Nicaragua: “Sociabilidad y cultura obrera en Nicaragua, 1915-1945”,

“Sociabilidad y cultura obrera en Nicaragua, 1915-1945”,

Por Luis Alfredo Lobato Blanco

INTRODUCCIÓN

Es nuestro interés en esta ponencia resaltar la búsqueda de su propia identidad por parte de las organizaciones sociales nicaragüenses en el periodo que abarca de 1920 a 1956. Dicho periodo comprende desde la plenitud del conservatismo en el poder hasta la muerte de Anastasio Somoza García, fundador de la dinastía que gobernó Nicaragua durante más de cuarenta años.. El objetivo central consiste en demostrar como independientemente de las concesiones de los gobiernos liberales y conservadores en su intento de atraerse a la clase obrera existió una vasta red de relaciones sociales de carácter reivindicativo, cultural y recreativo, lo que demuestra que, más allá de los inconvenientes derivados de una política caracterizada por la represión y las concesiones hacia ciertos sectores de la clase obrera, existió una fuerte tendencia a la constitución de organizaciones independientes, así como una creciente sociabilidad formal e informal.

Hasta nuestros días, los estudios sobre la clase obrera nicaragüense se habían centrado más en sus aspectos sindicales y en el tratamiento de los problemas del liderazgo político –y en consecuencia sus aspectos partidarios – que en el análisis de la constitución de los tejidos de sociabilidad popular. Se remarcaba, fundamentalmente, todo lo que rodeaba al conflicto social y los enfrentamientos entre las diversas tendencias ideológicas dentro del movimiento obrero. Sin dejar a un lado tales aspectos es mi propósito en la presente ponencia profundizar precisamente en aquellos puntos que marcan los orígenes culturales y organizativos de los trabajadores y otros sectores afines así como las demostraciones tanto del carácter sandinista y antifascista de algunas de sus expresiones como de aquellos detractores de las ideas del socialismo y otras corrientes progresistas.

Es necesario plantearse como punto de partida algunas cuestiones: En primer lugar dónde podríamos situar la transición del taller artesanal a la fábrica. En segundo lugar, que explicación merece el hecho de que, aunque se le atribuya a la clase obrera nicaragüense un bajo nivel de desarrollo, podamos hablar de una amplio tejido de sociabilidad formal partiendo de las sociedades de socorro mutuo. En tercer lugar, cómo se desarrollaron las relaciones de género.

Hasta hace poco los enfoques historiográficos en el tratamiento de los problemas de la clase obrera nicaragüense no diferían de un carácter tradicional o de historia episódica. Es preciso referirse, sin embargo el valor testimonial de obras como la de Calos Pérez Bermúdez y Onofre Guevara, Apuntes para una historia del movimiento obrero nicaragüense, la aportación de Armando Amador, Un siglo de lucha de los trabajadores nicaragüenses o las obras de Fernando Centeno Zapata que han tenido un carácter claramente testimonial, no superado en muchos casos1. En una línea más sociológica hay que citar a Gustavo Gutiérrez2. Es necesario hacer mención, por otra parte, de la obra del historiador norteamericano Jeffrey Gould quien reunió una serie de ensayos de su propia autoría bajo el título de Orgullo amargo, excelentes en cuanto al análisis del movimiento obrero del occidente de Nicaragua3.

Tomando en cuenta la dificultad que entraña la ausencia de una documentación sistemática del período, se ha considerado conveniente hacer una labor de rescate de aquellas fuentes periodísticas emanadas de las organizaciones obreras, como El Gráfico, Revista Obrera, Hoy, Causa Obrera y Ahora, pero realizando una tarea de contraste con la documentación y la prensa diaria oficial.

