es que caminamos hacia un nuevo desorden mundial. La habíamos llamado, y no es el caso un “estado de problemas.” Nos corresponde comprenderlo, y lograr anticipar el mundo del mañana desde una prospectiva, en parte al menos autónoma de la narrativa dominante, de la propaganda, del “interés general” que se condensa cotidianamente por medio de las oficinas editoriales, revistas, entrevistas, bombardeando -metafóricamente se entiende- más con una devastación proporcional a nuestra capacidad y subjetividad. Siempre movida por una mala intención, y de nuestra parte aun por construir. Arrojamos entonces sin temor, la mirada en el abismo: es solo cuestión de tiempo para que el abismo sea el que nos mire.
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Tratando de no ser demasiado extenso, mencionare tres puntos, tres consideraciones y profundizare sustancialmente uno: cuál es la temperatura del sistema mundo desde un punto de vista en primer lugar económico, y después también geopolítico y social.
Las otras dos consideraciones son en cambio las siguientes: la primera creo que es de fondo y se comparte como presente la sobre determinación de este conflicto – que vemos obviamente en la explanada a Rusia y Ucrania –por parte de Estados Unidos. Así que permítaseme hacer un breve preámbulo.
Estuve leyendo últimamente a Gunther Anders, su obra El hombre anticuado. Reflejando la ceguera de la humanidad salida de la segunda guerra mundial respecto al posible apocalipsis, el de la bomba y la autodestrucción nuclear, en un cierto punto el autor hace una reflexión que anda un poco por lo siguiente.
Dice que la fuerza de una concesión no está tanto en la respuesta que da, sino en la demanda que sofoca, que no deja que salga. Ahora, si en lugar de “concesión” ponemos “soft power estadounidense” y eso es uno de los efectos fundamentales de la hegemonía imperial estadounidense en lo últimos decenios –me parece mucho que, aunque embrionaria-, y de manera contradictoria, para decirlo así como sofocada, estén viniendo de fuera numerosas demandas. No solo de fuera de Occidente, donde la cosa es bastante evidente, pero también de Occidente y entre la gente común (no existe la necesidad que hablemos de subjetividad política).
Y la demanda que se hace es la siguiente: ¿cuál es el papel de los Estados Unidos en lo que está sucediendo? ¿Y tal vez no sea que este rol sea fundamental, sino prioritario? Esta es la primera consideración a la que me refiero para la discusión que sigue.
El segundo punto que quiero tocar, es decir la temperatura compleja del sistema mundo y por lo tanto la gravedad de esta situación. De nuevo no podemos saber en qué medida nos encontramos seguramente frente a un punto de viraje, como decía antes.
Y una tercera petición que va repetirse continuamente, es cuál es la condición, sobre qué base construir un movimiento contra la guerra. En otras términos cuales son las dificultades (además, pero no en el primer lugar subjetivas) que se derivan de la situación que buscaremos captar como un todo.
Deseo profundizar, profundizar es una palabra amplia, grande, digamos articular un razonamiento sobre el hecho que la guerra ucraniana ha precipitado una situación muy compleja que, como se notaba al principio, por lo menos se remonta al surgimiento de la considerada crisis financiera de 2008.
Ahora, para ser lo más sintético posible y espero que no demasiado didáctico, decir que la crisis que estalló en 2008 con el epicentro en Estados Unidos, y que fue solo en la superficie una crisis financiera, fue en realidad una crisis sistémica.
A partir de la respuesta que le fue dada por el sistema financiero estadounidense, por el Estado estadounidense y por la cascada de todos los otros actores globales, fue básicamente congelada. Congelada pero no sin antes haber desencadenado (motivado) dos procesos fundamentales, de los cuales vemos hoy una fuerte precipitación a nivel geopolítico.
El primer proceso es el que el periódico Economist ( la Biblia del capitalismo mundial desde la mitad del siglo XIX en adelante) llamó la slowbalización, de slow, lento.
