Los que queden libres, que hagan la marcha… Conversación con Blas Escamilla

SAN MARCOS, 16 DE JUNIO DE 2005 (SIEP) En el centro de esta ciudad del sur de San Salvador, a la orilla del Cerro San Jacinto, vive este revolucionario, militante comunista de 94 años, organizador de los panificadores, baluarte del movimiento sindical salvadoreño. Con mucha alegra les compartimos esta serie de entrevistas.

Nací el 18 de febrero de 1911 en Moncagua, departamento de San Miguel. Bien cipote me llevaron para San Miguel. Crecí allí hasta los 10 años y luego me trajeron para San Salvador. De Moncagua solo conozco la entrada. Mi padre se llamaba Miguel Navarrete y nunca lo conoci. El era de Estanzuelas lo mismo que mi madre.

Una señora le pidió a mi mamá que me diera para traerme a San Salvador, ella no me quería dar pero luego accedió. Le explicó: este cipote es activo, póngalo a aprender oficio. Carpintero, se. Me gustaba porque era el oficio de San José y ella se comprometió y me trajo para aca cuando tena 10 o 11 años. Vivía alla por el Reloj de Flores, en la Calle Peralta del Barrio Peralta.

Ella tenía un hijo preso y me necesitaba para que le fuera a dejar alimentos. Al año le recorde a Doa Adela que ella le había dicho a mi mamá que me iba a poner a aprender oficio. Me llevó a una familia que vivía en la Calle Concepción. Era una carpintera de una familia y manejada por familiares, tenían dos hijos de mi edad. Solo pasábamos peleando. Yo era un cipote que no me dejaba.

Una vez nos rompimos la cabeza a pedradas. El papá de ellos, de enojado agarró una regla y me dio una gran penqueada. La señora era distinta, nos sentó a los tres, nos cortó el pelo y nos curó. No me acuerdo el nombre del señor. Ya no seguí con ellos. El hizo una carta y me la dio para Doña Adela y la lleve. Luego que ella la leyó agarró un palo de escoba y me cayó otra penqueada. Llevaba ya dos vergueadas ese día.

Iba a la Penitenciaría dos veces al día a dejar comida. Estaba donde esta hoy el Fondo Social para la Vivienda. Ibamos varios cipotes y cuando me vieron todo golpeado me preguntaron que me haba pasado. Les conté. Eran pláticas de cipotes. Les dije: ya no voy a aprender oficio. Me dijeron: mirá, no queres aprender a panadero? Hay un sitio donde no hay aprendiz, solo tienen vendedores de pan francés, pan dulce, repostería. Fui y el señor se me quedo viendo. Era un indito de Izalco. Me dijo: Aja chato, así que queres aprender oficio? Sí le dije. Mirá, pero vos sos disciplinado? No le entendía. Me volvi a preguntar: sos obediente? Ah, eso sí. Me dijo: veni mañana, a las 5 de la tarde, te voy ir a enseñar a ver si te gusta. Llegue temprano. Fui y me mostró una bodega grande donde había una tijera de lona. Aquí vas a dormir, pero obedientemente. Al día siguiente llegue con mi bolsita de ropa y descalzo.

Aprendiendo el oficio de la vida

Fui a buscar a doña Adela para informarle. Ella no estaba. Le deje dicho: dígale que yo me voy a ir a aprender oficio. Así es como me fui. Yo no se, son cosas de la vida, que a uno le resultan. El tenía dos hijos que no los conocía porque estaban en Nueva York. El se llamaba Eleuterio Suria y ella Julia de Suria. El fue el que me mandó a la escuela durante tres años, allí aprendí a leer y escribir. Estudiaba en la mañana y en la tarde aprender el oficio, aprendí a hacer pan dulce, pan francés, etc.

Había en ese entonces la Confederación de Obreros, que quedaba por donde estuvo el Cine Apolo que era donde a uno lo examinaban para ver si ya podía el oficio. Un amigo me dio animo: no jodás si vos ya podes, en cualquier panadería podes trabajar. Se necesitaban dos firmas de panaderos y no tuve problemas para conseguirlas. Me dieron un cartón donde se hacía constar mi oficio de panadero.

Siempre tuve la ambición de conocer otros países y en una excursión fui a Guatemala. Yo conocía panaderos de ese país que habían llegado al taller donde trabajaba, llegaban de varios países, hasta de Panamá. Me hice amigo de uno de ellos y me dijo: si alguna vez vas a Guatemala nos buscas. En ese tiempo no sabía nada de sindicatos. Me quede en Guatemala y llegue a conseguir empleo en una cadena llamada Las Victorias, que tenía filiales aquí, en Guatemala y en Honduras. Trabaje por un año y luego hubo un recorte. Pero a uno si le quitan el trabajo no debe cruzarse de brazos, debe esforzarse en conseguir otro. Y así me tocó ser ayudante de albail y aprendiz de carpintero.

