Los 10 Errores del Walmart del Evangelio
Osías Segura Th.M. Seminario ESEPA
osiasegura@gmail.com
En los Estados Unidos de América el efecto Walmart se conoce en los pueblos pequeños. ¡En América Latina ya lo conocemos! Donde llega Walmart, quiebra a los negocios pequeños. Igualmente ha sucedido con las iglesias pequeñas que han sido absorbidas, como negocios familiares forzados a cerrar.
Las megaiglesias ofrecen mejores productos: amplio parqueo, buena música, excelente sonido, mayor variedad de ministerios, y personalidades con mensajes de fácil aplicación. Mientras que las viejas denominaciones no solo luchan por sobrevivir, sino también convencer a sus adeptos de mantenerse fieles a su doctrina tribal, pero su estructura heredada ya no responde a los retos del mundo como lo hacía algunas décadas atrás.
¡Pero no debe prevalecer el pánico! Uno de los modelos mundiales de megaiglesias está hoy en decadencia y buscando reinvertarse. Hill Hybel, pastor de la famosa iglesia Norteamérica Willow Creek, llego a admitir en una conferencia de liderazgo que “hemos gastado millones de dólares pensando si ayudaría realmente a nuestra gente”. ¡Pero la cosa no pego! Pero hay más errores que han sucedido en las megaiglesias de América Latina, y las quiero numerar. Permítanme así, mencionar algunas de las principales razones de la decadencia del modelo de megaiglesia, para que nuestras megaiglesias pongan sus barbas en remojo.
Primero, en América Latina el énfasis en buscadores sensibles perdió su enfoque con el tiempo, pues empezaron a atraer más a convertidos heridos y decepcionados de otras iglesias. Perdieron tal enfoque cuando dejaron de inculcar en su membresía el modelo de un evangelismo por atracción (invitar gente a la iglesia). Pues al invitarles, nadie les mostraba interés, seguimiento, ni se hacían cargo de ellos pastoralmente hablando. Con el tiempo la cantidad de visitantes mermó, y la congregación se tornó en ser más exclusiva que inclusiva.
Segundo, la falta de cuidado pastoral se convirtió en algo escaso. Algunas megaiglesias no desarrollaron un ministerio enfocado en grupos pequeños. ¿Cómo se puede atender pastoralmente a miles de personas? Al menos en grupos pequeños se puede brindar cuidado. Pero, al prestarse más atención a las actividades masivas que a los grupos pequeños, estas iglesias empezaron a declinar más rápidamente. Se les olvido que una iglesia grande crece siendo pequeña. Mientras me pregunto: ¿Quién cerrará la puerta trasera?
Otras iglesias han adaptado modelos abusivos como el modelo de los 12, G12, G8, o la visión. Piden total lealtad, compromiso, y entrega que llega a sacrificar a la familia, el empleo, y la salud de las personas. En algunas de estas iglesias se solicita que todo y toda aquella que sea parte del proceso, firme un “contrato de la corporación celestial”, donde la persona se somete a una total obediencia y alianza espiritual al pastor-apóstol. ¡Y qué hay de Cristo? Abusos espirituales y de poder se cometen con estos modelos, todo por el crecimiento de la iglesia, pero no del Reino.
Tercero, los pastores son contratados para hacerse cargo de programas y no para brindar cuidado a personas. ¡Terrible error! La iglesia se trata de gente, no de programas. Por un lado, hay que tener claro: el pastorado es un don espiritual no un titulo: Pastores brindan cuidado pastoral. Por otro lado, los voluntarios recargados de trabajo enfrentaban agotamiento. No tenían un pastor que les mostrara cuidado, ni acountabilidad. Debían esperar cita de hasta dos meses para reunirse con alguno de sus pastores. Por otro lado los pastores generales (i.e., celebridades, carismáticos, CEOs) encontraron que la gente los seguían a ellos, pero no a Cristo. ¿Quién predica este domingo? Al mermar la aparición de personalidades que manejaban el show, disminuyo la asistencia a los cultos.
Cuarto, los largos mensajes o conferencias (pues no se usa más la palabra sermón) ha sido el del platillo fuerte de la megaiglesia, y pronto empezó a encontrar sus limitaciones. Tales mensajes son de corte sicologísta (sicología popular) y llegaron a sacrificar el texto bíblico. Es decir, tales conferencistas pasaban más tiempo leyendo libros de sicología popular, que practicando una buena exégesis del texto bíblico. Este énfasis llegó a impactar con el tiempo en la pobre capacitación bíblica de su membrecía. Aun más, en algunas de las megaiglesias la lectura bíblica desapareció de su liturgia. La gente llegó a saber más de pobre sicología aplicada que de principios bíblicos para su vida cristiana.
