El historiador Rafael Casanova Fuertes publicó un artículo referente a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Nicaragua, FARN (END, 13/11/2009). Considero encomiable la labor de quienes rescatan hechos como el mencionado, porque las generaciones actuales deben conocerlos, por los múltiples sacrificios que se realizaron para lograr la derrota definitiva de la dictadura, en julio de 1979. En esta línea, quisiera dejar constancia de algunos hechos que me tocó vivir como partícipe en esta experiencia, hace más de cuatro décadas.
En 1954, cuando tenía 21 años, me inicié en las luchas políticas en el Partido Socialista Nicaragüense (PSN), donde tuve la oportunidad de conocer y compartir distintos momentos con compañeros como Jorge Galo, los hermanos Juan y Augusto Lorío, Domingo Sánchez, Onofre Guevara, Nicolás Arrieta y otros compañeros que después fundarían el Frente Sandinista de Liberación Nacional, como Carlos Fonseca, Tomás Borge, Francisco Buitrago, Oscar Turcios, Gladis Báez y Doris Tijerino.
A mí me tocó trabajar en el campo sindical, particularmente en el Sindicato de Choferes de Managua, porque yo era mecánico y chofer; logré laborar en algunas empresas privadas para mantener a la familia, pero a nosotros en aquellos tiempos, ya con una conciencia política y de clase, la vida se nos dificultaba, nos costaba encontrar sosiego en un trabajo, porque a la menor oportunidad ya estábamos creando un sindicato, y ahí nomás nos corrían. Para colmo, teníamos encima la represión militar. Estuve detenido en diversas ocasiones. Me correspondió dirigir huelgas de los choferes con Rolando “Bacho” Alvarado, o de solidaridad con los zapateros, gráficos y los constructores.
Detrás de nosotros estuvo primero, en 1957, la Unión General de Trabajadores (UGT) y después, en los años sesenta, la célebre Federación de Trabajadores de Managua, que fuera la base sobre la que surgió la Confederación General de Trabajadores Independiente, CGT (i).
Hacia 1965, un grupo de compañeros empezamos a revisar con más atención los estatutos y el programa del Partido, porque nos preocupaba el hecho de que aún cuando habíamos hecho una labor organizativa muy importante, estábamos a la defensiva, entre encarcelamiento y torturas. En el programa, encontramos un punto que planteaba que el Partido debería estar preparado para toda forma de lucha. Esto nos sirvió de base para discutirlo en las estructuras del Partido; pero, para ser justos, todos estuvimos de acuerdo con la lucha armada, incluido a los mismos hermanos Lorío y Pérez Estrada, aunque éstos sostenían que no era el momento.
Pero las posiciones de la mayoría “entre los que puedo recordar a Abdul Sirker, Álvaro Montoya, Federico Krauddy, Julio Briceño, Luis Sánchez, Rigoberto Palma, Wilfredo López Balladares y otros” era que se debería estar preparado para ese momento en que el pueblo respondiera con las armas en la mano a la dictadura. Esta posición prevaleció en la Comisión Política y otros organismos de dirección del PSN.
El nombre de las FARN
De allí surgió la creación del Frente de Acción Revolucionaria Nicaragüense FARN, después, creo que fue Luis Sánchez quien sugirió cambiar lo de Acción por Armado, pero no se hizo oficial, y con el tiempo un grupo de compañeros decidió llamarle Fuerzas Armadas Revolucionarias de Nicaragua, FARN. Pero éste tampoco se oficializó, por lo que su nombre verdadero es el primero. Con la salida de los Lorío y Pérez Estrada, en 1967, las posiciones nuestras se consolidaron y se pasó a crear una estructura militar nacional. En Jinotega con los Aráuz, Centeno, Martínez, Cristóbal Villegas; en Matagalpa con Bernardino Díaz Ochoa, los Flores Ortega y Antonio Castro; en Juigalpa con los Galeano; en Carazo con los Lacayo y los Navarro, Guillermo Baltodano, César Cortés Téllez; en Chinandega y León con Jacinto Baca Jerez, Rigoberto Palma, los Montoya Lara, Toruño, Aragón, Pérez; en Masaya con Suárez; en Rivas con los Lara y Bejarano.
Posteriormente, a inicios de los setenta, se produjo lo que pudiera definirse como la desmovilización de las FARN, porque uno de sus gestores, Luis Sánchez Sancho, se convirtió en uno de los sepultureros de esta experiencia, alegando lo que ya el historiador Casanova señaló. Nosotros continuamos la lucha dentro del Partido hasta que en una reunión plenaria, en 1976, logramos la mayoría. En esta situación desempeñó un papel muy importante el doctor Julio Briceño, quien pasó a ser el Secretario General del PSN, en 1977.
El grupo de Sánchez Sancho, no aceptó las nuevas posiciones, y crearon una fracción con el mismo nombre e hizo alianzas con la derecha antisomocista, y el PSN de nosotros fue a crear una unidad con la izquierda y a preparar la lucha armada, camino que nos llevó a fusionarnos con el FSLN en 1979, y a ocupar responsabilidades en el Estado Revolucionario, en los años ochenta. En lo personal, yo no participé en el pleno de 1976, porque me encontraba en la Unión Soviética, pero a mi regreso en 1977 me identifiqué de lleno con las posiciones revolucionarias, reafirmadas en un congreso de abril de ese año.
Los aportes del FARN.
El FARN, como dijo el historiador Casanova, no tuvo las dimensiones del FSLN, pero uno de sus principales aportes fue haber dejado formada una estructura que sirvió para fortalecer al FSLN en años posteriores, porque el trabajo organizativo y logístico del FARN en los territorios lo asimiló el Frente. Los compañeros entrenados militarmente en la época, fueron útiles entre los años de 1978-1979 para la creación de la nueva organización que formó el Partido: la Organización Militar del Pueblo, OMP, cuyas columnas en todo el país, en estrecha coordinación con el FSLN, desempeñaron un papel muy importante en la derrota de la dictadura militar.
Esto, hay que investigarlo bien, sin que los prejuicios sectarios afecten la aclaración de los hechos. Sobre el Partido, sólo se tiende a exponer lo negativo; hubo hechos que no se han mencionado, tales como que la red de colaboradores rurales y urbanos del Frente, provinieron del Partido. En mi caso particular, me tocó tener en mi casa a varios compañeros clandestinos del Frente, entre ellos, el mismo compañero Carlos Fonseca Amador. Es cierto que hubo diferencia de líneas políticas, pero esto no impidió niveles de relación y de colaboración entre ambas organizaciones. Creo que es tiempo de ir aclarando estas partes de la Historia.
*Comandante® del MINT,
Fundador del FARN y de la OMP.