Tesis de discusión sobre el Partido de la Revolución

Tesis de discusión sobre el Partido de la Revolución

DE TRIBUNA POPULAR 8 MAYO, 2013

bandera_pcvCaracas, 8 may. 2013, Tribuna Popular TP.- A continuación reeditamos el documento emanado por el XIII Congreso del Partido Comunista de Venezuela en torno a la discusión realizada sobre el Partido de la Revolución a proposito del llamado realizado por el Presidente Chávez a conformar el Partido Unico. El congreso fue realizado el 3 y 4 de marzo del 2007.

TESIS DE DISCUSIÓN SOBRE EL PARTIDO DE LA REVOLUCIÓN

I.- Una caracterización necesaria de la Revolución

El Partido Comunista de Venezuela (PCV), en su reciente 12 Congreso consideró que transitamos un proceso revolucionario de liberación nacional que debe culminar con éxito las tareas de recuperación plena de la soberanía e independencia nacional, avanzar en la conquista de la justicia e igualdad social; profundización de la democracia popular revolucionaria, de contenido participativo y protagónico, de transformación y liquidación del viejo Estado oligárquico burgués y que, para lograr cumplir las tareas históricas que maduran en la sociedad, tiene que avanzar necesariamente hacia la superación del injusto modo de producción capitalista, de explotación del hombre por el hombre, principal causa de todas las desigualdades y amenazas que afectan a la humanidad.

Esta definición nos permite identificar como el enemigo principal del proceso revolucionario, y por ende, de nuestro país, al imperialismo, particularmente al Estadounidense y en consecuencia, considerar las fuerzas motrices de la revolución, en su fase actual de transición, representadas por amplios sectores de la clase obrera, de los trabajadores y trabajadoras en general, del campesinado como fundamental aliado de estos, la pequeña burguesía, capas medias e intelectualidad progresista. Y la naturaleza de esta alianza que debemos construir y mantener como pueblo, movimiento popular y Estado revolucionarios, con el liderazgo indiscutible del Comandante Presidente Hugo Chávez Frías, para avanzar victoriosamente rumbo al socialismo.

Hemos señalado reiteradamente que la resolución definitiva de la contradicción principal de la Revolución Bolivariana y el imperialismo Estadounidense, demanda la más amplia unidad nacional, continental y mundial, de fuerzas populares y gobiernos progresistas, así como alianzas estratégicas y tácticas de alcance continental y mundial, que favorezcan la consolidación de una nueva correlación de fuerzas a favor de la lucha de los pueblos y del progreso social, consolidando la tendencia multipolar en desarrollo.

II.- La composición, carácter y contenido de la alianza antiimperialista

Esta fase del proceso revolucionario, demanda la más amplia unidad nacional antiimperialista, que objetivamente viene dada por la construcción de una multifacética alianza de clases y capas sociales, que va desde la burguesía no monopólica (la que no mantiene vínculos de subordinación al gran capital transnacional imperialista), la pequeña burguesía, las capas medias, la clase obrera y demás sectores de trabajadores/ trabajadoras, el campesinado y otras capas sociales explotadas.

Se trata de una alianza de clases y capas sociales, en torno a un programa mínimo de transformaciones democráticas y populares, comprometidas con el desarrollo socioeconómico (desarrollo de las fuerzas productivas y las relaciones de producción) y la liquidación del dominio oligárquico e imperialista. Este bloque de fuerzas nacional-patriótico-revolucionario, coincide en el objetivo antiimperialista, pero a la vez, defiende intereses diferenciados y entre los factores de la alianza se desarrolla la lucha de clases por la dirección del proceso, con el fin de establecer contenidos, límites, ritmos y profundidad del mismo, según los particulares intereses de cada factor social allí representado. Es esta una alianza de clases que presenta a lo interno, contradicciones no antagónicas, que permiten su unidad táctica, y antagónicas que se definirán en el futuro.

En nuestras definiciones políticas, hemos afirmado que este bloque o alianza, por su propia naturaleza policlasista, demanda para el cumplimiento de las tareas de liberación nacional, una instancia de integración con independencia orgánica, en donde las contradicciones no impidan el cumplimiento de políticas coincidentes en lo estratégico. Esta estructura la definimos como un FRENTE AMPLIO NACIONAL PATRIOTICO, en torno a un programa, con normas estatutarias y de funcionamiento de obligatorio cumplimiento para el conjunto de sus componentes, una estructura orgánica y la dirección colectiva, liderada por el Presidente Hugo Chávez Frías.

El liderazgo del proceso es ejercido no solo por el Presidente Chávez que es consecuente antiimperialista, antioligárquico, impulsor de la democracia popular y revolucionaria, con visión y perspectiva socialista, sino por sectores de la pequeña burguesía y capas medias, militares y civiles, que mantienen una solapada y en veces abierta conducta anticomunista y oportunista, que impide y retraza el avance de las transformaciones sociales, económicas, políticas y culturales, que han madurado en el transcurso del proceso.

Necesario es indicar que el proceso revolucionario bolivariano cuenta entre sus conquistas con una experiencia acumulada en décadas de luchas de diverso signo, que se han potenciado en estos años de gobierno del presidente Chávez, lo cual ha producido un importante salto cualitativo en la conciencia social, en el plano político y organizativo de considerables sectores populares.

