ECLESALIA, 01/07/05.- En Estados Unidos, hasta bien entrados los aos 60, los afro-americanos eran considerados como ciudadanos de segunda. No podan ir a los mismos colegios que los blancos, ni subir en los mismos autobuses, ni optar a ciertos trabajos. Durante siglos se haban construido sesudas teoras acerca de la superioridad del hombre blanco sobre el negro. La inmensa mayora de la gente as lo crea, muchas veces por ignorancia, inercia o pereza intelectual. La lucha por los derechos civiles de esa minora fue larga y enconada pero finalmente se consigui; ahora, muy poca gente pondra en duda la igualdad de derechos de negros y blancos.
Algo similar ha ocurrido con los homosexuales. Durante siglos han sido considerados como enfermos, pervertidos, traidores a su sexo, y la homosexualidad como inclinacin objetivamente desordenada, pecado gravemente contrario a la castidad, pecado nefando, etc. Por esas y otras razones han sido insultados, encarcelados, violados, castrados, mutilados, quemados o gaseados.
Hoy, en nuestro pas, los homosexuales intentan tener los mismos derechos que los dems ciudadanos. Y, al igual que los negros americanos o los de Sudfrica, no lo estn teniendo fcil porque hay sectores de la poblacin que estn empeados en evitarlo.
En primer lugar, los obispos espaoles, con sus documentos y cartas pastorales, han hecho todo lo que se puede hacer para paralizar u obstaculizar cualquier Proyecto de Ley de este tipo e influir en las conciencias de los catlicos.
Desde luego ninguno de esos documentos y cartas son fruto de un dilogo profundo, sincero y sin prejuicios entre la Iglesia y el colectivo homosexual. Son documentos en los que hay mucha doctrina y poca compasin, mucha Ley y poco corazn. El derecho cannico se quiere imponer al civil, como en tiempos que todos recordamos.
Tambin ciertos funcionarios se consideran avasallados y amenazados en sus derechos porque tendrn que casar, contra su voluntad, a homosexuales. El mundo al revs! Como si una pareja homosexual quisiera que los casara un juez homfobo!
Hay quien afirma que los matrimonios homosexuales ponen en peligro la institucin familiar. No entiendo en qu medida los derechos de unos pueden poner en peligro esos mismos derechos en otros. Nadie ha dicho todava que los matrimonios homosexuales en Holanda y Dinamarca, hayan acabado con la institucin familiar en esos lugares ni la hayan debilitado.
Nadie que desee el matrimonio puede estar en contra del matrimonio. Y si los homosexuales pagan los mismos impuestos que los dems, por qu el Estado no puede ofrecerles los mismos derechos? No nos engaemos. No hay crisis de la familia; hay crisis del concepto rgido e inflexible que algunos tienen de cmo tiene que ser una familia.
Otros esgrimen el argumento etimolgico. Efectivamente la palabra matrimonio significa etimolgicamente defensa / gravamen de la madre (matri munire). Sin embargo, es absurdo pensar que el problema pueda residir en una palabra. Las lenguas son algo vivo que va evolucionando con el tiempo. Si el significado ha quedado obsoleto, se cambia o se ampla y ya est. Lo que los homosexuales piden no es que su unin sea etimolgicamente correcta sino que puedan acogerse a la institucin matrimonial, que les ofrece iguales derechos que a los dems.
Otros utilizan argumentos fisiolgicos basndose en que una pareja homosexual no puede procrear. Y yo me pregunto: qu pasa con los matrimonios tradicionales que no pueden tener hijos? Son por ello menos matrimonios? La esencia de una relacin de pareja, del tipo que sea, es siempre el amor. He conocido parejas homosexuales rebosantes de amor el uno por el otro, con una fidelidad y una madurez que muchos matrimonios tradicionales querran para ellos.
En resumen, no me parece que haya argumentos serios para no aceptar y respetar el matrimonio de homosexuales. Es una cuestin de igualdad y justicia. Bienvenido sea.