Schafik Handal y el pensamiento del Che (1988)

Schafik Handal y el pensamiento del Che (1988) Roberto Pineda 17 de julio de 2015

En julio de 1988 se realiza en La Habana, Cuba, una conferencia sobre el pensamiento de Ernesto Che Guevara en la que participa el dirigente del FMLN, Schafik Handal. En octubre de 2006 el Instituto Schafik Handal, dirigido por su esposa Tania Bichkova, publica esa participación.

A continuación realizamos un resumen de esta ponencia, que refleja fielmente el rasgo autocrítico del pensamiento de Schafik, reflexionando sobre el Che en el contexto entonces de ocho años de guerra popular enfrentando al imperialismo, de la maduración de la crisis en el desaparecido campo socialista, la valiosa tesis sobre las revoluciones cercadas e insertadas, la influencia estalinista, y el latinoamericanismo, etc., pero que a la vez en muchos puntos nos da luces sobre los desafíos teóricos y políticos de la candente actualidad.

En su presentación Schafik plantea que el Che “significó y significa para el desarrollo de la lucha de los pueblos de América Latina: su legado de revolucionario, antiimperialista, de convicción en la meta socialista. El Che personificación del internacionalismo; el Che antidogmático; el Che de la máxima consecuencia entre las palabras y los hechos.”

Schafik reconoce autocríticamente “con toda honradez y franqueza yo quiero decir que no fueron estas consideraciones las que hicimos en el momento la caída del Che. Valoramos altamente su internacionalismo, su ejemplo de moral revolucionaria, pero estrechados por las concepciones dogmáticas y el rezago en que nos encontrábamos en cuento a pensamiento revolucionario, nosotros no hicimos una valoración multifacética integra, no alcanzamos a ver en aquel momento toda la proyección del pensamiento del Che.”

Explica Schafik que este reconocimiento surge a partir de “la lucha revolucionaria en que ahora estamos inmersos, el viraje de nuestro Partido, es lo que nos ha ido llevando a comprender mejor todas estas facetas: las del Che como pensador y del Che como revolucionario en la acción.”
Sobre la Guerra de Baja Intensidad

Por otra parte, en relación al esfuerzo del gobierno norteamericano de impulsar la Guerra de Baja Intensidad como respuesta al desafío revolucionario de los pueblos latinoamericanos, señala Schafik que “El Salvador ha sido un laboratorio de experimentación de esta estrategia. Pero el resultado es muy, muy negativo para el imperialismo. Resultó, en la práctica, que las masas también han evolucionado en su pensamiento y son capaces de percibir motivaciones mucho más profundas, mucho más raigales, que no están en la superficie, para incorporarse al proceso revolucionario.”

Agrega que en El Salvador “hubo gobierno “centrista” como instrumento de esta estrategia de “baja intensidad”, allí hubo reformas,- reforma agraria, nacionalización de la banca, nacionalización de una buena parte del comercio exterior- y además, se permitió seguir por el camino de esas reformas. Cuando esto se hacía fue que justamente estalló la guerra revolucionaria.”

Añade que “pero junto con todo eso, el enemigo profundizaba su esfuerzo represivo por destruir la revolución, por aplastar la revolución, por aniquilarla físicamente. En ese marco, estalló la guerra desplegadamente en nuestro país, puesto que acciones armadas venían haciéndose e incrementándose desde comienzos de los años 70. Yo me estoy refiriendo aquí al estallido de la guerra revolucionaria.”
Considera Schafik que en América Latina “el hemisferio se va cargando de revolución. Centroamérica es el centro, ahora, de la revolución en el continente., se ha mantenido durante un periodo inusitadamente largo como centro de la revolución en este lado del planeta.”

“Ahora bien, se trata de un proceso revolucionario, que no enfrenta nada más a un enemigo superior en fuerzas y experiencia, que pone en juego recursos mayores; un enemigo encabezado por la administración más ideológicamente contrarrevolucionaria y más agresivamente contrarrevolucionaria de los Estados Unidos durante mucho tiempo; sino que además, es un proceso revolucionario que se desarrolla en un mundo que en su conjunto, se ha hecho más complejo, en el que han cambiado muchas cosas.”