La globalización ascendente, por lo menos desde el último treinteno, incluso antes de la caída del muro de Berlín, no ha sido interrumpida por lo menos en sus tres índices fundamentales, es decir, en el comercio mundial respecto al producto global neto en un año (PIB), en la constitución de cadenas de suministro globales en la producción y claramente en la logística, y en la inversión extranjera.
No hubo y no hay hasta ahora una verdadera interrupción, pero observaremos seguramente una desaceleración de los índices de crecimiento. Por lo que señaló lo de la slow-balización, una globalización que se ralentiza.
Contextualmente a nivel productivo y más en general a nivel de capacidad de poner en funcionamiento la acumulación capitalista y por lo tanto la máquina de la ganancia, con altas y bajas y en una situación obviamente diferenciada, por cuanto se trata del Occidente ( diferente es el discurso para el Asia oriental y para la China) no habíamos experimentado una sustancial estagnación.
El término aunque no es preciso, señala la situación diferenciada entre la Europa y los Estados Unidos, sea al interior de Europa, aunque hablamos fundamentalmente de un crecimiento asfixiante y hasta de una incapacidad para lanzar la acumulación de capital.
Lo que ha marchado junto, como efecto que se convierte en causa, es un endeudamiento creciente impulsado (diseñado para bloquear los efectos económicos perjudiciales, y por lo tanto sociales y políticos de la crisis global) por las bancas centrales, en particular por la Reserva Federal y después en cascada por las bancas centrales japonesa, británica, y por último, por la BCE ahora dirigida por Draghi.
Un endeudamiento que no tiene par en la historia del capitalismo y que se ha ampliado ulteriormente durante la crisis pandémica. Los balances de las bancas centrales han alcanzado índices impensables. Por ejemplo, el de la banca central estadounidense (ahora no recuerdo precisamente la cifra) que merodea entre cinco y siete trillones de dólares, lo que equivale a una cifra entre un tercio y la mitad del PIB estadounidense. Lo que –y no es un punto que podamos profundizar- obviamente no deja de repercutir sobre el fenómeno ocurrido en el último año y medio ( en el considerado “rebote” postpandémico) que es la inflación.
Bueno, ya solo el nominar este macro proceso nos indica cual es el estado de la globalización en esto últimos treinta-cuarenta años en los que no ha podido ir ni en contra de las grietas (fisuras) ni de sus verdaderas y propias brechas – aun teniendo en cuenta el hecho que en estos diez años entre el 2008 y el estallido de la crisis global, China interviene para salvar la economía mundial y el Occidente, a actuar como una válvula de escape de las dificultades de la economía. Más vayamos por partes y demos un paso atrás.
Cuál es el estado de la globalización? O mejor dicho, como se ha constituido –en el plano geopolítico, sobre el plano social y de la lucha de clases, sobre el plano estrictamente económico- el ensamblaje que ha dado como resultado la globalización conducida por Estados Unidos?
A la base de esto subyacen tres grandes procesos. El primero es el proceso geopolítico, que refiere al acercamiento Estados Unidos-China, sucedido a partir del inicio de los años Setenta en el tránsito de Mao a Deng, o sea en el momento en que los Estados Unidos estaba sufriendo una grave crisis a causa de su fracaso en Vietnam y de las luchas sociales del “largo Sesentayocho.”
En el plano estrictamente económico y monetario, es crucial el “desenganche” del dólar del oro en 1971, lo que ha conducido a la fluctuación de esta moneda sin una base física, para así decirlo. Sintetizando, en el régimen de Bretton Woods luego de la Segunda Guerra Mundial, el vínculo estrecho y fijo entre el dólar y el oro, en el que se basaban todas las otras monedas, había hecho del dólar la moneda de reserva mundial y el medio de pago internacional. Pero del 71 en adelante, en cambio, el dólar siguen una trayectoria y una dinámica “de acordeón”: en el sentido que el desenganche del oro permite a la Banca central estadounidense de imprimir moneda a voluntad, según las exigencias estratégicas de los Estados Unidos, ya sea imprimiendo o tirando de las riendas y apretando.