III.- Acumular fuerzas populares revolucionarias por el Socialismo

En nuestro propósito de acumular fuerzas para avanzar hacia el socialismo, desarrollamos simultáneamente a la más amplia unidad nacional antiimperialista señalada; una política de articulación y unidad estratégica, entre el conjunto de los factores que integran el movimiento popular revolucionario, no solo a nivel nacional sino internacional.

Las fuerzas de clara postura marxista y marxista-leninista, estamos convencidas –tal como lo enseña la experiencia histórica de lucha de otros pueblos y la propia nuestra– que el proceso de tránsito al socialismo exacerba las contradicciones de clase, produciendo nuevas definiciones, deslindes, reagrupamientos y recomposición de alianzas, cuyo desenlace estará en correspondencia con la correlación de fuerzas que logremos construir.

De allí entonces, que ese curso y desenvolvimiento previsible de los acontecimientos de la lucha de clases, nos demande superar las inmensas debilidades presentes en uno de los sujetos fundamentales de la Revolución Socialista: la Clase Obrera y demás sectores de trabajadores/trabajadoras.

Ganar la conciencia de los diversos sectores de la clase obrera para el socialismo, elevar su nivel de organización, superar la división orgánica del movimiento obrero y sindical, y contribuir en la transformación de la clase en vanguardia de la revolución social, es la tarea más importante y urgente del Partido Comunista de Venezuela.

Solo por ese camino se podrá superar a favor de las fuerzas consecuentemente revolucionarias y en interés del pueblo trabajador, la contradicción fundamental existente en la sociedad capitalista, la que se expresa en la producción colectiva de los bienes materiales versus apropiación individual de la plusvalía, resultante de dicho proceso productivo e intelectual, creando así las condiciones materiales y espirituales, objetivas y subjetivas, para la construcción del socialismo.

Estamos, en consecuencia proponiendo la creación de los Consejos de Trabajadores, como expresión política unitaria de éstos, por encima de su condición gremial o sindical, a fin de que sus intereses se encuentren legítimamente representados y puedan actuar de manera revolucionaria en el control de los centros de trabajo, el diseño, ejecución y seguimiento de sus políticas y procesos laborales, de producción y distribución social de sus ganancias, y como expresión del poder popular que incluso trascienda el ámbito de los lugares de trabajo para que influya en los de vivienda y en los territorios de los consejos comunales para imprimirles a éstos el sello de la conducción proletaria y los cambios de conciencia necesarios para la construcción del socialismo.

IV.- Las amenazas de restauración

En esta fase de revolución bolivariana, la lucha por el poder político se ha inclinado a favor de las fuerzas patrióticas y revolucionarias. Esto quedó claramente demostrado en el referendo presidencial de agosto de 2004, con la victoria del ¡NO! y en las elecciones del 3 de diciembre pasado, que tuvieron como precedentes la lucha violenta por el control estatal, entre finales del 2001 (leyes habilitantes) y mediados del 2003, pasando por el golpe fascista de abril del 2002 y el sabotaje petrolero.

Las Misiones, la creciente inversión en educación, salud, vivienda, ciencia y tecnología, las grandes obras de infraestructura, la preocupación por el ser humano que la gente siente muy de cerca, la denuncia y superación de las deformaciones que amenazan el proceso (corrupción, burocratismo, ineficiencia e ineficacia en las instituciones del Estado, individualismo, nuevo riquismo y conformación de grupos económicos emergentes seudo revolucionarios, la mentira reiterada en cuanto al desarrollo de proyectos, el formalismo, el reformismo, la disputa interna por controlar los cargos públicos, etcétera), la apelación al pueblo para enfrentarlos, el impulso de la democracia participativa y protagónica en lo político y económico (Consejos Comunales, EPS, Cooperativas, mesas técnicas, núcleos de desarrollo endógenos, sistema micro financieros), por señalar algunas de las más relevantes realizaciones que forman parte de los diez objetivos estratégicos y, más recientemente, los cinco ejes esbozados para la campaña electoral: Ética Socialista, Modelo Productivo Socialista, Democracia Protagónica y Revolucionaria, Geopolítica Nacional y Potencia Energética Mundial, y los cinco motores constituyentes son objetivos de una inmensa trascendencia histórica y transformadora que demandan un nuevo nivel ideopolítico y organizativo en los movimientos sociales, en el Estado y en los Partidos políticos.

El liderazgo de Chávez tiene en la actualidad una proyección continental y mundial, que le impone también inmensas responsabilidades internacionales. El ser referente de pueblos y gobernantes, sirve a los intereses de la revolución bolivariana y a la consolidación de las tendencias progresistas a nivel mundial.

Superada la situación de dualidad de poderes, que subsistió hasta agosto del 2004; relanzada la economía, con tasas de crecimiento sostenido en los últimos tres años; una relativa mejoría en la calidad de vida de millones de compatriotas; con un prestigio continental y mundial y la legitimidad conferida por el pueblo al liderazgo de Chávez, afloran y se manifiestan, como es lógico, en sus más diversas formas la descomposición que se viene incubando y desarrollando en la institucionalidad contenida en el viejo Estado burgués y en el seno de una parte importante de las fuerzas políticas y sociales identificadas con el proceso revolucionario.

Es preciso destacar que en los actuales momentos se produce otro tipo de dualidad de poderes, en la estructura estatal, que responde a intereses y comandos grupales que se encuentran a espaldas de los intereses populares y se constituye en obstáculo para el despliegue de las potencialidades transformadoras de la revolución.

