Nuevos enfoques a la investigación sobre la izquierda mexicana

Nuevos enfoques a la investigación sobre la izquierda mexicana

Rocío Culebro y Uriel Jarquin

Entrevista con Barry Carr.

Barry Carr, historiador inglés, es profesor de la Trobe University. Autor de El movimiento obrero y la política en México/1910-1929 (México, Ediciones ERA, 1981), así como de numerosos artículos sobre el origen, vida y trayectoria del Partido Comunista Mexicano. Actualmente realiza la parte final de una investigación sobre la izquierda mexicana. Con este motivo entrevistamos al profesor Carr. Nos planteó una nueva caracterización de la izquierda mexicana y, al mismo tiempo, relató los principales obstáculos a que se enfrenta el investigador para realizar su trabajo. He aquí, pues, el texto íntegro de la entrevista.

Pregunta.

Profesor, ¿Cuál es la temática de su reciente investigación?

Respuesta.

El tema de la investigación es la historia y el desarrollo del marxismo, el socialismo y el comunismo en México, de 1940 a 1981. En un principio pensaba escribir la historia del Partido Comunista Mexicano en el mismo periodo, pero rápidamente me di cuenta de que no es posible estudiar la historia del PCM aislada del resto de la historia de la izquierda mexicana. No se puede estudiar la historia del comunismo mexicano sin tomar en cuenta el lombardismo o la corriente mayoritaria. Esta corriente mayoritaria debe entenderse, desde mi punto de vista, como una mezcla o simbiosis entre el ala izquierda del liberalismo mexicano y algunos aspectos del marxismo.

Por esas razones el trabajo, que empezó siendo una historia del PCM, va a terminar por ser una historia de la izquierda mexicana en su conjunto, analizando no solamente las formas institucionales que ha adoptado la izquierda, los partidos por ejemplo, sino la política, la ideología y la sociología de dichas organizaciones. También se analiza la forma como se han asimilado las distintas corrientes socialistas-marxistas en México.

P. En varias publicaciones mexicanas se pueden consultar los rigurosos estudios que usted ha realizado sobre los orígenes del PCM. ¿Por qué su interes en estudiar al Partido Comunista Mexicano?

R. Es un interés que data de hace 15 años. Como se sabe, mi tesis doctoral fue sobre las relaciones del Estado de la revolución mexicana con el movimiento obrero en los años 1910-1929. En este trabajo privilegié las relaciones entre la CROM, que fue la organización hegemónica en aquellos años, y el Estado. Sin embargo, ahora me doy cuenta de que no se puede limitar la historia del movimiento obrero socialista durante los años veinte solamente al estudio de la CROM. Sabemos bien que dicha confederación nunca pudo establecer la hegemonía total del movimiento obrero.

Al margen de la investigación fui acumulando información sobre lo que se podrían llamar las tendencias marxistas y comunistas dentro del movimiento obrero. Materiales sobre el PC, principalmente; pero no hacía nada con esa información. A principios de los 70 comencé a investigar ya propiamente al PCM, sus orígenes en primera instancia. De dichas investigaciones publiqué algunos artículos sobre los años veinte y tengo terminado un trabajo sobre ese periodo. La investigación actual tiene que ver, digamos, con la última etapa del proyecto: la etapa actual.

Tengo que decir que la investigación no sólo obedece a cuestiones de tipo académico. Yo soy de izquierda y una gran parte de mis amistades en México han sido gentes de izquierda, sobre todo del PCM. De las pláticas que sostuve con ellos nació mi interés por la izquierda mexicana en general y por el PCM en particular.

P. ¿Cuál es la metodología que ha empleado para estudiar la izquierda mexicana?

R. El problema más grande es saber dónde está y qué es la izquierda mexicana. Hay que especificar primero los límites del sujeto histórico, eso no es fácil. Cuando empecé a estudiar al PCM, los límites los daba la organización misma, mas en cuanto se empieza a sobrepasar los límites de una organización se enfrenta uno a serios problemas. Los límites se convierten entonces en los propios límites del investigador. En el estudio de la izquierda mexicana, lo primero que tuve que hacer fue delinear las corrientes, las distintas corrientes que se incluían dentro de la temática de investigación y que iban a figurar en mi trabajo. El criterio no es del todo definido, pero he optado por estudiar cuatro corrientes. Esas cuatro grandes corrientes son: la corriente hegemónica dentro del socialismo mexicano, que es la corriente formada por una relación simbiótica entre el ala izquierda del liberalismo mexicano y determinados aspectos del marxismo global internacional. Es más fácil referirse a esta tendencia por medio de personajes que por organizaciones, ya que dicha corriente realmente no estaba organizada en torno a una cultura política; existieron organizaciones políticas pero fueron efímeras. Se trata de la trayectoria de personajes importantes que influyeron mucho en la vida política, sindical e intelectual de México. Gentes como Narciso Bassols, Víctor Manuel Villaseñor, Luis Chavez Orozco, etcétera. Esta corriente se caracteriza por la mezcla que se forma con el liberalismo radical mexicano y el marxismo. No es una corriente, propiamente hablando, marxista, pero los representantes piden prestados algunos aspectos del marxismo, los que se privilegiaban en la Segunda y Tercera Internacionales, y que ahora no se valoran mucho, como son el cientificismo, el productivismo, el racionalismo, el anticlericatismo, etcétera.