Nos hemos auxiliado también de diversas fuentes como el diario oficial La Gaceta, que recoge diversos aspectos de la vida asociativa Las revistas Flecha, y Hoy. Por otra parte, La Noticia, La Prensa El Diario Nicaragüense, como diarios de circulación legal, representan una fuente valiosa para conocer el enfoque de la clase política y los diferentes sectores nacionales, la revista editada en Costa Rica, Repertorio Americano, presenta los posicionamientos políticos de intelectuales de izquierda de ambas orillas del Atlántico. La consulta del Fondo de Gobernación del Archivo Nacional de Nicaragua aporta interesantes documentos relacionados con las asociaciones legales. No obstante la consulta, mediante entrevista, a históricos dirigentes del movimiento de oposición nicaragüense constituyó para nosotros una fuente importante en el terreno de la historia social

2. ALGUNOS ESPACIOS DE SOCIABILIDAD

Para comenzar, es necesario señalar cómo la actividad social de corte tradicional que había caracterizado a los grupos cercanos al poder central sirvió en alguna medida como modelo para la organización de los clubes obreros, numerosos en toda Nicaragua durante la época en estudio.

Hay que hacer notar, en el caso de Nicaragua, que la búsqueda de identidad de la clase obrera nicaragüense pese a los avatares políticos propios de un sistema de dominación política extranjera se remonta a la segunda década de nuestro siglo, con expresiones de lucha como las huelgas de trabajadores de enclave bananero y maderero y que significaron importantes experiencias en el campo de la lucha social tomando, incluso, un eco continental. En este sentido, en 1925, en la reunión celebrada en Atlantic City por la American Federation of Labor se elevó una nota de protesta al gobierno de Nicaragua por la matanza perpetrada en contra de los trabajadores de la Cuyamel Fruit Co, en el puerto de La Cruz, región Atlántica de Nicaragua. Debe mencionarse como algunos antecedentes en cuanto a la expresión organizada d e los trabajadores, la constitución de la Federación de León en 19204, germen de las luchas obreras en el área del Pacífico, aunque como ya se comprobó, los conflictos sociales en el Atlántico adquirieron un carácter cruento. Posteriormente, surgiría el Partido Laborista que combatió la candidatura política de José María Moncada, organizándose una huelga en el puerto de Corinto, en el sector noroccidental de Nicaragua. No obstante dicho partido no tendría una buena relación con el líder guerrillero de Las Segovias, el general Augusto C. Sandino5.

En el largo camino de formación de la clase obrera se fue formando un liderazgo interesado en sostener un política de independencia no desdeñable en un país con una débil burguesía más interesada en subordinarse a los designios del intervencionismo norteamericano; en esa política de entrega, la oligarquía criolla intentó siempre ganarse a un sector de los trabajadores, de ahí que la asociación, en lo referente a éstos, representaba una motivación en la búsqueda de una organización autónoma.

Además de los llamados clubes sociales en el sentido estricto del término, existían en las regiones del Pacífico y Norte, y en menos medida en el Atlántico, los llamados clubes sociales obreros. Dichos clubes, donde se agrupaban personas pertenecientes a los distintos gremios artesanales de las diferentes localidades tenían su propia sede y contraían relaciones tanto de carácter social como económico a través del pago de cuotas y el establecimiento de las diversas obligaciones. Eso si, en condiciones precarias. Dichos elementos de identidad, como se ve bastante difusos y que son propios de una etapa artesanal llegaron a constituir sus propias redes sociales y contaron con el “apoyo del dictador Somoza García a través de la constitución de las Casas del Obrero que si bien fue un instrumento de control del gobernante, también significó un espacio de relativa libertad para el crecimiento numérico de las organizaciones obreras, pues a ellas concurrían tanto conglomerados artesanales como sindicales y políticos representativos de la clase obrera nicaragüense.

Dentro de algunas casas del obrero se constituyeron las Escuelas de Cultura Obrera tendientes a elevar la cultura general que los trabajadores hubieran adquirido en la escuela primaria o en su defecto adquirirla, dedicándose particular importancia a la alfabetización de obreros adultos. Debe indicarse que esta expresión organizada tiene sus antecedentes en la formación, durante los años veinte del siglo recién pasado, de escuelas nocturnas en diferentes lugares de la geografía nicaragüense, promovidas en muchos de los casos por integrantes de la FON (Federación Obrera Nicaragüense) o del Obrerismo Organizado. En idéntico sentido se recogía la formación de bibliotecas para obreros surgidas en el contexto de las difíciles condiciones creadas en 1925 y como uno de los reductos posibles para la reunión de las organizaciones obreras6.

