Julio 15, 2013 Toda campaña electoral depende, en última instancia, de su contexto político, aunque el texto electoral pueda tener una relativa autonomía respecto a lo político; pero en pocas campañas aparece esta relación intensa como en la actual. En la coyuntura, es tan encendida la boda entre lo electoral y lo político, que lo prolongado de la misma no logra despegarse de la hondura y extensión de la crisis política e histórica que sacude al país.
Esta verdad aparece, casi gráficamente expuesta, en las tres fuerzas actuantes de manera fundamental. Hay que precisar antes que se trata de tres agrupamientos de derechas: uno, oligárquico, tradicional, que es ARENA, el otro, burgués oligárquico, que es el partido FMLN, y el agrupamiento de UNIDAD de Tony Saca, expresa una posición burguesa. Se trata de una campaña en la que no participan las izquierdas como partido político, pero sí en el contexto político.
La oligarquía tradicional expresada por ARENA es este sector que ha perdido el control del aparato del Estado; aunque una pequeña franja de esa oligarquía, donde se ubica gente como Ricardo Poma, los Simán, Murray, Callejas, integrantes del asocio para el crecimiento, son sectores con una cabeza política oligárquica muy atrasada, aunque con un capital vinculado a las poleas actuales del capital transnacional. Estos son los dueños de este partido. ARENA cuenta con el respaldo del gobierno estadounidense que prefiere a los más conocidos. Es cierto que este partido sufre una revuelta interna provocada, en primera instancia, por la resistencia al control partidario de estos sectores ya referidos, y además por visiones diferentes sobre la manera de construir alianzas y de hacer la economía en el país, es decir, la clase de país que se necesita.
El partido FMLN cuenta con una cúpula burguesa por el origen exógeno de su capital, por los nexos y sus vías de desarrollo. Por supuesto que los dos grandes sectores expresados por ALBA PETROLEOS y la empresa partidaria, son dos áreas que es necesario diferenciar para entender las correlaciones de fuerza volátiles y las alianzas inestables que el manejo requiere. Es evidente que estas empresas necesitan del control del aparato del Estado como cualquier empresa partidaria, porque la atención a su clientela electoral necesita repartir el botín de la cosa pública, pero sobre todo, usar el aparato del Estado en beneficio y al servicio de sus negocios e inversiones. Por cierto, esta es la historia inveterada del desarrollo del capitalismo. El control del Estado resulta ser un presupuesto del poder. Esta cúpula empresarial parece y aparece con un ejercicio del poder político oligárquico. Por un lado, por sus finanzas y su actividad económica puede entenderse como burguesía, pero en el terreno político se comporta como oligarquía, es decir, de manera primitiva y atrasada, muy atrás y muy lejos de lo que sería una democracia burguesa. Esto es lo que explica su confrontación inevitable con la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia, porque su declarado propósito en el gobierno y con el aparato de Estado, todo lo que ARENA y la derecha hacen y han hecho, choca con la democracia constitucional – que es la posición de la Sala – que exige el sometimiento real a la Constitución.
Este es un puente que vincula a esta cúpula partidaria y empresarial con la cúpula de ARENA, que es también empresarial y partidaria. Por supuesto que el nexo entre estos dos sectores es la base para un eventual bipartidismo que resulta ser la mayor amenaza para el proceso político del país.
El agrupamiento de Tony Saca expresa una posición burguesa, no oligárquica, y su confrontación, hasta ahora no conciliable con ARENA, se alimenta de una historia de confrontación sobre la manera de relacionar el aparato del Estado con el mercado; así como sobre el sentido social, es decir, el compromiso público con la gente, y, en fin, con aspectos propios de la democracia burguesa.
La campaña electoral es el escenario en donde los sectores contendientes se enfrentan entre sí y con un pueblo lleno de dudas, temores y desconfianzas. En una atenta mirada, los tres sectores están diciendo lo mismo, evitando contaminar lo electoral con lo político, eludiendo hablar del país verdadero que vivimos, y evadiendo la presentación de proyectos políticos reales que determinen sus compromisos reales ante la gente real que decida votar. Las tres fuerzas han llegado a una meseta electoral cuya superación requerirá movimientos y alianzas más o menos audaces.