La segunda corriente es la del comunismo mexicano, digamos el comunismo del PCM. Esta corriente comparte muchas de las preocupaciones de la primera corriente, pero tiene también algunas cosas específicas. Dicha especificidad tiene que ver con la relación especial que existe entre el comunismo mexicano y el comunismo internacional, sobre todo con la Unión Soviética. Esta relación le imprime un carácter muy especial al comunismo en México.

La tercera corriente es la del llamado marxismo legal (de Lombardo), cuyos aspectos específicos tienen que ver también con factores nuevos, su relación con la llamada ideología de la revolución mexicana y con el movimiento obrero nacional e internacional.

La cuarta corriente —a la cual no le he puesto nombre todavía— rechaza los principales puntos de vista de las tres anteriores corrientes. Por ejemplo, es una corriente antiestatista —el estatismo, no lo había mencionado, es uno de los aspectos más sobresalientes de las tres corrientes anteriores—. Esta corriente, además, presenta tendencias anarcosindicalistas. Y también estaría dispuesto a incluir, aunque no estoy ciento por ciento seguro, a los trotskistas en esta corriente, porque rechazan gran parte de los postulados de las primeras corrientes.

Lo anterior fue el primer problema metodológico al cual me enfrenté. El segundo reto metodológico, con el cual todavía estoy luchando, tiene que ver con la cuestión de cómo voy a tratar el sujeto histórico de la izquierda en México. ¿Esa izquierda son los partidos o son los personajes representantes, portadores de las ideas socialistas y marxistas en México, o son las bases de los grupos y partidos? Eso todavía no lo sé; hasta ahora son dos los enfoques que he encontrado para el estudio del movimiento obrero y socialista: el enfoque institucional y el enfoque ideológico.

Al comenzar la investigación tenía ya el plan de hacer algo sobre lo que se puede llamar la sociología de la izquierda en México, es decir, dónde y cuándo se estableció la presencia de la izquierda en México; en qué periodos fue más importante la presencia del PCM y en cuáles se debilitó; entre qué sectores de la población tenía más incidencia el Partido; cuál fue la base social de los distintos grupos de izquierda; y analizar estos aspectos a través de los años, ya que es obvio que se suceden cambios importantes con el paso del tiempo.

Esta es la tarea más ambiciosa para un trabajo sobre la izquierda en conjunto, aunque el plan que tengo no es el más recomendable metodológicamente hablando, porque no se puede hacer un análisis realmente sociológico de una organización o sindicato fuera de una determinada zona. Hay que establecer límites bastante estrechos sobre el objeto de estudio. Esto se puede lograr estableciendo periodos cortos determinados, regiones precisas, momentos neurálgicos y estudiarlos a fondo.

Lo que estoy intentando hacer es reconstruir la sociología por medio de las muchísimas fuentes de información que tengo, privilegiando algunas coyunturas y algunos episodios en determinadas regiones para tener una visión de lo que era la sociología del Partido. Voy a privilegiar dos regiones: Chiapas y La Laguna, y unas determinadas coyunturas, como, por ejemplo, los últimos años del cardenismo; el periodo del browderismo en México, 1944-1945; la primera reorganización de la izquierda en 1947-1948; el surgimiento del Partido Popular y los primeros pasos hacia la construcción del POCM; el periodo 1957-1960 que es el de las primeras jornadas obreras y la reconstrucción o primera renovación del PCM; y 1968.