Esta estructura se expresa en forma de masivas y sistemáticas prácticas de burocratización y corruptelas, que en buena medida están asociadas a la existencia de un aparato estatal heredado de un sistema que se necesita sepultar y la presencia de sectores de partidos políticos y cuadros tecnócratas que ejercen el poder sin ningún tipo de compromiso revolucionario. De hecho, las debilidades institucionales que exhiben las transformaciones representan uno de los mayores problemas que debemos afrontar en la nueva fase del proceso político venezolano.

La contundencia de la victoria patriótica en las recientes elecciones (un poco más del 63% de los votos sufragados se emitieron a favor del Comandante Chávez) y las inmensas movilizaciones populares previamente organizadas, sirvieron de acciones disuasivas para impedir la activación del plan desestabilizador de la oposición oligárquico imperialista, a lo cual se suma su decisión táctico-estratégica de acumular fuerza social y política para futuros desenlaces en la confrontación de clases.

La oposición surge con un importante nivel de recomposición de sus fuerzas, que en la actualidad pasa por la definición de sus liderazgos internos, pero que no nos quepa duda vendrá a utilizar todos los resquicios constitucionales y legales para promover la presión social, incluso aprovechando los reclamos de lo que ellos denominan “chavismo popular”, para promover la desestabilización social, política y militar en procura de restaurar el régimen oligárquico burgués. Este objetivo estratégico de la contrarrevolución encuentra un marco de limitaciones objetivas y subjetivas en la misma medida que no logra superar un conjunto de debilidades políticas y orgánicas que le impiden, en la actualidad, poner en serio riesgo el proceso de cambios, entre las que se cuentan: la división, dispersión y confrontación interna, la falta de cohesión programática, el desgastado liderazgo que no logra alcanzar niveles de legitimidad social.

Forma parte de esta estrategia oposicionista la línea de acercamiento que propicia el imperialismo Estadounidense, no solo en forma directa sino a través de otros presidentes latinoamericanos (hasta ahora visualizamos principalmente a Uribe y Alan García) y europeos, con el objeto de lograr flexibilizaciones en la línea política central que orienta el proceso y facilitar la cooptación de cuadros de su propio seno.

V.- El Partido de la Revolución

Básicamente, se trata de que desde un Estado burgués como el que aun pervive en Venezuela, no se puede dirigir la revolución. Históricamente este Estado no es capaz de negarse a sí mismo, y además de su carácter y esencia, se encuentra en una situación de creciente descomposición. Éste, por tanto, es un Estado que aun no es revolucionario, por cuanto mantiene su naturaleza y valores burgueses.

Lo anterior demanda la existencia y acción de una vanguardia revolucionaria, que dirija organizada, colectiva y cohesionadamente el esfuerzo creador de las masas. Que propugne valores, principios y conductas dirigidas a superar la hegemonía cultural burguesa dominante. Que coadyuve en conjunción con el colectivo popular organizado en el ejercicio del control social y político del proceso entendido como totalidad.

Es en este contexto, en que además se ejercita predominantemente, en forma casi exclusiva, una dirección individual del proceso revolucionario desde instancias gubernamentales, en que el presidente Chávez presenta la propuesta del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV).

Ciertamente, la revolución, en tanto hecho esencialmente político, demanda un órgano de dirección revolucionaria capaz no sólo de arrebatarle ese liderazgo al Estado burgués, sino de destruirlo y construir un Estado de4mocrático popular revolucionario.

Ese órgano político es necesariamente un Partido, integrado por cuadros revolucionarios y revolucionarias, que visualice, conceptualice y establezca determinaciones integrales, totalizadoras y de conjunto con respecto a la sociedad y no sectoriales como acontece con las visiones que, en general, aprecian desde una posición de grupo (un ministerio o instituto) las tareas que deben acometerse, a la vez que, lógicamente, justifican acríticamente su propia actuación.

El Partido que pueda asumir este rol debe ser capaz, como vanguardia política de la revolución, de generar un enfoque global del proceso sociopolítico, que le permita articular a las masas y facilitarles no solo el control del Estado sino el ejercicio del poder directo sobre y desde las esferas estatales.

VI.- La decisión del Comandante Chávez

Con fecha 15 de diciembre de 2006, en el acto de homenaje a las escuadras, pelotones y batallones del Comando Miranda, que se efectuó en el Teatro Teresa Carreño, el presidente Chávez lanzó el decreto constitutivo del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV). En general, de dicha exposición se desprenden los siguientes planteamientos políticos:

Decreta, en su condición de Presidente del MVR, la disolución del Movimiento Quinta República, previa explicación de que cada momento histórico demanda un nuevo instrumento político.
El PSUV se constituye a partir de las escuadras, pelotones y batallones, por tanto no debe permitirse la disolución de ninguna de estas instancias. Se orienta a los y las comandantes de éstas a levantar el censo de militantes, simpatizantes y amigos y amigas, para conocer y organizar la base organizativa del Partido.
El PSUV será una organización política democrática. Sus dirigentes serán electos en forma directa por la militancia.
Su programa es el socialismo etno-indígena, cristiano y autóctono, al cual incorpora referencias marxistas.
Invitó a los demás Partidos a discutir su decisión y a participarle lo que decidan, afirmando que en base a su experiencia pasada una discusión sobre el tema es una pérdida de tiempo y él no tiene tiempo para perder en esas discusiones.
Afirmó que el Partido que no decida disolverse e incorporarse al PSUV queda en libertad de seguir su camino, pero que saldrá del gobierno. Quiero gobernar con un solo Partido, enfatizó.
Prometió que la nueva dirección del PSUV no estará conformada a dedo ni por los mismos viejos dirigentes de los Partidos y no aspira verse en una mesa sentado con las mismas caras, porque sería una burla.
Invitó a todos los sectores a incorporarse al PSUV: pueblos indígenas, trabajadores y trabajadoras, profesionales y técnicos, jóvenes, mujeres, empresarios nacionalistas, campesinos y campesinas.
Informó que hay un equipo que viene trabajando con él en esta tarea y se encargará de coordinar el proceso en forma directa con las escuadras, pelotones y batallones.

