Paradojas y lucha de clases al interior del FMLN. Izquierda Rebelde. 8 de marzo de 2021

En 2004, Schafik Hándal obtuvo 812,519 votos como candidato a la presidencia por el FMLN, una cifra 121% mayor a la obtenida por Facundo Guardado en 1999, cuando recibió 365,689 como candidato del FMLN.

Como Schafik no ganó las elecciones, Oscar Ortiz, quien había competido contra él en las internas del FMLN, demandó la renuncia de la dirección del FMLN. Nadie le hizo caso. Actualmente Ortiz es secretario general del FMLN, y a pesar de que el partido tuvo la peor caída electoral de su historia, él se niega a renunciar.

En 2009 y 2014, la dirección del FMLN, que tenía como secretario general a Medardo González, obtuvo dos victorias presidenciales, primero con Mauricio Funes y luego con Salvador Sánchez Cerén.

Para 2017, Nayib Bukele, entonces alcalde de San Salvador, pretendía ser candidato del FMLN para las elecciones de 2019, pero cuando se le comunicó que no lo sería, hizo diabluras, atacó al gobierno y al partido y fue expulsado por agresor y traidor. Los hechos le dieron la razón a quienes tomaron esa decisión.

Luego del revés electoral de 2018, cuando Bukele llamo a la militancia del FMLN a no votar, llegó la competencia por la candidatura de 2019. Los seguidores de Ramiro Vásquez, que no aceptaban la expulsión de Bukele, se asustaron ante la posibilidad de que Gerson Martínez fuera el candidato. ¿Por qué? No lo sabemos, pero fue público el apoyo que le dieron a Hugo Martínez, quien se inmoló en una contienda donde obtuvo el 26% de los votos que había recibido Sánchez Cerén.

Pero volvamos al caso Bukele. En 2018, cuando Nuevas Ideas socavaba las bases del FMLN, los seguidores de Ramiro dijeron en la CP del FMLN, y en la televisión, que Bukele no era el enemigo principal.

El tema del enemigo principal o inmediato es crucial en política. Se le define como el obstáculo que un partido debe vencer para tomar el poder o para mantenerlo, porque si no lo vence, se convierte en un factor de destrucción.

Durante buena parte de la guerra, el enemigo principal del FMLN era el bloque integrado por el imperialismo, el gobierno del PDC y los militares. En 1989, ARENA ganó las elecciones presidenciales y sustituyó al PDC en el bloque del enemigo principal. El FMLN nunca se enredó en eso. Pero no siempre el enemigo principal es un gobierno y su ejército. A veces es una fuerza que no controla el poder pero que amenaza con tomarlo.

Un ejemplo ilustrativo lo da la Revolución Rusa. Para los bolcheviques, el enemigo principal era el régimen del Zar. Cuando éste cayó, en febrero de 1917, pasó a ser el gobierno de Kérenski, surgido días después. Cuando el general Kornilov se alzó contra Kérenski, en septiembre del mismo año, se convirtió en el enemigo principal, al que los bolcheviques combatieron. Derrotado Kornilov, el enemigo volvió a ser el gobierno Kérenski, al que los bolcheviques derrocaron en octubre de ese año. En solo 8 meses, el enemigo cambió cuatro veces.

El Partico Comunista Alemán también ilustra sobre el tema, pero en un sentido trágico. Creyó que el enemigo principal era el gobierno solcialdemócrata, al que calificó de socialfascista, justo cuando Hítler avanzaba impetuosamente por la vía electoral. Llegado al poder, Hitler destruyó a los dos partidos.

Para las elecciones de 2019, el FMLN solo podía ganar si derrotaba el proyecto de Bukele, que erosionaba sus bases. Decir que Bukele no era el enemigo principal equivalía a considerarlo un posible aliado contra ARENA. Amparado en esa concepción, el grupo que apoyaba a Bukele bloqueó la estrategia aprobada por la CP en mayo de 2018. Ese documento deberían estudiarlo las bases.

Cuando en julio de 2019 se produjo el cambio en la CP, la autoproclama “dirección joven”, que dirige Ramiro y es mayoría en la CP, elaboró un documento titulado “Análisis del momento actual y líneas estratégicas para el período 2019-2024”, donde se dice que “desde una perspectivas histórica enfrentamos a los dos enemigos estratégicos de siempre: el imperialismo norteamericano y los grupos dominantes que representan los intereses de la oligarquía”. Luego el documento habla del “liderazgo del presidente Bukele, quien está estrechamente vinculado y coincide con el enemigo estratégico en el propósito de destruir al FMLN como opción revolucionaria. El FMLN desarrollará una estrategia para evitar que se consolide esa alianza”. ¿Cuál alianza? La de Bukele con los enemigos estratégicos, o sea, con el imperialismo y la oligarquía.