Esta coyuntura, la del 68, significó un cambio muy importante para la izquierda mexicana, y en consecuencia debe privilegiarse. A partir de 1968 cambió la metodología empleada en el trabajo, porque entrando en la década de los 70 las organizaciones o los partidos políticos dejan de ser los protagonistas principales de la izquierda en México. Eso no significa que dejen de ser importantes, lo que sucede es que a partir de este periodo el abanico de la izquierda se amplía para influir en nuevos grupos, nuevas tendencias, en miles de personas que no pertenecen a ningún partido político, mas se consideran miembros, militantes inclusive, de la izquierda; se produce una explosión intelectual que convierte al marxismo en el polo hegemónico de la inteligencia en México. Se puede decir que es hegemónico el marxismo. Entonces, a partir del 68, estudio ese fenómeno que tanto llama la atención a los extranjeros, el fenómeno de la explosión del marxismo en México. En esta coyuntura surgen casas editoriales, revistas de izquierda, grupos políticos. A partir de 1968 ya no es tan importante saber cuántos campesinos, obreros y estudiantes son miembros de los partidos políticos; es por esto que se ponen al margen en la investigación. Son importantes, pero ya no los privilegio.

Hay otros problemas metodológicos. Por ejemplo, hay que luchar contra los enfoques metodológicos de la guerra fría, que todavía siguen vigentes. La problemática de la guerra fría que formó una historiografía sobre el movimiento comunista allá en los años 50 no tiene ya tanta influencia, pero todavía hay que luchar para contrarrestar el peso de esa tradición, sobre todo en lo que se refiere a la relación entre el comunismo internacional y el comunismo de cualquier país.

Yo creo que es importante no escribir la historia del PCM como si se tratara simplemente de una serie de respuestas pasivas a las consignas de la Internacional Comunista.

La historiografía de la guerra fría considera que no hay historia nacional de los partidos comunistas, que los partidos comunistas nunca fueron, en ningún momento, actores o sujetos históricos independientes y que, por el contrario, sus políticas fueron un reflejo total de la política del Comintern o de la Unión Soviética. Entonces la historia es muy sencilla, ya que solamente es necesario escribir la historia del Comintern y hacer la cronología y periodización de la Internacional Comunista en cualquier periodo nacional en cualquier parte. Hacer esto sería incurrir en grandes errores, el principal de ellos es lo que yo denomino la trampa teleológica. Es decir, el error consiste en considerar que la IC, que al final se convirtió en un organismo digamos dogmático, centralizado, que impuso su voluntad a las secciones nacionales, empezó siendo así. Hay que decir que al principio, en los años 20, la Internacional Comunista no se interesaba mucho por México ni por América Latina, porque la IC se centraba más en Europa, en el lejano y medio Oriente, en países cuyo territorio era limítrofe con la Unión Soviética, esto por razones muy obvias. Antes de 1928 no existía interés de la Internacional Comunista por América Latina, y en general en los años 20 el comunismo se desarrollaba en la región de manera más o menos independiente. El interés por América se da después de 1928.

P. ¿Cuáles han sido los problemas fundamentales a los que se ha enfrentado en su investigación en México?

R. El primer problema es el que se presenta siempre en cualquier investigación, y que hasta hace dos o tres años no se tomaba en cuenta: las cuestiones de tipo técnico. Primero hay que ubicar fuentes de información, sobre todo por que yo soy historiador, insisto en mencionarlo. Estas fuentes de información (archivos, bibliotecas, etcétera) no fue fácil encontrarlas, debido a que aparte del Archivo General de la Nación, de la Hemeroteca Nacional y de la Biblioteca Nacional no había otros lugares para hacerlo. Cuando empecé a trabajar no existía un lugar especializado, como el Centro de Estudios del Movimiento Obrero y Socialista (CEMOS), sino que antes lo que se llamaba el Centro de Estudios Marxistas (CEM) era el único lugar en donde se podían consultar las fuentes directas del PCM, y esto porque a principios de los años 70 yo creo que al mismo PCM no le interesaba recuperar su conciencia histórica. Pero cuando regresé a México, allá por 1975-1976, me di cuenta que se habían producido cambios importantes que tienen que ver con los cambios dentro del PCM mismo. Se estaba empezando a desarrollar un proyecto de recuperación de su pasado histórico.

Entonces pude tener acceso a entrevistas con gentes como Arnoldo Martínez Verdugo y otros dirigentes del Partido Comunista. También tuve acceso a periódicos y algunos documentos del PCM. Un problema muy serio para cualquier investigador que estudie el movimiento obrero de México es la dispersión de las fuentes primarias. Debido a esa costumbre que tienen muchos militantes de llevarse los documentos como si se tratara de cosas de su propiedad, cuando en realidad son propiedad del Partido, no hay manera de centralizar fuentes de información. Es cuestión de ir viajando por toda la república pidiendo, implorando, solicitando, exigiendo o amenazando para acumular la información.

Otro problema que he encontrado ha sido la falta de cuidado con los materiales, por parte del PCM mismo. Eso se explica por varias razones, algunas fuera del control del Partido; debido a las olas de represión de las cuales el PCM ha sido víctima en muchas coyunturas, la policía se ha robado los archivos del Partido.