En intervenciones posteriores efectuadas durante la primera quincena del mes de enero de 2007, el presidente Chávez, a la vez que ha ratificado su decisión de conformar dicho Partido Socialista Unido de Venezuela o de la Revolución, ha entregado nuevas opiniones en cuanto a la necesidad de discutir democráticamente su planteamiento en el seno de todas las organizaciones del proceso, precisando que dicho objetivo requiere ser conversado, discutido y acordado.

En una primera aproximación al carácter y contenido de clase del PSUV, con la lectura que realizamos de las intervenciones del presidente Chávez, podríamos indicar que el mismo cuenta entre sus características con las siguientes:

Un gran Partido de masas, que intenta integrar orgánicamente a todos los movimientos sociales y agrupaciones políticas, a todos los ciudadanos y ciudadanas sin distingo de ideología que se identifican con Chávez, iniciando por aquellos que estuvieron articulados en la estructura del Comando Miranda a nivel de escuadras, pelotones y batallones.
Un Partido policlasista, que incorpora en su seno a ciudadanos y ciudadanas provenientes de las distintas clases y capas sociales que deseen integrarse, que con ellos y ellas se integran también las ideologías, postulados y cultura política en las que fundamentan su práctica concreta, reproduciendo en su seno los antagonismos de las diversas clases.
Un Partido cuyo carácter ideológico se expresará mayoritariamente en la identidad con el líder, en las ideas que conforman el árbol de las tres raíces, pero que también contará con una franja de militantes con conciencia antiimperialista y hasta marxista.

VII.- Lo que hemos venido planteando desde el PCV

Como es del conocimiento general, numerosos Partidos y movimientos que apoyan al Comandante Chávez han informado su inmediata adhesión a dicha decisión y, consecuencialmente, la disolución de los mismos, posición que saludamos toda vez que contribuye a facilitar los procesos de integración de fuerzas sociales y políticas ideológicamente afines.

El Partido Comunista de Venezuela (PCV), en cumplimiento de sus principios y normas de vida interna, heredero de una cultura comunista que privilegia el debate y las decisiones colectivas, decidió en sus organismos de dirección nacional, desde un primer momento, adelantar la más profunda discusión interna en el marco de un proceso congresual que defina la postura oficial de la organización.

En lo que respecta a la construcción del instrumento ideológico, político y orgánico de la revolución, nos hemos pronunciado en diversas oportunidades en el Partido Comunista de Venezuela (PCV), afirmando que es oportuno, pertinente y necesario avanzar en la construcción de la vanguardia colectiva y unificada de la revolución.

Demanda en tal sentido presentamos ya para el año 1998-99, cuando planteamos que el “Polo Patriótico” se transformase en un frente político y social, con normas precisas de funcionamiento y una instancia colectiva de dirección, que permitiese transitar desde la unidad de acción el camino de la unidad orgánica. Igual planteamiento levantamos con los llamados Comando Ayacucho y Comando de la Revolución. En todas las oportunidades no recibimos respuesta del liderazgo del proceso, ni mucho menos acciones concretas en la dirección planteada.

Partimos de la convicción de que un proceso revolucionario sin la existencia de un Estado Mayor, de una dirección colectiva y unificada, pese a las inmensas cualidades del líder, no está en condiciones de cohesionar las fuerzas, alinearlas en la dirección principal de la acción, dirigir y controlar el plan concreto de acción política y, en consecuencia, adelantar las tareas que demanda dicho proceso.

Por tanto, respaldamos por principio y necesidad política objetiva de la revolución el planteamiento formulado por el Comandante Chávez, en el entendido que a partir de éste se abría un fructífero debate ideopolítico y orgánico que debía llevarnos a un Congreso Ideológico en el cual se perfilasen las bases ideológicas, programáticas y orgánicas de la nueva organización, que debía ser el producto de la más amplia discusión democrática en el seno de las organizaciones y del conjunto del pueblo.

Ese debate, a su vez, nos permitiría abordar en profundidad el tema del Socialismo, que es uno de los objetivos fundamentales, estratégico, de nuestra existencia en tanto Partido Comunista, así como un imperativo histórico de la revolución de liberación nacional.

Manifestamos que la construcción de este Partido implica un proceso, expresado en una gran movilización ideológica que requiere fuerza, madurez y voluntad política, que al definir el perfil conceptual de la organización prefigure la condición de militante, entendiendo que un Partido revolucionario debe estar formado por revolucionarias y revolucionarios.

Este proceso implica maduración y culminación de fases que deben desarrollarse: 1) Definición del carácter ideológico del Partido; 2) Determinación de su programa; 3) Definición de su línea política (táctica); 4) Forma y principios organizativos; 5) Carácter de cuadros y de masas del Partido; 6) Su disciplina, deberes y derechos; 7) Carácter revolucionario y de clase de la organización. Estos son aspectos fundamentales que debían darse en el debate que en su momento planteó el Presidente Chávez.

