Sobre la historia del Partido Revolucionario de los Trabajadores Centroamericanos
Nidia Díaz: La creación del Partido Revolucionario de los Trabajadores Centroamericanos debe contextualizarse en un período dictatorial de represión, de violación de las libertades y los derechos políticos, y de surgimiento del movimiento guerrillero salvadoreño, que abarca desde 1969 hasta 1975. Fue un período de construcción de las fuerzas revolucionarias político‑militares, que también se caracterizó por la dispersión ideológica, política y organizativa, luego que en 1969 se produce la ruptura del Partido Comunista de El Salvador que da origen a las Fuerzas Populares de Liberación Farabundo Martí y, casi simultáneamente, aparece que se conoció como «El Grupo», que fue prácticamente el germen del Ejército Revolucionario del Pueblo‑Resistencia Nacional, formado por jóvenes que venían de las filas comunistas, en particular, por jóvenes que habíamos trabajado en sectores cristianos y estudiantiles.
Somos producto del legado histórico de nuestros libertadores, de la influencia de la conciencia revolucionaria de otros pueblos y también de nuestro propio proceso de lucha. Recordemos que Francisco Morazán crea la República Federal de Centroamérica en 1824 y que Farabundo Martí funda el Partido Comunista Centroamericano en 1925. Recordemos, además, que en 1930 surgen las primeras células revolucionarias en el país, al fundarse el Partido Comunista de El Salvador, también liderado por Farabundo Martí, nuestro conductor ideológico, cuyos valores y principios nos llevaron adoptar su nombre para nuestro partido, Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional y el desarrollo el centroamericanismo. Esos años de lucha del PCS fueron la antesala de nuestra conciencia revolucionaria. Es preciso reconocer su papel en la historia
La vertiente de la que surge El Grupo es expresión de los primeros esfuerzos unitarios del movimiento político‑militar salvadoreño, aunque en el momento inicial la relación entre ellos fuese federativa, es decir, que estaba formada por varios núcleos y sus respectivas redes de células. Entre los fundadores de esta vertiente se encontraban Cáceres Prendes, Leonel Lemus Arévalo, Eduardo Sancho, Francisco Jovel, Adán Díaz Salazar, Eduardo Rico y Chino Cibrián. El Grupo se descoordinada a raíz de acciones fallidas y de un accidente explosivo. Una vez superados esos problemas, esta articulación entre núcleos guerrilleros se transforma en el Ejército Revolucionario del Pueblo y la Resistencia Nacional (ERP‑RN). En este momento, a los núcleos iniciales se suman otros dirigentes como Rafael Arce Zablah, Virginia Peña, Francisco Montes, Alfonso Hernández, Humberto Mendoza y Joaquín Morales Chávez. La mayoría de los compañeros que dirigían este esfuerzo opinaban que el fusil era lo determinante para el desarrollo de la lucha en El Salvador, es decir que la lucha armada estaba por encima de la lucha política, lo cual generó una polémica porque la Resistencia Nacional era el conducto de la lucha política con el pueblo, era un destacamento de cuadros políticos que discrepan del enfoque militarista.
El ERP se da a conocer mediante una acción de propaganda armada realizada el 2 de marzo de 1972, consistente en la recuperación de fusiles. Esa operación se iba a realizar en dos lugares: uno iba a ser en el Hospital Rosales y el otro en el de Maternidad. La operación exitosa fue la del Hospital Rosales, donde se dejaron escritas las siglas ERP. Ese día se conmemora la aparición pública de esa organización pero en realidad el proceso de formación de los primeros grupos guerrilleros ocurre entre 1969 y 1972. Por ejemplo, estaba el grupo de Francisco Jovel, integrado también por Alfonso Hernández y Francisco Montes. Este último fue quien me reclutó a mí en el año 1971, con el planteamiento de que la estrategia era político-militar y que los tipos de lucha debían de ser político, militar e ideológico, todos articulados entre sí, con una visión de acumulación de las fuerzas del pueblo, en un gran ejército político de masas que iba a ser el agua donde iba a nadar el pez, que era nuestro ejército, dentro del cual había que construir un partido.
Como el ERP, en su estrategia y su táctica revolucionarias, combinaba todos los tipos y formas de luchas, cuidamos urnas de la Unión Nacional Opositora en las elecciones de febrero de 1972, en representación de la Unión Democrática Nacional. Yo fui secretaria de una Junta Electoral y sufrí en carne propia que la dictadura militar me golpeara y que me quitaran la urna. En esas elecciones hubo un gran fraude electoral, que impuso en la presidencia al coronel Arturo Armando Molina, quien un mes después intervino la Universidad Nacional de El Salvador y eso provocó que otra oleada de revolucionarios ingresara a la guerrilla. En esos momentos yo estaba dedicada a las actividades político-ideológicas, a la formación militar de los compañeros que ingresaban a la organización y a los vínculos con sectores sociales, pero nuestros colectivos eran aun dirigidos por la estructura militar.