En el primer caso, al intercambiar con el dólar la producción mundial, esto les permitía ejercer un control, el mando global sobre una buena tajada del valor del producto, y en cambio, en el segundo caso, la situación cambiaba, si cerraba el acordeón, para reactivarlo en los Estados Unidos, contra un dólar que se encontraba demasiado inflado, con el riesgo de perder valor (y perdía valor).
Una táctica habitual consistía, por ejemplo, en subir las tasas y cuando se restablecían en los Estados Unidos, los capitales que arriesgaron habían volado a otras costas. Obviamente la cuestión es mucho más compleja que lo que estoy diciendo acá, más por el gusto por dar una idea de cómo se ha constituido en los años Setenta lo que podemos llamar (y que es un fenómeno inédito en la historia del capitalismo mundial) el imperialismo financiero del dólar.
Gobernar por medio del dólar quiere decir también gobernar el flujo de valor global a través del endeudamiento. Porque un dólar libremente flotante, sea inflado o desinflado según la visión geopolítica y económica interna e internacional, ha permitido a los Estado Unidos el acumular un enorme déficit interno y una desventaja comercial de la partida corriente con el exterior a su vez enorme.
En breve, por primera vez en la historia tenemos un sujeto hegemónico que dirige el mundo por medio de la deuda, de su deuda.
Solo recuerdo que luego de la primera y mucho más después de la segunda guerra mundial, los Estados Unidos habían terminado como el primer acreedor de aquellas que eran las potencias fuertes de entonces, de la Europa y sobre todo de la potencia hegemónica de ese entonces, la Gran Bretaña.
El tercer macrofenómeno que ha contribuido al nacimiento de la globalización, sin que haya habido, como decir, una dirección compartida –cosa que en el capitalismo es imposible, a menos que se abrace la teoría conspirativa- ha sido la lucha del “largo Sesentayocho” y su absorción.
A tal propósito es importante una precisión. No es que se haya dado simplemente una derrota de la lucha de clases en Occidente por cómo se había desarrollado de los años Sesenta a los años Setenta.
En todo caso había un debilitamiento, incluso una derrota importante, pero sobre todo una absorción de la instancia del Sesentayocho- que era la instancia libertaria y de búsqueda de la autonomía que en parte se rebelaba también contra la dependencia del trabajo asalariado-en el que de alguna forma la globalización ascendente era exitosa y la absorbía llevándola y declinándola en su propio terreno, a favor de un restablecimiento de la acumulación capitalista.
Ahora, esto también nos explica o puede explicar admirablemente según mi opinión, también otro fenómeno. Se trata del hecho que siendo accidental el nuevo tipo de dominio que los Estados Unidos habían instaurado sobre el mundo después de los años Setenta, en el surgimiento de la crisis del largo Sesentayocho –un dominio, atención, que tuvo necesariamente como otro pilar (obviamente en términos asimétricos, de potencia y de ganancia) China, esto es la apertura de los mercados occidentales ( en primer lugar estadounidenses) a las exportaciones chinas, lo que ha permitido la internacionalización de la producción, la constitución de las cadenas de suministro globales de producción que han permitido a China hacer que lo increíble suceda, que en treinta años sustancialmente, lo que a los otros países del capitalismo maduro les ha tomado ciento, ciento cincuenta años, pero siempre con una posición, obviamente asimétrica, no de predominio, sin embargo China – bueno, dije que es evidente que en esta arquitectura, en este ensamblaje global- gracias a contradicciones propias, entre estas la llamada financiarización, así como el hecho que los Estados Unidos no había desindustralizado completamente su propia columna vertebral productiva, más bien moviendo su segmento “alto” de la tecnología, mientras el peso de la economía financiera y especulativa crecía de una manera enorme, y a través de esto controlaba la monedas y las finanzas como hemos explicado,-los Estados Unidos lograron exitosamente captar, capturar una buena parte del flujo mundial de valor, subordinándolo de manera nueva, inédita. De manera nueva porque en los años Setenta se pensaba en una declinación inexorable de los Estados Unidos lo que no sucedió.