De la misma manera se considera que la propia composición del Partido exige un nivel de depuración, pues no es posible aceptar en calidad de militantes personas de conductas corruptas, burocráticas o ajenas al proyecto estratégico de país, que es el socialismo.

Afirmamos que para el Partido Comunista de Venezuela, la iniciativa presidencial, dada nuestra concepción marxista-leninista, fundamentada en el centralismo democrático, exige el mayor debate interno dentro de la organización, de los colectivos de la Juventud Comunista y fuerzas amigas del movimiento popular y revolucionario para tomar una decisión final en un Congreso nacional partidista.

Consideramos que el proceso avanzaría en base a una metodología sustentada en la conformación de una instancia unitaria que, liderada por el Comandante Chávez, impulsaría la creación de los espacios para el debate y la construcción colectiva, cuya primera fase culminaría con la realización este año del Congreso ideológico propuesto por el Presidente, para definir el rumbo de la nueva organización, su carácter y forma organizativa y para su estrategia y su táctica.

Ello implicaba la conformación de espacios de articulación en todos los niveles y esferas de la sociedad, tanto en lo territorial como sectorial, en cuyo seno y de cara a las masas populares se desarrollaría un proceso de intenso y fructífero debate de las tesis de los diversos movimientos. Constituir una organización con cuadros y activistas de diversas agrupaciones exige un nivel de encuentro en lo concreto, reconocimiento e incluso construcción de afectos mutuos.

VIII.- El Partido que necesitamos para avanzar hacia el Socialismo

El PCV es consciente que en una sociedad dividida en clases (y Venezuela lo es), los Partidos políticos representan los intereses de esas clases y que tales Partidos son las herramientas más importantes para la lucha por acceder al poder o por mantenerse en él. La importancia de esto ha quedado demostrada en más de ocho elecciones que han sido ganadas a la oposición, elecciones en las cuales el papel fundamental de organización, movilización y legitimación ha Estado a cargo de dichos Partidos.

La existencia de Partidos políticos está vinculada a la división de la sociedad en clases y a la heterogeneidad de éstas, a las diferencias de intereses de las clases y los grupos que las forman. El Partido político es uno de los instrumentos más importantes de los que una clase (o uno de sus sectores) utiliza para combatir por sus intereses.

La Primera Conferencia Nacional del PCV, llevada a cabo en 1937, estuvo signada por el dilema de ser un Partido con claro perfil clasista, asumiendo el Marxismo-leninismo, como nuestra base ideológica y orgánica y como teoría para la praxis revolucionaria y la transformación de la sociedad capitalista en sociedad socialista o nos manteníamos militando al interior de los Partidos policlasistas.

En aquel histórico debate optamos por “Dar la cara”, asumiendo el reto de transitar y asumir consecuentemente las diversas formas de lucha que nos demandó la historia en procura de los objetivos que nos planteamos: ser parte de la vanguardia colectiva de la revolución venezolana, aportando nuestro esfuerzo y voluntad consciente en la lucha por liberar a la patria de la dominación oligárquico-imperialista y romper las cadenas de la explotación capitalista, contribuyendo a la definitiva liberación de la clase obrera y con ella de toda la sociedad, y avanzar en la construcción del Socialismo.

Cuando afirmamos nuestra voluntad consciente de transitar un camino de unidad orgánica de las fuerzas revolucionarias y populares, sin hacer dejación de nuestros principios fundamentales y nuestros objetivos estratégicos, nos estamos pronunciando por un instrumento revolucionario que tenga en cuenta que para construir la nueva sociedad requerimos de un Partido con las siguientes características:

En lo ideológico:

En virtud de la amplia gama de postulados teóricos o la ausencia de estos en las fuerzas “chavistas”, se prevé una larga discusión teórica. A pesar de ello, su definición es de vital importancia. Para nosotros, los comunistas, es evidente que, partiendo del carácter antiimperialista y el rumbo socialista de esta revolución, el partido socialista unido debe fundamentarse en el marxismo -en el entendido de que ser marxista en los actuales momentos significa, a su vez, ser leninista. Asimismo, el fundamento ideológico debe recoger lo más avanzado del pensamiento revolucionario de nuestro pueblo, empezando por el bolivarianismo. Pero la esencia ideológica debe ser el marxismo.

Este planteamiento es producto de una realidad ampliamente comprobable a lo largo de la historia que indica, que solo el marxismo da respuestas científicas a la búsqueda de estrategias para derrotar al capitalismo y construir una sociedad socialista.

La constitución del partido debe representar el rompimiento definitivo con toda manifestación de reformismo y colaboracionismo de clase, con proyectos socialdemócratas de maquillaje de un sistema de injusticias, que proponen cambios subalternos que dejen intacta su esencia explotadora. Este programa debe también constituir la superación de concepciones nacionalistas que ofrecen respuestas parciales a los problemas del desarrollo social en la actualidad.

Bajo cualquier circunstancia, se debe tratar de un partido ideológicamente unido

En lo programático:

La definición del fundamento ideológico debe ir de la mano con la formulación de un programa revolucionario que tenga como objetivos estratégicos la lucha antiimperialista con una definida orientación socialista.