Y entre estos cambios menciona a los que consideran renunciar a la idea de romper la dependencia, y opina categóricamente que “no puede haber desarrollo sin autodeterminación; que debe romperse la dependencia pero, manteniendo la interdependencia en el mundo, la interdependencia del desarrollo de las fuerzas productivas, la integración de las fuerzas políticas, el tremendo desarrollo de la comunicación, etc., en el mundo de hoy, pero no puede aprovecharse en interés de cada pueblo esta avanzada realidad del desarrollo mundial, sin el ejercicio de la autodeterminación.”

Concluye sobre este punto muy de actualidad que “no puede haber desarrollo socio-económico, ni justicia social, no puede haber democracia sin autodeterminación. Ahora que el mundo es más interdependiente está más en el orden del día del Tercer Mundo la ruptura de la dependencia, la derrota del imperialismo, la liberación nacional que, inevitablemente, tiene que derivar en revolución social, porque no podría tampoco sobrevivir de otra manera.”

Analiza que “esto es lo que explica el desgaste de los gobiernos que no van hasta la revolución social, por más que hayan traído el alivio de la democracia, de las aperturas políticas y de la reducción de muertos, de víctimas de la represión.”

Afirma que “nuestra lucha en El Salvador está acercándose al final. Precisamente porque logramos liberarnos, en una medida considerable, del dogmatismo y del ideologismo. Nosotros pudimos adaptarnos prontamente a los cambios de los planes militares y políticos del enemigo. Pudimos darle respuesta a uno tras otro da su planes. Hemos derrotado ya , sucesivamente , cuatro planes estratégicos del enemigo y, ahora, sus posibilidades se están, prácticamente , agotando.”
La lucha contra el dogmatismo
“Eso pudimos hacerlo, repito, porque supimos desligarnos, en gran medida, del dogmatismo y empezar a entender las condiciones del mundo de hoy y las condiciones del continente de hoy, empezamos a entender que la guerra revolucionaria, la revolución en las condiciones actuales tiene que ser necesariamente, una combinación de la lucha de masas y también, de la lucha diplomática y de la negociación.”
Acepta que “los revolucionarios salvadoreños- y creo que todos los revolucionarios centroamericanos- en primer lugar los compañeros sandinistas, hemos aprendido mucho de la revolución vietnamita. Es cierto que aprendió el imperialismo pero también es cierto que aprendimos nosotros, aunque sin hace ruan copia mecánica de esta experiencia porque, por ejemplo, en el caso de los compañeros vietnamitas, el elemento negociación entró a los finales, mientras en el caso nuestro entró desde el comienzo de la guerra. Nosotros estamos levantando la bandera de la negociación y del diálogo desde 1982y desde 1984 logramos encuentros de diálogo concretos.”
Puntualiza que “la lucha se ha hecho más complicada, más compleja. Hay que combinar todas estás dinámicas. Hay que tener claridad de que la lucha armada se da en medio de todas estas dinámicas –que son varias- : la de la lucha armada, la de la lucha de masas reivindicativa de los trabajadores, la de la lucha política propiamente tal a nivel de partidos, la lucha diplomática y la negociación.”
Sobre la lucha armada
Schafik realiza una apretada síntesis histórica al afirmar que “hemos aprendido que hay que tener claridad de que la lucha armada es, entre todas, la dinámica que juega el papel principal. En 1981, después del primer esfuerzo (el alzamiento del 10 de enero) el régimen redobló la represión que ya era muy profunda desde octubre de 1979. El movimiento popular en la capital y demás ciudades importantes prácticamente desapareció. Solo el desarrollo de la lucha armada y la construcción del ejército revolucionario, a partir de toda aquella energía social que había desatado la situación revolucionaria de finales de los años 70 y comienzos del 80, pero que no pudo triunfar; y el hecho de que nos hayamos lanzado el 10 de enero para iniciar la guerra revolucionaria permitió que dos años más tarde los golpes en el terreno militar lograran reabrir un espacio para el resurgimiento del movimiento popular en las ciudades , incluso en sus formas tradicionales: con los sindicatos legales, las organizaciones campesinas legales, las asociaciones legales y de hecho, etc.”