Por lo tanto, es claro que esta compleja arquitectura que acabo de esbozar, -espero de manera no muy confusa- en el 2008 ha iniciado a mostrar sus grietas, sea por sus contradicciones internas, pero también porque China hasta cierto punto sirvió para instaurar este nuevo dominio estadounidense, pero ha hecho de su ascensión económica y asimismo- sea con el aumento de los ingresos, de los salarios, sea con la lucha de clases interna en China- ha iniciado de algún modo, sino a pretender, digamos a aspirar a una tajada mayor de las ganancias globales.
Que supone todo esto? Del lado chino, la conciencia en las elites, en el vértice del Partido-Estado, de esta relación asimétrica, desequilibrada, excesivamente desequilibrada, que quiere y quería decir que fundaba todo su ascenso en la exportación para el mercado occidental. Con la crisis del 2008 esta estrategia se revelaba todavía como una apuesta precaria, lo que ha sorprendido a la dirigencia china, y que de algún modo tuvieron inmediatamente que enfrentar esta situación.
Para obviar esta crisis, China entonces intervino con una emisión de liquidez exagerada en el 2009 y de esta manera ha también ayudado al Occidente. Pero su modelo de desarrollo económico no puede atravesar por un endeudamiento continuo, lo que crearía una burbuja similar a la de Occidente, y la cual tarde o temprano explotaría, dejando muertos y heridos en un camino similar al de los últimos treinta años que ha sido tan excepcional, pero que sin embargo, es pleno de contradicciones económicas, sociales y políticas.
Por lo que la China, a partir grosso modo del día siguiente de la crisis global, ha desplegado un plan, una política industrial, una política económica orientada a fortalecer las cadenas de valor. Para decirlo en breve, se trata de un reajuste de la economía interna y de sus conexiones con la economía externa. En términos concretos esto significa depender menos de las exportaciones, estar menos expuesto a los impulsos financieros occidentales y proyectarse hacia el exterior con la llamada Vía de la Seda.
Obviamente en todo esto es fundamental para China aumentar su papel en la producción tecnológicamente más avanzada, sobretodo en un campo en el cual es decisivo no quedarse atrás como es el de los microprocesadores (microchips).
Se nota como la atención será prestada no tanto y no solo a la producción digital para el consumo de masas, cuanto al diseño, a la producción y a la proyección de circuitos integrados que no estaban a la base ( la base es también, obviamente, la tecnología militar).
Este plano del reajuste chino, si lo lograra, resultaría para las multinacionales estadounidenses y occidentales en general,- y sobre todo para el control estadounidense a través del dólar– no digo el fin, porque no es esta la intención ni tampoco la capacidad, considerando las relaciones de fuerza que dispone China, pero aun así sería un fuerte golpe.
Es exactamente esta hipótesis la que ha desencadenado la reacción estadounidense, ya esbozada en el curso de la Administración Obama y luego lanzada con la llamada guerra comercial de Trump. Recordemos que la guerra comercial no tiene tanto como su objetivo el reequilibrar la balanza comercial entre China y Estados Unidos, porque como decíamos anteriormente no es este el problema.
Los Estados Unidos dominan el mundo tranquilamente endeudándose. El problema es mantener la prioridad y el predominio del dólar, e impedir a la China que avance tecnológicamente a fases más elevadas de acumulación capitalista.
Y de hecho nosotros veíamos que existe una perfecta continuidad entre la Administración Trump y la Admnistración Biden. Biden no ha hecho más que afinar esta estrategia que ha tomado la forma de la llamada disociación tecnológica selectiva.