Regrese a El Salvador, se hablaba mucho entonces de Farabundo Martí pero yo no me metía en nada. Estuve poco tiempo y regrese de nuevo para Guatemala. Estuve en el departamento de Izabal, en Puerto Barrios, conocí Livingstone. Volví a regresar a El Salvador en el año 39 o 40. Ya comenzaba la II Guerra Mundial y había una campaña de enganche para irse a Panamá a ampliar el canal.

Mi primera huelga victoriosa en Puerto Barrios

Esta vez regrese porque me sacaron de Guatemala. Habçia participado en una huelga de muelleros, mi primera huelga, yo era muellero. Exigíamos aumento de salarios y mejores condiciones de trabajo. Ganamos la huelga. Y luego de la celebración tuve que irme. Como yo era extranjero me gane que me sacaran del país. Y llegue a El Salvador y a los pocos días me enganche para Panamá. Unos decían que era hacer el canal, pero este ya estaba hecho, era ampliarlo por razones militares. Fui a conocer Colón donde esta una placa con la fecha cuando fue terminado el Canal, en 1902. Los gringos temían que los japoneses se lo bombardearan. Después supe que el llamado a ir a Panamá lo hacía el mismo General Martínez y era para todos los oficios y peones.

Al final terminó nuestro contrato en Panamá, y regresamos un 9 de mayo de 1944. Veníamos cargados, traíamos balboas que equivalían al dólar, eramos 90 trabajadores, regresamos en barco, en el Panama Canal, al llegar al Puerto de La Libertad, nos encontramos con que todo estaba paralizado, era el día que botaron al dictador Martínez. Nos fuimos a la policía y allí nos consiguieron transporte, una camioneta que nosotros pagamos expreso, sin paradas. En el camino observamos los piquetes de los obreros con pancartas contra el dictador. La policía nos había extendido un salvoconducto.

Yo ya era panificador y me encuentro con que los panificadores estaban en huelga. Existía la Sociedad de Ayuda Mutua de Panaderos. Me metí de lleno al trabajo con los panaderos. Me encariñe con la lucha sindical. Trabaje en Las Victorias y La Holandesa, cuyo propietario era Felix Blanco padre, que tenía dos panaderías en El Zurita. Allí fue que conocí a (Salvador Cayetano) Carpio. Era panadero. Trabajaba en Santa Anita. Allí trabajamos juntos. Nos hicimos amigos. Luego el Partido lo sacó de la producción.

La marcha del 15 de septiembre de 1946

El 16 de septiembre de 1946 Salvador Castaneda Castro, Mica Polveada nos captura y nos saca del país. Eramos 16. Habían intelectuales como Julio Fausto Fernández, un abogado Flores de Usulutan, el maestro Werner Pascasio, el carpintero Antonio Díaz, que era primo hermano de Luis Díaz el que fue secretario general del PC, el panificador Gilberto Narciso Ruiz.

La razón que nos capturaron fue que para el 15 de septiembre teníamos organizada una manifestación de protesta por una campaña de despidos que se estaban realizando en varios oficios, incluyendo panaderías. Debo señalar que como panificadores habamos realizado nuestra primera huelga el 17 de junio de 1944, para exigir mejores condiciones de trabajo y aumento salarial. El gobierno amenazó con que no iba a permitir la marcha pero los organizadores hicimos el compromiso solemne de realizarla a como diera lugar, con los que quedaramos libres. Y efectivamente así fue. Dijimos: los que queden libres que hagan la marcha…

La marcha estaba citada para las 2 de la tarde atrás de la Prensa Grçafica, en un edificio de 2 plantas llamado Altos Aviles, a esa hora fui capturado en ese sitio. Reuniéndonos estabamos cuando nos capturó la Policía Nacional. Capturaron a un ferrocarrilero, a otro panificador y a varios profesores. El compromiso estaba que los que quedaran libres la iban a hacer y así fue. A las 3 de la tarde cuando estabamos ya presos la marcha recorría las calles de San Salvador. Los policías pensaron que nos iban a llegar a liberar y se atemorizaron. Los compañeros anduvieron cerca, pasaron cerca de donde estabamos presos.

Lo que hicieron fue colocar una ametralladora enfrente de nuestra celda. La moral del grupo era alta, el espíritu era muy combativo les dijimos: por qué no disparan ya? El 16 de septiembre nos sacaron en un camión con rumbo a Honduras. Sucede que en Honduras había un exilado nicaragûense antisomocista,, el coronel Salvador López, tenía lecherías, ya sabía de nuestras capturas y nos abordó, cruzó su pick up y nos preguntó: salvadoreños? Nos hicimos amigos.