En relación a las vías para alcanzar esas metas, en la identificación de las contradicciones del proceso, en la forma de abordar la lucha en el momento concreto, en el contenido que se le da a estos objetivos, en su caracterización conceptual, debe existir una orientación consecuentemente revolucionaria para la acción transformadora. Se deben garantizar claridad y objetividad en la formulación de políticas y vías para alcanzar los objetivos estratégicos. Debe existir una absoluta coherencia entre la doctrina, la línea política y las propuestas programáticas.

En tal sentido, la discusión en torno a la definición del socialismo del siglo XXI es de crucial importancia porque sintetiza el complejo de objetivos que perseguimos. Al respecto, presentamos más adelante en este documento los rasgos fundamentales de ese socialismo desde la óptica de los y las comunistas venezolanos/as.

En lo organizativo:

A este debate, los comunistas traemos la propuesta leninista de organización. Pensamos que sin unidad interna, sin centralismo democrático, sin disciplina revolucionaria, sin identificación plena con una línea política, sin crítica y autocrítica, sin dirección colectiva, sin presencia orgánica en el seno de las masas, no será posible construir la vanguardia de la revolución bolivariana y avanzar en su perspectiva socialista.

El partido de la revolución no puede constituir un híbrido de organizaciones partidistas, una amalgama de estructuras, aunque es preciso advertir que, al menos al inicio, será difícil evitar la actuación de grupos, corrientes y fracciones internas. Este no es el mejor de los escenarios, pero es una posibilidad real.

En tal sentido, la tarea de quienes coincidimos en un partido orgánicamente unido, sin fisuras ni fracciones, consistirá en explicar que la unidad tiene algún sentido sólo si es consecuente con los objetivos estratégicos.

Por supuesto, la unidad no excluye la posibilidad y necesidad de discutir y debatir siempre sobre la base de los principios democráticamente a todos los niveles y a profundidad los asuntos que aquejan al partido y a la sociedad en su totalidad. Pero una vez tomada la decisión se deberá garantizar la unidad de acción.

¿Partido de “masas” o de “cuadros”?

Este partido deberá estar conformado por los mejores cuadros de la revolución, por sus mejores exponentes, los/as más claros/as ideológicamente, los/as más honestos/as y los/as más abnegados/as, los/as que cumplan con las mayores exigencias en cuanto a la conciencia revolucionaria, la disciplina, la actuación práctica y, por supuesto, la ética. El fundamento ético del partido será de fundamental importancia para cumplir con su misión de dirigir al pueblo venezolano en la construcción del socialismo.

No tiene que ser necesariamente un partido muy numeroso para que pueda cumplir con su misión. Debe predominar la calidad. Esto significa que no todos podrán ingresar. Deberán existir criterios y parámetros para la incorporación, lo cual permitiría la depuración de las fuerzas revolucionarias de arribistas, burócratas, corruptos.

De tal manera que lo que estamos proponiendo es un partido revolucionario de cuadros y de masas, en el sentido que sus miembros serán cuadros probados de la revolución que, en un contexto de desarrollo de la conciencia revolucionaria del pueblo como el actual, permitirá la conformación de un destacamento numeroso de militantes. La masificación de los cuadros se irá incrementando al calor de las luchas de clases, lo cual permitirá el engrosamiento de sus filas.

La actuación revolucionaria.

El partido socialista unido tendrá como principal tarea conquistar la vanguardia de las luchas populares y, de esa forma, nutrirse de lo mejor de sus representantes, lo que a la postre significaría un enorme salto cualitativo en términos del fortalecimiento de la revolución venezolana.

El partido debe ser una manifestación consecuente de la unidad entre teoría y práctica revolucionaria. No puede ser un proyecto político basado en la formulación de estrategias acertadas, de propuestas inobjetables desde el punto de vista de los retos que enfrenta la revolución, pero que en su accionar se encuentra divorciado de aquellos.

Debe garantizar la ejecución de una gestión ajustada a los principios programáticos, evitando cualquier fricción y contradicción entre las medidas adoptadas y los intereses fundamentales del pueblo. No podrá seguir los pasos de partidos que se autodenominaron (y autodenominan) populares que instrumentan gestiones gubernamentales que lesionan los intereses del pueblo, vergonzosos muros de contención de la protesta popular.

Un elemento muy significativo en este contexto lo representa el rol del partido de la revolución en la construcción del Estado democrático popular revolucionario.

El partido debe exhibir un accionar en el actual período de transición al socialismo, que permita inclinar la balanza en la lucha por el control del poder político a favor de las fuerzas más consecuentes de la revolución bolivariana. Este partido debe ser un destacamento fundamental en la construcción del Estado socialista.

El apoyo popular capaz de desplegar el partido de la revolución no sólo depende de la buena gestión administrativa al frente del gobierno a todos los niveles, luchando contra la corrupción, la ineficiencia, el burocratismo.

Más aún, este debe convertirse en un modelo de eficiencia revolucionaria en todos los frentes de las luchas populares. Se tienen que establecer las más estrechas relaciones con las masas populares. En estos momentos no hay organización política capaz de hacerlo, por lo que se torna inaplazable la tarea de crear la estructura de dirección de las masas.

El partido no será una alcabala de las instancias del poder ni intermediario en su ejercicio, sino el principal promotor de la participación democrática de las masas mediante la educación y organización del pueblo, todo ello en función de desarrollar el poder popular, convertir al pueblo en protagonista conciente de la construcción de la nueva sociedad. En una revolución pacífica y democrática como la nuestra, este elemento adquiere un valor especial, pues no es la violencia revolucionaria la que establece el nuevo orden mediante la imposición abrupta de nuevas realidades, sino el constante accionar revolucionario del pueblo trabajador organizado, lo que permitirá el desplazamiento progresivo de las viejas estructuras.