Con disociación se entiende el desvincular a la China del acceso a capital y a la alta tecnología, en una disputa internacional en la cual los Estados Unidos deliberadamente usa los mismos mecanismos sea con los países del Occidente, sea con los aliados del Asia ( Japón y Taiwan). “Selectivo” porque obviamente romper del todo con la China sería para los Estados Unidos como matar a la gallina de los huevos de oro, lo que no, al menos actualmente, ni esta en los planes ni es factible.
En la actualidad sobre el plano geopolítico los Estados Unidos se reorientan hacia el Asia oriental y han emprendido una estrategia de acercamiento, de nueva contención, de la China, en cuyo centro se encuentra el Mar de China (septentrional y meridional) y Taiwan. Por eso es que han decidido, sino “abandonar” al menos relajar la presencia en el Medio Oriente, y al mismo tiempo abandonar Afganistán y enfocarse en esta nueva vertiente.
Y qué papel juega la Rusia, la Europa oriental y el Asia Central en todo esto?
Tiene que ver en primer lugar porque por ahí pasan algunas orientaciones estratégicas de la Vía de la Seda, que para China son fundamentales porque siendo estrecha su costa marítima (de la cual depende, por ejemplo, para la llegada del gas, del petróleo y toda la exportación de productos) debe intentar moverlos por tierra pasando a través de Asia central, y Asia meridional. Rusia es crucial ya no solo por esto sino porque la misma Ucrania es un previsto centro vital, fundamental para el Camino de la Seda.
Pero también incluso desde un punto de vista y geopolítico es evidente que Rusia tiene en la China un aliado fundamental para resistir a las presiones de la NATO y de los Estados Unidos; y por el otro lado, China tiene en Rusia un respaldo geográfico a la vez que un socio complementario desde el punto de vista económico.
Rusia exporta principalmente materia prima agrícola y minerales, y China es la oficina del mundo. Y es alrededor de esta relación –no una alianza pero si una partnership estratégica- que pueden girar todas esas áreas y esas cuencas territoriales que no quieren someterse completamente al diktat de Washington.
Aquí es, -y ya casi concluyendo, que surge la contradicción de esta fase que nos acompañara obviamente durante algunos decenios sino explota antes. La contradicción de esta fase surge de la necesidad, especulativa y al mismo tiempo contraria, para China y para Estados Unidos de conservar la globalización, y de la necesidad al mismo tiempo de implementar estrategias que socaven la globalización misma, que por lo tanto, tienda hacia su crisis, y luego, eventualmente hacia un repliegue, hacia una desglobalización.
A que me refiero? La China necesita de la globalización porque se encuentra en medio de una encrucijada. Necesita continuar exportando mercaderías, e importando materias primas a medio mundo, pero sobre todo, de acceder a la tecnología y el capital que todavía no posee.
El problema es que China necesita de una globalización menos asimétrica, podemos decir más multipolarista, multilateral, “otra globalización” como se decía hace veinte años en el movimiento antiglobal, lo cual produce claramente la reacción durísima de Estados Unidos, de lo cual ya hemos visto algo pero estamos viendo solo el inicio.
Los Estados Unidos de hecho están obligados a responder con el decoupling, por lo tanto tratando de desenganchar y de separar a China de la disputa global (vía sanciones, vía aranceles, vía lo que vamos a ver) más al mismo tiempo es claro que el riesgo para los Estados Unidos es de darse un balazo en el pie. Es decir de truncar, de interrumpir los flujos, las cadenas de valor que en esencia son las fuentes del dominio mundial del dólar y por lo tanto de su hegemonía mundial imperial.
Por lo tanto, la contradicción reside precisamente en producir efectos contradictorios en lo que son las condiciones, repito, especulativos y opuestos para China-una globalización alternativa y menos asimétrica, menos occidentocentrica, manos dolaro-centrica- y para los Estados Unidos –interrumpir el flujo con China, que mientras tanto se ha convertido en la oficina global, sin la cual, como habíamos visto ya durante la pandemia, se arriesga al bloqueo de las cadenas globales de valor.