El primer exilio a Costa Rica

El grupo de exilados contábamos con una organización interna. Nos organizamos. Preguntamos cuando tenía cada uno. Un turco de nombre Jorge Comandari, que tenía un hijo metido en los grupos y por buscarlo a él se trajeron al papá, era un señor de unos 60 años y él dijo: traigo 300 pesos y los puso, un gran platal. Yo llevaba 3 colones. Y algunos solo 50 centavos. Elegimos un grupo para representarnos, por si nos pedían declaraciones, quedaron Julio Fausto y un profesor de apellido Guirola, padre de Norma Guirola, la que mataron el 89. En Honduras pedimos asilo para Costa Rica y nos fue concedido. El coronel López nos fue a dejar hasta la frontera con Nicaragua.

Nos recibió la Guardia de Somoza y empezamos a sufrir. Llegamos a Somoto, eramos 16. Como no había cárcel nos llevaron a dormir a una casa derruida, donde dormían los chanchos. Y había un pulguero bárbaro. Nos sacaron al da siguiente y nos fuimos a bañar a un ro. De allí nos llevaron a Managua a una cárcel llamada El Hormiguero. A mediodía Somoza ordenó que nos llevaran a la frontera con Costa Rica. Llegamos a Rivas, donde pasamos 15 días. Allí pasamos el río san Juan, culebreado, porque era bien bajito. Regrese a mediados de 1953 a El Salvador.

Al estar en Costa Rica, llegaron otro grupo de exilados salvadoreños. Allá llegó Waldo Chavez Velasco, que después fue dueño del Diario El Mundo, Ivo Príamo Alvarenga, que era estudiante y que después su familia lo fue a traer. Ambos se vendieron.

Cuando llegamos a Costa Rica estaba una huelga de ferrocarrileros y recuerdo que fuimos con Julio Fausto Fernández a un mitin y él hablo. Dijo: aquí estan paradas estas maquinarias por los trabajadores, pertenecen a los millonarios pero los dólares no hacen caminar las maquinas. Son los obreros, los trabajadores los que hacen caminar las máquinas.

Me emocionó oirlo como no tenés idea. Esas palabras quedaron grabadas en mi mente y siempre las recuerdo como si fuera ayer, significaban que eramos nosotros los trabajadores los que debíamos de conducir el mundo. Nada más y nada menos.

Con el Partido Vanguardia Popular de Costa Rica

En 1948 me afilie al Partido Vanguardia Popular de Costa Rica, que era el nombre del Partido Comunista…Donde me llevaron a vivir fue a casa de unso panificadores, porque no te he contado es que los del Vanguardia Popular nos fueron a esperar a la frontera y ahi los intelectuales se fueorn con los intelectuales, y los obreros nos fuimos con los obreros. Eran muy solidarios,nos huicieron sentir muy bien luego de todo lo que habíamos pasado. Y poco a poco me fui ambientando, hasta que me consiguieron trabajo, trabaje en panaderías ticas, aunque de escondidas, porque como eramos exilados era prohibido que trabajaramos. Ya te imaginas, y de que ibamos a vivir. Hasta ese momento aunque ya era sindicalista y hasta dirigente sindicalista, yo de política sabía muy poco, aquí fue que vine a aprender.

Para ingresar al Partido había que pasar varias pruebas. Y una de estas fue que tenía que meter unos boletines al carro del embajador panameño, ya ni me acuerdo cual era el contenido. Me dijeron a tales horas tenes que estar en tal sitio. Se puntual. Y así fue, cuando llegue, observe que otro camarada se desplazó en una bicicleta y vino hasta donde mi y me entregó un martillo, entonces camine hacia el vehiculo, que estaba parqueado, quebre el vidrio y meti los comunicados, y tranquilamente me regrese a entregar el martillo. Te ponían pruebas para ver tu decisión, tu disciplina, tu valor.

Y fijate que fue en Costa Rica donde hice mi preparación militar. Sucede que el Partido estaba apoyando al gobierno de, se me olvida el nombre del presidente, y entonces surgió Pepe Figueres con una tal Legion del Caribe y se levantaron en armas y entonces como Partido defendimos al gobierno. Te estoy hablando de la guerra civil de 1948. Nuestro Comandante era Luis Carlos “El Loco” Fallas. Era atrevido, osado el jodido. Me acuerdo que una vez estuvimos combatiendo cerca de una finca que tenía Figueres y la tomamos y cuando hablabamos con los trabjadores a mi me impactó que los trabajadores nos explicaron los excelents servicios sociales de que gozaban, ahi tenian escuela y clinica, te estoy hablando del año 48. Y los salarios eran buenos y el trato cordial.

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