Las asociaciones constituidas sirvieron de toma de contacto de aquellos que venían fraguando una conciencia social y una posición antigubernamental. De esa forma, la sociabilidad, como forma de acción política, cristalizaba no solo en el centro de trabajo o en el taller sino también en el club o en la asociación, donde de manera dispersa y contando con la relativa tolerancia del responsable o de la Junta Directiva de turno, afluía la propaganda opositora. La sociabilidad formal servía de plataforma para el germen de diversas expresiones de clase.

Era notable en esta agrupación unitaria la participación de algunas mujeres. Tal es el caso de Irma Utitch, Pastora Canales, Ignacia Obando, Rosa A. de Juárez, Octaviana de Amador y Mercedes de Pérez E. Otras como Josefa Lorío o la misma Pastora Canales, destacarían desde la tribuna de la prensa obrera. En el espacio “Ventana Femenina” la primera de ellas proclamaba:

“Yo, mujer del pueblo, pido para la mujer nicaragüense, al renovarse la Carta Fundamental de la República, la Fundación de un Instituto Enciclopédico de la Cultura Femenina para formar a la mujer del pueblo”[7]

Es innegable que, frente a las fuertes concepciones patriarcales presentes en la sociedad nicaragüense de la época comenzaba a aparecer una nueva visión del papel de la mujer tal como se expresa en el siguiente párrafo:

“La mujer como incubadora no debe concretarse a echar hijos al mundo, solo por necesidad sexual que la obliga a cederse estúpidamente a los requerimientos grotescos de un patán que ignora la vasta importancia del contacto sexual. Esto sucede comúnmente entre el pueblo. A esta clase de mujeres debe imponérseles la obligación de lanzar hijos para que colaboren en la grandiosa reconstrucción de su patria”[8]

En cuanto a la participación de mujeres organizadas en sociedades de socorro mutuo se puede afirmar que ya desde inicios de los años veinte eran aceptadas como socias, pero dejando claramente establecido que “siempre que se sometieran a sus estatutos y condiciones9. Respecto a la organización social de las mujeres es preciso añadir que ésta tendría entre algunos de sus antecedentes en algunas expresiones concretas de activistas vinculadas al Partido de los Trabajadores Nicaragüenses (PTN), tales como Octaviana García y Rosa Paladino, desde 193210. Con un carácter de mayor extensión se formaría, en 1939, El Sindicato Obrero Femenino que sería promovido principalmente por las trabajadoras Antonia de Castellón, Jerónima Obregón y Josefa Blanco.

En ciertos casos se reconocía en este tipo de sociedades que “se notaron deficiencias derivadas más que todo de la natural evolución de los ideales y de las necesidades de la vida moderna”. Es decir, se presagiaba que ya las armas de lucha y de organización que debía utilizar el obrero debían cambiar producto de los nuevos tiempos reinantes. Llama la atención el sentido de amplitud en lo que concierne a la apertura hacia la participación de las mujeres dentro del obrerismo. Así, la organización conocida como “Fraternidad Obrera segoviana” de Ocotal señalaba como fines primordiales:

“Proclamar y organizar en forma permanente, sin distinción de sexos al obrerismo de esta ciudad de Ocotal y de todos los demás pueblos de este Departamento, para despertar en la clase trabajadora el espíritu de ahorro y de cooperación mutua entre sus asociados, pues considera que no podrá haber bienestar obrero, mientras no se haya conseguido la independencia económica11”.

No obstante en algunos de estos clubes se iba más allá de lo meramente recreativo, pues se consignaba que de sus fondos se destinara el veinte por ciento a la asistencia social de sus asociados(suministro de auxilio médico, funerales, asistencia jurídica y defensa frente a atentados de funcionarios públicos). En otros casos se establecía la barrera de la instrucción pues se indicaba que podían pertenecer al club “todo ciudadano perteneciente al gremio obrero o campesino que sepa leer o escribir Dentro de las sociedades cooperativas anónimas se desplegó una intensa actividad, más allá incluso que la limitada ley de asociaciones imponía. Entre algunos ejemplos debe darse cuenta de la conocida con el nombre “Voluntad obrera” que ofrecía como una de sus más importantes características la de haber sido fundada, entre otros, por doce mujeres. Se proponía como principales objetivos, además del ahorro y socorro, el adelanto moral y material de sus asociados, el mantenimiento de relaciones de fraternidad con todas las sociedades obreras dentro y fuera de Nicaragua. Sus puertas estaban abiertas a todos los obreros y obreras ya sean centroamericanos o extranjeros domiciliados en el país. Como se puede patentizar establecía una clara distinción entre centroamericanos y extranjeros.

