Durante un buen tiempo, fue frecuente que Higinio me hablara del compa Francisco. Me decía que su trabajo lo estaba desempeñando exitosamente, que sus relaciones con distintos sectores se ampliaban cada vez más y se le apreciaba y respetaba. A Francisco lo llegué a conocer hasta mediados de abril de 1984. A partir de entonces, me familiaricé con su ocupación principal: la fotografía.
A comienzos de aquel año se dio la escisión de los compañeros que se agruparon alrededor del 6 de Enero. Los integrantes de la CP del CC del PGT, que nos reunimos en enero, examinamos la situación que se creaba para el partido; definimos las tareas prioritarias e identificamos los peligros principales.
Lo principal de lo tratado está recogido en la Carta para la reconstrucción dada a conocer muy limitadamente, por cierto a la militancia, cuadros y dirigentes a partir del 14 de febrero de 1984, y en la que se plantea que el trabajo a emprender de inmediato había que centrarlo en la reconstrucción orgánica de los círculos de la JPT, y de los comités de base del partido, sus órganos intermedios y su propia dirección nacional, el reforzamiento del trabajo ideológico y político, y las medidas para salvaguardar al partido de los golpes del enemigo.
El desprendimiento del 6 de Enero no lo subestimamos. Crítica y autocríticamente reconocimos las causas que lo determinaron y nuestras propias responsabilidades.
Como lo expresé en su momento, lo que permitió que los compañeros del 6 de Enero tomaran la decisión de separarse del partido, fueron las deficiencias y descuidos en el trabajo organizativo, cierto relajamiento de la disciplina interna, descompartimentación de las tareas y la información, y nocivas tendencias a subestimar las normas de seguridad y el trabajo en la clandestinidad.
Influyó, además, la falta de atención, seguimiento, control y chequeo de la formación, educación y capacitación política.
Como no se fue lo suficientemente previsores y no se supo salirle al paso y a tiempo a estas deficiencias, tampoco fue posible discutir y de común acuerdo superar lo que se señaló y criticó no sin razón y fundamento como causa de la escisión: el rezago en el cumplimiento de las tareas de la Guerra Revolucionaria Popular, GPR, como vía de desarrollo de la Revolución en nuestro país.
Sabiendo el enemigo lo que se había dado al interior del partido, no vaciló en enfilar sus golpes no sólo contra los compañeros del 6 de Enero, sino contra quienes nos unificamos alrededor del Comité Central y que significó la desaparición, captura y asesinato de destacados y valiosísimos militantes, cuadros y dirigentes.
El cerco y persecución policial contra nuestra dirección se recrudeció con la captura, asesinato y desaparición, primero, del Jovencito y, enseguida, de la compañera Chabe. La CP del CC redobló las medidas para resguardar a la militancia, sus cuadros y dirigentes y acordó la salida temporal del país de dos de sus integrantes.
Parte de esa tarea se le asignó al compañero Higinio y a la compañera Clara. A Flora se le encargó arreglar la documentación de uno de ellos y a la compañera Tijerina su enmascaramiento. El traslado a la frontera corrió a cargo de un matrimonio de absoluta confianza de la dirección.
La ruta por la que se optó fue la de occidente. El operativo de salida se inició en la capital el 12 de abril. Se pasó la noche en las afueras de la cabecera departamental de Quetzaltenango. En la tarde se viajó a Malacatán. Se recogió al otro compañero. En la carretera, a las 18 horas, se entró en contacto con el enlace operativo de la patrulla de la Organización del Pueblo en Armas, ORPA, sin cuyo apoyo y cooperación solidaria no hubiera sido posible atravesar el Suchiate y garantizar los movimientos y estancia, del otro lado y por dos días, de dos “finqueros”.
El vehículo para el viaje era el del compañero Francisco. Él lo manejó. Iba también su compañera y uno de a quienes se autorizó su salida: Julián. El otro, fue el compañero Otto. Así fue como conocí a Francisco y a su compañera. En Tapachula, se me informó que habían regresado bien a la capital. De allí en adelante, nuestro traslado lo hizo el compañero Daniel y su equipo operativo de apoyo y acompañamiento.
Lo que no puedo dejar de decir, y lo hago a manera de reconocimiento imperecedero, es que Ximena es la compañera de Francisco y el compa Francisco es Mauro Calanchina a quien muy merecidamente se le homenajeó en el MUSAC el miércoles pasado previo a la inauguración de Hilando la memoria, su valiosa colección de fotografías.
Ana María y yo salimos de la antigua facultad de Derecho de la Usac con tres claveles rojos y la convicción de que alrededor del homenajeado se reunió lo mejor de los jóvenes que quedan de los años 70 y 80 y que continúan en la lucha.
Mauro Calanchina puede estar seguro que es de los que están contribuyendo a abrir el anchuroso y desafiante camino de la refundación y unidad de las izquierdas en nuestro país y que se le admira y respeta.