Quinto, su amplio real state llego a matarlas financieramente. Algunas de estas megaiglesias al no requerir membresía provoco que muchos nunca se comprometieran con sus diezmos y ofrendas. Tal vez el 20% de los asistentes servían en ministerios y sostenían las finanzas de la iglesia. Los demás parecían ser visitantes recurrentes sin ningún compromiso. Son como nómadas que cada domingo rotan de megaiglesia en megaiglesia.
Nuevos creyentes: ¿Quién se comprometería en una iglesia donde nadie le importa que yo existo? Los grandes edificios e instalaciones se convirtieron en algo difícil de mantener. ¡Cayeron en un círculo vicioso! No se pueden contratar más pastores para atender a los no atendidos (80% de los asistentes) pues las instalaciones, y los altos salarios de las celebridades, y otro personal tragaban lo que el 20% de sus asistentes donaban. Eso motivo a que la iglesia empezara a ser administrada como una empresa en vez de ser un instrumento para el Reino. Cada vez la estructura empezó a perpetuarse en sí misma, y a darse menos enfoque misional como en el evangelismo y el discipulado.
Sexto, al carecer la megaiglesia de una doctrina protestante particular, todos eran bienvenidos a creer lo que quisieran creer. Por tanto, nadie sabía en qué se creía, ni en qué se debería creer, y entre estos los mismos pastores. Esto se agudizaba en aquellas iglesias donde sus pastores carecían de una formación teológica sólida. Y al atraer estas iglesias personas de otras iglesias, se empezaron a generar diferencias que la tolerancia no fue suficiente para mantener. Se convirtió en imperativo consolidar una doctrina, y aquellas iglesias que lo hicieron debieron decir sí a ciertos criterios y no a otros. Al suceder esta consolidación doctrinal su membrecía disminuyo por diferencias irreconciliables. Por ello, sicología popular es el plato más sencillo de preparar en sus predicaciones.
Sétimo, el mercadeo se convirtió en la herramienta más importante para diseñar su modelo. Al preguntarle a la gente de clase media sobre el tipo de iglesia, programas y actividades que desearían, se generó la megaiglesia. De esta manera vale la pena aseverar que la megaiglesia es producto del marketing, nunca de la misión de Dios. La iglesia respondió a las inquietudes del mercado, y con tal de satisfacer ese mercado sacrificó la identidad transformadora del evangelio. ¿Qué hay de la misión de Dios? La iglesia es la agente del Reino en el mundo, no el teatro de doctrinas escogidas para no ofender a nadie. Al valorarse las expectativas de los buscadores por encima de la ética bíblica, la comunidad se convierte en una masa estadio de individuos que demandan un buen show religioso, pero sin el más mínimo interés de crecer y servir en un mundo quebrantado que necesita de Cristo (pues así fue como aprendieron el significado de la vida cristiana).
Octavo, a los pastores generales de las megaiglesias les gusta hablar de trabajo en equipo. Pero cuando el pastor y su esposa son los pastores generales, las decisiones se toman en la alcoba y no con los otros pastores. Aun peor, sus equipos lo componen sus clones. Lideres que ellos mismos han domesticado, y que fueron contratados por confianza y no por su currículum y capacidad profesional. Ninguno de estos líderes contratados tiene el valor de contradecir al pastor general, pues es un equipo jerárquico, y no democrático. ¿Es eso trabajo en equipo? ¿Quién contrata y despide pastores en las megaiglesias? Trabajo en equipo requiere de una organización plana, nunca jerárquica.
Noveno, a pesar de ser iglesias con cierta pasión por afectar la sociedad con el evangelio, su apoyo a las misiones o ministerios transculturales es mínimo. Su enfoque no está allá, sino aquí. Toda la energía está enfocada en el show del domingo. El presupuesto habla por sí solo. Es increíble notar el presupuesto operativo de estas iglesias, en comparación con el presupuesto que brindan a misioneros, y programas sociales. El hecho de estar gorditos no significa que estemos sanos.
Décimo y último aspecto es ese fuerte énfasis teológico en la prosperidad en algunas de las megaiglesias, más que todo de corte neopentecostales. ¡La teología eje de estas iglesias es la prosperidad! Si uno prospera es señal de fidelidad hacia y bendición de Dios. Prometen a todos poder recibir la prosperidad si siembran con fe.
Sin embargo, es interesante que algunas de estas iglesias explican (no muy abiertamente) que los que reciben tal promesa de prosperidad necesitan de ciertos requisitos espirituales y morales cercanos a la descripción ético-espiritual de San Francisco de Asís. En otras palabras, yo puedo sembrar todo lo que pueda, pero si no prospero es por algún pecadillo en mi vida (pecado aun de omisión que la misma persona pueda ignorar). ¡La cosa es que no hay forma de perder ni ganar en este negocio de argumentos en cuanto a la siembra y la cosecha!
¡Por favor, no me malentiendan! No tengo nada personal contra las megaiglesias. Cosas muy buenas han traído de ellas. Pero, ¿Están sus pastores dispuestos a escuchar y querer corregir estas deficiencias para fortalecer su iglesia al servicio del Reino?