La venganza de Yessy
Estaban frente a frente y Yessy, midiendo fríamente sus palabras como el francotirador, dijo lentamente «yo tengo relaciones con una persona y creo que estoy embarazada», Mardoqueo no creía oír lo que estaba oyendo, estaban hablando de otras cosas sin relación al tema cuando la mujer dejó caer tamaña confesión y esperó, agazapada, para ver la reacción de sus palabras.
El hombre se sintió morir, como cuando un navajazo corta la aorta de un humano, sintió que la tierra lo tragaba, toda su boca se le secó de inmediato y la lengua pareció una serpiente reptando en el desierto, por un segundo dejó de pensar inundado por el sentimiento de impotencia y su cabeza parecía una roca, dura e impenetrable, miraba a la mujer sin creer que fuera la misma persona que él quería y que ésta fuera capaz de hacer semejante cosa.
La mujer, con los ojos inundados de lágrimas por su situación per- sonal, miraba con gozo la reacción de sus palabras, era lo que ella buscaba pese a lo comprometido del mo- mento. Por un segundo nadie dijo nada pero ella logró lo que quería. Mardoqueo nunca aceptó totalmente, el amor de Yessy, pero se amaban, ella pensó que él la despreciaba y la menospreciaba, por eso, construyó, con mucha firmeza y paciencia, una relación aparte que ella entendía que le pertenecía totalmente. Mardoqueo nunca supo nada y tan siquiera se imaginaba lo que se construía frente a sus propios ojos. En una ocasión Yessy le puso enfrente a su amante y el oficinista fiel nunca supo de quien se trataba, apenas lo vio y lo saludó.
En realidad la mujer llego a odiar a Mardoqueo aunque nunca se lo dijo y por el contrario, en todo momento le expresaba su amor y el enamorado le creía siempre, confiado en que su Yessy era inquebrantable y llena de paciencia, ignoraba la increíble tormenta que ante sus ojos se desarrollaba, no podía imaginar que se había convertido en un obstáculo, en una roca que era necesario quitar del camino y que la mujer, que estaba cerca de su corazón lo odiaba porque se consideraba rechazada por él, no sabía que su Yessy, todos los días, en las tardes y en las noches, vivía el más intenso de sus amores y se sentía acompañada, comprendida y estimulada por el hombre que ella consideraba su marido y de la que se sentía su mujer. Mardoqueo jamás supo nada de esto ni tan siquiera lo presintió el día en que ella le prohibió que la tocara, – no quiero que me toques- le dijo fríamente la mujer y Mardoqueo nunca supo que Yessy lo había sacado de su corazón.
Al sentirse embarazada, Yessy se lo confesó a su marido y este, asustado, la rechazó porque le dijo,- estoy harto de tus exageraciones – en medio del susto y la angustia, la mujer decidió usar su miedo para darle a Mardoqueo esta estocada final.
Los segundos se petrificaron y él rompió el hielo: «si necesitas ayuda contá conmigo en todo», la mujer no esperaba esto y fue sorprendida. «Yo te acompaño a cualquier clínica le dijo Mardoqueo no te preocupes, puedo hablar con tus padres si fuera necesario, es fundamental que hables con el posible padre de tu posible hijo, esto es lo más importante, no te preocupés por los aspectos económicos y contá conmigo, si es necesario te apoyaré con tu posible hijo, pero debes asegurar que el padre lo respalde».
La mujer no esperaba esto y en ese momento rompió a llorar en una mezcla de satisfacción por el golpe dado al hombre, de angustia por una maternidad no buscada y de cierta desesperanza al comprobar, tardíamente, lo cerca que ella estaba de Mardoqueo aún cuando ella suponía que la ignoraba.
La tensa e intensa plática llegó a su fin, el hombre salía para un compromiso y en una muestra de apoyo la abrazó, la mujer reaccionó de inmediato como tocada por una braza ardiendo. «No quiero que me toques», le dijo y olvidando el apoyo total que Mardoqueo le acababa de brindar, le recordaba, pese a todo, que entre ellos dos no existía nada.