En el ERP se desata una lucha ideológica y política en contra de la línea militarista que culminó en 1973 con el fraccionamiento de esa organización. Esta lucha fue principalmente sobre dos puntos: primero, nuestra insistencia en que se debía construir un Partido de la Revolución, marxista‑leninista; segundo, que nosotros defendíamos que había que combinar todas las formas de lucha, pero que la lucha política es la que rige el resto de luchas, es decir, que el fusil se somete a la política y no al revés, porque para nosotros la lucha armada era la continuidad de la lucha política.
La ruptura la desencadena la evaluación de los resultados de una acción militar contrala Guardia Nacionalrealizada en Cuscatancingo en una zona en la cual se estaba construyendo una organización social. Aquella acción, decidida por la dirección del ERP, desató una represión que afectó a los habitantes del lugar, quienes estaban trabajando en la formación del frente de masas de la propia organización. El rechazo de la dirección del ERP a aceptar que la lucha político‑social también contara con un espacio propio dentro de la organización es lo que provoca nuestra separación y la de otros tres núcleos con sus respectivas redes de células. En mi célula participaban Luis Adalberto Díaz, Mercedes Turcios y Carlos Asencio. Entre los liderazgos de esos otros núcleos resaltaban Fabio Castillo, Manuel Federico Castillo, Roberto Galeano y Alicia de Galeano.
Después de ese esfuerzo unitario fallido, entre 1973 y 1974, nos dedicamos a construir la Organización Revolucionaria de los Trabajadores (ORT). Ese último año hicimos actividades de recuperación de fondos, reestructuramos nuestros colectivos y emprendimos, junto a la Resistencia Nacional, el proyecto de crear un frente revolucionario de las masas, en este caso el Frente de Acción Popular Unificado (FAPU), con dirigentes de los sectores magisterial, campesino y religioso, entre los se destacaban Mario López, José Acosta, Margarita Villafranco y los padres Alas. La influencia de la Educación Popular de Paulo Freire y de la Teología de la Liberación es lo que explica, entre otros aspectos, el surgimiento de muchos núcleos guerrilleros en Suchitoto y San Vicente, donde sectores de la población, en particular, los campesinos, adquieren conciencia y adoptan la decisión de organizarse, no solo para luchar por su sector, sino también por la liberación nacional. Este es un momento en el que se dan las condiciones sociales, políticas y sicológicas para el encuentro de un amplio sector campesino con las organizaciones guerrilleras marxistas-leninistas.
En los años 1974-1975 se da otra lucha ideológica en el seno de la ORT, sobre si, desde el inicio, el carácter de nuestra lucha seria regional, es decir centroamericanista, o si seria nacional. La mayoría estábamos convencidos de que debía ser regional, de que no podría crearse una situación revolucionaria en un solo país, aisladamente. Pensábamos que era necesario tener en cuenta, por un lado, el apoyo solidario de los países vecinos y, por el otro lado, trabajar en la construcción de una retaguardia en ellos una retaguardia de la lucha revolucionaria. Partíamos que los pueblos centroamericanos teníamos un enemigo común, el imperialismo norteamericano, y de que el desarrollo económico y social, se lograría si nos uníamos. Ese era el sueño de Francisco Morazán y de Farabundo Martí, quien fue a pelear a Nicaragua con Augusto C. Sandino. Todo eso es válido, pero, además, nosotros teníamos la visión de que la formación económico‑social también era casi igual en toda la región, lo cual la vida nos demostró que era un error, pues el origen y desarrollo del capitalismo es desigual. Con ello se relaciona otro error en que incurrimos: no tener en cuenta el desarrollo desigual de la lucha de clases. No obstante, en aquel momento prevaleció ese enfoque y la mayoría de nosotros dijimos: Bueno, vamos a consolidar desde un principio una organización centroamericana que, aunque tenga diferencias en cuanto a profundización de la lucha, vamos a tener que impulsar todos estos factores, de propaganda, de organización regional, para que sea exitosa la lucha en donde esté el eslabón más débil, y decidimos crear un partido centroamericano. Hubo otro sector de la ORT, que, por cierto, se quedó con el nombre, que se alió con la Resistencia Nacional y se fundió con ella. Eso fue a principios de 1975.
La ruptura entre el sector de la ORT que se fundiría con la RN y el que funda el PRTC se expresa, durante todo 1975, en la construcción de las fuerzas sociales, de las fuerzas populares. En una asamblea celebrada en abril de 1975, se da una discusión sobre si el FAPU iba a ser un frente de una tendencia o de varias tendencias, es decir, si iba a ser un frente de solo de la RN o si también iba a participar el núcleo que iba a formar el PRTC, pero como el sector de la ORT que rompió con nosotros se fundió con la RN, ya nosotros no cabíamos ahí. Entonces, quienes estábamos en proceso de fundar el PRTC tomamos la decisión de no participar en el FAPU y nos fuimos, con todos los vínculos que teníamos en el movimiento popular, a construir la Liga para la Liberación, que se funda en mayo de 1975 como una organización multisectorial de obreros, campesinos, estudiantes y maestros.