La solidaridad fomentada por este tipo de asociaciones se prolongaba incluso hasta el momento del fallecimiento y honras fúnebres de algunos de sus socios. Por ejemplo, en el artículo 38 de los estatutos de la sociedad antes citada se plasma:

“Para el efecto de un entierro de un socio, se colocará el emblema Voluntad Obrera sobre el féretro, organizándose el desfile de la manera siguiente; los socios asistirán a la casa del socio difunto a dar el pésame y ocuparán ambos lados de la calle; presidirán el duelo los familiares o quien los represente y la Junta Directiva. Queda a juicio de los socios prestar ofrendas florales. La Comisión de supervigilancia se encargará de guardar el orden en el desfile”[12]

El peso de la simbología y los aspectos rituales está muy marcado. Así en la asociación Fraternidad Obrera se establecía como emblema de la sociedad un anillo que contenía un brazo sosteniendo un martillo con una estrella en el fondo. Dicho emblema era llevado por todos los socios en todos los actos públicos y en los funerales de los compañeros fallecidos. Con similares características se organizaría la Fraternidad Comercial, una de las asociaciones con mayor arraigo dentro de los empleados de comercio; estaba constituida por varones y mujeres que según sus fundadores “Estuvieran animados de buena voluntad y mejores deseos e ideales en la vida de las clases pobres, los del ahorro y socorro mutuo, procurando por todos los medios posibles, el mejoramiento social, intelectual, moral y económico, manteniendo contacto con todas las agrupaciones obreras de dentro y fuera de Nicaragua”. Asociaciones como esta se planteaban como principales finalidades la prosperidad de la sociedad “verificando toda clase de negocios y transacciones comerciales que redundaran en provecho de la misma”[13].

No estaba ausente de algunas de estas sociedades el ideal centroamericanista, pues en muchos casos se planteaba agrupar a obreros y obreras nicaragüenses, centroamericanos y extranjeros, aunque se aclaraba que no podían formar parte de la sociedad los militares en servicio, los que no pertenecían al estado seglar o los que formaran parte de la clase capitalista o patronal. De nuevo, como se observa, se recalca en el carácter mixto hombre-mujer en lo que se refiere a las posibilidades de pertenencia a dichos centros sociales14.

Es plausible que a partir de un estudio de cada uno de estas asociaciones de clase, algunas de ellas con un marcado sentido mutualista, nos permita avanzar en un estudio profundo del movimiento obrero en Nicaragua, por encima del tópico tantas veces utilizado de la existencia de un movimiento social manejado por las estructuras políticas del somocismo. En todo caso aunque si no se puede hablar de manipulación en sentido estricto, parte de la prensa obrera estaba tejida de una cierta dosis de ingenuidad política. Así es frecuente leer en algunos medios de difusión de las ideas de los trabajadores reproducción de frases de Somoza tales como “Si los trabajadores no se organizan yo los organizaré”[15].

Un análisis particular merece la organización de las tertulias del sindicato de tipógrafos y otras asociaciones las que tenían un carácter marcadamente cultural. En ellas se practicaban todo tipo de expresiones artísticas como música, cantos, bailes, declamación, etc. A ellas acudían todos los tipógrafos sindicalizados con sus familias y estaban abiertas a otros trabajadores que pertenecieran al gremio. Normalmente concluían con una fiesta danzante. En el reglamento de tales tertulias quedaba claramente expresada la prohibición de expender y consumir bebidas alcohólicas16.

Las tertulias se celebraban en el local social del diario Novedades, posteriormente pasaron a ser celebradas en los salones de la cervecería nacional o en la Casa del Obrero. Se consideraba a las mismas como una rama de las Brigadas culturales del Partido de los Trabajadores Nicaragüenses (PTN), destinadas a “constituir un fuerte núcleo revolucionario, de inmensa revolución, que principia por el aspecto sentimental, poniendo así en camino la doctrina de la confraternidad, en marcha hacia el futuro unionista de las clases que palpitan las ansias de elevación y de progreso”[17].