El carácter de clase.

Al referimos a la vinculación con las masas, tenemos que hacer un énfasis especial en el vínculo con la clase obrera. Si nos planteamos erradicar el capitalismo, debemos convertirnos en la organización política, en el interprete genuino de los intereses de la clase social que, por su posición en la estructura socioeconómica no sólo resulta directamente afectada por la explotación capitalista y, por lo tanto, objetivamente interesada en la supresión de la esclavitud asalariada, sino que con la consecución de este último objetivo libera al resto de la sociedad del régimen de explotación, pues al estar desprovista de medios de producción, objetivamente no aspira a conquistarlos para la explotación de otras clases sociales.

Esta clase social no es otra que la clase obrera, por lo que el partido de la revolución deberá ser por su contenido, por su política, por su composición, por su ideología, por los intereses que encarna el partido de la clase obrera y de todo el pueblo trabajador. Por supuesto, a este partido también entrarán miembros de otras clases y capas de la sociedad, pero los intereses que éste encarnará deberán ser los de la clase obrera, si queremos ser consistentes con el objetivo programático de naturaleza estratégica que perseguimos: el socialismo.

Este contenido clasista bien definido del partido socialista unido es una necesidad histórica y no está reñido con el carácter antiimperialista de la revolución bolivariana en la actualidad. Esta fase de nuestra revolución exige, efectivamente, una amplia alianza de clases y factores en torno a los objetivos de la liberación nacional. Aprovechar todas las contradicciones y divergencias que puedan existir entre sectores de la burguesía grande y pequeña, por un lado, y el imperialismo, por el otro, es una de las tareas primordiales, pero esta alianza no debe producirse en el seno del partido de la revolución, especialmente cuando reconocemos que el rumbo de esta revolución apunta al socialismo.

Esto implica que entre las tareas de mayor trascendencia del partido socialista unido, se encuentra el diseño de una política capaz de conquistar el movimiento sindical para adecentarlo, para erradicar los enormes vicios incubados como consecuencia de las tremendas perversiones del reformismo, de las prácticas desarrolladas por los sindicatos patronales y de los efectos del clientelismo, para romper definitivamente con su atomización, para convertirlo en una fuerza de primera línea en la construcción de una nueva sociedad.

El partido no puede convertirse en un partido policlasista. Las limitaciones de este tipo de partido son ampliamente conocidas en nuestra historia: se diluye el carácter revolucionario del partido, se subordinan los intereses anticapitalistas del pueblo trabajador a los intereses del capital sobre la base de reacomodos, concesiones y dádivas, se suplanta la lucha de clases como mecanismo de transformación por la conciliación de clases con la finalidad de estabilizar el sistema, se sustituye la revolución por la reforma, se desdibuja el horizonte histórico socialista, con el cual solo la clase obrera está orgánicamente vinculada.

Las amplias alianzas clasistas tendrán otros escenarios distintos al partido, como por ejemplo, los frentes.

Uno de los muchos aspectos que involucra el contenido clasista del partido es su carácter internacionalista. La clase obrera es una clase social con poderosas ramificaciones a lo largo del planeta y, de la misma manera, con una plataforma internacional de lucha contra la dominación planetaria del capitalismo. En el contexto actual de la expansión global de las corporaciones trasnacionales con devastadoras repercusiones en los pueblos del mundo, esto juega un rol de primer orden. De tal forma que deberán existir no sólo relaciones de amistad con los destacamentos de trabajadores en todo el mundo, sino una amplia coordinación de acciones conjuntas en contra de la dominación imperialista.

El debate.

Estos son elementos que consideramos de fundamental importancia para el diseño del partido que requiere la revolución venezolana, los cuales sometemos a la más amplia discusión del pueblo bolivariano y, especialmente, de nuestros aliados, confiados en que la racionalidad revolucionaria, y no la fortaleza electoral, se impondrá en la búsqueda de consenso.

En todo caso, la construcción del nuevo partido no será un acto único, sino un proceso muy dinámico.

En síntesis:

Un Partido selectivo, integrado no por quienes lo deseen solamente, sino por las mujeres y los hombres que cumplan con un determinado perfil para convertirse en cuadro revolucionario, lo cual implica valores ético-morales, principios y conductas en correspondencia con la nueva sociedad socialista que luchamos por construir.
Un Partido construido al calor de la lucha de las masas, en consulta abierta con ellas, en cuyo proceso se exprese la más amplia crítica y autocrítica.
Un Partido al cual se pertenezca no por simple voluntariedad, sino por meritos, al cual sea difícil entrar por sus elevadas exigencias de cualidades morales hacia sus integrantes y que por esa razón sea aun más difícil mantenerse en sus filas.
Un Partido que exija a sus miembros como único privilegio ponerse a la vanguardia en las diversas luchas de clases.
Un Partido que sepa aplicar con suficiente rigor y flexibilidad, según las circunstancias, el principio del centralismo democrático y que jamás lo convierta en centralismo burocrático.
Un Partido con elevada capacidad crítica y autocrítica, individual y colectiva.
Un Partido cuya autoridad esté sustentada en el carácter ejemplar individual y colectivo de sus integrantes.
Un Partido que asuma a las organizaciones sociales como sujetos activos de participación, protagonismo y transformación revolucionaria de la sociedad y no como simples instrumentos de aplicación de las definiciones que establezcan sus órganos dirigentes y militancia.
Un Partido que tenga como fundamental misión la promoción de la educación, formación, organización y participación del pueblo para su autogobierno Socialista. Que combine la teoría con la práctica revolucionaria.
Un Partido que vele en primer lugar por los intereses generales del pueblo venezolano y se proponga eliminar todas las formas de explotación del ser humano engendradas por la sociedad dividida en clases, particularmente las generadas por el capitalismo.
Un Partido con capacidad práctica y teórica para proponer y convencer de la justeza del proyecto Socialista para el pueblo venezolano. Que se haya forjado en las luchas del pueblo, compartido sus sacrificios, sus triunfos y sus derrotas.
Un Partido con sólida unidad ideológica, política y orgánica.
Un Partido con clara definición de carácter estratégico, cuyo programa se haya confrontado y se confronte en la dura lucha de clases.
Un Partido internacionalista que de y reciba la solidaridad de las fuerzas progresistas y democráticas del mundo.
Un Partido con dirección colectiva, definida ideología Marxista-leninista, fuente de inspiración incluso de la teología de la liberación y método del conocimiento que ha probado históricamente ser la más consecuente para aproximarse al conocimiento de la realidad y transformarla.
Un Partido con clara definición de clase y con capacidad de liderar los procesos de liberación del pueblo, sus aliados y a la patria.
Un Partido con independencia frente al Estado y a la burguesía.

IX Tesis Programáticas del XII Congreso Nacional del PCV

El socialismo es una formación socioeconómica que tiene una serie de rasgos generales pero que, en su concreción práctica, tiene que considerar las condiciones históricas, la totalidad de condiciones objetivas y subjetivas concretas, imperantes en cada uno de los países.

En cuanto a sus rasgos generales tenemos:

a) la socialización de la propiedad sobre los principales medios de producción, sin que se excluya la posibilidad de convivencia de otras formas de propiedad, social o privada;

b) el régimen político debe estar caracterizado por la democracia socialista, esto es, un sistema de amplias libertades políticas y civiles, que le permitan al pueblo una intensa y amplia participación en la toma de decisiones y en la concreción de las mismas a todos los niveles gubernamentales;

c) el Estado debe adquirir un nítido carácter socialista. Esto significa que el desarrollo del poder popular conduzca a su fusión con el ejercicio del poder desde las estructuras del Estado. En pocas palabras, el Estado socialista como forma de realización del poder popular;

d) el desarrollo de una verdadera revolución cultural, que tenga como centro el marxismo y otras corrientes del pensamiento revolucionario y progresista, nacional e internacional;

e) la presencia de una verdadera vanguardia revolucionaria que sirva de guía al pueblo en la construcción de ese sistema social;

f) el despliegue de los mecanismos de defensa militar y político-militar de las conquistas revolucionarias.

En tal sentido, la transición al socialismo en Venezuela, proceso que se concretará a partir del impulso de las luchas de la clase obrera y demás sectores populares, requiere de las siguientes condiciones:

a) desarrollo de la vanguardia política de la clase obrera;

b) conquista del poder político a través del Estado por parte del pueblo trabajador;

c) desarrollo de las fuerzas productivas, especialmente en la industria, con la finalidad de desplegar la base material de la sociedad y desarrollar a la clase obrera como clase social fundamental en el tránsito al socialismo;

d) fortalecimiento de la propiedad estatal como expresión futura de la propiedad socialista;

e) debilitamiento y posterior supresión de los mecanismos de explotación y dominación imperialista;

f) instauración de mecanismos de planificación de la economía nacional, que estén en capacidad de controlar las fuerzas del mercado;

g) erradicación de las relaciones de producción latifundistas en el campo;

h) desarrollo de la educación del pueblo trabajador para colocarlo en capacidad de dirigir política y económicamente a la sociedad;

i) estímulo a formas de propiedad social, que en una primera fase adoptará formas colectivas como las cooperativas, la cogestión, la autogestión, etcétera.;

j) integración económica sobre la base de la cooperación con economías de la región latinoamericana y del Caribe;

k) fortalecimiento de la capacidad de defensa del gobierno revolucionario.

Uno de los aspectos más relevantes de la transición tiene que ver con el contenido, ritmo, forma y tiempo de duración. Es decir, la esencia e intensidad de los cambios en ese período, los mecanismos concretos para transitarlo y los espacios de tiempo requeridos. Estos aspectos expresan claramente la dialéctica existente entre las leyes generales de la transición, por una parte, y las condiciones históricas de su materialización, por la otra. En tal sentido, podríamos destacar un grupo de factores que inciden en buena medida en estas variables:

a) el nivel de desarrollo de las fuerzas productivas;

b) el grado de desarrollo de la clase obrera y de su vanguardia revolucionaria;

c) el grado de descomposición de la clase dominante y sus instrumentos de dominio;

d) los niveles de resistencia a los cambios hacia el socialismo por parte de la reacción;

e) los niveles de dependencia y formas de intervención del imperialismo;

f) los niveles culturales y educativos alcanzados por el pueblo;

g) la situación económica, tanto en lo estructural, como en lo coyuntural;

h) el desarrollo alcanzado por la propiedad estatal y colectiva.

IV y V Plenos del Comité Central

del Partido Comunista de Venezuela (PCV)

Caracas, 21 de diciembre de 2006 y 18 de enero de 2007

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