Contextualmente, lo que verdaderamente va a cerrarse, el problema de fondo, y también lo que al mismo tiempo, acerca la crisis si ha llegado, a través del endeudamiento o de otros mecanismos, a la creación de una burbuja de capital ficticio y especulativo enorme que, si la acumulación necesita recuperarse, de cualquier manera tiene que ser desinflada, y debe de ser desinflada incluso violentamente.
Observemos que con fenómenos como la inflación, la guerra ( con la destrucción que significa, de capital y obviamente de seres humanos) lo más probable es que pasemos a una stagflación ( que es estancamiento productivo junto con inflación) con lo que llegaremos de nuevo a una gran recesión o en otras palabras a una recesión permanente.
Con respecto a Europa, leíamos estos días los datos sobre Alemania: la Europa es claramente la más golpeada de esta crisis ucraniana ( pero también los Estados Unidos han sido perjudicados por la inflación) así que lo que, técnicamente es casi ya recesión, sobre todo si se confrontan los datos sobre la pre- pandemia, con el 2019.
Entonces tendríamos una gran recesión que implicaría devaluaciones de capital, cierre de empresas, despidos, destrucción: y la destrucción es la conditio sine qua non de una reanudación de la acumulación global. Solo que mientras tanto, esto pasa con una crisis, una guerra, y donde cada actor iniciando con los Estados Unidos va querer y va tratar de pasar los costos de esta devaluación sobre los demás.
Y esto lo observamos ya en la crisis actual: vemos claramente la actitud de los Estados Unidos – proseguir la guerra, la Ucrania debe vencer- y los daños- sea nivel de los precios de la energía, más en general, con todo lo que arriesga Europa- descargado precisamente en el aliado.
Entonces, y cierro con esto, puede ser (eso lo dirá el futuro, tal vez incluso próximo) que la guerra en Ucrania sea un primer momento del viraje de la situación, un punto de desbloqueo, de descongelamiento de la crisis que he esbozado.
Una inversión del ciclo en el cual, no por casualidad, asistimos a una política de la Reserva Federal, que señala una desviación (por ahora no realmente de 180 grados, pero podría llegarse a ese nivel) respecto al “dinero fácil” de todo este año.
De hecho, está aumentando las tasas para devolver fuerza al dólar y atraer capital a los Estados Unidos: es una vez más el efecto filarmónica del dólar del cual hablábamos antes. Mientras el mismo incremento de los precios de la energía daña gravemente a Europa como ocurrió ya en la crisis energética de 1973; más a medida que la energía se compra y se negocia en dólares no penaliza a los Estados Unidos ( o no lo penaliza en la misma medida si no fuese por la inflación concomitante.) Al respecto, en la medida que el dólar siga siendo una moneda internacional.
Y que con lo que está haciendo Rusia ( por ejemplo, pidiendo pagar en rublos en el comercio de productos energéticos) y con lo cual está apuntando a China ( es decir para liberar un mínimo del dólar y así sucesivamente) aunque no venga inmediatamente a una consecuencia extrema, pero por primera vez el tabú es desafiado, el tabú se ha roto.
Cualquiera que esté pensando en una economía mundial no puede someterse al dólar, por lo que debe pensar es en un proceso de desdolarización. Ahora, que saldrá de eso nadie lo sabe, más es evidente que es un material explosivo. Tras la crisis de la globalización es posible expresiones incipientes de desglobalización, con reacciones durísimas de los Estados Unidos, procesos (quizás intenciones, estrategias) de desdolarización y es evidente –aquí lo dejo- que la crisis ucraniana es la precipitación de un nudo de contracciones que ahora son sistémicas. (Traducción del original italiano por Roberto Pineda, SIEP).