Mención aparte merece el debate sobre la concepción de los sindicatos a inicios de los años cuarenta. Al respecto “Sociedades unidas”, organismo anteriormente señalado, que aglutinaba a algunas organizaciones afines a la Confederación de los Trabajadores Nicaragüenses en una polémica con los dirigentes de “Protección Obrera” terminaba expresando:

“(Sociedades Unidas) Representa al trabajador simplemente como trabajador y no como albañil, zapatero, tipógrafo, etc. Su lucha no tiene la característica gremial, sino general, y por esa razón es un fenómeno de donde tienen que derivarse por la fuerza de las circunstancias, otros dos fenómenos sociales: un organismo de lucha económica gremial y un organismo de la clase obrera. Es el punto de contacto entre uno y otro fenómeno”[18].

Se puede afirmar, por otra parte, que en el caso de Nicaragua no existió un límite temporal entre la sociedad de socorros mutuos y el sindicato, ya que todavía en 1945, cuando se aprobó el Código del Trabajo, y con ello un aumento de las organizaciones sindicales, todavía eran numerosas las mutuales existentes. Es necesario recalcar que todas las asociaciones estudiadas presentaban los estatutos y gozaban de la debida personería jurídica. Ocurre que además del tránsito entre el círculo “informal” de amigos y la sociedad mutua se daba el cambio hacia el sindicato y la unión sindical gremial o intergremial.

Hay que precisar, sin embargo, que tales relaciones se establecían más bien en un espacio urbano y donde el trabajo artesanal representaba el centro de la actividad obrera; muy al contrario de las economías de enclave caracterizadas por niveles de sociabilidad mas informales, espacios, sin embargo, nada despreciables en cuanto a la organización de la protesta social, tal como se demuestra en el desarrollo de conflictos en los enclaves bananeros, madereros y mineros de la Región Atlántica de Nicaragua.

En la mayoría de las sociedades mutuas de la época, la sociabilidad se ejercía con una relativa dosis de coerción pues se establecía como obligatoria la asistencia con puntualidad a las sesiones ordinarias y extraordinarias que se convocaban.

No obstante es fácil de deducir que la mayoría de las asociaciones constituidas sirvieron de toma de contacto de personas que venían fraguando una conciencia social y una tendencia a la militancia antisomocista, sobre todo a partir de 1944. De esta forma, las expresiones de sociabilidad como antesala de la acción política cristalizaban en la fábrica o el taller artesano así como en el club o la asociación , donde de manera esporádica, en algunos casos y sistemática en otros y contando con una relativa tolerancia del maestro de obras o de la Junta Directiva de turno, llegaba la propaganda y la cultura de izquierdas.

Se producía así, tal como explica Maurice Agulhon ciertos tipos de sociabilidad formal, cuando se refiere a los círculos, asociaciones en forma o asociaciones informales. Aunque en la constitución de las asociaciones se dejaba patente que no se perseguía ningún fin político o religioso, existen amplias evidencias de que ello no era así. El propio Somoza manejó con diferentes medidas la relativa tolerancia en los locales donde de manera asidua se reunían los trabajadores y sus familias. Debe destacarse el factor de voluntariedad en la formalización de las expresiones organizadas de sociabilidad, pues – tal como añade Agulhon, refiriéndose al caso francés – “para transformar el grupo de clientes habituales de un expendio de bebidas en una asociación cerrada, basta que el grupo lo decida. No importa si se redactan o no estatutos formales, la transición queda hecha”[19]. Coincidiríamos, además, con Agulhon que la fijación de obligaciones económicas dentro de la asociación ocupaba una parte importante en la redacción de los estatutos20.

CONCLUSIONES

– Al margen del debate de las ideas se desarrolló en Nicaragua todo un proceso de organización en diferentes ámbitos de la vida social y cultural. Ello demuestra que pese a las restricciones en los derechos y libertades democráticas, hubo una tendencia bastante marcada hacia la vertebración del tejido social en organizaciones de diferentes características y enfoques culturales y políticos. En este sentido, el análisis de las asociaciones, sus actividades y experiencias constituyen un importante elemento para el estudio de la Historia Contemporánea de Nicaragua.