Estos son los principales problemas que tienen que ver con la ubicación de las fuentes de información.

Otro problema, y yo creo que lo es más para los mexicanos que para los investigadores extranjeros, es el de que un acervo importantísimo sobre la historia de la izquierda mexicana no se encuentra en México sino en el Instituto de Historia Social de Amsterdam o en el National Archives en Washington, o en quién sabe qué otros lugares. La información de Amsterdam es fácil de recuperar por medio de microfilmes (acabo de entregar al CEMOS una serie de materiales hemerográficos, revistas anarquistas y comunistas que conseguí allá). En el Archivo del Departamento de Estado y en el Archivo de la Inteligencia Militar de Washington se encuentra información muy importante, y no me refiero simplemente a esos famosos informes que rindió el compañero José Allen, sino a una colección muy importante de los primeros, muy raros y difíciles de encontrar, periódicos del PCM; publicaciones como El Soviet, El Obrero Comunista, etcétera. Entonces, creo que es importante recuperar esa información, yo diría inclusive que debe ser una tarea nacional, porque una cosa que me llamó la atención en Washington es que no se encuentra solamente un ejemplar de cada revista, sino hasta 18 ó 20 ejemplares. Creo que la Hemeroteca Nacional y el CEMOS deben entablar pláticas para hacer intercambios y recuperar esa información.

Me gustaría mencionar los problemas que no existen, y que sí esperaba encontrarme, debido a que se sabe que hay cierta desconfianza hacia los investigadores extranjeros para estudiar los temas delicados. Esperaba, en fin, encontrar barreras y dificultades para realizar mi investigación, pero francamente fue una sorpresa muy grata encontrar que no había nada de eso; nunca he tenido problemas para conseguir entrevistas, tener acceso a archivos o consultar documentos, y creo que esto es uno de los rasgos más significativos en el desarrollo de la izquierda mexicana. Este fenómeno no es una cosa simplemente académica, sino que tiene que ver con la etapa mucho más madura por la cual la izquierda mexicana ha pasado últimamente. Este proceso de maduración tiene que ver con la conquista, digamos, del registro, con la nueva legalidad, las nuevas modalidades de la legalidad, la incorporación de la izquierda a la vida diaria de México. Ahora estudiar a la izquierda no es una cosa rara, es normal. La gente quiere que se recupere la conciencia de la izquierda, porque realmente hace falta.

Últimamente me ha interesado la figura de José Revueltas; hasta hace pocos años no había leído mucho sobre él, pero considero que Revueltas es la figura del marxismo en México que más ha contribuido en cuanto a lo novedoso, lo original, lo imaginativo y en la capacidad de expresar las preocupaciones de un marxista en términos que sí lo puede apreciar el gran público. Su labor política se corresponde con su labor literaria. Novelas como Los días terrenales me provocaron un impacto muy grande; lo que me parece sumamente raro es que no se haya hecho ni un análisis de tipo académico o un análisis políticoliterario de los trabajos de Revueltas y que no se haya recuperado, para la izquierda en su conjunto, su tra- bajo. Se han escrito libros y ensayos sobre Revueltas, muchísimos, pero, o tratan su desarrollo filosófico, o son ensayos sobre sus novelas desde el punto de vista literario. Cierto que su trayectoria política es sumamente rara, pero no se ha llegado a fundir un análisis literario y un análisis político sobre su labor. Considero que esto es importasnte, porque novelas como Los días terrenales son autobiográficas y la temática es la vida del PCM en cada página, con nombres, lugares, fechas, fenómenos tomados de la vida real. Así que Los días terrenales no se puede considerar una novela que se pueda estudiar bajo la temática o el interés de aclarar la influencia de Sartre o del primer impacto del existencialismo en México, porque claro que es una novela existencialista, pero para mí es una fuente primaria en la historia del PCM. Los ensayos políticos de José Revueltas que se acaban de publicar me han aclarado mucho acerca de la experiencia del marxismo-comunismo en México.

Quisiera terminar con unas palabras de elogio a la labor de Arnoldo Martínez Verdugo, porque es importante reconocer su trabajo para rescatar la historia del PCM, el interés que ha mostrado en ese reto de recuperar la conciencia histórica de la izquierda mexicana, porque es una de las pocas figuras del antiguo PCM que sí se interesaron en eso. En muchos momentos de la historia del Partido Comunista, por medio de un informe, de la declaración de un pleno del Comité Central, se comprometió a escribir la historia y a fundar un centro de investigación que se lanzase a la búsqueda de información. Pero durante mucho tiempo no se cumplieron esos compromisos. Ahora sí, Arnoldo y el equipo de investigadores del CEMOS han cumplido con ese reto.

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