Si Bukele coincide con el imperialismo y la oligarquía en el “propósito de destruir al FMLN”, ¿cómo el FMLN lo convencerá de que se separe de esas fuerzas malignas? Para ello tendría que tratarlo como aliando, como un “excaramada” al que se puede atraer. Tal pretensión, desprovista de porvenir, sería una nueva traición al FMLN. ¿Será que esos jóvenes tienen coincidencia ideológica con Bukele?

Ese documento no fue aprobado en la dirección nacional, porque a sus autores les dio vergüenza defenderlo. Sin embargo, ellos aplicaron sus recomendaciones, a juzgar por la pasividad que exhiben frente al gobierno desde que controlan la dirección del partido. Y eso lo percibe la militancia.

La “dirección joven” dice que las derrotas de 2018 y 2019 se debieron a que el partido se hizo electorero, se burocratizó, no fue autocrítico, abandonó el trabajo de base y no aplicó una política de formación de cuadros. Aducen esas razones a pesar de que ellos dirigen desde hace décadas las secretarías de organización y educación. Tras el reciente descalabro electoral retoman las mismas frases. Una dirigente de ese grupo afirmó que el desacumulado del FMLN inició en 2015.

Sin embargo, esa retórica encuentra en si misma su propia expiación, pues en otro documento presentado ante el Consejo Nacional a finales de 2019, con el mismo título del anterior, ese grupo afirmó que “la simpatía y el apoyo de amplios sectores pobres y capas medias urbanas y rurales del país hacia el gobierno y el FMLN se mantuvieron altos hasta mediados del año 2017 y las posibilidades de ganar un tercer gobierno del FMLN eran muy claras…” Dicho de otro modo, hasta 2017 la lucha electoral era exitosa y no había desacumulación.

¿Por qué entonces no se tuvo un tercer gobierno? ¿Será porque el partido es electorero, se burocratizó y desorganizó? Parece que no, pues el propio documento que citamos da esta explicación: “la simpatía y el apoyo popular al gobierno y al partido comenzó a deteriorarse a partir del manejo inadecuado que se hizo del caso Bukele al interior del Frente”. Acá llegamos a la verdadera razón de la derrota de 2018 y 2019. Se perdió por haber expulsado a Bukele. Eso es lo que realmente cree el grupo que dirige Ramiro. Toda la retórica anterior es falsa.

Los jóvenes que destilan odio contra un sector del partido no aceptan sus responsabilidades, ni siquiera en las recientes elecciones, pese a que bajo su “conducción” el FMLN no tiene ni siquiera estrategia, pues a finales de 2019 ellos cortaron el debate. Por supuesto, eso no significa que no tengan un plan. Sí lo tienen, pero no contra el gobierno sino contra la corriente revolucionaria y socialista que expulsó a Bukele del FMLN, a la que ellos consideran su enemigo principal.

A casi dos años al frente de la CP, la supuesta dirección joven ha dedicado la mayor parte de su tiempo a atacar a la “dirección anterior”, sin aclarar a quiénes se refieren. Obviamente, no se refieren a Ortiz, miembro de la CP anterior, exvicepresidente de la república y aliado de ellos. Tampoco incluyen a Ramiro, miembro de la CP durante décadas, ni a otros antiguos y actuales miembros de la CP, exfuncionarios del gobierno y dirigentes de su tendencia.

¿Cuál es la situación objetiva del FMLN?

Tras la derrota del 28 de febrero, la “dirección joven” trata de imponer un esquema de discusión interna diseñado de antemano para evadir los temas de la vida diaria y no enfrentar al gobierno sino a sus “enemigos en el FMLN”. Mientras Bukele prepara otra ofensiva contra el partido, ellos, que no conocen el país donde viven, pasarán 10 meses discutiendo generalidades y diseñando frases rituales en reuniones y seminarios.

Si el partido sigue dirigido por el bukelismo que lo corroe, se convertirá en una cueva ideológica donde varios francotiradores seguirán disparando contra la “dirección anterior” y callados ante los desmanes del gobierno, que no representa intereses populares, sino lo intereses del imperialismo y de una burguesía opulenta.

Si la corriente revolucionaria y socialista libera al partido del bukelismo, el FMLN podrá levantarse, pues esta corriente defiende al pueblo, es claramente opositora al gobierno y no acepta componendas con bukelistas.

8 de marzo de 2021

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