Hay victorias que cambian el curso del río de la historia, la del 15 de marzo de 2009 es una de estas. El FMLN con el candidato presidencial Mauricio Funes derrotó a la derecha. Fue una victoria histórica reciente, con múltiples significados y amplias ondas expansivas, que debemos registrar y evaluar para comprender los acordes de la realidad que debemos de seguir transformando.
En primer lugar esta victoria cierra un ciclo de gobiernos de derecha, que se prolongó por veinte años (1989-2009), y abre un nuevo periodo histórico. Estos veinte años moldearon el rostro social, político, económico y cultural del país. Le dibujaron un apretado perfil de derecha. Modificar este rostro es la tarea estratégica básica de la izquierda política y social. Entre los rasgos de este rostro se encuentran los siguientes:
La derecha logró recuperar antiguos y construir nuevos mecanismos de dominación ideológica en el plano religioso (TBBAI y otras iglesias electrónicas), de la educación superior (ESEN), del arte y la cultura (el auge de los espectáculos), de la investigación (FUSADES) e incluso de la ideología deportiva (Barca y Real Madrid); que le permitieran diversos niveles de hegemonía sobre variados sectores sociales.
A nivel socioeconómico, la oligarquía impuso como estrategia la destrucción del tejido productivo agrícola e industrial, provocando así la expulsión masiva de mano de obra hacia USA, estamos hablando de la salida de una cuarta parte de la población. Esto condujo a un fortalecimiento del capital comercial y bancario. Y últimamente, ante el avance político de la izquierda, la oligarquía financiera decide vender sus activos al capital internacional, que así pasa a formar parte de la clase dominante local.
Paralelamente se desarrolló un proceso acelerado de privatizaciones que entregó al capital internacional la distribución de la energía eléctrica, la telefonía y los fondos de pensiones y no logró privatizar la salud pública ni el agua debido a la fuerte resistencia popular. Asimismo se impulsó un proceso de endeudamiento ya crítico con organismos financieros internacionales, como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional. Como la cereza del pastel nos impusieron la dolarización. La contracción del aparato productivo generó un inmenso ejército industrial de reserva, y modificó la composición del movimiento social, ampliando el sector de trabajadores no productivos, vinculados al comercio de sobrevivencia.
Una de las manifestaciones del deterioro social causado por el modelo impuesto por la oligarquía lo constituye la pauperización de regiones como la de la costa, así como la expansión territorial de redes delincuenciales juveniles (MS y 18). A nivel político construyeron un régimen basado en la corrupción y el clientelismo, que en los últimos años se vio forzado a implementar programas de “compensación social.”
Nuestro país fue modificado por procesos aparecidos ya durante el conflicto armado que fueron luego consolidándose: una cuarta parte de la población vive en USA; una mentalidad consumista; predominio del pensamiento conservador en los sectores más empobrecidos, una economía dolarizada y orientada a servicios para captar y “realizar” las remesas, medios de comunicación (TCS, LPG, EDH, etc.) y gremiales empresariales (ANEP y SCIS) jugando claros y abiertos papeles políticos de derecha, un régimen político bipartidista; consolidación de iglesias y universidades conservadoras; crecimiento del sector de la seguridad privada y “enrejamiento” de los vecindarios; privatizaciones de fondos de pensiones, distribución de energía y telefonía; una economía dolarizada, una oligarquía que “cede sus bancos” y se transnacionaliza aceleradamente, un movimiento social débil y atomizado, etc.
Los intereses en pugna
Frente a esta compleja situación, el gobierno de Mauricio Funes y del FMLN tendrá que mostrar resultados palpables en la seguridad, el desarrollo y la democracia. Sus amistades internacionales serán valiosas como la brasileña y estadounidense, pero no suficientes para evitar el desgaste de la inactividad. La gente necesita sentir el cambio en sus estómagos además de disfrutarlo con sus ojos (Recuperación del Centro Histórico de San Salvador).
Existen cinco grandes bloques de fuerzas en pugna, con intereses diversos, pedaleando para lograr alcanzar la conducción del proceso o su influencia significativa. Entre estos bloques de fuerza se encuentra el Gobierno Funes, el FMLN, la Embajada USA, la Oligarquía y el Movimiento Social y Popular. El choque, intercambio, alianzas y disputas de estas cinco fuerzas va configurando el rumbo – interesante y complejo- de este gobierno de centro-izquierda.
El Gobierno Funes y sus aliados más cercanos, necesitan mantener la legitimidad del proyecto anunciado y prometido para asegurarse el respaldo popular, siempre en disputa por los medios de derecha, mientras le aseguran a los sectores dominantes que sus intereses fundamentales no están en peligro, que no tienen porque preocuparse, que el sistema se encuentra a salvo y bien protegido. Y para esto necesitan recursos. Y el país seguirá endeudándose porque no existe voluntad de pasarle la factura a la oligarquía.
El FMLN, por su parte, contando con una poderosa y experimentada maquinaria electoral, necesita asegurar que su caudal electoral siga creciendo y todo parece indicar que así será, lo que le permitirá aumentar sus niveles de influencia en el Gobierno Funes y de esta forma hacer avanzar su agenda estratégica. Y para esto necesitan fortalecer su unidad. Y es por esto que resolverán el problema de las candidaturas internas anticipadamente.
La Embajada USA como representante de la Administración Obama, necesita asegurar que el Gobierno Funes cumpla su papel de aliado incondicional en su enfrentamiento regional contra el polo de gobiernos de izquierda revolucionaria (Venezuela, Cuba, Ecuador, Bolivia y Nicaragua). La visita a Colombia, Israel y la actitud ante Honduras es muy reveladora de esta tendencia. El interés es evitar un alineamiento político con el Sur y fortalecer el vínculo con el Norte. Lo demás – seguridad, migrantes, etc.- son aspectos secundarios.
La oligarquía necesita urgentemente lograr que ARENA salga de su crisis interna y se posicione ventajosamente en el 2012 así como para evitar el desgaste que esta sufriendo su frente gremial, la ANEP, por su beligerancia partidista. Además necesita unificar y coordinar a sus instrumentos políticos ARENA, GANA, PCN y PDC. Y es fundamental lograr que GANA se aleje del Gobierno Funes y del FMLN. Y evitar que el PCN y el PDC desaparezcan en un nuevo enfrentamiento electoral, como ya sucedió y hubo que resucitarlos. La tarea no esta nada fácil. Y Cristiani es político, no es mago.
Y finalmente el movimiento social y popular necesita desplegar musculo. Es el bloque de fuerzas más débil. Necesita unir fuerzas y comprender que la construcción de poder popular pasa por el despliegue de campañas permanentes de organización, educación política, movilización y finalmente inclinar la balanza de fuerzas hacia una nueva derrota de la derecha, hacia una nueva victoria popular en el 2012, más contundente aun que la lograda hace dos años. Y a la par la construcción de un nuevo rostro para nuestra patria, democrático y socialista. Hacia esa meta nos dirigimos.
Roberto Pineda
San Salvador, 18 de marzo de 2011