MANIFIESTO DEL BICENTENARIO. Escuela Politica para un Nuevo Proyecto. 15 de septiembre de 2021

anduvimos errantes/años/ años/ años/anduvimos errantes/las grandes bestias devoradoras/nada pudo detener nuestros pasos/cruzamos ríos/montes/abismos de terror
(…)
heridos por la sed
sin luna tropezando
duros de frío
caminando
de grito en grito estableciendo el rumbo
caminando
(…)
pero aún estamos aquí
y otra vez ganaremos la tierra
para los nietos del jaguar
Pedro Geoffroy Rivas

Los nietos del jaguar(gragmentos)

A doscientos años de la independencia y a treinta años de los Acuerdos de Paz,  la sociedad salvadoreña sufre una regresión  acelerada hacia el autoritarismo, que se expresa  principalmente en la militarización, el desmontaje  de las instituciones democráticas, la toma de los tres poderes del Estado por parte  del grupo gobernante y el predominio  de la cultura machista, violenta y represiva.

Al mismo tiempo, en el plano económico-social, presenciamos el despliegue de medidas hipercapitalistas que continúan fortaleciendo
la concentración de capital en pocas manos, bajo nuevos modos de acumulación que debilitan lo público, reavivan  las privatizaciones, incrementan la deuda  y destruyen el entorno natural, anulando la
posibilidad de vida digna a las grandes mayorías.

Ante esta realidad atroz, emitimos el siguiente manifiesto del bicentenario de la independencia:

Durante dos siglos, el pueblo salvadoreño ha luchado por  su emancipación: desde los movimientos populares de 1811 contra el poder colonial, la gesta de los nonualcos en 1833 y los levantamientos indígenas del siglo XIX contra las élites criollas, hasta la insurrección popular, campesina e indígena de 1932 y el proceso de guerra de 1970 a 1992 contra la dictadura, el poder oligárquico neoliberal y la intromisión  del imperialismo norteamericano.

En 1821, la firma del acta de independencia simbolizó la posibilidad de construir una república centroamericana unida y fuerte, en paz y con riqueza suficiente para llevar bienestar a las mayorías, sin discriminación y sin exclusiones. Sin embargo, la historia demuestra que esa posibilidad fue truncada por la mezquindad y la incapacidad de las élites criollas de ver más allá de sus propios intereses provincianos.

Los sectores populares se movilizaron desde 1811 con el propósito de romper la profunda injusticia que los margina. Pero se impusieron el terror, la violencia, la represión y las guerras civiles. El Salvador se fundó como república independiente en 1841 sobre la violencia y la guerra, sobre las ruinas del sueño de la unión centroamericana.

Al comenzar el tercer siglo de vida republicana, el país continúa subyugado. La economía sigue dependiendo abrumadoramente de las plazas centrales del capitalismo global bajo la hegemonía de la economía virtual, profundizándose las lógicas de la colonialidad en todos los ámbitos de la vida.

El Salvador ha pasado de la independencia de la Corona Española al yugo de un capitalismo exhacerbado, sin fronteras nacionales y sin límite de acumulación.

El mayor logro de la democracia neoliberal impuesta en El Salvador desde mediados de los ochenta del siglo XX es la legitimación con el voto en el año 2019 de un ejercicio del poder gubernamental antidemocrático, autoritario y militarista, con un aparato mediático que aplasta las voces disidentes y manipula a la población, con tendencia a incrementar
la violencia represiva mediante los cuerpos de seguridad del Estado. La década pasada y la realidad presente reafirman que los cambios urgentes y necesarios para las mayorías populares son mucho más profundos y estructurales, no se logran con la alternancia en la silla presidencial.
Esta legitimación además ha permitido al grupo gobernante la consolidación de una nueva hegemonía de derecha hipercapitalista, ante una izquierda y unos sectores progresistas debilitados, dispersos, sin proyecto político con alternativa ideológica definida, que se oponga a las arbitrariedades,
los abusos de poder, los actos de corrupción y de manera
esencial a las estructuras del capitalismo. La conformación de frentes amplios sin ideología y sin proyecto revolucionario tampoco se presentan como una solución consistente para los intereses de la población más pobre.

En este escenario, como Escuela Política para un Nuevo Proyecto MANIFESTAMOS:
– Nuestra reivindicación de la lucha histórica del pueblo salvadoreño por su emancipación, la cual asumimos como nuestro punto de partida; rendimos honor a todas las vidas entregadas en ese proceso.
– Nuestra solidaridad con los colectivos y las personas que han sido objeto de censura, represión y persecución de parte del actual Gobierno.
– El profundo rechazo y oposición tajante a la instalación del régimen autoritario, represor y militarista.
– El apoyo a la movilización de los sectores progresistas, democráticos y de izquierda en las calles.
– La apremiante necesidad de articular la lucha popular, política y reivindicativa en dirección antisistema.
– La convicción de que, en el momento actual, la tarea más relevante de la izquierda radica en la formación de un proyecto revolucionario y democrático, que contribuya a la estimulación de un nuevo movimiento popular.

Con espíritu de lucha y unidad, CONVOCAMOS a la construcción de un proyecto político de cambio radical, revolucionario y democrático, de largo plazo, con raíz, base y crecimiento en las mayorías populares vulneradas y empobrecidas, pero aguerridas y dignas, con el fin de confrontar el régimen autoritario y avanzar con paso firme en
nuestra lucha anticapitalista, antipatriarcal, anticolonial
y antiimperialista.

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