Registra que “en la medida en que el “Conflicto de Baja Intensidad” obligó al imperialismo a disputarnos a las masas, a guardar imagen internacional y asegurarse que en los Estados Unidos haya acuerdo de los dos partidos principales para llevar adelante la guerra , en esa medida se busca a las masas para tratar de llevárselas a su lado.”
Considera Schafik que “fue un mérito del Che el ver en la experiencia de Vietnam lo nuevo que allí ocurría. Su consigna de “no, dos, tres Vietnam” llevaba implícita la idea de hacer algo como lo de Vietnam que era la guerra de todo el pueblo. El Che no llegó a desarrollar toda la concepción, la teoría fundamental de esa consigna. Es probable que no tuviera la oportunidad de estudiar minuciosamente y a fondo como si la hemos tenido después los revolucionarios latinoamericanos, y sobre todo de Centroamérica.”
“Pero él se adelanto como se adelantó también en los terrenos de la construcción de una nueva sociedad: la sociedad socialista, en atisbar algunas cosas. Se adelantó en criticar el modelo de socialismo con el que se encontró en la URSS y en los demás países de la comunidad socialista.”
Asegura que “el Che nos legó una profunda enseñanza: el espíritu y el enfoque crítico. Esto se encuentra en el orden del día ahora en la URSS. Se requiere allí de un espíritu crítico, se pide, se demanda se promueve. Aquí en Cuba se ha iniciado por Fidel un proceso de rectificación, a partir del espíritu crítico y de la opinión crítica cheista.”
Las revoluciones cercadas e insertadas
Plantea Schafik ante la crisis en el campo socialista, la tesis que “nosotros hemos vivido la experiencia de lo que podríamos llamar las revoluciones cercadas, descuajadas del conjunto de las relaciones políticas y económicas de mundo capitalista e insertadas exclusivamente en el campo de las relaciones con el mundo socialista. Esto corresponde a una época del desarrollo de las relaciones internacionales y de las fuerzas productivas mundiales, del desarrollo de la revolución y de la crisis del imperialismo.”
Y continua con esta idea indicando que “con la Revolución Popular Sandinista empezó a ocurrir un fenómeno un poco nuevo, sin que hasta hoy, según yo pienso, haya sido teorizado totalmente: el de la revolución que trata de encontrar una inserción en las relaciones políticas y económicas del mundo actual en su conjunto (capitalista y socialista). Esta es una necesidad que se deriva de la misma naturaleza compleja de la estrategia revolucionaria actual en las nuevas condiciones que vive el mundo.”
Este “es un mundo que tiene asimismo una tendencia a hacerse multipolar y que genera ya en la esfera económica o ya en la esfera política de las relaciones internacionales, espacios que son objetivamente útiles y posibles de aprovechar en beneficio de esta compleja estrategia revolucionaria. De lo dicho en último término se desprende que estas revoluciones deberán tener, desde antes de la toma del poder y sobre todo después, una inserción en el conjunto de las relaciones internacionales.”
Agrega que “de esto se desprenden también peligros a los que ya aludía Abreu. La meta es el socialismo, sigue siendo el socialismo. ¿Cuánto podremos nosotros realizar en esa inserción y, al mismo tiempo, asegurar el despegue del capitalismo al socialismo y no quedar atrapados en las redes del neocolonialismo? “
Añade que “tal es el problema. Pero hay que hacerlo y debemos inventar nuevas cosas, nuevas vías, nuevas maneras de resolverlo. Es decir: Si la revolución ha de triunfar no puede ser ya la revolución cercada. Repito: esta formulación no pude ser científica, se puede tomar o no, se ´puede buscar una más depurada.”
Insiste Schafik que la revolución latinoamericana “tiene que ser una revolución insertada desde antes de la toma del poder y después de la toma del poder. Debemos tomar conciencia de que no fuimos educados en esta idea y en esa experiencia y de que la revolución cercada tiene una serie de consecuencias.”
