José Ernesto Regalado O’Sullivan es, en El Salvador, el equivalente a lo que en Estados Unidos sería un Rockefeller… o el sobrino de Donald Trump, o el hermano de Paris Hilton: un miembro de rancio abolengo, cuyo nombre también aparece en la lista de socios fundadores del tanque de pensamiento más importante del país y en los registros históricos de la derecha política salvadoreña como un gran financista.
Es sobrino de Tomás Regalado —uno de los pocos magnates que tiene El Salvador— aunque, por ahora, integra también la lista de imputados en el caso de pago por sexo a menores de edad, junto al famoso pero nada pudiente ciudadano Maximiliano González, conocido en la farándula como “El Gordo Max”.
Los medios lo mencionan solo como un empresario joven, pero Regalado O’Sullivan es mucho más que un emprendedor: conducía hasta antes de su arresto el imperio salvadoreño del azúcar y es socio, director o dueño de varias otras compañías.
Los millonarios y oligarcas salvadoreños saben quién es. No solo por su dinero, sino porque también lo recuerdan como aquel niñito que hace más de 45 años quedó huérfano porque una célula terrorista mató a su padre, el poderoso Ernesto Regalado Dueñas.
Su árbol genealógico puede enorgullecerse de haber sido poblado no solo por opulentos hacendados, sino también por presidentes del país. Es, en pocas palabras, un integrante de las míticas 14 familias que dominaban estas tierras hasta hace pocas décadas.
Para conocer el poder de su familia hay que remontarse a hace más de 100 años, a mediados del siglo 19, cuando una élite oligárquica comenzó a gestarse a partir del cultivo y la exportación del café.
El pionero de ese grupo fue Francisco Dueñas, líder indiscutido de los conservadores, quien entre 1851 y 1871 ejerció la presidencia de la república en cuatro ocasiones. Su mayor enemigo, a quien derrocó del poder y fusiló, fue el liberal Gerardo Barrios.
El ahora imputado es descendiente directo del exmandatario. Es hijo de Ernesto Regalado Dueñas y de Ellen O’Sullivan Hill. Su madre era fruto del matrimonio entre Julia Hill y el estadounidense Terence O’Sullivan.
Los Dueñas se emparentaron con la Familia Regalado, por lo que también es descendiente directo de otro expresidente de la República: su bisabuelo Tomás Regalado gobernó El Salvador entre 1898 y 1903.
Los Hill están emparentados con miembros de las familias Meza Ayau, Augspurg, Tinoco, Escalón, Sagrera, Battle y otras de similar calibre.
Sus ancestros, por lo tanto, estuvieron siempre en la vanguardia de las decisiones políticas y financieras de El Salvador; de ahí que su nombre resulte interesante para analizar que es primera vez en la historia moderna que la Fiscalía decide poner tras las rejas a un miembro de tal poder financiero y partidario.
El empresario que ahora espera el juicio en las bartolinas de la DAN es también uno de los socios fundadores de la Fundación Salvadoreña para el Desarrollo Económico y Social (Fusades), junto a su tío Tomás y a otros millonarios, familiares de millonarios, visionarios e intelectuales salvadoreños. Una rica mezcla que reúne dinero con neuronas.
Fusades recoge a la crema y nata de los intelectuales salvadoreños y ha servido como depositario del pensamiento liberal que ha nutrido —a veces más y a veces menos— al caudal ideológico del partido Alianza Republicana Nacionalista y otros partidos similares.
Aparte, es uno de los principales financistas de ARENA, dentro del grupo conocido como en G20 en el que comparte sitial con personajes de la talla de Ricardo Poma, Ricardo Simán y Roberto Kriete.
Lo de estar ligado a la política viene, entonces, en la sangre. Y si no hubiera sido porque a su padre lo mataron, muy posiblemente habría jugado en los jardines de Casa Presidencial, en vista de que su progenitor se vio como un natural representante de las 14 familias y fuerte candidato a ir a las urnas como un vencedor.
En febrero de 1971, Ernesto Regalado Dueñas fue secuestrado y asesinado por un grupo de estudiantes universitarios que poco después fundaron el Ejército Revolucionario del Pueblo, ERP. Al referirse a aquél suceso, el periodista Jorge Pinto, en su libro “El grito del más pequeño”, señala lo siguiente:
“El padre del magnate secuestrado lleva la batuta de las 14 familias. Ernesto Regalado Dueñas era el heredero de la conducción de esa cúpula oligárquica”.
En ese momento también se rumoraba con insistencia de que Ernesto Regalado Dueñas sería candidato y seguro ganador de las elecciones presidenciales de 1972.
En el mundo de los negocios, el apellido también suena fuerte. En el Centro Nacional de Registros, Regalado O’Sullivan aparece como directivo de varias empresas, entre ellas la compañía Azucarera Salvadoreña, de la cual es director vice-presidente; la Sociedad San Cristóbal y la compañía Timanfaya, de las que es presidente; la Desarrolladora Pontresina, como director propietario; la Desarrolladora Silvaplana, la empresa Santo Tomás, la sociedad San Luis, y la sociedad Valores y Recursos Consolidados, de las que es director.
Junto a los directorios de estas firmas aparecen nombres de otros reconocidos empresarios de su misma familia, entre ellos Tomás Arturo Regalado Dueñas, Arturo Regalado O’Sullivan, Marco Antonio Regalado Nottebohn y Miguel Mathías Regalado Nottebohn.
El imputado, por lo tanto, es ahora alguien en quién fijarse para analizar el proceder de la justicia salvadoreña; aunque no bastan las sospechas y testimonios de supuestas víctimas para llevarlo a la cárcel: la Fiscalía deberá presentar pruebas que denoten su culpabilidad.
El hecho de guardar prisión preventiva en las bartolinas de Antinarcóticos ha encendido ya el fuego de las críticas, porque el juez no lo envió al penal de “Mariona” junto al Gordo Max y a otros dos sujetos debido a su carácter de persona de alto riesgo, una categoría que se otorga desde la Policía Nacional Civil tras comprobarse que la persona tiene más riesgos de lo normal y que, en realidad, para lo único que sirve es para que el Estado le provea guardaespaldas en caso de ser necesario, o para matricular con mayor frecuencia armas de fuego.
La decisión del juez de no enviarlo a Mariona en esta fase del proceso —cuando no ha comenzado el juicio aún— es para evitar exponerlo a un atentado debido a su perfil. Su abogado defensor, incluso, dijo que apelará la resolución del juzgador para que pueda ser procesado en libertad condicional sin poder salir del país, bajo el argumento que cuenta con pruebas que demuestran su arraigo.
Por ahora, este pequeño terremoto que la justicia salvadoreña vive podría ser un termómetro para medir la eficacia de las autoridades, la fortaleza del sistema judicial e incluso el devenir de la democracia en el país.
Regalado O’Sullivan es procesado bajo sospechas de haber pagado para poder tener sexo con jovencitas menores de 18 años.
El empresario —que había estado en México— regresaba de sus vacaciones de Fin de Año cuando lo sorprendieron varios agentes en el aeropuerto internacional Monseñor Arnulfo Romero con una orden de captura.
De ser hallado culpable enfrentaría una pena de 3 a 8 años de cárcel.