El planteamiento estratégico y político de la Liga era muy interesante porque era una organización que combinaba todas las formas de lucha, que se estaba construyendo en esa etapa de la dictadura y que también formaba parte de la lucha por la liberación, a tal punto fue que entramos en contacto con un grupo de sacerdotes jesuitas que luego ingresaron a las FPL. Se incorporaron a las FPL porque en el seno de nosotros se dio una discusión sobre la relación entre marxismo y cristianismo, en la cual prevaleció la idea de que no eran compatibles. Esa no era la posición de quienes veníamos del sector cristiano, de las filas de la Teología de la Liberación, y que habíamos asumido también el marxismo, pero predominó otro criterio. Así es como los compañeros jesuitas entran en las FPL y forman una organización revolucionaria de estudiantes en la Universidad Centroamericana.
Durante 1975 nos desplazamos por todo Centroamérica para organizar el congreso de fundación del PRTC. Primero hubo plenarias locales por zona. La zona 0 era México; la zona 1, Belice; la zona 2, Guatemala; la zona 3, El Salvador; la zona 4, Honduras; la zona 5, Nicaragua; la zona 6, Costa Rica; la zona 7, Panamá; y la zona 0.1, los Estados Unidos. Esa fue nuestra estructura. Cada zona tenía una pequeña dirección. Donde más desarrollo organizativo había era en El Salvador, Honduras y Costa Rica. En Nicaragua no logramos formar un colectivo de dirección. Eso es lógico porque el Frente Sandinista de Liberación Nacional tenía un gran desarrollo y no veíamos forma alguna de hacer un planteamiento alternativo. En El Salvador, formamos la dirección de la zona en 1975. El encargado era Mario López, quien llamábamos comandante Venancio Salvatierra. En esa zona estaba también Francisco Jovel, pero él se movía más en toda la región y estaba más ligado a Costa Rica.
La plenaria del congreso de fundación del PRTC se desarrolla en Costa Rica entre noviembre de 1975 y enero de 1976. Allí definimos la estrategia y la táctica, aprobamos los Estatutos, elegimos los organismos de dirección regional y ratificamos los organismos de dirección local, nacional. Elegimos como secretario general a Fabio Castillo y como comisario organizativo a Francisco Jovel. Ratificamos a Mario López como encargado de la zona de El Salvador y a Manuel Federico Castillo como responsable de la Liga para la Liberación. Yo quede como miembro de la Dirección Nacional de El Salvador y a cargo del sector campesino.
El nombre del partido fue ampliamente debatido. Algunos pensábamos que Partido de los Trabajadores Centroamericanos era suficiente para dejar establecido el carácter de la lucha y la identidad con los trabajadores pero en la votación triunfó la propuesta de llamarlo Partido Revolucionario de los Trabajadores Centroamericanos. Por el carácter centroamericano de nuestra lucha y por el nombre del partido, hubo personas que creyeron que éramos trotskistas. Nosotros éramos marxistas‑leninistas y estábamos pensando en que el nombre del partido se asemejara al de Viet Nam, que era Partido de los Trabajadores de Viet Nam.
En marzo de 1979 celebramos nuestro segundo congreso, en forma muy clandestina, en Tegucigalpa. Ahí se eligió, al hondureño, José María Reyes Mata como secretario general del PRTC. Allí evaluamos autocríticamente que la formación económico-social de Centroamérica no era idéntica y que no podía haber una sola táctica para todos los países. Comprendimos que el desarrollo de la lucha de clases y el desarrollo del proceso revolucionario era diferente en cada país. La pretendida uniformidad regional se había convertido en un obstáculo para nosotros en El Salvador, donde la lucha era más aguda, pero para realizar una acción armada o de propaganda armada en El Salvador, la decisión había que tomarla en Costa Rica. Había compañeros como Reyes Mata, quien fue nombrado Comisario Militar en 1975, que tenían ideas espectaculares. Por ejemplo, montamos varios operativos de recuperación en los que se capturaba a alguien en un país y se liberaba en otro, para que la propaganda armada fuera simultánea. La idea era que el día que aparecieran las letras del PRTC en El Salvador, también tenían aparecer en los demás países. Pero, el desarrollo organizativo era desigual y también lo eran la capacitación y la preparación de la guerrilla. En El Salvador estábamos enfrentados a la lucha diaria y no podíamos esperar por los otros. Eso nos fue creando una situación muy engorrosa porque nos acusaban de irrespetar las líneas, pero tampoco podíamos quedarnos cruzados de brazos. Eso se resolvió dándonos independencia táctica por acuerdo del congreso, sabiendo diferenciar que había elementos comunes en una estrategia para enfrentar el imperio, pero que debíamos construir estrategias locales y tener independencia táctica.