Y las describe como que “no goza de acceso a la tecnología, primera consecuencia. Tiene que reposar, para su defensa, en la construcción de unas fuerzas militares muy grandes, y sobre todo, de una ideología muy avanzada. Esto tiene sus virtudes pero también sus limitaciones. Impone muros que no deja ver lo nuevo que surge en el mundo y en el propio país.”
El estalinismo
Declara que “yo, personalmente, tengo una larga militancia y los inicios de mi militancia comunista se desarrollaron en los tiempos florecientes del estalinismo. Nosotros estudiábamos, sobre todo, las obras de Stalin. Recuerdo por ejemplo, que Stalin y otros teóricos sostenían que la ciencia y la tecnología más avanzada del mundo era la que se desarrollaba en la URSS. Eso no era objetivo. Era un recursos ideológico para galvanizar la defensa de la revolución cercada, agudamente cercada, agredida. Pero no era verdad.”
Agrega que “después de la muerte de Stalin los enfoques cerrados no permitieron percibir a tiempo la revolución científico-tecnológica y condenaron a la economía soviética a un sólido estancamiento que es uno de los elementos que están a la base de la actual crisis del socialismo soviético.”
Concluye Schafik sobre este punto que “el mundo actual exige nuevas elaboraciones. El reto que tenemos planteado es el siguiente: ¿Cómo insertarnos, mantener esa relación mundial con pueblos, con gobiernos, con fuerzas políticas que ahora inciden en el proceso internacional y asegurar el despegue hacia el socialismo? Esa es otra reflexión que yo quería dejar aquí. Los compañeros sandinistas han avanzado en este terreno escabroso, difícil, peligroso. Hay que analizar cada experiencia como un hecho nuevo, y hay que teorizar sobre el mismo. Como siempre, la práctica va delante de la teoría.”
La visión latinoamericanista
Se pregunta Schafik: “¿Cuál es el factor que hace posible resurgir el latinoamericanismo?” Y responde: “Tengo la convicción de que la respuesta es el proceso revolucionario centroamericano. Alrededor de este proceso surgió el Grupo de Contadora y luego el Grupo de Apoyo. En el marco de este movimiento se busca un camino de negociación que impida que el imperialismo invada Centroamérica y que refuerce su dominación sobre todo el continente, se va configurando asimismo una mentalidad latinoamericanista. Aunque tengamos muchas críticas que hacer a una serie de gobiernos de América Latina, al mismo tiempo se precisa conjugar el latinoamericanismo dentro de la estrategia de fuerzas revolucionarias y de todas las fuerzas democráticas en nuestro continente.”
“Hay más cosas nuevas: lo que está ocurriendo en Estados Unidos, entre el pueblo de este país. Se están reagrupando las corrientes progresistas en los Estados Unidos…Ese fue un legado de Vietnam, pero que después se dispersó…Ya no se trata de la solidaridad expresada sólo en términos de protestas en las calles, de manifiestos; y no se trata tampoco solo de internacionalistas que se nos unen para combatir en nuestros frentes de guerra; se trata también de que distintas formas de acción popular en El Salvador son acompañadas por la presencia de nutridas delegaciones de organizaciones y de sectores populares de los Estados Unido, religiosos unos, otros no, que hacen acto de presencia allí, en las calles y que van al frente junto con las masas…”
Concluye que “la lucha antiimperialista ha penetrado a la misma ciudadela de la retaguardia del imperialismo; y ya no va ser fácil dispersar de nuevo a las fuerzas democráticas y progresistas en los Estados Unidos, como se las dispersó después de la Segunda Guerra Mundial, en tiempos de la guerra fría, con el macartismo y todas esas cosas.”
Finaliza Schafik su intervención sobre el Che reflexionando sobre la tesis existente en aquel momento que las luchas revolucionarias ponían en peligro la paz mundial, afirmando que “no existe otra manera de aportar a la paz en lo que concierne a los pueblos del Tercer Mundo, que profundizando su lucha contra el imperialismo y por librarse de él. No puede pedírsele a nuestros pueblos otra forma de aportar a la paz, porque es la que influye en todo el contexto de las relaciones político internacionales e impacta dentro de los mismos Estados Unidos, y obligará a fin de cuentas a remodelar todo el conjunto de las relaciones mundiales.”

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