Debe extraerse como consecuencia la necesidad de ampliar la base del análisis social, no limitándolo al estudio de las organizaciones sociales de carácter sindical o gremial, si en realidad queremos obtener un resultado amplio de la configuración social nicaragüense del periodo en estudio. Tampoco debe limitarse dicho estudio a los aspectos meramente estructurales de la organización social, pues resulta esencial el estudio de las relaciones entre las diversas sociedades, las formas de vida cotidiana y las diferentes tipos de sociabilidad existente, así como las relaciones de género que caracterizaban sobre todo a las organizaciones de tipo mutualista y sindical.

Trabajo suplementario a partir de esta investigación debe ser el estudio de las diferentes líneas de influencia que se proyectaron sobre la incipiente izquierda nicaragüense, partiendo de la relación existente con el exilio antifascista y las experiencias del pensamiento social anterior al periodo de Somoza García. Todo ello lleva a la necesidad de una historia social que surja de la necesidad de aportar al estudio de la materia las principales vivencias, formas organizativas y actividades no solo de los líderes sociales, que nos lleven incluso más allá de las controversias ideológicas que marcaban el debate entre las principales tendencias de las organizaciones obreras.

FUENTES HEMEROGRAFICAS

La Noticia, 1936-1941

La Prensa, 1936-1950

Novedades, 1940-1950

Flecha, 1 de enero de 1942, Núm. 21.

Hoy, 17 de agosto de 1941, 1939-1941

La Estrella de Nicaragua, 1941-1950

Ahora, “expresión de las masas populares”, 1945-1946

Causa Obrera, 1938

La Gaceta, Diario Oficial, (1910-1952)

Repertorio Americano (1936-1939)

El Gráfico, 1924-1926

Revista Obrera, 1923-1924

FONDOS DE ARCHIVO

Sección de Asociaciones del Fondo de Gobernación (Archivo Nacional de Nicaragua)

Fondo del Movimiento Obrero (IHNCA), Donado por Carlos Pérez Bermúdez

[1] Entre las obras de Centeno Zapata cabe destacar Breve cronología de las luchas sociales en Nicaragua, Masatepe, Club del Libro Nicaragüense, 1976

[2] Gutiérrez Mayorga, Gustavo, Dos etapas en la historia del movimiento obrero en Nicaragua. Tesis de grado, San José, Costa Rica, 1977.

[3] Jeffrey Gould, Orgullo amargo,, Managua, Ediciones del Instituto de Historia de Nicaragua y Centroamérica, 1998

[4] León, segunda ciudad en importancia, situada a 90 kilómetros al noroccidente de Managua

[5] La Federación de León (documento inédito), Archivo del Instituto de Historia de Nicaragua y Centroamérica (IHNCA), s/a, s/f.

[6] Debe mencionarse que con el “Lomazo”, golpe de estado “de facto” de lider conservador Emiliano Chamorro, ocurrido en 1925, las posibilidades de los trabajadores para organizarse menguaros significativamente.

[7] Causa Obrera, 25 de septiembre de 1938

[8] Caussa Obrera, 31 de julio de 1938.

[9] Estatutos de la sociedad de socorros mutuos de Santo Domingo (Chontales), LG/DO, 1 de octubre de 1924.

[10]

Entrevista con Armando Amador, 16 de octubre de 1997.

[11]

LG/DO, Núm. 263, 4 de diciembre de 1941.

[12]

LG/DO, Managua, 5 de mayo de 1938. Núm. 92.

[13]

LG/DO, 24 de agosto de 1938

[14]

Estatutos de la “Unión Protectora Obrera”, constituida el 1 de enero de 1942. LG/DO, Núm. 262, 3 de diciembre de 1942.

[15]

Semanario Hoy, 26 de marzo de 1939.

[16] Causa obrera, 25 de septiembre de 1938

[17] Ibídem

[18]

Constituida el 3 de febrero de 1942. LG/DO, Núm. 212, 1 de octubre de 1941

[19] Maurice Agulhon, Op. Cit., pag. 71.

[20] Ibídem, pag. 65

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